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La Ciudad Antigua, Libro III

Salomón Leiva, Miguelangel Borsegui, Daniel Heddrich, Mariannie Henriquez, Francisco Padilla,
Lorena Mora

CAPITULO I - La fratria y la curia; la tribu

Este capítulo destaca la preponderancia de los dioses de aquel entonces en la sociedad, se llevaba a
cabo la concepción de divinidad de una forma satisfactoria. Cada familia tenía sus propios dioses.

Cada cierto número de familias, formaban un grupo al que se le llamaba "fratria" (en griego) o
"curia" (en lengua latina). En este sentido la importancia de las creencias era importante, ya que no
había curia, ni fratria sin Dios protector. Los dioses eran responsables de la fundación y protección de
las organizaciones sociales.

CAPÍTULO II

Existían dos tipos de religiones:

- Religión basada en el hogar (Alma humana)

- Religión politeísta: Multipicidad de dioses (Creencia física ejemplificada en la naturaleza)

Las sociedades antiguas como único lente a lo divino tenían a la naturaleza, la inmensidad del sol, la
oscuridad de la noche, etc. Tenían la idea de un ente rector de la tierra en si, pero ejemplificaban
creencias con la naturaleza.

Dos concepciones de lo divino:

- Lo divino como inteligencia

- Lo divino como naturaleza que determina la vida (El sol fecunda, la tierra sustenta, etc)

Estás comunidades eran celosas en cuanto a sus dioses, cada familia los guardaba para si, de forma
que cada Dios tenía residencia en el hogar. Esto generaba una infinita cantidad de creencias, por lo
que la ley aceptaba la propagación de culto.

CAPÍTULO III - La ciudad se forma.

La familia estaba destinada a ser un cuerpo independiente a otros, ya que sus religiones chocaban
entre sí. Sin embargo en algunos casos aceptaban unirse por voluntad, obligación o conveniencia. Al
unirse las familias y formar una gran comunidad, seguía existiendo cierta independencia en cuanto a
las creencias de cada familia.

Existian pequeños cultos (o gobiernos), sin embargo existía un culto en común (gobierno en común).
La ciudad era muy similar a lo que hoy conocemos como una confederación.

El proceso para que el individuo ingresará a la ciudad empezaba desde el nacimiento,


posteriormente era admitido en la familia, al ser un poco más maduro entraba en la fratria y seguido
de esto se presentaba para ser admitido en la ciudad, y ser un ciudadano.

Es importante resaltar que el hombre debía formarse según las creencias de sus antepasados.
Familia, fratria y ciudad son conceptos semejantes, solamente diferenciado por la cantidad de
integrantes. En mayor medida de densidad entre los grupos, era mucho más difícil conciliar el orden
entre las partes

Capitulo IV – La urbe.

Se precisa que la ciudad y la urbe están concebidas como estructuras diferenciadas entre sí, no son lo
mismo. Pues la ciudad está concebida como una unidad de asociación política y religiosa para dos
subestructuras que son denominadas como familias y tribus, también diferentes entre sí.

La urbe es por excelencia el espacio de reunión que debe existir para realizar el culto y la discusión
sobre los asuntos comunes de la sociedad, por lo que es concebido como santuario y domicilio por
excelencia de la asociación. En esta estructura de recinto, el grupo de las casas es la aldea, del grupo
de aldeas se conformará la urbe. Esta también tiene un sistema de defensa este es dado por una
muralla, seguida de una fosa. El elemento de conformación más difícil es la ciudad, la cual se da por
la unión de las fratrias y tribus en torno a un mismo culto. Posterior al acto de fundación, visto desde
el punto religioso, la urbe será considerada como el lugar de culto común.

Por ejemplo, fue el caso con Rómulo Augusto fue el fundador de Roma, dando lugar al acto religioso
por excelencia en su caso particular. Los miembros de las unidades político territoriales del momento
abandonan su tierra de origen natal, pues olvidando su patria, se purifican y se instalan alrededor del
nuevo fuego sagrado que yace en la urbe.

Capítulo V – Fundador y Eneas.

El fundador era el hombre que se encargaba de realizar el acto religioso de la fundación, sin él no hay
ciudad, pues él era el cuidador del culto y del fuego sagrado que yacía en la urbe. Mientras estaba
vivo poseía una distinción especial conociéndolo como el padre de la ciudad, pero estando muerto
era considerado como un antepasado común más sin distinciones. Por ejemplo, Rómulo era
sacerdote para su templo hasta su muerte.

