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2
Staff
Moderadoras:
Perpi27 Lunnannotte
Mll. Janusa Anto Cipriano
MarMar Soleria
MelDemczuk Max Escritora Solitaria

Traductoras:
MarMar Max Escritora Liz Holland
Perpi27 Solitaria Annabelle
Mel Cipriano Juli_Arg Joha quinto
Monigkv ♥...Luisa...♥ becky_abc2
Marie.Ang Deeydra Ann Amy
Christensen Nats Anelynn
lunnanotte Danny_McFly Demoiselle
Mel Demczuk Elle87 Vanessa Villegas
macasolci Eugene_14

Correctoras:
Mrs. Styles♥ Juli_Arg
Mel Cipriano Dara.Nicole18
Vericity ladypandora
itxi Verito
Nats CrisCras13
Zafiro Melii
Violet~ Carolyn ♥

Lectura final:
CrisCras
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Diseno:
Hanna Marl
Indice
Sinopsis Capítulo 12

Capítulo 1 Capítulo 13

Capítulo 2 Capítulo 14

Capítulo 3 Capítulo 15

Capítulo 4 Capítulo 16

Capítulo 5 Capítulo 17

Capítulo 6 Capítulo 18

Capítulo 7 Capítulo 19

Capítulo 8 Capítulo 20

Capítulo 9 Capítulo 21

Capítulo 10 Make Me Yours

Capítulo 11 Sobre el autor

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Sinopsis
L
a pulcra y ordenada vida de la estudiante de psicología
Ashley Drake, toma un giro hacia la locura cuando
encuentra el tema perfecto para su tesis de amnesia —un
hombre joven, sin ningún recuerdo de su vida anterior,
con una acusación de asesinato.
Contra todo sentido común, Ashlyn se siente atraída por él
como una polilla a una llama. Tal vez es que él es tan increíblemente
masculino, aún esposado a la cama del hospital, que podría pasar
por un anuncio de colonia —Perfume de Locura. O tal vez es porque
ha pasado demasiadas noches solitarias estudiando. De cualquier
manera, está decidida a ayudarlo a resolver el misterio de su pasado.
Comienza a desentrañar quién era antes, con sus tatuajes crípticos,
y sus pinturas que gritan sobre un pasado oscuro como sus únicas
pistas. Cuando ella finalmente descubre su secreto no sabe cuál es el
verdadero él, el amante tierno del cual se ha enamorado o el hombre
atormentado con un pasado oscuro.
Unravel me #1

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1 Traducido por MarMar
Corregido por Innogen D.

E
scuché mientras mi mejor amiga Liz hablaba sin parar sobre
cómo su última conquista había ido mal, y sobre su
deplorable comportamiento.
—He terminado con los hombres —declaró.
Me ahogué con mi latte, casi escupiendo el líquido tibio sobre la
pantalla de mi computadora.
—Claro, Liz. —Todavía tenía que entender que tomar a un hombre
en un bar y llevárselo a su casa a las dos de la mañana no terminaría en
una relación de verdad. No iba a gastar aliento explicándole esto de nuevo
como por centésima vez. Ella era una contradicción en todos los sentidos,
a pesar de ser una estudiante licenciada, su vida social rivalizaba con uno
de esos reality shows sobre chicas salvajes.
—Sólo haré lo que tú haces. Los novios a baterías jamás te
decepcionan, ¿verdad Ashlyn? —se rio entre dientes.
Brutalmente tragué mi trago de café. Lindo. Era bueno saber lo que
pensaba de mí en realidad.
—Me aseguraré de tener un stock de Energizer, entonces —bromeé
en respuesta. Si me lo preguntan, las necesidades sexuales de Liz eran
fuera de serie. Las satisfacciones simples de abrirme camino a través de la
escuela de posgrado, una clase de mierda a la vez, y una conquista casual
con mi vibrador me mantenían feliz… la mayoría del tiempo.
Un nuevo email en mi bandeja de entrada llamó mi atención. Era del
Profesor Clancy, titulado: ¿Posible tema para la tesis?
Alejé el teléfono de mi oído, cortando el despotricar de Liz para leer el
mensaje profesionalmente escrito, encogiéndome internamente por tener
una discusión sobre vibradores. La parte triste era que Liz tenía razón. Era
la única acción que había tenido en dos años. Era solo que no tenía tiempo
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para una relación y el sexo casual jamás me había interesado. Necesitaba


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tener una conexión antes de desnudarme y compartir mi cuerpo con


alguien.
—Liz, tengo que irme. Te llamo esta noche —colgué sin esperar su
respuesta, pero oí su risa a través de la línea cuando terminé la llamada.
Cerré mi portátil y marqué el número de la oficina del Profesor
Clancy, ya que si querías contactar con que él estaba allí prácticamente a
todas horas. El Profesor Clancy era una leyenda en el campus y círculos
académicos, y tenía la suerte de tenerlo como mi asesor. Contestó al tercer
timbre.
—Recibí una llamada interesante del Dr. Andrews —dijo. Sus
llamadas siempre comenzaban de esta manera, ningún hola, ¿cómo estás?,
siempre directamente al punto—, y basándome en un paciente que está
viendo, puede que tenga una guía para un sujeto de prueba para tu tesis
sobre la amnesia.
Habíamos estado teniendo lluvias de ideas para la tesis que también
me asegurara una beca y me permitiera publicar un artículo dentro de mi
campo de estudio, la psicología del comportamiento. Desde que era niña
había estado fascinada con la amnesia. Algunas veces fantaseaba sobre
cómo sería tener amnesia, olvidar todos los recuerdos dolorosos mientras
crecías. Me di cuenta de que el Profesor Clancy seguía hablando y escuché
mientras describía a un hombre que había sido llevado al Hospital
Memorial de Northwestern varios días antes sin un solo recuerdo, ni
siquiera su nombre.
—Es un genio, Profesor Clancy, ¡es perfecto! —Sabía que esta tarea
estaba hecha para mí. Ya podía verlo, mi nombre y un estudio sobre
amnesia publicado en un diario médico. Si eso no probaba que había
logrado algo por mí misma, entonces nada lo haría.
—Hay un pequeño problema, sin embargo.
—¿Cuál?
—Está bajo arresto por un asesinato que no tiene recuerdos de
haber cometido.
Repiqueteé con mis uñas mientras esperaba que continuara.
—Fue arrestado en la escena del asesinato, de pie sobre un hombre
al que habían golpeado tan fuerte que tuvo que ser identificado mediante
registros dentales.
Temblé involuntariamente.
—Dios.
—Sí… Quizás quieras pensarlo de nuevo, Ash.
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—No. Quiero trabajar con él.


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—Me imaginé que dirías eso. Sólo quería advertirte y asegurarme de


que entendías dónde te estabas metiendo.
—Lo entiendo. Gracias, Profesor. ¿Han descubierto algo más acerca
de él? —pregunté, ansiosa de aprender todo lo que pudiera.
—No recuerda nada de su vida. No siquiera su nombre.
—Suena prometedor. —Habíamos estado dándole vueltas a la idea
de estudiar los efectos de la amnesia y sus impactos psicológicos, pero el
acceso a sujetos era limitado. Quería escribir sobre algo fresco y de
vanguardia, no volver a reproducir artículos publicados en viejos diarios.
—He arreglado una visita con su médico tratante, el Dr. Andrews.
¿Estás libre en la mañana?
—Claro. —Incluso si hubiese tenido planes, los hubiera cancelado
para conocer a mi sujeto de amnesia. Mi estómago se sacudió con
emoción.
Revisé el archivo que Clancy me había enviado y me preparé para mi
primera cita con John Doe.
***
Balancee mi tazón de café en el borde del zócalo del lavabo y peiné
mi cabello. Conseguir que mis hebras revoltosas cooperaran era un desafío
diario. Normalmente optaba por una cola de caballo, pero hoy necesitaba
lucir profesional, así que hice lo que pude para suavizarlo y lo metí detrás
de mis orejas.
Me coloqué crema hidratante de color sobre mis mejillas y
mentalmente repasé la información que el Profesor Clancy me había
enviado. El sujeto era un hombre caucásico en sus tempranos veinte años,
un metro ochenta, ochenta y siete kilos, y lo más notable de todo, sin
memoria. Sufría de amnesia completa. Su archivo afirmaba que tenía
problemas emocionales, los cuales esperaba que fueran como resultado del
trauma. Tenía una inteligencia por encima de lo normal, y se expresaba
bien, pero aun así era poco colaborador y retraído. No mostraba ninguna
marca de nacimiento distintiva, estaba en buen estado de salud, tenía dos
tatuajes, y circuncidado. Parecía una invasión de su privacidad saber
tanto de él, pero la expectativa de conocerlo me emocionaba.
Había estado demasiado nerviosa para comer, así que la tostada que
había hecho antes se hallaba fría al lado de mi portátil. La lancé a la
basura y tomé el archivo que había impreso antes de salir
apresuradamente. Debería aprovecharme de mi incapacidad para dormir y
llegar al hospital temprano.
Caminé veinte cuadras hasta el Memorial de Northwestern por la
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calle Huron. Después de haberme mudado aquí desde Michigan el año


pasado para estudiar con el Profesor Clancy, había vendido mi auto,
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incapaz de poder costear la loca tarifa de estacionamiento en la parte baja


de Chicago. Además, podía caminar o saltar en el L1 para llegar fácilmente
a donde quisiera.
Tomé el elevador hasta el tercer piso. Mis piernas estaban
demasiado cansadas para subir las escaleras después de mi temprana
carrera de seis millas y mi caminata de veinte minutos hasta el hospital.
Además, me daba tiempo de recolectar mis pensamientos antes de
encontrarme con el Dr. Andrews. Subí la correa del bolso del portátil más
arriba en mi hombro y levanté el cabello de mi cuello, intentando
calmarme. Las puertas hicieron un sonido al abrirse, y seguí las
señalizaciones hasta el escritorio de registros para identificarme. La
recepcionista me guio hasta una habitación de consultas para que
esperara por el Dr. Andrews.
Tomé asiento y saqué el archivo de mi bolso, arreglando las páginas
ordenadamente sobre la mesa frente a mí. El doctor probablemente estaba
ocupado y me tendría esperando por un rato. Ya sea porque los doctores
de verdad estaban siempre ocupados o jugaran algún tipo de juego mental
para hacerlos lucir superior, siempre parecían dejarte esperando.
Tuve la necesidad de ajustar el hecho de que el título de doctor sería
agregado a mi nombre en un año, más o menos. Claro, hay una gran
diferencia entre un doctor en medicina y un doctor en filosofía2. No tenía
ningún deseo de ser doctor en medicina. ¿Sangre y fluidos corporales?
Ugh, no gracias. Me encogí de sólo pensarlo. No, sólo disfrutaba de los
estudios académicos y de estudiar. No había intentado obtener mi
doctorado, pero disfrutaba de la universidad tanto que la continúe después
de haber obtenido mi licenciatura en sociología y mi maestría en
psicología. Entonces, como no estaba lista para hacer algo diferente, me
inscribí para un programa de doctor en filosofía y aquí estoy.
Suavicé los bordes de las hojas para revisar el archivo otra vez,
aunque lo tenía casi memorizado, justo cuando la puerta se abrió. Me puse
de pie de un salto y le ofrecí mi mano al Dr. Andrews. Llevaba una bata
blanca de laboratorio, cabello gris en sus sienes, encajando con la imagen
convencional de un doctor.
—¿Señorita Drake? —devolvió mi saludo, sacudiendo mi mano dos
veces.
—Sí, por favor, llámeme Ashlyn.

1Es una expresión que usan para referirse a autobuses que no se detienen en paradas
fijas, la persona desciende dónde quiere.
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2Ph.D: son capaces de participar en los experimentos mentales, racionalizar


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acerca de los problemas, y resolver problemas en formas sofisticadas.


Después de intercambiar cordialidades y unas pocas historias sobre
el Profesor Clancy, a quien el Dr. Andrews conocía bastante bien de sus
días como licenciado en Loyola, se quitó las gafas y se frotó las sienes.
—Entiendo que está estudiando los efectos psicológicos de la
amnesia y le gustaría tener acceso a uno de nuestros pacientes.
—Sí, es correcto. Mi meta es completar la propuesta de la tesis para
el período de primavera y me gustaría reunir toda la información que me
sea posible a través de entrevistas, y…
—Aguarde. Dudo que Bob, disculpe, el Profesor Clancy se lo haya
explicado. Apenas podía contener su emoción anoche a través del teléfono,
pero este es un muchacho muy enfermo. Mi consejo es que no lo haga el
sujeto de su proyecto. Es peligroso, impredecible, y es mejor dejarlo en
mano de profesionales.
La naturalidad condescendiente de su comentario se sintió como
una cubeta de agua fría sobre mi cara. Toda mi vida había luchado con las
personas que me habían subestimado. Personas como yo, quienes habían
crecido en Detroit con un padre obrero y alcohólico, no seguían adelante
para convertirse en doctores a la edad de veinticinco. Esa percepción fue la
que me inclinó a esforzarme tan duramente, para probarles a todos que
estaban equivocados.
—Con todo respeto, Dr. Andrews, soy una estudiante de doctorado
en filosofía, no una chica de secundaria trabajando en un informe. He
entrevistado a prisioneros antes —no tenía que saber que había sido un
proyecto para la escuela de licenciados y había sido hecho a través de
correos electrónicos—. Puedo manejarlo.
Miró hacia el suelo, al tanto finalmente de que me había ofendido.
Cuando miró hacia arriba sus ojos eran claros, su rostro suavizado.
—Escuche, Bob habla muy bien de usted y su trabajo, y quiero
ayudarla, pero no le recomendaría trabajar con este sujeto.
—Estoy al tanto de que ha sido arrestado por asesinato, y eso no me
asusta. Tengo una piel gruesa, doctor. Quiero verlo.
—Muy bien —asintió—. Dudo que pueda ser persuadida para que lo
deje, pero debía intentarlo. Está claro que trabajar para Bob la ha
contagiado. —Me ofreció una sonrisa forzada.
El Profesor Clancy era uno de los profesores más dedicados que
tenía. Él comía, respiraba y vivía para su trabajo. Lo respetaba un montón
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por eso.
—Aquí están sus registros, actualizados desde que ha estado bajo mi
Página

cuidado. —El Dr. Andrews me tendió un sobre de manila, ya grueso


gracias a un montón de papeles—. Ahora mismo está calmado, pero hemos
tenido algunos problemas con él.
—¿Problemas? —Alejé la vista del archivo para mirarlo.
—Fue transferido aquí hace tres días desde el hospital del condado.
Y en su primera mañana atacó a un asistente masculino que intentaba
colocarle una inyección.
—¿Qué provocó el ataque?
—Estaba gritando, exigiendo información sobre por qué se lo
mantiene aquí, quién es, qué sabemos sobre él. No tiene absolutamente
ningún recuerdo del asesinato. Cuando la policía vino para interrogarlo y
le mostraron las fotos, él colapsó. Luego de eso no nos habló por dos días.
Luego, simplemente lo perdió. —Sacudió la cabeza como si fuera tan difícil
de creer que ese hombre tuviera problemas afrontando una nueva
realidad—. El tipo que atacó era dos veces su tamaño. Necesitó ocho
puntadas en el rostro.
Tragué un bulto que subía por mi garganta.
—Tiene algo de ira y agresión reprimida. Considérelo una
advertencia para estar con él en la misma habitación, pero de alguna
forma dudo que escuche ese consejo. —Me sonrió, pero su preocupación
era obvia.
—Lléveme con él. —Mi voz sonó calmada, incluso cuando esta
situación me estaba sacudiendo. Me recordé a mí misma que si algo
sucedía, al menos estaba en un hospital, pero ese pensamiento no me
causó ningún confort.
El Dr. Andrews abrió la puerta y junté mis papeles.
—Está descansando ahora, pero ya que usted es tan testaruda
como Bob, la llevaré a conocerlo. No tengo ni idea de si cooperará con
usted, teniendo en cuenta que él no es mi fanático más grande.
Alcanzamos la habitación 304, la cual estaba custodiada por un
oficial. Me detuve y enfrenté al Dr. Andrews antes de entrar.
—Disculpe, doctor, pero me gustaría entrar sola. —No tenía idea de
dónde había brotado esa idea, pero de alguna manera me imaginé que el
paciente estaría dispuesto a cooperar conmigo si no me encontraba con el
Dr. Andrews, ya que al paciente no le importaba mucho.
El Dr. Andrews me estudió, sus cejas juntas. Tenía la edad
suficiente para ser mi padre y podía ver que su preocupación era genuina.
—Estaré bien. —Coloqué una mano sobre su antebrazo.
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Asintió de mala gana y le señaló al guardia que abriera la puerta


para dejarme entrar.
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Entré en la cálida y poco iluminada habitación de hospital.


Directamente enfrente de mí, el hombre dormía acostado en una estrecha
cama, desnudo excepto por una sábana blanca cubriéndolo de cintura
para abajo. Tenía una erección en su sueño, su pene tenso descansaba
sobre su estómago, entoldando la tela que le cubría. A parte de eso, lucía
pacífico.
Caminé más cerca, queriendo obtener un mejor vistazo. Era
sorprendentemente atractivo, con un despeinado cabello castaño, una
esculpida mandíbula, una boca llena y un torso bien definido. Su cuerpo
estaba marcado por largos y esbeltos músculos, no inmensos, pero aun así
completamente tonificados. Sus pestañas aletearon sobre sus mejillas y
soltó un bajo gemido.
Se sentía como una invasión a la privacidad mirarlo de pie allí. Mi
estómago danzó de nervios, como si fuera a ser atrapada haciendo algo
malo. Acostado en la cama del hospital de esa manera, podría estar
posando para el anuncio de una colonia. Esencia de Locura. Apreté mis
labios para no sonreír, pero ese pensamiento ayudó a proveer una ligereza
muy necesitada a la situación.
Lo observé dormir, a este vivo, atractivo hombre, quién era
increíblemente masculino. Este contacto con él me ofreció una experiencia
completamente diferente a la que leí en el archivo de su caso en mi mesa
de comedor. Este hombre era el hijo de alguien. Un amigo. Un amante.
¿Estaban buscándolo? Excepto, que sabía por el Profesor Clancy, que no
había reportes de personas desaparecidas que coincidieran con su
descripción. Quién sea que hubiese sido antes, había desaparecido como el
fino aire.
Sentí algo apretarse dentro de mi pecho. ¿Nadie había llenado un
reporte de personas desaparecidas? ¿Quién era este hombre? ¿Y qué había
causado que bloqueara su memoria por completo?
Noté uno de los dos tatuajes documentados en su archivo. El
nombre Logan estaba garabateado en letra cursiva a lo largo de la parte de
interior de su bíceps. Mi mente inmediatamente saltó a averiguar quién
podría ser Logan. Tal vez Logan era su hermano, o un amigo, pero en
realidad, ¿quién se tatuaba el nombre de un amigo en su cuerpo? Tal vez
era gay, y Logan era su pareja. Aparté la hipótesis que no tenía ninguna
base en la realidad.
Sus heridas físicas casi habían sanado, su contusión era lo único
que todavía persistía, y una leve cicatriz debajo de su mentón que apenas
era visible.
La puerta detrás de mí se abrió y me giré para darle al Dr. Andrews
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otra reprimenda sobre querer estar sola. En vez de eso, un enfermero
vestido con una bata azul de hospital traía en una bandeja una jarra de
plástico con agua. Hice rodar los ojos. El doctor había mandado a este
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pobre chico a echarme un vistazo, estaba segura. El asistente colocó la


bandeja en la mesa al lado de la cama y se giró para marcharse. El hombre
en la cama levantó la cabeza de la almohada para estudiar lo que estaba
sucediendo a su alrededor. Tal vez poco interesado en lo que estaba
sucediendo, o porque estaba drogado, no estaba segura de cuál de las dos,
dejó caer su cabeza sobre la almohada y se giró sobre su costado,
acunando sus manos esposadas frente a él. Flexionó sus muñecas contra
las esposas.
El enfermero miró del paciente a mí, y ofrecí un asentimiento,
señalándole que estaba bien y estaba libre de marcharse, aunque mi
corazón golpeaba sin parar contra mi pecho y me sentía de todas las
maneras menos calmada.
No había notado que estado esposado ya que sus manos habían
estado cubiertas por las sábanas la primera vez que entré.
—Espere.
El enfermero se detuvo en la puerta y me enfrentó.
—Quítele las esposas.
Por primera vez, el hombre en la cama abrió los ojos y me miró
directamente. No sabía que tal tono de avellana brillante pudiera existir
hasta que sus ojos se fijaron en los míos. Me sonrojé ante la obvia atención
que había dirigido hacía mí, a pesar del ayudante cerniéndose cerca.
Referirse a él como John Doe no parecía correcto. No sabía cuándo,
pero con ese nombre tatuado en su brazo, comencé a pensar en él como
Logan.
—Señorita, no puedo hacer eso —dijo el enfermero, atrayendo mi
atención de nuevo a él.
—¿Tiene las llaves? —pregunté.
—Bueno, sí —admitió.
—Entonces, sí, puede. Ahora, libérelo.
Sacudió la cabeza, como dándose cuenta de que estaba en una
habitación no con una persona loca, sino dos.
—Le dio a Terry un buen tajo en el rostro, y usted es demasiado
bonita, no quiere que lo libere.
Me giré hacia Logan.
—No vas a lastimarme, ¿lo harás?
Él sacudió su cabeza.
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—Mire, él está bien. Ahora, libérelo.
Mi papá era un ex militar y me había enseñado cómo lanzar un
Página

puñetazo. Raramente me intimidaban, incluso montando el tren a través


de las zonas menos agradables, y no estaba a punto de echarme para atrás
justo ahora. Podía cuidar de mí misma, y además, no creí que él fuera a
lastimarme. Había algo sobre él, un sentimiento insistente que me decía
que estaba a salvo con él. Incluso mientras decidía todo esto, sabía que no
tenía lógica. Alcanzando el metro y medio, me sobrepasaba por casi medio
metro, y sus musculosos brazos eran una indicación de algo, de que él
podía cuidar de sí mismo y de cualquier otra persona en sus
inmediaciones.
El enfermero miró hacia la puerta, luciendo como si se preguntara si
debía consultar con el Dr. Andrews respecto a mi pedido, o solo hacer lo
que le pedía y dejar la habitación lo más rápido posible.
Consideré volver a hablar, pero él sacó un set de llaves de su bolsillo
y rápidamente abrió las esposas, y luego huyó de la habitación.
Logan se sentó en la cama, acariciándose las muñecas.
—Gracias —graznó, su voz profunda y áspera por el sueño.
—De nada.
Me acerqué y él atrajo las sábanas por encima de su cadera,
ocultando un rastro de suave bello que nacía en su estómago. Me sentí
hipnotizada observándolo.
Mi respuesta hacia él era alarmante. ¿Estaba tan hambrienta por
atención masculina que me sentía atraído por un atractivo prisionero?
Diablos, tal vez mi amiga Liz tenía razón, necesitaba salir más, tener sexo,
en vez de apoyarme solamente en mi vibrador para hacer el trabajo.
Esta ciertamente no era mi actitud más profesional. Debería hablar,
explicar quién era, por qué estaba aquí, justo cómo había hecho montones
de veces antes durante otros estudios de los que había sido parte. Claro,
esos siempre habían sido dirigidos por el Profesor Clancy, y yo sólo seguía
sus pasos, fácilmente explicando que era Ashlyn Drake, una estudiante de
doctorado filosófico en la psicología del comportamiento y quería hacer
algunas preguntas. Pero mi boca se rehusaba a formar palabras, y en vez
de eso sólo me quedaba allí mirándolo.
Él parecía tener una pregunta en la punta de la lengua, pero se
había quedado en silencio también, observándome por largos momentos.
—¿Tú me… me conoces? —preguntó finalmente. Su voz era suave,
inquisitiva e inmediatamente me relajé ante su sonido.
Me llevó un minuto para entender el significado de su pregunta.
Creía que estaba allí para visitarlo. Había algo inocente y triste en sus
ojos. Como si estuvieran llenos de esperanza e incertidumbre mientras me
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observaba. ¿Creía que era una novia? ¿Una amiga?


—No —respondí.
Página

Su rostro cayó, y volvió a acariciar sus muñecas.


Caminé hacia él y me dirigí a la mesa que había al lado de su cama,
dónde el asistente había dejado la jarra de plástico con el agua. Tomé el
vaso de plástico y le serví un poco de agua.
Lo sostuve frente a él para que lo tomara, pero no reaccionó
enseguida. Se sentó, callado, aun mirando mis ojos por un prolongado
momento antes de alcanzar el vaso. Sus dedos rozaron los míos. El
sentimiento de calidez y solidez me sobresaltó.
Tomó un trago sin despegar sus ojos de los míos.
—¿Por qué estás aquí y por qué me estás tratando tan
humanamente? Dicen que soy peligroso, que asesiné a un hombre.
Aspiré una bocanada de aire, forzando a mi compostura a volver.
—Soy una estudiante de doctorado, investigando los efectos de la
amnesia.
—Estás aquí para estudiarme —dijo, simplemente. No era una
pregunta, y sus ojos se enfrentaron los míos, retándome a contradecirlo.
Vi mis acciones a través de sus ojos, las que él asumía que eran mis
razones para liberarlo, darle agua, y de repente mis acciones no se
sintieron tan genuinas. Necesitaba su cooperación, era cierto, pero no
había estado pensando en mi investigación cuando le ordené al enfermero
que lo liberara, o al servirle el vaso de agua. Había pensado en él como un
hombre que necesitaba consuelo, lo cual probablemente no era prudente.
Sería lo mejor para mí, y más seguro, pensar en él simplemente como un
sujeto para mi tesis. Pero se me estaba haciendo cada vez más difícil verlo
de la manera que debería mientras lo miraba sentarse en el borde de la
cama, su pecho desnudo, y una sombra de las cinco de la tarde
espolvoreando su mandíbula.
Podía fácilmente enumerar con rapidez que aproximadamente el
ocho por ciento de los pacientes de amnesia recuperaban su memoria,
pero no podía consolarlo, y eso me inquietaba. Siempre había lidiado con
estadísticas, investigaciones científicas, hechos y cifras, así que estar cara
a cara con un chico de mi edad, por quién estaba innegablemente atraída
me había lanzado completamente fuera de mi juego. Necesitaba
concentrarme.
—¿Puedo sentarme? —Señalé hacia la silla de plástico al otro lado de
la habitación.
Se encogió de hombros con indiferencia.
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Tomándolo como una invitación abierta, acerqué la silla a su cama y


luego saqué sus archivos de mi bolso. Este simple acto, tener los papeles
Página

en mis manos, me calmó. Me sentía en control, de nuevo a mi ser


profesional, así que llené mis pulmones de aire.
Podía sentir que me estaba observando. Cuando miré hacia arriba,
noté la curiosa expresión en su rostro.
—¿Qué? —pregunté.
Sacudió su cabeza, mordiéndose el labio.
Me observé, asegurándome de que ninguno de los botones de mi
camisa se hubiese abierto o algo incómodo como eso.
—¿Qué sucede? —Me sentía muy a gusto, más como si estuviera
hablando con un amigo, en vez de un paciente mental.
—Luces demasiado joven para ser un doctor —admitió, finalmente.
Oh. Metí el cabello detrás de mis orejas tímidamente, y miré a mi
regazo.
—No soy un doctor, todavía. Aún estoy estudiando —y sabía que
lucía más joven que mis veinticuatro años.
Repasé las preguntas que había preparado, y de repente, sentada en
aquella habitación de hospital con él, sonaban estúpidas, demasiado
clínicas. Además, no era probable que él fuera a proporcionarme esas
respuestas ahora, probablemente sólo lo hicieran enojar. No era que me
preocupase que pudiera irritarlo, ya confiaba en él en algún extraño nivel.
Sólo no quería estimularlo con preguntas inútiles que no harían más que
frustrarlo. Quería que él confiara en mí. Y si iba a admitírmelo a mí
misma, quería caerle bien. Cerré la carpeta.
—Sé que no recuerdas tu nombre, pero me gustaría saber cómo
preferirías que te llame. John Doe simplemente no parece correcto.
Él tragó y volvió a mirarme directamente. Sus ojos eran penetrantes.
Siempre creí que la frase “los ojos son las ventanas hacia el alma” era
estúpida, pero con él la frase tenía significado. Sus ojos eran de un rico
avellana, con manchas de un marrón chocolate y un profundo verde
musgo, bordeados por negras pestañas. Eran tan expresivos que podía leer
la angustia de no tener ni idea de cómo responder la más básica de las
preguntas.
Acarició el tatuaje en su brazo distraídamente.
—¿Debería llamarte Logan? —Señalé en dirección al tatuaje.
Deslizó el dedo sobre la escritura, como intentando descifrar su
significado.
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—¿Por qué me tatuaría mi propio nombre?
—No lo sé, supongo que no lo harías.
Página

Asintió, concordando.
—Aunque me imaginé que sería más familiar para ti que John.
—Supongo que tienes razón, incluso cuando no hay nada familiar en
el nombre Logan para mí, creo que preferiría que me llamaras de esa
forma.
—De acuerdo, Logan —sonreí—. ¿Tienes hambre? ¿Has
desayunado?
Su expresión traicionó su sospecha sobre mi preocupación e
inmediatamente me sentí culpable.
—Terminemos con sus preguntas de una vez, cada día ha sido un
desfile de doctores, abogados e investigadores viniendo aquí y ninguna de
ellos puede decirme que diablos está mal conmigo. Mientras más pronto
puedas salir de aquí y volver al mundo real, más probabilidades tendré de
recordar algo, ¿no?
De acuerdo, entonces. Eso es un no al desayuno.
—Puede que cierto estimulo ambiental pueda provocar una
respuesta… —Pero no le expliqué que estar bajo arresto por homicidio
significaba que él no podría dejar este hospital durante algún tiempo.
—¿Lo sabría si fuera gay? —preguntó de la nada.
—No estoy segura. Estudios han mostrado que las referencias
sexuales no cambian como resultado de pérdida de memoria. ¿Por qué?
¿Crees que eres gay?
—No. Es sólo que… Logan es un nombre de hombre, ¿cierto? ¿Por
qué me tatuaría un nombre de hombre en mi cuerpo?
Era algo que también me estaba preguntando.
—¿Crees que Logan tal vez es el nombre de un amante?
Se encogió de hombros.
—No sé qué pensar sobre nada —se recostó sobre su almohada y
cerró los ojos. Podía verlo luchando para mantener sus emociones bajo
control. No podía ni imaginarme lo que estaba sintiendo, despertar un día
en un hospital, que te digan que estás bajo arresto por homicidio sin
ningún recuerdo de tu vida justo hasta ese momento.
Noté los círculos negros debajo de sus ojos, la piel blanca de un
color lavanda. Desee que hubiera algo que pudiera decir, algo que pudiera
hacer para ayudarlo de verdad, pero a pesar de toda mi educación,
conferencias y libros de texto, estaba perdida. Podía mantenerme a mí
misma en una discusión sobre la amnesia, pero no tenía idea de cómo
17

consolar a alguien que la estaba experimentando. No era una psicóloga, no


había estudiado consejería, pero de repente me encontraba desando tener
Página

las palabras para calmarlo, para proveerle algo de esperanza, alguna


semejanza con la normalidad. Sin embargo, hacer cualquiera de las
preguntas que había escrito esta mañana, nada más lo insultarían.
—Escucha, te dejaré descansar un poco. ¿Estaría bien para ti si
volviera mañana?
Él asintió, y dejó que su cabeza cayera sobre la almohada.
La conversación entre nosotros había sido sencilla, él no se había
mostrado poco cooperativo en mi opinión. De hecho, su respuesta a esta
situación lucía bastante normal.
Me puse de pie para marcharme, guardando lo papeles dentro de mi
bolso.
—Adiós, Logan. Descansa.
Justo cuando abría la puerta para irme, lo escuché.
—¿Cuál es tu nombre?
—Ashlyn —contesté.
—Logan y Ashlyn —murmuró antes de dejar que sus ojos se
cerraran.
Había algo en su naturaleza tranquila, en su intensa mirada, que se
quedó conmigo todo el camino a casa. La forma en que pronunció
suavemente mi nombre junto al suyo me tocó el corazón. Como si fueran
algo concreto que pudiera catalogar y contar.

18
Página
2 Traducido por perpi27
Corregido por Mel Cipriano

A
l día siguiente volví al hospital llevando una bolsa de lona
llena de cosas para mi sesión con Logan. Un reproductor de
CD y una selección de música para ver si algo despertaba un
recuerdo de él, junto con una colección de literatura clásica,
los libros que más a menudo se asignan en la escuela secundaria.
El caso de Logan no era el tipo de amnesia que resultaba de un
trastorno neurológico o de una lesión en la cabeza. El suyo era un caso de
amnesia disociativa, esencialmente una enfermedad mental que implica la
ruptura de la memoria y la identidad, lo que hace que sea aún más
fascinante. Sabía que la amnesia disociativa era provocada por un evento
traumático y ocurría cuando una persona bloquea cierta información. Las
opciones de tratamiento eran muy limitadas. Por lo general, se centra en
aliviar los síntomas y controlar los problemas de comportamiento
provocados por el estrés y el trauma. Ahora, los nuevos estudios estaban
explorando la manera de ayudar al paciente a empezar a procesar y hacer
frente a los recuerdos dolorosos.
Ya que nadie se había presentado a reclamar a Logan, incluso
después de que los medios de prensa tuvieran un día de campo cubriendo
su historia, sabía que la terapia familiar estaba fuera. Decidí centrarme en
el arte y la terapia de la música, con la esperanza de evitar entrar en el
camino de la medicación para la ansiedad y la depresión que el Dr.
Andrews parecía aprobar. Quería ver hasta dónde podía llegar con Logan
por mi cuenta. No creía que fuera útil adormecer el cerebro con anti-
depresivos.
La Amnesia disociativa es con mucho lo más interesante de estudiar
porque los recuerdos aún existen en la mente, pero están enterrados tan
profundamente que nunca pueden recuperarse. A veces los recuerdos
reaparecen por su propia cuenta o pueden ser activados por estímulos del
19
entorno de la persona.
El guardia ubicado en la puerta de su habitación del hospital
Página

comprobó mi identidad y asintió con la cabeza para que entrara. Abrí la


puerta sólo para encontrar una habitación vacía. Dejé caer la bolsa en el
suelo para detener la protesta de dolor de mi hombro, y estaba lista para
caminar hacia el mostrador de la recepción a averiguar a dónde lo habían
llevado, cuando una puerta en un rincón de su habitación se abrió y Logan
salió cubierto sólo con una toalla.
Su mirada se desvió a la mía y sonrió. Estaba demasiado aturdida
incluso para devolverle la sonrisa, con la mandíbula colgando en el suelo y
todo. Su cuerpo era una maldita obra maestra que podría fácilmente
convertir a cualquier chica en una babeante adicta al sexo. Se veía
brillante con las gotas de agua, y con esa pequeña toalla blanca colgando
bajo en sus caderas, yo ya no estaba pensando en él como un sujeto de
examen. Me imagine lo que sería tener las manos ásperas de Logan en mi
cuerpo, sentir el calor de su piel, respirar su olor y sentir la barba de su
mentón contra mi mejilla.
—¿Ashlyn?
Me di cuenta de que sólo había estado de pie aquí, visualmente
abusando sexualmente de él, Dios sabe por cuánto tiempo y estaba a
punto de balbucear una disculpa, cuando se volteó hacia un lado y vi otro
tatuaje.
Había algo familiar en la frase garabateada a lo largo de su caja
torácica. Sin pensarlo, me dirigí hacia adelante y agarre sus caderas,
girándolo para tener una mejor visión.
No podía ser.
Se rió de mí, susurrando en voz baja—: ¿Ves algo que te guste?
—Este tatuaje. ¿Sabes lo que significa?
Bajó la mirada hacia el texto en cursiva y negó con la cabeza. —No
he tenido acceso para buscarlo todavía. Además, ni siquiera estoy seguro
de qué lengua es.
—Es latín.
—¿Lo conoces?
Desabroché mis vaqueros y baje la cremallera.
—Vaya, Ashlyn. —Tomó mis muñecas, deteniéndome, pero podía ver
el calor construyéndose detrás de su mirada, algo que no ayudó a apagar
la excitación nerviosa que sentía. Él encendía algo en mí.
Me bajé mis jeans, lo suficiente para poder mostrar mi tatuaje.
Autviaminveniamautfaciam tibi, escrito en latín sobre mi cadera izquierda.
La fuente del mío era más pequeña, pero nuestros tatuajes eran los
20

mismos, con la secuencia de cursivas elegantemente en tinta negra.


Soltó mis muñecas, se dejó caer de rodillas, y con delicadeza pasó
Página

un dedo por las letras, que coincidían con el suyo. Metió sus dedos justo
dentro de la cinta de mis bragas de algodón blanco, moviéndose a un lado
para leer la frase de forma ininterrumpida. Mi estómago saltó con su
toque.
—¿Qué quiere decir? —Su voz era ronca y gruesa.
Me di cuenta de que había estado conteniendo el aliento y solté una
bocanada de aire antes de contestar.
—Encontraré un camino o haré uno3.
La frase había estado grabada en mi mente mucho antes de que
fuera escrita permanentemente en mi cuerpo. Me recordaba que debía
desafiarme a mí misma, que nunca me conformara y no aceptara mi
educación de mierda, que me convirtiera en lo que yo quería ser. Era un
dicho que hablaba de aquellos que habían luchado en la vida y querían
algo mejor, y estaban dispuestos a luchar por ella.
Me pregunté qué habría poseído a Logan para marcarla en su piel.
Por la expresión de su rostro, estaba claramente preguntándose lo mismo
acerca de mí.
Se puso de pie, y después de correr sus dedos una última vez a
través de las palabras, subió la cremallera y abrochó mis vaqueros. Me
quedé completamente a su merced y estaba absolutamente fascinada por
él. ¿Cuáles eran las posibilidades de que tuviéramos exactamente la
misma frase en latín en nuestros cuerpos? La similitud era inquietante,
pero también interesante.
Había un montón de cosas sobre él que empezaban a intrigarme. La
forma en que sus ojos verdes me seguían, su aroma masculino, y
probablemente no ayudaba a mi libido el hecho de que las dos veces que lo
había visto, había estado sin camisa. No había manera de no darse cuenta
de lo atractivo que era. Mi sequía sexual de dos años también podría haber
contribuido, pero la respuesta de mi cuerpo podría describirse como
primitiva... necesitada.
Parecía tan intrigado por mí. Todavía no había dado un paso lejos, y
seguía agarrando mis caderas. Bajé la vista hacia sus manos, que
rápidamente cayeron. Di un paso atrás tratando de aliviar la tensión
sexual que crepitaba en el aire entre nosotros.
Se aclaró la garganta, murmurando algo acerca de vestirse, y
desapareció en el cuarto de baño nuevo.
Cuando cerró la puerta me di cuenta de que nuestro encuentro me
había dejado aturdida y mareada. Cuando se había inclinado cerca de mí,
21
el calor de su piel y el aroma de jabón me habían empujado hacia
adelante, y no pude dejar de notar la forma en que su escultural abdomen
y caderas mantenían apenas la toalla en su lugar. Ahora no era el
Página

momento para fantasear. No era una adolescente hormonal, era una


3
Frase dicha por Anibal al decirle sus generales que era imposible cruzar los Alpes.
estudiante de doctorado, pero nunca me había sentido tan desarmada por
un hombre. La experiencia fue desconcertante. Prácticamente gemí cuando
sus dedos me tocaron. Y segura como la mierda que no debí desabrochar
mis pantalones. Esto era completamente diferente a mí, y no totalmente
profesional. Salí corriendo de la habitación mientras una repentina oleada
de pánico me golpeaba.
Tenía que encontrarme a mí misma. Me metí en el baño de mujeres
antes de que mis nervios me superaran. Miré mi pálida piel y mis amplios
ojos azules en el espejo. Parecía asustada. Me eché agua fría sobre las
mejillas, con la esperanza de añadir un poco de color a mi piel.
Tomé unas cuantas respiraciones profundas y el color de mis
mejillas poco a poco comenzó a regresar.
Tuve que tomar una decisión. Podría dejar atrás mi obvio error de
juicio por permitirme sentirme atraída por él, o podría retirarme de la
asignación y dejar que Clancy supiera que no estaba hecha para esto.
Entonces, ¿qué iba a hacer? ¿Mudarme de Detroit? ¿Encontrar un empleo
en la ciudad? ¿Trabajar en una oficina de nueve a cinco cada día en un
trabajo aburrido que no me importara? No, había luchado muy duro por
eso. Me apasionada esta investigación. Renunciar ahora sería una
tontería. No era tan impulsiva. No pasaría nada.
Enderecé los hombros y respiré hondo. Sólo tenía que hacer mi
mejor esfuerzo para mantener las cosas profesionales en su presencia.
Más tarde, en casa, era una historia diferente. No podía considerarme
responsable de las fantasías inducidas por Logan que parecían perseguir
mis sueños.
Después de darme una charla muy necesaria, volví a la habitación
de Logan y me deslicé en la silla de plástico junto a su cama. Cuando por
fin levanté la mirada hacia él, supe de mi error al instante. No me había
permitido a mí misma sentirme atraída por él. No tenía nada que decir
sobre el asunto. Era simple química. Una atracción primaria que no podía
ser controlada, o apagada, simplemente porque yo lo quisiera.
Me tomé un momento para aclarar mi cabeza y centrarme en el
trabajo de hoy. Tenía que mantener la máxima profesionalidad. Tenía que
ajustar el tono y los parámetros de nuestra relación. Él se encontraba en
un estado emocional frágil, y la última cosa que necesitaba hacer era
fantasear con tener sexo con él. Pero Dios, sabía que sería bueno. Que él
sería bueno. Era totalmente follable y sacaba mi zorra interior de una
manera que ningún hombre había hecho antes. Recordé sus dedos sobre
22

mi piel, y mentalmente me regañé por no llevar ropa interior sexy. Hacía


mucho tiempo que no tenía un viaje a la tienda de lencería en el centro
Página

comercial.
Aparté de mi mente el último pensamiento persistente de sus dedos
rozando mi vientre, y puse la expresión más profesional que pude manejar.
Tras el descubrimiento fascinante de nuestros tatuajes a juego,
pasamos la tarde escuchando los distintos géneros de música que había
pedido de la biblioteca. Descubrimos que prefería la música rock y el blues
más clásico, o country. Había maldecido cuando le puse rap y cruzó la
habitación para apagarlo, lo cual fue divertido. Me hizo repetir una
canción de blues en particular tres o cuatro veces, diciendo que estaba
seguro de que había algo familiar en ella, pero al final no pudo recordar
nada específico.
A pesar de la falta de avances en la producción de algún recuerdo, la
tarde no se había sentido como un fracaso. Había sido en realidad
divertida de algún modo. Logan se había acostado en la cama, con los ojos
cerrados, absorto en la concentración, mientras yo ponía música,
cambiaba las canciones, o repetía sus preferencias.
Me pidió que le dejara los libros para leer, de esa manera se
aseguraba de que volvería a verlo, dijo, por lo menos para recoger los
libros. Si supiera que ya estaba anticipando mi próxima visita.
La sonrisa en mi rostro no se había desvanecido cuando me
encontré con el Dr. Andrews en el pasillo.
—¿Has estado aquí toda la tarde? —Frunció el ceño, mirando su
reloj.
Era increíble que hubieran pasado varias horas sin que lo notara. —
Um, sí. Tenemos mucho por hacer.
—¿Acaso recuerda algo sobre el asesinato?
Bueno, estalló mi burbuja. Mi estómago cayó. —No. No estoy
trabajando con él en recordar eso.
Se burló de mi confesión directa.
—Dr. Andrews, usted fue el que le diagnosticó amnesia post-
traumática o disociativa. Usted y yo sabemos que él se ha distanciado de
importante información personal acerca de sí mismo y de su vida. Su
memoria probablemente pueda restaurarse con el tiempo, pero los
acontecimientos que condujeron al trauma probablemente serán los
últimos en ser recordado. O nunca lo recordará en absoluto.
El Dr. Andrews arrastró los pies, todavía con el ceño fruncido.
—Además, para eso esta el psicólogo asignado por la policía.
—Escucha, Ashlyn, sólo estoy tratando de cuidarte de él. Es
23
peligroso. No has leído su expediente policial.
Mi vientre bailó con nervios, quería y no quería saber lo que
Página

contenían esos registros policiales.


—Lo encontraron en un almacén abandonado, cubierto de sangre,
con un martillo y el cadáver de otro hombre yaciendo a su lado. Había
golpeado el infierno fuera de él. Cosas horribles.
Mi piel fue recorrida por escalofríos. No podía imaginar a Logan
siendo peligroso.
—Él es un hombre joven que no sabe ni su nombre, y aunque le
agradezco su preocupación, sé lo que estoy haciendo. —Me di la vuelta y
me dirigí hacia el ascensor, fingiendo una confianza que no sentía.
Pulsé varias veces el botón de bajada, por si acaso, y cuando me di
la vuelta, el Dr. Andrews se había ido.
Esa noche me acosté en la cama, contemplando la escritura cursiva
garabateada en mi cadera, a la tenue luz de la luna que se filtraba por las
persianas. Me pasé los dedos ligeramente a lo largo de mi piel, tal y como
lo había hecho Logan. Un dolor bajo y palpitante se había construido
entre mis piernas, necesitando mucho más. Dejé que mis dedos danzaran
justo por debajo de la cinta de mis bragas y me imaginé que la palma de
Logan era colocada sobre mi estómago. Cerré los ojos y me permití
fantasear con qué tipo de amante sería. A través de nuestras visitas, tuve
la oportunidad de leer sus emociones casi mejor que las mías. Se sentía
completamente solo y anhelaba comodidad y cercanía. Sentimientos que ni
siquiera podía dejarme explorar con él.
Mis dedos se sumergieron más abajo, encontrándome ya mojada.
Acaricié suavemente la yema hinchada, mientras me imaginaba lo que
haría Logan, y un gemido de placer se disparó a través de mí. Nunca me
tocaba así, prefiriendo en su lugar la eficiencia de mi vibrador, que hacia el
trabajo rápidamente. Pero esa noche soñé despierta con Logan, quería
prolongarlo, para que las sensaciones duraran. Para tener su rostro en mi
mente y su nombre en mis labios cuando acabara.

24
Página
3 Traducido por Mel Cipriano
Corregido por Innogen D.

L
a cantidad de tiempo que pasas en el hospital, Ash, no es
saludable —dijo Liz, dando un paso adelante—. No es normal.
—Abrí la boca para responder y ella levantó una mano,
deteniéndome—. Y no me digas que es por tu tesis. Hablé con
Clancy y me dijo que tienes un montón de material extra, y que tu
esquema de tesis está casi hecho.
Cerré mi boca, no podía utilizar la defensa que había estado a punto
de emplear. Tenía un borrador del esquema de mi tesis completo. La
situación de Logan era sólo una pequeña parte de ella, un punto de
referencia real para todos los demás datos. No se habría sentido correcto
hacer de su caso el centro, dramatizando su dolor de esa manera.
Seguí a Liz hacia el mostrador, necesitando aún mucha más cafeína
para considerar hablar con ella acerca de mi relación con Logan.
—Dime qué está pasando, Ash. No es propio de ti estar tan
obsesionada con un tema de prueba.
Tragué saliva. Tenía que sincerarme sobre Logan. Él no era sólo un
sujeto de prueba. No lo había sido desde el principio, y ahora, después de
pasar varias semanas con él, hablando sobre música y literatura,
probando todo tipo de alimentos, sabía que nos habíamos vuelto cercanos.
Tan cercanos como la relación médico-paciente debía ser, aunque yo no
era médico todavía.
Contuve una sonrisa al pensar en Logan, luchando por mantener mi
cara de póquer frente a Liz. Ella saltaría sobre mí a la primera señal de
que algo estaba mal.
A pesar de que mis visitas no habían ayudado a Logan a recordar
nada, él había dicho que pasar tiempo juntos le trajo una especie de paz.
25
Le proporcioné un breve escape de su dolor y un descanso de los
investigadores que todavía lo interrogaban, pero que estaban topándose
con obstáculos al tratar de reconstruir su caso.
Página

Me acerqué al mostrador para hacer mi pedido.


—Un café pequeño con leche descremada.
Liz le gritó su orden al cajero y entregó su tarjeta.
—Sé que he estado alentándote para que eches un polvo, pero no
quise decir con él. No me importa lo guapo que sea. Es un paciente con
trastorno mental, por el amor de Dios. —El cajero de rastas levantó las
cejas, mirando entre Liz y yo. Genial. Tiré mi dinero suelto en el tarro de
propinas y me dirigí al final dela barra para esperar mi bebida, apretando
los puños a los costados.
Nos sentamos en los cómodos sillones de la parte de atrás, bebiendo
café. La mirada conocedora de Liz nunca dejó la mía.
—Dime lo que está pasando. Desde que lo conociste te has
convertido aún más que antes en un ermitaño.
Agaché la cabeza, tomando un sorbo de mi café con leche. Maldita
sea, demasiado caliente. Sabía que ella tenía razón, pero no podía explicar
la atracción que Logan tenía sobre mí. Tal vez no era saludable pasar
tanto tiempo en el hospital. Casi me reí con la evidencia de esa
declaración. Pero Logan no estaba loco. Sabía eso a ciencia cierta. También
sabía con absoluta certeza que yo sería la que iba a volverme loca si
nuestra química sexual se volvía más caliente.
Cada día entraba en su habitación, él me levantaba entre sus brazos
y me abrazaba fuertemente antes de dejar mis pies en el suelo. No podía
evitar pensar que él ansiaba afecto físico después de una semana solo.
El Dr. Andrews nos había visto abrazarnos una vez y al instante me
había sentido avergonzada por permitirme conectar tanto con un paciente.
Por supuesto, eso no me había impedido visitar a Logan cada día. Sólo
intentaba evitar arduamente al Dr. Andrews.
Durante el café, Liz trató de convencerme de que tenía que tomarme
un descanso de mi trabajo con Logan, que me estaba obsesionando.
Cuando ella me dejó en casa, después del café, y vio el vergonzoso estado
de mi apartamento, me puse a pensar que tal vez tenía razón. Pilas de
libros de texto y una pequeña montaña de notas se habían derramado de
mi estantería repleta, justo detrás de la puerta de entrada, creando incluso
un obstáculo para pasar a través de ella. No había pensado en nada al
pasar por encima de la pila durante los últimos días, pero ver a Liz
navegar torpemente a través de ella, me avergonzó. La guie hacia el
interior del apartamento, donde al menos el sofá estaba libre del desorden.
Tiró su bolso allí.
26
—En serio, chica, necesitas enrollarte. —Agitó sus brazos,
señalando el estado de mi apartamento.
A pesar de cualquier evidencia de lo contrario, mi vida estaba
Página

ordenada y lógica. Mis pilas de libros y papeles eran concretas, cosas que
podía captar. Mi cocina tenía sólo lo esencial: café, siempre sobre el
mostrador, y armarios llenos de tazas de fideos instantáneos. No tenía
tiempo para limpiar, para los chicos y sus sin sentidos, y ciertamente no
para el que estaba estudiando, que tenía el carrito de equipaje de una
celebridad.
Pero tal vez mi vida necesitaba la emoción que Logan podía
proporcionarle. Las cosas se habían vuelto malditamente predecibles:
clases, profesores aburridos, un cajón lleno de vibradores y novelas
románticas marcadas en mis escenas favoritas.
Sin embargo, contra todo sentido común, no era capaz de mantener
a Logan fuera de mi mente. Con la causa penal contra él debilitándose con
cada día que pasaba, y la probabilidad de que pronto lo haría recordar su
vida anterior, sabía que iba a seguir adelante y que tenía que dejarlo ir.
Diablos, se me había ocurrido más de una vez que con lo bien parecido y
encantador que era, probablemente tenía una novia esperando por él,
preguntándose qué le había sucedido. Aunque en mi opinión, cualquier
novia que no recorriese la ciudad, buscando en los hospitales y cárceles, e
incluso debajo de los puentes, no se merecía a alguien como Logan. Punto
final.
Aun así, es probable que no fuera saludable ignorar a mis amigos, y
mi pobre apartamento no había visto una aspiradora en las últimas
semanas. Esa realidad me golpeó en la cara cuando Liz frunció la nariz en
una expresión de asco, haciendo su camino a través de mi desordenado
apartamento.
—Está bien, está decidido. Vamos a salir esta noche. Cócteles,
hombres dulces, vamos a hacerlo. Debido a que esto... —Hizo un gesto a
los restos del naufragio que era mi casa—. Es preocupante. Es necesario
dejar atrás a Logan, sé que piensas que sientes algo por él, pero es sólo por
la forma apasionada en que te refieres a su trabajo.
Yo le había dicho a Logan que volvería a verlo esta tarde después de
mi cita para tomar café con Liz. No había perdido un día desde que nos
conocimos. A pesar de que no me gustaba la idea de dejarlo plantado,
sabía que no habría forma de disuadirla. Además, una noche fuera no me
iba a matar. Podría llamar al hospital y pedir que le pasasen un mensaje a
Logan diciéndole que no iba a ser capaz de ir hoy. Así, al menos, no estaría
esperando por mí.
—Está bien. Voy a ir.
Ella sonrió.
27
—Ve a la ducha. Yo voy a hacer mi mejor esfuerzo para limpiar este
desastre en caso de que tengas suerte y traigas a un chico a casa esta
Página

noche.
—No voy a...
Me hizo callar con una palmada en el trasero.
—Oh, sí que lo harás. Ahora vete.
Me di una ducha breve y me depilé rápidamente, sin saber lo que Liz
podría estar haciendo en mi apartamento. A pesar de estar lleno de libros y
papeles en cada superficie plana disponible, sabía dónde estaba todo. No
necesitaba su intromisión en mi sistema. Cuando salí de la ducha, rosada
y limpia, encontré a Liz sentada en el sofá, enviando mensajes de texto.
El apartamento se veía igual que antes de mi ducha.
—¿Te diste por vencida?
Levantó la vista de su teléfono.
—Oh, sí —agitó una mano distraídamente—. No hay esperanza para
este lugar. Sólo lleva algo de ropa interior jodidamente sexy, y con suerte,
el afortunado no se dará cuenta, ni le importará, que vivas como un
animal.
Envié un rápido correo electrónico a la recepcionista del hospital,
encargada del piso de Logan y me vestí con pantalones vaqueros y una
remera sin mangas. Liz me ayudó a secarme el pelo, alisarlo, y también me
maquilló, para luego salir cojeando con mis raramente usados tacones,
hacia su apartamento para tomar algunas bebidas previas.
Alrededor de las diez y media finalmente entramos en un salón
elegante, un lugar popular fuera del campus en el que yo no había estado
todavía. Liz besó al guarda en ambas mejillas y le dio un manotazo en la
espalda, lo que me llevó a creer que había estado allí más a menudo de lo
que yo había pensado.
Bebimos cosmopolitas en copas elegantes de martini, y la
combinación de vodka y licor fue directo a mi cabeza. En poco tiempo, Liz
y yo estábamos girando en la pista de baile al ritmo de la música tecno,
retorciéndonos juntas para el deleite de un grupo de chicos que nos
observaba desde el otro lado de la habitación.
Cuando ya no podía permanecer firme en mis tacones sin derramar
mi bebida desde el borde de la copa de martini, me dirigí hacia el lado de
la pista y me deslicé en una cabina. Puse los talones por debajo de la mesa
y estiré mis doloridos pies. Vi a Liz seguir agitando su botín y desplomarse
en el regazo de un chico de fraternidad demasiado ansioso.
Pedí agua y apoyé la barbilla en las manos, mirando a Liz divertirse.
A veces me sentía celosa de su habilidad para abrazar el momento y vivir
28

la vida al máximo. No le importaba nada en el mundo. Además del trabajo,


la escuela, el estudio y la lectura, no había mucho más para míen la vida.
Página

Hasta que Logan llegó.


Uno de los amigos del chico de fraternidad se deslizó en la cabina de
al lado, enseñándome una sonrisa borracha.
—Hola —dijo por encima del estruendo de la música.
—Hola —respondí. No estaba interesada, pero me las ingenié para
participar en una conversación, sobre todo para complacer a Liz, quien me
alentaba con miradas desde la pista de baile de vez en cuando.
Alrededor de la una y diez, yo estaba agotada, borracha y lista para
irme a la cama. Sola.
Le dije adiós a Liz, que estaba prácticamente pegada a la cara del
chico número uno. Ella agitó la mano y me hizo prometer que la llamaría
por la mañana. Como si fuera a recordar la conversación, le prometí
llamarla a primera hora.
Me encontré en la calle y comencé a caminar hacia mi apartamento,
segura de que podría llamar a un taxi en el camino si no tenía ganas de
caminar las ocho manzanas. Y en estos zapatos, era posible que sucediera.
Por lo menos, me sentía segura allí. Las calles estaban iluminadas
con farolas cada cuatro metros, y las aceras estaban bastante pobladas
con estudiantes universitarios en busca de un buen rato. Por no hablar de
que un oficial de policía o dos podrían ser vistos con bastante facilidad si
estabas atento.
Pasé por un restaurante tailandés, mirando el cartel con un elefante
dorado por encima de mí. Me pregunté si a Logan le gustaría la comida
tailandesa, o si degustarla despertaría algún recuerdo para él. Una sonrisa
tiró de mis labios ante la idea de traerlo aquí, y mirarlo lamer salsa de
maní picante de sus labios. Me sentía más ligera en su presencia,
increíblemente viva y alegre, algo que era raro en mí, ya que la mayoría de
mis días los pasaba preocupándome por mis préstamos estudiantiles, el
sinfín trabajos de investigación que necesitaban ser escritos, e incluso por
mi papá, que estaba solo en Michigan. Por lo menos esa noche el alcohol
me había dejado con un zumbido confuso y podía soñar despierta sobre
Logan de camino a casa.
Pasé por el pequeño parque en el que me sentaba a leer y estudiar a
menudo. Era poco más que un conjunto de árboles y algunos bancos de
parque, pero en el corazón del centro de la ciudad, no se puede ser
demasiado exigente con los espacios verdes.
El aire de la noche era frío, se sentía muy bien sobre mi piel
sobrecalentada, y la luna casi llena hacía de esa una noche hermosa.
Hubiera sido una noche muy agradable para caminar a casa, si no fuera
por estos zapatos devastadores. Me detuve, apoyándome contra un poste
29
de luz y me quité los tacones.
Un policía que empujaba a un hombre sin hogar que estaba en un
Página

banco del parque me llamó la atención. El hombre se sentó, y se frotó las


manos por la cara. Era el mismo gesto que utilizaba Logan cuando estaba
cansado o frustrado. Debía de ser una cosa común en los hombres. Pero
entonces, la luz de la luna atrapó su bíceps y vi un tatuaje... Logan.
No podría ser. Sin embargo, me encontré a mí misma corriendo
hacia ellos, con los tacones colgando de mi mano. El oficial de policía
había hecho ponerse de pie al hombre y lo estaba revisando. Como una
bofetada en la cara, me di cuenta de que sí se trataba de Logan. No
entendía cómo ni por qué había sido puesto en libertad, pero allí estaba,
en el parque de mi barrio, en medio de la noche.
—Logan —lo llamé.
Se dio la vuelta de repente, su mirada se encontró con la mía.
Parecía cansado, cansado y desconfiado. Mi corazón se hundió. No había
ni siquiera una pregunta, yo lo había decepcionado por no haber ido hoy.
¿Se había escapado para verme? ¿Por qué ese pensamiento me hacía
delirantemente feliz? Enfermo, Ashlyn, enfermo. Yo estaba obsesionada
con él y Liz tenía razón, esto no era saludable. Pero viendo a Logan aquí, y
los sentimientos que eso despertaba dentro de mí, no me importaba. Tenía
que verlo.
Corrí los últimos pasos y me detuve frente a él. Él no me saludó con
su abrazo habitual. En cambio, se quedó parado tranquilamente,
observándome. Una punzada de pesar se encendió dentro de mí. No
debería haberlo abandonado para pasar el rato con Liz esta noche. Sobre
todo cuando ella me estaba abandonando para estar con otro tipo en estos
momentos.
El oficial de policía se aclaró la garganta.
—¿Lo conoces?
—Sí, lo conozco —le dije, sin apartar los ojos de Logan. Su mirada se
suavizó sólo un poco.
—Sólo muévanse, amigos. No duerman en el parque.
—No hay problema, oficial —asentí, sin romper el contacto visual
con Logan.
Un momento después, el policía se dio la vuelta y se fue, dejándonos
solos en el parque oscuro y silencioso.
Verlo fuera del hospital me confundía más de lo que quería admitir,
como si él sólo existiera dentro de las paredes de esa pequeña habitación
de hospital.
30

—¿Qué estás haciendo aquí?


Logan se pasó una mano por la nuca, mirando hacia el suelo.
Página

—Retiraron los cargos contra mí hoy. Y entonces no viniste...


—Lo siento —lo interrumpí. Sabía, por las conversaciones que había
escuchado en los pasillos del hospital, que no había ningún caso en su
contra.
—Y puesto que legalmente no podían retenerme en el hospital por
más tiempo, me liberaron.
—Oh. —Oh era todo lo que se me podía ocurrir. Él había elegido ser
una persona sin hogar en vez de quedarse otra noche en el hospital. No
tenía ningún sentido—. Bueno, ¿tienes a dónde ir? —Tomé su brazo y él
dio un paso atrás, fuera de mi alcance.
—Voy a estar bien, Ashlyn. Ya tienes lo que querías para tu estudio.
He oído al Dr. Andrews decir algo acerca de que tu tesis está casi
terminada. Me imaginé que por eso no volviste hoy. Eres libre de seguir
adelante con tu vida. Olvídate de mí. Todo el mundo lo hace —añadió en
voz baja.
Me acerqué un paso, colocando mi mano sobre su mejilla.
—No, Logan. No es así. Mi trabajo ha estado terminado durante
varios días. No he podido ir esta noche, pero dejé un mensaje para ti con el
personal del hospital.
Él arqueó las cejas, como si estuviera decidiendo si debía creerme.
—Nunca tuve un mensaje.
—Lo siento, pero no te abandoné. Ven a mi apartamento esta noche.
Podemos resolver las cosas por la mañana.
Quitó mi mano de su mejilla, bajándola a mi costado.
—No quiero tu compasión, Ashlyn.
—Logan, los dos sabemos que hay algo entre nosotros. Esto no es
compasión. Por favor, ven conmigo. Necesitas un lugar en donde dormir
esta noche. Déjame estar allí para ti.
Esas últimas palabras parecieron suavizarlo, porque cerró los ojos
por un momento y luego asintió.
—Está bien. Si estás segura de que no es ningún problema.
Miré hacia el suelo, con un nudo en la garganta y en el estómago,
hecha un manojo de nervios.
—Te prometo que no es ningún problema.
31
Guie a Logan en silencio, las pocas cuadras que había hasta mi
edificio, mientras la tensión salía de él en oleadas. Odiaba que pensara que
lo había abandonado una vez que me habían dado lo que necesitaba para
Página

mi trabajo. ¿No podía ver que era mucho más que eso para mí?
Subimos al tercer piso, algo a lo que me había acostumbrado y que
ya no me dejaba sin aliento. Abrí la puerta, e hice una mueca cuando
recordé el estado de mi apartamento y la advertencia de Liz acerca de traer
a un hombre a casa esta noche. ¿Quién podría haber sabido que ella
estaría en lo correcto y que ese hombre sería Logan? Parecía imposible,
pero realmente estaba aquí, un paso dentro de mi atestado apartamento
de una habitación, y dándole, con su gran cuerpo, un aspecto aún más
pequeño de lo que era.
Encendí la luz del vestíbulo, iluminando el loco caos que era mi
apartamento.
—Hogar dulce hogar —murmuré, sacudiendo las llaves sobre la
mesa auxiliar.
—Guau. Puedo… ver eso.
—Y sin bromear sobre el mantenimiento de mí casa. A pesar del
desorden, sé dónde está todo.
Él se rio entre dientes.
—No traes personas a menudo, ¿verdad?
Negué con la cabeza.
—Sólo a mi amiga Liz. Tú eres el primero que he traído aquí.
—¿En serio? —pareció sorprendido, casi incrédulo.
—Sí. —Tiré mis tacones en una esquina, en la cima de una montaña
de zapatos, y le señalé el sofá—. Toma asiento. ¿Puedo ofrecerle algo? Yo
voy a tomar una botella de agua.
—Agua estaría bien, gracias.
Agarré las botellas de agua de la nevera y cuando regresé a la sala,
Logan se encontraba de pie frente a la única pintura que colgaba en la
pared de mi sala de estar, una imitación de "Noche estrellada" de Van
Gogh. Su dedo trazó ligeramente los remolinos azules del cielo, como si
recordara algún detalle. Dejó caer la mano y se dirigió al sofá, al final de la
habitación. Su presencia dominaba mi pequeño apartamento, sus
hermosos rasgos contrastaban con la mezquindad que nos rodeaba.
Nos sentamos en el sofá, bebiendo de nuestras botellas de agua. Mi
apartamento era exactamente del tipo de una estudiante con poco
presupuesto, amueblado de forma barata con cosas hechas a mano y
muebles artesanales. Pero me sentía cómoda aquí. Había dos grandes
32

estanterías en el salón, repletas de novelas clásicas y mis libros favoritos,


además de varias revistas médicas. Mi sillón era de color vino, lleno de
Página

cojines en tonos brillantes de lima y mandarina. La mesa de café era de


madera de un color claro, con suficientes muescas y abolladuras como
para invitarte a poner los pies sobre ella. Pero en este momento, ninguno
de los dos parecía demasiado cómodo. Ambos nos sentamos en el borde
del sofá, con varios metros de distancia.
Las cosas se sentían extrañas con él aquí, fuera de la habitación de
hospital en la que lo había visto todos los días. Era como si cada
movimiento suyo se magnificara, su olor invadía mi espacio, su antebrazo
estaba tenso, con los músculos y las venas apretadas, mientras sostenía la
botella de agua. Era difícil prestar atención a nada excepto a él.
Después de unos minutos de silencio incómodo, Logan se levantó.
—Ashlyn, creo que tengo que irme. Estar aquí contigo no es una
buena idea. Ni siquiera me conoces.
No señalé que probablemente lo conocía mejor que nadie.
—Logan, quiero que te quedes. Es tarde y los dos deberíamos
descansar un poco. Puedes dormir en el sofá esta noche, y vamos a
resolver todo por la mañana. Yo no te voy a dejar ir a ninguna parte.
Cooperaste conmigo para mi trabajo, y ahora quiero ayudarte. En nombre
de la investigación, por supuesto.
Él dejó escapar un profundo suspiro, sabiendo que yo estaba
ganando esta ronda.
—Entonces, en el nombre de investigación de la amnesia, ¿me estás
invitando a quedarme? —Su voz estaba teñida con un poco de humor, al
igual que la mía.
Asentí con la cabeza solemnemente.
—En nombre de la ciencia, sí, me gustaría que te quedes.
Esbozó una leve sonrisa.
—Entonces, ¿cómo puedo decir que no?
—No deberías querer hacerlo.
—No quiero.
Nuestra conversación tuvo demasiados significados retorcidos y
dobles negaciones. Sólo su presencia física hacía que me diera vueltas la
cabeza, y no podía estar segura de si estábamos hablando de la misma
cosa.
—Así que, ¿vas a quedarte?
—Sí.
33
Reclamé una pequeña victoria al ganar esta ronda.
—¿Cómo pudieron simplemente dejar que te fueras...? Sin un lugar
Página

a donde ir... dinero... Eso es una locura.


Se pasó las manos por el pelo.
—Sí, supongo que lo es. Sin embargo, legalmente no podían
retenerme más y yo sabía que quedarme en una sala de hospital no iba a
ayudarme a recordar nada. Prefiero estar en la ciudad, experimentando la
vida y ver si algo provoca un recuerdo. O tal vez, incluso alguien podría
reconocerme. Suponiendo que vivo aquí, en Chicago.
—Supongo que eso tiene sentido, pero quiero decir, ¿cuál es tu plan?
Dormir en un banco del parque esta noche... y luego... —Alcé las manos en
el aire.
—En realidad no. Antes de salir del hospital me dieron la dirección
de un albergue para alojarme esta noche y la de un trabajador social para
que lo visite por la mañana y hable sobre un programa de trabajo que
tienen para la rehabilitación de las personas. Es sólo que... no podía seguir
adelante con eso.
Esperé mientras reunía sus pensamientos, no le presioné. Antes de
que se diera cuenta, mi mano viajó hacia él y rocé el dorso de la suya.
Él me miró, sorprendido.
—Seguir adelante con eso era como admitir que no era nada, un
nadie sin nombre, sin rostro. Con nada en mi nombre y sin nadie a quien
le importe. Era demasiado.
—Ya veo. —Entendía exactamente lo que él estaba diciendo. Dormir
toda la noche en un refugio para desamparados sería una experiencia muy
humillante. Yo estaba agradecida, no por primera vez, de haberme topado
con él esta noche—. No estás solo.
Me apretó la mano. Bajó la mirada a nuestros dedos entrelazados,
formando un ceño en su rostro.
—Hay algo de lo que tenemos que hablar si voy a quedarme aquí
contigo.
Asentí obedientemente.
—Ven, siéntate. —Yo sólo quería evitar que huyera. No podía
soportar la culpa de pensar que iba a pasar la noche al aire libre en un
banco del parque.
Tomamos una silla cada uno y nos sentamos en la mesa del comedor
frente a frente. Me miró directamente a los ojos.
—Sé que mi atracción hacia ti probablemente ha sido evidente.
Una lenta sonrisa se apoderó de mis labios. Interesante...
34

—Sé que podrías meterte en problemas si alguien piensa que


estabas teniendo una relación inadecuada conmigo. Tengo que hacerte
Página

saber que no estoy listo para perseguir cualquier cosa... con nadie. Así
que, si me quedo aquí contigo, tendremos que convenir que es sólo por
amistad.
—Absolutamente, por supuesto.
Él asintió con la cabeza, solemnemente, y se aclaró la garganta,
tomándose su tiempo.
—Gracias. —Asintió, pero me di cuenta de que esta conversación
estaba lejos de haber terminado.
Cogí algunas mantas extra del armario, la almohada de repuesto de
mi cama, y las puse en el sofá para él. —Espero que estas estén bien.
—Sí, gracias.
Me quedé allí torpemente por un segundo, insegura de qué hacer
conmigo misma mientras él me miraba.
—Creo que voy a ir a cambiarme. Vuelvo enseguida.
Él asintió con la cabeza y me miró mientras me giraba para salir.
Tomé mi pijama y me dirigí al cuarto de baño. ¿Qué estaba haciendo?
Tuve conversaciones imposibles conmigo misma mientras me miraba
en el espejo. Tal vez era una locura tenerlo aquí en mi casa, pero no podía
ver la razón o la lógica en lo que a Logan se refería. Mi instinto me decía
que podía confiar. Me quité los jeans, la camiseta y el sujetador, y me puse
un par de pantalones cortos de algodón y una camiseta blanca limpia.
Levanté el cabello de mi cuello y lo recogí en un moño desordenado.
Había pensado en tener a Logan en mi cama durante semanas, y
ahora que estaba aquí, yo era un desorden nervioso. Sabía que nunca
tendría el valor para dar el primer paso, y él incluso parecía inseguro
acerca de estar aquí, así que de alguna manera dudaba que mi fantasía de
tenerlo en mi cama se hiciera realidad, especialmente después de su breve
discurso acerca de nosotros siendo sólo amigos. Eso me frustraba y
aliviaba al mismo tiempo. Yo no era de las que daban el primer paso, y mi
ego no podría soportar ser rechazada por él.
Además, estaba segura de que Logan tenía cosas más importantes
en su mente, como averiguar dónde iba a vivir, y no estaba hambriento de
sexo como yo.

