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cocia SA” contra “Interieur Forma SA”, por incumplimiento de contrato con
el alcance que surge de sus considerandos y rechazando el reclamo por los
daños derivados de la falta de privacidad, alteración en la forma de trabajar,
incomodidad de la clientela y demás personas que concurren a ver los direc-
tores y presidente, desjerarquización de la imagen de la empresa, extensión
del horario de trabajo, etcétera, por no haberse acreditado, tuvo presente los
demás reclamos, para el supuesto que fueran probados en la etapa de ejecución
de sentencia. Rechazó la reconvención, aunque estableció que la actora debía
efectivizar la suma pertinente de pago –AA 332,15– ajustada desde el momento
que debió ser abonada, aplicando los índices de precios convenidos en el
contrato, sin intereses por no haber mediado mora de la obligada al pago.
Impuso las costas de la demanda y la reconvención a la demandada que
resultó vencida y difirió la regulación de honorarios para su oportunidad.
...............................................................
III. Considero necesario determinar, en primer lugar, si la demandada
cumplió con las obligaciones a su cargo, proveyendo los tabiques divisorios
de la calidad prometida, en el sector de las oficinas de la actora, destinados
a albergar a su presidente, directores y secretarias, o bien, como argumenta
“Sococia SA” no logró la acusticidad debida equivalente a una pared de
mampostería revocada de 15 centímetros.
La obligación principal que debe cumplimentar el locador de obra consiste
en alcanzar el resultado prometido, realizándolo conforme a las reglas del
arte de construir, respondiendo el fin perseguido.
Ahora bien, veamos qué se entiende por “regla del arte a construir”, si
expresamente se estableció la forma en que debía ejecutarse la obra habrá de
estarse a lo convenido por las partes. Si nada se dijo, debe entenderse que
el locador se obligó a una ejecución de calidad intermedia, corriente o normal.
Para que la calidad de la construcción sea exquisita, es decir, excelsa, tendrá
que preverse en la convención. De lo contrario, las reglas del arte serán
aquellas reglas de la experiencia o de la práctica que suelen usarse corrien-
temente para un tipo de obra y en un lugar determinado (conf. Spota, A. G.,
Contratos, vol. V, ps. 394 y ss., Nº 1224; Borda, G. A., Contratos, t. II,
p. 89, Nº 1086 y 1087; Rezzónico, L. M., Estudio de los contratos, t. II,
ps. 690/93, a).
Deberá interpretarse cuál fue la intención de las partes conforme a lo
pactado, el destino de la obra, el fin que tuvieron en miras, y, en todo caso, de-
berá ponderarse el precio estipulado y las costumbres del lugar (conf. art. 1632,
Cód. Civ.).
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Según resulta del presupuesto obrante a fs. 8/12 “Interieur Forma SA” se
comprometido a la provisión y colocación de tabiques modulares sistema
Straessler sobre estructura de aluminio anodizado bronce, con parantes y din-
teles de 4 x 4 y zócalos de 4 x 10 cm de sección. Paneles de 3,2 cm de
espesor y puertas de 3,4 cm de espesor, enchapadas en roble lerieux lustre
natural, ambas caras, con buña vertical en medio del panel. Se dejó constancia
en aquél de las características que debían revestir los paneles de cada sector
a realizarse y respecto de los destinados al sector jerárquico con aislación
acústica, se convino que las mamparas, además de reunir las condiciones
antes descriptas, con las terminaciones que concretamente se especificaban,
debían contener una lámina de plomo de 1 mm de espesor en su interior y
lana de vidrio de densidad 100 kg/m², debiendo proveerse y colocarse suple-
mentos sobre cielorraso en tramos perpendiculares a las vigas existentes, de
bastidores macizos tomados con bracas a la base, compuestos de dos aglo-
merados de 10 mm c/u, lana de vidrio de 10 mm, de espesor y lámina de
plomo de 5/10 mm. Se estipuló que si las vigas –perpendiculares a Esmeralda–
que coinciden con la carpintería metálica y, por lo tanto, con la línea de
mamparas determinaran algún desfasaje notorio en algún tramo, ello dará
lugar a la cotización por separado del suplemento que fuera necesario.
