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Contenido

• Monición para domingo 11 de febrero

• Peticiones para el domingo 11 de febrero

• Mensaje de papa Francisco

• Rosario por los enfermos

• Hora Santa por los enfermos

• Oración por los enfermos

• Oración por el visitador de enfermos

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JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO 2024

«No conviene que el hombre esté solo».


Cuidar al enfermo cuidando las relaciones

Domingo 11 de febrero
Monición de entrada:
Bienvenidos todos a esta Eucaristía. Hoy celebramos la XXXII Jornada Mundial del
Enfermo. El Papa Francisco nos invita a no dejar solos a los enfermos, pues ellos son
nuestros hermanos, por el contrario, nos invita a practicar la cercanía y convertirse en
hospital de acogida para todo aquel que lo necesita. Tengamos presentes en esta misa
dominical a nuestros hermanos que sufren. Nos ponemos de pie.

Monición de las lecturas:


Excluir a un hermano es un pecado social que Jesús no acepta, San Pablo nos exhorta
sean mis imitadores como yo lo soy de Cristo. En el evangelio de hoy Jesús nos presenta
hoy un leproso sin barreras, sin prohibiciones, pero con mucha confianza, el leproso le
dice, “Si quieres puedes curarme”. “Si quiero, sana”, fue la respuesta. Escuchemos.

Monición a las ofrendas:


Presentamos a Dios junto con las especies de vino y pan toda nuestra vida, junto con sus
sufrimientos, penas y dolores, nuestro cansancio y pesadez en la enfermedad para que
los transforme en alegría y dicha que solo Él sabe dar.

Monición antes de comulgar:


"Ven, Señor Jesús". El Señor va a visitarnos y nos va a dar su cuerpo y su sangre como
alivio a todas nuestras necesidades y males, abramos el corazón para recibirlo y pueda
morar en nosotros.

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JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO 2024

«No conviene que el hombre esté solo».


Cuidar al enfermo cuidando las relaciones

ORACIÓN DE LOS FIELES:


Invoquemos hermanos a la misericordia de Dios. Por todos nuestros hermanos enfermos
del cuerpo y del alma. A cada petición respondemos: Escúchanos Padre.

PETICIONES:
1. Te pedimos, Padre lleno de amor, por todos los miembros de la iglesia que sufren,
Acuérdate que por ellos Cristo ofreció en la cruz el verdadero sacrificio. Oremos

2. Por el Papa, los obispos, presbíteros y diáconos, para que el Señor les permita
salir al encuentro de sus fieles y así puedan ser un medio de sanación que les
enseñe el verdadero camino. Oremos

3. Por nuestra Diócesis, para que sepamos responder con generosidad al llamado del
amor de Jesús, siendo solidarios y cercanos con el hermano que sufre. Oremos

4. Por los enfermos en fase terminal, hospitalizados y en casa, para que encuentren
fortaleza para llevar su dolor y sientan el cariño de los que están cerca de ellos.
Oremos

5. Por todos los adultos mayores, para que mantengan el amor después de tantos
años, de enfermedad o incluso de la muerte de su pareja. Oremos

6. Por todos los Agentes de Pastoral de la salud, para que a treves de tu gracia nos
enseñes a descubrir tu imagen en todos los enfermos y a saber servirte, en cada
uno de ellos. Oremos
Oremos:
Señor escucha las plegarias de tus hijos enfermos y familiares afligidos, mitiga sus
dolores como obra divina, y concédeles que, al participar de la cruz de Cristo, participen
también de la gloria de la resurrección por Cristo nuestro Señor. Amén

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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA XXXII
JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO
11 de febrero de 2024

«No conviene que el hombre esté solo».


Cuidar al enfermo cuidando las relaciones

«No conviene que el hombre esté solo» (Gn 2,18). Desde el principio, Dios, que es amor, creó el ser
humano para la comunión, inscribiendo en su ser la dimensión relacional.Así, nuestra vida, modelada
a imagen de la Trinidad, está llamada a realizarse plenamente en el dinamismo de las relaciones, de
la amistad y del amor mutuo. Hemos sido creados para estar juntos, no solos. Y es precisamente
porque este proyecto de comunión está inscrito en lo más profundo del corazón humano, que la
experiencia del abandono y de la soledad nos asusta, es dolorosa e, incluso, inhumana. Y lo es aún
más en tiempos de fragilidad, incertidumbre e inseguridad, provocadas, muchas veces, por la
aparición de alguna enfermedad grave.

