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Octavo día: SOLIDARIDAD Y POBRES FECUNDAR Y FERMENTAR LA SOCIEDAD CON

DIGNIDAD, JUSTICIA Y PAZ 

1.- SAL Y LUZ La sal y la luz son dos elementos de la vida cotidiana y doméstica, necesarios y
útiles para los quehaceres ordinarios. La sal, con sus múltiples funciones, nos habla de sabor, de
su capacidad de conservar los alimentos y evitar su corrupción. Por otro lado, la luz que ilumina y
orienta, tan necesaria para realizar las diferentes actividades y tan preciada cuando la oscuridad o
la noche se hace presente. Sal y luz son imágenes usadas por Jesús para designar la misión de sus
seguidores: unidos a Él brindar el gusto y el brillo del Evangelio al mundo donde comparten su
existencia. Gusto y resplandor en medio de tantas situaciones desabridas y opacas, deslucidas e
insípidas. 

2.- TEXTO BIBLICO - Hch. 11,24-30; Hch. 20,35 11,24. Bernabé era un hombre bondadoso,
lleno del Espíritu Santo y de mucha fe. Y una gran multitud adhirió al Señor. 25. Entonces partió
hacia Tarso en busca de Saulo, 26. y cuando lo encontró, lo llevó a Antioquía. Ambos vivieron
todo un año en esa Iglesia y enseñaron a mucha gente. Y fue en Antioquía, donde por primera vez
los discípulos recibieron el nombre de 'cristianos'. 27. En esos días, unos profetas llegaron de
Jerusalén a Antioquía. 28. Uno de ellos, llamado Agabo, movido por el Espíritu, se levantó y
anunció que el hambre asolaría toda la tierra. Esto ocurrió bajo el reinado de Claudio. 29. Los
discípulos se decidieron a enviar una ayuda a los hermanos de Judea, cada uno según sus
posibilidades. 30. Y así lo hicieron, remitiendo las limosnas a los presbíteros por intermedio de
Bernabé y de Saulo. 20,33. En cuanto a mí, no he deseado ni plata ni oro ni los bienes de nadie.
34. Ustedes saben que con mis propias manos he atendido a mis necesidades y a las de mis
compañeros. 35. De todas las maneras posibles, les he mostrado que así, trabajando duramente, se
debe ayudar a los débiles, y que es preciso recordar las palabras del Señor Jesús: 'La felicidad está
más en dar que en recibir'. 

3.- MEDITACION Las comunidades cristianas de los orígenes junto a la oración en común, a la
fracción del pan compartida, se distinguieron por la comunión de bienes y la solidaridad fraterna
con los más pobres. Que nadie pasara necesidad y que todos pudieran cubrir sus carencias era un
signo de unidad y de comunidad, como también, un aspecto que se denunciaba con firmeza y
fuerza cuando no se practicaba. La fe recibida en el bautismo junto con la profesión de Jesús
como Señor y Salvador conlleva una dimensión social que compromete con la promoción y
dignidad de todo hombre. La fe requiere las obras que las atestigua, la fe es portadora de semilla
y fermento de transformación de las realidades históricas. La fe cristiana se expresa como misión
auténtica cuando está totalmente comprometida con la salvación del mundo. El testimonio de la
caridad, el compromiso por la paz y la justicia, el respeto y cuidado a la vida humana y a su
dignidad, especialmente de los más pobres, estructuran la misión de la Iglesia en torno al anuncio
de la Pascua de Jesucristo. La misión sustentada por el anuncio y testimonio de los valores del
Reino prolonga la Encarnación del Verbo, su obra salvífica y transformadora en favor de la
liberación de los pobres, de la erradicación del mal y de la reconciliación, de la sanación y de la
conversión, de la comunión y de la vida en abundancia para todos. En Jesús, Dios se identifica
tan estrechamente con el destino de los pobres y de los más humildes que, en cierta medida, ellos
le representan y la actitud que con ellos se adopte tiene valor de salvación y eternidad. La
confesión cristológica es inseparable de la opción por los pobres. La opción preferencial por los
pobres es un “amor preferencial por los pobres”. Para el cristiano coherente con el Evangelio no
es una opción elegir o no la caridad para con los pobres. Si se opta por el Evangelio, no es
optativo el amor a los pobres. Esta preferencia del amor cristiano no es exclusiva, ni excluyente
sino inclusiva: forma parte integral del mensaje de la Buena Nueva. La acción y el compromiso
por la justicia y la paz, por los pobres y los marginados, y por la integridad de la creación, se
desprenden de la fe en Jesucristo y de ser como Iglesia signo y sacramento de su presencia en el
mundo, sal y luz, fermento y levadura, que desde lo cotidiano va alentando una tierra y cielo
nuevos. La Iglesia junto a la liturgia, al kerigma y a la catequesis, coloca la diaconía y la Doctrina
Social que indica la necesidad de un modelo de desarrollo basado en la mejora de la persona y en
la mejora de las relaciones interpersonales de solidaridad. La periferia más desolada de la
humanidad necesitada de Cristo es la indiferencia hacia la fe o incluso el odio contra la plenitud
divina de la vida. Cualquier pobreza material y espiritual, cualquier discriminación de hermanos y
hermanas es siempre consecuencia del rechazo a Dios y a su amor. La Palabra y el Espíritu nos
mueven a sumergirnos mejor en la realidad, intentando comprenderla y escucharla desde dentro
sin quedar presos de la misma, sino descubriendo semillas de Evangelio y de transformación
desde el amor y la misericordia. El mandamiento y gesto de amor y los pobres son el memorial
continuo de la Pascua del Señor, ellos con sus múltiples rostros manifiestan por siempre la
presencia pascual de Jesús entre nosotros. 