35
Página
4 Traducido por Monikgv
Corregido por Innogen D.

T
omé una respiración profunda, abrí la puerta del baño, y me
dirigí hacia la sala de estar. Esperé verlo haciendo la cama en
el sofá, pero ya no estaba allí. Revisé la cocina y el comedor.
Ambos vacíos.
Su archivo estaba abierto y esparcido sobre la mesa del comedor.
Las fotos de la escena del crimen y un correo electrónico del Profesor
Clancy estaban en la cima de la pila. El correo era breve, pero contenía
una severa advertencia contra involucrarse con Logan, reiterando la
violencia en la escena del crimen. Maldita sea. No tenía la intención de que
Logan viera esto. Corrí hacia el pasillo.
Logan estaba retirándose por el pasillo, pero cuando dije su nombre,
él se detuvo y se volvió hacia mí.
—Por favor. —Fue la única palabra de súplica que pude verbalizar.
Quería decir tantas cosas, por favor quédate, por favor no me dejes, por
favor no seas el hombre que dicen que eres…
Él pareció entender en un nivel tácito y comenzó a caminar hacia mí.
Me encontré con él a mitad de camino, como atraída hacia delante por una
fuerza mayor.
—Esas cosas en mi archivo. —Suspiró y se frotó la cara con las
manos—. No soy seguro. Tú ni siquiera me conoces.
—Te conozco mejor que nadie. Confío en ti. —Sabía una cosa con
certeza; no quería que se fuera.
—Ashlyn… —Mi nombre en sus labios era el sonido más suave. Su
voz ronca y profunda era increíblemente sexy.
—¿Qué? —susurré, dando un paso más cerca.
—Sobre el asesinato… —Apretó los puños a los costados.
36

Mi estómago cayó. Oh, mierda. Tal vez esto fue una idea terrible.
Logan no parecía violento o peligroso en mi opinión, pero ¿qué tan bien lo
Página

conocía realmente? Ni siquiera él se conocía.


—Honestamente no creo que tenga en mí… hacer algo así. Tuvo que
ser en defensa propia, pero la verdad es que no lo sé con seguridad. Pero
quiero que sepas que puedes confiar en mí estando aquí contigo.
Le dijo el asesino a la chica débil y joven. Me tragué el nudo que
tenía en la garganta y le miré a los ojos. Eran sinceros y amables, y
estaban fijos en mí, buscando perdón. Confianza. Esa era la única cosa
que tenía para ofrecerle, después de que se había abierto a sí mismo para
ayudar en mi investigación.
—Lo sé.
Él se quedó callado por un momento mientras me estudiaba.
—Gracias.
—De nada —murmuré, bajando la vista hacia mis pies.
—Sé que no lo merecía, pero fueron tus visitas las que me ayudaron
a soportar las últimas semanas.
—A mí también —admití.
Él parecía sorprendido con mi admisión. Levantó mi barbilla con sus
dedos.
—¿Qué quieres?
—Quédate aquí conmigo.
—No debería estar solo contigo. Tal vez lo que dicen sobre mí es
verdad.
—No creo que seas peligroso. Confío en ti.
—Tal vez no deberías.
Fue como un balde de agua helada sobre mi libido.
—Yo era tu sujeto de prueba, alguien a quien estudiar y con quien
experimentar para ver cómo respondía. ¿Eso era todo lo que fui para ti?
—No, Logan. Nunca te vi así. Probablemente debí haberlo hecho.
Lamento que vieras el correo de Clancy, pero esa fue su advertencia
porque él y el Dr. Andrews sabían que me estaba uniendo a ti, y mi amiga
Liz me sacó esta noche para que conociera a un hombre porque ella dijo…
—Me detuve antes de decir algo vergonzoso—. Ella dijo que necesitaba,
um, tener algo.
—¿Tener algo? —Arqueó una ceja.
37

Mierda. Mis mejillas se encendieron de color carmesí. Suficiente para


no incriminarme con algo vergonzoso.
Página

Me apartó el pelo de la cara.


—Eres hermosa. Podrías tener a cualquier hombre que quisieras
rogándote de rodillas.
—Sí claro —dije pensativa.
Su mirada de preocupación se mantuvo.
—Entonces… ¿lo hiciste?, quiero decir, ¿tuviste algo?
Lo miré fijamente a los ojos, mi labio inferior haciendo pucheros
ligeramente.
—No. —Bueno, ese era el alcohol hablando. Normalmente nunca era
así de audaz. Pero él ya había admitido que se sentía atraído por mí.
Se inclinó, acercando sus labios a los míos.
—No deberíamos hacer esto —susurró contra mi boca.
—Lo sé —le susurré. Mi cabeza sabía que estaba cruzando una línea
profesional que no era apropiada, pero maldita sea si mi cuerpo no había
recibido el memorándum. Yo quería sus manos sobre cada centímetro de
mi cuerpo. Me incliné para estar más cerca, deseosa de sentirlo presionado
contra mí.
Sus ojos se mantuvieron en los míos, mientras llevaba su mano
hacia mi mandíbula.
Su pulgar se deslizó contra mi mejilla, rozando mi labio inferior.
Mis labios se separaron ligeramente, en una invitación abierta para
él.
—No deberíamos —susurró, pero sus ojos estaban llenos de cálida
pasión.
—Por favor. —Mis ojos se cerraron mientras él se inclinaba y le daba
un único beso a mis labios. Fue suave y cuidadoso, casi inocente, como un
beso entre amigos. Excepto que su boca continuó cerniéndose sobre la
mía.
Tracé con mi lengua su labio superior hasta que él abrió la boca.
Cuando su lengua tocó la mía, una ráfaga caliente de calor se disparó
justo entre mis piernas y dejé escapar un gemido irregular.
Logan se detuvo de pronto y se retiró.
—Sabes a licor. ¿Estás borracha? —Levantó mi barbilla, forzándome
a mirarlo a los ojos.
38
—No estoy borracha, sólo un poco mareada. —Me incliné hacia él,
queriendo sentir su boca contra la mía de nuevo, pero él dudó si besarme
de nuevo.
Página

—Quiero esto, Ashlyn, créeme, he pensado en esto desde que te vi


por primera vez, pero no así. No cuando estás borracha. No cuando no
eres capaz de pensar claramente sobre lo que quieres. Te arrepentirás de
esto.
—No lo haré…
—Silencio. —Me hizo callar poniendo un dedo sobre mis labios—. No
me tientes. Mi fuerza de voluntad no puede soportar mucho más.
—Entonces cede. —Le sonreí tímidamente.
Respiró profundamente y dejó escapar un suspiro.
—Mujer, supones problemas.
Deslicé mis manos por su pecho, amando la sensación de los
músculos firmes de su pecho bajo su camiseta. Mis manos encontraron su
camino por entre el cabello de su nuca y usé esto como palanca para
atraer su boca a la mía de nuevo. El beso comenzó suave y vacilante, sólo
labios húmedos explorando al otro, pero pronto se volvió salvaje y caliente,
nuestras lenguas coqueteando y saboreando mientras nos acomodábamos.
Él podía no recordar nada de su pasado; pero yo sabía una cosa con
certeza, Era malditamente buen besando.
Se apartó ligeramente, respirando con fuerza contra mi boca.
—Dime que pare. —Yo no podía. Mi voz no saldría. Simplemente
continué besándolo, deseando que esto no tuviera que acabar nunca.
—Ashlyn, hazme parar.
—No. —Respiré en su cuello, aferrándome a la vida en ello. Él gruñó
cerca de mi oreja mientras yo movía mis manos hacia su trasero, tirando
de él con firmeza contra mí. Sentí su gruesa erección presionada contra mi
vientre—. No pares —gemí.
Se apartó de mí repentinamente. Mis labios estaban hinchados y
húmedos por su asalto de besos.
—Confío en ti.
—Si supieras en lo que pienso… no confiarías en mí.
Mi corazón latía con fuerza.
—¿En qué piensas?
—Todas las cosas que quiero hacerte, pero no puedo. —Pasó su
pulgar por mi labio inferior.
Me mordí el labio y contuve el aliento.
39

—¿Cómo qué? —susurré.


Él se inclinó hacia mí. Pensé que podría besarme, pero volvió la
Página

cabeza, inclinándose cerca de mi oído.


—Estar dentro de ti —susurró contra mi cabello—. Hacer que te
vengas.
Mi sexo se apretó ante sonido de su sensual voz y un gemido
entrecortado se escapó de mis labios. Oh Dios, él era caliente.
—Pero no haré eso. No puedo. —Tragó bruscamente, su garganta
estrechándose con el esfuerzo.
Froté mis pechos contra él, esperando que cambiara de opinión. Mis
sensibles pezones se rozaban contra su firme pecho, lo que sólo conseguía
ponerme más caliente.
—Por favor… Logan… —Respiré, continué frotándome contra él
como un gato contra un poste para arañar.
—No aquí. —Tomó mi mano y me llevó dentro de mi apartamento,
pateando la puerta para cerrarla detrás de nosotros y presionando mi
espalda contra la pared. Me besó sin sentido mientras yo me retorcía
contra él. Agarró mi culo y presionó su erección contra mí. No estoy segura
de cuánto tiempo pasó, pero mis bragas estaban empapadas, y nunca
había estado tan excitada en toda mi vida.
Extendí la mano entre nosotros para alcanzar el botón de sus
vaqueros, pero su mano encontró la mía y me detuvo.
—Ashlyn, no. —Dejó escapar un gruñido frustrado y se esforzó para
mantener su respiración bajo control. Luego me dio un beso en la nariz—.
Has estado bebiendo. Por favor. Déjame llevarte a la cama.
—Dios, sí —gemí.
Él se rió entre dientes.
—Quiero decir que te arroparé para dormir.
Oh, diablos. Había intentado seducir al hombre al que realmente
deseaba sin éxito. Mi pecho de pronto se sintió apretado, y tragué con
fuerza, forzando a mis emociones a quedarse en un segundo plano. Asentí
para mostrar consentimiento y me desenredé de él. No iba a llorar, pero
maldita sea si no me sentía rechazada, traicionada.
Me dirigí hacia mi habitación, sin molestarme en encender la luz, ya
que la luz de la luna que se filtraba iluminaba lo suficiente para poder ver.
Me desplomé en mi cama, esperando que él sólo me dejara sola antes de
que rompiera en lágrimas, que de seguro estaban por salir. Así que, por
supuesto, él no lo hizo. Logan me siguió adentro, se arrodilló al lado de mi
40
cama y me ayudó a meterme bajo las sábanas.
Cerré los ojos y respiré profundamente, lo cual sonó más como un
Página

suspiro de decepción.
—Oye. —Apartó unos mechones sueltos de mi cabello de mi rostro—.
¿Qué pasa?
Me tragué el nudo gigante que se había alojado en mi garganta.
—Me siento como una idiota. Me lancé sobre ti, y… y… —Ni siquiera
podía pronunciar las palabras. Fracaso. Épico.
Él continuó apartando el cabello de mi frente, alisándolo.
—Lo siento.
—Sólo déjame. —Presioné mis muslos, juntándolos, y apreté los
puños.
Él me observó con una expresión de curiosidad.
—Oh diablos, no puedo dejarte así. Déjame cuidar de ti esta noche.
Mis ojos se abrieron de golpe y mis latidos tomaron un ritmo
incómodo. Quería decir que…
Él quitó las sábanas que estaban sobre mí y pasó sus manos sobre
mis piernas desnudas.
—Dime cómo hacer que te corras.
Miré sus oscuros ojos, pero mi voz se negaba a cooperar. Él no me
estaba rechazando, pero no pasó desapercibido para mí que él se negaba a
compartirse a sí mismo conmigo. Por el momento, yo era impotente para
detener esto. Necesitaba desesperadamente la liberación.
—¿Qué es lo que te gusta, hermosa?
Mi clítoris palpitaba con sus palabras. Oh, quería esto. No podía
parar ahora ni por todo el dinero del mundo. Él se inclinó y besó mi boca
con suaves mordiscos y tiernos besos castos.
—Tócame, por favor —le supliqué.
Él se apartó de mi boca y bajó mis pantalones cortos de algodón y mi
ropa interior con facilidad, quitándomelos por completo. Debí de haberme
sentido avergonzada, expuesta, pero no lo hice. Sufría por su toque. Él
colocó su palma sobre mi vientre, sus dedos rozando mi tatuaje en su
camino hacia el sur. Mi respiración se hizo pesada y no pude evitar
levantar mis caderas de la cama, deseosa de sentir sus manos contra mí.
Era como la fantasía que tuve sobre él, sólo que mejor de lo que esperé.
Sus ojos me devoraban y me encontré de repente agradecida de que
Liz me hubiera reprendido por mis hábitos de cuidado personal hace unos
meses, y ahora tuviera con el hábito de afeitarme completamente. Él se
inclinó para acercarse más y depositó un beso sobre mi cadera tatuada, y
41
no pude evitar dejar escapar un gemido. Sus besos continuaron a lo largo
de mi vientre y en la parte superior de mi monte de Venus. El calor y el
Página

deseo inundaban sus ojos cuando él se apartó para mirarme.


Levantó mis caderas para subirse a la cama y posicionarse cerca de
mí. Me dio un beso en el vientre y soltó un suave gemido.
Se sentó de nuevo para admirarme, y pasó sus dedos sobre mi
vagina bien afeitada. Usó sus pulgares para abrir mis labios internos,
frotando suavemente con sus dedos sobre la humedad.
—Tan bella —susurró.
No podía dejar de gemir. Mi clítoris estaba hinchado y demasiado
sensible.
—Por favor —le supliqué.
—Voy a hacerlo mejor.
Usó su pulgar para trazar un patrón lento y circular sobre mi clítoris
y se inclinó para besarme. Arrasé su boca con mi lengua, agradeciendo sus
hábiles dedos. Mi respiración se aceleró y mis gemidos eran más
pronunciados contra su ataque de besos. Llevó su otra mano a mi
mandíbula e inclinó mi cabeza hacia un lado, chupando y mordiendo a lo
largo de mi cuello mientras sus dedos continuaban su fascinante danza.
Presioné mi cabeza contra la almohada y levanté mis caderas para
retorcerme contra su talentosa mano. Yo estaba tan cerca. Abrí los ojos
para mirarlo y sus ojos estaban fijos en los míos.
Se llevó el dedo medio a la boca y lo humedeció con un movimiento
de succión. Luego extendió su largo dedo gentilmente en mi interior sin
dejar de trabajar en mí con su otra mano. Las sensaciones duales fueron
demasiado. Levanté mis caderas de la cama, igualando su ritmo para
moverme contra él. Mis gemidos se hicieron más fuertes y menos
controlados.
—Logan —grité.
—Shh. Te tengo, nena. —Continuó deslizando su dedo dentro y
fuera, su ritmo acelerándose ligeramente mientras yo me acercaba. Besó
mis labios y respiró contra mi boca mientras me venía. Grité su nombre
una y otra vez hasta que lo último de mi orgasmo se sacudió a través de
mí.
Unos momentos más tarde abrí los ojos para verlo aun mirándome.
Mis mejillas estaban sonrojadas y mi respiración aún entrecortada, pero
no me importó cómo lucía entonces, sólo quería tocarlo, hacerle sentir de
la misma manera, verlo correrse.
Me senté y extendí la mano para alcanzar la cintura de sus
vaqueros, trabajando para desabrocharlos.
42
—No. Sólo duerme ahora, cariño. —Empujó suavemente mis
hombros contra la cama y luego ajustó su erección.
Página

Gemí en señal de protesta, pero él me besó de nuevo, silenciando mi


súplica.
Mis ojos se cerraron y saboreé su beso.
—Sólo descansa.
Yo quería discutir, pero de pronto la cama se sentía demasiado bien
y el sueño estaba demasiado cerca. Los efectos combinados del alcohol y
mi orgasmo me habían dejado agotada.

43
Página
5 Traducido por Marie.Ang
Corregido por Vericity

D
esperté sobresaltada ante el ruido descomunal. Mi primer
pensamiento fue que el infierno estaba tocando a mi puerta
a esta hora; hasta que recordé que Logan estaba durmiendo
en la otra habitación.
Me levanté de la cama y caminé a través del piso de madera,
crujiendo, hacia el pasillo. Pude ver a Logan arrugado en el piso de la sala,
golpeando los puños contra el suelo.
Me hundí en el suelo junto a él y pasé mis manos arriba y abajo por
su espalda. —Está bien. Estoy aquí.
Respondió a mi presencia sujetando mi mano. Sus nudillos estaban
rojos e hinchados donde había golpeado el piso. Levantó la vista hacía mí
con una expresión de dolor, y se me apretó el corazón en el pecho.
—No quiero estar solo —murmuró, llevando mi mano a sus labios—.
Ven aquí.
Me acurruqué sobre mi costado, pegándome a su cuerpo. Se
acurrucó conmigo como si su vida dependiera de ello, aferrándose a mí
para estar a salvo. Frotó su mejilla contra la parte superior de mi cabeza,
alisando mi cabello antes de establecerse y encontrar un sitio cómodo.
Pronto su respiración se volvió profunda y estable, y supe que se había
quedado dormido. Estaba feliz de que mi presencia pareciera consolarlo.
Saqué de un tirón una manta del sofá para cubrirnos a ambos y
cerré los ojos, concentrándome en su profunda y constante respiración.
Al amanecer, la luz nos despertó, eso o los dolores por dormir en el
piso de madera. Me di la vuelta y froté mi cadera adolorida.
—No tenías que quedarte conmigo anoche. —La voz de Logan estaba
cargada de sueño, e incluso más profunda de lo normal. Me gustó. Me
44
gustaba que pudiera permitirse bajar la guardia conmigo.
—Quería. —Sentía una especie de responsabilidad hacia Logan.
Página

Quería ser la única que estuviera allí para él y para ayudarlo a pasar a
través de todo esto.
Sin otra palabra, me levantó del piso y me llevó a mi cama,
dejándome cuidadosamente en el centro. Me ofreció una pequeña sonrisa
somnolienta mientras aún estaba a los pies de la cama.
—Quédate. —Extendí una mano hacia él. Miró mi mano, y luego a
mí con curiosidad. Un momento más tarde, aceptó mi invitación. Había
estado allí para él anoche, y ahora él estaba eligiendo acercarse a mí,
darme el consuelo que asociaba con estar cerca de él. Se acostó a mi lado
y me acercó más, sosteniéndome contra su pecho.
Más tarde esa mañana desperté por segunda vez y me arrastré fuera
de la cama, sin querer despertar a Logan. Quedó tendido sobre mi cama,
todavía vistiendo sus vaqueros. Lo admiré por un segundo,
silenciosamente leyendo las palabras tatuadas en su costado.
Autviaminveniamautfaciam tibi4. Salí de puntillas de la habitación y me
senté en la mesa abarrotada del comedor, localizando mi portátil debajo de
una pila de papeles.
Revisé mi correo electrónico, descubriendo que tenía dos correos del
Profesor Clancy. El primero fue enviado ayer en la tarde, informándome de
que todos los cargos contra Logan habían caído por falta de evidencia, y la
posibilidad de que el asesinato fuera cometido en defensa propia, y que
Logan se había marchado en contra de las órdenes del doctor anoche. Su
última línea era una advertencia sobre que él y el Dr. Andrews estaban
preocupados de que Logan pudiera venir a buscarme, ya que parecía estar
obsesionado conmigo. Un escalofrío recorrió mi columna.
El segundo correo de Clancy era una detallada explicación de mi
tesis, la cual aparentemente necesitaba un montón más de trabajo. Puaj.
La función de control de cambios estaba en plena vigencia, toques de rojo
cubriendo cerca de cada centímetro de la página. Esto iba a requerir un
montón de café.
—Eso huele bien. —Logan se aventuró en la cocina detrás de mí,
pasándose una mano por su cabello en un intento de alisarlo. Se veía
adorable a primera hora de la mañana, con ojos somnolientos y todavía
increíblemente sexy. Desafortunadamente, se puso su camiseta
pasándosela por la cabeza, bloqueando mi vista de sus deliciosos
abdominales.
Puse dos tazas en el mostrador y vertí café en cada una. —¿Cómo
tomas tu café?
Se encogió de hombros. —Ni idea. Sorpréndeme.
45
Página

4
Autviaminveniamautfaciam tibi: O encontrar una manera o hacerlo uno mismo.
Me reí y añadí un poco de leche caliente en cada una de las tazas,
agradecida de que el elefante en la habitación —Él escapándose de mí
anoche— pareciera desvanecerse en el fondo.
—¿Dormiste bien?
—Sí, ese banco del parque deja un listón muy alto. —Se rió entre
dientes—. Gracias por traerme aquí. Era más de lo que podía haber
esperado. Gracias. —Tomó un sorbo de café—. Esto está bueno.
Sonreí y tomé un sorbo del mío. —Me alegro de que te guste. Dormí
como un bebé. —Me moví incómoda, recordando mi conducta lasciva
anoche. Mierda, cállate Ashlyn.
Él sonrió. —Sobre lo que pasó anoche… —Se pasó una mano por el
cabello, vacilante de continuar. Pensé que ofrecería alguna explicación de
por qué no me había permitido tocarlo, hacerme sentir mejor sobre ser una
sinvergüenza—. Eso no puede suceder de nuevo. Aprecio todo lo que has
hecho por mí, pero no puedo ponerte en una situación comprometedora. El
Dr. Andrews y tu profesor tenían razón, y no te haré eso. No quiero que
esto —Señaló entre nosotros—, desacredite tu investigación sobre la
amnesia.
Me aclaré la garganta, bajé mi taza de café, esperando que no se
hubiera fijado en mis manos temblorosas. —Por supuesto. Estaba
borracha y sintiendo lástima de mi misma. Eso no sucederá de nuevo. Lo
siento.
—No te disculpes. Fue mi culpa tanto como la tuya. No debí haber
hecho eso. —Después de unos pocos segundos de incómodo silencio, dejó
su taza de café y se levantó—. Creo que debería salir de tu camino,
entonces. Estoy seguro de que tienes mucho que hacer.
Me levanté. —Logan. Por favor, no tienes que irte.
—No me aprovecharé de ti, Ashlyn.
Agarré su mano. —¿No es eso lo que te hice anoche? —Sonreí, con la
esperanza de aliviar la tensión entre nosotros.
Sonrió. —Eso fue diferente. No me importó en absoluto.
Interesante… —No me importa que estés aquí tampoco. Me gustaría
que te quedaras.
Sus ojos sostuvieron los míos, considerando la oferta.
—Tengo que trabajar mucho en mi tesis, de acuerdo con Clancy, y si
46

te quedas aquí, tendría la posibilidad de hacerte preguntas y entrevistarte


si lo necesito. —Sonaba medio plausible, pero realmente no quería pensar
Página

sobre dónde iría si no estaba aquí.


—Supongo que podría quedarme un tiempo, sólo mientras estés
trabajando en tu tesis. Si llego a ser un problema, sólo di la palabra y me
iré.
Asentí con impaciencia. Como si eso fuera a suceder. —Genial. Me
alegro de que esté arreglado. Ahora… para el desayuno…
Tomó una profunda respiración, como si todavía hubiera algo que no
le satisfacía.
—Ashlyn…
—¿Qué?
—No tengo dinero, ni trabajo. Joder, ni siquiera tengo un cambio de
ropa. No puedo aprovecharme de ti así. Tu generosidad es demasiada.
—Logan, todo estará bien. Conseguiremos lo que necesites y cuando
obtengas un trabajo, puedes pagarme si te hace sentir mejor.
Tomó una profunda respiración. —Sí, supongo que tendré que
trabajar.
Logan se negó a tomar desayuno, diciendo que el café estaba bien, y
después de una rápida ducha quería salir a buscar trabajo. No señalé que
era domingo y que no podría tener mucha suerte. Parecía ansioso por salir
del pequeño apartamento y hacer algo productivo con él mismo. Lo que
estaba bien, ya que le debía a Liz una llamada telefónica esta mañana, y
no quería que Logan me escuchara mintiendo acerca de que había venido
a casa sola anoche.
Le mostré el armario de ropa en el pasillo donde guardaba las toallas
y le dije que era libre de usar cualquier cosa que quisiera. Lo llevé al
cuarto de baño para advertirle sobre la desvencijada superficie de mi
ducha y cómo no ser inadvertidamente escaldado.
Logan se detuvo frente al espejo del baño y se quedó allí,
aparentemente hipnotizado.
Estaba detrás de él, observando mientras él se inspeccionaba en el
espejo. Llevó la punta de sus dedos a su rostro, pasándose la mano por la
barba de su mandíbula, trazando la línea de su nariz, luego inclinó la
cabeza hacia un lado para ver su perfil. No podía imaginar cuan extraño
sería no reconocer el propio reflejo en el espejo. Logan volvía a aprender las
cosas que yo daba por sentado todos los días.
47
Página
6 Traducido por Lunnanotte
Corregido por Innogen D.

U
na vez que Logan volvió de una búsqueda de trabajo sin
éxito, solo estaba a la mitad de la clasificación de los
ensayos de la clase de psicología de nivel posgrado de
Clancy. Logan se asomó por la esquina y preguntó dónde
guardaba los productos de limpieza. Le mostré mi escasa colección, que
consistía en unas cuantas botellas con atomizador al azar debajo del
fregadero de la cocina. Sacó sistemáticamente cada botella del gabinete e
inspeccionó cada una.
—¿Qué estás buscando?—pregunté.
—Voy a limpiar el apartamento. Tú puedes seguir estudiando.
—Logan, no tienes que hacer eso.
—Me hace sentir útil. Como si hubiera algo que todavía sé hacer,
alguna manera en que pueda contribuir.
Oh. —Gracias. Solo no quiero que te sientas obligado. —Había vivido
sola durante unos pocos años, y limpiar mis cosas normalmente se
limitaba a lo mínimo necesario. Aun así, estaba muy lejos de como crecí.
Ceniceros desbordados y pirámides de latas de cerveza había sido la
decoración básica de mi padre.
—Sé que no voy a ganar ningún premio por mi limpieza en cualquier
momento próximamente; solo espero que no me encuentres repugnante.
Él se echó a reír.
—Nunca podría encontrarte repugnante, Ashlyn.
Sabia a partir de mi investigación que alguien con amnesia buscaba
maneras de sentirse productivo y útil como comienzo de su recuperación.
Sonreí ante la idea de Logan progresando en esta etapa.
48

Saqué mi llave extra del cajón de los trastos y la puse en su palma.


—Así puedes ir y venir cuando quieras. —Le entregué un billete de
Página

cien dólares—. Y así puedes conseguir algunas de las cosas que podrías
necesitar, ropa, cosas por el estilo. Lo siento, no puedo darte más.
—No, esto es… —sacudió su cabeza—, muy amable de tu parte. —
Nos quedamos de pie en la cocina, solo a medio metro de distancia,
sonriéndonos el uno al otro—. ¿Qué haría si no hubieras venido a mi
habitación del hospital?
—No es nada, de verdad. Disfruto de tenerte aquí.
Después de limpiar la cocina y el cuarto de baño de arriba abajo,
desempolvó y aspiró todo el apartamento. Entonces lo escuché moviéndose
por la cocina, y puesto que era incapaz de leer otro medio-ingenioso papel
sobre las teorías de personalidad, fui a ver qué estaba haciendo.
Él había llenado una olla con agua y se disponía a soltar la pasta en
la olla humeante, pero se detuvo para sonreírme.
—Espero que espaguetis estén bien. Eso es todo lo que pude
encontrar en los armarios.
—Eso es perfecto, gracias. —Estiré mis brazos por encima de mi
cabeza, dándome cuenta de que ya estaba atardeciendo. Una pequeña olla
con salsa de tomate en el otro fogón y el rico aroma de los tomates, el ajo y
la albahaca se burló mis sentidos. No podía recordar la última vez que
alguien había cocinado para mí.
—Siéntate. —Logan me llevo de vuelta al comedor—. Deja que te
traiga un vaso de vino. —Cenamos sobre mi recién despejada mesa del
comedor, de la cual no había visto la parte superior en meses. La comida
fue deliciosa y después de la cena ninguno de los dos estaba dispuesto a
alejarse de la mesa, así que nos quedamos compartiendo la botella de vino
tinto.
—Estaba pensando más acerca de tu tatuaje —dije, agitando el
líquido carmesí en mi vaso. Se frotó en nombre en su bíceps.
—¿Logan o la frase en latín?
—El que está en latín, es algo que obtendría un intelectual. No a
todo el mundo se le ocurriría tener una lengua muerta permanentemente
grabada en tinta en su cuerpo.
—Buen punto. ¿Qué crees que significa?
—Que eres inteligente. Probablemente educación universitaria.
El asintió pensativamente; le gustaba la dirección en que me dirigía.
—Estaba pensando que podrías tomar algunas pruebas en línea,
como una prueba de CI5, o un examen de nivel universitario. No resolvería
49

nada, solo nos daría un poco más de información acerca de ti.


—Sí, me gusta esa idea.
Página

5
CI: Coeficiente Intelectual. En ingles la abreviatura es IQ.
Después de la cena, nos acomodamos en el sofá y encendí el
televisor. No tenía cable, y solo tenía unos pocos canales. Así que opté por
Jeopardy6.
La categoría era Historia del siglo XIII, y estaba a punto de cambiar
de canal, cuando Logan se inclinó hacia delante con absorta atención. El
presentador leyó la respuesta.
—Fue el filósofo italiano y sacerdote que murió en 1274.
—¿Quién fue Tomás de Aquino? —Preguntó Logan sin vacilación.
Cuando el presentador anunció que Tomás de Aquino era, de hecho,
la respuesta correcta, nos quedamos boquiabiertos—. Sabías esa.
El asintió, su pulso acelerándose en su cuello.
—¿Cómo puedo saber eso?
—No lo sé, ¿Eres bueno con historia?
Él levantó su mano.
—Espera, está leyendo la siguiente pregunta. —Pusimos nuestra
atención de nuevo en el programa y Logan respondió a cada una de las
preguntas de la categoría correctamente. Para el momento en que terminó,
él estaba de pie, paseándose por la habitación.
—Bueno, eso no puede ser una coincidencia. ¿Puede? —preguntó.
—No lo creo. Yo no podría haber respondido a ninguna de esas
preguntas. Creo que has estudiado historia muy extensamente.
—Historia. Latín. —Se frotó las sienes—. Joder —maldijo en voz
alta—. No lo entiendo.
Me levanté y crucé la habitación hacia él.
—No pasa nada. Esto es un gran comienzo. Piensa en lo que
acabamos de descubrir en los últimos diez minutos. Vamos a resolver esto,
lo prometo.
Soltó un suspiro y tiró de mí hacia sus brazos.
Apoyé la cabeza contra su pecho, amando la sensación de sus
brazos a mí alrededor y su masculino aroma. Parecía anhelar la cercanía,
incluso si hacerlo lo asustaba.
—Gracias, Ashlyn.
—¿Por qué?
50
Página

6
Jeopardy: es un famoso programa de concurso de televisión creado por Merv Griffin
en 1964. Es emitido en Estados Unidos por la cadena de televisión NBC.
—Por creer en mí. Por confiar en mí. Sé que no lo merezco, esta
ternura tuya, pero maldita sea si no me gusta de todos modos.
No podía explicar por qué confiaba en él de forma tan explícita. Tal
vez era el tatuaje que compartíamos, o lo que sentía cuando estaba cerca
de él. Era como si estuviera destinada a encontrarlo. Pero no podía
explicarle nada de eso.
—De nada —murmuré contra su pecho en su lugar.
Me fui temprano el lunes por la mañana, después de un fin de
semana agradable con Logan. Recogí mi laptop y cuadernos para un largo
día de trabajo de clasificación para las clases de posgrado de Clancy,
administrando las horas de oficina y, por supuesto, el trabajo sin fin de
investigación de mi tesis, ya que el profesor Clancy había señalado que
necesitaba reforzar mi estrategia para las fuentes que había planeado
citar.
Cuando regresé al apartamento, agotada y hambrienta, fue después
del anochecer y secretamente esperaba que Logan hubiera hecho la cena
otra vez. Lamentablemente, cuando abrí la puerta del apartamento, estaba
oscuro y vacío en el interior.
Encendí las luces y revisé la mesa en busca de una nota. Nada.
Tenía curiosidad por saber a dónde había ido Logan, y ya que no tenía
ningún tipo de pertenencias para dejar atrás, no tenía idea si se había ido
para siempre. La idea era inquietante.
Agarré el menú de comida china para llevar del cajón que había
junto a la nevera e hice un pedido para dos.
Unos minutos más tarde se abrió la puerta y entró Logan, sucio de
pies a cabeza, pero pareciendo complacido.
Yo estaba de pie en cuestión de segundos.
—¿Dónde has estado?
—Conseguí un trabajo en una construcción. Estoy ayudando en el
techo de un edificio por el camino.
—Eso es impresionante, Logan. —Empujó su cadera con la mía
juguetonamente—. Estaba preocupada, sin embargo, déjame una nota la
próxima vez, ¿de acuerdo?
—Seguro. —Me estudió con ojos precavidos. A pesar de intentar
mantener nuestro arreglo casual, sabía que estaba desarrollando
51
sentimientos por él.
—La cena estará aquí en algunos minutos, por si quieres darte una
Página

ducha.
Se miró a sí mismo en sus vaqueros sucios y camiseta.
—Sí, una ducha seria genial. La cosa es que quería recoger algo de
ropa extra hoy, pero no me esperaba ser contratado tan pronto, así que
realmente no tuve tiempo.
—¿Estás diciendo que no tienes nada más que ponerte?
—Sí.
Mi mente se adentró directamente en ese pensamiento con deleite.
—Tengo algunas camisetas que podrían valer. Podría ser capaz de
conseguir un par de pantalones o algo parecido, también.
—Gracias, Ashlyn. —Cruzó la cocina y depositó un rápido beso en
mi sien antes de dirigirse al cuarto de baño. Su gesto de afecto inesperado,
junto con su olor almizclado por haber pasado el día trabajando fuera me
dejó brevemente aturdida—. Deja tu ropa fuera de la puerta y la meteré en
la lavadora. —Le dije a su espalda, retrocediendo.

52
Página
7 Traducido por MelDemczuk
Corregido por Itxi

D
espués de cenar ayudé a Logan a preparar el sofá como su
cama, metiendo las sabanas alrededor de los cojines.
Habíamos compartido mi cama después de su pesadilla,
pero me pareció que no era un buen hábito al que
acostumbrarse, y Logan parecía preferir el sofá. Extendí el edredón encima
y añadí una almohada mientras él doblaba sus vaqueros y su camisa
recién lavados y planchados.
—Necesito conseguir algo de ropa mañana. Todavía tengo el dinero
que me diste. No te preocupes.
—No estaba preocupada. —Le sonreí—. Pero probablemente es una
buena idea. No te recomendaría usar esa ropa fuera de casa. —Lo miré de
arriba a bajo, haciendo mi punto.
Estaba vestido con la camiseta más grande que tenía, talle medio de
mujer de una carrera de cinco kilómetros que corrí el verano pasado. Era
de color rosa, se aferraba a sus bíceps y a su pecho y se extendía solo
hasta la parte superior de su cintura. Por lo menos los calzoncillos
parecían encajar bien. Se los había robado a Liz después de una fiesta de
pijamas y sin duda habían pertenecido a un hombre. Bajó la mirada para
estudiarse y puso las manos en sus caderas. —¿Qué?, ¿no crees que me
veo bien?
—No he dicho eso. —Me reí—. Probablemente cualquier pobre chica
trataría de mutilarte por esa camiseta ceñida al cuerpo. —Dios, cállate la
boca, Ashley. Tenía que aprender a filtrar y no dejar escapar al azar cada
comentario que estuviera pensando.
Frunció ligeramente el ceño y dejó caer las manos de sus caderas. —
En realidad esta camiseta está cortándome la circulación. Creo que voy a
dormir sin ella. —Tiró de ella sobre su cabeza y me la devolvió—. Gracias
53
de todos modos.
—No hay problema. Buenas noches. —Me di la vuelta y hui hacía la
Página

seguridad de mi habitación. ¿Estaba tratando de atormentarme?


Me subí a la cama, llevé la camiseta que Logan acababa de quitarse
a mi nariz y aspiré. Todavía olía a mi suavizante de ropa. No creo que la
haya usado el tiempo suficiente como para que pudiera absorber su
embriagador olor. Lo que probablemente era lo mejor. Mi interés en él ya
iba mucho más que en saber si estaba saludable o cuerdo.
Puse la camiseta en la cama a mi lado y me di la vuelta para llegar al
cajón de mi mesilla de noche. Si esperaba conseguir dormir, necesitaba
aliviar algo de tensión. Encontré mi vibrador dando vueltas en el cajón y lo
encendí. Su insistente sonido parecía más fuerte que de costumbre y
rápidamente lo metí bajo las sabanas, esperando que Logan no fuera capaz
de escucharlo. Me lo puse dentro de mi ropa interior, ayudándome con mi
otra mano. Oh, Dios eso se sentía bien.
Me perdí en la sensación mientras me imaginaba lo que sucedería si
Logan escuchara el sonido delator de mi vibrador y se acercara a
investigar. No le dejaría ir esta vez sin tocar su gruesa polla. Me mordí el
labio para no gemir mientras la presión se acumulada contra mi clítoris.
Justo cuando mi liberación comenzó a aumentar, Logan llamó a la puerta
de mi dormitorio.
—¿Ashlyn? ¿Estás bien?
—Mmmhmm. —Tomé una respiración profunda, el orgasmo se
sacudía a través de mí y apreté mis labios para callarme.
—He oído que me llamaste. ¿Debo pasar?
—¡No! —Arreglé las sábanas sobre mis piernas y lancé la camiseta de
mi cama—. Quiero decir, no. Esto bien. Yo solo…soñaba. —¡Mierda!
—¿Soñando? ¿Sobre mi?
—Sí, fue uno de esos sueños extraños y casuales que no tienen
ningún sentido. Pero todo está bien. Puedes regresar a la cama. —O
podrías venir aquí y follarme sin sentido.
—Bueno, si estás segura. Buenas noches, Ashlyn.
—Buenas noches —me quejé.
Varias horas más tarde, todavía no era capaz de sentirme cómoda y
por enésima vez me giré y miré el reloj. Había estado dando vueltas
durante horas. Me levanté de la cama y me dirigí a la cocina a por un vaso
de agua, cuando oí un gemido procedente de la sala de estar. Mi corazón
latía de forma desigual en el pecho. ¿Fue Logan? Fui de puntillas por el
pasillo y entré en la sala de estar. Logan estaba profundamente dormido,
pero sus brazos se retorcían frente a su cara como si estuviera peleando
con alguien en su sueño.
54

—No, por favor, no —susurró.


Página

Estaba teniendo una pesadilla. —Logan, Logan, despierta. —Le


sacudí los hombros hacia atrás y hacia adelante. Se apartó de mi agarré y
siguió murmurando incoherentemente.
Sus ojos se abrieron de golpe y cuando vio que era yo, la angustia en
su rostro desapareció. —Oh Dios, Ashlyn... —Tiró de mí hacia abajo,
echándome encima de él.
—Fue solo un sueño —lo tranquilicé, pasando mis manos por su
pelo mientras me acunaba contra su cuerpo.
Fue entonces cuando me di cuenta de que estaba temblando por
todas partes. —Logan, estás temblando. —Me senté y me alejé.
—No. Por favor. —Me alcanzó de nuevo.
—¿Qué?
—Acuéstate conmigo.
Asentí y me recosté sobre su pecho, ya que no había sitio a su lado
en el sofá.
Su piel se sentía caliente al tacto y continuaba temblando. Lo abracé
hasta que dejó de temblar y resistí la tentación de preguntarle qué
recordaba del sueño. Pasé mis manos por su pecho y sus hombros,
masajeando suavemente, alejando su tensión hasta que por fin dejó de
temblar.
Acarició mi espalda hasta que me senté y me alejé de él. —Necesito
pintura.
—¿Eh? —Me froté los ojos, preguntándome si estaba delirando.
—Tengo que pintar... Vi algo en mi sueño, y yo... sé que tengo que
pintarlo. No puedo explicar por qué.
—Está bien.
Era la una de la mañana, ¿dónde demonios íbamos a encontrar una
tienda de arte abierta? Sin embargo, no pude persuadirle para esperar
hasta mañana, así que nos vestimos y cogimos el tren fuera del centro a
una tienda que sabía que estaba abierta las veinticuatro horas. Tenían
una sección de arte minúscula, pero al menos pudimos conseguir algo de
pintura, pinceles y papel.
Cuando llegamos a la caja, le ofrecí mi tarjeta de crédito. La tenía
sólo para emergencias, pero supuse que necesitar pintura a la una de la
mañana era una emergencia. No estaríamos aquí de otra manera. Frunció
el ceño, pero finalmente tomó la tarjeta y la pasó para pagar por sus
compras.
55
Logan se apoderó de la bolsa de plástico con herramientas para
pintar como si fuera un tesoro poco común durante el viaje en tren de
regreso a mi apartamento. Recosté mi cabeza en su hombro y dejé que los
Página

movimientos suaves del tren me arrullaran para dormir.


Cuando llegamos al apartamento, Logan dejó la bolsa bruscamente
en la mesa del comedor. Oh. No me había dado cuenta de que planeaba
pintar esta noche. Abrió el paquete de pinceles mientras yo iba a la cocina
y le conseguía una pequeña taza de té, y cubría la mesa con toallas de
papel.
Una vez que estaba todo preparado con las pinturas, me abrazó y me
dijo que durmiera un poco. Asentí con la cabeza, y le dije que me
despertara si necesitaba algo. Me acosté con la puerta de mi habitación
entreabierta y escuché los sonidos de él tarareando mientras pintaba
hasta que me quedé dormida.
Por la mañana Logan había desaparecido, pero los restos de su
noche pintando eran difíciles de olvidar. Dondequiera que mirara, grandes
hojas de papel cubiertas con pintura decoraban gran parte de mi
apartamento. Sus pinturas eran oscuras, sombrías, pero bien hechas.
Caminé a través de mi apartamento como si fuera un museo. Había
pintado varias versiones de un almacén oscuro, con toques de rojo y
filtraciones de la luz de la luna a través de las grietas. Me provocó
escalofríos con sólo mirarlo. Otro era de una mano, cerrada en un puño,
manchada de sangre debajo de las uñas. Era sorprendentemente realista.
Otra pista sobre quién era había emergido. Era un artista.

56
Página
8 Traducido por macasolci
Corregido por Nats

E
n los días que siguieron, Logan y yo caímos juntos en una
rutina fácil. Siguió trabajando en el sitio de construcción
cada día, excepto un día que llovió. Ese día había vuelto a
casa temprano con un gato extraviado que había encontrado
acurrucado afuera y una bolsa de comida seca para gatos, diciendo que el
animal estaba abandonado, como él. Me rompió el corazón la manera en
que se comparó a sí mismo con el gato callejero, como si realmente creyera
que nadie lo quería. No pude decirle nada después de eso, y así fue como
el maldito gato, llamado Tom por Tomás de Aquino, llegó a compartir el
departamento con nosotros.
Tener a Logan viviendo conmigo tan estrechamente se había
convertido rápidamente en algo cómodo. Era amable y atento, a menudo
haciendo cosas por mí para mejorar mi día un poco, como tener mi café
preparado y una pequeña cacerola de leche hirviendo cuando me
levantaba de la cama. Me gustaba su lado educado, incluso si era parte de
trabajar a través de su amnesia y una manera para él de sentirse como si
estuviera contribuyendo de alguna manera. Luego de perder a mi mamá a
una edad tan joven y crecer con un padre soltero, no había sido mimada o
cuidada de esa manera... jamás. Parecía preocuparse genuinamente, a
menudo preguntándome sobre mi día o sobre cómo estaba yendo mi
investigación, y escuchaba atentamente mientras yo le respondía. Era
lindo tener a alguien cerca. Estar juntos durante tanto tiempo significó
que ahora éramos casi inseparables.
Me encontré extrañándolo cuando se iba. Comencé a cambiar mi
rutina para poder irme a las mismas horas que él, optando por estudiar en
la cafetería o en la biblioteca, así no tenía que estar sola en el
departamento. Siempre había adorado mi soledad y prefería vivir sola, pero
tener a Logan cerca alteró eso.
57
Tras las cenas, pasaba unas horas en línea intentando encajar las
pequeñas piezas de información que teníamos sobre su pasado. Completó
la prueba de Coeficiente Intelectual y un examen de nivel universitario
Página

como yo había sugerido, y lo hizo extremadamente bien en ambas. Busqué


en redes sociales por alguien llamado Logan en el área de Chicago, pero
había unos cientos de ellos, y no pude encontrar nada de interés. También
continuó ayudando con las tareas, y pasando tiempo pintando después de
que me fuera a la cama.
Esa noche de viernes completó su primera semana conmigo y, de
lejos, sus pesadillas no habían cesado. Al principio, solía dormir con la
puerta de mi habitación abierta, así podía ir hacia él y consolarlo en la
noche cuando lo necesitaba. Las últimas noches, sin embargo, venía a mi
cama y no podía rechazarlo. Lo quería cerca, también. Nos habíamos
vuelto rápidamente cercanos —simplemente parecíamos encajar juntos.
Después de la comida para llevar y de ver una película en la
televisión, ambos estábamos cansados de la agitada semana. Fuimos a la
cama juntos, ya sin escondernos bajo el pretexto de armar el sofá para él.
Nos metimos en mi cama, cubriéndonos con las frescas sábanas.
Suspiré y cerré los ojos, permitiéndome acurrucarme en sus brazos,
sabiendo que eso era lo más lejos que él lo llevaría.
Jamás hubiera pensado que me sentiría tan cercana a alguien que
había conocido durante tan poco tiempo. Normalmente era una persona
que valoraba mi privacidad y tan cuidadosa sobre dejar a alguien entrar,
que mi manera de abrirme con él me había sorprendido. Descansé mi
mano encima de su corazón y simplemente disfruté de la sensación del
golpeteo constante bajo mi palma. Lentamente, me permití caer dormida
en sus brazos.
Logan gritó en sueños y se sentó en la cama. Abrí los ojos de golpe,
despertándome abruptamente.
—Está bien. —Coloqué mi mano en su hombro, intentando calmarlo
con caricias gentiles.
Su corazón estaba acelerado y su piel húmeda por el sudor.
—¿Otra pesadilla?
—Era tan real. Estaba de vuelta en ese almacén. Recuerdo pelearme
con él. Se sintió tan real, como si realmente estuviera allí. Tal vez todo
pasó como dijeron que ocurrió.
—Fue en defensa propia, sin embargo, ¿verdad? —¿A quién intentaba
convencer, a Logan o a mí?
—Sí. Eso creo. —Lentamente asintió—. Es jodido, sin embargo. No
saberlo del todo.
Su duda me sorprendió, pero pude ver el dolor en sus ojos. O bien
58
me arriesgaba y confiaba en él, o saltaba a las acusaciones. Podía darme
cuenta de que necesitaba que creyera en él. La policía había retirado todos
los cargos, así que no se sentía bien que todavía dudara.
Página

—No eres un monstruo. —Me acurruqué en su pecho, plantando un


beso en su cuello—. Eres dulce y gentil.
Frotó sus nudillos contra mi estómago, y se acercó más a mí.
Comenzó a bajar la mano, hundiéndola por debajo de la cinturilla de mi
ropa interior.
—Logan, no creo que esa sea una buena idea. —Acababa de tener
una pesadilla sobre matar a un hombre, por el amor de Cristo. El sexo era
lo último en mente.
Sacó la mano como si se hubiera quemado.
—Entonces, me tienes miedo.
—Por supuesto que no. —Levanté mi mano para sujetar su mejilla.
—Entonces estás disgustada conmigo.
—No es eso tampoco. —Me senté en la cama, completamente
despierta ahora.
Cerró los ojos con fuerza, como si quisiera que las imágenes de su
pesadilla desaparecieran tan repentinamente como su memoria lo había
hecho.
—Pero no dejas que te toque.
Mi corazón latía con fuerza en mi pecho. Había deseado que me
tocara desde la primera noche aquí. No de esta manera, sin embargo, no
porque estuviera aterrorizado y necesitado de consuelo. Cuando me
encontré con sus ojos, todas mis objeciones se desvanecieron. Me observó
como si fuera algo increíblemente preciado para él. Estaba atrapada en el
entendimiento de que si le daba la espalda ahora, estaría confirmando sus
ideas de que no era nada más que un monstruo.
Tomé su mano y la apoyé sobre mi pecho, dejando que sintiera el
latido de mi corazón. Sus ojos se abrieron momentáneamente, como si
sintiera el insistente golpeteo. Mi cuerpo no deseaba nada más que su
tacto, pero como lo había rechazado un segundo atrás, no sabía qué decir.
—Logan. —Su nombre se deslizó de mis labios y fue todo lo que se
necesitó decir.
Me hizo descender sobre la almohada otra vez, y me inmovilizó en la
cama, besando y acariciando mi cuello. Su barba arañaba mi piel e inhalé
la esencia de su loción de afeitar, intentando memorizar este momento.
Me levantó hasta colocarme en una posición sentada y me quitó la
camiseta, arrojándola al suelo. Me gustó que no hubiera preguntado; sólo
hizo lo que quería, todo con perfecta habilidad. Su mirada bajó a mi pecho,
59

y sus manos se unieron a la inspección, suavemente, pasando las yemas


de sus dedos por debajo de mis pechos, hundiéndose en mi escote,
Página

rodeando mis pezones, pero jamás tocándolos.


El calor y la humedad inundaron mi entrepierna y dejé escapar un
pequeño gemido.
—Shh. Lo aliviaré —susurró.
Bajó la cabeza y besó mis pechos con el mismo patrón, todo menos
donde lo necesitaba. Cuando mis jadeos se hicieron más pesados,
finalmente deslizó su lengua a través de mi pezón y yo incliné la espalda,
hundiendo mis pechos más profundamente en su boca. Su lengua trazó
círculos lentos y sencillos mientras los juntaba con sus manos. Jamás
recibí tanta atención en ellos, y nunca creí que me pondría tan caliente.
Deslicé las manos debajo de su camiseta, y las pasé por sus
abdominales, amando su sólido tacto. Le saqué la camiseta por la cabeza y
se unió a la mía en el suelo. Siguió besándome y el efecto de su piel, cálida
y suave contra la mía, me llevó por encima del borde. Envolví mis piernas
alrededor de su cintura y empujé mis caderas contra las suyas,
golpeándome contra él. Jadeé ante el contacto.
Después de besarme durante varios minutos más, mientras
continuaba apretándome contra él, buscó entre nosotros y bajó las
braguitas por mis muslos. Gracias a Dios. Estaba lista. Busqué la
cinturilla de sus calzoncillos, pero negó con la cabeza.
—Aún no.
Tragué y dejé mis manos a ambos lados, asintiendo como una buena
chica. No quería hacer nada que lo ahuyentara. No cuando estaba tan
necesitada de la liberación que él podía darme.
—Logan —gemí sonoramente, la frustración y la tensión sexual
evidentes en mi voz.
—Lo sé, nena. —Besó mi frente y se apoyó sobre sus codos,
posicionándose entre mis piernas. Las separó de repente, y se mantuvo
allí. Estaba completamente expuesta y en exhibición para su inspección,
pero no me sentía cohibida en ese momento. Quería todo lo que pudiera
darme.
Justo como aquella primera noche, me extendió, manteniéndome
abierta, deslizando sus dedos arriba y abajo por la longitud de mi
humedad. Amaba que fuera sin prisas. Con los otros dos hombres con los
que había estado fue una carrera hacia la meta, se apresuraban a entrar,
salir y luego irse. Logan sólo parecía preocupado por mi placer, como si el
acto de amarme pudiera sanarlo de alguna pequeña manera.
Tras varios minutos de tortura con sus dedos y observarme
retorcerme mientras me besaba la parte interior de los muslos, el vientre y
60
las caderas, finalmente movió su lengua a través de mi clítoris. Mis
caderas se separaron de golpe de la cama. Se rio y sostuvo mis piernas en
su lugar, luego hundió su boca en mí una vez más. Me chupó el clítoris, su
Página

lengua girando contra mí. Jadeé y maldecí, empujando contra su boca, ya


sin preocuparme por cómo me veía para él. Me calentaba más de lo que lo
hizo jamás nadie.
Abrió mis piernas y con entusiasmo succionó mis pliegues. Grité en
voz alta. No había nada tentativo o tímido en sus toques. Me trabajó como
si conociera mi cuerpo desde hace años, más que desde hace días. Ver ese
lado fue un nuevo descubrimiento. No había nada fugaz o impersonal en
esto. Con Logan era todo o nada. ¿Es por eso que se había contenido en
hacer el amor conmigo?
Cuando mis gritos aumentaron continuó sin ceder. Sólo me sostuvo
y siguió lamiéndome y chupándome en mis partes más sensibles hasta que
me derrumbé. Mi orgasmo se construyó lentamente, pero una vez se
desbocó, gemí su nombre en un sollozo final y caí contra la cama,
completamente agotada.
Logan se rio sobre mí y acomodó su cuerpo contra el mío,
sosteniéndome mientras las réplicas de mi orgasmo latían a través de mi
cuerpo.
Más tarde, encontró mis bragas y las deslizó de vuelta por mis
piernas, poniéndolas en su lugar y luego apretándome entre sus brazos
otra vez. La hora de juego estaba aparentemente acabada.
Odiaba el sentimiento de que lo estaba usando para mi propio
placer, pero sabía que no me dejaría devolverle el favor. No tenía la energía
para examinar esta nueva parte de nuestra relación como él quería, pero
mi último pensamiento antes de caer dormida fue que si esta era la única
manera en la que podía darle consuelo y alejar sus pesadillas, entonces
que así fuera. Egoísta, lo sé. Jodida Madre Teresa, aquí.

61
Página
9 Traducido por Max Escritora Solitaria
Corregido por Zafiro

E
l sábado al mediodía era mi inquebrantable cita semanal
para tomar café con Liz, y mientras yo paseaba por nuestra
cafetería habitual, cogí un pelo de gato de mi suéter negro. —
Maldito gato —murmuré.
—¿Tienes un gato?¿Desde cuándo? —dijo Liz apareciendo detrás de
mí.
—Oh, bueno, sí. Tengo un gato esta semana.
Ella me analizó con curiosidad. —Bi-en. Pero odias los gatos.
—Yo no odio los gatos. —En realidad los odiaba.
—Lo que tú digas. —Hizo rodar los ojos.
Ordenamos nuestro café y reclamamos los sillones de la parte
trasera. Los ojos de Liz estaban sobre mí desde el segundo en que me
senté. —¿Qué?
Ella ladeo la cabeza. —Algo está pasando contigo. —Tomó un sorbo
de su Americano helado tamaño cubo, mordiendo la pajilla.
Traté de actuar de forma casual, pero mierda, una vez que Liz estaba
en el camino, no había nada que no quisieras que ella supiera que
pudieras guardarte.
—Estás guardándote algo. Has estado trabajando con Logan. El
profesor Clancy me dijo que se fue del hospital y tú sigues estando perdida
en acción durante toda la semana. Y tienes que admitir que lo del gato es
extraño.
Quité la tapa de mi café con leche, necesitando hacer algo con mis
manos. —No, nada está pasando. Clancy me devolvió mi tesis con
toneladas de cambios, así que sólo he estado ocupada trabajando en eso. Y
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el gato… No es nada. No era más que un gato callejero cuando lo encontré.
Ella entornó sus ojos hacía mí. —¿Estas bromeando?¿Piensas que es
Página

tu trabajo arreglar a todos los hombres y animales callejeros de Chicago?


Cariño… —Negó con la cabeza—. Tienes que dejar ir esto.
Tomé otro sorbo de mi bebida, intentando pensar en una forma de
cambiar el tema. Liz tenía antecedentes de sonsacarme verdades que no
necesitaba saber. Tal como mis hábitos de arreglo personal, o el hecho de
que no era dueña de los juguetes sexuales, hecho que cambiamos
rápidamente en un viaje a la tienda de sexo hace varios meses. No es que
yo lamentara esa intervención en particular. Pero aun así, ¿no tengo
derecho a un poco de privacidad?
Además, se alteraría si se enteraba de que Logan estaba viviendo
conmigo. Si se lo decía a Clancy o a alguien más, no quería pensar en qué
sería de mi beca para estudiar pacientes de amnesia. Seguramente esto
estaba cruzando una especie de línea. Al menos no habíamos tenido sexo.
Dios, si alguien pensaba que estaba negociando favores sexuales para la
investigación académica… Me estremecí.
Liz se dio cuenta, entornó los ojos mirándome. —Espera un
segundo. —Levantó un dedo en el aire. —Uh-uh, no. De ninguna manera.
—¿Qué? —Mi estomagó se llenó de nudos por los nervios.
—Sigues en contacto con él, ¿Verdad?
—¿Quién?
—No te hagas la tonta. Sabes que estoy hablando de Logan. Aún
debes estar hablando con él; de lo contrario estarías más molesta o
parloteando de él sin parar.
—Tal vez.
—Chica, es mejor que lo sueltes en este momento.
—Para, Liz. —Miré mi bebida—. No hay nada que decir. —Aparte de
que estoy deseando gravemente a un hombre enfermo, posiblemente
violento, con un pasado en el que ninguno de nosotros sabe indagar. Oh,
sólo eso.
Ella entrecerró los ojos, pero afortunadamente lo dejó pasar.
Después de que Liz y yo charláramos un poco más de tiempo,
insistió en llevarme a casa, diciendo que quería conocer a mi gato. No
importó que tratara de decirle que prefería caminar, o que me detendría en
la biblioteca de camino, ella siguió insistiendo, hasta el punto de que supe
que si seguía inventándome excusas, ella comenzaría a sospechar.
Finalmente cedí.
—¿Cuál es su nombre de todos modos?
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—¿Quién?
—El gato.
Página

—Oh, bueno, Tom.


—¿Tom? —Preguntó con una sonrisa—. Estas aún más necesitada
de un hombre de lo que me di cuenta.
Manejamos en silencio hasta mi apartamento, a la vez que rogaba
que Logan estuviera fuera. Él no trabaja los sábados, pero si había un
Dios, le pedí que me concediera mi petición.
Cuando abrí la puerta de mi apartamento, y la abrí de un empujón,
suspiré de alivio. Todo estaba quieto y silencioso. Gracias a Dios. Logan no
estaba aquí.
—Aquí Tommy —se rió Liz. Amaba a los gatos, y tenía dos, de lo cual
yo siempre me había quejado, haciendo el hecho de que tuviera un gato
aún más increíble.
Oh, mierda, las pinturas. A pesar de que Logan no estaba aquí, a
menos que pudiera convencer a Liz que repentinamente había empezado a
pintar, tan pronto como entrara en el comedor estaría jodida. Y puesto que
ella sabía que yo no tenía un hueso artístico en mi cuerpo, la mentira se
habría descubierto.
—Bueno, hola, Thomas. —Oí hablar a Liz desde la otra habitación—.
Eres un gatito bonito. —Volví a entrar en la sala de estar. Tal vez sólo
pudiera mantenerla en esta sala. Gracias a Dios por ese maldito gato.
—Sí. Es él, el nuevo hombre en mi vida. —Sonreí. Era un lindo gato,
tenía que admitirlo. Era de un suave gris y blanco. La mejor parte de él era
que no utilizaba una caja de arena, arañaba la puerta cuando necesitaba
salir, así que no había lío que limpiar.
Sentó al gato a sus pies. —Voy a usar el baño antes de salir.
Demasiado café.
—Está bien.
Dejé escapar un suspiro de alivio en el momento en que desapareció
por el pasillo. Tal vez podría tirar esto.
Un segundo más tarde, Liz estalló por el pasillo. —¡Llama a la
policía!
—¿Qué? ¿Por qué?
—¡Hay un hombre masturbándose en el baño! —Agarró un paraguas
del vestíbulo y lo sostuvo delante de ella como un arma, lista para la
batalla. —¡Ashlyn! ¿Escuchaste lo que dije? ¡Llama a la policía!
Me tragué mi orgullo. —Logan. Será mejor que vengas aquí —le grité
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por el pasillo.
Los ojos de Liz se abrieron en shock. —¿Lo-Logan?
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Salió a la sala un segundo después, una toalla blanca envuelta


alrededor de sus caderas, su pecho todavía húmedo y brillante con gotas
de agua de la ducha. Sus mejillas estaban rojas y recordé de pronto la
exclamación de Liz de que se estaba masturbando. Archivé esa imagen
mental para inspeccionarla más tarde.
—¿Qué demonios está haciendo él aquí? —gritó Liz, señalando a
Logan.
Logan parecía incómodo y avergonzado. Un impulso protector creció
dentro de mí. Nadie haría que Logan se sintiera mal por estar aquí. —Liz,
relájate. Te lo explicaré. Logan, ¿por qué no vas a mi habitación y te
vistes?
Desapareció por el pasillo sin una palabra.
—¿Qué demonios te pasa? —susurró Liz en voz alta tan pronto como
él se había ido.
Levanté mi mano, deteniéndola antes de que empezara a despotricar.
—No es lo que piensas. Solo va a estar aquí hasta que este sobre sus pies.
Y no pasa nada entre nosotros.
—Correcto. Y es por eso que se está masturbando en tu cuarto de
baño, ¿por qué nada está pasando?
—Sí. Exactamente. Él no está recibiendo ninguna acción por mi
parte. Sé que te parece una locura, pero es mi amigo.
Respiró hondo y cerró los ojos. Cuando los volvió a abrir, parecía un
poco más relajada. —Tienes suerte de que te quiero niña, porque de lo
contrario, estaría llamando a la policía.
—Gracias, Lizzie, pero no puedes decirle a nadie sobre esto. En
especial a Clancy.
—Obviamente —se burló ella—. Al menos aún tienes un poco de
sentido del bien y del mal.
Le quité el paraguas de las manos. —Suelta el arma. Te prometo que
es agradable.
Logan salió unos minutos después, vestido con vaqueros y una
desgastada camiseta gris.
—Hola, soy Logan. Le tendió la mano a Liz. Le sonreí cálidamente,
agradecida de que a pesar de esta incómoda situación, fuera cortés y bien
educado.
Liz le sonrió también, pareciendo notar por primera vez lo atractivo
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que era. Yo había visto esa sonrisa antes, y normalmente estaba reservada
para un hombre al que estaba tratando de impresionar. —Es agradable
conocerte. —Sonrió.
Página

—Y, veo que has conocido a Tom. —Logan bajó la vista hacia el gato,
que serpenteaba alrededor de los tobillos de Liz.
—Ah. Ahora tiene sentido. Tom es obra tuya.
Él asintió y se agachó para recoger al gato, sosteniéndolo contra su
pecho. —Sí.
—Ashlyn odia a los gatos —comentó Liz.
—¿Odias los gatos? —preguntó Logan, volviéndose hacia mí con una
mirada de preocupación.
—Yo no los odio.
Logan se volvió hacia Liz en busca de la verdad, ya consciente a los
treinta segundos de conocerla de que ella no era dada a contenerse. —Los
odia. Lo que significa que realmente tienes que gustarle.
Logan me sonrió cálidamente. —Sal a la calle, Tom. —Logan
encaminó al gato hacia la puerta y lo condujo fuera.
Liz se quedó casi toda la tarde conversando con Logan y conmigo.
Compartimos una copa de vino y puse un poco de música, ese blues que
parecía hablarle a Logan, pero aún tenía que provocar un recuerdo. Me
sentí aliviada al ver que Liz era amable con él, aunque me di cuenta de que
expresaría todo lo que estaba realmente en su mente después.
Cuando estuvo lista para irse, me pidió que la acompañara afuera, lo
cual era la clave para: Te voy a bombear para obtener información fuera del
alcance del oído de tu compañía.
Estupendo. Me deslicé sobre mis zapatos y la seguí hasta el pasillo.
Se quedó callada mientras descendíamos las escaleras, pero me di cuenta
de que sus ruedas giraban. Eso sólo me asustó más.
Una vez que llegamos a la calle, nos detuvimos delante de su auto.
—Así que, ¿realmente no está pasando nada entre tú y Logan?
Asentí con la cabeza.
—Demuéstramelo.
Incliné la cabeza, tratando de entender. ¿Quería inspeccionar mis
partes femeninas para detectar signos de penetración? —¿Cómo?
—Como por ejemplo... si te fijo una cita, ¿irías?
Oh mierda. —Por supuesto.
Tomó una respiración profunda, obviamente satisfecha de sí misma.
—Genial. Es mañana por la noche. A las Ocho con Jason, el tipo al que
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conociste en el club. Ha estado preguntando por ti.
Tenía esto arreglado desde el principio, ¡que sorpresa! Abrí la boca
para protestar, cuando Liz palmeó la parte superior de mi cabeza.
Página

—Y ponte un vestido.
Se metió en su coche y se marchó.
10 Traducido por Juli &♥...Luisa...♥
Corregido por Violet~

E
sa noche murmullos incoherentes me despertaron de un
sueño profundo. Me tomó un momento darme cuenta de que
Logan tenía otra pesadilla. Le oí jadear y salté directamente
encima de él en la cama. Se golpeó con sus brazos y piernas, y su
respiración se convirtió en jadeos pesados.
—Logan —murmuró—. No, Logan....
¿Logan?
Sacudí sus hombros, tratando de sacarlo de su pesadilla.
—Despierta, Logan, despierta. —Seguí sosteniendo sus hombros y
cuando mis ojos vagaron por toda su longitud, me di cuenta de que tenía
una erección.
Abrió los ojos y dejó escapar un grito de asombro cuando vio que era
yo quien estaba cerniéndose sobre él.
—¿Estás bien?
Asintió con la cabeza, sin dejar de mirarme.
—¿Cuál era el sueño?
Cerró los ojos brevemente, y luego los volvió a abrir. —No lo
recuerdo.
Por primera vez no supe si podía creerle. Tuve la sensación de que
ocultaba algo. Su sueño era acerca de alguien llamado Logan. Tal vez
había sido una mala idea empezar a llamarlo por ese nombre. Está claro
que pertenecía a otra persona.
—¿Estás seguro de que estás bien? —le pregunté. No quería decirle
que él había dicho al nombre Logan más de lo que él quería admitir sobre
qué había estado soñando.
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Su respiración volvió a la normalidad. —Estoy bien. No fue una


pesadilla ésta vez.
Página

Oh. —Está bien. Buenas noches, entonces.


—Buenas noches. —Se acurrucó sobre su costado en la cama, de
espaldas a mí.
Abracé mi almohada contra mi pecho, sintiendo por primera vez que
realmente compartía la cama con un desconocido.
A la mañana siguiente ninguno de los dos habló sobre el sueño de
anoche, pero pesaba en mi mente cuando hice el café. El sueño se había
vuelto sexual y él había pronunciado el nombre de Logan. Yo sabía que
estaba desarrollando verdaderos sentimientos por él, y empecé a
sospechar que esto no iba a terminar bien para nosotros. No podía haber
un “felices para siempre” para alguien que ni siquiera sabía quién eran.
Me serví una taza de café y escuché a Logan levantarse y dirigirse a
la ducha. Su nuevo trabajo comenzaba hoy. Después de haber terminado
con el trabajo de techado que le había mantenido ocupado durante las
últimas semanas, había conseguido un trabajo pintando un mural en uno
de los edificios que están realizando el control como parte del proceso de
renovación. Con sus ganancias del trabajo de construcción, se había
comprado más ropa, y un agradable juego de pinturas y pinceles. Su
guardarropa ahora consistía en unos cuantos pares de pantalones
vaqueros, calzoncillos tipo short, calcetines y camisetas.
Aparte de las pesadillas, era un invitado fácil para tener alrededor.
Era aseado y ordenado, e hizo más que su parte justa de las tareas. Una
vez que notó que yo omitía la cena por completo o comía una taza de fideos
instantáneos después de llegar a casa, también comenzó a preparar la
cena para nosotros. Otras noches pedía comida a domicilio, así al menos
podríamos sentarnos y comer juntos.
Sin embargo, en otros aspectos, me di cuenta de que no estaba del
todo cómodo estando aquí. Cada día empacaba sus artículos de tocador
del cuarto de baño, su crema de afeitar, maquinilla de afeitar y cepillo de
dientes, poniéndolos en la mochila donde guardaba sus pertenencias. Le
dije varias veces que podía dejar sus cosas en el baño, ya que no era
ciertamente una maniática del orden. Excluir algunas cosas no me habría
molestado, por no hablar de que había llegado a disfrutar del olor de su
loción de afeitar y crema de afeitar en el baño lleno de vapor después de su
ducha. Yo incluso había limpiado un lugar en el cajón, pero él parecía
contento con guardarlos todos los días, como si en realidad no viviera
aquí, sino que estaba sólo temporalmente.
Nunca hablamos acerca de él mudándose y me parecía bien. Tenía la
sensación de que sin él y Tom, mi apartamento se sentiría vacío y
68

deprimente.
Página

***
Me puse mi vestido negro y un par de zapatos de tacón. Dándome
una mirada más en el espejo para asegurarme de que mi maquillaje y el
pelo estaban en su lugar, me dirigí a la sala de estar.
Logan se encontraba sentado en el sofá con el portátil equilibrado
sobre su regazo. Levantó la mirada ante sonido de mis tacones contra el
suelo de madera.
—Guau. Te ves muy bien. ¿A dónde te diriges?
—Gracias —murmuré, bajando la mirada—. Tengo una cita ésta
noche.
—¿Una cita? —Su rostro delataba su confusión y otra emoción que
no pude identificar... ¿celos?
—Liz me tendió una trampa —le expliqué.
Asintió con la cabeza, recobrando la compostura.
—¿Podrías cerrar la cremallera de mi vestido? —Me di la vuelta,
dándole la espalda.
Sus dedos contra mi espalda desnuda mientras subía la cremallera
del vestido no me deberían haber excitado de la forma en que lo hicieron.
Tal vez esta cita sería buena para mí. Tenía que dejar de fijarme en Logan.
Especialmente porque estaba claro que él no estaba interesado en una
conexión emocional real conmigo.
Agarré mi bolso y Logan volvió a la computadora, sin levantar la
vista de nuevo hacia mí mientras recogía mis cosas y salía.
La cita no fue tan mala como esperaba. Jason era agradable, pero
algo simplemente se sentía mal acerca de salir con alguien que todavía era
un estudiante universitario. ¿Demasiado asalta cunas? Sabía que Liz
nunca tuvo problemas en salir con hombres más jóvenes, y yo me veía
joven para mi edad, así que no debería importarme tampoco.
Pero tiene sólo veintidós años y estaba más interesado en las fiestas
de barril que en discutir los problemas del mundo. Hice todo lo posible
para mantener la conversación, hablando casualmente con él durante la
cena, y los tres vasos de vino que bebí ciertamente me ayudaron a
relajarme.
Después de la cena me llevó a mi apartamento, y cuando me besó la
mano en la calle y me preguntó si podía entrar, sólo pude asentir. Estaba
malditamente curiosa por saber cómo podría reaccionar Logan a que
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trajera un hombre a casa. Si eran celos lo que capté en su mirada de
antes, tal vez ver a otro hombre interesado en mí le obligara a enfrentarse
a sus sentimientos por mí. Este podría no ser el mejor plan, pero con tres
Página

copas de Chardonnay, mi razonamiento estaba desconectado. Conduje a


Jason por las escaleras y abrí la puerta, con el corazón latiendo con fuerza
en mi pecho.
Esperaba que Logan estuviera sentado en la mesa del comedor
pintando, como hacía cada noche, pero el apartamento se hallaba
silencioso y oscuro. Oh. Mi anticipación se extinguió y fue sustituida por
una sensación de temor. Ahora tenía un hombre ansioso con el que no
quería tener nada que ver en mi apartamento y Logan no se encontraba
aquí. Eso o dormía en mi habitación, pero no eran ni las once todavía. Él
nunca se iba a la cama tan temprano.
Encendí una lámpara y le pedí a Jason que me esperara en la sala
de estar. Serví otra copa de vino para cada uno de nosotros antes de
sentarme en el sofá. Seguimos charlando durante un rato, pero cuando lo
vi centrado en mi boca mientras yo hablaba, sabía que tenía la intención
de besarme. Sostuve mi copa de vino delante de mí como un escudo,
esperando que me proporcionara un parachoques. Pero Jason sabía lo que
hacía. Tomó el vaso de mis manos y la puso sobre la mesa de café. Cuando
se inclinó hacia mí, yo estaba demasiado aturdida como para hacer otra
cosa más que cerrar los ojos y dejar que presionara sus labios contra los
míos. El beso fue agradable, pero no sentí nada, ni chispa, ni pasión como
lo hacía con Logan. Puse mis manos sobre su pecho y lo empujé hacia
atrás, rompiendo el beso.
—¿Ashlyn? —dijo la voz aturdida de Logan detrás de mí.
Jason se puso en pie al ver a Logan, sin camisa, tatuado y luciendo
furioso.
Salté del sofá y coloqué la palma sobre el pecho de Logan como una
disculpa silenciosa, o simplemente para tener la oportunidad de tocarlo,
no lo sabía. Apartó a mi mano y se acercó más, sin dejar de mirar a Jason.
—Logan, detente. —Puse mi mano en su pecho de nuevo, castigando
silenciosamente su comportamiento machista—. Jason, creo que será
mejor que te vayas. Gracias por la cena.
—Sí —dijo sin mirar en mi dirección y salió del apartamento.
Una vez que la puerta se cerró, me di cuenta de lo absolutamente
tensa que se sentía la situación. Me encontraba de pie a sólo unos
centímetros de Logan, la palma de mi mano todavía presionada contra su
pecho, que subía y bajaba rápidamente con su respiración. Nuestros ojos
se encontraron y pude leer el dolor y la ira en su mirada tan clara como el
día.
Bajó la mirada a mi mano, aún presionada sobre su corazón, y dejó
que sus ojos se cerraran. Cuando los volvió a abrir, un momento después,
70
su cólera fue sustituida por algo completamente distinto... deseo.
—Dime por qué estás enojado —le presioné suavemente.
Página

—No puedo. —Sus palabras eran entrecortadas y tensas.


