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PAZ NO ES AUSENCIA DE PROBLEMAS

“Paz no es la ausencia de problemas, sino es saber cómo enfrentarlos pidiendo la ayuda de


Dios”.

Nosotros muchas veces no queremos problemas. La gran ansiedad ante los problemas es
porque, quizás, no tenemos las herramientas para enfrentar los problemas. Es como subir a
hacer rafting pero sin salvavidas. En los matrimonios, en las iglesias se genera ansiedad porque
muchas veces no queremos problemas porque no sabemos cómo enfrentarlos, y por el
contrario se hacen más grandes.

¿Por qué los problemas cuando los enfrentamos se hacen más grandes? Es porque nosotros no
estamos siguiendo los consejos bíblicos para enfrentar problemas. La Biblia es un manual que
nos enseña a vivir, a enfrentar los problemas de la vida de una manera que sea satisfactoria
por el hecho de tener herramientas y criterios para enfrentar los problemas. Estos criterios,
para que sean correctos, tienen que ser criterios espirituales.

Responderemos a las siguientes preguntas: ¿Cómo podemos tener paz en tu matrimonio y en


tu iglesia? ¿Cómo podemos hacer que nuestra iglesia sea fuerte? ¿Cómo podemos hacer que
nuestro matrimonio sea fuerte?

Hay dos tipos de problemas que son la base de los problemas en la vida

1. Problemas espirituales
2. Problemas sociales

¿Y los problemas económicos, de salud, laborales? Esos son problemas secundarios. Si en mi


vida yo sé cómo solucionar los problemas espirituales y sociales, ningún otro problema me
puede tirar abajo.

Es sabido que las personas que tienen una red familiar bien estructurada son personas que
pueden confrontar problemas difíciles (incluso la pérdida de un cónyuge) y esa red lo fortalece
de tal manera que quizás termina enfrentando mejor el problema que una persona que
enfrenta un problema menor y se encuentra destruida por el mismo, porque no tiene recursos
emocionales que lo respalden.

Por eso, si tenemos una buena relación con Dios (vida espiritual) y una buena relación con
nuestra familia (vida social) no hay problema que nos pueda tirar abajo.

¿Qué sucede cuando un hombre se separa de Dios?

El problema espiritual por excelencia se llama pecado. ¿Qué sucede cuando un hombre peca,
se separa de Dios? Para responder a esto tenemos que entender que la vida es un sistema de
relaciones:

 Dios
 Comunidad
 Yo

Un sistema es un conjunto de elemento que tienen un fin, que si


uno se separa uno de los elementos del sistema el mismo se rompe
y deja de funcionar por el propósito con el que fue creado.

El sistema del matrimonio sería algo así:


 Dios
 Esposo
 Esposa

Dios no cambia, por lo tanto la parte de Dios la tenemos segura. Pero nosotros cambiamos
mucho, y especialmente debido al pecado.

Cuando una persona tiene un problema con Dios, en el acto el problema se transforma en un
problema con el prójimo.

Como resultado, el sistema comienza a funcionar mal y entonces se separa del prójimo y
comienza a tener problemas con él, es más la persona que se separa de Dios comienza a
hacerle guerra a su prójimo.

Si el prójimo se deja afectar por este problema, se desconecta de Dios.

¿Cómo se solucionan los problemas con Dios?

Si tenemos un problema con nuestro prójimo, entonces también tenemos un problema con
Dios. Y si tenemos problemas con Dios, vamos a seguir teniendo problemas con nuestro
prójimo. Es una ley.

Alguien puede decir: “Yo conozco gente atea que se lleva muy bien con el prójimo”. Lo que
pasa es que hay muchos ateos que realmente no son ateos. Ese ateo es ateo porque está en
contra del Dios que le mostraron en las iglesias, pero a veces creen en un Dios (a pesar de
negar su existencia) y viven de acuerdo una experiencia que es superior incluso a la de
aquellos que van a la iglesia porque viven en armonía con los principios que Dios estableció sin
darse cuenta. Ese ateo que niega a Dios no se da cuenta es Dios está actuando en su corazón, y
que Dios, en su sabiduría, lo va llevando de a poquito a ponerse en contacto con una persona
que va a una iglesia y sí tiene una verdadera relación con Dios.