4.- PARA COMPARTIR Y PROFUNDIZAR A menudo en nuestra “opción preferencial”


pensamos que los pobres son los destinatarios de nuestra acción evangelizadora. En verdad, la
mayoría de las veces somos nosotros los evangelizados por ellos. Todos somos interlocutores,
Interactuamos y nos enriquecemos mutuamente en el intercambio. ¿Qué experiencias tenemos de
pobres que nos enseñan, evangelizan y ayudan a crecer espiritual y pastoralmente? Cuando el
Papa Francisco nos devuelve al proyecto de una Iglesia pobre y de los pobres, ¿qué aspectos
pensamos y sentimos que debemos revisar y convertir para que esta opción sea realmente efectiva
y afectiva? ¿Cuáles son las razones por las cuáles nos cuesta comprometernos con cuestiones
sociales concretas y con la construcción de ciudadanía? ¿Cuáles son las nuevas situaciones de
pobrezas que esperan una respuesta de la Iglesia hoy? ¿En qué realidades están efectivamente
integrados nuestros hermanos más pobres en nuestra comunidad y en cuáles no lo están? 

5.- SÚPLICAS El Señor es muy bueno con todos, su ternura abraza a cada criatura. Él está cerca
de todos los que sinceramente lo invocan. Con confianza de hijos le suplicamos. “Señor danos un
corazón un corazón grande para amar.” 
 Para que todos los bautizados renovemos el compromiso y el amor por la caridad hacia los
más pobres, olvidados y por quienes son sometidos a nuevas esclavitudes. Roguemos al Señor 
 Por la Iglesia para que exprese la proximidad a los pobres, a los últimos, a las situaciones de
privación humanas –materiales o espirituales– para que desenmascare estructuras sociales
injustas y opresivas. Roguemos al Señor 
 Por nuestra comunidad para que promueva nuevas relaciones contra el individualismo y la
indiferencia, para que sean espacios de nuevos vínculos que ayuden a crecer en aceptación,
comunión y comunicación. Roguemos al Señor.   Para quienes poseen el poder de encauzar los
sistemas políticoseconómicos nacionales e internacionales ayuden a evitar nuevas y más
dramáticas crisis, y orienten hacia un desarrollo real e integral, sólido y sostenible en el tiempo y
respetuoso de la creación. Roguemos al Señor. 
 Por las instituciones y organismos que atienden a emigrantes, refugiados y perseguidos,
desempleados, familias heridas, enfermos, víctimas de dependencias, sean apoyadas con la
solidaridad de todos. Roguemos al Señor 
 Por los empresarios, negociantes y quienes tienen capacidad de generar empleos pongan en el
centro a la persona y el bien común, evitando la lógica unilateral de la maximización del
beneficio propio. Roguemos al señor 
Si el amor de Dios impregna a todas las criaturas es porque todas son obra suya y, por lo tanto, el
suyo es un amor universal, lleno de cuidado para todos los seres humanos, sin discriminación
alguna. Nosotros llamados a reflejar su amor en el cuidado y atención a los demás invocamos a
Dios, diciéndole: Padre nuestro… Pedimos a la Virgen María, Reina de los Apóstoles y Madre de
la Iglesia que nos anime siempre con el testimonio de su fe y con la confianza serena de su
materna intercesión. María es consuelo y esperanza para cuantos nos sentimos cansados y
agobiados, conoce nuestras angustias y aflicciones. Que nos ayude a ser instrumentos de
misericordia y como Iglesia samaritana asistamos a los más necesitados con lo que tenemos, el
aceite de la misericordia y el vino del amor. AVE MARIA … 

6.- ORACION FINAL “Queremos Señor ser un Iglesia pobre y de los pobres, que abraza, con su
amor, a todos los afligidos por la debilidad humana; y reconoce en los pobres y en los que sufren
la imagen de Jesús y se esfuerza a remediar sus necesidades y procura servir en ellos al Señor.
Ayúdanos a ser tierra de encuentro y de hospitalidad para todos. Ayúdanos a dar frutos de amor
fraterno y de solidaridad en la ofrenda de la vida, en el compartir los bienes y dones, y a dejarnos
evangelizar por los pobres. Amén”. GLORIA AL PADRE, Y AL HIJO, Y AL ESPÍRITU
SANTO… 

