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Los tres primeros evangelios del Nuevo Testamento (Mateo, Marcos y Lucas) se denominan sinópticos porque comparten una estructura y contenido similares. Existen varias hipótesis sobre la fuente común subyacente, incluyendo que se basaron en un evangelio arameo perdido, que Marcos escribió primero, o que Mateo sirvió de base para los otros dos. La hipótesis más aceptada es que Mateo y Lucas compartieron una fuente oral común llamada Q, excluyendo a Marcos.
Los tres primeros evangelios del Nuevo Testamento (Mateo, Marcos y Lucas) se denominan sinópticos porque comparten una estructura y contenido similares. Existen varias hipótesis sobre la fuente común subyacente, incluyendo que se basaron en un evangelio arameo perdido, que Marcos escribió primero, o que Mateo sirvió de base para los otros dos. La hipótesis más aceptada es que Mateo y Lucas compartieron una fuente oral común llamada Q, excluyendo a Marcos.
Los tres primeros evangelios del Nuevo Testamento (Mateo, Marcos y Lucas) se denominan sinópticos porque comparten una estructura y contenido similares. Existen varias hipótesis sobre la fuente común subyacente, incluyendo que se basaron en un evangelio arameo perdido, que Marcos escribió primero, o que Mateo sirvió de base para los otros dos. La hipótesis más aceptada es que Mateo y Lucas compartieron una fuente oral común llamada Q, excluyendo a Marcos.
En el Nuevo Testamento los tres primeros libros son el evangelio según
Mateo, según Marcos y según Lucas. Son denominados sinópticos porque en todos ellos se mantiene una misma estructura y un contenido muy similar.
Según los expertos en temas bíblicos esta coincidencia no es casual y por
este motivo se cree que los tres testimonios deben provenir de un mismo texto literario o de una fuente común. En este punto se habla del problema sinóptico para referirse a cuál pudo ser el elemento en común del cual emanaron los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas.
Desde la teología, no existe el problema sinóptico porque los tres
evangelios provienen de la palabra relevada por Dios. Sin embargo, sí hay un problema «literario»: determinar qué texto o qué fuente oral contiene la información originaria de estos evangelios.
Cuatro hipótesis
Según el criterio de G. E Lessing los tres evangelistas se basaron en un
evangelio escrito en arameo que finalmente desapareció.
Una segunda hipótesis, defendida por H. Koester, sostiene que antes de
Marcos hubo otro evangelista con el mismo nombre y su obra sirvió de referencia para Mateo, Lucas y el Marcos que conocemos.
La tercera opción es defendida por J. J Griesbach y según la misma el
primer evangelio fue el de San Mateo, el cual sirvió como fundamento para la narración de San Lucas y San Marcos (esta concepción se basa en un dato recogido en el Nuevo Testamento: Mateo fue un discípulo directo de Jesús de Nazaret).
Según la última hipótesis explicativa, sostenida por el teólogo protestante
Christian Wiesse y aceptada por la mayoría de investigadores, hubo dos fuentes originarias: el testimonio de Mateo y Lucas. Ambos evangelios compartirían una fuente común, que el investigador la denominó con la letra Q (Q en este caso es la abreviatura de la palabra Quelle en alemán, que quiere decir fuente).
La hipótesis Q, también conocida como Evangelio Q o Fuente Q, hace
referencia al material común de los evangelistas Mateo y Lucas pero excluyendo a Marcos. Según esta concepción el contenido de los evangelios sinópticos estaría relacionado con la tradición oral de los primeros cristianos.