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Existen tres evangelios (Marcos, Mateo y Lucas), que concuerdan en gran parte en lo que dicen.

Se
llaman SINÓPTICOS.

Los tres evangelios organizan sus materiales teniendo en cuenta un esquema fijo:

1.- La época de Jesús junto a Juan Bautista.


2.- Jesús en la Galilea: Predicación del Reino de Dios.
3.- La marcha y el camino hacia Jerusalén.
4.- Sus últimos días: Pasión, Muerte y Resurrección.

El evangelio de San Marcos es el más antiguo. Mateo y Lucas montaron su narración evangélica
sobre el modelo de Marcos.
Mateo y Lucas tienen una fuente común, llamada Fuente Q (viene de la palabra alemana Quelle, que
significa fuente), que era un escrito que contenía dichos y sentencias de Jesús.

SAN MARCOS 

fecha: entre los años 60 y 70.


Destinatarios: cristianos de origen pagano.
Objetivo: mostrar las características del mesianismo de Jesús.
Autor: La tradición lo atribuye a Juan Marcos, colaborador de Pablo y después de Pedro
Lugar de composición: ciudades de Roma y Antioquía.

SAN LUCAS
Fecha: entre los años 70-90.
Destinatarios: comunidades surgidas en el mundo pagano.
Objetivo: mostrar las características de los seguidores de Jesús.
Autor: Posiblemente Lucas, el compañero de Pablo.
Lugar de composición: no hay acuerdo (¿Efeso, Corinto, Roma?).

SAN MATEO
fecha: Hacia el año 80 o algo después.
Destinatarios: cristianos de ascendencia judía.
Objetivo: Animar a su comunidad para que siga las enseñanzas de Jesús, modelo y salvador.
Autor: Cristiano de origen judío. La tradición lo ha identificado con el apóstol Mateo.
Lugar de composición: la región de Siria o Antioquía
SAN JUAN 
Este evangelio rompe el molde de los sinópticos. Se distingue de los otros por su estilo, vocabulario y
estructura.
La estructura: El camino de Jesús comienza en el Padre y termina en el Padre; el escenario de su
vida es Galilea y Judea; sus temas intentaron mostrar a Jesús como manifestación de la verdad
divina.
Fecha: la redacción última entre los años 90 y 100.
Destinatarios: cristianos de la comunidad de Juan evangelista.
Objetivo: Jesús se revela como hijo de Dios y salvador del mundo.
Autor: La tradición lo atribuye al apóstol Juan.
Lugar de composición: Efeso, ciudad de Asia Menor, o la región de Siria lindante con Palestina.

Fuentes cristianas sobre la historicidad de Jesucristo


Existencia de Jesús
Existen documentos históricos que corroboren la veracidad de la figura de Jesús.
Por: P. Antonio Rivero, L.C | Fuente: Libro Jesucristo. 
El Nuevo Testamento.
Los testimonios cristianos que poseemos vienen recogidos en el Nuevo Testamento y
forman un conjunto de 27 escritos. Hay que decir que el Nuevo Testamento no es un
libro de historia. Es un conjunto de libros que contiene el anuncio del mensaje de la fe.
Hay en él muchos datos históricos, más que en el resto de los libros no cristianos, pero
lo más importante es la fe y la conversión. Por lo mismo, no podemos mirar estos libros
con ojos de historiador, sino con corazón de creyente.

También hay otros libros cristianos que hablan de Jesucristo, pero no han sido recibidos
por la Iglesia como auténticos y revelados. En ellos cuenta más que la fe y la historia la
exageración maravillosa, la admiración humana milagrera, las reflexiones particulares. A
estos libros se les llama Apócrifos.

El Nuevo Testamento está compuesto por:


 Los Cuatro Evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
 Los Hechos de los Apóstoles.
 Las catorce Cartas de San Pablo.
 Las siete cartas llamadas católicas (de Santiago, 1 y 2 de Pedro; 1, 2 y 3 de san
Juan, y Judas Tadeo)
 El Apocalipsis.

Los evangelios son la fuente más importante sobre la historicidad de Jesucristo.


