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sibles a quienes no tengan de nuestra lengua un


conocimiento íntimo y original.
El propio Víctor Hugo sólo fué conocido fuera
de Francia por sus novelas.
SITUACióN DE BAUDELAIRE Pero con Baudelaire, la poesía francesa sale por
fin de las fronteras nacionales; se impone como la
poesía misma de la modernidad; engendra la imi-
Baudelaire se halla en e1 ápice de la. gloria. tación, fecunda a numerosos espíritus. Hombres
El.pequeño.volumen ?e Las flores del mal, que tales como Swinburne, Gabriel d'Annunzio, Stefan
no tiene trescientas págmas, pesa en la estimación George dan magnífico testimonio de la influencia
de los.}etrados l~ que las obras más ilustres y vastas. baudeleriana en el exterior.
Ha sido traducido a la mayoría de las lenguas Puedo, pues, decir que si entre nuestros poetas
europeas: es éste un hecho sobre el cual me deten- hay poetas más grandes y más vigorosamente dota-
dré un instante, pues no tiene, según creo, antece- dos que Baudelaire, no hay ninguno más impor-
dentes en la historia de las letras francesas. tante.
¿De dónde proviene esta singular importancia?
¿Cómo un ser tan particular, tan alejado del tér-
~eneralmente, los poetas franceses son poco co- mino medio, pudo engendrar un movimiento tan
n.oCidos y poco gustados en el extranjero. Más fá- extenso?
cilmente se ,n?s concede. ventaja en la prosa; pero
el poder poet1co se nos concede avara y difícilmen-
te. El orden y la especie de rigor que reinan en Este gran éxito póstumo, esta fecundidad espiri-
nuestra lengua desde el siglo xvn, nuestra acentua- tual, esta gloria que se halla en su período más
ción particular, nuestra prosodia estricta, nuestro alto, deben depender no solamente de su valor pro-
gusto por la simplificación y la claridad inmediatas, pio como poeta, sino también de circunstancias ex-
nuestro temor a la exageración y al ridículo, una cepcionales. Circunstancia excepcional es una inte-
especie de pudor en la expresión y la tendencia ligencia critica asociada a la. virtud de poesía. A
abstracta de nuestro espíritu nos han creado una esta rara alianza, debe Baudelaire un descubri-
poesía muy diferente de la de las otras naciones, y miento capital. Había nacido sensual y preciso; era
que a menudo les es imperceptible. La Fontaine 1
de una sensibilidad cuya exigencia lo conducía a
parece insípido a los extranjeros. Racine les está las más delicadas investigaciones formales; pero
vedado. Sus armonías son demasiado sutiles, su di-
bujo demasiado puro, su discurso demasiado elegan-
te y demasiado matizado para que no resulten insen-
' estos dones sólo hubiesen hecho de él un émulo de
Gautier, sin duda, o un excelente artista del Par-
naso, si, por la curiosidad de su espíritu, no hubiera