Pienso, por ejemplo, en cuantos estuvieron terriblemente solos durante la pandemia de Covid-19; en
los pacientes que no podía recibir visitas, pero también en los enfermeros, médicos y personal de
apoyo, sobrecargados de trabajo y encerrados en las salas de aislamiento. Y obviamente no olvidemos
a quienes debieron afrontar solos la hora de la muerte, solo asistidos por el personal sanitario, pero
lejos de sus propias familias.

Al mismo tiempo, me uno con dolor a la condición de sufrimiento y soledad de quienes, a causa de la
guerra y sus trágicas consecuencias, se encuentran sin apoyo y sin asistencia. La guerra es la más
terrible de las enfermedades sociales y son las personas más frágiles las que pagan el precio más
alto.

Sin embargo, es necesario subrayar que, también en los países que gozan de paz y cuentan con
mayores recursos, el tiempo de la vejez y de la enfermedad se vive a menudo en la soledad y, a
veces, incluso en el abandono. Esta triste realidad es consecuencia sobre todo de la cultura del
individualismo, que exalta el rendimiento a
toda costa y cultiva el mito de la eficiencia, volviéndose indiferente e incluso despiadada cuando las
personas ya no tienen la fuerza necesaria para seguir ese ritmo. Se convierte entonces en una cultura
del descarte, en la que «no se considera ya a las personas como un valor primario que hay que
respetar y amparar, especialmente si son pobres o discapacitadas, si “todavía no son útiles” —como
los no nacidos—, o si “ya no sirven” —como los ancianos—.» (Carta enc. Fratelli tutti, 18).
Desgraciadamente, esta lógica también prevalece en determinadas opciones políticas, que no son
capaces de poner en el centro la dignidad de la persona humana y sus necesidades, y no siempre
favorecen las estrategias y los medios necesarios para garantizar el derecho fundamental a la salud y
el acceso a los cuidados médicos a todo ser humano. Al mismo tiempo, el abandono de las personas
frágiles y su soledad también se agravan por el hecho de reducir los cuidados únicamente a servicios
de salud, sin que éstos vayan sabiamente acompañados por una “alianza terapéutica” entre médico,
paciente y familiares.

Nos hace bien volver a escuchar esa palabra bíblica: ¡no conviene que el hombre esté solo! Dios la
pronuncia al comienzo mismo de la creación y nos revela así el sentido profundo de su designio sobre
la humanidad, pero, al mismo tiempo, también la herida mortal del pecado, que se introduce

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generando recelos, fracturas, divisiones y, por tanto, aislamiento. Esto afecta a la persona en todas
sus relaciones; con Dios, consigo misma, con los demás y con la creación. Ese aislamiento nos hace
perder el sentido de la existencia, nos roba la alegría del amor y nos hace experimentar una opresiva
sensación de soledad en todas las etapas cruciales de la vida.

Hermanos y hermanas, el primer cuidado del que tenemos necesidad en la enfermedad es el de una
cercanía llena de compasión y de ternura. Por eso, cuidar al enfermo significa, ante todo, cuidar sus
relaciones, todas sus relaciones; con Dios, con los demás —familiares, amigos, personal sanitario—,
con la creación y consigo mismo. ¿Es esto posible? Claro que es posible, y todos estamos llamados a
comprometernos para que sea así. Fijémonos en la imagen del Buen Samaritano (cf. Lc 10, 25-37),
en su capacidad para aminorar el paso y hacerse prójimo, en la actitud de ternura con que alivia las
heridas del hermano que sufre.

Recordemos esta verdad central de nuestra vida, que hemos venido al mundo porque alguien nos ha
acogido. Hemos sido hechos para el amor, estamos llamados a la comunión y a la fraternidad. Esta
dimensión de nuestro ser nos sostiene de manera particular en tiempos de enfermedad y fragilidad,
y es la primera terapia que debemos adoptar todos juntos para curar las enfermedades de la sociedad
en la que vivimos.

A ustedes que padecen una enfermedad, temporal o crónica, me gustaría decirles: ¡no se avergüencen
de su deseo de cercanía y ternura! No lo oculten y no piensen nunca que son una carga para los
demás. La condición de los enfermos nos invita a todos a frenar los ritmos exasperados en los que
estamos inmersos y a redescubrirnos a nosotros mismos.

