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El arto 33 CN incluye dos conceptos que deben conciliarse: soberanía del pueblo y forma
republicana de gobierno.
La expresión soberanía del pueblo puede dar a entender que éste se encuentra habilitado para
adoptar la forma de gobierno que desee (incluso una totalitaria), reconocer los derechos
personales que quiera admitir y, en síntesis, hacer lo que le plazca. Pero esto es erróneo,
porque el pueblo, como cuerpo electoral, elige a legisladores y al presidente o vicepresidente,
pero únicamente puede hacerlo entre los candidatos que presenten los partidos políticos.
También nombra a los miembros de la asamblea constituyente, aunque son éstos, y no el
pueblo, quienes elaboran la reforma constitucional, según el art. 30 CN.
Por otro lado, el art. 33 CN reconoce derechos naturales de los hombres y de las sociedades,
previos y superiores a cualquier constitución positiva, y que ninguna puede desconocer, de tal
modo que una reforma constitucional -aunque tuviera apoyo social- que intentase
defenestrarlos, resultaría inconstitucional y jurídicamente ilegítima, al ir contra preceptos de
derecho natural.
Además, debe tenerse presente que el intérprete final de la Constitución y del derecho
argentino (y quien, define y dirime los conflictos constitucionales y determina -de haber juicio-
las cuotas de poder en el Estado, y entre el Estado y los particulares) es el Poder Judicial y, en
particular, la Corte Suprema, pero no el pueblo.
Técnicamente hablando, el pueblo no es soberano (en un sentido literal y absoluto) dentro del
esquema constitucional de 1853-1860, salvo que por soberanía popular se entienda que tiene
los siguientes derechos fundamentales:
a) residencia en él del poder constituyente, recibido de Dios;
b) con derecho de adoptar y cambiar la forma de gobierno que repute mejor, en función del
bien común;
c) con la obvia facultad de designar a parte de sus gobernantes, y
d) con la atribución de reglar las relaciones entre las personas y el Estado, pero sin desconocer
los derechos naturales de los hombres y de las sociedades.
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La cuestión esencial, de la que se ocupa el pensador francés Sieyés, era la de dar consistencia
institucional a esos principios, y justamente, uno de los caminos para lograrlo fue aplicar la
igualdad a las libertades civiles y políticas.
De allí surgió la doctrina de la representación política como mejor camino para verificar el
ansiado lugar institucional de la “voluntad general”, lo que se acompaño – como vimos – de
una adecuada ingeniería, ideando los órganos y mecanismos idóneos para la eficiente
protección de la libertad, a lo que sumó la teoría del Poder Constituyente, como motor de la
generación y distribución de los poderes constituidos.
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Son grupos de interés los grupos sociales que sin ser parte de la estructura política, para la
obtención de un fin específico postulan, promueven o buscan influir en una decisión
gubernamental. Grupo de presión es todo grupo de interés que para imponer una pretensión,
organiza un sistema mis o menos permanente de coacciones, sin salir ostensiblemente de la
legalidad formal, desplegando en el interior del poder, poder económico. Por último, grupo de
tensión es todo grupo de interés que para imponer sus pretensiones crea una relación de
fuerzas generalmente al margen de la legalidad formal, desplegando frente al poder político y
con miras a obtener una decisión favorable a sus intereses, poder social.
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partido. Establece además la forma y modo de caducidad y extinción de los partidos, el
procedimiento para la actuación ante la justicia electoral.
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-Afiliados: están inscriptos en el padrón del partido y aportan a su financiación a través de
cuotas periódicas, limitan su participación a la elección interna de los candidatos y
autoridades.
-Además en el exterior del partido pueden encontrarse simpatizantes: se muestran favorables
a sus principios pero se mantienen apartados de la organización colaborando con sus votos y
opiniones.
+Naturaleza jurídica del sufragio: - como derecho, esta teoría aparece conectada a la
concepción Rousseauniana de la soberanía popular entendida como la suma de las fracciones
de soberanía que corresponden a cada ciudadano. A partir de aquí de deduce que el sufragio
es un derecho pre estatal, innato a la personalidad. Para Rosseau, de la cualidad de ciudadano
se deduce su derecho de voto, “derecho que nada puede quitar a los ciudadanos”.
- Como función, se conecta con la concepción sieyesiana de la soberanía nacional - la nación,
ente distinto de cada uno de los ciudadanos que la componen, es la única soberana- de la que
se deriva la separación entre el derecho de ser ciudadano (ius civitatis) y el derecho a ser
elector (jus suifragii). De acuerdo con esta doctrina son titulares del jus suffragii aquellos
ciudadanos que reúnan las condiciones determinadas por el legislador, que los coloca en una
situacion objetiva particular: se les pide que participen en la elección de los gobernantes; con
ello no ejercen ningún derecho personal, sino que actúan en nombre y por cuenta del Estado,
ejercen una función política.
