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bando la aparición de un valor nuevo, vea al fin lo que


atiseraba. Yo creo, sin embargo, haber tenido ahora esa
esPtuna y mi alegría efusiva puede compararse a la del
f~fiete que hallara de repente en la calle una libra ester-
pi a .Ah es bien raro encontrar entre nosotros ese hom-
JiJl . 1 '
e nuevo, que rompa con el pasado, que aparezca con su
brrsonalidad genuina, que traiga un poco de materia sor-
rrendente en su obra!
y 0 presento hoy, y reclamo para él, el título de poeta
1 en el mejor y más noble sentido de la palabra, a Luis Vi-
UN POETA NUEVO dales; sé que sus versos no irán a gustar todavía a esa
gran masa d~ público r~tinizada en el viejo sons?n~te
Este país es esencialmente conservador en todos los as- parnasiano, sm alma y sm médula, que nos dan diana-
pectos de su vida, pero singularmente e~ lo ~ue ~e refiere mente los que confunden la belleza con la sonoridad vacua
a la literatura· nadie experimenta aqm la mqmetud del y pretenden hacer poesía escalonando adjetivos arquitec-
' .
porvenir ni siquiera del presente; todos somos mmunes a tónicamente, o decorativamente, como se escalonan bal-
los gérmenes de renovación y preferimos encerrarnos en dosines de colores.
la contemplación del pasado, antes que adoptar. una acti- La poesía de este muchacho es, en esta primera etapa
tud de simpatía activa incorporándonos a la ,agit~a vida de su obra, una poesía de ideas, sobria y sintética; él no
que transcurre fuera, uniéndonos por algun hilo vital sufre la voluptuosidad rudimentaria del co!or ni de la
al mundo conmovido y maravilloso que va en marcha forma: sufre la voluptuosidad de las ideas puras y, lo que
hacia adelante; se cree que la circunspección clásica, que es todavía más revolucionario y excepcional entre nosotros,
el encerrarse dentro de ciertos moldes trasegados Y ~n­ las presenta en una forma esencialmente humorista. El
sagrados es una postura elegante.; puede serlo quizá, humorismo es, siempre, una actitud trascendental, y has-
según lo que se entienda por elegancia; p~ro, e~ todo c~, ta podría decirse que todo gran pensamiento es humorís-
es también una postura perfectamente imbécil Y es~ril: tico; el humorista posee una visión cósmica del universo;
Nuestra lírica, sobre todo, está retrasada ci~cuent~ an~~ mira siempre las cosas, y sobre todo, la esencia de las cosas,
se hacen versos, más o menos como los hacian a fmes béD desde un punto de vista eminente; no hay hJ!!!.lO!!filru> des-
siglo pasado, Baudelaire, Verlaine y el bue~o ~~ Ru ca de luego en el juego vulgar de palabras, ni siquiera en el
Daría que en paz descanse; pero toda la agitacion lfri contraste simple de situaciones externas, como lo hace
que desde ellos hasta hoy se ha producido en la tierra. Luis C. López; no hay humorismo sino en la comparación
permanece inadvertida para la sensibilidad de. nues~ de ideas, o de series de ideas, confrontándolas entre si o
poetas· todas las inquietudes de los últimos veinte ande asociándolas a pequeñas cosas de manera que determinen
les me~ecen, a los que por casualidad tienen noticias de un contraste trascendental, que al encerrarlas dentro de
ellas cuando más una sonrisa, pero nunca un gestote
'
comprensión .
ni mucho menos una simpa tía est'imulaJl•
:1 ~ev: marco vulgar, nos den sin embargo una sensación
e Infinito; así, al tocar las menudas cosas cotidianas, el
. tncli· ~ta no pierde su situación eminente, su punto de vista
Por eso, pasan muchos días antes de que quien se tonal'
na con angustia expectante sobre el panorama nac \lniversal y esencial. ¿Y en este sentido cósmico de la vida

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y del mundo, no está realmente la verdadera, la única
poesía?