Fueron escritos a la luz de la Pascua. Los redactores se sirvieron de documentos escritos
anteriores, en una primera recopilación, e investigaciones personales, al tiempo que
daban a sus escritos una propia intencionalidad teológica. Uno de estos documentos
anteriores es la llamada Quelle (fuente en alemán) que recogía discursos y logia (frases
cortas memorizables) de Cristo, existente ya en los años cuarenta, que fue utilizada por
Lucas y Mateo. Otra fuente escrita es la conocida con el nombre de "triple tradición",
que recoge los hechos de la vida de Cristo, de la que dispusieron los tres sinópticos
(Mateo, Marcos, Lucas). Disponemos de criterios válidos que nos permiten escuchar, si
no las "mismas palabras de Jesús" (obsesión del siglo pasado), al menos el mensaje
auténtico de Jesús y alcanzar unos hechos "sucedidos de verdad" que pertenecen a
Jesús de Nazaret.
Además, son camino para un encuentro con el Jesús verdadero, pues son la fuente
principal para conocer a Jesús. Ahora bien, los Evangelios no son una biografía en el
sentido moderno. Son, en realidad, una recopilación del mensaje y los hechos
fundamentales de Cristo, escritos para comunicar la fe en Él. Estos hechos y estas
palabras de Cristo, antes de ser puestos por escrito a principios de los años sesenta por
los sinópticos y el año cien por Juan, la comunidad primitiva cristiana los había
transmitido en su liturgia y en su predicación.

En los Evangelios encontramos una verdadera historia de Cristo: "La Santa Madre


Iglesia ha sostenido y sostiene con firmeza que los cuatro Evangelios referidos -cuya
historicidad afirma sin duda alguna- transmiten fielmente lo que Jesús, Hijo de Dios,
hizo y enseñó efectivamente durante su vida entre los hombres, para su salvación
eterna hasta el día en que fue levantado al cielo."

¿El Jesús judío, real e histórico, es el mismo Cristo que el predicado por los
apóstoles y la fe de la Iglesia? ¿Los Evangelios son narraciones históricas o son
invenciones de los que conocieron a Jesús? Leyendo los Evangelios, ¿nos
acercamos al verdadero Jesús histórico?

Se han dado muchas soluciones desde el campo protestante, pero algunas terminan
diciendo que el Cristo histórico no es el mismo que el Cristo predicado por los apóstoles
y que nos muestran los Evangelios. El teólogo protestante más influyente llamado
Bultmann dice que no interesa el Jesús histórico, sino el Jesús de la fe. Interesa, dice, el
mensaje de Jesús; lo demás es mito inventado por los apóstoles: nacimiento virginal,
milagros, resurrección, etc.

Dada la importancia de esta cuestión, diremos lo siguiente, tratando de encontrar la


parte de verdad y de error que se esconde detrás de estas posiciones.

Los Evangelios transmiten al verdadero Jesucristo.

Los hechos que narran eran conocidos de todos; bien por haberlos visto personalmente,
bien por haberlos oído a quienes los vieron. No pudieron, por tanto, desfigurar nada de
la realidad. En este caso hubieran sido desmentidos, y no hay huella alguna de
rectificaciones. Si los evangelistas hubieran dicho lo que no es verdad, sus Evangelios
hubieran sido rechazados por aquella generación que fue testigo de los hechos. No
existe ningún documento que muestre este rechazo.

En cambio los evangelios apócrifos, que carecen de rigor histórico, fueron comúnmente
rechazados. Son relatos fantasiosos e inverosímiles. Contienen errores en la geografía
de Palestina, y les falta fidelidad al marco histórico. Estos evangelios nunca han sido
aceptados por la Iglesia, por no estar contenidos en el Canon de Muratori que es una
lista de los libros inspirados que hizo la Iglesia en el siglo II.

Los datos que dan los Evangelios sobre la geografía del país, situación política y
religiosa, sobre las costumbres, concuerdan con lo que sabemos de todo esto por otras
fuentes. Además, los evangelistas murieron por defender la verdad de lo que decían; y
nadie da su vida por lo que sabe que es mentira.
Aparte de que como están inspirados por Dios no pueden equivocarse ni mentir. El
Concilio Vaticano II dice que la Biblia entera está inspirada por Dios. Y san Pablo: "La
Escritura está inspirada por Dios".

