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Unidad VII: Los Derechos Políticos.

1) Significado del principio de la soberanía del pueblo en la Constitución.

El arto 33 CN incluye dos conceptos que deben conciliarse: soberanía del pueblo y forma
republicana de gobierno.
La expresión soberanía del pueblo puede dar a entender que éste se encuentra habilitado para
adoptar la forma de gobierno que desee (incluso una totalitaria), reconocer los derechos
personales que quiera admitir y, en síntesis, hacer lo que le plazca. Pero esto es erróneo,
porque el pueblo, como cuerpo electoral, elige a legisladores y al presidente o vicepresidente,
pero únicamente puede hacerlo entre los candidatos que presenten los partidos políticos.
También nombra a los miembros de la asamblea constituyente, aunque son éstos, y no el
pueblo, quienes elaboran la reforma constitucional, según el art. 30 CN.

Por otro lado, el art. 33 CN reconoce derechos naturales de los hombres y de las sociedades,
previos y superiores a cualquier constitución positiva, y que ninguna puede desconocer, de tal
modo que una reforma constitucional -aunque tuviera apoyo social- que intentase
defenestrarlos, resultaría inconstitucional y jurídicamente ilegítima, al ir contra preceptos de
derecho natural.

Además, debe tenerse presente que el intérprete final de la Constitución y del derecho
argentino (y quien, define y dirime los conflictos constitucionales y determina -de haber juicio-
las cuotas de poder en el Estado, y entre el Estado y los particulares) es el Poder Judicial y, en
particular, la Corte Suprema, pero no el pueblo.

Técnicamente hablando, el pueblo no es soberano (en un sentido literal y absoluto) dentro del
esquema constitucional de 1853-1860, salvo que por soberanía popular se entienda que tiene
los siguientes derechos fundamentales:
a) residencia en él del poder constituyente, recibido de Dios;
b) con derecho de adoptar y cambiar la forma de gobierno que repute mejor, en función del
bien común;
c) con la obvia facultad de designar a parte de sus gobernantes, y
d) con la atribución de reglar las relaciones entre las personas y el Estado, pero sin desconocer
los derechos naturales de los hombres y de las sociedades.

2) Democracia como forma de gobierno. Democracia y elección popular.

El principio de la democracia representativa: noción y antecedentes.

La democracia representativa surge en tiempos de la caída de las monarquías absolutas, como


aporte trascendente al conformar el sistema constitucional entonces naciente. Tal esquema
fue ideado por los pensadores de la época ante la necesidad de efectivizar de la mejor y más
adecuada forma de la participación del pueblo en el gobierno, en territorios extensos con
poblaciones cada vez más numerosas.
El pensamiento institucional y político generado por la revolución francesa se centra
principalmente en activar los principios de libertad e igualdad.

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La cuestión esencial, de la que se ocupa el pensador francés Sieyés, era la de dar consistencia
institucional a esos principios, y justamente, uno de los caminos para lograrlo fue aplicar la
igualdad a las libertades civiles y políticas.
De allí surgió la doctrina de la representación política como mejor camino para verificar el
ansiado lugar institucional de la “voluntad general”, lo que se acompaño – como vimos – de
una adecuada ingeniería, ideando los órganos y mecanismos idóneos para la eficiente
protección de la libertad, a lo que sumó la teoría del Poder Constituyente, como motor de la
generación y distribución de los poderes constituidos.

