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ELA CUAVAS
1
A mi padre Juan Cuavas
2
Debo vivir así. Yo mismo he elegido
Quemar este barco-destino doloroso
Mientras doy alaridos en el timón.
Fedor Sologub
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Juntar los huesos
Hernán Vargascarreño
4
ÍNDICE
Prólogo
JUNTAR LOS HUESOS
Por Hernán Vargascarreño---------------------------------------------------- 4
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I METAMORFOSIS DE LA MUERTE
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La estación dolorosa
Vivo en un lugar lleno de árboles y vacas, y mujeres con niños en sus brazos
que caminan largos trayectos buscando un poco de leña, un poco de agua, un
poco de leche; mujeres hechas de viento, de madera gastada y de sed.
Mujeres que amasan el barro del desamparo en sus costillas y encienden sus
lámparas con el aceite que brota de sus muslos.
Me toca vivir aquí, cada día debo ponerme una máscara que oculte las
lágrimas; yo que soñaba con una casita frente al mar y pescadores de piel
renegrida hablando de sus dulces preocupaciones; hablando del sol, del
viento y la marea.
En este lugar hay una montaña donde ayer hubo hombres con la inteligencia
de un pequeño dios, el alma blanca y las manos cuarteadas por el trabajo.
Aquí Dios ha olvidado sus zapatos para que recordáramos que no todo es luz
en su reino.
7
Un poeta
Henry Miller
Este es el mundo
y bajo mis pies no funciona.
Debo internarme en él sin miedos,
A fuerza de golpes se transforma lo vil.
Esta maleta es demasiado grande
para mis sueños, han de caber todos en
mi bolsillo, si no caben, desecharé algunos.
Quiero vivir como en el poema, pero me falta
coraje, entonces el papel se vuelve pretexto.
¿Cuántas noches malgastadas
incendiando el lenguaje?
Pero no fue aquella noche en la taberna
cuando los ojos de tu amigo
te revelaban el mundo, tu más bello poema.
La poesía no está contenida en engañosos
caracteres, la poesía es esta luz,
ese labio, esta ebriedad.
Hagámosla con el cuerpo.
Un cuarto oscuro y alejado
no será nunca el laboratorio del poeta.
Debe ser Abisinia
o cualquier otro lugar del mundo
que le proporcione emoción.
Una gira por Norteamérica deteniéndose
en todas las esquinas
sólo para beber una cerveza,
no es nada despreciable.
Incluso irse a la guerra
dejando de lado todo bienestar,
puede ser una opción.
Vida, eso es lo que se necesita,
meter las uñas en la tierra
para descubrir sus secretos.
El poeta no tiene entrañas,
nació del sueño y debe vivir en él.
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Metamorfosis de la muerte
Todos los lunes voy a un lugar donde el cielo pesa y recorro viejos caminos
que el invierno desfigura.
En el trayecto dejo regado todo el dolor y todo el hastío que me producen una
vida mediocre. Una, dos, tres horas para llegar a mi destino. ¿A quién se le
ocurrió llamar destino a cualquier lugar al que se llega?
Ratas que desgarran mis ojos y mi cuerpo pudriéndose sobre una piedra me
anuncian en sueños que debo huir, pero es demasiado pronto para otra
rebeldía, es preciso recorrer oscuros jardines para hallar nuestro nombre
sobre las piedras incendiadas.
9
Escrito desde el purgatorio
10
Te sedujo el canto de un pájaro
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Lo que ya no podré decir
Sobre mi labio pesaba un silencio tan duro como si caminara con los pies
agrietados. Todo lo que quise decir, todo lo que planeé como un papel en el
teatro, se diluyó como agua, y volví a ser la niña que a los siete años perdió su
paraguas amarillo, porque no fue capaz de decir que ese era el suyo cuando la
maestra lo preguntó.
