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MEDICINA Y SOCIEDAD
REVISTA TRIMESTRAL - Año 28 , Nº 2 -2008
PARIR Y NACER EN EL AÑO 2008
¿HACIA DONDE VAMOS?
Alberto Grieco (*)
Existen varios adelantos nacionales enunciados, sobre la atención de los partos, de los
nacimientos y los cuidados para el recién nacido. Las máximas autoridades nacionales en
esta área, han ganado recientes batallas al oscurantismo y el retroceso con que se
manejaban en nuestro país los temas de salud de las mujeres y de la familia.
Variadas recomendaciones se proponen desde esas entidades gubernamentales que se
ocupan de la salud, que abarcan la preparación para el parto y nacimiento, el parto
respetuoso o humanizado, el acompañamiento de la mujer en el parto, la internación
conjunta madre-bebé y distintas otras formas para lograr el mejor vínculo madre-hijo, la
salud integral de la familia y la salud perinatal. Pero también han variado los enfoques en
materia de educación sexual, planificación familiar y anticoncepción, ligadura voluntaria
de trompas y otros temas que hacen a la libertad de las personas en materia de sexualidad.
Estas propuestas se encuentran apoyadas por leyes promulgadas en la Legislatura de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires a principio del presente siglo, como así también en
leyes nacionales, sancionadas y aprobadas por unanimidad por el Honorable Senado de la
Nación, como por ejemplo: la “Ley de los derechos de padres e hijos durante el proceso de
nacimiento”.
Se trata de instrumentos jurídicos que reflejan el resultado del esfuerzo político actual y
además de muchas personas, grupos e instituciones públicas y privadas, que han trabajado
denodadamente para lograrlo, con la finalidad de que se respete y se cuide a la familia en el
proceso del gestar, del parir y del nacer (1).
Lamentablemente la práctica médica perinatológica actual parece estar en las antípodas de
poder alcanzar estos objetivos. Se dice, se legisla, pero no se cumple.
La medicina basada en la globalización, se fundamenta en la cultura de la inmediatez, la
eficacia y la eficiencia, para obtener una mejor producción. La salud se torna entonces un
producto caro, inaccesible para muchos y privilegio de unos pocos. La salud pública y las
instituciones que la ejercen, quedan en la trastienda de las leyes del mercado de la salud.
Todo se mide en términos económicos, por los resultados, donde prima el interés
comercial a un cuidado real por la salud integral de los habitantes.
La necesidad peculiar de cada persona poco importa, los valores de lo humano
desaparecen, porque sólo se califican protocolos y esquemas basados en estadísticas de lo
que es más recomendable para el mercado de la salud.
El 95% (2) de los nacimientos en nuestro país transcurren en instituciones, lugares que no
se encuentran preparados para recibir a pacientes sanos, que van a vivir esa experiencia
trascendente de recibir una vida. Por el contrario, estas instituciones son lugares donde se
trabaja con la enfermedad y la muerte y de paso se atiende a las mujeres que van a parir.
Por ende este personal no está preparado adecuadamente para ello y precisamente allí es
donde empieza a chocar la patología y la salud, la muerte y la vida, el final con el comienzo
de la existencia humana.
Aunque la salud y la enfermedad son dos caras de una misma moneda de la existencia
humana, en los abordajes laborales específicos están juntas pero separadas. Cada área de
técnicos y profesionales, requiere de una preparación específica.
El personal que está preparado técnicamente para enfrentar una patología, no está en las
mismas condiciones para llevar adelante lo que es un verdadero acompañamiento del
embarazo, parto y nacimiento natural.
Aunque suponen que lo están, la conciencia del tiempo es distinta y la concepción para
asistir a una mujer sana no es la misma que para una enferma. El tiempo para aliviar y
curar no es el mismo que el tiempo para acompañar y respetar el ritmo subjetivo para
separarse del hijo contenido nueve meses en su útero. Tanto en la salud como en la
enfermedad cada persona tiene su tiempo, pero en la salud debemos saber esperar, en la
enfermedad no.
El personal que no está preparado para estas circunstancias no puede llevar a cabo un
parto de una primeriza, que por lo habitual necesita como promedio ocho horas de
evolución, por eso existen lugares donde las cesáreas alcanzan porcentajes
elevadísimos(3).

