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Enka de Colombia S.A.

Vs. José Octavio Castrillón García y Otros


Rad. No. 13412

13412 DEL 1° DE MARZO 2000 TEMA: ACTIVIDADES RECREATIVAS,


CULTURALES, DEPORTIVAS Y DE CAPACITACION ART. 21 DE LA LEY 50
DE 1990; EXIGENCIAS: MAS DE 50 TRABAJADORES Y JORNADA
LABORAL DE 48 HORAS; ESTABLECIMIENTO DE LA JORNADA: NO HACE
PARTE DE LA MISMA LA INTERRUPCION LEGAL QUE LA DIVIDE EN DOS
SECCIONES (ART. 167 C.S.T.), PERO LOS DEMAS DESCANSOS QUE EL
EMPLEADOR OTORGUE DENTRO DE ESA JORNADA SI SE INCLUYEN.

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACION LABORAL

Radicación No. 13412


Acta No.
Magistrado Ponente: GERMAN G. VALDES SANCHEZ.

Santa Fe de Bogotá D.C., () de de dos mil (2000).

Resuelve la Corte el recurso de casación interpuesto por la sociedad

ENKA DE COLOMBIA S.A. contra la sentencia dictada el 27 de

Julio de 1999 por el Tribunal Superior de Medellín en el juicio

adelantado en su contra por JOSE OCTAVIO CASTRILLON

GARCIA, GUSTAVO DE JESUS CASTRILLON MACIAS,

ALBERTO DUQUE ZULUAGA, JOSUE GEOVO GUTIERREZ,

JOSE TIBERIO GIL ALZATE, LIBARDO ANTONIO GONZALEZ


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MENESES, MARCO TULIO JARAMILLO ESCOBAR, JULIO

CESAR LORA PEÑA, CARLOS LOTERO M., JOSE ARTURO

MEJIA, JUAN BAUTISTA MESA ZAPATA, ORLANDO

ALFREDO PELAEZ VILLAMIL, FREDY DE JESUS PEREZ

CARMONA, JORGE ALVARO RESTREPO VELEZ, ROBERTO

DE JESUS SANCHEZ BUITRAGO,

LUIS GUILLERMO SANCHEZ RUIZ, LUIS FERNANDO SUAZA

CASTRILLON, JAIME DE JESUS RIVAS RESTREPO, GONZALO

HERNANDO URIBE CARMONA y ARMANDO DE JESUS

VASQUEZ VALENCIA.

ANTECEDENTES

Ante el Juzgado Octavo Laboral del Circuito de Medellín, la sociedad

recurrente fue llamada a juicio por los citados demandantes para que,

de manera principal, fuera condenada a pagarles la suma indexada de

dinero que les adeuda “por habersen (sic) visto obligados a laborar

durante las dos (2) horas semanales que según el artículo 21 de la ley

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50 de 1990 deben destinarse exclusivamente a actividades recreativas,

culturales, deportivas o de capacitación”, bien a título de trabajo

suplementario u ordinario o de indemnización de perjuicios; que

como consecuencia de lo anterior dicha suma se les tenga como factor

salarial en las prestaciones legales y extralegales causadas desde el

1º de Enero de

1991; y, que en el plazo que determine el fallo, proceda la empresa a

elaborar “los programas que se realizaran (sic)” para cumplir con lo

dispuesto en los artículos 21 de la Ley 50 de 1990 y 4º del Decreto

1127 de 1991.

En subsidio de la anterior petición aspiran a que la empleadora les

reconozca a cada uno de ellos “todo el tiempo acumulado de las dos (2)

horas semanales, desde el 1º de enero de 1991 hasta cuando se elabore

y ponga en ejecución los programas de que trata la petición tercera

principal, debidamente remunerado, para destinarlo exclusivamente a

actividades de recreación, culturales, deportivas o de capacitación”.

“Los actores fundamentaron sus pretensiones en que son trabajadores

de Enka De Colombia S.A., vinculados mediante contrato de trabajo

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a término indefinido, y que desde las fechas en que ingresaron a la

empresa han laborado jornadas de ocho (8) horas diarias y cuarenta y

ocho (48) horas semanales; que desde hace mucho tiempo la empresa

ha tenido más de 50 trabajadores a su servicio; que por tanto la

empleadora cumple los requisitos exigidos por el artículo 21 de la

Ley 50 de 1990, a lo cual no ha dado cumplimiento pese a los

diferentes

requirimientos que se le han hecho, ni tampoco les ha reconocido

remuneración adicional alguna por las dos horas laboradas, ni ha

puesto en ejecución los programas ordenados por el artículo 4º. del

Decreto 1127 de 1991.

