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Documento N°2

Índice de
Vulnerabilidad
Social en Venezuela
INVUS 2021
Lo más delgado de la cuerda

Natalia Sánchez, Luis Pedro España


y María Gabriela Ponce
Índice de Vulnerabilidad Social
en Venezuela
INVUS 2021
Lo más delgado de la cuerda

Coordinación General:
Anitza Freitez

Equipo responsable:
Natalia Sánchez, Luis Pedro España y María Gabriela Ponce
Diseño Gráfico y Diagramación
Ani Guillén

Ilustraciones
Ani Guillén generadas a través de OpenAI

Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad


Católica Andrés Bello- IIES-UCAB.
Junio, 2022.
Índice
Introducción 4

Aspectos Generales
1. La vulnerabilidad, una preocupación compartida a escala global. 10
2. La vulnerabilidad social y el desarrollo. 20
3. La vulnerabilidad social en la región. 26
4. Justificación de la construcción de un índice de vulnerabilidad
con base en las condiciones de vida del venezolano. 33

Índice de vulnerabilidad en Venezuela (INVUS) 52

Impacto de las crisis de movilización y COVID-19


en la vulnerabilidad en Venezuela. 78

Reflexiones finales a la luz de los índices


de vulnerabilidad venezolana. 86

Bibliografía 95
INVUS 2021 4

Introducción
En la narrativa de los paises miembros de Naciones Unidas —lejos de desdibujarse—
ha venido cobrado fuerza la preocupación por la vulnerabilidad humana.

El informe sobre Desarrollo Humano 2021-2022 (PNUD) aun no publicado se titula


“Tiempos de incertidumbre, vidas inestables: adaptando nuestro futuro” y expone la
situación del globo como signada por una mayor incertidumbre.

Incertidumbre, por supuesto, directamente asociada con los viejos problemas so-
cio-económicos que se han venido agravando por el severo impacto de las actividades
humanas sobre el medio ambiente y con la irruptora pandemia Covid-19 que sin duda
abrió la perspectiva a un nuevo mundo de fragilidades.

Ya en el Informe sobre Desarrollo Humano del año 20141 se dedicaba a la vulnerabi-


lidad y se planteaba la siguiente afirmación:

“La vulnerabilidad humana no es nueva, pero está aumentando debido a la


inestabilidad financiera y a las crecientes presiones medioambientales como
el cambio climático, que tienen un potencial de crecimiento para socavar el
progreso en el desarrollo humano.... Es fundamental hacer frente a la vulnera-
bilidad para preservar lo avanzado y asegurar la continuidad del desarrollo”

Los llamados desequilibrios planetarios y también los desequilibrios sociales pare-


cen haberse juntado para producir un mundo todavía más incierto. Nos enfrentamos,
pues, a una lectura que apunta a una situación de riesgo globalizado y geo-localizado
casi al punto de decir que ahora sí se ha abierto la caja de Pandora.

En este marco global volvemos la vista a Venezuela, y lo hacemos de la mano del


estudio sobre las condiciones de vida del venezolano (ENCOVI 2021). Este esfuerzo
de investigación nacional establece que entre el año 2014 y el 2021 la pobreza por
privación aumentó veinticinco puntos porcentuales. Esta medición que ha pretendido
sintetizar de forma multivariable la pobreza, nos señala que el deterioro y la caída en
más profundos niveles de vulnerabilidad social del país ha sido significativa.

Las causas señaladas son el empobrecimiento continuado, la pérdida y debilidad


institucional, los cambios demográficos fundamentalmente asociados al impacto del
vaciamiento por los grupos que emigraron, la crisis de la movilidad por la escasez de
combustible del año 2020 y la crisis sanitaria debido a la pandemia Covid-192.

1 Este documento se denominó “Sostener el progreso humano: reducir vulnerabilidades y construir resi-
liencia” y en sus páginas establecen como puntos centrales los conceptos de vulnerabilidad y resiliencia.
2 El informe resalta que la llegada del Covid-19 encuentra de antemano un país con serios problemas de
movilización debido a la crisis de abastecimiento del combustible, pero que efectivamente el modelo de confina-
miento adelantado por el gobierno venezolano impactó negativamente la economía, el empleo y la educación.
(ENCOVI, 2021).
5 INVUS 2021

Las primeras conclusiones del estudio no solo se relacionan con aspectos económi-
cos y sociales sino también institucionales. Señalan, justamente, la pérdida de institu-
cionalidad del estado venezolano considerando que este es el principal responsable
del establecimiento y la promoción de las oportunidades para el desarrollo.

“Tenemos un país empequeñecido en términos económicos y demográficos,


con elevados índices de pobreza y desigualdad y con gran escepticismo res-
pecto al futuro”3.

Planificar comprendiendo la heterogeneidad de la pobreza conlleva irremediable-


mente a la medición y comparación entre grupos para identificar a quiénes poseen
mayores desventajas. Este es justamente el acuerdo regional y global sobre el que se
sostiene la importancia de la medición de la vulnerabilidad. Así, para dimensionar la
vulnerabilidad social en el país es preciso identificar algunos rasgos de diferenciación
entre los pobres y los más vulnerables tomando en cuenta indicadores que discriminen
una mayor condición de desventaja.

En la sociedades industrializadas esta comparación se hace entre grupos mayori-


tarios en mejor condición y entre grupos minoritarios con peor condición. En nuestro
contexto la única forma de que la identificación de los grupos vulnerables tenga senti-
do de política eficaz es que la comparación se establezca entre los grupos en pobreza
extrema o privación y aquellos que dentro de ese conjunto destacan por indicadores
diferenciales o desventajosos. Esta reflexión parte de una lectura del comportamiento
de los sujetos en pobreza asociada al presumible uso máximo de los recursos disponi-
bles. Comprendemos que el sujeto es un actor racional y efectivo, que además emplea
una suerte de economía moral (Thompson) a lo interno del grupo familiar. Así, quienes
se encuentran en peor condición, lógicamente cuentan con menor número de activos
para mejorar, por lo tanto están en mayor riesgo y situación de inseguridad. Son, en-
tonces, los más vulnerables.

Pero no solo se considera relevante conocer mediante ciertos indicadores el lado


del déficit de activos de los hogares venezolanos (educativos, laborales, familiares). Es
importante medir la oferta de los bienes por parte del gobierno, la cual forma parte
sustantiva de la estructura de oportunidades en nuestro contexto, para así completar
los dos aspectos determinantes de la vulnerabilidad (activos y oportunidades) y el
carácter bisagra que se le atribuye.

Para comprender mejor la importancia de lo anterior tomamos como ejemplo el


tema de la inseguridad alimentaria en el país que fue medido en ENCOVI 2021.

“Los hogares en condición de pobreza pero no extrema son los que han mejo-
rado su consumo de alimentos. No sólo en términos generales, sino que tam-
bién parece haber mejorado la dieta…, y es el estrato que menos reduce el

3 Tomado de: https://www.proyectoencovi.com/


INVUS 2021 6

consumo de leche y quesos. Uno de los factores que puede estar explicando
esta mejora en el grupo de hogares pobres no extremos es la concentración
de las ayudas sociales gubernamentales en este estrato. En cuanto al grupo
de los pobres extremos el gasto en alimentos cae en todos los rubros…”ENCO-
VI 2021 (resaltado nuestro)

Que la política distributiva de las transferencias no cubra a los más vulnerables de


mayor manera a como lo ha hecho con los pobres no extremos es una muestra de
un fallo en materia de política alimentaria que habla por sí solo de la importancia de
focalizar mejor a los más vulnerables. No descartamos que los pobres no extremos
cuenten con un conjunto de activos familiares, relacionales y políticos que los ponga
a ocupar mejor posición para la recepción de las ayudas gubernamentales y también
para procurarse alimentos. Sin embargo es papel del estado diseñar y ejecutar una
política distributiva equitativa.

Con el análisis comparativo entre la vulnerabilidad de los años 2016 y 2021 busca-
mos conocer el repliegue de bienes y servicios y de coberturas. Tal análisis nos permite
estimar el tamaño de los grupos vulnerables que se habrían dejado de atender y las
áreas específicas de desatención.

En otras palabras pretendemos comprobar si ha habido un aumento de la vulnera-


bilidad en el país. De ser así manejamos la hipótesis de que este podría deberse a dos
elementos coyunturales que afectaron la movilidad del venezolano. Nos referimos a la
crisis del abastecimiento del combustible 2020 y la crisis sanitaria debido a la pandemia
del Covid-19.

El objetivo de este documento es, con base a la información recogida en el instru-


mento ENCOVI, brindar pistas sobre la población más vulnerable del país, su morfolo-
gía, su dimensión y su perfil.

Responder a la pregunta sobre qué brinda el estado venezolano hoy a los más
vulnerables forma parte de nuestra discreta pretensión, porque aunque el empobre-
cimiento sea generalizado es necesario conducir los focos hacia los más vulnerables.
La pobreza también es heterogénea y su medición —más fina o más gruesa —deriva
diversidad de umbrales de atención.

Para hacerlo partimos de una reflexión global y luego al final volvemos a ella. Esto
es porque es posible que un contexto de pobreza como el venezolano pueda aportar
a una lectura en clave universal y más allá de la región, sobre la heterogeneidad de la
pobreza, sus complejidades y sus intensidades. También sobre la transformación que
sufren las vulnerabilidades epocales cuando la mayoría de la población se ha empo-
brecido y las crisis adquieren forma cotidiana y caracteres más concretos y cercanos.
7 INVUS 2021

La vulnerabilidad humana se define —siempre— en relación a algo, porque encierra


la consideración sobre una fragilidad determinada ante una situación, producto de
una condición de desventaja que se posee previamente. La vulnerabilidad social tiene
que ver, pues, con la pobreza, con los peligros que ella encierra y las desventajas que
limitan poder salir de ella.

¿Quiénes son los más vulnerables de un país empobrecido como Venezuela?

Esta es la interrogante central que conduce las reflexiones y estimaciones presen-


tadas en este documento.
INVUS 2021 8
9 INVUS 2021

Aspectos Generales
INVUS 2021 10

1. La vulnerabilidad, una preocupación compartida a


escala global.
No es solo el informe aún no publicado de Naciones Unidas. Otros organismos mul-
tinacionales discuten hoy el tema de la seguridad como pilote central y con él el tema
de las vulnerabilidades. ¿Pero de qué se habla cuando se afirma que hoy el mundo es
más vulnerable o inseguro?

Las vulnerabilidades vistas en clave global (o vulnerabilidades transnacionales) es-


tán asociadas por un lado a la capacidad abstractiva y figurativa del sujeto y por otro
a los continuos cambios en donde los de naturaleza tecnológica es fundamental4. Una
versión antropológica neo-tecnológica (Hurtado) podría aquí establecer un punto de
orden de estos componentes subjetivos y comunes que casi instruyen por completo un
espíritu de época. Asistimos a una época convulsa, plagada de cambios y situaciones
que generan vulnerabilidades nuevas que se adicionan a las viejas y que se conjugan
en un clima de inseguridad. No está tan claro un primer umbral que distinga entre
vulnerables y no vulnerables dado que hasta cierto punto todos lo somos. Sobre todo
ante fenómenos globales (como el cambio climático que se manifiesta de forma cada
vez más evidente, o frente a pandemias como la del Covid-19). Ante ellos la normali-
dad se ve fracturada y volvemos en nuestro imaginario a un situación de indefensión
que normalmente podría lucir ajena o superada.

El sociólogo Ulrich Beck acuñaba el término sociedad de riesgo y aclaraba desde


hace más de veinte años que los cimientos de la sociedad moderna se habían vis-
to modificados, y que lo actual moderno se soportaría bajo nuevos cánones de la
realidad, ya no solo en la capacidad de calcular sino en la contemplación del riesgo
como parte elemental de la racionalidad necesaria. En líneas generales la apuesta
por la seguridad está centrada en el orden que consumimos y practicamos cada día.
Colaboramos con él gracias a la comprensión de la totalidad. Esto es lo que a fin de
cuentas orienta nuestra continuidad biográfica. También, en condiciones normales y
en búsqueda de autonomía, preferimos solo a ratos renunciar a ciertas seguridades. Es
una renuncia bastante acotada porque la normalidad estructural de nuestra vida no
se ve mayormente afectada, y en general los polo de autonomía y el de seguridad
(Fromm) siguen siendo polos pero en múltiples tableros, en vidas no tan uniformes ni
tan dominadas por el ejercicio de una sola identidad. Somos individuos de identida-
des múltiples y por eso admitimos novedades, riesgos, aventuras que no se salen del
marco que encierra nuestro orden, y así hemos recreado nuestros propios “términos
de referencia” para escapar de la rutina. Estos atrevimientos o recreos no afectan la
columna vertebral de nuestras seguridades — insistimos— en condiciones normales.

Pero cuando la normalidad se fractura por la ocurrencia de eventos insospechados,


4 Entendemos al hablar de tecnología, no solo aspectos materiales sino también la relación del hombre
con la naturaleza; el uso de los recursos.
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no solo tiembla la realidad a nuestro alrededor sino nuestra propia identidad, que aun-
que múltiple tiene un centro de gravedad: haber apostado por los sistemas de cono-
cimiento porque sabemos que normalmente funcionan. Entonces ante la anormalidad
un repliegue a la necesidad de seguridad aparece como una resaca que podría adquirir
dimensiones de un tsunami. Nos vemos vulnerables, desnudos, frágiles, incluso agre-
sivos. Un ejemplo de esto es lo sucedido ante la pandemia Covid-19, que quedará en
la memoria del planeta. Cierto imaginario de sujeto cultural con el que convivíamos
tuvo que reconvertirse de repente en sujeto material y biológico. Todos nos vimos
como especie vulnerable a escala planetaria. La condición biofísica nos recordó que
podíamos morir por una causa insospechada, ya que el sujeto cultural normalizado que
solemos ser no acostumbra a pensar en la muerte. Todo esto tiene que ver justo con
la característica de este sujeto de época que ya no es dual (Head, Jung) en condicio-
nes normales, sino múltiple y proteico (Lifton;1968) pero que vuelve a condensarse, a
hacerse “simple y primitivo” ante un riesgo o amenaza5.

Podríamos imaginar un diálogo entre el sujeto que normalmente compra determi-


nados productos en el mercado antes de llegar a casa un día cualquiera y el sustituto
que dentro de su propio cuerpo compró decenas de empaques de papel higiénico o de
harina de trigo el mismo día en que el presidente de su país declarara que las escuelas
cerrarían de inmediato debido a una pandemia sin precedentes en el mundo6. Imaginar
este diálogo interno abre pistas para comprender que ante situaciones de riesgo el
comportamiento humano se nuclea, se hace repetitivo y predecible, y esto es porque
las necesidades que tiene el sujeto y que son universales se han visto removidas, y el
orden con el que habitualmente opera seriamente amenazado7.

Nos referimos a la pérdida de la seguridad ontológica (cotidiana) que ha sido tema


de debate desde hace años. Pero, en el contexto de la modernidad de paises industria-
lizados occidentales, esta no se refiere a una perdida crónica sino crítica, porque tam-
bién existen múltiples mediaciones eficaces, estables y comprobadas en el día a día
para obtener seguridades y fortalezas. Resaltamos que justo en estos episodios críticos
es cuando la mayoría se siente vulnerable. Si para Jung las personas somos “máscaras
que fingen individualidad” es la vulnerabilidad ante amenazas críticas la que nos lleva
a “desenmascararnos”8.
5 Las teorías del yo en las sociedades de control (Deleure), líquidas (Bauman), de riesgo (Beck) han venido
dibujando un sujeto fragmentado con identidades múltiples. Sin embargo todas estas teorías hacen hincapié en
cierta condición de normalidad o al menos de crisis estable ( con estímulos perennes) propia de la época. Aquí
nosotros nos referimos a que este yo precrisis se simplifica, cae y se primitiviza ante una gran amenaza a su sub-
sistencia.
6 Esta práctica de consumo nervioso sucedió en varias ciudades europeas y norteamericanas.
7 Lo que sucede es que lo que para una sociedad puede leerse como una situación atípica de riesgo,
para otra puede leerse como una situación cíclica de riesgo. Todavía más, algunas veces la crisis también llegan
a normalizarse, por lo cual el comportamiento que en otros contextos estaría asociado al riesgo y una situación
amenazante, se hace común.
8 El ejemplo de la compra de cantidades de artículos al momento de la declaración oficial del estado de
alarma el año 2020 sirve para comparar esa situación con la experimentada Venezuela durante la crisis de abas-
tecimiento del año 2012 y otros posteriores. El comportamiento fue el mismo y la vivencia de la incertidumbre,
INVUS 2021 12

En sociedades de pobreza integrada (Paugam) la normalidad no es comprendida


como en otros contextos. Dicho de otra manera, la vulnerabilidad ontológica y las
de cualquier otro tipo específico se funden en un amasijo cercano y concreto. La cri-
sis se vuelve normal por lo cual se vive el día a día como si acabasen de anunciar la
emergencia pero luego se olvida que puede existir una situación de “no emergencia”.
Y tal como discurre la idea de que si un juego es eterno deja de ser un juego, si una
crisis se hace eterna deja de significar una crisis y pierde esa nominación de ruptura de
algo previo que funcionaba. La memoria se nubla y no hay registro comparativo, por
lo tanto la crisis pasa a sustituir a la normalidad. Siendo que entonces el yo crítico se
comporta constreñido por las necesidades de sobrevivencia y protección intentando
fingir normalidad. O se convierte en un yo con pretensión universalista como mecanis-
mo de defensa ante la realidad de que su contexto es muy diferente al del sujeto de
referencia que le gustaría ser (el enclavado en una sociedad de bienestar)9.

Pero salgamos momentáneamente de las sociedades con pobreza estructural y


volvamos a la moderna. Más allá de la vulnerabilidad ante eventos críticos en térmi-
nos generales podemos identificar diferentes fuentes de vulnerabilidades existencia-
les como las que están referidas a diversas amenazas crónicas derivadas de aspectos
estables, (podríamos decir aspectos climáticos actuales) y que por supuesto implican
una lectura por parte del sujeto y una actuación en consecuencia. Se diferencian de la
ontológica porque en este caso es la configuración normalizada del yo la que resien-
te la situación de amenaza, digamos con su “estructura completa” y no disminuida o
condensada como sucede ante las amenazas más críticas. Esto las hace también coti-
dianas y contextualizadas en entornos específicos con sus características ambientales,
físicas, económicas, laborales, estadales, de redes sociales y familiares. Y justo esto es
lo que para muchos es el quid del asunto; que estas vulnerabilidades crecen cada vez
más en el mundo moderno.

La primera vulnerabilidad que mencionamos de corte global es la vulnerabilidad


ambiental.

Para muchas voces la imposibilidad de acordar con premura una agenda global
que actúe de manera eficaz sobre las consecuencias de nuestras acciones ante el
cambio climático contradice la postura racional de amplio espectro que debía existir
en la modernidad, y pone en tela de juicio la capacidad adaptativa para la vida que
se supone acompaña la racionalidad moderna. El antropoceno como nueva era —no
solo geológica sino societal —nace herida y riesgosa tal como etimológicamente tam-

el miedo a quedar desprovisto junto al grupo familiar debió haberse experimentado de la misma manera por las
“personas de carne y hueso”. Las emociones humanas, así como las necesidades, son finitas y nos hacen compren-
sibles multiculturalmente.
9 Esto podría ocurrir en paises aislados, como Venezuela, cuando se desató la crisis de la pandemia Co-
vid-19. Las clases medias venezolanas adoptaron comportamientos idénticos a los adoptados en condominios e
instancias de acción vecinal de paises intensamente interconectados con el entorno. Este “delirio” por sustitución
de identidad que experimenta el yo social se explica no en términos de la realidad comprobada sino como una
pertenencia simbólica a la modernidad.
13 INVUS 2021

bién nace la palabra “vulnerable” que significa “herida”. Una sensación de impotencia
generalizada ante los acuerdos energéticos frente al cambio climático es fuente de
preocupación en la medida en que la comprensión del problema también es mayor.
Eventos desastrosos que quedan en la memoria colectiva ahora son vistos bajo el len-
te sospechoso, bajo la consideración de que han podido ser evitados. Se depende de
acuerdos y de agendas de los más altos niveles de los gobiernos de las naciones más
ricas del planeta, y el ciudadano común y distante ante el riesgo consume las noticias
de la desaparición de los glaciales, recicla sus desechos, participa en movimientos
ecológicos, y algunos se implican en el intenso activismo medioambiental. Sobre todo
en Europa se comprende que más pronto que tarde tendrá que comprarse un auto
híbrido o eléctrico. Pero a pesar de eso, la consciencia de que el planeta es una fuente
de riesgo está presente.

Ahora damos un giro más íntimo y hablamos de otro tipo de vulnerabilidad. La


vulnerabilidad doméstica que tiene que ver con la amenaza de convivir con personas
que atenten contra la seguridad individual de uno o varios miembros de la familia.
Dinámicas de violencia doméstica parecen estar incrustadas en la vida cotidiana de
muchas personas —sobre todo de mujeres y niños— en todas partes del mundo. La vio-
lencia vicaria expuesta en casos de homicidios de padres que asesinan a sus hijos para
hacer daño a la pareja siguen espantando a los consumidores de tales horrores que
son conocidos a través de las redes sociales y los medios de comunicación. Mencionar
la dolorosa vulnerabilidad de género ante las amenazas provenientes de enemigos
íntimos que forman parte de la vida cotidiana de las mujeres en casa nos pone ante
un problema formidable no en términos positivos por su puesto, sino en cuanto a su
dimensión y capacidad de espantarnos. Es una vulnerabilidad de naturaleza global por
su existencia generalizada, pero por otro lado de naturaleza particularísima dado que
tiene que ver con la específica biografía cargada de afectos y pasiones de las personas
que la padecen.

La vulnerabilidad de género se evidencia en los movimientos feministas globales


que homogenizan contenidos declarativos, formales y estéticos resaltando la inse-
guridad con que las mujeres se enfrentan a las calles en la ciudades, a las fiestas
nocturnas, a los caminos solitarios. También al acoso laboral y a la disparidad de repre-
sentación en espacios públicos y gerenciales. Todas esas solicitudes de reivindicación
y estos señalamientos de grandes territorios de amenazas muestran una realidad: las
mujeres sigue siendo en términos globales más vulnerables que los hombres en mu-
chos ámbitos que transitan de una discriminación relativamente “inofensiva” hasta las
amenazas más vitales. Se avanza en materia legal y global, más sin embargo continua
siendo una fuente de riesgo planetario ser mujer. La vulnerabilidad de género diverso
como ámbito especifico de la vulnerabilidad de género implica el riesgo de que una
persona LGBTIQ+ puede correr al ser víctima de homofobia o transfobia, o como blan-
co de discriminaciones más sutiles y orgánicas.
INVUS 2021 14

Otra vulnerabilidad de naturaleza crónica que rescatamos es la derivada de la di-


mensión socio-política. Las amenazas subsecuentes en ellas son la exclusión, la pérdi-
da de referentes veraces, la intolerancia, y la violencia por razones políticas e ideoló-
gicas. En esta época no solo ha cambiado la socialidad tras la ruptura de las barreras
temporales y espaciales dados los avances tecnológicos, sino que también se ha visto
alterada la propia noción de la realidad tras la fragmentación del actor que narra los
hechos, convertido ahora en millones de haces que destellan desde nuestros teléfo-
nos inteligentes y nuestros ordenadores. La inmediatez de los mensajes que navegan
en la virtualidad y la valoración que de ellos hacemos nos recuerda más que nunca la
gran fuerza que tienen en nuestras vidas los vínculos débiles (Granovetter) . Así como
en lo cultural destacamos esos fragmentos a armar, las identidades políticas se han
visto cada vez más alimentadas por paradigmas desestructurados y cada vez más sig-
nados por la capacidad de los sujetos para construir “sistemas de ideas a su medida”.

Ni la política ni la religión a pesar de esta matización de las ideologías paradigmáti-


cas están exentas de levantar conflictos; más bien al contrario. Los mismos problemas
que antes estallaban a puerta cerrada hoy son ventilados con millones de especta-
dores en una suerte de tribuna global mediante dispositivos tecnológicos. Por ello al
ciudadano de esta época le parece que asiste a un gran conflicto eterno formado por
los estallidos de micro conflictos que nada tienen que ver uno con otro, pero que se
constituyen una misma “pasta” consumida al mismo tiempo. Parafraseando a Foucault
hablamos de una microfísica de los conflictos (ya no del poder orientado) y lo mismo
da que se trate de un juicio mediático entre actores de Hollywood que de una confron-
tación bélica adelantada por algún país. En general pocos nos atreveríamos a afirmar
que asistimos a una época pacífica. Si bien esto nos pasa desde la segunda guerra
mundial, y desde hace mucho convivimos con esa sensación de que no abrazamos un
orden plácido ( tal como reflejan las posturas postmodernas que han des- idealizado
al yo moderno), puede que nunca estuviéramos tan consciente de ello en términos del
imaginario común.

Extremismos, miedos suscitados por la presencia de extraños, extranjeros o diferen-


tes, desconfianzas e imposibilidades de generar lazos de integración con otras cultu-
ras, son algunos de los aspectos que alteran la relación intersubjetiva y exacerban los
conflictos entre grupos e individuos. Al final incluso podríamos hablar de la rendición
de un cierto tipo de órdenes de identidades equilibradas y funcionales del yo en
contextos de modernidad, ante la victoria de una sola unidad de sentido anuladora y
obsesiva (Maalouf, 2004)10.

La intolerancia deja de ser un mala idea cuando se percibe comprometida la exis-


tencia de lo que sea que da sentido a la propia identidad. Todas las fobias a los dife-
rentes se exacerban y los “ismos” asociados ni siquiera tienen que hilar más fino dan-

10 Nos referimos a las ideas expuestas en la obra de Maalouf, A. (2004) llamada Las identidades asesinas.
Hablamos de, por ejemplo, la identidad de las personas que asesinan a desconocidos movidos por un conjunto de
experiencias sociales que los conducen a la anulación de los otros.
15 INVUS 2021

do explicaciones convincentes. Actos terroristas y asesinatos movidos por ideologías


epiteliales podrían ser vistos casi como crímenes pasionales en el entendido de que
el móvil de los asesinos es emocional, y por ello las ideas que respaldan cada vez im-
portan menos para los nuevos reclutados. Los tiroteos en las escuelas, los atentados
urbanos, los atropellamientos masivos, la violencia en sitios atestados de gente son las
piezas incomprensibles para muchos, pero también son los actos de sentido de mayor
significado para pocos.

No solo hablamos de los extremismos sino también de cierta aproximación soft


hacia ideologías extremas que consiguen eco en grupos que antes no se sentían iden-
tificados con ellas. Portadores de extremas ideologías han visto crecer las filas de sus
seguidores en no pocos paises ante el estupor de los conciudadanos que creían que
ya las ideas abanderadas habían pasado a ser historia nacional11. Una resocialización
exprés parece acudir dentro de ellas para ordenar en un discurso explicativo la falta
de consecución de las expectativas de ascenso, orden y seguridad en la mente de los
nuevos militantes, que ni conocen los paradigmas ideológicos que las originaron ni se
imaginan la incoherencia que resulta en las nuevas narrativas si se les compara con
las narrativas previas12.

Esta situación de ·intolerancia adecuada a justificaciones personales” hace vulnera-


bles a individuos y a grupos humanos (pobres, inmigrantes, extranjeros, comunidades
de género diverso y de religión diversa, a personas con razas e ideologías o ideas polí-
ticas diferentes) pero también a quien se muestra intolerante. Lo convierte en un sujeto
inhabilitado para la convivencia y susceptible de caer en el riesgo de la violencia como
victimario y también como víctima.

Una gran fuente de fragilidad en el mundo moderno se encuentra en el espacio


subjetivo y se relaciona con la identidad de los sujetos. En cuanto a las vulnerabilida-
des subjetivas y crónicas de la modernidad resaltamos por ejemplo la vulnerabilidad
biográfica de futuro relativa a la amenaza de la descalificación y de quedar al margen
del mercado de trabajo. Tiene lugar porque el sujeto de la modernidad actual debe
aprender a convivir con las nuevas dinámicas que emergen sobre las cuales tendría que
conquistar también unos nuevos dominios productivos. De allí que se privilegie ahora
más que nunca a estos capitales de dominio (cognitivos, tecnológicos, de lenguaje)
con los cuales hacer frente al mercado. Tan importante como el conocimiento para la
acción se hace la actitud y la adaptabilidad a las nuevas formas de trabajo . Más que
nunca el capital humano y el capital relacional son claves para avanzar y apropiarse
del andamiaje de oportunidades que la realidad laboral ofrece. Para hacer realidad el
sueño de construir una biografía tal como se aspira los atributos productivos laborales
y educativos deben marchar en consonancia con la demanda laboral.

