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Cataruzza-Gobiernos Radicales

Historia Política Argentina (Universidad Nacional de Rosario)

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LOS GOBIERNOS RADICALES


Alejandro Cattaruza
Yrigoyen llega a la presidencia
El 12 de Octubre de 1916, Hipólito Yrigoyen asumió la presidencia. Las leyes electorales de 1912
rigieron los comicios en la Argentina. La sanción de las leyes electorales impulsadas por el
presidente Sáenz Peña, en 1912, inicio el proceso que culminaría con el triunfo de la Unión
Cívica Radical en las elecciones de 1916.
En 1922, dos agrupaciones radicales presentaron candidaturas diferenciadas a presidente: la
UCR, cuyo candidato fue Alvear, y la UCR principista, que promovio la candidatura del dirigente
entrerriano Miguel Laurencena. Los grupos conservadores habían fracasado, como se indicó, en
la creación de una fuerza unificada de escala nacional que pudiera enfrentar a la UCR en 1916, y
en los años siguientes esa unidad tampoco fue alcanzada.
La disputa central: la importancia de las imágenes
Durante estos años la disputa política argentina tuvo su núcleo en el conflicto entre el
radicalismo y quienes habían sido beneficiarios del antiguo orden. La certeza de constituir la
“causa” de la nación frente al “régimen” era una pieza central en la identidad radical, que se
ponía en juego más allá de la coyuntura electoral.
Entre sus adversarios conservadores, paulatinamente se extendió la imagen de los gobiernos
radicales como gobiernos de “los incapaces”, miembros de un partido que se imponía, sin más
variable ni méritos, por la supremacía del voto y el poder del número. En las imágenes que
conservadores y radicales construyeron del adversario, fueron puestos en primer plano rasgos
que, si bien existían en la realidad, aparecían exagerados y cargados de una dimensión social
muy marcada.
La UCR amplio sustantivamente, el número de sus representantes en la cámara de diputados.
Cierto tono popular en su composición social, difícil de definir estrictamente y con precisión,
pero también difícil de desmentir; una dimensión nacional que convivía con fuertes iones entre
los diversos grupos provinciales que la integraban, de los cuales, sin embargo, ninguno
resignaba la identidad radical exhibió todos estos rasgos al mismo tiempo.
El congreso como muchos de los gobiernos provinciales estaba en manos opositoras. Yrigoyen
busco desactivar estas bases de la oposición. Apelo a las intervenciones. En cuanto al Congreso,
las sucesivas elecciones consolidaron a la bancada radical, aunque la Cámara de Senadores
continuo siendo un bastión opositor.
En cuanto al desempeño en el gobierno, hacia 1916 los radicales apenas disponían de dirigentes
entrenados en el manejo de la administración o con práctica parlamentaria reciente a nivel
nacional.

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La guerra había impactado también en la economía local. Al comienzo del conflicto, se produjo
una baja general en el comercio internacional, y tanto las exportaciones como las
importaciones disminuyeron. Luego, la exportación de productos agropecuarios repunto,
mientras las importaciones continuaban deprimidas. Así, la balanza comercial resulto favorable,
aunque la baja de las importaciones resintió el desempeño de la administración, que en buena
medida se sostenía con los impuestos aduaneros a los productos que ingresaban al país.
Yrigoyen comenzó su gestión intentando ubicar al gobierno como árbitro frente a los conflictos
obreros. Luego de la Revolución Soviética, surgieron en la Argentina agrupaciones peculiares.
La candidatura de Marcelo T. de Alvear
Era miembro de una de las familias más connotadas y ricas de la Argentina. Hacia 1921,
comenzaron las negociaciones para definir la próxima candidatura radical a la presidencia:
aunque varios nombres circularon, el parecer de Yrigoyen definió la cuestión a favor de Alvear,
quien fue convertido en el candidato oficial en la Convención Nacional de la UCR que sesiono en
Marzo de 1922.
¿Un nuevo eje del conflicto político?
En los nombres de los ministros designados por Alvear se leyó un primer gesto de autonomía
respecto de Yrigoyen, ya que solo uno de ellos sostenía contactos estrechos con el ex
presidente.
Los Yrigoyenistas continuaban reteniendo la estratégica provincia de Buenos Aires y hacían pie
firme en la Capital Federal y otros distritos. Dado que las relaciones entre el presidente y el
caudillo eran inestables, en ocasiones la crítica yrigoyenista se detenía ante la figura de Alvear.
El Congreso fue uno de los lugares en que se libró este conflicto entre personalistas y
antipersonalistas. Gran parte de las bancas radicales en Diputados estaban en manos
Yrigoyenistas y la obstrucción fue una práctica corriente.
Las líneas de acción del gobierno de Alvear
El ejecutivo impulso la sanción de varias leyes laborales. El proyecto de extender el sistema de
jubilaciones, fracaso. La conflictividad social tendió a descender en los años de Alvear,
disminución del número de huelgas y huelguistas involucrados, y en cierto estancamiento del
reclutamiento sindical. Sin la recomposición económica producida luego de la crisis de la
inmediata posguerra, factor determinante.
La vuelta de Yrigoyen
A pesar del desafío que significo la escisión antipersonalista, la UCR que permanecía fiel a
Yrigoyen logro triunfar en las elecciones de renovación parlamentaria de 1924 y 1926. El
triunfo de Yrigoyen fue contundente en todos los distritos en los que se presentaron listas de
electores que apoyarían su candidatura.