La sociedad demandada instó a los demandantes a que probaran

unos hechos de la demanda y negó otros. Propuso las excepciones de

prescripción, inexistencia de la obligación y pago.

La primera instancia finalizó por sentencia del 16 de Junio de 1999,

mediante la cual el Juzgado condenó a la sociedad demandada a

darle aplicación al artículo 21 de la Ley 50 de 1990 y a su Decreto

reglamentario 1127 de 1991 y, en consecuencia, dispuso que se

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ejecutaran por la accionada programas sobre actividades recreativas,

culturales, deportivas o de capacitación durante dos (2) horas

semanales para los demandantes que se encontraran vinculados a la

misma y durante el tiempo acumulado a partir del 7 de Mayo

de1995; declaró probada la excepción de prescripción en relación

con la acción para reclamar el tiempo anterior al período

precedentemente indicado de acuerdo con lo dispuesto en el artículo

488 del C.S.T. y la absolvió “de las pretensiones intentadas en la

demanda.”.

LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL

Por apelación interpuesta por la empresa demandada, el proceso subió

a conocimiento del Tribunal Superior de Medellín, Corporación que

por la sentencia aquí recurrida, confirmó la decisión apelada.

El Tribunal dedujo del Interrogatorio de parte absuelto por el

apoderado general de la empresa demandada y de los testimonios de

JORGE MARIO GALLEGO PEREZ (folios 248/249), MARIA

VICTORIA BOTERO CADAVID (253/254), GUSTAVO CLAVIJO

(280/282) y MARCO ANTONIO JARAMILLO MORA (283/284) que

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en la sociedad enjuiciada se daban los supuestos normativos previstos

en el artículo 21 de la Ley 50 de 1990, razón por la cual la misma

estaba obligada a poner en funcionamiento los programas

recreacionales, culturales, deportivos o de capacitación contemplados

en dicho precepto, destinando al efecto dos (2) horas semanales dentro

de la jornada máxima legal consagrada en el artículo 161 del Código

Sustantivo Laboral.

Y en punto a las argumentaciones expuestas por la empresa demandada

al replicar la demanda y en el escrito a través del cual sustentó el

recurso de apelación propuesto contra la decisión del A quo, en el

sentido que los demandantes no laboraban la jornada máxima legal de

48 horas, toda vez que éstos tienen un descanso de 30 minutos diarios

para recibir alimentación, por lo que se encontraba relevada de darle

cumplimiento a lo normado en el artículo 21 de la Ley 50 de 1990,

expresó:

“Esta y las distintas Salas de decisión del Tribunal han


considerado que esas pausas que los patronos conceden
para que sus trabajadores tomen algunos alimentos, no
se descuentan de la jornada máxima legal, en razón de

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que éstos en esos espacios de tiempo están a


disposición de aquéllos. De no ser así, al informativo se
debió allegar la prueba de los descuentos efectuados en
nómina por las interrupciones en el horario de trabajo y
que por ende la jornada laboral máxima no se cumple a
cabalidad. Pero esa prueba se echa de menos en el
proceso.

“Así las cosas, no se advierte razón alguna válida y


legalmente atendible para que la empresa se haya
abstenido de darle aplicación a la dicha ley, máxime si
se tiene en cuenta que el decreto 1127 de 1991 que lo
reglamentó, en su artículo 6° autorizó a las empresas
para la ejecución de los programas en ella señalados,
acudiendo al < Servicio Nacional de Aprendizaje,
SENA, las cajas de compensación familiar, centros
culturales, de estudio y en general, de instituciones que
presten el respectivo servicio>, facilitando de esa forma
el cabal desarrollo de tales actividades, incluyendo en
ellas < las

relativas a aspectos de salud ocupacional, procurando la


integración de los trabajadores, el mejoramiento de la
producción y de las relaciones laborales>, como lo
señala el artículo 4° inciso 2, del mencionado decreto
reglamentario 1127 de 1991.”