Suspiré profundamente, y tomé valor. No podíamos seguir dando
círculos alrededor del otro en este pequeño apartamento.
—Maldita sea, Logan. Deja de retenerte. Sé que sientes algo por mí.
—Puse todas mis cartas sobre la mesa, mi corazón con fuerza latía
mientras esperaba para oír su respuesta.
—Ashlyn —declaró con voz quebrada—. No puedo hacer esto...
—¿Por qué? —lo desafié. Sabía muy bien las malditas razones por
las que no deberíamos estar juntos, pero quería escuchar su versión.
Entonces podría ponerle pegas a su argumento. Estaba cansada de mi
vida limpia, ordenada, de nunca salirme de la línea. Sin mencionar, que el
vino que tomé anteriormente me había proporcionado algún coraje muy
necesario.
Soltó un lento suspiro, tratando de ganar más tiempo. —He tratado
de mantener una parte de mí mismo lejos de ti, para no conseguir un
apego emocional en caso de que me despierte un día y recuerde que tenía
una esposa y tres hijos en casa.
Ouch, eso dolió. Lo miré preguntando dónde iríamos desde aquí. Si
yo fuera la persona sana y lógica que siempre decía ser, me alejaría,
terminaría esta farsa ahora. Pero por supuesto que no podía. Estaba
demasiado metida en esto.
Logan se pasó una mano por el pelo. —Y pensé que si no dejaba que
me tocaras, no sería tan complicado, pero me equivoqué. Dándote placer,
viendo cuan sensible eres a mí, viéndote correrte. —Cerró sus ojos,
reuniendo sus pensamientos—. Eres hermosa, Ashlyn, e inteligente y
dulce. Es imposible estar aquí contigo y no desarrollar sentimientos por ti.
Pero no voy a permitirme hacerte daño.
Sentí una presión en el pecho y tragué saliva. —Prefiero ser herida
de una sola vez por una determinada razón que ser herida lentamente
cada día.
—No. —Frunció el ceño, pero sus ojos se suavizaron lo suficiente,
dejándome ver que su resolución desaparecía.
—Echaste a mi cita. —Puse mala cara, a pesar de que no lamentaba
ni un poco ver a Jason irse. Eso no quería decir que Logan no debía de
sentirse mal.
—Joder —se quejó—. Ya he terminado de luchar conmigo mismo. Y
mi fuerza de voluntad se acabó después de verte con ese idiota. —Sacudió
71
la cabeza, tratando de borrar la imagen de Jason conmigo.
Dejé que mi mano se deslizara por su costado, siguiendo por su caja
Página

torácica mientras lo acariciaba. Dejó escapar un suspiro pesado. Cuando


llegué a sus caderas y a la cintura de sus pantalones, tomó mi mano para
detenerme, sus ojos suplicando contra los míos en una batalla silenciosa.
Él quería que yo continuara, pero pensaba que lo correcto era parar. A la
mierda con lo bueno y lo malo. Yo sabía lo que quería, lo que necesitaba.
Logan.
Negué con la cabeza lentamente. —Déjame.
Su mano cayó lejos de la mía, y el alivio cruzó su rostro. Acaricié su
creciente erección a través de los pantalones cortos de gimnasia y sus
labios se abrieron para aspirar un poco de aire. Tal vez esto era lo que
tenía que haber hecho con él todo el tiempo: tomar el control de modo que
no le dejara pensar en lo que hacíamos. Agarró mi muñeca, sosteniendo mi
mano en su lugar, sin permitirme moverme, pero tampoco apartándome.
Ya era oficial, había perdido todo pensamiento cognitivo, todo el
sentido de la razón. Sólo estaba Logan. Quería complacerlo, probar cada
centímetro de su piel y escuchar sus sucias palabras cariñosas por el
placer que mi boca podía proporcionar. El conectó algo extraño y
emocionante en mi interior. Algo oscuro que yo sabía que no debería
explorar, sin embargo, me sentía obligada a descubrirlo. Había jugado a lo
seguro durante demasiado tiempo. Quería experimentar a este hombre.
Que le jodan al sentido común.
Empecé a bajar los pantalones cortos por sus caderas, pero me
levantó la barbilla y sacudió la cabeza.
Presionó un rápido beso en mi boca y me susurró—: Todavía no.
Quiero hacer que te corras primero.
Oh, no de nuevo. Estaba atada y decidida a conducirlo a la locura
con el placer, y tan difícil como era rechazar su oferta, negué con la
cabeza. —No esta vez. Tú primero.
Caí de rodillas en el suelo y tiré de sus pantalones hacia abajo para
que su erección quedara libre. Todo acerca de este hombre era hermoso,
incluso su pene era hermoso. Era más grueso y más largo que cualquiera
que hubiera visto antes y estaba tan duro como una roca. La cabeza
brillaba con una gota de fluido y llevé mi lengua hacia adelante para
probarlo. Él gimió ante la sensación.
Nunca había disfrutado particularmente dando mamadas antes,
pero quería probar y saborear cada centímetro de su cuerpo y despertar
cada respuesta de placer que pudiera. Chasqueé mi lengua hacia adelante
y hacia atrás a lo largo de la cabeza, burlándome de él. Gimió y se agarró
la polla con una mano, y me acarició la mandíbula con la otra. —Ábrela —
ordenó.
72

Una ráfaga de humedad mojó mis bragas ante su tono. Me


encantaba cuando él se hacía cargo. Me encontré con su mirada y obedecí,
Página

abriendo tanto como pude mientras él se acomodó introduciéndose en mi


boca.
La imagen de su puño agarrando su polla mientras se deslizaba
dentro y fuera de mi boca me hizo gemir cada vez que se retiraba. Agarré
sus muslos, pasando mis uñas por su piel. Sus músculos se hallaban
tensos y duros por el esfuerzo de mantener el equilibrio. Seguí
chupándolo, dejando que mis manos exploraran su estómago, su culo,
ahuecando sus firmes testículos.
Cerré mi mano alrededor de la suya y comencé a acariciar la
longitud de su eje mientras él miraba mi boca y mi lengua trazando
círculos alrededor de su sensible cabeza. Su longitud creció dentro de mi
boca, y tomó aire con fuerza. —Oh, mierda —susurró pesadamente. Debo
de haber hecho un ruido, porque su mirada se encontró con la mía—. Eso
es, nena.
Su ritmo aumentó y su respiración se hizo más pesada. Me dolía la
mandíbula, pero no me atrevía a detenerme ahora. De repente, él se retiró
de mi boca causando un fuerte sonido de succión ante el inesperado
movimiento. Levanté la vista hacia él, su polla dura y húmeda con mi
saliva.
—Ven aquí —gruñó, arrastrándome sobre mis pies. Presionó varios
besos suaves sobre mis labios hinchados y húmedos, su manera de darme
las gracias por la atención oral. Le sonreí como una colegiala orgullosa de
la calificación de su prueba. Metió la mano detrás de mí para desabrochar
mi vestido, y me ayudó a bajármelo para que pudiera salir de él.
Me paré frente a él en un par de bragas de encaje negro y un
sujetador a juego. Sus manos se deslizaron por mis costados, más allá de
mis caderas, hasta agarrar mi trasero, apretándome contra él.
Se subió los pantalones, y estaba a punto de protestar, cuando tomó
mi mano y me llevó al dormitorio. La imagen mental de él tratando de
caminar hasta mi habitación con los pantalones por los tobillos me hizo
sonreír.
Cuando llegamos a la cama me desabrochó el sujetador y lo puso
sobre mis hombros, acariciándome amorosamente con sus dedos mientras
lo hacía. Luego se inclinó y me bajó las bragas hasta que cayeron al suelo
y pude salir de ellas. Besó y acarició mi cuello y clavícula, mientras sus
manos acariciaban mi espalda. Le besé por unos minutos más, y luego tiré
de él para acercarlo ala cama. Le empujé, tirándole encima de mí hasta
que su cuerpo se cernía sobre el mío, envolviendo mis piernas alrededor de
su espalda, cerré mis tobillos y tiré de él estrechamente.
73
Me aferré a él mientras intentaba bajarle los pantalones. Su
respiración se aceleró y su boca se cernía justo sobre la mía. —Ashlyn,
¿estás segura?
Página

—Te deseo, Logan. —Lo besé otra vez. Duro. Una declaración rota
cayó de sus labios.
—Porque si tienes alguna duda... tenemos que parar ahora.
—Por favor, no —le dije. Él se quedó quieto—. Lo que quiero decir es
que no te detengas, por favor, Logan.
Eso tuvo un efecto profundo en él. Empujó sus pantalones hacia
abajo por sus caderas, su polla se liberó, quedando apoyada en mi vientre.
Deslicé la mano entre nuestros cuerpos y lo acaricié. Él gimió y me miró
con asombro mientras yo seguía mis movimientos largos y fáciles.
—Ashlyn, necesito estar dentro de ti —murmuró él, salpicando mi
boca de besos.
—Sí —le susurré.
Se apartó y se levantó de encima. —¿Tienes protección?
No había pensado en eso. Negué con la cabeza. No había usado
condones, ya que realmente nunca había salido con nadie.
Cerró los ojos. —No es por ti. Es que... No sé dónde he estado.
Oh. —Logan. He leído en tu archivo, te realizaron pruebas para todo
tipo de cosas. Estás limpio. —Buena manera de matar el romance, Ashlyn.
Dejó escapar un suspiro de alivio. —Eso es... bueno, ¿verdad?
Lo besé en los labios. —Eso está muy bien, porque yo también. Y
estoy tomando la píldora.
Había estado tomándola durante años para regular mis periodos
irregulares.
Nada se interponía entre nosotros ahora, excepto las mariposas que
bailaban en mi estómago. No quería examinar muy de cerca lo que este
acto de intimidad entre nosotros podría significar. Sabía que lo que
estábamos a punto de hacer podría profundizar mi relación con Logan. No
estaba segura de lo que podría significar, o no significar para él. Su falta de
disponibilidad me aterrorizó, y estaba empezando a temer el día en que se
acordara de su vida anterior. ¿Seguiría estando aquí conmigo?
—Oye, ¿estás bien? —Notó mi distracción y me besó en la sien.
—Sí —respondí, ocultando mi inseguridad. Sabía que era egoísta
querer retenerlo conmigo, sobre todo si resultaba que había seres queridos
que lo esperaban, pero eso no me impedía disfrutar de él mientras pudiera.
Él apartó un mechón de mi cabello de mi rostro, y me miró a los
ojos. La tenue luz de la luna limitaba mi visión, pero podía ver lo suficiente
74
de él. Las manchas verdes en sus ojos, su firme y musculoso pecho, la
tinta sobre sus costillas, la llanura de su estómago, y su impresionante
Página

polla. Dejé que mis ojos se cerraran y saboreé su atención. Me relajé en el


momento y traté de guardar esto en mi memoria. Logan tenía otras ideas,
se movió por mi cuerpo, trazando un camino de besos a través de mi
pecho, mi estómago, mis caderas... y luego se detuvo. Me incorporé sobre
los codos y miré hacia abajo. Me miró a los ojos y sonrió. —Quiero que me
veas deshacerte. Eres hermosa cuando te corres.
Mis mejillas se sonrojaron. ¡Mierda! ¿Qué es lo que parezco cuando
me corro? Entonces su lengua se deslizó a través de mí y me olvidé de ser
auto-consciente. Vi como él utilizó gruesos trazos de su lengua
suavemente contra mí. La sensación, junto con la imagen fue abrumadora.
Dejé escapar un suave murmullo y me moví, tratando de acercarme. Llevó
sus manos a mis caderas y me atrajo más cerca de su cara, y luego me
sostuvo en el lugar mientras él mantenía su ritmo lento, su lengua
proporcionándome la tortura más exquisita mientras lamía, chupaba y
mordisqueaba mi sensible clítoris. Cerré los ojos con fuerza y dejé que mi
cabeza cayera hacia atrás, concentrándome en las sensaciones.
Logan se detuvo de repente. —Ábrelos. Abre los ojos.
Bajé la vista hacia él y una vez más comenzó su lenta tortura,
lamiendo con su caliente lengua toda la longitud de mi humedad. Su ritmo
aumentó, y también lo hicieron mis jadeos. Nunca había sido así para mí
antes. Sentí como que podía deshacerme y nunca bajar de la cima. Un
poco más de esto y me correría.
—Logan —grité.
Sus ojos se alzaron para observarme. Su atención no cedió, con la
boca creando una succión suave contra mí, y unos segundos más tarde
estaba jadeando y retorciéndome contra él. Me mantuvo en el lugar, con
los ojos fijos en los míos. Exploté en mil pedazos, gritando su nombre una
y otra vez. Me dejé caer de nuevo sobre la almohada mientras Logan
repartía besos por mi cuerpo. Cuando llegó a mi boca, estaba sonriendo. —
Hermosa chica, déjame follarte ahora.
—Sí —gemí, extendiendo la mano hacia su polla. Todavía estaba
duro como el acero y estaba listo para mí.
Se acostó en la cama junto a mí y me tiró encima de él hasta que
estuve a horcajadas.
Oh. Esta no era realmente la posición que tenía en mente. No era
buena siendo la que tiene el control, y era de lejos el hombre más grande
con quien había estado, así que no estaba del todo segura de cómo
funcionaría esta posición. Me senté sobre sus caderas, frente a él,
mientras acariciaba mis pechos y me besaba.
75
Agarró mis caderas y me levantó, colocando la cabeza de su polla en
mi apertura. Él se deslizó contra mi humedad, preparando su polla para
deslizarse dentro de mí. Gemí ante la sensación. Estaba a punto de rogar,
Página

cuando por fin introdujo la cabeza varios centímetros dentro de mí. Di un


grito ahogado por la plenitud. Me sentí estrecha ante su tamaño. —Logan,
ah...
Él gimió profundamente, su tono masculino retumbando a través de
mí. —¿Demasiado, nena?
—Sí —gemí.
—Joder, estas apretada. —Lo sacó sólo un poco. Su voz disparó un
pulso de deseo a través de mí.
Quería más. Quería estar completamente llena por él y oírle maldecir
y quejarse por el placer de estar dentro de mí. Me levantó de su polla,
haciendo que tan sólo la punta estuviera todavía dentro de mí, y me
permitió acostumbrarme a su tamaño. Luego se incorporó, hundiéndose
varios centímetros en mí una vez más. Aspiré un aliento y lo contuve.
—Cristo, Ashlyn —gruñó—, ¿estás segura de que está bien? —Asentí
con fuerza, necesitaba concentrarme—. Respira, nena. —Levantó las
caderas, aliviando la sensación un poco—. Siento como que estoy
lastimándote.
Tomé un profundo respiro a sus órdenes.
—No. —Bajé la mirada hacia él y pasé las manos sobre su pecho—.
Me gusta... eres sólo... grande.
Él sonrió, una media sonrisa arrogante. —¿Pero te gusta?
—Sí —suspiré.
Empujó hacia mí con cuidado, empujando y luego retirándose con
un ritmo suave. Su respiración era áspera y pesada, como si el acto de
mantenerse de contenerse fuese una tortura para él. Una vez sentada con
él enterrado profundamente en mí, tiró de mí hacia su pecho y me abrazó,
besando mis labios entre sus suaves embestidas. —Te sientes tan
jodidamente bien, nena.
—Logan —gemí.
Él respondió con un gruñido de los suyos.
—¿Puedes manejar más, cariño?
¿Más? ¿No estaba hasta el fondo todavía? Asentí con la cabeza,
frotando mi mejilla contra la suya. Me mantuvo en el sitio mientras
empujaba más adentro. Sus ojos se cerraron de placer cuando se hundió
hasta el fondo en mi interior. Gemí con una mezcla de placer y dolor, me
aseguró por encima de él y empujó dentro de mí a un ritmo más rápido.
Mis gemidos se hicieron más fuertes y su respiración salía en pesadas olas
contra mi cuello. Me sentí tan cerca de él en ese momento, con el olor de
76

su colonia intoxicándome y su barba de tres días áspera rozando mi


cuello. Fue el acto más íntimo que podríamos compartir. Pasó los dedos
Página

por mi mejilla y me miró a los ojos en un momento tan delicado. —¿Seguro


que estás bien?
—Si. Me encanta.
Él sonrió. —Bien. Porque me gusta estar dentro de ti. —Me besó una
vez más, y en un movimiento suave nos dio la vuelta sobre la cama, de
forma que yo estaba debajo de él. Me aferré a sus tensos bíceps mientras
se hundía lentamente en mí. Ahora que me había acostumbrado a su
tamaño, me encantaba la forma en que me hacía sentir. Aunque parezca
increíble, a su merced. Suya. Me arqueé contra él, cerrando los ojos con
fuerza y exponiendo mi cuello. Él humedeció mi garganta con besos
húmedos y comenzó a follarme duro. Cada vez que introducía en mi
interior, yo me levanté para ir a su encuentro. Pronto sus gruñidos se
mezclaron con los míos y nos perdimos por completo.
Él no era demasiado hablador durante las relaciones sexuales, pero
me encantaba el sonido de su respiración pesada y los gruñidos suaves
cerca de mi oído.
—Me voy a correr —susurró, agarrando mis caderas mientras
empujaba con fuerza varias veces más hasta que finalmente su semen
caliente se derramó en mi interior.
Me besó en la boca con cuidado y se acostó a mi lado. —Eres
increíble. —sonrió.
—También tú —le susurré.
Me acurruqué en los brazos de Logan con la espalda contra su
pecho. Me rodeó con sus brazos. Nunca me había sentido tan feliz y viva.
Logan, sin recuerdos de su propia vida, me estaba enseñando cómo vivir el
momento y disfrutar de la mía.

77
Página
11 Traducido por DeydraEaton♥
Corregido por Juli

C
uando desperté un par de horas más tarde, atontada por el
vino y la incómoda posición en la que me había quedado
dormida, me llevó un momento recordar lo que había pasado
más temprano. Mientras los recuerdos de hacer el amor con Logan
bailaron en mi memoria, una sonrisa tiró de mis labios. A pesar del hecho
de que ir a una cita con un hombre y hacer el amor con otro en un lapso
de pocas horas era algo sórdido, fue una gran noche. Y si el pequeño dolor
en lo profundo de mi cuerpo era alguna indicación, él probablemente
también lo había disfrutado.
Me giré para abrazar a Logan, pero me di cuenta que me encontraba
sola en la cama. Había pensado que el sexo de anoche nos había acercado
y me reveló una nueva faceta de él, pero se había ido.
Seguía desnuda, así que me puse una camiseta y un par de bragas y
salí de la habitación para encontrarlo.
Se encontraba sentado en la mesa del comedor, sin camisa e
inclinado sobre una pintura casi terminada. Pasé mi mano por su espalda,
no esperando que se asustara a mi tacto.
—Hola. —Levantó la mirada rápidamente, pero luego continuó
trabajando, el pincel moviéndose con rapidez en su mano.
Herida por su menos que cálido saludo justo después de follarme y
dejarme sola en la cama, bajé la mirada hacia la pintura que captaba su
atención.
Era una hermosa mujer con largo cabello oscuro. Su cabello recorría
un hombro, con la más pequeña insinuación de una sonrisa en sus labios
llenos. Sus ojos eran color chocolate, y su piel tenía un toque de oliva.
Lucía exótica y seductora, y aún más que eso, Logan había capturado su
sensual esencia. En lugar de admirar cuan talentoso artista era, me sentí
78

celosa. ¿Quién era la mujer de la pintura?


Fui a la cocina a buscar un vaso de agua y dejé que Logan terminara
Página

su pintura. Cuando regresé al comedor, estaba enjuagando sus pinceles.


—¿Por qué te levantaste? ¿Tuviste una pesadilla?
Negó con la cabeza. —No dormí.
Oh. Me sentí avergonzada por haberme desmayado después de hacer
el amor, exhausta.
—Recordé algo.
—Eso es genial, Logan. —Traté de sonar alentadora.
—No creo que te vaya a gustar.
—¿Por qué no? ¿Qué era? —Me preparé mentalmente.
—Una mujer.
—¿Ella? —Señalé a la pintura.
Asintió. —Cuando estaba dentro de ti... recordé a una mujer de mi
pasado. Lo siento, sé que suena... loco, pero tenía que pintarla para ver si
podía recordar algo más.
Mi estómago se retorció en un doloroso nudo. ¿Mientras estaba
dentro de mí? Me sentí débil. Respira, Ashlyn. —¿Y lo hiciste?
—No. —Sacudió su cabeza—. Lo siento, no quise molestarte. —Sus
ojos sostuvieron los míos, luciendo preocupados.
—Logan, está bien. Sabía que tenías una vida antes de mí y que
quieres reconstruir todo.
—Estoy empezando a dudar de si alguna vez recordaré.
—Lo harás —dije con confianza. Ya había hecho grandes progresos y
habían sido sólo un par de semanas. Sólo tengo miedo de lo que nos vaya a
pasar cuando lo recuerdes, añadí en silencio.

79
Página
12 Traducido por Nats
Corregido por Juli

P
or la mañana había otras tres pinturas más de la mujer.
Recorrí el comedor, observando su nueva obra de arte. En una,
la misteriosa mujer bebía de un vaso de vino, en otra llevaba
un vestido de color amarillo sol y la tercera pintura simplemente me
molestó. Se encontraba tumbada en una cama con sólo una sábana
blanca cubriéndola. Logan había capturado perfectamente los huecos y las
curvas de su envidiable cuerpo. Tomó gran restricción no tirar la pintura
por la ventana abierta.
Había estado muy concentrada en ayudarle a recordar su anterior
vida, pero ahora sólo quería que olvidara su pasado y construyera un
futuro conmigo. Sabía que era una forma peligrosa de pensar y que sólo
conduciría a un corazón roto, pero no podía evitar estar enamorándome de
Logan.
Trabajé en pulir mi tesis toda la mañana y parte de la tarde, hasta
que escuché a Logan finalmente regresando a casa del trabajo. Había
estado planificando y dibujando su mural antes de que la verdadera
pintura comenzara en una semana o así.
Me encontró sentada en la mesa, el portátil olvidado, perdida en mis
pensamientos mientras miraba fijamente la odiosa pintura de la mujer
tumbada en la cama. Se colocó detrás de mí y me masajeó los hombros.
—Hola. ¿Necesitas un descanso?
—¿Hm? —murmuré, mirando sus increíbles ojos avellana—. ¿Qué
tienes en mente?
Se inclinó y me besó la sien. No pude evitar preguntarme si estaba
siendo dulce conmigo para compensar el dejarme tirada anoche para
pintar a otra mujer. Me recordé a mí misma que no era su culpa y me
permití disfrutar de este momento, del contacto de sus fuertes manos
80
masajeando mis hombros, y la sensación de su cálido aliento en mi cuello.
—Eso se siente bien —murmuré, abrazándole por la cintura.
Página

Lo arrastré contra mí y pude sentir que ya estaba duro.


Continuó con el masaje unos minutos más y luego me levantó de la
silla, sosteniéndome contra su pecho y llevándome al dormitorio. Una vez
que llegamos a mi habitación, con Tom pisándonos los talones, me soltó y
le echó afuera, cerrando la puerta.
Se quedó allí, sonriéndome.
—¿Qué? —pregunté, alcanzándole.
—Te extrañé hoy. —Acarició mi cuello y dejó un rastro de suaves y
húmedos besos.
Su confesión me sorprendió. Había asumido que estaba sola con los
sentimientos que iba desarrollando por él. Cuando encontró mi boca, el
beso se volvió frenético. Nuestros labios conectaron, las lenguas se
acariciaron desesperadamente entre sí.
Gemí. —Logan. Te necesito.
Desabotonó mis vaqueros, bajándolos hasta los tobillos y
ayudándome a quitármelos. Luego se desabrochó el cinturón, apoyándome
contra la pared. Me empujó contra ella, sosteniéndome en el lugar
mientras asaltaba mi boca con besos. Su mano serpenteó entre nosotros y
me acarició hasta que estuve mojada y lista. Antes de que tuviera que
rogar, se bajó los pantalones y los bóxers lo suficiente como para liberarse,
y luego me levantó, usando la pared como palanca para mantenerme en
posición.
—Sí —susurré cuando le sentí empujando en mi entrada.
Su pecho retumbó con un profundo gruñido cuando se reunió con
mi humedad.
—¿Sigues adolorida de anoche? —susurró.
Negué con la cabeza y comenzó a moverse de nuevo. Podía sentir
cómo de tensa me hallaba alrededor de él mientras continuaba su camino.
Presionó su cara en el hueco de mi cuello y gimió, luego empujó hasta el
fondo. Jadeé con la presión, y clavé mis uñas en su espalda.
—¿Esto está bien? —Se echó hacia atrás para encontrar mis ojos.
Gemí en respuesta y sonrió y comenzó a moverse de nuevo.
—Te. Sientes. Tan. Jodidamente. Bien —dijo, salpicando mi boca con
besos entre cada embestida.
Nuestras respiraciones y gemidos aumentaron a medida que
81
construíamos rápidamente el orgasmo juntos.
No sabía qué le había poseído, pero me follaba duro, golpeándome
Página

contra la pared, y amaba este lado desatado de él. —Logan —dije,


arqueando la espalda contra la pared mientras me venía. Él no estaba muy
por detrás, unos cuantos empujes profundos más pronunció algo
ininteligible y se vino dentro de mí.
Me bajó a mis pies y me besó suavemente mientras me miraba a los
ojos cariñosamente. —¿Estuvo bien?
—Por supuesto. ¿Por qué no lo estaría?
—Lo siento si fui demasiado rudo contigo. —Apartó el pelo de mi
cara, poniéndolo detrás de las orejas.
—Bueno, en caso de que hubiera alguna duda, me gustó mucho.
—Bien. —Sonrió, pareciendo aliviado—. Túmbate conmigo. —Tiró de
mi mano hacia la cama.
—Déjame limpiarme primero. —Me metí en el baño, riéndome de mi
imagen en el espejo. Seguía vestida de cintura para arriba, pero estaba
desnuda de cintura para abajo. Me limpié y me lavé las manos, luego
regresé a mi habitación para encontrarle tumbado en mi cama.
Empujó las mantas a un lado como invitación. —Ven aquí, preciosa.
Me acurruqué a su lado, descansando la cabeza en su pecho. Me
gustaba la forma en que mis suaves curvas se ajustaban contra la dura
longitud de su cuerpo. Escuché el constante golpeteo de su corazón y me
pregunté de nuevo qué nos ocurriría cuando recordara quién era.
—¿Logan? —Le miré y me di cuenta de que tenía los ojos cerrados.
No pude evitar ser tan “chica”, pero sentía como que necesitaba hablar
sobre nuestra relación.
—¿Hm? —Abrió un ojo—. ¿Qué, cariño?
—¿Qué ocurrirá cuando recuerdes? Con nosotros, digo.
Se quedó en silencio durante varios minutos, pero encontró mi mano
y entrelazó sus dedos con los míos. —Te mereces más de lo que puedo
darte.
Quería protestar. Era bueno y cariñoso e inteligente, pero sabía que
había algo de verdad en sus palabras. —¿Qué significa eso?
—Me gustaría estar preparado para más, pero no lo estoy.
No era más que un hombre a medias, ¿cómo podría esperar que
estuviera preparado para una relación? —Vale —dije sombríamente.
—Pero cuando lo esté, sé que seré afortunado de tenerte como mía.
82
No había nada más que decir, así que cerré los ojos y escuché los
latidos de su corazón, tratando de no concentrarme en lo dolorosamente
malo que sería cuando Logan se marchara.
Página

***
Las pesadillas de Logan continuaron cada noche, pero ahora que
dormía en la cama conmigo, sabía despertarle y sostenerle hasta que los
temblores desaparecían. A veces me desnudaba y me besaba por todas
partes hasta que gritaba su nombre, perdida en sus caricias, otras veces
simplemente se tumbaba ahí y me dejaba sostenerle, pero no habíamos
hecho el amor de nuevo.
Además seguía trasnochando para pintar. La pintura era la única
forma en la que podía expresar los recuerdos atrapados en su mente.
Ahora tenía varias pinturas nuevas decorando mi apartamento, la mayoría
de una antigua casa blanca de dos plantas, algunas de la bodega en la que
fue encontrado, y una señal de calle llamada Avenida Mercy con un parque
a la distancia, pero ninguna de ellas nos ayudó a unir las piezas de su
historia más que la anterior. Resultó que no había ni siquiera una Avenida
Mercy en Chicago, lo que nos dejó preguntándonos de dónde era ese
particular recuerdo.
Me gustaría poder decir que el hecho de pintar le traía paz al menos,
pero desafortunadamente, no era el caso. Se encontraba tenso y al borde
hasta que terminaba una y luego decepcionado cuando no revelaba nada
útil. Su dolor se palpaba en el ambiente, convirtiendo mi apartamento en
una experiencia extraña. Traté de consolarle, y frotar sus hombros, pero
nada parecía ayudar. Las únicas veces en las que parecía verdaderamente
cómodo y en paz eran cuando estaba en la cama conmigo por la noche,
abrazándome y brindándome placer.

83
Página
13 Traducido por Danny_McFly
Corregido por Dara.Nicole18

C
omo una solución para aliviar el nerviosismo reciente de
Logan, sugerí que fuéramos a cenar. Logan y yo no habíamos
pasado tiempo juntos en público y no me gustaba pensar que
lo mantenía escondido en mi apartamento, como si fuera alguien de quien
estar avergonzada.
Hablé con Logan para probar el restaurante tailandés cerca de mi
apartamento, el del elefante de oro en la señal, para preguntarle acerca de
llevarle. Logan no estaba seguro de si le gustaba la comida tailandesa,
pero le expliqué que presentarle diferentes experiencias sensoriales
podrían contribuir a provocarle un recuerdo.
Nos sentamos en una mesa acogedora en la parte trasera donde una
única vela votiva7 parpadeaba. No pude dejar de pensar en esto como una
cita. Pedí varios platos diferentes para que probáramos tratáramos,
gingerstir-fry8, pad tailandés9, pollo con curry y salsa de maní. Cuando
llegó la comida, Logan probó todo y le gustó, pero dijo que no recordaba
nada.
Al final de la comida insistió en pagar, sólo alimentando mi creencia
de que se trataba de una cita. Delirante, lo sé.
Después de cenar dimos un paseo por la calle, a veces
deteniéndonos a mirar los escaparates. Las cosas se estaban sintiendo
tranquilas y domésticas entre nosotros. Lo que debería haber sido mi
primera pista de que todo estaba a punto de cambiar.
Nos detuvimos en el Grant Park y paseamos alrededor del perímetro
mientras el sol comenzaba su descenso, pasando a las tonalidades
brillantes del cielo rosa y naranja.
Logan se detuvo de repente, sus ojos fijos en todo el parque. Me volví
para ver qué había captado su atención. Fue un viejo sedán plateado que
estaba quieto en el semáforo. Un hombre estaba de pie cerca de la puerta
84

7
Es una vela, generalmente de color blanco o amarillento, utilizada para ser quemada
Página

como ofrecimiento votivo (ofrecido por voto o promesa) en una ceremonia religiosa.
8
Comida Tailandesa hecha con pollo y brócoli.
9
Se trata de un plato salteado a base de fideos de arroz con huevos.
del conductor pasándole algo por la ventana abierta a un chico en el
asiento del conductor. Yo no sabía qué era lo que había cambiado de
manos, pero pensé que era un asunto de drogas.
Mi ritmo cardiaco se aceleró ¿Esto captó la atención de Logan debido
a la rareza de la situación, o porque era parte de un recuerdo de su
pasado?
Con la transacción completada, el hombre se alejó a pie metiéndose
un fajo de billetes en el bolsillo.
El conductor miró a su alrededor para asegurarse de que no había
sido visto, pero cuando vio a Logan, sonrió.
—¡Hola hombre! —Saludó el chico con entusiasmo—. ¿Dónde te has
estado escondiendo? —Miró fijamente a Logan.
La boca de Logan cayo abierta. ¿Conocía a este tipo?
La luz cambió a verde y el coche comenzó a alejarse, pero el hombre
sacó la mano por la ventanilla y la movió.
—¡Nos vemos pronto! —gritó por la ventana mientras el coche se
alejaba.
Logan se fue, persiguiendo el coche antes de que tuviera la
oportunidad de responder. Corrí detrás de él, tratando de mantener el
ritmo.
El coche aceleró y pronto se perdió en el laberinto de tráfico de las
calles de la ciudad. Logan se detuvo y se inclinó, apoyando las manos
sobre las rodillas, respirando con dificultad.
—Logan. —Corrí hacia él.
Nos quedamos mirándonos el uno al otro en silencio mientras
calmábamos nuestra respiración. Había tanto que nos decíamos sin
necesidad de palabras. ¿Quién era él en su vida pasada y con qué tipo de
personas estaba involucrado?
Lanzó un profundo suspiro.
—No deberías haber visto eso.
Traté de darle sentido a sus palabras, entendiendo que él me estaba
observando cuando volvió a hablar.
—Vete a tu casa, Ashlyn. Vuelve a tu vida y déjame descifrar la mía.
85
Presionó un beso en mi frente y se dio la vuelta, corrió hasta que
dobló una esquina y desapareció de mi vista.
Me quedé aturdida e incapaz de moverme. Logan se había ido.
Página
14 Traducido por Elle
Corregido por Zafiro

L
os días siguientes se prolongaron en un ritmo agonizante.
Daba vueltas en la cama sin Logan, preocupada por dónde
estaría durmiendo y quién estaría ahí para él durante sus
pesadillas.
Me levantaba temprano y pasaba mis días trabajando en el campus,
intentando distraerme. Hasta el profesor Clancy comentó sobre los oscuros
círculos bajo mis ojos, así que había decidido usar más corrector para
disimularlos. No era típico de mí estar sufriendo por un chico. Excepto que
Logan no era cualquier chico. Era un misterio a desvelar, un
rompecabezas que quería resolver, con una apabullante química sexual.
Por no mencionar los cada vez más profundos sentimientos que estaba
desarrollando hacia él a pesar de mi buen juicio.
En mi camino hacia, y desde el campus, me quedé pensando que
había visto a Logan, pero por supuesto, era solo mi mente jugándome una
mala pasada. Él se había ido. Adónde, no lo sabía, pero sí sabía que estaba
buscando pistas, provocadas por ese tipo del parque.
Me asustaba pensar que podría estar apuntando hacia traficantes de
drogas en busca de información. Si era amigo de ese tipo del coche, tal vez
era un consumidor también. Pero sus registros médicos no mostraron
rastros de drogas en su sistema. Había algo que no encajaba.
Un toque en mi puerta rompió mi concentración y salté de la silla,
mi corazón galopando. Abrí. Era Liz
—Oh. Eres tú. —Mi cara cayó.
—Yo también me alegro de verte —murmuró, esquivándome para
entrar.
Tom vino a saludarla inmediatamente y ella lo levantó. —¿Así que el
donjuán lo rescató y te dejó aquí con este pobre chico? —Besó al gato en la
86

cabeza.
No respondí, pero dejé escapar un gran suspiro. La primera noche
Página

que Logan había desaparecido llamé a Liz. Vino a quedarse conmigo.


Estuve despierta toda la noche esperándolo, asustada cuando no estuvo
en casa a las tres de la mañana, pensando que pasaría la noche fuera,
pero al amanecer mi terror se volvió intolerable cuando me di cuenta de
que tal vez no regresaría. Gemí en mi almohada mientras Liz me frotaba la
espalda.
Sabía que ella no aprobaba mi relación con Logan en primer lugar,
pero yo apreciaba que me dejara derrumbarme por su repentina
desaparición de mi vida. Era tan poco usual en mí, que creo que ella
finalmente notó lo mucho que él significaba para mí.
Nunca había esperado que un día se levantara y se fuera a un viaje
de autodescubrimiento. Siempre imaginé que se marcharía si recordaba su
antigua vida y quería regresar a ella. De esta manera era mucho más difícil
de enfrentar. Prefería estar solo que conmigo, y no podía parar de
reproducir en mi mente una y otra vez el modo en que salió corriendo.
Las charlas de ánimo de Liz durante los últimos días fueron
reconfortantes, pero rayaban en el amor cruel. No quería que continuara
abatida en mi apartamento, y yo sabía que no toleraría mi depresión
mucho más.
Alzó un mechón de mi cabello hacia su nariz mientras pasaba. —
¿Cuándo fue la última vez que te lo lavaste?
Me encogí interiormente. ¿Ayer? ¿O había sido el día anterior?
Dejó escapar un suspiro. —Ve a tomar una ducha caliente. Tom y yo
pasaremos el rato, luego salimos a tomar un trago. ¿Te suena bien?
Asentí y me arrastré hacia el baño sin quejarme. Sería mejor que
sentarme en mi diminuto apartamento que aún parecía lleno de recuerdos
de Logan.
Era muy duro estar sola ahora, y necesitaba su compañía, aún si
ella no podía entender mi dolor.
Me tomé mi tiempo en la ducha, lavando mi cabello, usando el gel de
baño de jazmín que era un regalo de cumpleaños de parte de Liz y
afeitándome las piernas. Me sentía medio humana nuevamente cuando
finalmente me encontré con ella en el salón.
—Esa es mi perra sexy. —Me dio una palmadita en el trasero—.
Luces mejor.
—Gracias —murmuré, mirando mis zapatos. Era la primera vez en
días que llevaba vaqueros en lugar de mi ropa de yoga o leotardos, y me
sorprendí al notar que colgaban en mis caderas mucho más que antes.
87
Agarré mi bolso y nos dirigimos a la puerta. Cuando la abrí, me
quedé sorprendida por lo que vi, tanto, que me llevó un momento
registrarlo. Logan estaba sentado contra la pared de enfrente, sus rodillas
Página

pegadas a su pecho y la cabeza colgando entre ellas. Cuando me escuchó


jadear, miró hacia arriba. Tenía un aspecto terrible. El agotamiento y el
estrés habían grabado cavidades púrpuras bajo sus ojos.
—¡Logan! —Me lancé a través de la puerta y corrí hacia él, cayendo
de rodillas.
Me acercó a él y besó mis labios, mi rostro, mi cabello, agarrándome
desesperadamente. —Ashlyn.
—Estaba tan preocupada.
—Lo sé. —Besó mis labios nuevamente—. Lo siento. Tenía que ver si
podía averiguar algo.
—¿Y lo hiciste?
Sus ojos estaban en blanco, completamente vacíos de esperanza, y
supe la respuesta antes de que hablara. Tragó y ladeó la barbilla, incapaz
de admitir la derrota. —Sólo que te extraño.
Lo abracé otra vez y tiró de mí hacia su regazo, acunándome.
Liz se aclaró la garganta detrás de nosotros. —Supongo que esto
significa que no conseguiremos ese trago.
Me levanté y le ofrecí una mano a Logan. La aceptó y se levantó.
Odiaba lo exhausto que parecía, como si no hubiera dormido en los cuatro
días que había estado ausente.
—Lo siento, no. —Miré de ella a Logan.
Ella asintió, apretó los labios en una delgada línea y comenzó a
caminar, pero se detuvo directamente frente a Logan y se inclinó. —No
está bien que la uses como tu saco de boxeo emocional. A pesar de lo que
parece, es frágil y tiene sentimientos. —Le clavó un dedo en el pecho,
reafirmando su punto.
Logan apartó la vista, claramente avergonzado por ser regañado por
ella. —Lo siento. Lo sé. —Se giró hacia mí y tomó mi mano, llevándola
hacia su boca—. Lo siento, Ashlyn. —Respiró contra el dorso de mi mano.
—Está bien —murmuré, hipnotizada por la visión de sus ojos sobre
los míos.
—No, no lo está —se mofó Liz y se alejó—. Llámame si me necesitas
—gritó desde el pasillo.
Lo guie hacia el apartamento, queriendo interrogarlo acerca de
dónde había estado, lo que había descubierto, pero mantuve la boca
cerrada, sintiendo que necesitaba espacio. Se dirigió a la ducha mientras
yo calentaba una lata de sopa.
88
Puse ropa limpia sobre la cama y esperé ansiosamente a que saliera
de la ducha, mientras planeaba cómo comenzar la charla que sabía que
Página

necesitábamos tener. Encendí algunas velas por el apartamento,


esperando crear un ambiente relajante. Logan necesitaba ayuda. Como la
profesional y mentalmente estable en esta relación, era hora de que se lo
señalara.
Salió de la ducha afeitado y oliendo a fresco. Se unió a mí en el sofá
y le ofrecí un tazón de sopa. Lo aceptó agradecido y bebió el caldo caliente
con fruición del borde del tazón. Cuando terminó la sopa, puso el tazón
sobre la mesita de café y tiró de mí hacia su regazo.
Me acomodé, enroscándome contra su cuerpo mientras él me
rodeaba con sus brazos. Mi coraje sobre la discusión que necesitábamos
tener se desvaneció un poco. Se sentía tan bien tenerlo de vuelta, que no
quería molestar su ensimismamiento.
—Puedo sentir tus costillas —murmuró contra mi cuello.
—No lo hice muy bien cuando te fuiste —admití.
Maldijo en voz baja. —Me fui para hacerte las cosas más fáciles. No
me gustaba pensar que te estaba arrastrando conmigo, complicando tu
vida.
—No lo hiciste. Yo te quería aquí.
Asintió con cuidado. —Lo sé ahora. Siento haberme ido así.
—¿A dónde fuiste?
Tragó el nudo de su garganta y se mantuvo quieto. —Por todas
partes. Vagué por las calles, hablé con traficantes, pregunté, pero no he
podido llegar a ninguna pista.
Me enderecé, reuniendo valor. —Logan, me importas, y no puedo ver
cómo te haces esto. Tener amnesia no es tu culpa. No importa quién fuiste
antes, puedo decir que tienes un buen corazón.
Cerró los ojos ante mis palabras, luchando por mantenerse
tranquilo.
—Quiero que te quedes aquí conmigo, pero creo que necesitas la
ayuda de un profesional. Hablar con alguien. Tal vez algún medicamento.
Sé que quieres resolverlo por tú cuenta, pero…
Me alzó de su regazo, dejándome sola en el sofá. Comenzó a
pasearse por el salón. —No quiero a ningún jodido doctor hurgando en la
mierda, haciendo preguntas que no puedo responder o preguntando sobre
sentimientos que no puedo explicar. —Se detuvo con la espalda hacia mí,
mirando por la ventana hacia la calle—. Necesito hacer esto a mi modo,
Ashlyn. No me iré de nuevo si eso es lo que te preocupa.
89

—No. —El sonido de mi voz nos sorprendió a ambos. Logan se dio la


vuelta para enfrentarme—. Eso no va a funcionar. Te quiero aquí y quiero
Página

estar en tu vida, pero esto no es vida. —Luché tratando de encontrar las


palabras—. Necesitas ayuda. A menos que estés de acuerdo con eso, no
creo que debas estar aquí.
Me levanté y hui a mi habitación antes de que pudiera ver las
lágrimas llenando mis ojos. Aún si lo alejaba, yo sabía que necesitaba
mantenerme firme en esto. No podíamos seguir viviendo del modo en que
lo habíamos estado haciendo. Logan necesitaba ayuda.
Unos minutos después la puerta de la habitación se abrió y Logan se
asomó. Yo estaba caminando por el dormitorio. Había estado esperando a
ver si venía. Entró, cerró tras de sí y caminó hacia mí.
—Está bien.
—¿Está bien? —pregunté.
—Iré a ver a cualquier doctor que creas que debo ver, hablaré con
loqueros, haré hipnosis, lo que sea que creas que ayudará. Solo quiero
estar contigo. Eres todo lo que tengo, Ashlyn.
Debería haberme sentido feliz y aliviada porque fuera a buscar
ayuda, pero algo me molestaba. Yo era todo lo que él tenía en este mundo.
¿De veras tenía sentimientos por mí? ¿O sólo era su fuente de comida y
refugio?
Seguí mirándolo impasiblemente. —Necesito más que eso. —Me
encontré diciéndole. Casi me había derrumbado cuando se marchó y ahora
que había vuelto, no podía posponer esta conversación por más tiempo.
Esperó a que continuara, pero cuando me quedé en silencio, tomó
mi mano y me llevó hacia la cama. —Siéntate. Dime.
—Cuando te fuiste, pensé mucho. Acerca de ti, de nosotros. Necesito
saber por qué estás aquí. ¿Por qué me extrañaste? ¿Fue porque soy la
única persona que conoces en Chicago? ¿Por qué puedo ofrecerte un lugar
donde dormir? —Tal vez las diatribas de Liz habían comenzado a filtrarse
en mi cerebro. Su juicio crítico de Logan parecía más que justificado
ahora. Si él podía irse tan fácilmente, ¿era porque me estaba usando?
Apretó los puños. —No lo entiendes. Intenté irme para protegerte.
Un tipo como yo nunca encajará en tu vida.
—Logan —suspiré. Las conversaciones con él algunas veces me
agotaban y me dejaban más confusa que antes.
—Has hecho más de lo que merezco. No entiendo qué es lo que has
visto en mí. No tengo nada que ofrecerle a una mujer como tú. Eres
hermosa, brillante, y estar contigo, lastimándote, me asusta.
—Pero… —dije por él, al ver su expresión de dolor.
90

—Pero a pesar de eso, me estoy enamorando de ti. Eres delicada,


inteligente y malditamente cerca de ser la peor ama de casa que he visto.
Página

—Se echó a reír, pasando su pulgar por mi labio inferior—. Quiero


protegerte y hacerte feliz.
Sonreí como una idiota, mirándole fijamente a los ojos. Tal vez era
una tontería por mi parte, pero no estaba ni remotamente lista para sacar
a Logan de mi vida.
Se inclinó y besó mis labios suavemente. —¿Cenaste?
Negué con la cabeza.
—Vamos a alimentarte. Te estás quedando muy delgada.
Me sacó de la habitación y me sentó en uno de los taburetes de la
cocina para que pudiera verlo cocinar. Cuando la cena estuvo lista, me
hizo comer hasta el último bocado de espaguetis, hasta que estuve llena.
Después de cenar, me cobijó junto a él en el sofá mientras buscaba
en la red psiquiatras y doctores locales que se especializaran en amnesia.
El nombre del Dr. Andrews siguió apareciendo en las búsquedas hasta que
finalmente Logan se ablandó y pulsó el vínculo para solicitar una cita.
Mientras yacía en la cama esa noche y Logan se había ido a pintar,
intenté calmar mis miedos acerca de su pasado y sobre nuestro futuro, y
solo disfrutar del pequeño consuelo de tenerlo aquí mientras pudiera, aún
si no duraba.

91
Página
15 Traducido por Eugene_14
Corregido por LadyPandora

Y
o era un manojo de nervios mientras esperábamos al doctor
Andrews en la sala de reconocimiento. Logan se sentó en la
silla de al lado, dejándome subir a la mesa forrada de papel,
como si de algún modo la elección de su asiento dijera que él no era el
paciente. Me senté balanceando los tobillos por el borde de la mesa, el
papel arrugándose debajo de mí.
—Deja de inquietarte. ¿Por qué estás tan nerviosa? —preguntó
Logan.
El maldito silencio era demasiado para esta habitación. Cuando
escuché unos pasos surgir del pasillo me estremecí y envolví los brazos a
mí alrededor.
El doctor Andrews había sospechado que Logan y yo nos habíamos
vuelto más cercanos hacía algunas semanas, así que hoy, mostrándome
con él, confirmaría que nuestra relación iba más allá de lo profesional.
También podría estar llevando un letrero parpadeante declarándome una
Mujerzuela libertina.
—Si no querías que el doctor te viera conmigo, no haber venido —
dijo duramente.
—No. Quiero estar aquí. —Lo quería. Habíamos hablado de eso la
noche anterior, una vez que Logan se lavó la pintura de las manos y se
metió en la cama. No íbamos a dejar que las circunstancias que
encontráramos por el camino nos impidieran estar juntos. Fue muy
liberador. No habría que esconderse más, no más andar de puntillas
alrededor de la conversación. Logan y yo estábamos juntos. Así de simple.
Nos queríamos y hacíamos lo que parecía correcto.
Pero eso no impidió que mi estómago se hundiera en el momento en
que la puerta se abrió. El doctor Andrews entró en la sala echándome una
92
mirada de advertencia antes de centrar su atención en Logan.
El doctor Andrews se sentó y, situando un par de gafas diminutas en
Página

la punta de la nariz, abrió el expediente de Logan, que contenía muchas


hojas, sobre sus rodillas. Después de hacerle unas preguntas básicas a
Logan, el doctor se giró hacia mí.
—¿Por qué no se retira?
—Ella se queda —dijo Logan con tono de determinación.
El doctor Andrews entrecerró los ojos, obviamente sin gustarle que
su petición fuera ignorada. Se quitó las gafas y las guardó en uno de los
bolsillos de su abrigo. Me di cuenta de que se estaba muriendo por
preguntar qué tipo de relación teníamos, pero no había razón médica para
obtener esa información. Así que se quedó sin palabras.
Llegó a la conclusión de que las conmociones cerebrales de Logan y
sus lesiones anteriores se habían ido, y estaba sano y bien, aparte de no
recordar nada de los últimos veinte años de su vida.
—Me alegro de que hayas regresado. Me gustaría hacerte
evaluaciones neurológicas periódicamente para revisar tu progreso y ver si
estás recordando algún viejo recuerdo o formando nuevos. —Logan asintió
con su consentimiento—. ¿Eres capaz de recordar detalles recientes?
¿Presenta alguna dificultad recordar lo que hiciste ayer? —preguntó el
doctor.
—Recuerdo todo desde el día en que desperté en este hospital. Pero
aún sigo sin recordar nada de mi vida pasada.
Después de terminar con algunas preguntas más y ofrecer
sugerencias sobre los suplementos vitamínicos, el doctor Andrews se giró
hacia mí.
—Él le proporcionará una pieza muy importante para su tesis.
No hice caso a su mensaje implícito, el de que yo estaba utilizando a
Logan para salir adelante en mi investigación.
—Vamos a casa, Logan.
Logan asintió con la cabeza y me ayudó a bajar de la mesa de
reconocimiento.
Nos quedamos en silencio desde que tomamos el tren a casa, ya que
no había mucho de qué hablar después de su cita con el doctor. Había
estado tan puesta en Logan consiguiendo ayuda, que me había estado
agarrando a un clavo ardiendo. Aun así significó mucho que accediera a ir.
Logan se bajó en la parada de mi apartamento y yo me bajé en la
siguiente parada para encontrarme con Liz en la cafetería. No había
hablado con ella desde que Logan volvió, y ni siquiera sabía si la cita en el
café aún seguía en pie, pero cuando le envié un mensaje de texto
93
preguntándole si aún quería verme, ella respondió entusiasmadamente
con un ¡¡Por supuesto!!
Página

Cuando llegué a la cafetería, Liz no había llegado aún, así que fui a
pedir. Las campanas de la puerta sonaron y Liz entró con paso elegante,
vestida con ropa de entrenamiento. Y por el aspecto de este, había venido
corriendo. Se desplomó en la silla que estaba frente a mí.
—Oh, gracias a Dios. —Tomó el café helado que pedí para ella y
empezó a bebérselo.
Liz se bebía el café como la mayoría de las personas se beben el
agua. Yo di un sorbo a mi café caliente y la observé, preguntándome si
íbamos a hablar de Logan, el tema tabú.
Después de unos saludables sorbos y de que la respiración de Liz
volviera a la normalidad, puso su café sobre la mesa.
—Escucha, no quiero que pienses que lo odio, porque ese no es el
caso. Sólo estoy preocupada por ti.
Apreciaba que nunca se anduviera por las ramas.
—Yo también estoy preocupada. He protegido mi corazón durante los
últimos veinte años. Crecí sin el afecto y el amor normal de la mayoría de
las familias. Ya me conoces. Apenas salgo. No estaba buscando nada. Y
desde luego, enamorarme de un sujeto de prueba no era mi intención.
Ella se burló y esbozó una sonrisa.
—Te entiendo. Tu madre se fue y tu padre traía comida a la mesa,
pero eso era todo. Logan es diferente y cuidas de él.
—Demasiado —admití.
—Entonces, ¿qué pasará cuando se vaya de nuevo?
Noté que dijo cuando y no si pero lo dejé pasar.
—Estarás ahí para mí.
Ella asintió con la cabeza una vez.
—Me parece justo.
Nos bebimos el café en silencio durante algunos minutos, hasta que
vi el destello en los ojos de Liz.
—Ahora que es tu novio, deberíamos salir todos, presentárselo a la
pandilla. Reuniré a algunos amigos.
—Hm. No creo que sea buena idea, Liz.
—Saldremos y tomaremos algo, algo casual, leve, nada de qué
preocuparse. Será divertido.
94
—Por supuesto. Supongo que sí —murmuré, sabiendo que nunca
sería capaz de persuadir a Liz en cuanto se empeñaba en algo.
Página
16 Traducido por Liz Holland & Annabelle
Corregido por Verito

L
ogan se puso la camisa gris con botones que le había
comprado, y se enrolló las mangas hasta los codos. —¿Cómo
vas a explicarle lo mío a tus amigos?
Agité la mano. —No te preocupes por eso. Les parecerá bien. —La
verdad era que no tenía ni idea de cómo presentárselo a mis amigos. ¿El
paciente con amnesia con el que estaba durmiendo? ¿Novio? ¿Amigo?
¿Compañero de habitación? Tomé otro saludable trago de mi vino. Era un
poco deprimente pensar que el hombre al que me había abierto tenía
problemas mentales y un probable historial criminal. Genial, Ashlyn. No
era exactamente el apoyo ganador de mi trayectoria con los hombres. De
todos modos, yo quería divertirme esta noche, para ayudarle a relajarse y
demostrarle que encajábamos en la vida del otro.
Le había dicho a Logan que era una noche de fiesta para celebrar
que mi propuesta de tesis fue aceptada, y así era, pero más que eso, sería
nuestra presentación en público como pareja.
Tiré de mi falda azul marino, persuadiéndola para que avanzase
poco a poco más cerca de mis rodillas. Combinada con una camiseta
ajustada color crema, me veía justo como la estudiante de doctorado
profesional que era, pero mis botas marrones hasta la rodilla le daban un
poco de margen al conjunto.
Logan me pasó las manos por la espalda, y se detuvo en mi trasero,
dándome un generoso apretón apreciativo. —Verte con esas botas y la
falda corta me dan ganas de inclinarte y follarte aquí mismo —susurró
cerca de mi oído. Un escalofrío se deslizó por mi espalda.
—Por muy tentador que parezca —presioné un beso en sus labios—,
tendrás que aguantar ese pensamiento. Liz ha organizado todo esto, y no
quiero tenerlos a todos esperándonos.
95
Me miró a los ojos. —Y si aparecieras con el pelo revuelto y la piel
sonrosada, sabrían que acabo de follarte. Porque no pretendo contenerme
esta noche.
Página

Gemí. —¿Tenemos que ir?


Se rio de mí. —Vamos. Haremos nuestra aparición. Después eres
mía. Y si me tienes fuera mucho tiempo, no estoy por encima de follarte en
la mesa delante de tus amigos.
Vacié el resto de mi vino y tomé su mano. —Vamos. Vayamos —
acabemos con esto, añadí en mi cabeza.
Llegamos al bar, que era más un salón elegante, y una azafata
demasiado entusiasta nos dirigió a una mesa en la parte posterior. Le
lancé una mirada malvada. Perra, por favor. Él está conmigo.
Liz se levantó de un salto de la mesa cuando nos vio. Me dio un
abrazo y saludó a Logan más fríamente, con un gesto y una inclinación de
cabeza. Nos sentamos en el centro de la mesa, yo entre Liz y Logan, y
amigos de nuestro programa, una dulce chica asiática llamada Kim, y
Porter, quien me había invitado a salir varias veces a principios de año.
Le había mencionado a Logan cuando veníamos que quería una copa
de champán esta noche, y cuando la camarera se acercó para tomar
nuestras órdenes, pidió una botella de champán para la mesa y un
gintonic para él. Le di unas palmaditas en la rodilla por debajo de la mesa.
—Gracias.
Pasó el brazo alrededor de mi silla, apoyándose casualmente. Kim
era demasiado educada para acribillarlo con preguntas, pero la mirada de
evaluación en el rostro de Porter me dijo que él no tendría ningún reparo
con este hombre misterioso que había traído conmigo.
Cuando llegaron las bebidas, Logan llenó las copas de champán y Liz
terminó su historia sobre el enfermo de amor de pregrado que todavía la
seguía después de su cita hacía varias semanas.
Porter mantuvo sus ojos fijos en Logan y se apoyó en los codos. —Así
que, ¿cómo se conocieron?
Miré a Logan con una mirada de pánico, pero su rostro estaba en
calma. —Yo respondo, nena—dijo con un guiño—. Nos conocimos en el
Northwestern Memorial como parte de un proyecto en el que Ashlyn estaba
trabajando.
Dejé escapar un pequeño suspiro de alivio. Era totalmente cierto,
pero Logan lo había contado de manera que Porter y Kim asumirían que
era un residente, o un empleado del hospital.
—Interesante —asintió Porter.
—¿Qué estás estudiando? —preguntó Logan, desviando sutilmente
96

la conversación de sí mismo.
Sonreí por su inteligencia. Llevar a Porter a hablar de sí mismo era
Página

una genialidad. Porter no se pudo resistir, era su tema favorito, y una de


las razones principales por las que lo había rechazado. Estaba absorto en
sí mismo. Pero más que eso, es que no me sentía atraída por él. No era feo,
pero sólo era unos centímetros más alto que yo, y flaco, carente de la
testosterona y masculinidad manifiesta por la que me sentía atraída.
Mirando entre él y Logan—no había comparación. Logan podría pasar por
un modelo masculino. Incluso más que eso, era su confianza lo que
encontraba sexy.
Se echó hacia atrás casualmente, poniendo su brazo sobre mi silla,
mientras escuchaba la respuesta de Porter.
—¿Qué haces en el hospital? —preguntó Porter.
—Estaba trabajando con el Dr. Andrews. Pero ahora mismo me han
contratado para pintar un mural en una escuela para jóvenes sin
recursos.
—Aww —intervinieron Liz y Kim al unísono.
Porter entrecerró los ojos a Logan. ¿Por qué estaba actuando tan
raro?
—Entonces, Logan, ¿creciste aquí?
Joder, ¿qué pasaba con la línea de interrogatorio intensa de Porter?
Logan le dio un sorbo a la bebida. —Aquí y allá. —Se veía frio y
sereno, pero mi estómago estaba haciendo el cha-cha-cha. Metió la mano
debajo de la mesa y me apretó la rodilla para tranquilizarme.
Tomé otro sorbo de champán, intentando relajarme y escuchar a Liz
sonsacando a Kim información sobre los chicos de nuestro programa que
le parecían guapos. La expresión de Kim era como la de un ciervo
deslumbrado por los faros. Pobrecita, pero no podía intervenir. Si la
atención se centraba en la vida amorosa de Kim, por lo menos por el
momento, eso significaba que se quedaría fuera de la mía.
Sin recolectar nada de interés, Liz se levantó abruptamente.
—¡Oh! Me encanta esta canción. Vayamos a bailar. —Nos levantó a
Kim y a mí de nuestros asientos—. ¡Baile de chicas!
Me volví hacia Logan, no queriendo dejarle solo con Porter. —Ven a
bailar conmigo.
—Yo no bailo, cariño. —sonrió.
Porter vació su vaso de cerveza. —Yo bailaré contigo.
Fruncí el ceño mientras Porter se puso de pie para seguirme y me
arrastré detrás de Liz y Kim a la pista de baile. No había querido dejar sólo
97
a Logan, pero tal vez apreciaría un minuto para sí mismo. Esto era mucho
por asimilar, ya que habíamos pasado las últimas semanas prácticamente
Página

recluidos en mi apartamento. Seguí al grupo hasta el centro de la pista de


baile y comencé a balancearme al ritmo de la música.
No me gustaba mucho bailar, pero Liz insistía en ello cada vez que
salíamos, así que sabía que era más fácil ceder y mecerme como ella en la
pista de baile, en lugar de hacer que peleara conmigo hasta que yo me
rindiese. Y nunca me ha gustado hacer a otros infelices, incluso si eso
significaba hacer algo que realmente no quería hacer. Supongo que ver a
Liz girar y desplazarse con una gran sonrisa en la cara valía la pena.
Miré a Logan. Estaba apoyado en el respaldo de su silla con la
bebida en los labios, pareciendo satisfecho mientras me miraba.
Nunca fui el centro de atención al bailar junto a Liz, pero Logan
mantuvo su mirada en mi cuerpo. Recordé su promesa de cuando
llegáramos a casa y le sonreí.
Me balanceé bajo su mirada prometedora, su atención dándome una
dosis de confianza. Cerré los ojos y dejé que la música me guiase,
moviendo las caderas al ritmo. Sentí un par de manos firmes sujetarme
por la cintura, y sonreí, abriendo los ojos, con la esperanza de descubrir
que Logan se me había unido. Lamentablemente, era Porter. Mi sonrisa
cayó al instante.
—No te detengas ahora. Eso era jodidamente sexy —dijo sobre la
música.
Me alejé de sus manos. —Porter —le advertí.
Logan se interpuso entre Porter y yo. —¿Qué tal si mantienes las
manos para ti mismo? —dijo, bajando la mirada a Porter.
Porter levantó las manos en señal de rendición. —Relájate. Dijiste
que no querías bailar. Sólo estaba divirtiéndome con ella.
Logan sostuvo la mirada de Porter unos segundos más. Tan
repentinamente como había llegado a mi rescate, deslizó los brazos
alrededor de mi cintura y me llevó a un rincón más privado de la pista de
baile.
Presionó su frente contra la mía, su aliento susurraba sobre mi
boca. —No me gustaba ver sus manos sobre ti.
Sonreí en respuesta. —Tenía la situación controlada.
—Lo sé —añadió rápidamente, no queriendo insultarme.
Logan y yo seguimos bailando, meciéndonos suavemente al ritmo de
nuestra música. Me atreví a mirar hacia atrás, a Liz y Kim, que habían
encontrado un grupo de chicos con los que bailar. Porter estaba sentado
98
en la mesa, bebiendo su cerveza y haciendo pucheros. Muy maduro.
Alejé el pensamiento acerca del raro comportamiento de Porter de mi
Página

mente. Me centré en Logan, que se había presionado contra mí en el cálido


y oscuro club.
Me encantaba cómo me hacía sentir salir con Logan.
Despreocupada. Viva. Atrevida. Todo lo que no era durante el día a día de
mi vida. Él era atento y estaba centrado únicamente en mí, aunque vi
varias chicas admirándolo.
Su cuerpo cerca del mío me hacía cosas deliciosas. Me di la vuelta
para que mi trasero se presionase contra su entrepierna. Agarró mis
caderas mientras yo movía lentamente mi cuerpo, bailando contra él.
Por un breve instante me preocupó parecer una idiota, pero entonces
sentí su creciente erección luchando contra sus vaqueros. Era un
sentimiento muy poderoso saber que lo estaba excitando en público.
Estuve a punto de reír ante ese pensamiento. Entonces Logan se inclinó
para acercarse a mi oído y pude sentir su aliento.
—Maldita sea, Ashlyn. No estoy por encima de llevarte al baño para
follarte. Ahora compórtate. —Me dio un manotazo en el culo.
Gemí por la sorpresa y me di la vuelta para enfrentarlo, con la boca
todavía abierta.
—¿Vas a comportarte? —susurró, apenas lo suficientemente fuerte
para hacerse oír por encima de la música.
Me encontré asintiendo. —Si me llevas pronto a casa.
Sus ojos brillaban con su excitación. —Vámonos. —Tiró de mi mano,
guiándome fuera de la pista de baile.
—Tenemos que despedirnos. —Tiré de él en dirección a la mesa y
mis amigos.
Él gimió, pero me siguió obedientemente. Eché un vistazo a sus
pantalones para ver si la evidencia de su excitación era visible todavía. Me
atrapó mirando y se rio entre dientes. —Estoy presentable. Por ahora.
Cuando volvimos a la mesa para despedirnos, abracé a las chicas
mientras Logan le daba a Porter un helado apretón de manos. Al menos,
parecía que no había resentimientos persistentes entre ellos.

***

La boca de Logan se encontraba sobre la mía incluso antes de entrar


en el apartamento. Me atrajo hacia él, abrazándome con todo su cuerpo, y
99
pateó la puerta detrás de nosotros para cerrarla.
Su resistencia inicial de compartir sus sentimientos conmigo ahora
Página

parecía demasiado lejana, mientras me besaba con entusiasmo y mordía


mis labios. Chocamos uno con el otro, y golpeamos los muebles en nuestro
intento de llegar al comedor sin romper el beso. Fue como un acuerdo
silencioso entre los dos de que los diez pasos que faltaban hasta la
habitación eran demasiados.
Logan me hizo caminar de espaldas hasta que choqué contra la
mesa del comedor. —Tú. Eres. Mía.
Me pregunté si la atención de Potter esta noche había tenido algo
que ver con su declaración, pero obviamente se encontraba en el borde
esta noche. —Claro que sí, Logan. Tuya. Sólo tuya.
Me besó de nuevo, y luché para sostenerme del borde de la mesa
cuando, de pronto, mis piernas se volvieron inestables. Mi mano se frotó
contra una de sus pinturas, y bajé la mirada para asegurarme de no haber
arruinado nada de pintura aún húmeda. La pintura de una mujer exótica
me devolvió la mirada. La única persona que siempre pintaba era ella, y
había al menos unas doce de la misma. Me separé de sus besos y fruncí el
ceño hacia la pintura. —Logan, mueve tu pintura.
—No importa —murmuró, inclinándose para besarme de nuevo.
Empujé su pecho, brindándome a mí misma algo de espacio para
respirar. —No puedo hacer esto con ella mirándonos.
Logan frunció el ceño, intentando averiguar a qué me refería. —
¿Ella? —Bajó la mirada hasta la ofensiva pintura, dándose cuenta que la
misteriosa mujer y su historia con ella me habían molestado.
Tomó la pintura, la llevó al otro lado de la habitación, la metió en el
armario sin contemplaciones, y cerró la puerta. Luego vino hasta mí, y
tomó mi rostro en sus manos, mirándome directamente a los ojos. —No
quiero que eso te moleste. Ni siquiera sé quién es. Sólo somos tú y yo, ¿de
acuerdo?
Por ahora, puntualizó mi pesimismo interno, empeñado en obtener la
última palabra.
Acarició mis mejillas con sus dedos. —¿De acuerdo, nena?
Asentí, y por alguna razón, mi labio inferior sobresalió haciendo un
puchero.
—No sabía que ella te molestara —murmuró, colocando mi cabello
detrás de mis orejas.
Dejé salir un suspiro profundo. —Logan, ¿cómo podría no
molestarme? Es probable que sea tu novia.
100
—Ella es alguien de quien no recuerdo absolutamente nada.
¿Cuánto podría significar para mí si es así?
No señalé que recordaba cada detalle de su apariencia física, lo
Página

suficiente para crear una docena de retratos idénticos. En vez de decirle


eso, utilicé otra táctica—: Cada vez que has visto a otro nombre mostrar
cualquier interés en mí, como mi cita con Jason, y luego esta noche con
Porter, actuaste como todo un cavernícola y prácticamente me arrastraste
a tu lado para follarme. —Se encogió ante la dureza de mis palabras.
Logan inclinó la cabeza hacia un lado, estudiándome para ver si lo
que dije era cierto.
—¿Te puedes imaginar lo mal que se sentiría si hubiera
correspondido sus sentimientos y fuese yo la interesada en ellos? Tú,
pintándola una y otra vez… sí, me duele, Logan.
—Lo lamento. Pensé… tú siempre me incentivaste a intentarlo y a
recordar, a explorar cualquier recuerdo que pudiera. Pintando es la única
forma en que puedo hacer eso. Según sé, bien podría ser mi hermana.
Mordí mi labio para evitar recordarle la pintura de ella en una cama,
con sólo una sábana a su alrededor. Esa pintura ahora residía en la
esquina más lejana de mi armario. Hermana mi trasero.
—Mañana a primera hora me desharé de esas pinturas. Ella no me
importa. Escúchame, Ashlyn. —Tomó mis manos, entrelazando sus dedos
con los míos—. Tú estás conmigo ahora. Eres todo lo que quiero.
Una lenta sonrisa se extendió por mi rostro. Debería estar ofendida
al escucharlo reclamarme como suya, yo no era propiedad de nadie, pero
en vez de eso, lo que hizo fue emocionarme. Logan enfrentaba sus miedos
de abrirse y acercarse a alguien. No sabía exactamente cuando decidió que
yo valía la pena el riesgo, pero de todas maneras me encantaba.
—Sí, Logan. Tú también eres todo lo que quiero.
—Sólo tú —murmuró, encontrando mi mirada con sus expresivos
ojos color avellana.
Mi corazón golpeaba con fuerza dentro de mi pecho, sintiéndose
como si acabábamos de cruzar algún tipo de barrera juntos. Me levantó
por las caderas y me apoyó en el borde de la mesa del comedor, admirando
con una sexy sonrisa mis piernas colgando y mis botas. Trazó con su dedo
mi rodilla desnuda, subiendo por mi muslo hasta llegar justo debajo del
dobladillo de mi falda.
—Y sólo para aclarar mi comportamiento de cavernícola. Ese chico,
Jason, era un idiota. Y entre las preguntas y respuesta de Porter hacia mí,
y luego tratándote como si fueses una innovación para su
entretenimiento… Estaba listo para golpearlo, si no me hubiese alejado
cuando lo hice.
101
—Cállate y bésame ya.
Inclinó su boca y acarició mis labios con los suyos, tomándose su
tiempo y permitiendo que mi anticipación creciera. Separé los labios, lista
Página

para más. Su lengua acarició mi labio inferior, probando, jugando.


