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LA SOCIEDAD
RICHARD L. ABEL (1973. Law and Society Review, pp. 217-347)
Nota del autor: La gestación de este ensayo ha sido excesiva; durante ella fui
asistido por las siguientes instituciones, cuyo apoyo agradecidamente deseo
reconocer: la Escuela de Derecho de la Universidad de Yale, la Agencia
Internacional para el Desarrollo, y el Centro Legal Internacional. Una gran cantidad
de personas cuya totalidad no puedo enlistar leyeron y comentaron sobre
borradores previos; estoy especialmente endeuda por la perspicacia y criticismo de
William Felstiner, Marc Galanter, John Griffiths, Benjamin Heineman, Jr., Duncan
Kennedy, John Modell, David Trubek, Stanton Wheeler, y Roberto Unger.
I. INTRODUCCIÓN
¿Por qué estudiar los sistemas jurídicos de otros tiempos o lugares? ¿Hay razones más allá
de un antiquísimo o de un exotismo que busca estimulación para un paladar hastiado por la
preocupación que trae las minucias de la ley estadounidense? El entendimiento aumentado
que se gana con esta exploración intelectual me parece similar en su origen al placer que
cualquiera de nosotros encuentra en viajar. Las diferencias en el ambiente físico, en los
modos de interacción social o en los patrones culturales nos abren los ojos frente a
fenómenos que en casa son tan familiares que resultan casi invisibles. Cuando regresamos a
nuestro entorno mundano, el residuo de tales impresiones nos obliga a reconocer la
contingencia de nuestras maneras1, y nos lleva a buscar explicaciones.
1
Nota del traductor: el término originalmente utilizado es ‘the contingency of our own ways’. No hay una
palabra en nuestro lenguaje que permita referir al mismo fenómeno al que refiere esta última palabra (ways).
Se asemeja a procedimientos, formas; se refiere a los caminos que usualmente tomamos para realizar nuestras
acciones, e incluso al conjunto de caminos que hemos tomado para llegar a ser quienes somos. Se utiliza el
término ‘maneras’, en tanto modo con el que se hacen las cosas. No obstante, debe tenerse en cuenta el
contenido extra que toma en esta expresión.
investigación del pasado alcanzó madurez en la jurisprudencia histórica del siglo XIX (e.g.,
Maine, 1950; ver en general Pound, 1923; Kantorowicz, 1937). El interés académico, de
manera subsecuente, dirigió su mirada a la exploración antropológica de sociedades
exóticas contemporáneas mediante extensos trabajos de campo 2. Más recientemente, los
sociólogos han adoptado una visión interna para examinar las zonas abandonadas de
nuestro propio derecho – los patrones de comportamiento extraoficiales discernibles en
cada agencia que administra reglas oficiales, o los innumerables sistemas legales no
gubernamentales que funcionan en la sociedad estadounidense3.
Sin embargo, el corpus de la teoría social que se ocupa de las instituciones legales
es pequeño, y lo poco que existe rara vez abarca las sociedades contemporáneas no
occidentales. La antropología y la historia abundan en descripciones empíricas, pero su
oposición a la teorización es notoria y aunque la sociología se esfuerza consistentemente en
desarrollar una teoría, su alcance geográfico e histórico ha sido parroquial. Este artículo
nace de mis esfuerzos para entender el desarrollo de un sistema jurídico particular, el de
Kenia – una sociedad plural que rápidamente experimentó cambios bajo el impacto del
gobierno colonial, cambio que se ha acelerado con el advenimiento de la independencia.
Pero he subordinado este objetivo inmediato a una meta programática. En vez de contribuir
con otro caso de estudio a la creciente literatura de la etnografía del derecho 4, decidí
sintetizar la literatura para orientar las futuras investigaciones, la mía y la de otros 5.
Expondré una gran multiplicidad de aproximaciones alternativas y explicaré mis razones
para escoger una de ellas como camino; a pesar de esto, no tengo pretensión alguna de
haber logrado una teoría comprensiva completa6.
2
Este floreciente campo se puede evidenciar a través de colecciones de ensayos, como Nader (1965b);
Bohannan (1967a); y Nader (1969a); también, con trabajos sintéticos como Nader (1965a); Moore (1970a);
Pospisil (1971); Nader y Yngvesson (1973). Muchos de los anteriores contienen extensas bibliografías.
Adicionalmente, ver Nader, Koch, y Cox (1966).
3
Dos libros de consulta recientes que estudian la literatura son Friedman y Macaulay (1969) y, Schwartz y
Skolnick (1970).
4
El equivalente antropológico de lo que Mills criticó como empirismo abstracto entre los sociólogos (1959:
Ch. 3).
5
La tarea que Merton impulsa (1967a) y logra (1967b).
6
Nota del traductor: el término utilizado por Abel es ‘comprehensive theory’. Aquí nos referimos a una teoría
que lo abarca todo al comprenderlo. Resulta evidente la similitud entre este término y la definición weberiana
La estructura de este texto inicia con el problema más elemental: ¿cómo podemos
entender la diversidad de sistemas jurídicos que descubrimos a través del estudio histórico
y comparado? Para responder, en primer lugar, debemos preguntarnos: ¿qué diferencias
parecen importantes y qué conceptos debemos usar para describirlas y categorizarlas?
Decido concentrarme sobre un conjunto de variables: las formas en que se manejan las
disputas. Tras esto considero dónde podemos acudir para explicar dichas diferencias.
¿Cuáles factores parecen ser los causantes? Concluyo que ciertas propiedades estructurales
de las disputas son altamente significativas – en particular, el rol de la persona que
interviene en la disputa. Por lo tanto, desarrollo tres teorías microsociales relacionadas que
explican las características de un proceso de disputa particular desde el punto de vista del
interventor7; de ellos derivo un gran número de variables estructurales y procesales que
pretenden proporcionar los elementos para un conjunto de hipótesis de trabajo. Esto
constituye el marco a partir del cual respondo la mitad de mi pregunta original, que se
refiere a la organización interna de las instituciones de disputa: explicaremos el
comportamiento de una disputa particular en términos de su estructura. Después, me enfocó
en la otra mitad de esta pregunta, que indaga por la relación entre estas instituciones y la
sociedad en general. De forma mucho más tentativa, ofrezco una teoría macrosocial, para
explicar, en términos de variables sociales estructurales, qué tipos de instituciones de
disputa se encontrarán en una sociedad determinada, con qué frecuencia podremos
encontrarlas, y cómo el cambio en esas instituciones está relacionado con el cambio de la
estructura social.
A. El Derecho.
de sociología, la cual se transmite a las palabras de Abel su tono y misión: buscar comprender todo tipo de
acción social, más allá de que tendamos a considerarla incomprensible e incluso irracional. Así, una teoría
comprensiva completa es aquella que cumple con el propósito de comprender y explicar acciones de todo
tipo.
7
Nota del traductor: este concepto es definido más abajo al diferenciar entre discusión y controversia, como
un elemento característico de este último tipo de disputa. Ver infra II.B.1.
elección del “derecho” como el sujeto de investigación y el concepto que tenemos sobre él,
a partir del cual se describen las diferencias y similitudes entre sociedades. No es
sorpresivo que los esfuerzos pioneros para desarrollar teoría social comparada sobre el
fenómeno legal tuvieran que delinear su aparato conceptual a partir del discurso del sentido
común8; algunos paralelos a esto pueden ser encontrados en la historia temprana de las
ciencias naturales, así como en los trabajos contemporáneos de las ciencias sociales.
Debemos evaluar la selección del concepto de derecho con diferentes estándares. Un
concepto debe tener, por supuesto, un significado, es decir, un contenido determinado y
consensado. Adicionalmente, adoptaré otros criterios que no son tan generalmente
aceptados. Prefiero utilizar conceptos que se puedan aplicar al espectro de sociedades más
amplio que sea posible.9 Una mayor variación aumenta la posibilidad de probar hipótesis;
entre más pruebas de estas sobreviva una de ellas, mayor es su poder explicativo
(Stinchcombe, 1968: 19). También, busco definir conceptos que no sean dicotómicos o
restringidos a valores contrapuestos (Stinchcombe, 1968: 28-30). Las diferencias que
identificamos entre las acciones sociales parecen ser continuas, y por lo tanto
infortunadamente distorsionadas por tales clasificaciones 10. Es más, las dicotomías reducen
8
La inmadurez de la teoría social del derecho se evidencia de otras maneras. Una es su continua
subordinación a la escuela legal tradicional – de la que aún deriva su vocabulario. Otra es su preocupación
con la selección, definición y refinamiento de conceptos, de los cuales este artículo es un ejemplo.
9
Esta preferencia inevitablemente plantea los problemas de la comparación intercultural. La controversia
sobre la posibilidad de tal comparación, y el método por el cual se debe llevar a cabo, es larga y apasionada.
Parafraseando a Winch, el problema de entender a otra sociedad no me parece diferente, en ningún tipo o
grado de dificultad, del problema de entender a otra persona (1958; 1964: 322-24). Los argumentos sobre los
medios se han centrado en la elección de una terminología, ya sea para extraerla de la sociedad que se estudia
o de la sociedad del investigador, o para desarrollar un metalenguaje lógico independiente de ambos. Esto,
creo, es una de las raíces de la controversia de Gluckman-Bohannan: véanse las notas 10 y 21, infra. (Jane
Collier ha sugerido que las diferencias entre la cultura estadounidense y la antropología social británica son
otra fuente).
Otro problema de esta estrategia terminológica es la tendencia de los conceptos a perder su contenido a
medida que se vuelven más universales (Geertz, 1965: 101). Intento resolver algunos de estos problemas a
continuación.
10
Al enfatizar en que intentemos construir variables que puedan adaptarse continuamente, en contraste con las
que alternan entre valores polares, no quiero ser doctrinario. Las dicotomías a menudo son un elemento
preliminar necesario en la conceptualización de la variación, y pueden persistir como una abreviación
futuros refinamientos, pues una vez se aprende que una variable no está presente en
determinada instancia, no hay mucho más que decir.11
Bohannan (1968a) desarrolla el punto de manera más general: el derecho en todas sus
manifestaciones es un concepto noético, cuyo contenido debe depender de nuestros
propósitos (ver también Jack Gibbs, 1968). Debido a que el derecho está íntimamente
conectado con sistemas de creencias éticas e ideologías políticas, las controversias sobre
sus definiciones son frecuentes, prolongadas y acaloradas.13 A menudo, cada proponente es
inconsciente de sus valores, o de la forma en que delimita su estrategia; como resultado, el
argumento pronto se vuelve circular e imposible de resolver.
Una dificultad adicional acompaña la elección del derecho como concepto. Una
palabra con un recurrente uso cotidiano conlleva una carga sustancial de connotaciones
14
Bohannan introdujo este concepto en la antropología legal (1957: 4 ss.). Desde entonces, ha argumentado
que ni los conceptos cotidianos ni los modelos analíticos de una sociedad dada son apropiados para la
comparación intercultural, y que es necesario desarrollar un metalenguaje (1969). Nadie lo ha hecho.
15
Apenas existe un antropólogo o abogado (con la excepción de Malinowski, como se verá a continuación)
que no se ha adherido a la idea fundamental de esa definición. Ver, por ejemplo, Hoebel (1954); Pospisil
(1958); Gluckman (1955); Elias (1956).
El error de ambos antropólogos fue emplear un concepto, derivado de un sistema de
jurisprudencia tradicional, que había sido designado para describir y entender en un marco
de referencia específico. Utilizado en otra parte, arrojará el superfluo veredicto que “no
existe derecho”. Debido a que el concepto sólo revela las diferencias entre fenómenos
domésticos y fenómenos exóticos, su uso sobre simplifica la comparación. Aun así, esta
falta de conexión adecuada entre definición y datos permitió a Evans-Pritchard expandir su
concepto para reconocer los modos de control social y resolución de conflictos que había
descubierto16. Poco después, publicó un artículo en que reconocía la existencia de derecho
entre los Nuer: “dentro de una tribu hay derecho: existe un aparato para resolución de
disputas y una obligación moral para concluirlas tarde o temprano” (1940b: 278) 17. Él
percibió que las instituciones legales no estaban restringidas a los cuerpos adjudicativos, y
que ellos no hacían cumplir un veredicto sino hasta que la disputa estaba finalmente
resuelta. La autoridad legal puede derivar de la obligación moral como puede hacerlo del
“monopolio de la fuerza de una sociedad políticamente organizada”. Conjuntamente, estos
esfuerzos de refinamiento conceptual nos proveen un número menos general de conceptos y
variables que han demostrado ser fundamentales en nuestra comprensión de los sistemas
legales: el proceso de control social y la resolución de disputas; el orden de todos los
ámbitos de la vida social, al cual contribuye tanto la convención como la coerción; el
contraste entre la fuerza política y el sentido de la obligación moral, entre la adjudicación y
otros métodos de decisión; y la importancia de finalizar el conflicto, ya sea a través de un
veredicto o mediante procedimientos más flexibles. El valor de estos refinamientos puede
ser apreciado en la sofisticación con la cual los investigadores siguientes, familiares con la
etnografía de los Nuer y las interpretaciones de Evans-Pritchard, han sido capaces de
discernir e investigar los fenómenos legales en donde Radcliffe-Brown no habría
encontrado ninguno.18
16
Este proceso de formación del concepto ha sido defendido por ambos filósofos y sociólogos, incluso
aquellos de las escuelas de pensamiento opuestas. Véase, por ejemplo, Winch (1964: 317-18); Merton (1967d:
143-47); Stinchcombe (1968: 38-40).
17
Gluckman ha observado el mismo desarrollo entre otros escritores (1965a: 181).
18
No todos han aceptado la perspectiva más amplia. P.P. Howell, un oficial administrativo con entrenamiento
antropológico que trabajaba entre los Nuer, pudo escribir casi dos décadas después:
El término “derecho” se usa a veces en todos los procesos de control social, y según esta definición,
cualquiera de las obligaciones, acciones consuetudinarias y convenciones inherentes a cualquier sistema
Si el etnocentrismo comúnmente conduce al investigador a construir un concepto según la
imagen cotidiana de su propio sistema legal, el investigador adoptará ocasionalmente, en
cambio, la perspectiva de la sociedad que estudia. 19 Malinowski critica enérgicamente el
error de “definir las fuerzas del derecho en términos de autoridad central, cortes y poder de
policía (…)” (1926: 14). Él observó que en la sociedad de las islas Trobriand había un
orden, aunque carecieran de estas fuerzas. Para aproximarse a esta disciplina, ofreció una
“definición minima” de derecho (Ibid.)20, que tenía como finalidad ser universalmente
aplicable.
En todas las sociedades debe haber un tipo de reglas demasiado prácticas para ser
respaldadas por sanciones religiosas, demasiado importantes para ser dejadas a la buena
voluntad, demasiado personalmente vitales a los individuos para ser obligados a su
cumplimiento mediante una entidad abstracta. Este es el dominio de las reglas legales, y me
aventuro a predecir que esa reciprocidad, la incidencia sistemática, la publicidad y la
ambición serán catalogadas como los factores principales en la maquinaria vinculante del
derecho primitivo. (Id. at 67-68; énfasis propio).
social podrían describirse como derecho. Es menos confuso adoptar la hipótesis de que el alcance de la ley se
limita al control social que se mantiene mediante sanciones legales organizadas aplicadas por alguna forma de
mecanismo político organizado. Según esta definición, los Nuer no tenían ley [...] (1954: 225).
Sin embargo, Howell podría tomar cierta satisfacción del hecho de que, desde la época del trabajo de campo
de Evans-Pritchard, los británicos habían introducido con éxito el gobierno organizado a los Nuer,
confiriéndoles así el beneficio de la ley.
19
Los antropólogos con frecuencia están expuestos a las seducciones del etnocentrismo negativo. De hecho,
es difícil sobrevivir al rite de passage antropológico de hasta dos años en el campo sin convertirse
parcialmente a la perspectiva de las personas que uno estudia. Sin embargo, en el campo interdisciplinario de
la antropología legal, los antropólogos han tendido a tomar prestado el marco analítico de los abogados,
prácticamente sin intercambio en la otra dirección (Twining, 1968). Para un ejemplo de un abogado que
rechaza el enfoque de la antropología, ver Allott (1953). Hay varias razones posibles para esto: el derecho es
un tema altamente técnico que posee un alto estatus en el mercado académico y un vocabulario
incomprensible para los no iniciados; quizás como resultado, muchos de los antropólogos que se aventuraron
en un terreno tan incierto tuvieron alguna formación en derecho o han colaborado con abogados (Llewellyn y
Hoebel, el propio Malinowski, Gluckman, Epstein, Pospisil, S. Moore, D. Metzger). Los abogados, a
diferencia de los antropólogos, no se sienten tan atraídos por la cultura que están estudiando, ya que
generalmente no participan en un extenso trabajo de campo y no tienen aversión profesional al etnocentrismo.
20
Para una discusión completa de las teorías del derecho de Malinowski, así como una bibliografía completa,
ver Schapera (1957a).
Pero, al sostener que el derecho de “todas las sociedades” es caracterizado por la
“reciprocidad, la incidencia sistemática, la publicidad y la ambición”, Malinowski estaba
cometiendo exactamente el mismo pecado antropológico que Radcliffe-Brown. 21 Para ser
un concepto modelado completamente sobre la etnografía de las islas Trobriand, pasa por
alto muchos fenómenos significativos comúnmente categorizados como derecho en otras
sociedades. Por ejemplo, el amplio cuerpo normativo sobre daños en el common law
angloamericano, que no es obedecido por la ambición, ni es mantenido únicamente por las
fuerzas de la reciprocidad o la publicidad. 22 De hecho, M.M. Green, una de las pocas
antropólogas que adoptó el concepto de Malinowski, fue rápidamente persuadida para
adicionar el ingrediente sancionatorio, tan vehementemente rechazado por su mentor (1947:
Capítulo 4-7).23 Sin embargo, los esfuerzos de Malinowski, así como de sus críticos,
adicionan a nuestro arsenal de conceptos la sanción positiva de la reciprocidad, que se
21
De hecho, las posiciones de los dos antagonistas realmente son complementarias. Esto puede ser sugerido
por la siguiente lista de cualidades dicotómicas que indican los énfasis opuestos:
Radcliffe-Brown Malinowski
Sanciones negativas Sanciones positivas
Sanciones subsiguientes a un acto Sanciones previas al acto
Énfasis en la violación del derecho El derecho se cumple
Derecho obligatorio Derecho facultativo
Solidaridad mecánica Solidaridad orgánica
Sanciones externalizadas Sanciones internalizadas
Por supuesto, todas las sociedades se pueden clasificar en alguno de estos polos. Aun así, es desafortunado
que el punto de vista de Malinowski generalmente era menospreciado, para privilegiar el de Radcliffe-Brown.
22
Malinowski podría responder legítimamente que estaba ofreciendo una definición de derecho primitivo que
obviamente no se aplica al derecho común angloamericano. (Estoy agradecido con Richard Lempert por esta
observación). Sin embargo, incluso la ley primitiva contiene agravios, como lo demuestra ampliamente en
‘Crimen y Costumbre en la Sociedad Primitiva’. Además, nos quedaríamos con una definición de derecho
para todas las sociedades como una clase de reglas que no son aplicadas mediante sanciones religiosas, por la
buena buena voluntad o por una entidad abstracta. No creo que esto sea más útil.
Esta disposición excesiva para generalizar todas las facetas de la sociedad trobriandiana reaparece
constantemente en sus escritos: “me atrevo a predecir que dondequiera que se haga una investigación
cuidadosa, la simetría de estructura se encontrará en toda sociedad primitiva, como base indispensable de las
obligaciones recíprocas” (1926: 25).
23
Otro es Hogbin (1961), con la introducción de Malinowski (1961).
potencia con la fuerza de la ambición personal y que se refuerza con el resplandor de la
publicidad.
24
En el lado de Gluckman, ver 1955; 1962; 1965a; 1965c; 1967; 1969; y Allott, Epstein y Gluckman (1969).
Del lado de Bohannan, ver 1957; 1965; 1967b; 1968a; 1968b; 1969.
Otros han intervenido (ver, por ejemplo, la bibliografía en Gluckman, (1967: 417). De acuerdo con Laura
Nader, la conferencia Burg Wartenstein de 1966 resolvió este problema:
La cuestión del uso antropológico de la terminología jurisprudencial, base un desacuerdo anterior entre Max
Gluckman y Paul Bohannan, se discutió y resumió en esta conferencia. Se llegó a un acuerdo intelectual entre
Bohannan y Gluckman por medio de la hábil declaración del profesor Hoebel sobre la cuestión (…) y el
grupo expresó la creencia de que la discusión ahora se había disuelto y ya no necesitaba ocupar la atención y
las energías de los investigadores interesados en la ley (1969b: 4).
Una lectura de los intercambios entre los principales adversarios, contenidos en el mismo volumen, sugiere
que la resolución no fue tan exitosa.
25
Lo mismo han hecho Mair (1962: 19) y Goldschmidt (1967: 2-3). Algunos politólogos han dado
recientemente un beneficioso ejemplo, al resolver dejar de lado, al menos por el momento, su shibboleth
equivalente: "el Estado". Ver, por ejemplo, Easton (1953: 108); Swartz, Turner y Tuden (1966); pero ver
Fried (1967: 1, 227).
Por las razones ya expuestas, debe aceptarse alguna reducción en nuestro foco,
incluso si toda perspectiva menos incluyente está destinada a ser incompleta. He elegido
concentrarme en las disputas. Considero que puedo dar a esta categoría de fenómenos un
contenido que no es ambiguo y que es generalmente aceptado, y trataré de demostrarlo a
continuación. Cuando esté construido, el concepto podrá ser aplicado a lo largo de
sociedades disparejas con mayor amplitud que cualquiera de las definiciones de derecho ya
discutidas, y entonces podrá ser útil para evadir el callejón sin salida en el cual el objeto de
nuestra investigación ha sido definido como inexistente. Finalmente, las disputas se prestan
a la descripción en términos de variables con valores continuos, en lugar de valores
dicotómicos.
Al elegir las disputas en lugar de alguna de las perspectivas alternativas del derecho,
meramente estoy siguiendo a otros en un camino ya establecido de investigación. Vale la
pena especular brevemente sobre los orígenes de esta preferencia como una cuestión de la
sociología del conocimiento,26 pues para los científicos sociales el interés en el derecho ha
sido también en gran parte un interés en las disputas. La comunidad académica ciertamente
ha ejercido gran influencia. Cada nueva disciplina desea crear un nuevo nicho para sí
misma, y la teoría social comparativa del derecho se encuentra claramente en esta posición.
Si provisionalmente definimos sus límites como que abarcan la formulación de las normas,
la aplicación de dichas normas y el comportamiento al cual aplican, entonces dos de esas
tres categorías ya han sido parcialmente tratadas por las ciencias sociales tradicionales. La
ciencia política estudia el proceso legislativo (y más recientemente el proceso judicial) por
el cual las normas son articuladas y cambiadas. La conducta al cual se refieren estas normas
se extiende al dominio de la economía, la sociología y la sicología; además, estas
26
Aubert señala que este es uno de los pocos lugares de encuentro entre la sociología y la antropología del
derecho (1969a: 12).
disciplinas generalmente han descartado las normas legales por ser poco relevantes para
explicar el comportamiento.27 Pero, en las operaciones rutinarias ante las cortes o ante las
entidades públicas en donde las normas son aplicadas, la técnica legal ha mantenido un
dominio indiscutible, al menos hasta hace poco tiempo. 28 A primera vista, esto resulta
peculiar. El realismo legal, que ha proporcionado a la academia jurídica estadounidense su
perspectiva prevaleciente durante más de medio siglo, repetidamente ha proclamado que la
clave del derecho reside en su aplicación, que dicha aplicación no puede ser explicada
adecuadamente solo por las normas legales, y que las ciencias sociales ofrecen una
comprensión más completa del proceso de aplicación. 29 Aun así, los abogados han sido
27
Los estudios de impacto, que exploran la relación entre las normas y el comportamiento, han sido uno de
los pilares de la sociología legal estadounidense. Han estado llamativamente ausentes en la antropología legal
en general, y en África en particular. La razón puede estar relacionada con políticas de gobierno indirecto (ver
nota 28 infra) bajo las cuales algunos regímenes coloniales mantuvieron reglas sustantivas tradicionales. Allí,
donde los gobiernos independientes han promulgado leyes que ordenan una reforma radical del
comportamiento, la reacción de la mayoría de los investigadores occidentales ha sido el escepticismo. Arthur
Schiller acuñó la frase “Derecho de fantasía” (1965), y la mayoría de los escritores parecen estar de acuerdo
con él (Verhelst, 1963, Fisher, 1971).
28
Bajo el título de “proceso judicial”, este ha sido, por supuesto, el punto de partida favorito para los
abogados que especulan sobre el derecho. Pero estas especulaciones, aunque revestidas de lenguaje científico
social, solo han sido apoyadas por la teoría y la investigación empírica en la última década. Ver, por ejemplo,
Kalven y Zeisel (1966).
29
El realismo jurídico parece haber tenido una influencia considerable sobre el desarrollo de la antropología
legal. Karl Llewellyn, ciertamente un líder de ese movimiento, también fue coautor de una de las primeras
monografías sustanciales dedicadas enteramente al derecho (Llewellyn y Hoebel, 1941). Pero también había
otras razones. La antropología durante los años 1950 y 1960 –cuando por primera vez tomaron interés en la
ley–, estaba madura para tal enfoque. El estudio de la estructura social y especialmente las relaciones de
parentesco, que derivaron de Radcliffe-Brown y que pudo haber llevado a que los antropólogos legales
enfatizaran en las reglas sustantivas, pareció haber llegado a un punto de rendimientos decrecientes. La
consigna de la última década ha sido un proceso, según lo explorado por el método de caso extendido (A.L.
Epstein, 1967a, 1967b). Los escritos de Gluckman y el trabajo de sus pupilos –una fuerza lo suficientemente
potente como para llamarse la “Escuela de Manchester”– han aplicado este enfoque a temas tan dispares
como los ritos y el simbolismo, la política y el derecho. La relación puede ser aún más directa. El primer gran
trabajo de Gluckman en antropología legal (1955) fue claramente modelado sobre Cardozo (1921). Puede ser
significativo que el crecimiento de la antropología legal coincidiera con el ascenso de los estadounidenses a la
creciente prominencia en la antropología internacional después de la Segunda Guerra Mundial. Los
sociólogos estadounidenses interesados en el derecho difícilmente pueden escapar por completo del alcance
extremadamente ambivalentes hacia los científicos sociales que de hecho han formulado
explicaciones adecuadas30 para el proceso de toma de decisiones jurídicas 31. Los politólogos
–que fueron los primeros en ingresar a este dominio, hasta ahora exclusivo, con sus teorías
de la jurisprudencia conductual–, fueron inmediatamente criticados y posteriormente
ignorados (Becker, 1963; Stone, 1965: 687- 95). Afortunadamente, los antropólogos y
sociólogos no se dejaron intimidar por la amenaza de un rechazo similar, pero la
cordialidad de su recepción final entre los juristas aún se mantiene en duda.
tradicionales fue estimulado por el reconocimiento de que ofrecían la mejor fuente de información sobre las
poblaciones indígenas que esos funcionarios trataban de controlar. Henry Morris (1970: 16) sugiere que el
interés de los funcionarios coloniales en las instituciones judiciales tradicionales fue estimulado por el
razonamiento de que ofrecían la mejor fuente de información sobre las poblaciones indígenas que dichos
funcionarios trataban de controlar.
34
Esta parece ser la contrapartida o quizás incluso un reflejo, de la nostalgia por un orden social en
desvanecimiento que atrajo la atención y las simpatías de los teóricos sociales clásicos del siglo XIX (véase
Nisbet, 1966).