EL RECURSO DE CASACION

Lo interpuso Enka de Colombia S.A. y con la demanda que lo

sustenta pretende que la “... Sala case el fallo acusado, revoque luego el

de la primera instancia y, finalmente, absuelva a Enka de Colombia

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S.A. de todo lo impetrado contra ella por José Octavio Castrillón y los

demás demandantes indicados al principio de este escrito.”

Para ese propósito con fundamento en la primera causal de casación

del trabajo consagrada en el artículo 60 del Decreto ley 528 de 1964

presenta un cargo contra el fallo de segundo grado, en el que lo acusa

de haber interpretado erróneamente los artículos 21 de la Ley 50 de

1990 y 167 del Código Sustantivo del Trabajo.

Lo desarrolla de la manera siguiente:

“A- El artículo 21 de la Ley 50 de 1.990 dice así:

“<En las empresas con más de cincuenta (50)


trabajadores que laboren cuarenta y ocho (48) horas a
la semana, (se subraya) éstos tendrán derecho a que
dos (2) horas de dicha jornada, por cuenta del
empleador, se dediquen exclusivamente a actividades
recreativas, culturales. deportivas o de capacitación>.

“A su vez, el articulo 167 del Código Sustantivo del


Trabajo dice:

“<Las horas de trabajo durante cada jornada deben


distribuirse al menos en dos secciones, con un
intervalo de descanso que se adapte racionalmente a la
naturaleza del trabajo y a las necesidades de los
trabajadores. El tiempo de este descanso no se
computa en la jornada.> (se ha subrayado).

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“De la lectura de las normas transcritas surge con toda


nitidez lo siguiente:

“1- Que para tener derecho a las dos horas semanales


destinadas a recreación, cultura, deporte o
capacitación, de acuerdo con el artículo 21 de la Ley
50 de 1.990, el trabajador debe haber laborado, es
decir prestado en forma eficiente, real y efectiva el
servicio para el cual haya sido contratado, durante 48
horas a la semana, ni una más ni una menos tampoco.

“2- Que el articulo 167 del Código Sustantivo del


Trabajo ordena que las horas de trabajo, es decir, en
las cuales el operario le presta realmente al patrono el
servicio contratado, deben estar distribuidas <al
menos en dos secciones, con un intervalo de descanso
que se adapte racionalmente a la naturaleza del trabajo
y a las necesidades de los trabajadores>, y que el
tiempo de

esos descansos o intervalos en la jornada no se


computan, es decir no se contabilizan, en la duración
de la dicha jornada, (sin que importe que el patrono
remunere o no esos lapsos de descanso, porque la ley
no hace distingos al respecto), para que legalmente
tales descansos deban deducirse de la duración de la
jornada susodicha. O sea que si nominalmente un
trabajador debe laborar, o sea servir de manera
efectiva durante 48 horas semanales, es decir 8 horas
diarias, pero ese tiempo se ve realmente interrumpido
por los descansos que ordena el articulo 167, ya
mencionado, y que deben ser descontados de la
duración efectiva de aquella jornada, necesariamente
acontece que el trabajador, sujeto a las anteriores
condiciones, labora, es decir cumple efectivamente
el servicio contratado, menos de 48 horas a la semana.

“3- Que, como corolario de lo esclarecido en los dos


puntos anteriores, quien ha servido efectivamente
durante menos de 48 horas a la semana u 8 horas al
día, como consecuencia de las interrupciones en la
jornada de trabajo que ordena el articulo 167 del

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Código Sustantivo del Trabajo, no tiene derecho a las


dos horas semanales para dedicarlas a expensas del
patrono a la recreación, la cultura, el deporte o la
capacitación que prevé el articulo 21 de la Ley 50 de
1.990 para <los trabajadores que laboren cuarenta y
ocho (48) horas a lo semana>. Y que, por
consiguiente, resulta equivocada cualquiera otra
exégesis distinta de la anotada para los artículos 21 de
la Ley 50 de 1.990 y 167 del Código Sustantivo del
Trabajo.