Pensando en acelerar las cosas y acabar con su autocontrol, tomé
las hebillas de su pantalón y lo acerqué. Comencé a desabrochar su
cinturón, y él se rió contra mis labios. —¿Estamos impacientes?
Su cinturón debía haber sido un chaleco anti balas o a prueba de
niños, o algo así, porque la maldita cosa no quería abrirse. Sin separar sus
labios de los míos, sus manos se unieron a la misión y fácilmente abrieron
la hebilla. Introduje mi mano dentro de sus calzoncillos para encontrarme
con que ya estaba duro. Dejó salir un suave gruñido cuando mi mano lo
apretó, acariciándolo levemente. Con cada movimiento sentí sus caderas
responder, moviéndose cada vez más cerca de mí. Era tan increíblemente
sexy.
Luego de unos cuantos minutos de besos y acaricias, se separó, con
los ojos desbordados de pasión. Introdujo la mano debajo de mi falda y
comenzó a bajar mis bragas. Levanté mi trasero de la mesa para ayudarlo
con su tarea. Logan se tomó su tiempo, agachándose para quitarlas de mis
botas y luego lanzarlas al piso. Dejé salir un suave quejido cuando se
levantó de nuevo con su impresionante erección sobresaliendo por delante
de él,
—Shh. Ven aquí. —Atrajo mis caderas más cerca, lo cual provocó
que mi falda se subiera mientras me arrimaba hasta el borde de la mesa.
Me acarició con soltura, moviendo fácilmente sus dedos sobre mis
húmedos pliegues.
Separó más mis piernas y se situó frente a mí. Continuó frotando mi
punto más sensible hasta que me encontraba retorciéndome frente a su
pecho, con su camisa entre mis puños.
—Logan… Voy a…
Presionó sus labios contra los míos. —Lo sé. Vente para mí, bebé. —
Deslizó un dedo en mi interior mientras continuaba masajeando mi
clítoris. Las sensaciones eran celestiales—. Dios, quiero follarte. —Respiró
en mi cuello. Sus murmullos sucios me llevaron al borde. Planté las manos
detrás de mí sobre la mesa, necesitando el apoyo, mientras arqueaba mis
caderas hacia adelante. Una intensa erupción de placer explotó desde mi
alma.
Logan no perdió tiempo antes empujar su gruesa verga hacia mi
entrada. Aún me encontraba temblando con los choques finales de mi
orgasmo cuando lo sentí deslizarse en mi interior. Me encontraba
102
resbaladiza y húmeda, pero aun así cada centímetro de él me estiraba
cada vez más. Gruñí su nombre.
Logan se inclinó hacia atrás para admirar el punto en el que
Página

nuestros cuerpos se encontraban unidos, introduciéndose lentamente


mientras mantenía mis rodillas separadas. Me mordí el labio para evitar
gritar. —Logan.
—Joder, eres estrecha, nena.
—¿Te duele? —pregunté.
Sus labios se curvaron en una sexy sonrisa. —Es la mejor jodida
sensación del mundo. —Se acercó para besarme. Me sostuve de sus
hombros, necesitándolo como soporte. Él llevó sus manos hasta mi
trasero, hundiéndose en mí al mismo tiempo—. Ashlyn —murmuró.
Logan se movía fuertemente, entrando cada vez más profundo que
antes. Su respiración era pesada y deliciosa al colocar su boca cerca de mi
oído al venirse. Temblé por todos partes gracias a la intimidad del acto, a
pesar de que ambos aún nos encontrábamos completamente vestidos.
Logan se salió de mi interior y besó mi frente. —Eres increíble. —
Sonreí ante su halago. No había hecho nada más que quedarme en el
borde de la mesa y recibir todo el placer que pudiera darme. Pero eso
parecía complacerlo.
Volvió a acomodarse sus pantalones, mientras yo contemplaba la
mejor forma de bajarme de la mesa como una dama y me preguntaba si
mis piernas soportarían mi peso en estos momentos.
Por suerte, antes de tener que planear mi estrategia, Logan me
levantó de la mesa y me llevó hasta mi habitación, sin bajarme hasta que
estuve en la cama.
—Gracias por el viaje, pero aún tengo que ir a cambiarme y
limpiarme.
Me besó de nuevo y me dejó para que me cambiara. Me pregunté si
planeaba pintar esta noche, pero para el momento en que salí del baño y
me colocaba mi blusa y pantaloncillos para dormir, ya había regresado,
poniendo un vaso de agua en mi mesita de noche.
—Bebe esto. No quiero que tengas resaca en la mañana.
—Gracias. —Presioné el vaso contra mis labios. Sólo me había
tomado dos vasos de champan, pero aun así me gustaban las pequeñas
cosas que siempre hacía por mí.
Retiramos las sábanas y nos deslizamos en la cama, moviéndonos
hasta el centro de ella para estar más cerca el uno del otro. 103
Página
17 Traducido por Joha quinto
Corregido por LadyPandora

L
a mañana siguiente me desperté con mi teléfono vibrando
ruidosamente sobre mi mesita de noche. Lo busqué a tientas,
derribando el despertador y lanzándolo estrepitosamente al
suelo. Era Porter. Le fruncí el ceño al identificador de llamadas, tratando
de entender por qué Porter estaría llamándome tan temprano un sábado.
No me había llamado en meses. Hubo un tiempo en el que me
arrepentí de darle mi número. Mientras sus llamadas ocasionales
empezaron de forma bastante inocente, como llamar para conseguir algo
que se perdió de la clase, al final sus llamadas evolucionaron a
divagaciones nocturnas, preguntándome si estaba lista para pasar el rato.
Dejé de contestar mi teléfono hasta que captó la idea. Aun así, nunca
había llamado tan temprano.
—Hola —proferí con voz ronca, tratando de no despertar a Logan.
—Um, hola Ash, no te desperté, ¿verdad?
—No. —No sé por qué mi respuesta automática a esa pregunta era
siempre no, como si estuviera avergonzada de ser encontrada durmiendo,
después de todo sólo eran las ocho de la mañana. Miré en la cama junto a
mí, notando que Logan ya se había levantado. Aparté las sábanas de mis
piernas y me estiré—. ¿Qué pasa?
—Bueno, esto va a sonar extraño, pero quería hablarte sobre Logan.
Oh Jesús, déjame en paz, pensé. No estoy interesada en ti, Porter.
—¿Sobre qué?
—En realidad, estaba esperando que te encontraras conmigo esta
mañana para tomar un café, y así podría explicártelo.
—Porter, Pensé que lo había dejado claro, no estoy interesada.
104
—No es acerca es eso. Sólo… podría tener alguna información sobre
Logan que deberías oír.
Mi estómago dio un vuelco.
Página

—Ah, sí, claro. ¿Va bien en el Imperial Room?


—Por supuesto. ¿En veinte minutos? —preguntó.
—Te veo ahí.
Colgué el teléfono y me cambié. Después de cepillarme los dientes,
encontré a Logan en la sala de estar poniéndose sus zapatos.
—Buenos días, ¿ya te vas? —pregunté.
—Sí. —Mantuvo baja la mirada y se puso el otro zapato.
Oh. Me pregunté a dónde iba.
—Hay algo de lo que necesito ocuparme esta mañana —dijo,
respondiendo a mi pregunta tácita—. Regresaré pronto. —Me besó en la
mejilla y salió por la puerta.
Me quedé allí durante unos minutos más, un poco desconcertada
ante el hecho de que ni siquiera había tenido que inventarme una excusa
para salir.
Unos minutos después estaba fuera y me dirigía por la calle hacia él
café. Porter estaba ya esperando adentro, en una mesa junto a la ventana
de delante. Había una taza humeante de café enfrente de él y una taza alta
con un café con leche en su sitio. Recordaba mi tipo de café; lo que era
agradable, y además extraño.
—¿Esto es para mí? —pregunté mientras me acercaba a la mesa y
retiraba la silla.
Porter asintió y comenzó a ponerse de pie, pero le hice una señal
para que se quedara sentado.
Tomé un sorbo del café con leche, pero cuando descubrí que no
estaba demasiado caliente, tomé un largo trago. Mmm. El expreso amargo
y la espumosa leche caliente formaban una combinación brillante, que era
justo lo que necesitaba para aliviar mis nervios por lo que fuera que Porter
tenía que decirme.
—Así que… —comencé a decir.
—Así que… —Sonrió, haciéndose el inocente—. Por dónde empezar…
—Trazaba el borde de la mesa con sus dedos.
—Porter. Sólo dime lo que sabes. —Me preparé, envolviendo mis
manos alrededor de la calidez de la taza.
Tragó saliva.
—Está bien. En primer lugar sé cómo conociste a Logan de verdad.
105
Al final de la noche, Liz estaba un poquito ebria, y se le escapó que Logan
tiene amnesia.
Oh, mierda. Liz recibiría una lección sobre guardar secretos.
Página

—Y… —Seguí.
—Y él me resultaba familiar, por eso estuve haciendo todas esas
preguntas esa misma noche. Pero imaginé que tenía un doble por ahí, o yo
no lo recordaba claramente.
Mi corazón dio un golpe dentro de mi pecho, mis palmas
humedecidas por la taza caliente.
—¿Recordar qué?
—Creo que él solía salir con una buena amiga de mi compañera de
habitación.
Era la sensación más extraña, el querer saber y sin embargo no
querer oír lo que Porter estaba a punto de decir.
—¿Tu compañera de cuarto, Shelby? —La compañera de cuarto de
Porter era una chica agradable, de estilo hippie, que había conocido en
una ocasión anterior cuando Liz y yo elegimos a Porter para una sesión de
estudios. Recuerdo a Shelby con las piernas cruzadas en el suelo, con su
largo cabello colgando sobre su rostro mientras tejía algo con cáñamo.
—Sí, lo recuerdo de venir una o dos veces hace algún tiempo. Él
salía con una de sus amigas, se llamaba, um… Logan.
¡Santa mierda!
Supongo que eso explicaba el tatuaje. Tragué un grueso nudo que se
había formado en mi garganta. El café con leche se sentía como si
quemara el revestimiento de mi esófago.
—¿Ash? ¿Estás bien? Estás un poco pálida.
—Estoy bien. Sólo continúa, por favor.
Suspiró, y se pasó las manos por su cabello.
—No estaba seguro de que fuera el mismo chico. Su cabello es más
corto, en primer lugar. Pero cuando actuó todo posesivo contigo, estuve
segurísimo de que era él. Recuerdo a Shelby diciendo que tenía una
tendencia celosa e hizo lo mismo con Logan, como si necesitara marcar su
territorio.
Oh.
—¿Entonces quién es él?
Porter sacudió la cabeza.
106
—No puedo recordar su nombre. Sólo lo vi una vez.
—¿Por qué me estás diciendo esto? ¿Qué les paso a Logan y a él?
¿Crees que Shelby sabe algo? —Mi corazón latía más rápido, como si
estuviera dentro de alguna misión secreta y estuviera cerca de ser
Página

descubierta en cualquier momento.


—Shelby conoce todos los detalles, estoy seguro. Pero no sé si te
gustaría que la incluya, no quisiera que esto saliera y comprometiera tu
investigación, pero confió en Shelby. Ella será discreta.
—Sí, necesito hablar con ella. Tengo que saberlo.
Asintió.
—Lo único es que…
—¿Qué?
—Shelby está fuera de la ciudad unos días. ¿Tienes una foto de él en
tu móvil o algo, así podemos confirmar al menos que es él?
Estaba cerca de contestar que no cuando repentinamente recordé la
estúpida foto que había tomado de él con Tom en la sala de estar. Busqué
en mi bolso y saqué mi teléfono. Como mis manos estaban temblando
tanto, me llevó tres intentos introducir bien la clave y luego varios intentos
torpes para abrir mi álbum de fotos.
Era una foto de cerca y podía verse claramente la cara de Logan en
el marco mientras sonreía a la cámara. Lo giré para mostrársela a Porter.
—Bueno, esto servirá. Me gustaría mostrarle la foto a Shelby para
asegurarnos de que es él antes de que consiga ponerte nerviosa por nada.
Asentí, parecía buena idea. Porter anotó el email de ella en mi
teléfono y yo le envié la foto. Al presionar la tecla enviar sentí que le estaba
asestando un golpe directo a mi relación con Logan. Siempre le había
dicho que confiaba en él. Pero ahora, enfrentando la verdad, necesitaba
algo de tiempo para procesarlo sola y examinar qué significaría esto para
nosotros.
—Sólo se cuidadosa, ¿vale? —dijo Porter, con la mano extendida a lo
largo de la mesa para apretar la mía.
—Lo seré. ¿Sabes algo más, o sea, sobre él y Logan?
Frunció el ceño.
—Sólo escuché cosas de segunda mano por Shelby. Sé que terminó
muy mal y que Logan estuvo en el hospital después de que terminaran.
Alejé el café, mientras mi estómago se retorcía violentamente.
Porter extendió el brazo sobre la mesa y me dio una palmadita en la
mano.
107
—Todo irá bien, después hablamos. Tal vez tenga noticias de Shelby
—sugirió Porter.
—No llames —espeté repentinamente—. Logan vive conmigo. Sólo
Página

mensajes o correos.
Sacudió la cabeza.
—Por Dios, Ashlyn. Ni siquiera conoces a este chico.
—Lo sé, ¿de acuerdo? No me lo restriegues por la cara. —No
necesitaba oír su desaprobación también; ya tuve suficiente con Liz.
—Bien. Juntos resolveremos esto, ¿de acuerdo?
Asentí.
—Gracias por tu ayuda.
Tener la ayuda de Porter en esto aliviaba un poco mi preocupación.
Dejé mi taza de café en el contenedor para platos sucios que había cerca
de la puerta, y me dirigí hacia el frio otoño. Alcancé a ver algo familiar y
levanté la vista justo a tiempo para ver a Logan cruzando la calle,
dirigiéndose en la dirección opuesta. ¿Había estado observándome con
Porter? Un escalofrío se deslizó por mi columna vertebral y envolví mi
chaqueta más fuerte a mí alrededor, dirigiendo mis pasos hacia mi casa.

108
Página
18 Traducido por becky_abc2
Corregido por CrisCras

N
i Logan ni yo hablamos acerca de habernos visto fuera de la
cafetería. Comenzaba a creer que no me había visto, pero una
mañana unos días después, cuando me iba, le había dicho
que iría a tomar un café con mis amigos, se volvió hacía mí y me dijo—:
Saluda a Porter de mi parte.
Se me formó un nudo en el estómago por los nervios. Me había visto,
pero ninguno de los dos estaba dispuesto a admitir lo que iba a hacer esa
mañana, eso era en ambos sentidos. Hacer las cosas de esta manera se
sentía como si lo estuviera engañando, pero necesitaba respuestas. Algo
me hacía querer investigarlo. Había compartido libremente mi cama con él.
Simplemente asentí con la cabeza débilmente, salí por la puerta y
caminé rápidamente todo el camino hasta la cafetería. Cuando entré ni
Porter ni Shelby habían llegado, así que me dirigí a la fila para ordenar.
Pedí un té, esperando que pudiera calmarme, pero estaba demasiado
nerviosa para beber algo y se enfrió rápidamente en la mesa. Finalmente
las campanas de la entrada sonaron y alcé la mirada para ver llegar a
Porter y Shelby.
Shelby estaba exactamente como la recordaba, con sus largas
trenzas enmarañadas con un aspecto desaliñado. Me puse de pie y agité
ambas manos sin saber qué otra cosa hacer. Estaba hecha un manojo de
nervios.
Porter no me había dicho mucho, solo que Shelby había reconocido
las pinturas y quería encontrarse conmigo, cosa que hizo que, lo que fuera
esto, pareciera más siniestro.
—¿Entonces conoces al chico de la pintura? —le pregunté, incapaz
de guardar siquiera un nanosegundo de silencio.
109
—Sí, ese es Aiden.
—Aiden —repetí. El nombre se sentía extraño en mi boca.
—Sí, Aiden York, el profesor más joven de Historia del Arte que ha
Página

trabajado en Northwestern.
Historia del Arte, las piezas en mi cabeza hacían click—. ¿Qué más
sabes de él?
Shelby se mordió el labio. —¿Porter, podrías ir a pedirnos unos
cafés?
Él asintió con la cabeza y se levantó de la mesa.
Shelby suspiró y continúo. —Estoy segura de que hay dos lados de
cada historia. —Retorcía las manos sobre la mesa—. La relación de Logan
con él era apasionada pero inestable. Se conocieron en Memphis, donde
Aiden fue contratado para pintar un mural de un bar un verano hace un
par de años. Logan es una artista también y estaba ahí para un seminario
de verano.
Mi estómago estaba tenso de tantos nervios y puse mis manos sobre
mi regazo, esperando a que continuara.
—¿Entonces, dónde está Logan ahora? ¿Siguen juntos? —Si tuviera
la oportunidad de ayudar a Logan…Aiden, me corregí, a recuperar su
identidad, lo haría. Aunque la verdad significara el final de mi relación con
él.
Shelby suspiró. —Las cosas terminaron mal entre ellos y no estoy
segura de cuánto le gustaría a Logan que te dijera, tengo que consultarlo
primero con ella.
No me atreví a preguntar nada más, no estaba preparada para que
mi mundo se derrumbara de repente.
Garabateé mi número de teléfono, correo electrónico y dirección
debajo de un viejo recibo de Shelby. —Por favor. Hazme saber cualquier
cosa que puedas.
Ella asintió. —Lo haré.
Tuve la creciente necesidad de buscar a Aiden en internet con mi
teléfono. Incluso aunque lo estaba investigando a sus espaldas, que era
donde yo había dibujado la línea, pero casi me mató no hacerlo de camino
a casa. Me puse los auriculares y ajusté el volumen para evitar pensar.
No fui a casa de inmediato. No podía hacerle frente a Logan, o a
Aiden, o a quién demonios fuera. Demasiados pensamientos se
arremolinaban en mi mente. ¿Qué pasó exactamente entre él y Logan? ¿Su
relación significaba que era gay y que solamente estaba…confundido
110
conmigo? ¿Cómo es que terminó un profesor de Historia del arte en un
almacén sucio ese día? Aún con esta nueva información, todavía había
muchas preguntas sin respuesta.
Me senté en el tren y me puse a escuchar mi música, mirando por la
Página

ventaba con la vista perdida mientras que miles de pensamientos corrían


por mi cabeza. Mantuve los auriculares firmemente en su lugar para
desalentar a cualquier extraño hablador.
Más tarde, me encontré andando por Lakeshore Drive, pero cuando
las parejas paseando cogidos de la mano se hicieron demasiado
numerosas, hui por una calle lateral. Disfruté de un cono de helado de
chocolate cuando me di cuenta de que no había comido nada en todo el
día. Entonces, para evitar ir a casa todavía, me aventuré en una linda
boutique y me compré dos blusas y un par de jeans.
Cuando supe que no podía evitar por más tiempo la situación con
Logan/Aiden, finalmente tomé el tren para ir a casa.
Entré y dejé las bolsas con la ropa en el suelo. —¿Logan? —grité.
Parecía que no había nadie en el apartamento.
—En la cocina —gritó él.
Su voz me calmó instantáneamente. ¿Qué era lo que yo tanto temía?
Éramos perfectos juntos. Me aferré a la pequeña esperanza de que todo
terminaría bien. Me apoyé en el marco de la puerta de la cocina, mirándole
mientras ponía unas pechugas de pollo ligeramente enharinadas a fuego
lento en una sartén con mantequilla.
Levantó la vista y sonrió. —Encontré una receta en internet de Pollo
Marsala. —Le puso un puñado de champiñones en rodajas y esparció un
chorro de vino Marsala en la sartén.
—Huele de maravilla. —El aroma a ajo que salía de mi cocina me
hacía la boca agua.
Se lavó y secó las manos en el fregadero—. Ven aquí, nena.
Obedecí y caminé silenciosamente hacía él.
Me tomó entre sus brazos y me besó en la boca. —¿Por qué te fuiste
durante todo el día? —murmuró.
—Lo siento. Simplemente tenía que salir.
Se apartó un poco y me estudió con una expresión confusa. Acababa
de abrir la boca para hablar cuando un ligero toque en la puerta captó
nuestra atención.
—¿Quién podría ser? —pregunté mientras me alejaba de él para ir
abrir la puerta.
Los toques continuaron hasta que llegué a la puerta y la abrí.
Había una mujer frente a mí con aspecto cansado. Era delgada y
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menuda, con cabello negro y piel olivácea. Tuve una molesta sensación y
me tomó solo un segundo hacer la conexión; era la mujer de las pinturas.
Me quedé allí de pie con la boca abierta. Ella era una belleza
Página

impresionante ¿Qué estaba haciendo aquí?


—¿Está… mmm está Aiden aquí? —Se puso de puntillas para echar
un vistazo al apartamento.
—¿Quién eres? —No pretendí que mi tono de voz sonara rencoroso;
simplemente se coló en la pregunta.
—Soy Logan. —Sonrío tan deslumbrantemente que hizo que se me
debilitaran las rodillas y se me revolviera el estómago. ¡Mierda! ¿Ésta era
Logan?
Aiden tuvo que oír su voz desde el otro cuarto, porque cuando me
volví estaba ahí de pie con un trapo de cocina en el hombro y su cara era
una mezcla de emociones.
—Aiden. —Su voz se quebró y corrió hacía él, saltando a sus brazos,
haciendo que chocaran los dos contra el suelo con un ruido sordo. Pegó su
cuerpo al de él, atacando su boca y rostro con besos. Parecía aturdido,
pero no la aparto.
Era enfermizo verlo, pero como con un accidente automovilístico, no
podía apartar la mirada.
Después de varios segundos de apabullarle en el suelo, él se levantó
y la ayudó a levantarse. Sus mejillas estaban enrojecidas y sus labios
húmedos. Ella se colgó de su costado como un cachorrito necesitado.
No me había dado cuenta, pero las lágrimas que se habían
acumulado en mis ojos estaban amenazando con desbordarse.
Él le habló en voz baja y le indicó que se sentara en la sala de estar,
mientras me guiaba hasta la cocina.
El pollo cocinado a fuego lento con salsa de vino, nuestra cena
romántica para dos, se acababa de convertir en una incómoda fiesta para
tres. O tal vez aún sería una cita para dos —ellos dos.
Me tomó entre sus brazos y me abrazó. Un sollozo ahogado escapó
de mi garganta.
—Aiden. Tú nombre es Aiden —le dije.
Él asintió con la cabeza, el recuerdo cruzó por su rostro—. Sí, Aiden.
Lágrimas escaparon de mis ojos, resbalando por mis mejillas.
Me palmeó la espalda y luego me soltó—. Lo siento, Ashlyn, pero te
importa si yo… —Inclinó la cabeza hacía la sala de estar.
Mi corazón se encogió dolorosamente dentro de mi pecho—. Por
supuesto, ve con ella.
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Agarré mi bolso y hui del apartamento, incapaz de ser testigo de su
conmovedora reunión. Él tenía su nombre tatuado en su maldito brazo. No
harías eso por alguien a quien no amaras realmente.
Página

Me dirigí directamente hacía el bar de la esquina que había al final


de la calle. Necesitaba alcohol y lo necesitaba ahora.
19 Traducido por Amy
Corregido por Violet~

L
legué a casa mucho más tarde y me sentía aún peor que
cuando me fui, si es que eso era posible. Traté sin éxito de
meter la llave en la cerradura por lo menos siete veces, cuando
la puerta se abrió. Un Logan, digo Aiden, con los ojos soñolientos y sin
camisa estaba en la puerta. Me llevó dentro y me abrazó contra su pecho.
Su cálido aroma me envolvió en un abrazo reconfortante.
—Sigues aquí —comenté, incapaz de contener la sorpresa de mi voz.
—Y tú estás borracha —susurró, su voz profunda por el sueño. Me
di cuenta de que me estaba sosteniendo en posición vertical, evitando que
me cayera de cabeza sobre la pila de zapatos que había cerca de la puerta.
Me guio hasta la sala y me sentó en el sofá. —Te conseguiré un poco
de agua. —Se dio la vuelta y se dirigió a la cocina—. Y algunas aspirinas —
dijo por encima del hombro.
Me quité los zapatos y apoyé la cabeza en el sofá. ¿Qué está haciendo
aquí todavía? Asumí que se había ido. Me quedé mirando el techo, que
parecía estar girando en un patrón circular. Apreté los ojos.
—Abre —dijo Aiden. Abrí mis ojos y lo vi sosteniendo dos píldoras
blancas delante de mí. Abrí mi boca y puso las aspirinas en mi lengua e
inclinó el vaso de agua contra mis labios. Incliné mi cabeza hacia atrás,
tragando el agua y las píldoras de un sólo trago.
—Pensé que te habías ido —dije, limpiándome la boca con el dorso
de mi mano.
Dejó escapar un profundo suspiro. —No me iba a ir antes de
conversar contigo.
Oh. —Así que sigues teniendo la intención de irte, pero no hasta
113
después de hablar conmigo.
Suspiró y se frotó la cara con las manos. —Mierda, esto es
complicado, Ashlyn.
Página

—¿Qué es tan complicado? O quieres quedarte conmigo, o quieres


irte con ella. Simple.
—Eso es lo que es una locura. No tengo ninguna conexión emocional
con Logan.
—¡Tienes su maldito nombre tatuado en el brazo! —grité.
Me tomó de los brazos hasta que estaba presionada contra el sofá. —
Ni siquiera la conozco —gruñó.
Mi corazón latía con fuerza en mi pecho. Tragué y miré con nostalgia
su boca.
Soltó mis brazos, separándonos, y nuestra conexión. —Pero ella
tiene la llave de mi pasado.
De repente me sentí más sobria. —Así que… necesitas ir con ella y
aclarar todo esto.
—Ashlyn —gruñó, frustrado por mi tono—. Tú eres… eres todo para
mí. Pero te mereces más. Si yo pudiera saber quién soy, dejar de tener
pesadillas cada noche, tener mi vida otra vez. Tengo que intentarlo.
Asentí con la cabeza. No podía negarle esa oportunidad, incluso si
me rasgara el corazón dentro de mi pecho verlo partir.
—¿Cuándo te vas? —pregunté.
No respondió de inmediato, pero incluso en el cuarto oscuro podía
verlo fruncir el ceño.
—Quédate esta noche. No me dejes esta noche —susurré,
arrastrando los pies para acercarme y subirme en su regazo. Supongo que
yo era el cachorro necesitado ahora.
—Ashlyn. —Su tono era frustrado, pero no me alejó.
—Por favor —le supliqué. Parecía que funcionaba con él antes.
Acomodó mi cuerpo, de forma que quedé a horcajadas. —No
deberíamos —susurró en mis labios—. Hay mucho que descubrir en este
momento…
No me importaba que tuviera razón. En ese momento no me
importaba que él probablemente me dejara mañana. Lo necesitaba. Estaba
cegada por mi lujuria.
Lo besé más fuerte que nunca, metiendo mi lengua dentro de su
boca, mordiendo su labio inferior para tirar de él y mordisqueado su
lengua en mi boca. Fue en parte por el vodka que había consumido y en
114
parte por mi hambre no adulterada por él.
No se contuvo, sus manos recorrían mi piel bajo mi blusa, y sus
dedos bailaban sobre mis costillas y por encima de mi sujetador.
Página

Pasé los dedos por su pelo y la barba de su mandíbula. Quería


memorizar cada detalle. La rugosidad de su mandíbula, el olor de su piel,
aún después del afeitado, la forma en que hacía que mi estómago bailara
con mariposas cuando me besaba.
Trabajé con mis manos debajo de su camisa, amando la sensación
de su sólido estómago, tocando sus músculos tensos. Tuve la extraña
necesidad de reconocer nuestros tatuajes gemelos. Pasé los dedos por sus
costillas, apretando la piel allí como para recordárselo. Él dejó escapar un
gruñido.
Mis dedos entumecidos rápidamente cooperaron para desabrochar
sus jeans. Puse mi mano dentro de su bóxer, sintiendo su miembro
endurecido, y lancé un gemido.
Tiré de sus vaqueros para bajarlos por sus caderas, exponiéndolo a
mis caricias. Se meció en mis manos, tomando todo el placer que podía.
Sacó mi blusa por mi cabeza y la arrojó al suelo. Me senté en su
regazo, sólo en mi sujetador y jeans y lo miré a la luz de la luna. Era
posiblemente la última vez que lo vería así. No podía pensar en eso ahora o
lloraría.
No perdí el tiempo y empecé a desabotonar mis vaqueros. Me levanté
de su regazo y empujé sobre mis caderas. Sus ojos seguían mis
movimientos, observando mi striptease. Me quité mi ropa interior y la
deposité en el suelo junto con mis pantalones. Me subí encima de él y tiró
de mí, con sus manos firmemente sobre mi trasero.
Aterricé en su regazo con su polla presionándose contra mí. Me
enterré en él, gimiendo. Quería sentirlo llenándome y dueño de mí, incluso
si era sólo por esta noche.
Me aparté de su regazo otra vez, esta vez para posarme sobre mis
rodillas y llevármelo a la boca. Su polla hizo que mi mandíbula se
resintiera por su capacidad, pero no me atrevía a quejarme. Esta noche él
era mío.
Lamí y chupe contra su cabeza hinchada con entusiasmo, plantando
suaves besos.
Gruñó y empujó sus caderas hacia adelante para reunirse con mi
boca ansiosa. Cada vez que entraba en mi boca, gemía alrededor de su
grueso borde y me sentía cada vez más mojada.
Después de varios minutos me levantó de mis rodillas y me llevó de
vuelta a sus labios. Comenzó a besarme y a chocar con su polla en mi
115
entrada. —Quiero follarte, Ashlyn —murmuró.
Gemí y le ayudé a colocarse, así comenzó a deslizarse dentro de mí.
—Ah, Logan —gemí.
Página

Se puso rígido. —Aiden —me recordó.


Oh, mierda. Lo llamé por el nombre de ella. Eso al instante mató mi
libido, y me levanté de encima.
—Esto es muy extraño, ¿no? —preguntó.
No respondí. En cambio encontré mi ropa interior en el suelo y me la
puse, como si quisiera probar mi punto. Sí, era jodidamente extraño.
Levantó sus caderas para deslizar sus pantalones y bóxer en su
lugar y se puso de pie. —Lo siento. No quería que esto sucediera.
—Lo sé —murmuré, mientras las lágrimas llenaron mis ojos—. Sólo
ve. Ve a hacer lo que tienes que hacer.
Besó mi frente y luego se fue. Tan rápido como llegó a mi vida, se
fue. Me acurruqué en el sofá y lloré.

116
Página
20 Traducido por Anelynn & Demoiselle
Corregido por Melii

E
l siguiente mes pasó por una agonizante farsa de clases,
papeles de investigación, y persistentes seminarios de amor
duro solo para caer en mi vacía cama cada noche a llorar
hasta quedarme dormida. Me había reusado a cambiar las sábanas que
todavía olían como él.
Debería de haber estado eufórica porque mi tesis sobre la amnesia
fuera a ser presentada en el número del próximo mes de Problemas de la
Psicología, pero estaba destrozada por perder a Aiden. Me encontré
deseando, no por primera vez que yo fuera la de la amnesia.
Olvidar todo los recuerdos dolorosos y desecharlos en el olvido sería
malditamente agradable. Por desgracia, la vida era una cruel bastarda y,
claro, no olvidé milagrosamente el dolor.
No olvidaba la sensación de él saltando a la cama a altas horas de la
noche después de pintar y enredando su cuerpo alrededor del mío, o la
forma adormilada en que me despertaría con besos detrás de mi cuello en
la mañana. Ni siquiera olvidé la esencia de su crema de afeitar en el baño
humeante después de su ducha. Ya que soy como una masoquista que
ama el dolor, empecé a comprar la misma marca que él tenía y a usarla
para afeitarme las piernas.
De otras pequeñas maneras, había aprendido cómo vivir con el
doloroso hueco en mi pecho. El primer paso fue deshacerme de todas esas
malditas pinturas de Logan. Encontraron un bonito hogar en el contenedor
detrás de mi edificio. Consideré tener una sesión espiritista y quemarlas,
pero no pude forzarme a destruir tan descaradamente algo que él había
creado. También le había pedido finalmente a Liz que acogiera a Tom, ya
que verlo arañando en la puerta era un recordatorio diario de cuan
doméstica se había convertido mi vida con Aiden antes de que fuera
117
arrancado de mi lado tan rápido. Liz había aceptado, y sus gatos ahora la
sobrepasaban completamente en número por tres a uno.
La repentina desaparición de Aiden de mi vida había hecho que
Página

sentimientos de hace mucho tiempo resurgieran. Mi mamá había sido


arrebatada de mi vida cuando tenía seis años, debido a un accidente de
auto. Y me encontré llamando a mi papá más a menudo que antes, solo
para decir hola o para asegurarme de que estaba bien. Él podría no haber
sido nunca el hombre que desearía que fuera, pero seguía siendo mi papá,
y lo amaba.
Mi teléfono vibró otra vez contra la mesa del comedor. Liz había
insistido en que esta noche era mi reintroducción en lo salvaje, y sabía que
no podía ignorarla por más tiempo. Levanté varios montones de papel en
un intento de localizar mi teléfono. Revisé el identificador de llamadas,
pero era un número que no reconocía. Bajé el teléfono y continué
trabajando, deseando terminar mi correo a los estudiantes de maestría
molestos por su calificación en el trimestre de Clancy antes de que Liz
llamara diciendo que estaba aquí para recogerme.
Después de darle clic y enviarlo el correo, fui a cambiarme. Ahora
era seguramente otoño en Chicago y el último fin de semana había
desempacado todos mis suéteres y bufandas de la caja de lino que había
debajo de mi cama. Saqué un par de vaqueros oscuros lavados, y un
ajustado suéter de tejido gris. Sabía que Liz se quejaría, pero como fuera,
si iba a salir esta noche iba a estar cómoda. Me puse mis botas color café
sobre los vaqueros ajustados.
Esperando escuchar el teléfono otra vez, no pude ubicar el ruido al
principio. Era el timbre de la puerta. Alguien estaba tocando el timbre de
las escaleras. Liz debía de estar aquí después de todo. Corría hacia la
puerta y presioné el botón de llamar. —Estoy ahí en un segundo, Liz.
—¿Ashlyn? —Su voz avanzó en silencio, y directo hacia mi corazón.
Aiden.
Abrí la puerta, y me apresuré a bajar las escaleras hacia el sonido de
su voz. La anticipación de verlo por primera vez en un mes me hacía
estremecerme. Sin embargo mi excitación rápidamente se desvaneció, para
ser remplazada por el miedo. ¿Qué pasaba si él estaba aquí para decirme
que había regresado oficialmente con Logan?
Vacilé por un segundo antes de abrir la puerta y dejé salir una
profunda exhalación. Yo era fuerte. Podía hacer esto. Aún si no pudiera,
siempre habría alcohol para adormecer el dolor.
Cuando salí, Aiden estaba apoyado contra el lateral del edificio
mirando hacia abajo, hacia el pavimento, sumergido en sus pensamientos.
Cuando levantó la cabeza y me observó, una lenta sonrisa se
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extendió por sus labios. Quería correr hacia él, lanzar mis brazos alrededor
de su cuello, respirar la esencia de su pecho, pero mis pies se quedaron
plantados en la acera. Curvó sus manos en un puño, y lentamente las
soltó, provocando que las venas de sus antebrazos resaltaran. Mirándolo a
Página

los ojos, noté que la piel debajo de ellos estaba marcada por círculos
oscuros. ¿Había estado durmiendo? Expulsé el pensamiento de mi mente,
ya que no era mi problema nunca más. Él había escogido irse.
No dijo durante varios segundos; solo se quedó perfectamente
quieto, todavía observándome como si yo fuera la cosa más fascinante en
el mundo. Bien vestido y bien afeitado, usando vaqueros oscuros, una
camisa de botones y chaqueta oscura, tenía buen aspecto. Más allá de ese
pensamiento, podía decir que no había estado durmiendo bien. Sus ojos
estaban tempestuosos y ensombrecidos con vacíos oscuros.
—Hola. —Ofrecí finalmente, sintiéndome cohibida bajo su escrutinio.
La expresión de su rostro se suavizó, y dejó salir una nerviosa risita
bajo su aliento. —Hola.
Me permití tomar una profunda respiración y sentí algo de tensión
evaporarse de mis hombros.
Sus ojos vagaron desde los míos, hacia abajo hasta mi pecho, sobre
mis caderas y piernas, y fijándose en mis pantorrillas, cubiertas con las
botas a las que una vez fue aficionado. Él tragó saliva con fuerza. —Luces
bien.
—Gracias —respondí en un tono entrecortado. ¿Por qué estaba aquí?
Miró mi ropa y frunció el ceño. —¿Te dirigías a algún lado?
Sacudí mi cabeza. —Me iba a encontrar con Liz, pero… solo espera
aquí. —Corrí a toda velocidad subiendo las escaleras y agarré mi teléfono.
Tecleé un terriblemente mal escrito mensaje de texto diciéndole a Liz que
algo había pasado y que le explicaría después, entonces corrí de regreso
escaleras abajo.
Él estaba parado en la acera a varios metros de donde lo dejé. —¿Me
acompañarás a caminar? Estaba esperando que pudiéramos hablar.
Necesitamos hablar podría ser el código para gracias por asegurarte
de que yo no era un indigente, fue un gusto conocerte, o podría ser el código
para se mía por siempre y ten a mis bebés. Mi estómago se retorció en un
doloroso nudo. —Claro. —Me las arreglé para decir.
El sol estaba comenzando su descenso nocturno y el cielo estaba
pulido con un lindo tono rosa. No tenía ni idea de adónde nos dirigíamos,
pero me resistía a romper su concentración, y en su lugar lo seguí,
caminando a su lado, tratando de encajar su determinado paso en
silencio.
Llegamos a lo que lucía cómo una escuela y Logan se detuvo y se
119
paró frente al edificio.
—¿Qué estamos haciendo aquí? —Lo miré.
Él me tomó por los hombros, girándome hacia la derecha. Mi aliento
Página

se quedó atrapado en mi garganta. Era su mural. Reconocería su estilo en


cualquier parte. Comencé a caminar hacia este, necesitando acercarme.
De izquierda a derecha, seguí a lo largo de la pared, trazándolo con
mi mano mientras caminaba. Había un camino que atravesaba un bosque
con torcidos arboles nudosos. Era oscuro y parecía presagiar algo.
Mientras caminaba, la pintura se hacía más clara, y al final del camino
había un grupo de personas, de todas las edades y razas. Estaban
tendiéndose una mano, apoyándose entre sí, algunos estaban
abrazándose. Su mensaje de amor y esperanza era claro. En una
caligrafía, en la parte inferior del mural, se leía: Tú escoges.
Retrocedí en silencio asombrada, admirando su trabajo. Apareció
detrás de mí y colocó sus manos en mis hombros. —Es hermoso —
comenté.
Condujo mis hombros hacia el borde de la pared. —Esto es lo que
quería mostrarte.
Se inclinó cerca de la pared y señaló algunas notas que solo podían
ser vistas de cerca. Me agaché cerca de la pared y lo examiné.
Él había traducido el tatuaje en latín que compartíamos y lo había
pintado en una delicada tinta. Encontraré un camino o haré uno. Debajo de
eso, su dedo trazó las palabras. Para Ashlyn, con amor. Siempre.
Era un gesto muy dulce, y estaba verdaderamente emocionada, pero
todavía necesitaba escucharlo decirme, con sus propias palabras, qué
estaba haciendo de regreso aquí, porqué había estado lejos durante un
mes. No me permitiría tener altas esperanzas. Me puse de pie y sacudí la
tierra de mis rodillas.
Después de mirar el mural, caminamos a lo largo de Lakeshore
Drive, la brisa del lago Michigan haciendo que el aire se sintiera más frio,
pero el viento fresco se apoderó de mí y me dejó revivida.
Aiden me vio abrazando mis brazos alrededor de mi pecho, y comenzó a
quitarse su chaqueta.
—No, quédatela. —Cuando lo detuve, mis dedos rozaron los suyos.
Se trataba de un toque inocente, pero aun así hizo que una oleada de
anhelo surgiera a través de mí. Mi piel se estremeció por la conciencia de
él. Mi maldito cuerpo me traicionaba.
—Tienes frío. Paremos y vayamos a por un trago. —Inclinó la cabeza
hacia un club de jazz justo enfrente de donde estábamos. Asentí con la
cabeza y nos dirigimos allí.
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Una que vez estuvimos sentados directamente uno frente al otro, con
la pequeña mesa de pedestal con una vela roja entre nosotros, me
mordisqueé mi labio inferior.
Seguramente esto era; íbamos a tener La Conversación ahora. Justo
Página

en ese momento apareció el camarero, y Aiden pidió nuestras bebidas.


Una botella de Burdeos, que dijo que aparentemente era su favorita
y que quería que yo la probara.
Cuando llegó nuestro vino, hizo una señal al camarero para que me
sirviera en primer lugar. Llevé el vaso a mis labios mientras Aiden me
miraba y di un pequeño sorbo. Hice girar el rico, aromático liquido a través
de mi lengua y lo tragué. Era picante y agrio con notas de bayas. Tenía
razón, me encantó. Asentí con la cabeza y el camarero llenó mi vaso, y
luego el suyo.
Tome otro sorbo de mi vino, notando que mi piel se había calentado
por la combinación de la proximidad de Logan y el delicioso vino.
—¿Qué has estado haciendo durante el último mes? —Me encogí
internamente; con temor de que el respondiera con una sola palabra que
pudiera aplastarme: Logan.
Su mirada color avellana atrapó la mía, mirándome con una
intensidad insana. —Juntando las piezas de mi vida. Tratando de estar
entero de nuevo.
Otro saludable trago de vino me hizo sentir más como mi viejo yo,
segura y cómoda en su presencia. —Y, ¿qué encontraste? ¿Tienes una
casa en los suburbios? ¿Un apartamento en la ciudad? ¿Esposa? ¿Perro?
¿Dos coma cinco hijos?
Él frunció el ceño y dejó su copa de vino. —Vivo solo en un loft justo
al norte de la ciudad. Es frío y estéril. Lo odiarías. Infierno, yo lo odio. Me
he acostumbrado a tu desordenado apartamento habitado.
—¿Me acabas de llamar desordenada? —bromeé.
—No a ti. —Apretó mi mano—. A tu apartamento.
—¿Cómo es posible que nadie te haya buscado? No lo entiendo. —
Una expresión de dolor cruzó su cara por un breve segundo antes de que
sus ojos encontraran los míos y se aclararan de nuevo.
—Crecí en hogares de acogida, así que no tengo realmente una
familia. Sigo conectado con algunos de mis hermanos adoptivos, pero no
hablamos a menudo. Y estaba tomándome un año sabático de la
universidad, así que mis colegas no pensaban nada de eso.
Él estaba realmente solo. Me pregunté si eso hacía que fuera más
fácil o más difícil para él volver a su antigua vida.
121
La conversación fluía tan bien entre nosotros, que no quería sacar el
tema de ella. Casi. —¿Y Logan?
Dejó escapar un profundo suspiro. —Por dónde empezar… —Se
Página

impulsó contra la mesa con sus largos dedos.


—¿Por el principio? —sugerí amablemente.
Él me sonrió. —¿Estás segura de que quieres escuchar sobre esto?
Asentí con la cabeza. No era tanto querer, sino más bien necesitar.
—La conocí en Memphis el verano que trabaje allí, y resulto que ella
era de Chicago también, algo que nos unía en un lugar lejos de casa
durante el verano. Ella estaba haciendo un seminario de trabajo en
metales, y ninguno de nosotros conocía un alma allí. Resultó que ella huyo
a Memphis tratando de escapar de un ex novio con problemas de drogas.
Ella estaba limpia, lo estuvo por un tiempo, pero admitió que tenía una
debilidad por los machos alfa y la cocaína. Al principio, yo no quería tener
nada que ver con ella, pero a medida que pasamos tiempo juntos, comencé
a confiar en que todo eso estaba realmente detrás de ella. Salimos durante
tres años. Supongo que pensé que podía salvarla, cambiarla —Negó con la
cabeza—. Y lo hice. Por un tiempo. Pero entonces ella comenzó a recaer.
Alrededor de los dos años de nuestra relación, ella tuvo un bloqueo mental
con su arte, y todo comenzó a desmoronarse. Empezó a consumir otra vez,
y comenzó a salir con su propio grupo. Ese día en el almacén rompimos y
ella me llamó frenéticamente, pidiéndome ayuda. Le debía dinero a un
distribuidor. Así es como terminé en ese almacén ese día, tratando de
rescatarla de problemas. No recuerdo exactamente lo que paso cuando
llegué allí. Pero… supongo que sabes cómo termino.
Asentí. —¿Ella vino a buscarte?
—Le dije durante la última llamada de teléfono que yo ya había
acabado, que no llamara otra vez. Ella volvió a rehabilitación y no tenía ni
idea lo que había pasado conmigo.
Tomé otro trago de vino, con la esperanza de desalojar el nudo de mi
garganta antes de hacer la siguiente pregunta. —Así que si ustedes…
rompieron… ¿eso significa que…?
Sus cejas se juntaron. —No estoy con Logan. ¿Esto era sobre lo que
creías que se trataba? ¿Yo yéndome?
Asentí con la cabeza, lágrimas llenando mis ojos ante la mención de
él dejándome.
—Cristo, Ashlyn, no.
Él apretó mi mano y esperó a que recuperara la compostura, no
queriendo molestarme más. Aprecié eso. Yo no lloraba en público.
—He hablado con ella casi todos los días durante el último mes, pero
122
solo porque ella parece conocerme, me refiero al viejo yo, mejor que nadie.
No siento nada por ella.
Mi cuerpo se relajo visiblemente. Los efectos del vino y el ver a Aiden
Página

otra vez después de tanto tiempo dejó mis emociones deshilachadas y


expuestas. Sabía que si él se iba otra vez necesitaría un infierno mucho
más grande que llorar sobre el hombro de Liz y unos tragos de vodka para
arreglarme. Todo estaba haciendo clic en su lugar. Memphis. La calle que
no podíamos ubicar en Chicago. Incluso la música blues.
Apreté mis manos sobre mi regazo y lo miré fijamente. —¿Por qué
has vuelto? —También podríamos terminar esta pequeña farsa del
rencuentro feliz ahora. No podía traicionar mis sentimientos por él hasta
saber exactamente por qué estaba aquí. No podía ser rechazada de nuevo.
Se frotó la parte de atrás de su cuello como le había visto hacer
cuando se ponía nervioso. ¿Qué le hacía estar nervioso?
—Sé que no merezco a una mujer como tú. Mi crianza fue menos
que estelar, y mis relaciones pasadas fueron… cuestionables, pero
mantenerme lejos de ti el mes pasado ha sido la maldita cosa más difícil
que he hecho. Y sé que todavía hay mucho que no sabes de mi… —
Lo conocía mejor que nadie. Sabía que él era amable, y dulce, y un
trabajador duro. Y que le gustaba la leche humeante en su café, y que si se
jugaba al trivial con preguntas históricas, me gustaría estar malditamente
segura de que él estuviera en mi equipo. Sabía que él me hacia sentir un
calor increíble, y que nada iba a hacer cambiar mi deseo sobre querer
estar con él.
—Cuando dos personas comienzan a salir, ¿conocen todos los
detalles sobre el otro? —Desafié.
—No —respondió tímidamente.
—Entonces, ¿qué es lo que necesito saber?
Lo pensó durante un segundo, luego sonrió. —Mi segundo nombre
es James —dijo simplemente—. Y tengo veintisiete años.
Sonreí. —Aiden James York. —Sonaba bien—. Es un placer
conocerte.
Él llevó mi mano a sus labios y le dio un beso húmedo en la palma.

123
Página
21 Traducido por Vanessa Villegas
Corregido por Carolyn ♥

S
i no conseguía colocar la llave en la cerradura en el siguiente
intento, pensé que Aiden tiraría la maldita puerta abajo.
Aunque si no estuviera presionando su erección contra mi
trasero, no estaría tan distraída.
—Muévete —gruñó él, tomando la llave de mi mano. La introdujo en
la cerradura y la giró. Casi gemí de alivio. Mi cuerpo lo necesitaba. Nos
besamos en el asiento trasero del taxi todo el camino, felices y borrachos
por nuestra conversación compartida y una botella de vino.
Una vez dentro encendió las luces y tomó mi cara entre sus grandes
y cálidas manos, y sólo me miró con amor. —Estar contigo aquí, en este
pequeño apartamento, es todo lo que necesitaba. Pensé que necesitaba
más… saber todo sobre mi pasado. Estaba equivocado. Eras en todo lo que
pensaba, todo lo que necesitaba. Nada se compara contigo. No es el dinero
en mi cuenta bancaria, mi trabajo en la universidad, mi apartamento
lujoso. Daría todo para tenerte de vuelta.
—Sí. Por favor.
Empezamos una danza desarticulada de tirar cada uno de la ropa
del otro, desesperados por estar más cerca. Primero, mis botas se fueron,
Aiden parecía reacio a sacarlas, pero mis jeans estaban escondidos en su
interior, por lo que era necesario. Luego se arrodilló ante mí y me quitó los
calcetines, besando las plantas de ambos pies antes de levantarse para
quitarme la camisa. En mis pantalones, sujetador y pies descalzos me
sentí más bella que nunca. Su mirada encapuchada nunca me dejó.
Deslizó su dedo por debajo de la cintura de mis vaqueros y rodeó mi
cadera, su dedo bailando ligeramente sobre mi tatuaje, enviando un
delicado rubor todo el camino hasta mi pecho.
124
Saqué la chaqueta de sus hombros y la dejé caer al suelo, él se sacó
la camisa por la cabeza. Su pecho desnudo era una de mis cosas favoritas.
Podría mirar sus pectorales musculosos y su estómago todo el día. Estaba
sonriéndome expectante, como si estuviera esperando algo. Miré hacia
Página

abajo y lo vi.
El tatuaje en su bíceps que una vez dijo Logan había sido cubierto
con un intrincado diseño tribal que ocultaba el texto debajo por completo.
Pasé mis dedos a través de él y le miré con asombro.
—¿Te gusta, cariño?
Asentí.
Seguía estando allí, pero tal vez eso estaba bien. Logan era parte de
nuestro historia compartida. No quería admitirlo, pero a veces todavía era
difícil pensar en él como Aiden. Aiden James, me recordé.
Una vez que estuvimos desnudos, me sentó en el piso de la sala,
arregló almohadas y una manta del sofá debajo de mí. Puso su mano sobre
mi vientre y suavemente me empujó hacia atrás hasta que me acosté. A
pesar de nuestra separación de un mes, se tomó su tiempo, succionando
suavemente y besando mis pechos antes de dirigirse hacia el sur.
Estaba mojada y necesitada para el momento en que su boca llegó a
mi sexo. Gemí en un dulce alivio cuando finalmente me besó allí. Abrí los
ojos y lo vi hacerme el amor con su boca. Su lengua se arremolinó en un
patrón aprendido de memoria, proporcionando tanto placer como pudo.
Mordisqueó y chupó suavemente, al parecer encantado con esta actividad.
Me encantaba verlo, y pronto estaba gimiendo y arqueándome contra su
boca con cada delicioso movimiento de su lengua.
—Aiden —gemí mientras se producía mi liberación.
Besó mi montículo desnudo varias veces más antes de retirarse de
en medio de mis piernas. Me encantó como ya no me sentía acomplejada
por estar completamente expuesta ante él.
Me arrastré de rodillas para llevarlo dentro de mi boca, pero su
mano en mi codo me detuvo. Negó con la cabeza. —Ven aquí, preciosa.
Necesito estar dentro de ti.
Sonreí ante sus palabras.
Me atrajo hacia su regazo, así que quedé a horcajadas sobre él.
Sostuvo mis caderas justo por encima de su polla y me animó a hundirme
en él. —Quiero que me folles, nena.
Empecé a bajar y de inmediato sentí la resistencia de su gruesa
erección tratando de penetrar en mí. Metió la mano entre nosotros y agarró
su polla, sumergiéndola y girándola en mi humedad para tratar de aliviar
125
la entrada. —¿Estás bien, amor?
Asentí.
Lentamente se empujó dentro de mí, centímetro a centímetro, hasta
Página

que el máximo de su deliciosa capacidad estuvo dentro. Dejé caer hacia


atrás mi cabeza, arqueándome por la mezcla de placer y dolor del leve
pinchazo.
Una vez que se había enterrado en mí por completo, dejó escapar un
profundo gemido desde el fondo de su garganta y abrí los ojos para
mirarlo. Sus pupilas se dilataron de placer y deseo. Era hermoso. Y era
mío.
Su ritmo se desaceleró hasta un ritmo tranquilo, y sonrió al
encontrarse con mis ojos. —Te amo, Ashlyn.
—También te amo.
Me acercó, acariciando mi cuello y plantando besos arriba y abajo
por mi garganta.
Me levanté y comencé a deslizarme hacia arriba y hacia abajo.
—Ahh… —Tomó aire—. Mierda, nena, eso es bueno.
Sus ardientes murmullos me estimularon y me moví más rápido
contra él.
Sus manos recorrieron mi piel, sus dedos corriendo mis brazos,
haciéndome cosquillas por los costados, y a continuación, arrastrándose
ligeramente por mi columna vertebral desnuda. Ahuecó la parte de atrás
de mi cuello y atrajo mi boca a la suya en un beso aplastante. Me
encantaba su atrevimiento y la forma en que se hizo cargo de mi cuerpo.
Era suyo para tomarlo.
Se apoderó de mi cintura, sus dedos mordiendo mi piel mientras me
acercaba más. Grité y dejé que me moviera en cualquier posición que le
conviniera. Agarró mi culo en sus manos y mordisqueó mi hombro
desnudo.
Estaba completamente desinhibida y dejé a mi cuerpo salirse con la
suya. Con cada empuje hacia abajo, lo sentía chocar contra mí, y sabía
que no sería capaz de mantener a raya mi orgasmo por más tiempo. Agarró
mis caderas y me guio arriba y abajo, respirando fuerte, y dejando escapar
gemidos entrecortados de sus labios entreabiertos.
—Aiden, me voy a venir.
—Yo también, cariño. —Besó mis labios rápidamente, sujetando la
parte de atrás de mi cuello mientras guiaba su boca hacia la mía.
Eché la cabeza hacia atrás y gemí. Seguí empujando contra él, y
sentí como se liberó en mi interior. Mi alivio rápidamente lo siguió, con un
placer intenso palpitando dentro de mí.
126
Después de haber terminado de rebotar contra él, me sostuvo
firmemente contra su pecho y apartó el cabello de mi rostro. Estaba a
punto de pedir perdón o por lo menos tratar de decir algo lindo por mi
Página

actuación desinhibida cuando se mordió los labios e inclinó la cabeza


hacia la puerta.
—Um, nena... —dijo.
Alcé la vista y me encontré con su expresión de preocupación.
Entonces oí una garganta aclararse desde el otro lado de la habitación.
Liz estaba apoyada contra la pared del fondo, con una caja de
galletas en la mano, comiendo alegremente mientras nos miraba montar
un espectáculo.
—¡Liz! ¿Qué demonios?
Aiden sólo se rio entre dientes. Salió de dentro de mí y me cubrió con
su descartada camisa que estaba en el suelo a nuestro lado. Eso
significaba que se quedó completamente expuesto, pero no parecía
importarle.
Los labios de Liz se curvaron en una sonrisa diabólica. —Maldita
sea. ¿Lo dejaste poner todo eso dentro de ti? —preguntó, mirando su polla
todavía dura.
—¡Liz! —grité. No estaba bien que ella estuviera casi babeando sobre
su erección. Una oleada de celos se hinchó dentro de mí—. Cubre esa
maldita cosa —le grité a Aiden. Quiero decir que entiendo que él esté
orgulloso de eso, y con razón, pero no significaba que a nadie excepto a mí
se le permitiera verlo. Y vaya si no estaba allí de pie en toda su gloria,
orgulloso de anunciar que Aiden y yo estábamos de nuevo juntos.
—¿Cuánto tiempo has estado aquí? —exigí, poniéndome la camiseta.
Mi cabello estaba actualmente luciendo un aspecto jodido, pero eso era lo
que menos me preocupaba.
—Unos pocos minutos, como mucho. Y maldita sea, estaban
calientes.
—¡Unos pocos minutos! —Lancé un frustrado Huff.
—Yo no quería interrumpir su orgasmo —explicó, mientras se servía
una copa de vino de la botella que había sobre mi mesa—. Es lo que
cualquier buena amiga haría en esta situación.
Aiden se rio de nuevo y agarró sus pantalones y boxer,
manteniéndolos frente a su hombría y arrastrando los pies hasta el baño.
Luego salió, con los pantalones bajos en sus caderas, sin dejar de verse
completamente demasiado sexy para el placer visual de Liz. Por supuesto,
él seguía sonriendo, como si nada de esto le molestara ni remotamente.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Me había olvidado de la llave de
127
repuesto que le había dado a ella cuando Aiden se marchó. Le arrebaté la
caja de galletas de su mano y la puse con dureza sobre el mostrador.
—Te libraste de mí esta noche sin una explicación. Entonces no
respondiste el teléfono. Vine a ver cómo estabas. A asegurarme de que no
Página

te habías cortado las muñecas o hecho algo estúpido.


Aiden se estremeció y de inmediato me atrajo hacia él.
—Lo siento, um, yo estaba...
—Teniendo sexo caliente y sudoroso. Sí, vi eso, y estás perdonada. —
Se terminó el vino de un solo trago—. Pero tú —señaló a Aiden—, si alguna
vez la vuelves a lastimar, yo personalmente voy a cazarte y a cortar tus
pelotas con un cuchillo de mantequilla oxidado.
Aiden tragó saliva y me abrazó protectoramente.
—¿Estás pensando en quedarte por aquí? —preguntó Liz, fijando su
mirada en él.
—Me casaré mañana con ella si me lo permitiera —respondió, su voz
sin vacilar en lo más mínimo.
Me volví hacia él y vi que, sin lugar a dudas, hablaba en serio. Tomó
mi cara y mantuvo mis ojos con los suyos. —¿Lo harás, cariño? ¿Casarte
conmigo? —Traté de responder, de decir algo, pero la emoción me había
robado la voz. Las lágrimas rodaron por mis mejillas.
Él apartó las lágrimas con sus dedos. —No hoy, ni mañana, ¿pero
algún día?
Simplemente asentí y sus labios estaban de vuelta en los míos. Su
beso era cualquier cosa menos inocente, y rápidamente se olvidó de
nuestra invitada cuando su lengua comenzó a coquetear con la mía.
Liz se echó a reír. —Por mucho que me gustaría quedarme y ver una
repetición de esa actuación, tengo la sensación de que mejor me voy.
Ni siquiera esperamos a que la puerta se cerrara; Aiden ya estaba
tirando de la camiseta por encima de mi cabeza y levanté los brazos para
ayudarlo. Me agaché para desabrocharle los pantalones, encontrándolo
duro y listo para mí.
Me miró a los ojos y me acarició el labio inferior con el pulgar
cariñosamente. —Mía —susurró.
—Sí, tuya. Sólo tuya. Siempre.

Fin
128
Página
Sobre el autor
Kendall Ryan es la autora de UNRAVEL ME, un romance
erótico contemporáneo, publicada en octubre de 2012. Es
descaradamente adicta a los chicos malos, a los besos y lee
romances llenos de oscuridad y tensión angustiosa. Actualmente vive
en Minneapolis con un marido adorable y un cachorro travieso. En la
actualidad se encuentra trabajando duramente en su próxima
novela. Ama escuchar a sus lectores y puede ser encontrada en:
authorkendallryan@gmail.com

129
Página
Make Me Yours
Emocionalmente dañada, Liz no está
buscando una relación cuando
conoce a su delicioso vecino, Cohen.
Él es un par de años más joven, un
bombero voluntario, oh… y virgen,
totalmente fuera de sus límites. Pero
ella nunca se aleja de los retos,
sigue sintiéndose atraída por él, a
pesar que continúa satisfaciendo
sus necesidades físicas en otros
lugares.
Incluso mientras pasa sus noches
de los brazos de un hombre a otro,
de alguna manera se encuentra
acurrucada en la cama de Cohen
cada noche. Ha pasado mucho
tiempo desde la última vez que la
besaron así, pero Cohen le demuestra cuán divertido pasársela sin
sexo.
Cuando Cohen resulta herido,

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Página
Traducido, Corregido y
Diseñado por:

http://www.librosdelcielo.net

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Página
Esta traducción fue hecha sin fines de lucro.
Es una traducción de fans para fans.
Si el libro llega a tu país, apoya al escritor comprando su libro. También
puedes apoyar al autor con una reseña, siguiéndolo en redes sociales y
ayudándolo a promocionar su libro.
¡Disfruta la lectura!
2
Página
Staff
Moderadora
Mel Cipriano

Traductoras
Mel Cipriano aa.tesares Mel Hillard NnancyC
Sofía Belikov Aimetz kary_ksk EyeOc
Joss Val_17 kathuu.cv Vanessa VR
Maca Delos tefi_wayland1 Juli Amy Ivashkov
9
Vani Mar Winston BeaG
Apolineah17
Julieyrr Anelynn
Adriana Tate
♥...Luisa...♥ Lalu♥

Correctoras
Melii Cami Lalu
CrisCras Mel Markham Nnancyc
karool Daenerys Amy Ivashkov
Aimetz kukyalujas Vanessa VR
Andreina Alexa Colton Joss
Maarlopez Verito Alaska
Alessa Sofía Belikov
3

9
Página

Revisión Final:
Juli

Diseño:
Hana Marl
Índice
Sinopsis Capítulo 11
Capítulo 1 Capítulo 12
Capítulo 2 Capítulo 13
Capítulo 3 Capítulo 14
Capítulo 4 Capítulo 15
Capítulo 5 Capítulo 16
Capítulo 6 Capítulo 17
Capítulo 7 Capítulo 18
Capítulo 8 Capítulo 19
Capítulo 9 Epílogo
Capítulo 10 Sobre el Autor
4
Página
Sinopsis
La emocionalmente herida Liz no está en busca de una relación
cuando conoce al delicioso chico de al lado, Cohen. Él es unos años más
joven, un bombero voluntario, oh y… virgen, lo que lo pone completamente
fuera de su alcance. Pero siendo una de esas personas que nunca huyen
de un reto, ella se siente atraída por él, incluso cuando continúa
satisfaciendo sus necesidades físicas en otra parte.
A pesar de pasar parte de sus noches en los brazos de otro hombre,
de alguna forma termina acurrucada en la cama de Cohen durante las
demás noches. Ha pasado un largo tiempo desde que ha tenido una
genuina sesión de besos, pero Cohen le está mostrando lo divertido que
puede ser no tener sexo.
Cuando Cohen es herido, sus verdaderos sentimientos se alzan a la
superficie, y tiene que decidir si está dispuesta a tomar el riesgo por amor
después de soportar tanto dolor en su pasado.
MAKE ME YOURS es la sexy conclusión de UNRAVEL ME.
Unravel Me, #2
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Para mi marido, el mejor hombre que conozco.
Tengo suerte de ser tuya.
6
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1 Traducido por Mel Cipriano
Corregido por CrisCras

No importa cómo lo llevas, ser la tercera rueda apesta.


Me deslicé hacia el borde opuesto de la manta de picnic, deseosa de
distanciarme de la muy pública manifestación de afecto de Ashlyn y Aiden.
Había llegado a mi límite cuando Aiden se inclinó sobre mi amiga y la
alimentó con una fresa, besando sus labios mientras masticaba.
Tuve arcadas.
Ellos habían estado saliendo desde hacía ya un año, después de
conocerse durante una investigación sobre la amnesia. Aiden fue el
paciente y Ashlyn, como becaria estudiante de medicina, lo estaba
estudiando. En ese momento lo había considerado inapropiado, pero había
llegado a aceptar que ellos estaban bien juntos. Eso no significaba que a
veces no era nauseabundo estar a su lado. Lo aguantaba porque amaba a
Ashlyn como a una hermana, y ella era feliz. Sin embargo, eso no quería
decir que tenía que ser un gallito ciego con ellos. Y la hermosura jugando
al fútbol en el parque, con su amigo igualmente delicioso, era mi próxima
víctima.
Le lancé una uva a Ashlyn para llamar su atención. Estaba un poco
distraída, con su lengua alojada en la boca de Aiden. La uva rebotó en la
cima de su cabeza y se volvió hacia mí, confundida.
—Oye, mira esa fina pieza de carne varonil. A las dos. —Hice un
gesto de cabeza señalando a su derecha.
Ashlyn echó un vistazo y sonrió. —¿El rubio? ¿Pantalones cortos
azules?
7

Asentí. Él lanzó el balón por el aire en una espiral perfecta y hacia la


Página

mano de su amigo, esperándola.


—Parece un poco joven —dijo.
Rodé los ojos. —Su amigo tampoco está mal. Los dos juntos puede
ser divertido.
—Sólo ten cuidado —Se encogió de hombros y me dedicó un guiño—.
Adelante, chica. Vamos a esperar aquí.
Ni siquiera tuve tiempo de pensar en mi siguiente movimiento,
cuando el balón que el Sr. adorable y su amigo tiraban aterrizó a mis pies.
Esto sería más fácil de lo que pensaba. Como quitarle un caramelo a un
niño.
Me levanté y sacudí mis vaqueros, inclinándome casualmente para
recuperar el balón. Lo metí contra mi cadera y me acerqué a ellos. Me
observaron hacerlo. El amigo sonreía, pero el Sr. adorable era más
reservado.
—Creo que se les cayó esto. —Lancé la pelota a sus manos. Él la
atrapó con facilidad. Gracias a mi hermano mayor, yo sabía cómo lanzar
una pelota de fútbol. Me imaginé que él me invitaría a su juego, o haría
algún comentario sugerente sobre tocar la bola, pero en cambio se limitó a
sonreír.
—Gracias. —Se dio la vuelta y le lanzó la pelota a su amigo, quien
todavía me miraba y perdió el pase completo.
Tenía. Qué. Estar. Bromeando.
Lo que sea. Rechazada, regresé a la manta de picnic y me dejé caer.
Ashlyn captó mi estado de ánimo y se acercó más a mí,
abandonando a Aiden por el momento. —¿Vas a ver al profesor Gibson
esta noche? —preguntó, tratando de sacar una conversación. Aprecié su
esfuerzo por distraerme de aquel épico fracaso e impedir que me sintiera
como si estuviera molestando en un momento de intimidad entre ellos.
—Nop. Tiene a su hijo esta noche. Y llámalo Stu… Profesor Gibson
es espeluznante.
—¿Has conocido a su hijo? —preguntó Aiden.
—Definitivamente no. No estamos saliendo. Nos estamos acostando
—le aclaré.
—De acuerdo. —Ashlyn se rió y negó con la cabeza—. Estás más
emocionalmente dañada de lo que yo pensaba.
—A mí me funciona. —Me encogí de hombros. Era la pura verdad.
Yo no buscaba una relación, y Stu, cuyo divorcio aún seguía fresco, sin
duda no estaba bien. Era la perfecta organización. Tenía treinta y seis
8

años, recientemente soltero, con un hijo de cuatro años de edad. Era


Página

profesor en la escuela de negocios, por lo que nuestros caminos no se


cruzaban en el mundo académico. Lo que era bueno. Hacía que las cosas
no se volvieran complicadas. Teníamos buen sexo. Era tan simple como
eso. Lo conocí en un evento de caridad patrocinado por la universidad y lo
había estado viendo un par de veces a la semana durante el último mes.
Era agradable tener sexo regular con un tipo atractivo y normal, sin
ningún tipo de drama o expectativas más allá de disfrutar el momento. Así
que, así era mi versión retorcida de perfección, pero yo sabía que eso era
todo lo que estaba preparada para manejar en ese momento.
Después de unos insatisfactorios minutos más de ver a Ashlyn
abrazar a Aiden y ser ignorada por los chicos en el césped, tomé mi bolso y
les dije que me iba, consiguiendo a cambio un vago movimiento de manos
en señal de saludo.
No fue un largo camino de regreso, sólo eran unas pocas cuadras.
No tuve tiempo siquiera de buscar mi celular en mi bolso para distraerme.
Alquilaba una gran casa en una esquina importante de un barrio
hermoso de la ciudad. Tenía la primera y segunda planta toda para mí, y
sabía que el dueño trabajaba lentamente para restaurar el resto del
edificio, la última planta, con su antigua elegancia de 1920.
Pasos rápidos viniendo detrás de mí llamaron mi atención, y me di la
vuelta. El chico del parque corría hacia mí.
Ahh, había venido a hacer las paces. Probablemente no quería
compartirme con su amigo.
Yo había llegado a la puerta de hierro forjado en el pasillo de mi
casa, por lo que me detuve y esperé, poniendo la mano en mi cadera,
mirando mientras él corría los últimos pasos.
Se había quitado la camiseta y ahora sólo llevaba un par de
pantalones cortos colgando bajos en sus caderas y zapatillas de deporte.
Su pecho y estómago eran lisos y tonificados, me recordaba extrañamente
a uno de esos deslizadores de agua que usaban los niños para jugar.
Redujo la velocidad hasta detenerse y se inclinó, apoyando las manos en
las rodillas. Su pecho subía y bajaba con cada profunda respiración,
atrayéndome en un trance mientras lo veía.
Trataba de pensar una línea ingeniosa con la cual comenzar, cuando
él se levantó y me miró. Sus ojos eran de un precioso tono azul profundo, y
su bronceado del verano aún tenía que desaparecer, dándole a su piel un
agradable brillo dorado. Llevaba el balón bajo el brazo y su camiseta
amontonada en la otra mano. Podría haber sido un maldito modelo de
Ralph Lauren. No muy a menudo me sentía fuera de lugar o sin palabras,
pero él me hacía sonrojar y silenciarme momentáneamente sólo por su
9

dominante presencia física.