De la leyenda de Eneas se puede asegurar que él era el hombre sagrado con el poder de
responsabilidad y salvaguarda de los penates que habitaban en la ciudad. Estaba caracterizado por
dos factores, el primero era ser considerado un ser piadoso y su segunda distinción es tener una fría
impersonalidad.

La urbe en este contexto puede sucumbir (como la idea del espacio físico) pero la ciudad no va a
sucumbir gracias a Eneas, así es como los Troyanos mantuvieron su culto. EL verdadero héroe no es
Eneas en sí, sino los Dioses. Importante es destacar que se daba la Eneida, conocida como la lucha de
los Dioses contra la divinidad hostil.

Capítulo VI – Los Dioses de la Ciudad.

La edad antigua definitivamente está atada a la celebración de un culto, las familias para ese
entonces se reunían en torno al altar. Del altar lo más sagrado era el fuego ardiente que estaba
protegido por su fundador. Dentro del culto se consideraba al sacerdocio como los hombres
designados por los Dioses para la consumación de la obra religiosa, por lo que el tributo a los Dioses
seria condición virtuosa para el hombre sacerdote.

Solo los ciudadanos podían asistir a los espacios del culto, de forma privada era realizado en el seno
de la familia y el público era oculto para otras ciudades. Dios es una concepción personal por lo que
no es un Dios universal, que los Dioses de cada uno se dividirían el poderío. La cuidad del culto, tiene
cuerpo de sacerdotes propios, con oraciones propias y no parecidos al culto de otras ciudades. El
principal culto consistía en ofrecer el alimento terrenal a los Dioses, inicialmente. Si la ciudad era
vencida, sus Dioses eran vencidos también, por lo que prevalece sobre la urbe la idea de la ciudad. Se
debía retener lo más posible a la deidad, pues los antiguos forjaban así su vida en torno a los dioses.

CAPITULO VII

Las Comidas Públicas: la principal ceremonia de culto doméstico era una comida, que se denominaba
sacrificio, comer algunos alimentos preparados en el altar fue según todas las apariencias, la primera
forma de que el hombre haya dado al acto religioso, la necesidad de ponerse en contacto satisfecha
con la comida, la principal ceremonia de colto de la cuidad también era una comida que se realizaba
en común para todos los cuidados en la cuidad, está práctica era universal en Grecia, la comida que
se repartía se le llamaba comida de los dioses, aparte la religión prescribía que hubiera cada día una
comida sagrada, los griegos estaban convencidos de que si se omitían estás costumbres, ya no
recibirían los favores de sus dioses, estás costumbres nos da una idea del estrecho lazo que existía
entre miembros de una cuidad, está creaba unión, no debe abandonarse al compañero de fila, con
quién se han celebrado los mismos sacrificios, con quién se han compartido las comidas sagradas.

CAPITULO VIII - las fiestas y el calendario

Cada cuidad había sido fundada conforme a unos ritos que en el pensamiento de los antiguos tenían
por efecto fijar en sus recintos a sus dioses nacionales todo lo que era sagrado para ellos, tenía una
fiesta, los días de fiesta, los cuidados organizaban una gran procesión, vestido de blanco y coronados
de follajes y daban vueltas a la cuidad cantando próceres.

Todo esto estaba regulado por la religión, Todas las ciudades tenían su fiesta para cada una de las
divinidades que habían adoptado como protectoras, y solían tener varias, a medida que el culto de
una nueva divinidad se introducirla en la cuidad, era precioso conságrale un día del años.

El calendario no era otra cosa que la sucesión de las fiestas religiosas, por ello solo los sacerdotes
eran que lo hacían, los calendarios en cada cuidad eran distintos, debido a que cada cuidad tenía
dioses distintos, en una cuidades podían duran más o menos años o los meses podían llamarse
distintos.

CAPITULO IX - el censo y la ilustración

Entre una de las grandes ceremonias celebradas en la cuidad, la purificación, en atheneas se


celebrará todos los años y en Roma cada 4 años, está ceremonia tenía por fin borrar las faltas
cometidas contra el culto por los ciudadanos, se realizaba un sacrificio expiatorio, el magistrado
encargado de la realización comenzaba asegurqdnose con ayuda de los auspicio de que los dioses
aceptaría, luego convocaba al pueblo, el día fijado se reunían en extramuros y permanecieron todos
en silencio, el magistrado daba 3 vueltas a la asamblea llevando 3 víctimas un carnero, un cerdo y un
todo, la reunión de estos tres animales constituía, tanto entre los griegos y los romanos un sacrifio
expiatorio, sacerdote y victimarios sequian la procesión, terminaba a la tercera vuelta, el magistrado
pronunciaba unas oraciones e inmolabas a las víctimas a partir de ese momento toda mancha
quedaba borrada, toda negligencia en en el culto reparada y la cuidad estaba en paz con sus dioses

CAPÍTULO X - magistrado

El magistrado fue el reemplazo del rey en la ciudad, donde éste era un guía espiritual en la religión y
un jefe político al mismo tiempo. Su elección se realizaba de manera anual, además de que tenía que
vestir un hábito blanco para representar pureza ya que este era el que hacía los auspicios, los ritos,
las oraciones y era el enlace con los dioses. este también recibe el nombre de arconta.