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El camino hacia el golpe de estado


HipolitoYrigoyen comenzaba su segundo mandato amparado en el notable éxito electoral. La
caída de Wall Street se hizo sentir en la Argentina. Baja de sueldos, aumento inflacionario. El
conflicto político se intensifico, el oficialismo volvió a recurrir a las intervenciones para terminar
de reducir a los opositores.
Pronto se llegó a la violencia, enfrentamientos callejeros entre los grupos de choque del
nacionalismo, a medida que avanzaba el año 1930, se multiplicaron las movilizaciones contra el
gobierno.
La oposición incluía ya públicamente no solo a los partidos sino también a órganos de prensa. El
ejército se profesionalizaba y al mismo tiempo se tornaba una corporación que tendía a
suponerse depositaria casi exclusiva de la tradición patria.
En los momentos anteriores al 6 de Septiembre, existían en el ejército dos corrientes implicadas
en la organización del golpe: una reunida alrededor de Justo, y la otra dirigida por el General
José F. Uriburu. Justo convocaba, en general, a quienes exhibían un perfil ideológico
conservador moderado y liberal, entre los cuales se contaban varios antiguos radicales,
mientras que en el Uriburismo se alineaban algunos antiguos conservadores ahora virados
hacia posiciones de derecha más extremas.
Por su parte, el PS y el PDP exhibieron recelos ante la salida golpista, mas allá de que algunos de
sus miembros estuvieran dispuestos a apoyarla. A pesar de tal cautela, ambas agrupaciones
compartían el diagnostico que indicaba que el Yrigoyenismo había llevado a las instituciones a
una situación crítica.
Otro factor a tener en cuenta a la hora de explicar este golpe de estado es la intensa
competencia interna entre altos funcionarios radicales cercanos al presidente. El 6 de
Septiembre, prácticamente sin resistencia, triunfo al golpe de Buenos Aires, como resultado del
avance de una columna de cadetes relativamente pequeña, con apoyo civil.
Interpretaciones
El gobierno surgido del golpe militar fue encabezado por el general José. F. Uriburu como
presidente provisional. Los apoyos del presidente no eran demasiados: los nacionalistas y los
conservadores más extremos, entre los civiles y algunos oficiales ideológicamente cercanos,
que de todos modos estaban lejos de ser mayoritarios en el ejército. En esta institución, el
sector de Justo era notoriamente más poderoso, y su jefe contaba con un amplio sistema de
contactos en el mundo político, sostenido en su antigua participación en el radicalismo y su
condición de ex ministro.