Pero mi madre cambió de rostro a mis cinco años y nada dije; de ahí, quizá,
esta incapacidad de nombrar lo que quiero, por no haber sido capaz de decir
que yo quería a mi madre de antes y desde entonces nada más pude decir.
12
Día nublado
Se precipita
una terrible tormenta,
pero hay que seguir
trabajando,
porque siempre
hay prisa por algo;
por irse, por regresar;
velado afán de morir,
de acabar de una vez
con el aburrimiento
de ser la triste mujer
que anhela siempre
un poema.
Qué días aquellos
en los que el vino
ayudaba un poco;
cuando en una botella
podíamos encontrar
toda la felicidad
que necesitábamos.
Qué tardes aquellas
en las que sólo acatábamos
los consejos de Horacio.
13
Lluvia en la ciudad
14
Unas líneas para Rimbaud
Dónde fuiste a dar, a una porqueriza a comer con los cerdos o a una plaza vacía
a gritar con los ángeles. Qué bella melodía tocaste aquella noche, nadie ha
podido volver a tocarla jamás después que te rompiste el violín en la cabeza.
15
Ciudad de noche
Veinte botellas en el mostrador y tras él, tú; no supe cómo llamarte: Barman
no es un nombre adecuado; pájaro triste o papel descolorido te definen
mejor. Esa noche la música era la misma y sin embargo distinta, inaugurada
por los acordes monótonos de la ciudad. Nos metimos en la noche como dos
niños en una confitería, inocentes, curiosos; queriendo agotar los labios en
cada semáforo.
Esa noche la luna nos dejaba manchas de sangre en las manos. El viento en
los laureles nos habló de olvidos y de esta noche aciaga en que dibujo tu
cuerpo.
16
La ciudad que reconozco
Besarte en una esquina es descubrir que la ciudad tiene días normales, en los
que nadie se fija si aprieto tu labio inferior, si mis pezones se yerguen
apuntando a la luna, o si tu pantalón se hincha tratando de adivinar mi
esencia.
17
En el sur las mujeres no conocen el amor
Vivo al sur, y en el sur las mujeres son meros objetos, niñas lindas con
vestidos manchados, reinas populares, amantes de un prestamista.
Mujeres que comparten al marido con el mismo asco con que se comparten
un cepillo de dientes.
18
Balada de la deseada muerte
19
Grito
20
Fundación
Martha Kornblith
21
Me reconozco en esta casa
22
Blues
23
Ejercicios de la muerte
Otro invierno que se despeña por la ventana a fuerza de plegarias. Este año
tampoco tendrán pan los campesinos.
II
III
24
El sol y la tormenta
El sol con un rictus de miedo oculta su rostro entre las espesas nubes y se
acuna a los pies de Dios.
25
Otra versión del sueño
El sueño
te lleva por pasajes oscuros
donde no reconoces tus propios pasos.
A veces,
soles candentes depositan en tu piel
la amarga sonrisa del tiempo,
y una niña vestida de verde
baila encima de las tumbas hambrientas.
26
Carta para Arturo B. Deveriux
Lo destruimos todo.
Ahora nos toca juntar los huesos.
27
Carta para el señor Ramón
28
Nuevo Cantar de los Cantares
El ensueño de la amante
29
Por el ojo de la vigilia
30
El lugar del sueño
Tal vez sólo habitas un territorio oscuro, preludio de la isla donde la luna se
derrame sobre las piedras y el mar cante sus olas en tu pecho.
A lo que llamas flor, quizá en otro lugar sea sólo niebla, y el destino al que te
abandonas cada noche, tú no lo sabes, pero es más tuyo que lo que ves
cuando abres los ojos.
Si quieres vivir, procura escanciar todo el vino esta noche y no pretendas huir
del sueño.
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II METAMORFOSIS DEL SUEÑO
32
¿Soy yo el que sueña en la noche? O bien, ¿me he convertido en el
teatro en que alguien o algo presenta sus espectáculos ora
ridículos, ora llenos de una inexplicable cordura?
