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Introducción:

La acción de protección, como instrumento jurídico, despliega su función tutelar para amparar

los derechos fundamentales que no encuentran protección a través de garantías específicas.

Este recurso, de naturaleza claramente tutelar, se activa cuando se ha vulnerado un derecho

constitucional, buscando reparar integralmente los daños ocasionados. Es crucial destacar que

la acción de protección no prescribe, permitiendo su presentación en cualquier momento, ya

que los derechos inalienables e irrenunciables no deben quedar desamparados por

limitaciones temporales.

La legitimación activa para interponer una acción de protección sigue la regla general de las

garantías jurisdiccionales, permitiendo a cualquier persona, individual o colectiva, presentarla.

A diferencia del amparo constitucional, no se requiere "inminencia" o "inmediatez", ya que la

acción de protección no es cautelar, sino que exige que la violación del derecho ya haya

ocurrido y causado daños, con el propósito de lograr una reparación integral.

En cuanto a las fuentes de vulneración que pueden dar lugar a la acción de protección, el

artículo 88 de la Constitución establece diversas categorías, incluyendo actos administrativos,

actos normativos, actos de simple administración, hechos administrativos, contratos

administrativos, y omisiones de autoridad pública no judicial. Es importante analizar cada una

de estas categorías para comprender cuándo y cómo procede la acción de protección en cada

caso, reconociendo sus alcances y limitaciones.

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