35
Margaret Mead, en su reciente autobiografía indica que ésta fue la razón por la que se convirtió en
antropóloga (1972: 291 y sigs.).
36
No veo ninguna razón por la cual el esquema analítico que estoy desarrollando no pueda aplicarse a
disputas entre grupos. En aras de la simplicidad, sin embargo, trataré a los disputantes como si fueran
individuos.
físico entre ellos, y ese contacto debe llevar a una interacción significativa. Dicha
interacción debe involucrar un elemento de conflicto – las partes formulan reclamaciones
contradictorias en cuanto a un recurso. 37 El desacuerdo sobre un hecho (por ejemplo, el
nombre del diecisieteavo presidente de los Estados Unidos) no es conflicto; pero
posiblemente se convierta en conflicto si los participantes pretenden no sólo reivindicación
fáctica sino también el reconocimiento de su superioridad intelectual. Como sugiere el
ejemplo, elementos intangibles tales como la reputación también pueden ser objeto de la
disputa. La negación de los reclamos de otra persona crea un conflicto de forma tan efectiva
como la existencia de un contrareclamo. Para caracterizar el conflicto como una etapa en
desarrollo en cualquier relación, busco enfatizar que no es una desviación antinatural38.
Las definiciones ya ofrecidas en los párrafos precedentes marcan los límites del
fenómeno que deseo estudiar. Aunque mi noción de disputa presenta una semejanza
considerable al proceso judicial – de hecho, precisamente por su similitud superficial – vale
la pena enfatizar que los dos no son equivalentes de ninguna forma. La gran mayoría de
disputas en cualquier sociedad nunca entra a sus instituciones judiciales, comoquiera que
estas sean concebidas en términos generales. Adicionalmente, una proporción significativa
de los asuntos que tratan la mayoría de las instituciones judiciales no involucra en lo más
mínimo disputas, sino que hace parte del procesamiento administrativo de rutina de
divorcios inconclusos, embargos de salario, desalojos, juicios ejecutivos por falta de pago,
ofrece una posible razón para este sesgo en el prefacio:
“En la sociedad occidental –y tal vez en la mayoría de las otras sociedades, pero eso está fuera de nuestro
punto inmediato– el conflicto es inequívocamente ‘algo malo’. Es típico que la sociedad occidental tienda a
moralizar las cosas malas y habiendo salvado su conciencia colectiva, no haga nada al respecto (Id. en xi).
Puede ser que ahora estemos empezando a aceptar este miedo.
45
Ver, por ejemplo, Driberg (1934); Holleman (1950). Los abogados han hecho la misma observación, por
ejemplo, Elias (1956). Al igual que los funcionarios coloniales, por ejemplo, Dundas (1915).
46
Para una crítica reciente de este enfoque, ver Tanner (1970).
47
Los antropólogos también parecen haber confundido las racionalizaciones tribales del comportamiento con
descripciones objetivas. Holleman cita el proverbio de Hera: “‘Molestar el agua es volver a calmarla’ [...] a
veces es necesario enfrentarse a los problemas para resolver las cosas” (1952: 36). Pero, una lectura de la
disputa en la que se invoca este proverbio me lleva a la conclusión de que el problema no fue zanjado de
ninguna manera. Nader, de forma similar, ha titulado un ensayo: “Estilos de Procedimientos Judiciales: Hacer
el equilibrio” (1969c), traduciendo el valor zapoteca de “hacer el balance”. Sin embargo, un estudio profundo
de los cinco casos que ella analiza, me deja otra vez con la sensación de que en realidad no se logró ningún
equilibrio, y las disputas continuaron hirviendo a fuego lento.
bancarrotas, y varios delitos menores.48 Una teoría social de las disputas, es entonces, al
mismo tiempo más y menos que una teoría social del derecho.49
Permítanme resaltar que este ejercicio busca ilustrar la viabilidad de un enfoque, pero
no examinar la literatura exhaustivamente. Las variables procesales se pueden trazar
convenientemente rastreando la secuencia de eventos en una disputa paradigmática; por
supuesto, ningún elemento particular es esencial y tampoco es un orden prestablecido.
Antes de que una disputa pueda surgir, un individuo debe reclamar un recurso frente
al cual otro tiene un reclamo contradictorio. 53 Las definiciones sociales de abundancia y
escasez de recursos afectarán obviamente la naturaleza y frecuencia de dicho conflicto. 54 Su
ocurrencia también se rige por factores sicológicos: los individuos en una sociedad pueden
reaccionar a una amenaza de conflicto reprimiendo sus deseos. 55 Inclusive si una persona
está consciente del conflicto puede negarse a darlo a conocer, puesto que todas las
sociedades ofrecen alternativas (Hirschman, 1970): migrar para evadir discordias futuras,56
52
Mi modelo aquí es un análisis de los orígenes de las disputas (Mack y Snyder, 1957).
53
Comparar a la definición de Dahrendorf (1959: 209).
54
Michael Saltman ha llevado a cabo una comparación cuidadosamente controlada del contenido de las
disputas en tres comunidades Kipsigis en Kenia, que difieren principalmente en la medida en que su
organización económica se ha visto afectada por los contactos con sociedades más grandes. Descubrió que la
creciente modernización está estrechamente relacionada con un cambio en los objetos de disputa, desde el
ganado hasta la tierra y el dinero (1971).
55
Véase, por ejemplo, LeVine (1960) (comparación entre los Gusii de Kenia y los Nuer de Sudán); ver en
general Mead (1961). Para ejemplos de sociedades que parecen fomentar tal represión, ver, por ejemplo,
Thubten y Turnbull (1968) (Tíbet); Marshall (1961) (Kung Bushman del desierto de Kalahari, Sudáfrica).
56
Véase, por ejemplo, Gulliver, 1955; para una discusión general de las alternativas a las disputas, ver Fiirer-
Haimendorf (1967) (una comparación de varias sociedades asiáticas). Hasta cierto punto, esta alternativa se
vuelve menos disponible a medida que aumenta la densidad de población. Pero con el salto cuántico hacia un
entorno urbano, la migración –ya sea física o simplemente social– se convierte en una importante, e incluso la
más importante, solución para el conflicto. Collier delinea claramente las consecuencias del conflicto
Zinacanteco por la proximidad del pueblo de San Cristóbal (1973).
posponer el enfrentamiento para un momento más oportuno (P. Spencer, 1965: Ch. 7), y
resignación, tal vez con la esperanza de reivindicación en una vida extraterrenal. 57
62
Lon Fuller sostiene que las disputas bicéntricas y policéntricas son de naturalezas diferentes, y que solo la
primera es apropiada para la adjudicación (n.d.: 74); ver también Howard (1969: 347).
63
Aunque creo que la percepción de Aubert está bien fundamentada y es útil, no estoy seguro de si uso de los
adjetivos “legal” y “científico” para describir los dos enfoques esté justificado. Desde mi propia experiencia
del proceso de disputas familiares en los tribunales estadounidenses, yo diría que los abogados y otros
profesionales del derecho (jueces, empleados, trabajadores sociales) toman lo que Aubert llama un enfoque
científico; y las partes y sus parientes no profesionales, amigos y seguidores, siguen lo que él llama un
enfoque legal.
Si bien las observaciones anteriores de sociólogos y de antropólogos son
relativamente novedosas, la filosofía legal ha reflexionado ampliamente sobre las
características de las normas y la forma en que son empleadas en las disputas. Pound
afirmó: “casi todos los problemas de la jurisprudencia se reducen a uno fundamental de
reglas y discreción…” (1922: 70). Esta distinción ha sido refinada para reconocer la
claridad y diferenciación de las reglas cuando se contrastan con estándares vagos y
superpuestos (ver Fallers, 1969: 11; Yngvesson, n.; Eckhoff, 1969: 176; Dworkin, 1967: 25
y sigs.). La aplicación de las normas puede centrarse en los patrones generales y repetitivos
de las situaciones de conflicto, o en las características idiosincráticas de la disputa (Pound,
1922: 70). Se ha descrito que los procesos de pensamiento subyacentes caen a lo largo del
concepto entre lo racional y lo irracional (Weber, 1954: 63-64), o entre la inteligencia y la
intuición (Pound, 1922: 70, siguiendo a Bergson). El proceso puede ser caracterizado según
su orden formal, expresado en adherencia a un código de doctrina de precedentes y
obtenido por medio del razonamiento legal conceptual; o podría estar al servicio de
finalidades sustantivas independientes y resultar en una serie de themistes, desconectados
de las decisiones pasadas y futuras (Maine, 1950: Ch. 1; ver también Weber, 1954: Ch. 4).
Las normas pueden ser invocadas por una bparte para apoyar un argumento, o por una
tercera persona impulsando un resultado particular; estos argumentos pueden ser más o
menos explícitos.64
Los tipos de disputas difieren en los resultados hacia los que tienden: algunas hierven
a fuego lento indefinidamente sin una resolución en firme; otras generan una presión
considerable para obtener una decisión de cualquier tipo. 65 Esta, puede ser una decisión
clara, simple, dicotómica que favorece a una parte y excluye a la otra, como en el cobro
ejecutivo directo; o puede ser un compromiso ambiguo que considere “todos los derechos y
daños de la situación” (Fallers, 1969: 13), y premia a cada parte con algo que pretende
64
Eckoff (1969); Gulliver (1969a: 18-19). Lloyd Fallers dedica gran parte del análisis en su libro al problema
de la explicitación del argumento normativo (1969). Lon Fuller afirma que el argumento normativo explícito
es otra característica que identifica la adjudicación (n.d.: 69); ver también Howard (1969: 349).
65
Los estudiosos del derecho africano se han sorprendido por las actitudes contrastantes de los tribunales
africanos e ingleses sobre la importancia de la finalidad, y la tendencia de enfatizar ese valor a con la
europeización de la estructura de la corte. Ver, por ejemplo, Lambert (1947: 8); A. L. Epstein (1952: 8); ver
también Howard (1969: 354).
mientras niega otros elementos de su reclamo. 66 El resultado puede ser impuesto
unilateralmente a las partes, o puede hacerse un esfuerzo, mayor o menor, para asegurar su
consentimiento por una variedad de medios (Fallers, 1969: 11; Aubert, 1963a). Así mismo,
este recurso67 puede expresarse mediante sanciones, que pueden ser represivas o
restitutivas, positivas o negativas, difusas u organizadas (Durkheim, 1947; Radcliffe-
Brown, 1933b). La sentencia puede ser anunciada como final, así como su carácter
irrevocable puede ser evitado conscientemente (Cohn, 1967: 156); en cualquier caso, puede
haber oportunidades futuras para modificarla o reinterpretarla. Y existirán, por supuesto,
variaciones en la manera en que la decisión afectará el comportamiento futuro. 68
El proceso puramente político, por el otro lado, no involucra la intervención de una tercera parte,
de un juez. Aquí se llega a una decisión, y una solución es acordada como resultado de las
fuerzas relativas de las dos partes en la disputa a la vez que son introducidas y probadas en la
acción social. El más fuerte tiene el poder de imponer sus propias decisiones, pero está limitado
por el nivel de influencia que su oponente, aunque más débil, pueda tener en ellas. En este caso,
las normas de comportamiento aceptadas y relevantes para la disputa en cuestión son sólo uno de
los elementos involucrados, posiblemente uno de poca importancia (1963: 297-98).
Gulliver desarrolló esta tipología en su intento de retratar la solución de disputas entre los
Arusha de Tanzania. Desde entonces, ha modificado un poco su posición con el fin de
“evitar el establecimiento de tipos o modelos precisos e ideales” y enfatizando que “no
existe una línea divisoria absoluta entre los dos modos” (1969a: 22-23). No obstante, se
puede decir que su formulación revisada, aunque calificada, no ha cambiado
fundamentalmente.
Esencialmente, la diferencia está entre el juicio por una tercera parte autorizada, por un lado, y el
acuerdo negociado sin ningún tipo de juicio, por el otro; es decir, la diferencia entre la presencia o
la ausencia de una autoridad superior…
Mientras Fallers y Gulliver se concentran en definir el proceso político, Pospisil llega a una
perspectiva similar identificando el otro polo de la dicotomía, el judicial, con un atributo el
cual él llama “la intención de aplicación universal…la autoridad en la toma de decisión
tiene la intención de aplicarlo a todas las situaciones similares o ‘idénticas’ que ocurran en
el futuro” (1958: 262; ver también Kawashima, 1963).
Ciertamente, esta tipología es familiar para los abogados. Los modelos judiciales
descritos anteriormente cumplen claramente con el ideal que tiene al abogado sobre el
imperio de la ley. Lon Fuller argumenta que la adjudicación, como tipo ideal, es un proceso
dentro del cual tanto las partes presentes, como el juez, son guiados por evidencia y
argumentos razonados (n.d.: 29). Adicionalmente, Herbert Wechsler, en la defensa de
“principios neutrales” como la única base apropiada para las decisiones judiciales, emplea
un estándar similar:
Una decisión de principios, en el sentido que tengo en mente, es una que se basa en razones con
respecto a todos los aspectos del caso, razones que en su generalidad y neutralidad trascienden
cualquier resultado inmediato que esté involucrado (1961: 27-28).70
71
La convergencia puede deberse al hecho de que el “imperio de la ley” (rule of law) es un concepto central
en el sistema jurídico y político americano. El trabajo de Philip Selznick y sus asociados en el Centro para el
Estudio del Derecho y la Sociedad, en Berkeley, consiste en parte en un intento de darle a este sistema
popular un contenido analítico definitivo. Sin embargo, la dificultad que esto presenta se debe a que dicho
concepto jamás podrá ser liberado completamente de la carga de connotación emocional e ideológica, la cual
es un atributo esencial de una lengua común.
Este enfoque también parece ser predicado en una secuencia casual la cual se opone a lo utilizado
comúnmente por los sociólogos y antropólogos estudiados anteriormente (con la posible excepción de
Bohannan). Ellos, en general, examinan la estructura de una disputa para entender cómo determina el proceso.
La escuela neo-natural del derecho estudia la manera en la que un concepto del proceso de disputa determina
su estructura. Ver la controversia entre Selznick y sus críticos reproducida en Friedman y Macaulay (1969: 1-
34). Para un ejemplo reciente de esta aproximación natural al derecho, ver Selznick (1969); y ver Golding
(1969):
72
Esto puede explicar la vehemente, y casi uniforme crítica al conductismo judicial por parte de estudiosos
del derecho, quienes lo menospreciaron como la “escuela de desayuno de la jurisprudencia”.
73
Las consecuencias del paradigma se extienden más allá de la academia hasta el mundo en acción. Los
estudiosos del derecho que adoptan la noción de ‘rule of law’ incitan a las instituciones judiciales a que se
abstengan de actuar en aquellos casos en donde las normas, o ciertos tipos de normas, no decidan la disputa.
embargo, me parece relevante destacar una falta de claridad fundamental sobre lo que
significa que una disputa sea “gobernada por normas”. Permítame considerar los
significados sugeridos por las citas anteriores74.
(1) Los disputantes u otros participantes piensan que están actuando de acuerdo a las
normas incitando un resultado en particular. Este parece ser el uso que le da Pospisil
cuando habla de una autoridad con intención de aplicación universal. Yo no creo que esta
sea una aproximación sociológica fructífera. La intención de la autoridad en el momento de
decidir es particularmente difícil, si no imposible, de comprobar, y Pospisil no indica
ninguna manera para hacerlo.
(2) Los participantes de la disputa invocan normas en la búsqueda de una solución para
la disputa. Fuller sugiere este aspecto en su énfasis en razonamiento argumentativo (n.d.:
20). Como herederos del realismo legal, no es probable que confundamos la invocación de
las normas con su influencia real. Pero si el lenguaje normativo no es una garantía de que
las normas gobiernan, ¿podemos inferir de su ausencia que son irrelevantes? Un número de
escritores, el más reciente siendo Fallers, han observado que las normas pueden jugar un
mayor rol en las disputas sin ser mencionadas explícitamente por un juez o un litigante
(1969: 320 ff.). Una posterior invocación, como índice, no sirve para crear dos categorías
de disputas, normativas y extra-normativas.
(3) Las normas determinan el desenlace de una disputa. Dworkin ha analizado este
“modelo de las reglas” a profundidad (1967: 36; ver también Moore, 1970b: 323, 341), y
está de acuerdo con, y de hecho trivializa, la idea de los realistas de que es la pura norma la
que puede o efectivamente dicta una decisión75, y que gran parte de la toma de decisiones
en muchas disputas quedan fuera del alcance de las reglas existentes. Desde este punto de
vista muy pocos de los casos juzgados por las cortes oficiales son disputas legales. ¿Se
Ante esto, los jueces, igualmente deseosos de vitar cualquier influencia extra-normativa, siguen a menudo este
consejo.
74
Aquí me preocupa lo que significa que una norma gobierne una disputa. Después, consideraré las
condiciones necesarias para que una norma gobierne una disputa.
75
Hacer la pregunta – ¿cuándo determinan las normas el desenlace de una disputa? – es, claramente, escoger
un nivel de análisis dentro del cual las normas son una variable significante. Ciencia política e historia legal
reciente han preferido tratar otras variables como igual de determinantes que las normas y sus desenlaces.
Ver, i.e., Hurst (1964); Friedman (1965); Macaulay (1966); Tushnet (1972); Horwitz (1973).
podría concluir entonces que las normas no juegan un papel en las controversias restantes?
Enfáticamente no. Una norma de diferente tipo, la cual Dworkin denomina como un
estándar, principio o política, “establece una razón que argumenta en una dirección…[Esta]
es una que los funcionarios deben tener en cuenta, si es relevante, como una consideración
que se inclina hacia una u otra dirección” cuando llegamos o sobrepasamos a la penumbra
de las normas, o cuando estas requieran cambios (1967: 26). No obstante, la aplicabilidad y
el peso relativo de estos estándares son siempre inciertos hasta cierto punto, con el
resultado que una comprensión completa del curso de una disputa sólo puede ser obtenido
analizando, igualmente, factores extrínsecos a su contenido normativo. Por ende, Fallers no
puede fácilmente discriminar sobre esta base entre disputa política y demanda, y una vez
más la simple dicotomía se quiebra.
(4) Si bien solo unas pocas reglas dictan inequívocamente un único juicio, el proceso
judicial que lidia con disputas todavía puede ser distinguido de otros procesos similares por
el hecho de que todas las normas que emplea poseen un carácter neutral. Obviamente, esta
proposición se encuentra sujeta a la línea de ataque previamente delineada; de hecho, es
particularmente vulnerable ya que la propia neutralidad en la que Wechsler insiste
incrementa la indeterminación del desenlace 76. Más importante es que el criterio de
neutralidad no divide las decisiones en las que tienen algún principio como base y las que
no, pues el grado de generalidad requerido para una norma es arbitrario y nunca
adecuadamente especificado77.
Desde esa perspectiva, puede ser valioso retornar a las distinciones previamente
criticadas en la búsqueda de pistas sobre las formas en que las normas pueden estar
involucradas en una disputa. Dworkin (1967: 25-29) diferencia reglas de estándares con
base en dos criterios: 1) las reglas, o dictan una decisión, o son irrelevantes; los estándares
pueden argumentar a favor de una decisión sin necesitarla; 2) estándares tienen un peso
relativo entre ellos; las reglas, no 81. Yo tampoco creo que esta dicotomía pueda ser
mantenida; la mayoría de las normas funcionan más como reglas en algunos casos, y más
como estándares en otros82. No obstante, yo creo que las variables empleadas por Dworkin
78
Sería posible, después de la disputa, revisar eventos y encontrar algunas normas que parecen describir lo
ocurrido – i.e. demandantes con corbatas de rayas deberían ganar casos el 7 de noviembre de 1972 – y esto es,
en gran medida, lo que hacen los profesionales del derecho (incluidos los estudiosos). Pero esto no es lo que
quieren decir con normas que rigen las disputas.
79
Una norma, en este sentido, puede ser simplemente la generalización de la demanda más allá de la situación
real de la presente disputa a alguna situación de hecho inclusiva, a la cual se le atribuye un valor positivo.
Infantes de cierta edad pueden no proceder más allá del “yo quiero”. Pero a la capacidad de verbalizar una
demanda la sigue la capacidad de justificarla: “yo quiero porque me gusta”. Si bien el poder absoluto puede
llevar al hombre a retroceder a demandas infantiles, como Camus sugiere de Calígula, cualquier cosa menos
no tiene ese resultado; naciones apelan constantemente a las normas, al igual que los dictadores.
80
Gluckman anticipó esto interpretando los casos de los Arusha de Gulliver como la exhibición de la
presencia e influencia de normas poderosas (1965c).
81
La distinción ha sido criticada por otros, i.e. Raz (1972), y refinada posteriormente por Dworkin (1972).
Para intentar reconciliar estas dos, ver Yale Law Journal [Nota] (1972).
82
La instancia más notable en donde un estándar se volvió una regla, y luego un estándar de nuevo, es en los
casos de “stop-look-and.listen”. La norma de conducta del common law a nivel de cruces ferroviarios ha sido
cuidada razonablemente. En Baltimore & Ohio Ry. v. Goodman (1927), el Juez Holmes buscó “establecer un
al mostrar esta distinción son potencialmente útiles: el grado de claridad con el cual una
norma incluye una situación de hecho, y apunta a un desenlace, y el peso de una norma en
comparación con las demás. Similarmente, mientras que Wechsler no me logra convencer
de que ciertos principios son neutrales en sentido absoluto, la generalidad de la norma
puede ser una variable importante83. Y, ciertamente, Fuller está en lo correcto cuando
establece que el grado en que los argumentos normativos son expresados y respondidos por
un juez también debe interesarnos (n.d.) 84. Otras variables que se superponen en cierto
grado con aquellas que acabamos de discutir pueden ser: el grado en que las normas son
estándar [sic – una regla en este contexto] de una vez por todas” – una regla que requeriría que el conductor
del carro parara, mirara y escuchara antes de proceder a cruzar un cruce ferroviario, y si su vista fuere
obstruida, bajarse del carro. Esta regla operó por siete años hasta que el Juez Cardozo se sintió obligado a
anularla en Pokora v. Wabash Ry. (1934), escribiendo que: “ilustraciones como estas dan testimonio de la
necesidad de precaución en la enmarcación de estándares de conducta que equivalgan a las reglas de
derecho”.
Recientemente, hemos visto numerosas instancias de estándares siendo interpretados de una manera
cada vez más reglamentaria, i.e. la Cláusula de Protección Igualitaria aplicada a la desegregación escolar, la
redistribución, y, como lo interpretan las cortes estatales, al financiamiento escolar. Al mismo tiempo, existen
probablemente un mayor número de ejemplos de reglas que se convierten en estándares: motivos precisos
para el divorcio interpretados como equivalentes a la ruptura matrimonial; reglas que rigen transacciones
comerciales y se vuelven estándares aceptados de la práctica de negocios.
Una pregunta más interesante, por lo tanto, sería: ¿por qué una idea normativa en particular se
formula como regla o como estándar? Y, ¿cuándo se transforma de una a la otra?
83
A.L. Epstein observó un aumento en el nivel de abstracción de las normas invocadas por las cortes en el
Copperbelt con el paso del tiempo (1951: 34). Kawashima usa el patrón variable Parsoniano –
particularidad/universalidad – para describir patrones cambiantes en el razonamiento legal en Japón (1963).
84
Un incremento en argumentación explícita puede, por ejemplo, ser correlacionado con un cambio social
rápido, con un incremento en la heterogeneidad cultural, o con un aumento de confianza en la autoridad
racional en vez de la tradicional o carismática.
consistentes o inconsistentes85, definidas clara o vagamente (Gulliver, 1969a: 18-19), fijas o
flexibles86, y hasta qué punto el universo de las normas es abierto o cerrado87.
La dicotomía que acabamos de rechazar, sin embargo, toma prestado peso adicional
de un argumento estructural: si bien una disputa puede involucrar normas, estas solo
influenciarán en el desenlace si está determinado por un tercero adjudicador con autoridad.
Gulliver hace explícita esta ecuación (1963: 297-98), pero incluso otros como Aubert
(citado en Nader, 1969c: 87) y Pospisil (1958: 258 ff.), quienes identifican la autoridad del
juez como una variable independiente, asocian ese factor con la toma de decisiones
normativa. Quizás esta conjunción es sugerida por nuestra experiencia cotidiana;
ciertamente, la mitología popular le atribuye imparcialidad al juez y egoísmo a las partes.
Sin embargo, por propósitos de análisis estas variables deben permanecer separadas. Ellas
pertenecen a distintos órdenes conceptuales: la manera en que las normas entran en una
disputa es una variable procesal; la presencia de tercero adjudicador es un elemento
estructural88. Por lo tanto, su correlación debe ser problemática.
85
Tanto Tanner (1970) como Collier (1973) enfatizan en esta variable; puede ser significativo que ambos
trabajaron en sociedades que fueron pluralistas por mucho tiempo (Indonesia), y que han tenido una larga
relación con el colonialismo (Indonesia y México).
86
Puede ser, por ejemplo, que cada proceso de disputa requiera elementos de flexibilidad y fijación, de modo
que cuando normas sustantivas se vuelvan fijas, los procedimientos se vuelvan más flexibles, y viceversa.
Eckhoff destaca que la flexibilidad de las normas puede ser inherente en la ideología política de la misma
manera en que la formalidad del procedimiento está ordenada por el concepto occidental de ‘rule of law’.
“Confucio enseña que las partes que tienden a hacer valer sus derechos deben ser atenuadas, de modo que se
pueda llegar a un compromiso, dejando marcas profundas en la ideología asiática-oriental de conflicto-
resolución” (1969: 173 n.1).
87
Simon Roberts nos ha dado un excelente análisis de la medida en que la ley Kgatla tradicional está
actualmente abierta a nuevas normas, usualmente extraídas de sistemas legales occidentales (1971).
88
Nader ha sido explícito con esto (1969c: 88), al igual que Marc Galanter (1972b). Eckhoff nota que la
influencia de las normas puede derivarse de una amplia variedad de fuentes, tales como el poder político, la
tradición, ética, etc. (1969: 176-77), y añade que el mismo individuo puede alternar entre el juicio y la
mediación para resolver una disputa, a pesar de que su nivel de autoridad no cambia (1969: 180-81). Weber,
claro está, ha conducido una extensa investigación sobre la relación entre la naturaleza de la autoridad y la
naturaleza de las normas (1954).
La tendencia de los conceptos que busco correlacionar y fusionar en una unidad indivisible se agudiza en este
punto, y la dirección causal de la relación entre ellos se vuelve menos clara. ¿Acaso la autoridad o las normas
Si lo es, la hipótesis propuesta falla, tanto teórica como empíricamente. La toma de
decisiones que incluye un tercero adjudicador con autoridad no es necesaria para que las
normas jueguen un papel importante en las disputas. Dicha proposición implicaría que la
única fuente posible para la influencia de las normas sobre los disputantes es la autoridad
de un juez. Pero claramente hay otras fuentes. Uno de los disputantes puede poseer una
autoridad para declarar normas, similar a la de un juez – piense en las peleas entre padres e
hijos (Piaget, 1965: 107)89. Y aparte de quien las anuncia en el curso de una disputa, las
normas mismas pueden estar dotadas de legitimidad derivada de la tradición 90, o creadas por
mutuo consentimiento, como cuando los jugadores siguen las reglas de un juego por su
deseo de seguir jugando91.
Barnes concluye: “el sistema legal no es un tipo de máquina calculadora, con una
entrada de errores y una salida de soluciones. Es parte de un proceso social dentro del cual
los grupos e individuos luchan unos contra otros y con los otros por una variedad de fines”
(1961: 193)94.
Nader expone cómo en el sistema libanes son los políticos los que toman el papel de los abogados. Se cree
que ellos son quienes deben encargarse de los problemas de sus seguidores. Así, generan acuerdos con el juez
que funcionan como soluciones a estos casos; acuerdos que dependen de la influencia que tenga el político,
considerado un hacedor de wasta profesional. La traducción conllevaría una confusión en este aspecto.
