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Universidad del Sur

Nombre del alumno:


Guidalti de Jesús Rodriguez Aguayo

Nombre de la asignatura:
Ciencia política

Asesor:
Ituriel Hernández

Nombre de la licenciatura y cuatrimestre:


Lic. en Derecho. 3 Cuatrimestre

Lugar y fecha:
Cancún Quintana Roo, 25 de Junio del 2023
LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA DEL MÉXICO ACTUAL

El partido triunfante del proceso histórico de la revolución mexicana, su


evolución histórica.

Resulta inexacto históricamente y ambiguo plantear un listado sobre la


pertenencia a partidos políticos de México en los primeros treinta años de vida
independiente. Primero porque la estructura, funciones y composición de dichos
institutos políticos como los conocemos hoy en día, no existieron sino hasta el
siglo xx; y segundo, las características de los primeros grupos denominados
"partidos" en el siglo xix no funcionaron como tal sino hasta la segunda mitad de
dicha centuria.
La legislación mexicana en materia electoral durante la primera mitad del
siglo xix, no solamente no habla de partidos, sino que no eran necesarios, puesto
que los cargos de elección popular directa en municipios, distritos y estados no
requerían de ningún tipo de pertenencia, afiliación o apoyo corporativo.

Etapa Pre-Revolucionaria
Durante la primera década del siglo xx, se organizaron la Confederación de
Clubes Liberales en 1901; la Convención Nacional Liberal en 1903; el Partido
Liberal Mexicano en 1906; los partidos Nacional Reeleccionista, Popular,
Nacional Obrero y Nacionalista Democrático en 1909

Etapa Revolucionaria Preconstitucional


se constituyeron los partidos Nacional Antirreleccionista en 1910; Católico
Nacional, Constitucional Progresista, Popular Evolucionista, Liberal Estudiantil y
Liberal Radical en 1911; Liberal Constitucionalista en 1916; y Nacional
Cooperativista en 1917.

Promulgada la Constitución de 1917 se fundaron los siguientes partidos (sin


considerar a los que aún persisten): Laborista Mexicano y Comunista
Mexicano en 1919; Nacional Agrarista en 1920; Nacional Antirreleccionista en
1927; Nacionalista Mexicano en 1934; Nacional de Salvación Pública en
1935; Revolucionario de Unificación Nacional en 1940; Fuerza Popular y
Democrático Nacional Independiente en 1945; Democrático Mexicano en 1946;
y Federación de Partidos del Pueblo Mexicano en 1952

En 1929, el PNR surge como un partido de corrientes, de fuerzas políticas


distintas pero afines, provenientes del movimiento de 1910. El PNR sería, en
consecuencia, «la institución más poderosa para la competencia política, y el
lugar adecuado para diseñar los primeros acuerdos y prácticas en la lucha por el

poder público. Así pudo auspiciar relevos de gobierno por medio de elecciones y
en condiciones de estabilidad social
En diciembre se formó el Comité Organizador del Partido Nacional
Revolucionario, presidido por el presidente Plutarco Elías Calles. Su declaración
de principios contenía entre otros puntos lo siguiente: El PNR acepta en forma
absoluta y sin reserva de ninguna naturaleza, el sistema democrático y la forma
de gobierno que establece la Constitución.

Luchará decidida y enérgicamente por hacer cada vez más efectivos en México
la libertad del sufragio y el triunfo de las mayorías en los comicios; tendrá como
una de sus finalidades esenciales la de realizar en nuestro país un mejor medio
social; velará por la formación y cumplimiento de las leyes que constituyan una
garantía de los derechos del proletariado. Reconocía a las clases trabajadoras
como el factor social más importante y se comprometía a luchar por la protección
de los indígenas, la soberanía nacional; el interés colectivo por encima del interés
individual; la elevación del nivel cultural; la alfabetización de las masas; el
desarrollo industrial, a base de capitales mexicanos y no extranjeros.

