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CA P ÍT U LO 1 1

VIOLENCIA DE GÉNERO Y
TECNOLOGÍAS ACTUALES: ENTRE
LA EUFORIA Y LA DESOLACIÓN1
Lucía Amatriain - Macarena Kuhn - Magalí Legarralde

Introducción

E l reciente estreno de la serie Euphoria (Leshem, Levin y Yarde-


ni, 2019) ha generado una multitud de reacciones al retratar en
un presente vertiginoso las vicisitudes de un grupo de jóvenes perte-
necientes a la Generación Z -aquella integrada por los nacidos entre
1995 y 2010- que intentan devenir adultxs en un contexto tan apabu-
llante como excluyente. El novedoso contenido de HBO presenta los
sentimientos de estxs adolescentes marcadxs por la ansiedad, la in-
certidumbre respecto al futuro, la soledad y el vacío, que se refuerzan
en el vínculo estrecho que mantienen con las redes sociales.
Lxs llamadxs nativxs digitales comparten el hecho de haber nacido
en una sociedad donde las tecnologías no solo condicionan su forma
de comunicación sino también lo referente a su constitución subjetiva.
La serie exhibe a sus personajes atravesadxs por una exaltación ma-

1
Este artículo integra los materiales de la multimedia “Educación Sexual Integral: un
enfoque desde la ética y la perspectiva de género” desarrollada durante 2019 en forma con-
junta entre la UBA y la UNSL, bajo dirección de Alejandra Taborda, Elizabeth Ormart y Juan
Jorge Michel Fariña. La multimedia incluye análisis de las siguientes películas y series: Dul-
ce de leche (Galperín, 2011); Rita (Torpe, 2012); Orange is the new black (Kohan, 2014); Grace
and Frankie (Kauffman, 2015); Merlí (Lozano, 2015); 13 reasons why (Yorkey, 2018); Sex Edu-
cation (Nunn, 2019) y Euphoria (Leshem, Levin y Yardeni, 2019). Su realización estuvo a car-
go de Paula Mastandrea, Lucía Amatriain, Macarena Kuhn y Magalí Legarralde. Ver https://
www.eticayderechoshumanos.org/esi

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níaca que no tarda en expresar su contracara depresiva. ¿Cómo pode-
mos pensar estos acontecimientos? ¿Qué vínculos se constituyen en-
tre estxs jóvenes? ¿Cómo influyen las tecnologías actuales? ¿De qué
forma las utilizan para la exploración de su sexualidad? Es necesario
aclarar que no son la similitud de gustos o la predisposición a deter-
minada afección lo que hacen a un grupo partícipe de una misma ge-
neración, sinolas coincidencias nacidas del hecho de tener que tomar
posición ante ciertos hechos o acontecimientos que caracterizan o
marcan un tiempo (Carpintero y Lafuente, 2007).
Al comienzo de la trama, observamos el nacimiento de la protago-
nista, Rue, a pocos días del atentado a las Torres Gemelas, el 11 de
septiembre de 2001, hecho que contextualiza el complejo entramado
en el que transitan lxs personajes. A lo largo de los episodios, esta fic-
ción va explorando las diversas problemáticas que atañen a cada uno
de lxs integrantes del grupo y cómo estxs alternan entre la euforia y el
desaliento. Nos centraremos aquí en los vínculos sexo-afectivos que
se presentan en dos ocasiones diferentes que sin embargo convergen
en la violencia de género. En primer lugar, abordaremos la relación
entre Nate y Maddy, marcada por la violencia verbal y física, y luego,
la situación que atraviesa Cassie en tanto las relaciones que sostiene
se ven dificultadas por el uso de la tecnología y el sexting.
Existen diferentes formas en las que se expresa la violencia, y con-
sideramos de suma importancia poder detectar aquellas que están
naturalizadas, invisibilizadas u omitidas. Por este motivo, haremos un
recorrido a través de sus diversas manifestaciones con la intención
de visibilizar una problemática que nos convoca y para dar cuenta de
la relevancia que tiene la implementación de la Educación Sexual In-
tegral en las escuelas, tanto en el ámbito privado como en el público y
en todos los niveles, tal como sanciona la Ley N° 26.150/2006.