Página

Lo vi erguirse varios centímetros por encima de mí. Le sonreí y forcé


una respiración, recuperándome ligeramente. —¿Ahora me acechas?
Sus cejas se juntaron en confusión. —Oh, claro. Eres la chica del
parque.
No me digas.
—Yo vivo aquí —dijo entrecortadamente, tratando de recuperar el
aliento.
—¿Vives dónde? —le pregunté, viendo que nos encontrábamos
parados en frente de mi casa.
—Allí arriba. —Señaló el tercer piso, con su techo muy inclinado y
una ventana octagonal minúscula.
—¿Alguien puede vivir allí? —No quería que mi rostro reflejara
repulsión, pero cuando vi su expresión caída, sabía que lo había ofendido.
—No alguien. Yo. Y sí, vivo allí. Es pequeño, pero está limpio y es
suficiente.
No tenía ni idea de que el espacio del ático estuviera en alquiler.
Nadie había vivido allí en los dos años que yo había alquilado la casa. —
Oh —dije, recuperándome—. Entonces creo que somos vecinos. Vivo en el
primer y segundo piso.
Echó un vistazo a la casa de nuevo, con su amplio porche, gran
puerta de madera, y su amplia distribución. —¿Todo eso? ¿Sólo para ti?
Asentí. Era demasiado para una sola persona, pero me gusta tener
mi espacio. Y puesto que cada uno de mis padres había canalizado una
gran suma de dinero en mi cuenta de ahorros para mantenerme alejada
del otro durante su divorcio, podría vivir en un lugar que me gustara. Lo
había decorado con mobiliario sencillo pero elegante que me había
encantado buscar. Mi casa ya podía rivalizar con un catálogo de muebles
de lujo.
—Bueno, creo que mejor me voy y tomo una ducha. Fue un placer
conocerte...
—Liz.
Sonrió. —Soy Cohen. Y ya que somos vecinos, hazme saber si alguna
vez necesitas algo.
—Por supuesto. Lo mismo digo. —Le devolví la sonrisa fácil y
observé su espalda sexy mientras se abría camino por un lado de la casa
hacia la escalera que conducía a la puerta.
Ah, sí, estaría deseando necesitar su ayuda pronto.
10
Página
2 Traducido por Sofía Belikov & Joss
Corregido por Karool Shaw

Trasnoché demasiado trabajando en un informe de investigación,


saltándome la cena y en su lugar llenando el depósito con una botella de
vino rojo y una barra de chocolate amargo con sal marina, mi pasatiempo
favorito. Para el momento que caí en mi cama, me sentía exhausta y aún
ligeramente agitada. Por lo que cuando desperté repentinamente unas
horas más tarde, no creía lo que mis ojos observaban.
Un oscuro objeto se abalanzó y giró sobre mi cama, lanzando
extrañas sombras en la habitación iluminada por la luna. ¿Qué demo…?
El objeto se detuvo, posándose al borde de la lámpara colgando del
techo. Parpadeé rápidamente y entrecerré los ojos, intentando ver con más
claridad. Entonces extendió sus alas y dejé escapar un chillido. ¡Era un
murciélago!
Brinqué de mi cama, liberándome de las sábanas. Corrí fuera de mi
habitación como si escapara de la escena del crimen y sólo me detuve al
estar de pie en el porche delantero, mi corazón retumbando en mi pecho.
Encogí mis hombros, tratando de sacudir la sensación de hormigueo
en mi piel. Miré mis pies desnudos, dándome cuenta de que me
encontraba fuera, vistiendo sólo una camiseta negra sin mangas y un
pequeño par de rosados pantalones cortos en medio de la noche. No era el
movimiento más inteligente. Un perro ladrando en la distancia atrajo mi
atención de nuevo, y entendí qué hacer a continuación.
Era muy tarde para llamar al propietario. Mis gatos son inútiles y no
11

conseguirían matar una araña, por no hablar de atrapar un murciélago.


Tal vez podría ir arriba y pedirle a mi caliente nuevo vecino si puede tratar
con el animal. Había dicho que si necesitaba algo, se lo dejara saber, y
Página

calculo que esto definitivamente califica.


Pero no me aventuraría a su apartamento vestida prácticamente en
nada. Me di un discurso motivacional y entré rápidamente, agarrando un
par de vaqueros de la cesta para la ropa sucia del pasillo y regresando a
toda velocidad al porche, cerrando de golpe la puerta detrás de mí. Me
deslicé ágilmente en los vaqueros, subiéndolos por mis piernas, y
abotonándolos por encima de mis pantalones cortos.
Enderecé mis hombros y marché escaleras arriba, al apartamento de
Cohen en el tercer piso. Se sentía fresco, los escalones de madera bajo mis
pies desnudos enviaban escalofríos a mi espina dorsal. Bueno, eso, y la
idea de despertar a un total extraño en medio de la noche para pedirle un
favor. Pero no tenía otra opción. No había manera de poder volver a mi
apartamento, y menos dormir con un murciélago alrededor.
Llegué a su puerta. Es la misma sólida madera oscura que la mía,
con una decorativa aldaba de metal en el centro. Golpeé lo suficientemente
fuerte para despertarlo. No sabía si tenía el sueño pesado, pero no quería
correr el riesgo. Normalmente me sentía segura en mi vecindario, pero la
combinación de despertar con un animal en mi habitación mezclado con
estar fuera a estas horas, me dio una escalofriante sensación que no
conseguía alejar.
Me disponía a golpear nuevamente cuando la puerta se abrió y un
Cohen adormilado y sin camisa se plantó frente a mí.
—¿Liz? —graznó.
—¿Puedo entrar?
Se movió del umbral, así lograría entrar. —¿Sucedió algo? ¿Qué está
mal?
Asentí, paseando en su pequeña sala de estar. —Hay un murciélago.
En la planta baja. —Apunté al suelo.
—¿En tu apartamento?
Asentí de nuevo.
—Cristo. —Corrió las manos por su rostro—. Bien. Espera aquí. Voy
a ocuparme de ello.
Se retiró a lo que asumí, era su baño, y volvió un minuto después
vistiendo vaqueros y una ajustada camiseta gris. Su cabello desaliñado por
dormir, lucía adorable.
—¿Qué vas a hacer? —pregunté, esperando que tuviera experiencia
previa en la eliminación de murciélagos.
12

—No sé. —Fue al armario cercano a la puerta delantera y sacó una


raqueta de tenis.
Página

—Espera. —Troté en dirección a la cocina y agarré un par de


guantes de cocina cerca de la estufa y una bolsa para compras plástica de
la encimera—. Toma.
Se los tendí. Se puso los guantes de cocina y sostuvo defensivamente
la raqueta de tenis con una mano, la bolsa de plástico en la otra.
—Bien. Estás listo.
Ambos reímos ante la ridiculez de la situación.
—Sólo espera. Haré esto.
Sonreí por su confianza en sí mismo. —Gracias.
Asintió y desapareció tras la puerta.
Mordí mi labio y esperé que no estuviera cabreado conmigo por
haberlo despertado. Pero la forma en que rió por los guantes de cocina
antes de dirigirse hacia la planta baja me tranquilizó. Me hundí en su
sillón y aguardé.
Su apartamento es pequeño, limpio, aseado y amueblado
simplemente con agradables artículos. La sala de estar consistía en un
desgastado sillón de cuero, junto a un golpeado tronco como mesa de
centro. Su rincón para comer contenía una mesa circular de cocina
cargada con varios libros de texto amontonados en pilas y se hallaba
rodeada por varias sillas disparejas. Decididamente hogareño y tentador.
Unos pocos minutos después, Cohen regresó.
—¿Y bien? —Salté sobre mis pies.
Sacudió la cabeza. —No pude encontrar al pequeño bastardo.
Por sólo un momento, me pregunté si soñé aquel murciélago, pero
no, me constaba que era real.
Se quitó los guantes de cocina y devolvió la raqueta de tenis al
armario junto a la puerta. —Supongo que ninguno de nosotros va a volver
a dormir —murmuró, frotándose una mano por su cuello.
—Lo siento.
Encontró mis ojos. —No lo hagas. Te dije que me dejaras saber si
necesitabas algo, y lo dije en serio.
Ahora que el episodio del murciélago terminó, mi adrenalina cayó en
picada. Froté mis sienes, dándome cuenta lo mal que me sentía.
Cohen se acercó a mí. —¿Estás bien?
—Bebí bastante vino antes. Estoy bien. —Hice un ademán con la
mano.
13

Se dirigió a la cocina, regresando un segundo más tarde con un vaso


con agua y dos pastillas blancas. Las dejó caer en mi palma. —Toma.
Página

Analgésicos para tu dolor de cabeza.


—Gracias. —Tomé las pastillas obedientemente y acabé el vaso con
agua antes de tendérselo nuevamente. Se encontraba a temperatura
ambiente y sabía cómo si hubiera salido directamente de la llave, pero no
iba a reclamar. Fue un gesto dulce. Nunca hablé mucho con mis vecinos, y
era agradable pensar que podía contar con alguien viviendo encima de mí.
Noté la sudadera de una universidad colgando del respaldo de una
silla y asentí hacia ella. —¿Vas a la universidad aquí también? —La
universidad DePaul se ubicaba sólo bajando la calle, así que supuse no
debería estar sorprendida, pero aquí realmente no era un área de
alojamiento para estudiantes.
—Sí. Soy de tercero. ¿Tú?
—Estoy en segundo año de mi doctorado.
—Guau. —Me miró como por primera vez. Prácticamente lo sentí
tratando de calcular mi edad. Sabía que lucía más joven que mis
veinticinco años, y decirles a las personas que estudiaba para un
doctorado era un modo de intimidarlos. Pero Cohen no parecía
descolocado, sólo… impresionado y curioso. Me gustó su honesta reacción.
De acuerdo a su curso, seguramente tenía veinte o veintiuno.
Me pregunté qué hacer ahora. Había un murciélago suelto en mi
apartamento, y era muy temprano —o demasiado tarde, dependiendo
cómo lo miraran, para llamar a mi propietario.
Cohen permanecía de pie, estudiándome silenciosamente, y
repentinamente me sentí cohibida por mi apariencia. Me dormí sin
remover el maquillaje, por tanto de seguro hay manchas bajo mis ojos, y
mi cabello probablemente lucía como si hubiese sido arreglado por un
mapache. Buena manera de hacer una segunda gran impresión.
—¿Liz? ¿Cómo de Elizabeth? —preguntó suavemente.
—Nop, Liz de Eliza. Pero todos me llaman Liz.
—Eliza —dijo pensativamente. La palabra rodó de su lengua como si
fuera desconocido y recordara algo de hace bastante tiempo.
También recordé el pasado, y un dolor apuñaló mi pecho. —
Llámame Liz —corregí.
Cohen se mantuvo callado un momento largo, luego tomó mi mano,
empujándome hacia la puerta. —Vamos, Easy E1. Iremos a arreglar tu
resaca.
14

¿Easy E? —¿A dónde nos dirigimos?


—A desayunar. Y no discutas. Cazar un murciélago me dio hambre.
—Agarró una camiseta de manga larga, deslizándola sobre su cabeza.
Página

Sonreí y lo seguí hasta la puerta.


Me di cuenta de que llevaba algo pegado a su cinturón y cuando
estuve cerca, vi que era un busca.

1 Cantante de rap de la vieja escuela. La llama así, utilizando la primera letra de su


nombre.
Lo acompañé escaleras abajo, y caminamos a lo largo de la
manzana. Miré directamente al busca atado a su cintura, arqueando una
ceja hacia él, le dije—: Alguien de 1996 llamó y quiere su localizador de
regreso.
Se rió entre dientes, sacudiendo la cabeza. —Lo necesito por el
trabajo. —Ajustó su camiseta de modo que el visible objeto quedara oculto.
—¿Eres un prostituto?
—No. —Sonrió.
—¿Un traficante?
—Uhm, no. Soy voluntario en el Cuerpo de Bomberos de Chicago.
—¿Eres un bombero?
—Sí.
Guau. Eso explicaría su insano musculoso cuerpo. —¿Con cuánta
frecuencia…?
—¿Recibo una llamada?
Asentí.
—Siempre estoy disponible, y asistiendo a una capacitación cada
lunes por la noche durante dos horas.
Eso era interesante. Nunca he conocido a un bombero voluntario.
Me cuestioné si era demasiado lo que manejaba con la universidad y
estudiar.
Llegamos a una pequeña cafetería en la esquina. A pesar de vivir
cerca por dos años, nunca he visitado este sitio. Siempre lucía un poco
sospechoso. Una parpadeante señal de neón anunciaba que permanecía
abierto las veinticuatro horas, los siete días de la semana, y una
campanilla encima de la puerta sonó al abrirla y la mantuvo abierta para
mí. Caminando junto a él, olí el agradable olor a suavizante y lo que
parecía ser su propio aroma masculino. Mmm. Quería detenerme y
presionar mi nariz en su pecho, pero seguí caminando. La señal decía que
15

te instalaras tú mismo y escogí una cabina cerca de la ventana.


Cohen se deslizó frente a mí. Cogió los dos menús del servilletero,
tendiéndome uno.
Página

—Gracias.
—¿Tienes hambre? —preguntó.
—Seguro. Puedo comer. —Siempre como. No era una de esas chicas
que pretendían no comer. Me gustaba la comida, así que mátenme. Y
pensaba que si realmente les preguntaran, a la mayoría de los chicos les
gustarían unas pocas suaves curvas en el cuerpo de una mujer. Además,
vino y chocolate no valían como cena.
—Los panqueques aquí son impresionantes. —Cerró su menú y lo
devolvió a su sitio.
—Bien entonces. —Sonreí, le tendí mi menú también, poniéndolo
cuidadosamente junto al suyo.
La camarera caminó hacia nosotros con una dulce sonrisa para
Cohen. Ordenó dos pilas de panqueques y en seguida se detuvo para
preguntarme si deseaba café, y ordenó dos cafés.
Era adorable, e incluso luego de recién conocernos, de alguna
manera me sentía cómoda cerca suyo.
La mirada de Cohen fue a la deriva de mi rostro a mi pecho, y
repentinamente se movió en su asiento, mirando la ventana, su expresión
incómoda. ¿Había hecho algo malo?
Bajé mi mirada y por primera vez, recordé mi estado sin sujetador.
¡Mierda! El aire acondicionado transformó a mis chicas en descaradas
libertinas pidiendo atención. Esta camiseta sin mangas no conseguía
cubrirlas del todo. Ajusté la camiseta lo mejor que pude y atrapé el reflejo
de Cohen en el vidrio. Una sonrisa tiraba de sus labios.
La camarera entregó dos tazas de humeante café negro a nuestra
mesa.
—¿Tienes frío? —Sonrió ligeramente, deslizando mi café hacia mí.
—Shhh —advertí, aceptando el café y añadí bastante azúcar en la
taza, revolviendo con más fuerza de la necesaria.
—Toma esto. —Cohen se sacó la camiseta de manga larga sobre su
cabeza, dejándolo en apenas su camiseta y me la ofreció a través de la
mesa.
—Gracias. —Me la puse. Aún caliente y olía como chico. Chico
delicioso. Chico que hoy ya me había rechazado una vez. ¿O ayer? No es
que importara. No lo miraré. Punto.
16

Me enrollé las mangas de la camisa de Cohen y traté de no inhalar el


olor de ella.
Página

La camarera no tardó en volver con nuestros panqueques, y dejó un


plato delante de cada uno. Las tortitas eran tan grandes como platos y se
apilaban altas. Una cucharada de mantequilla derretida en el centro y el
aroma a vainilla flotaba en el aire.
—Guau. Esto es más grande de lo que esperaba.
Cohen me pasó el jarabe. —¿Crees que puedes hacerlo? —Su sonrisa
era traviesa, juguetona.
Ugh. ¿Por qué tiene que ser tan caliente?
—Oh, puedo manejarlo como un maldito campeón. —Me encogí.
¿Qué decía?
Cohen se rió y cogió el montón de mantequilla de sus panqueques y
lo puso al costado de su planto. Supongo que uno no conseguiría el cuerpo
de él tan sólo con comer mantequilla.
No tenía tales preocupaciones. Y amaba locamente la mantequilla.
Utilicé mi cuchillo para untar el charco derretido en el mío.
—¿Tienes novia? —pregunté luego de tragar un bocado delicioso de
libérate-en-mi-boca panqueque.
Asintió, dando otro mordisco. —He estado viendo a alguien.
—¿Pero no se quedaría esta noche?
—No —comentó, secándose la boca.
Era curioso. ¿Era el tipo de hombre que se negaba a permitir que
una chica durmiera con él? Hmm. Cohen parecía provocar más preguntas
que respuestas.
—¿Qué hay de ti? ¿Novio?
—No —dije, un poco orgullosa.
Se rió entre dientes. —Tengo la sensación de que hay una historia
ahí.
Me encogí de hombros. —No hay mucho que decir, sólo que no estoy
buscando una relación. Además, después de obtener mi doctorado en un
año o dos, probablemente voy a estar moviéndome. Quiero tener diversión
y no tomar las cosas muy en serio. —Cohen miró hacia abajo, buscando a
tientas la servilleta. ¿Dije algo que le molestó?
Me concentré en mi desayuno, comida o lo que sea que se llamara,
dado que eran las tres de la mañana.
Me di cuenta de que Cohen dejó el tenedor y me miraba. —¿Qué
estás estudiando?
17

—Psicología —respondí, mi lengua se lanzó hacia fuera para lamer


una gota de jarabe de mi labio inferior—. ¿Qué hay de ti?
Página

Sus ojos siguieron el movimiento de mi lengua, y tragó antes de


contestar. —Negocios. Me imagino que es lo suficientemente genérico para
ser capaz de conseguir un trabajo haciendo casi cualquier cosa.
Asentí. Continué mordisqueando mi desayuno, mientras que Cohen
hablaba. Me enteré de que fue a la escuela a tiempo parcial y trabajó como
guardia de seguridad en un bar en el centro de la ciudad, además de ser
un bombero voluntario.
Después del desayuno, Cohen me acompañó a la puerta y se quedó
conmigo en el porche cubierto. La luz de la luna y los cantos de los grillos
en el aire de la noche tenían una soñadora sensación de calma al respecto.
Nos pusimos de pie uno frente al otro. Las sombras lo convertían en
un ser aún más hermoso que antes, si es que eso era posible. Era alto y
delgado, ni un gramo de grasa en su cuerpo. Mandíbula cuadrada, labios
llenos, hermosos ojos azules y cabello corto.
Cohen dudó en mi puerta.
—Gracias por el desayuno —murmuré.
Asintió. —En cualquier momento.
Me quité la camisa de manga larga de gran tamaño y se lo devolví.
Sus ojos vagaron hacia el sur hasta mi pecho por un breve segundo, pero
lo suficiente para que notara que le gustaba lo que veía. ¿Qué puedo decir?
Tuve suerte en el departamento de tetas. Tengo talla C, y todavía están
alegres. Y en este momento mis pezones se endurecieron. Diablos. Esta vez
no tenía nada que ver con el frío en el aire y todo era por la mirada en el
rostro de Cohen. Era un hombre de tetas. Era claro como el día.
Se aclaró la garganta. —¿Vas a estar bien?
Ah, sí. Había un maldito murciélago en mi apartamento. Esto no era
una cita. Era una salida de lástima con un vecino. Eso era todo.
Demonios. ¿Deliraste mucho, Liz?
Negué con la cabeza. —Bueno, no dormiré mucho. —De ninguna
manera, no—. Voy a tener que esperar un par de horas para poder llamar
al propietario para que venga.
Cohen frunció el ceño. —¿Qué vas a hacer mientras tanto? Es... —
miró su reloj—, es jodidamente temprano.
Me eché a reír. —Soy una niña grande. Voy a estar bien. Gracias de
nuevo.
Me volví a mi puerta, pero Cohen agarró mi muñeca. —Vamos.
Vienes conmigo arriba.
18

—¿Sí?
Apretó la otra mano en mi espalda y me guió hacia la escalera. —
Página

Hasta que te vayas.


Palidecí ante su comportamiento presuntuoso, pero obedientemente
comencé a subir las escaleras, aliviada de que no tendría que esperar sola.
Cuando llegamos arriba, Cohen abrió la puerta y la sostuvo para que
entrara. Su apartamento era pequeño en comparación con el mío. Ahora
que no me encontraba agotada con todo el incidente, me di cuenta de lo
extraño que era. Los techos inclinados eran arquitectónicamente
interesantes, pero lo hacía ver demasiado bajo cuando caminaba
cómodamente en ciertos puntos de la habitación. Los pisos eran de
madera y chirriantes. Me sorprendió nunca antes haber escuchado que él
caminaba por encima de mí. Arrojó la camisa que me había dado en el
respaldo del sofá.
—¿Estás cansada?
Encogí mis hombros. —Puede ser que trate de dormir, de lo
contrario voy a ser una verdadera perra por la mañana.
Se echó a reír. —Eres honesta. Me gusta eso.
—¿Gracias? —No estaba muy segura, pero sonaba como un
cumplido. Miré a mí alrededor en el pequeño apartamento preguntándome
dónde dormiría—. ¿No estará tu novia enojada si duermo aquí?
Se encogió de hombros. —No estoy preocupado por eso.
Mordí mi labio para evitar sonreír.
Desapareció en su dormitorio y me pregunté si tenía que seguirlo,
pero antes de poder decidir, regresó con un bulto de mantas y almohadas
en sus brazos. Las dejó sobre el sofá. —Puedes tomar mi habitación. Voy a
dormir aquí.
Analicé su longitud. —¿Cuánto mides?
—1.87 m. ¿Por qué?
Chasqueé. —Sí, eso es lo que pensé. No dormirás en el sofá. No hay
manera de que encajes cómodamente.
Se rió suavemente. —Voy a estar bien.
—Tonterías. Vete a la cama. Tengo esto. —Comencé a desenrollar las
mantas y a ponerlas en el sofá.
Sus manos se encontraron con los mías y me detuvieron. —Eres la
invitada. Debes dormir en mi cama. —Su voz era solemne, dulce.
No pude resistirme a poner mi mano sobre su pecho. Sí, sólido y
caliente como esperaba. —No soy una invitada, cariño, soy una vecina
19

molesta con un problema de murciélago que te despertó en medio de la


noche.
Página

Sonrió.
—Ahora ve a la cama. —Acaricié su pecho.
Me miró. —Eres una cosita luchadora, ¿no es así?
—Malditamente correcto.
Se echó a reír a carcajadas. —¿Y cómo sabes que no soy un asesino
en serie?
—Sí, porque los asesinos en serie suelen llevar guantes de cocina
para intimidarlos y le compran a sus víctimas el desayuno antes de
matarlas en la cama. —Rodé los ojos para el efecto.
Su boca se torció con diversión. —Punto válido. —Se dio la vuelta
para dirigirse a su habitación—. Sólo quiero saber si tú necesitas cualquier
cosa, o si ves algún murciélago. Tengo el horno con los guantes listos.
Un ruido en la otra habitación nos llamó la atención. El rostro de
Cohen inspeccionó con reconocimiento.
Sacudió la cabeza con una sonrisa en su rostro. —Sólo hay un
problema.
Esperé, sin saber a dónde se dirigía esto. Puede que su novia
hubiese decidido venir después de todo.
—Bob suele dormir aquí.
Antes de que tuviera la oportunidad de preguntar quién era Bob, un
perro del tamaño de un oso venía a toda velocidad por el pasillo,
dirigiéndose directamente hacia mí.
Dejé escapar un suspiro mientras Cohen se reía y agarraba al perro,
impidiéndole ir a mí. Movió el cuerpo del perro en su lugar y le rascó
detrás de las orejas. La cola del perro chocaba contra mi muslo.
—Trata de dormir en mi cama, pero por lo general no lo dejo.
Disimula no ser un cerdo. —Cohen sonrió.
—¿Qué diablos es? —Di un paso atrás, así me hallaba fuera de la
línea de fuego de su cola. Era una enorme bola de pelo rizado y piel de
color albaricoque.
—Un Labradoodle. No muerde.
—Oh. —¿Un que… doodle?
Bob saltó sobre el sofá y se dejó caer en las mantas que acababa de
arreglar, acostado con la cabeza contra el reposabrazos mientras se ponía
en una posición cómoda.
20

Cohen se echó a reír al verlo. —A menos que seas una verdadera


amante de los perros y no te importaría relajarte con este chico, te sugiero
que vengas a mi habitación.
Página

No tenía ganas de dormir en un sofá que a veces hacía de cama de


un perro, y asentí con consentimiento.
Cohen se dirigió a su dormitorio. Era grande y ordenado, con una
cama extra grande en el centro. El techo inclinado fuertemente a cada lado
le daba un ambiente íntimo. Contenía una pequeña cómoda y una sola
mesita de noche que tenía unas monedas y un reloj despertador.
La cama se encontraba sin hacer, era de color carbón con un
edredón blanco esponjoso y sábanas grises. Se veía muy atractivo.
Cohen me estudió durante un segundo. —¿Tú… necesitas algo más
para vestir? —Miró mis jeans.
—Oh. No, gracias. —Me acordé de que mantenía mis pantalones
cortos para dormir debajo de los pantalones vaqueros, y comencé a
deshacerme de ellos.
Cohen bajó los ojos, al parecer incómodo de verme desnudarme.
Doblé mis jeans cuidadosamente y los puse en el suelo junto a la cama.
Empecé a meterme en la cama cuando la mano de Cohen en mi codo me
detuvo.
—Del otro lado, cariño.
Oh. Me moví hacia el otro lado de la cama a la pared más cercana.
Tiró de su camiseta por la cabeza y se quedó en su bóxer negro.
Alcancé a ver su piel suave y bronceada, justo antes de que se arrastrara a
mi lado y se cubriera con la sábana.
Sentí que algo cambió entre nosotros, el aire era denso y pesado. —
Lo siento, no sabía que tomaba tu lado —susurré en la oscuridad.
—Está bien. Prefiero dormir más cerca de la puerta. De esta forma,
si alguien irrumpe primero tendrán que pasar por mí.
Ah. Era una idea extraña, pero me gustó su instinto de protección.
Era un chico dulce. No solía salir con tipos como él. Tal vez tenía que ver
con que era bombero.
Me di la vuelta en mi lado y llevé el edredón firmemente a mí
alrededor, preparándome para la noche.
21
Página
3 Traducido por Maca Delos & Vani
Corregido por Aimetz

La mañana siguiente Cohen hizo guardia mientras que yo me metía


en mi departamento para agarrar una muda de ropa y mi portátil. No
vimos al murciélago, pero igualmente me alegré de tenerlo conmigo.
Él no tenía clases hasta más tarde, así que le agradecí por lo de
anoche y se dirigió de vuelta arriba para hacer café, mientras que yo
comenzaba la caminata de veinte minutos hacia el campus.
A pesar de sólo haber dormido unas pocas horas y excederme en
vino, me sentía más descansada de lo usual. La cama de Cohen era
ridículamente cómoda. Y me sentí a salvo con él allí. Estaba acostumbrada
a vivir sola, pero eso no significaba que en ocasiones no me despertara a la
noche por un ruido desconocido y fuera incapaz de volver a dormir. Y él
era un absoluto caballero —quedándose de su lado y casi ignorándome por
completo. Había dormido como un bebé en la cama de Cohen. Lo cual era
extraño, dado que me había asegurado de no quedarme en casa de chicos
con los que dormía. Puede que me quedara dormida después del sexo, pero
siempre me había despertado en la mitad de la noche y salido de la cama
pasando desapercibida. Tal vez era por eso que me había sentido cómoda
quedándome con Cohen, porque no habíamos intimidado. Me deshice del
pensamiento rápidamente.
Pasé el día entero trabajando en la biblioteca en mi reporte de
investigación, deteniéndome únicamente para rellenar el café y agarrar un
sándwich de la tienda que estaba en frente. Para las seis de la tarde, tenía
hambre otra vez y necesitaba un baño caliente en mi bañera a chorro.
22

Ajusté el bolso de mi portátil a través de mi pecho y partí para mi


caminata a casa. Me fijé si tenía mensajes en mi teléfono otra vez,
Página

esperando tener noticias de mi casero sobre la situación del murciélago.


Pasaba por los mensajes de texto cuando me choqué contra algo sólido.
Dejé escapar un gruñido y rápidamente levanté la mirada para ver con
quién —o qué— me había tropezado.
Era Cohen. Había salido para correr con ese maldito perro. Bob, que
jadeaba ruidosamente y movía la cola.
—Hola, Eliza. —Cohen estiró los brazos y estabilizó mis hombros.
—Liz —refunfuñé, enderezándome.
—Lo siento, Bob se emocionó cuando te vio. —Cohen tiró de la
correa, tensándola para mantener al perro alejado de mí.
—No, fue mi culpa. Intentaba ver si tenía algún mensaje de nuestro
casero.
—Oh, hoy pasó por el departamento. No pudimos encontrar al
murciélago, pero sellamos el conducto de tu chimenea.
—¿Sellamos?
—No tenía clases a esa hora, así que lo ayudé. Tienes un
apartamento muy agradable, por cierto.
—Oh, gracias.
Nos miramos el uno al otro por varios minutos. Lucía adorablemente
sexy en sus sueltos pantalones cortos de gimnasia y una camiseta de una
banda antigua.
—¿Entonces el murciélago aún podría estar allí? —Esquivé el avance
excesivamente entusiasmado de Bob hacia mí.
Cohen apretó el agarre en la correa para mantenerlo a raya. Bob se
sentó en el suelo a nuestros pies. —Podría ser. Pero probablemente salió
de la misma manera de la que entró.
—De acuerdo. Bueno, gracias. Supongo que esta noche puedo
dormir en mi propia cama.
—Supongo —dijo. No pude evitar notar que su voz se mezcló con la
menor cantidad de decepción.
Cuando llegué a casa, chequeé en cada habitación que no estuviera
el murciélago, luego les di de comer a Sugar y Honey Bear que daban
círculos alrededor de mis tobillos y maullaban con impaciencia por su
cena. Necesitaba hacerme la cena para mí, pero imaginé que primero un
buen baño caliente me relajaría. Agarré un puñado de almendras para
sacarme del apuro y subí las escaleras, masticando ruidosamente
mientras lo hacía. Llené la bañera de porcelana, agregué mis sales de baño
23

de lavanda y me hundí en el agua.


Apoyé la cabeza contra el borde de la tina y respiré la esencia de
Página

lavanda. Mientras el agua cálida acariciaba mis curvas, no pude evitar que
mi mente vagara hacia el departamento arriba del mío y un atractivo chico
ciertamente fuera de los límites que residía allí, aparentemente fuera del
alcance.
Mis pocas interacciones con él me habían dejado curiosa y deseando
más. Me pregunté sobre la novia de la que habló, y sobre su trabajo como
bombero. Imaginarme su pulido cuerpo vestido con el uniforme de un
bombero envió un hormigueo a través de mi piel, y cerré los ojos,
hundiéndome más en el agua para disfrutar de mis ensueños traviesos.
Luego de mi baño me sentí refrescada, y me mantuve ocupada en la
cocina. Amaba cocinar, pero raramente hacía algo elaborado para mí
misma.
Recogí un montón de ingredientes de la nevera y mi mente deambuló
hacia arriba, donde se encontraba Cohen y me pregunté si ya habría
comido. Podía cocinarle como un agradecimiento por lidiar con el
murciélago y sellar el conducto de mi chimenea. Pero no quería parecer
demasiado entusiasmada y estaba segura de que tenía mejores cosas que
hacer que pasar tiempo conmigo.
Coloqué una olla con agua para que hirviera en la estufa y puse el
fuego fuerte antes de verter un puñado de sal marina para condimentar el
agua. Saqué mi procesadora de comida raramente utilizada de uno de los
gabinetes inferiores y agregué manojos de hojas de albahaca y piñones,
antes de cubrirlo con un toque de aceite de oliva y formar un puré. Una
vez que el agua hirvió, eché los lingüini y puse el temporizador, luego puse
a hornear una barra de mi pan francés favorito.
Inconscientemente había cocinado suficiente para dos. Esto era
tonto; simplemente iba a subir e invitarlo a comer.
A mitad de camino en las escaleras, dudé y me detuve. ¿Qué pasaba
si su novia estaba allí? O tal vez ya tenía planes para la cena. No quería
sonar como si estuviera desesperada por tener compañía. Tal vez podía
preguntar si tenía algún plan antes de hablar de mi elaborada comida que
nos esperaba abajo.
Sacudí la cabeza, recordándome que el primer paso era ver si
siquiera se encontraba en casa. Seguí subiendo y cuando llegué a su
puerta, pude oír la música que sonaba, y golpeé lo suficientemente fuerte
como para asegurarme de que me escuchara. Un segundo después, la
puerta se abrió.
Cohen estaba parado en frente mío con ajustados vaqueros oscuros
y una camiseta de algodón con botones color azul claro que hacía que sus
24

ojos lucieran increíbles. —¡Easy E! —Me jaló para hacerme entrar.


Sostenía una guitarra acústica en una mano, y me di cuenta que de allí
había estado viniendo la música—. ¿Quieres una cerveza? —Tomó un
Página

trago de una botella de Red Stripe y antes de que pudiera responder, Bob
se acercó corriendo por el pasillo y despegó en el aire con la suficiente
fuerza como para lanzarme al suelo. Aterrizó de lleno en mi pecho.
Ufff. Una ráfaga de aire escapó de mis pulmones ante el contacto.
—Oh, mierda. Bob, muévete. —Cohen alejó al perro de mí, pero no
antes de que me diera algunos besos babosos.
Me limpié el rostro con la manga y agarré la mano que me estiraba
Cohen.
—Lamento eso. Es más grande que tú y se emociona.
Dejé escapar un suspiro y me froté mi dolorido coxis. —Está bien.
Cohen limpió mi trasero y me ayudó a enderezar mi camiseta. Sus
dedos rozaron mi cadera, y el calor de sus manos a través de mi camiseta
hizo que mi corazón aporreara mi pecho. La indiscreción de Bob fue
olvidada y en lo único en lo que me pude concentrar ahora era en Cohen y
cómo lucían sus asombrosos ojos azul oscuro, que resaltaban por su
camiseta azul claro.
Como si se hubiera dado cuenta que sus manos seguían contra mi
cadera, Cohen las dejó caer y dio un paso atrás. —¿Que hay sobre esa
cerveza?
—En realidad, me preguntaba si tenías planes esta noche.
Dio otro trago. —No a menos que cuentes tomar solo y dar vueltas
con mi guitarra.
Sonreí. —Bueno, estaba haciendo la cena e hice suficiente para dos.
Pensé en invitarte como un agradecimiento por todo ese tema del
murciélago.
—Suena genial.
Dejó su guitarra en el atril de la esquina, esquivando el techo a dos
aguas mientras lo hacía. Le dio una palmadita a la cabeza de Bob y luego
me siguió abajo con la botella de cerveza aún colgando en su mano.
Tan pronto como entramos en mi departamento, la vibra se sintió
completamente errónea, como si estuviera intentándolo demasiado. Había
velas prendidas en el cobertor del hogar, y suave música de jazz sonando
de fondo. Dios, ¿era vieja o qué? Necesitaba recordar que era un
estudiante universitario, y lo más probable era que escuchara a la última
banda alternativa o la sensación de hip hop. Contemplé apagar las velas y
cambiar la música, pero en lugar de eso, me decidí por ignorarlo. No
25

quería llamar más la atención con eso, y Cohen no pareció importarle en lo


más mínimo, caminando delante de mí por el apartamento.
Crucé la sala de estar, siguiendo a Cohen a través de las
Página

habitaciones que había decorado meticulosamente con claros tonos tierra


en cremas y marrones para que combinaran con los oscuros pisos de
madera.
Cuando giré hacia la cocina, Cohen me siguió obedientemente. Era
una habitación pequeña pero había sido remodelada antes de que me
mudara, y se jactaba de sus dispositivos y electrodomésticos de última
generación. Me encogí cuando recordé que también había prendido
algunas velas en el centro de la isla de losa de granito.
—Huele increíble. ¿Qué preparaste?
Por supuesto que su mente estaba en la comida gratis, no en la
ambientación. Dios, contrólate, Liz.
—Pasta al pesto de albahaca con pollo a la parrilla. —Abrí la nevera
de dos puertas y saqué una botella de vino blanco—. ¿Quieres un poco? —
Levanté la botella para que Cohen la viera.
Se terminó su botella de cerveza y la dejó al lado del fregadero. —
Seguro. ¿Dónde tienes las copas?
—Detrás de ti. —Señalé con la cabeza hacia el gabinete de vino de
caoba en el extremo de la cocina que tenía numerosas botellas de vino y
estantes donde se encontraban las copas.
Sacó dos de ellas, mientras que yo me concentraba en descorchar el
vino.
Las manos de Cohen se encontraron con las mías en la botella y
sacacorchos. —Déjame a mí.
Di un paso atrás y le permití abrir el vino, tomando la oportunidad
para observarlo sin interrupciones. Sus manos eran grandes, con largos
dedos delgados y uñas cuidadosamente cortadas. El reverso de sus manos
se hallaba suavemente cubierto de finos cabellos rubios que podía ver
cuando les daba la luz. Todo en este hombre era atractivo. Desde sus
definidos rasgos a sus anchos hombros, hasta su estómago plano. Algo
acerca de la idea de estar con él me emocionaba. Pero jamás me había
sentido tan insegura ante la presencia de un hombre. Era amigable y
educado, pero no parecía excesivamente interesado.
Mientras que Cohen nos servía a cada uno una saludable copa de
vino, saqué el plato de pasta del horno, donde lo había puesto para
mantenerlo caliente. Luego saqué la caliente barra de pan francés, y la
puse en la tabla de madera para cortarla en rodajas. Cohen me ayudó a
mover todo a la parte para sentarse de la barra, al final de la larga isla.
Agarré la manteca y la ensalada verde de la nevera y me uní a él en un
banco.
26

Se sacó su busca personas y lo dejó a su lado. —Con suerte no


recibiré una llamada esta noche. —Era extraño pensar que en cualquier
momento podía ser convocado, interrumpiendo su noche—. Salud. —
Página

Tintineó su copa de vino con la mía y ambos tomamos un trago. Era mi


vino blanco favorito, Santa Margherita Pinot Grigio. Era vigorizante y
fresco y combinaba perfectamente con la suave cena de pasta.
Observé a Cohen tomar un bocado y masticar. Cerró los ojos
ligeramente, saboreando el bocado de la crocante salsa pesto de albahaca
y piñones, equilibrado con pesada crema. —Eres una cocinera genial —dijo
luego de varios bocados más.
—Gracias. —Me relajé un poco más en mi asiento y comencé a
comer.
Mantuvimos una conversación sencilla durante la cena, haciendo
pausas para tentar al otro, o sonreír y tomar un trago. Era agradable.
Aunque disfrutaba cocinar, raramente lo hacía para mí sola. Simplemente
parecía demasiado lío para una persona. Generalmente de cena comía una
bolsa de palomitas de maíz para microondas, o un cuenco de cereal, pero
era lindo tener alguien para quien cocinar.
El busca personas de Cohen se agitó sonoramente contra la isla de
granito. Lo levantó y frunció el ceño mientras leía el mensaje.
—¿Qué es?
Sacudió la cabeza. —No puedo asistir a un llamado si he tomado
más de dos tragos.
Oh. —¿Está bien si te saltas uno?
Asintió. —No me gusta hacerlo, y tengo que asistir al cincuenta por
ciento de todas las llamadas para mantenerme activo, pero debería estar
bien.
Apagó el busca personas y volvió a comer.
Cohen de repente dejó caer su tenedor contra un lado de la placa, el
sonido fue tintineante sorprendiéndome. —¿Hay frutas secas en esto?
Miré de la pasta a la expresión de pánico en su rostro. —Um, sí, hay
nueces en la salsa. Pero ¿qué tiene de malo?
Saltó de su asiento, con la servilleta cayendo al suelo. —Soy alérgico.
¿Dónde está el baño?
Estaba demasiado aturdida para responder y señalé el lugar por el
pasillo. Cohen se fue corriendo en la dirección que le había indicado. La
primera puerta que se abrió fue un cuarto de las escobas. Rápidamente lo
seguí detrás para conducirlo al baño de visitas, más al final del pasillo.
Cayó de rodillas sobre la taza del baño y vomitó ruidosamente.
¡Puag! Me encogí lejos del sonido de su tos y vómitos. Me sentí muy
27

mal. ¿Cómo iba a saber que era alérgico a las nueces de pino?
Una vez que terminó, se limpió la boca con un fajo de papel higiénico
Página

y se dejó caer al suelo y se sentó con la espalda contra la pared. Estiré la


mano y tiré de la cadena. Los ojos de Cohen se encontraron con los míos y
gimió. Creo que no se había dado cuenta de que seguía en la habitación
con él. Su piel lucía pálida y estaba cubierto de una fina capa de sudor.
—¿Estás bien?
Asintió. —Creo que sí. —Cerró los ojos y dejó caer la cabeza contra
la pared. Tomé una toallita de la canasta cerca del fregadero y la humedecí
con agua fría. La escurrí y me arrodillé cerca de Cohen. Apreté el paño frío
en la frente.
Abrió los ojos brevemente. —Gracias —dijo con voz ronca.
—Me siento muy mal, Cohen. No era mi intención...
—No lo sabías. Está bien. Debería haber preguntado, pero no vi
ninguna. —Cerró sus ojos y se relajó contra la pared mientras yo seguía
pasando el paño frío sobre su piel enrojecida. Era realmente hermoso. No
recordaba alguna vez haber pensado que un hombre era hermoso, pero
Cohen lo era.
Abrió los ojos y me estudió. Me di cuenta de que había dejado de
mover la tela y lo miraba. —¿Qué? —preguntó.
—Nada. —Moví la tela a la parte posterior de su cuello.
Dejó caer la cabeza entre las rodillas, dándome mejor acceso. —Eso
se siente bien.
Un dolor surgió en mi pecho y me levanté bruscamente, de repente
necesitaba un poco de espacio de este momento tan delicado.
Cohen se paró un minuto después. —Lo siento por haber arruinado
la cena.
—¿Es una broma? No tienes que pedir disculpas. Te podría haber
matado.
Se rió entre dientes. —No soy alérgico mortal. Sólo me enfermo. En
serio, estoy bien. Y sabía muy bien.
—¿Antes de que lo tiraras? —dije con ironía.
—Así es. —Sonrió.
Rodé los ojos. Chicos. —¿Quieres ir a acostarte?
—Ah, claro. Si vienes conmigo. —Sonrió—. Podemos ver una
película.
—Me parece bien.
28

Después de que rápidamente limpié la cocina, Cohen me condujo


escaleras arriba hasta su apartamento, donde Bob esperaba ansiosamente
el regreso. Cohen le impidió magullarme, e hice un intento a medias de
Página

acariciarlo, pero era tan evidente que no era un amante de los perros, que
Cohen se rió y le dijo a Bob que vaya a acostarse. Bob se recostó en el piso
de madera y puso su cabeza en sus patas.
Miré alrededor de la sala de estar por primera vez dándome cuenta
de que no había televisión. Antes de que pudiera cuestionar la forma en
que íbamos a ver una película, Cohen se dirigió hacia su dormitorio.
Había una gran televisión de pantalla plana montada en la pared
frente a la cama. —¿Está bien? —Cohen levantó la caja del DVD para una
comedia romántica que todavía no había visto.
Contuve mi sorpresa de que fuera propietario de esa película, y
asentí en su lugar. —Por supuesto.
—Está bien, ábrela mientras voy a lavarme los dientes.
Me tiró el DVD y lo atrapé con facilidad. —Estoy en ello.
Puse el DVD y me establecí en la cama y empecé a ver los avances.
Me moví a mi lado, el lado de la cama más alejada de la puerta,
recordando su idea de que me protegería si alguien irrumpiera. Me regañé
a mí misma por pensar en qué lado de la cama era la mía.
Justo cuando empezaba a preguntarme qué le tomaba tanto tiempo,
escuché el sonido del agua y una cortina de ducha que se retiró.
Pensamientos sucios pasaron por mi mente. ¿Era eso una invitación a
unirme a él en la ducha? Aparte de la mirada persistente y extraña, Cohen
no había indicado que quería ser algo más que amigos. Nunca había
tenido un amigo, así que esto era una especie de territorio nuevo para mí,
pero me gustó.
Unos minutos más tarde, justo cuando los avances terminaban,
Cohen volvió a la habitación, vestido con un par de pantalones cortos
holgados y una camiseta blanco con cuello en V. Se sentó en la cama junto
a mí, doblando la almohada en medio debajo de la cabeza y golpeando su
lugar. —Lo siento, me decidí a tomar una ducha también.
—No hay problema. —Lo miré y sonreí. Su piel bronceada era
deliciosa contra la camisa de algodón blanco. Y olía a fresco, jabón limpio y
un toque de perfume picante.
Me moví más cerca y lo aspiré.
—¿Qué? —Sonrió.
—Hueles bien.
—¿Sí?
29

Asentí. —Al igual que el jabón... y... —Me incliné de nuevo para
tratar de identificarlo.
Página

Sonrió. —Ven aquí. —Extendió el brazo hasta que me deslicé a su


lado. Era cálido y los firmes músculos de su cuerpo se sentían increíbles
presionando contra los míos. Era en estos momentos que no podía
descifrar sus motivaciones.
La película empezó, pero estaba demasiado distraída para
concentrarme en ella, en su lugar noté los pies descalzos de Cohen, que
eran largos y morenos, con unos poquitos pelos finos en la parte superior.
¿Por qué nunca había notado antes lo sexy que podrían ser los pies
desnudos de un hombre?
Cohen trazó inconscientemente un patrón lento en el interior de mi
brazo, arrastrando el pulgar hacia la palma y retrocediendo, en el interior
de mi muñeca. Me preguntaba si podía sentir mi pulso saltando con sus
toques simples, si se daba cuenta del efecto que tenía en mí. Lancé un
vistazo a su cara y parecía no darse cuenta, absorto en la película. A pesar
de las exhortaciones de mi cuerpo no quería ser el agresor con Cohen.
Pude no haber tenido ningún problema en el pasado para tomar lo que yo
quería, pero quería que él me elija. Y no haría nada para intervenir,
aunque estuviera tentada.
Tragué saliva y me quedé completamente inmóvil, esperando que su
mano hiciera un movimiento más audaz, pero sus dedos siguieron rozando
suavemente mi piel, aparentemente inconsciente del hecho de que me
estaba encendiendo. Me decidí a llevar a cabo un experimento para ver qué
tipo de respuesta podría provocarle. Puse mi mano sobre su estómago y
esperé varios minutos para que se acostumbrara al contacto. Entonces,
dejé que mi mano fuera a la deriva por sus abdominales, deslizándose
lentamente sobre sus costillas y luego hacia abajo, deteniéndose justo por
encima de la cintura de sus pantalones cortos. Su mano se detuvo en mi
piel, descansando en mi punto de pulso y sabía que podía sentir mi
insistente zumbido.
Se levantó sobre un codo para mirarme. Sabía que estaba enrojecida
y rosa como si hubiera sido atrapada con las manos en la masa. Puso una
mano en mi mejilla, como si revisara mi temperatura.
—Estás caliente. ¿Te sientes bien? —Sus ojos se encontraron con los
míos, reduciéndose a la confusión y preocupación.
¡No, no estoy bien, estoy caliente como el infierno y me estás volviendo
loca! —Bien, ¿por qué?
Sacudió la cabeza, como si estuviera aclarando sus pensamientos. —
Está bien. Voy a buscar un poco de agua. —Se levantó de la cama y cruzó
la habitación.
30

¡No quiero una maldita agua, quiero una polla! Me caí de nuevo en la
almohada con una rabieta. Este chico iba a ser mi muerte.
Página

Cuando Cohen regresó con el agua, obedientemente tragué el gran


trago que insistió que tenía que tomar antes de que se uniera a mí en la
cama otra vez.
Una vez hecho esto, se recostó en contra de mi cuerpo y puso su
brazo alrededor de mí, sus dedos rozando distraídamente mi hombro. Mi
piel se estremeció en todo el cuerpo. Estaba hiperconsciente de cada
pequeño movimiento de sus dedos, deseando que me toque en otro lugar,
que explorara más de mi cuerpo. Pero esta vez, cuando tomó mi mano una
vez más y comenzó a rozar mis nudillos con el pulgar, traté de no leer
nada en ello.
—¿Disfrutas de la película? —susurró.
—Mm hmm. —No confiaba en mí lo suficiente como para formar
palabras coherentes en ese momento. El ambiente que nos rodeaba era a
oscuras excepto por el débil resplandor de la TV y el aire zumbando con la
atracción sexual.
Volvió mi mano y la sostuvo sobre la suya, masajeándola con la
yema del pulgar. Era simple e inocente, y sin embargo, me encendía
completamente.
Cohen sostuvo mi mano y la miró. —Tus manos son pequeñas.
Mi respiración se volvió superficial y esperé a la expectativa de lo que
se construía entre nosotros, esperando que avanzara más allá de la etapa
de sólo-amigos.
—Esta es tu línea de vida. —Trazó el pulgar por el centro de la palma
de mi mano, enviándome una oleada de cosquillas. Llevó la mano más
cerca, inspeccionándola en la penumbra—. Y tu línea de amor. Pero se
detiene abruptamente justo aquí. —Golpeó cerca de mi pulgar.
Dejé escapar el aliento que había estado conteniendo. —Sí, me juré
no volver a los compromisos durante un año.
—¿Mala experiencia? —Puso mi mano entre nosotros.
—Algo por el estilo.
—¿Quieres hablar de ello?
—En realidad no. —Nunca he hablado de él. Ninguna vez. Ni
siquiera con Ashlyn. Cohen me sonrió tristemente, como si estuviera rota.
No quería que sintiera lástima por mí. No quería que sintiera nada por mí,
excepto tal vez deseo. Eso no sería tan malo. Cogió mi mano de nuevo y
entrelazó sus dedos con los míos.
—Estoy aquí si quieres hablar.
31

—Gracias. —Me dio un apretón. En contra de mi voluntad, mi mente


vagó al brutal divorcio de mis padres hace unos años, que era la otra parte
de la historia. La parte que era más cómodo dejarme recordar—. Mis
Página

padres tuvieron la catástrofe del divorcio durante mi primer año de


universidad. Ellos no hablaban para nada más.
—¿Eso es la razón por la que le tienes fobia al compromiso?
—Es parte de la razón. —Una pequeña parte—. ¿Qué hay de ti? ¿Tus
padres siguen casados?
—Nunca conocí a mi padre. Dejó a mi madre cuando estaba
embarazada de mí. Tenía sólo dieciocho años.
—Cielos. Eso debe haber sido duro.
—Sí, pero nos las arreglamos. —Su mandíbula se flexionó, y
retrocedí, sintiendo que no quería responder a las preguntas sobre su
pasado más que yo.
Cohen continuó sosteniendo mi mano durante toda la película y
apoyé la cabeza en su pecho, contenta con el silencio entre nosotros.
Cuando la película terminó, la apagó mientras me tumbé en la
cama.
Me miró y sonrió. —¿Cansada?
Asentí.
—Tengo que llevar a Bob. Puedo acompañarte a tu casa, o...
—¿O? —Mi ceja se arqueó.
—Puedes dormir aquí.
Le sonreí a pesar de mi mejor intento de actuar de manera fría y
natural. —¿Te gusta tenerme en tu cama, en lugar de a Bob?
Se echó a reír. —Claro que sí, Easy E. También hueles mucho mejor.
—Se inclinó y olió mi pelo—. Sip. Como las flores y el sol.
—Tu cama es increíblemente cómoda. Déjame bajar y conseguir mi
pijama mientras caminas con Bob.
—Genial. —Sonrió, aparentemente feliz.
Nos dirigimos hacia abajo, y mientras Cohen daba un paseo
alrededor de la cuadra, me lancé dentro y me lavé los dientes,
programando el lavavajillas durante la noche y luego elegí el pijama
perfecto para tentar a Cohen.
Un par de calientes pantalones cortos color rosa con la palabra
“SEXY” escrito a través del trasero y una camiseta blanca que había sido
lavada tantas veces que se redujo hasta encajar cómodamente, el algodón
delgado abrazaba mis pechos. Por último, me quité el sujetador y alcé las
chicas para mostrar un poco de escote. No había manera de que Cohen no
32

se diera cuenta de estas bellezas. Me reí para mis adentros y me dirigí al


exterior.
Página
4 Traducido por Julieyrr
Corregido por *Andreina F*

Cohen esperaba frente a mi puerta para acompañarme al piso de


arriba y Bob sentado a su lado. Algo dentro de mí se contrajo. Me gustó
que esperara en lugar de regresar arriba sin mí. Empezaba a sentirme un
poco ridícula en esta fiesta de pijamas, pero cuando lo vi esperando
pacientemente por mí, todas las dudas fueron empujadas de mi mente. Él
quería que me quedara, tanto como yo lo hacía. No podía explicarlo, pero
tal vez eso estaba bien.
—¿Listo? —Cerré mi puerta y me volví hacia él.
Sus ojos comenzaron en mi cara y luego viajaron al sur,
deteniéndose en mi pecho. Sus labios se abrieron ligeramente e inhaló un
suspiro tembloroso. —Uh… sí. —Me hizo pasar a su lado—. ¿Tienes frío?
—Frotó la longitud de mi brazo, sin saber que mi piel de gallina no tenía
nada que ver con el frío en el aire y sí con el deseo que vi reflejado en sus
ojos.
Estaba a punto de murmurar algo lindo sobre él manteniéndome
caliente, cuando Bob eligió ese preciso momento para meter su hocico en
la entrepierna de mis pantalones cortos. Cohen se rió entre dientes y
redirigió al perro de entre mis piernas.
Joder. ¿Mencioné que odiaba a los perros?
Cuando llegamos dentro, Cohen tuvo a Bob conformándose por la
noche en el sofá y luego me dirigió a su habitación. Me esperó para que
caminara por delante de él y no pude evitar dar a mis caderas un poco de
33

giro adicional mientras me movía. El uso de pantalones cortos en público


era probablemente ilegal, teniendo en cuenta la cantidad de piernas —y
hasta la curva de la nalga— asomándose por debajo.
Página

Me metí en la cama, mi trasero alzándose en el aire. Pero cuando


llegué a mi lado del colchón y busqué la reacción de Cohen, se dio la
vuelta rápidamente y se ocupó en el otro lado de la habitación, quitándose
sus vaqueros y doblándolos en la parte superior de la cómoda.
Tiré las mantas a mí alrededor.
Nos acomodamos en la cama y Cohen se dio la vuelta para mirarme.
—¿Es raro que te quedes aquí?
Negué con la cabeza. —No, si estamos bien con eso.
Asintió.
Sin darme cuenta, mi mano se había alejado hacia su estómago. Se
movió debajo de mi palma y respiró hondo. Alcé la vista y miré sus ojos.
Estaban inquisitivos y bloqueados con los míos. E incluso en la oscuridad
de su habitación, pude ver su curiosidad sobre lo que podría pasar
después.
Su mano fue a descansar a la base de mi garganta. Era pesada y
caliente. Rozó sus dedos por mi clavícula descubierta, siguiendo un patrón
lento en mi piel. La aspereza de sus dedos contra esa parte suave e
inocente de carne aceleró mi corazón. Quería más. Me lamí los labios,
esperando. Inclinó la cabeza hacia abajo a la mía y al mismo tiempo
hundió su mano en mi pelo. Besó ligeramente la esquina de mi mandíbula.
—Dios, eres preciosa —murmuró.
Tragué lentamente ante su declaración. Era tan abierto y honesto.
No quería ni necesitaba emoción y romance, pero cada caricia, cada
mirada de Cohen se sentía como más. Esto no era como estar con Stu y
eso me aterrorizaba.
Apoyé mi mano sobre su estómago, presionándolo contra la cama,
luego me trasladé por encima de él, uno de mis muslos a cada lado de los
suyos. Me miró, lleno de curiosidad y deseo. Me agaché y besé sus labios.
Su lengua encontró su camino en mi boca y apreté mis caderas contra él
mientras nuestras lenguas se mezclaban y coqueteaban. Era un besador
perfecto. No muy tímido, pero tampoco demasiado entusiasta. Su mano se
acercó a acariciar mi mandíbula e inclinó mi cabeza, encontrando el
ángulo adecuado para profundizar el bezo. Una oleada de deseo se disparó
directamente entre mis piernas. Dejé escapar un gemido desigual y Cohen
puso sus manos sobre mis hombros, aplicando presión, para romper el
beso. Me incliné un poco hacia atrás y lo miré a los ojos.
—Santo infierno —murmuré.
Se rió entre dientes. —Sí. —Su cabeza cayó hacia atrás sobre la
almohada y cerró los ojos—. No sé si esto es una buena idea, Eliza.
34

Me molestó el uso de mi nombre completo. —¿Debido a que estás


viendo a alguien?
Página

Abrió los ojos y me miró. —En realidad, no. Sólo salimos un par de
veces y no he hablado con ella desde que te conocí.
¿Desde que me conoció? —Oh, entonces… —¿Cuál es el problema?
Añadí en silencio.
Sus manos se movieron de mis hombros a mi cintura y me atrajo un
poco más fuerte hacía él. Lo tomé como una señal y moví mi boca para que
se reuniera con la suya, entonces esperé.
Los labios de Cohen rozaron los míos, apenas tocando, su cálido
aliento mezclándose con el mío. Estaba increíblemente caliente y me ponía
ansiosa por más. —Sé que no debería, pero Dios, te deseo.
Sin más protestas o explicaciones continuamos besándonos durante
varios minutos. Me encontré de espaldas con Cohen cerniéndose sobre mí,
besando y mordisqueando mi clavícula, mi mandíbula y mi cuello. Sacudí
mis caderas contra él, ávida de más contacto. Olvidé que este tipo de juego
previo existía. Mis citas con Stu generalmente iban directo al grano,
insertar el objeto A dentro del objeto B. Y la mayoría de los chicos con los
que había estado eran de la misma manera.
—Joder, te sientes bien —murmuré entre respiraciones cortas.
Lo sentí sonreír contra mi piel.
Me hallaba a dos segundos de rogarle que me cogiera cuando de
pronto se detuvo y se echó hacia atrás para mirarme. —Tú. Eres.
Problemas. —Salpicó mis labios de besos, puntuando cada palabra.
No pude evitar sonreír. Había pasado mucho tiempo desde que me
habían dicho que era un problema. Los chicos solían apreciar un
problema. Sintiendo que Cohen quería parar, me deslicé por debajo de él y
hacia la cabecera de la cama hasta que estuve medio sentada. Se sentó a
mi lado, apoyado de la misma forma, tratando de controlar su respiración.
Me sentía mareada y confundida. Traté de no fruncir el ceño y ajusté
mi camiseta, que se había subido, exponiendo mi vientre. Los ojos de
Cohen brillaban con hambre en mi piel, antes de mirar lejos. No entendía
qué detenía a Cohen de querer más conmigo. ¿No era su tipo?
—¿Estás bien? —preguntó Cohen.
Asentí, desconfiando de mi voz.
Se pasó los dedos por el pelo y cerró los ojos. Cuando los abrió, tomó
mi mano y se volvió hacia mí. —Mira, lo siento, ¿de acuerdo? Sé que no
estás buscando una relación.
Sentí que trataba de encontrar las palabras adecuadas, pero
35

también había algo más.


—Eso no significa que no podamos pasar un buen rato, ¿no?
Dejó escapar un suspiro irregular. —Eres tóxica para mi fuerza de
Página

voluntad —susurró, como si hablara consigo mismo—. Crecer con una


madre soltera, quien era sólo una adolescente cuando me tuvo, taladró en
mí para que nunca dejara a una chica embarazada. La forma en que él la
dejó… Dios. —Se pasó las manos por el pelo—. No sé por qué te cuento
todo esto. —Miró hacia el techo y expulsó otro aliento—. Me prometí hacer
algo de mí mismo. He estado trabajando a tiempo completo desde que
tenía quince años, me convertí en un bombero voluntario cuando tenía
dieciocho y me juré nunca tratar a una mujer como mi madre fue tratada.
—Cohen, no lo entiendo. No estoy preocupada de quedar
embarazada, estoy tomando la píldora.
Tragó saliva, meneando su manzana de Adán en su garganta. —Yo…
—¿Cohen? —Puse la palma de mi mano sobre su estómago—. Dime.
—Estoy esperando por la chica que ame.
—¿Esperando?
—Esperando —dijo con firmeza.
Oh, mierda. ¡Esperando! Sentí como si el aliento saliera de mis
pulmones. ¿Un virgen? ¿Este guapo y hermoso hombre? ¿Hay algo malo
con él de lo que no soy consciente? ¿Deforme? ¿Paquete pequeño? Oh por
favor, no le permitas tener un paquete pequeño.
Aparté los locos pensamientos girando en mi cabeza. Era una cosa
honorable que él eligiera. Claramente amaba y respetaba a su madre, y no
quería repetir los errores de su padre. ¿Pero no era esto un poco
exagerado? No conocía a nadie que haya decidido permanecer célibe
durante tanto tiempo. Bueno, excepto por Ashlyn. En una ocasión me
confesó que fue virgen hasta que tuvo veintidós años.
—¿Eliza? Di algo.
—¿Estás esperando por matrimonio? —pregunté.
—No, supongo que estoy esperando por la chica adecuada.
Sabía que no era una idea con la que me debía entretener, pero
parte de mí se preguntaba si podía ser la chica correcta para Cohen, si yo
podría ser la primera. Empujé ese pensamiento tan rápido como apareció.
Él y yo estábamos interesados en dos cosas muy diferentes. No podría
permitirme quedar atada a nadie. Y Cohen quería el paquete completo.
Amor, romance, matrimonio. Era más tradicional en sus puntos de vista,
tal vez porque creció sin todo eso. Sabía que nadie podría hacerme feliz,
pero ya no ponía acciones en algo que podría no durar.
Tomó mi mano y entrelazó sus dedos con los míos. —Sólo quería
adelantártelo. Otras chicas han tenido reacciones extrañas y se han
36

enojado… —Su voz disminuyó.


—¿Se han vuelto locas?
Página

—Sí. Una chica con la que salí un par de veces al año se enojó
cuando no lo haría y empezó a gritar y me dejó en medio de la noche.
—¿En serio?
—Sí. —Trazó su dedo a lo largo de mi antebrazo.
Hm. Podía ver que su elección no siempre ha sido fácil, pero él había
mantenido la decisión que tomó. Era encomiable, aunque no podía
entenderlo. —Bueno, gracias por decírmelo. —Apreté un suave beso en su
mejilla. No estaba segura de lo que esta nueva información significaba
entre nosotros.
Tomó mi cara entre sus manos y llevó mi boca a la de él,
presionando un suave beso en mis labios. —Buenas noches, Eliza.
—Buenas noches. —Me recosté y cerré los ojos, pero no había
manera de que me estuviera quedando dormida en un corto plazo con toda
esta nueva información girando alrededor y dentro de mi cerebro. Por no
mencionar que el peso del cuerpo caliente de Cohen junto al mío y sus
estables respiraciones profundas eran un recordatorio constante de algo
que nunca podría tener.
37
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5 Traducido por ♥...Luisa...♥
Corregido por Maarlopez

Necesitaba una cita con Stu al día siguiente. Desesperadamente.


Yacer toda la noche junto al sexy pero oh-tan-fuera-de-los-límites Cohen
me tenía toda ansiosa.
Me duché y me vestí en mi casa después de dejar a Cohen en su
cama, agarré un gran helado americano en mi camino, y llegué unos
minutos antes de la reunión con mi asesor. Usé ese momento para enviarle
un texto a Stu para reunirnos en su oficina después.
Estuve al borde todo el día y la tarde de mi cita con Stu no podía
llegar lo suficientemente rápido. Sabía que no podía satisfacerme por
completo —no cuando lo que quería era a Cohen— pero era algo para
alejarme del borde.
Cuando llegué a la oficina de Stu, la puerta estaba parcialmente
abierta. Llamé ligeramente y miré dentro.
Stu hablaba con un estudiante. Estaba a punto de alejarme y salir
para permitirles terminar, cuando el estudiante se volvió hacia mí. Era
Cohen.
—¿Eliza? —La expresión de Cohen era una de confusión—. ¿Cómo
sabías que estaba aquí? ¿Todo bien?
Tragué más o menos, como una niña atrapada con las manos en la
masa. —En realidad estoy aquí para reunirme con Stu… um, el profesor
Gibson.
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—¿Se conocen? —preguntó Cohen, mirando entre Stu y yo


—Sí. —No ofrecí ninguna explicación y Stu también se quedó en
silencio.
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—¿Y cómo se conocen? —preguntó Stu un momento de tensión


después.
—Somos vecinos —le dije.
Cohen miraba sospechosamente entre Stu y yo.
—Bueno, gracias por la extensión de la mitad del papel —dijo Cohen
de pie y recogiendo su bolso.
—No hay problema. Déjame saber cuándo el voluntariado afecte tus
estudios. Creo que es admirable lo que estás haciendo.
Cohen se paró frente a mí y sonrió. —¿Nos vemos en casa esta
noche? —Sonrió.
—Por supuesto —dije en voz baja, sin aliento.
Luego se marchó y Stu me miró con cansancio. El ver a Cohen aquí
me había puesto nerviosa. Ahora se sentía mal estar haciendo lo que fuera
que hacía con Stu. Si cerraba la puerta ahora y seguía adelante con lo que
originalmente había venido a hacer, Cohen podría estar rondando afuera y
no podía hacerle eso.
—Lo siento Stu, surgió algo y no voy a ser capaz de mantener
nuestra cita.
—¿Tiene esto algo que ver con tu vecino? —La palabra rezumaba
insinuaciones.
—Algo por el estilo. —Lancé un profundo suspiro y me dirigí al
pasillo. Cohen no estaba a la vista.
Como parecía que el alivio sexual no estaba en el orden del día de
hoy, le escribí un texto a Ashlyn. Necesitaba un poco de tiempo de chicas.
Inmediatamente.

Nos encontramos un poco más tarde para la hora feliz en un


pequeño pub a medio camino entre su nuevo apartamento y mi
comunidad. Ella y Aiden habían comprado un lugar juntos, con ganas de
empezar de nuevo. Era un precioso loft con toques modernos. Mitad
Ashlyn, con muebles destartalados y colores brillantes, y mitad Aiden, con
pinturas con clase colgadas en las paredes. Había estado allí unas cuantas
veces para visitar y ver a Thomas, su gato que había adoptado por un
tiempo. Ser propietaria de tres gatos era prácticamente anunciarle al
mundo que era una aspirante a mujer gato, que lo era, pero aún así. Ese
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era mi problema.
Ya había pedido un vaso de Shiraz cuando Ashlyn llegó corriendo
por la puerta, con el pelo girando alrededor de su cara mientras el viento lo
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atrapaba. La saludé y ella caminó hacia mí.


Saltó sobre el taburete a mi lado y sonrió. Podía leerla como si fuera
un libro. —Acabas de tener sexo, ¿no es así?
Se sonrojó con malicia. —Sin comentarios.
Hice una seña al camarero y pedí una copa de Burdeos a Ashlyn,
sabiendo que era su favorito. —Gracias. —Sonrió y aceptó el vaso,
llevándoselo a la boca—. Entonces, ¿qué pasa? Tu mensaje lo hacía sonar
como si hubiera algún tipo de emergencia.
—Sí, lo siento por eso. No es nada serio, sólo problemas de chicos.
Tomó otro sorbo. —Contigo, problemas de chicos no son nada.
Ahora escúpelo.
Me reí entre dientes, sabiendo que tenía razón. —¿Ya sabes que he
estado durmiendo con Stu?
Asintió y rodo los ojos. Sabía que no estaba de acuerdo.
—Bueno, ahora este pequeño bombón se mudó al piso de arriba y he
pasado las dos últimas noches con él.
—Demonios, chica.
Ashlyn nunca me juzgaba ni me hacía sentir mal por mi
comportamiento con los hombres, pero sí trataba de presionarme para que
intentara una relación normal y saludable cada vez que tenía la
oportunidad.
Giré el vino en mi copa. —Durmiendo. No follando.
Frunció los labios. —Eso no suena como tú.
—Lo sé. Es un bombero voluntario, estudiante de licenciatura, un
buen chico pero sexy como el infierno. Visita a su mamá cada domingo.
—Guau, ¿un bombero voluntario? ¿Cuánto puede durar una chica?
¿También rescata cachorros? —bromeó.
Me reí entre dientes. Sabiendo que Cohen, probablemente lo hacía.
Parecía ser un amante de los animales. —Aquí está el verdadero truco… es
virgen, está esperando a la chica adecuada.
Ashlyn se atragantó con el último sorbo de vino y se rompió en un
ataque de tos. Eché un vistazo alrededor de la barra y todos los ojos se
habían vuelto hacia la conmoción. Le acaricié la espalda y levantó una
mano. —Lo siento, conducto equivocado —dijo con voz ronca.
—Contrólate, chica. —Le di un manotazo en su trasero bromeando y
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me lanzó una mirada.


—No me tires ese tipo de mierda, a medio tragar. Tú. ¿Y un virgen
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inocente y sexy? Oh, demonios, no.


Me reí y tomé otro trago saludable de mi propio vino, encontrando
que mi estómago hacía volteretas, y necesitaba algo para distraerme. ¿Era
pasar tiempo con Cohen tan mala idea como Ashlyn lo hacía parecer? No,
no lo creo. Los dos éramos adultos. Podíamos elegir lo que hacíamos y no
queríamos hacer. No era como si fuera a tentarlo a propósito para que
durmiera conmigo. Demasiado.
—Lo tengo todo bajo control, Ash.
—¿Así que son amigos...? —se burló, claramente sospechosa.
—Sí. Amigos.
Soltó una carcajada. —Está bien, entonces. Déjame saber cómo
funciona para ti. —Continuó sacudiendo la cabeza, tratando de contener la
risa mientras su expresión se tornaba más seria—. Dios, Liz, estás más
loca de lo que te doy crédito a veces.
Entrecerré los ojos. —¿Qué se supone que significa eso?
—Eliges hombres que no están nada disponibles para ti. Es casi
cómico cómo te encuentras en estas situaciones. Me gustaría ver que
tuvieras una relación normal en algún momento.
—Sabes que no busco eso.
—Lo sé. Pero me reservo la esperanza de que algún día tal vez lo
hagas. —Agitó la mano en mi dirección.
Pocos minutos después la mano de Ashlyn en mi antebrazo le
devolvió mi atención. No sé cuánto tiempo había estado en silencio con la
mirada perdida en el espacio.
—No puedes renunciar a tener una verdadera relación significativa
sólo porque hay algunos idiotas allí afuera.
Le di una mirada maliciosa. —Tengo relaciones significativas. Estás
tú —conté con los dedos—, mis gatos y mi vibrador.
Negó con la cabeza. —Quiero decir algo con un pene.
Evité mencionar mi cohete de carne en la mesa de noche junto a mi
cama. En su lugar apreté los labios en una línea, segura de que Ashlyn
diría que el pene debería estar unido a un ser vivo, hombre. Pfft.
Sobrevalorado. Había estado cuidándome, incluyendo todas mis
necesidades, desde hace varios años. No había ninguna razón para
meterse con el sistema. Creo firmemente en el refrán que dice: Si no está
roto, no lo arregles.
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Jugué con el tallo de la copa de vino. —Basta de hablar de mi


inexistente vida amorosa. Dime qué hay de nuevo contigo.
Me palmeó la rodilla. —Sabes que te quiero, cariño. Siempre y
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cuando seas feliz, yo soy feliz.