“B- Al aplicar los reflexiones anteriores en el asunto


sub -judice, donde según lo admite el Tribunal y no lo
discute el cargo, los demandantes pactaron una
jornada nominal de 48 horas a la semana pero
tuvieron una interrupción en la jornada diaria de
treinta minutos para ingerir sus alimentos, cae de su
peso que aquellos demandantes no laboraron, es
decir sirvieron

efectivamente, durante cuarenta y ocho horas a la


semana para Enka de Colombia y, por lo tanto, a la
luz de lo dispuesto por el artículo 21 de la Ley 50 de
1.990, no tienen derecho a las dos horas semanales
dedicadas a la recreación, la cultura, el deporte o la
capacitación por cuenta de la empresa, porque ese
artículo 21 exige perentoriamente la prestación real y
efectiva del servicio contratado durante 48 horas a la
semana, lo que manifiestamente no sucede en el
presente caso.

“O sea que al computar como tiempo servido por los


demandantes la media hora diaria de suspensión del
trabajo destinada a alimentarse los dichos
demandantes, el Tribunal Ad quem
interpretó erróneamente las normas incluídas en la
proposición jurídica del cargo y las quebrantó
incuestionablemente en esa modalidad del
desconocimiento normativo que le permite invocar
dentro del recurso extraordinario de casación laboral.

“C-No quiero fatigar más a la H. Sala con otras

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consideraciones sobre este tema y, por ello, con base


en las ya expuestas, solicito respetuosamente de la H.
Sala que se sirva proveer conforme a lo impetrado en
el alcance de la impugnación.”.

La parte opositora, por su lado, afirma que el cargo está

indebidamente formulado porque el Tribunal “para llegar a la

conclusión de ser descontable de la jornada de trabajo los 30 minutos

destinados a alimentación, llegó por la vía de los hechos...”, por lo

que la acusación

debió haberse enfilado por la vía indirecta y no por la de puro derecho.

También destaca la réplica que la proposición jurídica resulta

incompleta, por cuanto el censor omite citar los artículos 3, 4 y 5 del

decreto 1127 de 1991, normas que forman una unidad inescindible con

las disposiciones citadas en aquélla.

Finalmente, la oposición expresa que la Corte ya se pronunció sobre

el asunto discutido en este proceso en las sentencias de fechas 19 de

Junio de 1998 (Rad. N° 10.659) y 13 de Agosto de 1999 (Rad.

N°11.982).

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CONSIDERACIONES DE LA CORTE

La inclusión en la proposición jurídica del artículo 21 de la Ley 50 de

1990 y del artículo 167 del Código Sustantivo del trabajo hace que ella

sea suficiente, dado que la acusación que se le formula al Tribunal es,

precisamente, la de haber interpretado erróneamente tales

disposiciones al computar como tiempo servido por los demandantes

la media hora de

suspensión del trabajo que diariamente destinaban éstos para su

alimentación, y sobre esta base concluir que la demandada estaba

obligada a brindarle a los accionantes las dos horas semanales

dedicadas a recreación, cultura, deporte o capacitación a que se refiere

el artículo 21 de la ley 50 de 1990.

En consecuencia, no tiene razón la réplica cuando califica de

incompleta la proposición jurídica por no involucrar los artículos

3, 4 y 5 del Decreto 1127 de 1991; más aun, cuando tal exigencia

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legal fue sustancialmente atenuada por el artículo 51 del Decreto 2651

de 1991, norma esta que fue adoptada como legislación permanente

por el artículo 162 de la Ley 446 de 1998.

Tampoco es de recibo el reparo que le hace al cargo la parte opositora

por atacar la sentencia del Tribunal por la vía directa, pues su

planteamiento, al menos desde el punto de vista formal, se ajusta a las

exigencias técnicas que se deben guardar para formular una acusación

por la vía de puro derecho, ya que, con prescindencia de toda

discusión fáctica, el censor cuestiona la interpretación que hizo el

Tribunal de los alcances de las disposiciones citadas en la

proposición

jurídica, la que sostiene no corresponden al genuino sentido de las

mismas. Otra cosa es que esa sola acusación resulte insuficiente para

efectos de quebrar los fundamentos fácticos sobre los cuales pueda

descansar también el fallo del Juez de Segunda Instancia.

Entrando al fondo del asunto, tenemos que el planteamiento de la

censura se concreta en esencia a sostener que las 48 horas semanales

de trabajo contempladas en el artículo 21 de la ley 50 de 1990 deben

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ser de servicio efectivo y, que de acuerdo con el artículo 167 del C.S.

del T., los descansos presentados durante la labor diaria para efectos

de ingerir alimentos no deben computarse dentro del tiempo de dicha

jornada.

