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La evaluación en psicología clínica

Los diccionarios por lo general definen el término "evaluación" como una


estimación del valor o mérito. Un valuador urbano, por ejemplo, observa
una casa y estima su valor. Con base en esa estimación, se establece el
impuesto predial para el dueño. Un aspecto importante que se debe notar
acerca de la evaluación es que no es un suceso que ocurra de manera
aislada, sino que forma parte de un proceso que conduce a una meta. El
valuador (1) recopila información (por ejemplo, tamaño del terreno, tamaño
de la casa, número de habitaciones), (2) combina, integra y procesa esa
información al revisar ya sea de memoria, o bien, repasando los apuntes
que haya tomado, sobre las diversas características de la construcción, en
relación a los parámetros de esa población y otras construcciones
comparables, y (3) emite u orienta en la toma de una decisión ("Este lugar
vale $62,000 dólares").

Por lo tanto a pesar de que algunas evaluaciones de hecho implican la


determinación del valor o mérito de una cosa, una definición más general
del término sería el proceso de recopilar la información que será empleada
como la base para la toma de decisiones por parte del evaluador o por
aquellas personas a las que se les comunican los resultados. En los
Capítulos 1 y 2, se vio que la evaluación fue una de las funciones primeras
que identificaron a la Psicología clínica, y aún permanece siendo uno de
sus fundamentos. Sin embargo, es importante que se esté consciente de
que, sea formal o informal, el proceso de la evaluación no es una
herramienta exclusiva de los clínicos. Casi todas las personas emplean
algún tipo de evaluación en algún momento. Considérense los siguientes
ejemplos:

1 Antes de escoger las materias y los profesores del próximo semestre, un


estudiante recopila información al examinar el catálogo de los cursos,
platicar con sus amigos, revisar los requisitos que no están completos, y
quizá leer un folleto sobre las evaluaciones que se han realizado de los
profesores. Luego, se combina o procesa esta información, al mismo
tiempo que se tienen en mente muchos factores pertinentes: "Necesito
llevar por lo menos 12 créditos para no perder mi beca. Quiero poder
levantarme a las 10:00 de la mañana. Quiero que Rafael 'Bum-Bum'
Moscowitz (el estudiante que mejor toma apuntes que yo conozco) esté por
lo menos en dos de mis materias, y no quiero tener más de un curso
"agotador" si lo puedo evitar. Finalmente, el estudiante toma una serie de
decisiones para establecer una lista de cátedras y un horario semanal de
clases.
2 Un consumidor tiene planes de comprar un automóvil, pero no toma deci
siones del estilo, modelo, año y agencia hasta que haya recopilado y
procesado una cantidad considerable de datos: ¿De cuánto dinero en
efectivo dispone para pagar el enganche? ¿Qué tipo de financiamiento
puede manejar? ¿Qué automóvi les nuevos y usados caen dentro del
presupuesto que tiene, y entre éstos cuáles tienen las características más
deseables? ¿Qué opinan las revistas automovilís ticas, las revistas para los
consumidores y las amistades documentadas sobre cada carro? Finalmente,
¿en dónde se encuentran los mejores precios y servi cios?

Las decisiones que se relacionan con la vida cotidiana hasta cierto punto
también se guían por un proceso de evaluación (que a menudo no se
reconoce), que se asemeja a la evaluación empleada por la Psicología
clínica. Se nos platica sobre ciertas personas o tenemos la oportunidad de
conocerlas sin saber nada de ellas de antemano. Luego, procesamos o
interpretamos los datos que recopilamos acerca de sus antecedentes,
actitudes, valores, conductas y características peculiares a la luz de nuestras
propias experiencias, normas y marcos de referencia. Nos formamos ciertas
impresiones e imágenes que guían nuestras decisiones sociales de tal forma
que, cuando tenemos opción, buscamos a ciertas personas y evitamos a
otras. Si el encuentro con determinadas personas es inevitable, nuestro
comportamiento social puede llegar a reflejar nuestras evaluaciones previas
(si alguna vez tuvo que convivir con alguien que le desagradaba, sabrá a
qué nos referimos).

Cuando los datos precisos y representativos de la evaluación social se


procesan de una manera eficiente y objetiva, se obtienen decisiones
óptimamente benéficas. Identificamos correctamente a una persona "falsa"
o "vemos a través" del lenguaje rudo de una persona y reconocemos otros
aspectos de su comportamiento que rara vez se descubren. A los individuos
que comúnmente pueden hacer lo anterior se les considera "buenos para
juzgar el carácter" y se convierten en fuentes valiosas para proporcionar
opiniones y consejos.

