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TEXTO 1 DE PLATÓN
“Pues bien, querido Glaucón, debemos aplicar íntegra esta alegoría a lo que
anteriormente ha sido dicho, comparando la región que se manifiesta por medio de la vista con
la morada-prisión, y la luz del fuego que hay en ella con el poder del sol; compara, por otro
lado, el ascenso y contemplación de las cosas de arriba con el camino del alma hacia el ámbito
inteligible, y no te equivocarás en cuanto a lo que estoy esperando, y que es lo que deseas oír.
Dios sabe si esto es realmente cierto; en todo caso, lo que a mí me parece es que lo que dentro
de lo cognoscible se ve al final, y con dificultad, es la idea del Bien. Una vez percibida, ha de
concluirse que es la causa de todas las cosas rectas y bellas, que en el ámbito visible ha
engendrado la luz y al señor de ésta, y que en el ámbito inteligible es señora y productora de la
verdad y de la inteligencia, y que es necesario tenerla en vista para poder obrar con sabiduría
tanto en lo privado como en lo público” (Platón, La República, Libro VII, 517a-d, en PLATÓN,
Diálogos IV. La República, trad. De Conrado Eggers, Madrid, Gredos, 1986, p. 342).
Platón se sirve del mito de la caverna para exponer toda su filosofía: la caverna
representa el Mundo Sensible en el que los seres humanos viven en la sombra de la ignorancia,
creyendo que lo que conocen es verdad cuando solo son copias imperfectas de las esencias o
Ideas. Por un lado, el fuego es comparado con el Sol y el Sol con la Idea del Bien: la luz del
fuego (sol) es lo que nos permite ver en el mundo sensible, como el sol (el Bien) es lo que nos
permite comprender en el mundo inteligible. Por otro lado, el exterior de la caverna (“las cosas
de arriba”) representa el Mundo de las Ideas, un mundo de esencias eternas e inmutables
ordenadas jerárquicamente en el que encontramos objetos matemáticos, ideas de cosas
sensibles, ideas morales y estéticas, situando en la cúspide la Idea del Bien.
Recordemos que, en su visión de la realidad (o metafísica u ontología), Platón la divide
en dos regiones:
-el Mundo Sensible, que se puede percibir por los sentidos, es múltiple, temporal, cambiante,
físico, compuesto por dos tipos de objetos, las sombras, reflejos o imágenes (copias de copias),
y las cosas físicas propiamente dichas (un hombre, una mesa, una acción valiente), copias de
las Ideas; a estos dos tipos de objetos le corresponden dos grados de conocimiento, la
imaginación o conjetura, y la creencia, que en conjunto forman la opinión o doxa. De este
mundo, por tanto, no puede haber ciencia o conocimiento en sentido estricto.
-el Mundo de las Ideas, que se puede captar a través de la inteligencia, es un mundo inmaterial
o espiritual, único, eterno e inmutable, es el mundo de las esencias, un mundo que es modelo o
paradigma del Mundo Sensible, de lo que las cosas verdaderamente son, compuesto por dos
tipos de objetos, los objetos matemáticos y las Ideas; a estos dos tipos de objetos le
corresponden dos grados de conocimiento, las matemáticas y la dialéctica, que en conjunto
forman la ciencia o el saber (episteme).
La relación entre estos dos mundo se puede explicar desde dos puntos de vista, desde el
Mundo Sensible, y entonces decimos que las cosas imitan (mímesis) o participan (methexis) de
la Ideas, o desde el punto de vista del Mundo de las Ideas, y entonces se dice que las Ideas están
presentes ( parousía) en las cosas.
La Idea del Bien es la idea suprema que se alcanza al final del ascenso dialéctico (el
conocimiento filosófico) que orienta al alma desde la percepción de las cosas sensibles hasta la
contemplación de las ideas y de la idea de Bien.
El Bien constituye el origen de la verdad y el conocimiento, a él deben su existencia las
demás Ideas y también las cosas sensibles, que son sus copias materiales e imperfectas.