94
Compare el uso que le da Tanner (1970), con el que le da Collier (1973) a la definición de derecho de
Barkun (1968: 92, 151). Marshall y May hacen mención de esto en sus estudios sobre la corte de divorcios en
No debería pensarse que solamente en el mundo no-occidental el proceso de disputa
se encuentra disociado de sus pautas normativas. Es ampliamente reconocido que el
comportamiento significativo que ocurre dentro de nuestras propias instituciones para el
manejo de disputas solo se guía parcialmente por las normas oficiales. Podemos distinguir
tres situaciones distintas. Algunas instancias de desviación son reconocidas y aprobadas
oficialmente: la institución del jurado es el ejemplo más prominente 95; la disposición de los
delincuentes es otro96. Otras formas son toleradas con mayor ambivalencia. Las normas por
sí solas no rigen las decisiones de particulares, o del gobierno, para hacer valer un
reclamo97, o para escoger un foro en particular, a pesar de las protestas ocasionales de los
demandantes en las que persiguen cada infracción98. Si los disputantes evaden la corte – y la
Ohio:
La ley sustantiva del divorcio es meramente el terreno en donde la batalla de las cortes de divorcio es llevada
a cabo. Como manual de entrenamiento para la infantería americana, los oficiales dicen,
“el terreno ejerce una influencia de control en todas las operaciones militares. Con frecuencia, utilizarlo
propiamente juega un factor decisivo. Los elementos del terreno son el encubrimiento, la cobertura,
facilidades de movimiento, y las oportunidades que brinda para observar y disparar, junto con los obstáculos
que interpone para disparar y moverse”.
Las reglas procedimentales en las acciones de divorcio son, por lo tanto, lo que un estratega militar podría
llamar “la utilización del terreno” (1933: 211).
95
Esto es, claramente, un punto en común entre los abogados practicantes. De hecho, hay manuales que
instruyen al practicante sobre cómo controlar el prejuicio del jurado (Garry, 1969). Pero si el sistema legal no
busca encubrir activamente la irracionalidad del jurado, es suficientemente ambivalente sobre ese factor para
resistir investigación y publicidad académica. Ver Strodtbeck (1962: 151 n. 8).
96
Ver, i.e. R. Dawson (1969); Hood (1962); Frankel (1973); Seymour (1973). Adicionalmente, la mayoría de
los sistemas de disposición criminal hacen una provisión explícita para el ejercicio de la clemencia ejecutiva,
que es intencionalmente una desviación de las normas. Existe una incertidumbre considerable sobre la medida
en que las normas rigen, y deberían, regir este comportamiento, como lo indica el reciente escándalo de
Watergate.
97
La discreción permitida a los particulares para iniciar un litigio civil es tan obvia que, desafortunadamente,
nunca ha sido estudiada; von Jhering es casi único en sus especulaciones (1915). Ver también Black (1973).
Sin embargo, esto ha formado una preocupación principal de la sociología del derecho penal. Ver también,
i.e., J. Goldstein (1960); Skolnick (1966); LaFave (1965); Black (1971).
98
Ver Miller (1969). Compare el criticismo de Adam Walinsky, en ese entonces candidato para Fiscal General
de Nueva York, cuando anunció que en caso de ser elegido no dedicaría sus esfuerzos primarios a la
persecución de los quemadores de banderas (New York Times, agosto 15 de 1970; agosto 21 de 1970), con la
gran mayoría lo hace – puede haber poca pretensión de adherirse al modelo judicial.
Incluso si se inicia un proceso legal, puede que la definición de la demanda y su posterior
modificación durante la negociación previa al juicio no sea explicable en términos de las
normas proclamadas oficialmente; y muchos disputantes, en esta etapa, llegan a un acuerdo
con el consentimiento, o incluso con el estímulo, de la corte 99. El desenlace del proceso de
disputa es en sí un producto complejo de factores normativos y extra normativos, un
producto que recientemente comenzamos a entender con ayuda de las investigaciones de
politólogos sobre los antecedentes judiciales y la ideología 100. Finalmente, algunos factores
continúan entrometiéndose a pesar de los esfuerzos para extirparlos o para negar su
presencia101, i.e. la corrupción102, y desigualdades entre los disputantes103.
afirmación del entonces Fiscal General Louis Lefkowitz (que buscaba la reelección) de que el perseguía
todas las ofensas que llegaban a su oficina. Cada vez que tal discreción se hace explícita, hay gritos de
indignación. Revisar el intento de referendo en Berkeley para regular la discreción de la policía al realizar
arrestos por la posesión de marihuana. Si bien el referendo fue exitoso, desde entonces ha sido declarado
como inconstitucional por una corte. El escándalo de Watergate en, en parte, una controversia sobre los
factores que deberían afectar la decisión de enjuiciar o no.
99
Newman (1966); Howard (1969); Jones (1969); Ross (1970). Mi propia experiencia en la práctica en New
Haven confirma estas observaciones. El juez no solo acepta acríticamente casi cualquier acuerdo entre las
partes, sino que se rehusa frecuentemente a escuchar los argumentos de una de las partes cuando los quiera
exponer, enviándolos fuera de la sala del tribunal para negociar un acuerdo.
100
Las controversias estimuladas por las recientes nominaciones, tanto exitosas como fracasadas, del
Presidente Nixon a la Corte Suprema, y por el cambio en la ideología judicial que esos nombramientos
produjeron, representa evidencia contemporánea de la importancia de estos factores.
101
O’Gorman (1963: 21), siguiendo a Merton (1967b. 126 ss.) argumenta que tales disparidades entre la
norma y el comportamiento deberían proveer un estímulo para un análisis social, no solo para reprobación
moral: “las normas, legales o de otro tipo, no se evaden sin razón. Cuando la evasión de una norma se
convierte en una práctica común entre un gran número de ciudadanos sujetos de derecho, los determinantes de
dicha evasión se encuentran…en inconsistencias institucionales en lugar de en la moralidad individual…
patrones de comportamiento evasivo han sido desarrollados por medio del cual la ley es obedecida en teoría y
negada de hecho. Para parafrasear el análisis de Merton sobre maquinaria política, las deficiencias funcionales
de la ley generan un método alternativo para cumplir con las demandas sociales de una manera un poco más
efectiva”.
102
i.e. el escándalo sobre el Juez Mitchell Schweitzer (New York Times, agosto 3, 4, 6, 7, 14, de 1971).
103
El programa de Servicios Legales de la Oficina de Oportunidad Económica se desarrolló en gran medida
como respuesta al reconocimiento de estas disparidades, y la literatura que llevó a su creación, la cual evalúa
La sección que acaba de concluir es ofrecida como justificación para tratar el
significado de normas oficiales dentro del proceso de disputa como una variable, o mejor
como un número de variables. Esta no es una decisión de poca importancia, ya que en esta
descansa la posibilidad de una teoría social del derecho distinta de la teoría legal o de la
jurisprudencia (cf. Aubert, 1969a: 10). En el intento de construir teorías sociales sobre las
disputas, deseo enfatizar que no estoy descartando la teoría legal del derecho como
superflua o superficial, ni estoy argumentando en favor de algún tipo de reduccionismo
sociológico104. Como he tratado de mostrar previamente, la contradicción aparente entre
ambas aproximaciones es una consecuencia de un malentendido, sesgado ideológicamente,
del verdadero curso de las disputas. Si los estudiosos del derecho persisten en mantener que
proporcionan una explicación completa de las disputas “legales” cuando exponen las
normas oficiales involucradas, entonces cualquier intento por parte de los politólogos para
ofrecer otra explicación sería considerado por los primeros como amenazante e ilegítima 105.
Se sigue que la única adaptación posible entre estos – politólogos y estudiosos del derecho
– es el reconocimiento de una categoría de disputas extralegales. Pero ambas disciplinas
pueden cooperar de una manera mucho más fructífera si acuerdan que las normas son un
factor significativo que afecta el curso de las disputas, pero, casi nunca, el factor exclusivo.
Mi deseo no es, en ninguna circunstancia, minimizar la importancia del universo de las
normas: este puede ejecutar rápidamente el desenlace de muchas disputas, y definir los
límites de lo que se puede argumentar en otras. No obstante, en todas las disputas existen
una gran cantidad de comportamientos que las normas no explican 106 – áreas en donde las
este éxito, está repleta de datos. Ver, por ejemplo, . Harvard Law Review [Nota] (1967); Galanter (1972b).
104
Gusfield trata con cierto detalle el problema de explicar el comportamiento, el cual está explícitamente
justificado en términos normativos, por medio de otros factores sociales (1963: 57-60).
105
Aubert ha notado que “una susceptibilidad suele surgir por una cierta ambivalencia en el fundamento de la
relación. Los abogados son el tema de estudio de los sociólogos, pero simultáneamente son colaboradores…”
(1969a: 13-14).
106
El estudio que hace O’Gorman (1963) sobre abogados que manejan casos matrimoniales ofrece una
excelente visión hacia la influencia complementaria de reglas oficiales, y de otros factores estructurales y
culturales, sobre el comportamiento de cada uno de los actores en estos casos. A lo largo de su libro él
presenta instancias de comportamiento los cuales no pueden ser explicados enteramente por normas oficiales.
Por ejemplo, la decisión de un residente de Nueva York de solicitar su divorcio en otra jurisdicción se explica
mejor por el estrato socioeconómico del peticionante, y por la naturaleza del bufete de su abogado (1963: 77-
normas no hablan, en donde son lo suficientemente flexibles o inconsistentes para permitir
la libertad de acción, o en donde se encuentran anuladas por fuerzas más poderosas. Solo
un compuesto de normas y otros factores sociales pueden retratar adecuadamente la
complejidad del comportamiento en las disputas.
Hace ya mucho tiempo que las ciencias sociales están descontentas por detenerse en
una mera descripción de variedad, clasificando fenómenos de acuerdo con alguna
característica común seleccionada arbitrariamente (ver, i.e., Nader, 1969c: 99; Leach 1961:
3; Southall, 1965). Un medio para llevar nuestro entendimiento más allá de este punto es la
construcción de tipos ideales, que Weber ha definido como:
la acentuación unilateral de uno o más puntos de vista y…la síntesis de una gran cantidad de
fenómenos individuales concretos de carácter difuso, discreto, más o menos presentes y
ocasionalmente ausentes, los cuales son organizados de acuerdo con esos puntos de vista
unilateralmente enfatizados en una construcción analítica unificada (1968: 497; ver Schweitzer,
1970).
80).
por el pensamiento basado en tipos ideales: algunos residuos de etnocentrismo, un tema
predominantemente pragmático o ético unido con inmadurez teórica, o la indisponibilidad
de los datos requeridos para probar las hipótesis.
Hemos confirmado esta pretensión extrayendo de los tipos ideales de otros un número de
variables significativas, y de posibles vínculos entre ellas. Pero esta manera de pensar
puede tener serias desventajas107. Weber fue capaz de movilizar un gran número de
fenómenos altamente diversos al construir su tipología; un teórico menos erudito puede
basarse tan solo en las pocas sociedades en las cuales tiene experiencia personal 108, o en
descripciones imprecisas escogidas más o menos al azar por una lectura o experiencia
limitada109. Las cualidades que definen el tipo ideal, al ser agrupadas todas juntas, son
especificadas imprecisamente. Las dicotomías son comunes, casi universales, en fuerte
contraste con la multiplicidad de tipos que Weber ofrecía usualmente. Los pares de
variables en los que se basan pueden no estar en la misma escala, o pueden no representar
los extremos de esta, así como ciertos parámetros pueden poseer solo un valor unitario. Lo
que emerge no es un tipo ideal sino un estereotipo, el cual, lejos de instruir el ojo del
107
Ver el análisis de Stinchcombe sobre el uso de los conceptos típicos (1968: 43-47).
108
Claramente, Malinowski es el ejemplo extremo de esto. Pero muchos antropólogos experimentan
dificultades a la hora de descifrar la estructura de la primera sociedad que estudian – la cual es a menudo la
última.
109
Es impactante que los antropólogos que participan en trabajos de campo extensivos en sociedades tribales
no pueden llevar a cabo una investigación comparativa por su propia cuenta. En cambio, se basan en literatura
popular, o incluso en su experiencia anecdótica o en la de sus amigos. Ver, i.e., Bohannan (1970). Por el otro
lado, abogados practicantes – ciertamente observadores participantes de su propio sistema legal – cometen el
error opuesto.
observador, lo ciega a los datos no abarcados por el tipo, y también a la posibilidad de otros
tipos.
Quizás mis críticas se reducen al miedo de que sabemos muy poco sobre las
relaciones entre las cualidades de las disputas para empezar a agruparlas de esta manera.
Usaré la reciente tipología de Laura Nader para ilustrar lo que, para mí, es la arbitrariedad
de la conjunción; el ejemplo es escogido con deliberadamente con injusticia, pues su
concepto es seguramente uno de los más fructíferos en la literatura 110. Nader encuentra un
estilo de procedimiento judicial entre los zapotecas que se asemeja al de sociedades
distintas en términos de estructura institucional y condiciones políticas y económicas
generales.
La similitud se encuentra principalmente en el valor asentado en el principio mini-máx., y no en el
juego suma-cero. De este principio se sigue un desenfoque en el establecimiento hechos pasados;
un razonamiento orientado prospectivamente; y el uso de debates como técnica para la expresión y
para encontrar el verdadero problema antes de llegar a un acuerdo, a pesar de que esto puede ser…
un acuerdo para evitar una decisión (1969c: 88).
Los elementos de esta tipología pueden ser parafraseados como: 1) mini-máx. vs suma-
cero; 2) razonamiento prospectivo vs énfasis en hechos pasados; 3) definición amplia de la
disputa vs enfoque en cuestiones reducidas, superficiales; 4) acuerdo por el compromiso de
las partes vs decisión unilateral. ¿Son estos dos estilos tan fundamentales y mutuamente
excluyentes, que podemos clasificar los procesos de disputa a partir de su similitud con uno
con otro? Yo creo que no111. Nader no ofrece ninguna razón cuando asegura que la
combinación es significativa, aparte de su ocurrencia empírica en una variedad de
sociedades. Sin embargo, no resulta difícil citar ejemplos de otras disputas que bien pueden
adherirse al ‘estilo zapoteca’ en la mayoría de aspectos, pero que se desvían de él en uno en
particular: 1) competidores que disputan sobre un bien económico indivisible, por ejemplo
110
Sin embargo, incluso revela los peligros de este método. El intento de Jane Collier de aplicar el modelo
Zapoteca a su material sobre Zinacantan me parece que, en vez de iluminar este último, lo distorsiona (1973:
105-6).
111
Un ejemplo interesante de un juego de suma cero que incluye algunas de las características del modelo de
Nader, pero otras no, fue el experimento de un departamento de historia en una universidad americana que
consistía en asignar a través de votos la suma total de dinero recaudado disponible para todo el departamento
entre cada uno de sus miembros. El foco de la investigación tendía a ser prospectivo en vez de retrospectivo,
pero la discusión fue limitada a asuntos superficiales.
una licencia para vender licor, seguiría siendo parte de un juego de suma-cero ; 2) un padre
interviniendo en una pelea entre sus hijos podría optar por enfatizar un comportamiento
pasado y su divergencia de las normas con el fin de internalizar dichas normas; 3) una
pareja casada peleando sobre un problema menor a menudo evitarán escrupulosamente
todos los otros problemas más profundos112; 4) una junta de libertad condicional
considerando si dejar o no en libertad a un prisionero ciertamente se traduce en una
decisión unilateral113. En efecto, es difícil creer que desviaciones similares del ‘estilo
zapoteca’ no pueden ser encontradas en las mismas cortes zapotecas114.
Otro medio para explicar las características del proceso de disputa es el de buscar
conjunciones regulares con otras variables sociales. Estas serían de forma general, “si x,
entonces y”, en donde y, la variable dependiente, es una cualidad del proceso de disputa
112
Por el otro lado, los Bakongo exploran todos los problemas, y, sin embargo, no creen en el valor del
compromiso, o en la imposibilidad de una atribución inequívoca de elogio o culpa (MacGaffey, 1970: 183).
113
Las cortes americanas imponen compromisos constantemente (ver Coons, 1964). Todo veredicto de un
jurado para el demandante en un caso de negligencia es un compromiso entre las pretensiones de la víctima y
los argumentos del acusado.
114
Yo sugeriría, como hipótesis, que dicha desviación se puede ver reflejada en los casos en que la corte
Zapoteca fue confrontada por una disputa que contenía una sospecha de brujería; me sorprendería mucho si
dicha sospecha se haya hecho pública, y haya sido explorada completa y abiertamente.
115
El mismo Weber escogería otro camino. El buscaría más información de la desviación de los datos del tipo
ideal (1968: 506). Brodbeck ha criticado esta aproximación, catalogándola como circular (1968: 459-60).
116
Nota del traductor: el término originalmente utilizado es ‘typologists’. Se refiere a los científicos sociales
que utilizan el método weberiano de tipos ideales.
117
Esta es otra razón por la que he rechazado el intento de dividir las disputas en normativas y extra-
normativas, una división que crea dos tipos ideales.
que se quiere explicar. Con el objetivo de reducir las variables independientes a un número
que pueda ser explorado realísticamente 118, volveré a emplear los criterios que invoqué
anteriormente: significado, universalidad y continuidad.
A. El concepto de rol
120
A esto también se le conoce como el “síndrome Zanzibar”, en una historia apócrifa sobre un estudiante
Zanzibari en Yale que confundió a su profesor al objetar cada generalización argumentando que no aplicaban
para Zanzibar. Claramente, estaba en lo correcto – Zanzibar es especial – pero también lo está cada otra
instancia en concreto.
121
Para discusiones críticas sobre problemas de definición, ver Dahrendorf (1968ª); Southall (1959).
y hablaré de la participación en el proceso de disputa. Los roles serán clasificados por su
función dentro de dicho proceso, por ejemplo, afirmando un reclamo o escuchando una
afirmación. Más importante para el presente estudio, es la posibilidad de confusión entre la
prescripción y la descripción. El concepto de rol puede referirse a características
observables de un sujeto o comportamiento, o a las prescripciones sociales concernientes a
dichas características. Esta ambigüedad aflige igualmente mi definición del proceso de
disputa, que se puede estudiar en términos de las acciones de los participantes o las
prescripciones de acción. Estos elementos divergen en todas las sociedades, pero la división
es especialmente marcada en contextos coloniales y poscoloniales por un número de
razones: la transformación radical de patrones de conducta bajo el impacto de cambios en
las condiciones sociales, económicas y políticas; la introducción o intensificación del
pluralismo jurídico resultante de la imposición de alternativas promovidas por la
administración colonial, las iglesias misioneras y la población de colonos, por encima de
las normas indígenas; y la incorporación de algunas de estas normas foráneas en el sistema
jurídico. Además, debido a que las disputas representan un problema fundamental para el
orden social, y por lo tanto ocupan una posición central en todos los sistemas legales, son
comúnmente el tema de extensas, explícitas y oficiales prescripciones atinentes a su
estructura y proceso. Pero pese a que estas perspectivas duales de descripción y
prescripción son frecuentes, el interés en su interrelación ha sido dirigido casi
exclusivamente hacia determinar las condiciones bajo las cuales la prescripción es seguida
por una acción. Por lo tanto, los escritores se preguntan cuándo es efectiva una ley, y
cuándo es anulada; ¿cuáles son los requisitos previos para la inserción de un sistema
jurídico, y qué defectos relegará ese sistema al mero formalismo? (ver e.g. material
contenido en Friedman y Macaulay, 1969: cap. 3.) Una razón por la que hemos progresado
tan poco más allá de la banal observación de la ineficacia puede ser nuestro fracaso en
investigar otros patrones de regla y acto. Una prescripción que no produzca el resultado
prescrito puede llevar a otras acciones o prescripciones: la legislación de control de
alquileres aprobada durante una escasez de viviendas no es "ineficaz", aunque los alquileres
continúan aumentando, si un propietario altera su comportamiento, un inquilino inicia una
acción legal, un juez decide un caso de manera diferente o cualquier persona invoca la
norma proclamada por el estatuto (Ball, 1960). Alternativamente, la norma puede citarse
como precedente, bueno o malo, para una norma análoga, en otros intentos de regular la
economía122. La acción puede llevar a la acción (e.g. aumentar los salarios de los jueces
puede disminuir la recepción de sobornos) 123 o a la prescripción (e.g. un juez proveniente de
afuera de la comunidad a la que sirve puede estar más dispuesto a apartarse de sus normas
al emitir un juicio)124. Habiendo aprendido a no esperar una correlación uno a uno de estos
elementos, parece razonable buscar una relación más compleja 125. En lo que sigue,
consideraré la interacción entre la estructura real de las disputas, por ejemplo, la presencia
de un tercero; prescripciones sobre la estructura, por ejemplo, que debe haber una
separación entre las funciones administrativas y judiciales; prescripciones relativas al
proceso, por ejemplo, que la evidencia solo debe recibirse durante la audiencia formal de
una disputa; y el proceso real, por ejemplo, que el interventor de hecho tenga un
conocimiento previo considerable de la disputa. Esto no debería llevar a malentendidos si
tenemos cuidado de especificar si estamos discutiendo la descripción o la prescripción 126.
2. La estructura elemental de una disputa: el rol del disputante. El campo de
investigación delimitado por los criterios elegidos hasta ahora es aún demasiado grande
para un solo estudio. Puedo explicar mejor las limitaciones adicionales que he adoptado por
medio de un diagrama del proceso de disputa. La estructura más simple, en términos de
122
La decisión de la Corte Suprema en Brown v. Board of Education (1954) pudo no haber sido "efectiva"
para integrar las escuelas, pero contribuyó en cierto grado a la legislación posterior que afirmaba el principio
de la desegregación en otras actividades sociales.
123
Al menos esta era la esperanza de los numerosos administradores coloniales que recomendaban ese
remedio. Ver Phillips (1945: 168).
124
Kenia ha adoptado conscientemente una política de estacionar jueces fuera de sus localidades para
promover el desarrollo de normas nacionales.
125
Un excelente ejemplo de análisis sofisticado de esta relación más compleja es Aubert (1966).
126
Incluso en esta forma algo más sofisticada, mi ensayo sigue siendo un "estudio de impacto". Entre las
muchas razones por las cuales ese formato es tan dominante en la sociología del derecho, predominan dos.
Primero, la política occidental contemporánea se basa en la suposición de que la ley debe ser efectiva. En
segundo lugar, todos los académicos se dejan influir por sus preferencias de valor al elegir los problemas para
estudiar. Debido a que a menudo no se especifican, rara vez se someten a análisis. En esas circunstancias, las
declaraciones oficiales de valor, incorporadas en la ley, ofrecen un punto de partida conveniente y aceptable.
He discutido este punto con más detalle en un ensayo de revisión (1973).
cantidad de elementos, es aquella en la que cada parte desempeña el rol de audiencia para
los reclamos de la otra.
FIGURA 1
127
Lo he hecho de forma limitada en otra parte (1970) y estoy en proceso de ampliar ese análisis.
Las características adicionales que definen esta situación son: una audiencia (distinta de las
partes mismas) que escuche sus reclamos y que intervenga en la disputa de alguna
manera128. Estas limitaciones representan una especie de circunscripción arbitraria de un
campo más amplio para los fines de la presente investigación; no pretendo haber definido
un tipo de disputa significativa, mucho menos una que sea claramente judicial. Sin
embargo, la estructura así delimitada me parece digna de análisis: los disputantes
comúnmente llevan sus reclamos a otra persona, y su respuesta rara vez es completamente
pasiva129. Dentro de esta estructura de disputa, me concentraré en el rol de "interventor en la
disputa". He adoptado deliberadamente ese feo neologismo porque está libre de las
connotaciones que se relacionan con las alternativas como juez, mediador o resolutor de
disputas; cuando esos significados adicionales sean apropiados, volveré a la terminología
más común. Mi elección del rol de interventor estuvo influenciada por consideraciones
adicionales que deberían hacerse explícitas. Debido a que muchas disputas involucran
dicho rol, ofrece un denominador común para la comparación entre los tribunales
gubernamentales y las instituciones de disputas no oficiales. El interventor es, además, un
128
Cada uno de estos criterios definitorios permite la variación, de modo que la disputa con un interventor se
fusiona imperceptiblemente con la disputa que carece de él. Por lo tanto, no es necesario que las partes
intervengan directamente al interventor, pero puede escuchar sus reclamos a través de intermediarios. Y no
necesita emitir una decisión unilateral; de hecho, la inacción puede ser una forma de intervención si la acción
es habitual.
129
Parece ser una norma de procedencia casi universal que alguien, al menos, debería intervenir en todas las
disputas. Esto puede explicar la repugnancia generalizada expresada cuando nadie lo hace, ya sea en la ciudad
de Nueva York -como en el incidente de Kitty Genovese- o en Uganda, entre los Ik, como lo describe Colin
Turnbull (1972). Los neoyorquinos se han animado recientemente por la renovada voluntad de sus
conciudadanos de intervenir. Véase, por ejemplo, New York Times, 23 de julio de 1973, pp. 1.
punto de apoyo apropiado para aquellos instrumentalmente interesados en el cambio social;
dado que el rol es desempeñado por un conjunto limitado de personas en circunstancias de
relativa publicidad, se controla más fácilmente que las funciones del disputante u otro
participante en la disputa130. Finalmente, la evolución histórica del rol ofrece una fuente
fértil de datos empíricos ya que muchos países en desarrollo, y especialmente Kenia,
reconocieron su mutabilidad, así como su posición central en el proceso legal, y dedicaron
considerable energía a transformar al interventor indígena en una apariencia del juez
europeo131.
130
La capacidad relativa para hacer algo sobre el papel puede explicar por qué tanta atención sociológica se ha
centrado en el profesional del derecho, ya sea abogado o juez, y tan poco en el litigante, ya sea real o
potencial.
131
Entre los numerosos ejemplos se encuentran: Kenya-Abel (1969a; n.d.b); Uganda-Russell (1971); Zambia-
Spalding, Hoover y Piper (1970), y las extensas referencias allí citadas.
132
Nota del traductor: la expresión aquí utilizada por Fallers es ‘the bench’. En la tradición anglosajona ella es
comúnmente utilizada para referirse a los jueces. Sin embargo, no se refiere a la persona que es juez en sí,
sino al cargo de juez. Por esto la traducción literal es ‘la banca’: este es el lugar que representa el espacio
institucional del juez, sin importar la persona que lo ocupe. Es una autoridad adscrita al puesto ocupado.
poseían influencia sólo por sus cualidades personales, pero carecían de autoridad
institucionalizada. La única otra presión existente sobre los disputantes estaba repartida
entre la totalidad de los participantes y, por lo tanto, sólo podría ser efectiva cuando hubiera
un consenso claro. Los líderes indígenas Tiv poseían autoridad política en virtud de sus
posiciones en los ápices del sistema de linaje segmentario; el gobierno colonial confirió
responsabilidades judiciales adicionales a unos pocos elegidos convirtiéndolos en jefes de
funcionarios. Los miembros del Lozi Kuta también combinaron la adjudicación con tareas
políticas y administrativas, pero todos estos poderes se derivaron de la política tradicional y
fueron simplemente reconocidos por las autoridades europeas. Los jueces Soga, que de otra
manera se parecían a sus contrapartes de Lozi, fueron excluidos de la actividad política bajo
el dominio colonial. Es posible aislar varias variables de autoridad mediante estos
contrastes: influencia / poder; autoridad adquirida por un individuo / autoridad adscrita a
una oficina; autoridad de grupo / autoridad individual; autoridad endógena a una sociedad /
autoridad impuesta desde el exterior; autoridad limitada a disputas / autoridad ejercida
sobre una amplia gama de actividades.