Procedimientos realizados en el parto:


HOSPITAL Normal Cesáreas Fórceps otros total % cesáreas
RIVADAVIA 871 598 62 1531 39,1
SANTOJANNI 2850 1267 69 4186 30,3
SARDA 4823 2078 160 23 7084 29,3
FERNANDEZ 1497 621 53 4 2175 28,6
DURAND 1210 493 49 1752 28,1
PIROVANO 1029 385 46 1460 26,4
RAMOS MEJIA 1051 377 17 1445 26,1
ARGERICH 1924 649 36 2609 24.9
VELEZ SARSFIELD 854 298 47 1199 24,9
ALVAREZ 937 287 23 2 1249 23.0
PENNA 2177 634 49 4 2864 22,1
PIÑERO 2012 426 57 2495 17,1
PROMEDIO TOTAL 21235 8113 668 33 30049 27,0
Dirección General de Estadística y Censos año 2005.
Fuente: Tomado del informe de Auditoría de la Red de Perinatología de la AGCBA año
2007

GRAFICO SOBRE LOS PROCEDIMIENTOS REALIZADOS EN EL PARTO


Fuente:Tomado del informe de Auditoría de la Red de Perinatología de la AGCBA año
2007
También el uso de inductores, de episiotomías indiscriminadas y hasta de presión uterina
(maniobra de Krysteler) y el uso de enemas evacuantes(4).
La mayoría de las maternidades públicas, semiprivadas y privadas, se encuentran con una
infraestructura obsoleta en relación a estos tiempos, con la vieja disposición de la sala de
dilatantes, luego las sala de partos (ó varias paralelas) y luego la de internación (sala o
habitación), con escasa privacidad, en muchas de ellas. Las salas para parir se parecen más
a un quirófano o un “paridero”, a lo que debería ser una sala de partos.
Se podría contar con los dedos de una sola mano aquellas instituciones que tienen salas de
partos con sus tres instancias bien separadas, dignamente instaladas y con una adecuada
privacidad.
Las nuevas normativas sobre organización y funcionamiento de servicios de maternidad,
aprobadas por Resolución Ministerial Nº 348/03 del Ministerio de Salud, recomiendan
que las pacientes deban ser atendidas en salas TPR (Trabajo de Parto, Parto, Recuperación
inmediata).(5)
Se basa en considerar al parto como un acontecimiento normal de la especie y no un acto
médico-quirúrgico y responden a conceptos de humanización centrados en la familia. Las
pacientes ingresan con su acompañante, el que ellas designen, y desarrollan todo el
proceso en ese lugar hasta que se van de alta. Esto hoy, en muy pocos lugares se cumple.
El Prof. Caldeyro Barcia, médico obstetra uruguayo, fundador del Centro Latinoamericano
y del Caribe de Perinatologia, había demostrado experimentalmente, hace más de medio
siglo, que la posición mas fisiológica de parir para la mujer es la posición vertical(6),
porque es mas adecuado para el bebé y en observaciones hechas en la Argentina por la Lic.
Eva Giberti, la futura madre en esa posición puede hacerse cargo psicofisicamente del
control de su parto(7). Aunque todo esto no se desconoce, se sigue acostando a las
pacientes y son pocos los médicos que permiten la posición adecuada, precisamente
porque la posición decúbito dorsal le resulta más cómoda al médico, pero no a la
parturienta.
También en este centro de investigación perinatológica, se demostró un poco más
recientemente que las episiotomías no deben ser practicadas de forma rutinaria,
recomendaciones confirmadas por las normas de asistencia obstétrica del Ministerio de
Salud de la Nación y por la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo el porcentaje
sigue siendo también elevadísimo.(8)
Con respecto al acompañamiento en el parto las excusas son variadas para rechazarlo, se
alegan defectos de infraestructura que no da cuenta de lo estipulado normativamente, pero
lo cierto es una mentalidad profesional que no renueva sus concepciones de respeto y
derechos de una mujer en trance de parto(9).
En el año 1978 el Dr. Marshal Klaus, neonatólogo norteamericano, en el Congreso
Internacional de Pediatría llevado a cabo en la ciudad de Buenos Aires, habló de la
importancia de no separar al recién nacido de su madre inmediatamente luego del parto.
Había realizado un estudio que demostraba que el tiempo de separación del bebé de su
madre, en los primeros momentos del nacimiento, tenía repercusiones importantes en la
vinculación posterior(10).
Esta propuesta es apoyada por experiencias basadas en evidencia que fueron seguidas con
fervor; sin embargo por diferentes razones aún llegamos al año 2008 donde existen lugares
que sin razón valedera separan a la madre de su niño recién parido, por lo que el bebé vive