Además, representa el grado más alto del conocimiento, de la ciencia (episteme) frente a la mera
opinión (doxa) variable que nos proporcionan los sentidos. Si las ideas son inmutables y eternas,
la ciencia también lo es y en ella también reside la verdad.
Para Platón la sabiduría no solo tiene (contemplación de las Ideas) un carácter teórico,
sino práctico (ético y político): el sabio no es solo el hombre que conoce, sino también el
hombre bueno y justo (intelectualismo moral) y también el que está llamado a gobernar (tesis
del filósofo-rey).
2. “A la ley no le interesa nada que haya en la ciudad una clase que goce de particular
felicidad, sino que se esfuerza para que ello le suceda a la ciudad entera, y por eso
armoniza a los ciudadanos por medio de la persuasión o de la fuerza y hace que unos a
otros se hagan partícipes de los beneficios con que cada cual pueda ser útil a la
comunidad y ella misma forma en la ciudad hombres de esta clase, pero no para dejarles
que cada uno se vuelva hacia donde quiera, sino para usar ella misma de ellos con miras
a la unificación del Estado” (PLATÓN, La República, libro VII, 519e-520a, Madrid,
Instituto de Estudios Políticos, 1969, t. III, p. 10, traducción adaptada).
Este texto trata de la filosofía política de Platón, que está entrelazada con el resto de las
ramas de la filosofía a partir de la teoría de la Ideas. Las ideas principales son:
b.- La ley “armoniza” (es decir, coordina) a los ciudadanos de manera que se presten
beneficios entre sí.
c.- La ley educa a los filósofos, pero para que presten un servicio al Estado (dirigirlo
adecuadamente), no para su vida privada.
¿Hoy día damos más importancia al individuo o al conjunto? ¿Qué problemas acarrean
ambas posiciones?
TEXTO 3 DE ARISTÓTELES
“El hombre, es por naturaleza, un animal cívico […] La razón de que el hombre sea un
ser social, más que cualquier abeja y que cualquier otro animal gregario, es clara. La naturaleza,
pues, como decimos, no hace nada en vano. Sólo el hombre, entre los animales, posee la
palabra. La voz es una indicación del dolor y del placer; por eso la tienen también los otros
animales. (Ya que su naturaleza ha alcanzado hasta tener sensación del dolor y del placer e
indicarse estas sensaciones unos a otros.) En cambio, la palabra existe para manifestar lo
conveniente y lo dañino, así como lo justo y lo injusto. Y esto es lo propio de los humanos
frente a los demás animales: poseer, de modo exclusivo, el sentido de lo bueno y lo malo, lo
justo y lo injusto, y las demás apreciaciones. La participación comunitaria en éstas funda la casa
familiar y la ciudad (ARISTÓTELES, Política, trad. de Carlos García Gual, Madrid, Alianza,
1986, libro I, cap. 2, pp. 43-44).
Este texto trata sobre el lenguaje (la palabra) como fundamento de la naturaleza social del
hombre.
Las principales ideas que aparecen son:
1ª.-El hombre es un animal social en un sentido más profundo que los demás animales sociales.
2ª.-La naturaleza actúa persiguiendo fines (teleología).
3ª.-El hombre es el más sociable de los animales porque posee la palabra.
4ª.-Otros animales poseen voz (phoné), que es un simple medio de comunicación.
5ª.- El lenguaje humano es mucho más que un medio de comunicación porque nos hace seres
morales y en esa medida funda grupos sociales como la familia o la polis.
Aristóteles comienza dando una de las definiciones más conocidas del hombre, la de
animal cívico, político o social. Esa idea es común al mundo antiguo, en primer lugar en el
sentido de que los hombres por sí solos serían incapaces de sobrevivir. Aristóteles insiste en su
obra afirmando que incluso nuestros deseos son sociales puesto que solo se pueden satisfacer en
contacto con los demás (todo lo contrario de lo que se pensará en la filosofía moderna, que
entiende al hombre como un ser egoísta que solo se reúne con los demás formando un Estado
por medio del contrato social por interés). A partir de aquí, explica la aparición de diferentes
agrupaciones sociales: la familia, la aldea y la polis. Aunque la polis aparece históricamente
después de la familia y la aldea, es anterior a estas en el sentido de que es el telos o fin al que
tienden las otras dos formas menores de comunidad.