El Tribunal concluye que la jornada en el ámbito de la demandada es

de 48 horas semanales y a ello llega del examen de unas

consideraciones que involucran como respaldo unos medios

probatorios y una labor interpretativa, los primeros para identificar los

extremos horarios del tiempo de servicios y la segunda para descartar

el descuento de los descansos que se disfruten dentro de la jornada.

En efecto, el Tribunal luego de transcribir el artículo 21 de la Ley 50

de

1990 y resaltar las condiciones de procedibilidad para su aplicación,

así como de dejar en claro que la demandada cuenta con más de

cincuenta trabajadores a su servicio, hecho que recalca no fue objeto

de controversia durante el debate probatorio, expresa que “Aparece

igualmente probado que los trabajadores aquí demandantes cumplen

diferentes funciones y que su jornada semanal es de cuarenta y ocho

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(48) horas”. Y en seguida se refiere a las pruebas de donde extrae esa

inferencia, como son el interrogatorio de parte absuelto por el

apoderado general de la empresa enjuiciada y los testimonios de

JORGE MARIO GALLEGO PEREZ, MARIA VICTORIA BOTERO

CADAVID, GUSTAVO CLAVIJO y MARCO ANTONIO

JARAMILLO MORA.

Luego de lo cual dice el Ad-quem :

“Los testimonios transcritos en sus apartes más


destacables o apenas referenciados en lo sustancial
para el caso, coincidentes entre sí, bien que algunos de
ellos manifiestan que en la empresa existen algunos
programas destinados a capacitación sobre salud y
seguridad laboral, pero que tal cosa es muy esporádica
y no se hace con todo el personal de trabajadores, son
suficientes para dar por establecidos los requisitos
del artículo 21 de la ley 50 de 1990 y que, por ende,
obligan a la empresa enjuiciada a poner en
funcionamiento los programas
recreacionales,

culturales, deportivos o de capacitación, destinando


al efecto dos (2) horas semanales dentro de la
jornada máxima legal prevista en el artículo 161 del
Código Sustantivo Laboral (48 horas).

“Para el caso de la jornada, carecen de todo


fundamento los argumentos expuestos por la dirección
de la empresa al replicar la demanda y por su
apoderado en el escrito sustentador de la alzada, en el
sentido de que los demandantes tienen un descanso de

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30 minutos diarios recibir (sic) la alimentación y que


en tales circunstancias no se acredita la prestación de
servicios en la jornada máxima legal de 48 horas
semanales, y, por ende, relevada de darle cumplimiento
a lo normado en el citado artículo 21 de la ley 50 de
1990. Esta y las distintas Salas de Decisión del
Tribunal han considerado que esas pausas que los
patronos conceden para que sus trabajadores tomen
algunos alimentos, no se descuentan de la jornada
máxima legal, en razón de que éstos en esos espacios
de tiempo están a disposición de aquéllos. De no ser
así, al informativo se debió allegar la prueba de los
descuentos efectuados en nómina por las
interrupciones en el horario de trabajo y que por ende
la jornada laboral máxima no se cumple a cabalidad.
Pero esa prueba se echa de menos en el proceso.”.

La exigencia contenida en el artículo 21 de la Ley 50 de 1990, tiene

como destinatarias a las empresas que cuentan con más de cincuenta

(50) trabajadores y tienen establecida una jornada semanal de 48

horas. Ese entendimiento natural surge del deber y de la facultad que

tiene el empleador, desde luego con sujeción a la ley, para fijar en el

Reglamento

Interno de Trabajo “las horas de entrada y salida de los trabajadores;

horas en que principia y termina cada turno si el trabajo se efectúa por

equipos; tiempo destinado para las comidas y períodos de descanso

durante la jornada” (artículo 108-4 del C.S. del T.), lo cual es

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obligación porque debe ser incluido en tal estatuto y potestad en

cuanto al señalamiento de los límites temporales.

La jornada de trabajo corresponde al tiempo destinado a la ejecución

de la labor contratada dentro de unos parámetros máximos señalados

por la ley que pueden ser reducidos en beneficio del trabajador. Su

fijación puede hacerse en el contrato individual, en el reglamento

interno o en los convenios colectivos y, en ausencia de ellos operan los

límites establecidos en la ley respecto de la jornada ordinaria, que es la

que interesa para los efectos del cargo que se estudia.