Luis Vidales posee estas características primordiales en
un grado todavía incipiente, puesto que apenas empieza.
a escribir y a pensar, pero lo suficientemente acentuado
ya para construir un valor efectivo, excepcional Y admi.
rable en nuestra poesía de hoy y de mañana.


EL REGRESO A AFRICA

La minuciosa investigación a que se está dedicando


comelio Hispano para encontrar el número de camisas
que tuvo el Libertador, pertenece a un género histórico
pueril, de decadencia, perfectamente inusitado en un
pueblo en que las actividades históricas no han alcanzado
siquiera una relativa madurez; en realidad, la laboriosa
adquisición de todos esos pequeños datos anecdóticos no
puede interesar a inteligencias sinceramente serias, sa-
nas y preocupadas, y su conocimiento no enriquece en una
brizna la cultura general de los hombres; pero sí ayuda
a precipitar este fenómeno de beatificación de las reli-
quias personales de los héroes, que estamos presenciando
en América y que relaja y envilece el verdadero sentido
místico y esencial de la Historia; hay ya quienes le han
dedicado ·odas, sonetos y madrigales a la última camisa
que usó Bolívar y a los pañuelos y pantuflas de sus con-
cubinas.
Es decir: el sentido histórico ha degenerado en f etichis-
mo brutal, siguiendo un proceso paralelo al que ha su-
frido entre nosotros el sentido religioso: nuestro pueblo
no posee ya una idea pura y eminente de Dios; no es un
Pueblo místico en la noble y honda acepción de la palabra;
ha materializado sus sentimientos religiosos, concretán-
dolos en mugrientas y milagreras reliquias de santos, en
fetiches locales, enemigos a menudo los unos de los otros;
no conoce a Dios; adora el manto de la Virgen o el pie de
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y ahí está precisamente la diferencia esencial entre las dos
a.ctitudes. No puede eliminar la gramática, una genera-
ción que no tiene ideas nuevas, ni experimenta sensaciones
nuevas; porque toda conjunción imprevista de palabras,
que se salga de los moldes gramaticales, signüica la
existencia de una idea nueva, o al menos, acusa una per-
cepción original de la vida, de las cosas. Por eso en las
épocas de intensa agitación espiritual, en los momentos
de revolución, cuando todo se subvierte o se destruye, la
LA GRAMÁTICA Y LA REVOLUCIÓN gramática salta hecha pedazos, junto con_las instituciones
milenarias. Todo profundo cambio social repercute en
la gramática subvirtiéndola y renovándola también. Los
Un colaborador de "El Nuevo Tiempo" glosa ayer la hombres cuando tienen numerosos pensamientos inédi-
pesadilla del señor Suárez, llena de vene~o Y de ~nc~ón tos, necesitan, para expresarlos, combinaciones inéditas
religiosa, que apareció hace poco en ese mismo penódi_co. de palabras, que naturalmente no están catalogadas en
El glosador se refiere especialmente a lo que e~ s~nor los textos ni estereotipadas en el lenguaje tradicional.
suárez dice de la escasa simpatía que nuestros periodistas
Armen Ohaniam escribió hace poco un agudo estudio
y literatos tienen hacia la Gramática, y reproduce este sobre la actual literatura rusa, y en él advierte ante todo
párrafo: que los grandes poetas de la revolución, traen una lengua
"Triste es observar que ya en Colombia no se lee al sabio nueva, rejuvenecida, purificada, de que se han eliminado
cuervo y prever que en el día menos pensado lleva~ al totalmente la ortografía clásica y la gramática de la épo-
congreso un proyecto de l_ey como el ~ue se presento en ca zarista. Alejandro Blok, Serguey Esseim, Andrey Biely,
1871 a la Comuna de Paris y que decia : «Por cuanto la Mayakovsky, todos los extraordinarios poetas de la Rusia
gramática es la más irracional de las enseñanzas Y la ~6:8 actual, que han determinado lo que ya se llama "El Rena-
disparatada de las preocupaciones se decreta proscribir cimiento Ruso", tuvieron que inventar un idioma para
para siempre el libro de Noel ~ Ch~psal y sus congé?-eres>~ poder expresar sus ideas y sus sensaciones, llenas de pene-
va pues prevaleciendo la aspiracion del doctor Ro3as Ga
rrido, qdien en aquel mismo .año ~nía c?mo una de
bases de su candidatura presidencial, la llbertad del pe
1: tran te originalidad.
