Está en la página 1de 130
MARGARET MEAD ADOLESCENCIA, SEXO Y CULTURA EN SAMOA PLANETA-AGOSTINI satct Direstoes del ‘Beinconto alegre (Profesor de H Filosofia, UB. Decano de ts Facultad de Flow Dr jose Manus! Bermudo (Profesor de Filosofia Plitca. UB Direecion editorial: Virgo Ores Dine dela clecion: Hans Romberg Cobertursgifen: Carlos Stoinsky Reateaionediterial Proyectos Ea ialesy Audiovisusles CBS... © Editorial Paidos SAICF. Buenos Aires © Porin presente eicion B Eula Plangta-De Agostini S.A. (1993) ‘Arbaus So -GH0R1 Barelona 1 Euitoril Planeta Mexicana, S.A de C¥. (1993) Av Insurgents Sur #162, México DF. © Euitonat Pianeta Argentina S.A... (1993) Independencia 1688-Suenos Ares Depinite Legal: 5:40.350/92 ISBN: 88595-218-2 ISBN Otva completa: 4-395-21685 Printed in Spa Impreso en Espa, Juno 199 Inmprime: Printer laura Grfea. SA. INDICE Introduccion I Cronologia 1. Introduccion 2. Undia en Samos 3. Laeducacion del n 4. Lalamiliasamoana oo dy edad La joven on fa comunidad Relaciones sexuales formales La nia y su gr EL papel de fa dana. 9, Laactitud respesto de la personalidad Experiencia e inlividualidad de la joven TL La joven en cuntlicty 12, Madurez y ancianidad 13. Nuestros problemas educativos consideradosa la Jur de la experiencia samoana 14 Apendices 1. Notas de lus capitulos Tl. Metodologia de ia investigacion = IL. Lacivilizacion samoana actual IV. Los debiles mentales ¥ los dementes . sverun la base del analisis. Educacign para la eleecion V.. Materiales que const 1, INTRODUCCION Durante los iiltimos cien afios, padres y maestros han dejado de dar por supuestas las dificultades de la nifiez y la adolescencis, y trataron de adecuar la educacién a las necesidades del nifto, antes que presionarlo en un inflexible patrén educativo. Dos fuerzas les_movieron a esta tarea: el desarrollo de la psicologia y las dificul- tades ¢ inadaptaciones de la juventud. La psicologia indicé que podia lograrse mucho mediante el conoci- miento de la forma en que los nifios se desarrollaban, de las etapas que atravesaban, de lo que el mundo adulto podria esperar razonablemente del nifio de dos meses 0 del de dos afios. Y las amenazas del pulpito, los agu- dos lamentos del filésofo social conservador, los docu mentos de los tribunales de menores, de las organiza- ciones de ayuda social, todo sefialé que debia hacerse algo con cl periodo que la ciencia ha denominado adoles- cencia. El espectaculo de una generacién joven que di- verge cada vez mas de las normas e ideales del pasado, marchando‘a la deriva sin el amarradero de normas fa- miliares respetadas o de valores religiosos, aterroriz6 al cauto reaccionario, indujo al propagandista izquierdista a realizar cruzadas misioneras entre los jévenes indefen- 508, € inquieté hasta al mas despreocupado. Esta situacién de indecision e inestabilidad de la juventud era més evidente en la civilizacién de Estados Unidos que en la europea, porque mientras se daban en aquélla multiples corrientes inmigratorias, normas de conducta antagénicas, ésta era mas antigua y estable. Las condiciones de vida estadounidenses indujeron al B MARGARET MEAD psicélogo, al educador, al filésofo de la sociedad, a Ofrecer explicaciones aceptables de los problemas de jos nifios en edad de crecimiento. Como hoy en Ia Ale- mamia de posguerra,' donde la joven generacién ha de considerar problemas de adaptacion mas dificiles que los afrontados por nuestros hijos, inunda las libre: Has wna gran corriente de teorias sobre la adolescencia, en igual forma el psicdlogo en los Estados Unidos pro- cure explicar el desasosiego de la juventud. El resul- tade se expresé en obras como las de Stanley Hall, Adolescencia, que atribuia las causas de sus conflictos y angustias al periodo atravesado por los nifivs. La adolescencia era caracterizada como el lapso en el cual florecia el idealismo y se fortalecia la rebelién contra las autoridades, periodo en que las dificultades y anta- gonismos eran absolutamente inevitables. El especialista en psicologia infantil, que era caute- lose y confiaba en el experimento para apuntalar sus conelusiones, no suscribia estas teorias. Decia: «No tenemos datos. Sélo conocemos algo sobre los prime: ros meses de la vida de un nifio. Estamos empezando a imvestigar cudndo siguen una luz por primera vez los ojos de una criatura. .' Esta se considera una respue adecuada y aceptable en la conversa empleo por los nifios, a fin de lograr que contestaran directamente la pregunta més simple. Cuando esta am- declaracién de que uno Itado es la final y nada reveladora ma- /0 no quiero, eso es todo.» )$ rehusarin vivir en sus teresan por el hecho, pero se encogen de hombros en cuanto a los motivos. Existe una curiosa excepcién a esta actitud. Si un in- dividuo enferma se busca la explicacién primero en las ides de sus parientes. La colera de un pariente, espe cialmente de una hermana, es potentisima para producir el mal, y entonces se convoca a toda la fai bra la ceremonia del kava y se ordena solemnemente a cada pariente que confiese el enojo que alberga en su corazén contra la persona enferma. Tales requeri son afrontados por solemnes negativas 0 por deta confesiones: «La semana pasada mi hermano y yo refi- mos; mi padre se puso del lado de mi hermano.» Pero 1. Véase Apéndice 1, pig. 236. 