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CARRERA: LICENCIATURA EN ADMINISTRACIÓN PÚBLICA Y FINANZAS

ALUMNO:
Braulio Antonio Velasco López 23011566
Emerson Antonio Veliz Marroquín 23011701

CATEDRÁTICO: M.A. Leslie María Sequeira Villagran


Curso: Administración Pública l
TAREA: Estado Desarrollista y Democrática

PLAN: sábado
SECCION: S1
FECHA: 17/02/2024
El Estado Desarrollista

En América Latina en la segunda posguerra se proyecta como el desarrollo


capitalista más avanzado, no como creían los economistas clásicos, a pesar del
desarrollo económico y la modernización de la sociedad podían ser
promovidos, y aplicadas mediante decisiones políticas desde el Estado.

Surgió el predominio de una población urbana, aquí aparecieron las clases


medias por sus niveles de educación, tipo de consumo y la intensidad de las
expectativas y demandas sociales que en años plantearon como la necesidad
de dejar la sociedad agraria y considerar el desarrollo como una meta política
más alcanzable.
Este periodo se volvió la oportunidad de empezar a construir una sociedad
industrial, en provecho de la elite empresarial, era también la única vía para
absorber a la población del campo, bajo una comisión económica para
América Latina.
El estado desarrollista fue en gran parte un programa político que vino a
despertar esperanzas igualitarias y democráticas, con poder y nuevos atributos,
con funciones claras para superar el modelo anterior.

La visión keynesiana consideraba al Estado como fuente generadora de


impulsos y orientaciones para el crecimiento económico siendo este un estilo
de pensamiento que vincula una nueva manera a la economía con la política,
la sociedad y el estado.

La etapa democrática del Estado desarrollista

La crisis del Estado liberal fue de largo plazo y su fase inicial corresponde a la
década conocida como Revolución de Octubre. Se argumenta se produjo una
desagregación coyuntural de la oligarquía cafetalera, una transitoria pérdida de
hegemonía como fuerza dominante. En Guatemala, el programa de cambios
(leyes e instituciones de esta década) fue una enorme esperanza que la
participación organizada del pueblo respaldó. A partir de 1944/45 la estructura
del Estado que venía del período anterior se fue modificando al alterarse la
naturaleza de sus funciones ahora orientadas políticamente para impulsar el
desarrollo capitalista, y por un manejo democrático del poder.
Es útil recordar el debate en la Asamblea Constituyente sobre el papel del
Ejército, que obligó a numerosas consultas y rectificaciones y culminó en la
creación de la figura del Jefe de las Fuerzas Armadas a lado del Ministro de la
Defensa. Se estableció al Presidente de la República como jefe del ejército y la
condición obediente y no deliberante de las fuerzas armadas. Esta
configuración de los mandos militares, junto a otros factores determinó que
nunca más volviera a surgir un caudillo militar personalista. Se reiteró el
carácter obediente y no deliberante del ejército para frenar sus incursiones en
la política nacional. A diferencia del Estado liberal, los apoyos al nuevo que
surgía vinieron de la movilización y organización de los sectores populares,
obreros y campesinos, encabezados por partidos o dirigentes de las clases
medias.

La Constitución de 1945 aseguró la autonomía de los tres poderes del Estado;


la alternabilidad en el poder, prohibición de la reelección presidencial y
reconocimiento del 16 derecho a la rebelión. Reorganización, apoliticidad y
nuevas funciones del Ejército. Autonomía Universitaria. Reconocimiento de
los partidos políticos y representación electoral de las minorías. Sufragio
obligatorio, ciudadanía para hombres alfabetos, voto público para analfabetos,
pero solo en elecciones municipales.
Se realizaron profundas alteraciones de los tradicionales patrones culturales de
relaciones sociales, desiguales y violentas; y situaron al trabajador (Código de
Trabajo 1947) en una condición más independiente, como sujetos de su propio
destino al Estado como eje de la vida social. Las reformas bancarias que
incluyó la Ley del Banco Central, Ley Monetarias (1945) y de Fomento
Industrial (1947), la creación de la banca de desarrollo, el Instituto de
Fomento de la Producción -INFOP- (1948), se promueven cooperativas,
establecen la dimensión en que el desarrollo es una responsabilidad del
Estado. Las políticas sociales definen la forma particular las funciones de este,
como el notable impulso a la educación pública, como en la atención a la
salud con la creación del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (1948),
que constituyó una novedad frente al dilema si la enfermedad es asunto
público o privado.
El Estado democrático-desarrollista buscó su legitimidad en la doble clave de
promover el desarrollo con apoyo y beneficio popular. El fin del proyecto
nacional-popular fue también el del régimen democrático, los partidos
políticos, las organizaciones sociales; la fuga de parte de la dirigencia, la
clandestinidad y la muerte de otros. Difícilmente un cambio político tiene los
efectos parecidos, como este, a una derrota de cruzada medieval.

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