Esa jornada debe estar conformada por dos secciones independientes,

separadas por un intermedio cuya duración es ajena al cómputo del

tiempo que el trabajador debe invertir en la prestación del servicio, de

modo que entre la hora de inicio de la labor y la de terminación de la

misma transcurre diariamente un tiempo superior al fijado como límite

de

la jornada pues a ésta habría que adicionarle el lapso del descanso

aludido.

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La ley (artículo 167 C.S.T.) solo incluye como tiempo deducible del

período de trabajo el de la interrupción mencionada, lo que significa

que los otros descansos que se producen en su transcurso no tienen tal

tratamiento, lo que permite concluir que no son descontables de la

duración de la jornada. Ello conduce a considerar admisible dentro de

la contabilización del tiempo de trabajo, esos descansos diferentes

a la interrupción prevista en la ley, pues caben dentro del lapso que se

remunera aunque no se preste el servicio cuando a ello se llegue por

culpa o disposición del empleador. Naturalmente no se excluye la

posibilidad de un tratamiento diferente por disposición de las partes,

pero en ausencia del mismo se tendrían tales descansos -que no la

interrupción de la jornada- como parte del tiempo de trabajo y

generadores de la remuneración correspondiente.

Lo anterior significa que no es solo el tiempo efectivo de trabajo el

destinado a materializar la jornada pues ella admite dentro de su

contexto los descansos diferentes a los que cumplen la función legal de

separar las

dos secciones que la componen, salvo convenio en contrario y

naturalmente respetando las excepciones que prevea la ley que, como

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tales, tendrán un tratamiento extraordinario.

En ese orden de ideas, resulta admisible concluir que si se ha

establecido formalmente una jornada semanal de 48 horas, ello

permite identificar el tiempo admitido como destinado al trabajo de los

empleados, de modo que los recesos que voluntariamente se concedan

no deban considerarse deducibles del tiempo que la ley exige para

la consolidación de un derecho de los trabajadores, como el que aquí

se debate, pues por tal vía podría sustraerse el empleador en forma

indebida del cumplimiento de una obligación que impone la ley, dado

que mientras invoca la jornada de 48 horas semanales para exigir la

disponibilidad de sus trabajadores, la reduce para marginarse de una

obligación legal que se funda precisamente en esa extensión de la

jornada.

Por tanto y de acuerdo con lo señalado, el entendimiento del artículo

21 de la ley 50 de 1990 dentro del marco de los artículos 161 y 167 del

C.S. del T., el primero subrogado por el artículo 20 de la Ley 50 de

1990, conduce a tener por descontable del tiempo de jornada, el

destinado a la

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interrupción legal que la divide en dos secciones, y no tener por

deducible, salvo acuerdo en contrario, el lapso ocupado por otros

descansos originados en la decisión del empleador o en el acuerdo de

las partes del contrato, los cuales por tanto, aunque no representen la

prestación efectiva del servicio, forman parte de la jornada, en los

cuales se entiende que media una disponibilidad del trabajador que le

permita atender de inmediato los requerimientos especiales que

imponga la adecuada atención de su trabajo.

Ello significa que el entendimiento del Tribunal sobre el tema, según

el cual las “... pausas que los patronos conceden para que sus

trabajadores tomen algunos alimentos, no se descuentan de la jornada

máxima legal, en razón de que éstos en esos espacios de tiempo están

a disposición de aquéllos..”, es correcto.

Por otra parte se tiene, como ya se anotó, que el Tribunal también

soportó su conclusión sobre la jornada semanal de 48 horas en la

empresa en unos elementos probatorios y la censura, al incluir solo un

cargo por la vía directa, termina aceptando tal deducción, lo cual

significa que esa inferencia probatoria del Ad - quem prevalece al

no

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poder ser analizada por la Corte y ello también imposibilita el

quebrantamiento del fallo acusado.

Lo dicho lleva a concluir que el cargo no está llamado a prosperar por

lo ya anotado, que de todos modos muestra que en el ámbito de la

demandada se tiene establecida formalmente una jornada de 48 horas

semanales para el desarrollo de la labor empresarial, lo que unido a

otro hecho no discutido de tener más de 50 trabajadores a su servicio,

la ubica dentro del marco normativo señalado por el mencionado

precepto.