sus primeros momentos de existencia aérea sin el contacto materno. Se lo muestran a la
madre al nacer (con mucha suerte) y se lo retiran de inmediato, aduciendo la realización de
cuidados la mayoría de las veces innecesarios y controles vitales que pueden esperar.
Le reintegran a su madre el bebé pasado un largo y precioso tiempo, mucho más de una
hora, que es lo que aconseja la OMS(11) y en la gran mayoría de los casos sin explicaciones
ni razones que lo justifiquen.
¿Qué nos está pasando a los médicos y a la medicina, que aunque conocemos
las razones científicas y tenemos las leyes que las respaldan, estamos
imposibilitados de hacer cambios?
Existen numerosos trabajos de especialistas, de prestigio nacional e internacional, que
recomiendan no realizar maniobras invasoras en los recién nacidos normales, salvo si es
muy necesario. En su estado de sensibilidad, se impregna al Recién Nacido de experiencias
negativas (12); es el caso por ejemplo de evitar el dolor al recién nacido, pero se sigue
inyectando vitamina K intramuscular (para prevenir hemorragias) cuando se puede
administrar por vía oral, o realizar inmediatamente aplicaciones de vacunas pudiendo
postergar esa práctica para momentos posteriores al nacimiento. Así mismo realizar
rutinas innecesarias al recién nacido normal, como lo es la aspiración y oxigenación de
rutina, porque se los exige cumplir un protocolo predeterminado; con esto se retrasa
innecesariamente el encuentro de niño con su madre
Acostar a la madre, realizarle una episiotomía o indicarle una cesárea cuando no es
necesaria, además separar aunque sea por algunas horas al recién nacido, realizando
maniobras de rutina que no son necesarias en un parto fisiológico, va en contra de todas
las propuestas nacionales e internacionales del respeto por el nacimiento y el parto
humanizado.
Deberíamos entonces replantearnos de qué estamos hablando cuando se argumenta y
publicita actualmente, que existe una atención personalizada y humanizada, tal
como en algunas costosas instituciones privadas de salud se sostiene.
Pensamos que en las instituciones donde las embarazadas acuden para su parto y
nacimiento del hijo, esperando tener un alumbramiento natural, continúan padeciendo de
una asistencia mecanizada. De una manera u otra se las trata como si fueran máquinas
descompuestas o simples piezas de una línea de montaje, donde el interés se pone más en
el cumplimiento del tiempo horario, del protocolo y la patología atípica o rara, pero no en
la persona humana en trance de parir.
Se niega entonces al motivo real por el cual esa mujer singular acude al hospital, donde
cada vez existe mucho menos tiempo para atenderla y menos escucharla, en cuanto a sus
necesidades, sus dudas y sus sueños de madre esperando.
A la mujer se la “obliga” a acostarla y si quiere hacer un parto sentada o en cuclillas no se lo
permite, porque “sale fuera de la norma”. (13) Para cualquiera persona es imposible
imaginarse haciendo fuerza acostado, menos aún con la ayuda de la maniobra del
Kristeller (presión sobre el abdomen, que debería estar proscripta, como así también la
enema evacuante preparto), el uso de los ocitócicos (medicación que aumenta
desmesuradamente la intensidad las contracciones uterinas), como también la episiotomía
para “apurar la salida”, intentando falsamente convencer a la mujer que es “para evitar el
desgarro” o los prolapsos en la menopausia (14).
Cabe preguntarnos actualmente dónde han quedado las preparaciones psicoprofilácticas
para el parto y el espacio necesario para la contención emocional. Pareciera como si
hubiésemos desandado el camino recorrido de los últimos sesenta años en el país.
Continúa el viejo esquema del “cursito” que da la partera, como si el resto de los
profesionales: neonatólogos, obstetras y psicólogos, no tuviesen la obligación de participar
de la preparación integral para el parto y el nacimiento o también llamada Preparación
Integral para la Maternidad (PIM). (15)
Todo esto es una demostración de una realidad cotidiana que se viene repitiendo dentro de
las maternidades, cuyo resultado es el maltrato hacia la mujer, el niño y su familia, con el
consiguiente aumento de la morbilidad, de la iatrogenia y todas las patologías psíquicas
resultantes. Lo penoso es que esta practica perversa por lo perjudicial, sólo se detiene ante
