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Estudio Mujeres

Pecados Respetables
Descontentamiento e Ingratitud

Nos encontramos en nuestra 4ta reunión, gracias al Señor hemos ido avanzando a lo largo
de estos estudios acerca de los pecados respetables que están en nuestro corazón.
¿Por qué pecados respetables? Porque como cristianos a veces hemos caído en ocuparnos
más de los pecados escandalosos de nuestra sociedad perdiendo de vista los pecados más
sutiles que están en nuestra propia vida.
Santos, mas que por nuestro carácter es la posición que Dios nos otorgó a través de la
obra de Cristo, aun el creyente mas nuevo entre nosotros es un santo. Y Esto conlleva un
llamado; Andar en Santidad.
Aquello que no se conduce en santidad es PECADO. En la sociedad ha desaparecido este
concepto, y también entre nosotras muchas veces. El pecado es una malignidad que
podemos compararlo con un cáncer, que crece de manera silenciosa y sin intervención
contamina otras partes de nuestro cuerpo, haciendo metástasis. De igual manera si no
examniamos nuestro corazón el pecado afecta mi vida, y a quienes me rodean también.
Por eso es urgente, identificarlos Y comenzar a trabajar en ello. Pecado es un menosprecio
a Dios y su ley, un menosprecio a su persona y atributos. Salmos 19:12

El remedio para el pecado es el EVANGELIO (la obra de Cristo nos otorga doble libertad) y
LA OBRA PERMANENTE DEL ESPIRITU SANTO en nuestra vida. (santificación, a través de la
oración rogamos a su Santo Espíritu que nos de el poder para vencer el pecado, que guíe
nuestro actuar y pensamientos. (RESPONSABILIDAD DEPENDIENTE) gálatas 5:17 vivir bajo
su influencia y control, buscando continuamente hacer su voluntad.

Hemos visto ya algunos pecados sutiles y que quizás no lo identificábamos como tal:
Impiedad, ansiedad, frustración. Hoy estaremos hablando del descontentamiento e
ingratitud. Hablamos que la ansiedad es esa incertidumbre temerosa acerca del futuro,
me desespero por algo que pudiera acontecer y eso toma control de mis emociones
dando lugar a la falta de confianza en Dios y la incredulidad a su control y soberanía. La
frustración es el resultado de un. Acontecimiento temporal que frustra nuestros planes,
eventualidades de la vida, que me llevan a caer en el enojo ante lo que está pasando, mi
actitud se vuelve pecaminosa, quejumbrosa, podemos caer en los gritos a quienes nos
rodean o palabras hirientes porque no sabemos a quien culpar, etc. Y de igual manera
sacamos a Dios de la circunstancia, no reconocemos que todo ha sido orquestado por él.

El descontento es el tema de hoy, y es ese sentimiento que me roba el gozo y la alegría,


sentimiento que surge cuando las situaciones adversas se prolongan sin cambio alguno o
no podemos hacer nada para cambiarlo. Podemos ver el descontento claramente en
nuestra sociedad, la alta tasa de deudas y divorcios por ejemplo, que es el reflejo a una
disconformidad a lo que tienen. No encuentran la felicidad en lo que tienen, quieren
cambios aunque no tienen los medios para hacerlo, buscan la felicidad en otra persona
para luego darse cuenta que vuelven al mismo estado de descontento. Lo mismo ocurrió
en el huerto de Edén, no estaban satisfechos con todo lo que Dios les había dado y
quisieron probar aquel fruto prohibido y alcanzar mayor felicidad. Ellos cuestionaron la
bondad de Dios y puede que este sea nuestro caso también.

Antes es necesario mencionar que hay un descontento que es legítimo, por ejemplo,
sentirse insatisfecho con su crecimiento espiritual, es válido si nos lleva a crecer y buscar
más del Señor. El descontento ante lo que ocurre en nuestra sociedad, la injusticia y los
males. Sin embargo, hoy vamos a hablar del descontento pecaminoso, aquel que afecta mi
relación con Dios.
El autor menciona algunos ejemplos de situaciones adversas que se prolongan y pueden
llevarnos al descontento, sin embargo, ya sea que las estemos enfrentando o no, o ud. mi
hermana pueda poner otra en la lista, el principio aplica para todas.
- Un empleo que no satisface o el sueldo me parece injusto
- Soledad en la edad madura o vejez
- Infertilidad
- Infelicidad en el matrimonio o no estar conforme con el liderazgo de mi esposo
- Discapacidad física
- Salud precaria, enfermedades crónicas.
- Muerte de un ser amado
- Familia disfuncional
Estas son situaciones difíciles y dolorosas, sin embargo, también hay trivialidades a las que
podemos enfrentarnos pero aún así nos causan descontento, por ejemplo, me gustaría
tener una casa más amplia, una cocina más cómoda para atender a mi familia, vivir más
cerca de la iglesia, tener amigas cercanas, otro color de cabello, etc. Agregue ud, aquello
que le parezca apropiado, son circunstancias triviales que nos hacen sentir insatisfechas y
con cierto disgusto, ciertamente no podemos compararlas a la otra lista, pero aun así el
pecado es manifiesto en mi corazón, porque el Descontento no depende de cuán dolorosa
sea la situación que estoy enfrentando si no que es mi respuesta a esa situación, si mi
reacción es un sentimiento de disgusto e insatisfacción a lo que Dios a provisto para mi,
estoy pecando.