Factores de Presión y de Poder


El gobierno efectivo de una unidad política se realiza en medio de las pretensiones, tensiones
y presiones de las fuerzas sociales y de los intereses que configuran la realidad social. Con el fin
de obtener el equilibrio de fuerzas necesario para el desenvolvimiento de la vida social, el
gobierno debe expresar y satisfacer los intereses vitales de los grupos que se articulan en la
sociedad, tales como la familia, las sociedades y empresas comerciales, los sindicatos, las
cooperativas, las mutualidades, las comunidades religiosas, las asociaciones profesionales,
filantrópicas, deportivas, etc.; y los agrupamientos de hecho como las clases sociales, las
multitudes, los públicos, y genéricamente, la masa de los gobernados.
Los grupos sociales se organizan y actúan persiguiendo finalidades económicas o extra
económicas, revistando como grupos de intereses cuando, para la consecución de sus fines, se
relacionan con el poder político procurando influir en una decisión gubernamental. Su
actividad como grupos de intereses se reduce a la pretensión, es decir, al requerimiento,
exigencia o petición formulada públicamente a los órganos o agentes encargados de la función
legislativa, ejecutiva o administrativa. Se encuentran fuera del cuadro de los partidos políticos
y del gobierno y si bien pueden apelar y generalmente apelan a la opinión pública, lo hacen
con el objeto de reforzar su petición, crear un estado de opinión que vigorice o proporcione
mayor fuerza a sus pretensiones. No constituyen así, grupos de intereses, los partidos
políticos, el ejército, la policía, la burocracia, toda vez que son parte del gobierno o sus
elementos materiales interiores. En cambio, todos los demás grupos sociales constituyen
potencialmente grupos de intereses, entre los que se destacan neta y visiblemente, por su
importancia, gravitación e influencia, los grupos económicos de lucro y resistencia y las
iglesias.
Los grupos de intereses intrínseca mente instalados en la legalidad formal, en su pretensión
de seguridad para sus intereses, operan como grupos de presión. Los grupos de intereses, que
se consideran aprisionados por la legalidad formal, en lucha por mejores condiciones de vida, y
que resisten el orden social al que consideran injusto, operan corno grupos de tensión social.
Los grupos interiores del Estado pueden asumir actitudes de grupos de presión, en el caso de
que las fuerzas armadas, saliendo de sus funciones específicas de instrumento material del
poder, se nieguen a obedecer o se vuelvan contra el poder imponiendo una decisión, o su
decisión, desvertebrando el ordenamiento político regular, en aquellos países donde se admite
su organización sindical, obren generando tensiones mediante la amenaza o materialidad de
huelga.
Cabe destacar que las iglesias, por su especial naturaleza, contando con vastos sectores de
individuos en condición de fieles, erigidas en grupo de interés para la consecución de algún fin
o pretensión, pueden actuar como grupo de presión o grupo de tensión, según se sitúen
dentro o al margen del poder político.

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Son grupos de interés los grupos sociales que sin ser parte de la estructura política, para la
obtención de un fin específico postulan, promueven o buscan influir en una decisión
gubernamental. Grupo de presión es todo grupo de interés que para imponer una pretensión,
organiza un sistema mis o menos permanente de coacciones, sin salir ostensiblemente de la
legalidad formal, desplegando en el interior del poder, poder económico. Por último, grupo de
tensión es todo grupo de interés que para imponer sus pretensiones crea una relación de
fuerzas generalmente al margen de la legalidad formal, desplegando frente al poder político y
con miras a obtener una decisión favorable a sus intereses, poder social.

3) Partidos políticos. Su regulación constitucional y legal.