En este cambio de época en el que vivimos, nosotros los cristianos estamos especialmente llamados
a hacer nuestra la mirada compasiva de Jesús. Cuidemos a quienes sufren y están solos, e incluso
marginados y descartados. Con el amor recíproco que Cristo Señor nos da en la oración, sobre todo
en la Eucaristía, sanemos las heridas de la soledad y del aislamiento. Cooperemos así a contrarrestar
la cultura del individualismo, de la indiferencia, del descarte, y hagamos crecer la cultura de la ternura
y de la compasión.

Los enfermos, los frágiles, los pobres están en el corazón de la Iglesia y deben estar también en el
centro de nuestra atención humana y solicitud pastoral. No olvidemos esto. Y encomendémonos a
María Santísima, Salud de los Enfermos, para que interceda por nosotros y nos ayude a ser artífices
de cercanía y de relaciones fraternas. Roma, San Juan de Letrán, 10 de enero de 2024

Francisco

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MONICIÓN:
Dios nuestro, permítenos, ofrecerte junto con la Santísima Virgen María, este Rosario de
meditación por la sanación de los enfermos, por todos los misioneros y por el surgimiento
de vocaciones en territorios de misión.

• Señal de la Cruz
Se anuncia cada misterio y luego la jaculatoria, como sigue:

• Padre nuestro
• 10 Ave Marías
• Gloria
• Jaculatoria: María, Salud de los Enfermos, Ruega por nosotros.

1 ER MISTERIO: CURACIÓN DEL LEPROSO EN GALILEA

Se le acerca un leproso suplicándole y, puesto de rodillas le dice: "Si quieres puedes


limpiarme". Compadecido de él, extendió su mano y le tocó y le dijo: "Quiero, queda
limpio". Y al instante le desapareció la lepra y quedó limpio. Lo despidió al instante
prohibiéndole severamente: "Mira no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y
haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio".
Pero él, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que Jesús ya no
podía presentarse en público en ninguna ciudad, sino que, se quedaba a las afueras, en
lugares solitarios. Y acudían a él de todas partes.

Marcos 1, 40-45

REFLEXIÓN:
Las personas con mucha facilidad o por ignorancia, conveniencia o maldad rechazamos
a quienes padecen alguna enfermedad. Hasta llegamos a pensar que en la medida en
que los apartamos de nosotros o que nos alejamos de ellos, somos mejores. El Evangelio
de San Marcos, nos presenta la curación de un enfermo de lepra para dar a entender que
Jesús no despreciaba a los enfermos, sino que los aliviaba.

2 0 MISTERIO: EL CIEGO DE JERICÓ

Llegan a Jericó. Y cuando salían de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran
muchedumbre, el hijo de Timoteo, Bartimeo, un mendigo ciego, estaba sentado junto al
camino. Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: "iHijo de David, Jesús,
ten compasión de mí!". Jesús se detuvo, y dijo: "Llámalo". Llaman al ciego, diciéndole:

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"Ánimo, ¡levántate! Te llama". Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús.
Jesús dirigiéndose a él le dijo: "¿Qué quieres que te haga?" El ciego le dijo: "Rabbuní, ique
vea!". Jesús le dijo: "Vete tu fe te ha salvado". Y al instante recobró la vista y le seguían
por el camino.

Marcos 10, 46-52

REFLEXIÓN:
El Evangelio quiere presentar al ciego como un modelo del verdadero discípulo. El acento
recae en la fuerza de la fe, es la fe que permite pasar de la tiniebla de la vida a la luz, del
borde del camino al centro del camino. La confianza en Jesús produce la curación. Un
hombre o una mujer curados están en condiciones de seguirlo por el camino. Quién no ha
sido curado de nada, quien cree que está sano, difícilmente puede llegar a seguirlo.

3ER MISTERIO: CURACIÓN EN SÁBADO DE LA MUJER


ENCORVADA
Estaba un sábado enseñando en una sinagoga. Había allí una mujer a la que un espíritu
tenía enferma hace dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno
"enderezarse". Al verla, Jesús la llamó y le dijo: "Mujer, quedas libre de tu enfermedad". Y
le impuso las manos. Y al instante se enderezó y glorificaba a Dios.

Lucas 13, 10-13.

REFLEXIÓN:
La gloria de Dios, lo sabemos por los evangelios y por San Irineo, es que la mujer y el
hombre vivan en plenitud. En el encuentro de Jesús con la mujer encorvada, todas las
mujeres son llamadas a vivir la plenitud de su vocación y dignidad.