Los Evangelios son, en realidad, catequesis y testimonio de fe de personas que creen en


Cristo y que quieren comunicar la fe que tienen. Fueron escritos a la luz de Pascua.

El que los Evangelios sean un testimonio de fe no significa que no encierren un


verdadero contenido histórico. Afirmamos con la Iglesia que en el origen de los
Evangelios se encuentran los hechos y las palabras de Jesús. Pero estas palabras,
hechos y sucesos de su vida han pasado a nosotros, a nuestros Evangelios a través de
varios medios o procesos:

Primero: Cristo no escribió nada, sólo predicó la Buena Nueva.


Segundo: la primera actividad de los apóstoles después de la ascensión de Cristo es
proclamar oralmente esa Buena Nueva de Jesús. Una vez muerto Jesús, una vez que ha
resucitado, sus discípulos predican que en Él, en sus palabras y en su vida, se ha dado
la salvación para todos los hombres.

Predican lo que ellos habían visto y oído, bajo la luz de la resurrección y Pentecostés.
También acudieron al Antiguo Testamento para comprender mejor todo lo referente a
Jesús. Y al transmitir los dichos y hechos de Jesús tuvieron en cuenta las circunstancias
de sus oyentes, con las consecuentes variantes.

Finalmente, se comienza una recopilación y una fijación escrita de palabras, hechos y


sucesos de la vida del Señor, que contaban los discípulos para suscitar la fe. A la
colección amplia de las palabras de Jesús se denomina "fuente Q". Cada escritor sagrado
seleccionó el material que le convenía para los destinatarios de su obra. Los evangelistas
no se proponían principalmente "narrar" una historia de Jesús, sino fundar la fe de sus
destinatarios. Marcos realiza un esfuerzo de síntesis de todos los materiales y los ordena
dentro de su evangelio. Mateo y Lucas se aprovechan de este esquema de Marcos y lo
completan, adjuntando otros materiales de que disponían. Lo mismo hace el evangelista
Juan.

Saquemos unas conclusiones importantes:

En la lectura de los Evangelios se transmite el verdadero rostro de Jesucristo. Una


lectura meditada, creyente, en unión con Jesucristo y en la caridad fraterna, da un
conocimiento profundo y verdadero de Jesús.

Es necesario estar en permanente contacto con los escritos del Nuevo Testamento para
redescubrir el rostro de Jesucristo: sus dimensiones humanas y divinas. Este
permanente contacto es necesario para no hacer de Jesús un mito; no idealizar y
desencarnar la imagen de Jesús; no dejarnos captar por ideologías; reencontrar la
unidad en la misma fe; no hacer de Jesús un ideal puramente humano; no conformarnos
con nuestras proyecciones y deseos; encontrar el camino hacia Dios, sin perder al
hombre.
Cuando se lee el Evangelio, uno se da cuenta de que existen textos de muy diferentes
categorías: unos narran la infancia de Jesús, otros su actividad en Galilea; otros narran
palabras que Jesús dijo, otros narran hechos, enseñanzas, la pasión o la resurrección. Lo
importante es que todos los textos dependen de Jesús, se refieren a Jesús. Ahora bien,
unos dependen de Jesús directamente, otros actualizar o interpretan los hechos o dichos
del Señor. Pero todos son necesarios para el conocimiento histórico de Jesucristo.

¿Por qué hay semejanzas y diferencias?

Cada evangelista nos transmite, junto con su historia, su propio interés, sus acentos,
sus aspectos personales o culturales. Pero es indudable que existe una fundamental
identidad respecto a la Persona de quien hablan e incluso de los sucesos que narran. Por
eso, para encontrar la verdadera imagen de Jesucristo no se puede elegir un texto y
rechazar otros. Tampoco se pueden despreciar los textos que no coinciden con mi
manera de ver las cosas. Se han de tener todos en cuenta, si bien es posible hacer una
distinción dado el carácter del texto que se trate. Es como sacar una fotografía desde
diversos ángulos de vista.

¿Por qué algunos hoy quieren negar la historicidad de los Evangelios, siguiendo
la escuela protestante de Bultmann?

