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UNIVERSIDAD DEL GOLFO DE MÉXICO

Licenciatura en Psicología general

Nombre de la alumna: Yuri López Coca

Grado: “IV” Grupo: ”B”

Asignatura: Desarrollo Afectivo y Cognoscitivo

Trabajo: MiniGuía y Publicidad a la Paternidad Afectiva y


Responsable

Nombre del catedrático: Misael Palacios García

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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN ....................................................................................................... 3

JUSTIFICACIÓN ........................................................................................................ 4

OBJETIVOS ............................................................................................................... 4

Objetivo General: .................................................................................................... 4

Objetivos Específicos: ............................................................................................. 5

MARCO TEÓRICO..................................................................................................... 5

PUBLICIDAD PATERNIDAD ACTIVA. ....................... Error! Bookmark not defined.

BIBLIOGRAFÍA. ......................................................................................................... 11

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INTRODUCCIÓN

El presente manual procura ser un aporte a la creciente necesidad de


participación activa masculina en la crianza de los hijos e hijas. Es de esta manera
que se visualiza el significado de la paternidad como algo necesario para consolidar
el carácter, personalidad, el desarrollo cognoscitivo, afectivo y motor de los hijos e
hijas durante su crecimiento, ligado a múltiples cambios asociados al proceso de
transformación del patriarcado, concentrados por la crisis de la familia patriarcal
(Castell, 1997).

Respecto a los cambios en la identidad masculina, (Gutmann, 1997, p. 155)


indica que “solo puede ser comprendida en relación a otras identidades y debe ser
vista como un proceso histórico y cultural variable, definiéndola como lo que los
hombres dicen y hacen para ser hombres”. Aunque en la realidad sea errónea su
actuar y el papel que desempeñan al momento de la crianza de los hijos, asumiendo
el papel de proveedores únicamente y otras ni siquiera eso, delegando toda la
responsabilidad en la crianza de los hijos a la madre.

Por otra parte algunos procesos históricos, tales como la incorporación de la


mujer al trabajo (Castells, 2000) trajo consigo una serie de cambios donde el rol
proveedor ya no era privativo de lo masculino poniendo en tela de juicio atributos y
mandatos de la construcción de la identidad del hombre ha cambiado, y por
consiguiente deben adoptar un papel de paternidad afectiva y responsable.

Frente a este fenómeno, (Montesinos, 2002) argumenta la necesidad de


construir una nueva identidad masculina desligada de la tradición y los valores
tradicionales de nuestra sociedad, existiendo un creciente traspaso del rol tradicional
hacia un “nuevo padre”, caracterizado por su creciente participación en la crianza de
los hijos. Estas directrices ponen en tela de juicio la estructura y los valores de la
familia patriarcal y la dificultad para desempeñar los roles socialmente estructurados
lo que tiene que revolucionar las relaciones estables al interior de la familia.

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JUSTIFICACIÓN

Frente a las nuevas exigencias que ha experimentado el rol paternal, se


observa que los estereotipos se han flexibilizado por lo que existe una mayor
necesidad por parte de los padres de ejercer una crianza corresponsable con sus
hijos; sobre todo porque es necesario desarrollar una paternidad activa.

Infinidad de autores destacan y documentan el impacto positivo en los niños al


haber contado con un padre presente e involucrado en las labores de crianza.
Señalan observar menos problemas conductuales, menos conflictos con la ley; menor
vulnerabilidad económica posterior, mejores resultados en escalas de desarrollo
cognitivo, mejor rendimiento escolar y menor estrés en la adultez.

La sociedad actual debe ir comprendiendo que la presencia de los padres que


quieren paternar es útil, necesaria y deseable para el adecuado crecimiento de los
hijos y un punto significativo en la apertura de puertas de crecimiento y desarrollo
personal de la mujer, que ya no estará sola a cargo de los hijos, son dos los que
deben estar presentes en la crianza lo cual es beneficioso para la familia y la
sociedad.

Es indispensable implementar una política enmarcada como proveedora de


una oportunidad para cambiar construcciones de masculinidad de un modo positivo
como parte de un proyecto social más amplio de construir equidad de género en la
sociedad a través del involucramiento constructivo con hombres y niños” según nos
comentan Barker y Greene (citado en Barker y Aguayo, 2011, p. 24).