Antes de presupuestarse tales trabajos, un empleado de ventas de la firma
demandada –Héctor Reppetto– hizo saber a “Sococia SA” que las mamparas
divisorias realizadas con el sistema Straessler “pueden llevar a equiparar en
su grado de acusticidad a una pared de mampostería revocada de 15 cm”,
para lo cual deberán observar que los paneles de cerramiento tuvieran en su
interior lana de vidrio de alta densidad (100 kg/m²), llevaran una lámina de
plomo adicional en su interior de 1 mm. de espesor y que se podían mejorar
las características acústicas si el exterior se tapizaba con base de poliuretano,
se sellaba la estructura con arena y se aplicaban burletes en los marcos de
puertas. Asimismo, se afirmaba que debían tenerse en cuenta, en el caso de
cielorrasos suspendidos, que se debían continuar los cerramientos entre éste
y la losa y en el caso de Fan Coil corrido debían construirse un lateral coin-
cidente con la línea de mamparas.
Estimo que carece de importancia determinar si dicha nota suscripta por
un empleado de la sección ventas obligaba o no a su empleadora, “Interieur
Forma SA”, pues poniéndonos en la postura más favorable a la actora, es
decir, admitiendo que sí la obligaba, lo cierto es que no cabe darle a ese
instrumento, la interpretación que pretende la dueña de la obra.
La circunstancia que se le haya hecho saber a ésta que las referidas mam-
paras divisorias “pueden llegar a equiparar en su grado de acusticidad a una
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anexo 1); apoyándose sobre ese perfil el tabique divisorio de ambos ambientes.
Que dichas aberturas y puertas se repiten hacia los pisos superiores e inferiores.
Refiere que todos esos elementos constituyen puentes acústicos que con-
tribuyen a la propagación del sonido entre sectores de la oficina del piso 7º
y entre los distintos pisos del inmueble. Que conforme la documentación
obrante en autos la obra se realizó de acuerdo a la oferta de “Interieur For-
ma SA”. Que ésta aconsejó realizar los cerramientos hasta la losa de hormigón
armado, debiendo ser desmontado el cielorraso para ello. Que “Sococia SA”
no aceptó dicho criterio, por lo cual se colocaron cerramientos acústicos su-
periores entre el cielorraso y la estructura de hormigón armado (documentación
reservada fs. 145, principal fs. 78). Que para alcanzar el grado de privacidad
deseado, en particular para el denominado sector jerárquico, se deben utilizar
en los tabiques materiales de poca elasticidad, de mayor masa, que contengan
espacios de aire pequeños separados de forma tal que disminuyan sensible-
mente la propagación del sonido. Y que teniendo en cuenta el cielorraso,
debieron llevarse los tabiques hasta la estructura de hormigón armado. Pero
aun así, los puentes acústicos, que existen en el inmueble, debido a las ca-
racterísticas constructivas del mismo, anteriores a su adquisición por parte
de “Sococia SA”, no pueden ser modificados en forma alguna, tal es el caso
de la separación que existe entre el cerramiento de frente y la estructura de
hormigón armado y de los perfiles huecos de la carpintería metálica de frente,
los que tienen aberturas al exterior. Que en el caso particular del cielorraso
y los puentes acústicos que se producen sobre él, pueden colocarse aislamientos
acústicos superiores, entre el cielorraso y la estructura de hormigón armado, lo
que fue realizado por “Interieur Forma SA”, durante la ejecución de la obra.
Argumenta que de acuerdo a las mediciones que efectuara en el lugar
en litigio, el grado de privacidad obtenido es satisfactorio y que para poder
determinar si los paneles divisorios colocados por la demandada son similares
a los tabiques de mampostería de 15 cm en cuanto a los índices de reducción
acústica, resulta necesario hacer la partición del lugar con éstos, único supuesto
en el que podrían ser comparados. Que, además, ello dependería de la calidad
del ladrillo utilizado, la mezcla de asentamiento, la de revoque y la calidad
de la mano de obra.