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La disputa entre Uriburu y Justo término con el triunfo de este último, quien fue finalmente el
candidato oficialista a presidente en las elecciones celebradas en Noviembre de 1931. Al año
siguiente, se hizo cargo de la presidencia.
De 1912 a 1930
Si se tiene en cuenta que el intento de los reformistas, en particular del presidente Sáenz Peña,
había sido promover la aparición de partidos orgánicos como actores del sistema, debe
admitirse que el resultado fue bastante dudoso. El radicalismo se encontraba lejos de ese
modelo, y tampoco los conservadores lo habían conseguido. Las disposiciones de las leyes de
1912 regían globalmente, pero una mirada más atenta a lo que ocurría a escala local permite
corroborar las violaciones de las que ocasionalmente eran objeto.
La democracia argentina luego de 1916 tendió a tener en su centro mucho más la exhibición de
apoyos populares en la contienda electoral que el respeto a los mecanismos institucionales.
Las disposiciones de la ley habían tornado la puja política más competitiva y abierta, y eso
devenía en esfuerzos de los partidos por lograr que más gente participara no solo en las
elecciones, sino también en otras actividades que se desarrollaban en torno a sus estructuras y
a sus locales.
Si por una parte se trataba de modos de participación y movilización política en la base, por
otra, esas mismas prácticas e instituciones pasaban a formar parte de redes clientelares que los
caudillos barriales o de la localidad tejían, con habilidad y constancia, a partir de la distribución
de bienes, recursos, empleos incluso, suministrados en definitiva por el estado.
Así, el objetivo de la reforma no se había alcanzado en lo que respecta al tipo de partido político
que sus autores anhelaban, ni al tipo de prácticas que habría de señalar la regeneración de la
política nacional. A pesar de estos fracasos relativos y de las violaciones que ya se mencionaron,
las pautas fijadas por la Ley Sáenz Peña funcionaban como un reglamento amplio que muy
pocos se atrevían a cuestionar públicamente.
Se sostenía que el golpe era un mecanismo para recuperar la vigencia de la Constitución y las
reglas que debían regir la vida institucional, desconocidas por Yrigoyen.
La guerra y la revolución
El aumento de las tasas de alfabetización y a la entrada de sectores sociales más vastos en los
circuitos de consumo cultural. Estos fenómenos se aceleraron en los años veinte, luego de la
Gran Guerra, y expandieron el mercado de bienes culturales.
Entre los intelectuales argentinos, la Primera Guerra Mundial tuvo un gran impacto, en
particular en los jóvenes, que la evocarían reiteradamente en los años siguientes y todavía
durante la década de 1930.
La reforma Universitaria

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La Reforma Universitaria de 1918, suceso fundamental en el área de encuentro entre la política


y la cultura. El movimiento de 1918 se inició en la Universidad de Córdoba, los cargos docentes
estaban controlados por organismos vitalicios, las academias.
El gobierno nacional acogió favorablemente las demandas estudiantiles. El proceso culmino con
el triunfo de los reformistas que lograron el reconocimiento de la participación estudiantil en
los organismos de gobierno, la docencia libre y la asistencia voluntaria a los cursos.
En América Latina, la Reforma fue un hito al cual se filiaron algunos importantes grupos
políticos, como la Alianza Popular Revolucionaria Americana. En los años 30, muchos de
quienes habían constituido el reformismo se integraron a los partidos, en particular al
socialismo y al radicalismo.
La Reforma Universitaria era parte del proceso de apertura política que suscitaba la llegada del
radicalismo al gobierno y de transformaciones sociales que le excedían. En los hechos, el
gobierno de la universidad estaba reservado a miembros de familias notables, que se
perpetuaban en los cargos docentes y directivos; el intento reformista por abrir ese sistema se
vinculaba con la aparición de otros sectores de la institución.

