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Fernando Bermejo Escudero

EL TRATAMIENTO DE LA ESPAÑA DEL SIGLO XVII EN LA EDUCACIÓN


SECUNDARIA.

La Europa del mundo del XVII: Una visión sin prejuicios.

“Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio” esta frase atribuida a Albert Einstein
podría aplicarse a lo que la historiografía clásica ha introducido en el subconsciente
popular sobre el encaje de la Monarquía Hispánica en el siglo XVII. A pesar de los
esfuerzos, publicaciones e investigaciones que se han llevado a cabo en los últimos años,
la imagen de decadencia, declive e incompetencia de los gobernantes del momento ha
permanecido prácticamente intacta y así sigue en gran medida, y de esta manera sigue
tratándose en la didáctica de secundaria.

Existe cierta inercia a tratar la Historia como la herramienta necesaria para construir un
relato de excepcionalidad de una nación con respecto a otras, mitificando a los grandes
personajes que aglutinan las virtudes de los paisanos frente a los defectos de los vecinos.
Este modo de tratar la Historia, lineal, como una sucesión de etapas que superan a las
anteriores, con periodos de auge y decadencia, ha sido la forma dominante de enseñar la
materia de Historia, durante el siglo XIX y una gran parte del siglo XX. El modelo lineal
de interpretación histórica, influenciado por Guizot, que situaría a la Monarquía de la
España del XVI y XVII como un modelo regio precedente de la Monarquía centralizada
y de poder absolutista representada por Luis XIV, es el que además ha servido mejor al
relato historiográfico durante el franquismo, que optó por defenestrar los reinados del
siglo XVII en España a los que se imputaba el peso de la decadencia y la incapacidad
para evolucionar, dentro de ese modelo lineal, a modelos regios absolutos. Los Habsburgo
del XVII no servían a los intereses de construcción del relato de gloria nacional. Las raíces
de España no podían buscarse en el siglo XVII, una etapa que no habría merecido
mención alguna, por encontrarse además entre la gloria imperial de los Reyes Católicos,
y la España centralizada y unida que sí consiguieron los Borbones en el XVIII. El fin de
la hegemonía española habría sido, según la tradición historiográfica, consecuencia de
una gestión de abuso, corrupción y degeneración política de unos poderes regios que
incapaces de asumir su responsabilidad con la nación, acaban sucumbiendo al poder de
Francia.

