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A lo largo del siglo, los procesos electorales realizados en Aguascalientes han ocurrido en un
clima de pocos conflictos graves. La vida de los partidos transitó de un sistema electoral en el
que alternaron casi con el mismo nivel de importancia organismos locales y nacionales, a
otro en el que sólo el PRI ha tenido regularidad. Las elecciones se han visto influidas por esta
dinámica y han tenido que adecuarse a los cambios generados desde el centro político
nacional.
La segunda visita tuvo una recepción radicalmente distinta, ya que para entonces el general
Díaz se había exiliado y las medidas represivas contra quienes apoyaban a un candidato no
porfirista eran mucho menores. En esa ocasión también se hospedó en el Francia y realizó
mítines en la estación del ferrocarril y en la plaza principal, con una gran afluencia de
personas.
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Las elecciones estatales ocurridas hasta 1920 fueron muy irregulares, y, a causa de la
situación del país, más bien predominaron los interinatos. En 1920, siendo gobernador
Rafael Arellano Valle, se generó una lucha entre grupos sociales que apoyaban la ampliación
de la reforma agraria y se agrupaban en torno al Partido Nacional Agrarista, y aquellos que se
negaban a su implantación y que se encontraban representados por el Partido Nacional
Republicano. Esta situación se expresó electoralmente en 1924, cuando la presión de ambos
grupos motivó que durante las elecciones estatales se enfrentaran representantes de los dos
bandos: Victoriano Medina, apoyado por el Nacional Republicano, y José María Elizalde,
respaldado por los agraristas. Al mismo tiempo se instalaron dos legislaturas representadas
por las partes en conflicto. El tiempo y la fuerza del centro fueron decisivos para que la lucha
agrarista finalmente terminara imponiéndose.
En general el segundo lustro de la década de los veinte fue de gran inestabilidad política.
Elizalde sólo duró en el cargo 10 meses de 1925 y fue desaforado por delitos del orden común.
A partir de entonces, y hasta 1932, se sucedieron varios gobernadores, algunos de los cuales
no ocuparon el puesto más de un año. Era una época en la que predominaba más la fuerza de
los caudillos que de las instituciones y en la que el hombre clave de la política local era Rafael
Quevedo.
Las elecciones presidenciales que van de 1929 hasta 1940 manifestaron la fuerza con la que
había nacido el PNR y la poca credibilidad en los resultados finales. El apoyo de varios
penerristas de la entidad, como Manuel Carpio, Miguel G. Ramos y el mismo Rafael
Quevedo, estimularon a la población para que se manifestara en favor de Pascual Ortiz
Rubio, quien a la postre ganó los comicios de 1929 con un promedio de 16 000 votos por 1
051 del candidato opositor Vasconcelos. Los triunfos posteriores de Cárdenas y Ávila
Camacho también fueron contundentes, aunque enrarecidos por la desconfianza ciudadana
en la veracidad de los resultados.
Otros momentos importantes en materia de elecciones fueron los procesos que se vivieron en
1932, en los que finalmente el ganador fue el coronel Enrique Osornio Camarena, que triunfó
luego de una apretada contienda en contra de Juan G. Alvarado, un candidato que había
recibido apoyo del influyente político local Rafael Quevedo. Las elecciones estuvieron
manchadas de sangre ya que hubo enfrentamientos entre simpatizantes de ambos bandos
frente al templo de La Purísima, muertes afuera de la fábrica La Perla y el asesinato de un
líder en el municipio de Jesús María.
Del mismo modo llamó la atención el proceso de 1936, en el que triunfó el ferrocarrilero Juan
G. Alvarado, contando con el impulso del Partido Revolucionario Aguascalentense, mismo
que cuatro años más tarde llevaría a la gubernatura del estado a Alberto del Valle, que
derrotó al candidato del PRM, ingeniero Jesús María Rodríguez. Con esta elección destaca el
hecho de que el PRM perdió la oportunidad para colocar uno de sus candidatos en la
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gubernatura del estado, y fue vencido por un organismo que si bien pertenecía al mismo
PRM, se destacaba por contar en sus filas una alta dosis de influencia proveniente de los
grupos de poder regionales y locales.
A partir de 1940 las elecciones asumen una dinámica en la que el PRM, y luego el PRI, se
convierte en el partido que gana todas las elecciones de mayoría. En las presidenciales
destacan los procesos de 1940, 1946 y 1952. Para nadie fue un secreto la enorme fuerza que
llegaron a aglutinar en el ámbito urbano las figuras de Juan Andrew Almazán, Ezequiel
Padilla y Miguel Henríquez Guzmán entre grandes grupos de clase media y sobre todo entre
el gremio ferrocarrilero. La fuerza de la oposición en las décadas de los cuarenta y cincuenta
sólo ha sido equiparable en porcentajes a lo que sucedió a partir de 1982.
En las elecciones federales para elegir diputados llama la atención el triunfo obtenido por
Aquiles Elorduy en 1946, apoyado por el PAN. Este triunfo lo convirtió en uno de los
primeros tres diputados de la oposición en la época contemporánea. Elorduy, que ya había
sido diputado en la legislatura disuelta por Victoriano Huerta, asumió la representación
referida luego de reclamar y demostrar ante las autoridades competentes las irregularidades
cometidas durante las votaciones. Posteriormente fue postulado por el PRI para ocupar un
lugar en el senado de la República.
Los casos ocurridos en el municipio de Calvillo en 1983 y 1986, así como la votación captada
por la oposición durante los comicios federales de 1988, ilustran el avance electoral que ha
logrado la oposición en el estado, acumulando en su conjunto una votación similar a la del
PRI, en un hecho que no tenía precedente en la historia electoral del siglo XX de la entidad.
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