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porvenir ni siquiera del presente; todos somos mmunes a tónicamente, o decorativamente, como se escalonan bal-
los gérmenes de renovación y preferimos encerrarnos e~ dosinesde colores. ·
la contemplación del pasado, antes que adoptar_ una acti- La poesía de este muchacho es, en esta primera etapa
tud de simpatía activa incorporándonos a la ,agit~a ~da de su obra, una poesía de ideas, sobria y sintética; él no
que transcurre fuera, uniéndo?os por algun hilo vital sufre la voluptuosidad rudimentaria del co!or ni de la
al mundo conmovido y maravilloso que va en marcha forma: sufre la voluptuosidad de las ideas puras y, lo que
hacia adelante; se cree que la circunspección clásica, que es todavía más revolucionario y excepcional entre nosotros,
el encerrarse dentro de ciertos moldes trasegados Y ~n- las presenta en una forma esencialmente humorista. El
sagrados es una postura elegante_; puede serlo quizá, humorismo es, siempre, una actitud trascendental, y has-
según lo que se entienda por elegancia; p~ro, ;~ todo caso, ta podría decirse que todo gran pensamiento es humorís-
an:
es también una postura perfectamente 1mbecll Y es~rll:
Nuestra lírica, sobre todo, está retrasada ct~1cuent_a
se hacen versos, más o menos como los hac1an a fines
tico; el humorista posee una visión cósmica del universo;
mirasiempre las cosas, y sobre todo, la esencia de las cosas,
desdeun punto de vista eminente; no hay humorismo des-
siglo pasado, Baudelaire, Verlaine y el bue~o ~~ Rubé; de luego en el juego vulgar de palabras, ni siquiera en el
Darío, que en paz descanse; pero toda la ag1tac1onUrl contraste simple de situaciones externas, como lo hace
que desde ellos hasta hoy se ha producido en la tierra, LuisC. López; no hay humorismo sino en la comparación
permanece inadvertida para la sensibilidad de. nues,;:5 de ideas, o de series de ideas, confrontándolas entre sí o
poetas· todas las inquietudes de los últimos vem~~ : asociándolasa pequeñas cosas de manera que determinen
les me~ecen, a los que por casualidad tienen noticias de uncontraste trascendental, que al encerrarlas dentro de
ellas cuando más una sonrisa, pero nunca un gestote
comp1 rensión ni mucho menos una simpatía estimulan ·
:n ~ev~marco vulgar, nos den sin embargo una sensación
e infinito; así, al tocar las menudas cosas cotidianas, el
incli· i>o:tano pierde su situación eminente, su punto de vista
Por eso, pasan muchos días antes de que quien se ionsl•
na con angustia expectante sobre el panorama na.e universaly esencial. ¿Y en este sentido cósmico de la vida
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y del mundo, no está realmente la verdadera, la única
poesía?
Luis Vidales posee estas características primordiales en
un grado todavía incipiente, pue~t~ que apenas empieza
a escribir y a pensar, pero lo suficientemente acentuado
ya para construir un valor efectivo, excepcional y adrn1.
rabie en nuestra poesía de hoy y de mafiana.
,
EL REGRESOA AFRICA
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tal que vengan a incorporarse a la fuente maternal con-
tundiéndose en ella y fecundándola. Clásico no es,' pues.
el discípulo ni el imitador; es el que inventa, revoluciona
y liberta, el que da normas literarias a una lengua e in-
sensiblemente, por el singular dinamismo de su obra se
convierte en modelo, en maestro; el único que en Amé;ica
ha logrado acercarse al verdadero concepto de clásico e
Rubén Dario.
Ser estilista, es decir, llegar a adquirir un estilo enér-
1 gicamente personal, solo se alcanza cuando se tiene ideas
EL CONCEPTO DE LO L ICO personales; cuando las ideas, aunque no sean nuevas en
el mundo, sí lo son en nosotros mismos y han estado su~
jetas a un trabajoso proceso de nacimiento y elaboración
Tomás Márquez defiende en La Nación, de Barranqui- en nuestra mente; solo así al convertirlas en palabras,
lla , el último folleto del señor Suárez, considerándolo co- asumen esa forma cálida y preñada de expresión, esa ro-
mo una obra literaria de gran mérito. Esa es, por otra busta personalidad inconfundible, distinta a las demás.
