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Auge de Prusia

Artículo principal: Historia de Prusia

Federico II el Grande

En 1525, durante la Reforma Protestante, el Estado monástico de los Caballeros Teutónicos fue
secularizado y reorganizado por una rama de la Dinastía Hohenzollern, transformándolo en el
Ducado de Prusia. En 1618, el ducado de Prusia pasó a la rama principal de los Hohenzollern, que
gobernaban Brandeburgo (feudo del Sacro Imperio), formando el Estado de Brandeburgo-Prusia.
Oficialmente, Prusia era un vasallo de la Confederación Polaco-Lituana, que derrotó a los Caballeros
teutónicos en la Guerra de los Trece Años (1454-1466). Esta situación cambió con el ascenso de
Federico Guillermo I de Brandeburgo en 1640. Sus políticas formaron las bases para la futura
potencia, centralizando la administración política y organizando un poderoso ejército.21

Al iniciar el siglo xviii se inicia la transformación de Prusia (elevado a un reino en 1701) en una
verdadera potencia europea. El largo reinado de Federico II el Grande da un gran impulso a la
consolidación de este reino, que se vio envuelto en las guerras de Sucesión Austriaca y de los Siete
Años. A partir de entonces Prusia disputaría a la Casa de Austria la hegemonía de Alemania. Federico
puso en práctica el despotismo ilustrado y realizó una serie de reformas políticas y económicas que
resultaron en un rápido desarrollo social y económico de su Estado.

El poderío de Prusia y el estado decadente de Confederación Polaco-Lituana permitieron que, entre


1772 y 1795, se dieran las Particiones de Polonia. Austria, Rusia y Prusia se dividieron el territorio
entre sí; el Estado polaco desaparecerá del mapa hasta el establecimiento de la Segunda República
Polaca en 1918.

Fin del Imperio

Napoleón Bonaparte en la batalla de Austerlitz (2 de diciembre de 1805)

A la muerte de Carlos VI de Alemania en 1740, el Imperio se vio sacudido por una serie de crisis que
pusieron en evidencia su decadencia final. Las sucesivas guerras del siglo xviii habían debilitado al
imperio hasta un punto de no retorno. Desde hacía tiempo que la suerte del Sacro Imperio dependía
únicamente de los gobernantes de Austria, los Habsburgo, y de la postura que asumieran los demás
cuerpos políticos del imperio frente a ésta.
Europa volvió a ser el escenario de un conflicto continental al estallar la Revolución francesa en
1789. El Sacro Imperio —aunque más acertado sería simplemente referirse a Austria y Prusia—
rápidamente se alió con Inglaterra para detener la revolución. En 1795 se intentó reformar al
Imperio mediante la mediatización y secularización de los Estados imperiales con tal de crear una
mejor defensa contra los franceses. Sin embargo, esto fue en vano. En septiembre de 1805,
Napoleón Bonaparte inició la invasión de Alemania.22 Los franceses obtuvieron su victoria final en la
decisiva batalla de Austerlitz, que concluyó con la Tercera Guerra de Coalición. El 6 de agosto de
1806, Francisco II abdicó al trono y declaró formalmente la disolución del Sacro Imperio de la Nación
Germánica.23

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