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Máster Universitario en Intervención en Violencia contra las Mujeres

UNIVERSIDAD DE DEUSTO

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS

Departamento de Trabajo Social y Sociología

Perspectiva de género desde la tira de cómic “Mafalda”

Análisis de la realidad desde la perspectiva de género

Contextualización del fenómeno de la Violencia contra las Mujeres

Carlos Lara López

Curso 2014/2015

miércoles, 7 de enero de 2015


Índice

1. Introducción página 1

2. Aproximación al concepto de género página 2

a. La división sexual del trabajo página 4

i. La domesticidad página 5

ii. El trabajo reproductivo página 5

b. Predisposición natural al amor página 6

i. Maternidad como imperativo página 7

c. Feminidad normativa página 7

d. Violencia simbólica página 8

e. Género y Poder página 10

f. El Techo de Cristal página 12

3. Conclusiones generales página 13


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Perspectiva de género desde la tira de cómic “Mafalda”

1. Introducción

“Mafalda está vigente porque la humanidad sigue cometiendo los mismos errores”.-
afirma Quino (el autor del cómic) a la revista argentina Estilo, sobre la incapacidad de la
política de darle solución a los conflictos actuales, sin dejar de ser optimista mirando al futuro.
Esta entrevista coincide con el quincuagésimo aniversario de la tira de cómic latinoamericana
más vendida de la historia. Ésta se publica el 29 de septiembre de 1964 por primera vez.

Es preciso situar el lanzamiento del cómic histórica y contextualmente, para compararlo


con la realidad. Para ello he considerado oportuno introducir grosso modo en qué momento
se encontraba el feminismo en Argentina y Europa, lugares donde nace Mafalda y
posteriormente se expande, respectivamente.

Mafalda se escribió durante la dictadura posterior al peronismo, que había supuesto el


triunfo en las urnas y en las posiciones políticas de las mujeres argentinas. De este golpe no se
iban a poder reponer hasta principios de los 90. Pronto la tira de cómic cruza el charco y se
traslada a Europa, donde la Segunda Ola y el feminismo de la diferencia dejaban su sello. En
ciertos lugares como España, todavía existían regímenes dictatoriales que subvertían cualquier
movimiento feminista. Por tanto podemos decir que fueron unos dibujos disconformes y
contrarios al conservadurismo socio-político existente.

He considerado interesante realizar el trabajo sobre este cómic porque la capacidad


crítica del historietista hace que se plasme en sus dibujos de forma directa y polemista,
atribuyendo estas características al personaje principal. Sobre todo también es muy
interesante porque la multidimensionalidad que existe en Mafalda sobre la perspectiva de
género es evidente y de esta manera puedo no ceñirme a un solo aspecto limitado de un
exclusivo dibujo.

Sería interesante introducir un poco los personajes del cómic más relevantes para tener
un punto de partida desde donde entender los dibujos:

 Mafalda: esta chica de 6 años no se conforma con poco. Escucha todos los días
la radio y ve la televisión, su juguete favorito es un globo terráqueo y lo cuida
como su hijo. Tiene conflictos con todos los personajes que le rodean.
 Susanita: es la mejor amiga de Mafalda. Es clásica, quiere tener una familia en el
futuro y un marido que la proteja. Su único objetivo en la vida es crecer y tener
hijitos. Choca con Mafalda por su ambición y competitividad.
 Raquel: es la madre de Mafalda. Ésta le recrimina que dejara los estudios por
casarse. Tiene interiorizados absolutamente los mandatos de género.
2

 El padre de Mafalda: en el cómic no se hace referencia a su nombre. Agente de


seguros que siempre está pendiente de su familia a que no le falte el dinero.
 Manolito: es el personaje más sexista del cómic. Su capacidad se limita a hacer
cuentas y trabajar en la tienda de su padre. Odia a Susanita y su sueño es tener
una cadena de supermercados cuando sea mayor.

El objetivo de este estudio por tanto será analizar la perspectiva de género que el autor
incluye en el personaje de Mafalda, intencionadamente como veremos, y sobre la interacción
que tiene ella con su alrededor, que la intenta apocopar en los valores tradicionales del
patriarcado más arraigado. La metodología que usaré para comparar texto y dibujos será la de
nombrar en los epígrafes un número de figura (por ejemplo: figura 1, anexo 1) para que el
lector se pueda remitir al anexo correspondiente y cotejar con el cómic previsto.El material
elegido mayoritariamente para la consecución del trabajo ha sido el dado en clase, con las
fuentes que ambas docentes nos han aportado para el estudio de género y feminismo.
Además la red también es un suministro de información actualizada.