En el fallo “Ríos”, la Corte Suprema definió a los partidos como “necesarios para el
desenvolvimiento de la democracia representativa”, que coexisten como fuerzas de
cooperación y oposición para el mantenimiento de la vida social. Concebidos como
instrumentos de gobierno, sin los cuales no se puede imaginar la vida política de la sociedad
contemporánea, la Corte les asigna estos fines:
a) Reflejar los intereses y opiniones de los ciudadanos; b) actuar como intermediarios entre el
gobierno y las fuerzas sociales, y c) preseleccionar a quienes nos deben gobernar.
En “Alianza Frente para un Nuevo País”, la Corte Suprema subrayó que los partidos son
necesarios para el desenvolvimiento de la democracia representativa, y que coexisten como
fuerzas de integración y de oposición para el mantenimiento de la vida social, convirtiendo las
tensiones sociales en normas jurídicas.
El nuevo art. 38, párrafo 2º, de la CN reconoce explícitamente el derecho a crear partidos
políticos, a los que reputa, “instituciones fundamentales del sistema democrático”.
El encuadramiento o estatus legal de los partidos tiende a surgir de cuatro fuentes:
A) Las Constituciones, en la mayoría de las recientes constituciones, los partidos políticos se
encuentran reconocidos. Pero en general los partidos tienen vida extra constitucional, como es
el caso de la Constitución federal de los EE. UU. Y de la Argentina de origen liberal.
B) Las Constituciones Estaduales o Provinciales: en la mayoría de estas constituciones se
encuentran artículos que se aplican directamente a los partidos. Así ocurre en provincias como
Entre Ríos, Córdoba, Santiago del Estero y La Rioja.
C) Leyes del Congreso: este tipo de regulación jurídica de los partidos se ha convertido en la
forma mas común de reconocimiento de su carácter institucional. Podemos citar como
ejemplos la ley Hatch en los EE. UU; la ley de Lernas en el Uruguay, y la ley orgánica de los
partidos políticos en Argentina.
D) Leyes provinciales o estaduales: la vía legislativa ha reglamentado la existencia o
funcionamiento de los partidos en todos los Estados norteamericanos, pudiendo mencionarse
como ej. La legislación dictada en California, Nuevo México, etc.
-La reglamentación legal en Argentina: la ley orgánica de los partidos políticos está dividida en
nueve títulos y regula la fundamentación y constitución de los partidos estableciendo los
requisitos para el reconocimiento de la personalidad jurídico- política, el derecho al nombre y
la necesidad de contar con una declaración de principios, programa o base de acción política y
una organización basada en una Carta Orgánica. La ley contiene normas referentes al
funcionamiento de los partidos, en especial a la afiliación, las elecciones partidarias internas,
los libros y documentos partidarios, símbolos y emblemas y la formación del patrimonio del

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partido. Establece además la forma y modo de caducidad y extinción de los partidos, el
procedimiento para la actuación ante la justicia electoral.

Su evolución histórica, estructuras, fines, sistemas.


El origen de los partidos modernos está ligado a la construcción y consolidación del Estado-
nación, también a los grupos parlamentarios conformados alrededor de determinados
intereses puntuales, en el seno de las incipientes democracias liberales europeas. Hay dos
teorías que explican el nacimiento de los partidos: una desde un enfoque institucional, y la
otra desde un enfoque sociológico.
-Enfoque institucional: relacionado con el desarrollo de la institución característica de la
democracia moderna, el parlamento, y u exponente principal es Maurice Duverger. Establece
una diferenciación entre partidos de creación interna y partidos de creación externa. +Partidos
de creación interna; son aquellos que nacen en el propio seno del parlamento hacia mediados
del siglo XIX en Europa occidental. Diversas facciones se conforman en grupos parlamentarios
nucleados en torno a diferentes objetivos, que luego se asientan como partidos políticos. Éstos
son mas centralizados que los partidos de creación externa. Las unidades organizativas
(comités y secciones) locales de los primeros se organizan con posterioridad a la conformación
del partido. +Partidos de creación externa; nacen a fines del S XIX y comienzos del S XX, a partir
de la lucha por la extensión del sufragio. Es así como aparecen los comités electorales, que
surgen por un impulso central y bajo la influencia de grupos exógenos que realizan todas sus
actividades por fuera del parlamento. Los comités y secciones son preexistentes a la
conformación del núcleo parlamentario. Éstos partidos son mas disciplinados y cohesionados
que los de creación interna, gracias a su solida organización vertical.
-Enfoque sociológico: este tipo de enfoque sobre el surgimiento de los partidos remiten a
ciertas divisiones sociales estructurales, acaecidas durante los procesos de formación de los
Estados y de la economía moderna. Hacen hincapié en la ampliación del sufragio, la
emergencia de la competencia electoral masiva y los cambios sustanciales en las estructuras
internas de las organizaciones partidarias. Sus principales autores son Seymour Lipset y Stein
Rokkan, los cuales analizan procesos que ocurren principalmente entre mediados del siglo XIX
y la segunda guerra mundial. Distinguen dos dimensiones de conflicto en las sociedades: una
de tipo territorial y otra de tipo funcional que atraviesan a la variable temporal, esta variable
comprende dos revoluciones: Revolución Nacional, proceso de construcción de estados-nación
europeos. De ésta se derivan dos clivajes, aquel que enfrente a la cultura nacional
centralizadora versus las poblaciones periféricas, y un segundo que opone al Estado-Nación
versus los históricos intereses de la Iglesia. Revolución Industrial: cambios en el modo de
producción, el comercio y la tecnología. De ellas se derivan dos fracturas: una entre intereses
urbanos e intereses agrarios y otra entre trabajadores y capitalistas.
*Estructura: -Dirigencia: concentra los recursos de poder y representa el centro de la
organización. Distribuyen incentivos e interactúan con otros actores claves dentro del sistema.
Toman las decisiones principales.
-Candidatos: potenciales ocupantes de los cargos públicos electivos, ya sean de carácter
ejecutivo o legislativo. Son seleccionados por los demás miembros del partido.
-Burocracia: cuerpo administrativo.
-Técnicos e intelectuales: asesoran permanentemente a los dirigentes, colaboran en la
redacción de proyectos y asisten a los candidatos en épocas de campaña electoral.
-Militantes: son los que están afiliados al partido, participan activamente de manera
constante.