Hoy nadie se preocupa del problema de la historicidad del Corán (al fin y al cabo el
Corán es una recopilación ecléctica de doctrinas, y Mahoma, que pretendió tener una
revelación divina no la justificó nunca por milagros); y, sin embargo, muchos se
preocupan por la historicidad de los Evangelios. El motivo es claro: las otras religiones
no tienen la originalidad del cristianismo. El cristianismo se presenta como Dios entre
nosotros, como Dios mismo encarnado para redimirnos de las grandes impotencias que
pesan sobre la humanidad: el pecado, el mal y la muerte. Es la doctrina de la comunión
fraterna en Cristo; por eso es por lo que se le persigue, por eso es por lo que muchos
tienen que dar cuenta de él. Como decía Daniélou, la causa última de la persecución al
cristianismo reside en su suprema belleza, en la belleza que irradia de la verdad.

¿Hay algunos criterios de historicidad de los Evangelios?


 Criterio de múltiple fuente: cuando un dato evangélico lo encontramos en las
diferentes fuentes que componen los Evangelios, tenemos la certeza de que se trata de
un dato histórico.
 Criterio de discontinuidad: cuando un dato es totalmente contrario a la mentalidad
de la comunidad primitiva, no se puede decir que sea ésta la que lo ha inventado. P.e. el
título de "Hijo del hombre", ni lo utilizó ni lo entendió, ¿cómo entonces lo podía inventar
ella?
 Criterio de conformidad: todos los exegetas están de acuerdo en que es un dato
histórico la predicación de Jesús de la llegada del Reino. Es el núcleo de su mensaje.
 Criterio de explicación necesaria: debemos admitir como histórico un dato que
aparece como explicación única de una serie de acontecimientos evangélicos y sin el
cual tales acontecimientos quedarían sin explicación. P.e. o Cristo instituyó la eucaristía
o no se entiende que en todas partes y desde el principio se celebre la eucaristía en el
seno de la Iglesia.
 Criterio del estilo propio de Jesús: todos los exegetas están de acuerdo en que
Jesús tenía un estilo personal, un estilo hecho de una innegable autoridad: "Pero yo os
digo", y una inaudita sencillez, que hace que rompa todos los esquemas, tratando
preferentemente con los niños, los enfermos, las mujeres, los pecadores.
Concluimos este apartado diciendo que los criterios aquí expuestos han de usarse en
conjunto. Sólo así dan luz y seguridad. Cuando leemos los Evangelios escuchamos, si no
las misma palabras de Jesús (obsesión del siglo pasado), al menos el mensaje auténtico
de Jesús para nuestra salvación eterna.

 ¿Qué dice la fe de la Iglesia?


Sin la adhesión de fe no se da un conocimiento adecuado de la Persona y obra de Jesús
de Nazaret. Los Evangelios son los únicos testimonios válidos, incluso desde el punto de
vista histórico. Para escribir estos textos fue necesaria la fe. Para comprenderlos es
necesaria también. Esta adhesión de la fe tiene algunas importantes características:
Está provocada por el Espíritu Santo. Para conocer a Jesús, Dios y hombre, necesitamos
la luz del Espíritu, pues es un misterio. Dios, no sólo se nos propone desde la historia,
sino que desde dentro de nosotros está obrando para abrirnos al testimonio histórico en
toda su riqueza y amplitud.
La adhesión de la fe no termina ni en Jesús ni en el Espíritu, sino en el Padre. La
cristología debe ser fundamentalmente trinitaria. Jesucristo nos lleva al Padre. Dios, del
que nos habló Jesús, es su Padre.
La adhesión de la fe tiene una dimensión comunitaria y eclesial. Fuera de la Iglesia no
hay un verdadero, permanente, recto y total conocimiento de Jesucristo. Los que se
separan de la Iglesia terminan, tarde o temprano, con una figura de Jesús borrosa e
inexacta. Aunque el Espíritu no está encerrado en los límites de la Iglesia institucional y
sopla donde quiere, también es cierto que ese Espíritu orienta a la Iglesia, la ilumina, la
llama a la unidad en la caridad. ¿Qué puesto tienen los movimientos dentro de la Iglesia
en la presentación del rostro de Cristo? Si están unidos al Papa y a los obispos,
presentarán el verdadero rostro de Cristo; si no, harán nacer tensiones y dificultades y
terminarán en la disolución.
CONCLUSIÓN: Los Evangelios son un don de Dios al mundo, son un regalo que sólo
pide manos generosas que lo reciban y lo abran, corazón creyente que lo acoja, boca
sincera que lo transmita y pies ágiles que lo lleven por doquier, para que todos puedan
conocer, admirar y compartir el amor y la belleza de Jesucristo, el Hijo de Dios Vivo.
Fuente Q
La Fuente Q (también conocida como Documento Q, Evangelio Q, Evangelio de los dichos Q o
simplemente Q, derivado de en alemán, Quelle, 'fuente') es una colección hipotética de dichos de
Jesús, aceptada como una de las dos fuentes escritas detrás del Evangelio de Mateo y del Evangelio
de Lucas. Q se define como el material «común» que puede encontrarse en Mateo y Lucas y que no
puede hallarse en su otra fuente escrita, el Evangelio de Marcos. Este texto antiguo se supone
basado en la tradición oral de la Iglesia primitiva y contiene las logia o «dichos» de Jesús.1

