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El primero lo constituye los roles que han ejercido durante el confinamiento. Las
mujeres, principalmente en América Latina, han tenido que ejercer los roles de madres,
cuidadoras de los enfermos y los miembros más longevos de la familia, maestras o
profesoras de los niños y adolescentes, y principales responsables del hogar. Además, las
que cuentan con un trabajo estable o temporal (remoto o presencial) han tenido que cumplir
con sus responsabilidades para no perderlo, hecho que representa mayor carga de trabajo
para ellas. No obstante, otras están en peor situación, puesto que ni siquiera cuentan con
alguna actividad económica remunerada que les permita cierta independencia económica.
El cuarto tema está vinculado con la salud física y mental. La mayoría de quienes se
están enfrentando al virus en el área de salud y dando respuesta en el sector en todo el
mundo son mujeres (médicos, enfermeras, bionalistas, farmacéuticas, entre otras), las
cuales tienen una doble preocupación; la de salvar vidas y la del bienestar de sus familias.
Esto las ha hecho vulnerables porque están expuestas al virus, pero con menos retribución
económica; y han sido víctimas de agresiones en la calle, al igual que en el transporte
público, en varios países y ciudades. Por otro lado, se han visto más expuestas al virus por
el rol de cuidadoras.
El segundo es la brecha digital existente entre hombres y mujeres, pues según la ONU en
América Latina y el Caribe una gran cantidad de mujeres no tiene acceso a internet,
no posee una computadora, o no cuenta con un teléfono celular inteligente, dado que
en países poco desarrollados muchas de ellas viven en áreas rurales y tienen menos acceso
a la educación. Tal situación ha sido particularmente nociva en el entendido que buena
parte de las actividades económicas que ellas realizaban, migraron al campo digital de
manera abrupta, demandándoles competencias digitales que no poseían, y por consiguiente,
condenando a muchas al fracaso y sobre todo a la pobreza extrema.
Para finalizar, debo señalar que a pesar de la incertidumbre que nos plantea el futuro
pospandemia es fundamental que todos los actores sociales tomemos consciencia de la
importancia de transformar las sociedades, para avanzar con pasos firmes hacia la
igualdad de género, donde se reconozca y se valore el rol de la mujer en el hogar y otros
escenarios; se permita y promueva su acceso a la educación en todos los niveles, de la
misma manera que su participación en el campo laboral, incluso en posiciones de liderazgo
para la toma de decisiones; y se facilite su participación en la política, el campo científico y
tecnológico, así como en las áreas técnicas especializadas y organismos multilaterales.
Igualmente, se hace indispensable crear marcos legales y jurídicos, al igual que programas
dirigidos a garantizar a las mujeres su salud tanto física como mental; conformar redes de
apoyo y espacios de atención, pero sobre todo de prevención de la violencia de género; y
diseñar programas de capacitación, al mismo tiempo que programas de incentivo
económico, que les permitan ir adquiriendo competencias tanto digitales como técnicas,
para desarrollar sus propios emprendimientos e ir saliendo de la pobreza.