Pospisil también dota el término con una multiplicidad de significados. Señala que la
autoridad de un individuo, definida como la medida en que otros siguen sus decisiones
(1958: 260-61)133, varía de muchas maneras, de las cuales destaca la formalidad y lo
absoluto134. La autoridad es más formal que informal si su ejercicio está circunscrito por las
normas y rodeado de ceremonia y publicidad. La autoridad es más limitada que absoluta si
se comparte con otros, es controlada por la sociedad, y si se imponen sanciones cuando se
exceden sus límites. Estos análisis son una fuente fértil de ideas. Pero también deberían
enseñarnos la insensatez de tratar de subsumir bajo el concepto único de autoridad lo que
de hecho es un compuesto de cualidades bastante heterogéneas que caracterizan la
133
Hay varios problemas con esta definición. ¿Cómo sabemos si un disputante sigue la decisión de un
interventor? Si usamos un criterio objetivo-conducta que a un observador externo le parece que está en
conformidad con la decisión- incluimos una conducta que es simplemente fortuitamente conforme. Ver
Weber (1947: Capítulo 1). Por otro lado, una definición subjetiva introduce todos los problemas de medición
y prueba. Además, crea una circularidad de definición: la autoridad se mide por la conformidad y la
conformidad por la sumisión a la autoridad.
134
El propósito de Pospisil aquí es distinguir la ley de la costumbre. Él no explica por qué elige estas dos
cualidades, ni cómo se relacionan entre sí, si es que lo son.
estructura de una disputa; la claridad se avanzaría usando términos distintos para las
diferentes variables involucradas.
La importancia del entrenamiento puede ser mejor percibida en situaciones en las que
influye en el comportamiento del interventor, independientemente de la cantidad de
autoridad que posea. La propia teoría de Weber se vio indudablemente afectada por la
extraordinaria difusión del pensamiento "legalista" entre los eruditos legales continentales
del siglo XIX, que estaban completamente aislados del ejercicio directo de los poderes de
decisión (Rheinstein, 1954: xliii ff.). La hipótesis obtiene un mayor apoyo de un ejemplo
contemporáneo: el comportamiento de personas entrenadas en otra disciplina, que luego
son elevadas a un puesto de autoridad legal. La decisión en el caso de M'Naghten en 1843
requería que la locura de un demandado, al usarse como defensa en un proceso penal, se
determinara por una norma legal típicamente dicotómica: que el demandado conociera o
desconociera la naturaleza y calidad de su acto; que supiera o no supiera qué estaba mal.
Con el desarrollo de la psiquiatría durante el siglo pasado y su aceptación gradual por la ley
penal, a los psiquiatras se les ha pedido su opinión con mayor frecuencia sobre la locura de
un demandado, y estas opiniones han recibido un respeto cada vez mayor. El conflicto entre
el modo psiquiátrico de evaluación – que emplea una amplia gama de categorías vagamente
definidas, altamente abstractas, parcialmente inconsistentes – y la regla legal se volvió tan
agudo que la elección entre ellos fue inevitable. Pero en lugar de que los jueces rechazaran
el consejo psiquiátrico como incompatible con el razonamiento jurídico, los psiquiatras
habían adquirido tal autoridad dentro del proceso adjudicativo que sus evaluaciones
llegaron a dominar la determinación judicial de demencia sin una adaptación significativa a
las limitaciones de ese proceso135. Por lo tanto, la formación psiquiátrica explica mejor el
proceso por el cual se decide la locura que la misma presencia de la autoridad legal. Por
muy persuasiva que sea esta ilustración, la afirmación de Weber de la centralidad del
entrenamiento no debe aceptarse de manera acrítica. Mis propias observaciones sobre
Kenia concuerdan con el informe de Fallers sobre Uganda de que el proceso de disputa
puede alterarse significativamente sin la necesidad de ningún cambio en la preparación
requerida por el interventor. Y también hay una gran cantidad de evidencia de que entrenar
sin más no altera el rendimiento136.
138
Ver, por ejemplo, Toennies (1957); Sorokin (1937-41). Aquí, como en mi análisis del proceso, rechazo el
enfoque tipológico pero uso los tipos postulados para proporcionar variables.
139
En antropología, por ejemplo, White (1959); Steward (1955); Sahlins y Service (1960); Fried (1967). En
sociología, por ejemplo, Parsons (1966); Eisenstadt (1964). Para referencias adicionales, vea mi bibliografía
sobre "Teorías evolutivas del derecho en la sociedad" (n.d.a: 8-11).
enfatizado la diferenciación de roles especializados para el control social como un paso
crítico en la evolución jurídica (1954: 471)140.
Por las razones expuestas anteriormente, estudiaré la diferenciación del rol del interventor
en las disputas más que del grupo de dichas personas; una variable significativa, después de
todo, es cuándo y en qué medida los interventores comienzan a funcionar como un grupo y
no como individuos no relacionados. Para aclarar la presentación de esta teoría, he
rastreado consistentemente las formas en que la creciente diferenciación del rol de
interventor puede influir en la forma en que maneja las disputas, pero deseo enfatizar que
esta no es la única relación posible entre estos fenómenos; el cambio estructural también
puede ocurrir en la dirección de una menor diferenciación; y el cambio en el proceso de
disputa puede en sí mismo alterar la estructura de la institución en la dirección de mayor o
menor diferenciación.
El desarrollo de teorías sobre cómo una institución maneja las disputas puede proceder
en muchos niveles, desde el más abstracto y general hasta el más concreto y empírico. En
este documento, he intentado mejorar nuestra capacidad analítica sólo en algunos de estos
niveles. Mis teorías generales son en gran medida una adaptación de las ideas de los demás,
como lo revela la invocación de Weber y Fallers141. Considero que mi contribución principal
es más bien aplicar esas teorías a las disputas identificando un conjunto de atributos
institucionales que pueden traducir conceptos altamente abstractos, – como la
140
Véase también Schwartz y Miller (1964); Nagel (1962). Lubman ha utilizado la misma variable para
explicar las diferencias de funcionamiento entre los mediadores urbanos, industriales y rurales en la China
contemporánea (1967: 1330, 1337).
141
Estoy obligado a aceptar la afirmación de Robert Nisbet de que gran parte de la sociología del siglo XX es
una reelaboración de las ideas de los antepasados del siglo XIX (1966: passim).
diferenciación, por un lado, y la subcultura o el interés por el otro – en variables cerca a un
nivel de especificidad donde se pueden operacionalizar y estudiar empíricamente. Debido a
que el estímulo original para este ejercicio fue la construcción de un marco que me
permitiera comprender los cambios en Kenia, muchas de las variables son inducidas por
comparaciones no sistemáticas entre las diversas instituciones de ese país, tanto
tradicionales y contemporáneas, así como indígenas e impuestos. Espero volver a esa
operación intelectual en trabajos futuros, usando las variables que he identificado para
comparar instituciones a lo largo del tiempo, o en diferentes unidades sociales. Aquí, sin
embargo, he pospuesto esa tarea para lograr una aplicabilidad más amplia para el marco 142.
Por lo tanto, no he indicado las instituciones específicas en Kenia de las que he derivado las
variables – cada una es, de hecho, un compuesto de impresiones; pero he intentado adaptar
esas variables para dar cuenta del espectro de instituciones de disputas descritas en la
literatura existente143.
142
La tarea en sí es algo desalentadora. El material disponible sobre Kenia, publicado y no publicado, es
considerable. Ver Abel (1969b). Además, reuní casos, disputas procesadas fuera del tribunal, descripciones y
prescripciones para los tribunales por parte de funcionarios administrativos, y estadísticas sobre litigios.
143
Sin embargo, mi propósito no ha sido una encuesta exhaustiva y una síntesis de la creciente literatura sobre
resolución de conflictos. Estoy buscando, más bien, elaborar algunas teorías generales de tal manera que
puedan ser probadas. Creo que el lector que continúe con este ensayo estará de acuerdo en que he obtenido
conclusiones más que suficientes para este propósito; una mayor proliferación de ejemplos sería improductiva
en esta etapa, ya que no ofrecerían pruebas a favor o en contra de la teoría. El único sesgo que puede ser grave
es mi familiaridad con los sistemas jurídicos angloamericanos y mi ignorancia sobre sus contrapartes
continentales.
de forma operativa; algunas pueden resultar sustancialmente idénticas; otras podrían
combinarse en conceptos más generales. Si las variables restantes se pueden cuantificar, se
pueden relacionar varios componentes de la estructura y el proceso. De no ser este el caso,
todas las variables menos una han de mantenerse constantes para que pueda haber alguna
correlación significativa. En ausencia de una situación experimental, ese objetivo casi
imposible solo se puede aproximar eligiendo para la comparación dos unidades muy
similares o la misma unidad en momentos ligeramente diferentes. Incluso estas últimas
alternativas pueden no estar disponibles: los administradores judiciales, particularmente en
las naciones en desarrollo, parecen haber concebido su cargo como una licencia para
participar en experimentos incontrolados (Phillips, 1945: 3). Por lo tanto, es posible que se
haya introducido simultáneamente una mezcolanza de innovaciones, que ninguna unidad se
mantenga como control y que los resultados no se observen o que sean grabados con una
precisión insuficiente (véase Campbell, 1969). Si no se pueden cumplir los rigurosos
estándares de la explicación científica, lo mejor que estas variables nos permitirán lograr es
lo que Merton denomina interpretación sociológica “post-factum”: una descripción de los
datos observados que tiene sentido, pero que no está sujeta a posterior falseamiento 144
(Merton, 1967d: 147). Al menos, esto indica el camino hacia hipótesis plausibles para una
investigación más a fondo en situaciones que permitan un mayor control de las demás
variables145. El uso preciso al que se pueden poner estas variables dependerá obviamente de
la situación de hecho que se analizará y de los datos disponibles; en consecuencia, no he
avanzado más en la construcción de hipótesis.
A. Diferenciación estructural
Empezaré con las dimensiones estructurales de las instituciones de disputa y elaboraré las
formas en que puede hacerse operativo el concepto de diferenciación. (Las variables
estructurales se numerarán S1, S2, etc., para distinguirlas de las variables procesales, que
están numeradas P1, P2, etc., y se analizan en la Parte V.B.2 infra).
144
Nota del traductor: el término aquí utilizado es ‘falsification’. Con ello Abel se refiere a que la teoría, en
tanto interpretación posterior y no experimento, no está sujeta a ser probada falsa mediante experimentación.
145
Es muy posible que nuestra propia sociedad sea el mejor lugar para probar muchas de las hipótesis
formuladas por medio de la investigación en los países en desarrollo. No solo se han mitigado algunos de los
problemas éticos de la investigación y la experimentación, sino que la reforma controlada puede ser más
practicable que en sociedades donde el cambio social rápido es un objetivo primordial.
1. Especialización.
S1.1. Absoluto: ¿cuánto tiempo invierte el ocupante del rol (el interventor) en su función
especializada (intervenir en disputas)? El rendimiento puede variar en la medida en que se
repite la tarea.
S1.3. Acumulativo: ¿durante cuántos años desempeña esa tarea el ocupante de la función,
aunque sea esporádicamente148? Nuevamente, las medidas tanto del número absoluto de
años como de la proporción del promedio de vida pueden ser significativas.
S2.1. ¿Se puede realizar el rol independientemente de otros roles? Para decirlo de otra
manera, ¿hay otras roles que el interventor esté obligado a ejecutar? ¿Cuántos roles se
combinan así y cuáles son149? La madre que interviene en una disputa entre sus hijos
también está obligada a desempeñar el papel de criar; el policía que interviene en una
disputa familiar debe continuar desempeñando un papel de policía 150; pero los jueces
occidentales son en gran parte liberados de otras obligaciones de rol.
S2.2. ¿El desempeño del rol prohíbe el desempeño de cualquier otro rol 151? ¿Cuáles y
cuántos? Ambos son aspectos de una de las definiciones más comunes de diferenciación: la
148
Véase Biddle y Thomas (1966: 34). Compárese, e.g., la tradición continental de un sistema judicial de
carrera (Merryman, 1969: 34 ss.) con la práctica estadounidense de nombrar a hombres para el cargo a última
hora de la vida, algunos de los cuales (e.g., nombrados por el Tribunal Supremo), a pesar de ser calificados
como abogados, pueden haber tenido poco contacto con la ley durante muchos años. Contraste con ambos la
situación en algunas sociedades africanas tradicionales, donde los hombres pueden calificar para adjudicarse
al alcanzar un grado de edad superior, antes de lo cual han desempeñado esa función solo dentro de sus
familias, en todo caso. Ver, por ejemplo, Lambert (1956: 107 ff.). Dada la esperanza de vida limitada, la
mayoría funcionará como jueces durante un período muy breve, tanto absoluto como relativo.
149
Biddle y Thomas (1966: 59) (concepto de extensión del repertorio).
150
La combinación de roles puede ser tanto el producto de una decisión consciente como la división de roles.
En el experimento de Nueva York con la Unidad de Intervención en Crisis Familiar, se decidió que los
patrulleros que recibían capacitación especial y respondían a todas las disputas familiares continuarían su
patrullaje regular (Bard, 1970). Una razón puede haber sido el estado más bajo asociado con la
especialización en ese rol. Una razón similar puede explicar la oposición uniforme del banco de Connecticut a
una sección especializada de relaciones domésticas en lugar de la práctica actual de rotar a la mayoría de los
jueces a través del calendario de relaciones domésticas por un período limitado de tiempo.
151
De nuevo, las sociedades pueden tomar conscientemente la decisión opuesta, y exigir que los interventores
realicen otras funciones y que los ocupantes de otros roles intervengan. La mediación china es un ejemplo
(Lubman, 1967: 307-08 n. 94).
división de lo que era un rol único en dos roles que son realizados, o que pueden o deben 152
realizarse de manera independiente153. Las prescripciones pueden ser menos importantes
que las condiciones socioeconómicas154; por ejemplo, el papel del juez no puede separarse
del papel de agricultor de subsistencia hasta que el salario del juez le permita renunciar a la
última actividad.
S4. Especialización entre interventores. Mientras que el marco de referencia anterior era la
intervención en una disputa con respecto a otros papeles funcionales en la sociedad, aquí
está la estructura interna de la institución de disputa. Los modos de especialización interna
que se analizan a continuación tendrán consecuencias adicionales para el tiempo que se
gasta en el sub-rol, la independencia del sub-rol y el número de ocupantes en el sub-rol.
S4.1 ¿Hay especialización funcional dentro del proceso de disputa? es decir, ¿cada función
es asumida por cada participante, o son roles diferentes realizados por ciertos individuos?
(Biddle y Thomas, 1966: 34) La existencia de un interventor distinto de los otros
participantes ya es una forma de especialización funcional interna. Los tribunales
occidentales sugieren de inmediato los papeles de abogado o fiscal como casos de
152
Esto puede ir más allá de las disposiciones diseñadas para evitar un conflicto de intereses materiales, por
ejemplo, que un juez se deshaga de acciones, o se recuse en un caso particular. Una respuesta a la
investigación de la Comisión Warren fue la exigencia de que los jueces no puedan actuar en calidad de tal en
el futuro. Irónicamente, la propia especialización de los jueces en los Estados Unidos contribuye a su estado,
lo que les lleva a presionar para que acepten otros papeles.
153
Véase, por ejemplo, Smelser (1964: 261): "Simplemente definida, la diferenciación se refiere a la
evolución de una estructura de roles multifuncional a varias estructuras más especializadas".
154
Merton ha demostrado esto convincentemente con respecto a los matrimonios mixtos en América (1941).
155
Comparemos, e.g., el Tribunal Superior de Inglaterra (cuyos jueces constituyen el .00012% de la
población) con la magistratura laica (que constituye un porcentaje 300 veces mayor) o con los comités de
mediación de China que, incluso dentro de esa población mucho más grande, constituyen un porcentaje 200
veces mayor. Ver Abel-Smith y Stevens (1969: 459 ff); Cohen (1966: 1202).
subespecialización adicional, pero la presencia de un alguacil o servidor de procesos puede
ser igualmente importante156.
S4.2 ¿El interventor se especializa en los tipos de disputas que entretiene? 157 Estamos
familiarizados con el concepto de jurisdicción en tanto temática, que puede admitir sólo
ciertos asuntos o de otra manera excluir disputas en razón del monto en controversia o la
naturaleza del recurso reclamado158.
S4.3 ¿El interventor se especializa en atender las disputas solo después de haber sido
atendidas en otro lado? La revisión de apelación es el ejemplo más familiar, pero un
interventor también puede negarse a actuar hasta que se haya completado por primera vez
algún otro proceso, a menudo no judicial159.
156
No debe pensarse que las instituciones de disputas africanas carecen de esta forma de especialización
interna. Los tribunales akan poseían portavoces, mensajeros y pregoneros, así como también jueces (Mensah-
Brown, 1970: 128). Pero el hecho de que la sociedad reconozca tales roles no significa que siempre se
realicen. Los dispunatntes etíopes tendían a rechazar a los abogados aficionados que estaban disponibles
(Fisher, 1971: 733).
157
Spalding, Hoover y Piper ven esto como un tema importante en el desarrollo judicial en África (1970: 52-
59).
158
Los tribunales tribales generalmente tenían jurisdicción ilimitada sobre la materia. El cambio bajo el
dominio colonial fue abrupto. Aquellos que fueron reconocidos estaban cubiertos por todos lados: se les
prohibió oír casos que involucraban matrimonios celebrados bajo ciertas ordenanzas, se les denegó la
jurisdicción legal, se restringió en casos donde la muerte había ocurrido, o donde podrían requerirse severas
penalidades. Con independencia, estas restricciones se han relajado. Pero hay razones para esperar un
aumento en la especialización en la línea de la historia judicial occidental reciente. Ver Abel-Smith y Stevens
(1969).
159
Las doctrinas americanas del agotamiento de los recursos administrativos y la abstención de los tribunales
federales son refinamientos extremos de esto. Pero los jueces chinos también observan escrupulosamente el
requisito de que una pareja se someta a la mediación antes de la audiencia de un divorcio impugnado
(Lubman, 1967: 1327-28).
maneras; sin duda, es posible que alguna de esas diferencias – por ejemplo, un aumento en
la cuantía de la remuneración – conduzca a una mayor especialización o a un cambio en el
desempeño sin especialización. En la actualidad, sabemos muy poco sobre la interrelación
entre la especialización funcional y otras formas de diferenciación de roles para afirmar que
uno es anterior o más significativo.
2. Diferenciación.
Sin embargo, no podemos investigar cada diferencia entre los interventores en las disputas.
Tentativamente sugiero dos categorías de variables, relacionadas con las ya discutidas, que
también me parecen importantes para comprender el proceso. A primera, la llamaré la
distancia social del interventor, su lejanía de los disputantes. El segundo es la
diferenciación cultural del interventor. Al elegir lo último, he transformado una variable
dependiente sugerida por Fallers en una variable independiente que explica el proceso de
disputa. Anteriormente argumenté la relatividad de la distinción entre variables
estructurales y procesales. La subcultura del interventor se puede ver útilmente como una
calidad procesal que se desarrolla con especialización funcional; pero esa subcultura,
independientemente de sus orígenes, también puede tratarse como una propiedad
estructural del interventor que es responsable de otras características de su comportamiento
en el proceso de disputa. Tanto la distancia social como la diferenciación cultural son
variables importantes en una sociedad en desarrollo donde la estratificación reemplaza al
igualitarismo y la homogeneidad tradicional, dando lugar al pluralismo cultural engendrado
por cambios que son, o al menos parecen ser, imitaciones de una ideología extranjera
opuesta160.
160
Por el contrario, la revolución social puede constituir un intento consciente de disminuir la distancia social
y la diferenciación cultural, especialmente porque estas variables caracterizan a las instituciones judiciales.
Véase la discusión de Lubman sobre la estrategia maoísta ya en 1946 (1967: 1306-09).
significado desde cada una de estas perspectivas. Con respecto a una unidad social dada, un
interventor que debe ser visitado en una capital lejana será socialmente más distante que
aquel que viaja a la unidad para atender la disputa. Con respecto a la institución de disputa
en sí, un interventor puede estar distanciado socialmente de los otros participantes si se le
da un lugar físico distintivo para la audiencia. Debido a que las variables explicativas de la
diferenciación de roles oscurecen imperceptiblemente las cualidades procesales que trato de
explicar, adoptaré la estrategia propuesta anteriormente de proceder desde la más hasta la
menos distinguida. Donde no esté claro por el contexto, describiré siempre la diferenciación
como creciente.
S5.2. Si es itinerante, ¿se elige su ubicación para los disputantes (por ejemplo, en uno de
sus hogares)162, el sujeto de la disputa (por ejemplo, un límite impugnado) (Holleman, 1952:
30) o el interventor (en su casa u oficina)?
S5.3. Si es fija, ¿qué tan conveniente es para los disputantes y qué tan conveniente es para
el interventor? Esta es una función de distancia, densidad de población, facilidad y gasto de
transporte. Los polos pueden estar representados por un juez de la capital provincial que
visita periódicamente cada tribunal local en circuito y un juez que permanece en la capital y
debe ser visitado por todos los disputantes.
161
Deseo distinguir aquí entre dos tipos de disputas peripatéticas. En el primer tipo, basado en el modelo de
algunas sociedades africanas, el interventor se acomoda a la disputa, celebrando la audiencia en el domicilio o
localidad de los disputantes, sus testigos o los objetos de la disputa. Yo vería esto como relativamente
indiferenciado. Sin embargo, Duncan Kennedy me ha sugerido que un gobierno central puede enviar
interventores para escuchar las disputas localmente a fin de hacer cumplir su regla de manera más efectiva.
Yo trataría esto como una situación de alta diferenciación porque el interventor proviene de la capital y
presumiblemente está dotado de algunas de las otras cualidades que se analizan a continuación. Los tribunales
de apelación en Kenia viajaron en circuito; también lo hicieron los de Tanzania (Kaplan, 1965: 85).
162
Lubman señala que los mediadores chinos visitaron a los disputantes individualmente en sus hogares
(1967: 1298, 1307).
S6. Programación temporal de la audiencia por el interventor. Las variaciones en la
programación de la presentación de la disputa ante el interventor podrían analizarse de
forma muy similar a las variaciones en la locación física163.
163
Instituciones de disputas africanas también se acomodaron a los disputantes. Margery Perham señala sobre
Etiopía: "Las partes en disputas penales civiles e incluso menores recurrirían a un transeúnte para decidir el
asunto entre ellos debajo de un árbol. Estos tribunales informales podrían durar horas, para gran interés de los
espectadores. Se esperaba que los jueces así reclutados aceptaran sus deberes" (1948: 144-45, citado en
Fisher, 1971: 729). Collier informa sobre casos en que el presidente zinacanteco se despertaba por la noche o
arrinconado en su casa a primera hora de la mañana (1973: 30). Incluso después de que la audiencia había
comenzado, podría suspenderse para permitir que las partes llamaran a los testigos desaparecidos (A. L.
Epstein, 1954: 16; Holleman, 1952: 30). Por el contrario, el estado del especialista legal, ya sea abogado o
juez, como el del médico especialista, a menudo se define por la cantidad de personas que lo esperan y el
tiempo que cada uno de ellos tiene que esperar. Un excelente estudio empírico de los Tribunales de
Magistrados en Inglaterra observa: "Es cierto que la conveniencia y los sentimientos de los litigantes casi
nunca se han tenido en cuenta en la administración de esta rama de la justicia sumaria. la voluntad del
personal de la corte de ahorrarle a una mujer la pérdida de las ganancias de medio día dándole información
por teléfono parece demasiado trivial para ser considerada en la discusión legal de la jurisdicción. Pero estos
son el tipo de trivialidades que significan para la mayoría de ellos muy pobres y ciudadanos infelices que
cumplen con la ley familiar en los tribunales de magistrados, la diferencia entre la dignidad y la humillación,
entre la decencia y la miseria "(McGregor, Blom-Cooper y Gibson, 1971: 122). Los intentos de reformar los
sistemas legales modernos a menudo atacan este fenómeno: los mediadores chinos y el primer tribunal juvenil
estadounidense se reunieron durante las horas de ocio para que las partes no tuvieran que faltar al trabajo
(Lubman, 1967: 1318; Tribunal Juvenil de la Ciudad y Condado de Denver, 1904: 85).
164
Este factor ha sido descuidado indebidamente, y solo unos pocos estudios nos dan datos sobre, y mucho
menos análisis, de la arquitectura judicial. Ver, por ejemplo, Hazard (1962); Bedford (1961); Moley (1932);
Collier (1973); Spalding, Hoover y Piper (1970: 161 ff.); Virtud (1956).
ejemplo, al encerrarlos en una casa165? ¿Los obliga a relacionarse con extraños, al abrir la
audiencia a una comunidad ajena a los disputantes?
S7.2. Ajuste interno. ¿El entorno físico limita al interventor de alguna manera? ¿Se debe
sentar en un círculo con los otros participantes o debe enfrentarlos166?
S8. Comunidad atendida por el interventor. Cuanto más grande y diversa sea la comunidad,
más diferenciado será el interventor167. Más allá de esto, la forma en que está definida la
comunidad puede tener importancia168.
165
Un proverbio Ibo expresa perfectamente un extremo de esta variable: "En un caso no se prohíbe a nadie"
(Elias, 1956: 239, citado en Fisher, 1971: 731). Un entorno público puede permitir que otros miembros de la
comunidad participen, como en Etiopía (Fisher, 1971: 732) o Tanzania (Kaplan, 1965: 84).
166
Cuando la jueza Bennamin Lindsey, movida por el innovador Juvenil y el Tribunal de Relaciones
Familiares de Denver, fue reemplazada por un juez mucho más tradicional, escribió acerca de su sucesor: "El
banco mismo encuentra demasiado bajo para cumplir con los requisitos de dignidad judicial- de acuerdo con
la prensa, ¡lo elevará 18 pulgadas! Y en un momento expansivo, él confía: "Diré ... que mi idea de la corte es
hacerlo casi como otros tribunales de registro en el estado, ya que es posible bajo la ley '"(Lindsey y Borough,
1931: 296). Recientemente hemos sido testigos de otros desarrollos en el entorno físico de los tribunales
estadounidenses que, aunque introducidos por diferentes motivos, parecen tener la consecuencia de aumentar
aún más la distancia social entre el interventor y los disputantes. Consternados por la cantidad y la clase de
participación del acusado en juicios penales recientes, los jueces han recurrido a una variedad de dispositivos,
uno de los cuales, aprobado por el Tribunal Supremo, ha sido sacar al acusado de la sala del tribunal y
permitirle ver el procedimientos por circuito cerrado de televisión. La misma tecnología se ha utilizado a la
inversa: para proteger al jurado de escuchar pruebas inadmisibles, el juicio ha sido grabado, cortado y luego
presentado al jurado en televisión. Ver New York Times, 23 de junio de 1973, p. 32.
167
La diferencia entre las instituciones africanas tradicionales y las establecidas por el gobierno colonial era
inmensa. Se han producido más cambios de forma más gradual como resultado de la consolidación
administrativa y el crecimiento de la población. Kaplan nota un aumento en el tamaño de las jefaturas de
Chagga entre c. 1900 y 1952 de 5,000-15,000 a 10,000-30,000 (1965: 82-83). Antes de la reorganización
judicial de 1930 había aproximadamente 400 tribunales primarios en Kenia sirviendo a una población de
4,000,000; en 1970, había alrededor de 100 tribunales de ese tipo que daban servicio a una población de más
de 10 000 000 de personas, lo que representa aproximadamente un aumento de 10 veces en la población por
corte.
168
Maine destacó la importancia de una transformación del concepto de jurisdicción de una basada en el
parentesco (personal) a otra basada en el territorio (geográfica) (1950: Capítulo 5). Barton encontró una
confirmación empírica de esta hipótesis en Filipinas (1949).