4TO MISTERIO: CURACIÓN DE LA SUEGRA DE PEDRO


Al llegar Jesús a casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre. Le tocó la
mano y la fiebre la dejó; y se levantó y se puso a servirle Al atardecer, le trajeron muchos
endemoniados; él expulsó a los espíritus con una palabra, y curó a todos los enfermos.

Mate 8, 14-17.

REFLEXIÓN:
La suegra de Pedro, no sólo recibió del Señor la salud, sino también la oportunidad de acoger
en su casa a Jesús, y en respuesta a la salud que le había devuelto ella se puso a servirle.
También nosotros tenemos la oportunidad de servir al Señor en medio de nuestra enfermedad
y de colaborar con él desde nuestra oración para que surjan abundantes vocaciones
misioneras.

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5TO MISTERIO: ASCENCIÓN DEL SEÑOR
Mientras estaba comiendo con ellos, les mandó que no se ausentasen de Jerusalén, sino
que aguardasen la Promesa del Padre, «que oísteis de mí: Que Juan bautizó con agua, pero
vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días». Los que estaban
reunidos le preguntaron: «Señor, ¿es en este momento cuando vas a restablecer el Reino de
Israel?» Él les contestó: «A vosotros no os toca conocer el tiempo y el momento que ha
fijado el Padre con su autoridad, sino que recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que
vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta
los confines de la tierra.» Y dicho esto, fue levantado en presencia de ellos, y una nube le
ocultó a sus ojos.

Hechos 1, 4-8.

REFLEXIÓN:
Las últimas palabras de Jesús antes de subir al cielo es la de ser sus testigos hasta los confines
de la tierra. Nosotros con nuestra enfermedad ofrecida por las misiones podemos
convertirnos en misioneros, con nuestra oración podemos pedir a Jesús que surjan
abundantes vocaciones misioneras que sean testigos en aquellos rincones de la tierra donde
nosotros físicamente no podemos estar.

POR LAS NECESIDADES DEL SANTO PADRE


Padre Nuestro
Ave M
Gloria

ORACIÓN FINAL
Bajo tu amparo nos acogemos Santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que
te hacemos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todos los peligros, oh
Virgen gloriosa y bendita. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos
dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

• AVE MARÍA PURÍSIMA.


• POR LA SEÑAL DE LA SANTA CRUZ.

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ora

Santa
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MONICIÓN:

Señor, nos ponemos ante tu presencia, enfermos y visitadores de enfermos, para que desde el
encuentro contigo encontremos la fuerza para vivir muy unidos a ti, colaborando contigo desde
nuestra enfermedad y apostolado. Te pedimos por todos los enfermos del mundo; para que en esta
jornada mundial del enfermo todos sepamos unir nuestros sufrimientos a los de tu pasión.

CANTO
SALMO DE PREPARACIÓN: BENDICE MIS MANOS
Señor, bendice mis manos para que sean delicadas y sepan tomar sin jamás aprisionar,
que sepan dar sin calcular y tengan la fuerza de bendecir y consolar.

Señor, bendice mis ojos para que sepan ver la necesidad y no olviden nunca lo que a
nadie deslumbra; que vean detrás de la superficie para que los demás se sientan felices
por mi modo de mirarles.

Señor, bendice mis oídos para que sepan oír tu voz y perciban muy
claramente el grito de los afligidos;
que sepan quedarse sordos
al ruido inútil y la palabrería, pero no a las voces que llaman y piden que las
oigan y comprendan aunque turben mi comodidad.

Señor, bendice mi boca para que dé testimonio de Ti y no diga nada que hiera o
destruya; que sólo pronuncie palabras que alivian, que nunca traicione confidencias y
secretos, que consiga despertar sonrisas.

Señor, bendice mi corazón para que sea templo vivo de tu Espíritu y sepa dar calor y
refugio; que sea generoso en perdonar y comprender y aprenda a compartir dolor y
alegría con un gran amor. Dios mío, que puedas disponer de mí con todo lo que soy,
con todo lo que tengo.