Se eligen nueve arcontes, no obstante el jefe de religión era el que se llamaba rey, cada grupo elegía
un magistrado, los únicos que no se consideraban arcontas eran los tribunos de la plebe ya que como
ellos no realizaban ningún sacrificio la ciudad no los consideraba como verdaderos.

CAPÍTULO XI - La ley

La ley comenzó como parte de la religión, los antiguos códigos de las ciudades eran la unión de ritos,
prescripciones litúrgicas, a través de las reglas del culto se formó las leyes del hombre, es así como
derecho y religión eran el conjunto de un todo, ya que la ley era la religión solo que esta funcionaba a
través de las relaciones de los hombres.

Posteriormente se realizaron códigos que mezclaban el derecho con la religión esas fueron llamadas
las leyes reales. Ergo el código de las Doce Tablas de Solón que no era más que una constitución de
orden a través de la religión.

Los legisladores no eran hombres que hacían cumplir la ley del hombre si no sacerdotes (pontífices
romano) que hacían cumplir las leyes del culto, el juez en sí, era la creencia religiosa que dominaba y
así parte de cada hombre de la ciudad.

No obstante no fue así al principio, las leyes antiguas no fueron creaciones del hombre si no que esta
nació cuando fue creada la ciudad o eso era lo que concibieron algunos ciudadanos. Sin embargo los
primeros sabían que las leyes eran una ramificación de la religión y que esta solo era otra manera en
la que se aplicaba la religión a las relaciones entre los hombres.

Los antiguos no creían en legisladores mundanos si no que concibieron lo justo segun lo que
proclamaban sus dioses, no idealizaban que su rey era el que los juzgaba por no cumplir la ley sino
que su dios lo castigaba por haberlo desobedecido y por eso debía ser reprendido

CAPÍTULO XII - El Ciudadano y El Extranjero

Era aquel que formaba y participaba en el culto de la ciudad y de esa relación nacieron todos sus
derechos civiles y políticos como hombre. Su contraparte era aquel llamado extranjero, era el que no
era nacido en su tierra, no era parte del culto y si no era partícipe del culto no podía generar
derechos, por lo tanto al principio los extrajeron no eran bienvenidos en la ciudad, eran considerados
indignos y de poco valor. La religión no permite que los extranjeros ingresaran en sus oraciones, eran
repudiados por los dioses y por la religión misma, es así como la ciudad generaba un rechazo
inmediato a todos aquellos extraños que se paseaban por su ciudad. si la ciudad era invadida por
extranjeros y lograban recuperar los antiguos ciudadanos era necesario que limpian y purifican cada
parte de esta misma pues había sido profanadas.

Posteriormente se empezaron aceptar extranjeros en los cultos, no obstante solo se aceptaban


cuando todos los ciudadanos de manera unánime acordaran integrarlo al culto, además el extranjero
tenía que renunciar a su antigua ciudadanía y renacía como otro, en el ritual.

CAPÍTULO XIII – patriotismo y destierro

Para entender la concepción de ciudad desde esta perspectiva, es fundamental poner de relieve el
significado religioso y simbólico que en la cual se erigían estas ciudades primigenias, por cuanto, el
concepto de patriotismo viene del concepto de patria, que, como expresa el autor, es una
representación de la tierra de padres, o de aquellos que primero habitaron el territorio, en ese
sentido; el concepto de patriotismo era considerada una virtud suprema, ergo, amar y defender la
tierra de tus padres era quizás una de las mayores expresiones de una especie de ciudadanía (sin
caer en anacronismos). Otro de los puntos resaltantes de esta idea principal de patriotismo es el
concepto de urbe, que es diferente al de ciudad, puesto que, la urbe se consideraba el recinto físico,
el espacio donde se erigía una ciudad, mientras que la ciudad, con connotaciones más simbólicas,
representa la unión de tribus originaban una curia, y la unión de curias, a su vez, una ciudad, todo
ello bajo una consigna religiosa.

Finalmente, el otro concepto a destacar, es el extremo castigo, o la pena capital, conocida como el
destierro, por cuanto, el desterrar a un ciudadano de su patria significaba la perdida de todos sus
derechos, derecho a propiedad, familia y religión.