Relaciones violentas: Género, estereotipos,


patriarcado
Ahora bien, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de violencia de
género? En primer lugar, entendemos que el género no se relaciona con
el sexo biológico de la persona sino con construcciones e imaginarios
sociales sobre las feminidades y las masculinidades. Estas se sostie-

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nen por discursos de poder hegemónicos y patriarcales que producen
posiciones desiguales entre varones y mujeres. A lo largo de los años
se ha constituido social y culturalmente un “deber ser” en relación a
la mujer que obedece a las lógicas del patriarcado. Así, se constituyen
los estereotipos de géneros que asocian a las mujeres como frágiles,
sensibles, cariñosas, instintivamente maternales, delicadas, histéricas,
tontas, sumisas y a los varones como fuertes, ágiles, sexualmente ac-
tivos, inteligentes. Para que estos estereotipos de género operen, es
necesario que existan ciertas prácticas invisibilizadas donde se natu-
raliza la violencia machista y el desprecio hacia lo femenino. Entonces,
siguiendo esta línea, entendemos por violencia de género a:
“todo acto violento dirigido hacia una mujer por el hecho de ser-
lo. La violencia se refiere a una situación en que una persona
ejerce poder sobre otra al intentar controlar la relación e impo-
ner su propia voluntad en perjuicio del otro/a. Se ejerce en una
relación desigual de poder, que deja en inferioridad de condicio-
nes a las mujeres”. (Azurduy, J. 2015, p.11)
Esta definición refiere tanto a los actos de violencia que se ejercen
en el ámbito privado como en el público, espacio del que las mujeres
se fueron apropiando a lo largo de los años, y en el que aún queda mu-
cho por recorrer. Por otra parte, en la Ley 26.485/2009, se entiende
por violencia contra las mujeres:
“toda conducta, acción u omisión, que de manera directa o in-
directa, tanto en el ámbito público como en el privado, basada
en una relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, dig-
nidad, integridad física, psicológica, sexual, económica o patri-
monial, como así también su seguridad personal”.
El quinto episodio de Euphoria, relata la relación de pareja que ocu-
rre dentro de un marco educativo entre Nate, capitán del equipo depor-
tivo, aclamado y avalado institucionalmente, y Maddy, bailarina princi-
pal del grupo que alienta a los jugadores en los partidos. A lo largo
del capítulo pudimos ubicar distintos tipos de violencia que Nate ejer-
ce contra Maddy: violencia psicológica, simbólica y física. Existen
diferentes etapas del ciclo de violencia que nos sirven como herra-
mientas para poder ubicar el momento de mayor vulnerabilidad que
atraviesan las mujeres y así pensar estrategias para romper con es-
te ciclo. Una particularidad de estas fases, es que cuanto más se pro-