2. Aproximación al concepto de género

El término género es acuñado por el feminismo para explicar el fenómeno de


interiorización y fijación de una jerarquía social basada en la diferencia material por razón del
sexo de los seres humanos. Del concepto que tiene la RAE, como aquel “conjunto de seres que
tienen uno o varios caracteres comunes” al estudio que hacemos, hay una diferencia abismal
ya que nosotros indagaremos en aquello que incluye la definición cimentada de lo masculino,
de lo femenino y de las relaciones entre ambos.

La perspectiva de género trata de desmontar toda una red multidisciplinar de métodos y


visiones que responden a un orden estructural patriarcal. El feminismo, la antropología y la
sociología han definido a lo largo de su extensa historia al patriarcado como el
establecimiento desigual del poder entre mujeres y hombres, entendido el poder como
concepto amplio que incluye variados aspectos sociales y culturales, donde el varón ostenta la
carga de las decisiones y la mujer es sometida a la sumisión por parte de éste (figura 1, anexo
1).

Este agravio comparativo que se desarrolla por un complejo proceso histórico – cultural
y como hemos dicho, en diferentes disciplinas, se entiende desde la perspectiva de género
como una construcción social que determina la llamada estructura de género (Figura 2, Anexo
1). Veremos también como en las elaboraciones de género (Rubin, 1975, p.179) se incluye los
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mecanismos de dicha estructura y cómo afecta a la posición que ocupa la mujer en las
relaciones de poder.

Me serviré de la multitud de teorías existentes sobre el género para cuestionar ciertos


supuestos o fenómenos que se dan en nuestra vida cotidiana de manera unívoca. Este análisis
se hace necesario a la hora de establecer un muro que diferencie el género y el sexo, en
cuanto a sus identidades. El desequilibrio que hemos experimentado se ve reflejado en el
orden de género (Giddens, 2002, p.167) en diferentes aspectos sociales y que a su vez influye
de manera determinante en las relaciones interpersonales. Por tanto ha sido la visión que se
transmite por el orden generacional el que ha producido que se prolongue la jerarquía
patriarcal que sistemáticamente sitúa a la mujer en posiciones de sometimiento o
subordinación por razón de su sexo (Figura 3, anexo 1).

Al frente de esta estructura jerárquica se ha situado al hombre como eje o cabeza de


dirección y como establece Conell (Conell, 1995, p.167) ha dominado la sociedad ante posibles
“masculinidades” y “feminidades” diferentes a la comúnmente conocida masculinidad
hegemónica. Ésta se caracteriza por la heterosexualidad, la autoridad, la fuerza, la autonomía
del proveedor; características que sitúan al hombre como foco de la concepción humana
(Figura 4, anexo 1). Este androcentrismo produce que las herramientas usadas para el estudio
de la realidad hayan partido de bases desigualitarias.

El proceso de socialización (Giddens, 2001, citado en Bosch, Ferrer y Alzamora, 2006,


p.51) es el mecanismo de interiorización de las conductas y valores que se presuponen desde
un primer momento como preferentes para un sexo y para otro (figura 5, anexo 1). Por ello se
le atribuye a la educación la característica de determinante en el proceso de transición hacia
una nueva perspectiva de efectiva igualdad entre sexos, donde el prisma que se tome tiene
que incluir detectores de la discriminación proveniente del patriarcado. Como consecuencia de
ello, el sistema establecido ha apartado sistemáticamente a las mujeres de la capacitación
académica igualitaria (figura 6 y 7, anexo 2).

La socialización patriarcal se realiza a partir de múltiples “instituciones”, que vamos a ir


analizando una a una y comparándolas con los dibujos de Quino, aunque se debe tener en
cuenta que el trabajo es probablemente incompleto. Entre ellas puede citarse la familia
patriarca, la maternidad forzada, la división sexual del trabajo, la feminidad normativa, el
derecho monosexista… que hacen interiorizar a la mujer roles determinados que la convierten
en lo socialmente normalizado como de “mujeres”. Esta falacia naturalista está impregnada de
un lenguaje que también veremos, impulsada por la creencia de que el ser masculino es
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superior. Según Alda Facio este problema surge de que el término introducido del inglés,
gender, ha sido utilizado con otra significación, y en la traducción al español ha causado
numerosas confusiones (Facio, 1991, p.39), (Figura 8, anexo 2).