126 ADOLESCENCIA. SEXO Y CULTURA EN SAMOA esta ceremonia especial sélo sirve para destacar de una manera notable la preponderante actitud de desinterés por los motivos. Una vez vi a una muchacha abandonar stibitamente una excursion de pesca de fin de semana, en en el momento de llegar a nuestro destino, ¢ insistir en regresar bajo el calor del dia, a pesar de que la aldea distaba casi diez kilémetros. Pero sus compaficros no aventuraron hipotesis alguna; ella estaba simplemente must respecto de la reunién. En seguida se verd que esta actitud con: tuye una fe en una casa con una docena de personas més por lo menos. Sus objetos personales estan arrollados en una estera, colocados sobre los postes 0 apilados des cuidadamente en una cesta o arca. La pro} de un jefe sera prob: las mujeres de la familia, pero nadie mas que él puede gozar de seguridad con respecto a sus posesiones nomi- nales. El tapa, en cuya fabricacién la mujer pasa tres semanas, sera quizds entregado a un visitante durante la ausencia temporal de aquélla. Los anillos pueden des- aparecer de sus dedos en cualquier momento. Las pose- siones privadas son algo virtualmente imposible. Del mismo modo, todos los actos de un individuo son propie- dad publica. Un amor ocasional puede escapar a la len- gua de los murmuradores y un moerotolo ocasional pue- de ser sorprendido, pero existe un conocimiento muy generalizado por parte de realmente nadie, sabia quién era el padre del hijo de Fa’amoana. La atmésfera opresiva del pequefio pueblo ; en una hora los chicos habrén compuesto sobre los actos mas secretos. Esta idad es contrarrestada por una ia inclinacién a ocultar las cosas. Mien- tras un occidental diria: «Si, la quiero, pero nunca sa- bras hasta dénde legé mi amor», un samoano diria: 127 MARGARET MEAD «Si, por supuesto que vivi con ella, pero nunca sabras si la quiero o la odio.» El idioma samoano no tiene grados de comparacién regulares. Hay varias maneras desmafiadas de expresar la comparacién empleano el contraste: «Esto es bueno y esto es malo»; por la locucién: «¥ después de él vie- ne, etc.» Las comparaciones no son habituales, aunque rigida estructura social de la comunidad la jerar- formalizaciones poco fai petidas veces procuré ob: pulso del interrogado era siempre contestar: «Oh, son Por curios al nativo una nocién del pecado, lo habia provisto al thenos de una lista de ellos. Aunque a menudo me en- contré con una respuesta preliminar: «Hay tantos mu- chachos malos»; por lo comiin la calificacién esponténea era: «Pero Fulano es el peor porque él..,», La fealdad eran [os atributos mas vividos y excep- lad; la belleza, la sabiduria y la bondad se daban por supuestas. En un relato acerca de otra persona, la serie de ras- os mencionados seguia una norma determinada y ob- parentesco, defectos, act Oh, es una mujer muy vieja; es la ma- dre de mi padre. Es viuda y solo - ae ir tierra adentro, pero esta todo el dia 2 Este informe tan poco ana- caso de adultos extraordina- cuya opinién se solicita. sap dig POP mas Dosaucos de caracteres, véase ApEndice I, pies. 128 Abe ESCENCIA, SEXO Y CULTURA EN SAMOA En la clasificacién nativa las actitudes se califican se- giin dos pares de términos: bueno y malo, fa Se dira que un nifio bueno presta ate se porta bien; un nifio malo presta atencién con dificult: tad o se porta mal. Facil y con dificultad son juicios so- bre el caracter; bueno y mato sobre la conducta. De ma- nera que la conducta mala o la buena explicadas en fun. cién de la facilidad o la dificultad han Hegado a ser con- sideradas como una capacidad inherente al individuo, Asi como nosotros diriamos que una persona cantaba facilmente 0 nadaba sin esfuerzo, el samoano dira que uno obedece facilmente, actiia respetuosamente. fécil- mente, reservando los términos bueno o bien para la aprobacién objetiva. Asi, un jefe que comentaba la mala conducta de la hija de su hermano, observaba: «Pero los hijos de Tui siempre atendieron con dificultad», lo que implica una aceptacion tan desinteresada de un de- fecto considerado inextirpable, como si hubiera dicho: «Pero Juan siempre tuvo una vista pobre.» corre pareja con una actitud igualmente la expresién de las emo- ciones. Estas se clasifican en causadas y no causadas. La cionada reaccion a un estimulo legitimo, sino que ca literalmente estar enojado sin causa o espontanea- mente, estado emocional sin estimulo evidente de nin- guna indole. Tales juicios son los mas cercanos a la va- loracién samoana del temperamento como opuesto al caracter. Al individuo librado que se aproxima estrechamer escarnecida en el caso del desviado temperamental. emocién excesiva, las preferencias violentas, las adhe- 129 MARGARET MEAD siones intensas, son siempre desaprobadas. Los samoa: nos gustan mas de un proceder intermedio, un sentimien- to moderado, una discreta expresi6n, una actitud razona- ble y equilibrada. Se dice siempre de los que se inquie- tan grandemente que se inquietan sin causa El rasgo que agrada menos a un coetanco se expresa mediante el término fiastli, literalmente, «desear ser lo mas elevado», 0, mas literalmente, «presumido». Tal el comentario acerca del coetdneo; en cambio una persona mayor usaria la expresién de reprobacion: ‘aucala laitit «presumiendo por encima de su edad». Es esencialmen: te el comentario resentido de aquellos que son ignora- dos, abandonados y dejados atras por los que les aven- tajan, les desprecian, les pasan por alto. Como término de reproche no es tan temido ni tan agraviante como el tautala laititi, porque se siente que la envidia desempefia su papel en el vituperio. En las conversaciones fortuitas, el lugar de la ociosa especulacién sobre la motivacién’ es ocupado por las explicaciones sobre la base del defecto fisicn 0 de la des- ventura objetiva; asi: «Sila llora en esa casa. Bueno, Sila €s sorda.» «Tulipa esta furiosa con su hermano. La ma- dre de Tulipa fue a Tutuila la semana pasada.» Aunque estas manifestaciones tienen Ia sefial inequivoca de pre- tendidas explicaciones, en realidad solamente son hibi tos de conversacién. El defecto fisico o el episodio re- ciente, no es evocado especificamente, sino meramente mencionado con acento mas 0 menos de desaprobacion. Toda la preocupacién se refiere al individuo como actor, y las motivaciones privativas de su psicologia se dejan en un insondable misterio. i Los juicios se hacen siempre en funcién de los grupos de edad, desde los puntos de vista del grupo del que ha- bla y de la edad de la persona juzgada. Un jovencito no sera considerado inteligente u obtuso, atractivo 0 no, torpe o habilidoso. Se le califica como un quillo de nueve afios que cumple eficazmente los recados ¥ es lo bastante sensato como para sujetar la lengua cuando sus mayores estén presentes; 0 un prometedor 130 ADOLESCENCIA, SEXO Y CULTURA EN SAMOA, mozalbete de dieciocho afios que sabe pronunciar exce- lentes discursos en la Aumaga, dirigir discretamente una expedicion pesquera y tratar a los jefes con el respeto debido; o un erudito matai, que habla poco y bien y que sobresale tejiendo redes para anguilas. Las virtudes del nifio no son las del adulto. Y en el juicio del que habla influyen andlogamente la edad, de manera que varia también la estimacién relativa del cardcter. Los preado- lescentes juzgaran que los jévenes peores son los bel cosos, irascibles, con ganas de pelea, alborotadores. Los de dieciséis a veinte afios trasladan su censura de los al- borotadores y camorristas a los silenciosos: los moetoto- fo entre los’ muchachos, las notoriamente promiscuas entre las muchachas; mientras que los adultos prestan muy poca atencién a los delincuentes sexuales en cambio hacen hincapié en los ineptos, los imptidicos y los deso- bedientes entre los jovenes, y los perezosos, los imbé les, los pendencieros ¢ informales entre los adultos. Cuando el que habla es un adulto, las normas de conduc- ta se gradiian de esta manera: los nifos pequefios deben permanecer callados, despertarse temprano, obedecer, trabajar con ahinco y alegremente, jugar con los nifios de sui mismo sexo; los jévenes deben trabajar con di gencia y habilmente, no ser presumidos, casarse discre- tamente, ser leales a sus parientes, no llevar cuentos ni estar siempre disputando; mientras que los adultos de- ben ser prudentes, pacificos, serenos, generosos ¢ in- quictarse por cl prestigio de su aldea y vivir segtin las buenas formas y el decoro. No se da prominencia alguna a los hechos, ya mas sutiles, de la inteligencia y el tem- peramento. Las preferencias entre los sexos sc vuclven no hacia los muchachos o las jévenes arrogantes, locua- ces, valerosos, sino hacia los silenciosos y recatados que shablan suavemente y caminan con agilidads. 1 10. EXPERIENCIA E INDIVIDUALIDAD, DE LA JOVEN! ‘A lo largo de la precedente exposicién hemos traza- do el cuadro de las costumbres samoanas, mostrando la manera en que es educada una nifia, las exigencias que la comunidad formula a los nifios y a los jovenes y la actitud hacia el sexo y la personalidad. Sobre este fondo de conocimientos expondré ahora mis observaciones acerca del grupo de muchachos con quienes pasé mu- chos meses, que tenian entre diez y veinte afios de edad y vivian en las tres aldehuelas ubicadas en la banda de Sotavento de la isla de Tau. En la observacién de su vida como grupo y sus reacciones como individuos halla- remos respuesta a la pregunta: Qué es la adolescencia en Samoa? El lector recordar que la principal actividad de las nifias era el cuidado de las criaturas. También podian pescar en cl arrecife, tejer una pelota y hacer persia- nas, subir a un cocotero, mantenerse a flote a pesar de las olas, rallar la piel del fruto del arbol del pan o del taro, barrer el arenoso patio de la casa, traer agua desde y bailar una siva un 10 de los hechos de la vida y de la muerte estaba superdesarrollado en propor- cién con el de Ia organizacién de su sociedad 0 cual: quiera de los refinamientos de conducta prescritos para sus mayores, Se encontraban en una situacién cuyo pa- ralelo, en nuestra cultura, seria la de un nifio que hu- biera observado los fenémenos del nacimiento y la L. Ver cuadros y sumarios en el Apéndice V. 133 MARGARET MEAD muerte antes de que se le ensefiara a no alcanzar un punta hacia adelante 0 a dar cambio de un cuarto de délar. Ninguno de estos nifos sabia hablar el Ienguaje de la cortesia, aun en sus formas mas mentales, limiténdose su conocimiento a cuatro o cinco palabras de invitacién y