Pero en Colombia, no está sucediendo nada de eso, como
samiento, sin dogmas y sin gramática". lo teme erróneamente el señor Suárez. Al contrario, nues-
tra juventud siente una enfermiza afición a la gramática;
Pero no, no hay peligro de ~ue aquíyrevale~c~ ahora~~ aquí, con algunas honrosas excepciones todo el mundo
magnífica aspiración de RoJas Garrido, el último gr escribe o trata de escribir correctamente, ciñéndose en lo
espíritu revolucionario que produjo este suelo ~mpobre­ Posible a las reglas clásicas. Y es por incapacidad mental,
cido prematuramente; el señor Suárez y el ~ueJumbr: Por falta de inquietud espiritual, porque no sabemos ejer-
articulista de "El Nuevo Tiempo" toman eqmvoc.ada~ cer con plenitud la libertad de pensamiento.
te por eliminación de la gramática, lo que no es sino ig~o­
rancia de la gramática; es segur.o que si nuestros ~: Por eso nuestra literatura es la más retrasada, la menos
distas y literatos supieran gramática, no la quebranta inquieta, vigorosa y fecunda del Continente.

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tal que vengan a incorporarse a la fuente maternal con-
fundiéndose en ella y fecundándola. Clásico no es, 'pues,
el discípulo ni el imitador; es el que inventa, revoluciona
y liberta, el que da normas literarias a una lengua e in-
sensiblemente, por el singular dinamismo de su obra se
convierte en modelo, en maestro; el único que en Amé;ica
ha logrado acercarse al verdadero concepto de clásico es
Rubén Darío.
Ser estilista, es decir, llegar a adquirir un estilo enér-
1
gicamente personal, solo se alcanza cuando se tiene ideas
EL CONCEPTO DE LO CLASICO personales; cuando las ideas, aunque no sean nuevas en
el mundo, sí lo son en nosotros mismos y han estado su-
Tomás Márquez defiende en La Nación, de Barranqui- jetas a un trabajoso proceso de nacimiento y elaboración
lla el último folleto del señor Suárez, considerándolo co- en nuestra mente; solo así al convertirlas en palabras,
mo' una obra literaria de gran mérito. Esa es, por otra asumen esa forma cálida y preñada de expresión, esa ro-
busta personalidad inconfundible, distinta a las demás .