7.- MAGISTERIO DEL PAPA FRANCISCO PARA SEGUIR RUMIANDO Evangelii Gaudium
nº 188 “La Iglesia ha reconocido que la exigencia de escuchar este clamor brota de la misma obra
liberadora de la gracia en cada uno de nosotros, por lo cual no se trata de una misión reservada
sólo a algunos: «La Iglesia, guiada por el Evangelio de la misericordia y por el amor al hombre,
escucha el clamor por la justicia y quiere responder a él con todas sus fuerzas». En este marco se
comprende el pedido de Jesús a sus discípulos: «¡Dadles vosotros de comer!» (Mc 6,37), lo cual
implica tanto la cooperación para resolver las causas estructurales de la pobreza y para promover
el desarrollo integral de los pobres, como los gestos más simples y cotidianos de solidaridad ante
las miserias muy concretas que encontramos. La palabra «solidaridad» está un poco desgastada y
a veces se la interpreta mal, pero es mucho más que algunos actos esporádicos de generosidad.
Supone crear una nueva mentalidad que piense en términos de comunidad, de prioridad de la vida
de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos”. 
Catequesis del Papa “Jesús no se limitó a donarles alimento, ha ofrecido su Palabra, su consuelo,
su salvación, su vida, pero ciertamente ha hecho también esto: ha tenido atención del alimento
para el cuerpo”. “Nosotros, sus discípulos no podemos hacer como si nada. Solamente
escuchando las más sencillas peticiones de la gente o poniéndose cerca de sus situaciones
existenciales concretas se podrá ser escuchado cuando se habla de valores superiores. El amor de
Dios por la humanidad hambrienta de pan, de libertad, de justicia, de paz, y sobre todo de su
gracia divina nunca falla. Jesús continúa también hoy quitando el hambre, haciéndose presencia
viva que da consuelo, y lo hace a través nuestro, por lo que el Evangelio nos invita a estar
disponibles. Frente al grito de hambre de tantos hermanos y hermanas en todas partes del mundo,
no podemos quedarnos como meros espectadores alejados y tranquilos”. (29.7.2018) 
Ver menos

«El Señor me ha casado con los pobres,


y estoy encantado»
José Manuel Horcajo lleva nueve años al frente de la parroquia de san
Ramón Nonato, un hospital de campaña en Puente de Vallecas
(Madrid) abierto todo el día donde los vecinos se encuentran con Dios
mientras salen, con ayuda, de la miseria. Es la obra social familiar
Álvaro del Portillo. Hombres y mujeres destrozados por el hambre, el
maltrato, las drogas, el alcohol y unos hogares en guerra civil, han
muerto y han resucitado aquí. No es una manera de decir.
TESTIMONIOS20/05/2018
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Don José Manuel acoge la visita del cardenal de Madrid, Mons. Carlos Osoro, a la parroquia
y a la obra social beato Álvaro del Portillo. Fotos: @FJBerguizas

“Puente de Vallecas. Es primavera, pero aquí la nube de la pobreza, de las


vidas tristes, del hambre, del maltrato y de las familias amargamente
descuajeringadas está siempre ennegreciendo el ambiente.

José Manuel Horcajo es el párroco de san Ramón Nonato desde hace 9 años.
Misa. Oraciones. Bodas, bautizos y comuniones. Y mucho más, porque este
templo, que parece una fábrica, es, en realidad, un parque de atracciones de
esperanzas con su obra social familiar Álvaro del Portillo.

La parroquia de san Ramón es un cielo abierto de posibilidades. Aquí se habla


de Dios y se facilitan panes bajo el brazo de personas que habían tirado la
toalla y encuentran segundas, terceras y cuartas oportunidades para volver a la
casilla de salida y cimentar de nuevo sus futuros sin vender sus almas al diablo
de la desesperanza.
Estamos en un barrio bajo un puente. Gente sin preparación y con muchas
dificultades para formarse suficientemente y encontrar un hueco más allá de la
pobreza. Familias dinamitadas por el alcohol, la droga, el odio, los llantos
perpetuos y esa nube gris oscura casi negra que ha decidido asentar aquí sus
malos augurios y sus injustas consecuencias.
El templo de san Ramón Nonato está abierto todo el día, y la gente del barrio responde con su
presencia.

Sacramentos y tápers
Cuando José Manuel Horcajo se ordenó sacerdote en 2001 nunca pensó que
este sería su ministerio, a medio camino entre bautizar y ofrecer un táper de
lentejas. Entre evangelizar y montar de la nada un comedor social por el que
hoy circulan 300 personas todos los días.

¿Cómo duerme usted en paz con tantos problemas ajenos sobre sus carnes?
“Eso mismo me pregunta mi madre. ¿Cómo aguantas, hijo? Pues aguanto con
alegría. Soy un observador de milagros constantes: personas que cambian,
personas que vuelven a sonreír, personas que entierran sus depresiones. Dios
arregla muchos problemas”. Entre tripas que suenan, corazones maltratados,
mujeres lapidadas en sus casas y agobios imposibles desde principios de mes,
Horcajo va arreglando el barrio y va construyendo su sacerdocio, con la ayuda
de muchos voluntarios generosos que nacieron para no mirar el reloj ni pedir
nada a cambio.