Junto con la de la prioridad de Marcos, la hipótesis Q fue formulada en 1900, y es uno de los
fundamentos de la escuela moderna del Evangelio.2 B. H. Streeter formuló la visión de Q más
ampliamente aceptada: que fue un documento escrito (no una tradición oral) redactada en griego,
que prácticamente todo su contenido aparece en Mateo, en Lucas o en ambos, y que Lucas preserva
con mayor frecuencia el orden original del texto que Mateo. En la hipótesis de dos fuentes, tanto
Mateo como Lucas habrían utilizado Marcos y Q como fuentes. Algunos estudiosos han postulado que
Q es en realidad una pluralidad de fuentes, algunas escritas y otras orales. Otros han intentado
determinar las fases en las que Q fue compuesto.3

La existencia de Q ha sido desafiada en ocasiones.3 Uno de los escépticos más notables de Q es Mark
Goodacre, un profesor de Nuevo Testamento de la Universidad de Duke.4 La omisión de lo que
debería haber sido un documento altamento preciado por los archivos primitivos de la Iglesia, así
como de las menciones de los padres de la primera Iglesia, podría verse fundamental y simplemente
como un gran acertijo del moderno Estudio Bíblico.5 Sin embargo, otros académicos explican este
punto señalando que copiar Q no hubiera sido necesario, al estar insertado en otros textos,
principalmente dos evangelios no canónicos que lograron gran preeminencia. El consejo editorial del
Proyecto Internacional Q afirma: «Durante el siglo II, cuando el proceso canonizador estaba teniendo
lugar, los escribas no hicieron nuevas copias de Q, dado que el proceso canonizador conllevó la
elección de lo que debía y lo que no debía ser utilizado en los servicios eclesiásticos. De ahí que
prefirieran hacer copias de los Evangelios de Mateo y Lucas, donde los dichos de Jesús a partir de Q
estaban reescritos para evitar malentendidos, y para encajar en su propia situación y comprensión de
lo que Jesús quería decir realmente».6 A pesar de estos desafíos, la hipótesis de las dos fuentes
mantiene un amplio apoyo.3

Historia de la fuente Q

Se encuentran en parte en los libros inspirados del Nuevo Testamento, en parte en escritos no inspirados. A


los “Dichos” transmitidos en obras no inspiradas se les llama también Agrapha, es decir “no escritos” (bajo
inspiración).

El presente artículo se limita al Logia Jesu canónico. Incluso este título comprende un área más amplia que
la que técnicamente cubre el término Dichos de Jesús. En rigor, todas las palabras de Cristo que aparecen
en los libros inspirados del Nuevo Testamento son Logia Jesu canónicos, mientras que la expresión técnica
comprende sólo los "Dichos de Jesús" de los que habla San Papías en un pasaje conservado
por Eusebio (Hist. Ecl., III.39.16).