E.J. Hobsbawn planteaba el siglo XVII como el momento central de implantación del
capitalismo, un siglo de crisis general en la estructura económica de Europa, como último
eslabón del tránsito de la economía feudal a la economía capitalista (Hobsbawn, 1983).
Un siglo en el que el colapso económico habría dinamitado los últimos elementos
feudales, y que abriría el camino para la aplicación práctica de nuevas propuestas teóricas.
El mundo conocido del diecisiete se constituía como un espacio global en el que se
establecían nuevas relaciones políticas y económicas más allá de los límites atlánticos y
mediterráneos del horizonte europeo. Esta concepción universal habría supuesto una
revolución cultural, ideológica y científica necesaria para la construcción de nuevas
estructuras adecuadas al momento, cuyo reflejo político habría afectado a la organización
interna de las monarquías europeas. Por tanto, el horizonte que se plantea a la hora de
interpretar los procesos del diecisiete es de un siglo trascendental en el que se forjan las
bases del mundo contemporáneo; de su conocimiento desde diversas perspectivas
depende en gran medida la comprensión del mundo actual. Para España supuso además
el impulso hacia un nuevo tiempo político con el advenimiento borbónico, que
pretendieron imponer modelos diferenciados, centrales, absolutos decretando nuevas
plantas, como reflejo de Versalles.
Las nuevas estructuras económicas que emergían durante este siglo fueron tratadas por
los Habsburgo como un asunto primordial, en tanto que de la adaptación a ellas dependía
la supervivencia de la propia monarquía. Las reformas, económicas, la búsqueda de
nuevas fórmulas fiscales, la toma de decisiones monetarias, fueron decisivas para
configurar las profundas transformaciones posteriores. Francia, donde los Borbones
buscaban una acomodación de su estructura política al servicio de las ambiciones
territoriales, instaura con el reinado de Luis XIV una gestión absolutista de la corona, en
torno a la figura del rey, prescindiendo de validos y otras instituciones intermedias, para
agilizar las decisiones en busca de la grandeza del reino.
El rey francés deseaba la hegemonía, el poder y el respeto internacional que había
alcanzado la monarquía hispánica con los Austrias durante todo el siglo XVI, a través de
las armas, del control de las riquezas y del predominio cultural e ideológico (Corvisier,
1986). Estas nuevas maneras de relacionarse con la política facilitaron a la monarquía
francesa la elección personal de los hombres fuertes, sin necesidad de consultas a
consejos, presiones y manejos de validos. Libre de ataduras, Luis XIV pudo contar con
figuras de la talla de Colbert, que, entre otras responsabilidades de primer orden, se
encargó de la economía, iniciando una época de reformas basadas en las teorías
mercantilistas, buscando las vías adecuadas para estabilizar las riquezas, que solo sería
posible empobreciendo y hostigando a los distintos reinos europeos vecinos. Durante los
años 1660-1661, la situación era calamitosa, y el ministro Colbert con el beneplácito de
Luis XIV comenzó una política de fomento de la industria manufacturera mediante
exenciones fiscales, el fomento de la agricultura industrial, la creación de compañías
mercantes y el refuerzo de la marina de guerra. 1 El alivio económico que consiguió,
permitió a Luis XIV emprender su política expansionista en busca de la primacía del reino
de Francia en Europa, lo que provocaría un estado de guerra permanente con España, pero
también una búsqueda de alianzas y enfrentamientos constantes con el resto de potencias
de Europa.
Las reformas que emprendió la monarquía francesa con el reinado de Luis XIV a nivel
político, económico y cultural, sirvieron como modelo a otros estados europeos. En el
centro de Europa, con una burguesía pujante, la economía política, el mercantilismo
sistemático que Colbert aplicó para estabilizar las arcas, sirvió a las potencias que
formaban parte del Sacro Imperio para reforzar el comercio continental. En España, ya
con la reina regente Mariana de Austria, se dieron los primeros pasos para rejuvenecer la
administración, e impulsar la economía, aliviando a súbditos y ciudades de unas cargas
fiscales en muchos momentos insostenibles. Holanda, gobernada por la gran burguesía
comercial, procuró adaptar los nuevos tratados económicos para mantener beneficios y
minimizar riesgos en las relaciones comerciales marítimas, lo que llevó a hostilidades con