S8.1. ¿Hay límites169 para las personas que pueden hacer uso de las instituciones de disputas
(jurisdicción personal)? Estos pueden enmarcarse en términos de parentesco (real o
ficticio), pertenencia a grupos de edad, religión, etnia, etc. 170 Si un interventor opera en tales
categorías, ¿qué tan heterogénea es la población sujeta a su jurisdicción?
S9.1. Algunos participantes (los disputantes, sus testigos y seguidores) podrán verse
socialmente aislados de otros (observadores casuales, interventores) y de la comunidad en
la que se atiende la disputa, si estos primeros viajan fuera de su propia comunidad para la
audiencia172.
175
La inflexibilidad de los costos también puede ser un índice de burocratización. Holleman indica que los
obsequios acostumbrados en los tribunales de Hera eran muy flexibles: los bienes podían sustituir al efectivo,
el pago parcial se aceptaba como un intento de buena fe de pagar el resto, y el pago total a menudo no se
exigía ni se hacía (1952: 31).
176
Como Fisher describe la investigación criminal en Etiopía, fue una ocasión para el banquete de los
funcionarios locales, y un desastre económico para los habitantes (1971: 719).
177
Yo esperaría que la remuneración de otra fuente resulte en una mayor diferenciación del interventor
por dos razones: se elimina el nexo económico, lo que permite que el interventor se mantenga más
alejado de los disputantes, que ya no le pagan por sus servicios; el monto de la remuneración puede
ser mayor, ya que no debe provenir solo de los disputantes. Con respecto a la diferencia anterior,
compare al profesional legal o médico, que evita discutir el pago con su cliente y envía una factura
después de prestar el servicio, con el tendero, que no muestra esa vergüenza.
178
Incluso en las sociedades más igualitarias, las mujeres son comúnmente excluidas de la participación en las
disputas o relegadas a un papel mayormente pasivo como audiencia. Por lo tanto, se les priva de la
capacitación necesaria para desempeñar el papel de interventor.
b. Más allá de la aculturación común a la sociedad en general, se pueden exigir
calificaciones educativas adicionales, que sólo son adquiridas por unos pocos. En
situaciones extremas, la aculturación tradicional puede descalificar a alguno 179. Si la
educación en sí misma, o el dinero necesario para obtenerla, se distribuye diferencialmente
según la clase socioeconómica, el grupo étnico o los antecedentes religiosos o culturales, el
acceso al papel de interventor se restringirá de manera similar.
S11.2. Los ocupantes de la función pueden recibir capacitación adicional que acentúa estas
diferencias.
S12. Autoridad180.
S12.1. Tiene esta institución de disputa una mayor autoridad frente a otras instituciones
sociales? En casos extremos, una institución o grupo de instituciones puede llegar a
monopolizar la autoridad requerida para imponer algunas sanciones 181, requerir ciertos
actos, o incluso alteraciones de estatus182.
S12.2. ¿Se comparte la autoridad entre todos los miembros dentro de una misma institución
de disputa, o se encuentra monopolizada por el interventor?183
179
Lo opuesto también puede ser cierto; Los mediadores chinos con frecuencia eran analfabetos, ciertamente
no por casualidad (Lubman, 1967: 1323).
180
Estoy utilizando el término en el sentido que Weber le otorga: “la probabilidad de que un mandato con un
contenido especifico sea obedecido por un grupo cierto de personas” (1947: 152). Aunque la autoridad
ciertamente puede funcionar como criterio para diferenciar la institución o el interventor, no estoy seguro de
si su efecto puede ser conmensurado con el de las otras variables, o si tiene consecuencias que difieren en su
tipo.
181
Al mismo tiempo que los gobierno coloniales reconocían ciertas instituciones de disputa tradicionales en
África, generalmente les garantizaban un monopolio de la autoridad para decidir disputas, e imponían
sanciones penales a otras instituciones tradicionales que continuaron realizando las funciones que
tradicionalmente realizaban. Ver, ej., la Ordenanza de Tribunales Nativos No. 39 de 1930, s. 26 (Kenia); y la
descripción de las acusaciones fiscales en el Distrito Meru en Phillips (1945: 82 ss.).
182
El monopolio estatal de cambiar el estatus es un fenómeno muy reciente, y todavía incompleto en los
países occidentales; considérese la historia de ciertos estatus como la adopción, el matrimonio, y el divorcio,
donde las practicas del ‘common law’ persisten. Para el cambio de ellas en África, ver A.L. Epstein (1952: 7).
183
La literatura respecto a la resolución tribal de disputas está repleta de instancias en las cuales la autoridad
se encuentra ampliamente distribuida entre los participantes. Esta variable resulta especialmente útil para
comparar instituciones en sociedades homogéneas o fragmentarias.
S13. Estratificación entre el interventor y otros sujetos. Este concepto está muy relacionado
con la distancia entre clases sociales y simultáneamente con la diferenciación cultural. Lo
anterior se encuentra implícito en las cinco variables precedentes 184, y tiene consecuencias
para las tres siguientes. Sin embargo, sería útil reordenar estos índices y preguntarnos si los
interventores provienen de estratos sociales más altos que los disputantes, y si es así, ¿qué
tanto más altos? Los estratos son significativos en la medida en que pueden determinar la
cantidad de recursos económicos de los que disponen, la autoridad política que poseen o el
prestigio que reciben. El estrato puede llegar a ser un factor diferenciador dentro de la
sociedad, tal como lo es el sexo, la edad, la religión, la cultura, etcétera185.
S14. Desarrollo de una cohesión grupal entre interventores. ¿Actúan los actúan los
interventores de manera aislada entre sí, o han empezado a desarrollar un grupo con una
subcultura distinguida? Esta cohesión grupal puede ser incentivada por medio de por medio
de:
S14.1. Similitudes destacadas en los orígenes sociales o culturales (i.e., estrato social);
S14.2. Recibir la misma educación bajo las mismas condiciones, o como un grupo;186
184
Dahrendorf ve “la distribución desigual de la autoridad política entre personas titulares de posiciones”
como el elemento critico en un concepto significativo de estratificación social (1959: 292, y Cap. 8, passim;
ver también 1968b; 1968c).
185
Usualmente se hacen esfuerzos para reducir la distancia social entre interventores y el resto de la sociedad,
por ejemplo, el requerimiento de que las razas sean representadas en un jurado en proporcionalidad con la
representación que ellas tienen en la población total, o el reciente experimento realizado en California de
permitir que los jóvenes actúen como jurados en las cortes juveniles – actualmente una de las instancias más
extremas de distancia social entre las partes y el interventor, cuantificado en términos de edad. A pesar de que
los interventores en las disputas africanas generalmente sean socialmente próximos a los disputantes en la
mayor parte de las variables, normalmente son distantes en términos de edad y sexo, siendo compuestos
exclusivamente por hombres mayores. No obstante, las mujeres y jóvenes pueden tener sus propias
instituciones para disputas internas, y algunas tribus (por ejemplo, los Meru de Kenia) institucionalizaron la
representación de una gran variedad de edades dentro de los interventores.
186
Dahrendorf ha mostrado cómo esto puede contribuir a una estratificación social distinta cuando sus
miembros son originalmente traídos de estratos diversos (1964).
S14.4. Contacto entre los ocupantes del rol como parte del ejercicio de este, ya sea en el
curso de negocios o de reuniones periódicas;187
S14.6. La exclusión del grupo de personas que no sean ocupantes del rol;
S15.1. ¿Utilizan los participantes de la disputa una vestimenta diferente a sus vestimentas
cotidianas? En la cultura occidental estamos acostumbrados a cierta vestimenta formal en
los juzgados y cortes.190
S15.2. ¿Sobresale el interventor sobre los otros participantes? La diferencia puede ser una
máscara (Harley, 1950), un bastón o sábana como la de los ancianos africanos (Kenyatta
1953: 201), o un peluquín o toga como los del juez inglés, también utilizado ampliamente
en África colonial191.
187
Tales reuniones comienzan a ocurrir entre los jueces de cortes primarias en África. Ver Kaplan (1965: 85);
Georges (1986). De igual forma, los jueces de las Altas Cortes Inglesas se han opuesto a este tipo de
descentralización de lo judicial en las bases de que los jueces fuera de Londres serían “sacados … de la
estimulación intelectual de los recinos de la Corte” (Abel-Smith y Stevens, 1969: 289).
188
El reporte de decisiones judiciales puede servir para esta función, en los casos en que existe un mecanismo
efectivo para hacer circular estos reportes. Esto no se cumple en la mayoría de las naciones africanas. In
Kenia, por ejemplo, cada juez de Alta Corte determina si sus decisiones deben hacerse disponibles, y algunos
de ellos aparentemente se niegan a someterlas al escrutinio de sus pares.
189
Tales asuntos pueden tanto dividir como unificar los cuerpos judiciales (Moriondo, 1969).
190
Las normas encargadas de la apariencia adecuada en un ambiente judicial parecen ser ampliamente
diseminadas en la sociedad americana, y graduadas finamente. Los jóvenes sometidos ante cortes juveniles
están conscientes de que estos procedimientos son supuestamente informales, y que pueden vestir ropa común
para la audiencia inicial. Pero también saben que, al volver como infractores múltiples, son tratados con
mayor rudeza y formalidad, así como pueden ser enviados al reformatorio. En este punto se corta el pelo y se
ponen corbata.
191
Los intentos de alterar esta vestimenta poco practica en Nigeria encuentran furiosa resistencia, y fueron
vencidos (Cottrell, s.f.). Por otro lado, el presidente Zinacateco, que usualmente viste Ladino, se pone un
vestido indio cuando escucha casos en la alcaldía del pueblo (Collier, 1973: 81).
S16. Comportamiento de los participantes192.
S16.1. ¿Se comportan los participantes de alguna manera en particular durante la disputa? 193
Puede ser que se comporten de manera más solemne, o desordenada; 194 algunos gestos
pueden ser exagerados o reducidos;195 los discursos pueden ser más o menos elocuentes, o
incluso puede emplearse un lenguaje o vocabulario196 distinto.
192
Jane Collier ha utilizado una expresión de Goffman para iluminar el comportamiento ocurrido durante una
disputa (1973: Cap. 3). Al hacerlo, ella revela la importancia de desarrollar conceptos para analizar la
estructura subyacente a dicho comportamiento. En la ausencia de tales conceptos, existe un verdadero peligro
de que la teoría social del derecho sea reducida a meras descripciones ideográficas, a la vez que nuestros
intereses se mueven del análisis de la estructura al análisis del proceso.
193
Al extremo de la indiferenciación, puede no existir un comportamiento que sea distintivo de la institución
de disputa. Ver Holleman (1952: 33).
194
Estamos acostumbrados a pensar en la deliberación judicial como procedimientos solemnes. Pero esto no
es cierto incluso en nuestras propias cortes (ver Moley 1932), y otras sociedades pueden institucionalizar
diferentes tipos de comportamiento, como en los duelos de canciones de los Eskimo (Hoebel, 1954: Cap. 5;
comparar con Fisher, 1971: 733).
195
Por ejemplo, puede contrastarse el comportamiento más notorio de los abogados litigantes frente a un
jurado con los argumentos dados ante la Corte Suprema.
196
Ver, por ejemplo, Messenger (1959). Paul Bohannan, un trabajador de campo altamente experimentado,
escribió sobre sus propias dificultades:
Cuando fui por primera vez a la tierra de los Tiv en 1949, fui invitado por los jefes y los ancianos a la sesión
de una corte. Yo rechace su invitación. Sabia de su importancia, y sabia que formaban una etapa tardía en mi
trabajo de campo, cuando mi conocimiento del lenguaje y la cultura tuviera mayor plenitud. La mayor parte
de mis materiales del caso, entonces, viene de mi tercer viaje a la tierra de los Tiv, en 1952-53. Mi propio
conocimiento del lenguaje era de tal índole en esa época que podía entender fácilmente la mayor parte de los
casos fuente a cortes a la vez que procedían. Nunca fui capaz de entender a la totalidad de ellos con facilidad,
y probablemente ninguno de ellos en su plenitud, pues el lenguaje de los Tiv – como todos los lenguajes
africanos – son altamente alusivos, por lo que no solo debe conocerse su idioma, sus mitos y principales
metáforas, sino también de los incidentes ocurridos en el barrio especifico en los últimos cuarenta o cincuenta
años (1957: xiii).
197
Este tipo de diferenciación recientemente ha sido una fuente de tensión en el proceso judicial americano.
Ver la extensa literatura sobre la conspiración del tribunal de Chicago, por ejemplo, Dellinger (n.d.); Lukas
mantenerse aislado mientras los otros participantes socializan. 198 Los otros también pueden
aislar al interventor por medio de su comportamiento respetuoso o incluso su manera de
interactuar con él;199 pueden incluso estar imposibilitados para comunicarse de cualquier
forma con él200. El interventor puede hablar un lenguaje diferente al de los otros
participantes, o hablar el mismo con mayor elocuencia201.
S.17.1. ¿Son las cualidades relevantes adscritas (ej. edad, sexo, amabilidad, membresía en
algún otro grupo) o adquiridas (ej. experiencia, educación)?203
S17.2. Si son adscritas, ¿cuántas personas dentro de la comunidad poseen esta cualidad?
¿Cuántas de estas cualidades son tomadas en cuenta al momento de la selección?
estas instituciones evolucionan hacia los modelos europeos. Cuando se ofrece una oportunidad de interrogar
un adversario o testigo hostil, las partes expresan una inhabilidad de hacerlo. El juez entonces se encarga de la
tarea – usualmente con una habilidad considerable para hacerlo.
202
Esto es en parte un eufemismo académico para el concepto de ‘profesionalización’. Este último es a
menudo señalado como una solución a casi cualquier falta de comportamiento – compárese los esquemas de
profesionalización policial con aquellos de las distintas formas de psicoterapia. La profesionalización ha sido
también un tema constante en la transformación de las instituciones de disputa tradicionales en África y otros
lugares (Spalding, Hoover y Piper, 1970: 36-52).
203
Como fue señalado previamente, una cualidad que es aparentemente adquirida puede de hecho ser
restringida a un grupo si la educación o los prerrequisitos de experiencia no están generalmente disponibles.
S17.3. Si se son adquiridas, ¿son estas cualidades referentes a la persona (virilidad,
honestidad, liderazgo), o son definiciones estrechas que describen las habilidades técnicas
para el desempeño de la persona en el cargo (conocimientos esotéricos, ser instruido)?
S18.1. ¿Ella ocurre por atribución, auto-elección, elección, o alguna combinación de estos?
¿O es el interventor elegido por un superior o por sus pares? Obviamente esta variable está
altamente relacionada con la anterior.
S18.3. ¿Debe ser elegido de nuevo el interventor para que lleve a cabo su rol en cada
disputa205, o lo hace para todos los casos, o en una selección de casos elegidos por medio de
algún principio mecánico?206
S19. Entrenamiento. Una vez elegido con base en sus logros, puede que el interventor
necesite recibir un entrenamiento como prerrequisito indispensable para desarrollar sus
funciones. Cualquier tipo de entrenamiento diferenciaría al interventor de aquellos que no
reciben el entrenamiento; pero con la burocratización la naturaleza de la experiencia
educacional cambia.
S19.1. Las competencias técnicas son enfatizadas en prejuicio de las cualidades personales,
como lo son la honestidad o los conocimientos humanísticos.
204
La noción de la completa ‘autonomía’ del poder judicial fue exitosamente lograda por la Associzione
Nationale Magistrati italiana.
205
Este es comúnmente el caso de las instituciones de disputa africanas tradicionales. Ver, por ejemplo, Fisher
(1971: 732); Gulliver (1963: passim).
206
Ambas innovaciones fueron incluidas en Kenia: un panel regular de jueces, de los cuales se escogía
aleatoriamente al juez particular para cada caso (Phillips, 1954: 182).
S19.2. Estas competencias no se aprenden siendo aprendiz207, sino por medio del
entrenamiento formal.
S20.2. ¿Es basado en los servicios provistos (en términos de cantidad o calidad), 208 o
depende del grado de jerarquía?209
S20.3. ¿El pago proviene de los procesos particulares de cada disputa (esto es, si se origina
de los pagos de los disputantes y otros participantes) o de otras fuentes como, por ejemplo,
un fondo creado por varios disputantes, interventores o incluso otras instituciones?
207
Nota del traductor: la palabra utilizada por Abel es ‘apprenticeship’. Con ello se refiere al fenómeno de
aprendizaje de maestro a discípulo. En las sociedades tradicionales es común encontrar este fenómeno. Por
ejemplo, Fallers (1969) describe que los jueces de las cortes Soga son entrenados por jueces previos y
elegidos por medio del linaje. Así, se genera una relación maestro-aprendiz similar a la de los artistas en la
edad media.
208
En sociedades donde el interventor es remunerado únicamente por los servicios prestados, este
naturalmente va a buscar clientes. Si los limites jurisdiccionales son nucleares, o superpuestos, él va a vender
su servicio de intervención a un mercado de compradores. La historia de las instituciones de disputa ésta
repleta de interventores que han desarrollado sus actividades con esto en mente (Collier, 1973: 73-74).
Algunos han ido hasta el punto de provocar las disputas que maneja (Cohen, 1966: 1221). Este tipo de
competencia es antipática para la burocracia, y es abolida cuando la jurisdicción es racionalizada, y ciertas
instituciones obtienen el monopolio sobre las disputas.
209
Incluso Weber no tiene claridad sobre si son más burocráticos los ascensos basados en la calidad de la
actividad ejecutada, o en la duración del servicio. El primero es un criterio distintivamente burocrático para el
nombramiento; el segundo puede verse como una rutinización de la burocracia. Es por esto que ambos pueden
verse combinados dentro de una misma institución: las habilidades, medidas mediante exámenes o
desempeño, pueden ser el criterio para la selección y promoción; la antigüedad puede ser el criterio para el
aumento de salarios y otros incentivos dentro de un mismo rango – como sucede en el servicio federal civil.
S21.1. La preparación se torna ardua, extensa y cara; debe ser iniciada a una temprana
edad; también es excluyente – cambiarse a otra profesión es difícil o imposible.210
S22. Nivel social conferido por el cargo. El ejercicio del rol trae consigo un estatus social
privilegiado, tanto por la posición económica como por los prerrequisitos educativos del
cargo. Este estatus puede llegar a verse relacionado con el rol mismo, independientemente
de estas otras características. En algunos casos extremos, el estatus es garantizado por
medio de reglas expresas, e incluso forzado por medio de sanciones. Este punto
complementa mi sugerencia anterior de que una manera de diferenciar el rol era extraer a
sus ocupantes de un estrato particular de la sociedad; aquí argumento que la burocratización
del rol diferencia aún más este estrato.
S23. El rol es definido por prescripciones explícitas en vez de tradiciones implícitas. Estas
cambian de orales a escritas, de vagas a precisas, de parciales e incompletas a exhaustivas,
de pocas a muchas, o de caóticas a organizadas;212 es así como se convierten en un
conocimiento casi esotérico del cual solo tiene conocimiento el ocupante del rol. Las
normas:
210
Interesantemente, este criterio no distingue con fuerza los tradicionales ancianos africanos de la actual
carrera judicial continental, excepto por el hecho de que estos últimos se encuentran restringidos de otras
actividades debido a su carácter de jueces. Ver, por ejemplo, una tribu de Kenia como los Meru (Lambert,
1947; Bernardi, 1959), los Kikuyu (Lambert, 1956; Kenyatta, 1953), o los Embu (Saberwal, 1970). Claro está,
esto no significa que las instituciones sean idénticas en otros aspectos, ni que el concepto de burocracia sea
inútil para distinguirlas.
211
Los jueces Akan pueden ser removidos por un juez superior, o por el pueblo – y usualmente lo eran
(Mensah-Brown, 1970: 128).
212
Muchos administradores coloniales industriales se sentían obligados a producir un ‘handbook’ de reglas
para los procedimientos de las cortes locales. Ver, por ejemplo, la Guide and Instruction to Native Tribunals,
preparada por Wyn Harris, el Comisionado del Distrito de Nyeri, en 1943, y descrito por Phillips como “un
encuadernado volumen de 41 páginas escritas a mano (con espacio para adiciones y enmiendas). Se encuentra
en Ingles y cada tribunal ha sido suministrado con una copia”. También ver la similar “Guía a los Tribunales
Nativos – Distrito de Kiambu”, preparada por H.E. Lambert al mismo tiempo (Phillips, 1945, 43-44, 65).
S23.1. Separan la vida privada de la vida laboral, especialmente en lo que tiene que ver con
finanzas;213
S23.2. Exigen una dedicación de tiempo completo y una práctica frecuente del rol;
S24. Imposición de las expectativas del rol. La obligatoriedad de estas reglas proviene de
sanciones externas, en vez de aquellas completamente internalizadas214.
S24.2. Estas acciones son guardadas en medios físicos y por escrito para que así se
preserven con precisión.
B. Proceso
¿Qué aspectos del proceso de disputa van a responder ante cambios en la estructura de la
institución y en rol del interventor? La revisión anterior del proceso nos advirtió sobre la
alta variabilidad de este fenómeno. Para reducir el alcance de nuestro estudio a un marco
213
La confusión entre financias públicas y privadas se convierte en un asunto de interés para la burocracia, y
se le da en nombre de corrupción. La administración judicial en sociedades coloniales está frecuentemente
preocupadas con este asunto. Ver, por ejemplo, Phillips (1945: Cap. 13).
214
Esto es en parte consecuencia del hecho de que la burocratización del rol haya ocurrido durante el régimen
colonial. Donde estas normas son nuevas, y derivadas de una cultura extranjera, es difícilmente sorprendente
que los superiores que representan a esta cultural usen sanciones externas para obtener obediencia. Aquí,
como en otros lugares en este trabajo, es difícil evadir la confusión entre la situación histórica concreta en la
cual estos cambios tomaron lugar para una generalización transcultural válida. Me parece que otros autores
han incurrido en el mismo error, por ejemplo, Tanner (1970) y Collier (1973) confundieron el pluralismo
social y la estratificación cultural que caracterizan las condiciones contemporáneas de Indonesia y México
con condiciones universales, y por ello estaban indudablemente generalizando estos sistemas legales. No
obstante, al hacerlo, ellos también estaban corrigiendo los errores de escritores previos, que tendían a
generalizar los sistemas legales de sociedades tribales pequeñas y homogéneas.
manejable de parámetros, comenzaré por analizar la manera en la que la diferenciación
afecta el proceso. En su búsqueda por “la clave de la ciencia de la teoría del derecho”
(1961: 79), H.L.A. Hart advierte sobre esta conexión. Él expone esto a través de una
sociedad imaginara –“una pequeña comunidad unida por lazos de amistad, opiniones y
creencias similares”; “en ella, la única herramienta de control social es un consenso general
sobre sus propios estándares de comportamiento en torno a los cuales se han creado reglas
con obligatoriedad” (1961: 89). Esta sociedad se caracteriza estructuralmente por su
homogeneidad generalizada y simultáneamente por la baja diferenciación en la estructura
institucional de control social y de la disputa, aunque estos conceptos no se muestren
explícitamente. Hart contrasta esta idea de sociedad “pre-legal” con el mundo
verdaderamente legal que se desarrolla luego con la creciente diferenciación de la
estructura de la disputa (1961: 91).215 En estas últimas, las reglas primarias de obligación
dejan de ser suficientes por sí solas para garantizar la regularidad y predictibilidad del
comportamiento humano, sin el cual la vida social se torna imposible. Estas reglas
primarias se vuelven inadecuadas con respecto a tres aspectos, todos los cuales son
remediados por categorías diversas de reglas secundarias, que juntas son responsables del
proceso característico de las instituciones diferenciadas. Primero, aparece la incertidumbre
de si la institución aplicará o no las reglas sustantivas de conducta que tiene la sociedad, de
la cual se ha diferenciado –y sólo esas reglas- y si las modificarán de alguna manera; esta
dimensión de opciones estará regulada por reglas de reconocimiento secundarias (1961: 94-
95). Segundo, esta diferenciación de la institución, aísla sus reglas primarias del cambio
gradual y constante del comportamiento de la sociedad; nuevos mecanismos son necesarios
para corregir esas reglas primarias y son estas las reglas secundarias de cambio.
Finalmente, surge la pregunta de cómo la institución regulará sus propias acciones al lidiar
con disputas, ya que la sociedad de la cual se ha separado no contiene normas que hablen
215
Es interesante que esto precisamente resulta paralelo a la distinción de Weber entre derecho y convención:
Un sistema de orden debe ser llamado convención en la medida en que su validez sea externamente
garantizada por la probabilidad que la desviación de él dentro de un grupo social determinado resulte en una
desaprobación relativamente general y prácticamente significativa. Dicho orden puede ser llamado derecho
cuando la obediencia a él sea mantenida por la probabilidad de que la desviación encuentre como
consecuencia sanciones físicas o psíquicas, orientadas a hacer cumplir el orden y castigar la desobediencia, y
aplicadas por un grupo de hombres especialmente empoderados para realizar esta función (este último
énfasis es añadido) (1947: 127).
directamente de tan novel comportamiento; las reglas secundarias de adjudicación ayudan
con este problema. Si estos tres tipos de reglas constituyen la esencia de un proceso de
disputa más diferenciado, son un foco evidente para nuestro estudio. Sin embargo, Hart está
enfocado en la teoría del derecho, y por consecuencia enfocado exclusivamente en las
reglas que rigen las instituciones de disputa; en cambio, yo intento desarrollar una teoría
social, y por lo tanto estoy igualmente interesado tanto en las normas como en las prácticas
de esas instituciones.
El uso del concepto de racionalidad –aplicado al derecho- que usaba Weber, era muy
diferente, y considerablemente más amplio. Sin extendernos a las ramificaciones de su idea
extremadamente compleja216, es suficiente ver como aquí se puede referir al concepto de
forma lógica o estética. Aunque todos los procesos de disputa demostraran unos ciertos
patrones de comportamiento217, y por lo tanto un cierto modo de racionalización, este modo
de racionalización dependerá de la estructura de la institución de disputa. Mi expectativa es
que, a medida que la diferenciación estructural aumenta, la lógica y la estética del
comportamiento dentro del proceso de disputa se tornará más autónoma, internamente
coherente e independiente de los patrones de la sociedad 218. Un ejemplo de esta
216
Para explicaciones de la noción de racionalización en el derecho, ver Trubek (1972a); Friedman (1966); C.
Morris (1958); Rheinstein (1954). Uno de los problemas de entender a Weber es que la terminología del
inglés mediante la cual desarrolla su teoría tiene fuertes connotaciones valorativas: la racionalidad es un
‘buen’ tipo de ordenamiento, quizá el único adecuado; la racionalización es un falso, o hipócrita
ordenamiento. Esto no es enteramente culpa de la traducción; el marco conceptual de Weber indudablemente
expresaba sus propios valores.
217
Efectivamente, la propuesta de Weber era exponer todos los modos posibles de racionalización. Para
ilustraciones de la racionalización legal en una gran variedad de condiciones sociales, ver Llewellyn y Hoebel
(1941) (Indios Cheyenne); Holleman (1950) (los Shona de Rodesia); Fuller (s.f.: 86) (La rama judicial
americana); Riesman (1951: 133-34) (la profesión legal americana); Mayhew (1968: 146) (la Comisión en
Contra de la Discriminación en Massachusetts).
