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Las causas de la pobreza en el mundo son muchas y muy diversas. A pesar de los
avances de los últimos años por contribuir a su reducción, el número de personas que
sufren pobreza extrema en el mundo continúa siendo muy alto. Más de 1.300 millones
de personas viven en situación de pobreza en el mundo y la mitad de ellas son
menores de 18 años.
En muchos casos la situación de pobreza se puede llegar a perpetuar según los factores
que la acompañen. En este sentido el lugar de nacimiento, ser hombre o mujer,
pertenecer a una etnia o religión determinada, los factores socioeconómicos o la falta
de implicación de los países más desarrollados hacia los que están en desarrollo son
factores determinantes que condicionan el que, muchas personas que viven en
condiciones de extrema pobreza, no puedan salir adelante a pesar de los esfuerzos que
realizan.
Una vez conocido el ámbito mundial profundizaremos en la pobreza dentro del país y
su impacto en las comunidades.
Pobreza en el salvador.
En el Salvador, el artículo 1 de la Constitución de la Republica (1983) reconoce a la
persona humana como el origen y el fin de la actividad del Estado, y establece que es
su obligación asegurar el goce de la libertad, la salud, la cultura, el bienestar
económico y la justicia social de los habitantes. Es decir, en un sentido amplio, el
Estado tiene la obligación de asegurar las condiciones para que una persona pueda
tener un desarrollo integral, lo cual lo alcanzará solo si vive en condiciones fuera de
pobreza. Sin embargo, la falta de cumplimiento de esta disposición legal ha sido la
constante de la historia moderna democrática del país. Para analizar la pobreza en El
Salvador y su nivel de afectación producto de la crisis provocada por el COVID-19, es
importante evaluar el nivel de pobreza existente y la situación económica previo a la
pandemia.
La nueva metodología para medir la pobreza en El Salvador está basada en “la mejor
práctica internacional y, construida a partir de las aspiraciones y necesidades más
sentidas por la gente (STPP y MINEC-DIGESTYC, 2015), y a la vez El Salvador reconoce
que la pobreza se manifiesta en distintas dimensiones, restringiendo el desarrollo de
las capacidades de una persona, así ́ como sus oportunidades para vivir de manera
digna en la sociedad.” (UNICEF, 2015). Esta metodología de medición considera dentro
de su marco metodológico cinco dimensiones: la educación; las condiciones de vida; el
trabajo y seguridad social; salud, servicios básicos e inseguridad alimentaria y la calidad
del hábitat.
Las medidas sanitarias impuestas por el gobierno para gestionar la pandemia han
incluido como medida principal una cuarentena obligatoria y el cese de actividades
económicas, a excepciones de actividades fundamentales para cubrir necesidades
básicas como: alimentos y medicamentos, entre otros. En esta misma línea, de
acuerdo con la ESEN (2020), el 43.73% de los empleos formales está en riesgo, dado
que los sectores paralizados en la economía, “industria manufacturera y comercio,
restaurantes y hoteles, concentra la mitad del empleo formal del sector privado”. De
los 692,762 empleos atribuidos al sector formal, “303,000 empleos están en alto
riesgo”. Sumado a estos empleos, está la crisis fiscal del gobierno, el cual depende de
préstamos para pagar los salarios de junio de los 300,000 empleados púbicos.
Asimismo, los países con quienes El Salvador tiene relaciones comerciales y aquellos,
donde viven salvadoreños que envían remesas, ha sido grandemente impactados por
la pandemia; por lo que ellos también están implementando similares medidas
sanitarias y económicas que impactarán en sus economías, impactando la economía
salvadoreña. Por ejemplo, Estados Unidos quien es el principal socio del país, registró
una tasa de desempleo del 14.7% en el mes de abril, siendo la más alta desde la Gran
Depresión del año 1,930, que llegó al 25%.
La tasa de pobreza (basada en una línea de pobreza de US$ 5,5 por persona por día)
disminuyó del 39 por ciento en 2007 al 22,3 por ciento en 2019. La pobreza extrema,
medida en US$ 1,9 por día, descendió del 13 por ciento en 1995 al 1,5 por ciento en
2019. La reducción de la pobreza ha sido impulsada principalmente por los ingresos
laborales y trabajadores que han pasado de empleos de baja paga en agricultura a
empleos mejor pagados. En las zonas rurales, las remesas también han tenido un
impacto positivo, pero menor en comparación con los ingresos laborales.
El crimen y la violencia también han sido una amenaza para el desarrollo social y el
crecimiento económico en El Salvador y están entre los principales motivos para que
muchos salvadoreños migren. Sin embargo, las tasas de homicidios se han reducido
drásticamente desde agosto de 2019, posicionando los indicadores de violencia del
país hacia el promedio regional.
El país también tiene alta exposición al riesgo de eventos naturales adversos, incluidos
terremotos y erupciones volcánicas, y es altamente vulnerable a los impactos del
cambio climático, incluido el aumento de inundaciones, sequías y tormentas tropicales,
las cuales afectan de manera desproporcionada a las poblaciones pobres y vulnerables.
A pesar de estos desafíos, El Salvador tiene un gran potencial para impulsar su
crecimiento económico. La ubicación estratégica del país, con acceso a muchos
mercados, una fuerza laboral en crecimiento y una base industrial sólida, podría
ayudar a expandir el comercio para lograr un crecimiento más fuerte e inclusivo. Los
objetivos de desarrollo podrían lograrse con un compromiso a largo plazo con
reformas estructurales, la creación de empleos de calidad y la inversión en capital
humano.
Debido que El Salvador es uno de los países más pequeños alrededor del mundo
podría llegarse a la conclusión que su índice de pobreza alcanza cifras bajas.
Sin embargo, a pesar de sus recursos altamente rentables, la tasa de pobreza afecta en
gran medida a ciertos municipios en donde sus habitantes no logran cubrir los gastos
de la canasta básica por lo que es necesario saber cuáles son los municipios más
pobres de El Salvador.