aceptacién. Esta ignorancia, en efecto, los excluia de las conversaciones de sus mayores en todas las ocasiones ceremoniales. Espiar en una reu- nidn de jefes habria sido para ellos una experiencia sin valor. No tenian idea de la organizacién social de la aldea, aparte de conocer a los jefes de las familias y sa- ber quignes de los hombres y mujeres adultos estaban casados. Empleaban vagamente los términos de paren- tesco sin tener comprension real alguna de los mismos, -usando a menudo la expresion hermano (sibling) ? de mi sexo, cuando se aludia a un hermano del sexo opuesto; cuando aplicaban el término hermano a un tio joven, 10 hacian entonces sin la claridad de sus mayores que, aun- que usaban el término con un sentido de agrupamiento por edad, se daban perfecta cuenta de que el hermano lo'era en realidad de la madre o del padre. En el uso, del idioma, la falta de madurez se evidenciaba funda- mentalmente a través de su ignorancia del vocabulario de cortesia y de una gran confusién en el empleo del dual y los pronombres inclusivos y exclusivos, de uso casi tan dificil en su lengua como el de un nominativo des- pués del verbo ser en la inglesa. Tampoco habia adqui- rido dominio de los procedimientos necesarios para ma- nejar el vocabulario mediante el uso de prefijos y sufi jos, susceptibles de combinarse con mucha libertad. Un nifo usard el término fa‘a Samoa, «a la manera samoa- na», 0 fa’atama, «en forma retozona», pero no empleard el cémodo prefijo ra’a al hacer una comparacién nueva ¥ menos estereotipada, valiéndose en cambio de algun Fodeo lingiiistico poco cémodo. 2. Sibling es una palabra usada indistintamente para desig. nar hermano o hermana. (N. del E.) 3. Ver Apéndice T, pig. 240 34 ADOLESCENCIA, SEXO Y CULTURA EN SAMOA. Todos estos nifios han contemplado el nacimiento y la muerte y pudieron observar muchos cadaveres. Han visto partos y atisbado por debajo de los brazos de las ancianas qué, mientras lavaban el feto sin desarrollo, comentaban cl hecho. No existia la convencion de que debieran ser alejados de la casa en tales momentos, aunque las hordas de nios vecinos eran dispersadas con una Iluvia de piedras cuando alguna de las viejas podia sustraerse un momento de los sucesos mas absorbentes para echarlos. Pero predominaba aqui el criterio de que los nifios eran ruidosos y molestos, mas que el desco de ahorrarles una conmocién 0 mantenerlos en la igno- rancia. Cerca de la mitad de ellos habian visto fetos desarrollados parcialmente, que habian sido separados del cadaver de una mujer yacente en la tumba abierta; fetos que los samoanos temen renazcan metamorfosea- dos en fantasmas vengadores. Si las experiencias preco- ces relacionadas con el nacimiento, la muerte o las ac tividades sexuales suelen ocasionar traumatismos psiqui- cos, deberia sin duda ponerse de manifiesto en este caso, ante esta cesarea postmortem, donde se combinan en una indeleble experiencia el pesar por el difunto, el mie doa la muerte, una sensacién de horror y temor a la con- taminacién por contacto con el muerto, la publica y fran- ca operacién y la vista del feto deformado y repulsivo. Una experiencia algo menos emotiva consistia en presen- ciar la operacién de apertura de un cadaver practicada con el fin de investigar la causa de la muerte, lo que su- cedia a menudo. Estas operaciones ejecutadas en la tumba abierta de escasa hondura, bajo el sol deslumbra- dor del mediodia, observadas por una multitud temero- sa, excitada, fascinada y Mena de horror, dificilmente pueden considerarse una iniciacién metédica y carente de emocién en los detalles de la biologia y la muerte; sin embargo, no parecen provocar efectos perniciosos en la constitucién emocional de los nifios. Quiza la acti- tud de los adultos, al considerar que estos sucesos, aun- que horribles en si, son perfectamente naturales y nada extraordinarios, y forman legitima parte de la experien- 135 MARGARET MEAD cia infantil, explique de manera suficiente que no se re: gistrem malas consecuencias. Los nifios toman un inten- 50 interés por la vida y la muerte y estén proporcional: menie mas obsesionados por todo ello que los adultos, ya que éstos deben dividir su horror entre la muerte de ¥ ina ocurrida durante el parto y el hecho remo haya sido insultado por una lea proxima. Las com- ro cerrado para el en la vida posterior, la vida y la muerte e: despojados de todo misterio ya desde una edad transgresion a la € plejidades de la vi En cuestiones sexuales, los nifios de diez afios son igualmente avezados, aunque presencian sélo subrep- ticiamente actividades de esa indole, ya que todas las expresiones de afecto estan rigurosamente prohibidas en piblico. Una pareja cuya noche de bodas puede haber pasado en un cuarto en que dormian diez personas mas, no por eso dejaré de avergonzarse al tocarse las manos en paiblico. Se dice que los individuos entre quienes ha habido relaciones sexuales son «timidos uno frente al .