OBJETIVOS

Objetivo General:

 Comprender el significado que otorgan los padres a la construcción del rol


paternal durante la crianza de sus hijos.

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Objetivos Específicos:

 Conocer el significado que le otorgan los padres a la participación activa en la


crianza de sus hijos.

 Identificar los significados que le atribuyen los padres a los cambios culturales
que facilitan y restringen la participación activa del rol parental en la crianza de
los hijos.
 Explorar la reproducción de pautas culturales enmarcadas en la paternidad
hegemónica y su impacto en el rol parental activo en la crianza de los hijos.
 Aprender a asumir un rol de paternidad activa para propiciar el desarrollo
afectivo, cognoscitivo y motor por parte de los hijos en su crecimiento.

MARCO TEÓRICO

Hoy se cuestionan los roles tradicionales de género. Uno de los cambios


demandados por la modernidad y que ha venido a fracturar el rol de la familia
patriarcal, está relacionado con la incorporación de la mujer al mundo del trabajo,
diluyéndose el mandato de ser proveedor y la posición de autoridad en el caso de los
varones. “Este proceso de modernización ha ido permitiendo que, a través de estas
décadas, en el ámbito de la familia y la paternidad, se haya incrementado la
aceptación (y demanda) por una mayor diversidad e igualdad entre sus miembros.

La paternidad se define como la relación que los hombres establecen con sus
hijos en el marco de una práctica compleja en la que intervienen factores sociales y
culturales, que además se transforman a lo largo del ciclo de vida tanto del padre
como de los hijos. (Zicavo, 2010), sostiene que los modelos socioculturales han
construido durante muchos años padres ausentes y distantes emocionalmente,
subjetivando de esta forma los mandatos tradicionales de la masculinidad. Por lo que
la paternidad sería una experiencia de profundo significado humano, íntimamente
ligada a la donación incondicional e irrevocable de la libertad propia para asumir la
responsabilidad por la existencia del hijo, cuyo nacimiento marca un hecho que
acompañará a los progenitores toda su vida. Como indica (Ugalde, 2002) se trata de
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un fenómeno cultural, social y subjetivo que relaciona a los varones con sus hijos y
su papel como padres en distintos contextos, más allá de cualquier tipo de arreglo
conyugal. Por su parte (Zicavo, 2006, p. 65) indica que “debemos entender por padre
a aquella figura masculina que en su constante intercambio con el niño (en espacios
y tiempos adecuados) elige construir junto a su hijo lazos afectivos duraderos en
ambas direcciones (padre-hijo, hijo-padre) y que es escogido y reconocido por el
menor como la figura parental significativa en base al apego emocional desarrollado
a través de la convivencia”. Más adelante (Zicavo, 2006, p. 87) menciona que “la
funcionalidad paternal implica entonces:

1. La posibilidad real de mantener contacto físico habitual con los hijos. De


manera tal que la presencia paterna sea comprendida y sentida como algo
necesario para el proceso de crecimiento, maduración y desarrollo del niño y
del padre mismo, ya que este promueve y acompaña cambios, se cambia a sí
mismo, crece y evoluciona a la par de su hijo.
2. Constante disponibilidad afectiva, emocional, plasmable en lo cotidiano, de
carácter recíproco con los hijos.
3. La participación cooperativa en las tareas y labores surgidas del proceso de
crianza, guarda y crecimiento de los hijos, así como la garantía del desarrollo
pleno de sus potencialidades”.

Sin embargo, después de las consideraciones anteriores, la revisión del


escenario de los programas y bibliografía revela que, a pesar de los avances teóricos
en los estudios de las paternidades y programas han tenido un desarrollo mucho más
lento e incipiente. De acuerdo a (Zicavo, 2010, p. 27), “en el ámbito público, el
deterioro en el cuidado de la familia es observable tanto en la ausencia de políticas
sociales como en el precario estado de las que existen, que no logran satisfacer las
necesidades reales actuales de los diferentes tipos de familia”. Para ilustrar esto
Barker y Greene (citado en Barker y Aguayo, 2011, p. 12) nos explican que “esta falta
de visión global de las políticas públicas para incluir a los hombres en una
transformación de género tiene consecuencias vitales en las posibilidades de éxito de
las mismas, ya que las desigualdades en materia de género están muy arraigadas en
los diferentes campos de la vida social (políticas, leyes, normas, instituciones,
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discursos, prácticas, etc.) y requieren por tanto una intervención sostenida para
producir cambios significativos”.