Un clima de renovación cultural


Hombres de las vanguardias y de la Reforma, además, participaron en conjunto en numerosos
emprendimientos culturales. Ese movimiento renovador, con fuerte presencia juvenil, en la
fundación de revistas. Los escritores que exaltaban la necesidad del compromiso con las luchas
sociales impulsaron las revistas “Los pensadores, Renovación, Extrema izquierda y Claridad”.
Otras contaron con ateneos donde la actividad central era el dictado de conferencias.
La inquietud por los asuntos públicos y por la política también se hizo presente entre los
miembros de la vanguardia, impulsada en ocasiones por los jóvenes reformistas, que compartía
actividades y proyectos intelectuales con ellos. El criollismo urbano ensayado por parte de las
vanguardias fue una de las búsquedas que esa inquietud impulso.
Otros Itinerarios
Durante este periodo, la Iglesia católica impulso proyectos de distinto tipo, que iban desde la
intensificación de la actividad en las parroquias hasta el establecimiento de lazos más estrechos
con las fuerzas armadas. Varias de esas iniciativas tenían una dimensión cultural en sentido
amplio: lecturas en la doctrina, redacción de hojas periódicas, dictado de conferencias y
asistencia a ellas, “cursos de Cultura Católica”.
Las transformaciones sociales
Los grandes cambios a través de los números

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Entre 1914 y 1930 continuo el fenómeno de concentración urbana. En lo referido a la


economía, durante los años de las presidencias radicales la exportación de productos
agropecuarios continúo siendo el sector más dinámico. La inmigración se recuperó luego de la
guerra y se produjeron nuevas inversiones extranjeras, de manera que las variables más
importantes para la economía agroexportadora se reconstituyeron. Simultáneamente, tuvo
lugar un acotado desarrollo industrial. Desarrollo de algunas industrias que sustituían
importaciones. No obstante, este fenómeno encontró pronto su tope y no se prolongó más allá
del final de contienda. Entre 1920 y 1930, se radicaron en la Argentina varias grandes empresas
extranjeras, entre las que se destacaban las norteamericanas.
Fuera de las ciudades
El mundo heterogéneo de los trabajadores del campo incluía peones, braceros, estibadores,
conductores y operadores de las maquinas trilladoras y carreros. Debe tenerse en cuenta que
en el campo la situación jurídica de los trabajadores solía ser bastante más precaria que en las
ciudades, y su organización sindical, más reciente y débil, cuando existía.
En las zonas dedicadas a la agroexportacion, los conflictos sociales de la época tendieron a
enfrentar a los chacareros, los peones y los obreros rurales con los grandes propietarios,
contratistas y arrendatarios.

Dos conflictos relevantes: La Forestal y la Patagonia


Este movimiento de conflicto social en el mundo agrario tuvo dos episodios muy importantes.
Uno estuvo vinculado a la Compañía La Forestal, parte de cuyos capitales eran ingleses, que
actuaba en el norte de Santa Fe y en el Chaco.
En la ciudad: la Semana Trágica de 1919
De la multitud de conflictos laborales que sacudieron a las ciudades argentinas entre 1917 y
1921, la Semana trágica de 1919 se instaló como el emblemático y decisivo, y el más recordado
por el activismo obrero.
Los trabajadores de los talleres metalúrgicos Vasena, ubicados en plena ciudad de Buenos
Aires, se encontraban en huelga desde Diciembre de 1918.

