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Capítulo 2

Causas de la desigualdad de género en la estructura social y su


impacto en el ámbito laboral.
Se está de acuerdo en que la desigualdad de género es la discriminación irracional de
las personas por motivo de su sexo.
Teniendo en cuenta todo el tramo histórico que sin duda repercute en la actualidad,
hoy por hoy que todo este sistema de división de roles siga repercutiendo en la vida cotidiana
de todas las mujeres del mundo, tiene sus causas. Dichas causas las podemos englobar en 3
ejes centrales.
Se puede afirmar que una de las principales causas de la desigualdad de género y su
impacto en la vida laboral de las mujeres es la construcción cultural hegemónica. Pues
incentiva la reproducción de los roles de género con un estereotipo marcado de familia
tradicional ejemplar (familia tipo: mamá, papá e hijos) y una idea sobre los comportamientos
asignados a cada género que les da su valor en base a que tan bien cumplan dichos
pensamientos. Todos hemos escuchado frases como “vive trabajando y no le presta atención
a los hijos” “¿dónde está la madre?” “que rica está la comida, ya te podrías casar”, siendo
estos los ejemplos perfectos de dónde radica el valor de una mujer en base a dichas
construcciones sociales. De hecho, gracias a estos pensamientos se establece que el 82,2% de
las personas que han elegido estar desempleadas para dedicarse a la vida hogareña (se
incluye el cuidado de niños menores a 14 años) son mujeres.
Estos pensamientos se siguen perpetuando en la memoria de la sociedad por medio
del sistema educativo el cual sigue transmitiendo este mensaje de manera natural y
reiterativa, ya sea invisibilizando la participación del género femenino a lo largo de historia,
ya sea por omisión o por ignorancia de dicha información. También el casi nulo estudio de
biografías de mujeres relevantes, tanto a nivel nacional como internacional, y la exclusión de
niñas de ciertas actividades, por ejemplo, cuando se requiere de fuerza para mover algún
banco u objetos pesados, automáticamente se convocan varones y no mujeres siendo esto
evidencia de la división de tareas por los roles asignados socialmente.
Estos ejemplos son muestra de pequeñas acciones tomadas con naturalidad que hacen
una diferencia entre ambos géneros de manera inconsciente y arraigada en la mente del
colectivo, denominadas micromachismos. Se establece que aproximadamente el 70% de los
varones y el 60% de las chicas presentan este “sexismo” instaurado en su división de tareas.
Otros de los ejes centrales implicados en el sostén de estas diferencias son los medios
de comunicación, los cuales juegan un rol importante en la construcción de las
representaciones y estereotipos, ya que difunden cosas tales como publicidades, series,
películas e información que condiciona la visión del mundo. Las publicidades refuerzan los
roles y estereotipos de género, presentando a las mujeres como ama de casa, madres y
esposas; en contraposición de profesiones más y menos valoradas socialmente (por ejemplo
enfermeras, doctoras). Se sabe que el 75,6% de los anuncios de artículos de limpieza está
protagonizado por mujeres, y en total el 43,4% de las mujeres cumplen un papel como ama
de casa. También, en solo el 28,9% aparecen como profesionales, en donde el 42,6% de las
veces comparte protagonismo con el hombre. Por ejemplo, Marolio durante el periodo 2020
estuvo transmitiendo una publicidad donde se ve claramente la división de tareas entre
mujeres y hombres, donde en de tres escenas distintas dos son protagonistas hombres y
mujeres, y una la protagonista son dos mujeres: un grupo de madre e hija. En una de las
escenas son una pareja, en otra escena una familia de 4 integrantes, donde 3 de ellos
hombres y una es mujer.

En dos de las tres escenas, vemos claramente a la mujer cumpliendo el rol de cocinera
o que se encarga de servir la comida. Siendo así que se demuestra una clara división de tareas
por roles de género.
Los programas de televisión y las películas afirman dicha división entre ambos
géneros representando a las mujeres como madres y esposas y, en caso de no cumplir con
dicho rol, villanas.
Realmente no podemos identificar como total responsable de la existencia de la
desigualdad de género a los medios de comunicación, pues los mismos son un reflejo de la
sociedad. Demostrando y promoviendo roles ya instaurados, pero sin duda cooperando en la
propagación de los mismos. Así como también son una herramienta que mantiene vigente
esto, también es uno de los medios principales para poder romper con estos patrones saliendo
de los típicos estereotipos e incluyendo nuevas formas de ver el mundo que cambien la
mentalidad ya existente.
El cine y la televisión, principalmente, son importantes agentes socializadores y
conformadores de estereotipos. En la actualidad, estos dos aspectos comunicativos
adquirieron un papel fundamental en la formación de la identidad del individuo y la
transmisión de valores sociales, es decir que contribuyen a definir no sólo lo que vemos, sino
también la forma en que lo vemos. Si la televisión es tan importante en el desarrollo de la
personalidad y de la identidad, también lo es para la evolución hacia una sociedad igualitaria,
donde la representación femenina y masculina sea la adecuada (Defensoría del público,
2013).
Hablar de estereotipos de género en series y películas es una tarea sencilla, aunque
complicada al mismo tiempo. Sencilla porque en cada una de ellas, podemos encontramos
fácilmente prejuicios femeninos preestablecidos desde una lógica patriarcal, y complicada,
porque es imposible abarcar todos los géneros del cine y la televisión.
Los estereotipos reflejados en las series de televisión se reproducen también en el
ámbito cinematográfico. Desde los años noventa la nueva representación femenina en el cine
se ha dado de manera pausada y aún en la actualidad seguimos viendo aquel machismo que
pudimos observar con Julia Roberts en Pretty Woman. Si estos estereotipos los trasladamos a
las series y películas actuales, podemos confirmar que el cine sigue tratando a la mujer dentro
de una mirada patriarcal. Aun así, aunque en menor medida, encontramos algunos cambios al
respecto.
En la actualidad, con el avance de las nuevas tecnologías, las redes sociales fueron
tomando cada vez más fuerza al momento de implantar y perpetuar estereotipos de belleza y
roles de género. Al estar constantemente rodeados de mensajes publicitarios e imágenes
idealizadas, somos muy vulnerables a esta información, planeada para crear una idea
determinada sobre aquello que está socialmente aceptado.
Vivimos en un mundo cada vez más virtualizado, lo que hace que el uso de internet
genere aún más diferencias entre chicos y chicas, creando un escenario posible para la
desigualdad de género. Los contenidos audiovisuales que podemos encontrar en las redes
sociales propagan estereotipos, roles de género, formas fijas de entender a las y los jóvenes,
violencia sexual hacia las mujeres, etcétera. Estás diferencias se reproducen de manera
virtual, logrando imponer roles diferenciados en función del género y marcando diferencias
en cuanto a los contenidos compartidos en internet (Norma Vásquez, 2013).
A partir de las encuestas realizadas a mujeres de entre 16 y 60 años, se identificó que,
previo a la pandemia un 38,8% de las encuestadas se encontraba desempleada, un 33,7%
empleada informalmente y un 27,6% empleada formalmente. Además un 60% de ellas, tenía
menores bajo su cargo, y asimismo en un 67,7% eran las encargadas de las tareas domésticas,
incluyendo el cuidado de los niños.

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