el temor de los juicios por mala praxis, muy pocas veces por el deseo de un cambio
profundo en la calidad de la asistencia.
Una embarazada que tuvo una primera cesárea, en esta concepción que cuestionamos, de
seguro irá en un segundo embarazo a una segunda cesárea, sin razón obstétrica que lo
justifique, que no sea la comodidad del médico, aduciendo cuestiones de riesgo, cuando
por lo general son razones de la inversión de su tiempo personal y del espacio y tiempo del
sistema privado de salud. El aumento de las cesáreas entonces irá en progresión
geométrica. ¿Esto no acarrea acaso más aumento de la morbilidad?
En muchas Instituciones de no muy alta tecnología (que a través del Ministerio de Salud
han sido nominadas con el honroso titulo de “Hospital amigo de la madre y el niño”(16)),
curiosamente el número de cesáreas, alcanza cifras alarmantes ( entre un 27 a un 40 %),
cuando la OMS indica no más de 15%. Es lógico pensar que esto de hospital amigo se
refiere a la lactancia materna, pero la gente que acude a él no puede diferenciar si es amigo
solamente para la lactancia y no para el parto.
El maltrato en el tema salud en general, es especial y peor en la salud perinatal, porque no
sólo perjudica a la población destinataria, sino también a esa mentada eficacia y eficiencia
que se busca de las instituciones. Aunque existen excepciones, en la actualidad
lamentablemente son muy pocas.
También comenzamos a observar a jóvenes parejas que por evitar el “tecnicismo
institucional”, se sumergen en la aventura del parto domiciliario, donde en un medio
sociocultural como el nuestro, no deja de implicar un riesgo enorme para la madre y para
el niño. Responden a la publicidad brindada por países con natalidad casi cero y
movimientos feministas de naturalismo a ultranza. También tendremos que tener
presente, porque si bien un domicilio puede ser un entorno adecuado, no todas las
pacientes se encuentran con la posibilidad de hacerlo y además pueden quedar
desprotegidas en caso de una urgencia, ya que ningún sistema prepago ni obras sociales
acepta recibir partos en curso en riesgo, realizados en domicilio o consultorio privado, por
decisión y responsabilidad del médico o la partera tratante. Tres o cuatro profesionales
inundan la publicidad en Internet y revistas dedicadas a las embarazadas, prometiendo el
paradisíaco parto en domicilio, sin que aún se puedan generar espacios de amplio
conocimiento y reflexión de la verdad y de los riesgos al respecto. Sobre todo porque los
costos de estas formas de parir y de nacer, escapan a la imaginación de la mayoría de las
mujeres que acuden a los centros públicos de salud materno infantil del país.
Estamos en una época donde nos basamos en los derechos humanos en la salud y por ello
es necesario comenzar a creer en las instituciones donde sean respetados, donde se
cumplan las leyes que tanto nos ha costado conseguir. Sabemos también de la realidad
social que estamos transitando y es por eso que estamos consustanciados que la atención
debe hacerse “dentro de las instituciones”, por razones de orden social, político y
económico.
Sabemos de la importancia del nacimiento, acontecimiento también de la familia que
espera un nuevo integrante para conformarla, por eso estamos a favor de la inclusión de la
pareja en la sala de partos, la presencia de un acompañante debe realizarse en casos en que
la madre lo solicite.
La madre no debe parir sola, porque el mayor dolor de una parturienta es producido por la
soledad, por eso debe hacerlo con un adecuado acompañamiento. Esto no es solamente un
hecho biológico, como algunos conceptos en boga (que proponen hasta un nuevo nombre
de la hormona altamente conocidas, la ocitocina, como hormona del “amor”), sino en los
vínculos afectivos, parte trascendente del psiquismo y de la salud mental de las personas
(17).
En nuestro país existen variadas y enriquecidas experiencias donde nos podemos nutrir los
profesionales y los técnicos de la salud. Es necesario dejar de mirar permanentemente
hacia otros países, de donde provienen algunos teóricos que proponen mostrarnos una
verdad que en nada se parece ni es aplicable a nuestra realidad social y sanitaria. No
olvidemos que en la Ciudad de Buenos Aires se realizan 60.000 partos anuales de los
cuales el 50% lo son en instituciones públicas.