El 25 de enero de 1930, el presidente Emilio Portes Gil expidió un decreto que


fijaba a los empleados públicos obligación de cooperar al sostenimiento del PNR
“con una pequeña parte de los emolumentos que disfrutaban". El 30 de marzo
de 1938 se disolvió el PNR y en su lugar se formó el Partido de la Revolución
Mexicana. En su declaración de principios mantuvo el apoyo a la clase obrera y
el derecho a la huelga; la imposición de un programa educativo oficial a las
escuelas particulares; la no intervención y la autodeterminación de los pueblos
como principios rectores del derecho internacional; la igualdad política-social de
la mujer; la garantía de la libertad para los indígenas; el establecimiento del
seguro social; el control de los precios y el fomento de la construcción de
habitaciones populares.

Concebido como un partido de masas y con la intención autodeclarada de tutelar


en los derechos de los trabajadores, promovió un creciente ascenso en la
participación política por medio de movilizaciones populares, que reclamaba, a
su vez, una mayor participación en los asuntos del Estado y una distribución
equitativa de la riqueza.

Durante los primeros años del partido, se tenía un carácter netamente socialista,
que iba en contra de los elementos de centro derecha y extrema derecha que
estaban proliferando en el país a raíz de los movimientos fascistas en Europa en
1936 se creó, como aglutinante del movimiento obrero, la Confederación de
Trabajadores de México (CTM) y, dos años después, para el ala ejidal,
la Confederación Nacional Campesina (CNC).
Más adelante, en 1943, se constituiría la Confederación Nacional de
Organizaciones Populares (CNOP) que incluiría a los demás grupos que no era

Imposible encuadrar en los otros organismos, como era el caso de


los burócratas gubernamentales, los cuales desde un inicio participaron con un
descuento de 10 centavos a su sueldo con lo que el partido configuraría una
estructura general representante de los sectores obrero, campesino y popular,
además de un grupo que integraría el ala militar del partido, la que sería parte
del mismo hasta el año de 1946

Factores de poder

El estado social contemporáneo o estado democrático social tiende a asegurar


la libertad y la justicia, tanto en su sentido formal y pleno desarrollo de
la personalidad y la autodeterminación de la comunidad política. Se ha
producido, así, un cambio en la función social y jurídica del poder. En la esfera
de su actividad, su modo de influir en la conducta humana, los instrumentos que
controla y los propósitos que lo orientan.

Ese cambio en las funciones y áreas de competencia del poder es una


consecuencia de los requerimientos y exigencias de los grupos sociales,
económicos, culturales, religiosos y políticos, que tratan de influir en la decisión
política.
Desde la antigüedad, la autoridad política estuvo relacionada con el sistema
económico dominante.
La exclusión de la propiedad importaba la exclusión del poder. Hoy los términos
se han invertido. La exclusión del poder importa la exclusión de la propiedad.

Los grupos de poder, son aquellos conjuntos de individuos que presionan de tal
modo en la política legislativa, administrativa y jurídica de un país que obtiene
reformas en base a sus propuestas. No son en beneficio de un sector en
particular, como el de los grupos de presión, sino de carácter general. Los grupos
de presión pretenden soluciones para su sector, y desaparecen o no continúan
presionando una vez obtenidas sus metas, salvo que aparezca otro reclamo,
caso en que vuelven a la acción para obtenerlo.
Los grupos o factores de poder, persisten en el tiempo, pues no tienen un
objetivo único sino un programa de acción de índole político. El factor de poder
puede ser un organismo constitucionalmente previsto, como la iglesia o las
fuerzas armadas, o ser empresas multinacionales, o grandes empresas de
comunicación, los intelectuales o los fuertes sindicatos. Los grupos de intereses,
si gravitan en forma crucial, en las decisiones políticas y tienen metas
perdurables y generalizadas, pueden actuar como factores de poder.

De las breves consideraciones que anteceden se deduce que los factores reales
de poder, como fuerzas "activas y eficaces", según las califica Lasalle,
condicionantes o, al menos, presionantes de la creación y de las reformas
constitucionales sustanciales, no pueden desarrollarse y ni siquiera concebirse
sin los grupos, clases o entidades socio-económicas que los desplieguen.