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longa en el tiempo la situación de violencia, más se acorta la distancia
que transcurre entre una etapa y otra, lo que produce que el círculo se
vuelva un espiral y se torne más difícil poder dar cuenta de la situación.
Comenzamos con el análisis de un fragmento que relata la prota-
gonista de la serie, Rue, en voz en off: “A Maddy le gustaba Nate desde
hacía tiempo, antes de ser novios. Al principio, él era un caballero, le ob-
sequiaba flores todos los días y era inteligente. Además, Nate la amaba y
ella amaba a Nate, amaba su relación con él. También ella era muy buena
novia aunque no siempre decía la verdad. Esta es la clave en tipos como
Nate: no quieren una persona real, quieren una propiedad que puedan
poseer. Él a veces era un engreído y ella temía que pudiera golpearla”.
La primera fase del ciclo es la de acumulación de tensión, que se ca-
racteriza por una expresión sutil de la violencia. Es importante poder
ubicar que la violencia psicológica es lo primero que tiene que suce-
der para que la física exista, ya que es necesario un estado de vulne-
rabilidad previo para que se presenten otros tipos de maltratos. En-
tonces, en esta primer fase se advierten restricciones aparentemente
sutiles con respecto a la autonomía de las mujeres, un ejemplo escla-
recedor se presenta cuando comienzan a opinar acerca de la vesti-
menta de su pareja.
En el cuarto episodio, se puede observar un claro ejemplo de los
llamados micromachismos. Este concepto es muy útil al momento de
poder percibir estas violencias, ya que se presentan de manera coti-
diana con un estatuto de legalidad que pretende justificarlas. Una es-
cena que refleja esta situación se advierte cuando en un festival del
pueblo Nate le ordena a Maddy que se cambie la ropa porque su fami-
lia estaba presente y él no quería que la vieran así. Vemos entonces
ciertos indicios que comienzan a dar cuenta de la relación violenta
que se configuró entre ellxs. Estas privaciones de conducta, que por
ejemplo llevan a Maddy a dejar de lado actividades que disfruta, como
puede ser su forma de vestirse, la van aislando y propiciando un am-
biente que incrementa su vulnerabilidad. Esta etapa puede durar años
y los efectos psicológicos que conlleva son devastadores. Incluso pue-
de suceder que las víctimas se responsabilicen por las agresiones y
crean que deben modificar actitudes para que el agresor cambie.
Esanoche, en el festival, Maddy no obedece a Nate y se presen-
ta frente a la familia con la misma ropa que llevaba puesta, cuestión
que culmina con un ataque por parte de Nate, éste la lleva lejos de la
gente y la estrangula mientras le dice: “Estás muerta para mí”. Esto es

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propio de la segunda fase del ciclo, que es la del estallido de la tensión
acumulada en la fase anterior, es decir, se aumenta la intensidad de
violencia: comienzan los ataques físicos y sexuales, los insultos y las
amenazas de muerte. La prolongación de estos ataques puede deri-
var en que las víctimas comiencen a dudar de sus percepciones y jus-
tifiquen este tipo de violencias, sintiéndose culpables ellas mismas,
creyendo que son merecedoras de la golpiza y que tienen que defen-
der al agresor. Varios factores entran en juego, ya que salir de este
entramado violento puede complejizarse por diferentes motivos tales
como: haber perdido el vínculo con redes afectivas, sociales y familia-
res, como asimismo la dificultad de no tener con quien socializar, por
depender económicamente del agresor, por tener miedo/culpa o por
sentir que se ama al agresor. La voz en off continúa: “Cuando Maddy
llegó a casa esa noche, sintió náuseas, suficientes para vomitar. No era
la violencia lo que la asustaba, sino saber que, no importara lo que él hi-
ciera, ella lo seguiría amando”.
De aquí introducimos la tercera fase, que es comúnmente conocida
como la “luna de miel”. Es el momento en que los agresores se arre-
pienten y aparecen con promesas de cambio y obsequios en busca de
la reconciliación. Minimizan e incluso niegan la situación de agresión
para buscar la aceptación. En esta fase entran en juego los mitos que
circulan en relación a los roles de género, por ejemplo “si hay amor
entonces hay que soportar los maltratos de todo tipo”. Desde este lugar
se ha construido un supuesto respecto a las mujeres, ya que mitos,
verdades, realidades cultural y socialmente instituidas tienen peso a
nivel subjetivante. De tal modo Fernández sostiene:
“los discursos y los mitos ordenan, legitiman, disciplinan, defi-
nen los lugares de los actores de las desigualdades en los es-
pacios sociales y subjetivos que la violencia -visible o invisible,
física o simbólica- instituye”. (Fernández, 1993, p.13)
Continuando con el análisis del fragmento, observamos claramente
el estado de vulnerabilidad de Maddy como efecto de la violencia pro-
longada en el tiempo: “Ella despertó muy temprano y se aplicó mucho
maquillaje para tratar de ocultar el daño. Era un día caluroso y para tapar
las marcas de los golpes se puso ropa de invierno, además sufría una baja
de serotonina por el éxtasis que había tomado y por el desánimo no había
comido ni bebido nada durante todo el fin de semana”. Por estos motivos,
Maddy sufre un desmayo en el aula y es trasladada a la enfermería,