Desafortunadamente, sin embargo, los errores en las decisiones sociales


son muy probables debido a las dificultades que surgen en la recopilación
de los datos, su procesamiento, o en ambas cosas. Es fácil dar el salto a una
conclusión equívoca acerca de otra persona con base en una información
inadecuada ("Tan pronto como dijo que odiaba el ballet, pensé que con
seguridad no me agradaría''), una muestra de conducta no representativa
(cuando una persona está de mal humor, por lo general, da una mala
imagen de sí mismo), los estereotipos de diversas clases ("Su acento de
veras que me hizo repudiarla"), y prejuicios personales ("¡Me encantan las
personas que se ponen así los suéteres!"). Estas y otras fuentes de errores
semejantes hacen que el proceso de recopilación de la información que
guiará nuestras decisiones acerca de las demás personas sea sumamente
peligroso.

No obstante, esta es precisamente la función de la evaluación en la


Psicología clínica. Y a pesar de que el psicólogo clínico tenga acceso a una
mayor cantidad de información sistemática de evaluación que la que
dispone una persona con menos experiencia, la tarea de aprender acerca de
otras personas y formarse una "imagen de trabajo" adecuada (Stundberg,
1977) siempre se presenta como un reto. El reto es aún más tremendo
debido a que las consecuencias de los errores en la evaluación clínica
pueden ser más dramáticas y perdurables que comprar un automóvil
equivocado, cursar una materia aburrida, o pasar una noche con un patán.

Este capítulo se elaboró para proporcionar un panorama acerca de la forma


cómo el psicólogo clínico, como ser humano que generalmente no posee
poderes especiales de percepción y de juicio y es susceptible de cometer la
misma cantidad de errores en la recopilación y procesamiento de datos que
otros seres humanos, ha intentado aproximarse y enfrentar el reto de la
evaluación, si no es que siempre lo ha podido vencer.

Procesamiento de los datos de la evaluación

Una vez que el clínico haya recopilado los datos de la evaluación, se


enfrenta con el problema de determinar y descifrar el significado de esos
datos. Si la información obtenida ha de servir para alcanzar las metas de
clasificar, describir o predecir la conducta humana, se deberá interpretar y
combinar esa información en su forma bruta y transformarla en hipótesis,
imágenes, relaciones y conclusiones.

Por ejemplo, el conocimiento acerca de que un niño pequeño llora con


cierta intensidad alta que se puede medir, durante determinados lapsos que
se pueden registrar, cuando se le acuesta en su cuna cada noche, constituye
un dato valioso de evaluación. Otro dato importante es la observación o
informe acerca de que después que el niño continúa llorando durante
ciertos periodos variables, alguien entra en el cuarto del niño para
tranquilizarlo. Sin embargo, estos datos recopilados de una manera
cuidadosa no tienen mucho significado en términos psicológicos hasta que
no se les traduce a determinadas afirmaciones como las que se presentan en
el Cuadro 4-4. A menudo esta parte sumamente crítica de la evaluación se
denomina procesamiento de los datos. Como Levy (1968, p. 8) lo expresó
(por medio del empleo de algunos conceptos prestados de la filosofía
existencial): "Los acontecimientos ... no conllevan sus propias
interpretaciones. Son inocentes de cualquier significado a excepción del
que nosotros les imponemos."

Por lo tanto, los datos de la evaluación clínica en bruto: los documentos


históricos, puntajes en las pruebas, autorreportes y observaciones están
desprovistos de significado hasta que alguien los interpreta o procesa. La
tarea del procesamiento es formidable debido a que, en la mayoría de los
casos, implica cierto grado de inferencia y la inferencia requiere de un gran
salto a partir de los datos conocidos hasta aquello que supone con base en
esos datos. Por lo general, a medida que aumenta la distancia del salto entre
los datos y las suposiciones, la inferencia es más susceptible de errores.

Cuadro 4-4

Algunas afirmaciones basadas en la observación de un niño que llora y su


madre.

 El llanto cesa cuando la madre entra en la habitación y comienza de


nuevo cuando ella se sale.

 La madre se muestra muy ansiosa acerca del bienestar de su hijo.

 Parece que la madre considera que el llanto es una situación de crisis.

 El llanto se ve reforzado por medio de la atención de la madre.

 La atención ciega de la madre puede ser una formación reactiva que


oculta su desprecio inconsciente.

 La ansiedad de la madre no consiste tanto en una preocupación por el


hijo, como en lo que ella considera que es la forma óptima como se
debe comportar una buena madre.