La cuestión relativa al Logia Jesu, tomada en este sentido restringido, se ha vuelto importante debido a su
conexión con los llamados "problemas sinópticos". Lessing (Neue Hypothesen uber die Evangelisten, ed.
Lachmann, XI, -§ 53) consideraba el "Evangelio de los Hebreos" como la fuente de los
tres Evangelios Sinópticos canónicamente aceptados. Eichhorn (Einleitung in das Neue Testament, 1804)
aceptaba como su fuente un evangelio primitivo, que contenía las cuarenta y dos secciones comunes a los
Sinópticos; compuesta en arameo por los Apóstoles, poco después de Pentecostés, y posteriormente
traducida al griego, daba un resumen del ministerio de Cristo, y les sirvió como guía a los
primeros evangelistas en su predicación. Bleek y de Wette, en sus "Introductions", substituyeron el
“Evangelio de los Hebreos” de Eichhorn por un evangelio compuesto en Galilea, el cual fue la fuente de
Mateo y Lucas; en nuestro segundo Evangelio tenemos, entonces, un compendio del primer y tercer
Evangelios.

Una gran cantidad de otros escritores trataron de resolver el problema sinóptico mediante la teoría de la
dependencia mutua de los tres primeros Evangelios; otros más, mediante el recurso a las tradiciones no
escritas. Fue en esta coyuntura que Schleiermacher ("Ueber die Zeugnisse des Papias von unseren beiden
ersten Evangelien" in "Studien and Kritiken", 1832, IV) trató de demostrar que los textos de Papías sobre
Mateo y Marcos no se refieren a nuestros primer y segundo Evangelios, sino a unos Mateo y Marcos
primitivos. Poco después, Credner (Einleitung, 1836) encontró en el Marcos primitivo la fuente de toda la
materia histórica contenida en los Sinópticos, y en el Mateo primitivo la fuente de los discursos en el Primer y
Tercer Evangelios. Weisse ("Evangelische Geschichte", 1838; "Die Evangelien-Frage", 1856) concurre con
Credner, pero sustituye nuestro Marcos canónico por el proto-Marcos de Credner.

La hipótesis de Credner fue seguida con leves modificaciones por Reuss ("Geschichte der heil. Schrift N. T.",
3ra. ed. 1860), Holtzmann ("Die synoptischen Evangellen II, 1862), Weizsacicer (l Untersuchungen uberdie
evang. Gesch.", 1864), Beyschlag ("Die apostolische Spruchsammlung" en "Studien and Kritiken", 1881, IV),
de Pressense ("Jesus-Christ, son temps", etc., 7ma. ed., 1884), y otros, todos los cuales aceptaban la Logia
y el proto-Marcos como las fuentes de los Sinópticos. La Logia y nuestro Marcos han sido considerados
como fuentes de los primeros tres Evangelios, aunque con varias explicaciones, por tales eruditos como G.
Meyer ("La question synoptique", 1878), Sabatier (en Encycl. des sciences religieuses, XI, 781 ss.), Keim
(Geschichte Jesu I, 72, 77), Wendt (Die Lehre Jesu, 1), Nosgen (cf. Stud. u. Krit., 1876-80), Grau
(Entwicklungsgeschichte des N. T. Schriftthums, 1871), Lipsius (cf. Feine, "Jahrb. f. prot. Theol.", 1885), y B.
Weiss ("Jahrb. f. deutsch. Theol.", 1864; "Das Markusevang. u. seine synopt. Parallelen", 1872; "Das
Matthausevang.", 1876; "Einl. en das N. T.", 1886).

En cuanto al contenido de la Logia, la obra debe haber contenido la mayoría del material común a Mateo y
Lucas, con excepción de aquella que estos Evangelios comparten con Marcos. Este material asciende a
aproximadamente una sexta parte del texto del tercer Evangelio, y dos onceavos del texto del primer
Evangelio. En estas partes, el primero y tercer Evangelistas no dependen ni Marcos ni el uno del otro, sino
que deben haber seguido la Logia, un documento que ahora se representa por "Q". Cuando Eusebio (loc.
cit.) copió las palabras de Papías que "Mateo compuso la Logia en hebreo [arameo], y cada uno las
interpretó como pudo", probablemente entendió que se referían a nuestro primer Evangelio. Pero los críticos
insisten en que Papías debió haber entendido que sus palabras denotaban una colección de los "Dichos de
Jesús", o la Logia (Q). Se ha escrito mucho sobre este documento hipotético Q y ha sido investigado por
Weiss, Holtzmann, Wendt, Wernle, Wellhausen, y recientemente por Harnack ("New Testament Studies", II:
"The Sayings of Jesus", etc.; tr. Wilkinson, Nueva York y Londres, 1908), y Bacon ("The Beginning of Gospel
Story", New Haven, 1909). Se intenta una reconstrucción de la Logia en "Die Logia Jesu nach dem
griechischen and hebraischen Text wiederhergestellt", 1898 de Resch (cf. también sus "Aiissercanonische
Paralleltexte zu den Evangelien" en "Texte and Untersuchungen", X, I-V, 1893-96), y en la obra de Harnack
ya citada.