218
La noción de autonomía de una esfera diferenciada de actividad recibe una exposición excepcionalmente
clara en la fuente menos probable:
La sociedad le da ascenso a ciertas funciones comunes sin las cuales no puede vivir. Las personas
seleccionadas para desarrollar estas funciones forman una nueva rama en la división del trabajo dentro de la
sociedad. Esto les da intereses particulares, distintos de los intereses de aquellos que les dieron su oficio; se
hacen independientes de estos últimos – el estado es creado…
Es similar con el derecho. Al momento en que la división del trabajo hace necesaria la creación de abogados
profesionales, una nueva e independiente esfera se abre, la cual, a pesar de su dependencia general en la
producción y el comercio, sigue teniendo la capacidad de reaccionar sobre estas esferas. En el estado
moderno, el derecho no solo debe corresponder a la posición general económica y su expresión, sino que debe
ser una expresión consistente en sí misma, una expresión que, a pesar de a sus contradicciones internas, no se
vea ampliamente inconsistente. Para hacer esto, se impone más y más la necesidad de ser un fiel reflejo de las
condiciones económicas. Tanto más que más raramente sucede que un código del derecho sea la directa, in-
mitigada, in-adulterada, expresión de la dominación de una clase – esto en sí mismo ofendería la ‘concepción
de justicia’.
Esta formulación extraordinariamente weberiana es, en realidad, de Friedrich Engels, in una carta a Conrad
Schmitt, escrita en 1890. Ver Marx y Engels (1947: 480-81). Estoy agradecido con Brun-Otto Bryde por esta
referencia.
transformación es la evolución que dijo haber visto Maine en los resultados de las disputas:
de los aisladas y desconectados themistes219 en los comienzos del derecho romano, al órgano
de opiniones altamente organizado de los períodos posteriores (1950: Ch. 1). Una vez
lograda esta cohesión, las reglas secundarias de cambio propuestas por Hart son esenciales
para preservarla en un ambiente inestable.
El proceso llega a ser coherente internamente sólo al aislarse del mundo exterior. La
institución desarrolla un caparazón, impermeable a la información, prescripción o
influencia exterior.220 El comportamiento se torna introvertido, y se interesa sólo por las
propias normas y actividades. Los problemas con los que lidia son aquellos que define la
institución y no la sociedad,221 y las soluciones, por consecuencia, son soluciones para la
institución, y no para la sociedad222. Al ser llevado al extremo, el proceso de disputa se
vuelve completamente involucionado, hermético y bajo el dominio exclusivo de los
especialistas e inteligible sólo por éstos.
219
Nota del traductor: Henry Summer Maine describió a los themistes como la primera concepción
propiamente legal. Estos fueron encontrados en los poemas homéricos y corresponden a los juicios divinos de
la diosa Temis, transmitidos a los reyes para resolver las disputas entre ciudadanos. Según este autor, eran
mandatos, en el sentido austiniano: juicios aislados, sin ningún sometimiento a ninguna clase de principio.
220
Kaplan describe el decrecimiento en la comunicación entre instituciones de disputa que sigue a la
diferenciación incrementada (1965: 93).
221
Fuller (s.f.: 86) y Golding (1969: 85-86) notan que la institución redefine los problemas sociales para sus
propios propósitos, e ignoraran problemas que n pueden ser tan redefinidos. Basil Berstein hace una
observación similar sobre el poder del lenguaje para dar forma a una situación social con el propósito de
facilitar un tipo de comunicación particular (citado en M. Douglas, 1970: 156-57).
222
Mayhew ha analizado en cierta medida la manera en que las soluciones institucionales no son soluciones
sociales (1971). Esta inevitable consecuencia de la diferenciación es frecuentemente una preocupación para
los académicos del derecho, que deploran este ‘gap’ entre el derecho de los libros y el derecho en acción. Yo
discuto este asunto más a afondo este asunto (1973).
provenientes de la sociedad se reducen, permitiendo así que el comportamiento dentro de la
institución se vuelva internamente flexible, desarrollándose de manera que sus
consecuencias aportan para generar un funcionamiento estable dentro de la institución.
una multiplicidad de fragmentos – lo cual, de nuevo, es una imagen útil para entender la situación
contemporánea.
225
Nota del traductor: la expresión originalmente utilizada es ‘disputing’. No existe traducción exacta al
español. Es la acción de disputar: los niveles de disputa sucediendo en la sociedad. Siempre que se traduzca
‘nivel de disputa’ es una referencia esto.
perturbando únicamente el nivel de disputa dentro de esa institución (H 1). El incremento en
H1 provoca una respuesta dentro de I 1 que tiende a normalizar a H 1 a su nivel original. Sin
embargo esta respuesta de la institución de disputa diferenciada puede tener, alguna o
ambas, de dos consecuencias muy diferentes para la sociedad general: puede que reduzca
H; como puede que no y en vez contribuya a un comportamiento alborotado de la sociedad
(D). Para ejemplificar de nuevo con una variación del ejemplo expuesto anteriormente: dos
individuos presentan afirmaciones inconsistentes sobre una tierra (D), incrementando así el
nivel de disputa en la sociedad (H+1); este caso (D 1) va luego ante una corte oficial (H1+1).
La corte puede emitir un veredicto con el que las partes en el caso deben abstenerse de
realizar las afirmaciones inconsistentes tanto dentro como fuera del caso. La corte también
puede responder absteniéndose por no tener jurisdicción sobre la tierra en disputa, y
archivar el caso. Esto restablece el nivel original de disputas dentro de la corte (H 1), pero
puede no afectar el nivel de disputas dentro de la sociedad (H+1) y en efecto contribuir a el
incremento de comportamientos de disputa dentro de la sociedad (D). La relación entre la
institución diferenciada y la sociedad pueden ser explicadas a través del diagrama en la
ilustración 4.
226
Normalmente se argumenta que las instituciones burocráticas aplican normas que son universales en vez de
particulares. Esta es una manera de transformar la ideología del imperio de la ley en una variable científica
social. Consideraré maneras de operacionalizar este concepto más abajo.
227
El esfuerzo, a diferencia del tiempo o el costo, es un índice subjetivo de la calidad de un acto. Es un intento
de medir la intensidad; por ejemplo, yo esperaría que un acto repetitivo cueste mucho menos esfuerzo que uno
idiosincrático, incluso a pesar de que ambos tomen la misma cantidad de tiempo y cuesten la misma cantidad
de dinero para el sistema.
228
El ‘affersata’ de Etiopia y los oficiales chinos del sistema de cortes son ejemplos extremos de instituciones
de disputa que maximizan la eficiencia a un gran costo de los participantes no oficiales (Fisher, 1971: 720;
van der Sprenkel, 1962). En el lenguaje de la economía, estas instituciones externalizaban sus costos.
229
Estas contribuciones pueden tomar la forma de costos del litigio en los casos civiles, o de multas y
decomisos en casos penales. Es común que para estos últimos producir una plusvalía neta, ya sea en India
(Nicholas y Mukhopadhyay, 1962: 17, 24, citado en Galanter, 1972: 60) o en los Estados Unidos (Saari, 1967:
297), a pesar de que la practica haya sido sujeto de critica con bases constitucionales en este último caso. Pero
no es inusual que el litigio civil produzca plusvalía también. Alan Gledhill ha notado que las rama judicial de
la India “es la más exitosa de las naciones industrializadas” (1964: 8, citado en Galanter, próximamente). Se
ha dicho lo mismo de la Kenia colonial (ver Patterson, 1969). Esto puede ser atribuido a la política general
para las colinas británicas que busca que las colonias paguen sus propios desarrollos. Esto puede ser
contrastado con la creencia de Bentham de que las instituciones judiciales deben ser libres.
considerar una disputa después de cierto tiempo230. Interesantemente, Hart también
argumenta la virtud de eficacia para sus reglas secundarias de adjudicación (1961: 94-95).
230
El interés en las finalidades de las instituciones burocráticas ha sido reportado múltiples veces. Skolnick
(1966) describe la manera en la cual la policía ‘negocia’ con los sospechosos para llegar a ‘cierres’,
ofreciendo una demanda menor a cambio de la admisión de otros criminas que cierran casos, pero por los
cuales sospechoso no va a ser procesado. Las cortes de Connecticut raramente toman la iniciativa en el litigio;
una notable excepción es su diligencia en fallar casos por su propia cuenta después de haber alcanzado cierta
edad. La llamada ‘lista de inactivos’ es una de las pocas ocasiones en las cuales las instituciones burocráticas
muestran verdadera energía. En contraste, las instituciones tribales se niegan a fallas disputas incluso después
de que las partes han perdido interés, por medio de que otros reclamos emerjan. Ver Holleman (1952: 34).
231
Ver la discusión de Trubek sobre la ‘concepción nuclear’ del derecho moderno (1972b).
232
Tomé esta distinción de Black (1973).
233
Tanto la mediación china tradicional (Cohen, 1966: 1217) como la contemporánea (Lubman, 1967: 1321)
tenían esta esta característica. También lo tenían las instituciones de disputa tradicionales africanas – por
ejemplo, los Akan de Ghana (Mensah-Brown, 1970: 143) y de Etiopia (Fisher, 1971: 726, 728). Incluso la
cultura contemporánea americana mantiene algo de esta ideología, como lo demuestra el sentimiento de
indignación expresado por el fallo de los transeúntes para intervenir en el homicidio de Kitty Genovese.
b. La tarea de transformar los conflictos en disputas y presentarlas al interventor recae
sobre los disputantes234.
P2. No obstante, simultáneamente una gran porción del control sobre el curso de la disputa
pasa del disputante al interventor – control no sólo sobre el resultado, sino sobre cada paso
en el proceso.236
P3. La conjunción de estos dos factores determina la actitud particular del interventor hacia
todo acuerdo de las partes.
234
Esto era aparentemente cierto en la estructura de las cortes tradicionales chinas, en tanto diferentes de la
mediación no-gubernamental. De hecho, la inercia de ese sistema era tan extrema que muchos casos eran
terminados porque no podía movilizarse suficiente energía para que los magistrados actuaran (Buxbaum,
1971: 274). Puede argüirse que el sistema judicial americano, entendido como un todo, todavía es proactivo,
pero que estas funciones han sido eliminadas de las funciones de la rama judicial para dárselas a la ejecutiva,
en la forma de la policía y los fiscales. No obstante, incluso estas instituciones, especialmente en áreas
urbanas, tienden a tornarse reactivas: la policía no patrulla todo golpe a pie, sino que responde a llamadas en
autos-patrullas; los fiscales persiguen ciertas infracciones solo bajo la insistencia de un reclamante.
235
Ver Aubert (1969c: 289). Esta característica de las cortes modernas puede explicar porque ellas fallan en
lograr ciertas metas que requieren de un rol más activo – por ejemplo, la preservación del matrimonio en
acciones de divorcio. La cortes en los Estado Unidos (Goldstein and Katz, 1965: 140-61; Rheinstein, 1972:
59-60), en Reino Unido (Rheinstein, 1972: 60-62), en Francia (Ib.: 219-20) y en Polonia (Gorechi, 1970) han
encontrado que el requerimiento de que una acción de divorcio sea investigada prontamente es una mentira.
(Compárese este triunfo de la ley canónica en el tema, Rheinstein, 1972: 57-58). Esto sugiere, a lo menos, una
necesidad de caución en darle a la corte la responsabilidad de perseguir valores importantes – por ejemplo, la
seguridad de los ‘intereses superiores de los niños’ en las disputas sobre custodia. La única excepción a esta
pasividad general es el comportamiento que sirve para terminar la disputa rápidamente, o simplificarla; en
estos casos la corte no duda en alzar, sua sponte, sus obstáculos conclusivos, como una falta de jurisdicción,
res judicata, falta de representatividad, etc.
236
Por esto uno de los primeros actos de un gobierno colonial es ilegalizar ciertos modos de disputa que yacen
más allá el control de las nuevas cortes introducidas – contiendas, venganza, auto-ayuda – y regulan las
instituciones de disputa indígenas Similarmente, los disputantes involucrados en un litigio en las cortes
occidentales comúnmente tienen que obtener permiso de la corte para demasiadas acciones mientras la
disputa está en proceso; en adición, la corte tiene la autoridad de congelar el status quo por medio de una
orden de interdicto o un interdicto de litigio pendiente.
P3.1. Como el interventor busca el control del comportamiento dentro de la institución de
disputa, ninguna de las partes (ni unilateral ni conjuntamente) 237 pueden retirar la disputa de
la institución sin su aprobación.
P3.2. Ya que el interventor busca minimizar su actividad dentro del proceso, exhorta a las
partes a la llegar a un acuerdo por ellas mismas.
b. El concepto de lo incorrecto.
P4.2. El contenido de cada norma, que hasta ahora había sido flexible y adaptable a cada
caso particular, se torna fijo y se convierte en una regla general aplicable a todos los casos
“similares”. El número de casos que se identifican como similares incrementa, y por
consecuencia a los que se les aplica la misma regla general también242.
P4.3. Las normas de tradición oral y de carácter vago son puestas de manera escrita con
gran precisión.243 Cuando las instituciones no diferenciadas deben lidiar con normas
precisas y escritas, las trata como costumbre, sin prestar mucha atención a las palabras
exactas244, las instituciones diferenciadas por su parte, reformulan la costumbre en forma de
estatutos.245 La regulación penal o administrativo remplaza al proverbio como modelo para
todas las normas. Esto no sólo aumenta la certeza y facilidad del fallo, sino que también
las nocones éticas invaden la discusión de las cortes locales en Zambia (1952: 16-17).
241
Esto es congruente con la noción de Bohannan de la reinstitucionalización de las normas legales (1969a).
Mayhew y Reiss (1969) han documentado el hecho de que en nuestra propia sociedad solo aquellas normas
que conciernen a los problemas de las clases altas son reinstitucionalizadas en los sistemas legales.
242
Así, podemos encontrar un énfasis constante en ideas como la neutralidad, generalidad, universalidad,
racionalidad formal lógica.
243
En casi cualquier lugar de África los delitos penales consuetudinarios fueron remplazadas por un Código
Penal escrito (McClain, 1964: 196).
244
Ver, por ejemplo, Fallers (1969: 68-69) (Soga de Uganda); Nekam (1967: 47) (Karamonjong de Uganda).
Esto también es cierto en situaciones no-coloniales. Las instituciones locales de Etiopia trataban el Fetha
Nagast como costumbre (Fisher, 1971: 712), y las instituciones de disputa en la costa del Este africano, en
Sudán y Nigeria del Norte le dan un trato similar a la Sharía.
245
Twining ha comparado la reformulación del derecho consuetudinario africano preparada por Cotran, un
abogado, y Cory, un sociólogo; y ha notado que las cortes locales tienden a tratar incluso la última versión de
la reformulación como si fuesen estatutos (1963:33, 37-51). Más recientemente, Saltman (1971) ha observado
el uso que se ha hecho de la reformulación de Cotran en las cortes locales de Kenia, y noto que se les da
fuerza de estatuto a pesar de que contienen cauciones explicitas contra acciones de este tipo.
libera al interventor de tener que ejercitar una discreción que puede llevarlo a ser
castigado246.
P4.4. La incertidumbre sobre si una norma dada será reconocida también disminuye a
medida que el cuerpo de normas es más claramente establecido.247
P5. Los conceptos apropiados de lo incorrecto surgieron poco a poco de una discusión de la
disputa entre los participantes, a la que todos contribuyeron. Ahora la carga recae en cada
parte para invocar las normas en las que se basa, ofensiva o defensivamente, al comienzo
de la disputa. Un error en la selección de una norma tendrá consecuencias cada vez más
graves, que van desde gastos adicionales hasta la pérdida de la disputa y la rectificación del
error se vuelve más difícil incluso imposible249.
246
De hecho, Saltman (1971) explica que el uso de las reformaciones de Kenia como una protección en contra
la anulación en la apelación. Los Magistrados de Distrito cada vez más sienten la necesidad de una guía de
este tipo porque normalmente son de otra parte de Kenia, por lo que no conocen el derecho consuetudinario
que deben aplicar. Algunos incluso evitan aplícalo en absoluto. Al reconocer esto, el Magistrado Superior
emitió un memorando recordándole a los Magistrados de Distrito su deber de aplicar el derecho
consuetudinario, y de tomar evidencia donde fuesen ignorantes de sus provisiones (Circular No. 1 de 1968,
Noviembre 5).
247
Los escritores de instituciones de disputas no diferenciadas frecuentemente comentan sobre el alto grado de
consenso sobre, y conocimiento de, las normas consuetudinarias. Es cierto que esto contrasta ampliamente
con el desacuerdo en nuestra sociedad respecto a las normas legales, así como con la amplia ignorancia sobre
dichas normas. Pero la comparación más apropiada es el grado de consenso y conocimiento desplegado por
los profesionales legales que componen nuestras instituciones diferenciadas.
248
La codificación y reformulación del derecho consuetudinario puede ser encontrada muy temprano en la
historia colonial. Ver, por ejemplo, el Código Natal de Derecho Nativo (1943) (Sudáfrica; 1891); Haar (1948)
(Indonesia; siglo diecinueve); Schapera (1938) (Bechuanaland); Ver generalmente Abel (1969a). Más
recientemente, el Reestatement of African Law Project ha dedicado una cantidad de energía considerable
hacia este fin (ver Allott, 1968-72), y un numero de naciones africanas han iniciado a codificar su derecho,
dentro de las cuales la más notable es Etiopía.
249
En el derecho Akan un juramento puede ser declarado para iniciar el proceso, pero no hay una
investigación preliminar sobre el contenido de los reclamos sustanciales (Mensah-Brown, 1970: 139 ss.) El
contraste con la historia posterior del derecho inglés es extrema (ver Maitland, 1962: 4-5). Buxbaum (1971:
c. Definición de problemas
P6. Debido a que el universo normativo ha cambiado, algunos de los problemas de los que
depende el resultado también serán exclusivos para la institución. Se ha dicho, por ejemplo,
que el concepto de mens rea solo aparece en sistemas más diferenciados (por ejemplo,
Driberg, 1934: 235, Hopkins, 1962: 2-3).
P7. El número de cuestiones sustantivas manejadas por el interventor disminuye 250; solo
aquellas cuestiones esenciales para una decisión son tratadas (ver generalmente Bickel,
1962).
P8. Las cuestiones individuales se definen de manera más estricta y precisa 251. Los cargos
penales enumeran una lista de elementos claramente circunscritos y los refinamientos de los
alegatos civiles son los modelos para hacerlo (véase Pound, 1928).
P9. Múltiples problemas se unen solo si el proponente puede demostrar una relación
cercana entre ellos.
P10. El interventor responde solo a los problemas que las partes le plantean, incluso si son
superficiales; él no buscará, sua sponte, descubrir cuestiones más fundamentales que
puedan subyacer a la disputa.252
263) y Cohen (1966: 1211) no concuerdan sobre si los magistrados hacen tal investigación. Es razonable
esperar una delineación más rigurosa de los asuntos de las disputas en tanto el Estado se involucra más en su
manejo.
250
Un ejemplo de esto puede ser la dramática reducción en la cadena de causación que va a ser investigada
por el interventor. Las instituciones de disputa tradicionales en África, al investigar una muerte, van a revisar
todos los eventos antecedentes, sin prejuicio de si están remotamente conectados (Hopkins, 1962: 8). Donde
el resultado final de un curso de conducta sigue en duda, la audiencia va a ser pospuesta para esperarlo (A.L.
Epstein, 1952: 9). Contrástese esto con esto la limitación a una la simple responsabilidad en las disputas
americanas sobre daños y en el derecho de contratos a las consecuencias previsibles.
251
Holleman nota que a lo largo de la audiencia de una disputa de los Hera existen participantes que ejercen
presiones para una ampliación en la definición de los asuntos (1952: 38). A. L. Epstein ha observado una
gradual disminución de los asuntos en las cortes urbanas de la provincia de Copperbelt en Zambia, donde los
procedimientos matrimoniales ahora se ocupan de si existen bases para el divorcio, y no si el matrimonio se
ha destruido (1962: 11).
252
Compárese con los mediadores chinos contemporáneos (Lubman, 1967: 1308) o las instituciones de
disputa Hera (Holleman, 1952).
P11. Los asuntos de procedimiento tienden a reemplazar a los sustantivos; los intereses se
desplazan del mundo exterior a la institución de disputa en sí misma253.
P13. Las partes serán limitadas en número, generalmente a dos. A las partes adicionales
solo se les permitirá participar si están estrechamente relacionadas con las personas que ya
están involucradas254. Los grupos no pueden disputar; deben identificar representantes para
que actúen por ellos.255
P14. Los disputantes ya no juegan roles intercambiables. Los papeles del demandante y del
demandado se demarcan, fijan y definen claramente. No se le permitirá a un acusado hacer
valer un reclamo independiente y, por lo tanto, revertir esos roles256.
253
Una instancia fascinante de esto puede encontrarse en la práctica en Etiopía de apostar sobre los resutados
de un interventor; debido a que el tamaño de las apuestas frecuentemente excede el de la controversia, las
acciones del interventor se vuelven más importantes que la disputa original (Fisher, 1971: 734-37).
254
En las estructuras poco diferenciadas la única relación necesaria para la participación era algún tipo de
parentesco o conexión similar al disputante. En las estructuras diferenciadas es necesario demostrar un interés
personal idéntico al del disputante.
255
Es una valida, aunque muy abusada, generalización que las relaciones entre grupos son extremamente
importantes en las sociedades tribales. Por tanto, una disputa que comienza con reclamos conflictivos entre
individuos puede tornarse rápidamente en una disputa entre grupos más grandes que no los incluían hasta el
momento (Holleman, 1952: 30). Muchos observadores han notado que en aquellas sociedades
occidentalizadas, un individuo que actuaba en representación de un grupo en disputa ahora busca atribuirse a
sí mismo personalmente los intereses que busca vindicar. Esto es especialmente visible en el área de la tierra.
En Kenia, los padres Kikuyu demandando por el embarazo de sus hijas no casadas reclaman para ellos
mismos las cabras que previamente iban para su grupo familiar. Por tanto, las disputas entre grupos se
transforman en disputas entre individuos. En sistemas legales altamente diferenciados, como los nuestros,
existen limites sustanciales sobre el litigio por parte de un grupo, tales como los problemas técnicos para las
acciones de clase, y quizá la doctrina de las problemáticas políticas.
256
Esto es muy claro en el proceso penal. Recientemente algunos acusados penales han buscado cambiar los
papeles con el Estado, y los han acusado de crímenes: aquellos que protestaron contra la guerra de Vietnam
son un ejemplo extraordinario. Sin ninguna excepción, las cortes americanas rechazaron tales intentos. Por
otra parte, en una acción de divorcio el acusado tiene la posibilidad de presentar un contra-reclamo. Si lo
hace, no obstante, corre el riesgo de que el divorcio sea negado para ambas partes debido a la doctrina de la
P15. La definición de quién es una parte adecuada para una disputa cambiará. Las personas
percibidas por la sociedad como agraviadas no podrán comparecer a la disputa 257. Se
desaconsejan las acciones presentadas como representantes; con el fin de reducir el alcance
de la disputa, la persona que ha sido lesionada se convierte en la única parte interesada 258.
Sin embargo, la representación por un profesional, que es un miembro oficial o casi oficial
de la institución, aumenta el control de la institución sobre la disputa y por lo tanto es
alentada259. La instancia más llamativa, por supuesto, es el desarrollo de una noción de
crimen fuera la un noción de error civil 260: la diferenciación de una sola lesión en dos
lesiones distintas, una para la víctima y la otra para una colectividad más grande, cada una
recriminación (al menos hasta hace poco). Si falla en hacerlo, y aparece ante la corte, es probable que ella le
niegue la posibilidad de hablar.
257
El concepto del locus standi es un desarrollo de las instituciones diferenciadas de disputa donde es visto de
manera mas cerrada: una persona que, en una sociedad amplia, tiene verdaderos agravios, no va a tener locus
standi en la corte (por ejemplo, las demandas por parte de los contribuyentes, conservacionistas). La victima
no es una parte del proceso penal en el derecho americano; interesantemente sí lo es en el derecho soviético
(ver, por ejemplo, Feifer, 1964). Para 1966 al menos una de las cortes primarias de Kenia (la Corte Africana
del Distito Kiambu) había comenzado a negarle a la victima una solución civil en el proceso. Por otra partem
los esfuerzos contemporáneos de Etiopia de eliminar, o al menos controlar, la participación de la victima en el
proceso penal no han sido fructíferos (Fisher, 1973). Me parece que la falta de éxito yace en que no existe
suficiente diferenciación institucional para el aparato penal de Etiopia.
258
A.L. Epstein encontró que en el derecho consuetudinario de Luanda (Zambia) el esposo puede acudir como
sustituto del padre de la esposa en acciones por adulterio (1952: 8). Así mismo, Simon Roberts encontró que
en Kgtala (Botsuana) las mujeres, y no sus padres, son las que demandan por embarazo fuera del matrimonio
(1971: 72). En Kenia el mismo resultado ocurrió por el periodo de diez años en el que el Affiliation Act fue
efectivo.
259
Los ejemplos obvios son el fiscal en el derecho americano y el procurador en el soviético. No obstante, hay
otros muchos: el departamento de bienestar que representa los intereses de los niños, el oficial de relaciones
de familia que hace lo mismo en el caso de custodia durante un divorcio. Incluso el abogado profesional
puede ser visto bajo esta luz – un oficial de la corte, que representa a una parte y aún así está sujeto al control
de la corte. Blumberg ha dado una descripción fuerte del ‘abogado de defensa como un doble agente’ (1967).
Quizá por esta razón las cortes son extremadamente reacias a que el acusado penal conduzca su propia
defensa, como el juicio de Bobby Seale en Chicago mostró. Es interesante que las corte africanas
originalmente le permitían a sus disputantes ser representados por quienes quisieran – amigos o familiares –
pero recientemente se han dirigido hacia la dirección de garantizar el monopolio de la representación a los
profesionales legales.
260
Maine ha enfatizado en esta noción (1950: Cap. 5), y muchos otros lo han hecho desde entonces.
de las cuales puede corregirse de diferentes maneras 261. En el extremo, la institución crea
partes que no tienen existencia fuera de ella262.
e. Limitación temporal
261
Nota del traductor: con esto Abel se refiere a la diferenciación entre la jurisdicción penal y la civil.
262
La practica en Etiopia de apostar a los resultados de una disputa efectivamente hace de los apostantes
partes adicionales a ella (Fisher, 1971: 737). El requerimiento de que las partes tengan un soporte tiene un
efecto similar: ver Fisher (1971: 731) (Etiopia); Borckman (1972: ss) (China). Incluso en Connecticut tiene
los residuos de una practica similar; cada parte que inicia una acción civil debe tener un soporte para el pago
de los costos de la corte. En el derecho americano contemporáneo, el amicus curiae, o los accionistas en una
acción derivada pueden ser ejemplos de partes creadas por la institución.
P22. Incluso si un disputante presenta un reclamo oportuno a la institución, el interventor
puede desestimarlo más adelante si el disputante no ejerce presión sobre el reclamo con
suficiente energía, haga o no una objeción de dilatación la contraparte.263
263
En tanto la disputa se vuelve menos tolerante con los retrasos del disputante (ver notas 215, 219, supra),
ella crea retrasos en sí misma. Un calendario sobrepoblado es una de las características identificatorias de las
cortes occidentales contemporáneas; puede tomar tanto como siete años tener un caso de negligencia atendido
por un jurado en la ciudad de Nueva York. Esto no es solo una de esas incomprensibles molestias de la vida
cotidiana, es una consecuencia inevitable de los desarrollos estructurales (ver Sykes, 1969). Un aumento en la
diferenciación implica un aumento en el numero de interventores que sirven a determinada población; un
aumento en la burocratización implica un aumento en la formalidad del procedimiento, que se asocia con los
retrasos asociados. La convergencia de estas dos tendencias es verdaderamente kafkiana: la disputa puede
tener que esperar su turno con una legión de peticionarios, y de seguir su camino lentamente a lo largo del
laberinto judicial, solo para descubrir que su reclamo es desestimado porque no lo persiguió con suficiente
diligencia. Una situación comparable puede ser encontrada en un juicio penal italiano reciente, en el cual la
institución se encontró a si misma inhabilitada para completar el proceso de apelaciones antes de que el
estatuto de limitaciones de temporalidad se ejecutara sobre el crimen (ver New York Times, Febrero 27, 1974,
p. 5).
