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A. DE LA PREHISTORIA AL REINADO DE LOS PRIMEROS BORBONES.

TEMA 1. LA PREHISTORIA Y LA EDAD ANTIGUA EN LA PENÍNSULA IBÉRICA.

1.1. El Paleolítico y el Neolítico.

La Prehistoria es el periodo cronológico que abarca desde la aparición de los primeros seres humanos
(2'5 m. a.) hasta la aparición de la escritura (3500 a.C.) cuyas únicas fuentes de conocimiento son
puramente arqueológicas.

Este gran periodo de la humanidad, el más largo, en España abarca desde hace 1,2 millones de años
hasta finales del siglo III a.C., con la conquista romana. Convencionalmente ha sido dividido en diversas
fases atendiendo a cuestiones materiales, económicas y sociales.

El primero de estos periodos en la península es el Paleolítico (1.200.000- 6000 a. C), un periodo


caracterizado por grupos humanos de pequeñas dimensiones, que se desplazaban habitualmente en
busca de recursos de manera estacional (nomadismo), poseedores de una economía predadora (caza,
recolección, carroñeo, pesca).

Los protagonistas de este periodo son varios representantes del género Homo. Durante el Paleolítico
Inferior (1'2 m.a.-125000 a.C.) existe presencia de Homo antecessor y Homo heidelbergensis, ambos con
importantes registros en el yacimiento de Atapuerca (Burgos). El Paleolítico Medio (200000-35000 a. C.)
está protagonizado por el Homo neanderthalensis, presente en Atapuerca, Gibraltar, etc. A partir del
35000 a.C. llega a la península el Homo sapiens cuya ventaja evolutiva le permitirá colonizar todos los
territorios hasta la desaparición de los neandertales.

Hacia periodo entre el 10000-9000 a.C. se produjo el deshielo de la última glaciación, lo que supuso un
cambio climático a escala planetaria. Los grupos Mesolíticos (periodo transición entre Paleolítico y
Neolítico) se adaptaron a este nuevo medio cambiando hábitos y conductas.

Hacia el 6000 a. C. hizo su entrada en la Península el cambio socio-económico que definiría la nueva
etapa: El Neolítico. Se trata de un periodo en el que los grupos humanos son capaces de producir su
propio alimento mediante la agricultura y la ganadería, actividades con origen en Oriente Próximo.

Junto con las actividades agrarias se inició la sedentarización, el aumento de población y la desigualdad
social, así como la diversificación de la cultura material dado que se comienzan a requerir hoces,
molinos, etc. Mención aparte requiere la cerámica que tiene su origen en este periodo, pues supuso un
gran avance a la hora de almacenar alimentos, y de prepararlos.

Hacia el IV milenio a.C. la cultura neolítica se expande por toda la Península con asentamientos alejados
de la costa mediterránea, en País Vasco, el valle del Ebro, o las dos Mesetas.

Uno de los rasgos más sintomáticos de la aparición del Homo sapiens fue la aparición de las
manifestaciones artísticas, que en la Península Ibérica tienen presencia desde el año 35000 a.C.
Especialmente en la franja cantábrica. La temática es casi única: los grandes animales a los que debía
enfrentarse en el ejercicio de la caza. Bisontes y caballos constituyen las figuras mayoritariamente
pintadas.

Predominan las figuras aisladas representadas con un marcado naturalismo, aunque también aparecen
manos, signos, etc. Las figuras están casi siempre representadas en las zonas más recónditas y oscuras
de las cueva.

En el Neolítico, en la franja levantina, surge el arte rupestre levantino, que se caracteriza por las figuras
monocromas que forman escenas, en las que el ser humano es protagonista; aparece representado de
manera muy estilizada, casi esquemática, realizando todo tipo de actividades: caza, guerra, recolección,
rituales, etc.
1.2. Los pueblos prerromanos y las colonizaciones de los pueblos del Mediterráneo.

Llamamos pueblos prerromanos a las poblaciones que encontraron los romanos en la Península. Su
origen está en las invasiones indoeuropeas producidas entorno al 1200 a.C. y las poblaciones
preexistentes, dando como resultado diferentes culturas en la denominada Edad del Hierro, la cual se
puede dividir en dos fases.