—Soy feliz. —Plasmé una sonrisa, esperando que no se diera cuenta
de la forma en que mi boca se torció en las esquinas. La verdad era que no
había sido feliz en mucho tiempo. Cinco años para ser exactos. Fue
entonces cuando después de una noche fatídica, luché para desactivar
todas las emociones. Y tenía la intención de que siguiera siendo así.
Aparentemente inconsciente de la batalla personal de rabia dentro
de mí, Ashlyn continuó—: Aiden alquiló una casa en el lago para el
próximo fin de semana en el lago Michigan. Hay dos habitaciones, así que
por supuesto estás invitada. Una especie de celebración del final del
verano, antes de que cambie el clima.
—Sí. Estoy dentro. Suena divertido. —Tomar un poco de sol de
finales de verano y beber con Ashlyn sería un buen final para éste, antes
de que el dolor se asegurara de seguirnos en este semestre de otoño. Sólo
esperaba no sentirme demasiado como una tercera rueda en su escapada
seguramente romántica. Me tragué el resto de mi vino y le di una señal al
camarero para otra.
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Página
6 Traducido por aa.tesares
Corregido por Alessa Masllentyle

Después de la confesión de Cohen, sin quererlo me fui alejando de


él. No volví a dormir en su casa, pero tampoco había visto a Stu. Era
demasiado extraño sabiendo que era uno de los profesores de Cohen.
Además, no era capaz de ignorar los juicios de Ashlyn. No estaba
preparada para una relación, así de simple, por lo que en el fondo sabía
que no debía darle lugar a Cohen. Sabía lo que buscaba —y no era yo, así
que no tenía sentido engañarme a mí misma.
Después de mi carrera temprano ese domingo por la mañana, vi a
Cohen y Bob regresando de correr.
Me paré en frente de nuestra casa para estirarme. —Hola —exclamé
mientras corría los últimos pasos hacia mí.
—Hola, Easy E. —Sonrió.
No pude evitar reír ante el apodo ridículo que parecía haberse
quedado. Sí, porque ser nombrada por un cantante de rap de la vieja
escuela era tan entrañable.
La sonrisa de Cohen alivió un poco la tensión de mis emociones
contradictorias en los últimos días.
Se detuvo junto a mí, respirando con dificultad, y Bob cayó en la
acera, con la lengua colgando de su boca. —¿Dónde has estado? No has
estado por ahí.
Miré a mis tenis. —Lo siento. He estado muy ocupada.
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Inclinó mi barbilla para encontrarme con sus ojos. —Te asustó lo


que te dije.
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No era una pregunta, y no respondí. Sostuve su mirada azul, en


busca de qué, no lo sabía.
Se rió entre dientes. —No lo hagas. Sigo siendo la misma persona.
Claro, probablemente he mantenido estándares más estrictos que algunos,
pero no me trates diferente ahora que lo sabes.
—Lo siento —solté sin pensar, dándome cuenta de que mis
disculpas acababan de demostrar que tenía razón… que había estado
tratándolo diferente.
—Bob y yo te hemos echado de menos. —Se inclinó y acarició al
perro detrás de la oreja.
—¿Quieres tomar el desayuno o algo así? —le ofrecí.
Me sonrió de nuevo, pero negó con la cabeza. —No, llevo a mi mamá
y mi hermana pequeña a la iglesia el domingo por la mañana. Eres
bienvenida a unirte a nosotros.
—¿Iglesia? ¿Yo? —Um, no, gracias.
—Vamos, probablemente no es tan malo como lo que piensas. Ven
conmigo, y desayunaremos juntos… sólo los dos.
No tengo ni idea de lo que me poseyó para decir que sí, pero de
alguna manera me encontré asintiendo. No sé si era para compensar mi
distancia después de que admitió sus secretos más profundos, o
simplemente porque era imposible decirle que no, mirándome con esos
hermosos ojos azules, diciéndome que me había extrañado, pero
cualquiera que sea la razón, me encontré duchada y vestida, y de nuevo en
mi porche a su encuentro treinta minutos más tarde. Señor, ayúdame.
Cohen caminaba por las escaleras, vestido con pantalones
planchados y una camisa abotonada. Se veía apuesto, y aún más joven de
alguna manera. Incluso su normalmente desordenado pelo estaba
moldeado en su lugar con algún producto para el cabello. Era difícil
apartar los ojos de él mientras caminaba hacia mí, y por eso me tomó un
segundo para darme cuenta de que Bob estaba con él.
—¿Va Bob a todas partes contigo?
Rodó sus ojos. —Mi hermana Grace me dio este perro cuando se
enteró de que nuestro perro de la estación de bomberos fue asesinado. Bob
fue su regalo de cumpleaños para mí. Pero ella también está muy unida a
él, así que lo llevo a casa de mi madre cada vez que voy.
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—Entendido.
Caminamos a la acera donde se hallaba estacionado un jeep azul de
aspecto antiguo.
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Él aseguró a Bob en la parte trasera y luego dio la vuelta al lado para


abrir la puerta y ayudarme a entrar.
Examinó mi camisa negra hasta la rodilla más modesta y mejores
burdeos. —Te arreglaste bonita.
—Gracias —murmuré, subiendo al jeep.
Su madre vivía en el lado sur de Chicago, a unos veinte minutos en
coche, y mantuvimos una conversación sencilla en el camino.
—¿Cuántos años tiene tu hermana?
—Ocho. Mi mamá tenía este novio… un sucio. Estuvo cerca hasta
que tuvo ocho meses de embarazo y luego se fue.
Él tocaba el pulgar contra el volante, como perdido en sus
pensamientos. —Ella era una ruina tal que el bebé nació antes de tiempo.
Tenía quince años y comencé a trabajar a tiempo completo para ayudar a
cuidar de ella, y a un recién nacido. Ni siquiera recuerdo la mayor parte de
mi primer año de la secundaria.
No me extraña que hubiera elegido permanecer célibe. Si eso no era
un método anticonceptivo sólido, no sabía lo qué era. —¿Por lo que has
estado trabajando desde entonces?
—Sí. Y cuando tenía dieciocho años, me inscribí en un curso de
Emergencias Médicas y bomberos, así siempre tendría algo a lo que
recurrir.
—Muy inteligente —asentí.
—Ha habido momentos en los que no me sentía tan inteligente…
como cuando corría dentro de un edificio en llamas en medio de la noche,
sin saber si lograría salir de nuevo.
—Debe haber sido una manera loca de crecer, tan rápido y con tanta
responsabilidad.
—Más o menos. Pero era todo lo que sabía. Tenía una opción. Podría
rebelarme y seguir el camino de algunos de mis amigos, entrar en las
drogas, las fiestas y las chicas, pero sabía que si lo hacía, no me haría
mejor que mi propio padre, o el de Grace.
La fuerza y el carácter de Cohen seguían impresionándome. Lo
observé maniobrar a través del tráfico de Chicago con facilidad, navegando
con elegancia el Jeep en los carriles rápidos en movimiento y esquivando el
embotellamiento como si estuviera muy acostumbrado a manejar estas
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carreteras. Era impresionante verlo. Rara vez conducía, y al ser de un


pueblo pequeño, el sistema de autopistas de Chicago todavía me asustaba.
Pronto, nos detuvimos frente a una pequeña casa de ladrillo con un
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césped amarillo irregular.


—Hogar dulce hogar —dijo, poniendo el Jeep en el terreno.
Antes de que incluso estuviéramos fuera del coche, una niña con el
pelo rubio desordenado corría por el patio hacia nosotros. Cohen abrió la
parte de atrás del jeep, liberando de la restricción que contenía a un
Labradoodle muy emocionado en su lugar.
—¡Boo Boo! —llamó a Bob y felizmente se lanzó hacia ella. Cayó de
espaldas sobre el césped bajo el peso del perro y se rió mientras él lamía
besos húmedos en todas sus mejillas.
—¿Boo Boo? —Levanté una ceja a Cohen.
—No preguntes. No voy a llamar a un maldito perro Boo Boo. Lo
cambié a Bob.
Bob continuó babeando a la niña durante varios minutos y no pude
evitar reír. Finalmente, Grace se desprendió del perro y corrió a ponerse
delante de nosotros, con los ojos muy abiertos y curiosos.
—Ella es mi hermana... um... —Cohen vaciló, rascándose la
cabeza—. ¿Cuál es tu nombre?
—Gracie —gritó, empujando contra su estómago con todas sus
fuerzas. Él ni siquiera se movió.
Su sonrisa era gigante mientras le echaba los brazos alrededor de su
cintura, abrazándolo con abandono. Yo había crecido con un hermano dos
años mayor. No recordaba estar tan emocionada de verlo. Una vez. Fue
dulce. Cohen se inclinó para besar la parte superior de su cabeza. —
Vamos, cosita. —Ella chasqueó a Bob, que se levantó y la siguió
obedientemente. Estaba claro que el perro y su hermano mayor la
adoraban.
—Esta es mi amiga, Liz —me presentó Cohen a su madre y hermana
cuando llegamos al porche.
Su madre era sorprendentemente joven y bonita con pómulos altos,
y grandes ojos azules. No era rubia natural, vestida con un vestido de color
coral modesto. Me dio una mirada sospechosa antes de estrechar la mano.
Es evidente que le ponía nerviosa que su hijo trajera una chica a casa.
—Hola, soy Liz.
—Denise —ofreció.
—Es un placer conocerte. —Por lo general era buena con los padres,
pero la forma en que ella ya había notado mi pelo demasiado largo y
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rebelde, mi copa C y el interés de su hijo en mí, empezamos con el pie


equivocado.
Pero por suerte, después de instalar a Bob dentro de la casa, nos
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fuimos a la iglesia.
El servicio no era tan malo como me esperaba. No podía recordar la
última vez que había ido a la iglesia, pero me sorprendía agradablemente…
no es que estuviera dispuesta a hacerlo un hábito regular. Pero había algo
reconfortante en la propia iglesia, y era agradable sentarse junto a Cohen,
especialmente cuando él puso su mano sobre mi rodilla y la apretó
después de que nos sentamos.
El joven pastor transmitió un mensaje acerca de la posibilidad de
que Dios es una mujer. Me incliné hacia delante en el asiento, junto con la
madre y la hermana de Cohen, que estaban claramente intrigadas por la
idea. Incluso la expresión de Cohen era una de verdadero interés. No pude
evitar notar y apreciar el hecho de que después de haber sido criado por
una madre soltera, tenía relaciones fuertes y saludables con las mujeres
de su vida.
Después del servicio, la madre de Cohen nos llevó a la parte
delantera de la iglesia. —Hay una chica muy agradable que quiero
presentarte. La hija de Pete y Margaret.
—¿Te importa? —Cohen se inclinó para susurrarme al oído.
Negué con la cabeza rápidamente, viendo como su madre frunció los
labios.
—Claro —dijo.
Se dirigió hacia una pequeña niña parada sola en la parte delantera
de la iglesia.
—Esta es Maggie. —La madre de Cohen sonrió con orgullo, instando
a su hijo hacia adelante, colocando su mano entre los omóplatos y dándole
un empujón firme.
—Hola —le ofreció Cohen con su deslumbrante sonrisa.
Sentí una punzada inesperada, como si me hubieran golpeado en el
estómago.
—Hola. —Su boca se curvo en una pequeña sonrisa, antes de que su
mirada bajara a sus pies. Tenía el pelo castaño sin estilo y llevaba poco o
ningún maquillaje. Parecía de dieciocho años, tal vez diecinueve.
—Maggie es quien da la bienvenida en el mega-centro comercial —
agregó su madre.
—Eso está bien —dijo Cohen, sonando sincero.
No sabía qué era tan agradable sobre eso, pero mantuve la boca
cerrada.
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No pude dejar de notar que Maggie miró hacia el suelo. Mientras los
adultos hablaban, reflexioné.
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—Esta es mi buena amiga, Easy E —dijo Cohen, colocando su mano


sobre mi hombro.
Le di un codazo y ambos nos reímos. Su madre frunció el ceño. Y
Maggie miró de Cohen a mí, luego de vuelta a Cohen, sin entender la
broma interna. —Es un placer conocerte... Easy...
—Llámame Liz —le interrumpí, ofreciéndole la mano. Me devolvió el
saludo con un apretón flojo.
Aunque sabía que no debía preocuparme, de alguna manera me
fastidiaría verlo terminar con alguien que claramente carece de
personalidad. Además, era demasiado joven para él. Él maduró al cuidar
de su madre y hermana, no era el típico chico universitario de veintiún
años. Y necesitaba a alguien fuerte y digno de su amor.
—¿Liz? —Cohen interrumpió mis pensamientos.
—¿Hm?
—¿Estás lista para irnos?
—Oh, sí.
—Fue un placer conocerte. —Asentí a la muchacha humilde, y dejé
que la mano de Cohen en la parte baja de mi espalda me guiara hacia la
salida.
Después de dejar a su madre y hermana, nos encontrábamos de
regreso en nuestro camino hacia la ciudad. Durante el viaje, no pude
evitar reflexionar sobre el hecho de que la disposición de Cohen de
presentarme a su mamá fue inesperada. Sentí como si mi entorno familiar
fuera mejor deslizarlo debajo de la alfombra y no tratarlo. Ni siquiera
Ashlyn había conocido a mis padres en todos los años que la conocía.
—¿Qué estás pensando? —Cohen me dio unas palmaditas en la
rodilla, sacándome de mi línea de pensamiento.
—Sólo recordaba que me debes el desayuno. Me gustarían
panqueques. Ahora, por favor. —Sonreí, dejando caer un poco la tensión.
Se rió entre dientes. —De acuerdo. Primero vamos a deshacernos de
Boo Boo.
Si sólo fuera tan fácil deshacerse de los malos recuerdos. Le resté
importancia a ese pensamiento y en su lugar, imaginé una pila de
panqueques esponjosos que rezumaban mantequilla y almíbar. Los
panqueques no eran una medicina, pero compartirlos con Cohen, sin duda
hacía mi día mucho mejor.
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Página
7 Traducido por Aimetz
Corregido por Cami G.

Me encontraba sentada en el centro de la cama de Cohen, golpeando


frenéticamente los botones del control de juego, agitando los brazos
violentamente como si controlara el auto de carreras en la pantalla,
cuando mi teléfono intervino señalando la llegada de un nuevo mensaje de
texto.
Dejé el control y alcancé mi teléfono, ignorando la risita de Cohen
cuando tranquilamente maniobró su coche alrededor de la pista,
derrotándome fácilmente en el juego.
El mensaje era de Ashlyn, preguntando si quería ir al centro
comercial a comprar algunas cosas para el próximo fin de semana en el
lago. Me estremecí. Había olvidado por completo que estuve de acuerdo
con ir, y mientras se acercaba la fecha, empecé a lamentar el haber
aceptado. Estar cerca de la relación amorosa de Ashlyn y Aiden era duro
para mí por razones que no me importaba profundizar.
La inspiración me golpeó y le envié un mensaje de texto. ¿Estaría
bien si invito a Cohen este fin de semana?
¡Sí! ¡Buena idea! Tu habitación también tiene literas.
Respondió.
Dejé de lado el detalle de que Cohen y yo habíamos estado
durmiendo en la misma cama por más de una semana. Me giré hacia él,
poniendo mi dulce y más persuasiva sonrisa. —¿Estarías interesado en
venir al lago conmigo y mis amigos este fin de semana?
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Asintió. —Seguro. Suena genial.


Y de repente un viaje de compras con Ashlyn sonaba perfecto. Pensé
Página

que Cohen era divertido y alguien agradable con quien estar, pero
necesitaba algo de espacio de él… Bueno, mayormente por mi atracción no
correspondida. Y podía conseguir algo de ropa sexy para llevar. Mordí mi
labio para evitar sonreír.
Cohen vagó a través de la pantalla del menú y escogió otra pista.
—¡Quiero otra oportunidad! —Empezaba a cogerle el truquillo.
—Vamos a hacer esta pista. Es más fácil.
Sacudí la cabeza. —Oh, no necesitas hacerlo fácil para mí, cariño. Lo
tengo. —Mi nivel de confianza no concordaba con mi nivel de habilidad,
pero me gustaba verlo reír.
—Bueno, no me refería a más fácil, me refería más como un inicio
amistoso.
La bandera cayó y el sonido de los motores arrancando inundó la
habitación. —Vas a caer. —Me balanceé sobre mis rodillas con
entusiasmo, causando que la cama temblara.
Oprimí el botón del acelerador y vi a mi auto zumbar hacia adelante.
Eché un vistazo a Cohen. Su rostro era una máscara de concentración y
sus dientes mordían suavemente su labio inferior. Demonios, eso era
distractor.
Me concentré en el video juego una vez más, y vi cómo mi auto
aceleraba alrededor de la pista. —¡Cohen, mírame! Realmente lo estoy
haciendo.
Soltó una risita. —Ese es mi auto, bebé. El tuyo es ese. —Señaló la
esquina inferior de la pantalla donde otro auto que se estrellaba
repetidamente contra la pared.
¡Mierda! Mis mejillas se tornaron rosadas y tiré el control sobre la
cama. —Este juego apesta.
Cohen sonrió mientras su auto cruzaba la línea de meta, entonces se
bajó de la cama para apagar la consola de juegos.
Usé todo mi control para no rodar sobre el cálido espacio que él
había ocupado y acurrarme en su almohada. —Creo que me estoy
volviendo adicta a tu cama.
Sonrió y se recostó a mi lado. —Creo que mi cama se está volviendo
adicta a tenerte en ella.
Mi corazón golpeó a máxima velocidad. Cohen se hallaba acostado
sólo a centímetros de mí, con su mirada fija en la mía. Esperé sin aliento
para que se apoyara y me besara.
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Como si hubiese escuchado mis plegarias, mordió su labio otra vez y


se movió más cerca.
El sonido estridente de su busca de personas atravesó la silenciosa
Página

habitación y lo sacó rápidamente de su bolsillo. Agarró el dispositivo y


presionó un botón para silenciarlo.
—¿Qué es?
—Un auto incendiándose. —Frunció el ceño—. En la cincuenta y
uno y Macon.
—¿Tienes que ir?
Asintió y se inclinó, plantando un beso en mi frente. —¿Estarás aquí
cuando llegue a casa?
Asentí, con miedo de que mi voz se resquebrajara si hablaba.
Se levantó y salió antes de que pudiese registrar lo que acababa de
pasar.
No esperaba estar con un hombre. Nunca. Pero esto era diferente,
traté de convencerme a mí misma. Cohen era mi amigo. Sí, claro, ¿en qué
universo?
Agarré mi teléfono y me dirigí a recoger a Ashlyn para nuestro viaje
de compras.

Había conseguido volver de mi carrera mañanera cuando Ashlyn


llamó para decirme que llegarían pronto a recogernos para el fin de
semana. Me había desvanecido subiendo las escaleras para hacerle saber
a Cohen. Lo encontré todavía en la cama donde lo había dejado hacía una
hora, abrazando a Bob. Como se convertía en nuestra costumbre, había
pasado la noche con él. La única diferencia fue la preocupación que sentí
mientras esperaba que llegara a casa sano y salvo por la llamada de un
auto incendiándose a la que asistió, y el alivio que sentí cuando finalmente
llegó a casa, sudado y agotado, horas más tarde. Me reí cuando los vi. —
¿Esto es lo que haces cuando me voy? —me burlé.
—Bob, ¿qué dem…? —Empujó al perro lejos de él como si estuviese
horrorizado y me tiró a la cama. Envolvió los brazos y piernas a mí
alrededor, apretándome más contra él—. Esto está mejor.
—Cohen, asqueroso. Estoy sudada por la carrera. —Carreras que
tomaba cada mañana como una alternativa para trabajar la excesiva
tensión sexual en mi vida donde fueron inválidas instantáneamente por la
atención de Cohen.
Frotó su nariz por mi mandíbula. —Hueles bien para mí.
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Mi corazón golpeó contra mi pecho. Este sujetador deportivo y mis


pequeños pantalones cortos no proporcionan la barrera necesaria contra
su pecho desnudo y su suave y cálida piel. Necesitaba una ducha fría. Eso
Página

e incluso probablemente una cita con mi amigo con pilas.


Su olor era tan embriagador, su pecho desnudo era tan delicioso,
que casi se me olvida mi regla de no comenzar nada que remotamente se
asemejase a una relación. Casi. Si sólo pudiese convencer a Cohen con la
idea de una relación sin-compromiso.
Pero Cohen no era el tipo de hombre de acostarse y decir adiós. Sin
mencionar que si tenía sexo sudoroso y ocasional con él, podría
convertirse rápidamente en una peligrosa adicción a mi postura de
soltería.
—Vamos —me empujé contra él—, Ashley y Aiden estarán aquí
pronto. No quiero que nos atrapen… haciendo lo que sea que estamos
haciendo.
Se sentó y me tiró sobre su regazo, su cara volviéndose seria. —¿Qué
estamos haciendo?
Miré hacia abajo, tambaleando con la sábana torcida. Era fácil estar
cerca suyo, era dulce, amable, de buen corazón, todas esas cosas, que
lógicamente, sabía que debería querer. Pero algo fastidiaba profundamente
dentro de mí. No podía ir allí. No con Cohen, no con nadie más.
—¿Eliza? —Tomó mi barbilla con sus dedos.
Tragué duro. —¿Somos amigos, cierto?
Se rió, bajo, entre dientes. —Si somos amigos, entonces soy el
maldito Papa. —Recorrió con la yema de su dedo la curva de mis pechos,
apretados por el sujetador deportivo de spandex—. Si somos amigos,
entonces ¿por qué me siento tan seducido por ti?
Mi respiración quedó atrapada en mi pecho. Sólo el más ligero toque
de él y mi cuerpo entero estaba canturreando y listo. Lo golpeé
juguetonamente. —Vamos, tenemos que prepararnos. Y necesito una
ducha fría. —Me estremecí. No tenía intención de mencionar la última
parte en voz alta. Oh, bueno.
Cohen se rió otra vez antes de que me soltara y se levantara para
comenzar a empacar para el fin de semana.
Mientras Cohen fue a dejar a Bob a la casa de su mamá por el fin de
semana, me dirigí abajo para tomar una ducha y prepararme, sabiendo
que mi equipaje sería un poco más complicado que lanzar algunas
camisetas y un par de bóxers en una maleta. Intenté hacerlo anoche pero
Cohen decidió en el último minuto ver una película y nunca pude hacerlo.
Una sonrisa apareció en mis labios. ¿Quién habría sabido que él se
mudaría arriba y cambiaría toda mi rutina?
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Me secaba el cabello cuando escuché a Ashlyn entrar. Apagué el


secador y la invité a mi habitación.
Página

—Todavía no has empacado —comentó, levantando mi maleta vacía


del piso y colocándola en la cama.
Me ayudó a revisar el montón de ropa en mi cama. Después de
nuestro viaje al centro comercial, tenía varias bolsas rosa de nuevos
sujetadores y bragas. Sostuve un par de cacheteros de algodón blanco. —
¿Qué piensas, algo muy virginal?
Ashlyn se rió. —Coooorrecto. Como si pudieras verte virginal.
Fruncí el ceño y le tiré las bragas. —Quizás algo un poco más
atrevido consiga que su sangre fluya hacia el lugar correcto. —Sostuve una
minúscula tanga negra con un corazón rosa deslumbrante sobre la
entrepierna.
—Nada dice stripper como brillo en tu ropa interior.
Puse las bragas y algunos sujetadores a juego en mi maleta. Al
menos entonces tendría opciones.
Agregué unas camisetas y unos pantalones cortos a la pila de ropa y
fui a buscar mi bolsa de baño. Cuando volví a mi habitación, Aiden se
había unido a Ashlyn en mi dormitorio.
—Hola, amigo.
—¿Cómo estás, hermosa?
Sonreí por su atención y Ashlyn también le sonrió. Tenía esa rara
habilidad para que todos a su alrededor se sintieran cómodos y felices.
Sabía por Ashlyn que su memoria nunca había vuelto completamente, lo
que lo hizo más decidido a vivir cada día sin remordimientos.
Ashlyn tomó el paquete sellado de condones que se hallaban en mi
cama. —¿Qué demonios es esto? Mejor que no estés planeando tomar la
virginidad de este chico.
Los ojos de Aiden se ampliaron, y levantó las manos. —No es de mi
incumbencia. Esperaré en el auto —tomó mi maleta y se fue.
Agarré los condones que Ashlyn sostenía y los metí en el cajón de mi
mesita de noche. —¿Mejor? —Sabiendo que era una conversación que no
iba a ganar, lo dejé pasar y seguí a Aiden fuera de la habitación.
Las tres horas de viaje hacia Michigan fueron relativamente sin
incidentes. Ashlyn y yo nos sentamos juntas en el asiento trasero para
charlar, y Aiden y Cohen mantuvieron una conversación fluida en la parte
delantera sobre temas que fueron desde deportes, el mercado de valores
hasta los locales de cervecería artesanal.
Cohen no era el típico estudiante y en realidad encajaba bien en
53

nuestro grupo. Además de ser estudiante, trabajaba a tiempo completo y


eso parecía hacerlo conectar más a Aiden. Fue agradable verlo llevándose
tan bien con todos, y me di cuenta que me sentía orgullosa y satisfecha de
Página

este hecho. Para evitar alojar ese pensamiento, me giré a Ashlyn y


comencé a hablar sobre la investigación para la escuela.
Cuando nos detuvimos en la casa del lago, mi mandíbula golpeó mi
regazo. Esto era mucho más que una pequeña cabaña en la orilla. Era una
gran casa hecha a mano, una clase de casa con un porche envolvente y
unas vistas impresionantes de cristal interminable, en el lago azul.
Los chicos agarraron las bolsas mientras Ashlyn y yo trotamos unos
pasos al porche. La casa era preciosa. Cocina gourmet, con una mesa
rustica, un gran sofá modular y una gran televisión. El dormitorio
principal se encontraba abajo con un baño adjunto, completo con una
bañera de hidromasaje. Aiden colocó sus maletas en la gran cama. Luego
visitamos el piso de arriba, el cual era un ático abierto que contenía las
literas para Cohen y para mí.
Cohen se giró y me sonrió. —¿Arriba o abajo?
Me entretuve a mí misma con imágenes inapropiadas de montar a
Cohen como un potro salvaje, alternadas con imágenes de él encima,
agarrándome de sus hombros mientras se empujaba profundamente
dentro de mí.
—¿Eh? —pregunté inocentemente cuando me di cuenta que Cohen
me miraba, con una expresión desconcertada en su rostro.
—¿Litera superior o inferior? —repitió.
Vaya forma de estallar mi fantasía. —Superior.
Ashlyn soltó una pequeña sonrisa. Ella conocía cómo funcionaba mi
mente.
Teníamos nuestro propio baño también, con una doble cómoda con
espejo y una ducha cerrada. Era simple y agradable.
Después de varios viajes al auto, la isla de la cocina estaba llena de
bolsas y botellas de vino que posiblemente podríamos consumir en dos
días. Ashlyn y yo rápidamente trabajamos en llenar el refrigerador y los
armarios con suficiente comida para alimentar a un pequeño pueblo.
Ya que aún era temprano en la tarde, decidimos ir a la playa. Ashlyn
y yo hicimos emparedados mientras los chicos sacaban las sillas de playa
del cobertizo y las colocaron en la orilla. Ashlyn llevó el plato con
emparedados de carne asada mientras yo llevaba una pequeña hielera con
cerveza.
Cuando llegamos, los chicos se habían quitado su camiseta y
sandalias.
54

—Vaya, mira esa vista. —Codeé a Ashlyn.


—Síp, el agua es tan azul —concordó.
Página

—Me refería a los chicos. —Me reí de su inocencia. Como si se diera


cuenta por primera vez de los dos guapos delante de nosotras, sonrío.
Aiden era un poquito más voluminoso y relleno, y sus dos tatuajes
era sexys. Cohen era más delgado y caliente como el demonio. Un torrente
de humedad mojó la parte baja de mi bikini. Este iba a ser un fin de
semana sumamente largo. Apreté juntas mis rodillas y dejé caer la hielera
sin contemplaciones en la arena a nuestros pies, Cohen saltó fuera del
camino a tiempo para salvar sus dedos de los pies.
Ashlyn se rió de mí y le pasó los emparedados a los chicos.
Quité mi camiseta y pantalones cortos, agarré una cerveza y me
deslicé en una silla. Esperaba que mis gafas oscuras mantuvieran mi
escrutinio en el cuerpo de Cohen de incógnito. Luché en desenroscar la
tapa de la botella de cerveza hasta que Cohen, que pensé no prestaba
atención en absoluto, se inclinó para quitar la botella de mis manos.
Fácilmente desenroscó la tapa, sus antebrazos se flexionaron cuando lo
hizo y luego me la devolvió.
—Gracias —murmuré. Para poder sobrevivir a este fin de semana iba
a necesitar alcohol. Y mucho.
55
Página
8 Traducido por Val_17 & Tefi_wayland19
Corregido por Mel Markham

Al atardecer, Ashlyn y yo nos sentamos en la terraza viendo los


chicos asar carne. Cotilleamos y miramos sus traseros mientras discutían
técnicas para asar. Se sentía muy doméstico estar aquí, junto a la misma
familia. Había pasado mucho tiempo desde que había sido parte de una
pareja. Pero tuve que recordarme que Cohen y yo no éramos una pareja.
Metí mis piernas debajo de mí y envolví mis brazos alrededor de mis
rodillas, luchando contra el frío. Un vaso de vino tinto se hallaba intacto
frente a Ashlyn, pero yo estaba en mi tercero. Hablaba en serio acerca de
toda esta cosa de emborracharme y permanecer borracha este fin de
semana. Era mi única defensa contra Cohen.
En ese pensamiento, me miró y frunció el ceño. No había hablado
mucho con él hoy, si fue a propósito o no, no estaba segura. Pero él y
Aiden parecían haber congeniado bien y Ashlyn y yo también; se sentía
bien. Ella estaba mucho con Aiden últimamente, fue agradable tener algo
de tiempo de chicas.
Cohen desapareció dentro de la casa y volvió usando su camiseta de
bomberos azul marino. Me la ofreció. —¿Frio, nena? —En lugar de
responder, tomé la sudadera con capucha que me ofrecía y deslicé los
brazos dentro de las mangas, acurrucándome en el calor. Luché contra la
tentación de llevarla a mi nariz e inhalar. ¿Por qué siempre hacía cosas
amables por mí? Y lo más importante, ¿por qué me molestaba?
Cohen sacó la capucha, y besó la punta de mi nariz. —¿Mejor, Easy
E?
56

Asentí obedientemente.
Ashlyn me dio una mirada extraña, ya sea por el apodo o por Cohen
Página

cuidando de mí, no estaba segura. Pero, por suerte, no dijo nada al


respecto en ese momento.
Cuando los filetes estuvieron listos, los chicos los sirvieron en la
mesa. Aiden puso un plato delante de Ashlyn con un beso y Cohen me
entregó mi plato con una inclinación. —Eliza.
—¿Eliza? —Ashlyn me miró con curiosidad—. Nunca supe que tu
nombre era Eliza.
Me encogí de hombros. —Cohen. Insiste en llamarme así. —No pude
evitar la sonrisa que se deslizó en mis labios.
Después de cenar nos sentamos en el sillón de cuero con música
suave tocando de fondo. Ashlyn y Aiden se abrazaron juntos en el centro,
lo que nos dejó a Cohen y a mí sentados en los dos extremos, separados
uno del otro. Bebí un sorbo de vino, y me desplacé por el iPod de Ashlyn,
saltando por sus listas de reproducción para encontrar algo que me
gustara. Cada vez que levantaba la mirada, no pude dejar de notar los ojos
de Cohen en los míos. Sentí el cosquilleo de las mariposas bailando en mi
estómago, pero me dije que era mejor dejarlo ir. Sabía lo que buscaba —y
no era a mí.
Alrededor de una hora más tarde, Ashlyn sugirió que fuéramos al
jacuzzi en la terraza, y todos nos fuimos a cambiar. Cohen y yo nos
dirigimos arriba, a nuestra habitación compartida. Agarró un par de trajes
de baño de su mochila y fue al cuarto de baño. Saqué mi bikini de mi
maleta y lo puse sobre la cama. Me tomé mi tiempo para desvestirme,
descubriendo que me encontraba un poco descoordinada por el vino, y el
zumbido por el deseo secreto de que Cohen me atraparía semidesnuda.
Me quité la camiseta y el sujetador y los puse encima de mi maleta.
Mis pechos se sentían adoloridos, llenos, y hambrientos de la boca y las
manos de Cohen. Luego, me deslicé de mis pantalones cortos y bragas, y
me metí en el pequeño bikini de color ciruela. No escuché ningún ruido
procedente del baño, pero aun así era fácil imaginar cómo sería Cohen
desvistiéndose. Lo había visto sin camisa un montón de veces, y
precisamente eso fue suficiente para poner a mi libido en sobre marcha. Él
era perfecto. Cubrí con la parte superior del bikini mi pecho, justo cuando
la puerta del baño se abrió.
—Oh, lo siento. —La voz de Cohen sonaba gruesa y profunda detrás
de mí.
—Está bien. ¿Me lo puedes atar? —Me gire hacia él, sosteniendo las
copas en su lugar, y vi como la mirada de Cohen acarició mi piel desnuda.
—Por supuesto —murmuró.
57

Me di la vuelta para que mi espalda estuviera frente a él y con


cuidado recogió las cuerdas y empezó a atarlas. El roce de sus dedos
contra mi piel me hizo estallar en piel de gallina.
Página

—¿Frío de nuevo, nena? —Cohen pasó un dedo por mi espalda, y


estaba tan desesperada por su toque que casi gemí—. Ven aquí —susurró,
tan cerca que podía sentir su aliento en la nuca.
Me volví hacia él y sin calzado, apenas alcanzaba su barbilla. Me
levantó en sus brazos y me llevó. El contacto de su pecho desnudo contra
el mío era de ensueño. Mis curvas suaves se moldeaban a su cuerpo firme
fácilmente. Lo sentí tragar duramente, y luego nos separamos, el momento
se volvió demasiado íntimo entre nosotros. Sentí la voluntad de Cohen
debilitándose, pero aún más que eso, empezaba a tener sentimientos
reales hacia él. Es por eso que cuando me liberó de su abrazo,
sosteniéndome con el brazo extendido, no protesté.
—Vamos, es probable que estén esperándonos. —Jaló mi mano, más
de lo necesario, y me llevó a las escaleras.
Después de tomar algunas toallas, nos dirigimos a la terraza y
encontramos a Aiden y Ashlyn ya en la bañera de hidromasaje.
Me metí en la calidez y dejé escapar un gemido. Parecía increíble.
Era una hermosa noche estrellada y cálida.
Cohen me siguió a la bañera de hidromasaje, que al instante se
sintió más pequeña cuando se encontró a sólo centímetros de mí.
Ashlyn se deslizó en el regazo de Aiden y le echó los brazos al cuello.
—Esto es fantástico. Gracias por pensar en este refugio para nosotros.
Le dio un beso rápido. —Por supuesto, cariño.
Me recogí el pelo en un moño y me hundí aún más en el agua,
dejando que cubra mis hombros, esperando que el calor me relaje. Cohen
me miró y sonrió. Fue más una sonrisa nerviosa que cualquier otra cosa.
Después de unos minutos de remojo y una conversación susurrada,
Ashlyn y Aiden salieron del agua, diciendo que se iban por esta noche, lo
que nos dejó a Cohen y a mí, sentados solos en el agua caliente. Nos
sentamos en silencio durante un rato, simplemente disfrutando de la
quietud de la noche. Unos minutos más tarde, el silencio fue roto por
voces.
Voces que hacían jadeos y gemidos.
Oh Dios.
Me di la vuelta para mirar la cabaña, dándome cuenta de que la
ventana que daba a la terraza era la del dormitorio de Ashlyn y Aiden. Y la
ventana estaba abierta. Los gritos de Ashlyn crecieron en volumen, hasta
que finalmente se ahogó. —Ah, Aiden, eres tan grande.
58

Los ojos de Cohen se agrandaron y se clavaron en los míos. Soltó un


profundo aliento y sacudió la cabeza. —Guau, realmente van a hacerlo
aquí.
Página

Me reí con nerviosismo. —Eso parece.


Ashlyn y Aiden continuaron follando en voz alta durante varios
minutos, y con cada segundo que pasaba, el ambiente alrededor de Cohen
se hizo más pesado y más intenso.
—Necesito un trago. ¿Necesitas un trago? —dijo Cohen, de pronto de
pie y saliendo del agua.
—Um, claro. Voy a tomar vino.
Me acerqué y encendí los chorros de agua para ahogar una fracción
del ruido. Consideré presionarme contra la corriente de burbujas de agua
para aliviar un poco la tensión, pero respiré hondo y apreté mis muslos.
No podía dejar de recordar el momento en que los había encontrado
en el acto sexual en el salón de Ashlyn. Había hecho una broma de ello en
ese momento, apoyada en la pared comiendo galletas mientras miraba,
simplemente porque no habría sido capaz de procesar de otro modo lo que
vi y sin restarle importancia. Fue la más apasionada exhibición
desinhibida de amor que jamás había presenciado. Y me asustó como la
mierda. Actué natural y encontré curioso la forma de engañarme a mí
misma creyendo que fue, de hecho, un acto. Pero lo que vi entre ellos
quedó grabado a fuego en mi memoria. Encuentras un amor así quizás
una vez en la vida, si tienes suerte.
Cohen regresó un instante después con nuestras bebidas y se metió
de nuevo en el agua conmigo. —Maldita sea, es aún más fuerte en el
interior.
—Estoy segura. —Tomé la copa de vino y de inmediato le di un buen
trago. A pesar de mis mejores intentos de lograr y mantenerme borracha,
la intensidad de mi atracción por Cohen parecía mantenerme sobre todo
sobria.
Situado justo enfrente de mí, no pude dejar de notar sus ojos
demorándose en mis pechos. Me senté más erguida, empujándolas por
encima de la línea de flotación y Cohen casi se atragantó con su cerveza.
Me mordí el labio para evitar sonreír. Su debilidad era tan fácil de explotar.
Los fuertes gemidos y ruidos de sexo enérgico continuaron e incluso
aumentaron cuando el cabecero de Aiden y Ashlyn comenzó a golpear
contra la pared.
Sin poder escapar de los sonidos eróticos, me encontré cada vez más
encendida. No pude evitar que una gota de calor suave humedeciera mi
bikini. Fue una experiencia muy íntima, escuchar cada gemido, cada
suspiro ronco, y sabía que nos afectaba a los dos. Cohen se movió en su
59

asiento, con una mirada incómoda en su rostro. Alternó su atención entre


la cerveza y mirar hacia abajo en el agua. Pero otras dos veces, lo
sorprendí mirando mi pecho. Oh Dios, como quería que hiciera algo al
Página

respecto. Me imaginé que me abordaba y despojaba de mi traje de baño y


yo me inclinaba sobre el borde de la bañera de hidromasaje.
Cuando los sonidos llegaron a un nivel ensordecedor con un
estallido final de parte de Ashlyn, y finalmente se calmaron, nuestros ojos
se encontraron de nuevo. Era casi cómico el tamaño de la tensión en el
aire a nuestro alrededor. Pero ninguno de los dos se rió.
—¿Crees que es seguro entrar? —le pregunté.
Asintió con rigidez.
Salí de la bañera caliente primero y me cubrí con una toalla sobre
los hombros. Me giré para entregarle a Cohen una toalla mientras salía del
agua, y no había forma de evitarlo. Estaba duro como una roca. Agarró la
toalla y la sostuvo frente a él, donde su gruesa erección se tensaba contra
el traje de baño.
Pensé que tal vez deberíamos bromear acerca de la incomodidad del
momento de escuchar a mis mejores amigos follar a todo volumen, pero su
rostro era serio, junto con su mandíbula tensa.
Pasó delante de mí hacia la casa sin decir otra palabra.
Me quedé allí, sorprendida por lo que acababa de suceder. Cohen
estaba encendido. Y quería alejarse de mí desesperadamente.
No confiaba en sí mismo cerca de mí.
La idea era embriagadora. Me dirigí hacia el interior para
encontrarlo.
No iba a llevar las cosas más lejos de lo que él quería que fueran. No
teníamos que tener sexo. Pero eso no significaba que, mientras tanto, no
podíamos tener un poco de diversión. Nos sentíamos atraídos el uno por el
otro, somos adultos. Punto.
Me arrastré por la casa ahora en silencio, sintiéndome extrañamente
viva, todos mis sentidos se agudizaron al buscar a Cohen y pensar en lo
que podría suceder a continuación. Me dirigí a las escaleras a nuestro
desván, mientras los nervios me erizaron la piel y toda una colonia de
mariposas bailaban dentro de mi estómago.
Estaba tranquilo y vacío cuando llegué a nuestra habitación, pero
pude ver la luz que venía de detrás de la puerta del baño cerrada.
Invoqué mi valor y me sentí más audaz de lo que debería, llamé a la
puerta. —¿Cohen?
—Vete, Liz. —Su voz era apagada, pero el tono era claro. Quería que
lo dejara solo. Y no pude dejar de notar que yo era Liz ahora.
60

—Cohen, por favor, abre la puerta.


Esperé y casi lo sentí tomar una decisión importante, una que
Página

cambiaría para siempre nuestra relación. Un segundo después, la


cerradura cedió y la puerta se abrió sólo un poco. No era exactamente una
invitación, pero sí me dejaba la elección a mí. Si eso le hizo sentirse mejor,
entonces que así sea. Yo sabía lo que quería.
Empujé la puerta y lo encontré de pie en el tocador frente al espejo.
Su erección parecía haber crecido, si es que eso era posible, y pude ver su
pulso latiendo en su cuello.
Mi corazón casi se rompió. Quería tocarlo, para mejorar esto, para
aliviar su tensión dolorosa. —Cohen —le susurré—, permíteme.
Sus ojos se cerraron con el sonido de mi voz, y todo lo que mis
palabras implicaban. Se volvió hacia mí y me cogió la cintura y con
agilidad comencé a deshacer el lazo que sujetaba sus pantalones cortos.
Tragó notablemente. Podía verlo decidir si debería detenerme. —
Eliza...
—Shh. Deja que yo me ocupe. Por favor.
Gimió de alivio.
Con el nudo ahora deshecho, le acomodé el pantalón corto por
debajo en las caderas, y su impresionante erección sobresalía por delante
de él. Mis rodillas se doblaron con el deseo de bajar y llevarlo a mi boca.
Pero no podía apresurar esto. No podía apresurarlo. Lo quería demasiado.
Era hermoso. Su polla gruesa estaba tensa y pidiendo atención. —
¿Qué quieres? —susurré, mirándolo.
Llevó su mano a mi mandíbula y frotó un círculo lento a lo largo de
mi piel. —Tócame.
Llevé mis manos a sus costados y las baje por su vientre, sobre la
línea de pelo suave por debajo de su ombligo. Cuando agarré su pene,
respiró hondo y lo retuvo. Su polla era cálida y sólida en mi palma.
Arrastré la yema de mi pulgar sobre la cabeza hinchada, extendiendo la
gota de líquido que ya se había acumulado allí.
Le acaricié lentamente, saboreando la novedad, la sensación de él,
observando la forma en que su pecho subía y bajaba. Había pasado mucho
tiempo desde que había masturbado a alguien, pero estaba segura y
decidida a hacer de este la mejor maldita masturbación de la historia.
Su mano no había salido de mi mandíbula, y me llevó a su boca y
me besó, suave al principio, luego separando mis labios para acariciar su
lengua con la mía.
Su beso era embriagador. La calidez de su boca, la forma hábil en
61

que su lengua coqueteó con la mía. Saber que probablemente no íbamos a


tener sexo agudizó mis sentidos y mi cerebro mandó a que preste atención
a cada toque, cada sensación, fue una experiencia totalmente diferente a
Página

la que estaba acostumbrada. Se trataba del desarrollo en lugar de un sólo


momento de felicidad.
Lo empujé hacia el tocador por lo que su parte trasera se apoyó en el
borde, y bajé más sus pantalones. Era el momento de ponerse a trabajar.
No podía esperar más para tener su hermosa polla para mí sola y verlo
chorrearse en todo el estómago.
Me estiré detrás de él por mi bolsa de baño en el mostrador.
Encontré la botella de aceite de coco de bronceado que había traído y rocié
un poco en mi palma. El aceite se calentó al instante en mi piel y cuando
llevé la mano hacia él, respiró hondo. —Joder, Eliza —susurró,
acercándome más por mi nuca. Sonreí mientras sus labios se encontraron
con los míos.
El aroma de coco nos rodeaba mientras trabajaba mi mano arriba y
abajo en su pene. —Oh mierda, mierda, se siente increíble, nena —
susurró. Mis labios se curvaron en una sonrisa diabólica y lo besé de
nuevo.
Sentí sus manos tirando de las cuerdas de la parte superior de mi
bikini, y casi me eché a reír, sorprendida porque le llevara todo este tiempo
ir a por ellas. Una vez que la parte superior se desató, cayó al suelo y me
puso delante de él, exponiendo mi pecho desnudo.
Reduje mi ritmo mientras me miraba. Tragó notablemente y levantó
ambas manos para acariciar mis pechos, frotando sus pulgares sobre mis
pezones. El deseo reflejado en sus ojos disparó un pulso palpitante
directamente a mi clítoris. Dios, quería a este hombre. Quería que me
hiciera suya.
Inclinó la cabeza para besar mis pechos, presionándolos con sus
palmas. Pasó la lengua por mi escote, burlándose de mí. Quería sentir su
boca sobre mis protuberancias endurecidas, pero continuó con sus besos
suaves y tortuosos. Yo quería más, mucho más, pero si esto era todo lo
que podía tener, lo tomaría, con impaciencia.
Continuó mordisqueando y chupando mis pechos mientras mi
palma manchada de aceite se deslizaba hacia arriba y hacia abajo entre
nosotros.
Mis pechos se agitaban con el esfuerzo del bombeo de mi mano, y
nuestros movimientos que se reflejaban desde el espejo hicieron la
experiencia más íntima. No había ningún escondite, ni ojos cerrados, y
tampoco la oscuridad para protegernos.
Sin previo aviso gruñó mientras se venía, enterrando su cara en mi
62

cuello.
Vi como un charco de cálido semen blanco se roció sobre su
Página

estómago y el mío. Los dos teníamos dificultades para respirar cuando me


besó.
—¿Por qué hiciste eso? —susurró contra mis labios.
—Porque quería.
Cogió un puñado de pañuelos y me limpió primero a mí, y luego a
sí mismo.
—¿Qué hay de ti? —susurró
Mi ritmo cardíaco se disparó, pero traté de parecer tan tranquila
como sea posible, encogiéndome de hombros ante la pregunta en lugar de
responder directamente. Estaba desesperada por su toque, pero sólo si él
quería tocarme.
Besó mis labios suavemente y se inclinó, presionando besos
húmedos por mi clavícula. Se agachó más para chupar a fondo cada uno
de mis pechos, antes de caer de rodillas delante de mí. Eché mi cabeza
hacia atrás, con completo asombro por su talento con la boca. Se abrió
camino hacia abajo, besando mi vientre, mis huesos de la cadera. Mi
corazón latía tan erráticamente que parecía que iba a estallar en mi pecho.
Él me miró y empezó a desatar las cuerdas en mis caderas. La parte
inferior de mi bikini cayó, y me encontré muy agradecida de que la semana
anterior me había hecho tiempo para mi cita mensual de depilación.
Se inclinó y me besó en el montículo pelado, burlándose y
moviéndose, bajando más con cada beso. Mis ojos permanecieron fijos en
él. Era hermoso y perfecto, sus pestañas oscuras descansaban contra sus
mejillas, y su boca plena contra mis partes más delicadas.
—Cohen —gemí de frustración, acercando mis caderas. Rogué
porque él supiera lo que hacía, porque me sentía como si estuviera a punto
de arder.
Abrió los ojos y me sonrió con una media sonrisa sexy. Entonces
agarró mis caderas y me atrapó cerca de su cara. Mis rodillas casi cedieron
cuando sentí su cálida lengua lamiendo mis pliegues.
¡Mierda!
Agarré su pelo entre mis dedos y lo apreté aún más, empujando las
caderas hacia delante, queriendo más. Dejó escapar un gemido
entrecortado a mis instrucciones muy directas, pero su lengua no se
detuvo y succionó, mordió y me pasó la lengua arriba y abajo, extendiendo
mis pliegues, apartándolos con sus pulgares y volviéndome completamente
loca. No sé cómo me hacía esto, pero santa madre de Dios, se sentía
increíble. Este chico podía no haber tenido relaciones sexuales, pero
estaba claro que había practicado algunas otras cosas.
63

A los pocos minutos estaba a punto de llegar, pero sentí como mis
rodillas iban a doblarse en cualquier momento. Luché para mantenerme
Página

en pie, agarrándome del mostrador delante de mí, mientras la presión se


construía.
Cohen se detuvo de repente y me miró. —Respira, nena.
Aspiré una bocanada de aire, mi pecho subía rápidamente. No me di
cuenta de que había estado conteniendo el aliento, y me pareció curioso
que Cohen lo hubiese notado incluso mientras su atención se hallaba en
otra cosa.
Sonrió, y luego llevó a su boca hacia mí otra vez, su lengua salió
para probarme. Mis gemidos se hicieron más fuertes, y tiré del pelo de
Cohen, gritando su nombre con cada gesto precioso de su lengua.
Justo cuando mi orgasmo llegó, mis piernas finalmente se doblaron,
pero Cohen estaba preparado para ello, me sostuvo firmemente por la
cintura mientras continuaba su lenta tortura, sacando lo último de mi
placer.
64
Página
9 Traducido por Apolineah17 & Adriana Tate
Corregido por Daenerys♫

Mi cuerpo zumbaba con euforia después de ese orgasmo de


proporciones épicas y estaba tan aturdida que ni siquiera podía sentir
vergüenza por estar completamente desnuda. Hicimos nuestro camino
torpemente hacia el dormitorio y Cohen me ayudó a entrar en una de sus
playeras. Sostuvo firmemente mis caderas, ayudándome, mientras subía
por la escalera a la litera de arriba. Mientras sentía que una brisa fresca
cosquilleaba mi espalda, recordé de pronto que no llevaba ropa interior —y
ni siquiera quería saber qué tipo de vista tenía Cohen.
Una vez que estuve acostada, Cohen se inclinó a un lado de la litera
y me besó en la frente.
—Buenas noches Eliza. —Metió las sábanas firmemente a mí
alrededor antes de retirarse a la cama de abajo.
Me acomodé, ebria por el tacto de Cohen y los efectos secundarios de
mi devastador orgasmo combinados con las muchas copas de vino que
había tomado. No pude dejar de notar que el ligero aroma de aceite de coco
seguía en mi piel y sonreí con una sonrisa soñolienta. Sabía que nunca
vería esa botella de bronceador de la misma manera. Siempre imaginaría
los labios entreabiertos de Cohen y esa serie de suaves maldiciones
cuando lo cubrí con aceite caliente. Me acurruqué en mi lado, sin dejar de
sonreír, y me quedé dormida casi al instante.
65

Cuando me desperté a la mañana siguiente, la luz brillante se


Página

filtraba por las ventanas del desván y tiré de las sábanas encima de mí,
segura de que me había quedado dormida.
Noté que la cama de Cohen estaba deshecha, pero vacía, y me dirigí
hacia el cuarto de baño. Mi bikini deshecho se hallaba en el centro del piso
y sonreí cuando me acordé cuando Cohen lo despojó de mí.
Me examiné en el espejo mientras me cepillaba los dientes. Mi
cabello era un desastre. El vapor de la bañera caliente de anoche había
curvado las hebras alrededor de mi cara, y parecía que toda una familia de
roedores había tomado residencia permanente en algún lugar de la parte
trasera y los costados. Me encogí de hombros y apagué la luz del baño. Era
inútil.
Me puse un par de bragas y pantalones cortos, pero me dejé puesta
la suave playera de Cohen, y me dirigí escaleras abajo.
Permanecí abajo en silencio y me pregunté dónde se encontraban
todos. Afortunadamente había una olla de café ya hecho y me serví una
taza antes de investigar.
Tomé un sorbo de café caliente, maravillosamente fuerte y me dirigí
a la terraza. Los encontré a los tres descansando en los cómodos sillones
en la terraza, con las tazas en las manos.
Cuando me acerqué, estallaron en carcajadas y Ashlyn se limpiaba
las lágrimas debajo de los ojos. Sentí como si me entrometiera, y no
estuviera al tanto de su broma privada.
Sentí los ojos de Ashlyn evaluándome con curiosidad y miré hacia
abajo, inspeccionándome a mí misma. Todavía llevaba la playera de
Cohen, la cual era tan larga que ocultaba el hecho de que en efecto llevaba
pantalones cortos debajo de ella. Inconscientemente tiré del dobladillo,
deseando que estuviera más abajo. Me di cuenta de que Ashlyn se
preguntaba qué había pasado entre Cohen y yo que me había dejado
exhausta y vestida con su playera. No sentía la necesidad de darle
explicaciones, especialmente después de que ella y Aiden follaron de
manera increíblemente ruidosa.
—Ven aquí, Easy E. —Cohen dio unas palmaditas al asiento junto a
él y me senté, doblando mis rodillas debajo de mí y sorbiendo
tranquilamente mi café.
—¿Cuánto tiempo han estado despiertos? —pregunté, a nadie en
particular. Pero no pude dejar de darme cuenta de que todos ya se habían
vestidos.
—Un par de horas —dijo Ashlyn, arrastrando distraídamente su
66

mano por el antebrazo de Aiden.


Aiden le plantó un beso en la palma de la mano y después se puso
de pie.
Página

—Vamos, Cohen. Vamos a hacerles a estas hermosas damas algo de


desayunar. —Le sonreí. Pude ver cuán fácil había sido para Ashlyn
enamorarse de él, con amnesia o sin amnesia.
Cohen me dio una sonrisa y luego se dirigió detrás de Aiden.
La sonrisa desapareció de mi rostro en el segundo en
que me encontré con la mirada de Ashlyn.
—¿Qué demonios fue eso, Liz?
—¿Qué fue qué?
Ladeó la cabeza y continuó mirándome.
—Te despiertas tarde, vestida con la ropa de Cohen, y él está de
un maldito buen humor esta mañana. ¿Qué pasó entre ustedes dos
anoche?
Pasé los dedos a través de mi cabello, tratando de dominar la locura.
—No tuvimos sexo, si eso es a lo que te refieres.
—¿Pero pasó algo?
—Sí, algo sucedió. Después de escuchar tus malditos gemidos y el
poste de la cama golpeando contra la pared durante treinta minutos
seguidos, estábamos un poco calientes e incómodos. Cohen salió de la
bañera de hidromasaje luciendo una erección gigante y lo seguí adentro…
y me hice cargo de ello.
Su mandíbula se abrió.
No pretendía hacer que sonara como si hubiera realizado un acto de
servicio público —créeme, había disfrutado de encargarme de ello, de él,
mucho más de lo que debería hacerlo. No quería nada más que repetir eso
todos los días. Y pensar en ser su primera vez, teniéndolo muy profundo
dentro de mí, viendo la alegría y el placer en su rostro era suficiente para
que mi mente se sumergiera en todo lo vinculado con el sexo.
Levanté mi mano.
—No empieces, ¿de acuerdo? No tuvimos sexo. Y no creo que
ninguno de nosotros se arrepienta de lo que pasó anoche.
—Bien. Pero eso no puede volver a pasar, Liz. Lo estás tentando. Y sé
que tú no tienes mucho auto control.
Dejé bruscamente mi taza de café en la mesa.
—Suficiente. ¿Te he aconsejado en tu relación con Aiden?
67

—Sí.
Cerré mi boca. Tenía razón. Pero eso fue diferente. Aiden estaba en
un hospital mental —bajo arresto— y yo había estado preocupada de que
Página

él fuera peligroso. Parecía que su preocupación no era por mí, sino por el
inocente de Cohen.
—Voy a dar un paseo —espeté.
Me dirigí por las escaleras de la terraza y me alejé hacia la playa.
Comencé a caminar sin un rumbo fijo en mi mente, simplemente
necesitando un poco de espacio de Ashlyn y de mis sentimientos crecientes
hacia Cohen. Por mucho que lo odiara, Ashlyn tenía razón. Necesitaba
alejarme de Cohen antes de que alguno de nosotros resultase herido. Pero
de alguna manera sabía que no lo haría.
Hice una mueca mientras mi paso firme demostraba la necesidad de
un sostén. Pero en realidad no había planeado tener que alejarme esta
mañana. Crucé los brazos sobre mi pecho y continué mi caminata por la
playa.
Me hallaba tan pérdida en mis pensamientos que cuando
finalmente me concentré en mi entorno, no reconocí nada a mí alrededor.
No había mantenido la noción del tiempo y no tenía idea de qué tan lejos
había ido. Sintiéndome cansada, me dejé caer en la arena y me acosté,
mirando hacia el cielo azul.
Odiaba que Ashlyn probablemente tuviera razón. Yo ni siquiera
sabía lo que hacía con Cohen. Él era un buen chico y yo era un completo
desastre. Sabía que era muy mala idea usarlo o inducirlo, porque yo en
definitiva no buscaba toda la cosa del matrimonio y de los bebés, y estaba
bastante segura de que él veía eso en su futuro. Pensé que fui esa clase de
chica una vez, pero no ahora, no después del accidente y de todo lo que le
siguió. A veces me gustaría que las cosas hubieran sido diferentes, pero
sabía que eso sólo era un esfuerzo inútil. No me obsesionaría con el
pasado. Si lo hacía, nunca cambiaría el cómo las cosas habían resultado
para mí. Lo mejor era aceptarlo y seguir adelante.
Tomé una profunda respiración y me senté. Vi a Cohen en la
distancia, corriendo por la playa hacia mí. Cuando se acercó, se sentó en
la arena junto a mí.
—¿Agua? —Sostuvo una botella para mí.
—Gracias —la acepté y tomé un trago, lavando el sabor amargo del
café en mi boca.
—¿Por qué te fuiste? ¿Está todo…bien?
Enterré mis pies en la arena húmeda, sin saber qué decir.
—¿Estás molesta por lo de anoche?
68

¿Molesta? ¿Con él? Dios, no. Me volví hacia él y sus ojos azules se
clavaron en los míos con tanta honestidad que me quedé perpleja.
—Por supuesto que no, Cohen. Yo quería eso. Te quería a ti. —
Página

Todavía lo hago—. ¿Está bien… lo que pasó entre nosotros?


Se echó a reír, una risa profunda y gutural.
—Diablos, sí. Eso estuvo mucho mejor que bien.
Le sonreí como una idiota atolondrada.
Negó con la cabeza. —¿Por qué te fuiste esta mañana?
Me di la vuelta y lo derribé en la arena, poniéndome a horcadas
sobre él con mis piernas.
—Eso no tuvo nada que ver contigo. Me gustaría tener una
repetición de anoche justo aquí, si me dejas.
Entrelazó los dedos detrás de la cabeza, relajándose.
—Adelante, nena. Sólo deseo que tuviéramos el maldito aceite de
coco.
Me reí entre dientes.
—Te gustó eso, ¿verdad?
—Mierda, sí. Creo que me has estropeado, por masturbarme sin él
de ahora en adelante.
Oh Dios, imaginarlo solo en su apartamento —haciendo eso. Nunca
sería capaz de dormir sola de nuevo, tumbada en el cama imaginándolo
acariciándose a sí mismo.
Me acurruqué en su cuello, con la sonrisa aún en mis labios.
—¿Cómo aprendiste a…? —Hice una pausa y tragué, decidiendo la
mejor forma de decir mi pregunta—. Eres bastante bueno yendo ahí
abajo. De una forma mucho mejor que la mayoría de los chicos.
—¿En serio? —Me miró él a los ojos, sonriendo.
Vaya, los chicos podían ser tan engreídos.
—Sí.
—Probablemente sólo he tenido suficiente práctica. No he tenido
sexo, pero definitivamente he hecho todas las otras cosas, Eliza. Soy un
chico.
A veces me olvidaba de que era un chico normal. No estaba segura
de cuándo comenzó, pero ahora me di cuenta de que lo había puesto en
una especie de pedestal.
Se sentó de repente, arrastrándome con él. Me imaginé que esa era
69

mi señal para quitarme de su regazo, pero sus grandes y cálidos brazos


serpentearon alrededor de mi cintura. Me atrajo más cerca y respiró sobre
mi cuello.
Página

—¿Qué voy a hacer contigo, Eliza? —susurró contra mi piel.


No sabía si era una pregunta retórica, o si esperaba una respuesta,
pero me quedé quieta y simplemente dejé que me abrazara mientras
pudiera.
—¿Easy E? —Se echó hacia atrás y me miró con confusión—. ¿Qué
es esto? ¿Qué es lo que quieres? —Su voz era profunda y pesada.
Tragué bruscamente, y puse mi mano en su rugosa mejilla.
—Cohen. No soy la típica chica de cerca blanca que estás buscando.
Sus ojos nunca titubearon de los míos.
—Entonces tal vez estoy buscando algo equivocado.
Mi estómago se cayó.
—Cohen… —Cualquier nueva protesta fue interrumpida, porque su
boca se abrió paso en la mía y me besó apasionadamente, sosteniendo mi
nuca, entretejiendo sus dedos debajo de mi cabello.
Si Cohen no iba a luchar contra esta cosa entre nosotros, entonces
yo tampoco lo haría. Agarré sus hombros y aplasté su boca con la mía.
Varios minutos después Cohen se levantó, todavía sosteniéndome
contra él. Me besó una vez más y me puso de pie.
—Vamos, será mejor que regresemos.
No pude evitar sonreírle, notando que tenía una erección de
nuevo. Me reí y entrelacé mis dedos con los suyos mientras comenzamos
nuestro regreso a la casa del lago

Cohen y Aiden se encontraban sentados en la mesa del comedor


jugando un intenso juego de cartas, mientras Ashlyn y yo cocinábamos la
cena. Bueno, yo cociné salmón y preparé verduras para la ensalada,
mientras Ashlyn se removía nerviosamente cerca del mostrador. Le quité
un cuchillo de chef de las manos, segura de que ella estaba a punto de
rebanarnos a alguno de nosotros.
—¿Por qué no les consigues a los chicos otra cerveza y otro
bocadillo? La cena estará en un rato. —No tomó mucho tiempo preparar el
salmón y la ensalada, pero la niña Ashlyn agregaba tiempo para la cena y
yo simplemente la quería fuera de la estancia por un minuto. Era una
carga en la cocina. Sin embargo, por suerte para ella, a Aiden le encantaba
70

cocinar.
—Estoy en eso. —Asintió. Tomó dos botellas de la especialidad de
cervezas artesanales que nos enteramos que era favorita de los dos y
Página

entonces comenzó a hacer una mezcla de diferentes aperitivos salados en


un tazón, equilibrando todo en sus brazos para llevarlo a la mesa.
Rallé cáscara de limón en un tazón pequeño y le añadí un poco de
aceite de oliva, agregando ese sabor a la sazonada carne rosa de pescado.
Levanté la vista y vi como ella ponía las cervezas y los aperitivos en
la mesa. Cambió las cervezas llenas por las botellas vacías y Cohen
ansiosamente rebuscó en los aperitivos, tomando un puñado y arrojándolo
dentro de su boca abierta.
Sonreí y tarareé para mí misma, apreciando el ambiente acogedor y
doméstico que este fin de semana había adquirido. Recogí las bolsas vacías
que Ashlyn había dejado sobre el mostrador, pretzels, galletas de queso y
nueces saladas. Nueces.
Corrí hacia Cohen y golpeé el puñado de aperitivos de su mano. Se
dispersaron por todo el suelo.
—¿Qué dem…? —Aiden se levantó para evitar el desorden disperso
cayendo en su regazo.
Golpeé la cima de la cabeza de Cohen, y sostuve mi mano delante de
su boca, persuadiéndolo a que escupiera el bocado a medio masticar en mi
palma.
Lo hizo, sin dudar, pero la inhalación colectiva de Aiden y Ashlyn fue
casi cómica.
—¿Nueces? —preguntó Cohen una vez que su boca estuvo
despejada.
Asentí y puse el desorden en una servilleta.
—Gracias, nena. —Palmeó mi trasero.
Lancé un profundo suspiro que había estado conteniendo, y me fui
de regreso a la cocina a tirar la usada servilleta. Ashlyn me siguió a la
cocina.
—¿Es alérgico?
Asentí, lavando mis manos.
—Lo siento mucho… no lo sabía.
—No hay problema. Él está bien.
¿Entonces por qué no podía evitar que mis manos dejaran de
temblar? Las metí en agua fría y me apoyé en el fregadero. Ni siquiera lo
noté al principio, pero Cohen había venido detrás de mí y se inclinó cerca,
71

acariciando el cabello de mi cuello.


—Gracias —susurró contra mi piel.
Página

Un escalofrío me recorrió la columna vertebral con el suave susurro


de su voz. Cerré la llave del agua y cogí una toalla de mano, alejándome de
él.
—Sólo ten más cuidado.
Me volví hacia el horno y puse el pescado dentro de la parrilla,
necesitando algo para mantenerme ocupada y distraerme del torrente de
emociones que sentía.
Después de la cena los chicos limpiaron la cocina mientras Ashlyn
abría otra botella de vino. No habría pensado que sería posible bebernos
todas las botellas que habíamos traído, pero ya abríamos nuestra última
botella a las ocho un sábado por la noche.
Me acurruqué en el sofá, usando el suéter de Cohen del
Departamento de Bomberos de Chicago como una manta. Acepté una copa
de vino blanco de Ashlyn y me recosté, acomodándome en el sofá. Este fin
de semana no era en absoluto lo que había esperado. Había desarrollado
sentimientos más profundos por Cohen, si es que eso era posible, lo
cual me dejó sintiéndome confundida e irritable.
Y encima de eso, cada vez que Cohen hacía algo dulce y amable por
mí, o cada vez que mis ojos se quedaban en los de él por mucho tiempo,
atrapaba a Ashlyn entrecerrándome los ojos.
Cuando los platos estuvieron lavados, Aiden se unió a Ashlyn en el
sofá, y me forcé a permanecer mirando hacia adelante, en vez de voltear y
buscar a Cohen como desesperadamente quería hacer. Un segundo más
tarde, sentí su cálido aliento en mí oído.
—Ven conmigo arriba.
Mi pulso saltó. Su silenciosa invitación y todo lo que implicaba
encendió mi piel. Me incliné hacia adelante y puse mi copa de vino en la
mesa de café mientras Cohen desaparecía por las escaleras.
Ashlyn y Aiden se encontraban acurrucados en diagonal en el sofá
en frente de mí. Hice un show de estirar mis brazos sobre mi cabeza y
bostezar.
—Estoy hecha polvo.
—Todavía es temprano —dijo Ashlyn—. ¿Dónde está Cohen? —Se
asomó por la esquina de la cocina vacía.
72

En vez de responder, me paré, dejando la manta en el sofá.


—Bueno, creo que voy a terminar por hoy.
Página

—No puedes hacer esto —siseó entre dientes Ashlyn.


La mano de Aiden en su antebrazo la relajó ligeramente.
—Déjalos tranquilos. Los dos son adultos.
Le sonreí a Aiden y me dirigí hacia las escaleras, mi pulso se aceleró
con cada escalón y cuando finalmente llegué a arriba, encontré a Cohen
acostado en la litera de abajo, con sus manos detrás de su cabeza y con
una gran sonrisa en su cara.
—¿Qué estás haciendo?
—Shh. Ven aquí. —Se movió sobre la pequeña cama, haciendo
espacio para mí.
Me deslicé a su lado, consciente de que él desván estaba abierto
hacia el piso de abajo, donde Aiden y la muy desaprobadora Ashlyn
estaban sentados acurrucados. Me abrasé a su cuerpo y su brazo
serpenteó a mí alrededor, sosteniéndome firmemente a su lado.
Tomó mi mano entre la suya y me acarició gentilmente la palma,
pasando su pulgar por las rayas. Recordé de nuevo nuestra conversación
sobre mi línea de amor, y cuando descubrió por primera vez que estoy
dañada. No es que yo le haya dicho algo útil. Tampoco lo haría. Llevó mi
palma hasta su boca y le dio un beso directamente en el centro.
—Así que… ¿qué debemos hacer?
Fingí un bostezo.
—Estoy muy cansada. Supongo que voy a dormir un poco. —Cerré
mis ojos, luchando con una sonrisa.
Cohen me hizo cosquillas a los costados perversamente, lo que me
hizo reprimir un chillido y caerme de la cama.
—¡Cohen! —Luché por mantener mi compostura y le di un manotazo
en el pecho. Lo último que necesitaba era que Ashlyn escuchara ruidos
como esos viniendo de aquí. Estaba convencida de que sería capaz de venir
corriendo a toda velocidad hasta aquí y separarme físicamente de Cohen. Y
de alguna manera, ese era el pensamiento más depresivo —uno del que no
quería reflexionar más tiempo del necesario. Él atrapó mi mano en la suya
y la presionó fuertemente en su musculoso pecho.
Se rió suavemente. —Relájate, nena.
Apoyé mi mano sobre su boca.
—Shhh. —Pero su sonrisa era contagiosa y de pronto le sonreía
73

como una idiota. Nuestros ojos se encontraron y se mantuvieron durante


unos minutos, los suyos llenos de algo que contrajo mi pecho. Empujé el
sentimiento a un lado. Sólo quería lo físico con él, no lo emocional. No
Página

podría manejar volver a ir allí. Con nadie. Especialmente alguien tan


perfecto y adorable como Cohen. Sólo acabaría en angustia para los dos.
Me incliné más cerca de él y dejé que mi mano cayera de su boca.
—¿Vas a ser bueno? —susurré seductivamente en sus labios.
Asintió, impacientemente.
—Cualquier cosa por ti.
Oh, sabía que iba a ser bueno. Él era sexy como el infierno sin ni
siquiera intentarlo. Toda su esbelta musculatura y su bondad varonil. Era
casi todo lo que podía manejar. Casi.
Presioné mis labios con los suyos y lo besé con suavidad. Puso su
mano debajo de mi cabello, me sostuvo firmemente contra él y separó mis
labios con su lengua.
Podría decir que esta noche sería diferente de anoche. Era más bien
una lenta acumulación, cada toque destinado para calmar. Cada caricia
destinada para provocar, y cada beso estaba destinado a excitar un poco
más que el anterior, pero no había catalizador como anoche. De cierto
modo me gustaba más, porque sabía que eso significaba que
exploraríamos nuestros cuerpos por más tiempo, sin la necesidad de una
liberación rápida, pero de alguna manera, no me gustaba que se sintiera
como algo más, algo tierno para ser saboreado.
Con la necesidad de tomar el control y cambiar la emoción de la
situación, empujé los hombros de Cohen a la cama y me subí encima de
él, a horcadas sobre su regazo.
Pasó sus manos por mi costado, levantando mi camisa mientras
subía. Levanté mis brazos, animándole a removerla por completo como
sabía que quería hacer.
Sus dedos se deslizaron suavemente por el sostén rosa-pálido que
llevaba, sumergiéndose en medio de las curvas y trazando la protuberancia
endurecida debajo de la tela. Mi respiración se volvió superficial y más
desigual. Observó mis ojos todo el tiempo, viendo la reacción que producía
en mí, pero me di cuenta que esta lenta acumulación también lo afectaba.
Sus pantalones estaban ajustados en su cadera y entre nosotros.
Finalmente se estiró para liberar el broche. Mi sujetador cayó suelto
y su intensa inhalación provocó una oleada de orgullo que surgió a través
de mí. Las manos callosas de Cohen cubrieron mis senos con menos
delicadeza que antes, como si no pudiera contenerse por más tiempo, pero
su toque no fue menos exquisito. Dejé escapar un gemido apenas
contenido, no a causa de la sensación en sí misma, sino por como Cohen
74

lo disfrutaba completamente. Se apoyó en un codo y presionó su otra


mano en la parte baja de mi espalda, instándome a bajar mis senos a su
boca. Cuando su caliente y húmeda lengua se encontró con mi pezón y
Página

chupó duro, el gemido que escapó de mis labios fue sin duda de placer.

