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ALTA CUMBIA

“Yo soy el que los parte/


Músicos estudiantes
Cumbia callejera/
Quién dijo que esto no es arte”

Cumbia Callejera. Damas gratis


L.G
hombreantena@gmail.com

El presente trabajo intenta indagar sobre la relación existente entre la cumbia y el


campo artístico. Más precisamente, la relación entre la cumbia y las prácticas sociales
de un grupo de jóvenes –entre 25 y 35 años- relacionados con el arte en Ciudad de
Buenos Aires, que frecuentan nuevos espacios (mayoritariamente fiestas nocturnas)
que realizan su convocatoria a través de una explícita vinculación con la cumbia.
Parte de la hipótesis de la penetración de la cumbia en dicho campo, que implica
necesariamente una resignificación de dicho fenómeno cultural. Se trata entonces, de
delinear cómo la incorporación de la cumbia -entendida como un fenómeno propio de
sectores populares- ingresa al campo de arte –entendido como un campo que surge y
se mantiene en base a la distinción. En este sentido, la incorporación de la cumbia
estará inevitablemente atravesada por el conjunto de prácticas y juicios estéticos
existentes propios del campo al cual ingresa y que se encuentran incorporados, hechos
carne en sus actores, surgiendo así el interrogante sobre qué implica la reelaboración
de la cumbia.
Los grupos de vanguardia, son definidos por su edad (biológica) y su edad artística,
marcada por su posición dentro del campo. Grupos que existen en tanto oposición a lo
ya ha logrado ya consagración como a lo “clásico” (en el sentido de un valor
relativamente constante y sostenido a lo largo del tiempo) que se movilizan
fundamentalmente capital simbólico, encontrándose precisamente -siguiendo a
Bourdieu- en la “fase de acumulación originaria de capital simbólico”

