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Introducción

El presente trabajo tiene como objetivo orientar y sensibilizar al estudiante en cuanto


al tema de sentimientos comunitarios, desarrollo comunitario y diagnóstico
comunitario, su propósito es desarrollar y fortalecer las competencias de los
estudiantes, para el correcto desempeño y desarrollo como profesionales en el campo
de la acción social, y de esta manera puedan asumir roles basados en el conocimiento
como líderes de proyectos, así como también en la correcta administración de los
recursos, contribuyendo y entendiendo a las comunidades o donde se identifique una
necesidad, con el propósito de mejorar la calidad de vida de sus miembros.

Los trabajos comunitarios o actos comunitarios no sólo fortalecen lazos de fraternidad


con la entidad o las personas o persona vulnerables a la cual se valla a brindar la
ayuda, sino también sensibilizan el sentido humano el cual consiste en la búsqueda de
la felicidad de los demás con actitud de servicio, vocación, amabilidad y comprensión
de las diversas situaciones, enriqueciendo nuestro lado afectivo, emocional y sentido
social de respeto y responsabilidad social. A través de la metodología para el trabajo
comunitario, se pretende que el estudiante identifique las etapas para el desarrollo de
un proyecto de acción social y cumpla con el proceso de desarrollo social, sirviendo de
ejemplo a la comunidad y lo suficientemente motivada para continuar solucionando
cada una de las necesidades detectadas con la elaboración del autodiagnóstico o
diagnóstico participativo. La idea es que el estudiante se capacite para motivar,
propiciar y gestionar el proceso de la comunidad, para que esta sea gestora de su
propio desarrollo, lo que implica planear y ejecutar proyectos sociales acordes con sus
necesidades identificadas y prioritarias.

Una aproximación al concepto de sentimiento de comunidad por parte de Adler “ver


con los ojos de otro, oír con los oídos de otro y sentir con el corazón de otro”
Marco Teórico (antecedentes)

Las causas de la pobreza en el mundo son muchas y muy diversas. A pesar de los
avances de los últimos años por contribuir a su reducción, el número de personas que
sufren pobreza extrema en el mundo continúa siendo muy alto. Más de 1.300 millones
de personas viven en situación de pobreza en el mundo y la mitad de ellas son
menores de 18 años.

De manera genérica entendemos por pobreza la falta de medios económicos de una


persona, sin embargo, en el siglo XXI este término ha adquirido una dimensión mucho
mayor y delimitarlo únicamente al nivel de ingresos no ofrece una visión real de la
situación que sufren las personas en situación de pobreza. Para poder entenderlo
mejor tenemos que hablar de una pobreza multidimensional que tiene en cuenta la
falta de derechos y acceso a los servicios básicos como agua y saneamiento, la salud, la
educación y una alimentación adecuada.

La pobreza es un mal histórico, una lacra que ha acompañado siempre a la humanidad.


Para encontrar las causas que la provocan hay que remontarse siglos atrás, a la época
del colonialismo, de la esclavitud, de la explotación indiscriminada de los recursos de
los países ocupados, de las guerras. Es por tanto un fenómeno que se ha desarrollado
en diferentes períodos históricos y que se manifiesta con diferente intensidad y con
distinta cara según las distintas áreas a las que nos refiramos. Aunque no podemos
ignorar la pobreza de las áreas urbanas, el mayor número de personas que sufren
pobreza vive en las zonas rurales de estados que ya de por sí, son pobres.

Las principales causas de pobreza en el mundo

En la actualidad muchas de las causas de la pobreza son las históricamente heredadas,


agravadas además por el paso del tiempo. Si las observamos nos daremos cuenta de
que todas ellas tienen un rasgo en común y es que generan desigualdad:

1. Los conflictos bélicos y la violencia.

2. Los efectos del cambio climático.


3. La carencia de asistencia médica adecuada.

4. La falta de acceso a educación.

5. La falta de acceso a agua potable y saneamiento.

6. Las deficiencias nutricionales en la alimentación.

En muchos casos la situación de pobreza se puede llegar a perpetuar según los factores
que la acompañen. En este sentido el lugar de nacimiento, ser hombre o mujer,
pertenecer a una etnia o religión determinada, los factores socioeconómicos o la falta
de implicación de los países más desarrollados hacia los que están en desarrollo son
factores determinantes que condicionan el que, muchas personas que viven en
condiciones de extrema pobreza, no puedan salir adelante a pesar de los esfuerzos que
realizan.