parte, la idea que circula en el país, respecto al famoso que es lo que constituye un estilo. Huysmans, por ejem-
panfleto y, en general, respecto a todos los libros del se- plo, siendo un revolucionario, era al mísmo tiempo esti-
ñor Suárez; liberales y conservadores están de acuerdo en lista, porque en su prosa única, cada verbo, cada adjetivo,
llamarlo estilista soberano, y don Antonio Gómez Restre- co_~ela cosa por las rafees y la arranca, la sacude, im.pri-
po, en el prólogo a la primera serie de Escritos se atreve m1endole un relieve escultórico, vívido e impresionante,
a afirmar que "es el más clásico de los prosistas colom- c~mo si escribiera con un cincel; lo que expresa o lo que
bianos". ~m~ se nos clava en el alma y no lo olvidaremos ya
¿Qué entiende don Antonio Gómez Restrepo por "clá- Jamas. Pero ese estilo fue posible en él, porque sus idea
sico"? El no explica claramente, pero podría creerse que extravagantes eran profundamente personales, las había
da a esa palabra el mismo sentido que la mayoría de las el_abotadoy fecundado por sí mismo, y al concretarlas, lo
gentes letradas; es decir, que asimila a clásico a todo el hizo con aquel amor, con aquel apasionado vigor que solo
que, habiendo trasegado más o menos por la literatura sabe poner en sus palabras el que crea.,
clásica, imita correctamente los estilos, las maneras Y
los giros que los clásicos inventaron. Pero en realidad, a . Pero el señor Suárez no posee un sistema propio de
eso no puede llamársele clásico; podría Uamársele clasi- ideas ni una interpretación particular del mundo· toda
cista o cualquiera otra cosa; porque lo verdaderamente su filosof~a sigue con docilidad los pasos escolástlcos y
clásico es lo más opuesto a toda imitación servil; el clásico toda su llteratura se reduce a una imitación inteligente
es más bien el creador; el que tiene una interpretación de los prosistas castellanos del siglo xvm. Es un exegeta
original de la vida y de las cosas y la encierra dentro de Yun erudito, que al ir a examinar los hombres y las cosas
formas también originales; el que saltando sobre la gra- no puede desembarazarse de los prejuicios metafísicos y
mática, liberta a un idioma de las rígidas cadenas tradi- de los prejuicios gramaticales, y por eso sus conclusiones
cionales y lo rejuvenece y enriquece inyectándole savias respecto a lo que va a analizar están tomadas de ante-
nuevas, no importa que sean exóticas o extranjeras, con l'llano, preconcebidas; no nos dará nunca una solución
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inesperada, ni nos sorprenderá con una teoría que no ha.
yamos ya visto u oído en su esencia; se limita a ad.mirar
el pasado, pero no construye nada para el porvenir; no
hay en él nunca, como debe haber siempre en el verda-
dero clásico, un fermento renovador. Por eso la influen.
cia del señor Suárez en nuestra juventud literaria es nu-
la, absolutamente nula, porque no se encuentra en SUs
obras aquella fuerza ideológica irresistible que se requiere
para formar discípulos. Hay quienes admiran, eso sí,
su prosa sencilla, tersa y corriente, fruto de largos y con-
cienzudos estudios filológicos, paciente y armoniosa re- 1
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JQ- GOT,\$ DF TINTA
En relación con este aspecto verdaderamente revolucia..
nario y de utilidad todavía permanente, los otros aspectos
de su obra pasan a segundo término; la esencia poética.
• que pudo haber en ella no alcanza a in~luenciar ª. las
generaciones avancistas de hoy; y en r~l~dad, no existió
allí nada esencial y eterno que se convirtiera en germen
fecundo para el porvenir; la lírica actual, bajo ~nfluencias
más activas y más recientes, va por otros cammos y per-
sigue otros objetivos; sin embargo, es indudable que Darío
fue, en un momento determinado, el poeta genuino de
la raza mulata, y casi podría decirse que el poeta genuino MÉJICO ENSEÑA
de América, porque esa raza es un producto caract~risti-
camente americano. Darío interpretó con elocuencia pa..
derosa los anhelos, las angustias, las esperanzas, las con- Es inexplicable, o parecería inexplicable, el enorme si-
cupiscencias, fa sicología confusa y transitoria de_ ~ lencio que guardan habitualmente nuestros famosos pro-
pueblo en formación; dijo en rutilantes ver.sos_su af1c1ón fesores y especialistas de Derecho Internacional, que,
a las brillantes formas externas, su deslumbramiento fren- según dicen, son los mejores y los más ilustres de Améri-
te a las cosas decorativas, majestuosas y ricas, su admira- ca; pueden serlo o no serlo, pero, en todo caso, no se carac-
ción pueril ante el mármol, el oro, la seda y los. objetos terizan por su actividad intelectual, por su sensibilidad
finos y radiantes, su nostalgia ancestral de esclavitud po- universal, o siquiera hispanoamericana, por su don de
blada de príncipes y princesas, su sujeción sumisa ante el magisterio y de divulgación de nociones y teorías. Suceden
tipo blanco y rubio de manos finas; creyó siem?re co~o en el mundo los más graves y significativos actos inter-
su pobre raza ingenua y tiranizada, que la anstocraclB nacionales, y nuestros insignes profesores callan aquí
era el refinamiento, y el refinamiento consistía en rode~ como unos difuntos, ajenos a toda inquietud y a toda cu-
de lujo fastuoso y alimentar todas las concupiscenc18S riosidad; o si las experimentan, no se dignan enriquecer
hambrientas después de una milenaria abstención; Y can- nuestra escasa vida cultural, con una palabra ilustrativa
tó y poetizó esos motivos que interpretaban_ la ~colo_gia que nos una por algún pequeño hilo de comprensión a la
profunda de un pueblo nuevo, anhelante, 1magmat1vo, marcha agitada y ascendente del mundo. Nadie ha des-
asimilador imitador y pueril. Daría, que era él mismo un pegado los labios, por ejemplo, para hacernos conocer un
verdadero ~ulato de $angre, de aspecto y de espíritu, hiZO Poco el sentido de ese famoso tratado de Rapallo que
nada más que literatura mulata; fue el gran poeta de su conmovió a Europa durante varios días y sentó nuevas
raza, en un instante determinado.