264
Una de las ironías de la reforma judicial en los Estados Unidos es que las cortes de pequeñas causas, que
están pensadas como foros relativamente no diferenciados, se han convertido un gran aparato para la
administración de fallos predeterminados. A pesar de que la inasistencia de una parte es penalizada de esta
manera, la inasistencia de un abogado es comúnmente excusada.
265
Este es, claramente, el caso de los proceso penales donde, en adición, el acusado es sufre de mayor
penalización por su inasistencia. Una situación incluso más extrema se da donde las cortes mantienen una
parte alejada de la audiencia, y por ello vence las pretensiones de la otra. Ver Leonard v. Mitchell (1973) (La
corte se rehúsa a obligar al Fiscal General a revelar la ubicación de la exesposa del peticionario, que había
huido con los hijos sobre los cuales se le había dado custodia, en tanto ella se había casado con un informante
del gobierno cuya identidad era secreta).
a. El interventor siempre atenderá una disputa si los disputantes están presentes.
P25. Para anular un juicio ex parte, un disputante tendrá que gastar más tiempo y dinero, y
sustanciar una entre un número limitado de excusas de peso266.
g. Recepción de evidencia
P26. a. La evidencia puede afectar una disputa sin ser formalmente admitida, es decir, el
interventor puede actuar bajo el conocimiento previo, o información que obtenga fuera de
su rol como interventor en la institución de la disputa. De hecho, cuanto menos diferenciada
sea la institución, probablemente sea mayor la cantidad de información que tendrá el
interventor.
266
La parte infractora es, en efecto, castigada por gastar el tiempo de la corte haciendo que ella escuche el
asunto dos veces. El castigo puede tomar la forma de costos adicionales pagados a la corte. La otra parte no es
compensada, a pesar de que tuviera que aparecer en la corte dos veces, posiblemente bajo un considerable
costo personal e inconveniencia.
267
Fuller (n.d.: 56) hace de esto un elemento esencial en la definición de adjudicación.
268
La primera es buscada mediante la voir dire del jurado, así como evitando que un juez se recuse a si
mismo, o requiriendo que el caso sea tratado por un juez diferente al que dirigió la acusación. El segundo se
asegura mediante la aislación del jurado y controlando el acceso de los medios al caso. Pero debido a que el
juez es más diferenciado de los disputantes privados de lo que son otros profesionales miembros casi-oficiales
de la institución de disputa, su aislación de ellos es sustancialmente menos completa; un juez que jamás haya
sido visto socializando con un acusado penal, o un demandante civil, no por ello va a dejar de socializar con
fiscales y abogados.
P27. El estándar de lo que es relevante para resolver una cuestión controvertida se vuelve
cada vez más estrecho269. El interventor es menos receptivo a la evidencia circunstancial que
solo puede conectarse al punto en cuestión por un largo conjunto de inferencias 270; prefiere
el testimonio de un testigo ocular sobre el hecho último. Cuando se permite la evidencia
circunstancial, la cadena de razonamiento es rígida y divorciada de los patrones de
pensamiento de no especialistas271.
P28. El estándar de lo que es admisible también se vuelve cada vez más estricto.
P28.1. Ciertas pruebas, que de otro modo serían materiales y relevantes, pueden excluirse
precisamente porque ofrecen bases para inferir comunes fuera de la institución de la
disputa, pero que la institución ha bloqueado como inadmisibles 272, o porque conducen a
conclusiones factuales que la institución ha rechazado como irrelevantes273.
269
Cualquier individuo que haya practicado en una corte americana está familiarizado con la renuencia de los
jueces a escuchar evidencia. Cualquiera que sea la protesta de estos últimos, esto no es muchas veces
resultado de la sobrecarga de casos. Estudios muestran que los jueces pasan tan solo una pequeña parte del día
en su despacho. Ver, por ejemplo, Mileski (1971: 509). La observación casual confirma esto. En la audiencia
de divorcios no disputados de la Corte Suprema de New Haven Country, por ejemplo, los jueces usualmente
se rehúsan a escuchar cualquier cosa sustantiva de parte del conyugue infractor; cuando la custodia es
disputada, los jueces prefieren enviar el caso a la investigación de la oficina de relaciones familiares, y
negarse a oír cualquier evidencia más allá de lo que contiene el reporte de dicha oficina.
270
A.L. Epstein encuentra las presunciones como algo común en las cortes urbanas africanas (1954: 13), y
Hopkins describe el uso de inferencias en las cortes penales en Uganda por motivos para la comisión del
hecho, por el fallo a responder a una alarma, y por la adquisición repentina de una riqueza sustancia (1962: 2-
4).
271
El concepto de Gluckman del hombre razonable – el paradigma para la inferencia de las cortes tribales – es
en realidad un instrumento para introducir dentro de la instituciones de disputa todas las expectativas de
sentido común acerca del comportamiento en el mundo exterior (1955: Cap. 3). Compárese la mucho más
técnica serie de cadenas de inferencia empleada por las cortes americanas, por ejemplo, aquellas que deben
ser seguidas en los procesos de autenticación de documentos.
272
Por ejemplo, la evidencia de crimenes previos en el curso del proceso penal.
273
Por ejemplo, evidencia que revelaría que el acusado fue asegurado en una acción por daños civiles
extracontractuales.
P29. Ciertos hechos finales llegan a requerir la prueba de ciertos hechos próximos; otro
tipo de evidencia, sin importar cuán persuasiva, es simplemente insuficiente 275. Por lo tanto,
la traición requiere dos testigos; el homicidio, un corpus delicti; la violación, una
corroboración del testimonio de la víctima.
P30. El orden en que se recibe la evidencia crece importantemente 276, hasta el punto donde
ciertas pruebas no serán escuchadas hasta que se haya presentado otra evidencia.
P31. Los límites se establecen con base en la cantidad de evidencia que se recibirá; la
repetición es desalentada.
P32. La participación en una disputa ante una institución poco diferenciada se rige por las
mismas restricciones que influirían en el comportamiento que se produce fuera de la
274
Por ejemplo, la regla que excluye el testimonio de la esposa contra su marido en la base de que tal
testimonio destruiría la relación marital. Ver Hawkins v. United States (1958). Es característico del sentido de
prepotencia adquirido por los interventores en instituciones de disputa diferenciadas que estos últimos llegan
a creer que todo lo que ellos hacen en el rol del interventor tiene un impacto fuera de la institución, y un
impacto importante. Por tanto, tienden a racionalizar sus acciones sobre dicha base, sin preguntarse si ellas
hacen algún cambio en los hechos. Un bien ejemplo de esto es Pashko v. Pashko (1951), citado por Goldstein
y Katz (1965: 131). En este caso un juez en una acción de mantenimiento separado le ordena a la ‘otra mujer’
mantenerse alejada del esposo durante la tramitación de los procedimientos, diciendo:
Los divorcios son escandalosamente altos en los Estados Unidos hoy en día. Las cortes
deberían utilizar todos los poderes que tengan para disminuirlos. Una orden de caución contra
la tercera parte en este caso es un aviso para otros que deliberadamente intentan destruir una
familia que tomen un respiro y desistan de sus acciones. La corte está convencida de que esto
va a desincentivar a otros de acciones similares y puede convertirse en un escudo para la
protección de la integridad y santidad de la vida familiar en nuestra comunidad.
Las escuelas de derecho incentivan este pensamiento al entrenar a los estudiantes a analizar las ‘políticas’ que
subyacen las decisiones judiciales, y a criticar esas decisiones en términos de sus propios objetivos respecto a
ellas.
275
Un ejemplo de esto puede ser encontrado en el derecho consuetudinario de Kenia: en una acción por
traspaso de ganado, el reclamante debe acudir a un anciano para ver el ganado en la tierra dañada, al menos si
el traspaso ha ocurrido durante el día. Sin el testimonio del anciano, el reclamante tiene pocas probabilidades
de ganar, a menos de que tenga una muy buena explicación por dicha falta.
276
Es rara la presentación de una disputa cuya presentación de evidencia no se encuentre ordenada en cierta
medida. A lo menos, habrá regularidad en lo concerniente a qué parte hablará primero, y cuando los testigos
serán oídos (ver, por ejemplo, Fisher, 1971: 734).
institución. A la vez que la institución se vuelva diferenciada, la participación se verá
protegida de algunas de dichas limitaciones y estará sujeta a otras características peculiares
de la institución.
P32.1. a. Presentar evidencia al interventor es un acto voluntario que una persona realiza
por interés propio o por un sentido de lealtad hacia la parte que apoya; igualmente, un
testigo puede negarse a declarar por un sentido de lealtad o por otras razones. En
consecuencia, una parte llama testigos parcializados hacia él, y no llama testigos hostiles 277.
h. Evaluación de evidencia.
P33. Una preferencia por la evidencia real281 es reemplazada por una preferencia por
testimonial. En lugar de que objetos del mundo exterior ingresen a la institución de disputas
o que sean vistos por el interventor in situ (como en disputas por la tierra), las partes y los
testigos le dicen al interventor acerca de estas cosas282.
P35. Cada vez se depende más de la evidencia pericial en perjuicio del testimonio 284; en
última instancia, el testimonio de un experto puede ser esencial para probar ciertos
P36. a. Se le otorgan a los actos y declaraciones que ocurren durante las relaciones sociales
normales fuera de la institución de la disputa mayor peso 286. El testimonio ante el
interventor se descarta debido a la tentación sustancial de perjurarse en el calor de la
controversia. Por ejemplo, para demostrar que C es el ladrón, B le dice al interventor: "A
me lo dijo ayer [es decir, fuera de la institución de la disputa] que vio a C ocultar los bienes
robados." El interventor tenderá a creer que tiene criterios, extraídos de las relaciones
sociales ordinarias, para evaluar la verdad de la declaración alegada de A, pero estos
criterios no se aplican a la acusación de B dentro de la institución de la disputa, sobre la
cual será más dudoso.
285
Por ejemplo, en las cortes americanas, el asesor en la ejecución de hipotecas, el psiquiatra para temas de
demencia en procesos penales, los trabajadores sociales en las cortes juveniles o de familia.
286
Por esto Hopkins nota que los jueces Ankoles le dan considerable peso a las amenazas hechas por el
acusado antes del crimen en cuestión, y escuchadas por otros (1962: 1).
287
Me refiero aquí a los contornos generales de, y las razones para, la regla; claro está, existen numerosas
excepciones
Epstein, 1954: 16). El valor de la veracidad es solo una entre varias influencias que
compiten entre sí, y puede inclinarse ante la lealtad personal hacia un disenso o rencor
hacia otro, el deseo de ganarse el favor o pagar una deuda.
b. Esta obligación recae por completo en uno de los disputantes con respecto a
cada asunto importante.
291
A.L. Epstein no encontró algún concepto de perjurio en las cortes urbanas africanas que él investigo (1954:
16).
292
En el derecho consuetudinario de los Kikuyu, la paternidad de un hijo ilegitimo puede ser privada de una
gran cantidad de maneras, incluyendo el testimonio de la madre de los niños. Bajo la Affiliation Act, que fue
aplicada a las cortes Kikuyu en 1955, el testimonio de la madre requería de la corroboración de al menos un
testigo independiente. Las cortes primarias alternaban entre ignorar este requerimiento y aplicarlo en su
máxima rigidez.
P39.5. La carga de la prueba como una declaración de probabilidades sobre quién es más
probable que tenga la evidencia:
P41. Hay un cambio en el marco de referencia utilizado para evaluar el testimonio, desde
un referente externo a la institución de disputa a un referente interno.
293
El interventor ya no se ve haciendo inferencias del fracaso de producir evidencia, sino castigando a la parte
con la perdida de la demanda.
294
Un ejemplo de la tensión entre estas dos concepciones puede ser encontrada en la doctrina de res ipsa
loqutur en el derecho de responsabilidad civil extracontractual americano.
295
Esto permite que una gran variedad de estándares de comportamiento sea pronunciados durante la
exposición de la disputa, y por tanto se ve la penetración de muchas normas no legales dentro de la institución
de disputa. Ver Gluckman (1955: Cap. 3); A.L. Epstein (1954: 7-8, 12, 17).
b. Las expectativas se siguen utilizando para evaluar el testimonio, pero ahora son
expectativas sobre el comportamiento modal dentro del proceso de disputa 296: la conducta
de un testigo se compara con la del declarante modelo para determinar la veracidad.
Además, en la totalidad de las declaraciones hechas al interventor sobre un tema
determinado se analiza detenidamente la coherencia interna. Cuando el testimonio
presentado al interventor contradice declaraciones hechas fuera de la institución de la
disputa, la primera recibe mayor crédito. En última instancia, el interventor puede ignorar la
evidencia de un disputante o su testigo que contradice el testimonio presentado
anteriormente al mismo interventor, o incluso a otro interventor dentro del mismo
sistema297.
P42. Cuando las expectativas sobre el comportamiento que ocurre fuera de la institución
son utilizadas para evaluar el testimonio, ellas son peculiares a la institución: las inferencias
son sustantivamente diferentes, y también más rígidas298.
296
Tales expectativas pueden ser utilizadas para sustanciar tanto como para invalidar el testimonio. Una
admisión de adulterio es tan poco probable en Zambia que generalmente se le da creencia (A.L. Epstein,
1954: 14). Similarmente, para una mujer no casada en Kenia es tan poco probable mostrar sus amoríos que se
le cree generalmente cuando nombra al padre de su hijo ilegitimo, aunque esto está cambiando.
297
En Kenia este desarrollo ha tomado la forma de una mal construcción de la doctrina de los actos propios.
En el derecho anglosajón, una parte puede ser privada de negar la verdad de una declaración fuera de la corte
donde ella haya inducido a su oponente a confiar en tal declaración en detrimento de los intereses de este
último. En Kenia los jueces no le permitirían a una parte contradecir testimonios dados previamente en el
proceso, o en una audiencia temprana. No existe dependencia perjudicial sobre alguna parte; la única
dependencia es frente a la corte. En efecto, lo que la corte ha hecho es tomar la regla originalmente destinada
a alcanzar justicia sustantiva y emplearla para facilitar la tarea de juzgar. La corte está diciendo, en efecto: las
inconsistencias en tus testimonios muestran que estas mintiendo; debido a que has intentado engañar a la
corte, vamos a castigarte; en vez de tratar de determinar la verdad, vamos a tomar arbitrariamente tu primera
declaración como correcta.
298
Las presunciones en el derecho americano normalmente no tienen nada que ver con el comportamiento
probable en el mundo real. En cambio, son ejemplos extremos de reglas dadas por la institución de disputa,
por conveniencia, en la actividad de decidir cuando ellas toman lugar, y desarrollan sus funciones como reglas
sustantivas primarias de comportamiento. La presunción de legitimidad de la decadencia de un matrimonio
puede ser un ejemplo: la presunción no es una afirmación empírica sobre la moral sexual; tampoco existe
actualmente alguna regla sustantiva empírica que diga que los niños deben ser legítimos; no obstante, la
presunción parece haberse convertido en esta regla.
P43. a. El interventor busca activamente evaluar la verdad y la falsedad.
b. El interventor es pasivo. Él confía en que los disputantes aduzcan todas las pruebas
y evalúen sus esfuerzos (es decir, el comportamiento dentro de la institución de disputas),
en lugar de las pruebas en sí mismas, utilizando criterios internos a la institución de la
disputa, como la carga de la prueba, de confianza legítima y las presunciones.
P44. Si el interventor determina que cierta evidencia es falsa, por cualquiera de los métodos
que acabamos de analizar, las consecuencias que impone son cada vez más graves. Estos se
desarrollan en la siguiente secuencia: el interventor busca persuadir a la parte de admitir su
falsedad y estar de acuerdo con la verdad (ver, por ejemplo, A.L. Epstein, 1954: 11); la
evidencia simplemente se descarta; se señala que el testigo (y tal vez la parte por la que
testifica) es generalmente indigno de confianza, lo que afecta el peso de otras pruebas; 299 se
expresa una opinión sobre el declarante que, si es parte, puede influir en el Salir; las
sanciones se imponen al declarante en un procedimiento separado (perjurio o desacato).
P45. Se podría resumir los cambios descritos en la sección anterior (h.3.) En la siguiente
fórmula abstracta:
b. Los datos internos de las instituciones en disputa se utilizan para emitir juicios
fuera de este.
P46. A medida que el alcance de cada conflicto se reduce, también lo hará la amplitud de
su impacto en los casos futuros. Por lo tanto, una disputa entre dos partes no afectará a un
tercero; la resolución de un problema no influirá en el resultado de otro.
299
A.L. Epstein nota explícitamente que esta inferencia no es generalmente presentada (1954: 9). Compárese
la máxima legal romana, algunas veces invocada en el derecho anglosajón: falsus in uno, falsus in omnibus.
P47.1. Será cada vez más difícil persuadir al mismo interventor para que reconsidere una
disputa si las partes y los problemas son idénticos.
P49. Hay una mayor demanda de consistencia en las normas, al igual que la había
coherencia en las decisiones de hecho302.
P49.1. De manera concomitante, y tal vez como un requisito previo necesario, hay un
estrechamiento en la definición de lo que debe ser coherente con qué. No solo se presenta
al interventor original con menos partes, cuestiones y hechos para ser adjudicados, no solo
limita la amplitud de lo que él mismo decide, sino que los interventores subsiguientes usan
la distinción entre tenencia y dictado para restringir aún más lo que él podría haber
decidido.
300
La nociones de fe entera y crédito, e incluso otras de cortesía, son desarrollos tardíos en la burocratización
de las instituciones de disputa.
301
Ver, por ejemplo, Schapera (1957) (los Tswana). A.L. Epstein describe disputas en Zambia como homilías
sobre el buen comportamiento (1954: 18).
302
Aún así, nunca existe un menosprecio completo para la consistencia de las normas; los themistes de Maine
y la justicia cadi de Weber siguen siendo tipos ideales. Tanner describe tendencias hacia la consistencia en
instituciones de disputa extremamente indiferenciadas (1970: 384).
P49.2. El interventor responde menos a las peculiaridades del caso instantáneo 303 y más a la
consecución de la armonía con otros casos. La noción de lo normativamente armonioso
desarrolla una lógica peculiar de la institución y se divorcia de las categorías de sentido
común, lo que llamamos razonamiento jurídico (Levi, 1948). El alcance de lo que es similar
se expande. La función de acomodar normas a los hechos idiosincráticos del caso puede ser
delegada a otra institución.304
P49.3. Para lograr esta coherencia, el interventor debe construir niveles de normas
intermedios entre los estándares generales adaptados de la sociedad y la especificidad de las
disputas que maneja305. A medida que la institución se diferencia progresivamente, primero
lo hace él mismo, por medio de precedentes. 306 Pero con una diferenciación creciente, esta
303
El derecho tradicional chino también era sospechoso de los precedentes; citar un precedente era como
‘marcar una marca en un barco moviéndose para mostrar donde recuperar la espada que ha sido botada a su
lado en el rio… La naturaleza humana es infinitamente variada y nunca va a haber un caso exactamente igual
al que ha sido decidido anteriormente” (Wang Hui-tsu, ‘Precepts for Local Administrative Officials’, citado
en Lubman, 1967: 1291 n. 18). Nekam les atribuye ideas sorprendentemente similares a los magistrados en
Uganda: ‘Cada caso es diferente, te van a decir: ‘cómo puedes usar el precedente si encuentras que los hechos
no son exactamente iguales’” (1967: 53). El extremo opuesto puede ser encontrado en el argumento del
‘slippery slope’ en las opiniones judiciales angloamericanas – si decidimos esto acá, nos vamos a ver
obligados a decidirlo de igual manera posteriormente.
304
Como en la distinción de derecho y equidad, y sus cortes separadas; en un nivel mucho menor de
diferenciación interna – la separación entre adjudicar culpabilidad en un proceso penal y sentenciar, o entre
determinar la responsabilidad en un caso de responsabilidad civil y determinar los daños.
305
Fallers (1969) trata este tema ampliamente, basándose fuertemente en Levi (1948).
306
Las instituciones de disputa relativamente poco diferenciadas se refieren a disputas previas, pero solo como
ejemplificadores de un estándar general (A.L. Epstein, 1954: 27); aumentar la diferenciación es necesario
antes de que la doctrina del stare decisis sea implementada – en el sentido de la fuerza vinculante de un caso
previo que decide un caso similar. Compárese la descripción de Mayhew de la Comisión Contra la
Discriminación de Massachussets (1968: 223). Un sistema de precedentes requiere, como minino, la efectiva
comunicación de decisiones, y esto es algo que solo puede ser encontrado en las instituciones altamente
burocratizadas.
función puede ser delegada a otras instituciones más especializadas – legislatura 307 (todavía
subdividida entre ellas y la administración) y los académicos jurídicos308.
P49.4. Las normas con distintos niveles de generalidad se organizan de manera jerárquica
(Moore, 1969).
P49.5. Mientras que los estándares generales se superponían y contradecían entre sí, las
normas más restringidas tienden a ser distintas y compatibles.
P50.2. Las normas flexibles facilitan el cambio a través del razonamiento por analogía; las
normas definidas requieren del uso de ficciones312.
P51. Como resultado de las proposiciones P49 y P50, el sistema normativo se vuelve
esotérico (Epstein, 1954: 7).
P52. Por todas estas razones, la lógica necesaria para aplicar las normas a los hechos y
cambiar las normas, -una lógica que había sido implícita- debe volverse explícita. 313
P53. Como una consecuencia adicional, el proceso de disputa, que había sido
completamente basado en hechos (véase, por ejemplo, Fallers, 1969; Nekam, 1967; AL
Epstein, 1954: 6), dedica una atención creciente a las normas, 314 aunque nunca se torne
311
De hecho, esta diferenciación puede ser parte de la explicación del hecho de que en nuestro siglo –
aparentemente por primera vez – el derecho se ha convertido en un instrumento radical para el cambio social.
Ver, por ejemplo, Friedman (1973).
312
Maine puede ser el origen de esta idea (1950: Cap. 2). Beidelman la ha encontrado aplicable en el contexto
africano (1961).
313
Un numero de escritores han encontrado la implicitud como algo sobresaliente – incluso como la principal
– característica del proceso de disputa africano, por ejemplo, Fallers (1969); A.L. Epstein (1954: 6). La
característica es ciertamente no limitada a África; Mayhew la encontró durante los años tempranos de una
agencia regulatoria en Estados Unidos: “las reglas sobre asuntos sustanciales sobre discriminación no han
sido formuladas. Los asuntos deben ser resueltos implícitamente queja tras queja” (1968: 117).
314
Un ejemplo de este interés en desarrollo puede ser el hecho de que el interventor comienza a preguntar:
Cuáles son las normas aplicables? Esto es, él se convierte consciente de los conflictos como problemas
jurídicos. Esta consciencia está casi enteramente ausente en instituciones no diferenciadas, que tienden a
aplicar la lex fori incuestionablemente. Ver, por ejemplo, Nekam (1967); Twining (1963: 25).
enteramente basada en un pensamiento normativista 315. En parte, este desarrollo ocurre en la
emulación de otras instituciones, como se discute a continuación.
k. Medios jurídicos316
P54. Hay un uso creciente de medios jurídicos que aumentan la certeza y la finalidad de
una decisión, por ejemplo:
P54.1. Un acto que puede realizarse dentro de la institución en lugar de uno que debe
realizarse en el exterior;317
P56. El medio jurídico, al igual que la norma a la que sirve, se define y fija con precisión; 321
el rango de remedios disponibles se estrecha; se enfatiza la consistencia del medio.
P57. El medio jurídico es una respuesta a la disputa limitada por el proceso descrito
anteriormente, no por la disputa original (Golding, 1969: 88 y ss.).322
P58. El medio jurídico se vuelve cada vez más severo 323. Una razón para esto es un cambio
de disuasión especial a general.
320
Creo que esta afirmación es una justa caracterización del sistema judicial americano, con una notable
excepción: donde las grandes organizaciones se involucraron en litigios altamente complejos, la corte
normalmente buscó un consentimiento. Creo que esto se explica parcialmente por la necesidad de regular un
curso de conducta futura, y parcialmente por el bajo nivel de diferenciación entre la corte y las partes. El
hecho de que la corte pregunte a la parte vencedora que delinee un fallo en otros casos no es una excepción; la
corte por este medio se salva a si misma del esfuerzo, a la vez que mantiene control absoluto
321
Respecto al derecho penal, este se ha vuelto un elemento del deber procesal en la mayoría de los sistemas
legales de la tradición anglosajona. La Conferencia Africana sobre las Cortes Locales y el Derecho
Consuetudinario resolvió de manera unánime que las penas no escritas debían ser abolidas (1963: 24); esto ha
sido incorporado en las constituciones de la mayoría de los Estados africanos, y tales penas han sido
efectivamente eliminadas.
322
La relativamente indiferenciada institución de disputa Hera involucraba a todos aquellos que participaban
en la audiencia en la determinación del medio jurídico (Holleman, 1952: 38). Un ejemplo de la manera en la
que las instituciones diferenciadas modelan uno de estos medios en términos de sus acciones está en la
división entre las sanciones civiles y penales; donde antes ambas eran impuestas en una misma audiencia,
ahora se requieren dos acciones separadas.
323
Esto puede parecer contradictorio con muchas de las tabulaciones tempranas de las penas en el derecho
consuetudinario. No obstante, existe otra evidencia indicando de ellas representaban los castigos ideales por
mucho, y posiblemente eran distorsiones de ellos. Los etnógrafos que han estudiado el castigo infringido
invariablemente han encontrado que esos ideales son base para hacer amenazas, establecer posiciones, y que
los castigos verdaderos son mucho más leves. Ver, por ejemplo, MacGaffey (1970: 105-06, 127, 131);
Holleman (1952).
a. La institución se preocupa principalmente por la disputa instantánea. Los
remedios que emplea son efectivos solo entre los disputantes involucrados. Son lo
suficientemente suaves como para alentar a los disputantes a someterse al proceso.
b. La institución está preocupada por anticipar disputas futuras del mismo tipo 324.
Esto solo es posible si los remedios son consistentes, de modo que sirven como una
advertencia para todos aquellos que puedan involucrarse en una conducta similar. La poca
frecuencia con la que se aplica el medio se compensa con el rigor draconiano325.
1. Revisión
P60. Muchas de las variables anteriores también pueden servir para analizar audiencias
posteriores de la misma disputa por parte de otro interventor. La mera existencia de
instituciones para la revisión distintas de aquellas que manejan la disputa en primera
324
Por esto me refiero a que las instituciones expresan dicha preocupación, y procede a racionalizarla en
términos de dicha meta. Por esto encontramos penas fuertes justificadas no solo por el crimen instantáneo,
sino por el incremento el crímenes de ese tipo en la comunidad (Hopkins, 1962: 11). Una lógica legal
entonces relaciona las instituciones diferenciadas con comportamientos fuera de la institución. Es una medida
de la diferenciación de la institución que, mientras que la poca evidencia empírica sugiere que las penas
infringidas por la institución son altamente inefectivas en lograr la meta que se proponen, esa lógica no es
abandonada ni alterada.
325
La lógica de la disuasión general entonces permite que la institución diferenciada gane (aparentemente)
eficiencia, incrementando la severidad de sus sanciones así como disminuyen el numero de instancias en las
cuales debe actuar.
326
Las instituciones de disputa indiferenciadas dejan la tarea del cumplimiento al disputante (ver, por ejemplo,
Fisher, 1971: 742). Debido a que esto pone en peligro la finalidad y certitud, las instituciones diferenciadas
facilitan el cumplimiento a los litigantes civiles, y se encargan de él en los casos penales.