Asimismo, señala que el sonido o ruido que llega de un local a otro,
separados por los tabiques, es la suma de los transmitidos por dicha partición
más los transmitidos por las aberturas, cielorraso, cerramientos laterales, ins-
talaciones y conductos que tienen en común ambos locales, que ello se debe
a que el sonido es un fenómeno esencialmente ondulatorio. Que por esa cir-
cunstancia, el ruido se propaga a través de los gases, líquidos y sólidos, en
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mayor o menor medida según las características de éstos. Que al ser los
cielorrasos de los distintos locales corridos, al no interrumpirse al llegar a
los tabiques o particiones aislantes, forman un puente acústico en la transmisión
del sonido entre locales separados por la partición aislante, debido al aludido
fenómeno ondulatorio. Que en el hueco de 42 cm existente entre el cielorraso
y la losa que apoya las vigas, están ubicadas las instalaciones de obra –aire
acondicionado central, electricidad, etcétera–, que no pueden ser interrumpidas
porque dejan de cumplir su función. Que se distribuyen por toda la planta y
forman puentes acústicos entre locales. Que también son transmisores de ruidos
los acondicionadores de aire tipo Fan-Coil. Que la carpintería metálica está
formada por elementos metálicos huecos con aberturas de ambos lados, pro-
vistas de pequeñas puertas con bisagras y cierre a tornillo sobre junta de
goma que tienen esa forma para permitir la circulación de aire dentro del
elemento metálico hueco, y evitar la condensación de la humedad contenida
en el aire, dentro del elemento metálico, por lo que no pueden ser sellados
sin alterar el funcionamiento para el que fueron diseñados, constituyendo un
paso para los sonidos entre los ambientes que comunican.
Las impugnaciones que introduce la parte actora contra dicho dictamen
a fs. 487/94, no tienen entidad suficiente para desvirtuarlo en sus conclusiones.
No me parece que pueda afirmarse, que el experto incurre en aprecia-
ciones subjetivas, ya que realiza un estudio detallado de todos las dificultades
que ofrece el inmueble para obtener un grado de acusticidad mayor que
derive en una mejor privacidad, no siendo aquéllas atribuibles a los trabajos
de la demandada sino a las características de aquél con sus diversos puentes
transmisores de las ondas sonoras.
La circunstancia de que la actora fuera quien diseñó los planos y tuviera
a su cargo la dirección de la obra es muy importante para determinar su
grado de responsabilidad en los resultados obtenidos. No puede ignorarse que
“Sococia SA”, es una empresa dedicada a la construcción, por lo que no
podía ignorar las dificultades que a los fines perseguidos presentaba su pro-
piedad. Por ello, su deber de obrar con prudencia y pleno conocimiento de
las cosas es mayor (conf. art. 902, Cód. Civ.), y no puede, entonces, endilgarle
responsabilidad alguna a la demandada que si su propósito era remover los
“puentes acústicos” existentes en el inmueble, los trabajos eran mayores e
iban a incluirse en el presupuesto, pues el precio, también, debía ser superior.
Las manifestaciones del perito acerca de que “Interieur Forma SA” acon-
sejó a “Sococia SA”, levantar los paneles hasta la losa y que ésta no lo
aceptó, encuentra su fundamento en los elementos incorporados a la causa.
Si en la carta de fs. 6/7, que el empleado de ventas de la demandada, le
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hacía saber las conveniencias de realizar esos trabajos, con el objeto de alcanzar
mejor acusticidad y no se incluyeron en el presupuesto, es porque no estaba
en su intención que se llevaran a cabo.
Si “Sococia SA” pretendía obtener una privacidad óptima o excelsa debió
establecerlo como una obligación contractual, pues de lo contrario –como
señalé más arriba–, debe entenderse que su deseo era que fuera la normal
para una sociedad como la que ella formaba. Distinto sería si se tratara, por
ejemplo, una sala de audio, de radio o de televisión, donde la acusticidad
óptima debe presumirse. Pero ése no es el caso de autos.
Y no creo que pueda argumentarse que con la fórmula de que los
paneles podían llegar a asimilarse a una pared de mampostería de 15 cm
revocada, puede entenderse que su deseo era que la privacidad sea total,
pues a través de estas divisiones también se transmiten las conversaciones
y/o ruidos cuando ellas adquieren un tono elevado.
La aseveración del perito de que los tabiques divisorios son altamente
satisfactorios, se apoyan en estudios técnicos y en una serie de ecuaciones
partiendo de mediciones acústicas utilizando el aparato pertinente tomadas
en el lugar y aplicando los estudios de Wattera, Cavanaugh Youg y colabo-
radores. Así, basándose en el exceso de sonido, traducido en decibeles y la
curva contenida en el gráfico individualizado como anexo A, pudo determinar
el grado de privacidad que es altamente satisfactorio porque obtuvo resultados
negativos.