Pero por lo mismo que fue un poeta puramente ~te:
pretativo, y no un poeta impulsor o creador, no existe
nociones de Derecho Internacional extraordinariamente
fecundas; ni se nos ha hecho la más leve exégesis de las
recientes conferencias diplomáticas de Lausana, que po-
en su obra motivos esenciales, eternos, fecundantes que drían interesarnos tan profundamente a nosotros, puesto
puedan transmitirse hasta el porvenir como una fuerza que en ellas se reconoció inusitadamente el derecho a la
estimuladora. Por eso decía yo: "Rubén Darlo, que en ~da libre, de un pueblo débil, acechado por todos los impe-
paz descanse". rialismos; ni se nos dirá nada, tampoco, del acuerdo que
acaba de firmarse entre Méjico y los Estados Unidos. Sin
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pero había algunos casos especiales en que las diferen-
cias introducidas por los poetas asumían un carácter real-
wente sorprendente, por lo absurdo; el oro, por ejemplo,
no era admisible para los poetas, sino considerándolo en
e,t,Stracto o aplicándolo en un sentido simbólico: podía
decirse: "cabellos de oro, estrellas de oro, corazón de oro";
pero en cuanto el oro, en su aspecto de articulo de cam-
bio,empezaba a relacionarse con el comercio, ya los poetas
LO POÉTICO y LO PROSAICO principiaban también a detestarlo, a considerarlo como
1acosa más prosaica del mundo: un billete, aunque estu-
\liera fuertemente respaldado, por áureas barras apiladas
, .odista de Barranquilla preguntó a Santos en los sótanos del banco, era algo abominable, indigno de
Ch~;:O pe~iqué organizaba la recitación de sus poemas i,nclufrseno digo ya en el verso, pero ni siquiera en el bol-
~ ctáculo cobrando las entradas como lo sillo de un poeta.· Toda profesión productiva, todo lo que
en forma e espe . ' . 1 ta contestó que
haría un empresario de teatro, y e poe . serelacionaba directamente con el dinero, era despreciado
d , , a i·nn·taciónde Paul Fort y Maeterlmck, quie-
1a AI·gentina y los Esta dos •um·dos of re-
proce 1a as1, con altivez por los poetas; e igualmente despreciaban a
.
nes recorrieron te los desgraciados que se dedicaban a acaparar esa vil cosa
ciendo sus ideas y sus versos de una manera ngurosamen sucia, que es el dinero; decirle millonario a un individuo,
comercial. era el colmo de la ofensa a que podía recurrir un poeta;
Estas declaraciones de Santos Chocano _nosdan, a ¿uie- con eso querían significar a un pequeño ser gordo y afei-
nes no lo conocemos, una idea muy p;ec=v:~=~~ªPo~: t.ado,con gruesos anillos en los dedos; a un horrible ente
filosofía personal, de s~ concepto dteas habían resuelto perfectamente prosaico, incapaz de comprender toc,io lo
d d é as inmemoriales, los poe que puede haber de poético en la rosa sobre el muro de-
es ed poc te divi·dir el universo en dos partes iguales: la rruido o en la pálida muchacha frente al crepúsculo.
~~~:~d~:~i~ª
absur amen
!
- d irable y
1 ::a~~r:r::~=~~~:; /~~;~~ia~1:11a otra.