Partos realizados en la Ciudad de Buenos Aires


HOSPITAL TOTAL
SARDA 7084
SANTOJANNI 4186
PENNA 2864
ARGERICH 2609
PIÑERO 2495
FERNANDEZ 2175
DURAND 1752
RIVADAVIA 1531
PIROVANO 1460
RAMOS MEJIA 1445
ALVAREZ 1249
VELEZ SARSFIELD 1199
TOTAL 30.049

Fuente Dirección General de Estadística y censo año 2005

Es necesario que todos los profesionales abocados a la salud perinatal, médicos obstetras y
neonatólogos, puericultoras, obstétricas, psicólogos y enfermeras tomen conciencia de la
importancia del lugar que ocupan en la vida de las personas y familias que se asisten, ante
los cuales no son simples técnicos a trabajar en forma mecanizada y mal remunerada,
como se los sitúa en el imaginario social, sino son verdaderos acompañantes del momento
más importante de la creación humana, el parir a otro ser.
Es necesario intentar por todos los medios posibles no caer en el rol de hacedores de
patología. Para ello debemos situarnos sobre el polo de la salud, rejerarquizándolo,
tratando a cada madre como un ser singular, respetando su forma de parir, que es el estilo
de separación propio entre ella y el hijo naciendo de su vientre. Incluir a su pareja como
idea de reforzar los lazos de unión que sostendrán a ese niño por nacer. También haciendo
posible una información y contención ampliada hacia el resto de la familia, especialmente
la integración de los abuelos del niño.
Es imprescindible además remarcar que el trabajo en equipo en la asistencia perinatal, es
algo de lo que mucho se habla pero poco se hace, aunque se sabe que es la única propuesta
posible para suplir las formas de trabajo aislado y alienante, es la tarea interdisciplinaria.
Si los profesionales nos empeñamos en respetar las formas naturales de las mujeres para
dar vida, seguro llegaremos a generar y propiciar la salud y no la patología. Pero además de
esta manera protegeremos nuestra propia salud y la de nuestros compañeros del equipo
perinatal.

Bibliografía

1. la Ley Nacional 25.929, aprobada en agosto de 2004 y reglamentada en eñ 2007,


establece en forma taxativa los derechos que tienen las mujeres en relación con el
embarazo, el trabajo de parto y el posparto.

1. Atención inmediata del Recién Nacido” capitulo 3: “La atención del parto normal en
maternidades centradas en la familia” Ministerio de Salud de la Nación Dirección de
“Maternidad e Infancia. Año 2002.

• Dirección General de Estadística y Censos año 2005. (extraído del Informe de Auditoría:
“Red de Perinatología” de la Auditoria General de la Ciudad de Buenos Aires. Año 2007.
• “Guía para la atención del parto normal en maternidades centradas en la familia”.
Ministerio de Salud de la Nación. Dirección Nacional de Maternidad e Infancia, Capitulo
2. Año 2004.

OMS (Organización Mundial de la Salud): “Care in Normal birth”


WHO/FRH/MSM/ 96.24. 1996

• Normas de Organización y Funcionamiento de Servicios de Maternidad (aprobada por


resolución ministerial n° 348/02, sobre Salas de partos TPR)
1. Caldeyro Barcia,R: “Verticalización del Parto”. Centro Latinoamericano Atención
Perinatal. Montevideo. 1974; y más recientemente por la OMS (WHO, 1996) a partir de la
consideración de sus ventajas, a saber, a través de estudios sobre la fisiología de la
contractilidad uterina, que el caminar y estar en posición vertical, durante el período
dilatante y el parto, mejoraba la calidad de las contracciones, acortaba la duración del
trabajo de parto, y podía hacer más tolerable el dolor.

1. Giberti, E: “El Parto Vertical”. Revista Colombiana de Pediatría. 1970

8. Thacker S. B., Banta HD. Benefits and risk of episiotomy. Obst. Gynecol Surv
1983; 38:322-338
9. Dificultad en cumplir la Ley sobre acompañamiento en los partos. Informe
anexo. Maternidades de la Ciudad de Buenos Aires. “Red de Perinatología”
Año 2007.
10. Klaus, M.H and Kennell,J.H. “MATERNAL-INFANT BONDING” C.V.Mosby Company, EE.UU.
1970. Barnett, C.R; Leiderman, P:H; Grobstein,RKlaus,M.H: “NEONATAL SEPARATION”; the
maternal side of Interactional deprivation, Pediatrics 45:197-205, 1970.

1. Sinusas, K, Gagliardi A.: “Inicial management of breastfeeding am fam phys”, 2001; 64:
98.

1. Martinez. J, :“El dolor en el Recién Nacido”. Cátedra de Perinatología. Universidad del


Salvador. Buenos Aires. 1995.

13. Barrionuevo, K. Gómez Ponce de León, R.; Mohedano, M.; Núñez, E.; Bravo,
P.: “Pariendo en cuclillas en el Hospital” . Servicio de Perinatología-Hospital de
Clínicas Pte. Dr. Nicolás Avellaneda. San Miguel de Tucumán. Trabajo
presentado en las Jornadas del Encuentro sobre: “Parto y Nacimiento”
realizado en Buenos Aires. Legislatura Porteña. 1992.