Hace nueve años, cuando José Manuel llegó a este templo del lado oscuro de
Madrid, decidió abrir la parroquia durante todo el día. Los vecinos entraban,
rezaban, pedían catequesis, un bautismo, muchas confesiones, “y nos dimos
cuenta de que había tanta pobreza a nuestro alrededor que teníamos que dar
una respuesta, más allá de ofrecer una bolsa de comida de vez en cuando”.

Un ropero. Un comedor social. Un centro de orientación familiar, “porque


veíamos que, para muchos, el detonante de sus miserias materiales eran
problemas familiares muy gordos”. Objetivo: que las personas que se
benefician de la obra social de la parroquia se sientan queridas y ayudadas. Y
la fama de estos samaritanos urbanos del siglo XXI se fue corriendo de boca en
boca. Efecto llamada. Oye, que es que en esta parroquia no sólo te dan comida,
o te enseñan a rellenar un informe. ¡Que aquí te ayudan de verdad!

Yo he estado una tarde de primavera en este jardín. En la parroquia, personas


que rezan y salitas llenas de grupos de personas en acción. En el edificio de
enfrente, un comedor que prepara la cena, una biblioteca con 20 niños en
clases de apoyo, y una charla para familias de discapacitados llena hasta la
bandera cuando salgo, ya de noche, camino al Madrid que ahora me
parece Matrix.
Raciones de alivio
En estos nueve años largos, pero épicos, José Manuel ha visto con los mismos
ojos estómagos y almas. Aquí la crisis se nota en tres dimensiones. Mucho
arroz, mucho atún y mucho nada más. Con la obra social de la parroquia,
ahora las historias pobres conviven con el alivio.

Una mujer llora depresiva en su casa porque su vida no tiene consuelo. La


montaña rusa de sus afectos le está pasando factura. El párroco, que tiene
también servicio de atención domiciliaria, le ha visto y le ha tendido su mano.
¿Por qué no te vienes a cocinar al comedor social? ¡Necesitamos tu ayuda!
Dudosa, acude a la llamada. Cocina. Y cocina bien. Después del servicio le dan
las gracias y le aplauden sus dotes culinarias. Llora la señora de alegría “por
sentirme útil”. Así sale una mujer de Puente de Vallecas de una depresión. Sin
psiquiatras. Arropada por vecinos que no miran para otro lado.

Aquí, los curas son sacerdotes con el corazón rojo como la sangre que no se
cansan de bombear pan, palabra e ilusión. Lo dice José Manuel haciendo
balance: “Quizás suena a frase poética, pero yo me la creo de verdad: el Señor
me ha casado con los pobres, y estoy encantado. Es algo que nunca jamás me
podía imaginar”.
Cada día el comedor social de San José ofrece trescientas comidas a vecinos de Puente de
Vallecas.

Los feligreses de este sagrado corazón de ladrillo visto están a gusto. Muchos
han encontrado a Dios entre las bolsas de basura. Algunos han recuperado su
dignidad. Otros, están en ello. Todos ven una luz potente al final del túnel.

Pero, claro, este emporio social tiene un precio. Muchas personas que no han
encontrado una respuesta en los servicios sociales vienen aquí. A poner el
cazo. Alquileres, luz, agua, comida. La solidaridad es gratis, pero las cosas
cuestan. En concreto, cada mes de acción social le sale a Horcajo por 5.000
euros. Los donativos del principio van menguando y la nevera no se repone del
todo. A estas alturas de la aventura, el párroco va cubriendo el 60 por ciento
de la factura y él también necesita cheques sencillos para seguir remando en
un mar de números rojos cada vez más acuciantes y donde nos es posible que
se abran las aguas para huir hacia delante.

Al César, lo que es del César. Las deudas están ahí. Los beneficios, están
claros. Todos los que pisan esta parroquia se llevan algo, aunque sea un
premio de consolación. El propio Horcajo admira “que Dios me haya
aumentado la paciencia, porque para servir a los demás hace falta una buena
dosis de paciencia. Uno que te cuenta una cosa diez veces, otro al que debes
explicarle un procedimiento en seis ocasiones. Una que se enfada y se va, pero
vuelve. Otro que discute y monta un pollo, pero luego regresa, aunque sea sin
pedir perdón”.
Paciencia y cintura.

Una mañana, Horcajo se toma un café en terraza. Habla con dos


neocatecumenales sobre el arranque del Camino en su parroquia. Varias
mesas más allá, tres punkis están de fin de fiesta, entre cigarros marchitos,
latas vacías y mugre. Uno de ellos se sube a la cresta:

—¡Curaaaaaa, invítanos a cerveza!

José Manuel se levanta. Le tiemblan un poco las piernas, admite, porque a ver
por dónde le sale el arrojo.

—¿Cómo que te invite a una cerveza? ¡Invítame tú, que yo tengo que dar de
comer ahora a 200 personas del barrio! ¡A ver si me ayudas un poco!

—¡Anda, cura, estás mintiendo! ¡La iglesia miente! ¡No está con los pobres!