Inglaterra en el último tercio del siglo.
Inglaterra, la potencia europea que durante el siglo XVII sufriría profundas tensiones y
cambios, terminaría el siglo consolidando una posición sólida en la Europa mercantil, que
dotaría al país de unas condiciones favorables para el posicionamiento hegemónico de los
hombres de negocios. Es la burguesía comercial inglesa la que pone en práctica las nuevas
corrientes reformistas, desde el último tercio del siglo XVII, y potencia una actividad
marítima y comercial, en torno a poderosas compañías. Favorecidas por una mayor

1Medidas similares fueron adoptadas en la última etapa del reinado de Carlos II por el Conde de Oropesa
y el Duque de Medinacelli, en un intento de impulsar la economía del reino.
debilidad de los Países Bajos, propiciada por Francia, la economía inglesa recibió un
fuerte impulso en estos decenios finales de siglo combinando el desarrollo marítimo con
el mercantilismo. Desde principios de siglo se habían desatado luchas que mezclaban
religión y política, distintas concepciones ideológicas entre católicos y protestantes, 2 y
también distintas maneras de concebir la política. Gran parte de la nobleza inglesa
rechazaba el absolutismo, entendiendo que las decisiones personales del rey, sin el
contrapeso de los más influyentes aristócratas y hombres de negocio del reino, podría ir
en contra de los intereses del propio reino. Todos estos factores terminaron desembocando
en revueltas aristocráticas contra el establecimiento del catolicismo y del absolutismo,
cuyo punto álgido fue la instauración de una república con evidentes elementos de
dictadura de tinte militar, tras la ejecución de Carlos I. Fueron años de repliegue cultural,
donde el puritanismo impuesto por Cromwell con una concepción radical que le llevó a
eliminar diversión y adversarios, obispos católicos y aspirantes soberanos, habría
provocado una atmósfera irrespirable en el seno de la sociedad inglesa. Tras la muerte de
Cromwell, se abre un periodo transitorio en 1658, que culmina con la coronación de
Carlos II dos años más tarde y con la reapertura de tabernas y teatros, un alivio para un
pueblo necesitado de placeres y evasiones. Por su parte, Carlos II de Inglaterra emprende
una restauración moderada, pero que pretende proseguir con el impulso marítimo, la
pujanza comercial y el mercantilismo, con Francia vigilante y supervisor de cada
movimiento, obtiene de esta apoyo en las guerras contra Holanda, participa en la
independencia de Portugal de la corona de España y se ve obligada a permitir los cultos
disidentes, especialmente el catolicismo como contrapartida a Luis XIV, lo que le
supondrá reacciones del protestantismo anglicano. 3 El rey inglés había compartido con su
homólogo español nombre y tensiones políticas derivadas de la falta de descendencia que
añadieron más motivos para las graves hostilidades entre absolutistas, parlamentaristas,
protestantes, católicos instigados por Roma , Luis XIV, aristócratas y comerciantes. Todo
ello derivó en la Gloriosa, revuelta de distintas fuerzas aliadas protestantes y puritanas,
que pretendían evitar a toda costa la instauración de un monarca católico, como lo era
Jacobo II. Finalmente, el hermano de Carlos II expulsado del trono solo tres años después
de heredarlo, fue sustituido por el reinado conjunto de su hija María y su marido
Guillermo de Orange, con limitaciones a la soberanía de la corona, que aceptan supeditar
a la ley. Son años en los que pensadores como John Locke sientan las bases de la ideología
liberal. En 1690 publica su Tratado del gobierno civil, cuya doctrina principal refuta el
derecho divino, aboga por la superioridad de las leyes naturales sobre las leyes de los
hombres, y con ello el derecho a la rebelión contra la tiranía. En la Inglaterra de la segunda
mitad del diecisiete se dirimió algo más profundo que luchas doctrinales por la hegemonía
religiosa o por el acceso al trono y la manera de entender la corona; se gestaron las ideas
que cambiarían el panorama político y económico en los sucesivos periodos de la historia
europea.
Para completar la visión general, es necesario aludir a los Habsburgo de Viena, el corazón
de la Europa continental, para los que el XVII supuso un siglo de expansión,
especialmente con Leopoldo I en la segunda mitad de la centuria, conteniendo la
hostilidad otomana, la presión principesca alemana, y la amenaza de Luis XIV, mientras
ansiaba las posesiones de la Monarquía Hispánica.