CAPÍTULO XIV – Espíritu Municipal

De esta sección, si bien hay varios conceptos destacables, es más importante la dinámica que existe
entre lo que se denominan municipios, como una forma de extensión de las ciudades, sin embargo,
su definición aun no concierne a este resumen, por lo que, las dinámicas que giran en torno a este
capítulo provienen del matrimonio entre dos personas de diferentes ciudades y de las formas de
culto, o al menos, las prohibiciones.

Como bien se expresó que lo que aborda los municipios, propiamente dicho, aun no debe tratarse, se
puede exponer que, existía una prohibición para los ciudadanos de practicar un culto que no
correspondiese a su ciudad, por cuanto, todo aquel que lo hacía, sufría la pena capital. E igualmente,
los matrimonios entre dos habitantes de distintas ciudades, debían primero pasar por un convenio
entre las ciudades para permitir la unión, o estaban directamente prohibidos, por cuanto
representaba una herejía contra los dioses de alguno de los dos individuos.

La razón por la cual no se trata a profundidad el tema de los municipios, deriva de que, esta figura se
observa principalmente en la conquista romana como una nueva y evolucionada forma de
organización y segmentación del poder dentro de su propia conquista, tomando control del territorio
pero manteniendo una tolerancia respecto a determinados cultos, haciendo posible la convivencia.

CAPÍTULO XV - Relaciones.

Finalmente el capítulo que corresponde a las relaciones dentro de la ciudad, se orienta a una
dinámica generalizada bajo el culto y la religión, es decir, la guerra, como un concepto esencial, se
hacía no solo entre hombres, sino que también se acostumbraba a que los dioses combatieran en el
campo de batalla, por lo que, estaba permitido hacerle la guerra a los dioses, y, cuando un bando
perdía, se asumía a sus dioses muertos, o derrotados, este era, el grado de importancia que tenía el
culto para la ciudad.

Finalmente se pone de relieve, que, este mismo factor religioso, tenía un elemento legislador, por
cuanto, las leyes de una ciudad de se basaban en la divinidad de los dioses, ergo, si se perdia la
guerra, y morían los dioses, también morían las leyes

CAPÍTULO XVI - Las Confederaciones; Las Colonias

A través de las alianzas, muchas de ellas impulsadas por la religion y el culto, se establecía un templo
común para representar la unión de las culturas, por ejemplo, en Asia menor existía el grupo de las
12 colonias Jónicas y el templo se llamaba Panjonio. Se realizaba una amfictionía (la unión de varias
ciudades). El lazo de asociación se daba acompañado de una especie de ritual e. La que había un
banquete común, himnos, oraciones y de juegos como un sello.

Este laxo ejercía poca acción política, la alianza No aseguraba que no se hiciera la guerra, sino debía a
honrar, celebrar y conservar tregua sagrada durante las fiestas.

Para formar una ciudad se debía poseer un fuego sagrado y a alguien capaz de practicar los ritos de
la fundación (el fundador) que pertenece a las familias de la santa ciudad.

CAPÍTULO XVII - El Romano, El Ateniense

Su hogar es un Dios, los dioses representan los muros, las puertas el umbral y los límites de la ciudad.
La tumba es un altar a sus dioses y sus antepasados, sus acciones giran en torno al culto, sus actos se
consultan a los dioses solemnes pues se quiere cumplir su voluntad.

Son bastantes supersticiosos, el Culto a los dioses se mantiene como la máxima para los ciudadanos,
pues es lo que mantiene la estructura decidida por los patricios y por los nobles. (El patricio es un
sacerdote u su mente siempre debe pensar en los dioses)

CAPÍTULO XVIII

Se fundó la ciudad sobre una religión, estableciéndose la iglesia como un ente fuerte y omnipotente,
en ese entonces no existía la libertad individual como ahora concebimos.

Los ciudadanos estaban sometidos a la ciudad y el hombre pertenecía a esta para protegerla, el
celibato estaba prohibido, se prescribía el trabajo porque se oponía la ociosidad, estaba prohibido a
los hombres beber vino puro. Las mujeres tenían una forma obligatoria de vestir y peinar, los
maestros en Athenas eran escogidos por la ciudad y no se podía ser neutral en la toma de decisiones
porque se sancionaba con la pérdida del derecho cívico, el derecho de ciudad.

La aceptación de las costumbres se daba por el carácter sagrado de la concepción de la ciudad, por
esto el hombre se sometía a la creencia y la religión de la ciudad, el culto era el que mantenía el
margen de acción en los hombres puesto a lo que esto significaba.

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