La figura del padre cumple, en el proceso de socialización, un papel muy


importante, no sólo como elemento de apoyo en la relación madre-hijo, sino como
modelo de comportamiento y actitudes alternativas, necesario para facilitar que los
procesos de identificación con la madre no entorpezcan la fase autónoma del
desarrollo. En el proceso de formación del niño, se espera que él transforme los
sentimientos acerca de sí mismo (caracterizados por la grandiosidad y la
omnipotencia) hacia la formación de un sí mismo saludable que lo conduzca a obtener
logros personales e interés entre otros. Se ha encontrado que, en numerosos casos
de niños con dificultad de separación de la madre, apego ansioso u otros trastornos
del comportamiento, existe ausencia física o psicológica de la figura paterna.
(Alatorre, 2000). Para definir a la paternidad es necesario discutir primero la diferencia
entre genitor y padre. El genitor corresponde a quien engendra, sin embargo; el padre
va más allá del hecho biológico de la procreación y, en muchos casos tal y como
ocurre en nuestra cultura dada la dinámica de la estructura familiar, ni siquiera ha
participado de este proceso. De hecho, es frecuente que muchos hombres den su
apellido, críen y asuman la función de padre de hijos de sus compañeras. (Rodríguez,
1997).

La vivencia de la paternidad para muchos hombres ha significado una gran


experiencia, una nueva responsabilidad y un evento importante que le ha dado
sentido a su vida. Del mismo modo la experiencia de convertirse en padres, o muchas
veces la sola noticia del embarazo les significa un paso para sentirse adultos,
independientemente de que por edad ya lo fueran, significa el paso a la
responsabilidad" (Rodríguez, 1997). Sin embargo, también un embarazo puede
significar en muchos casos la ruptura de una pareja, pues el hombre no se hace cargo
de este y queda cuando mucho como genitor.

El padre ideal debe estar presente, contarse con él y brindar tiempo de calidad.
Ello choca con la realidad que ven muchos hijos en la mayoría de los casos, como ha
quedado evidenciado a lo largo de los párrafos anteriores. La representación social
de la figura paterna la refleja como "ausente" y omnipresente a la vez. La potestad
que tiene al jefear el hogar le da trascendencia dentro de la ideología y le otorga el

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poder y el control sobre los demás miembros de la familia. Eso sí, bajo la condición
oficial de que sea proveedor. Afectivamente puede estar ausente, pero si es un buen
proveedor es un buen padre. Existe la creencia, en el nivel social y principalmente en
la femineidad, de que un hijo logra unir a los progenitores, sin embargo, ello en un
número significativo de casos no es así, tal y como se evidencia en algunas
bibliografías consultadas. (Rodríguez, 1997).

Como se ha visto hasta ahora de acuerdo a la bibliografía consultada; los


padres sí importan y sí pueden marcar positivamente la diferencia en el desarrollo y
el bienestar de sus hijos e hijas. No porque su aportación sea única e intransferible
para los menores, sino porque éstos necesitan y tienen derecho a ser cuidados
independientemente del sexo del cuidador. Hombres y mujeres están capacitados
para cuidar de los niños.

Últimamente han proliferado a escala mundial las investigaciones que


muestran la importancia de la participación de los hombres en el cuidado de los hijos
e hijas, tanto por los efectos positivos en ellos como en el funcionamiento de la familia,
incrementando el bienestar de las madres, los padres y los menores.

Es necesario reconocer que es indispensable lograr la participación activa,


responsable y consciente de los hombres en su paternidad, porque tiene un impacto
positivo en los hijos e hijas en los siguientes aspectos: mejora la salud física y mental
de los menores, mejora el rendimiento escolar, desarrollo cognitivo y habilidades
sociales como la empatía, más autoestima, establecimiento de vínculos seguros,
menos problemas conductuales y más tolerancia a la frustración. Además, se ha
evidenciado que la paternidad responsable es un factor de protección de conductas
de riesgo (también en la salud sexual y reproductiva) y trastornos afectivos en los
menores, a la vez que permite prevenir las conductas violentas y el abuso en la
familia. Por supuesto que los niños y niñas que crecen con un modelo de padre
implicado en su cuidado romperán con la transmisión generacional, hecho que facilita
la aceptación de la igualdad de género y la reproducción de un modelo
corresponsable por parte de los chicos, a la vez que contribuye a la autonomía y al
apoderamiento de las chicas.