LA ANTESALA DE LO PEOR: LA ECONOMIA ARGENTINA ENTRE 1914 Y 1930


Juan Manuel Palacio

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¿Continuidad o ruptura?
Lo que la guerra inaugura es una etapa en la que las fuerzas integradoras de la economía
mundial- el movimiento internacional de capitales, las corrientes migratorias y el comercio-
pierden el impulso expansivo de la etapa anterior.
Los historiadores económicos le han quitado identidad al periodo, dejándolo encerrado entre los
de “gran expansión” (1880-1914) y “estancamiento” (luego de 1930).
Para esta perspectiva, la Primera Guerra Mundial representa el primer gran shock externo del
siglo veinte y un corte fundamental- másaún que la crisis de 1930- aunque no inaugure un
nuevo modelo de crecimiento. En primer lugar, la paralización del comercio y los flujos de
capitales y mano de obra fue tan drástica que hizo necesario un importante proceso productivo
destinado a sustituir importaciones. Esta crisis, hizo tambalear el sistema monetario
internacional y fue necesario el intervencionismo estatal para reencauzar las economías
nacionales, desconfianza en “la mano invisible” del mercado.
Cambios en la composición de la riqueza hacen que los mercados para las materias primas se
estrechen y se vuelvan más volátiles de a ahí en más; por otro, la hegemonía británica en la
región, ya debilitada por el rezago de su propia economía, recibe con la guerra un golpe de
gracia y será reemplazada por la de los Estados Unidos, que se convertirá en estos años en el
centro de las finanzas mundiales y el principal proveedor de crédito.
Lo que se pierde luego de la guerra en países como la Argentina es, la confianza básica en un
sistema en el que el crecimiento parecía indefinido y sin fisuras, y los mercados, ilimitados y
previsiblemente alcistas. El periodo 1914-29 tiene dos subperiodos definidos: uno de depresión,
que se inicia antes de la guerra, y otro de rápida recuperación y expansión, de 1917 a 1929.
La Primera Guerra Mundial y sus efectos
En 1913, el banco de Inglaterra elevo los tipos de interés para corregir un déficit de la balanza
de pagos británica y contener la incertidumbre financiera causada por las guerras de los
Balcanes. Esta restricción monetaria en Europa redundo en la suspensión de la exportación de
capitales, afecto directamente a los países que, como la Argentina, dependían fuertemente de
inyecciones constantes de capital externo para mantener equilibrada su balanza de pagos, la
caída de los precios mundiales de los cereales y la carne y la mala cosecha de 1913-14 en la
Argentina, hacen descender drásticamente los ingresos por exportaciones profundizando
aúnmás la crítica situación de la balanza de pagos del país. Generaron un importante drenaje
de metálico del país que, dado el patrón oro vigente, se tradujo en una contracción monetaria y
en una aguda crisis de liquidez. El dislocamiento consiguiente del sistema bancario y crediticio
provoco la paralización del comercio y numerosas quiebras de empresas, la crisis ya se había
desatado en la Argentina en toda su dimensión, haciendo caer, en 1914, el producto bruto en un
10%, el comercio exterior en más de un 20% y la inversión externa en más de un 30%, respecto
del año 1913.

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El déficit comercial, se soluciona a poco de andar de la mano de una recuperación de las


exportaciones y de una drástica caída en las importaciones que van a generar importantes
superávits comerciales durante la guerra. Las exportaciones crecen gracias a la demanda de
guerra, que favorecía a las carnes congeladas y en conserva en detrimento de los cereales. Las
importaciones descendieron drásticamente. La guerra tuvo un efecto proteccionista para la
industria en toda Latinoamérica, dada la protección “natural que significo el drástico aumento
de precio de las importaciones provenientes de Europa. En el caso de Argentina, la recesión de
la guerra había provocado una caída del salario real y una creciente desocupación, afectando
directamente el consumo. Por el otro, la misma caída de las importaciones afectaba a ciertas
ramas de la industria que dependían de insumos importados para su cadena productiva. El
estado recurrió al endeudamiento tanto externo, sobre todo con bancos norteamericanos, como
interno, emitiendo obligaciones. Este endeudamiento no basto para solucionar la crisis
financiera del Estado, que se vio obligado a una reducción forzosa del gasto público en dos
sectores críticos como son los de las obras y el empleo público. Se generaron importantes
niveles de desocupación.
Con el repunte de los precios de las exportaciones en esos años llego la inflación de los internos,
que afectó especialmente al consumo popular: los precios de los alimentos aumentaron en un
50% entre 1914 y 1918 y los de los artículos de vestir sencillos en un 300%, lo cual origino entre
las mismas fechas una caída del salario real.
El largo plazo
En Latinoamérica, el resultado fue el estancamiento de las inversiones británicas y el enorme
crecimiento de las norteamericanas, proceso que se iría consolidando en la década de 1920, en
la que Latinoamérica va a absorber el 44% de las inversiones directas de Estados Unidos en el
extranjero. Las inversiones de origen norteamericano se destinaron a financiar obras públicas o
producción interna, ya que las deudas no se saldaban con la venta de productos exportables, el
sistema dependía, para seguir funcionando, de continuas y sucesivas inyecciones de capital.
El segundo proceso de largo plazo, era el de una creciente sobreoferta de productos primarios,
que a su vez generaba una inestabilidad estructural de los mercados de esos productos. Desde
la oferta, la modernización y el cambio tecnológico habían redundado en una mayor
productividad de los sectores agropecuarios, mineros y extractivos en general, a lo que se había
sumado una expansión constante de la frontera agrícola en los países nuevos, para provocar un
importante aumento de la oferta global. Desde la demanda, la tendencia declinante del
crecimiento de la población europea se agravaba con las muchas muertes que provoco la
guerra, mientras que el aumento de los niveles de ingreso hacia declinar proporcionalmente la
demanda de alimentos.
Los años veinte
La economía de Europa llevo a varios países europeos a financiar la reconstrucción de sus
economías por medio del endeudamiento interno y la inflación. Estos desarreglos en la

