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Evangelio

El Evangelio (del latín evangelĭum, y este del griego εὐαγγέλιον [euangelion], «buena
noticia», propiamente de las palabras εύ, «bien», y -αγγέλιον, «mensaje») es la narración de
la vida y palabras de Jesús, es decir la buena nueva del cumplimiento de la promesa hecha
por Dios a Abraham, Isaac y Jacob de que redimiría a su descendencia del pecado1

Hechos 13:32 Y nosotros también os anunciamos el evangelio de aquella


promesa hecha a nuestros padres,

por medio de la muerte de su Hijo unigénito Jesucristo,2

salmos 130:8 Y él redimirá a Israel De todos sus pecados.

quien moriría en expiación por el pecado de toda la Humanidad3

y resucitaría al tercer día4

Salmos 16:10 Porque no dejarás mi alma en el Seol, Ni permitirás que tu santo


vea corrupción.

para dar arrepentimiento y perdón de los pecados a todo aquel que crea en él.5

Lucas 24:47 y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de


pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.

Los evangelistas consideran que estos eventos fueron predichos por los profetas en el
Antiguo Testamento.6 Entre otros, David profetizó que Jesús resucitaría al tercer día sin ver
corrupción;4 David murió y su cuerpo vio corrupción7 y su tumba está en el monte Sion,
pero Jesús resucitó al tercer día8 cumpliendo la profecía de su resurrección y su tumba está
vacía y es conocida como el Santo Sepulcro. Este es el evangelio que predicaban los
primeros discípulos de Jesús.9

En un sentido más general, el término evangelio puede referirse a los evangelios, que son
escritos de los primeros cristianos que recogen las primigenias predicaciones de los
discípulos de Jesús de Nazaret. Siendo el núcleo central de su mensaje la muerte y
resurrección de Jesús. Son cuatro los evangelios contenidos en el Nuevo Testamento de la
Biblia cristiana, llamados evangelios canónicos, reconocidos como parte de la Revelación
por las diferentes confesiones cristianas. Son conocidos con el nombre de sus autores:
Mateo, Marcos, Lucas y Juan.

La mayoría de los expertos consideran que estos cuatro evangelios fueron escritos entre los
años 65 y 100 d. C., aunque otros expertos proponen fechas más tempranas.1011
Existen otros escritos, conocidos como evangelios apócrifos, no reconocidos como
canónicos por las iglesias cristianas actuales, de manera que estos evangelios apócrifos no
son aceptados como fidedignos, ni como textos inspirados por la divinidad. Pero sí fueron
considerados «escritura» por algunas de las facciones en que se dividió el cristianismo
durante los primeros siglos de su historia, especialmente por la corriente gnóstica, que fue
la que aportó la mayor parte de estos textos, y por comunidades cristianas que conservaron
una ligazón más estrecha con la tradición judía de la que surgió el cristianismo. Este último
es el caso del evangelio de los hebreos y el evangelio secreto de Marcos, que diversos
autores (como Morton Smith) datan como contemporáneos de los evangelios canónicos y
aun como fuente de algunos de estos. Debido a este tipo de debates, hay autores que
prefieren hablar de «evangelios extracanónicos», en vez de «apócrifos», para evitar un
término que implica a priori la falsedad de los textos. El evangelio de Tomás es incluso
datado por algunos expertos en el año 50 dC, hipótesis que lo convertiría en el más antiguo
conocido.121314

Origen del término


La palabra «evangelio» es empleada por primera vez en los escritos de las primeras
comunidades cristianas por Pablo de Tarso, en la primera carta a los corintios,15 redactada
probablemente en el año 57:

El Evangelio es el relato de vida y enseñanzas de Jesús. También habla del amor que Dios
muestra a la humanidad mandando a su único Hijo Jesucristo a redimir el mundo. Es así
que muere por nuestros pecados; es sepultado y al tercer día resucita de entre los muertos
conforme él mismo lo había predicho. Se aparece a sus doce apóstoles (además de otras
personas), durante cuarenta días. Con su muerte se restauran los lazos de amor quebrados
desde la desobediencia de los primeros padres y se abren las puertas del cielo (que hasta ese
momento se encontraban cerradas) en beneficio de todos aquellos que sigan su palabra, esto
es "El amor a Dios por sobre todas las cosas y el amor al prójimo como a sí mismo".