Dicho en otros términos, los aludidos factores, como elementos dinámicos,


también están integrados por su mencionado soporte humano, el cual puede
tener o no una forma jurídica o estar o no organizado. Por consiguiente, en la
dilatada esfera de las posibilidades, los llamados "grupos de presión", los
partidos políticos, las agrupaciones de diferente índole y finalidad y sus "uniones"
o "alianzas", los sectores obrero, campesino, industrial, burgués, profesional,
estudiantil, universitario, etc., pueden implicar el soporte humano de los factores
reales de poder no sólo como elementos condicionantes o presionantes de la
producción constitucional y jurídica en general, si no de la actuación política y
administrativa de los órganos del Estado .

En el siglo XXI, no son los mismos factores que describió Ferdinand Lassalle (la
monarquía, la aristocracia, la gran burguesía, los banqueros, la conciencia
colectiva y la cultura general, y la pequeña burguesía y la clase obrera) dos
centurias atrás, pues ahora son más y algunos han mutado o han muerto,
mientras que otros han nacido, tan jóvenes estos últimos que no les ha llegado
la hora de reconocimiento . Sin embargo, pese a su juventud, son peligrosamente
poderosos.

“Los factores reales de poder” varían según el sistema político, las libertades, el
poderío económico, etc. Cada país tiene los suyos particulares, unos más otros
menos poderosos, pero siempre influyentes. Mencionemos algunos de los
factores de poder influyentes :

La oposición: El enemigo natural de cualquier gobierno son los partidos que


perdieron la elección, por eso es vital que el gobernante tenga claro que, para
poder ser exitoso en su gestión, tiene la necesidad y el deber de coordinar de
cerca con la oposición proyectos importantes para el colectivo, de lo contrario
estará condenado a fracasar.
La Sala Constitucional: El criterio de siete personas tiene el poder suficiente para
modificar cualquier cosa en este país.

Los medios de comunicación: Los medios tradicionales son el canal de


comunicación por excelencia, tener buenas relaciones con ellos, sumado a una
comunicación puntual y transparente, permite un acercamiento franco con el
pueblo. Por el contrario, manejar las cosas con secretismo, más allá de lo
necesario y tener malas relaciones con los medios, implica un riesgo importante
para la gestión de un gobernante.

Las redes sociales: Son enormes cajas de resonancia que distorsionan la


“verdad real”, en ellas se crean muchísimas versiones de un mismo hecho.
Recordemos que nuestra naturaleza humana nos hace adueñarnos de la verdad
y, para confirmar que tenemos la razón, buscamos información que coincida con
nuestros pensamientos o sentimientos, lo que hoy llaman sesgos de información.

Las redes sociales y las noticias falsas o distorsionadas son una amenizada para
la estabilidad política de cualquier país .

Los sindicatos: Tienen la fuerza de la coerción, son capaces de utilizar cualquier


medio para cumplir sus fines, unos loables y otros absolutamente mezquinos. No
se puede gobernar sin ellos y tampoco con ellos, con los años se convirtieron en
el villano visible para algunos y en el héroe para otros.

Grandes contribuyentes: Son quienes “pagan la mayor parte del baile”, aportan
una porción importante de los impuestos que recauda el gobierno, generan
empleos estables, le dan estabilidad a la seguridad social

Bancos: Tienen el poder de mover la economía de un pais, controlan las tasas


de interés, otorgan créditos y lo más importante, algunos inclusive financian
campañas políticas, todas estas razones hacen que cuando los bancos hablen
él gobiernos escuche .

Religión: Aunque algunos políticos sean como dice el dicho: Hijos del mismo
diablo, tener a adiós de su lado es importante para ejercer algún tipo de control
sobre un sector de la población, por otro lado, las iglesias siempre necesitan
proyectar una imagen que las valide ante la opinión pública , muchas veces se
ha dicho que la política y la religión no van de la mano, pero tratándose de
estrategia , de ganar y de intereses se mezclan permitiendo encuentros entre la
política y la fe .

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