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-Afiliados: están inscriptos en el padrón del partido y aportan a su financiación a través de
cuotas periódicas, limitan su participación a la elección interna de los candidatos y
autoridades.
-Además en el exterior del partido pueden encontrarse simpatizantes: se muestran favorables
a sus principios pero se mantienen apartados de la organización colaborando con sus votos y
opiniones.

4) Sufragio y elecciones. Naturaleza del sufragio. La distribución de cargos electivos.

El sufragio es la base de la organización del poder en el Estado. Consiste en el derecho político


que tienen los miembros del pueblo del Estado de participar en el Poder como electores y
elegidos, es decir, el derecho a formar parte del cuerpo electoral y, a través de este, en la
organización del poder. En este sentido, su contenido no se agota con la designación de
representantes sino que comprende los procesos de participación gubernamental, propios de
las formas semi-directas de democracia, que consagran la intervención del cuerpo electoral en
la formulación de las decisiones, políticas, jurídicas y administrativas del poder del Estado.
Esta facultad de ser elector y ser elegido, jurídicamente, tiene categoría de un derecho público
subjetivo de naturaleza política. Reservado a los miembros activos del pueblo en el Estado, en
cuanto actividad, exterioriza un acto político. Es una forma de energía o actividad política, que
materializa el poder electoral. Estos dos aspectos permiten comprender al sufragio como
facultad, por una parte, y como actividad, por la otra, y definirlo como el derecho que tienen
los ciudadanos de elegir y ser elegidos, y participar en la organización y actividad del poder en
el Estado, o bien, como energía política reconocida a ciertos hombres para que elijan y
participen del gobierno de la comunidad.
El sufragio, además de la función electoral, tiene una función de participación gubernativa, la
cual esta vinculada a las formas semi-directas de democracia, particularmente con el
referéndum. Ya no se trata de una técnica para la elección de los representantes, sino de una
participación directa en el proceso de formulación de las decisiones políticas, jurídicas y
administrativas del gobierno, es decir, una forma concreta de ejercicio del poder en el Estado
por parte del cuerpo electoral, y, considerando individualmente, por parte del elector. En
nuestra Constitución lo podemos encontrar en los artículos 39 y 40 (iniciativa y consulta
popular).

+Naturaleza jurídica del sufragio: - como derecho, esta teoría aparece conectada a la
concepción Rousseauniana de la soberanía popular entendida como la suma de las fracciones
de soberanía que corresponden a cada ciudadano. A partir de aquí de deduce que el sufragio
es un derecho pre estatal, innato a la personalidad. Para Rosseau, de la cualidad de ciudadano
se deduce su derecho de voto, “derecho que nada puede quitar a los ciudadanos”.
- Como función, se conecta con la concepción sieyesiana de la soberanía nacional - la nación,
ente distinto de cada uno de los ciudadanos que la componen, es la única soberana- de la que
se deriva la separación entre el derecho de ser ciudadano (ius civitatis) y el derecho a ser
elector (jus suifragii). De acuerdo con esta doctrina son titulares del jus suffragii aquellos
ciudadanos que reúnan las condiciones determinadas por el legislador, que los coloca en una
situacion objetiva particular: se les pide que participen en la elección de los gobernantes; con
ello no ejercen ningún derecho personal, sino que actúan en nombre y por cuenta del Estado,
ejercen una función política.