—Cohen —susurré.
Sacó su boca de mi pezón con un sonido de succión y se encontró
con mi mirada.
—Shh —me recordó.
Me mordí mis labios y mis mejillas se enrojecieron. Me había
olvidado de nuestro entorno, el desván abierto y el dormitorio que se
hallaba al alcance de los oídos de nuestros amigos abajo.
—¿Te gusta nena?
—Sí. Por favor continúa.
Sonrió y llevó su boca a mi otro pecho, lamiendo y burlándose
mientras todavía me miraba a los ojos. Pero cuando presioné mi cadera
contra la suya, sus ojos se cerraron y lanzó un gemido ahogado antes de
atraer mi pezón a su boca.
Seguí retorciéndome en su contra, provocando a su polla dura entre
nosotros y deseando que estuviésemos desnudos.
Después que se deleitó a fondo con mis pechos y estuvieron
húmedos con sus besos y rosados por los rastros de su barbilla, me bajé,
moviéndome por su cuerpo hasta que me encontré cara a cara con la
hebilla de su cinturón.
Tragó bruscamente y se levantó sobre sus codos para mirarme.
Me tomé mi tiempo, trazando el contorno de su erección con un solo
dedo, antes de desabrochar lentamente el cinturón y bajar la cremallera
centímetro a centímetro en anticipación de la deliciosa polla
que me esperaba.
Aunque estaba segura que lo que hacía probablemente podría ser
descrito como una forma de tortura, Cohen no se quejó. Ni
siquiera me ayudó a sacar su polla de sus calzoncillos, ni me presionó
para ir más rápido. Sólo siguió mirando como si estuviera cautivado, tanto
la lujuria y el asombro que se reflejaba en sus hermosos ojos azules.
Mordisqueé el contorno de su erección a través de sus calzoncillos,
usando mis dientes ligeramente para morder y burlarme de él. Su
respiración se aceleró y su pecho subía y bajaba con más rapidez.
Finalmente bajé de sus calzoncillos con las dos manos y él levantó
sus caderas para permitirme quitarlos junto con sus pantalones. Tiró de
75

su camiseta por encima de su cabeza y la lanzó al suelo.


Estaba completamente desnudo, y su cuerpo era Santo… Dios…
Guau. Lo absorbí en una respiración profunda, notando que mis bragas ya
Página

estaban empapadas y probablemente incluso mis pantalones cortos.


Sus dedos se deslizaron por mi vientre y bailaron junto a la cintura
de mis pequeños pantalones cortos. Jugando y burlándose de mí con su
ritmo pausado. Nunca había odiado tanto un botón en mi maldita vida. Él
finalmente liberó el botón y levanté mis caderas para que pudiera deslizar
de mis pantalones cortos por mis piernas. Luego lo dejó caer al suelo con
el resto de su ropa.
Ahora sólo estaba en un pequeño trozo de tela —la tanga negra que
había empacado. Se supone que era para tentarlo, pero también tenía
éxito en hacer que me sintiera como una sexy seductora. No confiaba en
mí misma cerca de Cohen. Me incliné por la cintura, levantando mi trasero
al aire y bajando mi boca a su hermosa polla. Se mantuvo en su lugar con
una mano agarrada alrededor de su eje mientras amorosamente acariciaba
con mi lengua desde la base hasta la punta, pasando más tiempo en la
cabeza, dándome cuenta que cuando movía mi lengua más rápido, maldijo
entre dientes y empuñó su otra mano en la manta.
Besé la palma de su mano y la moví de su eje, luego lo agarré con las
dos manos firmemente a su alrededor y empecé a bombear hacia arriba y
abajo, succionado la cabeza al mismo tiempo. Gimió y cerró los ojos.
—Joder, nena, joder, joder —susurró.
Sonreí a las traviesas palabras de cariño.
Sentí a Cohen agarrar mi culo y apretarlo, agarrar una de mis
carnosas nalgas mientras me balanceaba arriba y abajo con mi boca
alrededor de su polla. Sus dedos se abrieron camino debajo del cordel de
mis bragas y él comenzó a tirarlas hacia abajo.
Me detuve de repente y me senté. —Cohen, estas se tienen que
quedar puestas, o nada va a detenerme de montar tu polla.
Gimió y dejó caer su cabeza sobre la almohada.
—Joder —su pecho retumbó con la maldición—, no digas cosas
como esas, nena.
—Cohen. —Mi voz era una súplica, sólo que no sabía para qué. Se
suponía que él debía ser el fuerte. Yo no era muy conocida por mi fuerza
de voluntad, pero por él, lo intentaría.
Dejó mi tanga en su lugar, pero me llevó a su regazo de nuevo.
Quería el contacto tanto como él lo quería. Meció sus caderas contra las
mías y presionó su polla contra mis empapadas bragas con cada
embestida. Me incliné sobre él y dejé que mis senos se balancearan en su
pecho suavemente mientras nos besábamos. La sensación de mis pezones
76

deslizándose por sus pectorales era otra de las sensaciones que


normalmente no habría notado. Sus besos eran bruscos y desesperados,
su lengua coincidía con el ritmo de sus embestidas. Era hipnótica y
Página

sensual. Otra cosa que me encantaba de Cohen.


Nunca me había venido con sólo follar en seco, pero maldita sea sino
me encontraba cerca del orgasmo ya. Me di cuenta por su respiración que
él también lo estaba.
Sólo una pequeña pieza de tela humedecida nos separaba,
y me imaginé lo que sería tener su impresionante polla hundida dentro de
mí, sólo necesitaría poner mis bragas a un lado y él podría llenar mi coño
vacío.
—Cohen, te quiero dentro de mí —espeté sin pensar.
Todo su cuerpo se puso rígido y pude leer las emociones en conflicto
en su rostro, tan claro como el día. Presionó sus labios con los míos por
última vez, y luego se sentó y me alejó de él.
Mierda. ¿Había dicho algo malo?
Nos dio la vuelta, por lo que yo estaba tumbada en la cama y él se
cernió sobre mí. Separó mis músculos, obligando a separarlos y se
arrodilló en la cama entre mis piernas.
Tiró de mis bragas a un lado, pero me las dejó puesta. El cordel
llegaba en mis caderas, pero ni siquiera me daba cuenta de eso. Pasó su
pulgar por mi clítoris, acariciando suavemente y burlándose. Oh, Señor,
me encontraba tan cerca. Llevó un dedo a mi entrada y lentamente siguió
adelante. Aspiré una bocanada de aire y la sostuve mientras ligeramente
moderó su dedo adentro y afuera, adentro y afuera, agregando un segundo
dedo al primero. Me quejé de la presión, y su aversión de estar dentro de
mí. Esto no era lo que tenía en mente, pero me di cuenta que así tenía que
ser. Y demonios si no se sentía increíble.
Me vine entre nosotros y lo acaricie mientras seguía bombeando sus
dedos dentro y fuera de mí. Observé sus movimientos mientras seguía
empujando, las venas de su brazo sobresaliendo, sus músculos tensos.
Dios, él era sexy.
Sólo unas pocas embestidas más tarde y yo estaba allí. Solté un
gemido entrecortado y grité su nombre. Cohen sujetó una mano sobre mi
boca para acallar los gritos mientras me venía. La sensación de su mano
presionando firmemente sobre mi boca mientras seguía moviendo la otra
dentro de mí fue suficiente para hacerme venir incontrolablemente. Nunca
había tenido tanta diversión sin tener sexo.
Él dejó escapar una maldición y unos segundos más tarde se vino,
caliente y pegajoso por todo mi estómago y mis bragas. Fue increíblemente
77

sexy sentir que me marcaba como suya, sentir su jugo y el mío mezclarse
entre mis piernas.
Se derrumbó encima de mí, me acurruqué en su cuello y aspiré su
Página

aroma masculino, sabiendo que pasar más tiempo cerca de Cohen sin
follarlo pronto, iba ser imposible.
10 Traducido por Mel Hillard.
Corregido por kukyalujas

Ashlyn no me hablaba tanto en la mañana como cuando empacamos


en la casa del lago. Y por el tiempo que estuvimos en el coche, con mi
cabeza apoyada sobre el hombro de Cohen, ya no me importaba. Asumió
erróneamente que estábamos teniendo sexo, que era una desalmada
cualquiera robando la virginidad de pobres chicos como Cohen, y
simplemente no podía encontrar la energía para tratar de convencerla de lo
contrario. Su desconfianza en mí me molestaba. ¿No era lo suficientemente
buena para Cohen?
Cerré los ojos y fui a la deriva, entrando y saliendo del sueño con los
sonidos del zumbido de la carretera por debajo de nosotros, y la suave
vibración del coche cuando nos detuvimos.
Me senté rápidamente, mirando alrededor, al principio incapaz de
procesar el caos que nos rodeaba. Por delante en la carretera, un coche
estaba volteado sobre su techo, el vapor se filtraba por el motor. No muy
lejos, un camión cayó en la zanja, tumbado de lado. Un hombre y una
mujer trepaban desde la cabina del camión, mirando lastimados y
sorprendidos.
Antes de que me diera cuenta de lo que sucedía, Cohen ya no se
encontraba a mi lado. Había salido del coche y corría hacia el lugar del
accidente, gritándole algo a Aiden que iba detrás de él, que ya hablaba en
su teléfono celular.
Mi pulso latía en mis oídos y no sabía si me imaginaba los sonidos
78

de los gritos y sirenas que escuché haciendo eco en la distancia.


Ashlyn se arrastró desde el asiento delantero hacia mí y nos
agarramos fuerte las manos. De repente me congelaba y temblaba, y me di
Página

cuenta de que estaba llorando, pero no sabía por qué. Estábamos bien.
Aiden estaba bien. ¿Qué ocurría?
Fue entonces cuando lo vi.
Cohen arrastraba el cuerpo de una mujer desde el interior del coche
volcado. La tumbó en la carretera, y le gritó algo a Aiden, que se
encontraba de pie a su lado. Aiden asintió y corrió hacia nosotros. Abrió la
puerta del conductor y fue a abrir el maletero. —Aiden, ¿está bien? —
exigió Ashlyn.
—Quédense aquí —advirtió, y luego desapareció de la vista por la
parte trasera del coche. Regresó al lado de Cohen a los pocos segundos
llevando una manta de playa.
Cohen la colocó sobre la mujer, que la cubría desde la cabeza hasta
los pies, y luego se arrastró hasta el coche donde parecía estar hablando
con alguien. ¿Había alguien que seguía vivo en ese coche? No parecía
posible.
Mis ojos se centraron en un momento en el contraste de la manta de
playa de color mandarina brillante y rosa de Ashlyn que era utilizada para
cubrir el cuerpo de una mujer que estaba bastante segura que había
muerto. Acababa de descansar sobre la manta ayer, tomando sol sin
ninguna preocupación en el mundo, y recordé al instante la dura lección
que la vida me había enseñado antes. A todo lo que le tienes un gran
cariño, te lo podrían quitar en un abrir y cerrar de ojos.
Cohen se recostó sobre su vientre y puso la mano en el coche
destrozado, y sacó una pequeña niña que parecía tener probablemente tres
o cuatro años. Lloraba y brotaba sangre de una herida en su frente,
oscureciendo el pelo rubio en su cuero cabelludo. Cohen se la llevó lejos
del vehículo, acunándola en sus brazos mientras ella lloraba y le gritaba a
su madre.
La llevó a un lado de la carretera y la sentó sobre la hierba y se
inclinó para hablarle antes de volver al coche una vez más. Un par de
espectadores interesados aparecieron con mantas, haciendo todo lo posible
para calmar a la niña histérica.
De repente, me faltaba el aire. Necesitaba salir de este asiento
trasero estrecho y me abalancé hacia la puerta. Ashlyn trató débilmente de
detenerme, pero cuando vio la expresión de mi cara, me soltó y caí de la
puerta abierta sobre la grava, mis pies ni siquiera eran capaces de
soportar mi peso. Me arrastré lejos del coche con mis manos y rodillas y
vomité en la hierba. Después de escupir varias veces para limpiar mi boca,
79

me senté en el suelo, incapaz de moverme, incapaz de pensar y temblando


violentamente.
Las sirenas se hicieron más fuertes y varios coches de policía y una
Página

ambulancia derraparon hasta detenerse en la carretera. Vi como una


corriente de agentes uniformados y paramédicos se desplazaban hacia la
escena. Cohen se reunió con ellos y comenzó a gritar cosas y a señalar. Su
rostro era una máscara endurecida de concentración, hasta que escaneó la
escena y me miró a los ojos. Estaba segura de que parecía completamente
patética, sentado en el césped, llorando y temblando, pero ni siquiera
podía pretender ser fuerte en este momento.
Volvió a mi lado y me ayudó a ponerme de pie, sosteniendo mi peso,
asegurándome con su brazo alrededor de mi cintura. Me acercó a Aiden y
dijo algo que no pude oír. Aiden me recogió y me llevó de vuelta al coche,
me colocó en el asiento delantero y me cubrió con una manta. Cerré los
ojos y me acurruqué sobre mi lado y grité. El dolor de perder a Paul corrió
en mi interior y abrumaba todo lo demás. Me transportó cinco años atrás,
el recuerdo de la angustia aplastante tan doloroso ahora como lo había
sido entonces.
Escuchando los sonidos de horror y dolor que tenían lugar fuera del
coche, supe que nunca podría permitirme enamorarme de Cohen. Se me
hizo un nudo en la garganta y luché por respirar. Me acurruqué en una
bola y envolví los brazos a mí alrededor. No había manera de sobrevivir a
otra tragedia devastadora, y renové la promesa que me hice la noche de la
muerte de Paul. Tenía que proteger mi corazón. Era la única manera.
80
Página
11 Traducido por Kary_KsK
Corregido por Alexa Colton

Cuando finalmente llegamos a casa, me sentía exhausta y agotada


emocionalmente. Nuestro viaje de regreso desde el lago, se asemejaba más
a que hubiésemos ido al infierno y de regreso. El accidente había añadido
unas cuantas horas a nuestro trayecto, tanto con Cohen ayudando a
responder en la escena, así como el atascamiento de tráfico resultante. El
estado de ánimo en el coche fue tenue y tranquilo, sin nadie con ganas de
hablar. Eso estaba muy bien conmigo.
Aiden y Ashlyn nos dejaron, y Cohen insistió en llevar mi equipaje al
interior. Traté de levantar la maleta del baúl y descubrí que había perdido
toda la fuerza muscular. Sus manos se precipitaron pasando las mías y
levantó fácilmente la bolsa, acarreándola adentro por mí. Me desplomé en
el sofá mientras él calentaba una taza de agua en el microondas y me hizo
una taza de té, murmurando algo sobre calmar mi estómago.
El maravilloso fin de semana había dado un giro violento en un abrir
y cerrar de ojos. Ahora parecía que hace una eternidad me relajé en sus
brazos, que habíamos compartido algunos momentos íntimos. Casi como
si nunca hubieran ocurrido.
Puso la taza sobre la mesa delante de mí, y se sentó a mi lado en el
sofá. Se frotó las manos en las rodillas, perdido en sus pensamientos.
—Cohen, te puedes ir. Voy a estar bien.
Sus ojos se encontraron con los míos y se veían llenos de
escepticismo.
81

—¿Qué puedo hacer para ayudar? ¿Puedo prepararte un baño?


Un baño sonaba celestial, pero algo en mí se rebeló, recordándome
Página

no acercarme demasiado.
—Puedo manejarlo por mi cuenta. Creo que deberías irte.
Estar tan cómoda con él tan rápidamente fue un error. Me alegré de
que no hubiéramos ido tan lejos éste fin de semana. No quería que
confunda mis sentimientos hacia él. Traté de convencerme de lo contrario,
pero en el fondo sabía que el sexo con él nunca sería sin emociones y sin
complicaciones. No podía explicar cómo lo sabía. Sólo lo sabía. Y no podía
permitirlo.
Cohen aún no se había movido del sofá y miraba fijamente al vapor
de la taza.
Me levanté y arrastré mi maleta al lavadero de la cocina, como para
demostrarle que era capaz, y puse la lavadora. Metía la ropa en la lavadora
sin tener en cuenta el color o la tela cuando llegó por detrás, agarró mis
brazos y me giró para encararlo.
—¿Qué es esto? ¿Por qué siento como si estuvieras rompiendo
conmigo, cuando ni siquiera estamos saliendo?
—Cohen, por favor. Sencillamente no puedo. No contigo. Ni con
nadie —murmuré, mirando hacia mis pies.
Inclinó mi barbilla para mirarlo, y cerré los ojos. Sabía que era
infantil, pero si miraba sus ojos azules, podría desmoronarme. Y no
permitiría que eso suceda. Mantuvo su mano en mi mejilla, acunando mi
cara y frotando lentamente un círculo con el pulgar cerca de mi oído.
Cuando volvió a hablar, su voz era apenas un susurro.
—¿Qué te pasó, Eliza?
Esperé unos segundos antes de responder. Entonces respiré hondo y
practiqué decir las palabras en mi cabeza antes de repetirlas en voz alta.
—Perdí a alguien a quien amaba, en un accidente de auto. —No le
dije el resto. No le expliqué que estábamos comprometidos, que estaba
embarazada cuando murió, que era mi culpa que él condujera tres horas
para verme en Des Moines la noche en que se quedó dormido al volante.
No le dije que Paul también me llamaba Eliza.
—Lo lamento. ¿Hace cuánto tiempo? —preguntó, su voz era todavía
suave y dulce.
—Cinco años.
Dejó caer la mano de mi rostro y se inclinó para presionar un beso
en mi frente.
82

—Siento que hayas tenido que ver eso hoy. Debí haberme quedado
contigo, no lo sabía.
Página

Mis ojos se posaron en los suyos.


—No, tenías razón en ayudar. Fue sólo... duro. Estar en esa escena
trajo sentimientos que no quiero volver a experimentar.
Asintió y me atrajo en un abrazo. Dejé que mi cuerpo se moldeara en
el suyo y mis brazos colgaron sin fuerzas a los lados.
Cohen terminó de poner mi ropa a la lavadora, añadió un poco de
jabón y luego me condujo de nuevo al sofá.
—Descansa un poco, nena. Voy a llamar más tarde para ver como
sigues.
Cuando se fue, mi cerebro supo que poner algo de distancia entre
nosotros era lo correcto, pero mi cuerpo anheló al instante su calidez. Me
acurruqué en mi costado, arrastrando la manta encima de mí y tuve un
sueño intranquilo.
Cohen llamó más tarde y me despertó, no contesté el teléfono. Y
cuando lo siguió con un mensaje de texto para ver si subía a pasar la
noche, respondí con la excusa de querer quedarme con mis gatos. No es
que siquiera notaran que me encontraba allí. Mientras la comida estuviera
en sus tazones, y el sol siguiera proporcionando lugares cálidos para estar,
ellos eran felices.
Pasaron varios días e hice todo lo posible para evitar verlo. Lo había
visto por la mañana temprano correr con Bob un par de veces, donde nos
saludamos, pero sin hablar. Me envió un mensaje a altas horas de la
noche, sólo una breve línea para preguntar cómo estaba, pero no respondí
y no mandó nada nuevamente. No sé si esperaba que pusiera más
esfuerzo, pero no pude evitar la sorpresa que sentí en lo fácil y rápido que
se fue de mi vida.
Y luego el domingo pasado, cuando salí a correr, lo vi con esa chica
tímida de la iglesia, Maggie. Caminaban detrás de la cafetería en la
esquina. Me miró a los ojos y sonrió, y cuando lo hizo, sentí una punzada
de celos apuñalando mi pecho.
Era extraño lo protectora que me sentía por su virginidad. No estaba
preparada para tomarla yo misma, pero me puso furiosa el pensar en otra
mujer haciendo el trabajo. Irrumpí en el interior de la casa y cerré mis
cortinas con fuerza.
83
Página
12 Traducido por kathuu.cv
Corregido por Verito

Varios días más pasaron antes de que viera a Cohen nuevamente, el


accidente y la muerte de la mujer continuaron pesando fuertemente en mi
mente, y aún dormía poco en las noches. Pero no me permití ir a la cama
de Cohen como quería. Sabía que necesitaba ser fuerte. Ver esa horrorosa
escena del accidente despertó algo de sentido común en mí y me recordó la
necesidad de distanciarme del dolor de perder a alguien. No podría pasar
por eso de nuevo. No sobreviviría una segunda vez.
Así que en su lugar, me concentré en pasar día a día.
En clases… estudiando… alimentando a mis gatos… tratando de
alimentarme un poco… para terminar cayendo en un sueño inquieto sola
en mi cama. Pero mis pensamientos se esforzaban en traicionarme y viajar
hasta Cohen. A sus suaves besos, sus estúpidos apodos y hasta ese
maldito perro Bob.
Por eso, cuando Stu me llamó, no pude decirle que no y esperaba
que tener algo de acción bajo las sabanas forzaría a Cohen a salir de mi
mente de una vez y por todas. Pero claro, ese no había sido el caso. No
había sido capaz de llegar hasta el final, preocupándome sobre si Cohen
estaba en casa escuchándonos. Al menos eso fue lo que me dije, no quería
pensar que mis sentimientos por Cohen eran los que afectaban mi
decisión.
Veinte minutos después, despedía a un Stu insatisfecho, ansiosa por
deshacerme de él.
84

Stu presionó el mando a distancia de su carro, encendiendo las


luces de su Lexus, al mismo tiempo que Cohen venía caminando. No
estaba segura donde había estado mientras venía de la dirección contraria
Página

del campus, pero me recordé que sus idas y venidas no se suponían que
fueran mi problema. Sus ojos se posaron primero en mí con una sonrisa
coqueta, pero cuando vio a Stu —también conocido como profesor
Gibson— parado en mi porche, su sonrisa fue vacilante y miró de nosotros
a la casa como si estuviera tratando de imaginar que acababa de pasar
allí.
Mierda. Mi estómago se retorció en un nudo. ¿Por qué me sentía tan
mal? Quería explicarle que nada había pasado, que sólo saltó a
conclusiones, pero presioné mis labios. Podía tener a quien quisiera en mi
casa por la razón que quisiera. ¿Verdad?
Me pregunté si se iría hecho una furia, ignorándonos hasta su
departamento, pero me sorprendió al poner una sonrisa en su rosto y
pararse para decir hola. —Profesor —asintió hacia Stu.
Stu se arregló su chaqueta y le ofreció la mano. Dios, ¿podía ser esto
más incómodo?
Observando a Cohen junto a Stu, hice una ridícula comparación.
Cohen parecía joven y relajado en vaqueros oscuros y recién lavados que
se ajustaban en lo bajo de sus caderas, una suave y desgastada camiseta
que abrazaba sus bíceps y un par de resistentes tenis con estilo vintage
azul marinos. Estaba malditamente caliente, de un modo casual e
informal. Ni siquiera intentaba serlo, él era simplemente delicioso, como el
estereotipo del vecino. Mientras que Stu, bueno… era Stu. Emitía una
marcada vibra que señalaba su estatus de padre divorciado y su trabajo
profesional. Él era alguien por quien remotamente corría el riesgo de
enamorarme. Quien había sido parte de una atracción al principio pero
ahora sabía que eso estaba mal.
No podía evitar continuar haciendo una comparación entre el
amante de la diversión y juguetón Cohen, y el reservado y anticuado Stu.
El enfoque de “hagamos sólo lo tenemos que hacer” de Stu con respecto al
sexo no me había molestado antes, pero estar con Cohen me hizo querer
algo más. Como esa sensación de hacerme sentir mariposas que no me
permití sentir hace tiempo, que pensé había olvidado como sentirlas.
Sonreí al saber que no la perdí por completo. Pensé que lo había
perdido todo cuando Paul murió, pero quizá no fue así. Ese pensamiento
me reconfortó y al mismo tiempo me aterrorizó.
Pero me recordé que Stu era seguro. Aburrido, práctico y sin brillo
en la cama, pero seguro. Fin de la historia. Y como si fuera posible, ese
pensamiento me hizo sentir peor.
85

Stu le decía algo a Cohen sobre la mitad del periodo, pero Cohen
parecía indiferente y aburrido de toda la interacción.
Página

—Muy bien, creo que me voy. Eliza. —Cohen inclinó su cabeza hacia
mí.
Me atreví a mirar a su dirección, mientras pasaba junto a mí. Enojo,
tristeza y… algo más… se reflejaba en sus ojos. Era esa chispa, esa
llama… lo que sea que fuera que ardía entre nosotros.
Tragué y le dije adiós a Stu. Esa era otra cosa buena sobre sus
visitas, los besos de despedida no eran necesarios. Me dirigí adentro,
sintiéndome peor de lo que me sentía antes de la visita de Stu, que se
suponía que debía aliviar la tensión, no causar más.

13 Traducido por BeaG & Juli


Corregido por Sofía Belikov

Caminé a casa desde el campus el viernes por la tarde, agradeciendo


que el fin de semana al fin hubiera llegado. No tenía nada en la agenda
excepto pasar un tiempo de calidad en mi sofá, envuelta en mis cómodos
pijamas con una buena copa de vino. Alcé mi bolso más alto en mi hombro
y mentalmente me recordé que estaba atrasada para un masaje. Y
necesitaba otra cita para depilarme pronto. No que alguien fuera a notarlo
ahora. Obviamente no había visto a Cohen y desde esa rara noche, había
dejado todas las llamadas de Stu sin contestar.
Cuando llegué a la acera del frente, no pude evitar mirar hacia la
ventana de Cohen. Su apartamento estaba oscuro. Probablemente había
salido esta noche, haciendo lo que fuera que los estudiantes hicieran un
viernes en la noche.
Entré, tiré el bolso en el banco al lado de mi puerta y colapsé boca
abajo en el sofá.
Me hallaba en algún lugar entre dormida y consciente cuando
escuché mi celular sonar desde adentro de mi bolso.
Me arrastré fuera del sofá y contesté al cuarto tono. Sin sorpresas,
86

era Ashlyn.
—¡Tengo sorprendentes y grandes noticias! —gritó. Cambié el
teléfono de oído, con la esperanza de conservar algo de lo que quedaba de
Página

mi audición.
—Entonces escúpelo, muñeca.
Se rió con entusiasmo. —Oh, es demasiado bueno. No puedo
simplemente decírtelo por teléfono. Encuéntranos a mí y Aiden por unos
tragos esta noche. Esto es algo que necesitamos celebrar.
—De acuerdo, ¿dónde? —Para ser honesta, la distracción de salir
por unos tragos sonaba bien, y su entusiasmo era contagioso. Ciertamente
podía reunir un poco de energía para mi mejor amiga, después de todo.
Hicimos planes para encontrarnos en treinta minutos en un club
elegante en la ciudad. Era el mismo lugar al que fuimos a celebrar la
temporada pasada, cuando se aprobó la propuesta de tesis de Ashlyn, y
era el lugar donde había presentado por primera vez a Aiden a los otros, en
lugar de mantenerlo todo para sí misma en su apartamento todo el tiempo.
Por supuesto, eso era cuando todavía era conocido como Logan.
Me quité la ropa y me quedé desnuda en mi vestidor. Revolví entre
las blusas colgadas y las faldas tipo lápiz, pero nada parecía apropiado. Me
decidí por un par de vaqueros negros ajustados y una simple camiseta
negra sin mangas, junto con el más alto par de tacones que poseía.
Me paré frente al espejo y retorcí mi pelo en un moño elegante. No
tenía intención de vestirme toda de negro, pero suponía que iba como mi
estado de ánimo. Añadí lápiz labial y rubor para resaltar mi atuendo y
tomé un pequeño bolso de estampado de leopardo, y luego me puse en
camino.
Varios minutos después, daba codazos para abrirme camino a través
de la pared de multitud de gente en el club Aqua, maldiciendo el nombre
de Ashlyn y lamentando mi decisión de salir.
Debería haber hecho que me dijera sus grandes noticias por
teléfono.
Estaba completamente segura de que tenía que ver con el hecho de
que su tesis había terminado. Comenzó a trabajar en ella durante todo el
año pasado y removió todo rastro del caso de Aiden. Había sido honesta
con el profesor Clancy acerca de su relación y explicó que ya no se sentía
bien acerca de mezclar negocios con placer, por así decirlo. No quería que
su profesionalismo o resolución fuese cuestionada, así que había pasado el
año anterior rehaciendo todo el proyecto. Pero había valido la pena. Estaba
segura de que la celebración de esta noche tenía que ver con ello. Ya había
tenido un par de artículos publicados en pequeñas revistas de los
87

alrededores sobre la amnesia y se hacía un nombre propio. Era genial


verlo, pero eso no quería decir que tenía que estar afuera ahora, siendo
tocada inapropiadamente y que me derramen bebida en mis hermosos
Página

zapatos cuando todo lo que tenía ganas era de acurrucarme en mi sofá.


Después de pasar por una multitud de chicas rodeando una
novizilla2 —con velo y tiara— que chillaba como loca, por fin vi a Ashlyn,
saludándome desde el otro lado de la habitación. Su sonrisa era una vista
agradable e hice una línea recta hacia ella.

2 Juego de palabras entre novia y Godzilla.


En las últimas semanas habíamos hablado un par de veces sobre el
accidente de coche que habíamos presenciado y Ashlyn no había podido
borrarlo de su mente mejor de lo que yo había podido, así que me alegraba
verla luciendo feliz y relajada esta noche. Dejé que la tensión se fuera
cuando me jaló hacia sus brazos para un abrazo. Acaricié su espalda con
una mano. Nunca había sido de esas personas que les gusta abrazar.
Cuando me retiré, Ashlyn puso la mano izquierda en frente de su
rostro, un gran diamante casi sacándome un ojo. —¡Estamos
comprometidos! —gritó por encima de la música.
Miré el anillo en un estado de shock e incredulidad. Era un hermoso
diamante de corte redondo, brillante y elegante, lo suficientemente grande
sin ser llamativo, y estaba encima de una banda con pequeños diamantes
a su alrededor. Aspiré una bocanada de aire a pesar del aplastante peso
que tenía en mi pecho, y sabiendo que estaba a punto de echarme a llorar,
la atraje a un abrazo, sosteniéndola más del tiempo necesario para poder
reponerme. Ashlyn se apartó, confundiendo mis lágrimas por unas de
felicidad. Se suponía que tenía que estar feliz por ella, ¿cierto? ¿Entonces
por qué se sentía como si alguien me acabara de dar un puñetazo en el
estómago?
—¡Oh, cariño! Lo sé, ¿no es grandioso?
Asentí y limpié mis ojos. —Felicidades, Ashlyn. —Plasmé una
sonrisa—. ¿Dónde está el afortunado? —Agarró mi mano y me llevó a
través del bar lleno de gente. No pude dejar de notar que el anillo parecía
una voluminosa barrera entre nuestras manos. Me tomaría algún tiempo
acostumbrarme a ello.
Aiden se encontraba parado en el bar, con un vaso de licor color
ámbar en la mano, y sonriendo como un idiota. —Felicitaciones, amigo. —
Lo abracé a él también, levantando los dedos de los pies y serpenteando
un brazo alrededor de su hombro.
—¿Estás segura de que estás bien con esto? —Su cálido aliento rozó
mi oreja.
O era más perceptivo de lo que pensaba, o recordaba el hecho de que
88

no estaba de acuerdo con que él saliera con Ashlyn al principio. —Sí. Ella
es feliz, y eso es todo lo que me importa. Y a pesar de antes haberme
metido contigo sin piedad, sé que eres bueno. —Me deslicé hacia el bar
Página

mientras ellos compartían otro abrazo. Necesitaba una bebida.


Preferiblemente algo fuerte.
—¿Vino? ¿Champaña? —preguntó Aiden.
Negué con la cabeza. —Vodka doble con soda —le grité a la chica de
pelo rojo detrás de la barra.
Tomé la bebida con manos temblorosas y arrojé la pajilla negra a un
lado para tomar un saludable trago.
Traté de disfrutar el resto de la noche, celebrar con mis amigos, que
estaban felices, enamorados, y recién comprometidos, pero a pesar del
ambiente alegre y las bebidas sin fondo que el camarero parecía estar
sirviendo, todo se sentía hueco de alguna manera. La sensación distinta de
que alguien me observaba agravaba mi malestar y me hizo escanear entre
el mar de cuerpos mezclándose detrás de mí. Mi corazón latió con fuerza
en mi pecho en el momento en que su mirada se cruzó con la mía.
Cohen.
Estaba vestido en vaqueros y una camiseta negra ajustada con la
palabra “Seguridad” escrita a través de su pecho en letra blanca. Quería
correr por la habitación hacia él, para lanzar mis brazos alrededor de su
cuello e inhalar su reconfortante aroma, pero me quedé en mi lugar,
equilibrada sobre el taburete, temerosa de que si trataba de ponerme de
pie, mis piernas no apoyarían mi peso.
La música latía al ritmo de mi corazón, y empecé a sentirme
mareada. Los ojos de Cohen viajaron por la longitud de mi cuerpo, desde
mis pies, que colgaban de las barras del taburete, hasta mi mano
rodeando el vaso que sostenía. Era como si pudiera ver a través de mí, en
mi interior, todo lo que pensaba. Todo lo que quería desesperadamente.
Me di cuenta de que había estado conteniendo el aliento, esperando
a que viniera hacia mí cuando presionó el dispositivo en su oído,
escuchando lo que sólo él podía oír y se fue hacia la parte posterior del
club. Empecé a respirar de nuevo una vez que Cohen estuvo fuera de mi
vista. Miré hacia Ashlyn, para ver si lo había notado, pero hablaba
felizmente con Aiden, obviamente distraída. Por un momento me pregunté
si me lo había imaginado, pero estaba segura de que no. Sentí su hambre
por mí a través de la habitación, y mi cuerpo respondió visiblemente,
poniéndome la piel de gallina a pesar del calor que había en la habitación.
Más tarde, cuando seguí a Ashlyn a la pista de baile, empecé a
pensar que había imaginado todo lo de ver a Cohen, ya que no lo vi de
89

nuevo. Aiden me robó a Ashlyn, pero continué balanceándome con la


música, ajena a todo excepto al ritmo del bajo y mis propios latidos.
Me sentí bien al dejar que todo se fuera lejos, de sentir la música y
Página

olvidar todo lo demás. Una mano cálida en mi hombro hizo que abriera
mis ojos de golpe. Por un segundo, pensé que podía ser Cohen, pero el tipo
que me miraba no podía haber sido menos diferente de Cohen si lo
intentaba. Lucía una manga colorida de tatuajes en su brazo izquierdo, y
una pequeña barra atravesaba una de sus cejas. El señor Ceja Perforada
sonrió, y puso sus manos en mi cintura, siguiendo mis movimientos. Puse
mis manos en sus hombros y dejé que me guiara. Me presionaba cerca,
cálido y sexy con su atuendo de chico malo, y yo estaba borracha. Respiré
hondo y solté el aire lentamente, volviéndome al momento. Sus manos se
deslizaron a través de mis caderas, sosteniéndome cerca y moviéndose
conmigo. Mi pulso tamborileó con ansiedad en mi cuello ante la idea de
que Cohen nos estuviera mirando.
Me moví contra él a tiempo con la música y pensé acerca de lo fácil
que sería coquetear hasta meterme dentro de sus pantalones, para
conseguir que viniera a casa conmigo. Mi mente corrió por todo esto en
cuestión de segundos, pero mantuve mi rostro impasible y distante. Sería
tan fácil comprometerse en algo sin nombre, sin rostro, sexo sin emociones
con este tipo, pero sabía que eso me haría sentir peor. Sabía que eso no
era lo que realmente quería. No es Cohen, señaló una pequeña voz dentro
de mi cabeza innecesariamente.
Cuando abrí los ojos, Cohen había regresado, mirándome desde el
otro lado de la habitación. Nuestras miradas chocaron y se mantuvieron.
Luego sus ojos se dirigieron a las manos de señor Ceja Perforada
agarrando mis caderas y frunció el ceño, sus cejas juntándose. Ver a
Cohen cuando todas mis defensas estaban abajo causó estragos en mi
fuerza de voluntad. No quería nada más que ir hacia él. Para tocarlo,
saborearlo. Su mirada azul hielo se mantuvo fija en la mía, con una
expresión indescifrable, y luché contra el impulso de cruzar la habitación.
Apretó un dedo en su auricular de nuevo, escuchando con atención
y se dirigió a la barra. Incluso mientras bailaba con otro hombre, mis ojos
siguieron los movimientos de Cohen, la manera tensa en la que se movía,
la rigidez de sus hombros. Llegó al bar, y otro individuo en una camisa de
seguridad negra. Él y Cohen intercambiaron algunas palabras, y luego
Cohen tomó a una chica rubia, cerca de ellos, guiándola por el brazo hacia
el otro lado de la habitación llena de gente, dividiendo el mar de cuerpos
mientras se movía.
Caminó por un pasillo trasero, guiando a la chica frente a él hacia
adelante con la mano en la base de su columna hasta que desaparecieron
de la vista. Mi imaginación corrió salvajemente, pensando en ella
haciéndole lo que yo había hecho sólo algunas semanas atrás. El
pensamiento me puso enferma y luego fría, la dura realización
90

golpeándome en la cara. Esto era justo lo que Cohen sintió al ver a Stu
salir de mi casa. Dios, era una perra. No tenía a nadie a quién culpar de
este desastre que no fuese yo misma. Bueno, el destino también hizo una
Página

jugada. Pero era frío y duro y morboso, y eso nunca cambiaría, no


importaba que tanto quisiera que fuese de otra manera.
El licor en mi estómago se revolvió violentamente y de repente tuve
que escapar. Me tambaleé en la pista de baile, deslizándome a través de
los apretados cuerpos mientras caminaba, luchando por mi camino hacia
el baño.
Me encontraba cerca, sola en un pasillo trasero cuando una sola
palabra me detuvo.
—Eliza.
Cohen cerró la distancia entre nosotros, y tan pronto como estuvo
cerca, todas mis resoluciones desaparecieron. Las bebidas habían llegado
a mí y eso, mezclado con su presencia y el familiar perfume de Cohen jugó
con mi cerebro. —¿Trabajas aquí? —pregunté, acercándome a él, trazando
las letras extendidas a través de su camiseta con un dedo.
La chica a la que acompañó no apareció a la vista, y me di cuenta,
con una punzada de vergüenza, que sólo había estado haciendo su
trabajo, probablemente dejando en el baño a alguien excesivamente
bebido.
Sus manos me sujetaron para sostenerme, agarrando mis caderas
mientras me tambaleaba en los imposibles tacones. Me agarré de sus
bíceps por apoyo. —Pensé que te había dicho que trabajaba como guardia
de seguridad en un club. —Sus palabras eran huecas, y eficientes, como si
quisiera que esta conversación se acabara tan pronto como fuera posible.
Asentí, recordando que lo había hecho. Sólo que no sabía que era
este club. Este lugar era conocido por ser un mercado de carne. Estaba
segura de que chicas borrachas constantemente se arrojaban sobre él.
Alejé ese pensamiento erróneo. No era mío, y no me importaba. Pero sí lo
hacía. Incluso cuando no quería admitirlo, sabía que lo hacía.
—¿Qué hacías…? Te vi trayendo a esa chica aquí atrás… —Me
detuve, sabiendo que sonaba celosa cuando no tenía ningún derecho a
estarlo, y que probablemente había una perfectamente razonable
explicación.
Sus ojos estudiaron los míos, buscando mi intención oculta. —¿Te
preocupaba que estuviera aquí atrás, follándomela?
Sus palabras escocieron, y bajé la mirada, incapaz de responder.
—¿Tú puedes dejar que un tipo al azar ponga las manos encima de ti
en la pista de baile, y duermes con el profesor Gibson, pero no puedo
91

interactuar con las mujeres en el trabajo? —Sus palabras eran cortantes y


duras, pero su voz se mantuvo en calma, demasiado calmada, y baja,
destinada sólo para que yo escuchara. Se pasó las manos por la cara, su
Página

frustración era evidente—. Cristo, Eliza. ¿Qué quieres de mí? —Apretó las
palmas de las manos en sus ojos—. Estoy cansado de tus juegos mentales.
Tienes que averiguar qué mierda quieres.
Me tragué mis nervios. —Lo sé —le dije, aunque mi voz sonó
entrecortada e insegura.
Frunció el ceño y sacudió la cabeza. Se inclinó hacia mí,
encerrándome contra la pared, su altura lo hacía parecer una torre sobre
mí. —Entonces, ¿qué es…?
No sabía exactamente lo que preguntaba, pero tenía una idea.
Preguntaba acerca de nosotros. Lo miré a los ojos, y toda mi voluntad se
suavizó. —Cohen, por favor… —suspiré, apenas un susurro y apoyé la
cabeza en su pecho.
Me atrajo firmemente hacia él y me sostuvo. No dijimos nada
durante unos instantes, sólo nos quedamos así, los latidos de nuestro
corazón golpeando en ritmo.
—Ashlyn y Aiden se comprometieron —le dije, mirándolo a los ojos.
Asintió. —Lo sabía. Él me dijo que planeaba hacerlo.
—Oh.
La frente de Cohen se arrugó. —¿Eso es lo que te tiene molesta? —
Su pulgar rozó mi mandíbula, como si quisiera convencerme para que
respondiera, pero me quedé callada—. Eliza… eres un misterio para mí.
Miré hacia esos ojos azul claro que contenían tanta bondad y belleza
en un sólo paquete perfecto. Tal vez estaba jodida en la cabeza. Confiaba
en que Cohen no me haría daño, pero eran las circunstancias de la vida
las que me preocupaban, y estaba bastante segura de que Cohen no me
querría, una vez que se enterara de la verdad.
Sus ojos se quedaron en los míos, con cara de preocupación. —No
puedes estar conmigo, pero puedes frotarte en contra de un tipo por ahí,
¿eh? —Puso sus manos sobre mis hombros, sosteniéndome en el lugar
para controlar mi reacción.
Verlo mirarme otra vez, como si estuviera inspeccionando los daños
era exasperante. Yo no era suya, no tenía que protegerme, inspeccionarme.
Entonces, ¿por qué una pequeña parte de mí disfrutaba de la sensación?
La forma en que Cohen siempre bromeaba conmigo y sus malditos apodos
—había tratado de convencerme a mí misma que todo esto era irritante
para mis nervios, que no me gustaba… pero era una mentira. Tal vez era
92

una masoquista —me atraía lo que no podía tener sólo para torturarme.
La verdad era que me sentía viva con Cohen. Hacía que el equipaje
Página

de mi pasado se sintiera más ligero, me ayudaba a sólo vivir en el


momento. Era refrescante. Tal vez era porque me parecía que no podría
haber ningún tipo de futuro para nosotros —yo con mi moral perdida y él
con su… perfección— que lo hacía tan fácil para mí pasar tiempo con él.
No pude evitar sonreír ante la curva de su boca, y la sonrisa
juguetona a la que me instó.
Pensé en la piel suave y bronceada de sus hombros y la espalda,
donde anhelaba clavar las uñas y aferrarme como si mi vida dependiera de
ello. Porque estaba convencida de que estar con Cohen sería así —una
experiencia que alteraría mi vida y en la que necesitaría aferrarme
firmemente y no dejarlo ir. Él no era el tipo de persona que dejabas
escapar. Ese pensamiento me vino a la mente, prohibido y desagradable.
Pero una vez que estuvo allí, no pude alejarlo.
Se inclinó lentamente y presionó un suave beso en mis labios. —
¿Qué quieres de mí? Dime.
El pasillo se hallaba vacío y poco iluminado con bombillas
fluorescentes al descubierto cada varios metros, y aunque no era del todo
privada, le quería. Agarré sus lados, y me elevé hasta encontrarme con sus
labios de nuevo. La altura de los tacones me hizo más fácil besarlo. —Esto.
Por favor. —Yo ni siquiera sabía lo que pedía. Todo lo que sabía era que
estaba un poco borracha, y una mezcla de emociones que iban desde la
tristeza a calentura, corría a través de mi sistema.
Cohen bajó su boca a la mía y me besó minuciosamente, su lengua
empujando en mis labios para persuadir y coquetear con la mía. Todos mis
sentidos se agitaron con su presencia.
Cohen solo era embriagador, no necesitaba el alcohol. ¿Cómo en el
mundo había pensado alguna vez que Stu era suficiente?
Agarró mi culo y me arrastró más cerca, presionándome contra su
firme longitud, frotando las manos arriba y abajo por mi trasero. Me di
cuenta de que ya estaba duro, y mi cuerpo respondió. Dejé escapar un
suave gemido cuando lo sentí presionar contra mi cadera.
Tomó la parte posterior de mi rodilla y levantó mi muslo,
asegurándolo alrededor de sus caderas, y se impulsó hacia mí. Él, por
encima de todos los demás hombres, sabía cómo ponerme húmeda en un
instante. ¿O era sólo debido a la anticipación de estar con él, y el hecho de
que todavía no había tenido relaciones íntimas? No estaba completamente
segura, pero sabía que en realidad no importaba. Antes de darme cuenta
de lo que pasaba, Cohen me había levantado y me llevaba por el pasillo,
mis tacones altos rebotando contra su parte trasera. Llegó a la puerta, la
abrió y me llevó dentro de lo que parecía ser una oficina. Cerró la puerta
93

detrás de nosotros, entonces me dejó en el suelo y volvió a besarme,


presionando mi espalda contra la puerta, con las manos explorando
rudamente mi cuerpo.
Página

Tiró del cuello de mi camiseta y las copas de mi sujetador hacia


abajo, liberando mis pechos, y se inclinó para degustarlos. Su boca y sus
manos se encontraban por todas partes y apoyé la cabeza contra la puerta,
cerrando los ojos. Todos mis sentidos estaban eufóricos mientras me
perdía en su tacto, el olor masculino de su piel, la barba áspera en su
mandíbula y sus besos ansiosos.
Abrí los ojos para verlo, necesitando saber que realmente estaba
aquí conmigo. Mi pecho subía y bajaba rápidamente con cada mordisco y
beso que ponía sobre mis pechos. Enredé mis dedos a través de su pelo y
tiré, sosteniéndolo cerca. —Cohen —gemí.
Sus dedos hurgaron en el botón de mis jeans, y una vez que bajó la
cremallera, su mano se deslizó por mi vientre, dentro de mis bragas y sus
cálidos dedos estaban dentro de mí, acariciándome desde adentro hacia
afuera. Estaba empapada, y mi cuerpo no proporcionaba ninguna
resistencia, aceptándolo ávidamente. Grité cuando añadió un segundo
dedo y comenzó a bombear más fuerte.
Agarré sus hombros como apoyo cuando sentí que mis piernas
temblaban, y Cohen aminoró el paso, follándome lentamente con sus
dedos, deslizándolos centímetro a delicioso centímetro y luego los retiraba.
Busqué la hebilla de su cinturón y tiré de sus jeans. Su mano libre
me ayudó y juntos tiramos sus pantalones hacia abajo. Sacando de mala
gana sus dedos de mis bragas, me caí de rodillas delante de él y miré hacia
arriba, acariciando mi mejilla en su bóxer. Él acarició los mechones de mi
cabello para apartarlos de mi rostro y me miró a los ojos.
Poco a poco, empujé el bóxer hacia abajo hasta que su hermosa
polla se liberó. Pellizqué y lamí desde sus bolas hasta la punta, mientras
que enterraba su mano en mi pelo. —Oh, mierda, Eliza —gimió, rogando
por más contacto—. Ven aquí, nena. —Agarró el eje en su mano y lo
introdujo en mi boca, empujando las caderas hacia adelante con una
presión suave para conducirlo en mi boca. Agarré su longitud en ambas
manos y con impaciencia lo jalé aún más profundo, girando mi lengua en
la cabeza mientras chupaba. Su polla se sacudió en mi boca y dejó escapar
un torrente de obscenidades.
Mis bragas estaban empapadas y mi coño rogaba para ser llenado,
pero aún así, seguí chupándolo con entusiasmo. Nunca me había
encendido tanto hacer esto, pero la respuesta genuina de Cohen era
caliente. Continuaba meciendo sus caderas hacia delante, empujándose a
sí mismo cada vez más lejos en mi boca hasta que su polla golpeaba la
parte posterior de mi garganta. Me atraganté accidentalmente y
94

rápidamente la sacó. —Lo siento. —Sus ojos sostuvieron los míos con una
mirada de confusión y preocupación—. No quería ahogarte, eres tan
jodidamente buena en esto, que es difícil contenerse contigo. —Me acarició
Página

la mejilla a modo de disculpa.


Le sonreí con los labios hinchados y húmedos. —Está bien. —Me
gustó que le afectara tanto, que casi perdió el control. Estaba bastante
segura de que le afecté de una manera que otras chicas nunca lo hicieron
y me gustó eso.
Su pulgar acarició mi labio inferior y busqué su polla otra vez,
lamiendo y succionando la cabeza.
Su auricular crujió con la estática y lo apretó contra su oído,
escuchando una conversación que yo no podía percibir.
—Joder —se quejó, con frustración en vez de placer. Me puso en mis
pies y luego se metió de nuevo dentro de sus pantalones—. Me tengo que
ir, nena. Hay una pelea afuera.
La idea de parar en este momento era una tortura. Estaba a punto
de sugerir que nos encontráramos en diez minutos en el baño, cuando me
detuvo con un tierno beso. —¿Podemos terminar esto más tarde en casa,
donde hay una cama de verdad y puedo ocuparme de ti como te mereces?
Le devolví el beso, y sin pensarlo solté—: Sí.
Asintió y besó mis labios suavemente. —Gracias a Dios. No creo que
esto vaya a bajar hasta que me venga al menos dos veces. —Hizo una
mueca y se ajustó su erección en sus pantalones.
Sonreí, amando cuánto podía calentarlo. —Eso no debería ser un
problema.
Sus dedos se deslizaron sobre mi vientre, ligeramente trazando el
hueso de mi cadera y enviando un cosquilleo directamente a mi clítoris. —
¿Qué hay de ti? ¿Vas a estar bien esperándome? No puedo esperar para
comer ese bonito coño tuyo.
Gemí y asentí, mientras apretaba mis muslos. Cohen sonrió ante mi
respuesta. Una vez que nuestra ropa estuvo en su lugar, me auxilió hasta
los servicios y se fue al frente del club para hacer frente a la perturbación.
Me quedé muy sorprendida por mi apariencia. Mi moño ahora era
una ruina floja de rizos gracias a las manos excursionistas de Cohen, y
mis mejillas se sonrojaron. Me peiné con los dedos, eligiendo dejarlo suelto
y volví a unirme a Ashlyn y Aiden, que sin duda se preguntaban dónde
había desaparecido.
95

Cuando llegué a casa, me cambié de mis vaqueros a los pantalones


de yoga para sentirme más cómoda. Me acurruqué en mi cama con mis
gatos y me aseguré de que el timbre de mi celular estuviera a todo
Página

volumen para despertarme en caso de que me durmiera cuando Cohen


llamara. Encendí el televisor para añadir un poco de ruido de fondo y me
dispuse a esperar.
Una hora más tarde, todavía hojeaba los canales, esperando su
llamada, cuando el estridente sonido de mi celular me sobresaltó. Era
Cohen.
En casa en 10 min. ¿Despierta para pasar el rato?
Si pasar el rato era un código para follar, sí, sí lo estaba. Los
siguientes diez minutos pasaron más despacio que toda la hora antes que
ellos, pero finalmente escuché el camión de Cohen retumbar antes de
detenerse. Abrí la puerta y lo encontré en el porche. Aún vestido con su
camiseta negra de seguridad, se veía caliente y fuerte. Me gustaba saber
que a pesar de que tenía un lado blando y dulce, trabajaba como guardia
de seguridad en un club de la ciudad y esta noche fue a separar una pelea.
En realidad no había nada que no me gustara de Cohen y la realización me
asustó un poco. Corrió por las escaleras del porche y me levantó en un
abrazo, levantando mis pies descalzos de la tierra. Me dio un dulce beso en
la sien y me bajó.
—¿Quieres subir? —preguntó.
Asentí con entusiasmo, y se rió. —Bien. Sólo tengo que darme una
ducha primero. Esta noche fue una locura.
Una vez que llegamos arriba, me recosté en su cama mientras se
dirigía al cuarto de baño para limpiarse. Retiré las mantas y me acurruqué
en el aroma cálido y acogedor de Cohen que estaba por todas partes en las
sábanas. Ni siquiera me quejé cuando Bob saltó para unirse a mí,
tumbándose por todo el pie de la cama.
Cuando Cohen regresó, vestido sólo en su bóxer negro, mi corazón
comenzó a hacer un ruido sordo. No sabía lo que podría suceder entre
nosotros esta noche. La pasión cálida de antes había disminuido, pero no
desgastado por completo. Sólo me preguntaba si ahora que Cohen podría
pensar las cosas con más claridad, todavía querría lo que yo necesitaba.
Bob levantó la cabeza al oír el sonido de los pies descalzos de Cohen
mientras avanzaban a lo largo del piso de madera, pero luego suspiró y se
dio la vuelta, poniéndose más cómodo. Los ojos de Cohen se movieron a
los míos, y ambos sonreímos.
—Esto es lo que ustedes dos hacen cuando no estoy aquí, ¿no es
así? —Mi boca se torció en una sonrisa.
—Sin comentarios. —Levantó a Bob de la cama y lo depositó en el
pasillo, cerrando la puerta detrás de él, pero no antes de que le oyera
96

susurrar en voz baja al perro—: Lo siento, amigo.


Cruzó la habitación y se unió a mí en la cama, tumbándose a mi
Página

lado para que nuestros rostros estuvieran a pocos centímetros de


distancia.
—Hola, hermosa —susurró en voz baja.
Por primera vez, me di cuenta de lo agotado que estaba. Sus ojos
lucían ensombrecidos por los círculos oscuros debajo de ellos, y algunas
líneas tenues marcaban su frente. Tracé con un solo dedo por su piel, y
cerró los ojos, como si saboreara mi toque.
Pasé mis manos por su pecho, sobre el pelo grueso y el músculo
tenso. Arrastré de nuevo mis dedos sobre su vientre, y medí su respuesta.
Su pene todavía no estaba duro, por una vez, pero se sacudió en su bóxer
ajustado.
Sus ojos seguían cerrados, y tenía una pequeña sonrisa en sus
labios. —Eso se siente bien.
—Date la vuelta. Te voy a dar un masaje. —Tan pronto como las
palabras salieron de mi boca, aspiré un aliento. Los recuerdos de darle un
masaje a Paul destellaron en mí. Le encantaba tener la espalda marcada, y
prácticamente dejaría ronchas al raspar mis uñas por su piel.
Pero esta vez era diferente, me recordé.
Cohen se dio la vuelta y aceptó la oferta. Le froté los hombros, cuello
y cuero cabelludo con las yemas de mis dedos. Su respiración se ralentizó
y se niveló mientras se relajaba ante mi tacto. Me incliné y lo miré. Los
ojos cerrados. La respiración profunda. La boca floja. Se quedó dormido.
Me reí para mis adentros y acurruqué mi cuerpo junto a su forma
durmiendo, arrastrando las mantas para cubrirnos a los dos. Se dio la
vuelta a su lado, y me apretó contra su pecho. —Buenas noches, Easy E —
murmuró.
—Buenas noches —exhalé suavemente, sorprendida de que la
emoción corriendo a través de mi sistema era de alivio. Sabía que el sexo
iba a cambiar la dinámica entre nosotros, y aunque mi cuerpo dolía por
esa intimidad con Cohen, no había absolutamente decidido si ese cambio
sería bienvenido. Las cosas empezaban a sentirse como una relación y no
estaba segura de que podría ir allí con él. Mi último pensamiento antes de
que me quedara dormida fue que estaba a salvo por otro día, a salvo en los
brazos de Cohen.
97
Página
14 Traducido por Mar Winston
Corregido por Lalu ♥

Por qué había accedido a cenar en la casa de la mamá de Cohen, no


tenía idea. Pero de alguna forma, el siguiente sábado, me encontré
llevando una falda y un suéter, mientras caminaba por el sendero detrás
de Cohen y Bob, con una cazuela caliente en mis manos.
Denise abrió la puerta una vez nos acercamos, y Grace corrió hacia
los brazos de Cohen. Ella comenzó a treparlo como un Jungle Gym3
mientras Denise lo admiraba con adoración. Era evidente que él era un
héroe para sus ojos.
—Mamá, Grace, recuerdan a Eliza, ¿cierto?
Ambas se giraron y me observaron como si fuera un monstruo de
tres cabezas.
—¿Por qué está ella aquí? —preguntó Grace, descendiendo de su
cuerpo larguirucho hasta que sus pies estuvieron de nuevo en el suelo—.
Nunca antes habías traído una chica a casa.
Cohen esbozó una sonrisa. —Por la boca de los bebés. —Colocó una
mano tranquilizadora en mi espalda, y se inclinó en mi oreja—. Lo siento
por eso.
La boca de Denise se curvó en una sonrisa rígida y sostuvo la
puerta. —Por favor, pasen.
La seguí adentro hasta la cocina, donde le pasé la cazuela.
La tomó y miró con recelo su contenido a través de la tapa de vidrio.
98

—¿Qué es?
—Es queso brie y arándanos horneados.
Página

Frunció el ceño. —Oh. Bien, gracias. —Sostuvo el contenedor fuera


de su cuerpo como si estuviera lleno de residuos nucleares y se acercó al
mostrador para colocarlo allí para enfriarse.
Me gustaría decir que la noche fue mejor después de eso, pero por
desgracia no fue así. Tanto la madre como la hija claramente adoraban a
Cohen y estaban encantadas con cada cosa que hacía y decía, y por lo
3
Jungle Gym: armazón de barras para juegos infantiles.
demás prácticamente me ignoraron. El brie horneado fue misteriosamente
olvidado en la cocina cuando el pollo y las patatas asadas se colocaron
sobre la mesa, hasta que fui a recuperarlo. Había estado indecisa sobre si
traer algo o no, pero a Cohen le había gustado la idea y creí que sería un
lindo detalle.
Cohen tomó una gran porción del queso suave y lo untó sobre una
rebanada de pan, comentando lo buen cocinera que era mientras
masticaba. Esto hizo que el ceño de su madre regresara, y que una línea
se plegara en su frente como queriendo puntualizar su opinión de otra
mujer alimentando a su hijo.
Cohen, por su parte, parecía no darse cuenta de que estas dos
mujeres en su vida no pensaban que había espacio para una tercera, y yo
no estaba dispuesta a señalárselo a él. Esa no era mi intención de todos
modos, ¿no? Así que me quedé callada durante la cena y observé la
manera sencilla con la que compartían bromas familiares.
Su busca personas sonó ruidosamente, sorprendiendo a Grace.
Siempre lo molestaba con lo alto que tiene su volumen. Él respondía que
no quería perder una llamada. Lo comprobó y frunció el ceño. Segundos
más tarde, sonó de nuevo.
Mierda. Incluso yo sabía que el doble pitido era una mala señal.
Se levantó de donde estaba sentado, lleno de la excitante energía que
le infundía cuando recibía una llamada, y se puso la chaqueta. —¿Vas a
estar bien? —Se inclinó y besó la cima de mi cabeza, el mismo trato que
antes le había dado a su madre y Grace. Y, por supuesto, no pasó
desapercibido para su madre.
Asentí débilmente. —Por supuesto. Ten cuidado. —Por primera vez
sentí una punzada de preocupación desenrollarse en mi vientre. Cohen se
ponía regularmente en peligro. No era algo en lo que quisiera hacer
hincapié, así que hice una oración en silencio, alejando la preocupación y
fijé una sonrisa en mi rostro. Me di cuenta de golpe que si se marchaba
significaba que yo iba a quedarme. Con su madre. Y la hermana. Y Boo
Boo. Señor, ayúdame.
99

Ayudé a su madre a limpiar la mesa y cargué el lavavajillas.


Trabajamos codo a codo en relativo silencio, pero sabía que había algo en
su cabeza, algo más además de la llamada de Cohen.
Página

Aferró la cazuela en sus manos, mirando pensativamente. Me


preparé para lo que podría decir. —Cohen es un joven especial.
—Estoy totalmente de acuerdo. —Le ofrecí una sonrisa, tratando de
demostrarle que nos encontrábamos en el mismo equipo, y a pesar de lo
que ella pensara, mi intención no era hacerle daño.
—Ha pasado por muchas cosas en su vida. No estoy segura de lo que
te ha dicho, pero Grace y yo dependemos de él, y... No puedo permitir que
nada de eso cambie.
De acuerdo. Básicamente me decía que me mantuviese alejada de su
hijo, y que él iba a seguir siendo un niño de mamá. —No estamos saliendo,
Denise. Sólo somos amigos. —Mantuve mi postura, mi voz nunca
vacilante.
Asintió, apretando los labios con fuerza. —Lo sé. Sólo puedo ver que
hay algo entre los dos. Ten cuidado con él, es importante para nosotros.
—Entiendo. —Asentí, tomando el plato de sus manos y relajándome
un poco.
Grace entró y tiró de mi camisa. —¿Puedes venir a jugar conmigo?
Cohen nunca juega a las Barbies.
Denise sonrió a su hija, sus ojos arrugándose en las esquinas, y me
di cuenta de que sus ojos eran exactamente del mismo tono de azul de los
de su hijo. —Ve. Yo me encargo de esto.
Me arrastré detrás de Grace, siguiéndola a través de la pequeña casa
hacia su dormitorio. Las paredes estaban pintadas de rosa de algodón de
azúcar, y una colcha del mismo rosa fuerte alegre gritaban: niña pequeña.
Pero la moqueta gastada y ventanas con corrientes de aire, daban señales
de una madre soltera que luchaba por llegar al fin del mes.
Los juguetes se hallaban esparcidos al azar por el suelo, después de
aparentemente haber sido disparados de un baúl de juguetes metido en un
rincón. Sin embargo ella parecía saber dónde estaba todo, y me llevó al
lugar donde guardaba sus Barbies. Me reuní con ella en la alfombra
debajo de la ventana y me entregó una muñeca que lucía desquiciada, que
había sufrido recientemente el desafortunado accidente de tener todo el
pelo cortado hasta el cuero cabelludo. No íbamos a jugar al salón de
bellezas Barbie, al parecer.
Vi una bolsa de plástico llena de ropa para muñecas y tiré de ella.
100

—Muy bien, Grace. ¿Qué tal si jugamos al centro comercial y


hacemos que Barbie se pruebe diferentes atuendos?
Grace asintió con entusiasmo y dejé la bolsa en el suelo con un
Página

suspiro, clasificando camisas, pantalones y vestidos en diferentes pilas. Si


bien estar con Grace era ciertamente menos estresante que salir con
Denise, todavía rezaba para que Cohen no demorara mucho en volver.
Un par de horas más tarde, un sudoroso y agotado Cohen regresó a
la casa de su madre a recogerme. El entusiasmo que había seguido a la
llamada se había evaporado, y había sido reemplazado por un sentimiento
sombrío de lo que acababa de ver y experimentar. Había aprendido a no
hacer preguntas, así que sabía que si quería compartir los detalles, lo
haría. Durante el fin de semana en la casa del lago, lo había escuchado
contarle algunas de las historias más difíciles a Aiden. Como la vez que un
coche se acercó al puente en el río Chicago, y Cohen, al ser un buceador
de rescate certificado, fue tras la mujer atrapada en el vehículo. Había
traído bebés al mundo, luchado contra incendios, y llegado a la escena de
accidentes fatales más veces de las que podía contar en los últimos años.
Le di un abrazo tranquilizador, y su expresión se suavizó un poco,
luego me fui a la cocina por mi cazuela. En presencia de Cohen, Denise no
era más que amable y familiar, su conducta anterior se había ido, pero no
olvidado.
Nos despedimos y nos fuimos, ya que era la hora de dormir de
Grace.
No dije nada acerca del intento de su madre de advertirme sobre la
situación de camino a casa. Afuera era oscuro y el zumbido de la carretera
mantuvo a Cohen perdido en sus pensamientos, con una leve sonrisa en
los labios.
Tenía todo lo que necesitaba en su madre y su hermana, bueno, casi
todo. Yo sabía que él esperaba que la chica adecuada entrara en su vida.
No creo que se diera cuenta de que las expectativas eran muy altas, que su
madre era agobiante y que parecía demasiado... perfecto.
De todos modos, sabía que la chica adecuada tendría suerte de
contar con él, y reconocía el hecho de que en un pequeño rincón sin usar
de mi corazón, mantenía la esperanza de que la muchacha podría ser yo.