Es necesario por tanto realizar un análisis de género siempre que vayamos a tratar
algún aspecto científico o técnico, ya que primero cuestiona que lo masculino sea el parámetro
de lo humano. A su vez evita que la mujer se tome como el parámetro universal, dado que éste
por ejemplo luego incluye categorías de clase, raza, nacionalidad, etc. La ocultación del género
es otra institución del patriarcado que permite encubrir la conciencia de las relaciones de
poder entre géneros (Figura 9, anexo 2).

a. La división sexual del trabajo

Trata la asignación sistemática o estructural de ciertas ocupaciones a clases


individualizadas de personas. Es decir, que el reparto de trabajos y la contraprestación de los
mismos se realizan a determinadas personas por el mero hecho de haber nacido mujer u
hombre. Como consecuencia, la conceptualización que se entiende por trabajo en cada
contexto también ha de ser tenida en cuenta (Conell, 1995, p.133). Este concepto está
ampliamente relacionado con varias instituciones que vamos a desglosar más adelante, como
la domesticidad o el trabajo reproductivo.

Introduciendo un poco el personaje del cómic Susanita, hay que decir que es la mejor
amiga de Mafalda la que tiene interiorizados y normalizados los mandatos patriarcales, está
orgullosa de ello. Dado su carácter competitivo, a esta niña de alrededor de 8 años no se le
puede llevar la contraria. La Mafalda que todos conocemos es revolucionaria, inquieta y
contestataria, lo que produce por iniciativa del dibujante que choquen muchísimo entre ellas.
Susanita está empeñada en crecer y formar una familia, tener en su marido la figura que la
dote de personalidad y ayudarlo a conseguir un alto cargo ejecutivo. Tiene la idea de que
ciertos trabajos no son para mujeres (Figura 10, anexo 2).

La segregación del empleo conforme a los patrones de género establecidos, ha sido


tradicionalmente evidente como consecuencia del establecimiento de ocupaciones para
hombres y para mujeres. Esto ha producido que los intentos de las mujeres por hacerse con
cargos “eminentemente varoniles” han sido frustrados por el patriarcado de forma ordenada
ya sea por mandatos directos o por tradiciones arraigadas que lo impedían desde la base
(Figura 11, anexo 3).
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Una expresión de la división sexual del trabajo, la podemos encontrar en la llamada


domesticidad.

i. La domesticidad

Es un aspecto en el que Quino incide con perseverancia. Mafalda tiene en su casa una
situación verdaderamente desigualitaria desde la perspectiva de género. Su madre se ocupa de
las tareas de casa y considera prioritarias las necesidades de las demás personas a las suyas
propias. Lo que se llama el ser para el otro, cuestión que tradicionalmente se ha transmitido
desde las madres a las hijas.

La gestión de lo cotidiano ha estado relegada históricamente como un trabajo que


intrínsecamente pertenecía a la mujer desde el momento de su nacimiento (Figura 12, anexo
3). Esa responsabilidad sobre las tareas del hogar que se considera de la mujer y el cuidado de
la familia, respondiendo a las necesidades del otro (Murillo, 1996, p.22) nos hace partícipes de
una institución desigualitaria que hemos interiorizado de manera natural. La madre de
Mafalda tiene claro que la tarea es y será esa para el resto de su vida, lo que le hace llenarse
de amargura ante la insistencia de su hija en preguntar sobre el tema (Figuras 13 y 14, anexo
3).

Es curioso como el historietista incorpora irónicamente elementos de perspectiva de


género por ejemplo al tratar de manera diferenciada el optimismo de Susanita al querer tener
hijos y cuidarlos en un futuro y a la realidad más cruda de la madre en el día a día. Es por ello
que para ahondar más en el concepto, Quino nos aproxima ahora al concepto que funciona
como consecuencia de la domesticidad: el trabajo reproductivo.

ii. El trabajo reproductivo

Como consecuencia de relegar a la mujer a puestos inferiores en la estructura laboral, la


domesticidad lleva consigo una característica que veremos cómo define la personalidad de
Susanita. Este personaje tiene como sueño principal casarse y cuidar hijos, lo que considera
como base de la sociedad y el único fin que deben buscar las mujeres. Mafalda intenta sin
éxito hacerle ver que no tiene que limitarse a eso, aunque Susanita sea ruda al respecto
(Figura 15, anexo 4).

Este trabajo reproductivo ha contribuido en gran medida al bloqueo en la situación de


muchísimas mujeres que han querido trabajar en el denominado trabajo productivo. Es decir,
aquel remunerado que se lleva a cabo fuera del hogar (Emakunde, 1999, p.81) y que en el
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momento del acceso al mismo, ha estado limitada por el mandato de género. Esta división
sexual del trabajo de la que hablamos está íntimamente relacionada por tanto.