11 El televisado asalto al Capitolio de Estados Unidos por parte de partidarios de Donald Trump el 06-01-
2021 grafica muy bien lo que queremos decir aquí.
12 No solo hablamos de los discursos ideológicos extremistas, fascistas o radicales sino de nuevos populis-
mos que mantienen la esencia de los clásicos modificando los contenidos, explicaciones y promesas expuestas.
INVUS 2021 16

Si esto no es posible el desaliento y la pérdida de sentido del trabajo para ascen-


der se manifiesta, sobre todo porque ya el trabajo no posee la misma significación de
años atrás. En la modernidad occidental es justo el valor del trabajo una de las más
importantes transformaciones epocales y también es uno de los mayores motivos de
incertidumbre social y de ruptura de la armonización intergeneracional, siendo que las
generaciones anteriores se aproximaban el hecho social laboral desde una perspectiva
que ha quedado relegada en las nuevas generaciones signadas por la capacidad de
consumo. Se modifica así el papel que la esfera laboral cumple en la construcción de
las identidades de los sujetos13.

Además, por supuesto, de la existencia de problemas generalizados del lado de la


estructura de las oportunidades laborales en muchas sociedades que conducen a la
desocupación de numerosos individuos y que, como no, se constituyen en un elemen-
to que aumenta la vulnerabilidad social. Cuando no hablamos de la aproximación de
“desgano” hacia el trabajo; del fastidio de verse reducido a un “tipo asalariado” y perder
la vida en ello. Una proporción considerable de jóvenes no encuentran en el trabajo
ni en el estudio la posibilidad de auto realización, ni de trascendencia. Dicho de otra
manera se trastocan las cimientes de la valoración clásica del trabajo que pendulaba
entre la sobrevivencia y la auto realización, sobredimensionado algunos subcompo-
nentes de la rueda de Schwartz asociados sobre todo a la autopromoción (el hedonis-
mo, la estimulación y el poder)14.

Muchos individuos que trabajan o estudian padecen constantes autocuestiona-


mientos que les hacen preguntarse si realmente “él o ella son eso”; si su identidad
puede encerrarse o “perderse” en tal o cual trabajo. Sometidos a una constante eva-
luación del self (Mead) que en las nuevas generaciones es frenética, la depresión y la
ansiedad acude como sangre a la herida ante la frustración suscitada por la diferencia
que encuentran entre lo que aspiraban de su vida y lo que resultó siendo la realidad.

Si la anterior vulnerabilidad de identidad tiene que ver con el futuro y se presenta


en lo que podríamos llamar un punto inicial, hay otra que tiene relación con un punto
equidistante en la línea de la vida, y que lógicamente, tiene que ver con el final. La
vulnerabilidad biográfica de final de ciclo mostró su rostro más feroz en medio de
la crisis Covid-19. Un porcentaje sumamente alto de las muertes producidas de cara
a la pandemia que no ha tenido parangón en la historia contemporánea eran las de
personas de edad avanzada. La crisis de las residencias de ancianos en muchos paises
delatan la fragilidad biológica de esta población explicada por las condiciones previas
de salud, por la indefensión del sistema inmunitario y en algunos casos por la gestión

13 Este tema es tratado con profundidad por Zygmunt Bauman. Lo hace privilegiando el tema del consumo
y su importancia al momento de definir una nueva pobreza..
14 Nos referimos a la teoría de Schwartz que muestra los valores humanos en dicotomía autotrascen-
dencia- autopromoción, y conservación y apertura al cambio. Para profundizar este aspecto puede consultarse:
Schwartz S, y Sagiv L, Identifying culture-specifics in the content and structure of values, Journal of Cros- cultural
Psychology, 1995.
17 INVUS 2021

misma de la pandemia por parte de los gobiernos15. Pero esta vulnerabilidad no solo
tiene que ver la crisis sanitaria Covid-19 aunque este evento la haya puesto de mani-
fiesto. La atención estatal a esta población es de las más polémicas en muchos paises
por considerarse insuficiente, y se ha constituido en punto de debate político de las
oposiciones a los actores en ejercicio del poder.

Lo que está claro es que la dinámica familiar, las ocupaciones laborales, el tamaño
de las viviendas y los requerimientos de atención médica especializada, son caldo de
cultivo que promueve la necesidad de contar con robustos sistemas de atención sani-
taria para la población mayor. Pero saliendo del plano de atención estatal y entrando
en el plano subjetivo planteamos que esta es una vulnerabilidad existencial que im-
plica el deterioro de lo que se es, de la representación que se tiene de uno mismo. El
individuo mira su reflejo en el espejo y lo que este muestra es un cuerpo deteriorado,
pero leído por el que siempre se ha sido. Esa fuente de extrañeza de la propia imagen
y la variabilidad en el trato de familiares y personas cercanas por la nueva condición
de vejez abre un abanico de fragilidades psíquicas, físicas y emocionales. Esto si es que
el yo atemporal que mira el envejecimiento de su propio cuerpo aún mantiene sus ca-
pacidades mentales relativamente intactas y no es atacado por enfermedades dege-
nerativas que limitan la comprensión de sí mismo (como la enfermedad de Alzheimer
y la demencia senil) lo cual suma más puntos a una mayor condición de vulnerabilidad.
A todas cuentas, esta es, por condición biológica y social una población vulnerable en
todo el globo terráqueo. También lo es cada vez más, en cuanto sujeto de atención y
de cobertura sanitaria en sociedades envejecidas y con alta esperanza de vida.

No pretendemos agotar todas las fuentes de fragilidades de la identidad moderna


que se convierten en vulnerabilidades sociales crecientes, cuya amenaza central es
la exclusión. La de los jóvenes y personas en edad avanzada las hemos mencionado
por su carácter generalizado. Como especie humana todos transitamos tales etapas.
Pero también todos poseemos un cuerpo y una condición de salud con el que se nos
hace posible vivir. Por ello mencionamos como un elemento de fragilidad el asociado
a la identidad corporal. Suponiendo que se cuenta con una buena salud y que se vive
en una sociedad que ofrece seguridad sanitaria ( esto es que no se es vulnerable por
riesgo de enfermedad) existen otros aspectos corpóreos que tienen que ver con la
condición y la percepción del propio cuerpo ya sea por no cumplir un valor estético
normalizado (figura corporal, talla, peso, rasgos fenotípicos) o por la existencia de una
condición física que derive en una distinción leída como anormalidad por los otros
generalizados. El riesgo de exclusión en escenarios micro y meso sociales existe, y
también el riesgo de atravesar situaciones depresivas por la condición corporal que
vulneran la sanidad psíquica de quienes anticipan una exclusión.

Sabemos que en las sociedades de bienestar el aspecto normativo legal es sólido

15 Según la OMS más del 50% de las muertes por Covid-19 en Europa ocurrieron en residencias para ancia-
nos. Tomado de: https://www.dw.com/es/oms-m%C3%A1s-de-un-50-de-las-muertes-por-covid-en-europa-fueron-en-
geri%C3%A1tricos/a-53220299
INVUS 2021 18

en relación a la necesidad de establecer políticas efectivas para la inclusión de las


personas discapacitadas. Sin embargo aquí nos referimos a la experiencia subjetiva que
posee el sujeto ante la variabilidad de sus atributos físicos. Por ejemplo, las personas
de movilidad reducida cada vez ven más integrada su condición en las urbes por la
creciente disposición de estructuras físicas que destruyen las barreras de accesibilidad
a los espacios. Pero la cara oculta, los vulnerables silentes, son aquellos cuyas carac-
terísticas físicas no los colocan en posición de demanda, pero también son fuente de
vulnerabilidad ya que sobre todo tienen que ver con patrones estéticos no alcanzados.
Algunas campañas publicitarias de marcas reconocidas han ensayado mensajes de
inclusión (modelos que lucen tallas grandes, por ejemplo). Sin embargo, sobre todo en
las etapas específicas de conformación de la identidad, el verse excluido por uno o
varios rasgos físicos puede ser profundamente devastador. Las realidades de bullying,
acoso y maltrato en ámbitos escolares apuntan a este tipo de vulnerabilidad globali-
zada que afecta a los más chicos. Esto nos lleva a afirmar que la escuela es un ámbito
institucional de importancia superlativa en la disminución de este tipo de fragilidades
y en muchos otros ( de género, social ,socio-política, ambiental).

Lo dicho hasta aquí es solo una muestra de los temas de vulnerabilidad que son
preocupación del escenario global. Es cierto que considerando las amenazas conoci-
das hoy el sujeto de la modernidad se concibe más vulnerable que hace cincuenta
años, y que considerando el temperamento de época que hemos descrito podría estar
incluso más consciente de sus propias debilidades y heridas. Pero también es cierto
que producto, justamente de estas complejidades, existen grupos humanos en franca
desventaja ante el promedio. Grupos que no cuentan con el capital necesario para
conducir o mantener su biografía por el carril del bienestar. En medio de esta época
compleja, los viejos problemas continúan tocando a nuestra puerta y algunos nuevos
apenas comienzan a asomarse. Además, el carácter revisionista y suspensor de lo es-
tablecido que ha tomado cierto ánimo en estos años abre la puerta a tendencias de
comportamiento en algunos casos impredecibles que conducen a nuevas formas de
vulnerabilidad.

Fenómenos como el creciente papel del otro como enemigo en la narrativa de ac-
tores políticos que sugieren una confrontación abierta como estrategia de marketing
político; la aspiración a la renuncia de valoraciones intergeneracionales y de patrones
de comportamiento familiares; las posturas revisionistas radicales que inmoralizan todo
lo que no es políticamente correcto casi como si fuesen nuevos dogmas religiosos; los
juicios mediáticos que se convierten en los nuevos mecanismos “legales” de acceso a
la justicia; la aspiración obsesiva de ampliar el consumo de bienes cuyo acceso se hace
imposible para la mayoría; la contra ilustración de actores mediáticos que contradicen
sin pudor los elementales avances científicos y las crecientes tasas de suicidio, son
algunos de los aspectos que se traducen en potenciales arenas movedizas en la so-
ciedad contemporánea y que pueden constituirse en nuevas y heterogéneas fuentes
de fragilidad.
19 INVUS 2021

Todo lo planteado, y sin ánimo de ser exhaustivos con relación a las fuentes de
vulnerabilidad en un contexto global, contribuye a bosquejar el clima de incertidumbre
que aviva la aparición de las fragilidades humanas y el interés por abordar estos temas
desde las más relevantes instancias de discusión del desarrollo a escala mundial. Pro-
ducto de múltiples aspectos sociales, socio-tecnológicos y materiales, comunicaciona-
les, culturales, estéticos y políticos la época actual obliga desde la política pública a
considerar la vulnerabilidad de los grupos con miradas más sagaces e imaginativas. No
se trata de intentar detener cambios que no tienen vuelta atrás tal como antes resul-
taba irremediable el avance de las sociedades industrializadas. Si no de hilar más fino
al momento de discriminar los umbrales que separan a la población más vulnerable de
la que lo es menos.

Para ello habrá que, algunas veces, poner de lado y temporalmente, las mediciones
tradicionales de las fortalezas y replantearse miradas más complejas y afinadas que
den cuenta de las vulnerabilidades. Significa esto que en la modernidad necesaria sub-
yace la necesidad del rastreo cada vez más acucioso de las fragilidades humanas y es
por esto que afirmamos que el tema de la vulnerabilidad seguirá estando en la escena
global en los próximos años.
INVUS 2021 20

2. La vulnerabilidad social y el desarrollo.

Desde hace al menos tres décadas el objeto declarado de la acción pública se aso-
cia con la búsqueda de la cualidad individual de la elección. Desde entonces se suele
mirar el complejo tema social del bienestar en clave más personal, desde la perspec-
tiva de la vida de los individuos. Esta lectura calza a la perfección con los tiempos
que corren en donde la subjetividad ha cobrado relevancia y se hace centro no solo
en las reflexiones académicas sino también en materia de políticas. Esta igualación
del desarrollo social con la capacidad de elección individual, así como el descenso al
microcosmos del sujeto desde las alturas de la macro economía, son intenciones com-
partidas que orientaron el sentido de los esfuerzos por diseñar y ejecutar políticas para
la promoción del desarrollo y para el enfrentamiento a la pobreza.

Sin duda es un consenso que la efectividad del estado debe comprobarse en última
instancia en la vida de los hombres y las mujeres. Allí está — en los atributos produc-
tivos que poseen las personas, en las condiciones que le rodean y en sus mentes—el
auténtico lugar de medición. Ser efectivo significa lograr que los individuos cuenten
con el capital que les permite apropiarse de las oportunidades que gravitan a su alre-
dedor y que a la vez les generan autonomía.

Parece derivarse otro consenso consecuente al enfoque humano del desarrollo, que
reza que mientras más multicausal y multidimensional sea la aproximación al sujeto
mejor serán los resultados de la política. De allí que uno de los empeños expuestos en
las instancias de discusión sobre el desarrollo a escala global sea la construcción de
cada vez mejores indicadores que den cuenta de la compleja realidad que rodea a las
personas. Afinar la puntería exige conducir la medición hasta el sujeto y su contexto,
sin renunciar al imperativo ambicioso de pretender como fin último que este se haga
“dueño de su vida”. Por esto el razonamiento complejo es una condición indiscutible en
la ingeniería del desarrollo que se convierte un poco más en arqueología, sobre todo
si se trata de identificar a través de las diferentes gradualidades las situaciones insatis-
factorias (situaciones antítesis del bienestar como la pobreza), a los que se encuentran
menos habilitados de todos.

Cuando nos planteamos la medición de las desventajas en relación a la posibilidad


del desarrollo, entonces tratamos la vulnerabilidad social como tema de política pú-
blica. Esto implica una valoración de la sociedad en su conjunto y la identificación de
los más vulnerables de acuerdo a parámetros contextuales y en relación a amenazas
a las que se enfrentan unos individuos más que otros. También la vulnerabilidad social
en clave existencial incluye la consideración del sujeto vulnerable como un sujeto que
interactúa en ámbitos institucionales micro y meso sociales de una determinada ma-
nera. Comprender de la mejor forma posible estos ámbitos de interacción se constituye
también en un gran reto “blando” para la política promotora del desarrollo.
21 INVUS 2021

Las amenazas subyacente tras la vulnerabilidad social son la inequidad y la


exclusión, cuando no el hambre y la muerte. Los pobres son vulnerables en todos los
paises donde se encuentren en términos sociales y más allá de la condición material,
por la forma como son vistos. Esta aporofobia (Cortina) que relaciona al pobre con el
no pobre viene a engrosar el cúmulo de dificultades que el primero enfrenta para su-
perar su condición material, porque lo marginaliza y lo excluye. Puede que signifique
incluso culparlo de su propia condición de pobreza. El rechazo aporofóbico dista de
una concepción cauta de la pobreza que sería una postura psicosocial vinculante para
aproximarse a ella porque resaltaría como una posibilidad cierta la “caída” en la mise-
ria que podría suceder a cualquiera. Puede que esta ausencia de comprensión ante la
pobreza tenga que ver con la inexistencia de lo que en la literatura se apunta como el
viejo concepto antropológico de la reciprocidad ; herramienta elemental y amplia de
vínculo social que respondería a la inquietud sobre qué hacer con los más pobres en
esas sociedades productivas. Este planteamiento ético que significaría la comprensión
del vulnerable pobre rompe con la idea que soportó de manera dominante la cultura
del trabajo y la productividad, en donde privaría la máxima de que quien es pobre lo
es porque no se esforzó lo suficiente.

Sin embargo, aclaramos que la vulnerabilidad social aunque tiene que ver con las
desventajas para alcanzar el desarrollo, puede referirse a vulnerabilidad por privación
pero no siempre es así. Por supuesto, las sociedades establecen mediciones para orien-
tar la política pública y de ellas extraen el perfil de los vulnerables. Estos concentran
la peor condición en cuanto a las variables elegidas y en comparación con el resto de
la sociedad. Por ello ayuntamientos, direcciones de planificación, organizaciones como
la Cruz Roja o Caritas, exponen índices de vulnerabilidad social y ranking en las socie-
dades desarrolladas que pueden distar de un perfil de precariedad, justamente porque
los niveles de pobreza también son más bajos, menos extensos y menos severos. La
vulnerabilidad por privación adquiere fundamentalmente en las grandes ciudades de
paises desarrollados forma de homeless concentrados en algunas zonas particulares
de las mismas.

Dicho de otra forma, la vulnerabilidad social puede estirarse y achicarse cuanto sea.
Es de materia elástica, porque se refiere a un contexto en particular y a una realidad
relativa. Al menos a los ojos del actor que planifica sobre ella y es por esto que no hay
una única forma de medirla, aunque esté claro que la condición de desarrollo atraviesa
un conjunto de derechos universales.

En el contexto europeo —por ejemplo— el tema de la vulnerabilidad territorial y


urbana (que es un forma de vulnerabilidad social) ha ganado espacio y ha sido centro
de atención y de captación de recursos para orientar la acción pública de la ciudades.
Sin embargo, como es un concepto que en sí mismo establece una relación, una com-
paración con un alter no vulnerable, son las condiciones de este alter en promedio
las que definen el carácter de la vulnerabilidad. El barrio más vulnerable de Londres,
París o Madrid puede haber sido así tipificado al considerar aspectos como el número
INVUS 2021 22

de árboles plantados, o el número de fuentes de agua disponibles para corredores.


Este tipo de indicadores difícilmente forman parte de los índices de vulnerabilidad en
contextos de pobreza.

Por ello los indicadores que comprenden un determinado índice de vulnerabilidad


social siempre se construyen en relación a una situación social, ambiental, educativa
o sanitaria especifica. Porque cuando se pone énfasis en quiénes son más vulnerables
en términos sociales, previamente se tiene clara una escala en la cual se han evaluado
a los individuos no vulnerables que pertenecen al conjunto social en cuestión. En este
sentido los derechos universales, las metas de desarrollo, los consensos globales ac-
túan como marco pero cuando se trata de establecer en detalle quiénes son los que
enfrentan mayor condición de vulnerabilidad social (los que actúan e interactúan con
un conjunto de desventajas que les impiden apropiarse de la estructura de oportuni-
dades) aparecen las particularidades.

En otras palabras, un estado puede construir un ranking de vulnerabilidad social en


donde los más desventajados ni siquiera traspasen la línea de la pobreza. Sin embar-
go, para él, esos son los vulnerables objetivo de su política.

Un ejemplo de esto es la radiografía de los más vulnerables en Europa que define:

“Según los esquemas, los más vulnerables no pueden permitirse al menos


cuatro de los siguientes puntos: pagar el alquiler o los gastos de agua y
electricidad, mantener sus hogares cálidos, comer proteínas como pescado
y carne cada dos días, irse una semana de vacaciones, tener un coche, una
lavadora o una televisión y pagar una línea telefónica”16.

Por otra parte, para el sujeto que atraviesa la condición de vulnerabilidad social
la percepción de su problema es parecida en cualquier lugar del mundo, porque la
vulnerabilidad social remite a necesidades humanas insatisfechas17. Lo que queremos
decir es que también hay una dimensión interior y experimentada del vulnerable. Esta
se centra en la percepción de que se ocupa “el último lugar” en la fila del bienestar de
la sociedad conocida. Lo mismo sucede si este puesto de “vulnerable” se reconoce en
una clasificación que se ha hecho en la ciudad de Panamá, en la zona metropolitana
de Viena o de Nueva York, en la compleja urbe mexicana o en Saigón. Es igual, porque
en términos relacionales y subjetivos poco importa el contenido que da lugar a la
exclusión y más importa la forma de interacción a la que ella expone. Desde una pers-
pectiva relacional y psicosocial las personas más vulnerables (en términos sociales) de
cualquier lugar del mundo comparten justamente el pertenecer a la subcultura de la

16 Tomado de: https://es.euronews.com/next/2020/06/03/que-paises-y-sectores-son-los-mas-vulnera-


bles-en-europa-euronews-responde .
17 Tal como hemos argumentado la justificación de que el tema de la vulnerabilidad es un tema de carác-
ter universal subyace en la relación de las necesidades humanas y los derechos humanos universales. Lo que se
cuece en el medio de ellos, (entre las necesidades y los derechos) viéndolos como dos puntas de un continuum
es lo que está determinado por las condiciones particulares de las sociedades.
23 INVUS 2021

exclusión. Son excluidos incluso dentro del mismo grupo de referencia al cual algunas
veces se pliegan sobre todo por territorio o estrato social18.

Aquí nos detenernos un poco para considerar la concepción relacional de la pobre-


za. Mucho más actualizada que la concepción de Georg Simmel pero construida bajo
la misma óptica, es la conceptualización que hace Serge Paugam sobre las formas ele-
mentales de la pobreza en el mundo. Para Paugam la pobreza supone una especie de
enfrentamiento de miradas entre los no pobres y los pobres, y en base a este elemen-
to y al engranaje institucional derivado, tipifica la pobreza como integrada, marginal y
descalificadora. La pobreza integrada se produciría en los paises que no han logrado
niveles de desarrollo y bienestar generalizado. Paises con problemas estructurales de
crecimiento y desarrollo. En ellos hay muchos pobres, y estos cuentan con una apro-
piación diferente de la etiqueta relacional que significa serlo. Con vastas relaciones
familiares y con menor carga discriminadora este tipo de pobreza se comporta de una
manera diferente a la existente en paises de economía más solvente.

Cuando las cosas marchan bien en las sociedades, la pobreza que existe es consi-
derada marginal. Hablamos de grupos minoritarios que son objeto de políticas asis-
tenciales y que también son objeto de exclusión desde la observación de la sociedad
en su conjunto. Sobre ellos se posa una mirada sospechosa ya que “algo tuvieron que
hacer mal” para no escapar de la pobreza ante la inmensa estructura de oportunidades
existente y generalizada. Y si las cosas van mal en estas sociedades y se plantean crisis
sobre todo centradas en dinámicas laborales, entonces surge la pobreza descalificado-
ra que básicamente apunta a unos nuevos pobres que nunca antes lo fueron, y que por
supuesto no saben serlo. Son quienes han caído en un foso desconocido y ante esta
caída no cuentan con una cultura ya practicada sobre cómo ser pobres. Se encuentran
sin redes de soporte, en el vacío y en la incertidumbre.

Podemos decir entonces que la aporofobia en las sociedades modernas e industria-


lizadas se corresponde con las pobrezas marginales y descalificadoras y estas dibujan
idénticos tipos de vulnerabilidades, que se constituyen en enormes sombras en las
vidas de muchos individuos. Podríamos decir también que en realidad es una sombra
que arropa a todos de manera indirecta, porque la fortaleza de una sociedad tiene
relación con su capacidad inclusiva.

Si en un país hay una condición de pobreza integrada y numerosos grupos de per-


sonas viven una existencia que dista de una condición de desarrollo, la vulnerabilidad
asociada a ella comienza a verse también de otra manera. Las crisis económicas tam-
bién debilitan los factores socio-culturales de las sociedades y con ello se alejan la ex-
plicaciones que relacionan las condiciones con las soluciones conjuntas, y se produce
una resocialización que privilegia la ruptura de las reglas universales. El contexto de
18 En el caso de la población en condición de vulnerabilidad asociada a la privación el grupo de referencia
son los otros pobres . Esto establece características particulares no solo desde el inmenso reto de la acción públi-
ca para la efectiva atención de los problemas (de ingreso, educativos, de salud, cobertura y asistencia) sino desde
el reconocimiento y la interacción que se produce entre los pobres más o menos vulnerables.
INVUS 2021 24

deterioro impacta la relación de los más vulnerables con el resto de la sociedad en


condición de pobreza y también con la no pobre, de forma que se da una explicación
generalizada a la desventaja que podría no contribuir a su superación.

Lo anterior significa que cuando las variables estructurales de una sociedad son las
que definen la condición de pobreza, también existe una fragilidad socio-institucional,
por lo tanto se ven afectados los activos cognitivos y relacionales con los cuales se
podría salir de la pobreza. Por ejemplo, aquella vulnerabilidad biográfica de futuro
que describíamos en términos globales toma forma ahora limitada; si antes privaba el
planteamiento de “calzar” en una oportunidad laboral para construir la vida a medida,
ahora el ajuste que se intenta calzar es para la sobrevivencia, y muy posiblemente no
en clave individual sino familiar. El proyecto de vida soñado se va haciendo cada vez
más lejano y seguramente en algún momento se deja de lado porque la realidad así
lo impone. Esto sucede con los jóvenes y las personas potencialmente activas en tér-
minos laborales.

La vulnerabilidad social en pobreza (siendo condición de amplias mayorías) capita-


liza y arropa cualquier otra sensación de riesgo o pérdida presente en las sociedades
de bienestar, por lo que las vulnerabilidades abstractas y existenciales descienden
varios escalones para terminar haciéndose mucho más concretas19. La perspectiva de
las amenazas (y con ella las sensaciones de riesgo) se hace más cercana, tanto en tér-
minos temporales como espaciales.

En un contexto típico de pobreza las situaciones insatisfactorias derivadas de las


condiciones socio-económicas se hacen estables, se normalizan y se plantea la ruptura
de la dicotomía crisis-normalidad para fundir ambos aspectos en uno. Además, entre
los no pobres, los pobres y los pobres más vulnerables se teje un mundo de relaciones
en donde tienen lugar explicaciones que recuerdan aquellas que se han tipificado en
sociedades en donde la proporción de pobreza y no pobreza es mucho más favorable.
La lectura que hicimos antes sobre los tipos elementales de pobreza podría ser útil
para establecer una relación contextual entre la pobreza y la vulnerabilidad. Esto es
así porque los últimos las fila (los pobres más vulnerables) pueden ser leídos como los
desventajados incluso por los otros pobres y desde allí convertirse en descalificados o
marginados. Después de todo, los tipos descritos por Paugam podrían no ser tan puros
y en una sociedad de pobreza integrada existir también pobres marginados y desca-
lificados no solo por los no pobres, sino por los otros pobres en mejor condición. La
pobreza, en todo caso, es más heterogénea de lo que a simple vista podría parecer y
es aquí donde los estudios de vulnerabilidad social adquieren sentido20.

19 Puede que sea por esto que en los paises pobres la inquietud por el cambio climático o por el tema de
la sustitución de las energías fósiles no sea de las más elevadas.
20 Este es el verdadero argumento para justificar la necesidad de un índice de vulnerabilidad; la heteroge-
neidad de la pobreza. Lo veremos más adelante cuando contextualicemos América Latina.
25 INVUS 2021

Por todo lo dicho, las condiciones de vida en pobreza no solo tienen que ver con
aspectos económicos o sociales como elementos de políticas públicas, sino con formas
de funcionamiento de las unidades familiares y de los gobiernos muy particulares. La
vulnerabilidad socio-política, por ejemplo, podría verse agravada por la conflictivi-
dad social y la respuesta represiva de los gobiernos en el entendido de que maneje
posturas poco democráticas para mantenerse en el poder en medio de un clima de
descontento por las insatisfactorias condiciones de vida de las mayorías. La acción de
los gobiernos en sociedades con pobreza estructural podría ocasionar mayor vulne-
rabilidad ciudadana dada la sujeción de la afiliación política como única puerta de la
activación de mecanismos para la disminución de la vulnerabilidad.

En contextos de pobreza y vulnerabilidad integrada no se trata solo de trata de


calcular el tamaño de la población que se encuentra en peor situación atendiendo a
su ingreso, a su empleabilidad, a la cobertura de asistencia social, educativa o sanita-
ria, o a su condición de dependencia familiar. También se trata de considerar que esa
población ha tenido de tiempo de forjarse una identidad y se encuentra flotante en un
borde que la separa en forma desventajosa de la situación de los otros pobres y de
los no pobres, resultando las categorías “pobre” y “pobre vulnerable” en algunos casos
entrelazadas y en otros distinguidas.