14- Carrolli., G et al. “Práctica de la episiotomía en el parto vaginal”. in


the Cochrane Library, issue1, 2002. Oxford; update sofware.
Conclusión: “no hay evidencias que el uso rutinario o liberal de la
episiotomía tenga efectos beneficiosos, pero hay clara evidencia que
puede tener efectos perjudiciales”.

15. Videla, M. : “Preparación Integral para la Maternidad”. Del Libro


“Maternidad, Mito y Realidad. Editorial Nueva Visión. Buenos Aires. 1990
16. Iniciativa Hospital A migo de la Madre y el Niño. OMS- UNICEF y Ministerio
de Salud de la Nación
17. Odent, M : “Lo mejor para un parto es que no haya nadie junto a la mujer” nota
periodística diario: Página 12, publicada en Buenos Aires del 25-10- 2006.

(*) Dr. Alberto O. Grieco


Médico neonatólogo y pediatra
Miembro de la S.A.P. (Sociedad Argentina de Pediatría)
Miembro de la A.A.P. (American Association of Pediatrics)
Médico Auditor AGCBA (Auditoria General Ciudad de Buenos Aires)
agrieco@fibertel.com.ar
TRANSMUNDEO – LA PARTICIÓN

PARTO FISIOLÓGICO

§ No interferir en el proceso natural


§ Dejar hacer a la parturienta
§ No rutina de:
- enemas, venoclisis, rasurado perineal,
- restringir líquidos y/o alimentos y episiotomía

¿QUÉ ES UNA CESÁREA?

El término podría derivarse del verbo latino caedere, «cortar» efectuar una cisura.

Posiblemente haya tomado su nombre del gobernante romano Julio César, de quien se dice
vino al mundo de esta manera.

La ley romana prescribía que el procedimiento debía llevarse a cabo al final del embarazo
en una mujer moribunda con el fin de salvar al bebé. La ley se llamó lex caesarea, y este
término puede ser el origen del nombre.

Indicaciones de Cesárea
· Desproporción céfalo-pélvica

· Inadecuada presentación del bebé

· Falta de progreso o parto prolongado

· Placenta previa

· Enfermedad de la mamá (hipertensión, cardiopatías)