AVENIDA SANTA FE 1224


Con la intención de dar con un miembro de grupos de vanguardia relacionados con el
arte, logro contactarme con Santiago G. En este caso, un artista plástico y de
performance de 33 años a quien conocía de oídas por ser el realizador de la
performance “El gran masturbador”. En dicha realización, en formato audiovisual,
S.G se somete a una extracción de su propia sangre, que utiliza como materia prima
para elaborar luego una morcilla y finalmente comérsela entre dos panes franceses, al
estilo de un choripán La primer cita (pautada el mismo día del primer contacto
telefónico) se desarrolla un viernes, 21 horas en Santa Fe 1224, lugar al que el futuro
entrevistado debía asistir por la exposición de una muestra. Una puerta alta de dos alas
y marcos fucsia abierta de par en par, daba la entrada a una galería de arte. La galería
era, más precisamente un largo pasaje de dos pisos, con locales a ambos lados. En la
PB convivía la barra de un bar llamado Caracas –también con sede en Palermo- que
ofertaba tragos y bebidas alcohólicas en carteles de fondo negro y letras
fosforescentes con estética similar a los carteles publicitarios de bailantas peruanas y
bolivianas (Picaflor, entre otros) que aparecen en la vía pública, un resto con un par
de mesas al aire libre de menú orgánico, miniaturas de bañeras pintadas llenas de
hielo donde flotaban botellas de cervezas Stella Artois que se ofrecían con motivo de
la muestra y un stand de venta de buzos estampados.
El segundo piso, mostraba la reunión de un local de arreglos de ropa atendido por una
costurera de origen oriental que daba aires de conventillo cosmopolitita a la galería de
múltiples escaleras, locales de ropa usada, negocios de ropa de diseñadores
independientes –no enmarcados dentro de marcas convencionales- , locaciones que
servían como pequeñas galerías de arte y la tienda de libros PURR, especializada en
publicaciones de arte contemporáneo, música y fotografía.
Los angostos pasillos entrecruzados del lugar se encontraban atestados de un público
joven que a simple vista no parecía verse convocado por ninguna ocasión en
particular, sino que más bien charlaban en grupo a uno y otro costado.
Looks andróginos, chicas de pelo corto que parecen chicos y chicos de bigotes con
remeras cortas y pantalones chupines ajustados, camperas de cuero, vestimentas retro,
camisas de raso, estampadas, cerradas hasta el último botón, el lugar congregaba
múltiples formas de vestir que habrían resultado llamativas para alguien no
relacionado con las prácticas vestimentales basadas en esquivar parámetros masivos o
en el intento de escapar a toda rotulación inmediata.
El clima era relajado, dando la sensación de que todos parecían conocerse entre todos,
intercambiando miradas de búsqueda expectante de mutuo reconocimiento.
La muestra que había convocado el encuentro se ubicaba en el segundo piso, en el
Nuevo Museo Energía de Arte Contemporánea, un cuadrado de paredes blancas,
vidriado donde se exhibían dibujos hechos con manzanas asadas. En la entrada, un
banco y una mesita baja con una fuente de manzanas, un pincel y hojas en blanco,
invitaban a los asistentes a dibujar con los mismos materiales de la muestra. Arriba
del local de la galería, un cartel horizontal color crema rezaba “YO SOY LA
CUMBIA” si bien el contenido de la muestra no parecía tener relación alguna (Con la
temática de “Mis peores pesadillas”, mostraba dibujos que más bien versaban sobre
animales “fumigables” con expresiones de horror.)
Mientras en la galería sonaba de fondo The Knife –banda sueca de electro pop oscuro-
decido entrar a PURR. Pregunto al chico quien atiende –pelo corto, rapado a los
costados y jopo, vestido todo de jean- sobre si tiene algo que verse sobre la cumbia.
Me contesta que había un fanzine, con fotos de chicos gays de estética cumbiera pero
que se había agotado y que no recordaba el nombre.
Al comentarle que buscaba algo sobre la cumbia ahí para un trabajo de la facultad, me
contesta “Que interesante, viste que ahora está re de moda lo de la resignificación…
y como que la cumbia es el otro polo, ¿no?... Hace un tiempo si alguien me habría
preguntado sobre un libro de cumbia acá hubiese pensado que se estaba
equivocando”.

“EL CHICO DE LA MORCILLA”

La entrevista se realiza al día siguiente en la casa de Santi, en el barrio de Caballito.


Detrás de una puerta blanca de chapa, un poco oxidada y atravesando un pasillo
chorizo que conecta también otras viviendas de la misma dirección a la calle, vive
Santi. La entrevista se realiza en un living amplio con paredes rosa viejo donde
cuelgan un par de sacos de piel a la moda hace un par de décadas atrás, hojas de
agenda del 2009 pegadas con cinta scotch a la pared que sirven como recordatorio de
turnos médicos, un taburete lleno de lápices, pinturas y dibujos de plantas medicinales
y una biblioteca con libros y un par de patos embalsamados que servirán de material
para su próxima performance.
Santiago tiene 33 años y se sostiene que debe acostumbrarse a llamarse artista
“porque sino es como si no sos nada”. Nacido en Buenos Aires y criado en Villa
Celina, de padre carpintero, electricista (trabajaba para el ministerio de Educación)
fanático del tango y madre peluquera y cuidadora de enfermos terminales,
actualmente trabaja de ilustrador de plantas medicinales para una editorial. Santi
piensa que
“hay que definir al arte de alguna manera porque estamos dentro de eso, pero no te
podría decirte “Es…” Mi relación con el arte es algo inevitable, pero tampoco te
podría decir bien qué es…”