Se ha planteado una serie de preguntas en esta investigación, pero no ha surgido una respuesta del todo
satisfactoria. ¿Es posible resolver el texto de la fuente Q del primer y tercer Evangelios, viendo que un
Evangelio puede haber sido corregido a partir del otro? ¿Usaron San Mateo y San Lucas la misma traducción
o recensión de Q? ¿Alguno de los Evangelistas prestó atención al original arameo? ¿En cuál de los dos
Evangelios es Q mejor reproducido tanto en lo que respecta al alcance y a la disposición? ¿Qué parte del
material propio del primer o tercer Evangelio se ha tomado de Q? Una vez más, ¿fue la forma original de Q
un evangelio, o fue una colección de Logia real? Estas son algunas de las preguntas fundamentales que los
críticos deben responder. Luego vienen las preguntas en cuanto a la autoría de la Logia, su tiempo y lugar de
origen, su relación con San Pablo, su influencia en San Marcos, la causa, la forma y el tiempo de su
desaparición, y otros problemas similares. La respuesta a muchas, si no a todas, de estas preguntas no es
satisfactoria hasta el momento.

El estudioso del registro de Eusebio de las palabras de Papías tendrá sus dudas en cuanto al sentido de
la logia promovida por los críticos.

 1. En varios otros escritores antiguos la palabra no tiene el sentido restrictivo de los meros
"dichos": Rom. 3,2 se la aplica a todo el Antiguo Testamento; Heb. 5,12, a todo el cuerpo de la doctrina
cristiana; Flavio Josefo la hace equivalente a ta hiera grammata (Bel. Jud., VI, V, 4); San Ireneo usa ta logia tou
Kyriou de los Evangelios; otros casos de un significado más amplio de logia han sido recopilados por Funk (Patres
Apostol., II, 280), y Schanz (Matthaus, 27-31).

 2. La logia de San Papías al menos puede referirse al Evangelio de San Mateo. Eusebio (Hist. Ecl.,
III.39.16) comprende las palabras en este sentido. El contexto de Papias también sugiere esta interpretación;
pues, hablando de San Marcos, Papías dice que el evangelista registró "lo que Cristo había dicho y hecho", y lo
que había oído hablar a San Pedro, y no "como si estuviésemos componiendo un relato ordenado de la logia”, de
modo que las logia son equivalentes a las "palabras y hechos" de Cristo registrados. Una vez más, el título de la
obra de Papías es Logion Kuriakon Eksegesis, aunque el escritor no se limita a la explicación de los “dichos" del
Señor.

 3. La logia de Papías debe referirse al Evangelio de San Mateo:


 a. En el siglo II no se conocía ningún escrito de San Mateo excepto su Evangelio;
 b. No han ningún registro de una obra del evangelista que contuviera sólo las palabras del Señor;
 c. Incluso Eusebio no encontró vestigios de la logia kuriaka, aunque recopiló diligentemente todo lo
que los Apóstoles y los discípulos habían escrito sobre Cristo;
 d. Toda la antigüedad no pudo haber permanecido ignorante de una obra de tal importancia, si
hubiese existido;
 e. El primer Evangelio contiene tantos discursos del Señor que muy bien puede ser llamado logia
kuriaka (cf. Hilgenfeld, "Einl.", 456; Lightfoot en "Contemp. Review", agosto 1867, 405 ss.; agosto 1875, 399 ss.,
410 ss.).

La Logia, o documento Q de los críticos, no se basa, por lo tanto, en ninguna autoridad histórica, sino sólo en
inducción crítica.

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