Por lo demás, las conclusiones del perito ingeniero de oficio se encuentran
corroboradas, por el consultor técnico de la demandada, quien, además, dice
que la parte estructural de los tabiques de cerramiento, utilización de mate-
riales, espesores, rellenos, densidad de componentes, terminación y cantida-
des, así como ubicación según planos, fueron ejecutadas conforme lo presu-
puestado.
Los resultados de la inspección ocular llevada a cabo por el juez según
acta de fs. 685, no son eficaces para desvirtuar las conclusiones de la pericia.
La experiencia personal del juez, constituye el medio más lógico y, por
consiguiente, el más eficaz; porque al eliminar todo intermediario –alguno de
ellos tan poco seguros–, como los testigos, disminuye la posibilidad de error.
El conocimiento objetivo de los hechos tiene, en efecto, sobre otros medios
la superioridad de que la apreciación se hace en forma directa, en tanto que
aquéllos proporcionan un conocimiento indirecto (conf. Alsina, H., Tratado
teórico práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial, t. III, p. 651, 29ª
ed., 1961).
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destinado, ya que consintió que fuera puesta en venta destacándose esa ca-
racterística que es, precisamente, la que le reclamó en la demanda. Sólo en
su favor cuenta con una medida dispuesta de oficio por el juzgado a la que
no cabe reconocerle gravitación alguna por ausencia de todo tecnicismo en
su ejecución.
Por consiguiente, si esto es así, resulta evidente que la actora se encuentra
en mora en el pago del saldo de precio, pues, no estaba legitimada para
oponer la excepción de incumplimiento contractual (arts. 510 y 1201, Cód.
Civ.), lo que determina la procedencia de la reconvención por cobro de aquél,
con más el incremento por depreciación de la moneda, desde la fecha en que
debieron concretarse los pagos y los intereses.
Fallo 2
CNCiv., sala B, 24-10-2003, “Pita, Juan Manuel
c/Consorcio de Propietarios Iberá 1544 s/Cobro
de sumas de dinero”, Rubinzal Online, RC J 3312/04
Contra la sentencia de fs. 359/362, apela y expresa sus quejas la par-
te actora de fs. 380/387, que fueron contestadas de fs. 391/392, por la
accionada.
Se agravia la accionada porque el juez rechazó la demanda y sostiene
que debe hacerse lugar a la misma ya que, en la Asamblea y por unanimidad
se decidió que el proyecto y dirección de obra estaban a su cargo y que allí
mismo se estableció un porcentaje por los honorarios en esa labor, y que el
hecho de que no figurasen por escrito, no significa que los trabajos no hayan
sido realizados, y que ellos surgen del libro de actas de Asamblea del Consejo
de Administración. Argumenta que de la prueba documental acompañada surge
que hubo una aceptación tácita a la propuesta unánime de la Asamblea, en
que fuera esta parte la que realizara el proyecto. Agrega, que para establecer
la existencia del contrato de locación de obra es admisible toda clase de
pruebas, entre ellas la realización misma del trabajo y aun la de presunciones,
y que si de la pericial ofrecida surgen deficiencias en la realización de la
obra, él suspendió los pagos a la administración Baggio, hasta tanto la empresa
Cointer procediera a solucionar los inconvenientes. Repite conceptos referidos
a la dirección de obra y reclama los honorarios sobre la confección del proyecto
de bases y condiciones cuya realización está –dice– debidamente acreditada
con la copia de todo el proyecto de pliego y bases de condiciones, planos,
croquis y demás documentación acompañada en las presentes actuaciones.
Por último se agravia de la imposición de las costas.
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Fallo 3
CNCom., sala B, 30-6-2005, “Alemán y Asociados SRL c/Pinto,
Claudia M.”, D. J. del 3-5-2006, p. 75, AR/JUR/2584/2005
El doctor Butty dijo:
I. Antecedentes de la causa:
Alemán y Asociados SRL demandó a fs. 103/117 a Claudia Marcela Pintos
por la suma de $ 51.290 –con más sus accesorios y costas– en concepto de
indemnización de los daños causados por incumplimiento contractual.