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donde encuentran las marcas de los golpes. Una vez que ella mejora, el
director de la escuela la cita para preguntarle si el golpeador había si-
do su pareja, Nate. Ella lo niega y reprocha que lo que le había sucedido
no era de su incumbencia, a lo que el director le contesta que sí, que lo
concierne porque no puede permitir que haya una situación de violen-
cia dentro del marco educativo dado que ella todavía es menor de edad.
Entonces, el director llama a la madre de Maddy y es ella quien decide
hacer una denuncia sobre Nate, a quien ese mismo día trasladan a la
comisaría mientras Maddy continúa negando lo acontecido.
En este sentido, consideramos relevante pensar que estas prác-
ticas se encuentran sostenidas por mitos y discursos sociales que
la violencia instituye. Detenernos en esto permite pensar desde otra
perspectiva las consecuencias de la violencia de género, tales como el
estado de desvalorización, culpabilización y descreimiento de sí mis-
mas que padecen quienes son vulneradas por esta violencia.
Una vez que el agresor logra su cometido y las víctimas les dan otra
oportunidad, se empieza a acumular nuevamente la tensión y el ciclo
vuelve a comenzar. Es interesante pensar al círculo como un espiral
que se va desplegando, ya que esto da cuenta de que a medida que se
repite, se agravan las situaciones de violencia. Rita Segato (2003) pro-
pone pensar que las relaciones de género son un campo de poder, y
que en este recorrido se hace necesario visibilizar la asimetría, vía la
deconstrucción de mitos y mandatos que rigen las prácticas. De este
modo, se abre la posibilidad de construir nuevas significaciones, desde
una perspectiva igualitaria, que considere las diversas subjetividades.

Sexting: ¿pérdida de privacidad o intimidad in


crescendo?
En este apartado nos adentraremos en el séptimo episodio de la
serie que presenta las dificultades que atraviesa Cassie ante la me-
tamorfosis de la pubertad y las transformaciones en los vínculos con
las figuras masculinas, ya que tal como nos anuncia la voz en off:
“No sólo su cuerpo cambió sino el resto del mundo también”. Durante
el transcurso de este episodio observamos cómo Cassie experimen-
ta una conmoción estructural y un replanteo del sentimiento de sí. Se
mira al espejo y se confronta con un cuerpo que no reconoce, su ma-

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dre y hermana la acompañan en la transición, y su padre le asegura
que será una “rompecorazones”. Sin embargo, aparece cierta tensión
con los personajes masculinos que repentinamente comienzan a aco-
sarla con abrazos, manoseos y comentarios intimidatorios.
En varias escenas de este capítulo observamos manifestaciones
de micromachismos que va moldeando la subjetividad de Cassie, quien
comienza a experimentar sentimientos de inseguridad y necesidad de
aprobación por parte de los varones. Finalmente, se presenta la pro-
blemática del sexting a la que ella se ve expuesta en más de una opor-
tunidad. La voz en off señala: “Ella se enamoraba de todos los chicos
con los que salía, daba igual si eran inteligentes o no, dulces o crueles. No
le gustaba estar sola”. En las diversas relaciones sexo-afectivas que
mantuvo Cassie a partir de la pubertad, vemos cómo todos le pedían
lo mismo: “¿Podemos grabarnos teniendo sexo?”, “¿Puedo filmarte?”,
“¡Envíame una foto o video desnuda!”. La mayor parte de las veces,
Cassie terminaba aceptando, a pesar de saber que compartirían esas
fotos o videos una vez que la relación terminara. Nos enteramos por
la voz en off que la primera ocasión en que vio un video suyo desnuda,
tuvo un ataque de pánico e intentó suicidarse. Luego, con intención de
calmar la angustia, pensó que cuando terminara la universidad y es-
tuviera buscando un trabajo, seguramente se habrían filtrado desnu-
dos del 99% de la población.
Ante este escenario, cabe preguntarnos: ¿qué es el sexting? ¿Qué ca-
racterísticas tiene esta práctica? Este novedoso término condensa las
palabras en inglés sex -sexo- y texting -envío de mensajes-, y se des-
pliega en el mundo de las redes sociales y de los medios de comuni-
cación en general. Se puede definir como la publicación de contenidos
-principalmente fotografías o vídeos, pero también mensajes de texto
o conversaciones a través de distintos medios- de tipo sexual, produci-
dos por el mismo remitente utilizando su celular u otro dispositivo tec-
nológico. Resulta interesante plantear esta problemática de época, con
vistas a promover la prevención ante situaciones de vulnerabilidad ya
que, por un lado, refiere a la intimidad propia y ajena y, por otro, a la in-
tegridad de las personas en su conjunto. El cuidado del cuerpo propio y
también de otros cuerpos, sumado al respeto recíproco, ayuda a cons-
truir vínculos de confianza que fortalecen la escucha y la contención.2
2
Es interesante que, ante la epidemia del coronavirus, en abril de 2020 el Servicio
de Salud Sexual de la República de Irlanda publicó una guía de actuación en la que reco-
mienda el “sexting” y la masturbación para evitar contagios, siempre que quienes vayan a