Hay que tener en cuenta otro factor determinante que ayuda al rígido establecimiento
de este modelo. Se ha considerado históricamente que el trabajo reproductivo no es en sí
mismo un trabajo. Es decir, el trabajo productivo como empleo siempre ha estado ahí, pero el
trabajo reproductivo ha estado estimado como una propiedad que las mujeres llevaban
consigo y por tanto incorporada dentro de su esfera. Como consecuencia, aquella mujer que
está en casa cuidando de sus hijos o su familia, no trabaja. Es más, aquella persona que se
beneficie de ese trabajo en la sombra no agradece la carga que supone porque es lo normal
(Figura 16, anexo 4).

b. Predisposición natural al amor

En estrecha correspondencia con el trabajo reproductivo se encuentra esta institución


en la que el autor hace también mucho hincapié. La fundamentación es la imagen de que las
mujeres sólo son seres completos cuando pertenecen a alguien. Esto es, que la capacidad que
tienen para ser solo es en complementariedad de un marido.

Esta incapacidad presupuesta de emancipación ha estado históricamente estancada por


el establecimiento de estereotipos que establecían a la mujer como incompletas cuando no
habían contraído matrimonio. La relación matrimonial proporcionaría mayor felicidad a los
cónyuges en un régimen de igualdad. Stuart Mill insiste en que la sujeción de la mujer bloquea
un elemento clave del ser humano, la libertad (Mill citado en De Miguel, 2005, p.196). Esta
capacidad de autodeterminación es la que en este caso Susanita no acepta, es más, considera
normal el que una chica de su edad ya esté pensando en no autorrealizarse como persona, y
tener que buscar un marido con trabajo y en altos cargos ejecutivos para formar una familia.
Está altamente influenciada por las novelas que ve en televisión. Tiene la consciencia de que su
vida siempre estará ligada a alguien, y que ese alguien ordenará su vida hasta el final (Figura
17, anexo 4).

De esta promoción errónea del matrimonio es donde radica una de las más importantes
vindicaciones del feminismo: la autonomía femenina. Las políticas de empoderamiento
intentan promover la concienciación a la población femenina de que por independiente son
también personas y que en su psique están las respuestas a la autonomía. Susanita es incapaz
de pensar su vida en solitario, tiene la seguridad de que ella no es capaz de tenerla capacidad
de decidir en su vida, al menos en cuanto al futuro (Figuras 18 y 19, anexo 4 y 5).
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i. Maternidad como imperativo

Como institución de cierre en este apartado, encontramos la maternidad como


obligación o imperativo de los ideales patriarcales. La mujer encuentra la felicidad en aquel
momento en que tiene hijos. Los agentes sociales como la familia, la religión, los medios de
comunicación… son trasmisores de los valores que interiorizamos (Rebollo, 2010, p.16).

La identidad de cada mujer va ligada a la capacidad de tener hijos que tenga, y será
evaluada por ello. Es común concebir al sexo femenino como materno en cualquier
circunstancia, lo que limita a la mujer en los planos sociales a los que intente acceder (laboral,
político, económico). Susanita tiene normalizados los mandatos de maternidad de manera
absoluta y cualquier traspié le pone furiosa (Figura 20, anexo 5). Uno de los objetivos de
Susanita en su vida es tener hijos y ver cómo evolucionan a altos cargos ejecutivos. Esto
desquicia a Mafalda, que ve como su amiga no tiene amplitud de miras (Figura 21, anexo 5).

Este imaginario acerca de la buena madre dentro de una magnífica familia, la mujer es
definida como “ángel del hogar” y por lo tanto, responsable del bienestar de todos y cada uno
de los miembros de la familia (Anna Freixa, 2001, p.68) como hemos visto anteriormente.

c. Feminidad normativa

El establecimiento de los roles y estereotipos de género por parte del patriarcado, ha


estado ligado tradicionalmente a una elaboración psicológica de base que califica a la mujer
como tal dentro de unos patrones de belleza determinados. Por éstos, la mujer ha de ser bella
y deseable a la vista del varón. Esa belleza hace visible a la mujer y ser aceptada por la
sociedad, para ser una opción dentro del casting patriarcal. Por éste la valoración sobre la
mujer se limita a aspectos puramente subjetivos. Incluso hasta Mafalda puede caer en la
“trampa” (Figura 22, anexo 5).

La feminidad normativa tradicional ha estado considerada desde un punto misógino


donde la mujer guardaba su celibato hasta el día del matrimonio, su cuerpo le pertenecía al
hombre y cualquier signo de adulterio se castigaba incluso penalmente. Eso hoy día ha
cambiado y la feminidad normativa actualmente va por otros caminos. La época de la
modernidad trajo consigo numerosos cambios en cuanto a la concepción que se tendría sobre
la mujer y su cuerpo. Hoy es la incidencia de los medios de comunicación y la transversalidad
de la globalización en su conjunto la que ha producido que la tiranía patriarcal sobre el aspecto
físico de la mujer se ejerza de forma indirecta. La mujer está comúnmente y en asombrosa
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mayoría, limitada por estereotipos que parten de bases erróneas en cuanto al aspecto físico
que debe tener por el hecho de ser fémina.