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merecido la fortuna de descubrir en las obras de por algún azar en la misma época y todos en
Edgar Poe un nuevo mundo intelectual. El demo- pleno vigor.
nio de la lucidez, el genio del análisis, y el inventor El problema de Baudelaire podía, pues -debía,
de las combinaciones más nuevas y seductoras de la pues-, pla~tears~ así: "Ser un gran poeta, pero no
lógica con la imaginación, del misticismo con el ser Lamartme, m Hugo, ni Musset." No digo que
cálculo, el psicólogo de la excepción, el ingeniero este propósito fuese consciente, pero necesariamente
literario que profundiza y utiliza todos los recursos estaba en Baudelaire -e incluso era esencialmente
d~l arte, se le aparecen en Edgar Poe y lo mara- Baudelaire. Era su razón de Estado. En los domi-
villan. Tantos puntos de vista originales y tantas nios de la creación, que son también los dominios
extraordinarias promesas lo embrujan, transforman ~el orgullo, la necesidad de distinguirse es indivi-
su talento y cambian magníficamente su destino. Sible ~e la existencia misma. En su proyecto de
Más adelante volveré sobre los efectos de este prefaciO a Las Flores del Mal, escribe Baudelaire:
mágico contacto de dos espíritus. "Ilustres poetas se habían repartido de tiempo 'atrás
Ahora debo considerar una segunda circunstancia las provincias más florecientes del dominio poético,
notable en la formación de Baudelaire. etc. Yo haré, pues, otra cosa ... "
r- En el momento en que llega a edad de hombre, En suma; es llevado, es forzado por el estado
de su alma y de las circunstancias, a oponerse cada
el romanticismo se halla en su apogeo; una gene-
ración deslumbradora se halla en posesión del im- vez más abiertamente al sistema, o a la ausencia de
perio de las Letras: Lamartine, Hugo, Musset, sistema, que llaman romanticismo.
Vigny son los maestros del momento. No voy a definir este término. Para ensayar ha-
/' Coloquémonos por un momento en la situación cerlo se necesitaría haber perdido todo sentimiento
de un joven que llega a la edad de escribir en 1840. de lo riguroso. Sólo me ocupo aquí de restituir las
Se halla nutrido de aquellos a quienes su instinto reacciones y las intuiciones más probables de nuestro
le ordena imperiosamente abolir. Su existencia lite- poeta "en estado naciente", al confrontarse con la
raria, provocada y alimentada por ellos, excitada literatura de su época. Baudelaire recibe entonces
por su gloria, determinada por sus obras, se halla, cierta impresión que nos está permitido y que, in-
no obstante, necesariamente pendiente de la nega- cluso, es muy fácil reconstruir. Gracias al desarrollo
ción, del destronamiento, del reemplazo de esos "?lterior de los acontecimientos literarios -gracias
hombres que le parecen colmar toda la extensión mcluso a Baudelaire, a su obra y al éxito de ella-,
de la fama y vedarle, el uno, el uso de las formas; poseemos, en efecto, un medio simple y seguro para
el otro, el de los sentimientos; éste, lo pintoresco; precisar un tanto nuestra idea forzosamente vaga,
aquél, la profundidad. om recibida y ora totalmente arbirtraria, del ro-
Se trata de distinguirse a toda costa de un con- manticismo. Este medio consiste en la observación
junto de grandes poetas excepcionalmente reunidos de lo que sucedió al romanticismo, de lo que vin<;>

llO lll

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a alterarlo, a traerle correcciones y contradiciones


'
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q_ue !Sanar~n en profundidad, en verdad, en calidad


tecmca e Intelectual.
y, finalmente, a reemplazarlo. Basta considerar los
movimientos y las obras que se produjeron después . ~esumiendo, diré que la sustitución del roman-
de él, contra él, y que inevitable y automática- ticismo por e.stas. ?iversas escuelas puede concebirse
mente, fueron respuestas exactas a lo que era. El como la sustrtucwn de una acción espontánea por
una acción reflexiva.
romanticismo así visto, fué, pues, aquello contra lo
cual reaccionó el naturalismo y se congregó el Par- La obra romántica, en general, difícilmente so-
naso; y fué, igualmente, lo que determinó la actitud p.orta una lectura lenta y erizada con las resisten-
particular de Baudelaire. Casi simultáneamente, el nas de un lector exigente y refinado.
romanticismo suscitó contra sí la voluntad de per-
fección, el misticismo de "el arte por el arte", la
exigencia de la observación y de la fijación imper- B~udelaire era ese lector. Baudelaire tiene el ma-
sonal de las cosas; el deseo, en una palabra, de una yor mterés -un interés vital-, en percibir, compro-
substancia más sólida y de una forma más sabia y bar y e-:'~gerarse todas las debilidades y lagunas del
más pura. Nada nos suministra una más clara in- romantrnsmo, observadas de muy cerca en las obras
formación acerca de los románticos que el conjunto ypersonas de sus más grandes hombres. El romanti-
~de programas y tendencias de sus sucesores.
czsmo -pudo decirse.-, está en su apogeo, luego es
Acaso los vicios del romanticismo no sean otra mortal; Y pudo consrderar a los dioses y semidioses
cosa que los excesos inseparables de la confianza en del momento con el mismo ojo con que, hacia 1807,
sí mismo . . . La adolescencia de las novedades es Tayllerand y Metternich miraban extrañamente al
amo del mundo ...
presuntuosa. La prudencia, el cálculo y, en suma,
la perfección, sólo aparecen en el momento de la . Baudel~ire miraba a Victor Rugo; no es impo-
economía de las fuerzas. srbl~ conJeturar lo que pensaba. Rugo reinaba;
Sea como fuere, la era de los escrúpulos comienza habra .alc~nz.a~o sobre Lamartine la ventaja de un
por la época de la juventud de Baudelaire. Ya Gau- materzal .mfnutamente más vigoroso y preciso. El
tier protesta y reacciona contra el relajamiento de v~sto regrstro de sus palabras, la diversidad de sus
las condiciones de la forma, contra la indigencia o ntmos, la superaburrdancia de sus imágenes aplas-
la impropiedad del lenguaje. Muy pronto, los es- taban toda poesía rival. Pero su obra rendía culto
fuerzos diversos de Sainte-Beuve, de Flaubert, de a, -:eces a lo. vu.lg~r, se perdía en la elocuencia pro-
Leconte de Lisle se opondrán a la facilidad apa- fe u ca y en mfm~tos apóstrofes. Coqueteaba con la
sionada, a la inconsistencia del estilo, a los desbor- muchedumbre, dralogaba con Dios. La simplicidad
des de necedad y extravagancia. . . Parnasianos y de su filosofía, la desproporción e incoherencia de
realistas consentirán en perder en intensidad apa- los desarrollos, el contraste frecuente entre las ma-
rente, en abundancia y en movimiento oratorio, lo ravillas del detalle y la fragilidad del pretexto, todo