Entonces volvemos al punto inicial de Sen que mencionamos en este aparte para
afirmar que el desarrollo de una sociedad —al fin de todas las cuentas— podría eva-
luarse de acuerdo a si los sujetos que forman parte de ella, tienen (y han tenido) el
control sobre su propias vidas y si han incidido sustantivamente en las condiciones ma-
teriales, sociales y culturales que los arropan. Esto es si, de acuerdo a la cualidad que
han podido ejercer en su propia biografía producto de la acción del estado, del mer-
cado y de las redes de interacción social , han logrado alcanzar niveles de bienestar.

El actor llamado a investigar la morfología de los sujetos en condición de vulnerabi-


lidad social es el estado moderno. El estado planificador de la política necesita pistas
para reestablecer el equilibrio y la equidad del conjunto social al cual se debe, porque
ese contrato social originario aún sigue vigente. Hablamos de identificar a los que se
encuentran en peor condición ante la estructura de oportunidades existente porque
no cuentan con el capital adecuado.

Tres grandes conclusiones extraemos de estas ideas en contextos generalizados de


pobreza; la vulnerabilidad social arropa todas las demás exponiendo un marco que
concretiza todas las otras vulnerabilidades. La familia funciona como el verdadero
sujeto de vulnerabilidad social como respuesta a la debilidad institucional y la escasa
cohesión social derivada de ella, y el estado privilegia su papel socio-político como
ente distribuidor de los recursos en medio de la precariedad, administrando también
los vínculos sociales que no escapan de hacerse conflictivos.
INVUS 2021 26

3. La vulnerabilidad social en la región.

En América Latina la teorización más prolífica en materia de vulnerabilidad tiene


que ver con la pobreza. No se trata de que solo la vulnerabilidad social sea la única
estructural. La vulnerabilidad de género y la sociopolítica en contextos de pobreza
también lo son, porque los paises con pobreza estructural suelen mostrar también una
severa debilidad institucional tal como hemos dicho antes, con lo cual el estado de
derecho se ve seriamente comprometido y la pobreza funciona como un potenciador
de otras vulnerabilidades. El caso de la incorporación laboral de la mujer al mercado
de trabajo en condiciones de pobreza es un buen ejemplo. La desigualdad en el cumpli-
miento de las tareas domésticas y de cuido infantil entre hombres y mujeres bajo una
perspectiva tradicional hace a las mujeres menos productivas en el mercado, por lo tanto
menos autónomas. Aquí la situación de precariedad, las limitadas ofertas de trabajo for-
mal y la valoración cultural potencian una situación de vulnerabilidad de género.

Sin embargo es comprensible el énfasis que en la región latinoamericana desde


hace años se viene haciendo solo en la vulnerabilidad social, antes que en cualquier
otra. Es muy cierto que a nivel regional los nuevos problemas globales se juntan a los
de siempre. Nos referimos al bajo crecimiento económico y a la inequidad como causas
estructurales, que entre otras de carácter institucional por supuesto limitan la conse-
cución del desarrollo en la región. Si bien la literatura al referirse a la vulnerabilidad
habla de una insatisfactoria situación frente a un riesgo o producto de una pérdida, y
rescata un amplio espectro que incluye amenazas por eventos naturales inminentes
o catástrofes, el énfasis está claro. Se trata de abordar el problema de la pobreza y
la vulnerabilidad social relacionada con las variables estructurales socio-económicas,
institucionales y productivas, por supuesto agravadas por las crisis globales como las
del Covid-19 que vienen a impactar el ya deteriorado mapa de vulnerabilidades.

Se han hecho esfuerzos regionales desde hace al menos veinte años para definir y
orientar la política pública tomando en consideración el concepto de vulnerabilidad
predominantemente asociado con la pobreza, aunque se aclare que se trate de dos
definiciones diferentes (la de pobreza y la de vulnerabilidad). Autores como Kaztman,
(1999); Rodríguez Vignoli (2000), Filgueira (2001) Busso, (2005) Moreno Crossley (2008)
son considerados de los más influyentes en el tema21.

Se entiende, entonces como vulnerabilidad asociada al desarrollo:

“La incapacidad de una persona o de un hogar para aprovechar las oportu-


nidades disponibles en distintos ámbitos socioeconómicos para mejorar su
situación de bienestar o impedir su deterioro.” (Kaztman, 2000)

21 González, L. (2009) en el Orientaciones de lectura sobre vulnerabilidad social en Lecturas sobre vulnera-
bilidad y desigualdad social. Córdoba: Centro de Estudios Avanzados (UN Córdoba) – CONICET.
27 INVUS 2021

Por otro lado, y catorce años después de los esfuerzos de teorización de Kaztman y
otros expertos cepalinos, en el Informe sobre Desarrollo Humano del año 2014 (Nacio-
nes Unidas) se volvía a debatir sobre el concepto:

“La vulnerabilidad humana es la posibilidad de deteriorar los logros del ám-


bito del desarrollo humano y su sostenibilidad. Una persona (o comunidad o
país) es vulnerable cuando existe un alto riesgo de que sus circunstancias y
logros se vean deteriorados en el futuro”22

Esta definición, aunque general, resalta la posibilidad de un deterioro que luce cer-
cano. Tal como si la situación de vulnerabilidad significara estar de pie sobre una fina capa
de hielo. En el caso regional esta amenaza está relacionada sobre todo con la pobreza.

Pero centrémonos en la definición de Kaztman. En ella se destacan los dos elemen-


tos constitutivos de la vulnerabilidad social: un aspecto que es interno al sujeto (o a los
hogares) y que se refiere a capacidades instaladas, y un aspecto externo que tiene que
ver con las oportunidades que se encuentran y reconocen en el entorno. Como instru-
mento de acción pública la medición de la vulnerabilidad social da cuenta de la rela-
ción entre los activos de los cuales se dispone y el entorno mediante tres dimensiones
u ordenes institucionales : el sector público, el sector privado y las redes sociales. Toda
esta trama conduce a la identificación de hogares o individuos que cuentan con me-
nos recursos para aprovechar las oportunidades que conducirían a su bienestar, y a la
identificación de contextos en donde tales oportunidades que conducen al bienestar
son escasas o se han deteriorado.

El autor hace énfasis en el aspecto bisagra del concepto que conecta los activos
del sujeto (familia) con el entorno; el desfasaje o asincronía entre los activos de los
hogares o sujetos vulnerables, y la estructura de oportunidades a la cual no puede
accederse. Este desacoplamiento a todas luces está producido por las causas estructu-
rales presentes en la región que condicionan el desarrollo.

Queda también claro en la reflexión regional que la vulnerabilidad social no solo


tiene que ver con los activos que poseen los sujetos para apropiarse de las oportuni-
dades del entorno, sino que también tiene que ver con una norma universal. Es como
muchos otros conceptos ligados al desarrollo de naturaleza normativa y apunta a la
superación de una situación social desfavorable. La vulnerabilidad impide el desarro-
llo, porque tendrá relación con esos aspectos sociales, políticos ,económicos y cultu-
rales que definirán cualidades agravantes tanto globales como locales y sobre todo
tendrá que ver con la imposibilidad de cubrir las necesidades23.

22 Informe sobre El desarrollo Humano 2014. Tomado de https://www.aecid.es/Centro-Documentacion/Docu-


mentos/Informes%20y%20gu%C3%ADas/09_26-hdr14-report-es.pdf
23 Existen un consenso en establecer que el desarrollo es normativo porque refiere a la satisfacción de
necesidades humanas que no difieren entre sociedades. Autores como Gough (2007) retoman el carácter universal
y finito de las necesidades. Para este último son la vida, salud, integridad corporal, imaginación, y pensamiento,
emociones, razón práctica, afiliación, relación con otras especies, juego, control material sobre el propio ambiente.
INVUS 2021 28

La estructura de oportunidades —ese andamiaje de posibilidades para lograr el de-


sarrollo— podría estar en crisis, ser insuficiente, invisible y algunas veces inalcanzable
para amplias mayorías. Así la situación crónica de empobrecimiento podría asemejarse
a un evento cataclísmico de acuerdo a la severidad de las crisis económicas y las crisis
políticas que atraviesen las sociedades. Esta “catástrofe continuada” tal como sucede
en eventos naturales no predichos, levantaría también un mapa de vulnerabilidades
que aumenta el contraste entre quienes poseen fortalezas y quienes se hunden en sus
fragilidades. La diferencia es que el efecto de tales crisis no sería temporal, sino mucho
más permanente.

Existen enfoques que enfatizan el factor interno, es decir, el esquema de activos


que poseen los sujetos en condición de vulnerabilidad como aspecto central (Mosser24)
y otros que en cambio, ponen el énfasis en la estructura de oportunidades externa pre-
sente en la sociedad. El problema para algunos analistas al enfatizar las capacidades
de los sujetos vulnerables, y al recrearse en esa suerte de adaptabilidad o elasticidad
(recogida en el término resiliencia), es que se desorienta el punto central de la política.
La capacidad adaptativa y los modos de sobrevivencia siempre existirán y se hace un
flaco favor si el objetivo es la definición de la política pública el centrarse solo en ellos,
mientras que el aspecto vital para la planificación social continúa siendo la trama
de oportunidades a las que el individuo podría acceder. Quienes critican el abordaje
solo del lado del sujeto también afirman que algunas veces los recursos relacionales,
sociales y físicos que las personas en condición de vulnerabilidad social poseen no se
relacionan de manera efectiva con el escaso entramado de oportunidades, por lo cual
no se logra la movilidad social y la superación de la condición de pobreza. Por esta
razón, para algunos, los estudios más enfocados en la subcultura de la sobrevivencia
son menos útiles al momento de brindar pistas para la aplicación de las políticas.

Nos parece que ambos aspectos (activos y oportunidades) son claves y depende
del carácter aplicado que pretendan los estudios, resulta útil priorizar uno u otro. Sin
embargo compartimos el argumento que entra en consonancia con lo planteado por
Kaztman en cuanto al estudio de los recursos internos del sujeto vulnerable:

“Dichos estudios deben ser complementados con un estudio de la estructura


de oportunidades, ya que es su interacción con el portafolio de recursos lo
que da lugar a la vulnerabilidad social. Específicamente las fuentes de dicha
vulnerabilidad estarían en el aumento de la precariedad e inestabilidad la-
boral, la inseguridad y desprotección derivadas del repliegue del estado y

24 Nos referimos a Caroline Mosser. Sobre ella cita Gustavo Busso a Jorge Rodríguez, quien comenta sobre
el despertar de los estudios sobre vulnerabilidad en la región a mediados de la década de los noventa: “Este auge
parece haber sido gatillado por los estudios de Caroline Moser y su grupo en el Banco Mundial, que se sintetiza-
ron en el denominado ‘asset/vulnerability framework’, y que subrayaron que la mayor debilidad objetiva de los po-
bres (vulnerabilidad) para enfrentar la sobrevivencia cotidiana o, con mayor razón, las crisis económicas, podía ser
contrarrestada con una adecuada gestión de los activos que tienen con independencia de sus ingresos escasos”.
Justo esta es la postura discordante para muchos.
29 INVUS 2021

del debilitamiento de los lazos en la familia y con la comunidad”25 .

No solo lo compartimos, sino que ponemos más carne en el asador: desde la política
pública en contextos generalizados de pobreza el estudio de los sujetos vulnerables
(que coincidimos en afirmar son los hogares) debe priorizar el dimensionamiento de
los déficits de activos y no el capital que hay en ellos. Esto justo es así porque es sobre
las brechas sobre las que hay que actuar. No solo habría que analizar la estructura de
oportunidades para cuantificarlas, sino también comprender a los sujetos vulnerables
como actores deficitarios . Es lógico concluir que si tuviesen los activos necesarios
para lograr la movilidad social lo harían. Estudiar los activos “con independencia de los
ingresos escasos” (Moser) sería útil si estos podrían constituirse en eventualmente en
activos para el desarrollo y para ello, son los estudios psicosociales los que podrían
apuntar hacia donde dirigirse.

Más allá de esta diatriba sobre donde poner el énfasis, si en las capacidades o en
los déficit, no hemos encontrado una unicidad de criterios para el establecimiento
de un índice general de vulnerabilidad en los paises de la región. Pero sí afirmamos
que cuando se habla de vulnerabilidad se agrupan diferentes indicadores en donde
los educativos, laborales, sanitarios y de condiciones de las viviendas no suelen estar
ausentes, y cierto carácter de localización municipal parece privar en las mediciones.

Sin embargo todos los esfuerzos teóricos y reflexivos de definición y medición de


la vulnerabilidad social investigados coinciden en la necesidad de buscar indicadores
que den cuenta del contexto complejo y heterogéneo de la pobreza. Las reflexiones se
enmarcan en la que podríamos llamar “la perspectiva dominante” en cuanto a la vul-
nerabilidad; la adelantada a principios de este siglo de la mano de diversos asesores
de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.

Sin embargo todos los esfuerzos teóricos y reflexivos de definición y medición de


la vulnerabilidad social investigados coinciden en la necesidad de buscar indicadores
que den cuenta del contexto complejo y heterogéneo de la pobreza. Las reflexiones se
enmarcan en la que podríamos llamar “la perspectiva dominante” en cuanto a la vul-
nerabilidad; la adelantada a principios de este siglo de la mano de diversos asesores
de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.

De cualquier manera hay consensos en cuanto al concepto de vulnerabilidad social


desde la política pública en la región;

• Se refiere a la fragilidad y la desventaja que poseen algunos grupos o indivi-


duos para enfrentar riesgos de diferente naturaleza pero sobre todo asociados a
la condición de pobreza.

• Tiene que ver con las características particulares de las sociedades sobre la

25 Consultado en https://repositorio.cepal.org/handle/11362/19973
INVUS 2021 30

cual se planifica aunque plantea un referente universal asociado al tema de los


derechos humanos y a los consensos sobre el fin último del desarrollo humano.

• Significa un lugar de rezago, de imposibilidad y fragilidad mayor de unos grupos


frente a otros grupos, en donde el rol de la familia como sujeto vulnerable se ele-
va. Adquiere un doble sentido: como actor sobre el cual planificar y como sujeto
de activos o déficits (pasivos).

• Sirve para comprender una situación insatisfactoria desde un nivel de compleji-


dad mucho mayor que el que se deriva de la diagnosis de variables únicas, dada
la consideración heterogénea de la pobreza.

Estos consensos sobre la complejidad, la pertinencia, el carácter relacional de la


vulnerabilidad se centran a su vez en la naturaleza compleja de la realidad que se
busca “atrapar” mediante un constructo sintético y multivariable; a través de un índice
de vulnerabilidad que muestre la realidad multi causada que es necesario comprender y abordar.

Las experiencias de medición en la región confirman que antes de la elaboración


de un índice de vulnerabilidad se hace un trabajo de análisis de la información de la
que se dispone para seleccionar los indicadores que tienen valor en cuanto muestran
una condición de empeoramiento de las condiciones, normalmente de empleo, segu-
ridad social, salud, educación. Algunos sin embargo incluyen elementos más específi-
cos como discapacidad, analfabetismo, y organización en actividades asociativas. Esto
dependerá del estudio previo que se haya realizado, de la data de la que se dispone
y del conocimiento de la realidad del país26. En general son frecuentes las incorpora-
ciones en el índice de dimensiones básicas como la atención en salud, la cobertura
educativa y de pensiones, las condiciones físicas de las viviendas, algunos indicadores
del ambiente familiar y por supuesto indicadores de empleo y de ingreso de los hoga-
res. Sin embargo los subcomponentes e indicadores específicos dependen del énfasis
que se pretenda dar a la políticas públicas y también de la naturaleza y la misión de
la institución que levante y/o procese la información. Otras experiencias consultadas
muestran como el índice de vulnerabilidad social se deriva de un constructo que com-
pone diferentes índices (vulnerabilidad familiar, vulnerabilidad por discapacidad o por
ser adulto mayor, vulnerabilidad por condición de género, vulnerabilidad infantil en
educación, vulnerabilidad infantil en salud y nutrición)27. En otros casos se presentan
los índices asociados a un tipo de sujeto o beneficiario en particular ( población mayor,
población enferma, población infantil) o a un problema específico, como por ejemplo
el de la violencia en barrios determinados.

26 En este caso nos referimos al índice de vulnerabilidad social propuesto en base a la encuesta CASEN
administrada en una provincia de Chile en el año 2000. Tomado de https://www.redalyc.org/pdf/902/90217096005.
pdf
27 En este caso nos referimos al índice estimado por Unidad de Atención a población vulnerable de la
Secretaria de Salud, DIF Nacional estimada en el año 2017 en Jalisco, México. Se puede consultar en: https://trans-
parencia.info.jalisco.gob.mx/sites/default/files/%C3%8Dndice%20de%20Vulnerabilidad%20Social%202017.pdf
31 INVUS 2021

También sucede que algunas experiencias de medición multivariable de la pobreza


terminan funcionando como índices de vulnerabilidad, aunque no sean denominados
de esa forma. La imbricación de la vulnerabilidad con la pobreza y la exclusión hace
que de alguna forma su medición también se haga algo difusa, dado el carácter com-
plejo de las variables explicativas de la condición de pobreza, exclusión e integración.
Es precisamente aquí en donde el concepto de vulnerabilidad posee a la vez una vir-
tud y una debilidad; si bien no hay acuerdo para establecer un índice comparativo en
la región en cuanto a los indicadores a incluir, el principal acuerdo es que si lo que se
busca es medir la heterogeneidad de la pobreza es posible que la uniformidad no sea
necesaria porque daría cuenta de realidades diferentes.

El punto común, como hemos dicho, el lugar en donde todos convergen, es que en
la región la vulnerabilidad es una medición que ayuda a comprender la heterogenei-
dad de la pobreza, y contribuye a detectar a quiénes corren mayores riesgos por su
propia condición de precariedad. Sin duda la medición de la vulnerabilidad conlleva
a la medición de la estructura de oportunidades para salir de la pobreza que es res-
ponsabilidad de los hacedores de la política pública. Creemos que el impulso que el
concepto tuvo a principios de siglo funcionó para dimensionar y ordenar la aspectos
teóricos que a su vez refuerzan el carácter localizado del concepto.

Si atendemos a la consideración de que la vulnerabilidad se estima relacionando los


activos de los hogares con la estructura de oportunidades, debemos considerar que
esta última se muestra en las sociedades de manera diferenciada y que tiene que ver
con programas sociales en particular con muy específicas políticas de auxilio, de apo-
yo, o estructurales. Si esto es así y somos fieles a la teoría, entonces en algunos paises
o municipios se tendrá que considerar la cobertura de programas específicos que no
encuentran su correlativo en otros porque pudieran responder por ejemplo a variables
coyunturales. Es posible que sea complicado comparar estas especializaciones geolo-
calizadas entre unas y otras. Y disminuir este carácter tan especifico del índice para
hacerlo comparable disminuiría a su vez la efectividad. Ni siquiera el Informe Anual de
Naciones Unidas mencionado y a pesar de que trata el problema de la vulnerabilidad
como eje central intenta presentar un índice comparativo de vulnerabilidad social en-
tre las naciones. Puede que estemos en presencia de un índice cuyo destino sea no ser
comparable sobre todo en territorios donde tampoco existe unidad de programas ni de
políticas, más allá de los objetivos de desarrollo o de las metas definidas grosso modo.

No queremos decir con esto que la región no comparta un listado de problemas


estructurales de distintas naturalezas que apunten a similares condiciones, sobre todo
en aspectos relacionados con los activos con los que cuentan o de los cuales adole-
cen los hogares pobres. Es en la estructura de oportunidades derivadas del estado y
del mercado en donde posiblemente existan mayores diferencias interregionales. La
defensa de la posibilidad o no de establecer un índice comparado escapa de los objeti-
vos de este trabajo. Sin embargo, mencionamos este aspecto porque llama la atención
que no se haya avanzado en la medición, y sí se haya hecho en la materia teórica del
INVUS 2021 32

concepto, por lo cual es muy posible que debajo de este desequilibrio entre medida
y argumentación se encuentre la idea de que nada es peor en política que considerar
homogéneo algo que en esencia es heterogéneo28.

El siguiente párrafo resume en parte la dificultad metodológica que creemos subya-


ce para la comparación de un índice de vulnerabilidad para América Latina:

“La vulnerabilidad, como se ha visto, es un concepto dinámico y multidimen-


sional que incluye la exposición a riesgos sociales y naturales que pueden
ocasionar variabilidad de ingresos, consumos y de otras dimensiones del
bienestar materiales y no materiales, como el acceso a los servicios de salud,
educación y protección social. La noción de vulnerabilidad remite a una área
gris de riesgo que se ubica entre la integración plena y la exclusión total…”
(Busso, 2001)

En conclusión, y atendiendo a la vulnerabilidad social en contextos de pobreza ha-


bría que responder una pregunta:

¿Quiénes poseen las mayores desventajas para sobrevivir dignamente? ¿Cuál es la


parte más delgada de la tensa cuerda que significa vivir en pobreza?

Visto desde las capacidades instaladas en la biografía del sujeto y en consonancia


con la teorización sobre la vulnerabilidad social de la región podríamos decir que estas
interrogantes tienen que ver con tres aspectos que definirían un nivel más alto o bajo
de riesgo o vulnerabilidad social;

• ¿Con qué cuenta ese individuo de parte del estado?

• ¿Cuáles son los atributos productivos de ese individuo para integrarse al merca-
do?

• ¿Cuáles son los activos existentes en su hogar para enfrentar las condiciones
adversas de pobreza?

La primera pregunta tiene que ver con las políticas de desarrollo a la que el indivi-
duo tiene acceso. La segunda tiene que ver con los atributos productivos que él posee
para encarar la vida (educativos, sanitarios, laborales), y la tercera está relacionada
con las capacidades instaladas en su grupo social de referencia, que a su vez forman
parte del conjunto de activos que le permitirían enfrentar los riesgos subyacentes en
la pobreza.

28 Algunos autores, como Gustavo Busso, reseñan los problemas metodológicos de la medición de un
índice de vulnerabilidad de forma detallada. Apuntan aspectos como la existencia de factores estructurales pero
también coyunturales que pueden contribuir a vulnerabilidades locales. Véase: http://www.derechoshumanos.unlp.
edu.ar/assets/files/documentos/vulnerabilidad-social-nociones-e-implicancias-de-politicas-para-latinoamerica-a-ini-
cios-del-siglo-xxi.pdf
33 INVUS 2021

4. Justificación de la construcción de un índice de


vulnerabilidad con base en las condiciones de vida del
venezolano.
Aclaramos que para la estimación del Índice de vulnerabilidad en Venezuela no
hemos realizado un análisis del capital a lo interno de los hogares, lo que arrojaría el
balance entre activos y oportunidades. Este podría realizarse con la información del
instrumento de consulta ENCOVI en trabajos futuros. Esta decisión se tomó porque lo
que se buscaba era la mejor aproximación al dimensionamiento de la vulnerabilidad en
Venezuela de cara a los déficits sociales y no en cuanto a los activos promotores. La si-
tuación de precariedad en el país y de empobrecimiento generalizado nos lleva a intuir
que sin restar importancia a la cultura de sobrevivencia del venezolano, luce prioritario
el esfuerzo de identificar las brechas de atención social y de ausencia de activos, si el
objetivo es contribuir proporcionando información orientada a la acción pública.

Aquí hemos optado por la comparación entre los venezolanos entre mejor y peor
situación, seleccionando de entre varios indicadores los que “marcan” mejor la condi-
ción de mayor vulnerabilidad. De forma tal que este índice construido se convierte en
un análisis multivariable, tal como el de la pobreza multivariable que arrojó la pobreza
por privación en ENCOVI 2021. La diferencia es que el aspecto discriminador del índice
fue establecido ya en conocimiento de la pobreza multidimensional, lo que lo con-
vierte en una medición de segundo nivel; la detección de los más débiles ante el mapa
conocido de indicadores que ya reflejaban una situación de pobreza generalizada. Este
índice tiene así más que ver con la relación del sujeto vulnerable con el entorno, pero
solo considerando los atributos negativos que posee; es decir los déficits en cuanto
a la atención social, a los carencia de los propios atributos productivos y a su grupo
familiar. No se realizó un análisis de los activos o capital de los sujetos u hogares, lo
cual hubiese dado pistas sobre las estrategias de sobrevivencia en pobreza de unos
grupos sobre otros29.

Así estimamos la vulnerabilidad general, que no es otra cosa que la ponderación


de varias dimensiones cifradas en caracteres negativos, de exclusión social. Caracteres
que de acuerdo al análisis de la realidad venezolana fueron considerados con mayor
peso para imponer las mayores desventajas u obstáculos para avanzar hacia el bien-
estar. Este índice, tal como la pobreza multidimensional, intenta integrar una situación
que resume el perfil del sujeto más vulnerable del país y conocer su tamaño. Luego,
esta vulnerabilidad se analiza en base a variables de sexo, sexo del jefe de hogar, edad
y ámbito geográfico.
29 El enfoque AVEO (Activos, Vulnerabilidades, Estructura de oportunidades) es uno de las propuestas de
estudio que incluye no solo los pasivos de las familias sino también sus activos. Este es una de las orientaciones
algo más cualitativas en A.L, al teorizar sobre la vulnerabilidad en pobreza. Para profundizar sobre los diferentes
enfoques y sus limitaciones se puede consultar a Ortiz-Ruiz y Diaz-Grajales en: https://www.redalyc.org/jour-
nal/321/32158229005/html/
INVUS 2021 34

También se estimó la vulnerabilidad de cada dimensión contentiva de la vulnera-


bilidad general. Eso condujo a calcular las vulnerabilidades de ingreso, laboral, de
protección social, educativa, sanitaria, de estructura de vivienda, de servicios y familiar.

Con ellas abordamos las tres áreas que conjugan teóricamente la vulnerabilidad so-
cial, que se refieren al componente estatal (el déficit de políticas sociales estructurales
y compensatorias), al componente privado (la ausencia de los atributos productivos o
activos laborales, educativos y sanitarios) , y al componente familiar y relacional (re-
lativo a las deficiencias de las redes sociales que el sujeto posee y que a su vez han
influido en su forma de relacionarse).

Como dijimos antes, la construcción del índice de vulnerabilidad se realiza de acuer-


do a la información de la que se disponga y en función de parámetros comparativos
entre los grupos en pobreza y en condición de no pobreza. De acuerdo al análisis de
las condiciones de vida de los venezolanos realizados en ENCOVI 2021 se establecie-
ron cinco dimensiones (económica, social, salud y alimentación, vivienda y ambiente,
familiar) y veinticuatro indicadores significativos, que muestran el carácter diferen-
cial en relación a los pobres y los más vulnerables. Cada dimensión se divide en dos
subdimensiones a excepción de la sanitaria y la familiar. Cada subdimensión a su vez
comprende tres indicadores.

Para el establecimiento de los niveles de vulnerabilidad de cada subdimensión se


consideraron los valores resultantes de los indicadores y se establecieron diferentes
escalas de intensidad (entre tres y cinco). De esta manera construimos el índice de
vulnerabilidad general y también índices específicos para cada subdimensión.

La selección de los indicadores obedeció a la consideración de la potencia de los


mismos para discriminar situaciones más desfavorables de los individuos y grupos fa-
miliares. Sin pretensiones de ser exhaustivos ni mucho menos deterministas, se con-
sideró que el grupo de indicadores seleccionados da cuenta de las complejidades y
profundidades de la pobreza venezolana, y nos permite cuantificar a los sujetos que
se encuentran en peor condición de privación, en mayor riesgo de sobrevivencia y en
condición de mayor exclusión de la atención estatal.