La chica punki del trío le pone firme a su colega:

—¡Calla! ¡Que es verdad que este cura da de comer a los pobres, que me vecina
va allí a ese comedor social!

—¡Pues que nos inviten a una cerveza sus amigos, que deben ser del Opus!

Responde Horcajo: El del Opus soy yo.

Risa. Saludos. Y a seguir.

Este es el entorno. Un sacerdote del Opus Dei en un barrio para el que lo de


menos es que sea del Opus Dei, porque los prejuicios no dan de comer. Al
final, resume el párroco, “cuando tú te ordenas sacerdotes piensas, en teoría,
que lo tuyo es dar la vida por todos y entregarte a favor de las personas que
Dios te pone cerca. La gente que te rodea es la que marca tu estilo de
sacerdote”.
Ángel, Calista, Elita y José Manuel son “los cuatro resucitados de Puente de Vallecas”,
protagonistas de un reciente reportaje publicado en El Mundo.

Un muelle social para todos

El cura de barrio abre su parroquia al alba y la cierra casi después de que eche
el pestillo el último bar. En medio, voces que piden auxilio. Pase, vamos a
buscar su hueco, vamos a estudiar su caso, vamos a intentar no hacerle
esperar. Un plato lleno. Un trabajo. Un techo. Aquí, el que llama encuentra un
lugar donde agarrarse.

Más que en dar, Horcajo y su gente comprenden. No juzgan a la madre soltera,


al drogadicto-colador, al alcohólico sin fronteras, a la prostituta barata, al
mendigo-don-Simón. Esa es la taquilla de este parque de atracciones
especialista en vidas-noria, historias-rusas, biografías-látigo, y muchos autos
de choque que siempre se la pegan con los mismos.

En esta parroquia caben todos y no sobra nada. Pero faltan recursos para
seguir azuzando el cotarro.

En esta parroquia, que yo lo he visto escuchando a Calista, a Elita, a Ángel y a


José Manuel, la resurrección es un dogma de fe que se palpa con los ojos como
platos. Porque ellos, y muchos otros, habían muerto después de tocar fondo, y
han despertado del coma con el suero del cariño y la cirugía de una parroquia
de campaña.
San Ramón Nonato - 31
de Agosto
San Ramón nació en una familia noble en Portell, cerca de
Barcelona
Santo del día — 31/08/2019

España en el año 1200. Recibió el sobrenombre de non natus (no nacido), porque
su madre murió en el parto antes de que el niño viese la luz. Con el permiso de su
padre, el santo ingresó en la orden de los Mercedarios, que acababa de fundarse.
San Pedro Nolasco, el fundador, recibió la prefesión de Ramón en Barcelona.

Progresó tan rápidamente en virtud que, dos o tres años después de profesar,
sucedió a San Pedro Nolasco en el cargo de "redentor o rescatador de cautivos".
Enviado al norte de Africa con una suma considerable de dinero, Ramón rescató en
Argel a numerosos esclavos. Cuando se le acabó el dinero, se ofreció como rehén
por la libertad de ciertos prisioneros cuya situación era desesperada y cuya fe se
hallaba en grave peligro. Pero el sacrificio de San Ramón no hizo más que
exasperar a los infieles, quienes le trataron con terrible crueldad. Sin embargo, el
magistrado principal, temiendo que si el santo moría no se pudiese obtener la suma
estipulada por la libertad de los prisioneros a los que representaba, dio orden de
que se le tratase más humanamente. Con ello, el santo pudo salir a la calle, lo que
aprovechó para confortar y alentar a los cristianos y hasta llegó a convertir y
bautizar a algunos mahometanos. Al saberlo, el gobernador le condenó a morir
empalado, pero quienes estaban interesados en cobrar la suma del rescate
consiguieron que se le conmutase la pena de muerte por la de flagelación. San
Ramón no perdió por ello el valor, sino que prosiguió la tarea de auxiliar a cuantos
se hallaban en peligro, sin dejar escapar la menor ocasión de ayudarlos.

San Ramón encaró dos grandes dificultades. No tenía ya un solo centavo para
rescatar cautivos y predicar el cristianismo a los musulmanes equivalía a la pena de
muerte. Pero nada lo detuvo ante el llamado del Señor. Conciente del martirio
inminente, volvió a instruir y exhortar tanto a los cristianos como a los infieles. El
gobernador, enfurecido ante tal audacia, ordenó que se azotase al santo en todas las
esquinas de la ciudad y que se le perforasen los labios con un hierro candente.
Mandó ponerle en la boca un candado, cuya llave guardaba él mismo y sólo la
daba al carcelero a la hora de las comidas. En esa angustiosa situación pasó San
Ramón ocho meses, hasta que San Pedro Nolasco pudo finalmente enviar algunos
miembros de su orden a rescatarle. San Ramón hubiese querido quedarse para
asistir a los esclavos en Africa, sin embargo, obedeció la orden de su superior y
pidió a Dios que aceptase sus lágrimas, ya que no le había considerado digno de
derramar su sangre por las almas de sus prójimos.