Se define como un entre artista plástico y performer y caracteriza a las artes plásticas
como “elitistas” por su “falta de llegada a la vida cotidiana de la gente” y al
ambiente propio de la performance como “lo excluyente dentro de lo excluyente”,
como una movida que se mueve en la periferia, que rechaza (aunque no siempre) a la
de las galerías de arte y sobre todo, “el comercio con arte”
Respecto de la galería a la que habíamos ido el día anterior, él considera que “no es
de lo más tradicional en las artes plásticas” sino que hay otro circuito (como por
ejemplo, el que exhibe en Arte BA) donde se venden “pinturas y más lo clásico”.
Respecto del “elitismo” propio de las artes plásticas, también tiene que ver con la
actividad que se desarrolla, por ejemplo en las muestras:
“(… )Mucho más elitista porque las artes plásticas no tienen una llegada a la gente,
a su vida cotidiana o toda la actividad que se desarrolla. Vas por ejemplo a una
muestra y es siempre la misma gente. En la galería inauguró una muestra de un
grupo de gente que es como siempre lo mismo, vas saludas porque son siempre las
mismas personas que se manejan en el mismo circuito y nada más, no hay mucho
más. Bueno… hay mucha gente de moda, que la moda es como si esta muy vinculada
a las artes plásticas pero la moda tiene otra llegada a la gente, la gente se viste todos
los días… como la música que sí es algo directo…”

Santi define lo popular como lo masivo, incluyendo la cumbia dentro de la misma


categoría. Una cumbia, que hace un par de años está infiltrada en la vida del artista:

“L: ¿Y la cumbia?
S: Estaba pensando justo en eso. Y en mi vida particular ocupa como un casi primerísimo
plano, la cumbia es como genial… o sea, tiene como… sobre todo en estas épocas como que
alcanzo otros aspectos, como si se infiltro, nada… vas a una muestra y ponen cumbia y todos
bailan, que en otro momento era como impensable hace varios años, es inevitable, esas cosas
que son como luchas que no tienen sentido a veces…”

Sobre el por qué de esto que sucede ahora y que antes era “como impensable”, le
parece que es porque la cumbia tiene “como una sensibilidad…”

“No se, la cumbia para mi tiene como una letra re sensible que hablan de problemáticas
directas de la gente del día a día, o me maneras de expresarse, de transmitir algo que no
tiene como un poética muy rebuscada y me parece que es esa la sensibilidad que se encuentra
atractiva, como esa estética, ¿no?”
Llegado este momento de la entrevista, tentado de cumbia, Santi pone a sonar de
fondo “Los ángeles azules” (cumbia romántica) mientras me habla de Lía Crucet,
“una artista que popular, cumbiera, que esta revalorizada desde otro lugar”. Habla
sobre de un evento de una galerista que tiene un programa de TV en PROA, donde
Lía había sido la invitada especial.
Santi asistió en reiteradas ocasiones a “La mágica, una fiesta de cumbia” para ver a
Lía Crucet y a Damas Gratis, entre otros. Pero el lugar que ocupa la cumbia hoy en él
-que para este momento de la entrevista, tentado de cumbia pone a sonar “Los ángeles
azules” en el living de los patos embalsamados y los libros de arte- si bien no es
inmediatamente reciente, data de hace “un par de años”, siendo antes su relación con
la cumbia una relación de rechazo: “…Antes era (la relación) como mas virulenta…
mas “sacá, sacala” pero la cumbia en mi mundo, en el que me muevo –porque yo se
que hay otra gente que escucha cumbia y…- ahora está”

S: “…empezó a ocupar espacio cuando ella empezó a invadir en toda la gente, no


particularmente en mí. Yo por ejemplo cuando era mas chico me gustaba mucho la
música electrónica no-se-qué, que me sigue gustando pero de otra manera. La
cumbia, tiene esa sensibilidad que te contaba ¿Me entendés? Que se plasma en las
letras, en el movimiento, es como mucho más corpórea… “

