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1.- Renacimiento
entre otras cosas, en la formulación del principio de inercia. Newton, con su teoría
gravitacional, unificará la física de Galileo y la astronomía de Kepler.
Por lo que se refiere al método científico, todos los autores tienen interés en el
mismo, pero atendiendo a Galileo, al que se considera el padre del método científico,
destaca en primer lugar, por su concepción de la naturaleza como un gran libro escrito
en el lenguaje matemático (Galileo “matematiza la naturaleza”), por lo que si
queremos leerlo deberemos previamente saber hablar tal lenguaje. En segundo lugar,
defendió el uso de la experimentación como elemento clave de la ciencia. Su método
recibe el nombre de resolutivo-compositivo, en el que, en una primera fase se
descomponen en sus elementos más simples (elementos matemáticos) el fenómeno a
explicar, y en un segundo momento, el científico imagina una solución que permita
recombinar los elementos simples en una fórmula matemática que explica el fenómeno.
En esta época, filosofía y ciencia comienzan a distinguirse, aunque los autores
todavía no son conscientes de ello. El desarrollo del método científico se basa y a la vez
nutre a las dos corrientes filosóficas con las que se inaugura la modernidad: el
racionalismo (centrándose en la razón y las matemáticas) y el empirismo (centrándose
en la experiencia y los experimentos). Al final de la modernidad, Kant, asignando a la
filosofía el papel de reflexión sobre la ciencia, mostrará claramente cómo estos dos
elementos son necesarios para el conocimiento científico.
3.- El Racionalismo
4.- El Empirismo
a.- Rechazo del innatismo (no existen ni ideas ni principios innatos). Nuestra mente al
nacer es como una hoja en blanco en la que va escribiendo la naturaleza a través de los
sentidos. Por tanto, todo conocimiento procede de la experiencia.
b.- Los límites del conocimiento humano se sitúan en la experiencia: no podemos
conocer nada que esté más allá de la experiencia, y sólo podemos estar seguros de lo
que cae dentro de ella.
c.- Siendo la experiencia el criterio del conocimiento, los empiristas criticarán toda la
metafísica anterior, especialmente la racionalista. Pero mientras que Locke, el
iniciador del empirismo, retiene todavía algunas nociones fundamentales como la de
sustancia (que define como “un no sé qué real, pero incognoscible”), o Dios, Hume
radicalizará el empirismo llegando al escepticismo: como sólo podemos conocer a
nuestras propias percepciones, que actúan de modo inmediato sobre nuestros sentidos,
del resto de cuestiones sólo podemos tener creencias. Rechaza así la noción de
sustancia, causa, yo o Dios como ficciones indemostrables.
d.- En general, el empirismo supone una minusvaloración del papel de la razón a
favor de facultades como los sentidos, la imaginación y la memoria, en el ámbito del
conocimiento, y de las emociones o sentimientos, en el ámbito de la moral.
5.- La Ilustración
DESCARTES (1596-1650)
no debemos aceptar nada de lo que se pueda dudar, que no sea claro y distinto. La duda
metódica se debe distinguir de otro tipo de dudas, como la duda ocasional, la duda
trágica o la duda existencial, y también de la duda escéptica, distinguiéndose de los
escépticos en que ellos se quedan en la duda mientras que Descartes quiere salir de ella
y encontrar una base segura para el conocimiento.
Así, duda en primer lugar de los sentidos, porque los sentidos nos han
engañado alguna vez y quizá pudieran hacerlo siempre; duda en segundo lugar de lo
que podemos llamar la conciencia histórica, del conocimiento que nos transmite la
tradición; duda en tercer lugar de la conciencia natural, aquella que nos permite
distinguir entre la vigilia (el estar despierto) y el sueño, pues ambos se presentan a la
conciencia con la misma vivacidad (esto es un tema tópico en esta época: recordemos
por ejemplo la vida es sueño, de Calderón de la Barca); incluso va a dudar Descartes
de la razón que utilizamos en el ámbito de las matemáticas (que posteriormente será el
modelo de conocimiento para Descartes), imaginándose la hipótesis del genio maligno,
una voluntad todopoderosa pero malvada que nos engaña haciéndonos creer que es
verdadero lo que en realidad no lo es. Con esto vemos que no hay ningún ámbito de la
realidad y de nuestro conocimiento de ella que no haya sido puesto en cuestión o duda.
¿Hay algo de lo que no podemos dudar? Descartes cree que sí, y es de la propia
duda, no podemos dudar de que estamos dudando, pues hay como una
autogeneración existencial al dudar en virtud de la cual suponemos necesariamente
nuestra existencia. Y como dudar para Descartes es un acto que forma parte del
pensamiento (pensar para Descartes es una actividad del alma, algo inmaterial que
incluye el dudar, imaginar, sentir, relacionar, etc.), formula lo que se considera la
primera verdad y el fundamento último del conocimiento, el famoso “Cogito ergo
sum” o “Pienso luego existo”. Cogito ergo sum es un acto autoconsciente, intuitivo,
fruto de la sola luz de la razón. La intuición, el intuir, es una forma de conocimiento
inmediata, transparente, en la que captamos sin ninguna duda algo, de un modo claro y
distinto, y en el caso del pienso luego existo, lo que captamos a la vez y de un modo
seguro es que en tanto que pensamos, en el momento que estamos pensando, tenemos
necesariamente que existir.
Un problema distinto es establecer qué cosa somos, Descartes demuestra en este
primer momento solamente que existimos, existimos como pensantes y por tanto como
inmateriales, pues, como hemos dicho para Descartes el pensar no es algo que
realizamos con el cerebro (la materia, por tanto) sino con el alma, que es inmaterial.