Me dirigí a mi cuarto sola, necesitando un poco de espacio de Cohen


y la cena que había despertado sentimientos extraños sobre la familia y la
vida, cosa que no había sentido en mucho tiempo.
101

Miré a mí alrededor en lo que solía ser mi lugar favorito en mi


hermosa casa adosada, el asiento de la ventana de mi habitación que daba
al patio trasero. Ahora que sabía que la cama de Cohen se encontraba
exactamente encima de la mía, no podía verlo del mismo modo.
Página

Deslicé mis dedos a lo largo de la tela color champán que me había


mandado hacer para la funda del asiento, y la pila de libros de la mesa que
había dispuesto cuidadosamente allí. Mis dedos se deslizaron sobre los
lomos de los libros. Me importaban una mierda las Pastelerías de París, o
las razas de perro de Westminster, o los edificios del horizonte de Nueva
York, sólo creí que la pila de libros parecía interesante, intrigante. Pero en
cambio, al igual que mi vida, se había apagado, sin vida y sin sentido.
Me senté en el asiento y miré hacia la oscuridad. Los últimos años
de mi vida se agolpaban en mi cerebro, me di cuenta de que había tenido
miedo de graduarme de la universidad. Para comenzar realmente a vivir mi
vida. Me escondí en el refugio y la rutina de la vida estudiantil, como si
pudiera fingir que su muerte nunca ocurrió, sabiendo que nunca más
podría abrirme a ese tipo de dolor. Pero todo lo que había logrado hacer
fue impedirme seguir viviendo. No era ninguna maravilla que Ashlyn
creyera que Cohen y yo no éramos una buena pareja. Y es probable que no
lo fuéramos, cuando miras nuestros niveles emocionales, nuestra
madurez. Había hecho todo lo posible para impedirme experimentar algo
remotamente real. Cuando todo lo que logré hacer fue acumular una
colección de cosas sin valor, abriéndome camino a través de un sinnúmero
de hombres suficientes para llenar una pequeña libreta negra. Lo único
que sentía era vacío y hueco.
Me moví desde el asiento a mi cama y coloqué una almohada en mi
regazo. Cogí mi móvil y marqué el número de mi mamá, decidiendo que
había pasado mucho tiempo desde que habíamos hablado.
Ella se dio cuenta de que algo andaba mal, a pesar de que las únicas
palabras que había pronunciado eran—: Hola mamá.
—¿Qué te tiene toda enredada? ¿Cómo está la escuela?
—La escuela va bien, mamá. —Dejé escapar un lento suspiro—. Es
que... he estado pensando últimamente… en Paul.
—Oh, Eliza Jane, no hagas eso. El Dr. Carson te lo ha dicho. Nada
de eso ha sido tu culpa. Es tiempo de seguir adelante, cariño.
—Es Liz, mamá. Liz.
Resopló suavemente en el teléfono. —Ese no es tú nombre. Esa es la
versión fría y dura de ti que has intentado llegar a ser, cariño. Es hora de
volver a ser tú.
Más fácil decirlo que hacerlo. Me había dado esta misma charla en
numerosas ocasiones, y yo sabía que era mejor mantener la boca cerrada a
102

tratar de discutir con ella. —Hay alguien con él que he estado algo así
como saliendo, y su familia y las relaciones son muy importantes para él.
Sé que piensas que es hora, pero es como si no pudiera superar el
obstáculo de la pérdida de Paul de esa manera y, quiero decir, mira tu
Página

relación con papá. No es exactamente un respaldo ganador para el amor y


el matrimonio.
—Estoy feliz de que estés saliendo con alguien, cariño, pero déjalo en
tus manos para saltar cincuenta pasos por delante, en el matrimonio y los
bebés. Sólo tienes que tomar un día a la vez. Y en cuanto a tu padre y yo...
¿crees que lamento casarme con él? —Se echó a reír—. No Eliza, no lo
hago. Te tuve a ti y a tu hermano gracias a eso. Los primeros quince años
de matrimonio fueron la época más feliz de mi vida. No me arrepiento en
absoluto. Las cosas cambiaron con el tiempo entre tu padre y yo, y aunque
no le deseo a nadie ese tipo de situación, no cambiaría nada.
Me mordí el labio, pensando esta nueva información. Al oír a mi
madre, quien estuvo una vez tan amargada y hastiada de los hombres
después de su divorcio, darme cuenta que ella haría todo de nuevo, fue
impactante. No necesitaba un doctorado en psicología para saber que me
había estado escondiendo detrás del divorcio de mis padres y la posterior
caída como una excusa para evitar el compromiso en mi propia vida.
Era difícil darse cuenta, a pesar de que probablemente debería haber
tranquilizado mi mente.
—Parece un buen tipo. Apuesto a que a Paul le habría gustado. —
Podía oír la sonrisa en su voz.
Mi corazón latía dolorosamente en mi pecho, como para recordarme
que seguía allí. —Me tengo que ir, mamá. Gracias por el consejo.
Apagué el teléfono y lo arrojé sobre la cama.
Tal vez debería ser sincera con Cohen. Pero no, sabía que no podía
hacerlo. Una vez que se entere de la verdad acerca de mí, ya no me
querría. No sería capaz de cumplir con sus ridículamente altas
expectativas. No era perfecta. Ni siquiera cerca.
Si él realmente sentía algo por mí, tenía que demostrarlo. Puede ser
que sea engañoso ponerlo a prueba de esta manera a ver hasta dónde
estaba dispuesto a ir, pero necesitaba esto. Necesitaba que me mostrara
que yo valía la pena. Que predique con el ejemplo y me haga suya.
¿Cómo podría devolver sus sentimientos si tenía que arriesgar mi
corazón, cuando él no estaba dispuesto a arriesgar su cuerpo? Sólo había
una solución. Tenía que seducir a Cohen de una vez por todas, y después
vería dónde nos encontrábamos. Ahora que había tomado esta decisión, mi
vientre bailaba con los nervios. ¿Podría realmente seguir adelante con
esto? ¿Y todo lo que podría significar?
103

Tenía que hacerlo. Tenía que saber qué sentía Cohen realmente por
mí. Y cómo yo le respondería.
Página
15 Traducido por Anelynn
Corregido por NnancyC

A pesar de toda la loca reflexión corriendo a través de mi mente todo


el día, sabía lo que tenía que hacer. Era tiempo de ponerme mis bragas de
chica grande y encargarme. La plática con mi mamá anoche pesaba en mí.
Por cinco años había protegido mi corazón como si fuera mi maldito
trabajo, porque había visto de primera mano cuan fácilmente todo podría
ser arrancado de ti. Y aunque todavía no me sentía lista para llevarlo al
extremo, sabía que necesitaba sincerarme con Cohen más de lo que lo
había hecho hasta ahora.
Levanté el saco de papel marrón que sujetaba en mi cadera mientras
tocaba en su puerta.
Cohen se paró frente a mí, viéndose solemne en vaqueros raídos,
una camisa blanca y pies desnudos. —Hola, entra. —Jaló la puerta
abriéndola más—. ¿Estás de vuelta, Easey E? —Sus palabras estaban
llenas de profundo significado, y le di un asentimiento breve.
—Con un ofrecimiento de paz. —Extendí la bolsa, llena con envases
de comida china y un pack de seis de cervezas importadas que sabía que
era su favorita.
Sonrió, una gran y genuina sonrisa que mostraba sus dientes
perfectamente derechos, blancos y me golpeó una fuerza completa de lo
guapo que era este hombre. —Gracias a Dios. Estoy cansado de dormir
con ese maldito perro. Y contigo de vuelta, no me siento mal por echarlo de
104

mi cama.
Me reí y crucé el umbral a su apartamento. —No te adelantes, no
dije que me fuera a quedar esta noche. —Pero sabía que lo haría. Había
extrañado a Cohen con fiereza. Me ocupé en la cocina, llenando dos platos
Página

con comida china cuando salió detrás de mí y envolvió los brazos alrededor
de mi cintura, encerrándome contra la encimera. Sentí su cálido aliento
haciéndome cosquillas detrás de mi cuello.
—No me provoques, Eliza. Vienes aquí, cargando comida y cerveza y
ofreciéndote a mí… no esperes que no tome lo que estás ofreciendo.
¿Qué ofrecía? ¿Realmente había pensado bien esto? ¿Qué pensaba
Cohen de que esté aquí, exactamente? Frotó su nariz a lo largo de la parte
posterior de mi cuello, inhalando mi esencia. —No entiendes el efecto que
tienes en mí —susurró.
Tragué y me giré en sus brazos así lo enfrentaba, y levanté la vista
para encontrar sus ojos. Sin mis tacones me sentí miniatura contra él,
apenas llegando a su barbilla. Bajó su boca a la mía, pero no me besó
inmediatamente como esperaba.
—¿Por qué estás aquí? ¿Qué quieres? —susurró contra mis labios.
—Todo —solté sin pensar.
Su boca reclamó la mía con un beso apasionado, sus labios
moviéndose contra los míos mientras su lengua se arrastraba adentro.
Ansiosamente emparejé su beso, moviendo mi lengua en círculos con la
suya en un baile que fue todo excepto delicado. Me succionó el labio
inferior y mordió la carne suave. El ardor del dolor fue inesperado y
caliente, y dejé salir un suave lloriqueo.
Retrocedió y encontró mis ojos. —¿Es eso lo que necesitas? ¿Qué
tome el control? ¿Necesitas que sea rudo? —Respiró, su voz profunda y
áspera. Sus grandes manos enmarcaron mi cara y sin mucha delicadeza
forzó mi barbilla a subir, agarrando mi mandíbula y cuello—. ¿Es eso lo
que necesito hacer para conseguir llegar a ti?
Rechiné una respuesta mientras tejía sus manos debajo de mi
cabello y cuidadosamente lo jaló, así que mi cabeza se inclinó hacia atrás y
pudo tomar mi boca otra vez.
Me gustaba este lado de Cohen, este fuerte hombre que sabía que se
encontraba ahí todo el tiempo. Me gustaba no tener que pensar por un
cambio, y mi cerebro disfrutó en el vacío que seguía. Le di la vuelta a todo
ese pensamiento racional y de lógica al momento y sólo sentí. A Cohen. Y
todo lo que tenía para ofrecerme.
Me recliné hacia él, hambrienta por más contacto y amando la
sensación de la longitud de su firme cuerpo presionado contra mí. Sólo
había una manera de probar cómo realmente se sentía por mí —y, supuse,
105

también cómo me sentía sobre él. No sabía por qué me había tomado tanto
tiempo darme cuenta cual era la solución a toda esta obsesión, Cohen. No
estaría fuera de mi sistema hasta que durmiéramos juntos.
Nuevo plan.
Página

Necesitaba enfrentar mis miedos y hacerlo enfrentar los suyos. ¿Él


estaba dispuesto a hacerme suya? Y quizás más importante, ¿yo estaba
dispuesta a hacerlo mío?
Sus manos comenzaron a buscar a tientas el dobladillo de mi
camisa, y levanté los brazos para permitirle levantarla sobre mi cabeza. Me
paré frente a él en topless, ya que me había quitado el sostén para dormir.
Enderecé mis hombros, empujando hacia afuera mis pechos para su
inspección.
Era obvio cuanto disfrutaba mis tetas. Sus manos y boca
comenzaron a acariciarlas, tocar, besar y mordisquear casi como si
estuviera en piloto automático, arrastrado por algún poderoso dispositivo
de seguimiento guiándolo a su objetivo.
Amaba cuán minuciosamente adoraba mi cuerpo. Se echó un festín
de mi carne hasta que estaba sonrojada y cálida. Jalé suavemente de su
cabello para hacerlo retroceder y besarme. Su lengua salvajemente invadió
mi boca, acariciando la mía mientras sus caderas cuidadosamente se
balanceaban hacia adelante, chocando levemente su tensa erección contra
mi vientre. Mis caderas automáticamente se flexionaron hacia las suyas,
buscando, queriendo.
Me dejé caer en mis rodillas, necesitando probarlo. Mientras me
instalaba en el piso entre sus pies, sus manos ya colocadas en su pretina,
trabajando para liberarse de sus vaqueros. Levanté la vista hacia él y
sostuve su mirada mientras me ofrecía una probada. Permanecí quieta,
con la boca abierta, las manos en sus muslos mientras él sujetaba su vara
y comenzó a trabajar entrando y saliendo de mi boca, observando cuando
giré mi lengua por la cabeza hinchada.
—Joder, nena. —Me agarró el cabello, empujándose más lejos en mi
boca—. Justo así.
Con entusiasmo lo tomé más profundo, abriendo tan amplio como
podía aceptarlo. Balanceé su longitud, dándome un festín ávidamente con
cada grueso centímetro de su cualidad masculina, incapaz de evitar los
húmedos sonidos que mi boca hacían contra su carne o los pequeños
gemidos de deseo cuando chocaba con la parte posterior de mi garganta.
Un segundo después, puso sus manos debajo de mis brazos y me
arrastró con rudeza a mis pies. —En mi cama. Ahora. —Sus dedos en la
base de mi columna me dieron un empujoncito hacia adelante, hacia su
cama.
106

Me sentía simplemente muy feliz para acceder, estando locamente


cachonda y tan curiosa sobre exactamente cuán lejos iba a dejar ir esto.
Cuando entré en su habitación mantuvo las luces apagadas, y me
Página

giró para enfrentarlo. Se agachó y probó mi pecho izquierdo, y entonces el


derecho, mordisqueando mi piel antes de que se levantara. Me desabotonó
los vaqueros. —Quítate estos —ordenó—. Las bragas también.
Tenía que saber lo que pedía. La última vez que estuvimos juntos
dejé claro que mi ropa interior necesitaba quedarse puesta, de otra manera
no había promesas de mantenerme alejada de su polla.
Me quité los vaqueros, y luego lentamente, cuidadosamente deslicé
mis bragas abajo por mis piernas. No escapó de mi atención que usaba
bragas blancas de algodón, había bromeado con Ashlyn que era mi par
más virginal.
Los ojos de Cohen se movieron a lo largo de mis piernas,
observándome soltar las bragas a mis tobillos y lanzarlas con mi dedo del
pie. Tragó, y en la sombría habitación, pude ver su manzana de Adán
subir y bajar en su garganta.
Mariposas —no, más que una parvada de pájaros, grandes pájaros,
como pavos reales, o avestruces— se amotinaban en mi vientre. No había
estado así de nerviosa cuando había perdido mi propia virginidad. No
estaba segura que eso era lo que íbamos a hacer, hasta que noté que el
aire en la habitación se sentía diferente y la mirada de Cohen más
necesitada, y sabía que el sexo estaba en el menú.
—Ven aquí. —Extendió la mano y la tomé, dejándolo guiarme a la
cama.
Colisionamos juntos en el centro del colchón, un enredo de brazos y
piernas mientras nos besábamos con rudeza por varios minutos. No
estaba segura si debería tomar los asuntos en mis propias manos, como la
más experimentada, o permitirle a Cohen dirigir así podría estar segura
que esto era lo que él quería. Escogí lo segundo.
Después de varios minutos, se movió y me arrastró con él. —No
tengo ningún condón. —Respiró contra mi cuello.
¡Mierda! ¿Realmente íbamos a hacer esto? —Creo que tengo uno en
mi bolso —me oí decir.
—¿Dónde está?
—En mi apartamento. —Sonreí, culpablemente. Seguramente esto
sería el respiro que necesitábamos para calmar la situación, para que él
vuelva a estar bajo control.
107

Cohen se paró y se puso unos pantalones cortos de chándal del piso,


y solté una risita ante la vista de él.
—¿Qué? —Bajó la vista, y se rió entre dientes de sí mismo. Su
erección causaba que los pantalones hicieran una carpa en el frente,
Página

haciendo extremadamente obvio que llevaba algo de madera importante—.


Está oscuro. Nadie verá nada —aseguró.
—Sí, pero si lo hacen, llamarán a la policía.
Se echó a reír nuevamente, y dejó la habitación.
—Mi bolso está en la isla —grité a su trasero retirándose.
Todo el tiempo que se fue, mi mente alternaba entre el pánico y la
euforia, y mi corazón se azotaba contra mi pecho por la ráfaga de emoción.
Regresó un minuto después con todo mi bolso, el grande bulto
todavía sobresaliendo de la parte delantera de sus pantalones. Los dejó
caer en sus tobillos y se me unió en la cama otra vez.
Saqué el condón y puse mi bolso en el piso. El empaque de plástico
crujió en mis manos, el ruido astillando el silencio de la habitación.
Verifiqué la expresión de Cohen por dudas, por alguna señal de que no
quisiera esto y no encontré ninguna.
—¿Sí? —De alguna manera, el acuerdo verbal parecía también estar
en orden. Una decisión como esta no se suponía que sea tomada a la
ligera.
—Sí. ―La voz de Cohen era baja, pero fuerte.
Rasgué abriendo el empaque, entonces me incliné hacia él y coloqué
el condón en su vientre. Lo desenrolló en sí mismo mientras nos
besábamos. Parecía estar tomando un montón de tiempo excesivo, pero no
quería avergonzarlo preguntando si sabía lo que hacía.
Una vez que sus manos se levantaron y acunaron mi mandíbula,
supe que se lo puso y que no había nada que nos detuviera. Mis latidos
aumentaron a un nivel incómodo, pero todavía quería ver cuál sería su
siguiente movimiento.
Lo oí gemir, y abrí los ojos. Se veía incómodo y su erección se había
suavizado ligeramente. —Joder, esta cosa está ajustada. —Contuve una
risa, porque claro que se suponía esté apretada, pero cuando bajé la
mirada y vi que de verdad parecía estar cortando su circulación y sólo
cubría la mitad de su longitud, mi carcajada murió en mis labios.
—Cohen, no lo necesitamos. —Me he hecho estudios recientemente y
hasta este punto siempre había usado condones, a pesar de tomar la
píldora.
Jaló la goma para liberarla con un chasquido y lo lanzó al piso al
lado de la cama.
108

Si fuera cualquier otro chico, pensaría que era un plan para ir libre
de condón, pero no Cohen, podía decir que verdaderamente lo había
sorprendido cuán incómodo había sido el ofensivo pedazo de látex.
—¿Mejor? —susurré.
Página

Asintió ligeramente. —Mucho. —Agarró mis antebrazos y me


arrastró a su regazo—. Ahora ven aquí.
Comenzamos a besarnos otra vez mientras me movía contra sus
caderas. Esta vez cuando su vara se deslizó en mis húmedos pliegues, no
había ninguna barrera entre nosotros.
Esperé a que me detuviera, o dijera algo —cualquier cosa. Pero
permaneció en silencio a un lado de su brusca respiración y el gemido
ocasional. Cuando sentí que comenzaba a deslizarse dentro de mí, no supe
cual de nosotros se sorprendió más, pero no había duda que se sentía
correcto. Se sintió mejor que correcto, fue perfecto. Se hundió en mí
lentamente, centímetro a centímetro, hasta que se enterró completamente
en mi calor. Dejó salir un gemido y una sarta de incoherentes maldiciones.
Este hermoso hombre me daba algo precioso para él, reclamándome
como suya con cada embestida de sus caderas, con cada aliento y beso
que compartíamos. El pensamiento me mareaba y aturdía, y hacía que mis
extremidades temblaran, y entonces Cohen embistió dentro de mí y alejó
todo pensamiento coherente.
Había pensado al principio que tenerme encima significaba que
tendría todo el trabajo, pero Cohen sujetaba mis caderas firmemente en el
lugar mientras empujaba hacia arriba, meciendo sus caderas contra mí a
un ritmo constante. Coloqué mis manos en su pecho y observé su
expresión y sus fríos ojos azules se volvieron oscuros con deseo.
Me sentía tan expuesta así, no es que la posición fuera nueva o algo,
pero con Cohen, se sentía como algo más. Él observaba mis movimientos
—y no sólo como se balanceaba mi pecho— sino que también miraba
profundamente en mis ojos, observando cada expresión mía. Agarré
firmemente sus perfectamente formados pectorales mientras continuaba
entrando dentro de mí, sus rasgos en llamas con deseo y pasión.
No tenía idea cuánto duraría, ya que no había tenido sexo con un
virgen desde que era una adolescente —y de la experiencia recordé
exactamente dos cosas: el intenso dolor, como que me penetraba con un
cuchillo y que Tyler Simonson había durado exactamente cuarenta y
nueve segundos —los había contado. Pero Cohen me sorprendía
bombeando dentro de mí a un ritmo constante por mucho más tiempo de
lo que esperé. Y cuando me arrastró fuera de su regazo repentinamente,
pensé que tal vez se iba a correr, pero en su lugar se posicionó sobre mí,
me abrió los muslos con ambas manos, presionando dentro de mí y admiré
el lugar donde nuestros cuerpos se unían.
109

Sus embestidas se volvieron más fuertes, y me mordí el labio para no


gritar. Su respiración se volvió irregular y errática mientras luchaba por
mantener el control. —Oh joder, joder, nena —gimió—. Te sientes
increíble.
Página

Me encantaba que Cohen no se contuviera conmigo. Agarré sus


antebrazos, los cuales todavía sujetaban mis muslos extendidos. Pude
sentir sus músculos tensarse de tratar de no correrse tan pronto. —Cohen
—gemí tan pronto como mi orgasmo se construía.
Sus ojos parpadearon hacia los míos, una sonrisa lenta y sexy
curvando su boca. —Dime que hacer… qué te gusta… —me susurró contra
los labios, besándome suavemente.
—Fóllame más fuerte. —Exhalé. Ya estaba tan cerca.
Gruñó y sus embestidas crecieron con más fiereza, entradas más
cortas que golpeteaban dentro de mí y sacudían la cama.
Lloriqueé. Mis manos se deslizaron desde su espalda a su culo, y lo
agarré más fuerte hacia mí. —No te detengas. Justo así.
Sus dedos se apretaron en mis muslos, mordiendo en la tierna carne
mientras entraba en mí.
Arqueé la espalda y grité su nombre mientras un poderoso orgasmo
rasgaba a través de mí. Cohen disminuyó sus movimientos, de alguna
forma sabiendo exactamente lo que necesitaba. Observaba mientras una
perezosa sonrisa cruzaba mis labios. Pude sentir mis paredes internas
pulsando alrededor de él con las secuelas de mi orgasmo.
El reconocimiento cambió su expresión, y pude decir que también
sentía los suaves apretones.
—Joder, Eliza.
Lo jalé hacia abajo encima de mí y lo besé apasionadamente
mientras su respiración se aceleraba. Sus besos eran desarticulados y
vacilantes, como si estuviera luchando por concentrarse en todo al mismo
tiempo. No fue irritante y ruidoso como algunos de los hombres con los
que había estado. Mordió su labio para evitar gemir, pero eso no detuvo los
jadeos de aire caliente llegando contra mi cuello mientras luchaba por
mantener el control. Era malditamente caliente.
Siguió con sus embestidas constantes mientras yo envolvía los
brazos alrededor de él y lo sujetaba hacia mí. —Voy a correrme, nena —
susurró.
—Dentro de mí —murmuré.
Su cuerpo se sacudió con su liberación, y lo sujeté más fuerte,
aferrándolo a mi pecho mientras un lento gemido escapaba de su
garganta.
110

Enterró la cara en mi cuello mientras sentía su cálido semen


fluyendo dentro de mí.
Exhalé silenciosamente, satisfecha y contenta y todavía aterrorizada,
y supe que nada sería lo mismo otra vez.
Página
16 Traducido por Lalu♥
Corregido por Amy Ivashkov

La segunda vez que tuvimos relaciones sexuales esa noche, la


experiencia fue más lenta y controlada. Observé una marcada diferencia.
Hicimos el amor. Cohen se aseguró de que cada parte de mi cuerpo estaba
dolorido y listo para él antes de hacer algo. Se movía lentamente por
encima de mí, tenía sus ojos fijos en los míos mientras yo agarraba sus
bíceps. Susurró mi nombre en voz baja al lado de mi oído, como para
demostrarme lo que esto significaba para él. Estaba claro que nuestra
primera vez fue para mí —más dura, más intensa— y esta segunda vez era
para él, tierna, cuidadosa, saboreada.
No había necesidad de decir algo, era obvio lo que me decía. En cada
caricia, cada beso, sabía exactamente lo que él sentía, pero la plena
realidad me golpeó cuando terminamos, porque me tomó en sus brazos y
me abrazó con fuerza. Eso me asustó más que su disposición a darme su
virginidad.
Después, Cohen sugirió que tomáramos una ducha juntos. Sería
también su primera vez en ducharse con una mujer, pero necesitaba un
poco de espacio por la intensidad del momento.
Me permitió ducharme primero, me tomé mi tiempo bajo el chorro de
agua tibia, frotando enérgicamente todo rastro de su loción de afeitar de
mi piel. Una vez que estaba completamente rosa, salí de la ducha para
encontrar un conjunto de pijama para mí en la cama, una camiseta blanca
111

grande y un bóxer negro.


Cuando entré en la sala, él se encontraba en el sofá con Bob
durmiendo y yaciendo a sus pies. Pasé por encima de Bob y me senté a su
lado.
Página

—Mmm. Cerveza caliente y comida china fría, mi favorito —bromeó,


colocando un plato delante de mí, y diversas cajas de cartón sobre la mesa
de café.
Me eché a reír, feliz de ver que a pesar de haber hecho algo tan
importante, seguía estando igual, Cohen y yo. Me había olvidado por
completo de lo que había traído y dejado al lado en el mostrador mientras
estábamos ocupados en el dormitorio.
Pinchó un trozo de pollo al sésamo, optando por un tenedor en vez
de los palillos y tomó un bocado. A pesar de estar a la temperatura
ambiente, la comida era increíble. Puse el plato sobre mis rodillas y
reflexioné sobre lo agradecida que me sentía por tener a Cohen, por esto.
No sabía lo que el futuro pueda deparar, y no estaba tan lista para ir allí,
pero me sentí bien de estar aquí con él, vestida con su ropa, disfrutando
de una agradable velada juntos.
Cohen abrió la botella de cerveza y la puso delante de mí. —Para ti,
preciosa.
—Gracias, sexy.
Sonrió y me miró. —¿Cómo estuvo todo para ti ...? —Su cabeza se
inclinó hacia la puerta de su dormitorio, yo sabía que preguntaba acerca
de su desempeño.
—¿Es una broma verdad? Si gritar tu nombre y tener dos orgasmos
no te dieron una pista, te puedo asegurar entonces que lo hiciste muy
bien, cariño. —Le acaricié la cima de la cabeza.
Se rió y tomó un trago de su propia cerveza. —¿Qué diablos eran
esos, por cierto? ¿Micro-mini condones? —bromeó.
Rodé los ojos, sabiendo que quería oírme decir que era
excepcionalmente grande. —Era un condón de tamaño normal, Cohen. —
Hice una nota mental de que iba a necesitar los condones de gran tamaño
para la próxima vez. O mejor que no iba a necesitar nada.
—Hmm. —Cuidadosamente puso un dedo en mis labios.
Él lo tenía más grande que lo normal, pero por supuesto que no le
diría eso. Era evidente que se sentía demasiado presumido por el
momento, y me encantaba la chispa en sus ojos azules.
Continuamos comiendo la comida china, compartiendo pedacitos de
cada plato directamente de las cajas de cartón durante varios minutos y
comimos en un cómodo silencio.
112

—Entonces, ¿qué es lo que quieres hacer cuando te gradúes el


próximo año? —preguntó.
Tragué el bocado de rollo de huevo, preguntándome si su pregunta
era tan inocente como parecía, o si estaba mezclada con la especulación
Página

sobre el futuro —nuestro futuro— como me había temido desde el


principio. No estaba dispuesta a confesarme con él por el momento. Daba
pasos de bebé. —Um, no lo sé. Espero poder dar clases en una universidad
y continuar con mi investigación. ¿Qué hay de ti?
—Sin duda alojarme en Chicago cerca de mi madre y mi hermana,
conseguir un trabajo bien pagado y con suerte quedarme con la chica
adecuada. Bob también va conmigo, claro. —Frotó la espalda del perro—.
Y finalmente, una familia, también.
Mi corazón dio un salto ante la mención de una familia y más o
menos me tragué un bocado de comida que de alguna manera se había
transformado en una masa sin sabor en mi boca.
Sin decir palabra, me retiré a la cama un poco más tarde. Dormí
profundamente clavada en las sábanas que olían a Cohen y a nuestras
aventuras sexuales sudorosas.
113
Página
17 Traducido por NnancyC
Corregido por Vanessa VR

Mi plan resultó contraproducente. No estaba segura si había estado


intentando retarlo, o sólo jugar un juego cruel de quien es el más cobarde
con el corazón, pero Cohen no se había echado para atrás. Él había
levantado las apuestas —considerablemente— entregándose a mí, con su
corazón en una bandeja.
Solté un suspiro de frustración y me restregué las manos por el
rostro, haciéndome un ovillo patético en mi sofá. Debería haberme dado
cuenta de la importancia. Debería haberlo detenido. Pero por supuesto, en
ese momento, no podría haberlo detenido incluso si hubiera querido. Mi
cerebro no había estado funcionando claramente, y las respuestas que
provocó de mi cuerpo incluso me dejaron atónita. Nunca tuve orgasmos
múltiples. Jamás. Ni una vez. Pero dejé al dulce e inexperto Cohen extraer
cada gramo de placer que podía de mi cuerpo. Comenzaba a convencerme
que esto era alguna clase de conspiración. Usó mi propio cuerpo contra
mí.
En los últimos años me había reconstruido a mí misma desde cero,
sin detenerme, hasta que un cambio de personalidad completo estuvo
finalizado. Y de alguna forma, la otra noche que había pasado con Cohen
había destruido algo de mi trabajo. Mientras que Eliza había preferido té, a
Liz le sentaba bien un buen café. Eliza siempre usaba tacones bajos, Liz
compró una selección de tacones asesinos y aprendió a caminar en ellos
sin tropezar… mucho. Eliza era enamoradiza y devota, Liz vivía para
114

divertirse, sin ataduras y manteniendo las cosas casuales.


Había estado actuando como esta otra persona por tanto tiempo,
que apenas recordaba a la chica de ciudad pequeña que había sido. Y
Ashlyn ciertamente nunca la había conocido. Pero de alguna forma Cohen
Página

sintió que ella seguía dentro de mí, incluso insistiendo en llamarme Eliza,
lo que era raro.
Escuché el timbre y mi estómago cayó. Ahí no ocultaba mi rostro
manchado con lágrimas y mis ojos rojos, hinchados. Mierda. Abrí la puerta
y encontré la mirada preocupada de Ashlyn.
—Lizzie —chilló, empujándome al pasar—. ¿Qué pasa? Te perdiste
nuestra cita de café. —Levantó el gran café americano frío que sostenía
para mí.
—Gracias —murmuré, sin muchas ganas. Por una vez ni siquiera el
café sonaba bien.
Le hice un gesto con la mano para que me siguiera dentro y a la sala
de estar, donde colapsé en el sofá. Mi casa era un desastre. Aunque no era
nada comparada con la loca versión de tareas domésticas de Ashlyn, para
mí, era una rareza… pañuelos de papel usados tirados en la mesa de café,
tazas de té puestas sin tocar, muchas pilas de cartas y un par de revistas
dispersas en el piso. Vi a Cohen afuera trotando con Bob, agarré mi correo
y rápidamente regresé a la casa, yendo a trompicones y dejando caer los
artículos a mis pies. Mi corazón había alternado entre latir en mi pecho y
apretarse en dolor, especialmente cuando él no me había seguido.
No es que realmente hubiera estado esperándolo, supongo. Eso fue
hace dos días, y todavía no sabía que decirle.
Después de esa noche maravillosa con él, me había ido a la mañana
siguiente mientras todavía dormía y no había devuelto sus llamadas en los
días que siguieron. Sabía que era una mierda de mi parte, pero necesitaba
ordenar mi cabeza. Sentía como si todo estuviera colapsando a mí
alrededor, y en caso de que le contara mi verdad, no sabía si podía
manejar su rechazo.
—¿Qué está mal? ¿Problemas de chicos? —preguntó Ashlyn,
instalándose en un enorme sillón.
—Algo así —murmuré y curvé mi pie en el asiento debajo de mí.
—¿Todavía estás viendo a Stu? —Su rostro era una máscara de
preocupación. Arrugadas líneas grabadas en su frente mientras se
inclinaba adelante y me estudiaba.
—Dios, no. Terminé con él hace un tiempo. —Asqueroso. No podía
creer que pensara que estaría tan disgustada por Stu. Ni siquiera había
115

pensado en él en semanas.
Se movió para sentarse a mi lado en el sofá y frotó mi espalda, de
forma relajante. —Entonces ¿qué es, cariño? No es típico que estés tan
disgustada.
Página

Aclaré mi garganta, y me sequé las mejillas con las mangas. —Es


Cohen. Tuvimos sexo. —Dos veces.
La respiración de Ashlyn dejó su pecho en una ráfaga. —Oh, mierda.
¿Y? ¿Fue horrible? ¿Incómodo?
—Oh Dios, no. Nada como eso. Fue mejor de lo que podía haber
imaginado. —Había mantenido mis expectativas bajas, nunca imaginando
que Cohen sería tan naturalmente dotado como lo era.
Elevó una ceja, impresionada. —Así que ¿ahora están juntos?
Ese era el problema. No sabía cómo enfrentar a Cohen, como decir lo
que tenía que decir. —Hay algo que nunca te he dicho.
—¿Qué es, Liz? Sabes que puedes decirme cualquier cosa.
Asentí lentamente, en tono sombrío y murmuré que ya regresaría.
No necesitaba decirle tanto como necesitaba mostrarle. Solamente esto
explicaría por qué mis sentimientos por Cohen me asustaban.
Fui a mi dormitorio y regresé cargando una ornamentada caja de
plata con la palabra Amor. Me di cuenta por primera vez que mantener mi
amor en un estuche era más que sólo una metáfora. Puse la caja en su
regazo y luego me senté a su lado.
—¿Qué es esto?
—Ábrela.
Ashlyn levantó la tapa y miró con aire de duda burlona al forro de
terciopelo. Levantó el simple anillo de oro y lo sostuvo arriba contra la luz.
—Es hermoso, pero no entiendo.
Inhalé una respiración temblorosa en mis pulmones, tratando de
contener la emoción que pensé había enterrado completamente. —Estuve
comprometida una vez.
El silencio atónito de Ashlyn era porque la traicioné, sus
sentimientos heridos porque le había ocultado esto.
Había querido decirle antes, todas las veces que se reía de cuán
descuidada era, o burlado sobre ser una fóbica al compromiso. Había
estado en mi mente incontables veces, sólo que nunca supe muy bien que
decir. Y por supuesto había estado en mi mente la noche que hundió su
anillo de diamantes grande y brillante en mi rostro.
—Tenía veinte. —Sonreí ligeramente ante el recuerdo—. Era una
estudiante de segundo año en la universidad y créeme, nunca había tenido
la intención de comprometerme tan joven. Pero entonces, nunca llegaste a
116

conocer a Paul.
Me miró, con una expresión de preocupación.
—Era perfecto, Ash. Más que perfecto. Era dos años mayor que yo.
Página

Lo conocí cuando tenía diecisiete, era un ayudante de camarero en el club


de mis padres, y definitivamente no lo suficiente bueno para salir con su
hija, según su opinión. Pero al final los convenció. Era dulce, amable y de
buenos modales. Ayudaba a mi mamá a lavar los platos después de la
cena y podía hablar sobre deportes con mi papá. Fue mi primer… mi todo.
Aclaré mi garganta, notando que había llegado a perderme un
poquito en mi propia historia. Todavía podía ver la sonrisa torcida de Paul
la primera vez que me mostró la E cursiva que se había tatuado sobre su
corazón. Paul era la razón por la que comencé a ser Liz. Pero eso fue
después, claro. Después.
—Él conducía desde Des Moines, yendo a visitarme a la universidad
el fin de semana.
Ashlyn acomodó el anillo de vuelta en la caja y me alcanzó,
colocando su mano en mi rodilla. —¿Liz?
—Está bien. —Junté mis manos sobre mi regazo, abrazándome a mí
misma para contar la parte que seguía—. Se durmió al volante y chocó
directo con un camión. Murió al instante. —Por mí. Por amor, agregué en
mi cabeza. Ashlyn intentaría disuadirme de esa idea porque eso era lo que
se suponía que hace. Pero yo sabía. Justo como sabía en mi corazón que
estaba enamorándome de Cohen y no se suponía que lo haga. Estaba
fuera de los límites por muchísimas razones, debería haber sido ilegal.
No le conté sobre los seis meses después de su muerte cuando
apenas podía funcionar, o los dos años después que viví como un zombi,
dependiente de antidepresivos sólo para llegar a pasar cada día. Mi
mudanza a Chicago fue mi oportunidad para volver a empezar. Me convertí
en Liz… la chica inquebrantable, fiestera extraordinaria, solamente
buscando un buen momento y una ocasional aventura.
No había forma que pudiera vivir en Iowa después que Paul murió.
Los rastros de él se hallaban por todo el pequeño pueblo donde crecí.
Tener que pasar por el club de mis padres donde nos habíamos conocido,
los restaurantes en los que habíamos comido, u otros lugares familiares
diariamente habría sido demasiado. Había dejado un semestre de la
universidad después de su muerte y luego de eso me transferí a Chicago.
Me encantaba vivir en Chicago ahora. El ajetreo y bullicio, la paz de
todo esto, el tráfico y la diversidad étnica aseguraba que raramente
recordara mi crianza en la pequeña ciudad de Iowa.
—¿Por qué nunca me dijiste, Liz? —La voz preocupada de Ashlyn me
sacó de mis pensamientos.
117

—No me gusta hablar sobre ello, por razones obvias.


Asintió y palmeó mi rodilla de nuevo. —Nunca me juzgaste por estar
con Aiden. —Entrecerró los ojos—. Bueno, quizá sólo un poco, pero eso es
solamente porque eres una buena amiga, y esa era una especie de locura
Página

de mi parte. Pero mi punto es que también has estado allí para mí.
Siempre me apoyaste, e incluso si no quise escuchar lo que tenías que
decir… me lo dijiste. Porque eso es lo que hacen las amigas.
Este pequeño discurso era tan distinto a Ashlyn, no podía evitar
inclinarme hacia ella, estudiarla como un experimento científico.
—Tienes sentimientos por Cohen —continuó—. Sentimientos reales.
Y sé que no quieres, pero necesitas permitirte llorar apropiadamente la
muerte de Paul y superarlo, sabiendo que él querría que seas feliz. Si era
tan genial como dices, probablemente incluso le gustaría que terminaras
con un chico como Cohen.
La comprensión golpeó en mi pecho. Tenía razón. ¿Cómo no vi eso
antes? Vino a mí con una ráfaga de imponente claridad. Paul odiaría lo
que había estado haciendo. Demasiado vino y demasiada actitud. Sexo
ocasional. Chicos anónimos en aras de olvidar. Me dio vergüenza cuando
pensé sobre mi romance con Stu.
Mierda. Ashlyn tenía razón. Lástima que no iba a ser así de simple.
—Ve a verlo, cariño. Habla con él, déjalo entrar.
—Sin embargo, hay algo más. —Bajé la mirada, jugueteando
nerviosamente con el almohadón que está en mi regazo.
Tomé la caja de sus manos y levanté el forro de terciopelo del fondo.
No había abierto esta caja en muchos años, pero todavía mis dedos
conocían la esquina exacta que elevar para quitar con cuidado la tela.
Liberé la fotografía colocada en el fondo de la caja y se la di a Ashlyn.
La estudió con la frente arrugada antes de hablar. —Esta es una foto
de ultrasonido. —Su mano voló a su boca—. Oh, Liz. —Arrojó sus brazos
alrededor mío, apretándome más, dejándome llorar suavemente en su
cabello.
—Tenía dieciséis semanas cuando perdí a Paul, y luego una semana
después, también perdí al bebé. —Tragué el nudo en mi garganta, luego
tomé la foto y la regresé a la caja, metiéndola a salvo bajo la tela de
terciopelo—. Él esperaba una niñita, quería que luciera exactamente como
yo. —El recuerdo trajo una sonrisa pequeña a mis labios. No podía creer
que pasaron cinco años desde que estuve embarazada. Todavía podía
recordar la forma exacta en que me sentí… aterrorizada y luego
contentísima, todo en un abrir y cerrar de ojos. Recordé los ojos de Paul
empañándose cuando le conté la noticia, y me estrelló a su cuerpo en un
abrazo antes de alejarme rápidamente para asegurarse de que no me
118

apretó demasiado fuerte y lastimó al bebé. Evoqué el dolor en mis pechos,


las náuseas que duraban todo el día, y mis antojos por comidas altas en
proteínas como bistec que antes nunca me habían gustado.
—¿Liz? —interrumpió Ashlyn mi paseo privado por el carril de los
Página

recuerdos. Había sido arrastrada otra vez, pero sabía que necesitaba
terminar la historia.
—Tuve que someterme a una operación… y descubrieron… —Me
detuve y tomé una profunda respiración, mi voz volviéndose temblorosa—.
Mi cuerpo no podía manejar la conmoción de perder a Paul. Así que no
solamente lo perdí a él, y luego al bebé, sino que también perdí mi
capacidad para tener otro bebé.
—Oh cariño. —Acarició hacia atrás el cabello de mi rostro
afectuosamente.
—Eso es el por qué no perdí mi tiempo con chicos buenos quienes
querrían más. No tengo el valor para dárselo a alguien otra vez, figurativa y
literalmente.
—Shh. —Me hizo callar, rozando sus dedos por mi cabello.
—Cohen querrá una familia algún día. Y una esposa con un útero en
funcionamiento. —Me mordí el labio—. Pensé que ir por los chicos más
jóvenes, los universitarios, era seguro. Normalmente no están pensando
sobre esa clase de cosas. Pero me dejé atraer por el hombre más perfecto
del mundo y resultó ser muy responsable y concentrado en su futuro, el
Sr. Correcto. —Rodé mis ojos, intentando alivianar la situación.
Ashlyn se quedó callada, su expresión reflexiva.
Llevé la caja de vuelta al dormitorio y en lugar de ocultarla en mi
guardarropa, donde habitualmente la mantenía, la puse en mi mesita de
noche. Palmeé la cima antes de regresar con Ashlyn. Me alegraba
habérselo contado, incluso si había sido difícil hablar. Agarré algunos
pañuelos y regresé a la sala de estar.
Ashlyn seguía en el sofá, sus piernas metidas bajo ella, y su rostro
serio. —Sé que sientes algo por él. Y Cohen nos ha sorprendido a ambas
en cada momento. Tal vez te sorprenderá de nuevo. Sé que siente mucho
por ti. Dale una oportunidad, Liz.
Después de un profundo suspiro, asentí en consentimiento. Lo sentí
como un peso que había sido levantado de mi pecho, haber expuesto este
oscuro secreto sobre mí misma.
—Comienza por limpiar, cariño. Puedes hacer esto. —Besó mi frente
y luego se fue.
Comencé a limpiar la casa. Ordené el correo, recogí los platos y la
basura, quité el polvo de la sala de estar, pasé la aspiradora y lavé los dos
119

baños. Después de desahogar algo de mi energía nerviosa, tomé una


ducha larga, tranquila.
Até sin apretar mi albornoz de seda alrededor de mí mientras sequé
mi cabello, y luego tomé mi tiempo aplicando maquillaje.
Página

Tenía que esperar que Cohen no solamente aceptara mi miedo a


amar e incapacidad para tener niños, sino también que me perdonara por
alejarme de él. Después de unas cuantas pasadas más de rímel y un
rápido peinado de mis ondas abundantes y rebeldes, estaba lista. No podía
posponerlo por más tiempo.
Me vestí simplemente con vaqueros y una camiseta de mangas
largas, y me miré en el espejo una última vez. Mis ojos estaban llenos de
miedo y rodé mis hombros intentando relajarme.
Me concentré en la respiración con cada paso hacia el piso de
Cohen. La tensión se enrolló en mi vientre mientras me encontraba frente
a su puerta. Antes de que pudiera convencerme de salir de allí, hice un
puño y golpeé. No tenía una pista de lo que diría… como comenzaría la
conversación, y rogué por que las palabras correctas vinieran a mí.
Continué esperando unos momentos más y luego llamé a la puerta
otra vez, no segura de si escuchó la primera vez. O tal vez no se
encontraba en casa. Espié sobre la cornisa del balcón para ver si su Jeep
estaba estacionado en la calle. No estaba en ninguna parte a la vista, lo
que no significaba mucho, considerando que estacionar era una locura en
este vecindario, y a menudo se había estacionado a muchas manzanas de
distancia sólo para encontrar un lugar.
Después de esperar otro minuto, me levanté y caminé de regreso a
las escaleras, esperando que no perdiera mi calma cuando venga a casa.
120
Página
18 Traducido por EyeOc
Corregido por Joss

Me quedé dormida en el sofá, acurrucada con Sugar y Honey Bear


contra mi pecho. Me gustaba como mis gatos podían darse cuenta cuando
estaba triste y hacían su parte para alegrarme.
Insegura del tiempo, alcancé mi teléfono y descubrí que eran las tres
de la mañana. Fue un segundo antes de que me diera cuenta de lo que me
había despertado —el insistente ladrido de Bob desde abajo. Eso era
extraño. Nunca había escuchado a ese perro ladrar. Ni una vez. Y desde
luego no en medio de la noche. ¿Por qué Cohen no lo callaba? Estaba
empeñado en despertar a todo el maldito vecindario si seguía así. Al menos
que no estuviera en casa.
Ese pensamiento me dejó inquieta. Cohen rara vez se quedaba fuera
hasta tarde, aunque a veces sabía que salía con sus amigos. Tragué un
intenso bulto que repentinamente se había atascado en mi garganta.
Probablemente estaba fuera por una llamada. Realmente nunca me he
preocupado de que salga por llamados, el busca personal me irritaba más
que cualquier otra cosa, pero esta noche, algo se sintió diferente.
Me puse mis zapatos y me dirigí hacia la puerta de Cohen. El ladrido
de Bob se hizo más fuerte mientras me acercaba. Era como si estuviera al
otro lado de la puerta, esperando que lo dejaran salir. Pinché el puente de
mi nariz, tratando de pensar. ¿Cohen no había estado todo el día en casa
para dejar salir a la pobre criatura? Golpeé en la puerta y esperé. Pero
121

seguramente si Cohen estuviera en casa, Bob no estaría ladrando de esa


manera. Por supuesto, no hubo respuesta.
Mi corazón se aceleró mientras consideraba que hacer. Traté de
hablar con Bob a través de la puerta, asegurándole que todo estaría bien,
Página

aun cuando no estaba segura. La noche se había vuelto de naturaleza


inquietante e hice mi camino de vuelta hacia arriba, queriendo estar a
salvo dentro de mi departamento y lejos del ensordecedor ladrido que se
agregaba a mi nivel de estrés.
Me quité los zapatos y comencé a caminar de un lado a otro por el
largo de la sala. Consideré llamar a Ashlyn y Aiden, pero¿qué podrían
hacer? Me pregunté si Aiden era bueno en violar cerraduras. O a lo mejor
podría simplemente tirar la puerta.
Tomé mi celular para chequear la hora cuando me di cuenta de una
llamada perdida de mi casero, de hace unos minutos atrás.
Eso era extraño. ¿Por qué llamaría en el medio de la noche? Al
menos que alguien del vecindario lo haya llamado por el perro ladrando
hasta reventarle la cabeza en uno de sus lugares de arrendamiento.
Marqué su número y esperé, el presentimiento de que algo iba muy
mal se intensificaba al repicar.
Esta noche era extrañamente evocativa a la primera noche que
conocí a Cohen —despertando a las tres de la mañana para ser espantada
por un murciélago. Por supuesto que la presencia calmada de Cohen me
había afectado desde esa primera noche —y sonreí mientras recordaba
comer panqueques con él en la cena.
Mi casero contestó a la cuarta timbrada. —Sí.
—Hola, um, es Liz… me llamaste.
—Oh, Liz, que bueno que estás despierta. Escucha, lo siento por
llamar tan tarde, pero ha habido un accidente.
Mis piernas ya no trabajaron apropiadamente y caí hacia atrás en el
sofá, aterrizando con un golpe mientras mi trasero golpeaba el sofá.
—Es el inquilino de arriba, Cohen. Ha sido admitido en el Mercy,
está en cirugía. No me había dado cuenta que era bombero. De todas
formas, hablé con su madre, y me recordó que él tiene un perro que
necesita que alguien se haga cargo. —Aclaró su garganta—. Boo Boo, creo
que así dijo que se llamaba.
—Bob —lo corregí.
—Está bien, ¿así qué te podrías hacer cargo de él hasta que
consigan a alguien más que lo haga?
—Olvídate del maldito perro, ¿Cómo esta Cohen? —El pánico en mi
voz me sorprendió, mientras imploraba silenciosamente que estuviera
bien. Me di cuenta de que mi casero no tenía alguna manera de saber la
122

extensión de nuestra relación.


—Todo lo que sé es que se cayó del piso de un edificio en llamas, lo
llevaron de prisa al hospital y lo sometieron a una cirugía de emergencia.
Página

Y luego hablaba de vuelta sobre el perro, y hacía arreglos para


darme una llave para el departamento de Cohen. Me hundí con alivio
contra el respaldo del sofá. Alejé el celular de mi oreja y mordí mi puño,
contrarrestando el llanto. Esto era muy similar a la llamada que tuve sobre
Paul todos estos años atrás. Pero Cohen seguía vivo, y recé que fuera a
estar bien. Repetí el mantra en mi cabeza.
—Entonces, ¿Puedes… quiero decir sacar al perro, alimentarlo,
cosas como esas?
—Seguro —contesté.
Dijo que estaría con la llave en uno minutos, así que me cambié
rápidamente a pantalones de mezclilla y me puse la sudadera de Cohen
del departamento de bomberos sobre mi top.
Tan pronto como Bob estuvo afuera para hacer sus necesidades, me
subí en mi raramente usado carro y salí rápidamente hacia el hospital
para estar ahí cuando Cohen despertara, rezando todo el tiempo que
estuviera bien.

Después de estacionar fuera de la sala de emergencias, troté hasta el


área de recepción del hospital, atontada por todas las señales que vi. Me
conformé con acercarme a la ventanilla de información para averiguar
sobre el paradero de Cohen.
—¿Eres un familiar? —me preguntó una enfermera ceñuda de
mediana edad.
—Soy su… —¿Amiga? ¿Vecina?—. Novia.
Frunció el ceño y sacudió la cabeza. —Lo siento, solamente familia,
cariño. Tendrás que esperar allí. —Señaló a una sombría zona de espera
detrás de mí, llena de sillas tapizadas, con piso alfombrado y papel tapiz
del mismo patrón irritantemente alegre de color pastel.
Acechando desde lejos la sala de espera, me hundí en una silla a
esperar. Un dolor sobre mi ojo izquierdo palpitaba y apreté mi palma en mi
sien, aplicando presión para aplastar el dolor.
Me sorprendió no ver a su madre, Denise. Estaba segura que sería
un desastre. A menos que estuviese en la sala de espera de familiares.
Probablemente tenía sillas afelpadas y revistas de esta década. Y café.
Estaba lista para matar a alguien por una taza de café.
123

Me desconecté del chirrido de los zapatos contra los azulejos del piso
y el zumbido del equipo mecánico, acompañado del pitido del busca
personal que me recordaba a Cohen. Me senté por una hora con la cabeza
en mis manos, reflexionando sobre todo lo que pudo haber sido, y todo lo
Página

que podía haber perdido ya, rezando que Cohen estará bien y que me diera
otra oportunidad.
Vagué dentro y fuera por la conciencia mientras pasé por varios
escenarios donde Cohen estaba bien y yo estaba completamente
perdonada, a Cohen incapacitado de por vida, enojado y amargado
conmigo. Probablemente merecería ese trato por alejarme de él de la
manera en que lo hice, pero él no merece estar herido. Sólo recé para que
se recuperara de su accidente. Lo demás lo podía soportar.
Voces silenciosas se deslizaron desde el pasillo próximo, y casi las
ignoraba hasta que escuché el nombre de Cohen.
Me apresuré fuera de la sala de espera para encontrar a dos doctores
retirándose a la distancia, y una enfermera parada en el medio del pasillo
con un archivo lleno de papeleo.
—Discúlpeme, pero ¿medio la escuché hablando sobre un Cohen?
¿Me puede decir cómo es?
Me miró de arriba hacia abajo, como decidiendo si debería
responderme. —¿Eres familiar?
¿Todos fueron entrenados para preguntar eso? —Lo suficientemente
cerca. Soy la única que está aquí por él ahora.
—Estuvo en una cirugía de dos horas. Su madre ha sido contactada,
pero mi entendimiento es que está tratando de encontrar a alguien para
quedarse con la hermana más joven, así podrá estar aquí.
—Puedo hacer eso. —Las palabras salieron de mi boca incluso antes
de poder procesarlas.
La enfermera me miró con curiosidad. —Correcto. —Estrechó su
mirada hacia mí mientras hojeaba el archivo—. Aparte de eso, no sabemos
mucho. Se hizo grandes daños en su hombro y aún sigue en cirugía.
Asentí y grité—: Gracias —antes de alejarme por el pasillo.
Fue sólo por puro milagro que encontré la casa de la madre de
Cohen. Era terrible conduciendo y horrible con direcciones desde que
raramente conduzco, pero de alguna manera la intervención divina se
encargó de que llegara. Dejé mi Honda a un lado de la acera y me
aproximé a la casa. Se hallaba a oscuras y tranquila, pero la luz del porche
estaba encendida, lo cual era prometedor.
Toqué suavemente la puerta, consciente de que Grace
124

probablemente dormía. Un segundo después, la puerta se abrió y una


Denise ojerosa estaba parada delante de mí.
—¿Eliza? —preguntó.
Página

Asentí. —Hola. Escuché lo que pasó. ¿Puedo entrar?


Su mirada se lanzó a la sudadera de bomberos de Chicago que
llevaba, y un destello de reconocimiento cruzó en sus rasgos. —Seguro. —
Mantuvo la puerta abierta, y pasé a su lado.
—Nuestro casero llamó para pedirme que cuidara a Bob, lo cual
hice, por cierto. Y luego fui al hospital, pero no me dirán nada, porque no
soy familia.
Su barbilla se elevó y cruzó los brazos. —¿No has hecho suficiente?
Su tono era cortante y totalmente inesperado. Sólo había conducido
la mitad de la ciudad en medio de la noche porque me preocupaba Cohen.
—¿Discúlpeme?
—Cohen, de eso es de lo que estoy hablando. Antes del accidente,
había estado distraído, deprimido y callado, muy diferente de él mismo en
los últimos días. Dijo que habías dejado de hablar con él de repente y no
entendía por qué.
Me hundí en el sofá ante el peso de sus palabras. Había causado
otro accidente. Primero Paul, ahora Cohen. El peso de todos mis errores
regresaron a mí a la vez y mi respiración se trabó. No.
—Oliste alrededor de él como una perra en celo, incluso después de
que te advertí que no le hicieras daño, ahora mira lo que hiciste.
Exactamente lo que te dije no hicieras. No sé qué pasó entre ustedes dos,
pero no merecía esto.
—Tienes razón.
La ardiente ira en sus ojos se suavizó sólo un poco.
—Ve al hospital. Me quedaré aquí con Grace.
Asintió, su ira se reemplazó con preocupación sobre ver a Cohen. —
¿Estarás bien para llevar a Grace a la escuela?
—Sólo ve.
Sus ojos buscaron los míos por entendimiento. Esta era una mujer
que pasó por su parte justa de corazón roto, y parecía entender que a
veces hasta los mejores la cagábamos. Al menos esperaba que eso fuese lo
que pensaba. Sus palabras habían sido duras, pero lo peor de todo, eran
ciertas.
Denise asintió otra vez y cogió su bolso de la mesa antes de
desaparecer por la puerta.
125

Me enrollé como una bola en el sofá y lloré hasta dormir.


Página
19 Traducido por Vanessa VR
Corregido por Alaska Young

Unas horas más tarde recogí a Grace de la escuela, asegurándole


que todo estaba bien, aunque no había escuchado nada de Denise. Pasé
por lo de Cohen para sacar a Bob y darle de comer, y luego me dirigí a mi
casa para ducharme y cambiarme. Volví al hospital alrededor de las diez y
estaba decidida a ver a Cohen hoy, a pesar de la estricta política del
hospital de sólo visitas familiares. Me maldije por no intercambiar el
número de celular con Denise. Llamé a la única persona en la que podía
pensar, mi casero, ya que él me había informado del accidente en primer
lugar, y gracias a Dios que sabía el número de habitación del hospital.
Encontré su habitación en el sexto piso, y permanecí afuera. Podía
ver a su madre a través del pequeño cristal de la puerta y a Cohen dur-
miendo en la cama, metido debajo de una sábana blanca de tipo institucio-
nal. Estaba pálido y tenía tubos intravenosos de plástico conectados a la
parte posterior de su mano, pero por lo demás se veía bien. Mis rodillas
entrechocaron, y me apoyé contra la pared. Estaba bien. Iba a estar bien.
La puerta se abrió un segundo más tarde y Denise estaba delante de
mí, con el ceño fruncido.
—¿Cómo está?
Cerró la puerta antes de dirigirse a mí para no perturbar su sueño.
—Se recuperará. Se rompió el hombro cuando cayó al suelo y tiene una
conmoción cerebral y algunas costillas magulladas, pero por lo demás, va
126

a estar bien.
—¿Puedo verlo?
Soltó un largo y lento suspiro. —No creo que sea una buena idea.
Esperé a que continuara, para decirme que debería volver cuando
Página

estuviera despierto... algo, cualquier cosa, pero se quedó allí estoicamente.


—Sé que ustedes dos tenían una especie de pelea, y no estoy segura
de que querría que lo veas así. Gracias por cuidar de Grace. Y de Boo Boo.
Lo tengo cubierto a partir de aquí. —Desapareció en la habitación antes de
que pudiera formular una respuesta.
Me mordí el labio con la fuerza suficiente para sacarme la sangre al
evitar llorar, pero no sirvió de mucho. Silenciosas lágrimas de frustración
corrían por mis mejillas.
Escuché graznar la voz apagada de Cohen desde el interior de la
habitación. —¿Quién era?
—No era nadie, querido. Nadie en absoluto —respondió Denise
manejando el asunto con total naturalidad.
Y tenía razón. Me había alejado de él porque tenía demasiado miedo
de admitir lo que sentía. ¿Qué sentía por él? ¿Lo amaba? Si ni siquiera
podía expresarlo en mi propia cabeza, seguramente no merecía ser
engañado, y escapé por el pasillo antes de que pudiera estropear cualquier
cosa.
A pesar de la falta de sueño y el estado de cansancio después de
salir del hospital, manejé directamente hacia la casa de mi madre en Iowa.
Aunque no había estado allí más de dos veces en los últimos cinco años,
fácilmente me dirigí por la I-90, evitando las carreteras de peaje como si
hubiera estado haciéndolo todo el tiempo.
Durante las primeras horas de viaje, discutí conmigo misma sin
parar y estuve cerca de volver una media docena de veces, en un momento
dado incluso me detuve a descansar para contemplar la decisión. Me
negué a dejar que Denise me alejara. Más que nada, quería estar allí para
Cohen. Pero a medida que pasaban las horas, llegué a creer que lo correcto
por hacer era dejarlo en paz. Se merecía más de lo que tenía para ofrecerle.
Y una vez que me lo expliqué a mí misma de esa manera —que no me iba a
mantener alejada porque Denise tenía el poder para mandarme, sino
porque era lo mejor para Cohen— al instante me sentí un poco mejor y
continué hacia la casa de mi mamá, sabiendo que tendría que escapar al
consuelo del hogar. Volver al mío me traería demasiados recuerdos de
Cohen.
Llegué a su casa sin siquiera una bolsa de viaje y estuve en sus
brazos, llorando como un bebé, antes de que siquiera entrara en ella.
127

La visita a mi madre era exactamente lo que necesitaba. Nunca


había llorado la muerte de Paul correctamente, y pasé la semana en Iowa
haciendo precisamente eso. Dormí cada día como si hubiera sido privada
de sueño durante años. Visité su tumba por primera vez y puse flores en
Página

ella. Me consentí con la comida de mi madre y hablando —en realidad


sincerándome— sobre la pérdida de mi prometido, y mi capacidad para
tener hijos. Fue difícil, pero al final de la semana me sentía más fuerte. Y
no sólo como la Liz que inventé hace tiempo acostumbrada a salir
adelante, era más fuerte como Eliza. Como yo. Y se sentía bien.
También me di cuenta de que extrañaba a Cohen. Echaba de menos
el comer juntos, dormir en su cama, incluso jugar esos malditos juegos de
video en los que era tan mala. Cohen siempre vio a través de mi actuación.
Me llamó por mi nombre completo desde el principio, aun cuando seguía
insistiendo en que me llamara Liz. Era como si hubiera sabido de alguna
manera la verdad en mi interior todo el tiempo.

Cuando di la vuelta para detenerme en la calle frente a mi casa


adosada, pensé que tendría más tiempo para prepararme antes de
enfrentar a Cohen, para buscar las palabras correctas por decir, pero se
encontraba allí con Bob en la acera, su brazo asegurado a su lado en un
cabestrillo, mirándome salir del coche.
Recogí la bolsa de viaje con cosas nuevas que había acumulado
cuando estaba con mi madre. Llegué con nada más que la ropa puesta, y
por supuesto ella me había llevado de compras, por algo de ropa nueva,
zapatos y maquillaje. Cohen observaba todos mis movimientos mientras
luchaba con la gran bolsa en el asiento del pasajero.
Bob se sentó en los talones de Cohen, pero cuando me acerqué,
cargó hacia delante, liberando de un tirón la correa de la mano de Cohen y
se precipitó directamente hacia mí.
Me mantuve alejada de la ruta de Bob, agarrando su correa y
devolviéndola a la mano extendida de Cohen. —¿Cómo está tu hombro?
—Asentí con la cabeza hacia su brazo, inmovilizado por el cabestrillo.
—Está bien, siempre y cuando no lo mueva. Debería curarse de
buena manera. Pero no puedo responder llamadas por las próximas ocho
semanas.
Asentí. —Me alegro de verte de pie y por aquí.
Entrecerró los ojos, luciendo inseguro.
—La última vez que te vi, seguías inconsciente después de la cirugía
128

—le expliqué.
—¿Fuiste al hospital? —Me miró con recelo.
—Por supuesto. Un par de veces. Y me quedé con Grace para que tu
Página

madre pudiera ir la primera noche, y también me hice cargo de Bob.


La expresión de su rostro me dijo que estaba ya sea mentalmente
resolviendo una larga ecuación, o esta información era completamente
nueva para él.
Por supuesto, su madre no se lo dijo. Di un paso más cerca de él.
—Estuve ahí, Cohen. Quería verte, y tu madre pensó que esto era mejor...
Quiero decir, probablemente que te dejara fue lo mejor.
—¿Por qué dices eso? Mi madre no sabe una mierda de lo que quiero
o necesito. Me hubiera gustado verte. Esa noche contigo fue la mejor
noche de mi vida, y después... cuando te fuiste... —se detuvo bruscamente
y miró hacia abajo, sus ojos ardiendo con intensidad.
—Lo siento —dije apenas en un susurro. Sabía que no era la
disculpa que se merecía, pero las palabras parecían estarse escapando.
Miré hacia la acera, todo mi coraje disolviéndose por su observación.
—Tenías miedo —dijo.
Miré hacia arriba y me encontré con su mirada. Era el mismo seguro
y hermoso hombre del que me había enamorado, aunque un poco más
golpeado y desconfiado de mí. Me rompió el corazón verlo así, sabiendo
que yo era la causa de eso.
Se pasó una mano por la mandíbula con incipiente barba áspera,
luego se ajustó la tira de su cabestrillo. —Entra. No hablaremos de esto en
la calle.
Tragué saliva y asentí con mi consentimiento.
Ni siquiera nos molestamos en detenernos en mi casa para dejar mi
bolsa, en lugar de eso lo seguí a él y a Bob escaleras arriba. Estaba segura
de que mis gatos estarían bien sin mí por un poco más de tiempo, Ashlyn
siempre los cuidaba perfectamente cuando me encontraba lejos. Mientras
subíamos las escaleras, no pude dejar de notar que incluso Bob actuaba
diferente, como si pudiera sentir la tensión entre nosotros, y su normal
estado de ánimo feliz y despreocupado fuera sustituido por uno de calma.
Cuando llegamos a su apartamento, Cohen liberó a Bob de la correa
y luego se quitó el cabestrillo, rodando el cuello para deshacerse de los
dolores y molestias.
—¿No se supone que debes mantenerlo puesto? —Miré el cabestrillo
desechado.
Asintió. —Probablemente. Aunque es incómodo.
129

Los hombres podían ser como bebés. Recogí el cabestrillo del sofá y
lo doblé antes de colocarlo en el baúl frente a éste.
—Siéntate. ¿Quieres algo? ¿Agua? Lo siento, no tengo mucho más.
No hemos ido a la tienda desde hace tiempo.
Página

La forma en que lo dijo me hizo preguntarme si había estado


comiendo, y me imaginaba que sería difícil preparar comidas con una sola
mano.
—No, estoy bien. —Me senté en el lado opuesto del sofá,
manteniendo cierta distancia entre nosotros.
Cohen metió el brazo a su costado, a fin de no maltratarlo, y se
sentó. —Así que, um, hablé con Ashlyn. No sabía dónde te quedabas, y me
dijo... algunas cosas sobre tu pasado.
Se me hizo un nudo en la garganta y apreté mis manos en puños.
Maldita sea, Ashlyn.
—Sin embargo no me dijo mucho, sólo que era algo que tú tenías
que decirme, y que yo no sabía por lo que habías pasado, así que no debía
juzgarte con demasiada dureza.
Solté el aliento que había estado conteniendo. —¿Eso es todo lo que
te dijo?
Negó con la cabeza. —También dijo que no eres tan dura como tratas
de aparentar.
Me sonrió con ironía. Bueno, después de la forma en que me había
derrumbado la semana pasada, supuse que era cierto.
Se acercó más a mi lado del sofá, cerrando la distancia entre
nosotros. —Así que... —motivó.
Me mordí el labio, decidiendo si le podía contar. No era así como me
lo imaginaba. Me imaginé que tendría tiempo para preparar lo que quería
decir, estar vestida con algo lindo —diablos, por lo menos estar duchada—,
y tal vez decirle con unas copas para suavizar el golpe. Pero reuní valor.
Era o bien explicarme ahora, o perder a Cohen para siempre. Me aclaré la
garganta y comencé. —Mereces saber, ya lo sé. Y quiero que sepas que lo
que me diste, lo que compartimos, también significa mucho para mí.
Sonrió y me tomó la mano. —Sólo dilo. ¿Qué podría ser tan malo,
Easy E?
Me removí lejos de él, incómoda. No podía permitirme tener
esperanzas por él para ser rechazada al final. Era esa la razón por la que
había tratado de mantenerlo a distancia, y luego lo alejé. Retorcí las manos
en mi regazo.—Estaba comprometida. —Mis ojos se posaron en él, y
130

estaban interesados y curiosos, pero no enojados. Todavía.


Tomé una respiración fortalecedora, y le dije el resto de la historia,
ni una vez me detuve o dejé de contar ni un solo detalle. Cohen se quedó
en silencio, sosteniendo mi mano, esperando a que sacara todo. Frotó
Página

círculos lentos sobre el dorso de mi mano con el pulgar, sin interrumpir ni


hacer ninguna pregunta, sólo escuchando atentamente. Para el momento
que había terminado, yo lloraba.
Absolutamente no me di cuenta cuándo sucedió, pero Cohen se
había acercado para consolarme y calmar mis lágrimas, acariciando
lentamente mi espalda, susurrando en voz baja que todo iba a estar bien.
Cuando me di cuenta de que no me había apartado, rechazado o
estaba enojado, o lo peor de todo, sin emociones por el hecho de que no
podía tener hijos, mostrando que no podía ver un futuro conmigo, toda la
tensión de ocultar mi secreto durante tanto tiempo finalmente se
desvaneció y me quedé agotada física y emocionalmente. Me hice un ovillo
contra su cuerpo caliente y me acurruqué en su cuello, dejando que las
lágrimas salieran. Lágrimas por Paul, por el bebé que perdimos, por los
futuros pequeños bebés rubios de ojos azules con Cohen, por todo esto. Y
cuando por fin terminé, llorando y débil, Cohen me levantó del sofá y me
llevó a la cama, metiéndome en ella y murmurando amorosamente antes
de apagar las luces y dejarme descansar.
131
Página
Epílogo
Cohen
Traducido por Amy Ivashkov
Corregido por Melii

Un año después
Me estiré en la silla de playa, tenía una botella de cerveza colgando
de una mano mientras observaba como Eliza se daba un chapuzón en las
frías olas del lago Michigan con Bob. Él estaba moviendo su cola,
mordiendo el agua, pero incluso sus travesuras no fueron suficientes para
que dejara de mirar cada movimiento de Eliza. Sus curvas suaves llenaban
ese pequeño bikini de una manera que debería ser ilegal. La única razón
por la que me parecía bien que usara eso en público era porque
técnicamente nos encontrábamos en una playa privada y Aiden y Ashlyn
no se daban cuenta de nada más que de ellos mismos.
Todos vinimos a la misma casa del lago como el verano pasado, este
año era para celebrar mi graduación de la universidad y para celebrar que
Ashlyn y Aiden acababan de regresar de su luna de miel de dos semanas
de duración en Fiji. Su boda fue simple, pero elegante, y Eliza fue una
hermosa dama de honor. Me quedé como el padrino, no porque Aiden no
tuviera otros amigos —los tenía— era sólo que sus recuerdos no habían
regresado y se sentía más cerca de las personas que había conocido desde
el desarrollo de su amnesia.
132

Tomé un sorbo de mi cerveza mientras Bob metía su hocico entre las


piernas de Eliza y ella se tropezó, cayendo de trasero en el agua poco
profunda. Dejé escapar una risita y miré su cara ir desde la sorpresa a la
irritación y luego le dio un ataque de risa. Se sacó el pelo de la cara y
Página

regañó a Bob, aunque seguía sonriendo, así que sabía que no estaba
enojada de verdad. Ella había llegado a encariñarse con él en su último
año. Bueno, eso y que realmente cambió mucho el último año, llegando a
ser más amorosa, más enérgica y más pacífica. Había sido increíble de ver.
Una vez que se puso de pie y sacudió la arena de su bikini, corrió
hacia mí, sus pechos rebotaban de la manera más hipnótica. Sabía que
nunca me cansaría de su cuerpo y algo se movió dentro de mí otra vez sólo
por verla.
—¿Viste lo que ese perro me hizo? —Se sentó sobre mi regazo,
chorreando agua helada.
El agua helada empapó mi traje de baño y se hizo cargo de todo el
deseo que sentía. La levanté y la envolví en una toalla antes de colocarla
de nuevo en mi regazo. Me sonrió ante el calor de la toalla calentada por el
sol y me acarició el pecho. En momentos como este, me sentía orgulloso de
ella, de la forma en que luchó y venció su miedo para permitirse
enamorarse otra vez.
—Me voy a la ducha —susurró en mi oído—. ¿Quieres venir
conmigo?
Le di un beso en el cuello y asentí. —Ve primero, voy a ser justo.
Saltó y corrió desde la playa hasta la casa.

No sé por qué me sentía tan condenadamente nervioso por esto. Me


limpié las manos en mis shorts y me paseé en el desván. La ducha ya
había estado funcionando durante diez minutos y aunque a ella le
gustaban las duchas largas, sabía que me esperaba para que entrara.
El sexo en la ducha se había convertido en una de mis cosas
favoritas. Por otra parte, tenía un montón de nuevas cosas favoritas
cuando se trataba de Eliza. Habíamos experimentado con casi todas las
posiciones conocidas por el hombre y en casi cada habitación de su casa y
de la mía. Después de esperar tanto tiempo por la chica adecuada y ahora
que la tenía, no podía tener suficiente. Y por suerte, ella sentía lo mismo.
Miré por última vez la habitación, asegurándome que todo estaba
perfecto, cuando no escuché más el agua. Se iba a enojar conmigo por no
133

unirme a ella, pero esperaba que entendiera el por qué. Podía oír los
cajones cerrándose de golpe y moviéndose agresivamente en el baño. Síp,
estaba enojada.
Unos segundos después, la puerta se abrió y Liz salió, su pelo
Página

cepillado pero húmedo, y lo envolvió en una toalla. Encendí velas por toda
la habitación, así que se veía suave y brillante en la penumbra de la tarde
y me senté en la litera. Estas literas nos daban un poco de nostalgia y
pensé lo lejos que habíamos llegado estando juntos en un año.
Mi pecho estaba desnudo, era la forma en que a ella le gustaba y
sólo usaba un bóxer blanco que compró para mí, y dijo que era sexy. No
sabía nada de eso, lo único que sabía era que yo me ofrecía a ella, y
suponía que eso era más o menos la verdad. El ceño fruncido en su rostro
desapareció y fue sustituida por la confusión cuando vio la habitación. —
¿Cohen?
—Ven aquí, nena. —Le tendí una mano y caminó hacia mí. Amaba
que a pesar de todo su pasado, confiaba en mí por completo con todo su
corazón.
Pocos meses después de que empezamos a salir, ella se emborrachó
con Ashlyn una noche y cuando llegó tarde a casa, fue a mi apartamento y
en su estado de embriaguez como que admitió que me amaba. Siguió
acariciando mi cabeza y llamándome “Coh Coh” y me decía que nunca la
dejara. Sabía lo que en realidad decía, que se enamoró de mí y no podía
vivir perdiendo a otro hombre que amaba.
Después de esa noche, sabiendo que ella era mía, tomé nuestra
relación a un nivel completamente nuevo. No pasamos más noches
separados, y aunque al principio los gatos de Eliza no estaban felices con
el arreglo, cuanto más comenzó a llevarlos arriba, más Bob se encariñó
con ellos. Trabajamos con todos sus miedos e inseguridades, la más
grande me sorprendió: su incapacidad para tener un niño. Después de ese
avance, pasamos horas y horas investigando la adopción internacional en
línea y viendo fotografías de bebés que desesperadamente necesitaban un
hogar lleno de amor. Mostrar su yo mucho más abierto a la idea de la
adopción parecía borrar la última carga que llevaba. Soñamos con nuestro
futuro, viajar a Brasil, China, Rusia, construir una familia a nuestra
manera.
Llegó al lado de la cama y se puso delante de mí, envuelta en una
toalla blanca. Tiré la punta y dejé caer la toalla al suelo.
—¿Qué estás haciendo, Coh…?
Agarré la parte posterior de sus muslos, acercándola a mí. —Shh.
Ven aquí. Hazme el amor.
Se metió en la cama, colgando en mi regazo y me besó.
134

Los momentos en que se entregaba a mí por completo, se convertía


en una versión suave de sí misma que me nivelaba. Siempre me di cuenta
que había algo más en ella —más en nuestra relación— desde el principio,
incluso cuando ella no quería estar conmigo.
Página

No perdió el tiempo, me quitó el bóxer y abrió un camino de besos


húmedos por mi estómago. Me sostuve, en lugar de empujar mis caderas
para encontrarme con su boca —que es lo que realmente quería hacer— y
en su lugar me tragué una maldición cuando su cálida boca cerrada
estuvo a mí alrededor.
Dios, amaba a esta chica.
Puse mis manos en su pelo, levantándolo de su cara, perdiéndome
en el aroma de su champú y las cosas que podía hacerme con esa boca
traviesa.
Una vez que me tenía delirando, se apartó y me sonrió con sus
labios hinchados y húmedos. Sus ojos tenían un atisbo de desafío, y
deslizó mis manos debajo de sus brazos, jalándome hacia ella y se colocó
junto a mí. Luego abrió sus muslos y me perdí para siempre.

Más tarde, cuando ambos estábamos completamente satisfechos y


exhaustos, yaciendo juntos en las sábanas revueltas, sostuve su cuerpo
contra el mío, así que estábamos cara a cara. Se acurrucó aún más en mi
cuello, doblándose en mí y no pude evitar sonreír al ver lo bien que
encajaba a mi lado.
Si hubiera tenido algún tipo de energía en mi cuerpo, probablemente
estaría nervioso, pero esto sólo se sentía bien. Me acerqué al borde de la
cama para encontrar el anillo que había escondido bajo el colchón. Por un
segundo no pude encontrarlo y estaba seguro que ella iba a darse cuenta
cuando mis dedos lo agarraron. Una vez que el anillo estaba seguro en mi
mano y todas las piezas del rompecabezas hacían clic, supe que todo
estaba bien.
Entrelacé mis dedos con los de ella y llevé su mano a mis labios.
—Eliza Jane. —Presioné un beso en su palma—. Quiero que seas
mía para siempre. ¿Te casarías conmigo? —Sostuve el brillante anillo de
rubí de un quilate en la palma de mi otra mano. Miró el anillo, luego a mí,
luego al anillo otra vez y sus ojos se llenaron con lágrimas. Escogí un rubí
en lugar de un diamante y esperaba que ella entendiera por qué. Se
comprometió una vez antes, y por supuesto, Paul le había dado un anillo
tradicional de diamantes. Quería que esto fuera nuestro y el rojo era su
135

color favorito. Pero miré sus ojos rebosantes de lágrimas y me preocupé


por hacer las cosas mal.
Un sollozo se escapó de su pecho y echó los brazos alrededor de mi
cuello. —Sí, sí —susurró, besando mi cuello entre murmuraciones—. Sí,
Página

Cohen.
Apreté su espalda, sólo para sostenerla mientras lloraba. Sabía que
no podía imaginar todas esas emociones mezcladas que posiblemente
sentía en este momento, todo lo que sentía era felicidad. —Te amo, Eliza —
susurré.
—Te amo, Cohen —susurró.
Limpié las lágrimas de sus mejillas y deslicé el anillo en su dedo. Al
ver la felicidad en su rostro cuando ella veía el rubí ubicando en su dedo,
aparté toda la duda de si le gustaba el anillo. Sonrió mientras lo miraba,
girando su dedo para refractar la luz contra la gema carmesí y la banda de
diamantes. Amé verlo en ella, y aún más que eso, me encantó verla feliz.
Mi mamá y Grace aprobaron el anillo y mi plan, y aparentemente no iba
por mal camino.
Me llevé su mano izquierda a mi boca y le di un beso en sus
nudillos. —Mía, para siempre.
Acarició mi mejilla y asintió. —Para siempre.

Fin
136
Página
Sobre el autor
Autora de romance. Vergonzosamente adicta a los
chicos malos, besos e historias de amor con
tensión, angustia y oscuridad.
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