parte, la idea que circula en el país, respecto al famoso
que es lo que constituye un estilo. Huysmans, por ejem-
panfleto y, en general, respecto a todos los libros del se-
plo, siendo un revolucionario, era al mismo tiempo esti-
ñor Suárez; liberales y conservadores están de acuerdo en
llamarlo estilista soberano, y don Antonio Gómez Restre- lista, porque en su prosa única, cada verbo, cada adjetivo,
co~e la cosa por .las raíces y la arranca, la sacude, impri-
po, en el prólogo a la primera serie de Escritos se atreve
a afirmar que "es el más clásico de los prosistas colom- m1endole un relleve escultórico, vívido e impresionante,
c?mo si escribiera con un cincel; lo que expresa o lo que
bianos". ~mta se nos clava en el alma y no lo olvidaremos ya
¿Qué entiende don Antonio Gómez Restrepo por "clá- Jamás. Pero ese estilo fue posible en él, porque sus ideas
sico"? El no explica claramente, pero podría creerse que extravagantes eran profundamente personales, las había
da a esa palabra el mismo sentido que la mayoría de las el.aborado y fecundado por sí mismo, y al concretarlas, lo
gentes letradas; es decir, que asimila a clásico a todo el hizo con aquel amor, con aquel apasionado vigor que solo
que, habiendo trasegado más o menos por la literatura sabe poner en sus palabras el que crea.,
clásica, imita correctamente los estilos, las maneras Y
los giros que los clásicos inventaron. Pero en realidad, a . Pero .el señ?r Suárez no posee un sistema propio de
eso no puede llamársele clásico; podría Uamársele clasi- ideas m una mterpretación particular del mundo· toda
cista o cualquiera otra cosa; porque lo verdaderamente su filosofía sigue con docilidad los pasos escolástlcos y
clásico es lo más opuesto a toda imitación servil; el clásico toda su literatura se reduce a una imitación inteligente
es más bien el creador; el que tiene una interpretación de los prosistas castellanos del siglo xvm. Es un exegeta
original de la vida y de las cosas y la encierra dentro de Yun erudito, que al ir a examinar los hombres y las cosas
formas también originales; el que saltando sobre la gra- no puede desembarazarse de los prejuicios metafísicos y
mática, liberta a un idioma de las rígidas cadenas tradi- de los prejuicios gramaticales, y por eso sus conclusiones
cionales y lo rejuvenece y enriquece inyectándole savias respecto a lo que va a analizar están tomadas de ante-
nuevas, no importa que sean exóticas o extranjeras, con mano, preconcebidas; no nos dará nunca una solución

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inesperada, ni nos sorprenderá con una teoría que no ha,.
yamos ya visto u oído en su esencia; se limita a admirar
el pasado, pero no construye nada para el porvenir; no
hay en él nunca, como debe haber siempre en el verda.
dero clásico, un fermento renovador. Por eso la influen.
cia del señor Suárez en nuestra juventud literaria es nu.
la, absolutamente nula, porque no se encuentra en sus
obras aquella fuerza ideológica irresistible que se requiere
para formar discípulos. Hay quienes admiran, eso sí,
su prosa sencilla, tersa y corriente, fruto de largos y con.
cienzudos estudios filológicos, paciente y armoniosa re- 1

construcción de antiguas literaturas; pero dentro de su


EL PATIBULO
perfección inexpresiva esa prosa es de una admirable me-
diocridad; prosa barata, pulida y brillante, como esas ní- Muchos respetables ciudadanos opinan que el restable-
tidas imitaciones de la Venus de Milo, que se expenden cimiento de la pena de muerte haría disminuir la cüra
a cinco dólares en los escaparates de las marmolerías, de la criminalidad. Es una opinión bastante generalizada,
de un mérito artístico reflejo y relativo. sobre todo entre las personas buenas y normales; pero
Escribir correctamente es fácil, porque significa una los que la profesan sufren inconscientemente un error de
labor de simple paciencia; los buenos prosistas abundan apreciación, porque creen que todos los hombres poseen
en el mundo, como las arenas del mar. Pero lo que solicita el amor a la vida y el respeto a la muerte que ellos mis-
la garra del genio es la prosa preñada de ideas, rellena mos :ie~en, dentro de su sana normalidad. Sin embargo,
de sentido nuevo, aunque sea tempestuosa y desequili- el crmunal es un hombre que está situado en un distinto
brada. A esos prosistas creadores no pertenece desgracia- plano moral en el que suelen colocarse los temperamen-
damente el señor Suárez; su literatura, sin ojos y sin tos corrientes; el criminal, para llegar a serlo, tiene que
alma, pasará como una agua clara y trivial, sin dejar haber perdido antes totalmente el sentido de la importan-
huella perdurable. cia de la vida en general y particularmente la suya; desde
que se resuelve a matar y penetra a una alcoba, o ataca
ª!.transeúnte en la calle, o espera al viajero en la encru-
CIJada del camino, puede decirse que no le importa su
existencia, puesto que va a exponerla, ni le importa la
de sus víctimas, puesto que va a eliminarla; el sentimien-
to de la trascendentalidad de la vida no existe en él sino
en una forma muy leve, inferior en todo caso a la fuerza
de sus pasiones; y si comete su crimen a pesar de que
PUedan darle un tiro en el acto, también lo cometerá a
Pesar de la guillotina. Ese relajamiento del instinto de
conservación en los criminales, se percibe más claramen-
te cuando van al patíbulo, porque casi todos saben morir
con una impertérrita tranquilidad, con un frío estoicismo,
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palo del Señor de Monserrate; no siente a la Divinidad.