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economía mundial todavía iban a persistir por algunos años. Gran parte de la demora tuvo que
ver con la política económica ortodoxa que adopto Gran Bretaña para reconstruir su economía,
que consistió esencialmente en aferrarse al patrón oro hasta recuperar la paridad existente
antes de la guerra.
La valorización de la libra afectaba directamente la competitividad de las exportaciones
inglesas, que ya estaban bastante golpeadas por la competencia de otros países. Esto tenía
consecuencias serias para aquellos países cuyos mercados estaban de alguna manera atados a
Gran Bretaña, como era el caso de la Argentina. Más allá de las razones técnicas que explican
el fracaso del nuevo sistema monetario de posguerra-llamado “patrón cambio-oro-, que
imponía que las reservas pudieran atesorarse, en vez de metálico, en monedas respaldadas por
el oro, como la libra y el dólar-, la razón de fondo radicaba en la debilidad relativa en la que
había quedado la economía inglesa después de la guerra, que le impedía seguir cumpliendo el
rol de centro financiero mundial que había tenido hasta entonces.
Estados Unidos, por el contrario, salió fortalecido de la guerra, de la mano de un renovado auge
industrial y gracias a un sólido mercado interno. En la Argentina, las inversiones retornan
decididamente al país, los precios se recuperan, se normaliza el comercio y las arcas públicas
encuentran estabilidad, durante los años veinte, el país crece más que los Estados Unidos,
Canadá o Australia.
Comercio exterior e inversiones
Las exportaciones, tanto en números totales como medidas per cápita, mostraban en el periodo
uno de los mayores índices de crecimiento del mundo. El gran cambio se dará en el origen de las
importaciones. El incremento de las importaciones provenientes de los Estados Unidos es
constante.
Los ingleses mantuvieron y aumentaron su participación en las importaciones de carbón y
material ferroviario, pero no pudieron competir con Estados Unidos en rubros de gran
crecimiento como los automóviles y otros bienes de capital para la agricultura y la industria,
cuya demanda crecía rápidamente.
Este ascenso de los Estados Unidos en el comercio exterior argentino se alzaba sobre el
deterioro del bilateralismo que había caracterizado al comercio exterior entre Argentina y Gran
Bretaña hasta antes de la guerra. Del lado del comercio exterior, la Argentina tenia excedentes
comerciales con Gran Bretaña, gracias a las sostenidas exportaciones de carnes y cereales y a la
caída de las importaciones de ese origen, y déficit con los Estados Unidos, dado que las compras
de productos manufacturados norteamericanos no eran compensadas con exportaciones
argentinas a ese país, que podía abastecer su mercado interno de productos primarios con su
propia producción.
Hacia 1925, EEUU pasó a ser el primer promovedor de la Argentina, siendo los principales
rubros los automotores y productos complementarios como neumáticos y derivados del

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petróleo. También, la maquinaria e implementos agrícolas. El nuevo orden parecía desafiar las
mismas bases de la división internacional del trabajo impuestas por Gran Bretaña en sus
dominios y áreas de influencia. En la Argentina, eso significaba quebrar la tradicional estructura
de especialización en la producción primaria, que solo admitía una industrialización restringida
al procesamiento de esos mismos productos primarios.
Los intereses británicos intentaron por todos los medios restablecer el bilateralismo, apoyados
en el hecho de representar un importante mercado para los productos argentinos de
exportación. La alianza era estratégica: a cambio de poder seguir ubicando sus productos en el
mercado de Londres, los invernaderos prometían ayudar a los intereses británicos para
presionar al gobierno argentino, de manera de lograr un tratamiento preferencial para sus
declinantes productos industriales de exportación, en especial los insumos para los ferrocarriles,
también los textiles. En 1929 se firma el Convenio de Comercio y Créditos Recíprocos entre Gran
Bretaña y la Argentina, el país se comprometía a comprar material ferroviario británico para el
sistema estatal, mientras que Gran Bretaña solo prometía preocuparse de que las empresas
británicas compraran una cantidad equivalente de productos argentinos.