Y había cosas poéticas y cosas prosaicas: u?a_rosa so::
Pero ya hoy no sucede así, o mejor, ya empieza a no
suceder así.: los poetas están adquiriendo un concepto
IIlásgeneral y más uniforme del universo; no han dejado,
un muro viejo, era algo singularm~nte poé!~~~~t:i~men· sin duda, de ser sensibles al valor poético de la rosa, pero
zanahoria sobre el mismo muro, venia a serd por la tarde Principian a ser sensibles al valor poético de la zanahoria;
te prosaica. Una pálida muchacha as~ma a . . ro no han comprendido, al fin, que todo en el mundo es algo
a la ventana, constituía la imagen mas poét1caE: bello P<>ético,
inclusive el dinero.
lo era, por ejemplo, un ?ombre ~?n para:~~- era decir: ¿Y por qué no? En la realidad de la vid~ moderna el
'~ec' ... "la vaca de los OJOS
u .u. • .
claros d' pero . t"..,,bién
" y hab1a 1:1,J.U dinero es el sustituto equivalente de las varitas mágicas,
"esa vaca tiene las ore]~ gran es ·. . estar con \OS ltan poéticas! de los cuéntos de hadas; con la misma ma-
actitudes poéticas y actitudes prosaicas, linado y 1e. ravillosapropiedad con que las varitas mágicas convertían
ojos torcidos hacia arriba, el cabell~ ~emo te poético; ª.un patojo en príncipe o a una princesa en dragón, el
mano sobre el corazón, era ext~aordi~anan:~n de bruces ~ero convierte una choza en castillo, un limpiabotas en
pero no lo era, y sí muy prosaico, es ar ca1 o
lnillonario,o un poeta en comerciante.
en una zanja.
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ifl. femenina. ¡Dios me guarde de los versos perfectos!
Quierolos versos un poco descoyuntados, pero vivos y que
1e11gan formados de palabras, no exóticas, sino simple-
Jl'.lenteimprevistas; que envuelvan al mismo tiempo una
ide8-o una imagen, no nueva, sino que apenas nos deje
un poco atónitos, un poco sorprendidos, porque no la
esperábamos allí, porque no adivinábamos que la estrofa
iba a concluir de esa manera, tan natural sin embargo,
pero tan poco acostumbrada. No importa que todo eso no
esté sujeto a las estrictas reglas métricas y no importa
LOS VERSOS que el vocablo no sea demasiado elevado, demasiado poéti-
co. ¡Hay versos malos que son tan bellos!
Para que una mujer sea verdaderamente bella debe ser Verlaine hablaba de torcerle el cuello a la elocuencia.
un poco fea. Es decir, un poco imperfecta e inarmoniosa Muy bien. ¡Cuanto antes! Pero, al mismo tiempo, el poeta
con algo levemente raro y sorprendente en su belleza'. pedía para los versos, música y solo música. ¡Pues no, ya
Ante todo, no ha de estar conformada según esos impe- no, ya es tiempo de torcerle el cuello a la música!
cables modelos griegos que vemos en los museos y que ¿Hasta cuándo nos van a dar los poetas su música can-
ya nos tienen fatigados de corrección y de frialdad. "Sus sada de cascabeles, la terrible música monótona de los
facciones -dice Poe de Lady Ligeia- no se definían en sonetos y de los cuartetos, la música intonsa de todos
el molde corriente que se nos ha enseñado a admirar fal- losmetros correctos, que nos hace pensar con pavor en las
samente en las clásicas obras del paganísmo". El ideal recitaciones de las escuelas y de las veladas literarias en
moderno de la belleza femenina no está todo en la perfec- que se dicen epopeyas atroces? Proclamemos el horror a
ción majestuosa de las diosas. Nuestra imaginación ya las palabras musicales, a los metros musicales, a los poe-
un tanto desequilibrada busca mejor en la mujer una masmusicales, de todo género, que, cuando los decimos,
cierta gracia discreta y lejana iluminada por espirituali- o nos los dicen, obligan a adoptar ese tono cantado y
dad penetrante, la mujer que despierta, por su aspecto ~locuente,.ese tono conmovedor, irresistible para las mu-
imprevisto, ilusiones inesperadas, no le hace que ella sea Jeres y para los poetas, ramplón y mediocre como nada
menuda, o demasiado delgada, o tenga los ojos muy gran- en el mundo. Proclamemos la necesidad de que los poetas,
des, o las naricillas pequeñas, no le hace que no neve lospoetas de verdad, no tengan oído ni posean el instinto
proporción nimia en las partes ni tenga la imponencia de la musicalidad fastidiosa de las palabras y de las
olímpica de los mármoles. ¡Ay! ¿cuándo hemos visto Y estrofas.
dónde, aquellos retratos pálidos de Ghirlandajo, llenos de
idealidad vaga y grave, concentrados e inundados de un
grave espíritu místico que los hace radiantes? Yo no sé,
pero amo esa belleza enfermiza que es una reacción con-
tra la Venus, láctea, inespiritual y horriblemente perfecta.
Ahora bien: mi sentimiento personal respecto a la pae-
sía es idéntico a lo que he tratado de explicar de la belle-
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