¥ manifiestan una timidez de diferente modo, pero intensidad que tiene la distancia entre el hermano y la hermana. Los ‘uno junto al otro por ia aldea, pues el mente, se avergonzaria. De manera que ningun moano acostumbra ver al padre * biande ocasionales caricias. El acostumbrado saludo que consiste en frotarse Ia nariz, es, naturalmente, tan con- vencional ¢ impersonal como nuestro apretén de mano: La diniea clase de demostracién que tiene lugar en publ co pertenece al tipo de la payasada y ocurre venes cuyos afectos no estén realmente comprometidos. Este juguetco prevalece sobre todo en grupos de muje- res, ¥consiste a menudo en asirse retozonamente de los Srganos genitales. Pero debido a la falta de casas donde los mosquiteros cons! dad —natural en uyen las dnicas pa- 136 ADOLESCENCIA. SEXO Y CULTURA EN SAMOA redes imaginarias para las parejas casadas—. y a la cos- tumbre de los jévenes amantes de usar arboledas de palmera para sus citas, resulta inevitable que los nifios vean los actos sexuales frecuentemente y entre muchas personas distintas. En muchos casos no han visto el primer coito que habitualmente es realizado con mayor jidez y precaucion. Con ta desaparicién de la ceremo- nia publica, la desfloracién constituye uno de los pocos misterios que en su conocimiento de la vida posee un joven samoano. Pero el recorrer los bosquecillos de pal- meras de la aldea en busca de amantes, es una de las formas admitidas de diversién para los nifios de diez aos. Los nifios samoanos tienen un conocimiento com- pleto del cuerpo humano y de sus funciones, debido a la costumbre de los pequefios de and: sa vestimenta de los adultos, el habi mar, el uso de la playa como excusado y la falta de midad en la vida sexual. También poseen una vivid: prensién de la naturaleza del sexo. La masturbacion es ‘en mi grupo que no se masturbaban. Te asturbacién se ‘errumpe con el principio de la actividad heterosexual lo se reanuda en periodos de continencia forzosa. os muchachos y muchachas de mas edad las pric- as homosexuales fortuitas también la suplantan, en ja medida, Los muchachos se masturbaban en gru: pos, pero entre las nifias constituye una prictica mas ta y secreta. Este hal descubri de la aproba- practica, en caso de ser descubierta. ‘adulto hacia todos los detalles de lo sexual se caracteriza por la opinién de que son impro- pios, y no que sean incorrectos. je ra mal gritar a todo lo largo de la alde: , espérame en tu lecho esta noch pero el comen- 137 MARGARET MEAD tario publico sobre los detalles de lo sexual y de la eva- caigign se considera de mal gusto. Todas las palabras proscritas de una conversacién educada son estimadas vor los chicos, quienes con gran fruicion saborean los manjares 305. Los nifios de siete y ocho afios ob- Tronen tanta satisfaccion ilicita de las otras funciones del (Merpo como de las del sexo. Esto es interesante si con- ideramos la distinta actitud existente en Samoa hacia Ios procesos normales de evacuacién. No hay reserva ni de vergiienza, No obstante, la calificacion parece ser tan efectiva para provocar la Gtencién de los nifios como la calificacién de indecencia Gare nosotros. Es también curioso que en la teoria y fn los hechos los muchachos y hombres tengan un inte- és mucho mayor por lo lascivo que las mujeres y mu- de mal gust Los prec do mas la actitud que las prac factitud del adulto hacia los nifios, cipantes, puede ser también un important Sal, Justamente éste parece ser el punto de vista ma Correcto con respecto a todas las prohibiciones que rige para los jen escasas pruebas del desco de ri guardar la una conducta cuya imitacion daria lugar a la Sa: tautala latiti («presumir por encima de la propia édad»). Pues mientras una pareja de amantes jamds se entregaria a demostraciones delante de nadie, nifio 0 adulto, que fuera meramente un espectador, tres 0 cua- tro parejas de amantes que son parientes 0 amigos & menudo eligen un lugar comin para la cita. (Esto, por Supuesto, excluye a los parientes de sexo opuesto, com- prendidos en las distancias entre el hermano y Ia her- mana, aunque hermanos y hermanas casadas pueden vivir en la misma casa después del matrimonio.) De las @anzas nocturnas —ahora suspendidas por influencia misionera—, que cominmente terminaban en una orgia 138 ADOLESCENCIA, SEXO Y CULTURA EN SAMOA de franca promiscuidad, ancianos, cuya presencia, ‘vos, habria sido consid: respecto a los no pal sucesos de contenido emotivo: una reunion de te] idos los nifios y los espectadores pasi- Esta actitud con nial, la construccién de una casa, todas eran act en las cuales la presencia de un espectador habria sido impropia. ‘Sin embargo, j por parte de los cia heterosexual en la preadolescencia y muy poca , considerada segin la teoria de los nativos como imitativa y sustitutiva de la heterosexual. La falta de experiencia sexual precoz no se debe proba- blemente tanto a la condenacién paternal de tal preco- cidad, como al fuerte antagonismo entre nifios y nifias, creado por la edad, y al existente contra todo trato amis- ida dicotomia sexual quiz4 con inar la carencia de especializa- cin del se os adultos. Como existe un excesivo sentido de retraimiento con respecto al herma- ‘a englobar los seres masculinos como enemigos que algiin garan a scr amantes, ninguna joven considerara a un varén de su grupo de edad como mero individuo sin relacién con el Tal era la exper quillas de las tres aldeas. En cuanto a temperamento y caracter, variaban enormemente. Alli esta Tita, quien a Tos nueve afios actuaba como una chica de siete, se preo- cupaba