2
Jacobo I sería el primer rey en aglutinar las coronas británicas, buscando un periodo de calma y tolerancia,
no pudo contener el creciente anticatolicismo, especialmente tras el intento de Guy Fawkes de volar el
Parlamento con el propio rey en su interior.
3 El Tratado de Douvres en 1670 significa el respaldo económico de Luis XIV para paliar los recortes

subsidiarios del Parlamento y emprender guerras contra Holanda, a cambio de la restauración del
catolicismo en Inglaterra.
El XVII, un reto para el desarrollo de didácticas que fomenten el pensamiento crítico

Esta compleja relación de fuerzas políticas en Europa, ruptura de paradigmas ideológicos,


nuevos actores pujantes, tiene su reflejo cultural, la “Edad de oro” que recogió el ingenio
de una época pujante en cuanto a nuevos modos de concebir el mundo, transformaciones
en todos los ámbitos de la vida en el espacio europeo del XVII, un mundo complejo,
barroco, cargado de matices que no deben ser trasmitidos como un lastre decadente. La
sociedad era descrita a través del arte, la literatura, la pintura, la música, los edificios
diseñados en aquellas décadas o las esculturas que adornan templos y palacios, que nos
muestran cómo era la vida de los “no historiados”. Las posibilidades didácticas de enseñar
la complejidad del siglo en el espacio de la España de los Austrias que mantuvieron en
gran medida la integridad territorial, y donde la gran masa social campesina sobrevivía
financiando con su trabajo y sus impuestos las costosas guerras, son tan amplias, como
amplia fue la capacidad creativa del tiempo que se presenta como decadente.
El margen que conceden los currículums de ESO y Bachillerato para abordar el siglo
XVII de España, integrando las metodologías que los diferentes proyectos educativos de
los centros y departamentos despliegan, deberán buscar en el aspecto general la
motivación suficiente en el alumnado como para asumir una visión global, crítica y
trasgresora con los estereotipos históricos y el enfoque lineal que aún se mantiene en las
didácticas.
En el segundo curso de la ESO, la asignatura de Geografía e Historia se ha diseñado en
unos extensos bloques que abarcan geografía y urbanismo y retos contemporáneos, para
tratar la Edad Media y Edad Moderna en Europa, desde el Imperio carolingio hasta el
siglo XVII, en etapas cronológicas que contienen los principales hechos y procesos y su
correspondencia artística. El contenido de este segundo curso se completa con un bloque
que abarca las dimensiones políticas, sociales, económicas, ideológicas, tecnológicas y
patrimoniales desde el horizonte carolingio hasta la monarquía hispánica, para cerrar con
una relación entre la concepción del mundo y nuestra concepción del mundo.
El siglo XVII no vuelve a tratarse en educación secundaria, hasta la etapa de bachillerato,
en el segundo curso, enfocado a la Historia de España, los Austrias del XVII y su política
interior y exterior, sociedad, economía y cultura del XVI y XVII. En un bloque posterior,
el diseño de los contenidos otorga un margen para el estudio del siglo en cuestión a través
del conocimiento de la metodología histórica, la interpretación y análisis de los
conocimientos históricos, la historia de la organización política de las sociedades, el
proceso de construcción nacional, la evolución política y social desde el paleolítico
peninsular, hasta la España integrada en la Unión Europea. Con el presente marco de
contenidos y conceptos a tratar es posible proyectar didácticas que busquen el desmontaje
de prejuicios historiográficos que siguen presentes en el sistema educativo, fomentando
el pensamiento crítico, la interpretación histórica y la experimentación directa, adaptando
al nivel de segundo de la ESO y bachillerato los métodos y herramientas historiográficas.
En ese sentido, existen numerosas experiencias didácticas que pueden ser tenidas en
cuenta a la hora de abordar el siglo XVII en este caso. El propio desarrollo legislativo en
cuanto a los contenidos nos otorga una variedad de posibilidades en cuanto al enfoque
didáctico.
La conexión con el presente del siglo XVII se podría establecer tanto en la ESO como en
bachillerato involucrando los contenidos geográficos, el conocimiento de las
características de la población de la España de los Austria, la introducción de nuevas
elementos ideológicos que entran en juego y provocan movimientos políticos, la
evolución de los mismos, el mundo global del XVII , la nueva economía capitalista y
comercial, el viaje de las ideas mercantilistas, las reformas políticas, la vida cotidiana y
las transformaciones sociales, así como la importancia de la imagen , tiene unas
conexiones directas con el presente, con las nuevas tecnologías en un mundo global, con
los movimientos migratorios, el comercio internacional, las crisis sanitarias y financieras
o las tensiones internacionales; de igual manera con el reflejo en el arte y los nuevos
soportes de este o con el dominio de la imagen como herramienta de poder y propaganda.
Se pueden tratar todos los contenidos que exigen los decretos legales organizando
didácticas que resulten atractivas y cercanas para un alumnado al que el siglo XVII
difícilmente les llega como algo más complejo que el reinado de unos personajes
excéntricos que llevaron sus reinos al colapso; adaptable a cualquier bloque de
contenidos, entre la variedad de metodologías que fomenten la búsqueda y selección de
información, la construcción de relatos interpretativos en torno a ellos, la divulgación de
los mismos y por tanto el desmontaje de prejuicios y la aproximación a la historia desde
el esfuerzo crítico, podría tener valor didáctico, motivacional y competencial.

Conclusiones

El siglo XVII supuso un complejo tiempo en Europa, donde las profundas


transformaciones lejos de suponer la decadencia de unas naciones sobre el auge de otras,
sentaron las bases de las estructuras contemporáneas. En los viajes comerciales que se
ampliaban en un mundo más globalizado, se movían productos, manufacturas, materias
primas y nuevas ideas y formas de entender el mundo. Las guerras dirimían diferencias
geopolíticas, resistencias a los cambios, anhelos territoriales, control comercial y cambios
sociales. El estudio de la geografía, la interpretación de los datos y cambios en las
sociedades, el clima, las fronteras y el paisaje de los procesos del XVII , otorgan una serie
de elementos didácticos que junto a la correspondencia artística pueden ser utilizados para
una mejor comprensión de los mismos, desmontando los prejuicios y la lejanía con la que
tradicionalmente se ha tratado en secundaria dicho periodo que, a su vez supone un reflejo
de los prejuicios instalados en la sociedad, y cobra especial virulencia en lo que afecta al
conocimiento general del siglo sobre España.
Un enfoque idóneo para el tratamiento en secundaria de dicho periodo podría ser, como
se ha comentado, la proyección de situaciones de aprendizaje transdisciplinares, que,
mediante metodologías variadas, fomenten el desarrollo competencial, especialmente el
pensamiento crítico y la búsqueda de múltiples enfoques que conduzcan a una
interpretación y conocimiento más amplio, acorde a la complejidad de los procesos.

Bibliografía

Corvisier, A. (1986) Historia Moderna, Europa siglo XVII, Historia Universal, 4 , Labor.

Gómez Carrasco, C. J., García González, F., & Miralles Martínez, P. (2016). La Edad
Moderna en Educación Secundaria. Propuestas y experiencias de innovación.
Universidad de Murcia.

González, G. F. (2020). La Historia Moderna en la Enseñanza Secundaria. UCLM

Hobsbawn E. La crisis del siglo XVII (1983) Crisis en Europa, 1560-1660, Alianza
Editorial.

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