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Juan Moreno
Depto. Ecología Evolutiva, Museo Nacional de Ciencias Naturales-CSIC,
José Gutiérrez Abascal 2, 28006 Madrid. E-mail: jmoreno@mncn.csic.es
Una de las fuentes más comunes de problemas argumento es que hay una alternativa a conservar
para comprender la evolución gradual que explica todos esos recuerdos en nuestra mente, como es
la teoría de Darwin es nuestra enraizada tenden- la de desechar la mayoría de ellos como inútiles.
cia a clasificar cualquier objeto con el que nos La solución final de Locke parece más acertada.
topamos en nuestra vida cotidiana. Está compro- Una memoria perfecta que considera cada expe-
bado que antes de los tres años de edad, los niños riencia como única es inservible. La ventaja de
ya buscan la identidad de clases naturales (Pinker recordar experiencias del pasado es poder
2000). Buscan dicha identidad para clasificar los interpretar el presente y predecir el futuro. Sin
objetos en animados o inanimados, según colores, categorías, todo es distinto de todo lo demás, y
según tipo de movimiento, según tamaño, según nada puede ser generalizado o aprendido. No hay
forma, etc. Esta afición infantil a clasificar no ha ganancia de información por tanto. Así ‘Funes el
de ser aprendida, sino que es innata e indepen- Memorioso’ podía recordar exactamente las
diente de cualquier tutoría por parte de adultos. vivencias de un día entero, pero necesitaba otro
Los niños continuamente preguntan a los mayo- día entero para ello. Clasificar es la base de la
res con los que conviven por las clases de los capacidad de predecir sucesos futuros. Sin
objetos con que se topan. Este interés desmedido categorías, cualquier experiencia sería nueva es
por clasificar es una de las principales fuentes de impredecible. Sin clasificaciones estaríamos iner-
la curiosidad insaciable de los niños como mes ante el mundo circundante, incapaces de
cualquier progenitor con hijos pequeños ha distinguir objetos comestibles de tóxicos, amigos
experimentado. Las dudas clasificatorias se de enemigos, situaciones peligrosas de las que no
traducen frecuentemente en incesantes preguntas lo son.
sobre como encasillar objetos, anima-les, plantas Pero no basta con clasificar en base a cualquier
y, como no, personas. ¿Se trata de un león o de criterio, hay que establecer las categorías adecua-
un tigre? ¿De una silla o de una butaca? ¿De un das en cada situación. Clasificar a un tomate
Renault o de un Opel? Las dudas clasificatorias como un objeto de color rojo o menor que un
surgen a cada momento y aparentemente melón no sirve. Solo sirve una clasificación que
requieren de una solución inmediata. Esta necesi- nos permita apreciar las cualidades intere-santes
dad por crear compartimentos estancos en de los objetos. La clasificación “tomate” nos
nuestras mentes posee todas las características de permite predecir las cualidades alimenticias de
un instinto como lo es el lenguaje o la capacidad ciertos objetos, como la clasificación “silla” nos
de identificar rostros humanos (Pinker 2000). permite evaluar su capacidad para sustentar
Ello sugiere que la capacidad para clasificar nuestro peso en determinada posición. A nuestros
objetos del mundo observable ha tenido repercu- antepasados seguramente les benefició clasificar
siones favorables para el éxito reproductor de a múltiples objetos de su medio en función de sus
nuestros ancestros, es decir que se trata de una propiedades alimenticias, capacidad de evasión
adaptación biológica. como presas, capacidad de agresión como preda-
Pero ¿no sería mejor apreciar las diferencias en dores, capacidad letal como productos tóxicos,
lugar de las similitudes entre objetos? El filósofo etc. La taxonomía de los pueblos cazadores-
John Locke (1690) imaginó la posibilidad de que recolectores es por ello a menudo tan exacta
cada objeto individual, no solo personas, sino como la de los mejores especialistas en sistemá-
también piedras, hojas o nubes individuales, tica y sorprendentemente coincidente con la
tuvieran sus propios y exclusivos nombres. El taxonomía científica de los organismos (Atran
personaje de Jorge Luis Borges ‘Funes el 1990; Medin y Atran 1999).
Memorioso’ buscaba un nombre no solo para Pero hay algo más bajo nuestras clasificaciones
cada objeto individual sino para cada experiencia que las separan entre las meramente utilitarias
con cualquier objeto (Fig. 1). Locke propuso que (por ej. pescado, pollo y carne o fruta, legumbre y
nuestra capacidad mental requería las clasifica- verdura) y aquellas basadas en identidades reales
ciones por que no permitía conservar billones de o esencias. Así la clasificación es la base del
memorias diferentes. El problema para este esencialismo filosófico que busca las identidades
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