Si queremos tener una buena relación con el prójimo primero tenemos que solucionar
nuestros problemas con Dios. También tenemos que ver qué dice la Biblia sobre cómo
solucionar los problemas con Dios.
Salmo 32.1-5

“Dios mío, tu perdón nos llega a todos como una bendición; tu perdón borra nuestros pecados
y rebeldías. 2 Tú bendices y declaras inocentes, a los que no actúan con malicia. 3 Mientras no
te confesé mi pecado, las fuerzas se me fueron acabando de tanto llorar. 4 Me castigabas día y
noche, y fui perdiendo fuerzas, como una flor que se marchita bajo el calor del sol. 5 Pero te
confesé mi pecado, y no oculté mi maldad. Me decidí a reconocer que había sido rebelde
contigo, y tú, mi Dios, me perdonaste”.

Versículo 1  Dios cuando se encuentra con nuestros errores lo hace con el propósito de
perdonarnos.

Versículo 2  Otras versiones dicen: “En su espíritu no hay engaño”. ¿Qué quiere decir esto?
Cada vez que nosotros nos equivocamos tenemos una tendencia natural a auto justificarnos.
Esa auto justificación termina siendo un engaño. Creamos un engaño para no tener que
confesar el pecado (así agrandamos los problemas y no tenemos paz). Cada vez que tenemos
un problema con alguien, queremos mostrar que esa otra persona está equivocada y nosotros
no. Para eso damos muchos argumentos y hacemos razonamientos complejos. Eso es engañar
el espíritu. En la Biblia no existe la auto justificación, existe la justificación que viene de Dios
(que sólo Él la puede dar a través de lo que Él hace). Dios perdona y declara inocente a los que
reconocen sus faltas. La auto justificación trae lo siguiente:

Versículo 3 y 4  Las fuerzas se acaban. Cada cosa que nosotros hicimos y que no
reconocemos nos va quitando fuerzas en nuestra vida. Cuando empiezo a tener una relación
con Dios, ÉL empieza a traer esas cosas a mi mente.

Versículo 5 – 8  Cuando yo confieso mi pecado me libero de mí mismo. Porque hasta que no


reconocemos que el principal problema somos nosotros no hemos entendido nada de la
religión. Hasta que no bajemos nuestro orgullo no tendremos paz, porque la paz viene por la
confesión. ¿Qué es la confesión? Es aceptar mi culpa. Esto tiene que ver con asumir
responsabilidad. Cuando yo confieso mi pecado, asumo mi responsabilidad. El salmista dijo en
versículos anteriores que mientras no asumió responsabilidad no había paz en su corazón. Si
quiero solucionar un problema que tengo con Dios debo asumir responsabilidad, esto es
confesión.

Ejemplo: Adán y Eva pecaron. Lo primero que trataron de hacer fue auto justificarse, y
terminaron auto engañándose.

Génesis 3.8-13

¿Sabía Dios que Adán y Eva habían comido del árbol? Sí. Entonces, ¿por qué les estaba
haciendo la pregunta del versículo 11? Porque quería que asumieran responsabilidad. Lo que
Dios busca antes de perdonar es que asumamos responsabilidad por nuestros actos, que
confesemos nuestros pecados. No nos beneficiamos del perdón si no hemos asumido
responsabilidad. Cuando no asumimos responsabilidad lo que hacemos es tirar basura debajo
de la alfombra. Algún día, esa basura, nos va a alcanzar. Por eso es necesario que asumamos
responsabilidad:

 Primero con Dios: Lo bueno es que el salmo dice que Dios es justo para perdonarnos.
Pero Dios no va a perdonar si yo no asumo responsabilidad.
 Para con las personas.
La única manera de crecer en la vida es asumiendo responsabilidad. Dios sabe esto, por eso Él
pide responsabilidad de nuestra parte antes de perdonarnos.