ALBERT BEGUIN
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I
Una mujer esparce semillas por la tierra
Queriendo arraigar la belleza,
Pero las serpientes amenazan su cuello
Y entonces se vuelve grito,
Dolor en la sien
Y un auto loco que destroza las aceras.
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II
Quería empezar este cuento sin morder la punta del lápiz, pero estaba
demasiado sucia para que de mi cuerpo pudieran desprenderse las
estrellas. Muerdo mis uñas para no morder el papel, pero las gotas que se
cuelan por los agujeros del techo ya lo han mojado y ahora sólo quiero
internarme en la noche.
35
III
La jaula de la que cuelgo está amenazada por cerdos que al mirarlos de
cerca son ratas de hocicos blancos que a veces vuelan y a veces reptan;
encojo lo más que puedo mis pies, y estiro lo más que puedo mi mano para
alcanzar las hojas donde estaba consignada tu historia y que la brisa se ha
llevado; pero las ratas ya están sobre la jaula y ahora tratan de abrir la
reja.
36
IV
No muerdas al niño porque aún es muy pequeño y si destrozas sus dedos ya
no podrá volver a jugar con su caballo, me dice mamá.
Has crecido demasiado y sólo las rosas que llevas en el pelo pueden crecer
contigo.
37
V
Distinguido señor fantasma:
Por favor quite las ratas que están comiendo mi cabeza,
Porque si llegan a los ojos ya no podré cuidar su sombrero.
Apague la luz, sé que este es el infierno,
Exactamente el centro de él,
Donde siempre llueve;
Sería bueno que cuidara mis ojos y también su sombrero.
Ahora llueve con más fuerza y mis labios muerden las llamas.
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VI
Los niños de pies atados
Juegan a esconderse detrás del muro.
Saltan y saltan perdiendo el equilibrio.
Saltan y saltan hasta encontrar la sombra.
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VII
“And now, the end is near”.
Sex Pistols
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VIII
Soy un dios que se mece en la cuerda floja y se divierte.
El fin del juego será lo único malo de la caída.
Sólo cuando esté descendiendo sabré a qué distancia estuve.
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IX METAMORFOSIS DEL SUEÑO
42
X
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CARTAS DE MANDELA DESDE LA ISLA DE ROBBEN
I
Esta noche he recordado los días de mi infancia.
Fueron días felices los días en Qunu; la brisa que jugaba en la copa de los
árboles acariciaba mi cara y yo empezaba a soñar: una gran fiesta tenía lugar en
la pradera, todo cobraba vida en ese momento, las piedras y el agua cantaban
con esa melodía triste que caracteriza a los negros de África.
Cuando despertaba, todas mis ovejas habían escapado, yo corría tras ellas con
toda la fuerza que me permitían mis cinco años.
Antes de la llegada del hombre blanco, todos los hombres eran libres.
II
La rutina en Robben empieza a las cinco y treinta; parece un desfile de muertos
la caminata hasta el comedor; después del desayuno salimos al patio a trabajar;
la piedra de hoy es mucho más grande que la de ayer, la palpo suavemente y le
hablo en silencio. Cuando el sol se quiera ocultar, esta dura piedra será polvo.
El corazón de algunos hombres es duro como la piedra.
¿Cuánto tiempo más me espera aquí? No lo sé. Será hasta que la piedra escuche
mi voz y se desmorone sin golpes.
III
Cuánto angustia al corazón del hombre no poder besar los labios que ama y que
también lo desean. Ese día de tu visita Winnie, me sentí más impotente que un
pájaro de hielo.
El cuerpo de un hombre puede ser amordazado, humillado, vendido hasta la
usura, pero sus ideas y sus deseos quedarán intactos. Si muero en esta celda,
mis palabras florecerán en otros labios.
Ahora estoy dispuesto a morir.
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Ediciones Pluma de Mompox S.A
Mayo de 2011
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