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Universidad Católica de Colombia 12/07/2022

Acciones Constitucionales
Docente: Elkin Mauricio Forero Arias
Alumna: Angela Liliana Ortiz Castañeda

DECRETO LEY 2591 DE 1991

ARTÍCULO 5 ‘PROCEDENCIA DE LA ACCION DE TUTELA’:


La acción de tutela solo es procedente en caso de vulneración de derecho
fundamental cuando no exista otra vía judicial mediante la cual este pueda ser
protegido o para evitar un perjuicio irremediable. De igual forma no puede ser
interpuesta contra actos de carácter general, impersonal y abstracto. “El acto
administrativo general es aquel que contiene una disposición objetiva, que crea,
modifica o extingue una situación general, impersonal y abstracta, es decir que no
afecta en forma directa o inmediata a una determinada persona o personas”.
(“Por otra parte, en relación con el acto administrativo general, se hace la
distinción entre el que es propiamente normativo, con vocación de permanencia y
que por lo tanto, entra a hacer parte del ordenamiento jurídico, por ejemplo los
decretos reglamentarios, cuyos supuestos normativos son hipotéticos y abstractos,
“(…) debido a que las consecuencias o previsiones normativas que contemplan no
están referidos a nadie individualmente identificado, sino que les son aplicables
indistintamente a cualquier persona o cosa que llegare a encontrarse dentro de los
supuestos descritos en el mismo”; y el acto administrativo general que no es
normativo, por cuanto tiene una vigencia transitoria y se encamina a un objeto
específico y concreto, agotándose sus efectos una vez aquel se realiza, como
sucede, por ejemplo, con el pliego de condiciones que rige una determinada
licitación pública”).
ARTÍCULO 6 ‘CAUSALES DE IMPROCEDENCIA DE LA TUTELA’:
● Hay improcedencia de la tutela cuando la violación del derecho ocasione un
daño consumado, es decir, cuando el daño se ha ejecutado en su totalidad y ya
por ende no existe derecho que proteger, sino lo que procede es la reparación del
daño. Cuando se trate de actos de carácter general impersonal y abstracto.

 Cuando existan otras acciones o medios para que se proteja el derecho


vulnerado o amenazado, sin embargo, como toda regla general trae su excepción
procede aun cuando existen otros medios de protección del derecho, cuando por
medio de la acción de tutela se pretenda evitar un perjuicio irremediable. Por
ejemplo: cuando la violación al derecho fundamental la esté causando un acto
administrativo este puede ser demandado por medio de una acción de nulidad y
restablecimiento del derecho, pero para evitar un perjuicio de carácter irremediable
se interpone debido a su rapidez una acción de tutela como mecanismo transitorio.

 Por otro lado, tampoco procede la acción de tutela cuando se pretendan


proteger derechos colectivos, para la protección de los derechos colectivos se
instituyo la acción popular, sin embargo, esto no quiere decir que las personas no
puedan solicitar la protección de sus derechos cuando estos se encuentre
amenazados o vulnerados, aunque estos se encuentren relacionados con
derechos colectivos siempre y cuando se pretenda impedir un perjuicio
irremediable.

 Respecto a este tema la Corte Constitucional en sentencia C – 018 de 1993


se refirió de la siguiente manera: “Tratándose de elementos contemplados en el
artículo 88 de la Constitución respecto de los cuales pueda darse el caso de daño
concreto a las personas en sus derechos fundamentales (v. gr. medio ambiente),
la acción popular cabe para defender el derecho colectivo, pero no excluye la
acción de tutela para proteger el derecho fundamental efectivamente vulnerado”.

 Además, hay improcedencia de la tutela cuando la violación del derecho


ocasione un daño consumado, es decir, cuando el daño se ha ejecutado en su
totalidad y ya por ende no existe derecho que proteger, sino lo que procede es la
reparación del daño.

 Cuando se trate de actos de carácter general impersonal y abstracto.

Es importante tener presente que la acción de tutela puede proceder de forma


transitoria cuando no se cumple el requisito de la no existencia de otros
mecanismos de defensa.