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en fin lo que podía chocar y orientar hacia su fu- en Víctor Hugo me sorprende es una potencia vital
turo arte personal a un observador joven e impla- incomparable. Potencia vital, es decir longevidad y
cable, debía anotarlo Baudelaire en sí mismo, sepa- capacidad de trabajo combinadas; longevidad mul-
rando de la admiración que le imponían los dones tiplicada por capacidad de trabajo. ¡Durante más de
prestigiosos de Rugo, las impurezas, las impruden- sesenta años, este hombre extraordinario trabaja to-
cías, los puntos vulgares de su obra -es decir, las dos los días de las cinco de la mañana al mediodía!
posibilidades de vida y las oportunidades de gloria No cesa de provocar las combinaciones del lenguaje,
que un artista tan grande dejaba por recoger. Si de quererlas, de esperarlas, y de oír cómo le respon-
se pusiese alguna malicia y un poco más de inge- den. Escribe cien o doscientos mil versos y adquiere
niosidad de la que conviene, sería por demás ten- con este ejercicio ininterrumpido una manera de
tador hacer una aproximación de la poesía de Rugo pensar singular, que críticos superficiales han juzga-
a la de Baudelaire con el propósito de hacer apa- do como pudieron. Pero en el curso de esta larga
recer a ésta como exactamente complementaria de carrera, Rugo no se ha fatigado de realizarse y for-
aquélla. No insisto. Es bastante visible que Baude- tificarse en su arte; sin duda, cada vez peca más con-
laire buscó lo que Víctor Rugo no había hecho; tra la selección, pierde cada vez más el sen ti do de las
que se abstiene de todos los efectos en que Víctor proporciones, ceba sus versos con palabras indeter-
Hugo era invencible; que regresa a una prosodia minadas, vagas y vertiginosas, y pone en ellos tan
menos libre y escrupulosamente alejada de la prosa; abundante y holgadamente el abismo, el infinito y
que persigue y casi siempre alcanza la producción lo absoluto que estos términos monstruosos pierden
del encanto continuo, cualidad inapreciable y como hasta la apariencia de profundidad que el uso les
trascendente de ciertos poemas -pero cualidad que concede. ¡Pero qué prodigiosos versos, qué versos a
se encuentra poco y ese poco rara vez en estado los cuales ningunos versos se comparan en exten-
puro, en la obra inmensa de Víctor Rugo. sión, en organización interior, en resonancia, en ple-
Por lo demás, Baudelaire no conoció, o conoció nitud; escribe todavía en el último período de su
apenas, al último Victor Hugo, al de los más gran- vida! En La Cuerda de Bronce, en Dios, en El Fin
des errores y las supremas bellezas. La Leyenda de Satanás, en el poema sobre la muerte de Gautier,
de los Siglos aparece dos años después de Las Flo- el artista septuagenario que ha visto morir a todos
res del Mal. En cuanto a las obras posteriores de sus émulos, que ha visto nacer de sí mismo toda
Hugo, sólo se publicaron largo tiempo después de una generación de poetas, e incluso aprovechar las
la muerte de Baudelaire. Yo les atribuyo una im- inapreciables enseñas que daría el discípulo al
portancia técnica infinitamente superior a la de maestro si el maestro duraba, el viejo muy ilustre
todos los demás versos de Hugo. No es éste el lugar llega al más alto punto de la potencia poética y de
ni tengo tiempo para desarrollar esta opinión. Me la noble ciencia del versificador.
limitaré a esbozar una digresión posible. Lo que Rugo no ha cesado de aprender con la práctica;