¿Sabes por qué no puedes vencer ese problema con el que estás luchando hace tanto tiempo?
Porque no asumiste responsabilidad. Muchas veces confesamos pero no asumimos
responsabilidad. Yo puedo confesar desde el remordimiento (generado por mi propio corazón)
o desde el arrepentimiento (lo que Dios genera en mi corazón).

Cuando Dios les dijo a Adán y Eva “¿Has comido de árbol…?” les estaba dando la oportunidad
de que asuman responsabilidad. Pero ellos agrandaron el problema auto justificándose.
Cuando nos auto justificamos no encontraremos solución para nuestro problema.

Dios toma la iniciativa y sale a buscar al pecador para que asuma responsabilidad.

Dios quiere que seamos maduros en la vida. Una persona madura asume responsabilidad.

1° Juan 1.9

La justicia de Dios lo lleva a perdonar. Con el nuevo concepto que acabamos de aprender,
¿cómo podemos parafrasear este pasaje? “Si asumimos responsabilidad de nuestros pecados,
Dios es fiel para perdonarnos”. De lo contrario Él no nos puede perdonar, por más que Él nos
ofrece el perdón y desee perdonarnos. Hasta que no asumamos responsabilidad no puede
haber cambio.

Cómo llegamos a tomar responsabilidad ante de Dios

CC, 64-65

“Cuanto más cerca estéis de Jesús, más imperfectos os reconoceréis; porque veréis tanto más
claramente vuestros defectos a la luz del contraste de su perfecta naturaleza. Esta es una señal
cierta de que los engaños de Satanás han perdido su poder, y de que el Espíritu de Dios os está
despertando”.

¿Por qué nos gusta ganar las discusiones? Queremos demostrar que somos más perfectos.
Pero cuanto más cerca estemos de Jesús más imperfectos nos reconoceremos. Entonces cada
vez que nos enfrentemos a un problema con alguien, no iremos con ganas de ganar en una
discusión, sino que iremos con una actitud más humilde, sabiendo que nosotros también nos
equivocamos.

¿Cuál es la solución para tus problemas y los míos? Es tan simple como ir a Jesús, cuando
veamos a Jesús nos veremos imperfectos, confesaremos nuestras imperfecciones y entonces Él
nos va a perdonar (porque Él es fiel y justo para perdonarnos). Esto impactará en todas
nuestras relaciones, porque estamos en Jesús.

CC, 64-65

“No puede existir amor profundo hacia el Señor Jesús en el corazón que no comprende su
propia perversidad. El alma transformada por la gracia de Cristo admirará el divino carácter de
Él; pero cuando no vemos nuestra propia deformidad moral damos prueba inequívoca de que
no hemos vislumbrado la belleza y excelencia de Cristo”.

Podemos tener un amor superficial por Jesús (“No soy tan malo como esposo/a”, “No soy tan
malo como aquel”) y ese amor no transforma. Para tener el amor que transforma tenemos que
estudiar la vida de Jesús. La cuestión es conocer a Jesús. Hasta que no conozcamos a Dios a
través de Jesús no vamos a encontrar real solución a todos nuestros problemas. Es así de
simple.

A veces queremos buscar soluciones más complejas, cuando es más simple de que lo que
pensamos. Pero nosotros queremos ir al psicólogo, leer una manual de cómo vencer los
traumas de la infancia. Esto no está mal, pero si no tuviéramos nada de esto, nuestra solución
estaría en conocer a Dios. Los traumas de la niñez hicieron algo muy impactante: tergiversar la
imagen de Dios. Si nosotros redescubrimos quién es Dios a través de Jesús, solucionamos todo.
Por eso el centro de la religión es Jesús.

Los problemas espirituales, como hemos visto, se solucionan:

 Yendo a Cristo (conocerlo).


 Asumiendo responsabilidad (confesar).

Pero, ¿cómo se solucionan los problemas con el prójimo? Básicamente se soluciona de la


misma manera. Pero la Biblia nos presenta algunos principios más: Cuando no quiero asumir
responsabilidad  No se soluciona el problema, sino que se hace más grande.