como una elación inefable, cósmica, suprema; cree en el
Niño Jesús de Buga, o en el escapulario de la Virgen del
Caqnen. He aquí una idolatría rudimentaria, síntoina
del regreso a Africa que está emprendiendo nuestra inci-
piente civilización.
Un proceso paralelo y complementario puede advertirse
en la evolución del sentido místico de la historia: no exjg.
te ya la concepción pura y esencial del héroe, como una ' '
RUBEN DARIO, R. l. P.
fuerza espiritual impulsora, como un suscitador y crea.
dor de nuevos y fecundos ideales colectivos; se ha erigido
en héroe al caudillo militar, tipo primitivo, violento y brt. Hay quienes, sintiéndose tocados en su idolatría lite-
nante, de cualidades puramente temperamentales; y se raria, me han demostrado cierta inconformidad con una
ha llegado a venerar en él no solo los atributos simbólicos frase mía, escrita hace poco: "Rubén Darío, que en paz
de su profesión, la espada o el morrión de plumas, sino descanse". Quiero tranquilizar a esos espíritus fanáticos
también sus más ínfimas prendas personales, los calzon- y, al mismo tiempo, tratar de fijar la actitud de las nuevas
cillos o la camisa; o, como en la idolatría religiosa, sus generaciones ante la obra de Darío; y que Dios me perdo-
secreciones fisiológicas, el sudor de la frente y la sangre ne esta tentativa de exhumación de restos, aunque es bien
de las heridas; y aún más: los objetos que tocó incidental- cierto que la exhumación, acto inicuo e inútil, que va a
mente a su paso, el balcón por donde saltó en una noche perturbar la tranquilidad de los sepulcros venerados, está
de pánico, o el lecho en donde en otra noche de placer de actualidad en el país.
alimentó sus pasiones inferiores.
La obra de Darío no tiene ni puede tener hoy para noso-
Nuestra reducida vida cultural, ajena a toda exaltación tros un valor poético activo; tiene un valor que pudiéramos
espiritual, a toda severa investigación, a todo análisis cri- llamar idiomático, y todos usufructuamos todavía más o
tico, pero que podría haberse considerado sin embargo, menos la gran revolución que él verüicó en este sentido;
hace algunos años, como un embrión probable de civiliza· Darío fue un desencadenador del idioma, un libertador de
ción, está siendo invadida por este oleaje de fetichismo la lengua, oprimida y petrificada dentro de rígidos moldes
africano, en los órdenes más nobles de la actividad del tradicionales; sin ser un filólogo, es decir, sin poseer la
espíritu; todas las especies de idolatrías, aun las más omi· conciencia íntima del idioma, le infundió una flexibilidad
nosas y bárbaras, son accesibles ya para nosotros; no tar· Yuna ligereza que no poseía antes; fue, en cierto modo, el
dará, parece, el día en que nos arrodillemos ante la mata descubridor y el conquistador del Diccionario, movilizando
de cebolla o ante el caimán hierático, objetos cuyo peque· hacia el lenguaje activo una parte del enorme acervo de
ño misterio será suficiente para contener y tranquilizar I>alabras y de giros que yacía inerte al margen del voca-
todas nuestras inquietudes trascendentales. b~lario literario usual; trajo nuevos matices y combina-
ciones, abriendo al escritor de hoy dilatadas posibilidades
estilísticas; convirtió el idioma en un vehículo vivo, ágil,
susceptible de interpretar con cierta exactitud lo que hay
de nervioso y de voluble en el inquieto espíritu moderno.