En segundo lugar, Aristóteles expresa una condición típica de su filosofía, como es su
carácter teleológico, según el cual la naturaleza actúa persiguiendo fines: el objetivo que
persigue la naturaleza al dotarnos de logos es hacernos morales y sociales.
En tercer lugar, Aristóteles justifica su tesis afirmando que somos sociales porque
tenemos logos, que se puede traducir por razón y lenguaje y las dos traducciones interesan
porque recogen matices diferentes. Somos seres racionales en el sentido de poseer una razón
teórica que nos permite conocer el universo (y cuyo ejercicio proporciona la verdadera
felicidad) y también una razón práctica que nos permite controlar nuestros impulsos y guiar
nuestra conducta buscando el término medio entre dos extremos. En cuanto a la traducción de
logos por lenguaje, este destaca porque solo lo podemos aprender en contacto con los demás,
porque convivimos con los demás, es decir, porque somos seres sociales. Si ser racional implica
la capacidad de dar razones sobre nuestras creencias y acciones, somos racionales en la medida
en que disponemos de un lenguaje que nos permite dar y recibir razones a y de los demás.
En cuarto lugar, Aristóteles reconoce otros medios de comunicación propios de los
animales, que tiene como único objetivo transmitir sensaciones, información.
Por último, establece cuál es la finalidad del lenguaje: hacernos seres morales y por
tanto sociales. El lenguaje es como un depósito en el que las sucesivas generaciones vierten sus
concepciones morales, que vienen así a constituir a los nuevos usuarios. Con el lenguaje
adquirimos no solo un medio de comunicación, sino una visión y una valoración del mundo. De
este modo vincula las dos definiciones que da del ser humano: animal que tiene logos y animal
político, fundamentando esta última definición en la primera.
4. Contesta con razones a la siguiente pregunta: -¿Somos sociales por naturaleza como creía
Aristóteles? ¿o somos egoístas y nos reunimos por interés como creía la filosofía moderna?
- La ciudad griega tenía como característica ser autártica, es decir, no depender de otras
comunidades, ¿es posible defender esta autarquía en un mundo globalizado como el nuestro?
TEXTO 4 DE TOMÁS DE AQUINO
“Para la salvación humana fue necesario que, además de las materias filosóficas, cuyo campo
analiza la razón humana, hubiera alguna ciencia cuyo criterio fuera lo divino. Y esto es así
porque Dios, como fin al que se dirige el hombre, excede la comprensión a la que puede llegar
sólo la razón. Dice Isaías 64,4: ¡Dios! Nadie ha visto lo que tienes preparado para los que te
aman. Sólo Tú. El fin tiene que ser conocido por el hombre para que hacia Él pueda dirigir su
pensar y su obrar. Por eso fue necesario que el hombre, para su salvación, conociera por
revelación divina lo que no podía alcanzar por su exclusiva razón humana. Más aún. Lo que de
Dios puede comprender la sola razón humana, también precisa la revelación divina, ya que, con
la sola razón humana, la verdad de Dios sería conocida por pocos, después de muchos análisis y
con resultados plagados de errores. Y, sin embargo, del exacto conocimiento de la verdad de
Dios depende la total salvación del hombre, pues en Dios está la salvación. Así, pues, para que
la salvación llegara a los hombres de forma más fácil y segura, fue necesario que los hombres
fueran instruidos acerca de lo divino, por revelación divina. Por todo ello se deduce la necesidad
de que, además de las materias filosóficas, resultado de la razón, hubiera una doctrina sagrada,
resultado de la revelación” (TOMÁS DE AQUINO, Suma de Teología, I, c. 1, art. 1, trad. de
José Martorell, Madrid, B.A.C., 2001, pp. 85 – 86