El sector agropecuario
Entre 1918 y 1930, las áreas sembradas retoman su ritmo ascendente, de la mano de los
cereales y el lino y a expensas de la alfalfa que retrocede. Los precios de la carne se
derrumbaron al acomodarse a la demanda de tiempos de paz y como reacción a la evidencia de
un mercado más reducido por los efectos del creciente proteccionismo agrícola de Europa.
Con el advenimiento de la paz, el chilled desplaza definitivamente a la carne congelada como
principal producto ganadero de exportación: entre 1919 y 1924, la exportación de enfriado paso
de 2.500 a 365.000 toneladas, superando en forma definitiva al congelado y las conservas, esto
es, los criadores dedicados exclusivamente a la producción de ganado semiterminado, que
debía ser engordado antes de su venta en el mercado. En el otro extremo estaban los
invernaderos, que compraban el producto a los primeros para, luego de engordarlo, venderlo a
los frigoríficos para su faena y exportación. En momentos de crisis de los precios de la carne,
estos ganadores podían optar por no comprar ganado a los criadores- dedicando sus tierras a la
agricultura, por ejemplo- haciendo recaer todo el peso de la crisis en los criadores. Cría e
invernada no solo no fueron actividades incompatibles y antagónicas, sino que las empresas
que se dedicaban a las dos actividades, fueron muy frecuentes en la región pampeana y
gozaban de la más amplia versatilidad económica, ya que podían ofrecer una multiplicidad de
productos al mercado simultáneamente. Quienes no pudieron reunir ese capital ni acceder a esa
calidad de tierras quedaron fuera de ese grupo selecto de grandes ganaderos pampeanos.

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En la década del veinte, se consolida la “estancia mixta”, un tipo de organización productiva


que combinaba la cría y engorde de ganado con la producción agrícola, con el propósito de
evitar riesgos y responder eficazmente a las variaciones en los mercados. Se utilizaba una
generosa cantidad de buena tierra en la empresa, una baja dotación de capital fijo y un número
variable de arrendatarios, que se encargaban de la producción agrícola. Cerca del 70% de las
casi cuarenta mil nuevas empresas agropecuarias que surgen en la provincia de Buenos Aires
entre 1914 y 1937 corresponde a la categoría “mixta”. Para los pequeños y medianos
chacareros agricultores, las condiciones eran particularmente duras, ya que ellos eran la
“variable ajuste” de esa ecuación.
Las empresas provocaban esa inestabilidad estructural a través del mantenimiento de un buen
número de arrendatarios pequeños a los que no se les asignaba tierra fija en la estancia, a
excepción de la que se les ofrecía sembrar en cada ciclo agrícola y por el periodo de una
cosecha. La empresa podía redefinir la extensión de la actividad agrícola en el corto plazo y, en
caso de querer ampliarla, encontraba en esos agricultores residentes sin tierra una permanente
disposición a sembrar más predios para complementar su ingreso. Además de hacer más
inestable la tenencia para el creciente número de los que arrendaban, el fin de la frontera
agrícola hizo más difícil el acceso a la propiedad de la tierra, que siendo más escasa había
aumentado su precio.