Todo esto tomando como punto de partida las condiciones de la población general
venezolana.
35 INVUS 2021

Tabla Número 1
Dimensiones, Sub dimensiones e Indicadores considerados para el establecimiento del INVUS

Indicador de déficit del sujeto más vulnerable del


Dimensión / Subdimensión
país

ECONÓMICA
1-Personas mayores de 18 años no bancarizadas[1]
2-Personas en hogares sin ingreso en condición de
Ingreso pobreza extrema.
3-Personas en hogares en los que el 100% del
ingreso proviene de fuentes no laborales[2].
4-Personas desempleadas
Empleo 5-Personas que trabajan menos de 36 horas por falta
de oportunidades[3]
6-Personas ocupadas que no cotizan
SOCIAL
7-Personas con edad de jubilación sin acceso a
pensiones o jubilaciones por vejez[4].
8-Personas en hogares en situación de pobreza
extrema sin acceso a los mecanismos de protección:
Asistencia
Claps[5].
9- Personas en hogares en situación de pobreza
extrema sin acceso a los mecanismos de protección:
Bonos y transferencias[6]
10- Personas de 18 años y más por debajo de 12
años de escolaridad
11- Personas en hogares con población entre 6 y 17
años que nunca han asistido a algún centro educativo
Educación
que no asisten actualmente por razones ajenas a su
voluntad.
12-Personas en hogares con población entre 6 y 17
años con rezago severo[7].
SALUD y ALIMENTACIÓN[8]
13-Personas en hogares en los que algún miembro
no asistió a algún centro asistencial por problemas del
sistema de salud.
Salud 14- Personas en hogares en los que algún miembro
fue a consulta y no pudo adquirir todo el tratamiento.
15-Personas sin afiliación a seguro médico ( público o
privado)
VIVIENDA
16-Personas que residen en viviendas con mala
calidad estructural

17-Personas que residen en viviendas con


Estructura hacinamiento crítico (más de tres personas por cuarto)

18-Personas que residen en viviendas sin agua por


acueducto o con acueducto y frecuencia menor a
diaria.
19-Perosonas que residen en viviendas sin
electricidad o con frecuentes interrupciones del
servicio eléctrico.
Servicios 20-Personas que residen en viviendas sin
saneamiento o eliminación de excretas
21-Personas que residen en viviendas sin servicio de
aseo urbano.
FAMILIA 22-Relación de dependencia demográfica[9]
23-Relación de dependencia económica[10]
24-Familia monoparental

Fuente: Elaboración propia.


[1]Indicador que tiene que ver con la ausencia de activos económicos, financieros y formales que se consideran
atributos o capital individual. [2]. Este indicador se refiere la falta de autonomía económica del hogar.
[3]. Esto se refiere a la declaración del subempleo. [4]. Se refiere a la ausencia de pensiones públicas o privadas.
INVUS 2021 36

[5]. Se trata de no recibirlas con periodicidad mensual [6]. Se trata de que al menos un miembro lo reciba con
periodicidad mensual. [7]. Rezago severo se considera superior a dos años y más del grado correspondiente. [8].
El indicador relativo a la inseguridad alimentaria moderada y severa como parte del componente de salud será
abordado al establecer la comparación entre la vulnerabilidad del año 2021 y la del año 2016, estimándose en ese
momento para ambos años. [9]. Cociente entre el número de menores de 15 y mayores de 60 por el número total
de personas que habitan el hogar. [10]. Relación entre personas desocupadas por ocupadas. Mas de tres personas
[11]. Estos son los que corresponden a las casillas sombreadas.
37 INVUS 2021

La mayoría de los indicadores consideran al individuo como miembro de un hogar


con determinadas características30. Tal como justificamos antes la familia constituye
el actor central en la condición de pobreza, como centro de recursos susceptible de
ampliar o reducir el aprovechamiento de las oportunidades que gravitan alrededor.

Dimensión Económica

La primera dimensión mostrada en la tabla es la económica. Ella se subdivide en el


componente de ingreso y de empleo. Esto es así porque la variable ingreso es la que
determina con mayor peso la pobreza multidimensional medida en ENCOVI 2021.

Nos detenemos un poco en analizar la situación venezolana para explicar la inclu-


sión de esta y todas las demás dimensiones del índice de vulnerabilidad.

Partimos de la afirmación de que asistimos al mayor deterioro de las condiciones


de vida de los venezolanos en la época petrolera (España, 2017). El 95% de los venezo-
lanos se encuentra en condición de pobreza de ingreso, el 76,6% del país en pobreza
extrema y el 65,2 % de los hogares en situación de privación (ENCOVI 2021). Este último
porcentaje se deriva de la medición multidimensional de la pobreza que considera no
solo el ingreso, sino otras variables como la educación, la vivienda, los servicios pú-
blicos, y el empleo. Esta condición de privación ha crecido veinticinco puntos porcen-
tuales en los últimos cinco años. Las dimensiones que muestran peores indicadores
y que a su vez contribuyen al aumento de los niveles de la pobreza multidimensional
han sido la educativa y la relacionada con la vivienda y los servicios. Esto significa la
disminución de la cobertura y el empeoramiento de la condiciones físicas y de habita-
bilidad de las vivienda (servicio de agua y eliminación de excretas)31.

Sin embargo el nivel de ingreso sigue siendo el principal componente de la pobreza


multidimensional en Venezuela. En el año 2016 los niveles de pobreza total alcanzaron
un punto máximo hasta ese momento en la historia reciente (76,5%) y desde ese año
ha venido creciendo al día de hoy, producto de la escasez, la hiperinflación y la crisis
de movilidad del combustible. La pobreza extrema en constante crecimiento desde el
mismo año 2016 experimentó un descenso de 8,9 puntos porcentuales entre los años
2019 y 2020 producto de la concentración de la política social en transferencias direc-
tas. ( ENCOVI, 2021)32

30 Estos son los que corresponden a las casillas sombreadas.


31 Se menciona el tema de la tenencia de la vivienda como un factor a considerar debido a la migración.
Asi como la familia, la vivienda cobra un importante papel al momento de considerar los activos o capital para
hacer frente a la vulnerabilidad social. Diversos estudios hacen inventario de los bienes y condiciones de ella para
contabilizarlos como recursos de enfrentamiento a situaciones de riesgo. Además el estatus de “tenencia” de la
vivienda o un terreno en sí mismo opera como un activo.
32 En la presentación de este estudio se destaca que las transferencias fueron 20% más en el 10% más po-
bre del país durante el año 2019, no así en 2021, año en el cual la pobreza extrema volvió a aumentar situándose
en 76,6% de la población.
INVUS 2021 38

Las cifras por sí solas muestran que no hace falta extender mucho más la des-
cripción de la realidad para comprender que al hablar de los más vulnerables, o de
cuán vulnerables son, nos distanciaremos sustantivamente de una situación óptima
de desarrollo y de “no pobreza” reservada solo a un 35% de la población venezolana
que no califica dentro del grupo pobre de acuerdo a los componentes de la pobreza
multidimensional del informe ENCOVI 202133.

Así pues es innegable la condición de empobrecimiento generalizado como ne-


cesario punto de partida para la identificación de la población más vulnerable34. El
diagnóstico de las condiciones de la sociedad venezolana en general no es esperan-
zador y el país no encuentra cómo crecer ni cómo superar la desigualdad. La realidad
económica tampoco, como cabe esperar, es favorable. La reducción acumulada del
PIB, desde el año 2014 hasta el 2021 registra una caída de 74%, la hiperinflación existe
desde el año 2017; hay una grave diminución de la capacidad productiva del país; re-
ducción del empleo; aumento de la informalidad y caída del consumo.

Hemos expuesto todo lo anterior para establecer por qué los venezolanos cada vez
somos más dependientes de los ingresos no asociados a nuestra capacidad productiva.
Bonos, transferencias y remesas contribuyen a mantenernos sujetos a la cuerda, y a no
dejarnos caer. Esto desdibuja el rol del estado como proveedor de las oportunidades
para el desarrollo, como sucedería en un estado de derecho, y lo pone a cumplir solo
el penoso papel de uno que gestiona la inseguridad de los ciudadanos que por vías
autónomas son incapaces de generar ingresos. Opacado su papel de promotor del
bienestar y realzado el de distribuidor de la precariedad, la estructura de oportunida-
des ofertadas tiene una existencia casi fantasmal, al menos las que se asocian con la
eficacia para la superación de la pobreza.

33 La pobreza multidimensional estimada en ENCOVI 2021 contempla los componentes de: insuficiencia de
bienes, insuficiencia de ingresos, deficiencia de electricidad, deficiencia de aguas servidas, deficiencia de agua,
ausencia de seguro, tenencia de vivienda, desempleo, hacinamiento, calidad de vivienda, logro educativo, rezago
escolar, inasistencia escolar.
34 Este documento enfatizara la condición de vulnerabilidad asociada a condiciones de pobreza y privación.
Junto a las personas en situación de privación se consideran vulnerables otros grupos poblacionales como las
minorías, las mujeres, los niños, los jóvenes, las personas de edad avanzada, las personas que presentan algunas
discapacidad física o mental, las minorías étnicas, la comunidad LGBTIQ+. Estos grupos por razones etarias, cultu-
rales, de genero podrían incluir la lista de población vulnerable en tanto que su aproximación al ejercicio de sus
derechos humanos se ve obstaculizada por aspectos externos existentes en la sociedad. Excluyendo la vulnera-
bilidad etaria o asociada a ciclos de vida (niños, jóvenes, personas mayores) se refiere a grupos cuya limitación
básica se centra en la dimensión cultural y jurídica de la sociedad. Pero este documento se centra en la vulnerabi-
lidad social asociada a la pobreza multidimensional.
39 INVUS 2021

Imagen Número 1
Porcentaje de receptores de ingresos no laborales de acuerdo a nivel de pobreza- 2021

Nivel de pobreza
76.6%

65.2%

50.7%

32.6% 30.0%
24.3% 25.0%
17.8%
13.2% 10.7% 12.9%
7.3%
2.2% 3.4% 3.1%

No pobre Pobre no extremo Pobre extremo

Pensiones Bonos Remesas Transferenci as privadas Otros

Fuente: Presentación resultados ENCOVI 2021.

El 25% de los pobres extremos del país reciben pensiones y el 76% reciben bonos. La
mitad de los beneficiarios de estos últimos afirma recibirlos una vez al mes; un 17,7% re-
fiere una frecuencia de obtención bimensual; un 15,2% trimestral y un 19,5% quincenal35.

Por todo lo anterior se ha considerado que la condición de mayor desventaja de


ingreso tiene que ver con la conjunción en hogares de sujetos vulnerables de acuerdo
a la existencia de tres indicadores claves:

1. Personas mayores de 18 años no bancarizadas.

2. Personas en hogares sin ingreso en condición de pobreza extrema.

3. Personas en hogares en los que el 100% del ingreso proviene de fuentes no


laborales.

De acuerdo a lo relatado se considera que estos tres indicadores dan cuenta de una
condición de mayor fragilidad o desventaja en medio de las ya desventajosa situación
de ingreso que atraviesa el país.

El segundo subcomponente del índice es relativo al empleo.

Recordamos algunos aspectos laborales del país. En líneas generales se afirma que
en Venezuela el empleo público y privado se ha destruido, con lo cual el trabajador
por cuenta propia ha visto engrosar las filas en veinte puntos porcentuales36. El informe

35 El valor promedio de los bonos recibidos en los hogares es de 4,6 $. En un hogar pueden haber varios
beneficiarios.
36 El vaciamiento de las filas de los empleados públicos es llamativo, dado que años atrás conseguir un
puesto de trabajo en el aparato público era apetecible y un proyecto laboral para muchos. El clientelismo de los
INVUS 2021 40

también plantea que hay un desempleo encubierto muy alto. La población económi-
camente inactiva en Venezuela es de 51%. En el año 2017 tuvo el valor más bajo desde
que se mide ENCOVI con 41,5%. Según el estudio el 30,8% de la población se encuentra
en condición de desempleo abierto, subempleo visible o desempleo desalentado y un
35,8% está ocupado. Un 25,8% está inactivo .

De cualquier manera, la informalidad laboral priva y las oportunidades de conseguir


empleo son escasas. Esto resta valor al estudio como impulsor de mejores niveles de
vida. Estaríamos asistiendo cada vez más a la anulación de la importancia del activo
educativo como elemento de ascenso social. ¿Para qué estudiar si no hay fuentes de
empleo?

Fue esta situación generalizada del empleo en el país que condujo a la selección de
quienes no cotizan estando ocupados, de quienes están desempleados y de quienes
trabajan menos de 35 horas a la semana como el modelo tipo de vulnerable laboral-
mente. Desde la ocurrencia de estos tres elementos se construyeron los niveles de
vulnerabilidad laboral. Los tres indicadores en su totalidad son individuales dada la
naturaleza de la actividad laboral como activo personal, entendiéndose que la retribu-
ción económica recibida por la realización de tal actividad sí es considerada como un
aspecto del grupo familiar37.

Dimensión Social

La segunda dimensión que comprende el índice de vulnerabilidad tiene que ver


con la dimensión social descrita en cuanto a la atención de los programas sociales de
subsidio del estado y a la variable educativa.

En cuanto a la dimensión social impulsada por el estado venezolano, y a los meca-


nismos de protección social y de seguridad que promueve traemos a colación algunos
elementos.

El estado existe, sobre todo y ante un gran número de venezolanos, en forma de


bonos. La mayoría de las misiones sociales definidas antes como un potente brazo
distribuidor de subsidios han desaparecido o disminuido su cobertura; se han concen-
trado en el subsidio alimentario mediante la entrega de bolsas de comida, con una
gran cobertura y con relativa periodicidad. El programa Claps tiene una cobertura de
86,5%, y el 60% de sus beneficiarios afirma que la periodicidad con que recibe la bolsa
de alimentos es de tres meses o un año.

gobiernos conducía a la ampliación a sus anchas del número de empleados a su cargo. El gobierno de Hugo Chá-
vez fue uno de los que engrosó las filas de empleados. Las condiciones del país eran otras y los salarios al ocupar
un puesto en la administración pública era considerado rentable, competitivo y una “buena fortuna”.
37 Esto es en el subcomponente de ingreso a través de los indicadores “personas en hogares sin ingreso” y
“personas en hogares en los que el 100% del ingreso proviene de fuentes no laborales”.
41 INVUS 2021

La trayectoria de la política social complementaria que el estado venezolano definió


desde el año 2004 es expuesta en la presentación de los resultados del estudio ENCOVI:

“Desde el año 2004 el Estado inició una política social basada en la presta-
ción de servicios a poblaciones que presentaban ciertos déficits de atención
social en áreas de salud, educación, alimentación e infraestructura. Cada
una de esas acciones se concebía como un programa social independiente
y enfocado en la reducción de lo que se consideraba un déficit de atención
social. A esa acción específica se le daba una denominación, un presupuesto
y un procedimiento, adicional a los servicios sociales tradicionales, las que
dieron el marco a las llamadas Misiones Sociales”

El diagnóstico también expone la caída de esta política paralela a la estructural


desde el año 2015, argumentando que el ocaso de las misiones se debió a factores
económicos (desabastecimiento e inflación) y a la pérdida de la capacidad operativa
instalada. Entonces fue cuando se produjo la gran reducción del portafolio de este tipo
de programas, a las transferencias directas y el reparto de bolsas con productos ali-
menticios como centro de la política. Así la lista de las misiones sociales han quedado
como listas de bajas después de una guerra. Los resultados de la encuesta confirman
que exceptuando los programas Claps y Hogares de la patria la cobertura no sobre-
pasa el 5% de cobertura y en muchos casos no llega al 1%.

Imagen Número 2
Cobertura de las Misiones sociales según denominación y area de atención- 2021

Fuente: Presentación resultados ENCOVI 2021.


INVUS 2021 42

La frecuencia con que se reparte las bolsas Claps varía. Su cobertura es enorme
aunque la crisis de movilidad y la imposibilidad de lograr las compras de los produc-
tos en la escena internacional ( producto de las sanciones) podrían haber influido en
la irregularidad de la distribución de los alimentos que ha quedado plasmada en el
estudio y que comprobaremos al analizar la vulnerabilidad entre los años 2016 y 2021.

Imagen Número 3
Frecuencia de recepción de Subsidio Gran Misión Abastecimiento Soberano y Seguro (Claps).

No de Claps al año % beneficiarios


Anual o Semestral 17.0
Trimestral 31.0
Bimensual 11.4
Mensual 20.7
Quincenal o semanal 0.2
Hogares que no reciben 19.6

Fuente: Presentación resultados ENCOVI 2021.


Una primera fotografía de la acción del estado lo coloca en la posición de un distri-
buidor de bonos de comprometida eficacia que, no tanto por la cobertura y más por la
irregularidad y por el alcance del beneficio, no resulta efectivo para la superación de
la pobreza. Antes de ello promueve situaciones de vulnerabilidad o por la disminución
del beneficio, o por la estrategia de repartición del mismo.

El estado venezolano también existe como ente ante el cual es preciso identificar-
se. Nos referimos al carnet de la patria. De esta forma, mediante este mecanismo de
identificación, se logra un registro de beneficiarios que simboliza a la perfección el
papel de distribuidor de beneficios que cumple. El 74% de los venezolanos dice tener
el carnet de la patria. El 76% revela que el mismo ha servido de mecanismo para la
obtención de bonos eventuales; un 48% para la obtención de las cajas Claps; y un 5%
para el subsidio de la gasolina38. Recordamos aquí las reflexiones que hicimos sobre
el papel socio-político de los gobiernos en contextos de pobreza generalizada que
sobredimensionan particulares formas de vinculación social.

Analizando los temas de cobertura de los programas de subsidio generalizados y la


dependencia de los mismos ante a los problemas de ingreso de los hogares venezola-
nos se determinó que las personas más vulnerables son:

• Quienes con edad de jubilación no tienen acceso a pensiones o jubilaciones por


vejez.

38 Recordamos la crisis de movilización experimentada en el país producto de la escasez de combustible.


Volveremos a ello más adelante al analizar cómo impactó el mapa de vulnerabilidad venezolano.
43 INVUS 2021

• Quienes en hogares en situación de pobreza extrema no tienen acceso a los


mecanismos de protección: Claps.

• Quienes en hogares en situación de pobreza extrema no tienen acceso a los


mecanismos de protección: Bonos y transferencias.

Si nos apartamos de esta política de subsidio y nos centramos en la política estruc-


tural educativa encontramos indicadores que retratan otras fuentes de vulnerabilidades.

Una de ellas tiene que ver con la matriculación escolar del año 2021 de algunos
grupos etarios. El 65% de la población de 3 a 24 años (que se calcula de once millones
de personas) está matriculada. Es el porcentaje más bajo desde que se lleva a cabo la
medición de las condiciones de vida con este instrumento39. Se redujo específicamente
el acceso a la educación inicial de la población y también la matrícula universitaria.
Cuando se analizan los porcentajes de población inscrita en centros educativos se
concluye que a partir de los seis años y hasta los 14 la cobertura es de por lo menos
90%. En ningún caso la cobertura es total. Viendo esta situación podemos estable-
cer un primer elemento de vulnerabilidad educativa que incluye a todas las personas
entre 6 y 14 años que no asisten a un centro escolar. Esto es porque la ocurrencia de
este hecho es extraordinario. Sin duda los hogares donde esto sucede es muy posible
que se encuentren en una situación de vulnerabilidad elevada en comparación con los
otros de su entorno.

Como dijimos, la matrícula educativa de la población entre los 3 y los 5 años se


redujo; la cobertura de sobre todo los niños de tres años de edad es de 30%, siendo
que el año 2019-20 era de 50%. La reducción de la matrícula de los niños con cuatro
años de edad también disminuyó cerca de 20 puntos porcentuales. Nos referimos a la
ausencia de cobertura en educación inicial, un nivel importante para la obtención de
herramientas cognitivas y de aprendizaje que acompañan el resto de la vida. Si anali-
zamos el porcentaje de matriculación para estas edades en relación al clima educativo
del hogar encontramos que solo el 49% de los niños que pertenecen a hogares con
bajo clima educativo asisten a la escuela.

La otra reducción importante de matrícula la constituye la población entre 17 y 24


años. Solo un 6% de ella, perteneciente a hogares con climas educativos bajos, estudia40 .
39 Se destaca la errada política educativa frente a la pandemia Covid-19 ya que no se plantearon es-
trategias diferenciadas para promover acompañamiento a lis hogares que pasaron a ser el centro educativo
sustituto al permanecer los centros educativos cerrados. Esto sucedió en muchos paises; sin embargo dado el
clima educativo promedio del país y considerando el escaso equipamiento disponible en las casas para lograr de
manera efectiva el proceso a distancia el resultado fue la expansión de las inequidades educativas. Un 90% de las
escuelas permanecieron cerradas y con este cierre se alteró la obtención del beneficio del programa PAE, siendo
que solo el 19% de los consultados relató que seguía obteniéndolo.
40 Llama la atención que solo el 34% de los jóvenes entre 17 y 24 años de los hogares con clima educativo
alto se encuentran estudiando. Cabría preguntarse cuántos de ellos trabajan, o cuántos ni estudian ni trabajan. En
la UE la cifra más alta de los llamados “ni ni” es de 20%. Con la caída del empleo generalizada debido al Covid-19
la población entre 15 y 19 años que no estudian ni trabajan ascendió en algunos paises, pero no cruza la línea del
20%.
INVUS 2021 44

Es llover sobre mojado argumentar la importancia del capital educativo para pro-
mover el bienestar y superar la pobreza. Por supuesto que esto debe estar acompa-
ñado de oportunidades laborales que otorguen sentido al estudio y a la formación.
Las mismas reflexiones que hicimos en cuanto a la vulnerabilidad de futuro que los
jóvenes a nivel global se plantean sobre la necesidad de contar con los nuevos domi-
nios educativos, son válidas para la situación nacional, y el quiebre de las expectativas
biográficas de ascenso como experiencia mediada es la misma, por lo cual los jóvenes
venezolanos también son, al no estudiar ni formarse, sujetos de vulnerabilidad existen-
cial aún más agravada. A esto volveremos más adelante.

El siguiente gráfico muestra la cobertura educativa de la población entre 3 y 24 de


acuerdo al tipo de pobreza, y en él puede verse como la estructura de oportunidades
es inequitativa.
Imagen Número 4
Cobertura educativa de la población entre 3 y 24 años según condición de pobreza

Cobertura según condición de pobreza


99
100 96 95
90 88
83
80 74
66
58
Porcentaje

60

40
40
23
20 15

0
3-5 años 6-11 años 12-17 años 18-24 años

No Pobre Pobre Pobre Extremo

Fuente: Presentación resultados ENCOVI 2021.

La población entre los 3 y 5 años en condición de pobreza extrema no matriculada


es de 42% ; entre los 6 y los 11 años es el 5%. El 17% de los pobres extremos entre los
12 y los 17 años no estudia y el 12% de la población en estas edades, que se encuentran
en pobreza general tampoco lo hace. Las personas que no estudian en condición de
pobreza extrema entre los 18 y 24 años es de 85%. Analizando la altura de las barras
y comparándolas se concluye que la des-matriculación de los pobres extremos en
significativamente mayor en primer lugar en la población joven, en segundo en la de
3 a 5 años.

Otro indicador que estudiado en ENCOVI 2021 que se consideró para la estimación
de la vulnerabilidad educativa es el rezago escolar. Este da cuenta de la discontinui-
dad educativa relacionada con la repitencia y de antesala a la deserción escolar. Un
47% de la población masculina de entre 12 y 17 años mostró rezago leve o severo, y un
44% de la población femenina también lo hizo. Es decir, cerca de la mitad de quienes
en esas edades están estudiando han presentado problemas de rezago. Esta situación
45 INVUS 2021

manifiesta un seria desventaja individual que muy posiblemente culmine con el aban-
dono definitivo de las aulas. Ya sabemos lo que puede significar para el futuro de un
individuo no elevar sus años de escolaridad.

El modelaje familiar; la expectativa genérica de lo que se espera que se haga si los


códigos familiares son tradicionales (el muchacho a trabajar, la muchacha a la mater-
nidad…); el clima educativo y la homogeneidad de las relaciones vinculadas al grupo
familiar; la ausencia de programas educativos de reforzamiento pedagógico y de otras
ayudas que promuevan el mantenimiento en el sistema educativo y el éxito escolar,
podrían ser dinámicas que promuevan el abandono escolar y el rezago severo es una
muestra de eso que estaría a punto de suceder.

Ante esta realidad educativa plasmada a grandes rasgos, contentiva de déficit de


matrícula discriminada por edades y el rezago escolar como premonitorio de abando-
no escolar, se eligió como el sujeto de vulnerabilidad educativa.

En primer lugar aquel con menos de doce años de escolaridad. Este se considera un
indicador individual que da cuenta del atributo productivo o capital humano. En segun-
do lugar se consideró a los sujetos que introducen un carácter de vulnerabilidad a los
miembros de todo su grupo familiar; quienes teniendo entre 6 y 17 años nunca han
asistido a algún centro educativo o actualmente no asisten41. Y por último a quienes
con edades entre 6 y 17 años muestran rezago severo42.

Ahora bien, para insistir en la justificación de la inclusión de estos sujetos vulnera-


bles afirmamos que el hecho de que la población entre los seis y doce años de edad
no esté matriculada expone una situación inusual que se muestra fuera de la norma y
por ello es considerado fuente de mayor vulnerabilidad. Como hemos visto en Vene-
zuela la mayoría de los niños entre 6 y 12 años asiste a un centro educativo (es entre
los 12 y los 17 años cuando baja unos puntos porcentuales esta tasa de matriculación).
Por otro lado el indicador sobre el rezago severo en un hogar nos habla del clima de la
atención cognitiva de los niños y jóvenes, no solo en el hogar sino también en el siste-
ma educativo al cual accede. El nivel educativo bajo (menos de seis años de escolari-
dad en promedio), medio ( entre seis y doce años de escolaridad) o alto ( más de doce
años) que un sujeto posee perfila la entrada a un sistema más o menos habilitador de
oportunidades en general y asociado a la calidad del empleo formal. Pero en calidad
de “miembro del hogar” ese nivel educativo se convierte en parte de un clima educa-
tivo que posibilita o inhabilita múltiples aspectos, entre ellos el acompañamiento edu-
cativo parental. Porque no solo se trata en concreto del acompañamiento pedagógico
al momento de traer tareas escolares a casa; es bastante más que eso. Se trata de la
comprensión de la realidad que se transmite de acuerdo a la experiencia institucional
que se ha tenido y a los estilos de crianza que se han impuesto en el hogar, que en
algo tienen que ver con la experiencia que normalmente se adquiere si se estudia y se
41 Constituyen el 2,2% de la población en este grupo de edad.
42 Constituyen el 10,6% de la población en ese grupo de edad.
INVUS 2021 46

trabaja en ámbitos formales. Así el nivel educativo, se convierte en clima educativo y


este en clima familiar.

Desde la psicología social se alerta como la situación de privación, pobreza y pre-


cariedad establece un clima familiar concreto en el aparato de la domesticidad (Ma-
linowski) que brinda una concepción acotada del mundo expuesta en un estilo de
crianza:

“Los padres que viven en condiciones de vulnerabilidad social tienen una


alta probabilidad de tener que enfrentar una serie de dificultades más allá
de la deprivación material, que afectan sus competencias parentales, por
ejemplo: bajos niveles de educación, poca calificación para el trabajo, falta
de acceso a trabajos y servicios, aislamiento, enfermedades físicas y menta-
les, y violencia doméstica” (Katz, Corlyon, La Placa & Hunter, 2007)43.

Sin ánimo de ser deterministas en este aspecto justificamos que más allá de los
años de escolaridad -que ya en sí mismo es un indicador potente que muestra el
acceso o no a una estructura de oportunidades para el desarrollo- la existencia de
rezago severo en algún miembro familiar y la no asistencia actual o definitiva (desde
siempre) de un miembro entre 6 y 17 años, da cuenta de un indicador de vulnerabili-
dad educativa a considerar por la serie de dificultades que los miembros de ese hogar
están enfrentando o enfrentaran en el futuro. Dificultades asociadas a la exclusión de
instituciones heterogéneas.

Dimensión de salud y alimentación

La otra dimensión que se ha incluido en el índice tiene que ver con la salud.

En esta materia cerca de la mitad de las personas consultadas declararon haber


tenido un problema en el lapso de un mes antes de que fueran visitadas para el le-
vantamiento de la encuesta ENCOVI 2021. De estas, un 83% recibió una receta, un 74%
pudo seguir el tratamiento indicado en esa receta (un 51% lo compró y un 23% lo reci-
bió), y un 26% declaró no haber podido continuar el tratamiento indicado en el centro
de salud.

