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Administración electrónica
INTRODUCCIÓN A LA ADMINISTRACIÓN
ELECTRÓNICA

3. MARCO NORMATIVO
3.1. Antecedentes
La Administración electrónica, como veremos, es el resultado de una realidad social, del desarrollo tecnológico, de
la sociedad de la información entendida como la circulación del conocimiento sin límites. El entorno que vivimos no es
el de hace 20 años, vivimos conectados online, mediante redes sociales, nos comunicamos en tiempo real, lo que
requiere no solo de una adaptación del marco normativo o legal, sino la creación de normas específicas que regulen
la sociedad de la información y todas las relaciones que se establecen fuera del marco tradicional con el fin de
evitar lagunas jurídicas y garantizar la seguridad de las personas y el tráfico jurídico.

En este contexto las Administraciones requieren de una evolución para ofrecer a sus ciudadanos las ventajas y
posibilidades que la sociedad de la información tiene, con el fin de dotar de una mayor eficiencia y eficacia en la
prestación de sus funciones. Para ello resulta imprescindible que prime la seguridad y la confianza de los
ciudadanos. Las tecnologías de la información y las comunicaciones hacen posible acercar la Administración hasta
los ciudadanos, permitiendo relacionarse con ella sin colas ni esperas, esto requiere del desarrollo normativo por
parte de nuestros legisladores.

¿Cuáles son los antecedentes a la Ley actual?

La Ley 11/2007, de 22 de junio, de Acceso Electrónico de los


Ciudadanos a los Servicios Públicos, marcó un hito
trascendental en la construcción de la Administración
Pública de la sociedad de la información en España. Aunque
apoyada en la experiencia adquirida con la aplicación de la
Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las
Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo
Común, que ofrecía un marco jurídico general de referencia
para la incorporación sistemática de las tecnologías de la
información y de las comunicaciones a las funciones
administrativas, así como en el avance que supuso la
promulgación de la Ley 58/2003, de 17 de diciembre, General
Tributaria, al recoger por primera vez la automatización de la
actuación administrativa o la obtención de imágenes
electrónicas de los documentos con idéntica validez y eficacia
que el documento origen, lo cierto es que la Ley 11/2007, de
22 de junio, desbordó el papel de solución de desarrollo o
consolidación de la anterior por significar un verdadero
replanteamiento de la relación entre la Administración y los
ciudadanos.

La Ley 11/2007, de 22 de junio, trataba de impulsar una


nueva concepción al construir su regulación sobre la base
del derecho de los ciudadanos a utilizar los medios de
comunicación electrónica para relacionarse con la
Administración y ejercer sus derechos.

Este singular punto de partida, que puso al ciudadano y sus


derechos en la base de todo, no solo significaba la imposición
de un compromiso jurídico de incorporar las tecnologías de la
información a la totalidad de las funciones administrativas,
también implicaba la consideración del ciudadano como
portador de derechos de prestación que la Administración
debe satisfacer de forma efectiva.
Por ello, la Ley estableció un elenco de derechos
específicamente relacionados con la comunicación electrónica
con la Administración y con su estatuto de ciudadano:

Derecho a la obtención de medios de identificación


electrónica.
Derecho a la elección del canal de comunicación o del
medio de autentificación.
Derecho de igualdad garantizando la accesibilidad, así
como una efectiva igualdad entre géneros y respecto de
otros colectivos con necesidades especiales y entre
territorios.

Sin embargo, en el entorno actual, la tramitación electrónica


no podía seguir siendo todavía una forma especial de gestión
de los procedimientos sino que debe constituir la actuación
habitual de las Administraciones. Porque una Administración
sin papel basada en un funcionamiento íntegramente
electrónico no solo sirve mejor a los principios de eficacia y
eficiencia, al ahorrar costes a ciudadanos y empresas, sino
que también refuerza las garantías de los interesados. En
efecto, la constancia de documentos y actuaciones en un
archivo electrónico facilita el cumplimiento de las obligaciones
de transparencia, pues permite ofrecer información puntual,
ágil y actualizada a los interesados.

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