A su vuelta a España, en 1239, fue nombrado cardenal por Gregorio IX, pero
permaneció tan indiferente a ese honor que no había buscado, que no cambió ni sus
vestidos, ni su pobre celda del convento de Barcelona, ni su manera de vivir. El
Papa le llamó más tarde a Roma. San Ramón obedeció, pero emprendió el viaje
como el religioso más humilde. Dios dispuso que sólo llegase hasta Cardona, a
unos diez kilómetros de Barcelona, donde le sorprendió una violenta fiebre que le
llevó a la tumba. El santo tenía aproximadamente treinta y seis años cuando murió
el 31 de agosto de 1240. Cardona pronto se transformó en meta de peregrinaciones.
Fue sepultado en la capilla de San Nicolas de Portell.

El Papa Alejandro VII lo incluyó en el Martirologio Romano en 1657.

San Ramón Nonato es el patrono de las parturientas y las parteras debido a las
circunstancias de su nacimiento.

La comisión nombrada por el Papa Benedicto XIV propuso suprimir del calendario
general la fiesta de San Ramón por la dificultad de encontrar documentos
fidedignos sobre su vida

San Ramón Nonato

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San Ramón Nonato

Santo
 Historial

San Ramón Nonato.


(Portell, 1200 - Cardona, 1240)
Prelado catalán. El sobrenombre le
fue atribuido por haber sido extraído
del seno de su madre ya difunta. Es el
santo patrón de los partos, parteras,
niños, y embarazadas.

Sumario
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 1 Biografía
o 1.1 Nacimiento
o 1.2 Infancia
o 1.3 Barcelona
o 1.4 Martirio
 2 Fuentes

Biografía
Nacimiento
En la provincia de Lérida (España), en
una casita de campo, cerca del pueblo
del Portell, y descendientes de las Religión o Mitología Catolicismo
nobles familias de los Fox y
Cárdenas, vino al mundo este niño de Sincretismo Osain
modo milagroso ya que fue extraído
del vientre de su madre cuando ella
ya estaba muerta, de aquí el Día celebración 31 de agosto.
sobrenombre con que es conocido,
"No-Nato": no nacido. Fecha de canonización 1657 por Alejandro VII

Infancia País o región de origen Lérida,   España

Los planes de Dios no son nuestros


planes. Tampoco los planes de los Venerado en Iglesia Católica Romana
padres, a veces, son los mejores para
sus hijos. En muchas ocasiones, ellos
buscan su propio egoísmo en lugar del bien de sus hijos. El padre de Ramón le envío
a Barcelona para que hiciera amistad con gente rica, hiciera carrera, y el día de mañana
fuera su orgullo y su sostén.

Barcelona
Al poco tiempo de llegar a Barcelona, Ramón se entregó a una vida de profundo estudio
pero no menos se dedicó a la vida de piedad. Para ello, en lugar de hacer amistad con
ricos, se preocupaba de los libros y de los necesitados. Al enterarse, su padre le mandó
volver a Portell y allí le encargó el cuidado de unas ovejillas. Hizo amistad con otros
pastores, pero como el demonio no duerme, pronto algún envidiosillo le acusó al amo
de las ovejas de que abandonaba el ganado. El amo le creyó y cierto día le siguió de
lejos para ver si era verdad.

El jovencillo Ramón se retiraba a un lugar solitario, y, puesto de rodillas, se entregaba a


la oración. Pero la maravilla del amo subió de emoción al ver que un joven bien
apuesto, con alas de ángel, cuidaba de su rebaño y alimentaba en los mejores pastos a
sus ovejas. De hecho eran las que más lana y leche producían. La envidia se trocó en
admiración y respeto.

Por este tiempo es cuando se puso al servicio total de la Virgen María y bajo su amparo.
Un día, mientras cuidaba de sus ovejillas, le habló así:

"Madre mía, tú sabes que yo no he tenido la dicha de conocer a mi madre en la tierra,


pero te conozco a Ti y te amo ¿no querrás suplir a mi madre de la tierra?" - Y la Virgen
María le contestó: "Sí, sí, hijo mío, acepto con gusto ser tu madre..."

Hasta los oídos de Ramón llegaron los prodigios que obraba en Barcelona un joven
llamado Pedro Nolasco(posteriormente Santo) que trataba de fundar una Orden para
redención de los pobres cautivos, que, caídos en manos de los sarracenos, eran
llevados a las mazmorras de África. Marchó a Barcelona y se encontró con él y se puso
a su servicio y bajo su dirección espiritual.

En Barcelona se entregó a hacer obras de caridad por las calles y en los domicilios
particulares. Sobre todo, dejó huellas de su gran caridad para con toda clase de
enfermos en el Hospital de Santa Eulalia.

Una antigua biografía nos lo pinta así:


"Era de caridad incandescente, que amaba las letras y aprovechaba mucho en ellas. De pueblo
en pueblo iba llevando la Buena Nueva del Evangelio; todos los caballeros y nobles le
respetaban; todos los pobres le amaban y todos seguían sus huellas...