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Baudelaire, cuya vida temporal e?'cede apenas de la
mitad de la de Rugo, se desarrolla de manera muy mitad del siglo XIX lo que los hombres de la época
diferente. Se diría que debe compensar la brevedad de Luis XV hicieron con los autores del XVI? Todo
probable y la insuficiencia presentida del poco tiem- clasicismo supone un romanticismo anterior. Todas
po que tiene de vida con el empleo de aquella las ventajas que se atribuyen y todas las objeciones
inteligencia crítica de que hablé atrás. Sólo se le que se hacen a un arte "clásico" son relativas a este
concede una veintena de años para alcanzar su axioma. La esencia del clasicismo es el venir des-
pro.Pi.a perfección, reconocer su dominio personal y pués . .El orden supone cierto desorden que viene a
dehmr una forma y una actitud específicas que reducrr. La composición, que es artificio, sucede a
llevarán y preservarán su nombre r. No tiene tiem- algún caos primitivo de intuiciones y desarrollos
po, no tendrá tiempo para proseguir holgadamente nat_urales. La pureza es el resultado de infinitas ope-
esos bellos objetos de la voluntad literaria por medio raciOnes sobre el lenguaje, y el cuidado de la forma
d~l gran número de experiencias y de la multipli-
no es otra cosa que la reorganización meditada de
Cidad de las obras. Es preciso tomar el camino más los medios de .expresión. Lo clásico implica, pues,
corto, economizar los tanteos, ahorrarse repeticiones actos voluntanas y reflexivos que modifican una
y empresas divergentes: es menester, pues, buscar producción "Natural", conforme a una concepción
lo que se es, lo que se puede, por las vías del aná- clara y racional del hombre y del arte. Pero, como
lisis y unir en sí mismo a las virtudes espontáneas se ve en las ciencias, sólo podemos hacer obra ra-
de un poeta la sagacidad, el escepticismo, la aten- cional y co~struir por orden mediante un conjunto
ción y la facultad razonadora de un crítico. de convenczones. El arte clásico se reconoce en la
Es por este aspecto que Baudelaire, no obstante existencia, en la nitidez, en el absolutismo de esas
ser romántico de origen y hasta por sus gmtos, pue- convenciones; así se trate de las tres unidades, de
de parecer algunas veces clásico. Hay una infinidad preceptos prosódicos, de restricciones del vocabula-
de maneras de definir, o de creer definir al clásico. rio, esas reglas de apariencia arbitraria constitu-
hoy adoptaremos ésta: clásico es el escritor que lleva yeron su fuerza y su debilidad. Poco comprendidas
dentro a un crítico) y que lo asocia íntimamente a en nuestros días y no obstante haberse hecho difí-
sus trabajos. En Racine había un Boileau, o una ciles de defender y casi imposibles de observar, no
imagen de Boileau. dejan por ello de proceder de un antiguo, sutil y
¿Qué era, después de todo, escoger en el roman- profundo entendimiento de las condiciones del goce
ticismo, discernir en él un bien y un mal, una fal- intelectual sin mezcla.
sedad y una verdad, debilidades y virtudes, sino En mitad del romanticismo, Baudelaire hace pen-
hacer con respecto a los autores de la primera sar en algún clásico, pero no hace otra cosa que
hacer pensar en eso. Murió joven y, por lo demás,
1 ]e te donne ces vers afin que si mon nom vivió. bajo la impresión detestable que daba .a los
Aborde heureusement aux époques lointaines ...
hombres de su tiempo ·la supervivencia miserable
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del antiguo clasicismo del Imperio. No se trataba con una claridad, una sagacidad, una lucidez como
de reanimar lo que bien muerto estaba, sino aca- hasta entonces jamás se encontraran en una cabeza
so de encontrar por otras vías el espíritu que no se dotada de invención poética. Hasta Edgar Poe, el
hallaba ya en aquel cadáver. problema de la literatura jamás había sido exami-
Los románticos habían descuidado todo, o casi nado en sus premisas, reducido a un problema de
todo lo que demanda al pensamiento una atención psicología, abordado mediante un análisis en que la
y una continuidad un tanto penosas. Ellos buscaban lógica y la mecánica de los efectos se empleaban
los efectos de choque, de atracción y de contraste. deliberadamente. Por primera vez, las relaciones
No les atormentaban excesivamente la medida, ni entre la obra y el lector eran dilucidadas y presen-
el rigor, ni la profundidad. Les repugnaban la tadas como fundamentos positivos del arte. Este
reflexión abstracta y el razonamiento, y no sola- análisis -y es ésta una circunstancia que nos ga-
mente en sus obras, sino , también la preparación rantiza su valor-, se aplica y verifica con la misma
de sus obras -lo que es infinitamente más grave. nitidez en todos los dominios de la producción lite-
Dijérase que los franceses habían olvidado sus dones raria. Las mismas observaciones, las mismas distin-
analíticos. Conviene anotar aquí que los románti- ciones, las mismas anotaciones cuantitativas, las
cos se sublevaban contra el siglo XVIII más aún que mismas ideas rectoras se adaptan por igual a las
contra el xvn, y desenfadadamente acusaban de su- , obras destinadas a actuar vigorosa y brutalmente
perficiales a hombres infinitamente más instruíd~, sobre la sensibilidad, a conquistar al público afi-
más inquietos de precisiones y de pensamiento en cionado a las emociones fuertes o a las aventuras
gran escala que lo estuvieron jamás ellos mismos. extrañas, como a los géneros más refinados y a la
En una época en que la ciencia alcanzaría ex- delicada organización de las criaturas del poeta ..
traordinarios desarrollos, el romanticismo manifes- Decir que este análisis es tan válido en el orden
taba un estado de espíritu anticientífico. La pasión del cuento como en el orden del poema, que es
y la inspiración se persuaden de que sólo necesitan· aplicable a la construcción de lo imaginario y lo
de sí mismas. fantástico como lo es a la restitución y a la repre-
sentación literaria de lo verosímil, es decir que es
notable por su generalidad. Propio de lo auténtica-
Pero, bajo un cielo muy distinto, en mitad de un mente general es ser fecundo. Llegar al punto desde
pueblo totalmente entregado a su desarrollo mate- el cual se domina todo el campo de una actividad,
rial, indiferente todavía al pasado, organizando su es percibir forzosamente una cantidad de posibili-
porvenir y dejando la más completa libertad a expe- dades: dominios inexplorados, caminos por trazar,
riencias de toda suerte, por la misma época, u11 tierras por explotar, ciudades por edificar, relacio-
hombre se dedicaba a la consideración de las cosas nes por establecer, procedimientos por extender. No
del espiritu y, entre ellas, _la producción literaria, es, pues, sorprendente que Poe, en posesión de un .