Según sus dichos, el 17 de noviembre de 1999 suscribió con la demandada
un contrato denominado “locación de servicios” por el que se obligó a la
confección del proyecto, la dirección y construcción de una vivienda en el
country Galápagos –que comenzó a ejecutarse el día 28 de enero de 2000–
por el sistema llamado “Administración de Obra a precio fijo”, el cual debía
pagarse contra entrega de los “certificados de obra”.
Sigue diciendo que, posteriormente, recibió la carta documento de fecha
4-8-2000 por la que la demandada le comunica la “rescisión del contrato de
locación de servicios firmado el 17 de diciembre de 1999 por incumplimiento
de plazo de ejecución y mal desempeño de los gremios por Uds. subcontra-
tados, encontrándose grandes falencias en los trabajos realizados hasta la fe-
cha”. En consecuencia, responde mediante carta documento, rechazando la
recibida e intimando a la accionada a entregar el saldo adeudado por los
“certificados de obra”, que según explica se entregaron cuatro y no fueron
íntegramente abonados.
Con respecto a los fundamentos de la resolución contractual operada por
la demandada, la actora alegó que la demora en la ejecución de la obra, se
debió a la sucesión de un sinnúmero de lluvias –una de las mayores en cien
años– en el lapso en el cual debió llevarla a cabo, configurándose un caso
fortuito, por lo que no puede serle imputable. Por otro lado, indicó que previo
a la resolución contractual la accionada debió requerirle el cumplimiento –ex-
tremo que no cumplió– además de no saber cuáles son las falencias a que
alude tal carta documento.
A fs. 414/32 se presentó Claudia Marcela Pintos por apoderados, contestó
demanda y reconvino por daños por la suma de $ 56.513,82 –con más ac-
cesorios, costos y costas– invocando que la obra adolece de varios defectos
de construcción. Es conteste con la actora en cuanto a las fechas de suscripción
del contrato que las vinculara y el comienzo de ejecución de la obra. No
obstante, disiente en cuanto a que reconoce haber recibido tres “certificados”
–no cuatro como alega la actora– y dice no adeudar por ellos suma alguna
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Fallo 4
CNCiv., sala J, 3-7-2007, “Peralta Rodríguez, Juan c/Padula,
Onofrio”, D. J. del 16-1-2008, p. 111, AR/JUR/4506/2007
La doctora Verón dijo:
1. La sentencia de primera instancia obrante a fs. 133/140 hizo parcialmente
lugar a la demanda por “cobro de sumas de dinero” interpuesta por Juan
Peralta Rodríguez, Marciano Peralta Rodríguez y Alfredo Rodríguez contra
Onofrio Padula. Las costas fueron impuestas en el orden causado y las comunes
por mitades.
Contra dicho pronunciamiento se alza el demandado y expresó los agravios
que lucen a fs. 149/150 que no merecieron contestación.
El apelante critica en primer lugar que se haya desechado la declaración
del testigo Sr. Panizzi mientras que reputa inexacta y errática la versión brin-
dada por los testigos ofrecidos por la parte actora. Razona que la fijación de
los trabajos en cuatro meses no resulta lógica y subraya que el incumplimiento
de la actora se encuentra acreditado con el resultado de la pericial de arqui-
tectura. Asimismo, rechaza el razonamiento del sentenciante de grado en cuan-
to a que no debió haberse encargado la realización de tales trabajos a los
albañiles ya que, a su entender, ellos debieron haber rehusado el ofrecimiento
si no eran idóneos para el cometido.
2.1. Por las circunstancias de hecho y razones de derecho que paso a
desarrollar, propiciaré la revocación del fallo en crisis.
En efecto, por lo pronto cabe señalar que no se encuentra controvertido
en autos que el demandado encargó a los accionantes la realización de obras
en la calle Urquiza 2121 de esta ciudad, y que las mismas consistían en la
refacción de un galpón, la construcción de cinco habitaciones, baños, y otros
trabajos de albañilería en general.
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II. El comentario
Este grupo de sentencias que comento refieren a contratos de obra material
consistentes en construcciones en bienes inmuebles en las cuales se discute si el
locador ha cumplido con su obligación nuclear o no.
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3 Tampoco se hacen referencias a las reglas del arte en la regulación de las obligaciones
de hacer.