Además, los efectos positivos de la participación de los hombres en la


paternidad también se han demostrado en las mujeres. Así, cuando los hombres

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están implicados en su paternidad, las esposas reportan estar menos sobrecargadas,
más saludables y más felices con su relación de pareja. La corresponsabilidad en las
tareas domésticas y de cuidado facilita la participación de las mujeres en el mundo
laboral remunerado y en el desarrollo máximo de su potencial. Se ha demostrado que
la participación de los padres antes, durante y después del parto tiene efectos
positivos en la salud materna.

Además, es un factor de protección para prevenir la violencia machista contra


las mujeres y los hijos e hijas (teniendo en cuenta que el embarazo y el posparto es
un momento vital especialmente sensible para el surgimiento o intensificación de la
violencia machista) y para poder romper la transmisión generacional de esta violencia.

Adicionalmente, con este mini manual se pretende apuntar que la


incorporación de los hombres en el cuidado de los menores no solo reporta
beneficios para los hijos e hijas, a las madres y la sociedad en general, sino que
también tiene beneficios para los propios hombres en aspectos como el desarrollo
personal, el rencuentro con el mundo emocional, la mejora de la relación de pareja,
la mejora de la salud, la promoción de la autonomía, la autoestima, el
autoconocimiento, la empatía, etc. De hecho, los padres implicados en la crianza de
sus hijos e hijas relatan estar más satisfecho con su vida, con más bienestar y
felicidad. Además, estos estudios afirman que una paternidad responsable facilita que
los hombres tengan más prácticas de autocuidado, lo que mejora su salud física y
psicológica y previene ciertas conductas de riesgo como el abuso de sustancias
tóxicas.

De hecho, la paternidad en los momentos del embarazo, el parto y el posparto


supone una oportunidad para promover el cuidado en los hombres para con la madre
de su futuro hijo, implicarlos en la corresponsabilidad y prevenir la violencia machista.
Supone una palanca de cambio hacia posiciones más igualitarias en las relaciones
de género y familiares. Además, facilita la construcción de masculinidades
alternativas, ya que remueve y desestabiliza muchos aspectos que están
relacionados con los mandatos principales de la masculinidad hegemónica tradicional
como, por ejemplo, el cuidado (de los demás y de uno mismo), el reconocimiento y la
expresión de las emociones, la sexualidad, los afectos y la relación de pareja, la
comunicación asertiva, etc.

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BIBLIOGRAFÍA.

Alatorre, J. (2000). La participación de los varones en la reproducción y paternidad:


un marco de referencia. México: CEPAL.

Barker, G., & Greene, M. (2011). Nuevos padres: construcción del rol paternal en
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28 de Abril de 2019, de
https://www.researchgate.net/publication/304252693_Nuevos_padres_constr
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Castells, M. (2000). El fin del patriarcado: movimientos sociales, familia y sexualidad


en la era de la información. Volumen III. México: Siglo XXI Editores.

Gutmann , M. (1997). Los verdaderos machos mexicanos nacen para morir. En:
Valdés, T. y Olavarría, J. (eds.). Masculinidad/es. Poder y crisis. Santiago,
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Montesinos, R. (2002). Las rutas de la masculinidad. Ensayos sobre el cambio


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Rodríguez M, E. (1997). Masculinidad y Sexualidad Informe final de investigación.


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Roger C, R., & Allan, M. (1981). Paternidad positiva. Modificación de la conducta en


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Ugalde, Y. (2002). Propuesta de Indicadores de Paternidad Responsable. En


CEPAL. Educación Reproductiva y Paternidad Responsable en el Istmo
Centro Americano. Cap 4. Recuperado el 28 de Abril de 2019, de
www.cepal.org:
https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/25583/1/LCmexL542_es.
pdf

Zicavo, N. (2010). Crianza Compartida. México: Trillas.

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