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método tan vigoroso y tan seguro, se haya con- sí mismo 1, queda abierta y asegurada a la sombra
1
vertido en inventor de diversos géneros, haya dado del mísero Poe por el acto, la traducción y los
los primeros y más sorprendentes ejemplos del cuen- prefacios de Baudelaire.
to científico, del poema cosmogónico moderno, de No examinaré todo lo que deben las Letras a
la novela de la investigación criminal, de la intro- este inventor prodigioso. Así se trate de Julio Verne
ducción a la literatura de los estados psicológicos y de sus émulos, de Gaboriau y sus semejantes, o
morbosos, y que toda su obra manifieste en cada que, en géneros muchos más elevados, evoquemos
página el acto de una inteligencia y de una volun- las producciones de Villiers de l'Isle-Adam o las
tad de inteligencia que no se observan, en tal grado,_ de Dostoievsky, es fácil ver que las Aventuras de
en ninguna otra carrera literaria. Gordon Pym, El Misterio de la calle Margue,
Este grande hombre estaría hoy completamente Ligeia, El Corazón Delator han sido modelo~ abun-
olvidado, si Baudelaire no se hubiese consagrado dantemente imitados, profundamente estudmdos y
a incorporarlo a la literatura europea. No dejemos jamás superados. , . .
de observar aquí que la gloria universal de Edgar Me preguntaré solamente en que cons1ste la In-
Poe sólo es débil o discutida en su país de origen fluencia ejercida por el descubrimiento de las obras
y en Inglaterra. Este poeta anglosajón es extraña- de Edgar Poe sobre la poesía de Baudelaire y, de
mente desconocido por los suyos. manera más general, sobre la poesía francesa.
Otra observación: Baudelaire y Edgar Poe inter- Algunos poemas de Las Flores del Mal extraen ~e
cambian valores. Cada uno de ellos da al otro lo los poemas de Poe su sentimiento y su subs~a~Cla;
que tiene, y recibe lo que no tiene. Éste descubre algunos contienen versos que son transpor~1c10nes
a aquél todo un sistema de ideas nuevas y pro- exactas; pero desdeñaré estos préstamos particulares
fundas. Lo ilumina, lo fecunda, determina sus opi- cuya importancia, en cierto modo, es puramente
niones sobre una cantidad de temas: filosofía de la local.
composición, teoría de lo artificial, comprensión .y Sólo me detendré en lo esencial, que es la idea
condenación de lo moderno, importancia de lo ex- misma que se había hecho Poe de la poesía. Su
cepcional y de una cierta rareza, actitud aristocrá- concepción, expuesta por él en di~~rso~ ,artículos,
tica, misticismo, gusto por la elegancia y la pre- fué el agente principal de la mod1hcac10n en las
cisión, incluso política. . . Todo Baudelaire está ideas y el arte de Baudelaire. El trabajo de esta
impregnado, inspirado, profundizado por esta in- teoría de la composición en el espíritu de Baude-
fluencia. laire, las enseñanzas que dedujo, los desarrollos que
Pero, en cambio de estos bienes, Baudelaire pro-
porciona al pensamiento de Poe una extensión infi- 1 Tel qu'en Lui-méme enfin l'éternité le chang~. ·. (Ver-
nita. Se la propone al porvenir. Esa extensión que, s.o intocable que pertenece al soneto de Mallarme· a Edgar
en el gran· verso de Mallarmé, cambia al poeta en Poe. (N. del T.)