Martirio
Por fin iba a llegar al heroísmo su caridad. Se entregó a cambio de un cautivo y estuvo
en las cárceles de Argel. Grandes sufrimientos padeció allí por amor a Jesucristo y a
sus hermanos los hombres. Era por el 1237. Predicaba tanto y con tanto enardecimiento
de Cristo que, para evitarlo, los moros le pusieron un candado en su boca. Como
premio, el Papa le hizo cardenal de la Iglesia pero no se enorgulleció por ello.
Enamorado de Jesús Eucaristía y de María, partía a la eternidad por el año 1240.
«Atender al pobre no es darle
comida, es lograr que sea feliz y
responsable»

José Manuel Horcajo. / A. GARCÍA

«Siempre hubo violencia machista. Me alegra que ahora


la sociedad reaccione ante eso», sostiene el párroco
José Manuel Horcajo

DANI BUSTOGIJÓN.Viernes, 22 noviembre 2019, 04:33

El objetivo de su labor se explica con una vivencia que él mismo cuenta, casi como
anécdota. En una ocasión, José Manuel Horcajo, párroco de la parroquia San
Ramón Nonato (Madrid), prestó 200 euros y su propio coche a una persona que
arrastraba a sus espaldas problemas de alcohol y drogas. El encargo era comprar en
Alcobendas un castillo hinchable para un fiesta. Y lo cumplió. Ese gesto de
confianza le cambió la vida a aquel hombre. «Me dijo que, más que entrar a la
iglesia a confesarse, lo que le ayudó fue el hecho de que alguien, por primera vez
en décadas, confiase en él», concluye Horcajo al contar esta historia.

El párroco madrileño participó ayer en la conferencia titulada 'El Papa Francisco


en busca de las periferias', celebrada en el salón de actos de la basílica del Sagrado
Corazón de Jesús. En su charla, Horcajo recordó que «una Iglesia que no atiende
urgentemente a los pobres no es acertada, si no los atiende de una forma clara no se
están siguiendo los pasos de Jesús». En este punto también matizó que se debe
evitar crear «un círculo de pobreza sostenible», y explicó que «atender al pobre no
es solamente dar. No es darle comida o trabajo, sino hacer de él un santo, una
persona feliz espiritualmente, en su vida familiar y en su responsabilidad social».

Para lograr ese cambio en las vidas de aquellos que más lo necesitan, el párroco
juzgó necesario «no solo hablar de las cosas buenas, sino estar realmente con los
pobres» y ofrecerles el apoyo necesario para «que ellos, que al principio vienen
pidiendo ayuda, se conviertan en voluntarios y sean ellos los que ayuden a otros».
El efecto que esto produce, aseguró, es un «cambio en la vida» de estas personas,
que «salen del vacío en el que se encontraban» y se genera en ellos «una nueva
responsabilidad». La mejor terapia, insistió, «es el voluntariado, porque se alejan
del victimismo y se hacen cargo de su vida».

«Hay salida»
Entre las personas que acuden a su parroquia en busca de ayuda, en el barrio
Puente de Vallecas, se encuentran muchas mujeres víctimas de malos tratos.
«Siempre hubo violencia machista. Me alegra que ahora la sociedad reaccione ante
eso», señaló, confiado en que «hay salida» para esas situaciones y para que «esas
mujeres que se encuentran envueltas en esos problemas sean rescatadas».

San Ramón Nonato, patrono de los niños no nacidos


POR SINNOMBRE EL 4 JUNIO, 2017 • ( 0 )
 
 
 
 
 
 
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San Ramón Nonato fue un santo catalán de


comienzos del siglo XIII. Nació en 1204 en Portell, comarca de la Segarra, entonces diócesis
de Urgel y, desde 1593, perteneciente a la diócesis de Solsona.
Según la tradición nació en circunstancias muy poco comunes y gracias a la
intervención celestial. Sus padres no podían tener hijos y lo deseaban con mucha ilusión.
Fueron a pedir por esta intención a una ermita dedicada a San Nicolás de Bari cerca de donde
vivían. La Virgen escuchó los ruegos sinceros de la futura madre y le concedió la gracia de
tener un hijo en su seno, aunque se la llevaría al Cielo antes de nacer la criatura. Cuando
estaba a punto de dar a luz, volviendo de la Ermita, murió en el camino.
Ramón Folch, el Vizconde de Cardona estaba de cacería, y al ver a la mujer tendida en el
suelo, sin vida, se inclinó sobre el cuerpo y como por inspiración divina, extrajo su daga y
rasgó el vientre de la mujer, naciendo así el niño. A los pocos días fue bautizado Ramón, que
era el nombre del Vizconde de Cardona en agradecimiento por su intervención, quien lo
asume como ahijado.
Su apellido Nonato significa no-nacido, porque nació
después de morir su madre. Por eso es patrono de las embarazadas y las madres
católicas. Recientemente muchos grupos en defensa de la Vida lo han convertido en su
intercesor.

Ya en su mocedad abrazó la vida religiosa en la Congregación de Padres Mercedarios,


rescatarles de cautivos que los mahometanos habían llevado presos a Argel. Fue admitido en
la comunidad por el mismo San Pedro Nolasco, padre fundador.