Santi pertenece al mundo del arte, asiste a galerías que él califica como poco
tradicionales a las cuales para entrar hay que “ir a hacer lobby, aparecer” Menciona
que el lugar que ocupa la cumbia en él, se dio “cuando empezó a invadir en toda la
gente” pero podríamos agregar que toda gente de la que habla Santiago es la gente
que frecuenta sus circuitos, porque es manifiesto que la cumbia históricamente, ya se
encontraba acogida en amplios sectores -de otra trayectoria- antes que toda la gente
de la que habla Santi. Cansado de ir a Cocoliche (subsuelo de música electrónica del
microcentro porteño) él, sus amigos dijeron “Y bueno, vamos a bailar cumbia” a
fiestas y casas donde “si no suena la pedimos, llevamos un mp3, yo que sé”.
Menciona también la cumbia digital, como “un lugar de paz, de convergencia entre
los dos lenguajes que está buenísimo” y las fiestas donde suena Lía Crucet y después
El remolón (cumbia digital) donde conviven los dos estilos.

L: ¿Y lo popular y la cumbia digita, se excluyen?


S: No, de hecho en estas fiestas donde toca Lía ponele y después toca el remolón es
como un lugar de encuentro donde conviven los dos estilos.
Están un poco igual dividíos… porque por ejemplo el publico que va a una bailanta
no va a la mágica después y la gente que va a la mágica no va a la bailanta… yo no
voy a la bailanta.

“La Mágica: una fiesta de cumbia” hoy más difundida, la mágica comienza siendo
una fiesta en un local del barrio porteño de Monserrat donde tocan Amar Azul, Mala
Fama, Daniel Agostini, Lía Crucet y Damas Gratis (entre otros). Habiendo sido
convocadas por “El bebe de Consti” (un heladero de típica heladera blanca de
telgopor publicitando vía Facebook la fiesta) chicas de las rama del diseño se agitan
acaloradamente al ritmo del vaivén de los morochos rulos del cantante de cumbia de
turno, respondiendo al “agite” propuesto desde el escenario.
“100% cheta, rusa y cumbiera” reza una pintada al hombro de una chica de anteojos
de marcos de moda, que comparte la estética que pululaba la galería de la avenida
Santa Fe y viste prendas de la marca EATME. Su tatuaje de marcador indeleble, sin
embargo, no es señal de un amor prohibido con la movida tropical que el grupo dentro
del que se mueve rechace. En la fiesta suena y se baila Mala Fama y Amar Azul, sin
reparo alguno, mientras que el flash de las cámaras réflex retrata poses artificialmente
“in fraganti”, donde las fotos que retratan el instante se toman de unos minutos
previos para dar a conocer a los retratados que no deben posar sino que deben seguir
haciendo lo que estaban haciendo antes del flash.

TODOS LOS CAMINOS CONDUCEN AL HABITUS

Como indicador del recibimiento de la cumbia en sectores vinculados con el arte, se


encuentra también el surgimiento del grupo de cumbia “Los Labios”, ideado por la
fotógrafa Lulú Yankelevich, cantante del grupo. Con una estética fashion, un uso del
cuerpo con movimientos sensuales -pero mesurados- Lulú y su sex appeal develan
que no tiene mucho que ver con la estética cumbiera de sectores populares.
Los Labios se conforma prácticamente al mismo tiempo que aparecen en el circuito
nocturno una oferta cumbiera que se distancia de la bailanta. Así, Los Labios realiza
presentaciones en fiestas como “La mágica: una fiesta de cumbia”, “Fiesta Acapulco”
(Centro Cultural Konex) –a las que Santiago menciona asistir- y no precisamente en
“El fantástico del Once”, “La Mónica” o “La Diosa”, clásicas bailantas populares. Los
labios y su público se congregan en fiestas que reúnen la cumbia con actores de
juicios estéticos compartidos, que necesariamente también comparten un
distanciamiento y una autodefinición en oposición a otros grupos.
Actores que comparten un habitus -como sistema de acciones y disposiciones- que
permiten identificar precisamente aquello que de la cumbia y la movida cumbiera
pueden ser reapropiados y aquellos aspectos que han de ser dejados por fuera. En este
aspecto, cabe mencionar que la acogida de la cumbia, trae aparejado un rechazo por el
Reggaeton -que no suena en las nuevas fiestas mencionadas ni es reivindicado sin
conflictos por parte de los grupos que se quiere analizar- mientras que no se expulsa
en sectores de “Bailanta”, donde se escucha y se baila, indiscriminadamente, sin dejar
nada de lado, cumbia y reggaeton. En este sentido también se puede relacionar cómo
Santi describe a los Wachiturros en el marco de la entrevista que versa sobre aquello
que suena y lo que no. “Yo creo que tiene que ver con estas cuestiones que te decía,
¿no? De dónde surgen, como que surgen de algo totalmente marginal, “tirate un
pase, tirate un paso” eso es lo que creo que los hace excluyentes para las estéticas así
como más reflexivas ¿no? (Una cuestión interesante si se piensa que las canciones de
La bomba tucumana –reivindicada por Santi- no serían incluidas sin discusión previa
en una antología poética).