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le ha dado su posteridad intelectual -y sobre todo desfigurada e invertidas las frases, en el prefacio que
su gran valor intrínseco-, exigen que nos detenga- escribió para su traducción de los Cuentos,Extra-
mos mi poco en su examen. ordinarios. El plagio sería discutible si su propio
autor no lo denunciara, como vamos a verlo: en
un artículo sobre Théophile Gautier 1, Baudelai-
No ocultaré que el fondo de los pensamientos re reprodujo todo el fragmento de que hablo, pre-
de Poe corresponde a cierta metafísica que se había cediéndolo con estas líneas tan claras como sorpren-
forjado. Pero si esta metafísica dirige y domina y dentes: "Presumo que a veces es legitimo citarse
sugiere las teorías de que se trata, no las penetra sin a sí mismo para evitar el parafrasearse. Repetiré,
embargo. Las engendra y explica su generación; no pues .. . " Sigue el pasaje tomado de prestado.
las constituye. ¿Qué es lo que Edgar Poe pensaba de la poesía?
Las ideas de Edgar Poe sobre la poesía se hallan Resumiré sus ideas en unas cuantas palabras.
expresadas en algunos ensayos, de los cuales el más Analiza las condiciones psicológicas de un poema.
importante -y el que menos concierne a la técnica Entre estas condiciones, pone en primer término las
de los versos ingleses- lleva por título: El Prin- que dependen de las dimensiones de las obras poé-
cipio Poético (The Poetic Principie). ticas. Atribuye a la longitud una importanCia singú- .
Tan profundamente conmovió a Baudelaire este lar. Examina, por otra parte, la substancia misma
escrito, recibió de él una impresión tan intensa, de esas obras. Fácilmente establece que existe una
que no sólo consideró el contenido sino la forma
cantidad de poemas que se ocupan de nociones para
misma de él como su propio bien.
las cuales hubiese bastado la prosa como vehículo.
El hombre no puede dejar de apropiarse lo que
Ni la historia, ni la ciencia, ni la rtwral ganan
le parece tan exactamente hecho para él que, a
pesar suyo, lo considera como hecho por él. .. Irre- nada con que se las exponga en el lenguaje del
sistiblemente tiende a apoderarse de lo que convie- alma. La poesía didáctica, la poesía histórica o la
ne íntimamente a su persona; y el mismo lenguaje ética, aunque ilustradas y consagradas por los más
confunde bajo el nombre de bien la noción de lo grandes poetas, combinan extrañamente los datos
que se adapta a alguien y lo satisface plenamente del conocimiento discursivo o empírico con las crea-
con la de la propiedad de ese alguien ... ciones del ser íntimo y las potencias de la emoción.
Ahora bien: Baudelaire, aunque iluminado y po- Poe comprendió que la poesía moderna debía
seído por el estudio del Principio Poético -o, me- conformarse a la tendencia de una época que ha
jor aún, por el mismo hecho de estar iluminado y visto separarse cada vez más nítidamente los modos
poseído por él-, no incluyó la traducción de este y dominios de la actividad, y que podía aspirar a
ensayo en las obras mismas de Edgar Poe pero in-
trodujo en ellas la parte más interesante, apenas l Rerogido en El Arte Romántico,