Con el mismo "sentido" aparece la palabra en el evangelio de Mateo16 y en el evangelio de


Marcos.17 Posiblemente esta palabra sea la traducción al griego de una expresión aramea
empleada en su predicación por Jesús de Nazaret, pero no existen datos concluyentes. En
total, la expresión «evangelio» es usada en setenta y seis ocasiones en el Nuevo
Testamento. Es significativo que sesenta de ellas tengan lugar en las cartas de Pablo, y que
no exista ninguna mención del término en el evangelio de Juan y en el Evangelio de Lucas,
aunque sí aparece en los Hechos de los Apóstoles, atribuidos a Lucas. El número de
menciones de cada término es el siguiente:18

Evangelios canónicos
Del elevado número de evangelios escritos en la Antigüedad, solo cuatro fueron aceptados
por la Iglesia y considerados canónicos. Establecer como canónicos estos cuatro evangelios
fue una preocupación central de Ireneo de Lyon, hacia el año 185. En su obra más
importante, Adversus haereses, Ireneo criticó con dureza tanto a las comunidades cristianas
que hacían uso de un solo evangelio, el de Mateo, como a los que aceptaban varios de los
que hoy son considerados como evangelios apócrifos, como la secta gnóstica de los
valentinianos. Ireneo afirmó que los cuatro evangelios por él defendidos eran los cuatro
pilares de la Iglesia. «No es posible que puedan ser ni más ni menos de cuatro», declaró,
presentando como lógica la analogía con los cuatro puntos cardinales, o los cuatro vientos
(1.11.18). Para ilustrar su punto de vista, utilizó una imagen, tomada de Ezequiel 1, del
trono de Dios flanqueado por cuatro criaturas con rostros de diferentes animales (hombre,
león, toro, águila), que están en el origen de los símbolos de los cuatro evangelistas en la
iconografía cristiana.

Tres de los evangelios canónicos, Marcos, Mateo y Lucas, presentan entre sí importantes
similitudes. Por la semejanza que guardan entre sí se denominan sinópticos desde que, en
1776, el estudioso J. J. Griesbach los publicó por primera vez en una tabla de tres
columnas, en las que podían abarcarse globalmente de una sola mirada (synopsis, «vista
conjunta»), para mejor destacar sus coincidencias.

Origen de los evangelios canónicos

La historia del desarrollo de los evangelios es confusa, existiendo varias teorías acerca de
su composición, como se expone a continuación. Los análisis de los estudiosos se han
centrado en lo que se llama el problema sinóptico, es decir, las relaciones literarias
existentes entre los tres evangelios sinópticos, Mateo, Lucas y Marcos.

La teoría que ha obtenido el mayor consenso es la «teoría de las dos fuentes».

Teoría de las dos fuentes

Las diferencias y semejanzas entre los evangelios sinópticos se han explicado de diferentes
formas. Una de las teorías no comprobadas, es la llamada «teoría de las dos fuentes». Según
esta teoría, Marcos sería el evangelio más antiguo de los tres, y que habría sido utilizado
como fuente por Mateo y Lucas, lo que puede explicar la gran cantidad de material común
a los tres sinópticos, sin embargo, dado que los evangelios fueron escritos en tiempo y
lugares diferentes, no habría sustento en ello. Entre Lucas y Mateo se han observado
coincidencias que no aparecen en Marcos y que se han atribuido a una hipotética fuente Q
(del alemán Quelle, fuente) o protoevangelio Q, que consistiría básicamente en una serie de
logia («dichos», es decir, «enseñanzas» de Jesús), sin elementos narrativos. El
descubrimiento en Nag Hammadi del evangelio de Tomás, recopilación de dichos
atribuidos a Jesús, contribuye a consolidar la hipótesis de la existencia de la fuente Q.

La existencia de Q fue defendida por los teólogos protestantes Weisse (Die evangelische
Geschichte kritisch und philosopisch bearbeitet, 1838), y Holtzmann (Die Synoptischen
Evangelien, 1863), y desarrollada posteriormente por Wernle (Die synoptische Frage,
1899), Streeter (The Four Gospels: A Study of Origins, treating of the manuscript tradition,
sources, authorship, & dates, 1924), quien llegó a postular cuatro fuentes (Marcos, Q, y
otras dos, que denominó M y L) y J. Schmid (Matthäus und Lukas, 1930). Aunque para
Dibelius y Bornkann pudo tratarse de una tradición oral, lo más probable es que se tratase
de una fuente escrita, dada la coincidencia a menudo literal entre los evangelios de Mateo y
Lucas. También se ha considerado probable que el protoevangelio Q fuera redactado en
arameo, y traducido posteriormente al griego.