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- - Como deber, admite que el sufragio es un deber jurídico estricto; no es el sufragio –
mantienen los que apoyan esa tesis- un derecho disponible por el individuo, sino una
obligación jurídica impuesta, en aras de funcionamiento armónico de la vida política del
Estado. Aunque los teóricos del voto obligatorio sostienen que este no coarta la libertad
individual porque solo obliga al ciudadano a participar bajo la amenaza de una sanción, pero
no impone deber alguno respecto del contenido del voto, consideramos que el sufragio que
deja de ser libre en cuanto a la decisión primaria sobre su emisión, deja de ser autentico
sufragio.
Las bases constitucionales del sufragio están fijadas en el artículo 37 de la CN con relación a la
elección de diputados (aplicable a la elección de electores de presidente y vice de la nación,
artículo 81). La CN en dicha disposición exige: a) elección directa, por el pueblo de las
provincias y de la capital; b) división de la nación en distritos electorales: considerados como
tales cada provincia y la capital federal. En virtud de ello se consideró inconstitucional la
división de los distritos en circunscripciones, efectuadas en 1902; c) elección a simple
pluralidad de sufragios; d) base electoral que puede aumentar pero no disminuir: a los efectos
de determinar el número de diputados después de cada censo el congreso debe ajustar dicha
base); e) proporcionalidad de representación: pues el número de diputados de cada distrito
electoral (provincias y capital) están en proporción al número de habitantes.
Cuenta, para ello, con facultades reglamentarias, operativas y de fiscalización del Registro
Nacional de Electores -entre otras atribuciones relativas a la administración electoral-, además
de las funciones jurisdiccionales propias de todo tribunal de justicia, su jurisprudencia tiene
fuerza de fallo plenario y es obligatoria para todos los jueces de primera instancia y para las
juntas electorales nacionales. Dentro de sus funciones registrales y de fiscalización específicas
se encuentran:
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• El Cuerpo de Auditores Contadores
Punto 5:
Formas Semi-directas de democracia
La democracia semi-directa, como forma gubernamental, consiste en aquella que posibilita la
participación directa del pueblo en el proceso de formulación de las decisiones del poder en el
Estado. Combina la idea de democracia directa con la idea de la democracia representativa, y
sin llegar a substituir por entero a ésta, satisface el requerimiento de participación directa, que
caracteriza la vida política contemporánea. Se consagra, así, el derecho del pueblo a intervenir
en la actividad constitucional, legislativa y administrativa de los representantes u órganos del
poder en el Estado.
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La consulta popular es una de las formas de democracia semi-directa que proporciona la
participación más intensa de la ciudadanía pues, mediante ella, el electorado decide
directamente acerca de una cuestión de interés sustantivo para el Estado sobre el
mantenimiento, modificación o derogación de una norma; en todos los casos por sí o por no.
Según sea la materia que se somete a consulta popular, el mecanismo recibe el nombre de
Referéndum, si se trata de pronunciarse sobre una norma, o Plebiscito acerca de una cuestión
de importancia estatal, como las relaciones exteriores, como por ejemplo el caso sometido a
consulta en Argentina sobre la aceptación o no del Tratado de Paz y Amistad con Chile que
establecía el límite entre ambos países en el canal de Beagle.
Tal como se dispuso en el art. 40 CN, pueden someterse a consulta del electorado proyectos
de ley, en este caso vinculante, o asuntos referidos a las competencias del Congreso o del
presidente de la Nación en estas hipótesis con efectos no vinculantes.
La Convención Constituyente de 1994 derogó en el Congreso Federal la reglamentación de las
materias, procedimientos y oportunidad de la consulta popular. Tampoco prohibió someter a
consulta popular ninguna materia, aunque la veda surge de disposiciones constitucionales que
establecen procedimientos especiales. Esta disposición impide, por lo menos, someter a
consulta popular vinculante la enmienda de la CN, porque el procedimiento resulta
incompatible con lo previsto en el art. 30 CN. La ley 25432 excluyó de la consulta popular
(vinculante y no vinculante) todo proyecto de ley “cuyo procedimiento de sanción se
encuentre especialmente legislado por la CN mediante la determinación de la Cámara de
Origen o por la exigencia de una mayoría calificada para su aprobación”.
- Consulta Popular No Vinculante: De los términos del art. 40 CN surge que tanto el Congreso
como el Presidente de la Nación pueden someter a Consulta Popular No Vinculante asuntos
de sus respectivas competencias a fin de asumirlas o no, en la dirección señalada por el
electorado con su voto. EL poder que convoca a la consulta no está obligado a obedecer el
pronunciamiento del electorado y tiene discrecionalidad para interpretar y mensurar el
resultado de la elección.
En la Argentina, antes de la Reforma de 1994, el Presidente de la Nación convocó a consulta
popular no vinculante sobre el acuerdo con Chile por la cuestión de límites en el canal de
Beagle.
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Quienes se oponían a tal convocatoria alegaron el impedimento constitucional que
parecía emanar del art. 22 CN. Planteado el caso judicial, la CSJN sostuvo que el peticionante
no había presentado un agravio concreto y rechazó su petición. La consulta fue realizada con
una mayoritaria concurrencia, pese a que el sufragio no era obligatorio para el electorado.