· Nacimiento múltiple

EL PARTO VERTICAL POR EVA GIBERTI

La historia del parir, que comienza antes que la obstetricia lograra salvar
vidas de madres e hijos, ilustra su recorrido con mujeres que durante siglos
eligieron sentarse o ponerse en cuclillas para pujar; negarse a reconocer esta
evidencia no forma parte de los avances de la obstetricia.
La cultura urbana potencia la convicción de las mujeres que asumen la posición acostada
cuando deben parir: se supone que internarse en una clínica, obedecer todas las
indicaciones de los médicos y acostarse forma parte de la tecnología más avanzada. Pero la
cultura urbana también ignora cuáles son las prioridades del parir.
La posición vertical (sentada, en cuclillas, de rodillas, colgada de un árbol según la práctica
de algunas tribus), es aquella en la cual el torso de la mujer y su canal pelviano oscilan
dentro de un ángulo de 45 º y 90º con respecto al plano horizontal.
Una vez iniciado el trabajo de parto la inspiración profunda que realiza la mujer hace
descender el diafragma, lo cual se complementa con la acción contráctil de la prensa
abdominal: entre ambas acciones se impulsa al bebe hacia la abertura vulvar, como única
salida. El bebe, una vez iniciado su descenso, estimulado por las contracciones uterinas y
por su propio peso, no puede retroceder. La posición horizontal neutraliza o entorpece esta
mecánica como sucedería si se tratase comer o defecar estando acostadas.
Insertos en la articulación pubiana (en las ramas descendentes del pubis, en la parte
interior de la ingle, y muy cerca de la parte interior de la rodilla), se encuentran los
músculos abductores. Antiguamente se los llamaba custodesvirginitates, custodios de la
virginidad, puesto que en el medioevo se sostenía que ante el riesgo de una violación, si
una mujer cruzaba fuertemente los muslos (donde se encuentran los abductores) no podría
ser penetrada.
Esta musculatura no tiene a su cargo impedir violaciones, sino colaborar en apertura de la
sínfisis pubiana, es decir, ayudar a abrir el canal vaginal y la vulva (junto con la
impregnación de las hormonas relajantes que produce la mujer) para permitir el egreso del
cuerpo del bebe.
Para llevar a cabo esta acción, es necesario que la parturienta esté sentada o en cuclillas, de
manera que los músculos se tensen y ejerzan su fuerza sobre la zona que debe abrirse;
cuando la mujer está acostada se anula la acción fisiológica de esta
musculatura. Acostarla implica privarla de un instrumento clave para parir.
Por otra parte, cuando el cuerpo se encuentra en vertical reproduce el esquema corporal
que adquirió durante la niñez para realizar las funciones expulsivas de defecar y orinar, es
decir, reproduce el modelo original y pone en marcha la memoria de funciones biológicas
naturales. De este modo la vagina adquiere identidad propia, como canal expulsivo, y se
diferencia de la vagina en coito como receptáculo activo del pene.
Las ilustraciones que muestran el diseño de las sillas que se usaban para los partos
recorren la Edad Media y el Renacimiento, así como el momento en que el cuerpo médico
sustituye a las comadronas y comienza a ocuparse de los partos. A partir de entonces las
mujeres abandonaron la silla y acataron el criterio de los profesionales que actuaban con
más comodidad si la parturienta estaba acostada. Tengamos en cuenta que en aquellas
épocas, quien recibía al bebe debía arrodillarse delante de la mujer; no era una posición
cómoda para introducir las técnicas que los mèdicos proponían, ni resultaría
psicológicamente digerible estar arrodillado a los pies de una mujer que está pariendo.
Esta es una de las razones y no la menos importante por la que los médicos rechazaran el
sillón de parto; éste consta de una prensa hidráulica de modo que puede subirse o bajarse
mediante un pedal: en el momento de la expulsión del bebe, el sillón está levantado,
separado del piso de modo que el médico no necesita arrodillarse ni agacharse en exceso,
ya que la pelvis de la mujer queda a la altura de sus manos. Pero, y este punto es
importante: para mirar a la parturienta y dirigir los pujos, el profesional debe mirar "hacia
arriba" ya que la mujer está "mas alta" que él.
Esta es una experiencia fuera de lo común para los médicos, entrenados en dar órdenes a
pacientes que están acostados o sentados, por debajo de su mirada o a la misma altura,
pero no por encima de él. Una elemental información en topología, que es la disciplina que
estudia la distribución de los espacios, nos advierte acerca de la inevitable resistencia que
esta situación provoca en estos profesionales.
Los otros argumentos que se pusieron en juego para liquidar los sillones de parto, que
desaparecieron del país, resultan desacreditados cuando se leen los trabajos técnicos de los
obstetras que eligen esta forma de parto; entre nosotros los aportes de Rosenvasser y
actualmente de Solórzano y de Carlos Burgo , y en los internacionales los textos y los films
preparados por Caldeyro Barcia en Uruguay.
La madre a ciegas, y la madre que mira
Cuando el parto se realiza con la parturienta acostada el nacimiento del hijo se produce
detrás del vientre materno cuyo volumen oculta lo que sucede tras de él, donde los
profesionales manipulan su cuerpo sin que ella disponga de control acerca de lo que
sucede. Tampoco podrá mirar cómo su hijo emerge desde su interior. Acostada no tiene
más perspectiva que el techo de la sala de partos; lo que conduce a la vivencia de hijo que le
fue "sacado" del interior de su cuerpo sin que ella pudiese participar. De este modo se
anula la unidad ojo-vagina (vulva).
La ausencia de mirada sobre lo que sucede con su cuerpo y con el bebe la conduce a