Este proceso crea una carencia de autoestima provocada por la incidencia de numerosos
agentes que calan en lo profundo de lo cotidiano. Sino que se lo digan a la madre de Mafalda
(Figura 23, anexo 6). Por otro lado Susanita ha comprendido con total normalidad que para
conseguir un marido que la mantenga, es necesario mantener un tipo concreto de peso y estar
guapa para él (Figura 24, anexo 6).

El casting patriarcal del que hablamos conlleva multitud de factores que inciden en los
distintos estamentos socio-económicos donde el patriarcado sitúa a la mujer de forma
horizontal. Es decir, los accesos de la mujer en puestos laborales, políticos, económicos,
incluso culturales y sociales están restringidos por la perspectiva del mandato de género.
Cualquier mujer no está por lo general capacitada para ciertos puestos sociales por el mero
hecho de su formación o posibilidad intelectual, sino debe cumplir unos requisitos físicos que
la conviertan en un reclamo para el visionado patriarcal.

Como consecuencia, la mujer ha de obtener un reconocimiento a su logro físico y con


éste cumplir una de las exigencias necesarias para poder optar al casting patriarcal. A Mafalda
todo esto le parece frívolo e insignificante, ella tiene otros problemas más importantes en los
que pensar (Figura 25, anexo 6).

La feminidad normativa es uno de los factores que en puntos extremos influyen en la


violencia de género. De manera directa como hemos visto o de manera indirecta, como con la
llamada violencia simbólica.

d. Violencia simbólica

Violencia simbólica es un concepto instituido por el sociólogo francés Pierre Bourdieu


en la década de los 70, que en ciencias sociales se utiliza para describir una acción racional
donde el "dominador" ejerce un modo de violencia indirecta y no físicamente directa en contra
de los "dominados", los cuales no la evidencian o son inconscientes de dichas prácticas en su
contra, por lo cual son "cómplices de la dominación a la que están sometidos" (Pierre
Bourdieu, 1994, p.123).

Aplicado a la perspectiva de género, la violencia simbólica contra las mujeres se ejerce


por el varón, cuando oprime a la mujer con ciertas actitudes encaminadas a inmiscuirse en la
esfera interna de la misma, poniendo en cuestión sus patrones físicos o psicológicos.
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Una de las vindicaciones más fuertes del feminismo en la actualidad va encaminada a la


erradicación de numerosas conductas llevadas a cabo por la visión patriarcal y que incluyen
campañas indirectas descalificadoras de la intimidad femenina. En este aspecto también
tienen mucho que decir, o más bien tendrían que explicar los medios de comunicación. No
obstante, Mafalda no está por la labor de ser partícipe de ese sistema (Figura 26, anexo 6).

Otro aspecto de este sistema es que consigue perpetuarse con la constatación de un


método de conflicto continuo entre mujeres que permite que la competitividad de las mismas
solo alargue en el tiempo su prestancia para alcanzar el objetivo que el patriarcado les ha
puesto en el horizonte. Es la lucha prioritaria por la que la sororidad encuentra fundamento en
la actualidad, esto es, la solidaridad de las mujeres en la lucha por la igualdad1. Un claro
ejemplo de falta de sororidad y el más claro de competitividad lo encontramos una vez más en
Susanita, la cual no atina a comprender que en sí misma está la posibilidad de hacer la
comunión entre mujeres en la lucha contra los estereotipos (Figura 27, anexo 7).

En la práctica son cuantiosas las cargas emocionales que se le atribuyen a estos


mandatos para retener el posible auge social de una mujer. Es decir, se intenta desde el
patriarcado a limitar la capacidad de relacionarse con las personas independientemente de su
sexo, raza o cualquier entidad física. Las mujeres deben relacionarse por este mandato con las
mujeres. Aun siendo buen padre, el de Mafalda tiene establecidos algunos parámetros
estereotipados en cuanto a este aspecto (Figura 28, anexo 7).

Este erróneo apreciamiento de la realidad reconoce al orden masculino como el


principal de la vida social. Esta sociología bourdiana considera que: “el sexismo es un
esencialismo, como el racismo, de etnia o de clase. El sexismo imputa las diferencias
históricamente instituidas a una naturaleza biológica que funciona como una esencia de donde
se deducen implacablemente todos los actos de la existencia. El sexismo es la más difícil de
desarraigar.”