principalmente de la comida, era por completo irresponsable en mensajes y encargos y se satisfacia con sefialar con su gordo y orgulloso dedo a su padre, que era pregonero del pueblo. Sélo un afio mayor era la precoz hermanita de la mujer mds disoluta de la dea, Pele pasaba la mayor parte de-su tiempo cuidando al nifio de su hermana, cuya paternidad —a ella le en- cantaba decirlo— era muy discutida. Su baile, imita- 9 MARGARET MEAD cadera y de afios aun tenia amantes ocasionales y su debi e insignificante padre vivia una igno: dominada por su mujer, su actitud haci cialmente alegre y sana. Mas que la danza suges! taba salir a buscar raras conchas samoanas a de la playa o sumergir primero los pies en el arroyo y la luz de la luna, Afortuna- centro de la pan , su hogar nocivo y su .n desarrollado de manera muy En realidad, diferia mucho menos de las demas inguia su famil samoana, la influencia del ambiente hoga- izada en cada nueva generacién por las actividades colectivas, a través de las cuales se hacen valer las reglas normales del grupo. Esto se comprobaba en forma general en el caso de los muchachos; el apren- je Hevado a cabo durante muchos afios en la Auma- ja una excelente escuela para disciplinar las les individuales. En lo referente a las nifias, era en un principio cumplida parcialmente por fa Aualuma, pero hemos visto ya en el capitulo sobre la joven y su grupo de edad que Ia nifia depende de su vecindario mucho mas que el muchacho. Cuando es adulta, esta subordinada también mas estrechamente a su grupo de parentesco. Tuna, que vivia junto a Pele, estaba en una situacién distimea; era la pequefia e involuntaria victima de! enor- me pecado samoano: el tautala laititi, Su hermana Lila se habia fugado a los quince afios con un chico de di siete. Eran dos jovenes fogosos y nunca se integraron completamente a la comunidad, si bien sus familias ter- minaron por aplacarse y solemnizar el matrimonio con tun apropiado intercambio de bienes. Lila atin se d 140 ADOLESCENC . SEXO Y CULTURA EN SAMOA, ante la desaprobacién publica de su precocidad y prodi- gaba un afecto desproporcionado a su turbulento igeramente oblicuo, Era algo mas que otras nifias, menos dada a brindar gratuitamente sus servicios personales. La indulgencia de su hermana para con el nifio hizo la tarea de Tuna mucho mas ardua que la de sus compafteras. Pero se veia retribuida por la 1 grupo la salvaba de una intensa re- ‘ante las exigencias de su vida Fitu y Ula; y Maliu, que tenian unos trece afios de edad, se habian ido apartando de la pandi- la, dejando sus hermanos menores al cuidado de Ula y Pola, y comenzaban a tomar parte mas activa en las ‘ocupaciones domésticas. Ula era despierta, bonita, mi- mada, Su familia podia, con toda justicia, ser compara- da con las nuestras: la integraban su madre, padre, dos hermanas y dos hermanos. Es verdad que su tio, que vivia en la casa vecina, era el matai; pero aun asi esta pequefia familia bioldgica tenia una notable existencia propia y aislada, con las consecuencias que era posible ‘comprobar en los nifios. Lalala, la madre, era int te y hermosa, aun después de haber dado a luz seis en estrecha sucesin. Procedia de una familia de alta jerarquia, y como no tenia hermanos, su padre le habia ensefiado casi toda la tradicién genealégica como habi- tualmente se hace con el hijo favorito. Su conoci de la estructura social de la comunidad y de las minu- cias acerca de las ceremonias que anteriormente habian rodeado la corte del rey de Manu’a, era tan completo como el de cualquier hombre de edad mediana de comunidad. Era experta en trabajos manuales y su es 141 MARGARET MEAD tante robustas como para hacer trabajos pesados, y cre: cidas como para aprender una nera que les quedaba menos ti En la actitud general no diferian en absi grupos. Ninguna actitud social atestiguaba una crisis su- perada. Se les decia que no prepararan kava menstruaran, pero la participacién en una restriccién que habian observado a lo largo de su vida no les resul- taba imponente. Algunas habian preparado kava antes de la pubertad, otras no. Esto dependia enteramente de si quien estaba disponible cuando un jefe deseaba hacerse preparar un poco de kava era una joven o un muchacho. En tiempos mas rigurosos, una joven no podia preparar kava ni casarse hasta que menstruara. Pero la preceden- te restriccién habia cedido a los requerimientos de la conveniencia. La joven experimentaba muy poco dolor al menstruar, de modo que el fendmeno no contri acentuar su reciente madurez. Todas las jévenes 1a dolores de espalda o abdominales, tan leves, sin em- bargo, que muy rara vez obstaculizaban en algo tividades usuales. En la tabla que va al final de est he consignado como dolor excepcion: una joven estaba incapaci los agudos menstruaies de lizadas. Los eran acompatiados por desmayos o dolor sufi para provocar quejidos 0 contorsiones. La dolor impresioné a todas las mujeres samoanas, que hallaron extrafio y cémico cuando se lo describi. No se evidenciaba consideracion especial alguna para que menstruaba ni preocupacion por su salud mental 0 fisica. Por consejo de médicos extranjeros los nativos s enteraron que era perjudicial ba truacién, y solia suceder que una madre pre veces a Su hija que no