Mateo 7.1-5 TLA

“No se conviertan en jueces de los demás, y así Dios no los juzgará a ustedes. 2 Si son muy
duros para juzgar a otras personas, Dios será igualmente duro con ustedes. Él los tratará como
ustedes traten a los demás. 3 ¿Por qué te fijas en lo malo que hacen otros, y no te das cuenta
de las muchas cosas malas que haces tú? Es como si te fijaras que en el ojo del otro hay una
basurita, y no te dieras cuenta de que en tu ojo hay una rama. 4 ¿Cómo te atreves a decirle a
otro: ‘Déjame sacarte la basurita que tienes en el ojo’, si en tu ojo tienes una rama? 5
¡Hipócrita! Primero saca la rama que tienes en tu ojo, y así podrás ver bien para sacar la
basurita que está en el ojo del otro”.

Versículos 1 y 2  El que es muy duro para juzgar a los demás, ¿por qué lo hace, por qué es
duro, cómo está su vida espiritual, cómo está con respecto a Jesús? Está lejos de Jesús. ¿Será
que Dios va a ser duro con nosotros si nosotros somos duros con nuestro prójimo? Lo que pasa
es que cuando estoy lejos de Jesús, veo a Dios como duro. Cuando juzgo a alguien, es porque
siento que Dios me juzga a mí porque me separé de Dios. Al separarme de Dios la mente se me
tergiversa. Cuando me separo de Dios no necesito que Dios me juzgue, porque me juzga mi
propia mente. Mi propia mente crea un Dios que no es el correcto.

Versículos 3 al 5  Cuando estoy intentando sacar la basurita del ojo de otro, doy evidencia
de que tengo una rama en el mío. Como yo no puedo ver bien, agrando la basurita del otro.
Jesús nos dice que antes de ir a hablar con alguien tenemos que sacar la rama que tenemos en
nuestro ojo. ¿Cómo me doy cuenta de la rama que tengo en el ojo? Tengo que ir a Jesús, me
tengo que comparar con Él. Al estar en su presencia me doy cuenta que de la rama que tengo,
ahí llegó el momento de asumir responsabilidad (confesar la rama que tengo).

Si nosotros siguiéramos estos principios las iglesias estarían fuertísimas, porque sabríamos
enfrentar los problemas. Paz no es la ausencia de problemas sino saber cómo enfrentar los
problemas, es enfrentarlos según el plan de Dios.

Como somos pecadores, siempre habrá problemas, pero si solucionamos los problemas como
Dios dice no va a existir nada que nos tire abajo. En Jesús está la solución a nuestros
problemas, cualesquiera que sean.
¿Cómo resolver un problema personal con alguien en la iglesia?

Mateo 18.15-20

“Si uno de mis seguidores te hace algo malo, habla con él a solas para que reconozca su falta.
Si te hace caso, lo habrás ganado de nuevo. 16 Si no te hace caso, llama a uno o dos seguidores
míos, para que te sirvan de testigos. La Biblia enseña que toda acusación debe hacerse frente a
dos o más testigos. 17 Y si aquel no les hace caso, infórmalo a la iglesia. Y si tampoco quiere
hacerle caso a la iglesia, tendrás que tratarlo como a los que no creen en Dios, o como a uno
de los que cobran impuestos para el gobierno de Roma. 18 Les aseguro que cualquier cosa que
ustedes prohíban aquí en la tierra, desde el cielo Dios la prohibirá. Y cualquier cosa que
ustedes permitan, también Dios la permitirá. 19 Les aseguro que si dos de ustedes se ponen de
acuerdo, aquí en la tierra, para pedirle algo a Dios que está en el cielo, él se lo dará. 20 Porque
allí donde dos o tres de ustedes se reúnan en mi nombre, allí estaré yo”.

Todos sabemos esta porción de Mateo 18, peor nosotros seguimos este consejo totalmente al
revés. Primero lo hablamos con la iglesia:

 Por los pasillos de la iglesia.


 En las reuniones sociales de iglesia chismoseamos con alguien.
 Esperamos a las juntas de nombramiento para decir una lista de errores de alguien.

Después vamos achicando el círculo, por ejemplo, amigos de la persona afectada. Por último
terminamos hablando con la persona, con el objetivo de condenarla.