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swn de sus efectos. Sólo puede juzgársela en el


realizar su objetivo propio y a producirse, en cierto transcurso del tiempo. Hoy vemos, después de más
modo, en estado puro. de sesenta años, que la resonancia de la obra úni-
De este modo, mediante el análisis de las condi- ca y muy poco voluminosa de Baudelaire colmato-
ciones de la voluptuosidad poética y la definición davía toda la esfera poética, que está presente en
por agotamiento de la poesía absoluta, Poe mos- los espíritus, que es imposible desdeñarla y que ha
traba una vía, enseñaba una doctrina muy seducto- sido reforzada por un notable número de obras que
ra y muy rigurosa, en la que se unían. una especie derivan de ella y que sería menester en conse-
de matemática y una especie de mística ... cuencia, para ser equitativos, agregar al breve vo-
lumen de Las Flores del Mal numerosas obras de
primer orden y un conjunto de las más p:ofundas
Si consideramos ahora el conjunto de Las Flores y finas investigaciones que haya emprendido nun-
del Mal y si nos tomamos el trabajo de compararlas ca la poesía. La influencia de los Poemas Anti-
a las obras poéticas del mismo período, no nos sor- guos y de los Poemas Bárbaros ha sido menos di-
prenderá encontrar la obra de Baudelaire notable- versa y menos extensa.
mente conforme a los preceptos de Poe, y por ello, Hay que reconocer, sin embargo, que esta mis~a
notablemente diferente de las producciones román- influencia, si se hubiese ejercido sobre Baudela1re,
ticas. Las Flores del Mal no contienen poemas his- acaso lo disuadiera de escribir o de conservar cier-
tóricos ni leyendas; nada que repose sobre un rela- tos versos muy descuidados que se encuentran e~
to. No se ven allí tiradas filosóficas. La política su libro. De los catorce versos del soneto Recogz-
no aparece para nada. Las descripciones son raras, miento, que es uno de los más hermosos poemas
y siempre significativas. Todo allí es encant?, mú- de la obra, me sorprenderá siempre el tener que
sica, sensualidad poderosa y abstracta ... LUJO, for- contar cinco o seis que son de una indudable debi-
ma, voluptuosidad. lidad. Pero los primeros y últimos versos de esta
En los mejores versos de Baudelaire hay una poesía poseen tal magia que los intermedios no
combinación de carne y espíritu, una mezcla de so- hacen sentir su inepcia y se tienen fácilmente por
lemnidad, de calor y de amargura, de eternidad y nulos o inexistentes. Se necesita ser un poeta muy
de inúmidad, una rarísima alianza de la voluntad grande para realizar esta clase de milagros.
con la armonía, que los diferencian claramente de Hace un momento hablaba de la producción del
los versos románticos como los distinguen nítida- encanto, y he aquí que acabo de pronunciar la pa-
mente de los versos parnasianos, El Parnaso no fué
excesivamente tierno con Baudelaire. Leconte de 1 labra milagro; se trata, sin duda, de términos que
hay que usar discretamente por razón de la fuerza
Lisie le reprochaba su esterilidad. Olvidaba que la
verdadera fecundidad de un poeta no reside en el
r de su sentido y la facilidad de su empleo; pero sólo
podría reemplazarlos con un análisis tan extenso,
número de ~us versos, sino más bien en la exten-
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y acaso tan discutible, que se me excusará que lo desarrolla casi siempre una linea melódica admira-
ahorre a quien tendría que hacerlo y a quienes de- ble~ente pura Y. una sonoridad perfectamente sos-
berían soportarlo. Permaneceré en la vaguedad, li- temda que la distinguen de toda prosa.
mitándome a sugerir lo que ese análisis podría ser. Por este aspecto, Baudelaire reaccionó muy feliz-
Sería menester ver que el lenguaje contiene recur- mente contra la tendencia al prosaísmo que se
sos emotivos mezclados a sus propiedades prácti- observa en la poesía francesa desde mediados del
cas y directamente significativas. El deber, la labor, siglo xvn. Es notable que el mismo hombre al
la ~unción del poeta son poner en evidencia y en que ~ebemos el ~;tomo de nuestra poesía a su
acción esos poderes de movimiento y de encanta- esencia, sea tambien uno de los primeros escrito-
'" miento, esos excitantes de la vida afectiva y de la res franceses qu; .se haya~ interesado apasionada-
sensibilidad intelectual que se hallan confundidos mente por la musica propiamente dicha. Menciono
en el lenguaje usual con los signos y los medios de este gusto, que se manifestó en artículos célebres
comunicación de la vida ordinaria y superficial. sobre "Tannhauser" y "Lohengrin", a causa del
El poeta se consagra y se consume, pues, en definir desarrollo ulterior de la influencia de la música
y construir un lenguaje en el lenguaje; y su ope- sobre la literatura ... "Lo que se llamó el Simbolis-
¡·ación, que es larga, dificil, delicada, que exige las no se resume muy sencillamente en la intención
cualidades más diversas del espíritu, que no se común a, ~iversas familias de poetas de recuperar,
concluye nunca del mismo modo que jamás es en la mustca, su bien . .. "
exactamente posible, tiende a constituir el discur- Para ha~er menos i~pr~cisa y menos incompleta
so de un ser más puro, más poderoso y más pro- esta tentativa de explicación de la importancia ac-
fundo en sus pensamientos, más intenso en su vida, tu~l de Bau~~laire, de~ería recordar ahora lo que
~ás elegante y afortunado en su palabra que no fue como cntico de pmtura. Conoció a Delacroix
Importa qué ser real. Esta palabra extraordinaria Y Manet. Trató de pesar los méritos respectivos de
se hace conocer y reconocer por el ritmo y las ar- Ingres y su rival, de la misma manera que pudo
. monías que la sostienen y que deben hallarse tan comparar en sus muy diferentes "realismos" las
··íntima e incluso tan misteriosamente ligadas a su obras de Courbet con las de Manet. Tuvo para con
generación, que el sonido y el sentido no puedan el gran Daumier una admiración que la posteridad
separarse ya y se respondan indefinidamente en la comparte. Acaso exageró el valor de Constantin
memoria. Guy.s ... Pero, en el conjunto, sus juicios, siempre
La poesía de Baudelaire debe su duración y el n;o.tivados ~ aco~pañados con las más finas y má&
imperio que todavía ejerce, a la plenitud y nitidez solidas consideraciOnes sobre la pintura, siguen sien-
do modelos del género terriblemente fácil y, por