En la I Edad del Hierro destaca Tartesos, una cultura ubicada en el Suroeste peninsular, que contaba
con una sociedad jerarquizada y organizada en diferentes territorios y una economía pujante gracias
a la minería y la orfebrería, como atestiguan yacimientos como el de Cancho Roano (Badajoz) o el
Tesoro del Carambolo (Sevilla).

El desarrollo de Tartesos fue posible gracias al comercio con los fenicios, un pueblo colonizador
(originarios del actual Líbano) que fundó ciudades como Gadir (Cadíz), además de aportar un alfabeto
y avances técnicos como el torno de alfarero.

El colapso fenicio, en torno al 500 a.C. facilitó su sustitución por la influencia griega, fundando las
colonias de Ampurias y Rosas, y contando con una gran influencia comercial y cultural.

Las nuevas colonizaciones posibilitaron el auge de otros pueblos autóctonos, entre los que destacan
los Iberos, en el Este y Sur peninsular, con un desarrollo sociopolítico y económico superior al del
resto de pueblos peninsulares, aunque no formaban una unidad política.

El resto de la península estaba ocupada por sociedades castreñas como la de los Celtíberos, Astures,
Lusitanos… con sociedades gentilicias, estratificadas en castas y cuyo desarrollo se vio cortado por la
conquista romana a partir de 218 a.C.

1.3. La Hispania romana.

La presencia romana en la península debe enmarcarse en la pugna por el control del Mediterráneo
occidental entre las dos grandes potencias del momento, Roma y Cartago, y en el estallido de la 2ª
guerra entre ambas. Dicho conflicto tendrá como detonante la violación del Tratado del Ebro (226 a.C.).

La conquista romana de la península se divide en varias etapas, coexistiendo periodos de gran actividad
bélica con otros de parón y consolidación de las conquistas:

• Primera etapa (218-197 a.C.). Los romanos desembarcan en Hispania en el año 218 a.C. en la ciudad
de Ampurias. Durante esta primera fase, Roma ocupa el área ibérica (Levante y sur peninsular).

• Segunda etapa (154-133 a.C.). Roma conquista el centro y oeste peninsular mientras aumenta la
resistencia de los pueblos de estas zonas. Destacaron el jefe lusitano Viriato con su táctica de
guerrillas (acabó siendo asesinado) y la gran resistencia de la población celtíbera de Numancia hasta
su rendición en el 133 a.C.

• Tercera etapa o guerras cántabro-astures (29-19 a.C.). Terminan cuando el emperador Augusto domina
a los galaicos, astures, cántabros y vascones.

La romanización es la asimilación de la cultura y la forma de vida romana por parte de los pueblos
conquistados. Se inicia antes de concluir la conquista total y fue un proceso discontinuo: la zona más
romanizada fue el área ibérica, pero el área central y oeste de la península fue más difícil de romanizar y
el grado de romanización era casi nulo en el norte de la Península. La extensión de la cultura romana se
llevó a cabo por distintos cauces: la extensión de la vida urbana, el asentamiento de ciudadanos
romanos, la inclusión en el ejército de tropas peninsulares, la concesión de la ciudadanía romana a los
indígenas, etc.
El legado cultural romano en la península es gigantesco aunque en él puedan destacarse los siguientes
elementos:

• El latín. Lengua oficial (latín culto) y privada (latín vulgar) base de las lenguas romances posteriores
(castellano, gallego y catalán). El resto de las lenguas vernáculas de origen indoeuropeo y céltico
desaparecieron (excepto el euskera).

• Articulación del territorio: La civilización romana se estructura a partir de la existencia de ciudades


que ordenan el territorio y permiten su control y explotación. Dicho modelo llega a Hispania y
permite la aparición de muchas urbes que perviven aún en nuestros días

Con el paso del tiempo, la necesidad de mejorar el control y la explotación del territorio hicieron que el
territorio peninsular, Hispania, fuese dividida en provincias.

La última división provincial incluía 6 territorios: Tarraconensis, Gallaecia, Lusitania, Baetica,


Cartaginensis y Ballearica.

Por otra parte, era necesario articular dicho territorio con una tupida red de calzadas que permitían el
rápido desplazamiento de personas, mercancías e información en la península y también con el exterior.

• El derecho romano. Base de las relaciones de tipo público y privado, que con diferentes
adaptaciones, sigue aún vigente y es fundamental para entender nuestra ordenación jurídica.