Por otra parte, EATME es una nueva marca de diseño independiente –en el sentido de
que no se trata de una marca de ropa que se comercializa masivamente- a la venta en
dos locales multimarcas ubicados en Palermo y Barrio Norte. Comercializándose
EATME en locales dentro del circuito de las nuevas tendencias, la marca realizó su
styling de la campaña verano 2010 en la costanera sur de la ciudad, cargando las fotos
de la producción a un sitio en Internet en el que suena predeterminadamente una
playlist con cumbia. En este caso, “cumbia digital”, nombre con el que se designa a su
vez la fusión de la cumbia con retoques propios de la música electrónica y
reminiscencias de hip-hop. La modelo de la marca, luce los diseños teniendo de fondo
un clásico carrito de la costanera sur, bondiolas y chorizos asándose a la parrila
incluidos en la gráfica, o posando junto al cartel de “Bondiola, hamburguesa,
choripán, churrasquito, bife de chorizo, bebidas”, entre otras fotos donde se retrata
junto con la modelo el paisaje habitual de dicho lugar geográfico, tales como las
mantas de los vendedores callejeros, donde se exhiben a la venta artículos truchos de
marcas de indumentaria deportiva. De este modo, la marca de diseño en venta en
locales de Palermo, los carritos de Súper Panchos de la “Cooperativa de trabajo
costanera sur”, la gráfica plasmada en Internet y la música de cumbia que musicaliza
las imágenes delimitan la estética de EATME. Cabe aclarar, siguiendo el concepto de
sectores de vanguardia, que no se trata de una marca consagrada que cuente con un
prestigio legítimo ni una marca clásica, tanto por su reciente aparición de su propuesta
como por los diseños mismos que ofrece (estampados psicodélicos de animales y
frutas, prendas patchwork, entre otros) ni tampoco se trata, fundamentalmente, de una
marca destinada a un público selecto cuya “selección” radique en la posesión de un
importante capital económico. El acceso a la posesión de sus prendas, no se requiere
un status económico sino más bien de un status de capital simbólico, un sistema de
hábitos y modos de percepción que posicionan y dirigen la mirada y el juicio estético
de su portador.
¿Qué es lo que lleva a que quienes visten EATME y bailan cumbia en La mágica a
ver en las fotos de la costanera sur, entre sándwiches de churrasco y botellas de 1.5
litro de Pepsi, algo copado (o al menos interesante) y no una grasada; a ver en la
cumbia una “sensibilidad” y no por ejemplo, una música superficial y embrutecedora,
poco comprometida con entablar una relación profunda con quien la escucha, digna de
ser escuchada –o mejor dicho, bailada- por aquellos que han claudicado en la
búsqueda de la esencia?
Precisamente, un habitus fuertemente moldeado por el campo artístico y dentro del
propio campo, caracterizado por una libertad creadora, la independencia relativa del
campo condicionado por los cambios acontecidos en el resto de los campos y en las
prácticas de los otros actores de existencia necesaria para la existencia precisamente
de su distinción.