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En relación con este aspecto verdaderamente revolucto..
nario y de utilidad todavía perman~nte, los otr~ aspectos
de su obra pasan a segundo térmmo; la esencia poética
• que pudo haber en ella no alcanza a in~luenciar ª. las
generaciones avancistas de hoy; y en r~al~dad, no existió
allí nada esencial y eterno que se convirtiera en germen
fecundo para el porvenir; la lírica actual, bajo ~fluencias
más activas y más recientes, va por otros cammos y per.
sigue otros objetivos; sin embargo, es indudable que. Darío
fue, en un momento determinado, el poeta genumo de
la raza mulata, y casi podría decirse que el poeta genUino MÉJICO ENSEÑA
de América, porque esa raza es un producto caract~risti­
camente americano. Darío interpretó con elocuencia po.
derosa los anhelos, las angustias, las esperanzas, las con- Es in explicable, o parecería inexplicable, el enorme si-
cupiscencias, la sicología confusa y transitoria de_ ~ lencio que guardan habitualmente nuestros famosos pro-
pueblo en formación; dijo en rutilantes ver.sos _su afición fesores y especialistas de Derecho Internacional, que,
a las brillantes formas externas, su deslumbramiento fren- según dicen, son los mejores y los más ilustres de Améri-
te a las cosas decorativas, majestuosas y ricas, su admira- ca; pueden serlo o no serlo, pero, en todo caso, no se carac-
ción pueril ante el mármol, el oro, la seda y los. objetos terizan por su actividad intelectual, por su sensibilidad
finos y radiantes, su nostalgia ancestral de esclavitud po- universal, o siquiera hispanoamericana, por su don de
blada de príncipes y princesas, su sujeción sumisa ante el magisterio y de divulgación de nociones y teorías. Suceden
tipo blanco y rubio de manos finas ; creyó siempre co~o en el mundo los más graves y significativos actos inter-
su pobre raza ingenua y tiranizada, que la aristocracia nacionales, y nuestros insignes profesores callan aquí
era el refinamiento, y el refinamiento consistía en _rode~ como unos difuntos, ajenos a toda inquietud y a t oda cu-
de lujo fastuoso y alimentar todas las concupIScencias riosidad; o si las experimentan, no se dignan enriquecer
hambrientas después de una milenaria abstención; Y can- nuestra escasa vida cultural, con una palabra ilustrativa
tó y poetizó esos motivos que interpretaban la sicología que nos una por algún pequeño hilo de comprensión a la
profunda de un pueblo nuevo, ~nhelante, ~a~nativo, marcha agitada y ascendente del mundo. Nadie ha des-
asimilador imitador y pueril. Dano, que era el mismo un pegado los labios, por ejemplo, para hacernos conocer un
verdadero ~ulato de sangre, de aspecto y de espíritu, hiZO Poco el sentido de ese famoso tratado de Rapallo que
nada más que literatura mulata; fue el gran poeta de su conmovió a Europa durante varios días y sentó nuevas
raza, en un instante determinado. nociones de Derecho Internacional extraordinariamente
Pero por lo mismo que fue un poeta puramente i~ter­ fecundas ; ni se nos ha hecho la más leve exégesis de las
pretativo, y no un poeta impulsor o creador, no extSteD recientes conferencias diplomáticas de Lausana, que po-
en su obra motivos esenciales, eternos, fecundantes que drían interesarnos tan profundamente a nosotros, puesto