 La madre exhibe varias conductas neuróticas.

 Es probable que el niño dependa con exageración de la madre en su


vida futura.

Considérese este ejemplo sencillo: Se observa a un niño pequeño sentado


en el césped, que juega con una lombriz que ha salido entre las hojas del
pasto. Más adelante se ve que parte la lombriz a la mitad. Sería fácil inferir
a partir de este incidente que el niño fue cruel y agresivo y que quizá en el
futuro manifieste unas formas de agresión más serias. Sin embargo, estas
inferencias serían muy equivocadas, debido a que "lo que no pudo ver el
observador. . . fue que el niño, que tenía pocos amigos, pensaba mientras
cortaba la lombriz a la mitad: "¡Ahora ya tendrás con quien jugar!".En este
caso, hubiera sido más apreciada una afirmación inferencial más
conservadora como "parece que el niño disfruta de esta actividad".

Es fácil comprobar que las inferencias muy elaboradas, en especial cuando


se basan en una cantidad mínima de datos, pueden ser muy peligrosas. "Las
personas que no han sido entrenadas y son descuidadas pueden efectuar
grandes saltos de inferencias psicológicas y terminar en una posición muy
torpe". La única forma absolutamente segura para eliminar el problema del
error inferencial es evitar todo tipo de inferencias, pero debido a que si se
olvidaran de las inferencias también se eliminaría el significado de la
mayoría de los datos de evaluación, por lo general esto no se hace. De
hecho puede ser imposible que los seres humanos eviten hacer inferencias
por completo, aun cuando se tratase de los estímulos más simples. Por
ejemplo, el contenido real ("datos brutos") de la figura 4-2 es una serie de
rectángulos cuyo tamaño, ángulo sobre la página y, desplazamiento hacia la
izquierda aumenta paulatinamente a medida que uno la observa de abajo
hacia arriba. Sin embargo, es difícil evitar la formulación de alguna
inferencia mayor, como señalar que el "montón" está a punto de
"derrumbarse", o que la "caja" más pequeña va a ser "aplastada".

Por consiguiente, las preguntas principales que se deben manejar con


respecto al procesamiento de los datos de evaluación no incluyen la
desición acerca de si se harán determinadas inferencias, sino que se
relacionan con los tipos de inferencias que se harán, la manera cómo las
formulan los clínicos, la precisión que tienen y cómo se puede minimizar el
error.

Claridad de los informes


La claridad debe ser el primer interés en la preparación de un informe de
evaluación, ya que sin este atributo básico ni siquiera se pueden estimar la
importancia y la utilidad del reporte. Este es un problema principal de toda
la comunicación humana, pero su impacto es especialmente fuerte en la
situación clínica debido a que la interpretación errónea de un informe
puede conducir a la toma de decisiones equivocadas.

Una joven, con deficiencia mental, fue atendida por un psicólogo con el fin
de que se le aplicara una serie de pruebas psicológicas; el psicólogo
informó a la agencia de servicio social que el rendimiento de la joven en las
pruebas indicaba que ella había obtenido un éxito moderado y que se sentía
feliz "al hacer cosas con sus manos." Tres meses después, sin embargo, la
agencia le informó al psicólogo que la joven no estaba respondiendo
adecuadamente. A pesar de que la agencia había seguido las
recomendaciones del psicólogo, la joven ni se sentía feliz ni obtenía éxito
"al hacer cosas con sus manos". Cuando el psicólogo preguntó qué tipo de
actividad en particular se le estaba pidiendo a la joven que realizara, le
respondieron: "Le estábamos dando clases de música con el saxófono."

Esto no era lo que el psicólogo pensaba que sería la actividad indicada para
la joven, pero no se había expresado claramente. Existe un problema
relacionado cuando el clínico emplea determinada jerga que el lector
posiblemente no entienda.

Desde luego, es posible que el escritor del reporte sienta que él comprende
al cliente; la pregunta es, ¿el lector comprende al escritor? Cualquiera que
no sea un experto en la terminología psicoanalitica probablemente se
sentiría desconcertado con un informe como el anterior y, como se vio
anteriormente, hasta es posible que los colegas profesionales no estén de
acuerdo sobre el significado de los términos que se emplearon . Los
lectores de los informes psicológicos también subrayan la contribución de
los factores que llevan a la falta de claridad en la comunicación tales como
una extensión excesiva (o brevedad excesiva), la inclusión de grandes
cantidades de información técnica (por ejemplo, índices estadísticos o
puntajes esotéricos en las pruebas), y falta de una organización coherente.

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