Quizás puede pensarse el tránsito hacia la cumbia de estos sectores a partir de un


paulatino proceso de lo que podría denominarse la gronchización de la movida de la
música electrónica convencional, entendiéndose por esto la masificación y
vulgarización de eventos íconos tales como creamfields. Si bien se trata de un evento
por definición de una gran concurrencia, este proceso se puede observar actualmente
--por ejemplo- en el hecho de que el sorteo de entradas para el evento se realiza tanto
en una radio especializada en música electrónica (Metro) como en los 40 principales,
en cuyo ranking suenan, en una mezcla -por lo menos- bastante heterogénea Ricky
Martin, Dadee Yanki y artistas contemplados en el line-up ’11 de creamfields,
anteriormente confinados a sonar sólo en Metro. Por supuesto, los sectores de
vanguardia aquí abordados, no constituían exclusivamente el público de tal evento,
pero sí podrían denominarse adherentes -de primera hora- en una movida que contó de
un fuerte rechazo inicial por parte de amplios sectores que no “terminaban de
entender” el sentido de una música hecha por sintetizadores y que hoy llena el
autódromo de chicos de zapatillas de resortes, gorras y ropa deportiva, dándose
incluso hoy día entre quienes no han emigrado de un apego al estilo electrónico un
“Movimiento por una Movida electrónica sin ninjas” (Grupo de Facebook que
denomina “ninjas” a estos los chicos de sectores socioeconómicos más bajos que
asisten a las movidas electrónicas vestidos de indumentaria deportiva)
Observándose en dicho grupo, la puja entre los “legítimos seguidores” de la cultura
electrónica y aquellos que –según los primeros- no entienden que el logo de Pachá
(boliche icónico de música electrónica) versa sobre dos cerezas y no acerca de “dos
manzanitas”.
Por supuesto, no se trata de buscar una causalidad ni una finalidad en este proceso de
gronchización, en el sentido de que no se intenta atribuir una relación de necesariedad
entre la “migración” de estos sectores de la movida electrónica y su más reciente
vinculación con la cumbia. Pero lo que sí se puede observar, es el ingreso de algo que
antes, quedaba por fuera.
Lo electrónico, al mismo tiempo, no queda de ninguna forma excluido siendo la
cumbia digital un fenómeno de fuerte presencia en la nueva oferta de sonidos. Artistas
de cumbia digital tales como Tremor, el Remolón, Chancha vía Circuito, Fauna,
Super Guachín y Villa Diamante se agrupan bajo la discográfica Zizek Records, cuyo
co-fundador norteamericano es al mismo tiempo dueño de WhatsUpBuenoAaires, una
agenda online del circuito artístico cultural emergente de ciudad de Buenos Aires.
El sello surge en el año 2009, con artistas que precisamente fusionan la cumbia con
dubstep y “mucho más a pulso bailable” cuyas letras combinan las palabras “wachin”
“pecho frío” y frases como “ponerse la gorra” con letras en inglés y el sonido de
ralladores y teclados característicos de la cumbia villera con sintetizadores.

El proceso que este escrito denomina la penetración de la cumbia intenta mostrar el


surgimiento de toda una “oferta cumbiera”, cuyo público se trata de cierto grupo de
jóvenes vinculados con el arte de vanguardia, e intenta llamar la atención sobre
ambitos de este circuito y sus expresiones donde puede rastrearse dicha penetración.
Ámbitos donde estos grupos -moldeados por el campo artístico y la necesidad de
distinción que es su razón de ser- toman para sí un fenómeno que lleva la marca de
sectores populares.
Lo que aquí hemos de denominar grupos jóvenes de vanguardia, si bien por el modo
de funcionamiento propio del campo del arte al que pertenecen expulsan todo lo
vulgarizado, tienen sin embargo la permisividad de tomar, de resignificar dentro de su
seno, un fenómeno históricamente constituido como popular, siendo esta la condición
necesaria para acogerla dentro de sus prácticas, gustos y forma de vida.

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