• Religión. El cristianismo se extiende por todo el imperio desde principios del S.IV d.C. cuando es
permitido (Edicto de Milán), y sobre todo desde que se convierte en la religión oficial a finales del
S.IV d.C. (Edicto de Teodosio). El politeismo irá desapareciendo tanto en el Imperio como en
Hispania, apareciendo una iglesia cristiana cada vez más poderosa y más cercana al poder, tanto
que sin ella es imposible entender todos los periodos históricos posteriores.

• En el ámbito económico, la romanización supuso la inclusión de la Península ibérica en un circuito


comercial que conectaba todo el mar Mediterráneo y gran parte de Europa, desarrollando la
agricultura y otro tipo de actividades como las pesquerías en el sur o la minería (Las Médulas)

1.4. La monarquía visigoda.

Ante la debilidad del Imperio Romano los pueblos que vivían al norte de sus fronteras, llamados
“bárbaros” por los romanos, fueron penetrando dentro del territorio del Imperio. En muchos casos son
pueblos muy romanizados que mantienen relaciones amistosas con Roma e incluso son utilizados por el
imperio a su servicio.
La crisis del Imperio será aprovechada por estos pueblos que incumplen sus tratados de amistad con
Roma, invaden, conquistan y se asientan en territorio romano y, finalmente, crean sus propios reinos.

En el año 409 d.C. Suevos, Vándalos y Alanos penetraron en la Península Ibérica; los romanos pidieron
ayuda a los visigodos quienes obtendrían a cambio de expulsar a los bárbaros territorios en el sur de la
Galia y en Hispania.
Los visigodos entran en la Península (416 d.C) como pueblos federados de Roma, expulsando a Alanos y
Vándalos y haciéndose con el control de gran parte de la península. Tras este triunfo, establecen un reino
con capital en Toulouse (sur de la Galia). Sin embargo, otro pueblo germánico, los Francos, pugnan por el
territorio de la antigua Galia y finalmente expulsan a los Visigodos tras derrotarlos en la batalla de Vouillé,
en el año 507. Éstos se retiran a sus territorios de la Península Ibérica, estableciendo como nueva capital
la ciudad de Toledo.
Su organización política se sustentaba en una monarquía de carácter electivo, característica que
fomentará enfrentamientos armados entre los distintos bandos nobiliarios cuando fallezcan los reyes y
que explica en gran medida la inestabilidad del reino.

En el reino visigodo había tres instituciones fundamentales:

● Aula Regia (organismo heredero del consejo de ancianos, que era una asamblea de carácter
consultivo integrado por magnates – alta nobleza visigoda- )
● Officium Palatinum (integrado dentro del Aula Regia, lo constituían los nobles de mayor
confianza al frente de la administración central).
● Los Concilios, asambleas de carácter religioso donde participan las jerarquías eclesiásticas. Con
el paso del tiempo (III Concilio de Toledo) adquirirán mayor relevancia.

Los visigodos mantuvieron la división provincial de los romanos y cada provincia era administrada por un
dux (duque). Después, cada provincia se dividía en territorios y ciudades bajo la autoridad de un comes
civitatis (conde).

Durante este periodo destaca la obra de 3 monarcas:

● Leovigildo, logró la conquista del noroeste peninsular (Suevos), aumentó el control del norte
(vascones y cántabros) y la reducción del territorio sureste ocupado por el Imperio Bizantino.

● Recaredo, en el tercer Concilio de Toledo, se acabó convirtiendo al catolicismo (589 d.C), y con él
todos los visigodos, logrando así la unidad religiosa. Desde entonces los concilios de Toledo se
convierten en asambleas estatales en las que participan la iglesia, la alta nobleza y los dirigentes
territoriales, y en las que se tratan aspectos de naturaleza religiosa pero también política. Estas
asambleas político religiosas de la monarquía visigótica eran convocadas por el rey y presididas
por el arzobispo más antiguo (posteriormente por el de Toledo). Entre estas cuestiones no
estrictamente religiosas estuvieron las normas para la elección de los reyes, la aprobación de los
destronamientos o la condena a los rebeldes

● Recesvinto realizó la recopilación de toda la legislación previa (tanto romana como visigótica) en
el Liber Iudiciorum o Código de Recesvinto (654 d.C). Entre otras muchas cosas, el código supuso
el fin de la separación de la población en función de su origen hispano o visigodo.

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