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- - Como deber, admite que el sufragio es un deber jurídico estricto; no es el sufragio –
mantienen los que apoyan esa tesis- un derecho disponible por el individuo, sino una
obligación jurídica impuesta, en aras de funcionamiento armónico de la vida política del
Estado. Aunque los teóricos del voto obligatorio sostienen que este no coarta la libertad
individual porque solo obliga al ciudadano a participar bajo la amenaza de una sanción, pero
no impone deber alguno respecto del contenido del voto, consideramos que el sufragio que
deja de ser libre en cuanto a la decisión primaria sobre su emisión, deja de ser autentico
sufragio.

Sistemas electorales: bases constitucionales y experiencias Argentinas. Los comicios. El


escrutinio. El juicio de las elecciones. Rol de la justicia electoral.

Las bases constitucionales del sufragio están fijadas en el artículo 37 de la CN con relación a la
elección de diputados (aplicable a la elección de electores de presidente y vice de la nación,
artículo 81). La CN en dicha disposición exige: a) elección directa, por el pueblo de las
provincias y de la capital; b) división de la nación en distritos electorales: considerados como
tales cada provincia y la capital federal. En virtud de ello se consideró inconstitucional la
división de los distritos en circunscripciones, efectuadas en 1902; c) elección a simple
pluralidad de sufragios; d) base electoral que puede aumentar pero no disminuir: a los efectos
de determinar el número de diputados después de cada censo el congreso debe ajustar dicha
base); e) proporcionalidad de representación: pues el número de diputados de cada distrito
electoral (provincias y capital) están en proporción al número de habitantes.

Rol de la justicia electoral: La Cámara Nacional Electoral tiene competencia en todo el


territorio de la Nación. Este Tribunal electoral integra -así- el Poder Judicial de la Nación y es,
en nuestro país, la autoridad superior de aplicación de la legislación político-electoral. Se trata
de un Tribunal con una naturaleza específica y singular derivada del hecho de que se haya
atribuido a la justicia nacional electoral un rol esencial en todo lo relativo a la organización de
los procesos electorales.

Cuenta, para ello, con facultades reglamentarias, operativas y de fiscalización del Registro
Nacional de Electores -entre otras atribuciones relativas a la administración electoral-, además
de las funciones jurisdiccionales propias de todo tribunal de justicia, su jurisprudencia tiene
fuerza de fallo plenario y es obligatoria para todos los jueces de primera instancia y para las
juntas electorales nacionales. Dentro de sus funciones registrales y de fiscalización específicas
se encuentran:

• El Registro Nacional de Electores


• El Registro de Cartas de Ciudadanía
• El Registro de Electores Residentes en el Exterior
• El Registro de Electores Privados de Libertad e Inhabilitados
• El Registro de Infractores al deber de votar
• El Registro Nacional de Partidos Políticos
• El Registro Nacional de Afiliados a los Partidos Políticos
• El Registro de Empresas de Encuestas y Sondeos de Opinión
• El Registro Público de Postulantes a Autoridades de Mesa
• El Registro Nacional de Divisiones Electorales
• El Registro de Delegados de la Justicia Nacional Electoral

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• El Cuerpo de Auditores Contadores

Punto 5:
Formas Semi-directas de democracia
La democracia semi-directa, como forma gubernamental, consiste en aquella que posibilita la
participación directa del pueblo en el proceso de formulación de las decisiones del poder en el
Estado. Combina la idea de democracia directa con la idea de la democracia representativa, y
sin llegar a substituir por entero a ésta, satisface el requerimiento de participación directa, que
caracteriza la vida política contemporánea. Se consagra, así, el derecho del pueblo a intervenir
en la actividad constitucional, legislativa y administrativa de los representantes u órganos del
poder en el Estado.

Diversos tipos. Constitucionalidad.