Pese a ello, resulta pertinente que la Sala traiga a colación las

observaciones que sobre el tema aquí debatido hiciera en la sentencia

del once (11) de Septiembre de 1997 (Rad. N° 9947) y que reiterara,

en esencia, en sus pronunciamientos del 19 de Junio de 1998 (Rad.

10659) y 13 de Agosto de 1999 ( Rad.11982). Dijo la Sala:

“a).- Como antes se indicó, el artículo 167 del C.S. del


T. no dice que todos los descansos que disfrutan los
trabajadores durante una jornada de trabajo deben
descontarse de la misma, pues lo que se desprende de

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su

redacción, es que la dicha jornada debe distribuirse al


menos en dos secciones y que entre ellas debe mediar
un descanso que se adapte racionalmente a la
naturaleza del trabajo y a las necesidades de los
trabajadores, el cual no se computa en la jornada. Es
claro, entonces, que el intermedio establecido en el
artículo 167 del C.S.T. no se computa dentro del
tiempo de jornada pero esta previsión no debe
entenderse extensible automáticamente a otros
descansos como los concedidos en este caso por el
empleador destinados a consumir refrigerios, pues
ellos no están señalados en la norma.

“b).- El elemento de disponibilidad del trabajador


frente a su empleador permite entender que los
descansos extralegales son computables como parte de
la jornada, pero tal disponibilidad no puede concebirse
con un carácter absoluto como lo tuvo el Tribunal, sino
dentro del marco conceptual señalado por esta Sala,
que se encuentra sentado en sentencia de la cual es
pertinente transcribir los siguientes apartes:

“<... no toda ‘disponibilidad’ o vocación permanente,


por un periodo más o menos largo, a prestar el servicio
efectivo, puede calificarse como trabajo para
enmarcarlo dentro de la jornada ordinaria o la
suplementaria delimitadas en la ley, pues esta llamada
‘disponibilidad’ tiene tales matices de servicio más o
menos frecuentes, y de descansos, tiempo para tomar
alimentos, oportunidades de ocuparse en actividad
diferente del servicio objeto del compromiso y aún, en
ocasiones, de servir a personas diferentes o trabajar en
forma autónoma, que encasillar toda ‘disponibilidad’
dentro de la jornada que hace relación a la propia
actividad laboral, es propiciar un criterio que
conduciría en numerosas situaciones al absurdo (...).

“No pudiendo adoptarse, por lo anotado, el criterio

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general de la ‘disponibilidad’ como trabajo, es


necesario establecer cuándo y en qué medida el no
cumplir la actividad concreta laboral sino mantenerse
a órdenes del

patrono, significa servicio y se incluye en la jornada de


trabajo. Porque si esta modalidad de mantenerse a
órdenes del patrono se cumple en el lugar de servicio,
sin posibilidad de retirarse de él y sin ocasión de
destinar tiempo para tomar alimentos, dormir o cumplir
ninguna actividad lucrativa propia, es indudable que tal
‘disponibilidad’ si encaja dentro de la asimilación al
servicio para enmarcarla en la jornada laboral. Y lo
propio ocurre si el trabajador debe radicarse, con las
modalidades anotadas, en determinado lugar. Pero si la
‘disponibilidad’ permite al subordinado emplear
tiempo en alimentarse, dormir, salir del sitio de trabajo
y permanecer en su propia casa, sólo dispuesto a
atender el llamado de trabajo efectivo cuando este se
presente, no puede considerarse dentro de la jornada
laboral el tiempo empleado en alimentarse o en dormir
o en ocuparse en su propio domicilio en actividades
particulares, aunque no lucrativas... Es cierto que
la ‘disponibilidad’ normalmente conlleva una
restricción a la libertad de aprovechamiento autónomo
del tiempo por el trabajador, por la necesaria
radicación en determinados sitios para la facilidad de
atención al servicio demandado, pero ello también
ocurre, ya en tratándose específicamente del servicio a
otros patronos, con la cláusula de exclusividad en el
contrato, sin que tal pueda significar una jornada
laboral de veinticuatro horas. Mas la sola
‘disponibilidad’ convenida en el contrato de trabajo
puede determinar por esa restricción a la libre
disposición de su tiempo por el trabajador, una
retribución por sí sola, ya que queda compensada
dentro del salario que corresponda a la jornada
ordinaria laboral, es decir con el salario corriente
estipulado en el contrato cuando es salario fijo, así no
se desempeñe ningún servicio efectivo por algún lapso
o este trabajo sea inferior en duración a la jornada
ordinaria...” (Casación del 11 de mayo de 1968, G.J.