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En este marco, nos interesa que este tema pueda abordarse más
allá de una posición moral. Es pertinente situar que los objetos tec-
nológicos ofrecidos actualmente por el mercado dejan cierto margen
para la autonomía y la responsabilidad del usuarix. Atendiendo a su
uso, recomendamos poner el foco en la posición que adopta la per-
sona al momento de relacionarse con otrxs mediante dichos objetos.
Para ello, resulta útil la información brindada acerca de los beneficios
y los riegos en juego al momento de emplear estas herramientas. En
esta línea, proponemos que el sexting puede resultar problemático
para quienes lo practiquen bajo determinadas coordenadas, así como
también puede potenciar cierta expresión creativa y sugerente que no
exponga al usuarix a situaciones de violencia o extorsión.
Tal como señalamos anteriormente, en una sociedad atravesa-
da por el machismo y el patriarcado, donde los femicidios acontecen
cotidianamente, es necesario informar sobre los padecimientos que
puede conllevar realizar estas prácticas. En este sentido se destaca el
ciberacoso, que se constituye como una forma de violencia de género
en los casos en que se humilla a una persona mediante la publicación
sin su consentimiento de su imagen. Por otra parte, la sextorsión es
una nueva forma de amenaza que se expresa como chantaje sexual a
través de internet y consiste en compartirimágenes o vídeos de una
persona, cuando esta se niegue a mostrar su cuerpo desnudo con ca-
rácter pornográfico y sexual. En este contexto, es relevante conside-
rar la posibilidad de que la práctica de sexting devenga en sextorsión,
teniendo en cuenta que la difusión a terceros de las imágenes o tex-
tos de contenido sexual, puede suponer un malestar de tal magnitud
que lleve a conductas de intento de suicidio y de suicidio consumado
(Agustina, 2010).
No obstante, se presenta una contracara del sexting, ya que este
medio de comunicación podría resultar una vía donde la expresión
creativa encuentre su cauce, especialmente a través de la palabra.
Por lo cual, existe la posibilidad de que esta novedosa forma de vaivén
erótico facilite un modo de escritura del goce singular de cada quien,
en un entramado co-construido. Dependerá de las coordenadas situa-
cionales en las que se encuentre cada una de las personas involucra-

involucrarse en esas prácticas “se laven las manos antes y después”. Como lo han señalado
oportunamente Agamben y Zizek, las situaciones extremas desnudan un costado inquie-
tante de la lógica capitalista: nuestro prójimo ha sido abolido y sólo estaremos cabalmente
seguros en la realidad virtual.