ARTÍCULO 7 ‘MEDIDAS PROVISIONALES PARA PROTEGER UN DERECHO’:

La protección provisional, en cuanto a su finalidad está dirigida a: i) proteger los


derechos de los demandantes con el fin de impedir que un eventual amparo se
torne ilusorio; ii) salvaguardar los derechos fundamentales que se encuentran en
discusión o en amenaza de vulneración; y iii) evitar que se produzcan otros daños
como consecuencia de los hechos objeto de análisis en el proceso, perjuicios que
no se circunscriben a los que pueda sufrir el demandante. De ahí que, el juez está
facultado para “ordenar lo que considere procedente” con arreglo a estos fines
(inciso 2º del artículo transcrito).

Las medidas provisionales cuentan con restricciones, debido a que la


discrecionalidad que entraña su ejercicio no implica un poder arbitrario u
omnímodo. Por ello, la expedición de esa protección cautelar debe ser “razonada,
sopesada y proporcionada a la situación planteada”.  

**Las medidas provisionales son órdenes preventivas que el juez de tutela puede
adoptar, de oficio o a petición de parte, y cuando lo considere necesario y urgente
para proteger el derecho mientras toma una decisión definitiva en el asunto
respectivo. Tienen por fin evitar que la amenaza sobre un derecho fundamental se
convierta en una vulneración o que la afectación se vuelva más gravosa, de
manera que un eventual fallo a favor del solicitante no sea ilusorio (art. 7, Dto.
2591 de 1991).

En ese sentido, el juez puede suspender la aplicación del acto concreto que
amenace o vulnere el derecho, o en general, dictar cualquier medida de
conservación o seguridad encaminada a protegerlo o a evitar que se produzcan
otros daños como consecuencia de los hechos realizados.

No obstante, es necesario que existan razones suficientes que sustenten la


necesidad de dictarlas, ya que su decreto es excepcional. Por tanto, se debe
“analizar la gravedad de la situación fáctica propuesta, junto con las evidencias o
indicios presentes en el caso”. Concretamente, según la Sala, la procedencia de
las medidas provisionales está supeditada al cumplimiento de estas tres
exigencias:

(i) Que exista una vocación aparente de viabilidad. Significa que debe “estar
respaldada en fundamentos (a) fácticos posibles y (b) jurídicos razonables”, es
decir, que tenga apariencia de buen derecho (fumus boni iuris). Este requisito
exige que el juez pueda inferir, al menos prima facie, algún grado de afectación del
derecho. Aunque en la fase inicial del proceso “no se espera un nivel de certeza
sobre el derecho en disputa, sí es necesario un principio de veracidad soportado
en las circunstancias fácticas presentes en el expediente y apreciaciones jurídicas
razonables soportadas en la jurisprudencia de la Corte Constitucional”.

(ii) Que exista un riesgo probable de afectación a derechos fundamentales


por la demora en el tiempo (periculum in mora). Debe existir “un alto grado de
convencimiento de que la amenaza de perjuicio irremediable es cierta, y que el
daño, por su gravedad e inminencia, requiere medidas urgentes e impostergables
para evitarlo”. Es decir, la medida provisional procede cuando la intervención del
juez es necesaria para evitar un perjuicio “a un derecho fundamental o al interés
público, que no podría ser corregido en la sentencia final”.
(iii) Que la medida no resulte desproporcionada. La medida no debe generar
un daño intenso a quien resulta directamente afectado por ella. Este requisito
exige una ponderación “entre los derechos que podrían verse afectados y la
medida”, con el fin de evitar que se adopten decisiones que, aunque tengan algún
principio de justificación, “podrían causar un perjuicio grave e irreparable a otros
derechos o intereses jurídicos involucrados”.

En todo caso, las medidas provisionales no representan el prejuzgamiento del


caso, ni pueden entenderse como un indicio del sentido de la decisión. Su
finalidad se limita solo a evitar que se materialice la vulneración o perjuicio de los
fundamentales involucrados, mientras se adopta una sentencia definitiva.

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