Si bien la fuente Q es una hipótesis de los eruditos para intentar explicar el problema
sinóptico, esta colección de dichos de Jesús —también conocido modernamente como
Logia— era de lectura y estudio cotidiano en la iglesia primitiva y Lucas la menciona en
Hechos de los Apóstoles como “Las Palabras del Señor”. De tal forma la hipótesis de Q y
de Logia adquiere sustancia.

Otras teorías

Existen otras hipótesis que prescinden de la existencia de una fuente Q. De estas, algunas
afirman la prioridad temporal de Mateo y otras consideran que Marcos fue el primer
evangelio. Las más destacadas son las siguientes:

 La hipótesis propuesta por Farrer postula que el evangelio de Marcos se escribió


primero y fue utilizado como fuente por Mateo. Lucas, en una tercera etapa, habría
utilizado ambos como fuentes.

 La hipótesis de Griesbach da prioridad al evangelio de Mateo. Lucas lo habría


utilizado como fuente, y, finalmente, Marcos habría hecho uso de los dos
precedentes. Fue propuesta por Johann Jakob Griesbach en 1789.

 La hipótesis agustiniana sostiene que Mateo fue el primer evangelio, seguido de


Marcos y de Lucas, y que cada evangelista utilizó el precedente como fuente. Esta
es la teoría más próxima a los planteamientos de los Padres de la Iglesia, y la más
frecuente en la tradición católica.
 La hipótesis de los esenios sostiene que fue este grupo quien escribió y recopiló la
mayor parte de los escritos de la vida de Jesús y dio inicio al evangelio de Q.

 La hipótesis de Goinheix dice que el primer evangelio que circuló fue el de Mateo
en lengua aramea. Siguiendo la narrativa de este, y ayudándose con el documento
que llamamos Q o Logia, Marcos y luego Lucas escriben sus respectivos
evangelios. Luego, Mateo, conociendo ya estos dos evangelios, traduce el suyo al
griego y toma elementos de aquellos. Finalmente es Juan quien da a conocer el
evangelio que estuvo escribiendo por años en Jerusalén primero y en Éfeso
finalmente.

Evangelio según Juan

Artículo principal: Evangelio según Juan

Juan es sin duda el último de los evangelios canónicos, de fecha bastante más tardía que los
sinópticos. En él, los milagros no son presentados como tales sino como «signos», es decir,
gestos que tienen una significación más profunda: revelar la gloria de Jesús (ver Rivas, L.
H., El Evangelio de Juan). La hipótesis elaborada por Rudolf Bultmann (Das Evangelium
des Johannes, 1941) postula que el autor de este evangelio tuvo a su disposición una fuente,
oral o escrita, sobre los «signos» de Cristo, independiente de los evangelios sinópticos, que
ha sido denominada Evangelio de los Signos, cuya existencia es meramente hipotética.

Autoría de los evangelios canónicos

Tradicionalmente se atribuye la autoría de los evangelios a Mateo, apóstol de Jesús, a


Marcos discípulo de Pedro, a Lucas, médico de origen sirio discípulo de Pablo de Tarso y a
Juan, apóstol de Jesús. Sin embargo, hasta hoy no ha sido determinada aún la autoría real
de cada evangelio.

En el seno de la Iglesia Católica, el Concilio Vaticano II en su Constitución Dei Verbum


señaló que «la Iglesia siempre ha defendido y defiende que los cuatro evangelios tienen
origen apostólico. Pues lo que los Apóstoles predicaron por mandato de Cristo, luego, bajo
la inspiración del Espíritu Santo, ellos y los varones apostólicos nos lo transmitieron por
escrito, fundamento de la fe, es decir, el evangelio en cuatro redacciones, según Mateo,
Marcos, Lucas y Juan».20

Fechas de los evangelios canónicos

No hay información acerca de las fechas exactas en que fueron redactados. La mayoría de
los expertos considera que los evangelios canónicos fueron redactados en la segunda mitad
del siglo I d. C., alrededor de medio siglo después de la desaparición de Jesús de Nazaret,
aunque muchos expertos consideran que fueron redactados antes de la destrucción del
Templo de Jerusalén (p. ej. J.A.T. Robinson en su libro Redating the New Testament, J.
Carrón García y J. M. García Pérez en su obra ¿Cuándo fueron escritos los evangelios?,
entre otros).

