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Población y desarrollo urbano

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El proceso industrializador de los años ochenta obligó a una nueva estructuración del espacio
de la ciudad para adecuar el equipamiento urbano a las nuevas necesidades del desarrollo.
Fue en este periodo cuando surgieron elementos de comunicación acordes con la nueva
situación: se creó el aeropuerto internacional; se diseñaron la prolongación de las avenidas
Héroe de Nacozari —que comunica a Aguascalientes con la ciudad industrial— ;
Independencia y el segundo Anillo de Circunvalación. Por otra parte, pronto se reveló
obsoleto el haber construido la ciudad industrial en los límites de la capital, ya que en no más
de 10 años se encontró prácticamente dentro de la mancha urbana.

Una parte importante del crecimiento urbano se ha desplazado hacia la zona oriente de la
ciudad, sobre tierras no aptas para el cultivo, y respetando como límites urbanos el río San
Pedro al poniente, y el arroyo de San Francisco al sur, aunque también se han ocupado
tierras propias para el cultivo, sobre todo en las zonas norte, sur y poniente de la capital. Con
todo, el crecimiento urbano no ha dejado de ser caótico, ya que pese a la actual extensión de
la capital, todavía subsisten dentro de ella importantes zonas baldías. Además, se ha
propiciado la conurbación con el municipio de Jesús María, separado de la capital por unos
cuantos kilómetros.

Mapa 4. División municipal. Dibujo basado en Síntesis geográfica de Aguascalientes,


México, Secretaría de Programación y presupuesto, 1981, p. 11.

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A propósito de este fenómeno, es necesario señalar que en la actualidad la capital del estado
se encuentra inmersa en un proceso de suburbanización, por el cual se han incorporado a la
ciudad localidades como Trojes de Alonso y la colonia Talamantes Ponce al norte, la Presa de
los Gringos y el Ejido Las Cumbres al oriente, San Francisco del Arenal y Vicente Guerrero al
sur, y Loma Bonita y Canteras de San Javier al poniente.

Entre los elementos de la nueva organización territorial hay que destacar los siguientes:
Hasta 1980 el desarrollo urbano correspondió al crecimiento natural de la población, y se
caracterizó por su gradualismo, pero a partir de entonces se produjo un crecimiento
explosivo, fundamentado en gran medida en la necesidad de responder al fenómeno de
industrialización del estado, pero también a la ausencia de un verdadero programa de
vivienda popular, que hasta entonces se había atacado esporádicamente y en cantidades más
bien simbólicas, muy inferiores a las necesidades del crecimiento.

Un dato que ayuda a ilustrar lo anterior sería el siguiente: en 1955 la capital tenía una
extensión de 865.4 hectáreas, que para 1986 se habían convertido en 4 361 (Sifuentes aporta
los siguientes datos: en 1750 la superficie de la ciudad era de 18.2 hectáreas, que para 1850 se
convirtieron en 111.1), y luego, entre ese año y 1992 la capital aumentó su superficie en casi
2000 hectáreas, de tal manera que en el lapso de cinco años la ciudad creció
aproximadamente en la misma superficie que en los 400 años anteriores. En gran medida
esto ha ocurrido así por la concentración de las nuevas industrias en la capital del estado.

Por otra parte, en el lapso que va de 1950 a 1984 el periodo de duplicación de la población
disminuyó de 40 a 20 años, y la tendencia apunta a que disminuya a 15 años, aun cuando la
tasa de crecimiento disminuyó de 51.29 nacimientos por cada 1 000 habitantes a 39. Sin
embargo, este fenómeno es contrarrestado por el hecho de que la esperanza de vida aumentó
de 49.6 años a 67.5. Además, deben considerarse los indudables avances en materia de salud,
que han permitido abatir la mortalidad de 18 a cinco muertes por cada 1 000 habitantes, así
como las defunciones de niños, que disminuyeron de 152 a 48.

Hasta antes de este periodo, la vida de la ciudad giraba en torno a un centro y una serie de
barrios ubicados a su alrededor, de acuerdo con la traza original de la ciudad, que además
resultaba suficiente para el desarrollo del comercio, la industria y los servicios. En la
actualidad la tendencia general responde a una dinámica en la que la zona centro de la
capital ha quedado como tal en cuanto a ubicación geográfica, pero ya no como centro de
actividad de la población. A ello ha contribuido la dispersión de las actividades industriales,
comerciales y de servicios por diversas zonas.

Por otra parte, los barrios fueron durante muchos años los entornos en donde la población
vivía, trabajaba y desarrollaba actividades recreativas. Al establecerse las zonas industriales y
comerciales y los grandes desarrollos habitacionales, ese esquema se ha roto y en general la
tendencia apunta hacia una absorción de los barrios, principalmente a causa de grandes
obras de equipamiento urbano que modificaron las estructuras originales. Además, la misma

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noción de barrio significaba que no existía el fenómeno de segregación entre la población, tan
común hoy en día, a partir del surgimiento de zonas claramente identificadas en cuanto a
posición social y económica.

El proceso de industrialización que experimenta el estado desde 1981 propició un importante


fenómeno de inmigración, no sólo de las zonas rurales del estado, sino de otras entidades, de
la capital de la república y, en menor medida, de otros países, provocando una sensible
agudización de la demanda de toda clase de servicios urbanos y vivienda. En esta perspectiva
debe considerarse de manera muy particular la instalación en Aguascalientes del Instituto
Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) con motivo de los terremotos que
en septiembre de 1985 asolaron una vasta zona del centro del país y a la ciudad de México.

Para enfrentar el problema de la migración, el gobierno del estado se lanzó a la ejecución de


un ambicioso programa de construcción de vivienda, no sólo para satisfacer la demanda de
los migrantes, sino para abatir el rezago existente en este campo hasta 1980. Precisamente
una prueba de la explosividad de dicho problema se dio en 1978, cuando militantes del
Partido Socialista de los Trabajadores invadieron, con mucho éxito, el ejido La Huerta, en
demanda de vivienda.

Además de lo realizado en el terreno en cuestión, y gracias al impulso gubernamental, en


estos años se realizan importantes obras de equipamiento urbano y de regeneración de los
principales barrios de la capital. Por ello surgieron en esta etapa, además de los grandes
desarrollos habitacionales, obras como el Parián, el mercado Terán, los pasos a desnivel en la
Plaza de la Patria y en la avenida López Mateos, el teatro de Aguascalientes, la remodelación
de la plaza de toros Monumental y de las instalaciones de la Feria Nacional de San Marcos.
La intención de estas obras fue darle al Aguascalientes urbano la característica de
modernidad que impregnaba a su industria y comercio.

Evidentemente, el desarrollo económico y urbano de los últimos años ha repercutido de


manera significativa en la sociedad aguascalentense, que está pasando de una marcada
homogeneidad cultural a la heterogeneidad propia de una sociedad que vive un proceso de
apertura. Esta situación ha provocado algunos de los problemas característicos de la
modernización, tales como el caos vial, el incremento de los índices de delincuencia, el
deterioro ambiental y el hacinamiento urbano. Por otra parte, también se observan mayores
niveles educativos, más participación en la vida política, nuevas exigencias a la
administración gubernamental, y una mayor preocupación por asuntos vitales como la
protección ecológica y el respeto de los derechos humanos.

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