Descartes dirá que somos cosas que piensan.
Pensar es una actividad que realizamos con el alma (inmaterial, por tanto), que
incluye todos los actos de conciencia: dudar, sentir, imaginar, razonar…Somos
pensamiento que piensa ideas, y clasificándolas por su origen tenemos ideas
adventicias (proceden de los sentidos, como la idea de mesa), facticias (proceden de la
imaginación, como la idea de centauro, o una hipótesis científica) e innatas (proceden
de la razón, como la idea de Dios).
Yo me entiendo a mí mismo como teniendo cuerpo (materia, extensión), pero
según Descartes, en principio lo que yo encuentro en mi alma es la idea de cuerpo, por
lo que aparece como problema en la historia de la filosofía la necesidad de demostrar la
existencia extramental de mi cuerpo y de lo material en general, de la misma manera
que había demostrado mi existencia como cosa pensante (indudable). Descartes
realizará esta demostración a partir de la demostración de la existencia de Dios.
Yo estoy seguro de que existo, pero solo en la medida en que pienso. Al mismo
tiempo de que estoy seguro de mi pensamiento, dudo de que exista el mundo, y dudo de
gerardo martínez guerrero ies diego torrente pérez
que exista mi cuerpo (el cuerpo lo percibo por los sentidos, y me pueden engañar). De lo
único de que estoy seguro es de que yo pienso.
Pero aquello de lo que dudo (mi cuerpo) no puede ser lo mismo que aquello de
lo que no dudo (mi pensamiento). Por lo tanto, pensamiento y cuerpo son pensados
como cosas distintas.
Pero el pensamiento no solo es distinto del cuerpo, sino que existe aunque no
exista el cuerpo (del cuerpo dudo, y por tanto, a lo mejor no existe, pero mi pensamiento
existe sin que yo pueda dudar de él); es decir, no necesita del cuerpo para existir; es, por
tanto, una sustancia.
A la sustancia pensante le llamamos alma: por tanto, existe el alma,
independiente del cuerpo.
Esta independencia del alma respecto del cuerpo trata de salvarla para defender
la libertad del hombre. La concepción mecanicista del hombre, del cuerpo, de la
materia, no deja espacio para la libertad, y todos los valores espirituales del hombre que
Descartes trata de defender no se pueden defender si no es liberando el alma del mundo,
de la concepción mecanicista del mundo. Se afirma así que el alma está en una esfera
autónoma e independiente de la materia.
La independencia de las sustancias plantea a Descartes el problema de la
comunicación de las sustancias, que será un problema para todos los racionalistas y
para los dualistas en general:
Cuerpo y alma son dos sustancias separadas que pueden existir la una sin la otra:
el alma es una sustancia que piensa; el cuerpo es una sustancia extensa.
Pero, sin embargo, están unidas, hay un “yo” que las une: el mismo yo que
piensa es el que sufre, el que habla, el que crece, el que muere… ¿Cómo se establece
esa unidad? Descartes habla de la glándula pineal, que está en el cerebro, que es la
sede del alma: a través de esa glándula se consigue la unidad, originándose una doble
circulación hacia el alma y hacia el cuerpo, y así se realiza la unión entre las dos.
En resumen: el yo que piensa se encuentra con una realidad que está escindida
en dos: el cuerpo y el alma. El cuerpo debe entenderse como materia constituida por la
extensión, el espacio lleno. El alma debe entenderse como espíritu, constituido por el
pensamiento, como una cosa completamente distinta del cuerpo y que no necesita de él
para ser, para pensar; el pensamiento es independiente de la materia, del cuerpo, de los
sentidos. La coordinación de estas dos realidades se lleva a cabo por medio de la
glándula pineal, ese lugar del cerebro donde el alma hace sentir especialmente su
eficacia hacia todas las partes del cuerpo.
KANT (1724-1804)
(las cualidades sensibles, los colores, sonidos, etc., que es lo que viene de fuera). Al
conjunto de lo dado en la experiencia y el espacio y el tiempo (aportaciones de nuestra
sensibilidad, intuiciones puras) Kant le llama fenómeno. Después analiza el
entendimiento, donde encuentra como elementos a priori los conceptos puros o
categorías (que son doce, como sustancia, causa….), que son conceptos vacíos, que son
como “filtros” que sólo producen conocimiento cuando se aplican (o se “rellenan”) a lo
proporcionado por la sensibilidad, a lo que procede de la experiencia, a lo que hemos
llamado fenómeno, llamando objeto al fenómeno junto con la categoría aplicada.(No
pongáis, esto, es para entenderlo mejor: tenemos una serie de cualidades o impresiones
sensibles, por ejemplo, unos colores, una textura, un olor…, eso viene elaborado
espaciotemporalmente, es decir, se dan en un espacio determinado y un tiempo
determinado (fenómeno); ese fenómeno viene además articulado, unificado por medio
de la categoría de sustancia, y le llamamos por ejemplo “rosa”, y eso es un objeto,
resultado de algo que viene de fuera más algo que aporta nuestra mente, el espacio-
tiempo (la sensibilidad) y las categorías (el entendimiento). Por tanto, Kant concluye
diciendo que la metafísica NO ES UNA CIENCIA porque los objetos de la metafísica
(Dios, alma, mundo como totalidad) son objetos que no se dan en la experiencia, son
objetos que no percibimos por los sentidos y por tanto es un error aplicarles las
categorías, pues sobre eso no hay conocimiento (por ejemplo, cuando se dice que “Dios
es causa del mundo”, aplicamos una categoría con la que nace nuestro entendimiento, la
de causa, a un objeto no perceptible, Dios, aplicándola de manera ilegítima).