En determinante conexión se encuentra el fondo de la violencia simbólica. Es necesario


tener en cuenta que ésta es causa de una potenciación de la dominación por razón de sexo.

Por tanto nos deberíamos cuestionar, ¿por qué en una sociedad tan avanzada como la
nuestra, continúa existiendo el patriarcado como poder? Lo vamos a intentar responder en el
siguiente epígrafe.

1
Anón. Y (2004) ¿Qué significa la sororidad?, , Sororidad, nueva práctica entre mujeres, consultado el 14 de octubre de 2014,
www.mujerpalabra.net
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e. Género y Poder

Una de las reivindicaciones más potentes y reiteradas de la historia del primer


feminismo del siglo XIX siempre ha sido la del derecho al voto. Al no ser consideradas como
ciudadanas, creían que era el primer paso como presupuesto habilitante para conseguir otros
derechos. Una vez alcanzado, los siguientes feminismos se preocuparon por rechazar el poder
existente y desbancar las pautas dominantes. Sin embargo, esto Susanita no lo tiene tan claro
como para tener que llevarlo a cabo (Figura 29, anexo 7).

Es esta exclusión del sistema político la que ha caracterizado históricamente la relación


de dominación. Teniendo en cuenta la evolución histórica de la filosofía, hay que valorar que la
concepción biologicista de la desigualdad de sexos ha sido la institución que ha provocado la
intención feminista impulsora del movimiento de las mujeres en el poder.

Así por ejemplo, Rousseau las excluía tácitamente del famoso y relevante pacto social
por el mero hecho de no ser igualmente libres. Otro ejemplo claro lo encontramos en el
existencialismo feminista de Simone de Beauvoir. Desgraciadamente le encontramos en éste
un punto ciego. Esta feminista de mediados del siglo XX, profesaba una gran admiración al
filósofo francés Sartre y se auto-limitó a su teoría, considerando que ella no era una filósofa,
porque no era creadora del sistema. Una adelantada a su tiempo que se subrogaba al
pensamiento establecido como unitario. En los últimos años de Mafalda, la aparición de su
pequeñísima amiga Libertad, hace reflexionar al lector desde un punto de vista distinto al que
Quino acostumbraba (Figura 30, anexo 7).

El bloqueo ejercido por el patriarcado se usó en base a los estereotipos clásicos que
utiliza en el normal desarrollo de la realidad. Algunos de ellos fueron acuñados por el propio
movimiento feminista (Kirkwood, 1981 en Archenti, 1994, p.31):

- A las feministas no les interesa el poder (Figura 31, anexo 8)


- Todas las feministas somos iguales
- Existe una unidad natural por el sólo hecho de ser mujeres
- El feminismo solo existe como una política de mujeres para mujeres
- Las feministas hacemos política de otra manera
- El consenso es democracia
- Porque yo mujer lo siento, vale

Otra tendencia excluyente de la mujer en el poder, es la de que su visibilidad política se


restringe únicamente a los tiempos de crisis, para que en los tiempos de estabilidad volvieran a
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retrotraerse a la esfera doméstica. La cuestión principal es dejar a la mujer al margen de la


representación política cotidiana. Se considera que a las mujeres les resulta parcialmente
desconocido el tema político, y así se puede generar en el colectivo la contradicción y el
rechazo (Figura 32, anexo 8).

Muy importante es otra cuestión que no puede pasar desapercibida. En la sociedad


capitalista en la que vivimos, hay que explicar la dominación patriarcal desde el punto de vista
económico, sino estaríamos faltando a los principios reguladores del mismo. En palabras de la
feminista americana de los años 80 Catherine McKinnon: “la sexualidad es al feminismo lo que
el trabajo al marxismo: lo que nos es más propia pero más quitada” (alienada). Esta
concepción socialista según la autora, haría comprender a las mujeres su identidad común y se
aprestarían a la acción política (Figura 33, anexo 8). Por tanto para McKinnon, el sistema de
poder opera como lo hace porque la desigualdad de la cual la sexualidad es la fuente tiene
como consecuencia de la desigualdad las relaciones entre los sexos.

Para las feministas marxistas debería existir una explicación “material” para el género.
Para ellas, el dominio capitalista y el patriarcado están separados pero actúan recíprocamente.
Esta causalidad económica tiene prioridad y el patriarcado se desarrolla y cambia siempre en
función de las relaciones de producción. Esta teoría puramente extraída del Manifiesto
Comunista, fue discutida por aquellos que afirmaban que los sistemas económicos no
determinan directamente las relaciones sociales.