Este último indicador nos revela un mayor nivel de vulnerabilidad llamativo, porque
el sujeto se vio movilizado a asistir a un centro hospitalario (lo cual ya explica en sí
mismo y considerando los problemas de movilización existente la alta valoración que
otorgó a la necesidad de consultar a un médico44) pero no logró resolver su problema
de salud. La persona que obtuvo la indicación médica y no continuó el tratamiento,
presumiblemente se encuentra desprovista de medios económicos y relacionales para
dar continuidad a su decisión de consultar el sistema experto.
43 Tomado de http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1794-47242013000200009.
44 Además, un 46% de las personas que presentaron un problema de salud decidieron inicialmente no
asistir al centro y automedicarse
47 INVUS 2021

Es de especial atención considerar la actuación de los padres o familiares cuando


un niño enferma. La activación de los recursos con los cuales se cuenta por miedo a
una complicación mayor se activa mucho más que con la enfermedad de una adulto.
Hay un razonamiento movido por el temor y por la consideración del estado de mayor
fragilidad del niño. Por ello cuando un niño presenta un cuadro de diarrea o afecciones
respiratorias lo natural es que los responsables familiares aborden el problema de la
mejor manera posible que tengan a la mano. ENCOVI 2021 midió el reporte de este tipo
de afecciones y obtuvo que el 40% de quienes reportaron que padecieron un evento
relacionado con la ocurrencia de diarreas en el niño no realizaron la consulta porque
no tenían dinero para ocuparse, y un 5% manifestó que no se consultó por problemas
en el sistema de salud. De quienes reportaron un evento relacionado con afecciones
respiratorias de un niño, un 53% no se consultó, y de este, un 10% manifestó no tener dinero.

Los datos anteriores nos asoman el problema de la vulnerabilidad sanitaria. Por


ello para la construcción del índice hemos considerado dos indicadores de contexto
familiar y uno individual. Este último es el relativo a la tenencia, o no de seguro mé-
dico. Recordamos una palabras de Joseph Stiglitz en donde refería que el principal
problema auto referido de los pobres en el mundo era la inseguridad. También traemos
a colación lo dicho antes sobre la vulnerabilidad asociada al cuerpo humano como
medio de vida. En este caso el enemigo es la enfermedad. La inseguridad de no contar
con recursos para solventar una situación sanitaria que podría conducir gravedades y
muerte es de la más existenciales. Por ello, la diferencia entre poseer un seguro médico
y no poseerlo introduce un elemento de vulnerabilidad social sustancial.

Los indicadores de contexto familiar incluidos en el índice tienen que ver con la
existencia en la unidad del hogar de algún miembro no atendido en el sistema de
salud, por deficiencia del mismo, en el lapso del mes anterior a la consulta ENCOVI, y
la no secuencia de un tratamiento por ausencia de recursos para costearlo durante el
mismo periodo de tiempo, por lo que exponíamos antes. El primero atañe directamen-
te a la acción del estado y el segundo muy posiblemente a la deficiencia de ingreso
del hogar y de programas sociales que acompañen al sujeto vulnerable en materia de
seguridad sanitaria.

La inseguridad alimentaria añade mayor gravedad a la inseguridad sanitaria porque


además esta muestra una cara cotidiana mayor. Tiene que ver con la incertidumbre de
no saber si se podrán comprar los alimentos, si se podrá comer ese día, o el siguiente.
Esta materia es altamente sensible en Venezuela y se ha visto incrementada en el año
2021. Formará parte del índice de vulnerabilidad y volveremos a ella cuando se compa-
re los años 2016 y 2021.

Dimensión Vivienda

Dejando a un lado indicadores de educación y salud y alimentación y volviendo la


mirada a las casas donde habitan los venezolanos destacamos que cuando ENCOVI
INVUS 2021 48

2021 midió el equipamiento con el que las viviendas contaban para convertirse en lo
que el estado proponía como estrategia educativa (“cada casa una escuela”), una vez
cerradas las escuelas producto de la pandemia Covid- 19, encontró lo siguiente:

Imagen Número 5
Recursos tecnológicos para acompañamiento del aprendizaje durante la pandemia Covid-19

Disponibilidad de recursos para aprendizaje a distancia

Pobre Extremo 78

Pobre 77

No Pobre 67

Pobre Extremo 6

Pobre 19 Sí
No
No Pobre 19

Pobre Extremo 22

Pobre 32

No Pobre 68

0% 10% 20% 30% 40% 50% 60% 70% 80% 90% 100%

Fuente: Presentación resultados ENCOVI 2021.

La información anterior da una idea de la capacidad instalada que existe en los hoga-
res para convertirse en escuelas. Ya sería una idea pretenciosa e irreal suponer que los
hogares venezolanos podrían hacerlo, cuando muchos operan bajo condiciones que ni
siquiera cumplen las condiciones de infraestructura que permitan una vida digna.

Es por esto que otra dimensión abordada en el índice construido está referida a
la vivienda. La hemos dividido en los subcomponentes de estructura y servicios. En el
subcomponente estructural se considera indicativo de vulnerabilidad a los grupos fami-
liares que viven casas con deficiencias estructurales, quienes conviven en hacinamiento
y quienes no poseen instalación de acueducto en sus hogares. Claramente se refiere a
variables de naturaleza familiar que afectan a todos los miembros que residen en una
misma casa, siendo que comprende en sí misma aspectos físicos de las estructuras de las
edificaciones. No es preciso justificar el carácter colectivo que imponen estas deficien-
cias estructurales a todos los miembros del hogar y no a unos más que a otros.

El carácter más material de la vida diaria se centra en lo doméstico; así el bienes-


tar en su cara más concreta tiene que ver con que la vivienda sea segura y funcional,
que los materiales de construcción sean los adecuados y de que se disponga de los
sistemas mínimos, como las instalaciones sanitarias. Por otro lado tiene que ver con
que el espacio disponible permita la movilidad y la intimidad, o dicho de otro modo,
la individualidad de cada miembro como un derecho. Por ello el hacinamiento seve-
ro (la existencia de más de tres personas por habitación) nos habla de una situación
de vulnerabilidad del colectivo familiar, porque elimina la posibilidad de que cada
49 INVUS 2021

miembro conserve su propio espacio vital cotidiano, afectando así los vínculos sociales
intrafamiliares, promoviendo la promiscuidad, comprometiendo la satisfacción de la
necesidad básica de protección y aumentando el contagio de enfermedades, funda-
mentalmente respiratorias y contagiosas.

Nos referimos a las consecuencias de la intensidad de la exposición ( Salas s/f). so-


bre todo entre niños que duermen juntos y al aumento de enfermedades asociadas a
la precariedad e insalubridad.

“El factor intensidad es causa de tuberculosis, sarampión, tos ferina convulsiva y


diarrea, todos los cuales se propagan con mucha mayor rapidez y matan más a menu-
do en las casas y barrios con mayor hacinamiento” (Salas s/f).

Tal como se expresa en la cita, no es posible el desarrollo ni el bienestar sin una


habitabilidad básica.

Además crecer o residir en una vivienda con condiciones de inhabitabilidad objetiva


muestra la situación de precariedad que se ha hecho subjetiva más allá de lo material.
Más allá de la deshumanización y el agotamiento (Lorenz) que implica el hacinamiento
en sí mismo, nos está hablando de aspectos inmateriales relacionados con la crianza
en precarización que tienen que ver con la construcción de los vínculos interperso-
nales, ya que la situación espacial inhibe el conocimiento de los otros en términos
individuales. El grupo conviviente se convierte en un actor colectivo represado en
un espacio más pequeño de lo necesario, más parecido a una jaula que a una casa, y
del que algunas veces se quiere escapar45. Este escape efectivo no se elige porque no
hay otra opción de habitabilidad, y esta ausencia de opciones es, de entrada, un indi-
cador demostrativo del deficiente capital familiar con el que se cuenta para superar
la pobreza. También las condiciones de hacinamiento se plantean en relación con la
violencia de género, infantil y sexual46.

Dicho más claramente, es una muestra de vulnerabilidad general vivir en una vivien-
da con paredes y techos de materiales inadecuados, cuyo techo puede levantarse con
alguna ráfaga de viento, sin acueducto instalado y sin condiciones mínimas, porque
nadie viviría en ella si pudiera hacerlo en otras condiciones.

45 La existencia de equipamientos que permitan los servicios de televisión por cable en casas con deficien-
cias estructurales abre una ventana cultural irruptora de la limitación espacial que permite la distracción tem-
poral y la ampliación de los rígidos límites de casas mal construidas y con espacio insuficiente. Formó parte del
imaginario de clase media venezolano el juicio sobre el hecho de que muchos ranchos mostraban en sus techos
la conocida antena de conexión para este tipo de servicios.
46 Clásicos estudios antropológicos establecen la relación entre la vida sexual y el hacinamiento en los
hogares como dos variables relacionadas. Si las condiciones de habitabilidad no son las adecuadas la exposición
constante y la cercanía entre los cuerpos residentes promueven apetitos sexuales entre los miembros familiares
que podrían implicar abusos de los miembros más débiles de existir patologías psíquicas en los más poderosos.
Lo cierto es que una vivienda con espacio suficiente que garantice la privacidad de sus residentes implica mayor
protección.
INVUS 2021 50

El otro subcomponente considerado para la construcción del índice es el relativo


a los servicios básicos. La lógica para incluirlos es la misma que la de la inclusión de
las deficiencias estructurales. Aquí el caso es que hemos considerado vulnerable a la
población que reside en casas sin saneamiento o eliminación de excretas, sin servicio
de aseo urbano y con interrupciones del servicio eléctrico. Por supuesto esta subdi-
mensión está relacionada directamente con la acción estatal, ya que de ella depende
que estos servicios están disponibles.

Son considerados, al igual que en el subcomponente anterior, vulnerables todos los


habitantes de una vivienda con deficiencia en este tipo de servicios.

Dimensión Familia.

Por último la dimensión denominada familia está centrada en las relaciones intra
hogar, específicamente en el cociente entre el número de menores de 15 años y mayo-
res de 60 y el número total de personas que conforman la familia. Esto es la vulnerabi-
lidad demográfica. También consideramos el componente de dependencia económica.
Tiene que ver con el capital de la unidad familiar para el hecho productivo y la conse-
cuente carga que existe, que por supuesto se traduce en mayor necesidad de ingreso.
Ya hemos explicado antes la importancia de la familia, y el tema del capital familiar
como un todo circulante formado por los atributos productivos de cada miembro. La
capacidad de generar ingresos suficientes por parte de ellos se ve comprometida de
acuerdo a la proporción de miembros potencial y fácticamente activos del hogar. El
carácter monoparental de la estructura familiar también apunta a mayor fragilidad del
núcleo familiar y por ello es considerado un indicador importante.

Terminamos este aparte retomando la justificación de la perspectiva familiar que


es dominante en la estimación del índice de vulnerabilidad desarrollado. En general
la transitividad de las características de un miembro vulnerable del hogar a otro del
mismo hogar se explica precisamente porque la familia es el escenario de vivencia de
las condiciones de pobreza que ya hemos rescatado antes. El análisis de los grupos
familiares en pobreza podría brindar pistas sobre los aspectos que promueven el apro-
vechamiento de las oportunidades del entorno. Podríamos manejar la hipótesis, por
ejemplo, de que la variable posesión de un vehículo fuese significativa para que un
niño o adolescente lograra la prosecución escolar, o que para que una niña en edad
preescolar asistiera o no a un centro de educación inicial. Porque los activos circulan
al interior del grupo familiar como no lo hacen en casi ninguno otro ámbito social en
contexto de pobreza. Así, en este caso que un miembro tenga un carro es transitivo
a la tenencia del carro a todos los miembros de la familia. Lo que en otros contextos
podría contabilizarse como un activo individual en este caso se convierte en mayor
medida en un activo familiar.

No solo hablamos de activos materiales. Un conjunto de variables asociadas a recur-


sos físicos, financieros, educativos, sociales, y de relación de miembros familiares po-
51 INVUS 2021

dría arrojar nuevas luces sobre el carácter vinculante de las asociaciones o conjuncio-
nes de recursos para apropiarse de las oportunidades. Una vez identificados a los más
vulnerables un nuevo alcance de investigación podría ser analizar la información que
se tiene de ellos y sus familias, e intentar construir un perfil lo más completo posible
de sus estilos de crianza y del funcionamiento de la institución familiar, que apuntale
programas sociales de distintas naturalezas. Esto escapa de los objetivos de este tra-
bajo, pero lo que sí forma parte vertebral del mismo es el hecho de que en contextos
de pobreza la vulnerabilidad debe ser leída en torno al grupo familiar.
INVUS 2021 52

5. Índice de vulnerabilidad en Venezuela (INVUS)


Una vez expuestas las consideraciones generales sobre la construcción del INVUS
2021, avanzamos en presentar los datos de la vulnerabilidad social en Venezuela.

Desde una perspectiva integral podemos afirmar que tres de cada cuatro venezola-
nos son vulnerables aunque la intensidad de la vulnerabilidad varie.

Tabla Número 2
Vulnerabilidad general

Frecuencia Frecuencia
Vulnerabilidad
absoluta relativa
BAJA O NULA 6.357.490 22,6

LEVE 18.703.815 66,4


MODERADA 3.091.304 11,0

SEVERA 35.167 0,1

Fuente: Presentación resultados ENCOVI 2021.


Solo el 22,6 % del país tendría una biografía salvada de la incertidumbre asociada
a la sobrevivencia. Como hemo dicho los riesgos relativos a la vulnerabilidad social
por pobreza y privación son sobre todo referidos la sobrevivencia y a la desprotección.

En la medida en que la vulnerabilidad crece también lo hace el riesgo vital y la pers-


pectiva ante él, lo que se hace para enfrentarlo y las herramientas que se consiguen y
se apropian para disminuirlo.

Esto construye un país del modelo tipo que hemos descrito antes de vulnerabili-
dad integrada en donde la sensación de seguridad se convierte en un activo solo de
minorías y la cultura de la sobrevivencia es la dinámica central que envuelve a las
mayorías. Todo lo que hemos argumentado en relación a las vulnerabilidades globales
transformadas en contextos de pobreza es válido para la situación venezolana. La vul-
nerabilidad ontológica se expande, se estabiliza y se fusiona con vulnerabilidades de
todo tipo (ecológicas, domesticas, de género, socio-políticas, biográficas, corporales).

Por otro lado, la vulnerabilidad en Venezuela es mayor si se es jefe de hogar mujer.


53 INVUS 2021

Tabla Número 3
Vulnerabilidad de acuerdo a jefatura de hogar

Hombre Mujer Total

BAJA O NULA 28,5% 17,8% 22,6%


LEVE 63,7% 68,5% 66,4%
MODERADA 7,8% 13,5% 11,0%

SEVERA 0,0% 0,2% 0,1%

Fuente: Elaboración propia.


Las jefas de hogar muestran cinco puntos porcentuales por encima de las jefaturas
masculinas en niveles bajos y moderados de vulnerabilidad, siendo que de los hogares
con vulnerabilidad leve o nula el 28,5% se corresponden con jefaturas masculinas y el
17,8% con jefaturas femeninas. Esta diferencia de más de once puntos porcentuales es
significativa y delata en perspectiva de género, la desventaja que las mujeres poseen
en el contexto venezolano. Hay 2.103.833 de venezolanos bajo la jefatura de una mujer
posicionados como vulnerables frente a 987.471 de venezolanos bajo la jefatura de
hombres en la misma condición.

Antes dijimos que ser mujer otorga un desventajoso papel en cuanto a la situación
de pobreza, dado que variables estructurales relacionadas con el empleo y variables
culturales relacionadas con el ejercicio de los roles familiares disminuyen los activos
con los cuales las mujeres cuentan para ser capaces de mejorar sus condiciones de
vida47.

Los grupos de edad más vulnerables en el país son los de la población menor de
quince años.
Tabla Número 4
Vulnerabilidad por grupos de edad

GRUPOS DE EDAD
NIVEL Total
Menor de 15 15 - 29 30 - 59 60 y más

BAJA O NULA 11,4% 23,1% 29,0% 25,8% 22,6%


LEVE 66,7% 67,8% 64,3% 69,0% 66,4%

MODERADA 21,5% 9,0% 6,7% 5,3% 11,0%

SEVERA 0,5% 0,0% 0,0% 0,0% 0,1%

Fuente: Elaboración propia.

47 ENCOVI reveló que el 78% del acompañamiento educativo de los hijos lo hacen las madres venezolanas.
Esto se corresponde con un rol tradicional que más allá de la explicación que sugiere que el hombre está “traba-
jando en la calle”, expone que los hijos en gran parte siguen siendo “asunto” de las mujeres.
INVUS 2021 54

El 21,5 % de la población menor de quince años posee una vulnerabilidad mode-


rada superando el promedio por casi diez puntos porcentuales. Solo un 11,4% de la
población entre 0 y 15 posee nula o baja vulnerabilidad. En general si se comparan las
cifras de este grupo etario con los demás se puede tener una idea sobre su especial
condición de fragilidad.

El grupo que presenta mejor condición de vulnerabilidad es el que comprende las


edades de 30 a 59 años, estando siete puntos porcentuales por encima de la media
nacional de vulnerabilidad nula o baja, que es de 22,6%.

¿Qué significa ser vulnerable socialmente en estas etapas iniciales de conformación


de la identidad individual? Lo que sea que signifique es importante porque solo uno de
cada diez niños y adolescentes venezolanos escapa a algún nivel de vulnerabilidad ,y
por eso hay que detenerse en ello.

En general representa la comprensión del mundo bajo la óptica de escasez desvin-


culada del estado de derecho y de las garantías, y posicionarse en una situación de
desventaja que se auto reconoce, que se extiende al grupo familiar y al otro generali-
zado en un contexto homogéneo y limitado. Hablamos de una alteración esencial de
la seguridad biográfica que invade todos los ámbitos a los que el niño o adolescente
accede. Desde horas tempranas y mucho más allá de los primeros mil días claves que
destacan los especialistas en nutrición como formadores de la salud, los primeros años
de vida muestran las claves de lectura de la comprensión futura. Esto afectaría la sub-
jetividad anterior a la etapa productiva o que hemos llamado biográfica de futuro, y
sentaría las bases de la misma. En esta etapa se produce la conversión de cazadores
de oportunidades para el bienestar a la de cazadores de oportunidades para la sobre-
vivencia. Se da, en otras palabras, la identidad de la pobreza.

El mundo protagonizado por el grupo familiar en estas edades tempranas y aún


más en contextos de pobreza, comparte institución con el ambiente escolar que po-
dría modificar sustancialmente el dominio de la cultura de la sobrevivencia con base
en la vulnerabilidad familiar si fuese una “buena escuela”. Así como hemos justificado,
es la escuela la llamada a revertir muchos procesos culturales que producen nuevas
fragilidades en el contexto global y en el mundo moderno. Pero si esta buena escuela
no existe o está cerrada largos periodos de tiempo, o si normalmente el niño o ado-
lescente no asiste a la escuela ( digamos que semanalmente falta uno o dos días) el
efecto de la institución escolar se ve comprometido.

Por otro lado no podemos estudiar la vulnerabilidad en edades tempranas en nin-


guna parte del mundo sin considerar la variable socio-comunicativa virtual tan impor-
tante en las etapas preadolescentes y adolescentes. El tema de los bienes de consu-
mo, de los productos anhelados desde la niñez a la adolescencia es potente, más aún
en contextos de pobreza porque en ellos son todavía más inalcanzables. Los niños
y jóvenes pobres más vulnerables padecen, con soporte en esta vulnerabilidad social
55 INVUS 2021

de pobreza, nuevas vulnerabilidades que se impulsan sobre ella. Son aspectos eco-
nómicos, nutricionales, sanitarios, culturales, de consumo, que se contaminan de la
vulnerabilidad matriz, (la de la privación material) y que construyen un escenario de
dificultades y frustraciones contra las que no se puede actuar desde la joven conscien-
cia, ni desde la comprometida compañía parental o familiar.

Lo que queremos decir es que desde este análisis que suscita el índice de vulne-
rabilidad general en Venezuela asociado a grupos etarios y a la sensible situación de
los más jóvenes. estamos definiendo tendencias sociales que conectan el presente del
país con su futuro. Estas son como las líneas de la biografía del país completo, y la
condición integral de fragilidad que lo conecta con el futuro.

Lo que hoy tenemos son niños que viven en casas con problemas estructurales y
de servicios, acompañados por padres con escasos recursos cognitivos y de baja es-
colaridad, con severos problemas de ingreso y con alta dependencia de los ingresos
no laborales cada vez más escasos, con no bajos niveles de inseguridad alimentaria,
que saben que cuando algún familiar se enferma el desenlace puede ser fatal. Habla-
mos de 1.636.222 niños y adolescentes si sumamos los que se encuentran en niveles
moderados y severos de vulnerabilidad general que viven bajo estas condiciones de
fragilidad y de solo uno salvado de diez de algún rasgo vulnerable.

Por otro lado, quienes viven en medios rurales dispersos son mucho más vulnerables
que quienes residen en la Gran Caracas. Un 10,9% de quienes viven en medios rurales
dispersos muestran niveles bajos o medios de vulnerabilidad frente a 41,2 % de quienes
viven en la Gran Caracas.

Tabla Número 5
Vulnerabilidad por ámbito territorial

Ciudades
Ciudades Ciudades Rural-
Gran Caracas Medianas y Total
principales Grandes disperso
Pequeñas
BAJA O NULA 41,2% 18,8% 19,7% 20,3% 10,9% 22,6%
LEVE 55,6% 68,7% 67,6% 67,6% 74,1% 66,4%
MODERADA 3,2% 12,5% 12,5% 11,9% 14,8% 11,0%

SEVERA 0,0% 0,1% 0,2% 0,2% 0,2% 0,1%

Fuente: Elaboración propia.


INVUS 2021 56

Está claro que la vulnerabilidad en el país está relacionada con el ámbito donde
se reside. Desde las ciudades principales, pasando por las grandes ciudades, medianas
y pequeñas hasta caseríos dispersos; vivir en cualquiera de esos ámbitos aumenta la
probabilidad de encontrarse en condición de vulnerabilidad.

Por supuesto, en la medida en que la población se hace más homogénea y también


menos densa la vulnerabilidad es mayor porque la estructura de oportunidades y de
servicios también disminuye. Esto se muestra en la tabla en los valores de las casillas
de vulnerabilidad leve y moderada del ámbito rural y disperso. Solo un 10,9% de quie-
nes residen en contextos rurales en Venezuela no son vulnerables en alguna medida,
bajando la media del país más de 30 puntos porcentuales si se contempla la Gran
Caracas, y casi diez puntos porcentuales si se excluye la Gran Caracas y se establece
la comparación considerando el resto de las ciudades48.

Nunca fue tan cierto que la Venezuela que se vive en Caracas y las zonas alrededor
de la capital venezolana es diferente a la que se experimenta en el resto del territorio
nacional. Sin embargo más de la mitad de quienes habitan en Caracas poseen algún
nivel de vulnerabilidad. Esto significa que aunque se viva mejor en la capital venezo-
lana también existen grandes grupos vulnerables. Ni la estructura de oportunidades ni
la de los servicios básicos es suficiente.

En el caso de las principales ciudades solo el 18,% no es vulnerable. Parecido es el


caso del resto de las ciudades en donde el porcentaje de quienes no son vulnerables
ronda el 20% de la población. Hablamos de que el 80% de la población (excluyendo
a la que reside en la Gran Caracas y los centros poblados rurales) es vulnerable en
alguna medida. Hablamos de que de los 21.513.186 venezolanos residentes en ellas solo
4.230.091 no son vulnerables.

El deterioro generalizado de las urbes venezolanas viene a constituirse en un ele-


mento de vulnerabilidad material y social. Aunque desconocemos las cifras, desde
hace unos años la intención migratoria de residentes de ciudades variadas hacia el
Distrito Capital surgió como estrategia para no ver decaer aún más las condiciones de
vida ante el déficit de servicios públicos básicos, como el eléctrico. La fantasmagoría
de calles y avenidas en parte por la depresión económica, por la pérdida del poder ad-
quisitivo y el por el cierre de numerosos comercios ha contribuido a consolidar la sen-
sación de vaciamiento de la vida urbana de muchas ciudades, además del abandono
de viviendas producto de las migraciones de venezolanos. Estas son aristas de vulne-
rabilidad que desprenden desde problemas de inseguridad en las viviendas vacías para
quienes se encargan de su cuido, hasta otras vulnerabilidades asociadas a la variable
etaria, dado que normalmente las personas de edad avanzada son las que no emigran
y permanecen en las casas vaciadas. Podemos hablar de un “país esqueleto” en donde
las estructuras materiales recuerdan un pasado de mayor actividad económica y de
48 La población que vive en ámbitos rurales y dispersos del país es de 2.054.050 y de ellos solo 224.338 no
son vulnerables.
57 INVUS 2021

mayor bienestar que se adiciona los argumentos para intentar el cambio de residencia
hacia la región capital. Es decir, no solo hay un tema de viviendas y sus condiciones,
sino de ambiente urbano en general que si bien ha afectado a la región capital, no lo
ha hecho con la misma intensidad que en otras ciudades.

Más allá de los aspectos mencionados aquí, lo que discrimina la vulnerabilidad te-
rritorial medida está sobre todo relacionado con las condiciones estructurales de las
viviendas, la concentración de la política de ayuda y subsidio del gobierno en la zona
capital, y la variable de ingreso.

Indicadores como las fuentes de empleo que en condiciones económicas favorables


sería natural que se concentrase en las ciudades más heterogéneas (Caracas y las
grandes ciudades, por ejemplo) no están significando locus de mayor concentración de
oportunidades en esas zonas. En otras palabras, el mapa de vulnerabilidad laboral no
se ve modificado cuando lo evaluamos de acuerdo a ámbito geográfico49. En cambio el
relativo a la vulnerabilidad por ingreso sí lo está. Dicho de otra forma, es más factible
que los venezolanos consigan ejecutar una acción productiva que signifique un ingreso
para el grupo familiar en la zona capital, antes que en el resto del país, pero esta no
parece tener que ver con la consecución de mejores fuentes de empleo formales, sino
con actividades de subempleo e informalidad.

De este primer análisis general concluimos que:

• Más de tres de cada cuatro venezolanos son vulnerables. Esto conlleva a una ex-
tensión e intensidad del problema que nos permite hablar de un país con una vulne-
rabilidad integrada lo cual afecta dimensiones que van más allá de las económicas y
sociales, que abarcan las institucionales y culturales.

• Se es más vulnerable si se vive en ámbitos rurales y dispersos en una gran medida,


y si se reside en cualquier ciudad del país exceptuando la Gran Caracas. Queda en
evidencia el deterioro y la fragilidad de las viviendas en las ciudades venezola-
nas, en algunos casos a semejanza de las de los poblados más rurales. También
queda en evidencia la concentración de las ayudas gubernamentales se dirigen
sobre todo a la región capital, reforzando la idea de “la vitrina” del país ya no en
función de la mirada del exterior, sino como territorio de población más relevante
en términos socio-políticos50.

49 Los ámbitos geográficos considerados son heredados del estudio ENCOVI. Al hablar de la Gran Caracas
nos referimos a la ciudad capital y el anillo de ciudades cercanas. Las grandes ciudades son: Maracaibo, Valencia,
Barquisimeto, Maracay, Puerto la Cruz, Barcelona, Ciudad Guayana y San Cristóbal. Las ciudades intermedias y
pequeñas son el resto. Los centros poblados rurales y dispersos con aquellos con menos de 2500 habitantes.
50 Esto queda en evidencia cuando la política de racionamiento eléctrico o Plan de administración de
cargas del Sistema Eléctrico nacional (SEN) ha intentado excluir a la región capital del mismo, hasta que en el
año 2019 se anunció que formarían parte algunos sectores del Municipio Libertador, dado el serio deterioro del
sistema. Puede verse: https://talcualdigital.com/iinclusion-de-caracas-en-plan-de-racionamiento-deja-ver-lo-ende-
ble-del-sistema-electrico/
INVUS 2021 58

• Se es más vulnerable si se tiene menos de quince años, perfilándose así un país


con un futuro comprometido en cuanto a la promoción de los activos que permiten
apropiarse de la estructura de oportunidades para salir de la pobreza, sobre todo
las que tienen que ver con el capital humano (educación y cultura de desarrollo).
Esta población convive con miembros del grupo familiar que no poseen herramientas
cognitivas suficientes, en un clima educativo bajo. Ya estaríamos hablando de altas
vulnerabilidades sociales de ciclos de vida generalizadas en el país, que comprome-
ten vulnerabilidades futuras51.

• Se es más vulnerable si se es mujer jefa de hogar, reafirmándonos que la perspecti-


va de género es necesaria cuando se definen las políticas sociales de enfrentamiento
a la pobreza en Venezuela.

Dimensiones del INVUS 2021.

La primera dimensión abordada es la económica. Se compone de dos subdimensio-


nes; la de ingreso y la laboral.

Obtuvimos el siguiente índice de vulnerabilidad de ingreso dividido en cinco niveles


que ascienden en intensidad hasta culminar en el que hemos denominado “total” o ab-
soluto. Esto es que agrupa a las personas que poseen todos los atributos considerados
de vulnerabilidad en el subcomponente.