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4 Por ejemplo, entre los autores clásicos, Luis María Rezzónico explicaba el art. 1632
diciendo que “cuando los contratantes nada han estipulado sobre la forma o modo en que ha
de ejecutarse la obra, el locador debe ejecutarla según las prácticas y las costumbres del lugar.
La ley se refiere a las costumbres del lugar ‘al tiempo de celebrarse el contrato’, a los usos
corrientes al celebrarse el contrato, respecto de la obra convenida: si se trata de construcción
de un mueble el locador de obra deberá seguir los usos de los carpinteros del lugar; si se trata
de la construcción de una casa, deberá atenderse a los usos de los arquitectos del lugar [...] La
doctrina enseña que cuando nada se ha estipulado sobre el modo de ejecutar la obra –y también,
debe afirmarse, como principio general, aunque se haya estipulado de aquel modo– el locador
debe ejecutarla ‘según las reglas del arte de que se trate’, con arreglo a la técnica del oficio o
profesión correspondiente –art. 909, Cód. Civ.–” (Estudio de los contratos en nuestro Derecho
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Civil, Depalma, Buenos Aires, 1959, t. II, p. 691). Ésta es una línea de razonamiento muy
antigua también en la jurisprudencia: C2ª de La Plata, J. A. 1948-II-95.
5 CCCom., sala I, 15-2-2006, “Propezzi, Horacio Alejandro c/Fortunato, Jorge s/Daños y
perjuicios”, RC J 9236/10: El art. 1632 del Digesto Civil, preceptúa que no mediando ajuste o
detalle respecto a las prestaciones que las partes se prometen, su voluntad debe interpretarse
conforme a la costumbre del lugar y el precio estipulado, significa que el locador debe ajustar
su prestación respetando las reglas del arte a través de la adopción de un obrar cuidadoso y
diligente, empleando los principios y métodos científicos y prácticos normalmente aceptados
como idóneos para el tipo de obra contratado.
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El nuevo Código principia por reconocer que los que ejecutan obras son
en general personas que detentan un cierto expertise y que por tanto tienen
“autonomía técnica”. En otras palabras, el prestador de obra es una persona
que goza de “independencia técnica” que es una característica de dos gran-
des sectores centrales de los “servicios independientes”: (a) profesionales, y
(b) empresas de obra. Por todo ello el artículo 1253 otorga al empresario que
ejecuta una obra un margen de “discrecionalidad técnica” que se condice con
su saber.
Vinculado con ello, el CCC introduce una norma que constituye un cambio
central en la manera de “pensar” las prestaciones de hacer, pues más allá de
mantener la regla de que el contenido del hacer viene siempre determinando
en primer lugar por la libertad de las partes (art. 1256, inc. a, CCC), luego
señala que la obligación de hacer la obra se heterointegra con: (1) “los co-
nocimientos razonablemente requeridos”; (2) “al tiempo de su realización”,
y (3) “por el arte, la ciencia y la técnica correspondiente a la actividad de-
sarrollada” (art. 1256, inc. a, CCC).
La norma es absolutamente novedosa aun en el Derecho Comparado y
sumamente necesaria a la hora de determinar qué es aquello a lo que el
prestador se obligó y qué fue lo que efectivamente realizó a los fines de
determinar la existencia o no de un incumplimiento.
Se trata de un cambio de mentalidad pues en lugar de enviar al operador
del campo legal a calificar aprioristicamente si la obligación es de un tal
o cual subtipo, para de allí deducir el contenido, obliga a una actividad de he-
terointegración, es decir, a una actividad de averiguación factual a fin de es-
tablecer el contenido concreto de la prestación de quien lleva adelante
una obra.
El CCC “delimita” la lex artis a través de dos pautas:
(a) La primera –que apunta a delimitar materialmente los contenidos
de la lex artis– es que no todos los conocimientos técnicos para ejecutar la
prestación pueden ser exigidos al prestador, sino sólo los que son “razo-
nablemente6 requeridos”, de modo que lo que hay que controlar es: (1) si
el prestador empleó técnicas que guardan una relación adecuada con la
complejidad/gravedad del caso; (2) el nivel de preparación previa del pres-
tador, y (3) las legítimas expectativas del comitente.
(b) La segunda pauta es temporal; sólo puede exigirse el conocimiento,
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