Son numerosas las teorías económico-feministas de las relaciones de poder, que al


extenderlas ocuparíamos otro paper por separado. Por tanto nos limitaremos a dejarlo aquí
como introducción histórica al análisis de las relaciones de poder que conllevaban la
dominación de género. El elemento subyacente decisivo de la relación política-género ha sido
sistemática e históricamente la ocultación de la vindicación feminista, donde las mujeres han
estado desinformadas y sometidas a un régimen que se ha perpetuado independientemente
de la ideología y la corriente del momento (Figura 34, anexo 8).

f. El Techo de Cristal

Es aquella metáfora que se usa para denominar la superficie superior invisible a la


carrera laboral de las mujeres, difícil de traspasar, que impide seguir avanzando. Su carácter
invisible viene establecido por el establecimiento a priori de los obstáculos limitadores en el
acceso a los altos cargos en el empleo y que son difíciles de detectar. También se le denomina
suelo pegajoso que agrupa las fuerzas que mantienen a las mujeres atrapadas en la base de la
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pirámide económica (Mabel Burín, 2004, p.1) muy en interrelación con el trabajo doméstico,
base de la sociedad patriarcal.

El establecimiento de este techo impide alcanzar a las mujeres las metas profesionales
para las que están preparadas, estadísticamente demostrado con ciertos aspectos que
estructuralmente se han repetido en la historia en cuanto a los puestos de decisión se refiere:

 Estructura jerárquica de la industria y con hombres ocupando casi todos esos


puestos decisorios -elección por cooptación y no por capacidad y mérito- (Figura
35, anexo 9).
 El acceso de la mujer en espacios tradicionalmente masculinos es observado
desde un punto de vista más exigente (Figura 36, anexo 9).
 Los casos más básicos de estereotipos, como vimos en el apartado anterior y
enumerados por Julieta Kirkwood, pero aplicados a las mujeres en general.
 La doble carga que veíamos en cuanto a la relación trabajo reproductivo –
trabajo productivo.
 La auto-desconfianza. La falta de modelos femeninos con los que identificarse
hace que se agudice la inseguridad y el temor a la falta de eficacia en los
empleos tradicionalmente varoniles (Figura 37, anexo 9).

Uno de los problemas determinantes de este techo de cristal es la numerosa carga de


mujeres inconscientes y pasivas ante el tema. También porque no existe la suficiente presión
para detectar e impulsar otras formas diferentes y justas de organización social.

Según Mabel Burín, (Burín ob. Cit. 2004, p.2) este techo de cristal se gesta en los
primeros años de la infancia y adquiere una dimensión más relevante a partir de la pubertad.
Estas etapas son cruciales en la formación psicológica de la niña, a la hora de una probable
oposición al sistema que establece este sistema de bloqueo invisible.

2. Conclusiones generales

En mi casa siempre ha habido Mafalda. Desde que tengo uso de razón, mi madre
compraba todos los fin de año un calendario en que cada día era una tira reivindicativa,
revolucionaria y contestataria ante el mundo. Aprovechando el 50º aniversario de la tira de
cómic latinoamericana más vendida de la historia y la sugerencia de un cómic para analizar la
perspectiva de género desde un aspecto de la realidad, no tuve dudas.
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Hasta que he tenido el privilegio de leer todas y cada una de las tiras de cómic de la
saga, puedo decir que no he conocido otro dibujo que represente de una forma tan explícita el
sentir del pueblo ante la dirección que ha tomado la sociedad. Considero que a pesar de darse
en los años 70, Quino supo plasmar en sus diseños la situación actual de un país oprimido
como era el argentino y a la vez enseñar al lector que los problemas del país sudamericano los
teníamos todos. Sobre todo en lo que se refiere a los temas más cotidianos de nuestra vida:
nuestra casa, nuestros amigos, nuestros colegios, nuestras vacaciones. En cosas que
consideramos normales y en relación a las conductas que tenemos hacia lo ajeno que
valoramos como corrientes para Mafalda era suficiente motivo de análisis.

El juguete preferido de nuestra protagonista es un globo terráqueo al que cuida con


mimo y le cuestiona el día a día. Todas sus inquietudes son preguntas retóricas que están al
alcance de cualquier ciudadano de a pie y que en nuestra más profunda conciencia todos nos
hemos llegado a cuestionar en algún momento (Figura 38, anexo 9).

Otra característica que veo muy importante en el personaje protagonista es la capacidad


de reflexión que tiene ante la vida. A pesar de ser una niña de 8 años es a través de sus
inquietudes de donde Quino nos hace ver su perspectiva de la sociedad. Mafalda como
cualquier niña de su edad, ve mucho la tele y la radio, y vive en un desencanto continuo por la
multitud de desgracias que se encuentra en el día a día. Es la capacidad de reflexión del autor
la que atribuye a Mafalda la posibilidad de empatizar con su carácter revolucionario y
contestatario como principio para comenzar a cuestionarnos los patrones que nos enseñaron a
seguir desde pequeños. Nuestra protagonista no se plantea de que está hecho el mundo como
tal, sino el porqué de sus defectos y la forma de solucionarlo (Figura 39, anexo 10).