Sin embargo, pese a que tampoco fue vinculante para los poderes del Estado, cuando el
Tratado con Chile fue examinado para su aprobación o rechazo en el Congreso Federal, un
legislador dijo sentirse obligado por el voto afirmativo de la ciudadanía.
Punto 6
El art. 36 CN y la protección del orden constitucional.
El art. 36 CN refleja el paso político del país, aquella dinámica de los gobiernos de facto que
reemplazan a los civiles denotaba instituciones democráticas débiles.
Este art. Sintetiza el intento de contener mediante normas jurídicas los hechos de fuerza
directa o indirecta contra el orden institucional, así como la dinámica de la violencia política, y
la necesidad de componer con reglas normativas, los conflictos ideológicos.
La experiencia histórica muestra que no resulta posible detener los alzamientos contra el
orden instituido sólo con el texto de la CN por delante, si es que la comunidad en su conjunto
no desea detenerlo y se compromete con la vigilancia del orden normativo que ella se dio.
La disposición constitucional recoge los objetivos que a su turno llevaron a la sanción de la
ley 23.077 de “Protección del Orden Constitucional y la vida democrática”, norma que
sanciona severamente el alzamiento contra la CN y también penaliza al que amenazare pública
e idóneamente con la comisión de alguna de esas conductas.
Este art. Además hace visible, la corrupción administrativa y dispone medidas- deberes
estatales para combatirla. (VER FALLO SOBRE “IMPRESCRIPTIBILIDAD DE LOS DELITOS DE
CORRUPCIÓN”).
En la Argentina se sucedieron seis golpes de Estado que afectaron a las autoridades federales.
El primero en 1930, incluyó el derrocamiento de Yrigoyen, también del Poder Legislativo y
extendió su acción a las Provincias con intervenciones federales, manteniendo la composición
de la CSJN.
En 1943 fue destituido el Presidente Castillo y las restantes autoridades nacionales, excepto la
CSJN. En ambas ocasiones, 1930 y 1943, el Tribunal dictó Acordadas mediante las cuales
reconoció a los respectivos gobiernos militares asimilándolos a las autoridades de facto.
La llamada Revolución Libertadora, en 1955, puso fin no sólo al gobierno de Perón sino
también afectó al Poder Judicial y derogó la CN que, impulsada por el Gobierno Justicialista, se
había sancionado en 1949.
La elección popular que le siguió al Presidente Frondizi en 1962, en un derrocamiento militar
que a merced de la intervención de la CSJN pretendió seguir siendo civil. En esa ocasión la CSJN
tomó juramento al Presidente Provisorio del Senada, José María Guido, pero el poder estuvo
bajo el control militar, un gobierno de facto.
En 1966, el gobierno destituido fue el de Arturo Illia y en 1976, el de Maria Estella Martinez
de Perón, quien asumió la presidencia a la muerte de su esposo, en calidad de Vicepresidenta
de la Nación.
En los golpes de Estado sucedidos en 1955 cambió la integración de la CSJN en su totalidad.
En dos de aquellos levantamientos militares, se dictaron Estatutos establecidos formalmente
por sobre la CN.
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Durante esos periodos de facto se modificó, de hecho y con ilegitimidad de origen, la ley
suprema y se alteró la supremacía y jerarquía constitucional establecida en el art. 31 CN.
El art. 36 dispone quitar de toda eficiencia jurídica a los actos de fuerza contra el orden
institucional o el sistema democrático. La norma recoge el espíritu del Proyecto de CN de
Alberdi, “toda autoridad usurpada es ineficaz, sus actos son nulos”.
El nuevo art. 36 CN establece dos tipos penales: a) Ejecutar actos de fuerza contra el orden
institucional o el sistema democrático; y b) Usurpar cargos públicos, federales o locales, como
consecuencia de los actos mencionados en a).
Ambas conductas pueden cometerse por habitantes o ciudadanos, civiles o militares y,
también por autoridades nacionales o locales. Los tipos se configuran sean o no exitosos
aquellos actos.
El art. 36 CN contiene algunas precisiones, en primer lugar, adiciona a la sanción que
necesariamente debe establecerse en una ley especial o en el Código Penal, la pena de
inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos y prohíbe al Presidente de la Nación usar
de su atribución para indultar delitos o conmutar penas. En segundo lugar, establece que las
acciones serán imprescriptibles.
La norma no debe aplicarse retroactivamente por hechos acaecidos con anterioridad a la
entrada en vigencia de la Reforma de 1994.
Finalmente, el art. 36 CN manda al Poder Legislativo la sanción de Ley de Ética Pública sin
establecer recaudo o exigencia alguna.
La resistencia a la opresión
El derecho de resistencia, reconocida en el art. 36 CN incluye el derecho a desobedecer a
quienes se alcen con el poder sin obtenerlo por medio de la competencia electoral o los
mecanismos institucionales. Aunque la norma reconoce el derecho de resistencia a todos los
ciudadanos, se entiende que los habitantes no-ciudadanos también gozan de él, porque la
resistencia constituye algo más que un derecho público.
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