l
singulares de su timbre. Por momentos, esa voz cede
a la elocuencia, como con demasiada frecuencia tanto, terriblemente difícil, de la crítica· de arte.
sucedía a los poetas de esa época; pero conserva y Pero la gloria mayor de Baudelaire, como os lo

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l'AUL VALÉRY

hice presentir desde el comienzo de esta conferencia,


es sin duda la de haber engendrado algunos muy
grandes poetas. Ni Verlaine, ni Mallarmé, ni Rim-
baud hubiesen sido lo que fueron de no leer, en
la edad decisiva, Las Flores del Mal. Muy fácil se-
ría mostrar en éstas, poemas cuya forma e inspi- LA TENTACióN DE (SAN) FLAUBERT
ración prefiguran tales versos de Verlaine, de Ma-
llarme o de Rimbaud. Pero estas correspondencias
son tan claras, y el tiempo de vuestra atención se Confieso una debilidad por la Tentation de
halla tan próximo a expirar, que no entraré en
Saint Antaine.
detalles. Me limitaré a indicaros que el sentido de ¿Por qué no declarar en seguida que ni Salamm-
lo íntimo, y la mezcla vigorosa y turbia de la emo- bó, ni la Bovary me han seducido jamás, la una
ción mística y del ardor sensual que se desarrollan con su imaginería erudita, atroz y suntuosa, la
en Verlaine; el frenesí de la partida, el movimien- otra con su "verdad" de mediocridad minuciosa-
to de impaciencia suscitado por el universo, la pro-
mente reconstruída?
funda conciencia de las sensaciones y de sus reso-
nancias armónicas, que hacen tan enérgica y tan
activa la obra breve y violenta de Rimbaud, se Flaubert creía, con su tiempo, en el valor del
hallan claramente presentes e identificables en Bau- ·:documento histórico" y en la observación cruda
delaire. del presente. Pero aquéllos eran ídolos vanos. Lo
En cuanto Stéphane Mallarmé, cuyos primeros único. real en el arte, es el arte.
versos podrían confundirse con los más bellos y más Flaubert, el hombre más honesto del mundo y el
densos de Las Flores del Mal, prosiguió en sus más respetable de los artistas, pero sin demasiada
consecuencias más sutiles las investigaciones forma- gracia ni profundidad de espíritu, no tuvo defensa
les y técnicas que los .análisis de Edgar Poe y los
, contra la fórmula tan simple que propone el Rea-
ensayos y comentarios de Baudelaire le hicieran
\)ismo, ni contra la autoridad ingenua que quiere
seguir apasionadamente y le enseñaran su impor-
tancia. En tanto que Verlaine y Rimbaud continua- fundarse en inmensas lecturas y en la "crítica de
ban a Baudelaire en el orden del sentimiento y textos".
de la sensación, Mallarmé lo prolongaba en el do- Ese Realismo a la moda en 1850 distinguía muy
minio de la perfección y la pureza poéticas. mal entre la observación precisa a la manera de
los hombres de ciencia y la versificación bruta y
sin elección de las cosas, según la visión común;
las confundía y su política las oponía idénticamente

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