Personalmente ha sido un placer volver a releer uno de los dibujos con los que me crié y
creo que la carga feminista que tiene es muy interesante. He pretendido sacar todo el jugo que
dan las 15 páginas del paper, en lo que a perspectiva de género se refiere dentro de esta
sensacional y cultural obra de los años 70.

Todas y todos estamos sometidos al mandato patriarcal de género. De una forma


indirecta e inconsciente o de forma directa y tácita, nos encontramos anclados al sistema
estructural que establece el androcentrismo como el cimiento de partida para la perspectiva
de la realidad.

En mayor o menor medida, tenemos en nuestra mano el darnos cuenta y actuar frente a
la historia y la tradición. De esta manera podemos (intentar) impedir que nuestro alrededor se
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convierta en partícipe de la ordenación invariable del género como estructura. Estas


diferencias biológicas evidentes, que han utilizado nuestros antecesores para instaurar
disímiles patrones por los que de pequeños se nos enseña a actuar y a pensar, no deben
cegarnos en el momento de tomar una decisión.

En una sociedad resquebrajada por tantas injusticias y desigualdades, la que hoy


tratamos ha estado oculta a nuestros ojos de forma reiterada en la historia. La razón siempre
es la misma: no interesa. No interesa que la mujer esté en los altos cargos, que tenga voz y
voto, resulta más cómodo y adaptado a la metodología que venimos usando desde tiempos
inmemoriales, que ese 50% de la población quede subordinado al mandato.

Por ello uno de los engranajes más importantes de la cadena patriarcal desde mi punto
de vista es la falta de información. En esta colectividad donde los medios de comunicación
tienen tanta relevancia en la globalización, si cuando el bebé tiene un pequeño uso de razón y
su cerebro digamos a cero o en blanco, se está impregnando de las órdenes que desde el
enfoque patriarcal se dan, es muy difícil o incluso diría imposible cambiar la perspectiva de la
realidad.

Otro aspecto que me gustaría recalcar es la transversalidad del género o


mainstreaming. La dirección que alcanza el mandato de género no entiende de política, de
economía, de sociedad, de educación, de cultura ni de personas. Cada uno de los ciudadanos
estamos impregnados por algún factor que en mayor o menor medida está irremediablemente
influenciado por el patriarcado.

Considero necesario recalcar que el feminismo como corriente filosófica e ideológica ha


sido clave y categórico en el mundo contemporáneo. Incluye una serie de herramientas que de
no ser introducidos esa parte tan ingente de la población estaría anclada en el pasado más
misógino. El feminismo ha estado atacado a lo largo de su extensa historia por el patriarcado
con discursos que se van regenerando conforme van pasando los años.

La virtud del feminismo que yo considero de las más destacables es la capacidad de


regenerarse y de a pesar de que intenten socavarlo, nunca se rinde. En una época donde la
falta de información y sobre todo la tergiversación intencionada de la verdad está a la orden
del día, me parece esencial que una corriente crítica y de constante polémica como es la
feminista, sea capaz de hacer esclarecer al mundo – dentro de sus posibilidades –, las
injusticias diarias que sufren las mujeres de cualquier etnia o cultura, status social, situación
geográfica, carácter… (Figura 40, anexo 10).
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Al más puro estilo del feminismo liberal, considero que la felicidad es el único valor de la
sociedad que el individuo merece preservar y por tanto en las manos del Gobierno debe estar
garantizado ese status quo que en la actualidad está resquebrajado por razón del sexo (Figura
41, anexo 10).

Entiendo que el lector de este paper se pregunte ¿y el resto de factores que


encontramos cuando nos enfrentamos a la realidad? Sobre todo, ¿Qué pasa con las relaciones
interpersonales? Todos los estereotipos que afrontamos en la vida cotidiana, están
impregnados de las conductas propias de quién lo crea, y si son perjudiciales para el resto es
debido a que carecen de felicidad desde que parten del emisor.

Por ello y por supuesto sin olvidar el resto de injusticias mundiales, creo que es
necesario a nivel de género un cambio real y efectivo de la forma de pensar y gobernar –
siempre dentro de un sistema gubernativo del que ya somos incapaces de escapar –; es decir,
necesitamos más “Mafaldas” y no actuar sin pensar. En la reflexión y la empatía está el
cambio. (Figura 42, anexo 10).
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