puedan transmitirse hasta el porvenir como una fuerza que en ellas se reconoció inusitadamente el derecho a la
estimuladora. Por eso decía yo: "Rubén Darío, que en V~da libre, de un pueblo débil, acechado por todos los impe-
paz descanse". l'íalismos; ni se nos dirá nada, tampoco, del acuerdo que
acaba de firmarse entre Méjico y los Estados Unidos. Sin

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pero había algunos casos especiales en que las diferen-
cias introducidas por los poetas asumían un carácter real-
Jllente sorprendente, por lo absurdo; el oro, por ejemplo,
no era admisible para los poetas, sino considerándolo en
abStracto o aplicándolo en un sentido simbólico: podía
decirse: "cabellos de oro, estrellas de oro, corazón de oro";
pero en cuanto el oro, en su aspecto de artículo de cam-
bio, empezaba a relacionarse con el comercio, ya los poetas
LO POÉTICO y LO PROSAICO principiaban también a detestarlo, a considerarlo como
la cosa más prosaica del mundo: un billete, aunque estu-
viera fuertemente respaldado por áureas barras apiladas
, peri'odista de Barranquilla
Algun . preguntó
., a Santos en los sótanos del banco, era algo abominable, indigno de
Chocano por qué organizaba la rec1tac1on de sus poemas inclufrse no digo ya en el verso, pero ni siquiera en el bol-
ctáculo cobrando las entradas como lo
en forma de espe ' ta contestó que sillo de un poeta. Toda profesión productiva, todo lo que
haría un empresario de teatro; y e1 poe . se relacionaba directamente con el dinero, era despreciado
, , a i·m1·tación de Paul Fort y Maeterlmck, qule-
d
proce ia as1,
.
d u 'dos of re-
1 Argentina y los Esta os ru
con altivez por los poetas; e igualmente despreciaban a
los desgraciados que se dedicaban a acaparar esa vil cosa
~i~n~~c~~\~t~:S yªsus versos de una manera rigurosamente sucia, que es el dinero; decirle millonario a un individuo,
comercial. era el colmo de la ofensa a que podía recurrir un poeta;
Estas declaraciones de Santos Chocano .nos dan, a ¿ute- con eso querían significar a un pequeño ser gordo y afei-
nes no lo conocemos, una idea muy precis~ :~=~caPo~~~ tado, con gruesos anillos en los dedos; a un horrible ente
filosofía persox:ial, de s:u concleptpoo :t~ U:~~ían . resuelto perfectamente prosaico, incapaz de comprender todo lo
d d épocas mmemonales, os que puede haber de poético en la rosa sobre el muro de-
a~~u~damente dividir el universo en dos p~rtes ig~~~~l~ la rruído o en la pálida muchacha frente al crepúsculo.
part~ poética Y la pyartg~::~=a~~~; /~~;:1e~ia~~::a otra.y
considerable la una. •
Pero ya hoy no sucede así, o mejor, ya empieza a no
suceder así.: los poetas están adquiriendo un concepto
Y había cosas poéticas y cosas prosaicas : u.na.ros~:: más general y más uniforme del universo; no han dejado,
·eJ·o era algo singularmente poético, pe sin duda, de ser sensibles al valor poético de la rosa, pero
un muro Vl ' , d t tablemen·
zanahoria sobre el mismo muro, verua a serd e .;r la tarde Principian a ser sensibles al valor poético de la zanahoria;
te prosaica. Una pálid~ mu~hacha as~ma a ica. ro no han comprendido, al fin, que todo en el mundo es algo
a la ventana, constitma la imagen mas.poét E~ bello P<>ético, inclusive el dinero.
lo era• por ejemplo, un .hombre con paraguas.
