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Tan sexy que distraigo

14 de junio de 2015
Ante todo, no endiosemos al premio Nobel: se puede ser el Nobel de cualquier cosa y decir

barbaridades. "Déjenme que les cuente cuál es mi problema con las mujeres. Tres cosas

ocurren cuando uno comparte el laboratorio con ellas: se enamoran de uno, uno se

enamora de ellas y cuando se las critica, lloran", dijo el Nobel de Medicina Tim Hunt,

durante una presentación en Corea.

El comentario desafortunado despertó una andanada de respuestas en Twitter, con la

etiqueta #DistractinglySexy (TanSexyQueDistraigo). Algunas de ellas: "Me alegra mucho

que (Marie) Curie haya podido dejar de llorar por un rato para descubrir el polonio y el

radio." "Tan sexy que distraigo incluso después de un día cultivando células. ¡Y esta vez ni

siquiera lloré, estoy orgullosa!", "Rosalind Franklin era tan sexy que distrajo a los chicos a

los que ayudó a descubrir la estructura del ADN al punto que no le dieron crédito".
"Atención, laboratorio mixto: no se permite llorar ni enamorarse", advierte un cartel. ¿El sexismo es parte de la

ciencia? Actualmente sí, pero el humor también.


Las mujeres, entre el techo de cristal, escaleras rotas y

pisos pegajosos
23 de septiembre de 2018
Natalia Gherardi

PARA LA NACION
Directora Ejecutiva de ELA - Equipo Latinoamericano de Justicia y Género e integrante del Observatorio de

Defensoras de Derechos Humanos de las Mujeres para el G20 y delegada del W20 Argentina

Entre 1990 y el 2017 la participación laboral de las mujeres en Argentina creció del 36,8%

al inicio de esa década al 48,1%. Sin embargo, esos avances no dejaron atrás la brecha de

más de 20 puntos porcentuales respecto de la participación laboral de los varones. Hay

otras brechas en el mercado laboral que se expresan en una mayor tasa de desocupación,

subocupación e informalidad en las mujeres. Además, estas desigualdades tienen

características diferenciales de acuerdo a variables como los niveles de ingreso y

educativos, las responsabilidades familiares, el estado civil, la edad y la diversidad sexual.

Las mujeres trans, por ejemplo, son generalmente excluidas del empleo y empujadas a la

marginalidad social.

Los nudos críticos de la desigualdad de las mujeres son múltiples. La figura del techo de

cristal refiere a los obstáculos para ascender a los puestos de máxima decisión; las

escaleras rotas dan cuenta de las interrupciones en las trayectorias laborales; los pisos

pegajosos indican las dificultades para avanzar en el empleo. Hay obstáculos de acceso,

permanencia, calidad, remuneración y ascenso en el mercado laboral. La falta de ejercicio

pleno de derechos sexuales y reproductivos también socavan las posibilidades de las

mujeres de sostener trayectorias laborales y educativas.

La informalidad en el empleo restringe el acceso de las mujeres a la seguridad social,

exponiéndolas a la pobreza, especialmente en la vejez. Los estereotipos de género y los

sesgos inconscientes son barreras invisibles que favorecen la segregación horizontal y

vertical en el empleo, y retroalimentan la brecha salarial. Además, la baja inserción de las

mujeres en el sector industrial, tecnológico y digital y su participación en las carreras


STEAM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Artes y Matemáticas) las expone especialmente a

las trasformaciones que producirá el futuro del trabajo.

Como en otros países, en Argentina la organización social del cuidado es injusta, enfocada

en la familia y reproduce las desigualdades económicas y de género. Según la encuesta de

uso del tiempo realizada por el Indec en 2013, las mujeres hacen el doble del trabajo no

remunerado de cuidado que los hombres, dedicándoles en promedio 6,4 horas diarias a las

actividades domésticas, mientras que los varones dedican 3,4 horas. La falta de una red de

servicios de educación y cuidados y la asignación cultural de las mujeres como cuidadoras

"naturales" perpetúa esta injusta distribución del cuidado, afectando especialmente a las

mujeres más pobres.

Durante los procesos de diálogo enmarcados en el Women 20 se impulsaron una serie de

recomendaciones a los Estados. Entre ellas, la creación de un sistema federal, integral y

universal de cuidados con corresponsabilidad, incluyendo infraestructura y servicios de

calidad, gratuitos, profesionalizados y compatibles con la jornada laboral. Para las

organizaciones que integramos el Observatorio de Defensoras de Derechos de las Mujeres

para el G20, es central avanzar en recomendaciones que incluyan la extensión de licencias

de alcance universal (incluyendo a quienes trabajan bajo distintos regímenes tales como

monotributistas), la visibilización de la contribución económica del trabajo de cuidado no

remunerado y la promoción del acceso de las mujeres al empleo decente con especial foco

en quienes sufren discriminaciones múltiples, como las mujeres con discapacidad, las

afrodescendientes, las indígenas, las mujeres rurales y con diversas identidades de género.

Con una gran parte de la economía en la informalidad, un contexto de contracción

económica y ajuste fiscal, es indispensable proteger el empleo de calidad para las mujeres,

con seguridad social. Además, es necesario implementar marcos normativos para

protegerlas de todas las formas de violencia como la laboral y la doméstica por su impacto

en el mundo del trabajo. Promover las condiciones que permitan la participación de más

mujeres en mejores empleos es una condición indispensable para alcanzar su autonomía

económica, en un camino hacia el desarrollo y la equidad, protegiendo sus derechos

humanos.

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