se bafara. No existia una sensa- cién de vergiienza vinculada a la puber' necesidad “4 ESCENCIA. SEXO ¥ CULTURA EN SAMOA alguna de ocultamiento. Las preadolescentes recibian con la misma indiferencia la noticia de que una joven habia llegado a la pubertad, una mujer tenido un hijo, un bote legado de Ofu o que un cerdo habia muerto al ser golpeado por un canto rodado; todo era objeto de ame- nas charlas. Cualquier muchacha podia testimoniar con exactitud el desarrollo de una compafera de su grupo de vecindad 0 parentesco. La pubertad no constituia el antecedente inmediato de la experiencia sexual. Pasarian dos 0 tres afios antes de que cediera la timidez de una joven o su figura atrajera los ojos errantes de algin muchacho mayor. Ser el primer amante de una virgen se consideraba maximo placer y signo de virtuosismo eré- tico, y no lo era habitualmente un muchacho de su mis- ma edad, timidez e inexperiencia. Habia en este grupo chiquillas como Lua y Tolo, nifia desgarbada y excesiva- mente desarrollada, que manifestaban francamente su deseo de no vincularse con muchachos; y jévenes como Pala, virgenes todavia, pero un poco cansadas de su si- tuacién y ansiosas de una experiencia erotica. La persis- tencia de este estado pasivo de pureza se debia especial- mente a las convenciones del galanteo, pues si bien un joven gustaba de cortejar a una en el ridiculo papel de raptor de a su vez, temian la terrible acus («presumir por encima de su edads). Las correrias de los merodeadores de edad mediana y mas avezados en- tre esas nifias muy jovenes eran mal miradas, En conse- para acostumbrarse a aislamiento y a un desarr: traiio. Las jévenes algo mayores se agrupaban definida- mente segun hubieran vivido 0 no en la casa del pastor. Una ojeada al apéndice de este libro revelara que entre las jévenes con dos afios de desarrollo hay una precisa correlacién inyersa entre la residencia en su hogar y la castidad, con una sola excepciér:, una nifia llamada que fue perdonada y readmitida en casa de un pas! aun mayor isico que les resultaba ex- 145 MARGARET MEAD donde hacian falta trabajadoras. La mejor amiga de Ela era su prima, Talo, tinica del grupo que tuvo experiencia sexual antes de su menstruacién. Pero Talo era in blemente un caso de menstruacin demorada pues ma- nifestaba todos los demas signos de la pubertad. Su tia se mostré indiferente ante la obvia carencia de ingenui- dad y el encanto triunfante de Talo y no intenté dominar- Ja, La amistad entre estas dos jovenes era una de las realmente importantes del grupo. Ambas proclamaban decididamente su preferencia, y sus practicas homose- xuales constituyeron sin duda una de las causas de la precocidad de Talo y contribuyeron a que Ela tuviese un poco de alegria dentro del régimen estricto que So- portaba en la casa del pastor. Estas relaciones homosexuales de cardcter ocasional que tenian lugar entre muchachas, nunca asumian una importancia prolongada. Las jévenes 0 mujeres que tra- bajaban juntas las consideraban como una diversion agradable y natural, apenas coloreadas de lascivia. Sien: do las relaciones heterosexuales tan ocasionales y super- ficialmente encauzadas, no habia categorias en las que pudieran ubicarse las relaciones homosexuales. La teoria y el vocabulario nativos caracterizaban al verdadero per- vertido como incapaz de una relacién heterosexual nor- mal; el hecho de que la poblacién fuera muy reducida probablemente explique de manera suficiente la escasez de tales tipos. Vi solamente uno, Sasi, muchacho de veinte afios, que cursaba estudios clericales. Era de as- pecto ligeramente afeminado, habil en labores dé muje- res, y sentia un impulso homosexual bastante intenso como para incitarlo a formular continuos requerimien- tos amorosos a otros muchachos. Pasaba mucho tiempo en compafia de mujeres, mantenia una amistad mas facil con ellas que cualquier otro muchacho de la isla. Sasi habia propuesto matrimonio a una joven de la casa de un pastor en una aldea distante y habia sido rechaza- do; pero dado que existia una regla segiin la cual los as- pirantes al sagrado ministerio debian casarse antes de su ordenacién, este hecho carecia de significado sexual. 146 ADOLESCENCIA, SEXO Y CULTURA EN SAMOA No pude hallar evidencias de que hubiera tenido rela- ciones heterosexuales. Era significativa la actitud de las jovenes para con él; lo juzgaban como una curiosidad en- tretenida. En cambio, los hombres a quienes habia re- querido de amores lo miraban con una mezcla de fas- tidio y desdén, Aunque las muchachas en ningtn caso presentaron un cuadro tan nitido como éste, tres de las anormales de las que trataré en ¢l capitulo préximo con- figuraban netos tipos mixtos, si bien evidenciaban prue- bas convincentes de perversién auténtica. Esta actitud de los nativos hacia las précticas homo- sexuales tiene probablemente su ex; ocupacién general por el sexo y la o} tividades sexuales secundarias, las danzas sugestivas, la conversacién incitante y alegre, las canciones obsce- nas y las disputas de motivacién definida constituyen diversiones aceptables y atractivas. Son simplemente un juego, sin ser mal miradas ni otorgérseles mucha aten- cin. Como a las relaciones heterosexuales no les con- fiere significado el amor ni una