- Referéndum: es el derecho del pueblo a intervenir directamente en la formulación y
sanción de las leyes o en alguna de las etapas del proceso de su formulación y sanción,
tanto en el orden constitucional y legislativo como en el administrativo. Se hace efectivo
mediante un procedimiento de consulta al cuerpo electoral, a fin de que éste, a través del
sufragio, se pronuncie por la aprobación o el rechazo de las resoluciones adoptadas por
alguno de les órganos del poder en el Estado. En consecuencia, se denomina referéndum
tanto al derecho de ratificación o desaprobación de las leyes que tiene el pueblo, como al
prendimiento o técnica gubernamental, por medio de la cual se efectiviza la actuación del
pueblo, entendido como cuerpo electoral.
- Iniciativa Popular: es el derecho de una parte del cuerpo electoral a presentar un proyecto
de ley para su necesario tratamiento por las asambleas legislativas o bien a exigir la
consulta popular sobre cuestiones legislativas determinadas. En el primero de los casos se
llama iniciativa formulada, y en el segundo, iniciativa simple.
- Plebiscito: es el derecho reconocido al cuerpo electoral para intervenir en la ratificación o
aprobación de un acto esencialmente político, de naturaleza constitucional o
gubernamental. En realidad, se confunde institucionalmente con el referendum, en este
sentido, es una facultad excepcional y extraordinaria, en conexión con problemas de hecho
de naturaleza puramente política.
Su utilización por Adolf Hitler, en Alemania, y Benito Mussolini, en Italia, para afirmarse
en el pleno dominio del poder político rebajaron a esta forma de democracia a la categoría
de una ficción de la voluntad popular. Esta observación es válida para los plebiscitos
sudamericanos, debiendo mencionarse el realizado entre nosotros en marzo de 1835 y qué
convalidó a Rosas en la "suma del poder público".
- Revocación Popular: es el derecho de una parte del cuerpo electoral a peticionar la
destitución o separación de aquellos funcionarios electivos que no han cumplido su
mandato o que por mal desempeño de sus funciones han dejado de merecer la confianza
depositada en ellos por el cuerpo electoral.
- Apelación de sentencias: aplicable a las decisiones que declaren la inconstitucionalidad de
una ley. En esencia, tiende a someter a contralor popular la actividad jurisdiccional, y se
traduce en el derecho del cuerpo electoral de ejercer el control sobre la constitucionalidad
de las leyes. Fue propiciado por Teodoro Roosevelt, en 1812.

La consulta popular y la iniciativa popular tras la reforma de 1994.

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La consulta popular es una de las formas de democracia semi-directa que proporciona la
participación más intensa de la ciudadanía pues, mediante ella, el electorado decide
directamente acerca de una cuestión de interés sustantivo para el Estado sobre el
mantenimiento, modificación o derogación de una norma; en todos los casos por sí o por no.
Según sea la materia que se somete a consulta popular, el mecanismo recibe el nombre de
Referéndum, si se trata de pronunciarse sobre una norma, o Plebiscito acerca de una cuestión
de importancia estatal, como las relaciones exteriores, como por ejemplo el caso sometido a
consulta en Argentina sobre la aceptación o no del Tratado de Paz y Amistad con Chile que
establecía el límite entre ambos países en el canal de Beagle.
Tal como se dispuso en el art. 40 CN, pueden someterse a consulta del electorado proyectos
de ley, en este caso vinculante, o asuntos referidos a las competencias del Congreso o del
presidente de la Nación en estas hipótesis con efectos no vinculantes.
La Convención Constituyente de 1994 derogó en el Congreso Federal la reglamentación de las
materias, procedimientos y oportunidad de la consulta popular. Tampoco prohibió someter a
consulta popular ninguna materia, aunque la veda surge de disposiciones constitucionales que
establecen procedimientos especiales. Esta disposición impide, por lo menos, someter a
consulta popular vinculante la enmienda de la CN, porque el procedimiento resulta
incompatible con lo previsto en el art. 30 CN. La ley 25432 excluyó de la consulta popular
(vinculante y no vinculante) todo proyecto de ley “cuyo procedimiento de sanción se
encuentre especialmente legislado por la CN mediante la determinación de la Cámara de
Origen o por la exigencia de una mayoría calificada para su aprobación”.