Más allá de las Pampas


Se refieren estos a aquellos cultivos cuto producto requiere cierta transformación técnica antes
de ser destinado al consumo, como es el caso del azúcar o el vino. Si bien en términos absolutos
son todavía poco importantes en el periodo – representan solo 2% del total de la superficie
sembrada en 1929- su crecimiento después de la impasse de la guerra es notable, aumentando
su participación en la producción agrícola nacional del 25% al 35% entre 1910 y 1930. En la
década de 1930 estos cultivos van a crecer exponencialmente triplicándose en solo diez años el
área bajo cultivo.
El azúcar de Salta, Jujuy y Tucumán, los vinos cuyanos, las frutas del valle de Rio Negro, el
algodón del Chaco y la yerba mate en Misiones basan su crecimiento durante estos años en el
incentivo de una demanda interna en expansión, en activas políticas nacionales de protección y,
en algunos casos (como el de los territorios nacionales de Rio Negro, Chaco y Misiones), en
políticas de colonización por parte del Estado.

El sector industrial
Testigos de este crecimiento vertiginoso son el importante aumento del consumo de energía
eléctrica y el alto nivel de importaciones de maquinaria y equipos industriales. La consolidación

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del sistema del petróleo y la incorporación definitiva del motor de explosión. La conciencia de
tener reservas del combustible fue decisiva para proyectar la industria nacional.
La industria del petróleo se reanima en los años veinte, con un creciente interés del capital
extranjero en el sector y con el nombramiento del general Mosconi en la dirección de
Yacimientos Petrolíferos Fiscales y la inauguración de la refinería de La Plata en 1925. El
símbolo del avance del capital extranjero en esta industria fue la Standard Oíl, principal
importadora de petróleo y controlaba los cauces de distribución interna más importantes.
Otro sector que experimenta un gran crecimiento es el de la construcción. La entrada al país de
consorcios extranjeros destinados a la construcción de edificios, carreteras, muelles y puertos da
un gran impulso a la industria del cemento, gracias a la difusión de uso del hormigón armado en
la construcción de diques y grandes edificios en la Capital Federal.
El gran responsable del crecimiento del sector fue de nuevo la industria liviana. La industria
siguió dependiendo fuertemente de esas importaciones, con lo que el crecimiento del sector,
lejos de ser autónomo o de tener la capacidad de convertirse en el motor de crecimiento de la
economía, siguió dependiendo para poder sostenerse de las divisas que generaban las
exportaciones.
Al menos hasta 1930, las condiciones históricas- el estado de ideas en la Argentina y el mundo,
la organización del mercado mundial, la estructura de clases del país- sencillamente no estaban
dadas para implementar de forma seria un modelo industrial, como opuesto al modelo de
crecimiento imperante. En tal sentido, las políticas económicas “proteccionistas” que si se
dieron fueron menos el resultado de la ejecución de tal proyecto que el producto de respuestas
de las políticas a coyunturas económicas específicas, que no siempre persiguieron la promoción
industrial.

La antesala de lo peor: las vísperas de la crisis de 1930


En 1929, la Argentina había llegado a tener reputación mundial como un país próspero,
exhibiendo una tasa anual de crecimiento que había sido, durante los veinte años anteriores,
superior a la mayoría de los llamados “países nuevos”. Seguía siendo el mayor exportador
mundial de carne vacuna refrigerada, así como de maíz, lino y avena, y el tercero de trigo y
harina, mientras que sus exportaciones per capita, de 90 anuales en 1928-29, la ubicaban en el
undécimo lugar en el mundo. Su sector industrial seguía creciendo de la mano de un auge
renovado del consumo y creaba una buena base para la sustitución de importaciones. Las
reservas de oro alcanzaban en 1928 un nivel saludable que servirían más tarde para afrontar
mejor las estrecheces monetarias que impuso la Gran Depresión. La tasa de analfabetismo
seguía su rumbo descendente y Buenos Aires se había convertido en uno de los grandes centros
culturales del mundo de habla hispana.

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Con el alza de las tasas de interés en los Estados Unidos en 1928, para revertir el boom
especulativo en ese país, la dirección de este flujo de capitales se invierte, llamados ahora por
las más atractivas tasas de retorno que prometió ese mercado, a diferencia de las inversiones
en el exterior. En la Argentina la balanza de pagos se debilita fuertemente y las reservas de
metálico disminuyen a 424 millones, el nivel más bajo de la década, lo cual obliga al presidente
Yrigoyen a abandonar definitivamente el patrón oro en las vísperas de 1930. Con el desplome
de Wall Street de Octubre de 1929, los precios de los commodities

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