Tabla Número 6
Vulnerabilidad económica atendiendo a la variable de ingreso

NIVEL DE Población vulnerable Población


VULNERABILIDAD (Frecuencia absoluta) vulnerable (%)

BAJA O NULA 5.552.877 19,7


LEVE 10.900.086 38,7

MODERADA 6.779.317 24,1

SEVERA 3.543.216 12,6


TOTAL 1.412.279 5,0
Fuente: Elaboración propia.

51 Este concepto ha sido empleado como enfoque de política social que intenta focalizar las vulnerabili-
dades de acuerdo a la etapa de la vida. Introduce la necesidad de anticiparse a las vulnerabilidades futuras que
se acumulan en el ciclo anterior. La vulnerabilidad en la primera infancia conlleva nuevas vulnerabilidades en la
infancia, en la adolescencia, en la juventud. Son vulnerabilidades acumuladas en cada ciclo que potencian las
posteriores.
59 INVUS 2021

La vulnerabilidad moderada, severa y total en cuanto al subcomponente de ingreso


es de 41,7%. Afecta a cuatro de cada diez venezolanos; hablamos de casi siete millones
de personas. Cerca del 20% de la población se encuentra fuera del umbral de vulne-
rabilidad de ingreso (5.552.877 personas) y casi un millón y medio de personas forman
parte de hogares sin ingresos y en condición de pobreza extrema, que en un cien por
ciento dependen de ingresos no laborales y donde los individuos mayores de 18 años
no están bancarizados. La vulnerabilidad severa duplica esta cifra y agrega un poco
más (3.543.216 personas) y la leve a su vez casi duplica la moderada (6.779.317 personas).

Si bien solo dos de cada diez venezolanos no es vulnerable en materia de ingresos,


casi un 39% si lo es en poca medida.

Esto podría mostrarnos tres fotografías diferentes del país.

Quienes poseyendo ingresos laborales, estando bancarizados y no siendo depen-


dientes de los ingresos no laborales se constituyen en una minoría no vulnerable
asociada a mejores niveles de bienestar (19,7%).

Quienes no se encuentran en una posición óptima como el primer grupo, pero po-
seen menos elementos de no vulnerabilidad que de vulnerabilidad (lo que constituiría
un saldo positivo a pesar de la fragilidad de su ingreso). Esto es el 38,7% de la pobla-
ción venezolana.

Y quienes poseen la mitad o más de elementos de vulnerabilidad (sumando vul-


nerabilidades moderadas severas y totales). Padecen la imposibilidad de mantenerse
debido al deficiente ingreso que plantea una situación crítica en cuanto al consumo
de bienes de primera necesidad, alto riesgo de enfermarse y de caer en desnutrición,
y de a fin de cuentas, vivir una existencia que es antítesis del desarrollo. Aquí puede
verse reflejado el 41% de la población venezolana.

La vulnerabilidad de ingreso no se muestra afectada en gran manera cuando se


analiza por sexo en ninguno de los niveles. La variabilidad describe una ligera diferen-
cia a favor de menor vulnerabilidad de los hombres, que se muestra sobre todo en el
nivel de vulnerabilidad baja o nula (el 18,5% de las mujeres venezolanas se ubican en
este nivel mientras que el 20,9% de los hombres lo hacen). El 40,1% de las mujeres se
ubican en un nivel de vulnerabilidad leve, mientras que el 37,2% de los hombres lo ha-
cen. En general los porcentajes de hombres y mujeres en cada nivel de vulnerabilidad
no se ven variados por más de dos puntos porcentuales.

En cambio la vulnerabilidad de ingreso sí se ve impactada cuando se cruza con la


variable edad.
INVUS 2021 60

Tabla Número 7
Vulnerabilidad de ingreso y grupos de edad

GRUPOS DE EDAD
Total
Menor de 15 15 - 29 30 - 59 60 y más
938.103 1.130.411 2.677.859 806.503 5.552.876
NULA o BAJA
12,6% 16,9% 25,4% 22,9% 19,7%

0 2.676.443 6.439.518 1.784.125 10.900.086


LEVE
0,0% 40,0% 61,1% 50,7% 38,7%
5.617.682 1.161.635 0 0 6.779.317
MODERADA
75,4% 17,4% 0,0% 0,0% 24,1%

0 1.331.064 1.310.210 901.942 3.543.216


SEVERA
0,0% 19,9% 12,4% 25,7% 12,6%

894.611 388.069 106.28 23.319 1.412.279

TOTAL
12,0% 5,8% 1,0% ,7% 5,0%

Fuente: Elaboración propia.

La vulnerabilidad moderada del grupo etario menor de quince años supera con
creces el promedio de ese nivel. Un 75,4% de los venezolanos menores de quince años
son moderadamente vulnerables frente a un 24,1% de los venezolanos que presentan
este nivel. Un 12% de niños y adolescentes pertenecen a hogares con vulnerabilidad
total o absoluta de ingreso. Hablamos de 894.611 niños y adolescentes.

Esto significa que la situación de los menores de quince años es considerablemente


más frágil que la de cualquier otro grupo en cuanto al ingreso del grupo familiar. El
43,1% de la población con edades comprendidas entre los 15 y 29 años presenta un
considerable nivel de vulnerabilidad (de moderada a total). Este sería el segundo gru-
po más vulnerable.

Lo anterior nos lleva a afirmar que en Venezuela en la medida en que se es más jo-
ven se es también más vulnerable en cuanto al ingreso. Si partimos la tabla anterior en
un eje vertical central vemos como la vulnerabilidad moderada, severa y total engrosa
sus filas en los grupos etarios de 0 a 29.

La vulnerabilidad severa de la población mayor de 60 años (25,7%), es la segunda


más más alta para este grupo etario52. Este sería el tercer grupo más vulnerable del
52 La primera para este grupo es la vulnerabilidad baja, con 50,7%. Dos de cuatro personas de este grupo
etario tienen una vulnerabilidad leve; uno de cuatro es vulnerable de forma severa y el otro no muestra vulnera-
bilidad.
61 INVUS 2021

país. Uno de cada cuatro personas mayores muestra una vulnerabilidad severa.

Al analizar la vulnerabilidad de ingreso y el sexo del jefe de hogar encontramos una


situación desfavorable en la jefatura femenina

Tabla Número 8
Vulnerabilidad de ingreso y sexo de jefatura de hogar

NIVEL DE SEXO JEFE DE HOGAR


Total
VULNERABILIDAD
MASCULINO FEMENINO
3125565 2427311 5552876
NULA o BAJA
24,8% 15,6% 19,7%

4918807 5981279 10900086


LEVE
39,0% 38,4% 38,7%
2782076 3997242 6779318
MODERADA
22,1% 25,6% 24,1%

1426423 2116793 3543216


SEVERA
11,3% 13,6% 12,6%

347191 1065088 1412279

TOTAL
2,8% 6,8% 5,0%

Fuente: Elaboración propia.

Nos referimos a que son menos las mujeres jefas de hogar con vulnerabilidad nula
o baja. Casi nueve puntos porcentuales por debajo de los hombres. Estos se ven repar-
tidos en los otros niveles de vulnerabilidad otorgando hasta dos puntos porcentuales
de mayor frecuencia comparado con los hombres. Llama la atención que el mayor
nivel de vulnerabilidad cuenta con cuatro puntos de diferencia en desfavor de las
mujeres. Hablamos de que los más vulnerables por ingreso son 6,8% jefas de hogares
frente a 2,8% jefes de hogares. Aunque no se destaca una variabilidad en cada tipo,
y la misma está repartida, al final queda demostrado como casi 700.000 mil mujeres
son más vulnerables que los hombres en materia de ingreso, y como más de un millón
padece una condición severa de fragilidad.
INVUS 2021 62

Tabla Número 9
Vulnerabilidad de ingreso y ámbitos territoriales

ÁMBITO

Ciudades Total
Ciudades Ciudades Rural-
Gran Caracas Medianas y
principales Grandes disperso
Pequeñas
1474930 1234174 1228332 1374263 241177 5552876
NULA o BAJA
31,9% 18,8% 17,7% 17,1% 11,7% 19,7%

1767036 2436249 2696244 3159418 841138 10900085


LEVE
38,2% 37,1% 39,0% 39,4% 41,0% 38,7%
800974 1681392 1728589 1991045 577317 6779317
MODERADA
17,3% 25,6% 25,0% 24,8% 28,1% 24,1%

421097 877762 888808 1057430 298119 3543216


SEVERA
9,1% 13,4% 12,8% 13,2% 14,5% 12,6%

156501 333172 380133 446174 96299 1412279

TOTAL
3,4% 5,1% 5,5% 5,6% 4,7% 5,0%

Fuente: Elaboración propia.

El análisis de la vulnerabilidad de ingreso y los ámbitos territoriales nos confirma lo


dicho antes sobre lo importante que es para acceder a mejores condiciones de vida
vivir en la Gran Caracas o en todo caso no vivir en medio rural y disperso. La posición
privilegiada de la Gran Caracas se muestrea desde el primer dato reflejado en la tabla;
un 31,9% de quienes viven esa zona tienen nula o baja vulnerabilidad, mientras que
este dato en las otras ciudades venezolanas no sobrepasa el 19%. Los puntos “ganados”
en la vulnerabilidad nula también son en parte reflejados en el nivel de vulnerabilidad
moderada; un 17,3% de quienes viven en la Gran Caracas muestran este nivel de vul-
nerabilidad frente al 24,1% del promedio nacional para este nivel de vulnerabilidad.

En conclusión en cuanto al ingreso se es más vulnerable si se tiene menos de quince


años en primer lugar, si se tiene entre 15 y 29 años en segundo, si se tiene más de 60
años en tercero, si se vive en cualquier ciudad que no pertenezca a la Gran Caracas
(y mucho más si se vive en centros poblados de menos de 2500 habitantes), y si se es
mujer y jefe de hogar. La vulnerabilidad por ingreso incluye al 40% de los venezolanos
en intensidad severa y absoluta, y solo un 20% del país no es vulnerable.

El otro subcomponente considerado en la dimensión económica es el relativo al


empleo. Se obtuvo el siguiente índice de vulnerabilidad laboral, determinándose tres
niveles de intensidad.
63 INVUS 2021

Tabla Número 10
Vulnerabilidad laboral

Población vulnerable
NIVEL DE VULNERABILIDAD Población vulnerable (%)
(Frecuencia absoluta)

NULA 15.857.205 76,5


BAJA/MODERADA 4.641.105 22,4

SEVERA/ TOTAL 239.069 1,2

Fuente: Elaboración propia.

El 22,4% de la población venezolana posee una vulnerabilidad laboral baja o mode-


rada. Mas de tres de cuatro venezolanos declaran no ser vulnerables porque cumplen
casi en su totalidad las condiciones; están empleados, trabajan más de 35 horas sema-
nales, se encuentran ocupados y cotizan. Unos 239.069 venezolanos se encuentra en
condición de alta vulnerabilidad en esta materia laboral. Tal como establecimos antes
se estima que la declaración del subempleo está sobreestimada y la del desempleo
encubierta.

La vulnerabilidad laboral analizada en relación a la variable sexo arroja un compor-


tamiento particular.
Tabla Número 11
Vulnerabilidad laboral y sexo
Sexo
Total
Masculino Femenino

7.063.772 8.793.433 15857205


NULA
70,2% 82,4% 76,5%

2.851.322 1.789.783 4641105


BAJA/MODERADA
28,3% 16,8% 22,4%
145.055 94.014 239.069
SEVERA/TOTAL
1,4% ,9% 1,2%
Fuente: Elaboración propia.
En primer lugar son más las mujeres con vulnerabilidad nula. Un 82,4% ante un
70,2% de hombres. Luego hay una diferencia de 11,5% entre ambos grupos de vulne-
rabilidad baja a moderada; la frecuencia de los hombres en este nivel es mayor, así
como lo es aunque en menor proporción en la categoría de vulnerabilidad severa y
total. Esto significa que las mujeres se encuentran en mejor condición que los hombres
en cuanto a la vulnerabilidad laboral pero se hallaban en peor condición en cuanto
al ingreso. Esto significa que trabajan más, pero reciben menos ingreso. Habría que
profundizar en aspectos como los declarativos del trabajo en ENCOVI para comprobar
estas afirmaciones.

En cuanto a la jefatura de hogar y su relación con la vulnerabilidad laboral no en-


INVUS 2021 64

contramos comportamientos diferenciales entre sexos. Tampoco al calcular la vulnera-


bilidad laboral de acuerdo a ámbitos geográficos. Las oportunidades de emplearse, los
niveles de ocupación y la cotización se muestran distribuidos homogéneamente de
acuerdo a los resultados y no se discriminan por sexo ni por centro poblado. Creemos
que esto se debe a que la contracción de la fuentes de empleo formales en el país ha
derivado una realidad homogénea; y los tipos de actividades laborales que los vene-
zolanos desarrollan no se distinguen entre zonas urbanas.

Esto puede tener que ver con la informalidad laboral, y con las nuevas formas de
obtención de ingresos laborales de cara al debilitamiento de la economía y al vacia-
miento del sentido de trabajar como empleado público. El país se ha convertido en una
masa de oferta laboral más o menos similar en todas partes, que fundamentalmente le
exige al venezolano la búsqueda de subtrabajo para llevar ingresos al hogar para sub-
sistir y cubrir las necesidades básicas. Podemos decir que el venezolano se ha inventa-
do formas de subsistencia que incluyen la autopromoción y ejecución de actividades,
de oferta y demanda de bienes y servicios con bajos niveles de especialización. Puede
que por ello no sea significativa el tema laboral a nivel territorial aunque sí lo es en la
subdimensión anterior.

El primer componente de la dimensión social tiene que ver, tal como expusimos
antes, con la protección y la seguridad social.

Esta vez, así como en la medición de la vulnerabilidad de ingreso establecimos cin-


co niveles de vulnerabilidad. Los índices de vulnerabilidad encontrados fueron:
Tabla Número 12
Vulnerabilidad social de acuerdo a la protección y a la seguridad social

Población vulnerable Población vulnerable


VULNERABILIDAD
(Frecuencia absoluta) (%)

NULA o BAJA 11.502.986 40,8


LEVE 1.627.858 5,8

MODERADA 9.598.546 34,1

SEVERA 672.797 2,4


TOTAL 4.785.589 17,0

Fuente: Elaboración propia.

Cuatro de cada diez venezolanos no se encuentra en condición de vulnerabilidad


social; esto es accede a mecanismos de protección (Claps, bonos y transferencias) y
accede a pensiones o jubilación por vejez.
65 INVUS 2021

Seis de cada diez venezolanos muestra algún tipo de vulnerabilidad, ubicándose


las mayores proporciones en el nivel moderado (34,1%) y en el que representa la exis-
tencia de todos los indicadores (17%). Esto hace que un poco más de la mitad de los
venezolanos se ubique en niveles de vulnerabilidad de moderada a total, en cuanto a
la protección social (51,1%)

Estos datos nos hacen concluir que el déficit en la cobertura de la asistencia es enor-
me y arroja luces en cuanto al impacto de la política de subsidio del estado venezolano.

Si bien la cobertura de los programas de subsidios es elevada, su focalización hacia


la población en situación de vulnerabilidad queda cuestionada con estos resultados.

El análisis de los niveles de vulnerabilidad por desprotección social no se ve afec-


tado por la variable sexo. Sí lo hace por la variable etaria. Una vez más los menores de
quince años se encuentran en condición de mayor vulnerabilidad dado que solo un
34% se ubica como poseedores de vulnerabilidad nula, siendo el promedio 40,8%. Es el
grupo con mayor vulnerabilidad moderada (44% frente al 34,1% del promedio nacional
en este nivel de vulnerabilidad).

Hemos realizado un ejercicio de cálculo reagrupando las categorías vulnerabilidad


nula y leve por grupos etarios. Ha resultado que los menores de quince años solo
cuentan un 34% de frecuencia; el grupo entre los 15 y 29 años un 40,7%,;el grupo entre
las edades de 30 y 59 años un 47,4%; y el de sesenta años y más un 81,8%. Esto signi-
fica que el manto con que el gobierno venezolano arropa ( Claps, pensiones, bonos)
no alcanza para la población infantil y juvenil. Son los más desprotegidos dado que
también son los más numerosos en los hogares53.

De cualquier manera la configuración de la vulnerabilidad por desprotección social


está arrojando una situación significativa de fragilidad de la población menor de edad.
Hablamos de unos 1.576.876 niños y adolescentes. Las personas que se encuentran en
vulnerabilidad absoluta son 4.785.588, y de ellas 2.922.711 tienen menos de 29 años. Es
decir constituye el 61%.

En este caso las personas con edades comprendidas entre 30-59 años en condición
de vulnerabilidad absoluta también reflejan un número elevado y consistente con la
conformación de los hogares, que son el sujeto de captación de los programas de
subsidio aquí considerados.

53 Así como con la estimación de la vulnerabilidad por ingreso, esta subdimensión se construyó mediante
dos indicadores relacionados a la unidad familiar (personas en hogares en situación de pobreza extrema sin acce-
so a los mecanismos de protección Claps y personas en hogares en situación de pobreza extrema sin acceso a los
mecanismos de protección : bonos y transferencias) y uno relacionado a una característica individual ( personas
en edad legal de jubilación sin acceso a pensiones o jubilación por vejez). En este caso y por ello, la población
mayor de sesenta años se muestra con menor vulnerabilidad. No solo porque son menos sino porque la pensión
está focalizada a ellos directamente.
INVUS 2021 66

Tabla Número 13
Vulnerabilidad por desprotección social por grupos etarios

GRUPOS ETARIOS
Total
Menor de 15 15 - 29 30 - 59 60 y más

2.534.309 2.723.163 4.703.063 1.542.450 11.502.985


NULA o BAJA
34,0% 40,7% 44,6% 43,9% 40,8%

0 0 294451 1333407 1627858


LEVE
0,0% 0,0% 2,8% 37,9% 5,8%
3.339.210 2.618.624 3.640.712 0 9.598.546
MODERADA
44,8% 39,2% 34,6% 0,0% 34,1%
0 0 140387 532409 672.796
SEVERA
0,0% 0,0% 1,3% 15,1% 2,4%

1.576.876 1.345.835 1.755.254 107.623 4.785.588


TOTAL
21,2% 20,1% 16,7% 3,1% 17,0%

Fuente: Elaboración propia.

La variabilidad de la vulnerabilidad por desprotección social no se ve discriminada


por sexo del jefe de hogar. Solo en la categoría de vulnerabilidad moderada hay un
incremento significativo de cinco puntos porcentuales de las mujeres jefas de hogar
sobre los hombres jefes de hogar; hablamos de un 36,3% frente a un 31,3%. En los otros
niveles de vulnerabilidad la variación es de menos de dos puntos porcentuales.

La vulnerabilidad debido a la situación de protección social sí se ve impactada cuan-


do se analizan los ámbitos geográficos.
Tabla Número 14
Vulnerabilidad por desprotección social y ámbitos geográficos

ÁMBITOS GEOGRÁFICOS
Ciudades Ciudades Ciudades Rural- Total
Gran Caracas
principales Grandes Medianas y disperso
3.346.708 2.068.132 2.573.684 2.888.532 625.931 11.502.987
NULA o BAJA
72,4% 31,5% 37,2% 36,0% 30,5% 40,8%

223.418 414887 408906 469263 111383 1.627.857


LEVE
4,8% 6,3% 5,9% 5,8% 5,4% 5,8%
848.511 2.637.499 2.386.694 2.896.473 829.37 9.598.547
MODERADA
18,4% 40,2% 34,5% 36,1% 40,4% 34,1%
36.4 190.835 191.244 194.745 59.572 672.796
SEVERA
,8% 2,9% 2,8% 2,4% 2,9% 2,4%

165.502 1.251.396 1.361.578 1.579.317 427.795 4.785.588


TOTAL
3,6% 19,1% 19,7% 19,7% 20,8% 17,0%

Fuente: Elaboración propia.


67 INVUS 2021

La información mostrada en la tabla anterior deja expuesta la concentración de


la protección social en la zona de la Gran Caracas y la exclusión de la población que
habita en centros poblados dispersos. Hablamos de 2.054.051 de venezolanos que resi-
den en esas localidades dispersas de los cuales un 64,1% muestra importantes niveles
de vulnerabilidad por falta de protección social.

Llama también la atención el valor de la vulnerabilidad moderada en las grandes


ciudades; es igual al de los centros poblados de menos de 2500 habitantes. En el caso
de la Gran Caracas el 18.4% de la población que allí reside es vulnerable en nivel mo-
derado ante el 40% que lo es residiendo en las principales ciudades, el 34,5% en las
grandes ciudades y el 36,1% de las ciudades medianas y pequeñas.

En conclusión la población que no accede a la política de subsidio del gobierno


(Claps, bonos, transferencias y jubilación por vejez) es significativamente mayor en to-
das las regiones del país si se compara con el territorio capital, en donde solo asciende
a 3,6%. La diferencia es de más de 15 puntos porcentuales. Casi un 20% de la población
urbana es vulnerable al nivel más alto y menos de un 4% de la que reside en la capital
y zonas circundantes lo es.

La concentración de las ayudas gubernamentales reafirma lo que expusimos antes


sobre la priorización de la población del entorno al centro de decisión política, tal
como expresamos sucedía con el tema del racionamiento eléctrico. Aquí todas las con-
sideraciones teóricas que hicimos sobre el papel del gobierno como un actor mediador
de vulnerabilidades son válidas.

El segundo subcomponente de la dimensión social es el relativo a la educación.

La estimación del índice de vulnerabilidad educativa nos condujo al establecimien-


to de tres niveles de intensidad:

Tabla Número 15
Vulnerabilidad educativa

Población vulnerable Población vulnerable


(Frecuencia absoluta) (%)

NULA o BAJA 18997754 67,4


MODERADA/ALTA 768969 2,7

TOTAL 8421052 29,9

Fuente: Elaboración propia.


INVUS 2021 68

El 32,6% de la población venezolana se encuentra en niveles moderados a altos y


totales de vulnerabilidad. Es un porcentaje que remite directamente a la ausencia de
posesión de mínimos atributos productivos que permitan al individuo apropiarse de la
estructura de oportunidades laborales, acceder a fuentes de empleo formales y am-
pliar el capital de desarrollo humano.

Esto nos lleva a plantearnos la existencia de dos nuevas fotografías del país: la
que ronda el 70% y retrata a la población con más de doce años de escolaridad, que
pertenecen a hogares en donde la población entre 6 y 17 años estudia ha estudiado, y
donde ninguno de sus miembros ha presentado rezago severo.

La otra imagen es la Venezuela rezagada en términos de escolaridad, que da cuenta


no solo de un déficit del sistema educativo (pues como ya dijimos menos de un 10% de
la población entre los 6 y los 11 años no estudia, y cerca del 13% de la población entre
los 12 y los 17 no lo hace), sino de una mayor complejidad del problema que incluye el
rezago severo como complemento de la caracterización del clima educativo familiar.
De esta manera hablamos de una realidad al interior de los hogares venezolanos que
en este caso dista de promover los atributos adecuados para la superación de la po-
breza.

La vulnerabilidad educativa analizada mediante la variable sexo apunta que la si-


tuación de las mujeres es levemente mejor que la de los hombres; un 69,4% de las
mujeres tiene nula o leve vulnerabilidad ante un 65,3% de los hombres. Esta diferencia
se refleja en forma desfavorable para los hombres en el nivel de vulnerabilidad total
siendo que un 31,7% de los hombres se encuentran en esa condición ante un 28,1% de
las mujeres.

Si analizamos los grupos de edad encontramos que la vulnerabilidad educativa


total o completa se concentra en los grupos etarios de mayores de 15 años. El grupo
más numeroso con vulnerabilidad total es el comprendido de 30-59 años (4.314.978
personas) seguido por el grupo de mayores de sesenta años (2.298.115 personas), y con-
tinuado por el grupo de edades comprendidas entre 15 y 29 años (1.614.219 personas). El
grupo entre 0 y 14 años se presenta con menos vulnerabilidad educativa.

Aquí vale la pena hacer una reflexión sobre la composición de los grupos familiares
y los roles que desempeñan los miembros. La vulnerabilidad educativa analizada por
grupos etarios parece estarnos diciendo que en su versión más aguda está compuesta
por padres, madres, jefes de hogar que no poseen atributos educativos. Da cuenta de
una variable estructural del clima educativo del que hablamos antes, compuesto por
miembros con bajo nivel de escolaridad, que no solo impactan el asunto educativo,
sino otros factores relacionales y de heterogeneidad social del grupo familiar a los
cuales ya hicimos referencia.

Los resultados también confirman que la población entre los 0 y 14 años en este
69 INVUS 2021

subcomponente es la menos vulnerable y que la de 15-29 muestra mayor vulnerabili-


dad (24,1% de vulnerabilidad total y solo un 69,6% de vulnerabilidad nula o baja).

Tabla Número 16
Vulnerabilidad educativa y grupos de edad

GRUPOS ETARIOS
VULNERABILIDAD Total
0-14 15 - 29 30 - 59 60 y más
6.906.039 4.655.050 6.218.890 1.217.775 18.997.754
NULA/BAJA
92,7% 69,6% 59,0% 34,6% 67,4%

350.616 418.353 0 0 768.969


MODERADA/ALTA
4,7% 6,3% 0,0% 0,0% 2,7%
193.74 1.614.219 4.314.978 2.298.115 8.421.052
TOTAL
2,6% 24,1% 41,0% 65,4% 29,9%

Fuente: Elaboración propia.

Un país compuesto por hogares en donde se hace cuesta arriba el acompañamiento


educativo, donde la vulnerabilidad educativa de los miembros mayores de 30 años es
elevada y donde la vulnerabilidad más intensa de los grupos de jóvenes (entre 15 y 29
años) arropa a uno de cada cuatro. Esto es que tales jóvenes viven en hogares en don-
de hay rezago severo de alguno de sus miembros y donde alguno de ellos, con edad
de entre los 6 y los 17 años, ha dejado de asistir a la escuela.

Cuatro de diez venezolanos de entre 30 a 59 años es vulnerable educativo en el ni-


vel más alto. ¿Qué significa esto para el grupo familiar venezolano? Que los miembros
de figura parental de una gran cantidad de familias en el país no están habilitados
para servir de soporte cognitivo ( posiblemente relacional) de los miembros familiares
más jóvenes, concretándose así un ambiente familiar homogéneo y limitante de las
generaciones futuras.

Todo lo que hemos expuesto sobre la calidad de educación parental, la importancia


de los activos familiares educativos, relacionales y cognitivos es válido para confirmar
aquí que el panorama venezolano en relación a la promoción del capital humano y
de adquisición de nuevos dominios laborales para hacer coincidir las expectativas de
bienestar de los jóvenes con el futuro posible se muestra bastante difícil y distante.

La vulnerabilidad educativa no muestra comportamiento diferencial de acuerdo al


sexo de la jefatura de hogar. Si lo hace de acuerdo al ámbito geográfico pero con
menor intensidad que en otros subcomponentes. Siendo que de los habitantes de la
Gran Caracas un 70% no es vulnerable o posee bajos niveles de vulnerabilidad y en la
medida en que se va descendiendo en cuanto importancia o tamaño de centro pobla-
do también va disminuyendo el tamaño de este grupo, que es el que se muestra en
INVUS 2021 70

mejor situación. (68.5% en las ciudades principales y en la grandes ciudades, 65% en las
ciudades medianas y pequeñas, y 62% en los centros rurales dispersos). Las ciudades
medianas y pequeñas y los centros poblados rurales también destacan por superar la
media poblacional en condición de vulnerabilidad total (32,2% y 35% respectivamente).

Tabla Número 17
Vulnerabilidad educativa por ámbito geográfico

ÁMBITO GEOGRÁFICO

Ciudades Ciudades Ciudades Medianas Total


Gran Caracas Rural- disperso
principales Grandes y Pequeñas

3267424 4497652 4741323 5218581 1272775 18997755


NULA/BAJA
70,7% 68,5% 68,5% 65,0% 62,0% 67,4%

108994 164768 208236 223610 63361 768969


MODERADA/ALTA
2,4% 2,5% 3,0% 2,8% 3,1% 2,7%
1244121 1900330 1972547 2586140 717915 8421053
TOTAL
26,9% 29,0% 28,5% 32,2% 35,0% 29,9%

Fuente: Elaboración propia.