- Consulta vinculante: El Congreso puede someter a consulta popular un proyecto de ley,


correspondiendo la iniciativa a la Cámara de Diputados. Desde luego, el Senado puede
rechazar tal iniciativa, pero si ambas Cámaras la aceptan, el Poder Ejecutivo no podrá vetar la
ley de convocatoria a consulta popular.
Por aplicación del art. 37 y 40 CN, el sufragio en la consulta vinculante sí lo es para el
electorado. De resultar afirmativo el voto, el proyecto se convierte en ley y su promulgación
será automática, no podrá ser vetado por el Presidente de la Nación.
La CN no dispone la mayoría requerida para dar por aprobado el proyecto. Si la ley
reglamentaria no se dicta, bastará con la mayoría absoluta del padrón electoral aprobando el
proyecto para que éste se convierta en ley, porque no se debe suponer voluntad afirmativa
en los que no votaron o votaron en blanco.
El carácter vinculante de esta consulta obliga al Congreso y al Presidente de la Nación, pero
la ley así aprobada puede ser sometida a control de constitucionalidad, debe respetarse el
ppio de supremacía establecido en el art. 31 CN.

- Consulta Popular No Vinculante: De los términos del art. 40 CN surge que tanto el Congreso
como el Presidente de la Nación pueden someter a Consulta Popular No Vinculante asuntos
de sus respectivas competencias a fin de asumirlas o no, en la dirección señalada por el
electorado con su voto. EL poder que convoca a la consulta no está obligado a obedecer el
pronunciamiento del electorado y tiene discrecionalidad para interpretar y mensurar el
resultado de la elección.
En la Argentina, antes de la Reforma de 1994, el Presidente de la Nación convocó a consulta
popular no vinculante sobre el acuerdo con Chile por la cuestión de límites en el canal de
Beagle.

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Quienes se oponían a tal convocatoria alegaron el impedimento constitucional que
parecía emanar del art. 22 CN. Planteado el caso judicial, la CSJN sostuvo que el peticionante
no había presentado un agravio concreto y rechazó su petición. La consulta fue realizada con
una mayoritaria concurrencia, pese a que el sufragio no era obligatorio para el electorado.
Sin embargo, pese a que tampoco fue vinculante para los poderes del Estado, cuando el
Tratado con Chile fue examinado para su aprobación o rechazo en el Congreso Federal, un
legislador dijo sentirse obligado por el voto afirmativo de la ciudadanía.

Punto 6
El art. 36 CN y la protección del orden constitucional.
El art. 36 CN refleja el paso político del país, aquella dinámica de los gobiernos de facto que
reemplazan a los civiles denotaba instituciones democráticas débiles.
Este art. Sintetiza el intento de contener mediante normas jurídicas los hechos de fuerza
directa o indirecta contra el orden institucional, así como la dinámica de la violencia política, y
la necesidad de componer con reglas normativas, los conflictos ideológicos.
La experiencia histórica muestra que no resulta posible detener los alzamientos contra el
orden instituido sólo con el texto de la CN por delante, si es que la comunidad en su conjunto
no desea detenerlo y se compromete con la vigilancia del orden normativo que ella se dio.
La disposición constitucional recoge los objetivos que a su turno llevaron a la sanción de la
ley 23.077 de “Protección del Orden Constitucional y la vida democrática”, norma que
sanciona severamente el alzamiento contra la CN y también penaliza al que amenazare pública
e idóneamente con la comisión de alguna de esas conductas.
Este art. Además hace visible, la corrupción administrativa y dispone medidas- deberes
estatales para combatirla. (VER FALLO SOBRE “IMPRESCRIPTIBILIDAD DE LOS DELITOS DE
CORRUPCIÓN”).