Sabine Naegeli

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ENFERMO:
Señor, muchas veces me siento debilitado físicamente, preocupado por la enfermedad que se apodero de mí. A veces,
el sufrimiento me hace perder el gusto a la vida. Pero la Fe me da la seguridad de que estás a mi lado, para
ampararme, para consolarme, y para comunicarme la fuerza necesaria a fin de que no vacile en la hora del dolor y
no me desanime en la hora del sufrimiento.

VISITADOR/MINISTRO:
La Eucaristía es alimento y medicina. Si estás en las tinieblas, la Eucaristía es la Luz. Si te sientes débil, la Eucaristía
es tu fortaleza. Si tienes miedo a la muerte, la Eucaristía es vida, porque “El que come mi carne y bebe mi sangre,
vivirá para siempre”, si te sientes cansado, desilusionado en tu servicio a los enfermos, el Señor te recuerda que en
cada enfermo Él está presente “porque estuve enfermo y me visitaste” Mt 25, 36 y nos pide sentarnos a su mesa
como lo hizo con los apóstoles en la última cena.

SILENCIO

ENFERMO:
Señor, en el esfuerzo de los que me atienden veré tu mano, que quiere levantarme y verme restablecido. La vida es
un regalo de Dios, un tesoro que Dios nos has entregado. Tú has querido que desde mi enfermedad me convierta en
Misionero. Hoy ante tu presencia renuevo mi compromiso de orar y ofrecer mis sufrimientos por toda la Iglesia.

VISITADOR/MINISTRO:
Señor te pido que tengas compasión de nuestros hermanos enfermos, visítalos a través de tu Evangelio, de la
Eucaristía; para que todos reconozcan que tu estas vivo en tu Iglesia hoy. Visítalos a través de nosotros, para que
seamos instrumentos fieles de tu amor. Que todos los enfermos a través de nuestra visita y compañía puedan
experimentar tu cercanía, tu AMOR.

EVANGELIO MATEO 25, 31-46


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando venga en su gloria el Hijo del Hombre, y todos los ángeles
con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros,
como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para
vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber,
fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, y en la cárcel vinisteis a
verme."

VISITADOR/MINISTRO:
Este mensaje es tan simple, Señor. Tú me juzgarás por mi amor y servicio a los demás. Estás ahí por los pobres, los
enfermos, los presos y los extranjeros. Te ruego que yo pueda reconocer tu rostro en cada uno de ellos, para que
juntos, visitadores y enfermos podamos colaborar en la salvación de todas las almas.

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XXII Jornada Mundial del Enfermo 2024
ENFERMO:
Señor, tú te haces presente en todas las personas que nos visitan, eres el que está enfermo y el que visita en tu
nombre. Gracias Jesús, ayúdame a entender que aún en medio de la enfermedad no me abandonas, sino que me
abrazas y me invitas a ver más allá de mi enfermedad.

SILENCIO O CANTO

OREMOS

Te pedimos, Padre lleno de amor, por todos los miembros de la iglesia que sufren. Acuérdate que por ellos Cristo
ofreció en la cruz el verdadero sacrificio. Oremos. Te rogamos óyenos.

Señor, enséñanos a descubrir tu imagen en todos los enfermos y a saber servirte a ti, encada uno de ellos. Oremos.
Te rogamos óyenos.

3. Señor, te pedimos por las personas que cuidan a los enfermos y ancianos, dales fortaleza, paciencia y amor para
que sigan descubriéndote en ellos. Oremos. Te rogamos óyenos.

4.- Señor, te pedimos por todos los visitadores de la UEM, y por todos los enfermos misioneros, para que, desde
su servicio silencioso, sigan contribuyendo en favor de las misiones. Oremos. Te Rogamos óyenos.

Por todos los que están enfermos del alma, para que, en ti, en tu misericordia y en tu amor, encuentren la salud
espiritual. Oremos. Te rogamos óyenos.

Por nosotros, para que sepamos responder con generosidad al llamado del amor de Jesús, siendo solidarios con el
hermano que sufre. Oremos. Te rogamos óyenos.

PADRE NUESTRO

VISITADOR/MINISTRO:
No importa, si estamos enfermos, si estamos en una silla de ruedas, nuestra vida vale tanto para Dios como la de
cualquier ser humano, que camina por la calle y está trabajando todo el día. ¡Gracias Señor por la vida! ¡Gracias,
porque me permites ser un enfermo misionero!

CANTO

RESERVA DEL SANTÍSIMO.

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XXII Jornada Mundial del Enfermo 2024

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XXII Jornada Mundial del Enfermo 2024

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