sélida fijacién en un individuo —tnicas fuerzas que pueden hacer durade- rae importante una relacién homosexual—, sino los hijos y el lugar del matrimonio en la estructura econd- mica y social de la aldea, es facil comprender por qué ciertas pricticas homosexuales tan predominantes no provocan resultados de mayor importancia 0 trascen- dencia. El reconocimiento y empleo en las relaciones heterosexuales de todas las variaciones secundarias de la actividad sexual que en los homosexuales se consi- deran primarias, contribuye también a reducir al mi- nimo su importancia, Resultan asi vanos los efectos de las perversiones accidentales en la infancia, la fija- cin de la atencién en zonas erdgenas consecuente transferencia de sensibilidad desde los centros mas normales, la ausencia de una definida y ca- bal especializacién de las zonas erdgenas y todos episodios del desarrollo emocional que en una civili- zacién donde se reconoce sdlo una forma estrecha de actividad sexual dan por resultado matrimonios insa- 147 MARGARET MEAD tisfactorios, eventual homosexualidad y prostit Los samoanos atribuyen al hombre la responsabilidad del éxito amoroso y crcen que las mujeres necesitan un periodo mas largo de iniciacién, mas tiempo para la fnaduracién del sentimiento sexual. Un hombre que no satisface a una mujer es considerado torpe € inepto, motivo de ridiculo y de desprecio por parte de la aldea. Las mujeres, a su vez, son conscientes de que sus aman- tes usan una técnica definida que ellas observan con tuna especie de fatalismo; como si todos los hombres tuvieran dentro de sus mangas una serie de recursos magicos, totalmente irreristibles. Pero la ciencia del amor se transmite de un hombre a otro y es apreciada con mucha mayor detencién y mas analiticamente por los hombres que por las mujeres. Los padres temen ir mas alla de los limites de la conversacion ocasional —naturalmente mucho mas amplios que en nuestra ci- vilizacién— en Ja discusién de lo sexual con sus hijos, de modo que la instruccién indefinida la transmite el hombre de veinticinco afios al muchacho de dieciocho, antes que el padre al hijo. Las jovenes aprenden de los muchachos y se hacen muy pocas confidencias entre si Todos los compafieros de un hombre sabrin minucias completas acerca de alguna experiencia sexual insdlita, mientras que la joven de que s¢ trate apenas habra con- fiado a alguien ios aspectos mas generales. La falta de confidentes que no sean parientes, ante quienes hay siempre una leve reserva —he visto a una joven temblar antes de actuar como embajadora de su hermana—, puede en parte explicar esto. ‘A pesar de que se educa a un sexo detalladamente, proveyendo en cambio al otro de simples conocimientos y cierta familiaridad con lo sexual como para impedir nes sexuales resultan norma- les debido a fa libre experiencia que se permite y a que es raro que ambos amantes sean aficionados. Conoci un solo caso semejante, en que dos nifios, un muchacho de dieciséis afios y una chica de quince, colocados en escuelas-pensionado de otra isla, huyeron juntos. A cau- 148 ADOLESCENCIA, SEXO Y CULTURA EN SAMOA sa de la inexperiencia obraron torpemente, Fueron ex: pulsados de la escuela; el muchacho es ahora un hom- bre de veinticuatro afios, de gran inteligencia y verdade- ro encanto, pero moetotolo notorio, execrado por todas las jovenes de la aldea. La familiaridad con lo sexual y el reconocimiento de la necesidad de una técnica para entenderse con el sexo, han trazado un esquema de re- laciones personales en el cual no hay cuadros neursticos, frigidez, ni impotencia, salvo como resultado tempora- rio de una grave enfermedad; la incapacidad de efectuar la relacion sexual mas de una vez durante la noche es reputada como sintoma de senilidad. De las veinticinco jévenes que habian pasado la pu- bertad, once habian tenido experiencia heterosexual, Fala, Tolu y Namu eran tres primas muy populares entre los jovenes de su aldea y también entre l tantes de Ia lejana Fitiuta. Las mujeres de la familia de Fala mantenian una virtud no muy estricta; el padre de Tolu habia muerto y ella vivia con su madre ciega en casa de los padres de Namu, quienes, agobiados por seis chicos menores de doce afios, no iban a arriesgarse a perder dos eficaces trabajadoras a causa de una vigilancia dema- siado estrecha. Las tres muchachas tenian citas comu- hnes con sus amantes y sus uniones eran frecuentes y alegres. Tolu, la mayor, estaba un poco cansada luego de tres afios de aventuras ocasionales y se manifesto deseosa de casarse. Después .se mud6 a la casa de un importante jefe, a fin de aumentar sus probabilidades de encontrar jovenes forasteros que pudieran interesarse en un matrimonio. Namu estaba sinceramente prendada de un muchacho de Fitiuta y se reunia con él en secreto, mientras un mozo de su aldea a quien sus padres favo- recian, la cortejaba abiertamente. Citas ocasionales con otros muchachos aliviaban la monotonia de la vida entre las visitas de su amante preferido. Fala, la menor, se contentaba con dejar sus asuntos al azar. Sus amantes eran amigos y parientes de los amantes de sus primas, y su puerilidad e indiferencia le permitian obtener tanto goce de los amores de sus primas como de los suyos. 149

También podría gustarte