Muy pronto fue enviado con una gran cantidad de dinero a rescatar a los católicos que
estaban esclavizados por los musulmanes en África. Allá gastó todo el dinero en conseguir
la libertad de muchos cristianos y enviarlos otra vez a su patria, de donde habían sido
llevados secuestrados por los enemigos de nuestra religión.

Cuando se le acabó el dinero se ofreció el mismo a quedarse como esclavo, con tal de que
libertaran a algunos católicos que estaban en grave peligro de perder su fe y su religión por
causa de los atroces castigos que los mahometanos les infligían.

Como entre los musulmanes está


absolutamente prohibido hablar de la religión católica, y Ramón se dedicó a instruir en la
religión a sus compañeros de esclavitud y aun hasta a algunos mahometanos, le dieron
terribles tormentos y lo azotaron muchas veces hasta dejarlo casi muerto. Y al fin, como no
se callaba, le amarraron la cara a una correa a la cual le echaron candado, para que no
pudiera hablar, y no abrían el candado sino cuando iba a comer.
El jefe musulmán, con la esperanza de que Ramón volviera a España y le llevara más dinero
para rescatar cristianos, lo dejó en libertad. Pero se dedicó a hablar de nuestra religión a
cuantas más personas podía. Esto hizo arder en cólera a los mahometanos y lo volvieron a
encarcelar y a atormentar. Al fin San Pedro Nolasco envió a algunos de sus religiosos con
una fuerte suma de dinero y pagaron su rescate y por orden de sus superiores volvió a España.
Como premio de tantos heroísmos, el sumo Pontífice Gregorio IX lo nombró Cardenal. Pero
San Ramón siguió viviendo humildemente como si fuera un pobre e ignorado religioso.

El Santo Padre lo llamó a Roma para que le colaborara en la dirección de la Iglesia, y el


humilde Cardenal emprendió el largo viaje a pie. Pero por el camino lo atacaron unas
altísimas fiebres y murió. Era el año 1240. Apenas tenía 36 años. Pero había sufrido y
trabajado muy intensamente, y se había ganado una gran corona para el cielo.

San Ramón Nonato


Cardenal 
Año 1240

San Ramón Nonato: te rogamos 


por todos los católicos que tienen que sufrir 
por defender nuestra santa religión.

 
Se le llama Nonato (no-nacido) porque nació
después de morir su madre. Ella murió al dar a
luz. Después de la muerte le hicieron cesárea
para que el niño pudiera nacer.

Ramón significa: "protegido por la divinidad"


(Ra=divinidad. Mon=protegido). San Ramón nació
en Cataluña, España, en 1204. Muy joven entró
en la Congregación de Padres Mercedarios que
se dedicaban a rescatar cautivos que los
mahometanos habían llevado presos a Argel. Lo
recibió el mismo San Pedro Nolasco, fundador de
la Comunidad.

Pocos años después de haber entrado de religioso fue enviado con


una gran cantidad de dinero a rescatar a los católicos que estaban
esclavizados por los musulmanes en Africa. Allá gastó todo el
dinero en conseguir la libertad de muchos cristianos y enviarlos
otra vez a su patria, de donde habían sido llevados secuestrados
por los enemigos de nuestra religión.

Cuando se le acabó el dinero se ofreció el mismo a quedarse como


esclavo, con tal de que libertaran a algunos católicos que estaban
en grave peligro de perder su fe y su religión por causa de los
atroces castigos que los mahometanos les infligían.
Como entre los musulmanes está absolutamente prohibido hablar
de la religión católica, y Ramón se dedicó a instruir en la religión a
sus compañeros de esclavitud y aun hasta a algunos
mahometanos, le dieron terribles tormentos y lo azotaron muchas
veces hasta dejarlo casi muerto. Y al fin, como no se callaba, le
amarraron la cara a una correa a la cual le echaron candado, para
que no pudiera hablar, y no abrían el candado sino cuando iba a
comer.

El jefe musulmán, con la esperanza de que Ramón volviera a


España y le llevara más dinero para rescatar cristianos, lo dejó en
libertad. Pero se dedicó a hablar de nuestra religión a cuantas más
personas podía. Esto hizo arder en cólera a los mahometanos y lo
volvieron a encarcelar y a atormentar. Al fin San Pedro Nolasco
envió a algunos de sus religiosos con una fuerte suma de dinero y
pagaron su rescate y por orden de sus superiores volvió a España.

Como premio de tantos heroísmos, el sumo Pontífice Gregorio IX


lo nombró Cardenal. Pero San Ramón siguió viviendo
humildemente como si fuera un pobre e ignorado religioso.

El Santo Padre lo llamó a Roma para que le colaborara en la


dirección de la Iglesia, y el humilde Cardenal emprendió el largo
viaje a pie. Pero por el camino lo atacaron unas altísimas fiebres y
murió. Era el año 1240. Apenas tenía 36 años. Pero había sufrido y
trabajado muy intensamente, y se había ganado una gran corona
para el cielo.

A San Ramón le rezan las mujeres que van a tener un hijo, para
que les conceda la gracia de dar a luz sin peligro ni tormentos.

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