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das, los consensos previos y, sobre todo, la confianza ypreservación
de la intimidad mutua.
De lo que se sigue que, en lo que al uso de las tecnologías refiere,
pareciera que la barrera entre lo público y lo privado se ha tornado
difusa. Las transformaciones del modo de comunicación con otrxs, es
decir, de lo Simbólico, no han sido sin las tecnologías que han permi-
tido el despliegue de nuevos modos de comunicación en red. Asimis-
mo, esto también acarrea la complejidad del delicado asunto que la
intimidad plantea. El punto central de este apartado es poder discer-
nir cuándo se trata de una pérdida de la privacidad y cuándo de inti-
midad in crescendo. En esta época, el constante intercambio de datos
presenta el desafío de estar a la altura de sus implicancias. Al contar
con información y autonomía a la hora de hacer uso de las redes, cada
quien tiene la posibilidad de decidir en pos de un resguardo subjetivo.
Con estas herramientas, cada usuarix podrá tomar posición respec-
to al uso que las tecnologías ofrecen. Habilitar la capacidad de poner
pausas y límites al vínculo virtual, para que este no devenga hostil ni
ponga en peligro la privacidad del usuarix, posibilitando así el des-
pliegue subjetivo con otrxs, parece ser un buen comienzo.

Reflexiones grupales
La complejidad de la Educación Sexual Integral nos llevó a recortar
las problemáticas planteadas en consideración de que este concepto
abarca todos los aspectos del ser humano, ocupándose del sujeto en
su faceta bio-psico-social. En esta oportunidad hemos abordado prin-
cipalmente los ejes de la ESI que refieren a la autonomía en la toma de
decisiones, el derecho a la integridad, a la intimidad propia y de los de-
más y a vivir libre de violencias.
Respecto a la violencia de género, nos parece relevante resaltar la
importancia de aceptar la responsabilidad de desnaturalizar los mi-
tos que justifican y legitiman comportamientos agresivos e intimida-
torios que -entre otras cosas- dan comienzo al espiral que culmina en
su forma más terrible de violencia que es el femicidio. Por otro lado,
considerando lo señalado acerca del sexting, proponemos destacar la
importancia de la toma de decisiones teniendo en cuenta la identifi-
cación de posibles consecuencias, ya que si bien el espacio en que se
genera el contenido suele ser privado, distintas circunstancias pue-

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den hacer que ese acto íntimo se transforme en público rápidamente.
Se trata de abrir un espacio, entre la euforia y la desolación, que
dé lugar a la comunicación, la autonomía, el trabajo en equipo, la re-
flexión colectiva, donde se fortalezcan los lazos y la escucha y donde
puedan desplegarse los siguientes interrogantes: ¿Qué es el patriar-
cado? ¿Qué son los micromachismos? Si unx compañerx sufre una si-
tuación de violencia, ¿es conveniente dejar que lo resuelva solx? ¿Con
qué herramientas cuento para prevenir una situación de violencia?
¿Existe una relación entre el maltrato verbal y el físico? ¿Qué es la
violencia de género? ¿La conducta violenta es innata o se construye?
¿Cómo notamos que un vínculo es violento? ¿La violencia surge por el
abuso de sustancias?¿Qué es el sexting? ¿Cómo puede afectar subje-
tivamente su implementación? ¿Quiénes pueden ser más vulnerables
en este intercambio? ¿Qué hacer frente a una situación de sextorsión?

Referencias bibliográficas:
Agamben, G; Zizek, S. et al. (2020) Sopa de Wuhan. Ediciones ASPO.
Agustina, J. R. (2010): ¿Menores infractores o víctimas de pornografía infan-
til? Respuestas legales e hipótesis criminológicas ante el Sexting. Revista
Electrónica de Ciencia Penal y Criminología, núm. 12-11, 11:1-11:44
Azurduy, J. (2015): Violencias contra las mujeres. Buenos Aires. Publicación Co-
lectiva. Subsecretaría para la Reforma Institucional y Fortalecimiento de la
Democracia. Jefatura de Gabinete de Ministros
Carpintero, H., y Lafuente, E. (2007): El método histórico de las generaciones:
el caso de la psicología española. Revista de Historia de la Psicología, 28(1),
pp. 67-85.
Fernández, A. M. (1993): La Mujer de la Ilusión. Buenos Aires: Paidós.
Ley de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia
contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones in-
terpersonales (26.485 / 2009).
Ley de Educación Sexual Integral (Ley 26.150 / 2006).
Segato, R. (2003): Las Estructuras Elementales de la Violencia: Contrato y Status
en la Etiología de la Violencia. Brasilia. Serie Antropología.

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