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CXXVII, números 2300 a 23002, pág.240)>.

“c).- La figura creada por la ley 50 de 1990 puede


considerarse atípica dentro del marco tradicional de
los

derechos laborales en nuestra legislación, pues


contempla unas actividades que son diferentes a las
propias del servicio contratado pero deben ejecutarse
dentro de los límites temporales de la jornada ordinaria.

“Por tal vía, si bien se desarrollan dentro de un tiempo


remunerado, ello no les da carácter salarial pues no
tienen vínculo directo con el trabajo desempeñado (lo
que no implica que se afecte la base de liquidación de
los diversos derechos laborales), ni puede incluirse
dentro de las prestaciones sociales ni los descansos
remunerados, no solo porque no se les califica
expresamente de tales, sino porque no obedecen a los
riesgos propios que tiende a cubrir la seguridad social
ni corresponde a un tiempo de libre disposición del
empleado, pues es el empleador, en principio, quien
dispone la destinación de ese tiempo dentro de las
opciones que prevé la ley.

“Puede tenerse como un mecanismo de crecimiento


espiritual para el trabajador patrocinado por la ley en
aras de facilitar elementos que individualmente no
puede éste concretar y que le dan acceso a expresiones
recreativas, deportivas, culturales, formativas, que
complementen su estructuración intelectual y su
crecimiento personal. Por tal vía, se convierte en un
medio para acercar al trabajador muchos elementos
necesarios o útiles para el desarrollo personal, que en
forma independiente no puede lograr.

“d).- Para facilitar la materialización de esta figura, el


decreto 1127 de 1991, que se ocupó de su
reglamentación, autorizó la acumulación de las dos
horas semanales comprometidas con este derecho,
hasta por períodos anuales que preferiblemente deben
entenderse, por simple orden administrativo,

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concordantes con los años calendarios. Con ello se


logra una conveniente flexibilidad para que el
empleador encuentre el mecanismo más adecuado, y
también menos gravoso, para cumplir con esta
obligación durante la ejecución del

contrato, la cual en principio debe materializarse por


medio del servicio correspondiente.

“e).- Pero si bien la figura en comento representa un


derecho de los trabajadores, también involucra para
ellos el deber de participar en las actividades que la
materialicen, no solo porque su desarrollo se cumple
dentro del tiempo de jornada -así se difiera su
realización en virtud de la acumulación antes referida-
sino porque, consecuentemente, se vincula a un tiempo
que es remunerado. Por ello el incumplimiento del
trabajador en torno de estas actividades, tiene la misma
connotación de cualquier otro incumplimiento de sus
deberes como trabajador y genera, por tanto, las
mismas consecuencias.

“f).- El decreto reglamentario admite la prestación de


los servicios previstos en el artículo 21 de la ley 50 de
1990 por conducto de terceros y por tanto es una
facultad del empleador cumplir directamente con los
mismos o acudir a otras entidades para que los atiendan
a cargo y por cuenta de aquel. Es decir, que se trata de
una obligación que brinda opciones para su atención,
sin que la mediación de un tercero en ello afecte la
legalidad del servicio.”

Como se anotó, el cargo no prospera

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, Sala de

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Casación Laboral, administrando justicia en nombre de la República de

Colombia y por autoridad de la ley, NO CASA la sentencia dictada el

27 de Julio de 1999 por el Tribunal Superior de Medellín en el

juicio que JOSE

OCTAVIO CASTRILLON GARCIA y los demás demandantes

inicialmente mencionados adelantan contra la sociedad ENKA DE

COLOMBIA S.A.

Costas del recurso a cargo de la sociedad impugnante.

CÓPIESE, NOTIFÍQUESE, PUBLÍQUESE Y DEVUÉLVASE EL

EXPEDIENTE AL TRIBUNAL DE ORIGEN.

GERMAN G. VALDES SANCHEZ

FRANCISCO ESCOBAR HENRIQUEZ JOSE ROBERTO HERRERA VERGARA

CARLOS ISAAC NADER RAFAEL MENDEZ ARANGO

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LUIS GONZALO TORO CORREA FERNANDO VASQUEZ BOTERO

LAURA MARGARITA MANOTAS GONZALEZ


Secretaria

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