En la Argentina se sucedieron seis golpes de Estado que afectaron a las autoridades federales.
El primero en 1930, incluyó el derrocamiento de Yrigoyen, también del Poder Legislativo y
extendió su acción a las Provincias con intervenciones federales, manteniendo la composición
de la CSJN.
En 1943 fue destituido el Presidente Castillo y las restantes autoridades nacionales, excepto la
CSJN. En ambas ocasiones, 1930 y 1943, el Tribunal dictó Acordadas mediante las cuales
reconoció a los respectivos gobiernos militares asimilándolos a las autoridades de facto.
La llamada Revolución Libertadora, en 1955, puso fin no sólo al gobierno de Perón sino
también afectó al Poder Judicial y derogó la CN que, impulsada por el Gobierno Justicialista, se
había sancionado en 1949.
La elección popular que le siguió al Presidente Frondizi en 1962, en un derrocamiento militar
que a merced de la intervención de la CSJN pretendió seguir siendo civil. En esa ocasión la CSJN
tomó juramento al Presidente Provisorio del Senada, José María Guido, pero el poder estuvo
bajo el control militar, un gobierno de facto.
En 1966, el gobierno destituido fue el de Arturo Illia y en 1976, el de Maria Estella Martinez
de Perón, quien asumió la presidencia a la muerte de su esposo, en calidad de Vicepresidenta
de la Nación.
En los golpes de Estado sucedidos en 1955 cambió la integración de la CSJN en su totalidad.
En dos de aquellos levantamientos militares, se dictaron Estatutos establecidos formalmente
por sobre la CN.

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Durante esos periodos de facto se modificó, de hecho y con ilegitimidad de origen, la ley
suprema y se alteró la supremacía y jerarquía constitucional establecida en el art. 31 CN.

El art. 36 dispone quitar de toda eficiencia jurídica a los actos de fuerza contra el orden
institucional o el sistema democrático. La norma recoge el espíritu del Proyecto de CN de
Alberdi, “toda autoridad usurpada es ineficaz, sus actos son nulos”.
El nuevo art. 36 CN establece dos tipos penales: a) Ejecutar actos de fuerza contra el orden
institucional o el sistema democrático; y b) Usurpar cargos públicos, federales o locales, como
consecuencia de los actos mencionados en a).
Ambas conductas pueden cometerse por habitantes o ciudadanos, civiles o militares y,
también por autoridades nacionales o locales. Los tipos se configuran sean o no exitosos
aquellos actos.
El art. 36 CN contiene algunas precisiones, en primer lugar, adiciona a la sanción que
necesariamente debe establecerse en una ley especial o en el Código Penal, la pena de
inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos y prohíbe al Presidente de la Nación usar
de su atribución para indultar delitos o conmutar penas. En segundo lugar, establece que las
acciones serán imprescriptibles.
La norma no debe aplicarse retroactivamente por hechos acaecidos con anterioridad a la
entrada en vigencia de la Reforma de 1994.
Finalmente, el art. 36 CN manda al Poder Legislativo la sanción de Ley de Ética Pública sin
establecer recaudo o exigencia alguna.

La Ética en la función Pública


Ley 25188, “Ética de la función pública”. Prevé los deberes y pautas de comportamiento ético
en la función pública (arts. 2 y 3). Además de la honestidad, probidad, rectitud y buena fe, se
exige austeridad republicana, virtud necesaria y que define el modo de ejercicio del poder.
Dado que las acciones de la Comisión Nacional de Ética Pública pueden iniciarse por denuncia
de cualquier persona, el control del estilo de gobierno y autoridad queda, también, en manos
de la ciudadanía; exige una declaración jurada de bienes, ingresos y actividades y su
actualización anual (arts. 4 al 11); dispone las incompatibilidades generales (arts. 13 al 17);
establece un régimen de obsequios a los funcionarios públicos (art. 18) con la prohibición
absoluta de recibirlos excepto los de cortesía diplomática que deberán ingresar al estado; y
crea la Comisión Nacional de Ética pública, en el ámbito del Poder Legislativo (arts. 23 al 25).
El art. 24 dispuso que en la composición de la Comisión Nacional de Ética pública hubiera un
integrante por la CSJN. Pero este Tribunal declinó integrar aquel organismo; alegó la
independencia del Poder Judicial; hizo referencia a sus propios poderes implícitos y se declaró
autoridad de aplicación de la ley 25188 sobre el Poder Judicial, estableciendo bajo su control el
registro de declaraciones juradas de los miembros de la judicatura.

La resistencia a la opresión
El derecho de resistencia, reconocida en el art. 36 CN incluye el derecho a desobedecer a
quienes se alcen con el poder sin obtenerlo por medio de la competencia electoral o los
mecanismos institucionales. Aunque la norma reconoce el derecho de resistencia a todos los
ciudadanos, se entiende que los habitantes no-ciudadanos también gozan de él, porque la
resistencia constituye algo más que un derecho público.

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