Está en la página 1de 2

HE PECADO, NO PUEDO ORAR

¿Alguna vez has hecho algo tan malo que te sientes indigno de orar, pero no puedes
porque como que evades a Dios por esa situación? Si la respuesta es sí, entonces estoy
segura que esta reflexión te interesará. Pero primero vamos a orar, muy bien el título
de la reflexión es “He pecado, no puedo orar” cuántos nos habremos formulado esa
pregunta ¿verdad? Hablo desde mi experiencia yo conozco a Dios desde pequeña y
pues obviamente teniendo conocimiento de él escuchas y sabes de aquellas cosas que
están bien y que están mal, cosas que Dios no acepta y como seres humanos fallamos
y lo hacemos ya sea estando conscientes o inconscientes aún cuando estás creciendo o
estás siendo maduro en la fe siguen habiendo momentos en nuestras vidas donde
nuestra carne gana, donde caemos y ya sea un pensamiento una acciones o hasta el
hecho de no asistir a la iglesia. A veces hay cosas que nos pueden traer tipo como de
condenación, de no querernos acercar a Dios de sentir que no podemos orar, porque
hemos fallado. Y esto es algo que a todo ser humano le puede suceder, es decir nadie
está exento de estas situaciones.

Y bueno para empezar tú y yo somos pecadores que por nosotros mismos no podemos
ser limpios, que por nosotros mismos no nos podemos ganar el cielo, no nos podemos
ganar la salvación. Tú y yo con nuestras fuerzas no nos podemos acercar a Dios por
más que lo intentáramos, porque somos seres pecadores indignos que merecemos la
muerte, su ira y estar destituidos de su gloria eso dice la palabra de Dios (Romanos
3:23) Pero Dios en su amor y su misericordia hace este camino. Él envía a su hijo
Jesús a esta tierra, él camina una senda perfecta, él hace todo lo que un ser humano no
puede hacer y él toma nuestro lugar, él se convierte en ese sacrificio, no, ahora él es
quien carga con esa culpa y carga con ese pecado, él muere y no solamente muere
sino que tambien resucita, vence la muerte. Y nosotros depositando nuestra confianza
en él, obtenemos esta salvación y somos justificados delante del padre y somos
justamente pecadores pero al mismo tiempo justos gracias a la gracia de Jesús y es
porque entendemos que solos no podiamos y que es él que ha hecho la obra por
nosotros y el que cargo el pecado y el castigo por nosotros y que gracias a él nosotros
tenemos acceso al padre y es que entendiendo esto bajo esta luz podemos comprender
que cuando tú y yo fallamos la mayor necesidad que tenemos es de Dios mismo, que
no hay nadie que nos pueda limpiar que no hay nadie que nos pueda perdonar, que
pueda lavarnos más que Dios mismo.

Conocemos la historia de David siendo el ungido, escogido por Dios siendo Rey
termina pecando teniendo lujuria en su corazón y se acuesta con una mujer casada lo
que ocasiona que la mujer quede embarazada y no solo eso sino que David lo que
hace es que envía al esposo de aquella mujer a la guerra para que David pueda
quedarse finalmente con su esposa y después llega un profeta y confronta a David por
su pecado y escribe este Salmo 51 pero leeremos solo del 1 al 4 pero obviamente
cuando Natán llega y lo confronta le dice pero no te preocupes no vas a morir porque
Dios te ha perdonado. Osea es como mereces la muerte por tu pecado, pero gracias a
la isericordia de Dios eres salvo.

En el Salmos 51: 1-4 dice:

Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus


piedades borra mis rebeliones. 2 Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de
mi pecado. 3 Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre
delante de mí. 4 Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus
ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio.

Aquí David viene delante de Dios comprendiendo su pecado, comprendiendo todo lo


que él había hecho mal delante de Dios y reconoce y dice: contra tí he pecado. No
solamente contra las personas, no contra mi mismo, NO, contra ti Dios he pecado,
pero borra mis iniquidades, borra mi pecado, lávame y me encanta porque hay una
parte que dice en Salmos 51:10: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva
un espíritu recto dentro de mí.” Es comprender, entender que en nuestro pecado, en
nuestra condición, en nuestra debilididad. Es él quien nos fortalcece, es él quien nos
capacita. Y en ocasiones nuestro pecado lo que hace es querernos alejar de Dios lo
vemos en Adán y Eva. En el momento que ellos se dan cuenta que están desnudos, en
el momento en el que sus ojos son abiertos después de desobedecer ¿qué es lo que
hacen? Se esconden de Dios. Y Dios pregunta dónde están, no porque no sabían
dónde estaban Dios lo sabía absolutamente todo, pero es esta confrontación donde
ellos en su verguenza se esconden y nosotros tendemos a hacer lo mismo. En nuestra
verguenza nos alejamos y negamos la verdad que Dios ya lo sabe todo y no es como
mentirle a mi mamá y ya mi mamá no sabe, no, Dios sabe absolutamente todo, conoce
cada detalle y tenemos que entender que si nosotros somos creyentes podemos
acercarnos a ese trono de gracia confiados no por nosotros, pero porque Jesús ya lo ha
pagado todo y en arrepentimiento podemos vivir delante del Padre y también pedirle
que cree un corazón nuevo, un corazón que anhele más de ti, o sea en esos momentos
de debilidad de quién más necesitamos es de Dios mismo.

Y he traído esta reflexión hoy, porque si no tenemos este conocimiento nos puede
llevar al enfriamiento. O sea si tú estás luchando con algo ahorita, alejarte de Dios no
lo va mejorar, intentarlo tú si tienes cualquier cosa tú solo no lo vas a poder lograr. Tu
no puedes decir: ya me voy a esforzar y ya cuando no pueda iré a Dios. Lo estamos
entendiendo mal, necesitamos de Dios para entonces ser libres del pecado. Y por eso
mismo sea cual sea tu lucha quiero retarte a que cuando te sientas lo peor del mundo o
cómo sea que corras a Dios, no de Dios, que corras a Dios, porque es el único que
puede limpiarte, perdonarte, restaurarte y es el único que te puede ayudarf en tus
debilidades.

También podría gustarte