Una vez conocido el ámbito mundial profundizaremos en la pobreza dentro del país y
su impacto en las comunidades.
Pobreza en el salvador.
En el Salvador, el artículo 1 de la Constitución de la Republica (1983) reconoce a la
persona humana como el origen y el fin de la actividad del Estado, y establece que es
su obligación asegurar el goce de la libertad, la salud, la cultura, el bienestar
económico y la justicia social de los habitantes. Es decir, en un sentido amplio, el
Estado tiene la obligación de asegurar las condiciones para que una persona pueda
tener un desarrollo integral, lo cual lo alcanzará solo si vive en condiciones fuera de
pobreza. Sin embargo, la falta de cumplimiento de esta disposición legal ha sido la
constante de la historia moderna democrática del país. Para analizar la pobreza en El
Salvador y su nivel de afectación producto de la crisis provocada por el COVID-19, es
importante evaluar el nivel de pobreza existente y la situación económica previo a la
pandemia.

La nueva metodología para medir la pobreza en El Salvador está basada en “la mejor
práctica internacional y, construida a partir de las aspiraciones y necesidades más
sentidas por la gente (STPP y MINEC-DIGESTYC, 2015), y a la vez El Salvador reconoce
que la pobreza se manifiesta en distintas dimensiones, restringiendo el desarrollo de
las capacidades de una persona, así ́ como sus oportunidades para vivir de manera
digna en la sociedad.” (UNICEF, 2015). Esta metodología de medición considera dentro
de su marco metodológico cinco dimensiones: la educación; las condiciones de vida; el
trabajo y seguridad social; salud, servicios básicos e inseguridad alimentaria y la calidad
del hábitat.

En relación al nivel de pobreza, de acuerdo con la Encuesta de Hogares de Propósitos


Múltiples - EHPM (DIGESTYC, 2019), el 22.8% de los hogares se encontraban en
pobreza monetaria, de los cuales, 4.5% en pobreza extrema y 18.3% en pobreza
relativa, cifra muy por debajo de la presentado en la EHPM del 2018 (DIGESTYC, 2018),
en donde el 26.3% de los hogares vivían en condiciones de pobreza (5.7% en pobreza
extrema y 20.6% en pobreza relativa). Además, como es de esperar por el poco
desarrollo del área rural, la pobreza es mucho más alta que en el área urbana, para el
2019 fue de 24.8% y 21.7% respectivamente, cifras mucho más bajas que las
reportadas en el 2018, las cuales fueron de 30% en el área rural y 24.1% en el área
urbana.
El Salvador tiene una estructura económica basada en el sector terciario, con gran
dependencia de las remesas y un creciente sector informal que, según estimaciones de
la ESEN (2020), incluye aproximadamente el 70% de los trabajos. Además, existe una
“brecha de ingresos importantes entre sectores, con ingresos promedios mensuales de
$503 dólares en el sector formal y de $245 en el informal” ESEN (2020). Sin duda
alguna el escenario del COVID 19, viene a ponerle una carga importante al desempeño
de la economía, impactando a los estratos más pobres.

Las medidas sanitarias impuestas por el gobierno para gestionar la pandemia han
incluido como medida principal una cuarentena obligatoria y el cese de actividades
económicas, a excepciones de actividades fundamentales para cubrir necesidades
básicas como: alimentos y medicamentos, entre otros. En esta misma línea, de
acuerdo con la ESEN (2020), el 43.73% de los empleos formales está en riesgo, dado
que los sectores paralizados en la economía, “industria manufacturera y comercio,
restaurantes y hoteles, concentra la mitad del empleo formal del sector privado”. De
los 692,762 empleos atribuidos al sector formal, “303,000 empleos están en alto
riesgo”. Sumado a estos empleos, está la crisis fiscal del gobierno, el cual depende de
préstamos para pagar los salarios de junio de los 300,000 empleados púbicos.

Asimismo, los países con quienes El Salvador tiene relaciones comerciales y aquellos,
donde viven salvadoreños que envían remesas, ha sido grandemente impactados por
la pandemia; por lo que ellos también están implementando similares medidas
sanitarias y económicas que impactarán en sus economías, impactando la economía
salvadoreña. Por ejemplo, Estados Unidos quien es el principal socio del país, registró
una tasa de desempleo del 14.7% en el mes de abril, siendo la más alta desde la Gran
Depresión del año 1,930, que llegó al 25%.

Considerando lo anterior, no cabe duda que la coyuntura mundial actual provocada


por la pandemia COVID-19, la situación particular de El Salvador y los daños dejados
por la tormenta tropical “Amanda” que impactó al país a finales de mayo 2020,
afectarán las variables que influyen en los niveles de pobreza de los salvadoreños. La
pregunta es ¿qué tanto se espera que aumente la pobreza?