suponer que es el médico quien "hace el parto" y a sentir gratitud hacia él, cuando en
realidad se trata exactamente de lo contrario. Si exceptuamos las patologías que pueden
presentarse y que demandan la intervención profesional, la que"hace el parto" es la mujer;
la maniobra del obstetra contribuye a girar, en algunos casos, la cabeza del bebe para
facilitar la expulsión.
Al desactivar la capacidad paridora de las mujeres, la medicina se apropió de sus partos; y
merced a la colonización intelectual que padece el género femenino, paradójicamente, las
mujeres sienten gratitud hacia los obstetras que las acuestan y las privan de sus
herramientas para parir.
También les impiden sentir el placer que significa mirar al hijo cuando éste abandona el
interior del cuerpo materno, en ocasiones ayudado por las manos de la parturienta que es
quien puede conducirlo hacia afuera, a su nuevo mundo.
Cama, camilla, enfermedad, infantilización
Los muebles son portadores de significados. Si la experiencia enseña que en el momento de
parir las mujeres tienden a sentarse o a incorporarse ¿qué significa acostarla en una
camilla? En primer lugar, que la naturaleza y la fisiología de la mujer se equivocan: debe
mantenerse acostada y asumir el mueble-camilla que la obstetricia reclama para
comodidad de los profesionales. Baudrillard lo expresó claramente: "Elisión de las
funciones primarias en provecho de las funciones de relación y de cálculo, elisión de las
pulsiones en provecho de la culturalidad."
La camilla-cama se asocia con enfermedad y corresponde a las enseñanzas de la medicina
asistencial; como se entiende que acompañar a un parto implica un asistir a la parturienta,
acostarla es una manera de mantener en orden lo aprendido en la universidad, donde se
enseñó que los asistidos-enfermos se acuestan. Lo que a su vez desemboca en la
subordinación y en el sometimiento de la mujer que se siente tratada como una enferma
sin atreverse a demandar un parto acorde con sus necesidades y sus potencialidades
fisiológicas.
En cambio asistir a una mujer que está pariendo sentada o en cuclillas se instituye como
desorden topológico para la medicina y como una novedad inquietante, por ejemplo, que
una vez expulsado el bebe, la mujer camine por su cuenta hacia la cama. Y, con episiotomía
o sin ella, se levante mientras se pregunta" ¿Para qué me voy a quedar internada si me
siento bien? Me puedo ir a mi casa y controlarme mañana o pasado." Lo cual transforma la
internación de tres días por parto en un mero pasaje por la institución sanatorial.
Inquietante para la administración de los sanatorios. Desordenante para el narcisismo
profesional que debe aminorar su vivencia de éxito ya que el "mérito" del parir queda a
cargo de la mujer.
La verticalidad acompañada por la mirada se convierte en soporte de los núcleos adultos
del Yo que son los que las mujeres ejercen durante el parto. La tesis que sostiene la
regresión de las grávidas que se sienten como si fuesen niñitas, seguramente puede
encontrarse en algunas mujeres en particular si durante la psicoprofilaxis le potenciaron el
aniñamiento explicándole que "deberá portarse bien y no gritar".
Esos núcleos adultos que pueden expresarse durante el parto son los que colocan a la
mujer en la realidad de lo que acontece, mientras que al acostarla se la infantiliza porque se
la posiciona como alguien que debe obedecer órdenes y colaborar con la dirección del parto
a cargo de un médico.
Las preguntas claves
"¿Y si es necesario hacer una cesárea?" Está previsto por quienes defienden el parto en
vertical, porque parece obvio darse cuenta que quienes lo proponen cuentan por lo menos
con la misma experiencia obstétrica que quienes lo cuestionan. El sillón de partos que
había creado Perrusi se convertía rápidamente en camilla para facilitar una intervención, y
la práctica de quienes ejercitan el parto natural, verticalizando a la parturienta cuentan con
los mismos elementos que utilizan quienes recurren a la obstetricia tradicional.
La experiencia en psicoanálisis me enseñó cuánto pesa, en la historia de una mujer y en el
vínculo con sus hijos, el modelo que se utilice para parir. Si bien la tendencia es olvidarse
del momento del parto, lo que ocurre es que se reprime la representación de una mala
experiencia; muchas mujeres tienden a narrar el parto minimizando sus vivencias
negativas. Pero esas vivencias retornan, de modo inconsciente y pueden impregnar
diferentes momentos de la vida de esas mujeres, en particular la vivencia de humillación
trasladada a otras áreas.
La humillación y la subordinación, así como la infantilización que implican acatar el
mandato de parir acostada -aunque quienes así lo hicieron afirmen que se sintieron
cómodas y no registren la mutilación- reclaman la revisión del tema.
Aquellas que aún no transitaron por la experiencia están a tiempo de defender su parición
reclamando que sea la cabeza de la mujer la que corone el parir, tal como sucede cuando
ella rescata su verticalidad.
Reflexión: Los razonamientos que utilizan determinados profesionales para acostar a las
mujeres en el momento de parir, constituyen argumentos al servicio de prácticas
tradicionales destinadas a solventar la comodidad del profesional. El acatamiento del
género mujer permite diagnosticar la subordinación de las mujeres a una cultura en cuya
construcción no participaron. Y que hoy asumen porque las prepagas no fomentan el parto
vertical.
(*) Dr. Alberto O. Grieco
Médico neonatólogo y pediatra
Miembro de la S.A.P. (Sociedad Argentina de Pediatría)
Miembro de la A.A.P. (American Association of Pediatrics)
Médico Auditor AGCBA (Auditoria General Ciudad de Buenos Aires)

agrieco@fibertel.com.ar

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