La Biblia dice que tenemos que seguir una serie de pasos, no podemos ser inmaduros con esto.

Al hablar con la persona:

 Primero sacar la rama de mi ojo  Vayamos a nuestra habitación y probemos:


o Preguntémosle a Dios: ¿Cuál es mi responsabilidad en todo esto?
o Confesemos nuestro error.
Al charlar con la persona (esposo por ejemplo) podemos decir algo como: “Me molestó
lo que hiciste, pero me doy cuenta que yo me equivoqué en esto”. Esto cambia
totalmente la situación, rompe las barreras entre los involucrados, porque no solo le
confesé a Dios sino también a mi prójimo.
 Ir sin espíritu de condenación [Colocar cita de EGW].

Santiago 5.16 TLA

“Por eso, confiesen sus pecados unos a otros, y oren unos por otros, para que Dios los sane.
La oración de una persona buena es muy poderosa, porque Dios la escucha”.

Cuando hay familias enfermas, es porque no siguen el consejo de Santiago: confesarse


mutuamente las faltas. La cuestión no es ir condenar a alguien, sino a asumir
responsabilidades para así solucionar entre todos el problema. Esto también se aplica a las
iglesias. Cuando no se asume responsabilidad no hay perdón, y esto enferma.

Ahora viene lo difícil.

CC, 38.

“La verdadera confesión es siempre de un carácter específico y reconoce pecados


particulares. Pueden ser de tal naturaleza que sólo puedan presentarse delante de Dios.
Pueden ser males que deban confesarse individualmente a los que hayan sufrido daño por
ellos; pueden ser de un carácter público, y en ese caso deberán confesarse públicamente. Pero
toda confesión debe hacerse definida y directa, para reconocer en forma definida los pecados
de los que uno sea culpable”.

La confesión es específica. Acá hay un mal de todas las iglesias: Muchos hermanos dicen en la
cena de fin de año, “Quiero decirles que si he ofendido a alguien que me perdone”. ¡No!
Tenemos que ser específicos y reconocer en qué nos equivocamos, de lo contrario no es más
que un mero acto de hipocresía, que no soluciona nada. No sirve de nada que nos hagamos los
humildes, tenemos que ser humildes. Lo mismo tenemos que hacer con Dios, ser específicos y
no solamente pedir perdón por “los pecados”. Tenemos que asumir responsabilidad por
pecados específicos. Tenemos que dejar que el ES nos convenza de “pecado, de justicia y de
juicio” y que nos haga asumir responsabilidad.

CC, 37.

“Si has dado un motivo de ofensa a tu amigo o vecino, debes reconocer tu falta, y es su deber
perdonarte con buena voluntad. Debes entonces buscar el perdón de Dios, porque el hermano
a quien ofendiste pertenece a Dios, y al perjudicarle pecaste contra su Creador y Redentor”.

Ante un problema preguntémonos: ¿De alguna manera ofendimos a la persona con la que
tenemos el problema? ¿Lo hemos criticado? ¿Lo hemos herido de alguna manera? ¿Hablamos
mal de él? Es más, quizás ante esa dificultad, nosotros creamos sinceramente que tenemos
razón y que la otra persona está equivocada, pero de igual manera analicémonos y veamos si
en algo pecamos contra esa persona. Si así, y queremos solucionar el problema, pidamos
perdón.

¿Queremos una iglesia fuerte, que ante ningún problema se venga abajo? Asumamos
responsabilidad.

Salmo 32.5 TLA

“Pero te confesé mi pecado, y no oculté mi maldad. Me decidí a reconocer que había sido
rebelde contigo, y tú, mi Dios, me perdonaste. 6 Por eso los que te amamos oramos a ti en
momentos de angustia. Cuando vengan los problemas, no nos podrán alcanzar. 7 Tú eres mi
refugio; tú me libras del peligro, por eso, con voz fuerte, canto y festejo mi liberación”.

Dios quiere hacerte fuerte, pero hay una tarea que tenemos que hacer, y es difícil: solucionar
tus problemas con Dios a través de Cristo, y una vez que hagas esto, debemos hacer lo mismo
con nuestro prójimo.

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