También existe una minoría que propone que los evangelios fueron redactados tras la
destrucción definitiva de Jerusalén durante el reinado de Adriano.

Raymond E. Brown, en su libro An Introduction to the New Testament, considera que las
fechas más aceptadas son:

 Marcos: c. 68-73.
 Mateo: c. 70-100 (aunque algunos autores, que no aceptan la prioridad de Marcos,
sitúan su redacción en una fecha anterior al año 70).
 Lucas: c. 80-100 (una mayoría de estudiosos lo data en torno al año 85).
 Juan: c. 90-110 (fecha propuesta por C. K. Barrett; R. E. Brown no ofrece una fecha
consensuada para el evangelio de Juan).

Estas fechas están basadas en el análisis de los textos y su relación con otras fuentes.

En cuanto a la información que nos proporciona la arqueología, dejando aparte el papiro


7Q5 del que no se conoce el contexto, el manuscrito más antiguo de los evangelios
canónicos es el llamado papiro P52, el cual contiene una breve sección del evangelio de
Juan (Juan 18: 31-33,37-38). Según los papirólogos, y sobre la base del estilo adriánico de
escritura, dataría de la primera mitad del siglo II, aunque no existe consenso total acerca de
la fecha exacta.21 De todos modos, el lapso que separa la fecha de redacción tentativa del
manuscrito original de Juan respecto de la del papiro P52, considerado la copia
sobreviviente más antigua, es extraordinariamente breve, si se compara con la de otros
manuscritos de la antigüedad preservados. Y esto se constata —en menor grado— en todos
los evangelios cuyas copias más antiguas guardan menos de un siglo de diferencia respecto
de la fecha estimada de redacción de sus originales.

Armonización y concordismo
La «armonización» fue un recurso utilizado cuando se buscaba la forma de «forzar» textos
de los evangelios que parecen contradecirse o que no están totalmente de acuerdo entre sí,
para que parezca que expresan lo mismo. De allí el nombre de «problema armónico», con
el que se refería la dificultad para reunir los cuatro relatos evangélicos en uno solo.22

Uno de los ejemplos más famosos fue el «Diatéssaron», nombre griego que se podría
traducir como «formado por cuatro». Se trata de una obra griega escrita entre los años 165
y 170 por el autor sirio Taciano, que consiste en un solo evangelio compuesto con
elementos tomados de los cuatro evangelios canónicos, y posiblemente también de alguna
fuente apócrifa. Taciano eliminó las repeticiones y armonizó los textos para ocultar las
posibles discrepancias que se encuentran en los evangelios.

Esa obra tuvo mucha popularidad en la Iglesia de lengua aramea, hasta llegar a convertirse
en el evangelio de las Iglesias de Siria. Efrén de Siria (306-373) escribió un comentario al
Diatéssaron que se conserva en la actualidad. Pero por las armonizaciones y omisiones, la
obra de Taciano no refleja fielmente el texto de los evangelios. Por otra parte, al mostrar un
evangelio «único», no permite ver el mensaje propio que ofrece cada uno de los
evangelistas. Por esa razón, se ordenó en el siglo V que se volvieran a leer los evangelios
por separado.

El «concordismo» fue otro recurso que se utilizó cuando ciertos textos bíblicos en general,
que reflejan conceptos científicos de épocas en las que las ciencias estaban mucho menos
desarrolladas, son presentados de manera forzada para que expresen lo mismo que dice la
ciencia en la actualidad.22

Estos recursos, utilizados en otros tiempos con cierta frecuencia hasta llegar a ser
populares, han sido dejados totalmente de lado en la actualidad. Los evangelios recogen las
predicaciones apostólicas que se desarrollaron a partir de la persona de Jesús de Nazaret, y
su finalidad se vincula al anuncio de la salvación, no a la proclamación de verdades
científicas en general. Esto no impide que los evangelios puedan ser analizados además
como cualquier material antiguo (crítica histórico-literaria, crítica textual, etc.), pero el
objetivo de su redacción se sitúa en otro plano.22

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