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ArtNexus 53
Arte en Colombia 99
Jul - Sep 2004
Mario Abreu. Mujer vegetal, hacia 1954. Óleo sobre tela. 97 x 194,5 cm (38 x 76 ½ pulgadas). Colección GAN. Exhibida en el Museo de Bellas Artes.
Décadas 1950-1969.
Juan Manuel Echeverría. Dracula Nosferatu, de la serie Corte de florero, 1998. Dibujo. 50,8 x 40,6
cm (20 x 16 pulgadas).
Por otro, representa una gran sala, a través de la cual es posible mirar y admirar las
innumerables representaciones de un conjunto de soportes artísticos que van
desde la tradicional pintura, la escultura y el grabado, pasando por las instalaciones
y la fotografía, hasta el diseño gráfico y el videoarte.
Sin duda alguna, hablamos —tal y como lo sugirió alguna vez el crítico venezolano
Roberto Guevara— de la historia alternativa de un país, presentada bajo el matiz
blanquecino de la belleza que, dicho sea de paso, siempre ha tenido, en estas tierras
mestizas, usuales y a la vez extrañas maneras de manifestarse.
También nos referimos a la centuria de una Venezuela que se construyó a partir de
la luz y la sombra, de la forma y el espacio, del punto y la línea, sobre la base de
lápices, pinceles, buriles, cámaras fotográficas y de video o cualquier herramienta
que sirva para crear. Arte venezolano del siglo XX. La megaexposición podría
definirse, en palabras de Guevara, como una suerte de “recuento encendido por la
imaginación, que termina por ser el más verídico, la síntesis más significativa y
reveladora” de una época.
Santiago Pol. V Salón Nacional de Jóvenes Artistas, 1977. Impresión de Editorial Génesis para el
CONAC. 87 x 98,5 x cm (34 ⅕ x 38 ¾ pulgadas). Foto: Sebastián Garrido. Exhibido en el Museo de
la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez. Década 1970-1979.
Bellas décadas
El primer período presentado a los ojos del espectador transcurre de 1990 hasta
1952 y expone cinco grandes momentos que van desde las pinceladas del realismo
de principios de siglo, la fundación del Círculo de Bellas Artes, el desarrollo de la
Escuela de Caracas, el realismo social de la década de 1940, hasta las propuestas
del Taller Libre de Arte. Su curador: el Profesor Francisco Da Antonio.
Es así como destacan, pared a pared, en las salas de la Galería de Arte Nacional,
óleos sobre tela como Fin de jornada (1912) de Emilio Boggio; Camino de cotiza
(1920) de Antonio Alcántara; las creaciones de Manuel Cabré; El playón (1942) de
Armando Reverón; Retrato de la tía Loló (1942) de Armando Barrios; Cometas y
papagayos (1951) de Alirio Oramas —obra trabajada en óleo con grafito y tinta
china sobre tela—; La bruja (infante) (1952) de Oswaldo Vigas, y Mujer vegetal
(hacia 1954) de Mario Abreu. Por supuesto, también están presentes creaciones de
Federico Brandt, Antonio Edmundo Monsanto, Marcos Castillo, Rafael
Monasterios, Héctor Poleo y César Rengifo, entre otros.
Luis Lizardo. Pasan y arden, 1988. Óleo sobre tela. 170 x 400 cm (67 x 157 ⅖ pulgadas). Donación
Fundación Mendoza. Colección GAN. Exhibida en el Museo Alejandro Otero. Décadas 1980-1989.
Durante esta etapa nacieron obras como Dos figuras (1951) de Héctor Poleo; la
serigrafía sobre plexiglás y madera Espiral (1954) de Jesús Soto; el óleo sobre tela
Tejedora de nubes (1956) de Manuel Quintana Castillo; Barcos y grúas (1958) de
Hugo Baptista; Muertecito (1961), en bronce patinado, de Cornelis Zitman; El
castillo del Sol (1964) de Elsa Gramcko, elaborada con materiales diversos sobre
cartón piedra; El coto de caza (1967) de Régulo Pérez; el óleo sobre tela Ha
comenzado el espectáculo (1964) de Jacobo Borges; el revelador ensamblaje de
objetos y múltiples materiales Homenaje a Matthias Grünewald (1968-1970) de
Miguel von Dangel; y las esculturas de Víctor Valera.
Sandra Vivas. Brillar en la oscuridad, 2000. Video Escultura. Cuatro monitores. Colección Museo
de Bellas Artes. Foto: Daniel Hernández. Exhibida en el Museo de Arte Contemporáneo de
Caracas MACCSI. Década 1990-2001.
Los nueve creativos años presentados entre 1980 y 1989, en el Museo Alejandro
Otero y el Museo Arturo Michelena, ofrecen al visitante “una exuberante y versátil
muestra plástica de estilos superpuestos, grandes formatos, lenguaje corporal,
manchas y chorreadas en el lienzo —o sobre superficies menos convencionales—,
fotografías documentales, pantallas de televisión; obras abiertas en toda su
dimensión físico-lírica. Es una época abigarrada, individualista, de profundos
cambios en la manera de vivir del venezolano medio”, se puede leer en uno de los
desplegables informativos que reparten en las dos instituciones antes
mencionadas. Dentro de este tiempo son célebres Así yo pinto para ti (1984) de
Ernesto León; El cuadro rojo (1986) de Eugenio Espinoza, y Pasan y arden (1988)
de Luis Lizardo. Diego Casanovas fue el responsable de esta curaduría.
La instalación Verde por fuera, rojo por dentro (1993) de Meyer Vaisman funge
como estandarte del último período reflejado en la megaexposición, es decir, desde
1990 hasta 2000. Nos referimos al grupo de obras que se encuentran en el Maccsi,
las salas Cadafe e Ipostel y el Celarg bajo la tutela curatorial de Luis Ángel Duque.
Postes y sombras
En este sentido, Perán Erminy, crítico y artista venezolano, afirma que no puede
observarse el arte de la Venezuela del siglo XX como una estructura lineal. “La
clasificación cronológica causa confusión y da cabida a omisiones graves”, comenta.
“Lo lógico —agrega— hubiese sido facilitar los ejes en los cuales gravitó nuestra
creación durante ese período”.
No obstante, lo más luminoso de la propuesta son los suaves hilos de belleza que,
en conjunto, percibe el ojo del visitante una vez concluido el recorrido. Apreciarla,
sala a sala, y pared a pared, resulta muy similar a quien contempla, en la soledad de
una calle, la naturaleza de un Poste brillante: uno de los tantos objetos que hace
posible, como el arte, el milagro de la luz.
PABLO VILLAMIZAR