Estamos tan acostumbras a reaccionar con ansiedad, frustración o descontento antes las
situaciones difíciles que consideramos que es una respuesta normal. Pero si creemos esto
mi hermana, es porque estos pecados sutiles han llegado a ser aceptables para nosotras.
Si justificamos nuestra reacción pecaminosa, estamos respondiendo igual que los impíos,
que jamás toman en cuenta a Dios y nos lleva de regreso a la raíz, a la impiedad.
El descontento es pecaminoso y también peligroso porque puede desencadenar pecados
mayores como amargura y resentimiento contra Dios y los demás.
Necesitamos entonces, volver a la verdad, necesitamos que la palabra de Dios moldee
nuestros pensamientos, juan 17:17 “Santíficalos en la Verdad, tu palabra es verdad”
Santificarse es crecer, cambiar, avanzar, madurar y para eso necesitamos que la verdad de
las Escrituras afecte mi manera de pensar.
Vamos una vez más al salmo 139:16 es un pasaje a modo general que nos ayuda a
enfrentar el descontentamiento, porque me lleva a meditar en la verdad de que a Dios
nada se le ha escapado, cada detalle de mi vida ha sido dispuesto por él. El Señor ha
ordenado todos los días de nuestra vida, con sus bendiciones y desencantos, como parte
de su plan y propósitos para mi vida. A veces pueden parecernos sin sentido, pero Dios no
hace nada sin propósito alguno y siempre son para su gloria y nuestro bien.
Por ejemplo, con respecto a las limitaciones físicas, enfermedades crónicas,
discapacidades, salmos 139:16, éxodo 4:11-12. Dios determinó mi ADN y la información
genética que en él hay, ud, y yo somos lo que somos porque es la manera que el Creador
quiso para mi, y nuestra respuesta no debe ser descontento o insatisfacción, si no más
bien una aceptación gozosa a la voluntad de Dios, que es todo sabio y todo bueno.
Podemos entonces, gozar de buena salud y si es así dispongamos nuestro cuerpo al
servicio del Señor y si no es así, igualmente sirvámosle con gozo y aceptemos su voluntad
sin poner excusas, como Ana, la viuda de mas de 80 años que les mencionaba el viernes,
no miró sus limitaciones y condición si no que se dio por completo en servicio al Señor y
obtuvo de él bendición y reconocimiento. (lucas 2:36)
Entonces cuando la verdad de que todo es parte del plan de Dios llena nuestro corazón,
podemos hallar paz en esa circunstancia difícil, y paz no es lo mismo que resignación, ante
aquello que no va a cambiar, con una actitud de “qué le vamos a hacer” porque aceptar
su voluntad no anula el dolor, ni el deseo de que fuera diferente, porque podemos orar al
Señor pidiendo su ayuda, solución o sanidad, pero si el Señor contesta: “bástate mi gracia”
su gracia va a ser suficiente si mi actitud y disposición es correcta.
El autor cuenta que perdió a su esposa, y un amigo le envió una carta con el siguiente
mensaje: “Señor estoy dispuesto a: Recibir lo que me des, carecer lo que no me das, y
entregar lo que me quites”. En ese momento para él, era adecuado aceptar lo que el
Señor le había quitado. ¿Podríamos nosotras decir estas mismas palabas? ¿Cuál será mi
respuesta si el Señor me priva de algo que anhelo? ¿O me quita algo que amo? ¿Serán
nuestras palabras como las de Job 1:21? Debemos pedir perdón al Señor y rogar a su
santo espíritu tener esta disposición de decir, sea lo que sea, sea el nombre de Jehová
bendito, de lo contrario, vamos a albergar amargura y resentimiento producto del
descontento.
Romanos 8:28

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