El país más pequeño de Centroamérica, El Salvador ocupa el tercer lugar en cantidad


de población (6,5 millones) entre los seis países centroamericanos. Es el país más
densamente poblado de Centroamérica y se ubica en el percentil 83 a nivel mundial en
términos de densidad de población.

La tasa de pobreza (basada en una línea de pobreza de US$ 5,5 por persona por día)
disminuyó del 39 por ciento en 2007 al 22,3 por ciento en 2019. La pobreza extrema,
medida en US$ 1,9 por día, descendió del 13 por ciento en 1995 al 1,5 por ciento en
2019. La reducción de la pobreza ha sido impulsada principalmente por los ingresos
laborales y trabajadores que han pasado de empleos de baja paga en agricultura a
empleos mejor pagados. En las zonas rurales, las remesas también han tenido un
impacto positivo, pero menor en comparación con los ingresos laborales.

Impulsado por un crecimiento favorable a los pobres y más prosperidad compartida, El


Salvador se convirtió en el país más igualitario de América Latina y el Caribe (ALC). El
índice de Gini cayó de 0,54 en 1998 a 0,38 en 2019, el más bajo de la región. En las
áreas urbanas, la reducción de la desigualdad fue impulsada por los ingresos laborales,
mientras que en las áreas rurales fue impulsada por los ingresos principalmente por
pensiones y remesas.

El crimen y la violencia también han sido una amenaza para el desarrollo social y el
crecimiento económico en El Salvador y están entre los principales motivos para que
muchos salvadoreños migren. Sin embargo, las tasas de homicidios se han reducido
drásticamente desde agosto de 2019, posicionando los indicadores de violencia del
país hacia el promedio regional.

El país también tiene alta exposición al riesgo de eventos naturales adversos, incluidos
terremotos y erupciones volcánicas, y es altamente vulnerable a los impactos del
cambio climático, incluido el aumento de inundaciones, sequías y tormentas tropicales,
las cuales afectan de manera desproporcionada a las poblaciones pobres y vulnerables.
A pesar de estos desafíos, El Salvador tiene un gran potencial para impulsar su
crecimiento económico. La ubicación estratégica del país, con acceso a muchos
mercados, una fuerza laboral en crecimiento y una base industrial sólida, podría
ayudar a expandir el comercio para lograr un crecimiento más fuerte e inclusivo. Los
objetivos de desarrollo podrían lograrse con un compromiso a largo plazo con
reformas estructurales, la creación de empleos de calidad y la inversión en capital
humano.

Debido que El Salvador es uno de los países más pequeños alrededor del mundo
podría llegarse a la conclusión que su índice de pobreza alcanza cifras bajas.

Sin embargo, a pesar de sus recursos altamente rentables, la tasa de pobreza afecta en
gran medida a ciertos municipios en donde sus habitantes no logran cubrir los gastos
de la canasta básica por lo que es necesario saber cuáles son los municipios más
pobres de El Salvador.

En El Salvador se registran cerca de 20 municipios en donde la pobreza alcanza límites


preocupantes. Según un documento de la Universidad Tecnológica de El Salvador, del
total de municipios en riesgo se estima que cerca del 30% de hogares viven en
condiciones precarias. La pobreza muestra un índice más elevado en el departamento
de Morazán en donde casi un 17.5 de un total del 43.1 de la población se ve en
dificultades para solventar sus gastos alimenticios y personales.

Otros departamentos como Chalatenango, San Vicente, Ahuachapán y Cabañas se


clasifican por tener los municipios más pobres de El Salvador. De acuerdo con una
investigación del programa Red Solidaria junto al Fondo de Inversión Social para el
Desarrollo Local de El Salvador, los municipios Ojos de Agua y San José Cancasque en
Chalatenango presentan una tasa del 40.8 de pobreza. En Morazán los municipios de
San José y Joateca rosan un 43.1 de pobreza entre sus habitantes. Ahuachapán
presenta solamente el municipio de Guaymango con un índice del 40.08% sobre el
total de población. Santa Clara en San Vicente se ubica con una tasa del 44.6%
mientras que Jutiapa en Cabañas se une a la lista con un 43.7% de índice de pobreza.
De acuerdo con investigaciones gubernamentales de la mano con universidades
nacionales, las muestras tomadas a estos municipios manifiestan que la canasta básica
consta únicamente de maíz, frijol y arroz. La mayoría de los niños presentan
desnutrición y elevados niveles de morbilidad por enfermedades causadas por las
circunstancias de su condición.

www.elsalvadormipais.com. (s.f.). www.elsalvadormipais.com. Recuperado el 30 de


marzo de 2022, de https://www.elsalvadormipais.com/municipios-mas-pobres-
de-el-salvador

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