La vulnerabilidad educativa en su nivel más profundo en todas las zonas del país
alcanza al menos a uno de cada cuatro venezolanos, orientando cercano al 40% en
contextos rurales y dispersos. En la Gran Caracas la situación no es significativamente
mejor.

El índice de vulnerabilidad sanitario se ha dimensionado en cuatro niveles de intensidad:


Tabla Número 18
Vulnerabilidad sanitaria

NIVELES DE Población vulnerable Población vulnerable


VULNERABILIDAD (Frecuencia absoluta) (%)

NULA o BAJA 651.395 2,3


LEVE/MODERADA 12740768 45,2

SEVERA 13170157 46,7

TOTAL 1.625.456 5,8


Fuente: Elaboración propia.
71 INVUS 2021

La primera conclusión es que la vulnerabilidad sanitaria es de grandes dimensiones


en el país. Arropa a más del 90% de la población venezolana sin contar la población
que se encuentra totalmente vulnerable, que es de 1.625.456 personas. Solo un 2,3 de
la población queda excluida de esta vulnerabilidad.

La dificultad de comprar medicamentos y contar con los requerimientos para cum-


plir los tratamientos indicados por el médico , y la insuficiente provisión que ofrece el
sistema de salud público queda claramente expuesto en este índice.

La vulnerabilidad en materia de salud es de las más sensibles, tal como lo aclara-


mos al referirnos a la vulnerabilidad identitaria, porque compromete la sobrevivencia
y se relaciona con un mundo de conocimientos científicos que nada tienen que ver
con las experticias que pueden desarrollarse en la vida cotidiana del hombre común.
Esta indefensión o impotencia por no poder resolver una situación grave o crónica en
materia de salud, pese a la voluntad de hacerlo, compromete de forma determinante
la perspectiva que se tiene sobre el bienestar, del propio cuerpo y se relaciona con
variables existenciales como el sentido de la vida y la muerte.

La enfermedad se constituye en el más aterrador espanto para el venezolano por-


que vencerla es costoso, requiere la participación de un sistema de salud vulnerable e
insuficiente y también exige de los individuos unas destrezas (incluso comunicativas y
de activos relacionales) para con un mundo formal sanitario con las que no necesaria-
mente se cuenta.

La vulnerabilidad sanitaria no se ve discriminada por el sexo, ni por los grupos de


edad, ni por el sexo del jefe de hogar. No encontramos rasgos diferenciales ni valores
que se separen de forma significativa de los proporciones promedios mostrados en
los cuatro niveles de vulnerabilidad construidos. La situación de fragilidad en salud es
extendida y compromete como hemos dicho, a casi toda la población.

Nuevamente destacan los valores que toma la Gran Caracas en cuanto a este tipo
de vulnerabilidad si se le compara con el resto de los ámbitos territoriales.
INVUS 2021 72

Tabla Número 19
Vulnerabilidad sanitaria y ámbitos territoriales

ÁMBITO TERRITORIAL
Ciudades
Ciudades Ciudades Rural- Total
Gran Caracas Medianas y
principales Grandes disperso
Pequeñas
332974 114545 72884 105102 25891 651396
NULA o BAJA
7,2% 1,7% 1,1% 1,3% 1,3% 2,3%

LEVE / 2843714 2587801 2667612 3744474 897166 12740767


MODERADA
61,5% 39,4% 38,5% 46,6% 43,7% 45,2%
1383447 3454779 3598451 3752768 980712 13170157
SEVERA
29,9% 52,6% 52,0% 46,7% 47,7% 46,7%
60404 405624 583160 425986 150282 1625456
TOTAL
1,3% 6,2% 8,4% 5,3% 7,3% 5,8%

Fuente: Elaboración propia.

Llama la atención de la tabla anterior el porcentaje de la población que reside en


la ciudades principales y la grandes que se encuentra en condición de vulnerabilidad
sanitaria severa. Es mayor que la que se encuentra en esa situación en ciudades pe-
queñas y medianas y en medios rurales dispersos. Hablamos de 52,6% en las ciudades
principales, de 45,2% en ciudades grandes, de 46,7% en ciudades medianas y pequeñas,
y 47.7% en centros rurales dispersos.

Aquí se rompe la lógica de que a medida en que el tamaño del centro poblado se
reduce también aumenta la vulnerabilidad. Comparando los niveles de vulnerabilidad
baja/moderada y severas de las ciudades principales y grandes nos damos cuenta de
que ha habido un empeoramiento de la condición sanitaria de la población que reside
en esas zonas; así lo que se resta en las casillas de vulnerabilidad leve/moderada (39,4%
en ciudades principales y 38,5% en ciudades grandes) se suma en la severidad de la
vulnerabilidad ( 52,6% y 52% respectivamente). Nos atrevemos a hacer esta afirmación
amparados en el escenario descrito de empeoramiento de la condiciones generales de
vida del venezolano. Es muy posible que en esa ciudades el sistema sanitario se haya
visto todavía más deteriorado en los últimos años. También que los grupos familiares
viendo sus ingresos reducidos (como hemos evidenciado) cuenten con menos posibili-
dades de continuar un tratamiento médico.

Para quienes residen en Caracas la situación se muestra un tanto más favorable. La


diferencia en el nivel de vulnerabilidad severa en relación al resto del país es de al me-
nos 16 puntos porcentuales, y si se le compara con el nivel de las ciudades principales
la diferencia crece a casi 23 puntos.
73 INVUS 2021

En relación a la vulnerabilidad sobre la dimensión “vivienda” en su subcomponente


de estructura construimos el índice de vulnerabilidad estableciendo cuatro niveles:

Tabla Número 20
Vulnerabilidad por condiciones estructurales de la vivienda

NIVEL DE Población vulnerable Población vulnerable


VULNERABILLIDAD (Frecuencia absoluta) (%)

NULA o BAJA 19.850.108 70,4


LEVE/MODERADA 5.976.711 21,2

ALTA 1.758.248 6,2

TOTAL 602.71 2,1

Fuente: Elaboración propia.

El 70% de la población del país escapa de una condición de vulnerabilidad de este


tipo. El 21,2% presenta un nivel de vulnerabilidad de leve a moderada. 1.758.248 per-
sonas se viven en viviendas con problemas estructurales que implican condiciones de
vulnerabilidad elevadas, y 602.710 (2% de la población) se encuentran en peores condi-
ciones de riesgo de acuerdo a las características de la mala calidad estructural y el
hacinamiento de más de tres personas por cuarto. Uno de cada cuatro venezolanos es
vulnerable en relación a este indicador.

La vulnerabilidad por problemas estructurales de la vivienda se ve discriminada por


los grupos etarios debido a la composición de los hogares. Los tres indicadores que se
seleccionaron para la construcción de esta vulnerabilidad reportan la pertenencia a
una unidad familiar que reside en una vivienda con deficitarias características. De esta
forma los números absolutos nos dan cuenta de la cifra de personas discriminadas
por edad que viven en esas viviendas con déficit estructurales. Son más los menores
de edad y menos los mayores en la vulnerabilidad de tipo severa, total o absoluta. Al
contrario son más numerosos los grupos de personas entre 30-59 años de edad en las
tipologías de vulnerabilidad nula y moderada. Esto puede tener que ver con la canti-
dad de niños, adolescentes y jóvenes que formen parte de los hogares.

En general hablamos de aproximadamente766.544 familias que viven en viviendas


con deficiencias estructurales lo cual hace que los residentes sean considerados con
severa y alta vulnerabilidad.
INVUS 2021 74

Tabla Número 21
Vulnerabilidad por estructura de vivienda y grupos etarios.

GRUPOS ETARIOS

Total
Menor de 15 15 - 29 30 - 59 60 y más

4.548.469 4.595.761 7.827.482 2.878.395 19.850.107


NULA o BAJA
61,1% 68,7% 74,3% 81,9% 70,4%

1.937.544 1.464.824 2.041.008 533.335 5.976.711


LEVE/MODERADA
26,0% 21,9% 19,4% 15,2% 21,2%
663.986 472.399 523.857 98.005 1.758.247
ALTA
8,9% 7,1% 5,0% 2,8% 6,2%
300.396 154.638 141.521 6.154 602.709
TOTAL
4,0% 2,3% 1,3% ,2% 2,1%

Fuente: Elaboración propia.

Casi el 85% de las personas que viven en la Gran Caracas poseen nula vulnerabi-
lidad en cuanto a la estructura de las viviendas, lo cual contrasta con el promedio
nacional de quienes poseen este nivel de vulnerabilidad (70,4%). Esto nos dice que la
calidad de la estructura de la vivienda en la zona capital es mucho mayor. Así el nivel
de vulnerabilidad siguiente (moderada) ve incrementar las cifras de todos los ámbitos
territoriales a excepción de la Gran Caracas, hasta llegar a un 29,5% de vulnerabilidad
de este tipo en el ámbito territorial rural disperso.

Tabla Número 22
Vulnerabilidad por estructura de vivienda y ámbito territorial

ÁMBITO TERRITORIAL
Ciudades
Ciudades Ciudades Rural- Total
Gran Caracas Medianas y
principales Grandes disperso
Pequeñas
3.922.816 4.752.678 4.712.628 5.221.297 1.240.689 19.850.108
NULA o BAJA
84,9% 72,4% 68,1% 65,0% 60,4% 70,4%

LEVE / 437.46 1.316.494 1.601.897 2.014.663 606.197 5.976.711


MODERADA
9,5% 20,1% 23,1% 25,1% 29,5% 21,2%
209.771 367.967 457.988 585.505 137.017 1.758.248
ALTA
4,5% 5,6% 6,6% 7,3% 6,7% 6,2%
50.492 125.61 149.594 206.866 70.148 602.71
TOTAL
1,1% 1,9% 2,2% 2,6% 3,4% 2,1%

Fuente: Elaboración propia.


75 INVUS 2021

Para el índice de vulnerabilidad en relación a los servicios básicos construimos cua-


tro niveles de intensidad , al igual que en el subcomponente anterior:
Tabla Número 23
Vulnerabilidad de acuerdo a servicios básicos

Población vulnerable Población vulnerable


VULNERABILIDAD
(Frecuencia absoluta) (%)

NULA o BAJA 279.536 1,0


LEVE/MODERADA 4.047.940 14,4

ALTA 15.181.544 53,9

TOTAL 8.678.755 30,8


Fuente: Elaboración propia.

La vulnerabilidad en cuanto a los servicios básicos de la vivienda incluye a la ma-


yoría de la población del país. Un 53% se ubica en el nivel de vulnerabilidad alta
(15.181.544 personas). Esto se debe al deterioro de los servicios públicos generalizado
en el país, y más contextualizado en todas las ciudades y centros poblados. Solo un 1%
de la población el país escapa a este deterioro generalizado.

En este sentido todo el país es vulnerable porque reside en viviendas que no cuen-
tan con los servicios básicos. La vulnerabilidad es la norma.

Solo un 14% de la población es vulnerable pero lo es con menor intensidad. La vul-


nerabilidad por déficit de servicios en la vivienda, es decir, la población que habita en
viviendas sin electricidad o con interrupciones del servicio eléctrico, sin saneamiento
o eliminación de excretas, y sin servicio de aseo urbano es de 30,8%. Tres de cada diez
venezolanos vive sin estos servicios básicos y en peores condiciones de habitabilidad.

Esta vulnerabilidad no se ve discriminada por variables como sexo, edad, ni sexo


del jefe de hogar. Una vez más si lo hace por ámbito territorial.

La posición favorable de la Gran Caracas de acuerdo a este tipo de vulnerabilidad se


destaca en la categoría de vulnerabilidad total; 26,1% de la población frente al 36,9%
de las ciudades principales o el 41,2% de los centros rurales dispersos. Si se analizan
los datos de la tabla siguiendo las columnas se puede ver como la vulnerabilidad de
la Gran Caracas es más moderada. Si sumamos las casillas correspondientes a la Gran
Caracas en tipo de vulnerabilidad severa y total obtenemos que el 77,4% de la pobla-
ción que allí reside es vulnerable en los niveles más altos. Si hacemos lo mismo con
la columna de las principales ciudades esta proporción asciende a 87,2%; diez puntos
porcentuales por encima. Pero en general podemos afirmar que los servicios básicos
asociados a las viviendas dibujan un mapa de vulnerabilidad del cual ni siquiera la Gran
Caracas escapa. Al menos no tanto como lo hace en otros indicadores estudiados.
INVUS 2021 76

Tabla Número 24
Vulnerabilidad de acuerdo a servicios básicos en la vivienda y ámbito territorial.

ÁMBITO TERRITORIAL
Ciudades Total
Ciudades Ciudades Rural-
Gran Caracas Medianas y
principales Grandes disperso
Pequeñas
20.204 54.005 82.371 108.317 14.639 279.536
NULA o BAJA
,4% ,8% 1,2% 1,3% ,7% 1,0%

LEVE / 1.024.724 785.164 868.376 1.223.494 146.182 4.047.940


MODERADA
22,2% 12,0% 12,5% 15,2% 7,1% 14,4%
2.369.798 3.300.115 3.978.965 4.486.419 1.046.246 15.181.543
ALTA
51,3% 50,3% 57,5% 55,9% 50,9% 53,9%
1.205.813 2.423.465 1.992.395 2.210.100 846.983 8.678.756
TOTAL
26,1% 36,9% 28,8% 27,5% 41,2% 30,8%

Fuente: Elaboración propia.

Por último, se consideró la vulnerabilidad demográfica de las familias venezolanas,


la vulnerabilidad económica (más de tres personas desocupadas por ocupado, o sin
ocupados) y los miembros de familias monoparentales.

La estimación del índice nos llevó a establecer cinco niveles de vulnerabilidad:

Tabla Número 25
Vulnerabilidad familiar

Población vulnerable
Población vulnerable (%)
(Frecuencia absoluta)

NULA o BAJA 11.466.444 40,7


LEVE 11.243.037 39,9

MODERADA 1.921.749 6,8

ALTA 3.417.768 12,1


TOTAL 138.777 0,5

Fuente: Elaboración propia.


77 INVUS 2021

El 40% de los venezolanos es no vulnerable o cuenta con una vulnerabilidad baja


en cuanto este componente. El 46% posee una vulnerabilidad leve o moderada y un
12,6% posee alta o completa vulnerabilidad. En este último grupo las condiciones de-
mográficas ( relación entre menores de 15 años y mayores de 60con el número total
de miembros de la familia) , de dependencia económica (más de tres personas des-
ocupadas por uno ocupado) y el carácter monoparental de la estructura familiar se
constituyen en componentes de fragilidad que lejos de potenciar los activos familiares
los limita.
INVUS 2021 78

6. Impacto de las crisis de movilización y COVID-19 en


la vulnerabilidad en Venezuela.

Para establecer una comparación entre el período comprendido entre los años 2016
y 2021 y comprobar si las crisis de movilidad por falta de combustible y el abordaje de
la pandemia Covid-19 han impactado las condiciones de vulnerabilidad del venezolano
se construyó un índice de vulnerabilidad reducido en sus subcomponentes, debido a
que no se contaba con la información necesaria para el año 2016.

Así, la dimensión económica se mantiene con los subcomponentes de ingreso y tra-


bajo pero en ellos se excluyen los indicadores de “personas bancarizadas” y “personas
que cotizan”. En la dimensión de protección social se construyó una aproximación a
los indicadores relativos al acceso al Claps y a los bonos, con el acceso a las Misiones
Sociales, y se excluyó el indicador relativo al rezago severo. En la dimensión de salud
se excluyeron los indicadores relativos a la asistencia al centro sanitario y al incumpli-
miento de un tratamiento de salud y se mantuvo el indicador relativo a la inseguridad
alimentaria. En la dimensión de vivienda se sostuvo el indicador de hacinamiento críti-
co y de estructura inadecuada, y en el subcomponente de servicios se excluyó el servi-
cio de aseo urbano. En la dimensión de familia se excluyó la dependencia demográfica.

Al establecer la comparación se concluyó que la vulnerabilidad general aumenta. La


leve aumenta 25 puntos porcentuales y la moderada 12 puntos porcentuales. La severa
disminuye un punto porcentual. Así como la baja, cuya disminución es de 37 puntos
porcentuales. Esto constata la hipótesis de que las condiciones de vulnerabilidad del
venezolano aumentaron en el periodo de los cinco años en comparación.

La vulnerabilidad de los jefes de hogar se amplía dejando en peor condición tanto


a los hombres como a las mujeres, siendo que 36% en el caso de los hombres dejan la
posición de vulnerabilidad baja o nula para engrosar las filas de mayor vulnerabilidad,
y un 34,9% de las mujeres también lo hacen. Sin embargo son más las mujeres que se
encuentran en condición de moderada y severa vulnerabilidad. El crecimiento del gru-
po de hombres en vulnerabilidad severa es de 9% y de mujeres de 13%. La diferencia
entre la vulnerabilidad severa de jefes hogar masculinos y femeninos es de más de
diez puntos porcentuales. Si bien, ambas jefaturas son más vulnerables, el número de
las mujeres jefas de hogar en condición de vulnerabilidad severa es mayor. Podría tener
que ver con que la migración reciente se compone fundamentalmente de hombres.
Esto en algunos casos podría haber influido en debilitar la economía de los hogares
conducidos por mujeres, al menos temporalmente.

La vulnerabilidad general analizada en cuanto a grupo etario muestra como la po-


blación menor de quince años se ha hecho más vulnerable en los últimos cinco años.
79 INVUS 2021

Tabla Número 26
Vulnerabilidad general por grupos etarios 2016

GRUPOS ETARIOS

Total
Menor de 15 15 - 29 30 - 59 60 y más

BAJA O 3046956 3497203 5375927 1034090 12954176


NULA 38,5% 45,8% 54,5% 43,0% 46,5%

2656729 2911649 2915059 983094 9466531


LEVE
33,5% 38,1% 29,5% 40,9% 34,0%
1847796 1065462 1366497 347370 4627125
MODERADA
23,3% 14,0% 13,8% 14,4% 16,6%
368151 159859 215547 41256 784813
SEVERA
4,6% 2,1% 2,2% 1,7% 2,8%

Fuente: Elaboración propia.

En el año 2016 la población de 0 a 15 años en condición de vulnerabilidad moderada


excede la media por casi 7 puntos porcentuales y la población entre 30 años y 59 se
encuentra en mejor posición situándose por encima del promedio nacional en vulnera-
bilidad baja o nula. En el año 2021 con la medición de la vulnerabilidad construida para
establecer la comparación se evidencia el aumento de la condición de vulnerabilidad
de este grupo etario.
INVUS 2021 80

Tabla Número 27
Vulnerabilidad general por grupos etarios-2021

GRUPOS ETARIOS

Total
Menor de 15 15 - 29 30 - 59 60 y más

BAJA O 449961 621481 1323167 289121 2683730


NULA 6,0% 9,3% 12,6% 8,2% 9,5%

3308365 4500349 6698793 2249205 16756712


LEVE
44,4% 67,3% 63,6% 63,9% 59,4%
3371379 1521534 2443010 971766 8307689
MODERADA
45,3% 22,8% 23,2% 27,6% 29,5%
320691 44259 71277 7258 443485
4,3% 0,7% 0,7% 0,2% 1,6%
SEVERA
100,0% 100,0% 100,0% 100,0% 100,0%

Fuente: Elaboración propia.

Lo primero que destaca al hacer la comparación entre los años 2016 y 2021 es el
crecimiento de la vulnerabilidad en todos los grupos. Lo segundo que si bien se en-
grosan la filas de los venezolanos vulnerables a todos los niveles y se reducen los de
mejor condición ( baja o nula) el desplazamiento a niveles moderados y severos de
los grupos etarios más jóvenes ( de 0 a 15) es significativamente más alto, seguido del
grupo etario de sesenta años y más que pasó de 16,1% en vulnerabilidad moderada y
severa a 27,8%.

El crecimiento de la vulnerabilidad general por ámbito geográfico muestra el dete-


rioro, dado que en el año 2016 el 46% de la población (atendiendo al promedio consi-
derando los diferentes ámbitos) se ubicaba en un nivel de vulnerabilidad baja o nula y
en el año 2021 este porcentaje baja a 9,5%. Aumentan los porcentajes en los niveles de
vulnerabilidad moderada y leve, incluso en la Gran Caracas.

Dicho de otra manera se evidencia el deterioro generalizado de las condiciones de


vida y el aumento de la intensidad de la vulnerabilidad.

Este también queda en evidencia cuando atendemos el crecimiento de la vulnera-


bilidad por ingreso.
81 INVUS 2021

Tabla Número 28
Vulnerabilidad por ingreso. Comparación 2016-2021

NIVEL DE Población vulnerable Año Población vulnerable Año


VULNERABILIDAD 2016 2021[1]

I 50% 21,2%

II 38,5% 67,1%

III 13,4% 11,8%

Fuente: Elaboración propia. [1] Estos valores son diferentes a los presentados en el aparte anterior debido a la re-
ducción de componentes en el índice de vulnerabilidad para que fuese posible establecer la comparación con el
año 2016. Además en este caso se reagruparon los niveles baja y moderada, y severa y total para resumir en tres
niveles lo que antes se estimó en cinco. Siendo así y conservando la medición del índice de vulnerabilidad por
ingreso antes mostrado los valores serían: I: 19,7, II: 62,8 y III: 17,8. Estos muestran parecido a los corresponden con
las proporciones presentadas en la columna del 2021 en esta tabla. Considerando todas las variables de la estima-
ción que hemos presentado en el aparte anterior o solo las dos seleccionadas para hacer el análisis comparativo
la conclusión es la misma en cuanto al aumento de la vulnerabilidad.

El porcentaje de la población vulnerable por ingreso con intensidad moderada y


severa (aquí denominado “ nivel II”) aumentó casi 30 puntos porcentuales. El nivel I se
corresponde con la vulnerabilidad nula y el III con la total o absoluta. Los datos mues-
tran cómo hay mayor vulnerabilidad de ingreso en el país. Hoy tres venezolanos más
de cada diez, son vulnerables y hace cinco años no lo eran. En total solo dos no lo son.

La crisis de combustible y la consecuente dificultad de movilización debió haber


impactado la actividad económica en el entendido de que los venezolanos aunque
no reportan desempleo se subemplean y se dedican a actividades informales que les
generan ingresos. Estando las ciudades y las calles a “medio andar” se disminuye la
posibilidad de ejecutar actividades productivas, por lo cual también disminuye el ingre-
so en los hogares. Esto sumado a la ya contraída economía, al cierre de comercios, al
deterioro de los ambientes urbanos y rurales del país y a la migración de la población
económicamente activa, sobre todo de grupos de jóvenes que podrían significar un
ingreso para los hogares54.

Nos referimos a que las variables estructurales que explican la pobreza en Venezue-
la se han mantenido y se han sumado estas dos coyunturales (inmovilidad por carencia
de combustible y por pandemia Convid-19) para agravar la situación.

En cuanto a la vulnerabilidad por protección social hemos comparado los índi-


ces del año 2016 y del año 2021 resultando que el aumento de la población en condi-
ción de vulnerabilidad absoluta o total de es de 15 puntos porcentuales.
54 Aunque en muchos casos esta población envía remesas a su familia , a los hogares en Venezuela. Según
ENCOVI un 45% lo hace, mensualmente.
INVUS 2021 82

Tabla Número 29
Vulnerabilidad por desprotección social. Comparación 2016-2021

NIVEL DE Población vulnerable Año Población vulnerable


VULNERABILIDAD 2016 Año 2021[1]

I 59,3% 40,8%

II 8,5% 7,2%

III 36,9% 52%

Fuente: Elaboración propia. [1] Como en la nota anterior estos valores son diferentes a los presentados en el índi-
ce de vulnerabilidad con fines comparativos anuales. En este caso se reagruparon los niveles “ moderada, severa
y total” en el nivel III para resumir en tres niveles lo que antes se estimó en cinco. Siendo así y conservando la
medición del índice de vulnerabilidad por desprotección social antes mostrado los valores serían: I: 40,8, II: 5,8 y
III: 53,5.

Hoy al menos un venezolano de diez ha caído en niveles más intensos de vulne-


rabilidad si compara su situación con la del año 2016. La mitad del país es vulnerable
en relación con la protección social de la política de subsidio del gobierno. Ya hemos
expuesto la exclusión que tal política conduce sobre todo para la población entre 0
y 15 años. También en relación a los ámbitos geográficos dándose una concentración
importante en la Gran Caracas. Esto continúa reflejándose, pero el elemento nuevo es
que en los últimos cinco años la cobertura se ha reducido todavía más.

Podría tener que ver con la capacidad de movilización espacial no solo de la po-
blación para acceder los subsidios ( Claps en el 2021, Misiones en general en el 2016) y
también con la capacidad operativa de distribución del gobierno. En general se plantea
que por la menor movilización, considerando la política de confinamiento denominada
siete por siete ( siete días de movilidad y siete días de confinamiento en el hogar)
podría verse impactado el beneficio efectivo de los subsidios, tal como se ven impac-
tadas todas las actividades que requieran movilización.

Otro aspecto que ha revelado ENCOVI 2021 que ha decaído es la atención del pro-
grama PAE, como consecuencia del cierre de escuelas. Solo un 19% declara su exis-
tencia en contraste con el 65% que lo declaraba según ENCOVI 2019-2020. Este es un
ejemplo de como la reducción de actividades impacta la obtención de un subsidio, en
este caso alimentario.

La vulnerabilidad educativa cae solo 8,4% entre los niveles I y II de vulnerabilidad


entre el 2016 y el 2021. Esto es que ese porcentaje de la población en el año 2016 no
era vulnerable y en el año 2021 si lo es.

Recordamos que para esta medición comparada hemos dejado afuera el indicador
de rezago escolar. Muy posiblemente sea este factor el que justamente se haya visto
83 INVUS 2021

más afectado, producto de la crisis de combustible y del cierre de las escuelas debido
al manejo de la pandemia Covid- 19. Al contrario los indicadores considerados en el
índice comparativo son aún más estructurales (escolaridad menos de once años de los
individuos de mayores de 18 años y no asistencia a la escuela de miembros del hogar
entre 7 y 12 años). Estos indicadores posiblemente no hayan variado en cinco años por-
que remiten a condiciones estructurales del capital humano de los cuales ya hemos
hablado.

La posibilidad de que los hogares venezolanos funcionen como soporte para estra-
tegias de educación o seguimiento escolar on line se relaciona con el equipamiento
tecnológico y la apropiación de la tecnología, por un lado, y con la capacidad cognitiva
por otro. También con aspectos de disciplina institucional que son más factibles de
encontrarse en una escuela, y no en un hogar.

Lo que queremos decir aquí es que la no asistencia a clase producto del cierre de
las escuelas durante los años 2020 y 2021 debe haber impactado las capacidades de
aprendizaje de los niños, adolescentes y jóvenes ya que en la práctica diaria quedaron
sin acompañamiento educativo. Ya hemos justificado como el nivel educativo parental
y el clima educativo de los hogares más pobres es deficiente.

Siendo el rezago el indicador más dinámico de los considerados también puede ser
el que muestre la situación de mayor vulnerabilidad reciente de los hogares. Esta hi-
pótesis podrá comprobarse en la nueva consulta ENCOVI de incluirse la medición del
rezago educativo y de establecerse su comparación con el del año 2021.

En cuanto a la vulnerabilidad sanitaria medida entre los años 2016 y 2021 afirmamos
que se evidencia un aumento de la vulnerabilidad de tercer nivel (severa y absoluta)
Este es de 13,6%. Dos de cada diez venezolanos dejaron de tener fortalezas en materia
de salud, se hicieron vulnerables, y hoy cinco son vulnerables en el nivel más severo.

Un 49,4% de la población lo es. Esto, sin considerar el déficit de atención sanitaria y


el no cumplimiento de tratamiento médico, e incluyendo el indicador de personas en
hogares con inseguridad alimentaria moderada y severa o grave55.

55 Ya en el informe ENCOVI se recogía información sobre este aspecto. Se establecía que el 5,8% de la po-
blación no había experimentado ningún nivel de inseguridad alimentaria; un 34,5% había experimentado inseguri-
dad alimentaria leve (había experimentado incertidumbre en cuanto a la capacidad de poder comprar alimentos);
un 35,2% la había experimentado en forma moderada ( esto es, había reducido la calidad y la variedad de los
productos alimenticios y en parte la cantidad); y un 24,5% la había experimentado en forma severa ( esto es había
reducido la cantidad e alimentos, se había “saltado” comidas diarias y en un nivel más grave había experimentado
hambre) (ENCOVI 2021).
INVUS 2021 84

Tabla Número 30
Vulnerabilidad sanitaria y alimentaria. Comparación 2016-2021

NIVEL DE Población vulnerable Población vulnerable


VULNERABILIDAD Año 2016 Año 2021[1]

I 22% 4,4,%

II 41,9% 48,2,%

III 35,8% 49,4%

Fuente: Elaboración propia.