,, pero no lo era
decir:
¿Y por qué no? En la realidad de la vida moderna el
'deci·r·· "la vaca de los OJOS 1
· carosd' " y hab1a , t"""'btén
_... dinero es el sustituto equivalente de las varitas mágicas,
"esa vaca tiene las oreJ~ gran es ·. . estar con lOS itan poéticas! de los cuentos de hadas; con la misma ma-
actitudes poéticas y actitudes prosaicas, r do y la l'a.ViUosa propiedad con que las varitas mágicas convertían
ojos torcidos hacia arriba, el cabell~ ~emo 1:1eªpoético; ª.un patojo en príncipe o a una princesa en dragón, el
mano sobre el corazón, era ext~aordinana~~ de bruces dinero convierte una choza en castillo, un limpiabotas en
pero no lo era, y sí muy prosaico, estar cai o
lllillonario, o un poeta en comerciante.
en una zanja.
26S
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~ femenina. ¡Dios me guarde de los versos perfectos!
Quiero los versos un poco descoyuntados, pero vivos y que
~engan formados de palabras, no exóticas, sino simple-
Jl'.l.ente imprevistas; que envuelvan al mismo tiempo una
¡dea o una imagen, no nueva, sino que apenas nos deje
un poco atónitos, un poco sorprendidos, porque no la
esperábamos allí, porque no adivinábamos que la estrofa
iba a concluír de esa manera, tan natural sin embargo,
pero tan poco acostumbrada. No importa que todo eso no
esté suj eto a las estrictas reglas métricas y no importa
LOS VERSOS que el vocablo no sea demasiado elevado, demasiado poéti-
co. ¡Hay versos malos que son tan bellos!
Para que una mujer sea verdaderamente bella debe ser Verlaine hablaba de torcerle el cuello a la elocuencia.
un poco fea. Es decir, un poco imperfecta e inarmoniosa Muy bien. ¡Cuanto antes! Pero, al mismo tiempo, el poeta
con algo levemente raro y sorprendente en su belleza: pedía para los versos, música y solo música. ¡Pues no, ya
Ante todo, no ha de estar conformada según esos impe- no, ya es tiempo de torcerle el cuello a la música!
cables modelos griegos que vemos en los mu.seos y que ¿Hasta cuándo nos van a dar los poetas su música can-
ya nos tienen fatigados de corrección y de frialdad. "Sus sada de cascabeles, la terrible música monótona de los
facciones -dice Poe de Lady Ligeia- no se definían en sonetos y de los cuartetos, la música intonsa de todos
el molde corriente que se nos ha enseñado a admirar fal- los metros correctos, que nos hace pensar con pavor en las
samente en las clásicas obras del paganismo". El ideal recitaciones de las escuelas y de las veladas literarias en
moderno de la belleza fe menina no está todo en la perfec- que se dicen epopeyas atroces? Proclamemos el horror a
ción majestuosa de las diosas. Nuestra imaginación ya las palabras musicales, a los metros musicales, a los poe-
un tanto desequilibrada busca mejor en la mujer una mas musicales, de todo género, que, cuando los decimos,
cierta gracia discreta y lejana iluminada por espirituali- o nos los dicen, obligan a adoptar ese tono cantado y
dad penetrante, la mujer que despierta, por su aspecto , ~locuente,. ese tono conmovedor, irresistible para las mu-
imprevisto, ilusiones inesperadas, no le hace que ella sea )eres y para los poetas, ramplón y mediocre como nada
menuda, o demasiado delgada, o tenga los ojos muy gran· en el mundo. Proclamemos la necesidad de que los poetas,
des, o las naricillas pequeñas, no le hace que no lleve los poetas de verdad, no tengan oído ni posean el instinto
proporción nimia en las partes ni tenga la imponencia de la musicalidad fastidiosa de las palabras y de las
olímpica de los mármoles. ¡Ay! ¿cuándo hemos vista Y estrofas.
dónde, aquellos retratos pálidos de Ghirlandajo, llenos de
idealidad vaga y grave, concentrados e inundados de un
grave espíritu místico que los hace radiantes? Yo no sé,
pero amo esa belleza enfermiza que es una reacción con·
tra la Venus, láctea, inespiritual y horriblemente perfecta.
Ahora bien : mi sentimiento personal respecto a la poe-
sía es idéntico a lo que he tratado de explicar de la belle-

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