* Los niveles de intensidad de la vulnerabilidad sanitaria antes mostrados incluían la atención en cen-
tros de salud y la posibilidad de seguir un tratamiento instruido en este centro. Los niveles adaptados
a tres intensidades serían: I: 2,3%, II: 45,2, y III: 52,5%. Esto es sumando los niveles de mayor vulnerabi-
lidad llamados antes “severa” y “total”. No difieren en gran medida con los mostrados en la columna
del año 2021 y sí lo hacen en relación a lo que muestra la columna del año 2016. De cualquier manera
rescatan el empeoramiento de la salud y el crecimiento de la vulnerabilidad.

La vulnerabilidad por residir en una vivienda con problemas estructurales mejora


ligeramente si se comparan los años 2016 y 2021. Se reduce 5% a la vulnerabilidad de
nivel II, 2,5% a la de nivel III y aumenta un7,4% la vulnerabilidad de nivel I (vulnerabili-
dad nula). Podría tener que ver con el vaciamiento de los hogares y la disminución del
hacinamiento critico o con la no consideración al medir este índice comparativo del
indicador de estructura sanitaria de la vivienda.

La vulnerabilidad por residir en una vivienda con deficientes servicios públicos (a


pesar de que en este índice comparado no se incluyó el existencia de servicio de aseo
urbano) aumenta un 13% en comparación con el año 2016. Esto es, que 13% de los ve-
nezolanos ahora son vulnerables al nivel más severo por no poseer servicio eléctrico
sin interrupciones, ni servicios de eliminación de excretas en su vivienda.

Lo anterior da cuenta del deterioro del servicio eléctrico que se ha venido profun-
dizando en los últimos años.

Ya decíamos en el aparte anterior que la condición de los servicios en las ciudades


principales es la que más se ha visto deteriorada. Aquí deben pesar localidades como
Maracaibo y San Cristóbal donde las interrupciones del servicio eléctrico son frecuen-
tes y por períodos prolongados de varias horas al día.

Por último, en cuanto a la vulnerabilidad familiar, encontramos que se ha visto in-


crementado el porcentaje de la población en condición de vulnerabilidad severa en un
7%. Esto quiere decir que la proporción entre ocupados y desocupados y la población
económicamente inactiva y activa ha empeorado para ese porcentaje de la población.

La variación se ha dado entre los niveles de menor vulnerabilidad (I) a la de mayor


85 INVUS 2021

(III). No es descabellado pensar que esté influyendo el vaciamiento de los hogares por
efecto de la migración. Podría deberse a que la población económicamente activa y
la de ocupados en los hogares, considerando las escasas oportunidades laborales que
existen en el país, hayan decidido salir de él, como de hecho ha sucedido. Los resul-
tados de ENCOVI 2021 mostraron que la mitad de quienes han abandonado el país
tienen entre 15 y 29 años, y si se eleva el rango de edades hasta 49 años hablamos del
90% de quienes han emigrado.

En líneas generales, concluimos, en los últimos cinco años se han visto aumentados
los venezolanos en condición de vulnerabilidad, resultando más definidos los sujetos
vulnerables caracterizados en el aparte anterior. Si bien no podemos comprobar que el
empeoramiento se deba a las crisis coyunturales mencionadas, si podemos suponerlo
dado que las variables estructurales se han mantenido y ninguna otra variable coyun-
tural de impacto generalizado se ha producido. A excepción del vaciamiento del país
por la migración, que hemos considerado en hipótesis explicativas de algunos elemen-
tos referidos, sobre todo en relación a las dimensiones de vivienda y familia.
INVUS 2021 86

7. Reflexiones finales a la luz de los índices de


vulnerabilidad venezolana.

Creemos pertinente en este momento plantear algunas ideas a la luz del índice de
vulnerabilidad general y de los índices particulares construidos. Lo hacemos para per-
filar elementos de cada una de las dimensiones claves de la vulnerabilidad (el estado,
el mercado y las redes familiares y sociales) sin olvidar las vulnerabilidades descritas
a escala global que seguirán siendo tema de debate en las instancias que orientan el
desarrollo, ni los aspectos teóricos específicos sobre la vulnerabilidad social en con-
textos de pobreza.

Recordamos entonces las vulnerabilidades que describimos en el contexto global y


las reorientamos en función de la realidad de este país de pobreza generalizada y su
consecuente vulnerabilidad.

En primer lugar la vulnerabilidad ambiental se centra en la vivienda y las caracte-


rísticas físicas y condiciones de habitabilidad que el grupo familiar posee. También la
del barrio y la ciudad o centro poblado. La abstracción se reduce y la fuente de riesgo
es menos la consideración del cambio climático aunque efectivamente esta sí sea una
fuente de riesgo no percibida, y más las condiciones de la vivienda y sus servicios, que
ante un vendaval o la crecida de un río pueda llevarse consigo las pertenencias o al-
terar las condiciones de las edificaciones. La vulnerabilidad territorial o urbana vendría
determinada por las zonas en donde el riesgo de la pérdida de vidas y bienes es mayor.
O bien estaría referida a las condiciones de habitabilidad de la vivienda en donde la
infraestructura deficiente o insatisfactoria se convierte en la regla para el venezolano.
Una simple lluvia de fuerte intensidad se constituye en un evento de inseguridad e
indefensión para muchos.

Que no se administre agua diariamente o que el servicio de electricidad falle duran-


te horas forma parte de la normalidad del país y a la vez recuerda que la amenaza del
deterioro creciente de los sistemas administrativos de los servicios sigue estando allí y
mostrando la cara material comprobada del deterioro generalizado del país.

Para muchos el recuerdo del gran apagón nacional del 07 de Marzo del año 2019 ha
quedado como un hito dentro del imaginario; pero un hito que podría volver a repetir-
se en cualquier momento. Como una especie de “evento resumen” de la crisis estallada
y normalizada a la que antes nos referíamos, y que funciona como una arena movediza
para el desarrollo de las vidas de quienes viven en el país56.

56 Aquí puntualizamos que este “país crítico” se contrasta con el imaginario previo anterior de “país rico y
petrolero” y entonces la sensación de pérdida es mucho mayor. También la de deterioro. Lo mismo que la para-
doja si se contempla el hecho (que ha formado parte de la narrativa gubernamental) sobre que se es el país que
cuenta con mayores reservas petroleras del mundo y se contrasta con crisis de combustible que ha invadido la
rutina de muchos venezolanos al disponerse a emplear horas diarias haciendo largas colas en las gasolineras.
87 INVUS 2021

Hemos dicho que la familia funciona como un sujeto de activos promotores de de-
sarrollo. En este caso los indicadores considerados midieron los déficit productivos de
ella. En teoría a lo interno de las familias cada miembro representa una posición que
lo define como poseedor de un capital; el jefe de hogar posee un capital determinado
(en cuanto al nivel educativo y a la capacitación laboral) mientras que la población
infantil y juvenil se encontraría en plena formación del mismo. Pero esto no sucede en
los hogares vulnerables venezolanos. Las cifras nos han mostrado como la población
adulta cuenta con menos de once años de escolaridad y como la población joven que
no estudia es la mayoría.

Dada la constricción de las oportunidades laborales que hemos descrito en Vene-


zuela y otros aspectos relativos al empobrecimiento del país, la mayoría de los hoga-
res vulnerables muestran una morfología de activos concentrada en un solo miembro
(un trabajador formal, un pensionado, un único miembro con calificación técnica) lo
que eleva el nivel de dependencia hacia ese miembro y disminuye la probabilidad de
beneficio relacional o laboral de todos los miembros de la familia. Además, conside-
rando la vulnerabilidad educativa del país, los recursos de los hogares que podrían no
traducirse en una rentabilidad temprana; cuya acumulación se rentabilizaría en algún
momento (como sucede cuando un miembro del grupo familiar estudia en la universi-
dad o en una institución de formación educativa y aún no trabaja) son realidades cada
vez más inusuales en Venezuela, en donde la misma familia promueve que el miembro
en formación (si es que todavía lo está) salga a intentar generar algún ingreso.

Por eso hacemos énfasis en la condición de vulnerabilidad de los jóvenes del país.
Dada la inexistencia de oportunidades laborales, el estudio pierde sentido. No solo se
encuentran en este momento en situación de vulnerabilidad sino que la orientación
es a que continúen siéndolo. Ya hemos hablado de los grupos vulnerables por edad,
en donde la vulnerabilidad educativa afecta en forma significativa a quienes tienen
entre 15 y 29 años. No lo hace con las edades previas porque la matrícula educativa
es mayor exceptuando la referente a la educación inicial. Pero luego la formación se
detiene y se condena la posibilidad de obtener un empleo de calidad. El contacto con
la heterogeneidad habilita para la diferencia y no solo proporciona el canal a nuevas
oportunidades, sino que contribuye a la cohesión social. Por otro lado favorece a la
cualidad de las relaciones. Por ejemplo, trabajar en un empresa de gran tamaño sería
considerado un indicador positivo en relación a la captación de nuevos vínculos y nue-
vos contactos sociales (Kaztman, 2000) que podrían hacerse extensivos en forma de
beneficios en primer lugar para otros miembros de la familia nuclear y extendida. No
habiendo fuentes de empleo formal en el país este contacto con la heterogeneidad
de la juventud también se ve disminuido.

Además, la conciencia del joven de pertenecer a un tipo de familia soporte en po-


breza hace también que la identidad grupal se imponga ante la identidad individual.
La identidad colectiva típica de la sociedad tradicional desdibuja el tono individual de
la realización biográfica de los jóvenes. Las formas de aprender lo social pasan en su
INVUS 2021 88

conjunto por el filtro familiar y no tienden a salirse de él, a menos que el individuo
cuente con otras explicaciones de instituciones diferentes a la familiar que haya lo-
grado impactar significativamente la comprensión del mundo que hasta ese momento
era dominio del grupo familiar. Hablamos de resocializaciones efectivas que podrían
entrar en pugna con la verdad establecida en la narrativa familiar. Pero, insistimos, con
las característica del debilitado mercado de trabajo y del deficitario sistema educativo
y formativo de la población en edad de estudio y trabajo esta resocialización es cada
vez menos posible. Aunado a la importancia de la familia en el contexto venezolano57.

Como el modelaje familiar es casi el único que se tiene por razones hay explicadas
lo que sucede es que los venezolanos van desligando la vida del estudio, lo hacen
ajeno y con ello el mundo del conocimiento. Si a esto sumamos la vulnerabilidad por
ingreso que afecta en forma significativa a la población entre 0 y 15 años y la des-
protección social de la política del estado que también impacta sobre todo a estos
grupos, entonces se completa la tormenta perfecta: la vulnerabilidad de la juventud
en Venezuela es generalizada y comprende amenazas relacionadas con severas ne-
cesidades vitales no cubiertas en materia de salud, alimentarias y educativas que son
insustituibles al hablar de desarrollo y libertad en el futuro.

Los patrones de comportamiento aprendidos van conformando una desesperanza


aprendida en el contexto familiar que hace cada vez más cuesta arriba la superación
de la pobreza. Una situación de ceguera y desgano acompaña la cual invisibiliza las
pocas oportunidades. Algunos las encuentran y otros no, porque en lo psicosocial la
lectura que se hace de la realidad no está desvinculada de la manera como se apren-
dió a decodificarla.

¿Cómo acoplar las estructuras de sentido socializadas en el grupo familiar en po-


breza? ¿Cómo puede el joven venezolano hacerse menos vulnerable? Esperar un giro
de timón, un cambio de rumbo en la lectura y acción social sin un estímulo activado
desde afuera de la familia modelada para la privación no luce probable. Sus activos
están vencidos; los recursos no se convierten en objetos de valor utilizable. Solo se
transita el corto plazo, el día que se vive y esto es justo la traducción de la vulnerabili-
dad en clave temporal; no hay sentido de la acción porque no hay mañana, ni tampoco
a dónde ir.

Lo que apuntamos aquí es que la población venezolana no solo está envejeciendo


en términos literales sino en términos culturales. Es el acceso al conocimiento lo que
desanquilosa el pensamiento y la racionalidad, y para ello la heterogeneidad y la di-
versidad de la sociedad es vital. Una sociedad pobre es por definición el locus de la
homogeneidad de la razón, aunque sea heterogénea en las intensidades de la priva-
ción. Por eso la cultura de la sobrevivencia deja flacos espacios a la individualidad mo-
derna. Los bienes culturales tecnológicos muestran a ratos una forma de vivir alejada
57 Para profundizar en la valoración dicotómica de tradición y modernidad de la sociedad venezolana se
puede consultar los documentos del Proyecto Pobreza UCAB-IIES.
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de las necesidades viscerogénicas y básicas y se constituyen en un referente de una


vida diferente. Los millones de jóvenes venezolanos que han emigrado de todas los
estratos lo han hecho para solventar esta imposibilidad, para poseer una oportunidad
de movilidad social y cultural58. En este sentido la institución escolar tendría grandes
retos en el país, pero para ello también tendría que ser objeto de fortalecimiento por
parte del estado.

Para terminar el tema de la juventud, afirmamos que la informalidad del empleo y


la poca calificación laboral de los jóvenes entre 15 y 29 años dibuja una vulnerabilidad
identitaria de proyección hacia el futuro que incluye no solo la incertidumbre sobre si
se será productivo al nivel de hacer realidad las aspiraciones, sino que comprende la
exclusión misma de la condición de desarrollo. Se es consciente de que las condiciones
de vida que se tienen distan mucho de la condición de bienestar y esta consciencia
funciona como un elemento paralizador de la autonomía. Además como la familia
ha cobrado un papel protagónico en todos los ámbitos existenciales, las decisiones
laborales, la función individual, el papel biográfico tiene que ver con lo que conviene
a la familia o a algunos de sus miembros. El plan individual se ve abordado y reorien-
tado por un plan superior y colectivo: el plan de sobrevivencia familiar. Por otro lado
la política estructural del estado que hemos descrito ha opacado su rol de promotor
del desarrollo sustentado en el ofrecimiento de una política educativa efectiva, por lo
cual no se presenta ni en cobertura ni en calidad una oportunidad educativa a la cual
asirse. Los proyectos de vida reales y vulnerables de la adolescencia y la juventud son
el intento de la consecución de trabajo precoz, la maternidad, y la dependencia de
unos miembros familiares de otros59.

Por otro lado, las reflexiones sobre la vulnerabilidad de género en contextos de


pobreza como el venezolano se desprenden en gran parte de la lógicas y la moral
familiar. Es allí donde se conforman las valoraciones tradicionales de los roles. Tam-
bién tienen que ver con la actuación en el campo laboral, pero lo que sucede es que
en contextos de pobreza la actividad laboral de la mujeres se repliega y vuelve a
nuclearse alrededor del hogar y la maternidad. Estos elementos vienen a engrosar el
cúmulo de dificultades para hacerse productivo. Patrones de violencia doméstica pue-
den extenderse de padres a hijos (de abuelos a nietos) y luego cristalizar en relaciones
de pareja sin ninguna institución pública que dé cuenta del problema y que lo aborde.
Esta vulnerabilidad doméstica que hace convivir maltratadores y maltratados, no tiene
58 Para lo que se han quedado en el país existirían otras redes de sociabilidad (las extrafamiliares) que
tendrían que ver con la existencia de cierta heterogeneidad, que permitirían conocer otros modelajes y que mos-
trarían la posible movilidad ascendente y el consecuente aprovechamiento de la red de oportunidades, aunque
fuera escasa, sobre todo en la Gran Caracas, dado el deterioro y el vaciamiento de las ciudades del país que
hemos descrito. Sin duda en el contexto rural disperso las posibilidades de acceder a estas redes extrafamiliares
es significativamente menor.
59 Teóricamente, las familias en contextos de pobreza y privación son el campo de batalla de las luchas
intergeneracionales, siendo que las nuevas generaciones podrían no encontrar en la estructura de otros significa-
tivos de casa una respuesta a las inquietudes identitarias, sobre todo en la adolescencia. La dicotomía “casa-barrio
vs casa-calle” muestra cómo afuera de casa los jóvenes y adolescentes pueden relacionarse con “malas juntas”
que alteran los vínculos previos que antes existían con sus referentes.
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monitoreo efectivo. Los resultados del índice en Venezuela no plantea grandes dife-
rencias a nivel laboral entre hombres y mujeres. Creemos que esto tiene que ver con la
medición del componente laboral en la encuesta ENCOVI producto de la declaración
del trabajo de los informantes. Pero sí establece diferencias en cuanto a la vulnera-
bilidad de ingreso. Esto nos está diciendo que aunque la mujer trabaje más, e incluso
estudie más, la retribución en ingresos en los hogares más vulnerables es menor.

La vulnerabilidad biográfica de fin de ciclo de la que hablábamos en contextos glo-


bales en Venezuela conserva las características del contexto global sin la procura de
políticas de atención geriátrica y de la seguridad social. Destaca la vulnerabilidad de
este grupo en la vulnerabilidad general luego de los grupos más jóvenes. La población
mayor forma parte y problema del grupo familiar. Si los niños y adolescentes no ven
claro su futuro, y los jóvenes no ven la posibilidad de incluirse en una dinámica laboral
de movilidad ascendente efectiva, las personas mayores son la memoria del deterioro
del país. Son sujetos de pérdida que también forman parte de los grupos familiares
vulnerables. Algunas noticias percibidas como escandalosas en la sociedad venezola-
na se relacionan con horrendos niveles de precariedad de las personas en este grupo
etario y prefiguran situaciones que son como la ruptura puntual de la delgada soga de
la vulnerabilidad que sostiene a la mayoría en el país60.

Otro aspecto que no queremos dejar de mencionar es el relativo a la transfor-


mación de la vulnerabilidad identitaria que llamamos antes corporal. En contextos
de pobreza esta está totalmente captada por la mala salud, lo que hemos llamado
aquí la vulnerabilidad sanitaria que muestra la terrible inseguridad generalizada que
poseen los venezolanos en relación al estado de su cuerpo, a la aproximación a la
enfermedad, a la desnutrición y a la muerte. Menos de un 3% escapa de algún nivel de
vulnerabilidad sanitaria. Está claro que este es uno de los mayores retos de la política
pública en Venezuela.

Sin embargo también existen otros aspectos corporales que implican fragilidad y
riesgo. La vulnerabilidad corporal en términos de modelaje estético recae en forma de
sexualización de las niñas y adolescentes. Esto está asociado al modelaje tradicional
de la figura femenina en tanto que consiga el sostén de un hombre proveedor, o bien
se cuele en la fantasía del ascenso social asociado a la belleza, sobre todo de las
niñas. Este aspecto de vulnerabilidad de género de origen estético trae consigo otras
vulnerabilidades asociadas a violencia sexual, embarazo adolescente, exposición por-
nográfica en redes sociales.

60 Noticias como la de profesores universitarios hallados muertos o en estado de deshidratación son leídos
como casos extremos de abandono y miseria de adultos mayores que conmueven a la opinión pública ya que
muestran el desenlace de situaciones de pobreza con las cuales se convive. Como estados aún peores de lo que
la mayoría de los venezolanos padece porque la mayoría también es pobre, pero la soga particular aún no revien-
ta. Estos casos que muestran un desenlace trágico acosan muy de cerca a quien lee las noticias porque parece
recordarles que pronto pudiera él correr la misma suerte.
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Por último y de capital importancia la vulnerabilidad corporal asociada a la salud


incluye el fenómeno de la desnutrición y de la inseguridad alimentaria en función de la
severidad de la pobreza. Ambas vulnerabilidades corporales, tanto la estética como la
de la salud alimentaria son también contextualizadas en el ámbito familiar. En un caso
porque la familia reproduce los roles tradicionales, y en el otro porque es en la vida
doméstica es donde se produce la redistribución de los insuficientes alimentos que se
consumen en condiciones de pobreza.

Para finalizar hacemos mención a la acción del estado como agente distribuidor de
bonos, transferencias y programas de alimentación. De acuerdo a lo medido esta di-
buja serios déficits, como mostramos en el aparte descriptivo, sobre todo asociado al
ámbito geográfico y dejando desprovista de atención a la población infantil. Podría ser
una caja negra la lógica que esconde el hecho de que unos beneficiarios del programa
Claps obtengan con mayor o menor frecuencia las cajas de comida o que en la región
capital los beneficios sean mayores. Y esto, la clasificación entre favorecidos y no fa-
vorecidos, podría establecer la norma de la convivencia social (o de la falta de convi-
vencia). La sociedad venezolana en pobreza no se mira a sí misma sino a través de la
presencia de las ayudas del gobierno, o de su antítesis, la ausencia de tal protección.

Fenómenos como el clientelismo en contextos de pobreza que se expresa como


un factor enclasante (Bourdieu), propician una elite que se apropia de las ventajas y
subsidios estatales, y que podría formular dinámicas de exclusión. Se sabe que hay a
quienes no les llegaran los subsidios con mayor frecuencia porque la interacción de
estos sujetos marginados con la élite distribuidora no es satisfactoria para ella. Esta-
mos frente a una forma de ejercer el poder en términos locales que se centra en la
politización de las relaciones interpersonales cargada de una voracidad discrecional
que contribuye a crear individuos y familias vulnerables, no desde un actor lejano
burocrático sentado en un escritorio, sino desde un vecino conocido y que por cierto,
también comparte condiciones de precariedad aunque no tan intensas. Es la propia
vecindad la que comprende la insuficiente estructura de oportunidades que ofrece el
estado y recompone la misma en mapas de exclusión vecinales.

Estos aspectos están relacionados con el problema de los marcos normativos deri-
vados de los gobiernos promotores de la distribución desigual del capital que permite
vincularse a la estructura de oportunidades. Porque las normas, que siempre existen y
existirán para llenar los vacíos sociales, se convierten en reproductoras de inequidades
y exclusiones. Sus frutos no serán los derivados de las lógicas de reciprocidad y solida-
ridad que en todo caso sí actuarían a favor de los individuos más vulnerables61.

61 Suele suceder que las instituciones débiles no cumplen el papel interpretativo de brindar explicaciones
complejas a los problemas complejos; así en las sociedades conducidas por este tipo de gobiernos donde las polí-
ticas para el desarrollo son fallidas son comunes las explicaciones simplistas, casi siempre asociadas a la morali-
dad menos autonómica (Kohlberg) que podrían tender a culpar a los más vulnerables de su propia condición por,
por ejemplo, no participar de las filas oficialistas.
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Conclusiones
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En Venezuela así como se vive una pobreza generalizada también se experimenta


una vulnerabilidad extendida. Esta es derivada del empeoramiento de las condiciones
de vida que ha sucedido en el país en los últimos años, agravado además por las crisis
del combustible y el encaramiento de la pandemia del COVID 19.

Los hogares venezolanos más vulnerables agrupan a niños sin futuro, a jóvenes sin
presente, a adultos sin esperanza ni seguridad. El papel distribuidor de la asistencia
social del estado venezolano dibuja serias desigualdades territoriales priorizando a la
Gran Caracas sobre cualquier otra zona y excluyendo a grandes grupos de niños y jó-
venes. La carencia de los servicios públicos en las viviendas de las ciudades principales
ha tocado el fondo que antes se reservaba a los centros rurales y dispersos. Si bien
la vulnerabilidad laboral no se muestra elevada, la de ingresos sí lo hace y muestra
cómo afecta fuertemente al 40% de la población. La vulnerabilidad sanitaria es una
norma en el país, salvándose de ella solo un 2,3% de la población y la vulnerabilidad
educativa muestra como los miembros de los hogares que cuentan edades entre los
30 y los 59 años han quedado rezagados de la sociedad del conocimiento y se ven
imposibilitados para acompañar el estudio de los más jóvenes en el núcleo familiar.
También asoma el rostro más joven del déficit educativo que se perfila en la población
de entre 15 y 24 años y que sin duda será un problema de exclusión actual y futuro.
Todo esto nos habla de una severa vulnerabilidad asociada al ciclo de la vida en niños,
adolescentes y jóvenes, personas mayores, y de la necesidad imperiosa de mejorar
las capacidades formativas y orientar acciones económicas que eleven la calidad del
empleo al que accede o podría acceder el venezolano.

La medición de la vulnerabilidad en Venezuela, centrada en indicadores de déficit y


brechas sociales más sensibles y orientada por la medición de la pobreza multidimen-
sional (ENCOVI), nos habla en general de un mapa de hogares vulnerables que serían
los sujetos de atención prioritaria en una política social orientada al desarrollo. Para
dimensionar a esta población y analizarla de acuerdo a edad, sexo y ámbito geográfico
esperamos que este trabajo hay sido útil en su parte más descriptiva. En su parte más
analítica esperamos que haya sido efectivo en la comunicación de aspectos biográfi-
cos de los sujetos tipificados vulnerables, que combinan la trágica vulnerabilidad social
asociada a la pobreza con las complejas vulnerabilidades transnacionales.

Para finalizar nos hacemos la siguiente interrogante.

¿Qué hace que una persona en condición de pobreza sea más o menos vulnerable
que otra que también se encuentra en esa situación?

Podríamos responderla analizando los activos educativos y relacionales de los ho-


gares, y puede que dedicarse a ello sea un reto futuro. Pero podemos hacerlo prefigu-
rando la escasa estructura de oportunidades y la discrecional distribución de los pro-
gramas de protección estatal. También explorando las vulnerabilidades de los ciclos de
vida que se han instalado en el país guiados por las mediciones de pobreza con las que
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se cuenta. Hemos tomado este segundo camino y los hallazgos espantan.

Concluimos que el nivel de vulnerabilidad del venezolano es tal, que posiblemente


termine siendo la suerte la encargada de decidir quién es capaz de agarrarse del sal-
vavidas lanzado al azar desde la protección social gubernamental para no hundirse en
el mar de la pobreza.

Pueden los gobiernos ser parte del problema, y cuando lo son, la severidad de la
crisis institucional es mucho mayor. La cuerda, tensa y débil, que sostiene al país empo-
brecido continuara reventando por las partes más delgadas y quienes aún continúen
milagrosamente suspendidos mirarán hacia abajo, y agradecerán no haber sido ellos
quienes cayeran, aún.

Aquellas palabras de Amartya Sen sobre expandir la libertad y poder elegir aso-
ciadas al desarrollo humano, parecerán cada vez más incomprensibles y lejanas para
todos, y en especial para los más jóvenes.

Por eso es que a pesar de la significación de la familia, millones de venezolanos


han guardado pocas cosas en una maleta y han decidido probar suerte en otro país. En
ellos reconducirán una adaptación efectiva de acuerdo las nuevas realidades y al ca-
pital humano con el que cuenten. Esta es una renuncia que posiblemente nunca pueda
ser comprendida en su justa dimensión porque no tiene que ver con lo que existe, sino
con lo que pudo haber existido en la vida de los migrantes y en la de quienes dejaron
atrás. La familia siendo lo que más se valora, es justo lo que muchos han tenido que
alejar para buscar una posibilidad cierta de bienestar. Y también por esto, la segunda
razón de la migración es la reagrupación familiar. Primero se va algún miembro bus-
cando trabajar y luego este “se lleva” a sus familiares. La sensación de abandono de las
personas mayores que se quedan es un tema social a abordar.

¿Para qué medir la vulnerabilidad en un país con vastos grupos en pobreza extre-
ma? ¿No es esto acaso una acción redundante y ociosa conociendo de antemano la
realidad?

Al contrario, es precisamente cuando más hay que hacerlo porque esta medida de
naturaleza más especializada y de segundo nivel (construida en base a un diagnósti-
co de las condiciones de vida generalizada en el país), complejiza el problema de la
pobreza no solo en magnitudes sino en intensidades, y señala por dónde empezar a
reconstruir el país cuando esto sea posible.

Después de todo, de nada sirve una política social que no crea que es posible im-
pulsar cambios importantes en la vida de las personas aunque los prevea titánicos, y
que no apunte sus mayores esfuerzos a comenzar por hacerlo orientada a los sujetos
que se encuentran en condiciones de mayor fragilidad.

A pesar de que todos, de alguna u otra manera, seamos vulnerables.


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