327
Richard Canter, que ha hecho trabajo de cambo en las cortes locales de Zambia, ha hecho énfasis en la
frecuencia en que ellos castigan, como una infracción penal, el fracaso del demandado civil en satisfacer un
juicio. En New Haven los exesposos que han incurrido en atrasos en el pago de alimentación y manutención
fueron tratados con cierta severidad por la Corte Suprema; pero cuando violaron una segunda orden de la
Corte, ellos fueron amenazados con cárcel, y eventualmente fueron encarcelados.
instancia es un ejemplo de especialización interna y diferenciación dentro de la institución
de disputa328. En consecuencia, esperaría que el proceso de disputa conducido por un revisor
difiera del conducido por el interventor inicial, de la misma manera, y en el mismo grado,
que el interventor en una institución diferenciada difería de la de su contraparte en una
institución indiferenciada.
P62.2. En lugar de reconsiderar los problemas decididos por el juicio, la revisión considera
los errores en la realización los errores en la dirección de este331.
mayor parte de África. Ver, por ejemplo, Fisher (1971: 715) (Etiopia); Mensah-Brown (1970: 126 (los Akan
de Ghana); Smith (1968: 61) (Nigeria del Norte). En tanto la institución llega a especializarse exclusivamente
en la revisión – que es el caso de casi todas las cortes de apelaciones americanas – el proceso va a presentar
características divergentes.
331
Este desarrollo es paralelo al cambio en el foco en la audiencia inicial de lo sustantivo a lo procesal,
discutido previamente.
332
Fallers nota que entre los Busoga las apelaciones son tratadas como una nueva acción entre el disputante
agraviado por el resultado original y el interventor inicial que lo dicto; el otro disputante ni siquiera es
formalmente una parte (1969: Apéndice B). En un punto extremo, la revisión comienza a parecerse a un
proceso en contra del interventor original por parte del revisor.
P63. El resultado de la revisión se comunica más ampliamente. Mientras que la decisión
inicial solo concernirá a los disputantes y otros participantes, el revisor se comunica con los
interventor: inicialmente con el que está revisando, luego con otros de rango similar dentro
de su jurisdicción y, en última instancia, con todos.333 Puede hazlo en lugar de comunicarte
con las partes.
Me gustaría advertir, en primer lugar, contra confundir una teoría macrosocial con
una microsocial334. Hasta el momento he ofrecido una explicación para el comportamiento
en una determinada institución. No obstante, cada sociedad tiene una pluralidad de
instituciones, que van a desplegar un rango de valores respecto a las variables estructurales
y procesales delineadas previamente. Un diferente tipo de explicación es necesaria para
explicar la distribución de instituciones a lo largo de estas variables dentro de la sociedad.
Para iniciar, el entorno social condensa estas variables al interior de limites bastante
cortos. Esto puede verse claramente en las variables respecto a la especialización funcional.
Hay pocas funciones que son realizadas sin ninguna especialización. Es verdad, en la
mayoría de las sociedades, hay cierto comportamiento que se acerca a este extremo: el
333
Kaplan reporta que las decisiones de las cortes de apelaciones de los Chagga eran comunicadas solo al
interventor al que se estaba revisando (1965: 85). Yo encontré una practica divergente en Kenia: algunas
decisiones no eran siquiera comunicadas a la corte cuyo fallo estaba siendo modificado; donde esro era hecho,
otras cortes primarias en la jurisdicción no eran notificadas; aun así, las decisiones de la Corte de Apelaciones
eran circuladas (ver Abel, 1969ª: 612-26; Barnett, 1965: 117).
334
Esto sin no negar que la distinción es totalmente arbitraria. He limitado mi teoría microsocial a una
explicación del proceso de disputa en términos de las características del interventor. En consecuencia, discuto
la influencia de las relaciones del disputante mediante el mecanismo de elección de este bajo el título de teoría
macrosocial; de igual modo esta pudo ser incluida en la categoría contraria.
intercambio de saludos requerido por cortesía puede ser un ejemplo. Pero incluso allí los
niños son eximidos de tales expectativas sociales 335. Es más, algunas sociedades exhiben
variaciones sustanciales en la especialización requerida para comportamientos tan comunes
como estos, como lo son los roles del asocial y el político. En el otro extremo de la escala,
la especialización absoluta para determinada función está limitada por requerimientos
biológicos y demandas sociales; incluso los políticos deben comer y dormir, y realizar otras
tareas sociales. Por lo tanto, en todas las sociedades cada función va a ser desarrollada
conforme a grados de especialización variados, ubicándose desde algo similar a una falta de
especialización hasta un grado muy alto de ella, propio a determinada sociedad y siempre
menor a la especialización social.
Estos límites claramente aplican a los roles dentro de las instituciones de disputa.
Siempre existe alguna variación en el grado de especialización de cualquiera de estos roles.
Por ejemplo, algunas personas disputan más que otras – quizá los adultos más que los
niños, o los hombres más que las mujeres; en nuestra propia sociedad, el rol del disputante
alcanza extremos de especialización – como sucede en el caso del fiscal, o en la compañía
de seguros. Estas mismas observaciones pueden hacerse para el rol del interventor. En
todas las sociedades, muchas disputas proceden sin ayuda del interventor. Sin embargo,
creo que tal rol puede ser encontrado en algunas disputas en cada sociedad 336. Esto puede
realizarse con una especialización minima: la mayoría de las personas interviene en
disputas al menos ocasionalmente – en sus familias, con sus amigos, o en otras unidades
sociales; pero incluso en estas situaciones algunos intervienen más que otros, como algunos
no lo hacen. Al otro extremo, la intervención parece ser un rol que permite, o al menos
alienta, un nivel alto de especialización; cabe señalar que, otra vez, hay límites en los
grados superiores. Constreñimientos similares limitan el rango de otras variables
estructurales y procesales, como un análisis extenso puede demostrar337.
335
El mismo ejemplo puede ser utilizado para sugerir algunos de los valores límite en para la diferenciación
de roles. No puedo imaginar una sociedad en que cada persona salude a cada otra del mismo modo.
336
Ciertamente los interventores manejan una gran proporción de disputas en nuestra sociedad que en, por
ejemplo, la sociedad Kung Bushman (Marshall, 1960; Thomas, 1959), o en la de los pigmeos Bambuti
(Turnbull, 1961; Turnbull, 1965). Por qué sucede esto, a pesar de ser un cuestionamiento importante, está más
allá del enfoque de este trabajo.
La situación que tenemos que explicar, entonces, puede ser representada
sistemáticamente en la Figura 5 (En la que ‘I’ representa una institución de disputa). Las
preguntas que deseo responder son:
337
Nota del traductor: creo que esto puede ser entendido, siguiendo el termino de Marx, como un estilo de
valor de trabajo abstracto. Cada quien cuenta con un límite en su fuerza y tiempo de trabajo social. Este esta
fuerza y tiempo debe ser distribuida en sus múltiples actividades sociales, y el trabajo que se le asigna a un rol
tiene como resultado un valor. Las constantes delineadas por Abel (comida, sueño,) deben ser sumadas a las
variables sociales (familia, amigos) y restadas del valor que representa cada rol, entendido como trabajo
abstracto en sí mismo. Así, cada rol tiene un valor limite delineado por las necesidades fisiológicas humanas y
las necesidades sociales de una determinada organización social.
2. Dentro de esos límites, ¿qué factores sociales influencian en qué rango van a
agruparse los interventores en tal variación?
No hay razón para asumir que las instituciones de disputa son un reflejo pasivo de la
sociedad; en cambio, ellas ejercen una influencia reciproca. Por lo tanto, quiero saber:
3. ¿Cuáles son las consecuencias de que una sociedad tenga ciertas instituciones
de disputa?
Al responder estas preguntas consideraré las disputas en los rangos altos de especialización,
diferenciación y burocratización, y posteriormente pasaré a examinar los rangos inferiores.
(1) Densidad social. El teorema central del trabajo clásico de Durkheim es que “la
división del trabajo en una sociedad se encuentra en relación directa con la moral o con la
densidad dinámica338 de tal sociedad” (1947: 257). Entiendo que este último concepto (al
que denomino densidad social) incluye factores como las barreras dentro de las que el
contacto físico ocurre, la proximidad física de los individuos, y la posibilidad de que tal
contacto resulte en interacción social significante. Un aumento en la densidad social tiende
a producir un incremento en la interacción social, 339 y consecuentemente un incremento en
el número de disputas340. A menos de que el número de instituciones de disputas se expanda
proporcionalmente, cada una va a tener que manejar más disputas; una carga incrementada
es un factor importante en la burocratización de una institución.
338
Nota de traductor: originalmente ‘dynamic density’. Es traducido de manera literal debido a que estas dos
palabras refieren a un concepto especifico en la obra de Durkheim. Con él este autor se refiere a la cantidad de
individuos que componen la sociedad, y a la naturaleza e intensidad de la interacción entre ellos. En este
factor descansa parte del nacimiento y mantenimiento de la división del trabajo.
339
Klucknohn (1960: 394), citando a Dodds (1957). Pero la mera densidad física no produce interacción. Los
citadinos occidentales contemporáneos se han aprendido como minimizar su contacto social significante bajo
condiciones de alta densidad física.
340
La interacción social puede no producir disputas si una sociedad dota a sus individuos con una
personalidad dispuesta para indemnizar el conflicto y evitar la disputa, como ha sido reclamado por muchas
culturas del lejano oriente, especialmente aquellas bajo la influencia del confucianismo.
especialistas desarrollan una tarea con mayor capacidad para ello, y se les gratifica con
mayor estatus, más dinero, etc. Esto motiva todo funcionario a especializarse341.
(4) Las relaciones sociales que responden a un propósito claramente definido, como
opuestas a aquellas que son múltiples y escasamente definidas (Gluckman, 1965b: Cap. 1),
van a tender a un proceso de disputa en que la investigación factual va a ser severamente
restringida en su enfoque.
(5) Las relaciones sociales instrumentales, orientadas hacia otros objetivos, como
opuestas a aquellas que son afectivas que son objetivas en sí mismas, tienden a un proceso
de disputa en el cual el resultado es cierto y predecible.
b. ¿Cuáles son las consecuencias para las relaciones sociales? El impacto de las
instituciones de disputa en esta área es mucho más restringido. En aquellas disputas que en
realidad maneja, puede transformar una relación de propósitos múltiples, afectiva y
duradera a una de un solo propósito, instrumental y transitoria. Más allá de esto, las pocas
personas que esperan disputar pueden estructurar sus relaciones para hacerlas amenas al
proceso de disputa343. No obstante, aquellos que no lo hacen pueden anticipar tal resultado
simplemente terminando la relación conflictiva en los mejores términos posibles. Pero
ninguna institución o proceso de disputa tiene el monopolio de las disputas.
Consecuentemente, la mayoría de las disputas que involucran la vasta mayoría de las
relaciones sociales simplemente van a verse intactas de los efectos de las instituciones
diferenciadas; los disputantes nunca van a acercarse a ellas, ya sea porque repudian el
proceso que ofrecen, o porque la institución es inaccesible para ellos344.
343
Macaulay señala que si bien algunas de las grandes organizaciones de negocios en los Estados Unidos
hacen esto, la mayoría no lo hacen (1963).
344
Mayhew y Reiss (1969) han mostrado que el sistema legal americano es inaccesible a muchos pobres
debido a que no reconoce sus problemas como problemas legales.
345
Una excelente historia sobre el desarrollo judicial gradual en respuesta a la evolución social es el
presentado por J. Dawson (1960).
excepción. Esto es claramente demostrado por la experiencia colonial de las naciones no
occidentales, cuyo rasgo más relevante ha sido el remplazo de las instituciones occidentales
por instituciones nativas, produciendo un cambio radical en las direcciones delineadas
previamente. Es más, la independencia política, en vez de detener este proceso, lo ha
acelerado.
Las teorías contemporáneas del cambio social son en parte responsables por la
tendencia a aceptar este análisis como adecuado y completo. Más de un siglo después de
Darwin, el pensamiento sociológico todavía refleja el enorme impacto de la biología
evolucionista, a pesar de que las analogías entre organismo y sociedad son mucho más
sofisticadas hoy en día346. Las teorías sociales del derecho no son una excepción. Si bien
algunos atinan al señalar que todos los sistemas legales deben pasar por determinadas
etapas, muchos todavía clasifican las sociedades conocidas de acuerdo con variables
previamente seleccionadas, sugiriendo un progreso inevitable y unidireccional desde un
extremo del continuum evolutivo347 hasta el otro348. Durkheim creía que las formas de
organización social identificadas por él representaban etapas en una progresión histórica.
Aidan Southall, en escritos recientes, no parece ser más inseguro respecto a una de las
variables estructurales que he elegido como énfasis en este texto349.
Sin duda pueden encontrarse instancias empíricas en las que la estructura de los roles de una
sociedad cambie a la vez que los roles se vuelvan más generales, difusos, extensos en su
definición y reducidos en su cantidad. Pero tales instancias parecen ser algo extraño … ninguna
de ellas ejemplifica un proceso de generalización de roles dentro de una sociedad que sea
346
Nisbet (1969) hace una declaración erudita y una crítica persuasiva sobre la analogía orgánica en la
historia.
347
Nota del traductor: el termino no existe en español. Se refiere a un cambio continuo en el que cada
variación es minima. Es decir, una transición gradual. Por esto lo traduzco como continuum evolutivo, pues la
teoría darwiniana establece una adaptación lenta de los organismos a un entorno cambiante.
348
Ver: Diamond (1935) y escritos posteriores; Hobhouse (1914) y escritos posteriores; Carlson (1968). Esta
noción parece ser un elemento de lo que David Trubek ha caracterizado como la ‘concepción nuclear’ de gran
parte de la discusión académica en el entendimiento de la relación entre derecho y desarrollo (1972b).
349
La dicotomía de Southall es impresionantemente similar a la distinción hecha por Maine entre sociedades
estáticas y dinámicas (1950).
contrastable con el proceso interno opuesto de la diferenciación de roles, que ha ocurrido
frecuentemente a lo largo del tiempo y el espacio …
Esto lleva a la conclusión de que las sociedades que persisten en el tiempo sin intervención
violenta externa, o han sido relativamente rígidas, como es el caso de múltiples sociedades
iletradas muy pequeñas y aisladas en diversas partes del mundo, o han exhibido procesos
continuos de diferenciación de roles (1959: 20-21).
A pesar de esto, sabemos que cada sociedad, sin importar que tan diferenciadas estén
algunas, o incluso muchas, de sus instituciones de disputa, todavía van a poseer otras en el
extremo opuesto. La teoría necesariamente debe estar incompleta. Las siguientes son
algunas sugerencias sobre las fuerzas sociales que tienden a preservar, o a producir,
instituciones de disputa relativamente indiferenciadas.
350
Ente la proliferante literatura sobre este tema, los siguientes textos ofrecen descripciones útiles o análisis
profundos: Kanter (1972); Houriet (1971); Fairfield (1972); Zablocki (1971). Kanter y Zablocki también
contienen excelentes bibliografías.
aquellas en las que la tendencia a la diferenciación ha sido más marcada, y posiblemente en
ellas esta búsqueda se ha visto más pronunciada. Ya uno vea las demandas de igualdad
como una expresión de la lucha de clases, o como una ideología divorciada de las clases
sociales, su poder es innegable. Podemos esperar que tales demandas se vean dirigidas con
especial fuerza hacia aquellas instituciones que poseen autoridad sustancial, y que se ven
envueltas por una importancia simbólica en la sociedad 351 – dentro de las que podemos
encontrar como ejemplo prominente a las instituciones de disputas. Donde las demandas no
son satisfechas, podemos esperar encontrarlas transmutadas en presiones para el
desmantelamiento de la institución – quizá totalmente, quizá en un numero de instituciones
funcionando dentro de sub-unidades sociales, de las cuales se encuentran menos
diferenciadas352.
351
Un gran asunto en la inconformidad política, y especialmente racial, en América se ha enfocado en la
policía. Muchas de las demandas son dirigidas directamente hacia reducir la diferenciación social: las
minorías deben verse representadas en las fuerzas policiales; la policía debería vivir en la comunidad a la que
sirve. Pero estas demandas también se han hecho hacia las instituciones judiciales. Por ejemplo, que las
minorías se vean representadas en jurados, que al menos se hagan nombramientos simbólicos de jueces
negros, que los negros sean admitidos en las facultades de derecho.
352
Mayhew (1971: 197) señala que las demandas negras se han trasladado de la segregación al separatismo,
pero este autor falla en ver que ambas son demandas para reducir la diferenciación, a pesar de que se
encuentren en distintos marcos de referencia.
353
Otra vez, la controversia sobre la policía ofrece el mejor ejemplo. El mecanismo de las Civilian Review
Boards ha sido una demanda consistente, resistida violentamente. Múltiples métodos han sido sugeridos para
incrementar el control popular. Ver, por ejemplo, Chevigny (1969); Skolnick (1966); Virginia Law Review
[Note] (1969). El referendo de Berkeley, California, para descentralizar la fuerza policial – vencido dos veces
– es otro ejemplo.
su fuerza. Por lo tanto, el conjunto de valores hechos insignia por las instituciones
indiferenciadas – generalísimo funcional, igualdad, democracia – son mutuamente
alentadores. Y tal como las instituciones de disputa altamente diferenciadas encuentran un
ejemplar a imitar (quizá la Corte Suprema de los Estados Unidos, o la Alta Corte inglesa o
otras de otros países de derecho consuetudinario) también existen modelos poderosos para
las instituciones indiferenciadas (la idea de cortes de familia en América, quizá, o una
idealización de las instituciones tribales).
A pesar de las tendencias descritas previamente, muchas sociedades han sido capaces
de crear y mantener instituciones de disputa altamente diferenciadas. Pero hay factores
adicionales que afectan la medida en que tales instituciones van a ser utilizadas, y por este
medio van a determinar, en parte, cuáles van a sobrevivir y florecer, y cuáles van a decaer y
desaparecer. Estos factores son los tipos de relación que prevalecen en una sociedad – una
variable más resistente al cambio que la forma de cualquier institución. Procederé a
sostener que en toda sociedad muchas relaciones sociales – en realidad, la gran mayoría –
tiende a ser múltiple, afectiva y duradera. Esto quizá ha sido oscurecido por los científicos
sociales del siglo del siglo diecinueve, quienes reconocieron salidas de este modelo, y
consecuentemente resaltaron su importancia fuera de toda proporción. La influyente
afirmación de Maine a cerca del cambio del estatuto al contrato (1950: Cap. 5) es tan solo
el ejemplo más famoso de esta penetrante actitud (ver Nisbet, 1966: Cap. 5). No obstante,
más recientemente los observadores han corregido este énfasis errado, reconociendo que las
relaciones estatutarias persisten junto a las contractuales, que las ultimas usualmente se
convierten en las primeras, y que incluso puede haber un movimiento opuesto equivalente
del contrato al estatuto354.
354
Ver Isaacs (1917); ver generalmente Graverson (1953); Friedmann (1959: Cap. 4). Este fenómeno ha sido
observado con frecuencia respecto a las relaciones entre empleador y empleado. Pero Macaulay también lo ha
reportado para las relaciones entre empresarios (1963).
(4) En donde las relaciones sociales sirvan a una multiplicidad de propósitos,
definidos a grandes rasgos, los disputantes van a buscar discutir sobre una gran cantidad de
asuntos, involucrando una gran cantidad de participantes355.
(5) En los casos en que las relaciones son afectivas, los disputantes van a buscar
mantener control de la disputa, evitando coerción externa, y subordinando las normas
abstractas a la situación idiosincrática.
(6) Donde las relaciones son duraderas e irremplazables, los disputantes van a evitar
el cierre, o una decisión definitiva que favorezca a una parte para prejuicio de las otras.
Sin embargo, incluso cuando estas relaciones van a ser sostenidas, las consecuencias
de la preferencia del disputante por la estructura de las instituciones de disputa permanecen
altamente incierta. Asumamos que el disputante va a buscar evitar una institución cuyas
características procesales pueden ser dañinas a las relaciones preexistentes. Esto puede
llevar a rechazar el litigio entre disputantes privados en instituciones altamente
diferenciadas; ciertamente, existe evidencia considerable de tal rechazo en cortes de una
gran variedad de sociedades, aunque no esté enteramente documentado 356. Una carga
reducida de casos puede tener significancia considerable para las instituciones de disputa;
entre otras cosas, disminuiría una de las presiones para la burocratización. Las cortes quizá
también respondan a la perdida de funciones – y de prestigio – intentando alterar sus
características procesales357: el remplazo de reglas rígidas por estándares más flexibles en el
derecho comercial, o el divorcio, pueden ser ejemplos. Por el otro lado, la preferencia del
disputante puede ser una fuerza menos potente de lo que he sugerido. Las instituciones
altamente diferenciadas tienden a poseer un monopolio de muchos poderes: por ejemplo, en
muchas sociedades no es posible obtener un divorcio, ni el derecho concomitante a volver a
casarse, a menos de que sea dado por una corte; los esposos disputantes que desean tal
355
Fuller (s. f.: 74) reconoce que la adjudicación está pobremente adecuada para las disputas policéntricas.
356
He encontrado esto en Kenia; Lawrence Friedman se encuentra en el proceso de documentarlo en América;
Marc Galanter lo observa en India (1972a: 59 n. 38). Y Adam Podgorecki me informa que algunos sociólogos
lo han observado en Italia y Finlandia.
357
La historia legal está repleta de competencias por negocios entre las instituciones judiciales; Abel-Smith y
Stevens (1969) presentan múltiples instancias contemporáneas en el Reino Unido.
remedio no pueden evitar la corte, sin importar qué tan repugnante resulte su proceso 358. Es
más, las cortes han hallado que todo espacio en sus registros está más que lleno por una
variedad de deberes cuasi-administrativos359.
358
Este monopolio ha sido señalado en Boddie v. Connecticut (1971). Creo que es más adecuado observar un
incremento en la monopolización del estado de alterar estados significantes: incluso el control sobre el
matrimonio y el divorcio es un fenómeno de los últimos cien años.
359
Lawrence Friedman en los Estados Unidos, y yo en Kenia, hemos encontrado que los registros de las cortes
han pasado de manejar las disputas entre litigantes privados a manejar asuntos cuasi-administrativos.
360
William Felstiner ha señalado la popularidad de esta solución en la América contemporánea, y se encuentra
analizando por qué los americanos lo hacen (1973).
incrementa por sí misma la homogeneidad y coherencia. La significancia de una unidad
social para sus miembros siempre aumenta cuando ella juega funciones sociales cruciales.
Pero más allá de esto, las instituciones de disputa hacen una contribución especial a la
solidaridad social. Disputar es en sí una forma importante de interacción social 361. Mayor
cantidad de individuos participan en las instituciones indiferenciadas; finalmente todos se
encuentran involucrados. Porque el sistema normativo de la institución se aproxima a aquel
de la sociedad, “la justicia no solo se hace, sino que es vista hacerse” – un dicho que
usualmente los administradores coloniales británicos frecuentemente proclamaban, pero
solo podían contradecir. Es más, la institución sirve para fomentar un sistema normativo
común dentro de la sociedad. La estratificación económica es disminuida porque todos
tienen un acceso igual y total a la institución. Las disparidades políticas tienden a ser
eliminadas del mismo modo; es más, la institución no genera sus propias inequidades. La
igualdad de la institución de disputa refuerza la influencia de este valor en la sociedad.
364
Ver de manera general la bibliografía preparada por Ietswaartz y Tiruchelvam (s. f.).
365
Ver la Carta del Derecho Africano y las Cortes Tribales (1969), y el debate legislativo que las acompaña.
(Galanter, 1972a); el incremento reciente en el poder de las autoridades tribales en
Malawi366.En la mayoría de las naciones occidentales, en contraste, el impulso ha sido
reformista, y los cambios más limitados. La historia legal americana ofrece numerosos
ejemplos: los Field Codes367 y el movimiento para la elección y retiro de jueces en el siglo
diecinueve; el subsidio legal, las pequeñas causas, las cortes familiares y juveniles al
principio del siglo veinte; y más recientemente los el programa de servicios legales del
OEO y el llamamiento a la ‘deslegalización’.
366
Ver la Carta (Enmienda) de las Cortes Locales (1969) y la Carta (Enmienda) del Derecho Penal (1969), y
los debates legislativos adjuntos.
367
Ver la discusión en tenBroek (1971: Cap. 3).
368
Incluso esto no es claro; los intentos para ejercer controles más fuertes sobre la policía, por medio de la
descentralización, encontraron oposición en una mayoría de la población negra en Berkeley.
deben ser distinguidas. Las elites tradicionales – aquellas con intereses económicos o
políticos en juego en las instituciones existentes – pueden oponerse a la innovación
gubernamental; sin embargo, tal oposición puede ser evitada por una política de gobierno
indirecto que preserva – en realidad, momifica – las instituciones tradicionales mientras
crea instituciones competentes subsidiarias. Las elites modernizantes – aquellas que
adoptan la cultura metropolitana y obtienen educación occidental – tienden a estar
predispuestas en favor de las nuevas instituciones (efectivamente, ellas son más vehementes
en su defensa que las autoridades coloniales en sí mismas); toda resistencia puede ser
generalmente superada ofreciendo posiciones dentro de las nuevas instituciones, o con una
explicación de las ventajas que pueden ser percibidas con el uso de la nueva institución. En
contraste, los gobiernos contemporáneos, occidentales u occidentalizados, que buscan
implementar cambios en contrarios, van a encontrar elites unánimemente y fuertemente
opuestas a ellos369. Estas elites, especialmente las de profesionales legales, poseen poder
político, económico y cultural sustancial – que se ve amenazado por los cambios
propuestos. Las nuevas instituciones no ofrecen a los profesionales legales algo que pueda
compensar esta pérdida; las mismísimas cualidades de las nuevas instituciones los excluiría
de posiciones de poder e influencia y aseguraría que, en todo caso, ellos no querrían tales
posiciones.
(b) Si las instituciones de disputa son reformadas sin tener en cuenta el cambio social,
ellas pueden perpetuar o incluso agravar las condiciones sociales existentes. La reforma de
las pequeñas cortes no fue desviada tanto por la aversión de los jueces como por las
actividades cuasi-profesionales de los disputantes: grandes acreedores institucionales,
agencias de recaudo, etc.372 Es más, las instituciones de disputa solo van a ser capaces de
manejar las inequidades en el poder político y social si se ven embalsamadas de un poder
considerable por sí mismas, y penetradas con una fuerte ideología revolucionaria – ambas
características contribuyen a la diferenciación de esa institución.
371
Ver In re Gault, (1967), y la discusión de los modelos alternativos de proceso criminal en Griffiths (1970).
372
Existe una gran literatura sobre el ‘fracaso’ de las cortes de pequeños reclamos. Ver, por ejemplo, Small
Claims Study Group (1972), y su bibliografía.
en competencia pueden ser eliminados, las desigualdades equilibradas, y las relaciones
sociales que demandan las instituciones indiferenciadas pueden nacer.
373
Un ejemplo de esta presión puede ser la reciente recomendación de la Canon Law Society of America de
que los tribunales del matrimonio católico sean eliminados, y que en su lugar otras instituciones radicalmente
diferentes sean establecidas, dentro de las cuales pueden incluirse tanto psicólogos y científicos sociales como
curas, y buscar el consenso en vez de la adjudicación. Ver New York Times, octubre 19, 1973: p. 11, col. 1.
Veamos la posible incongruencia entre estos elementos (la letra con la que comienza
cada párrafo se refiere a la flecha que indica esa relación en el modelo):
derivadas de la estructura de las instituciones de disputa. Ver, por ejemplo, Gellhorn (1954: 163-65) (una
reflexión superficial de los problemas financieros de disolver una unidad familiar).
375
El llamado por la descentralización como una panacea social, para un retorno a los valores de una ciudad
pequeña, puede ser fácilmente ilustrada por la historia reciente.
376
Esto es, por supuesto, un parafraseo de la noción de Weber sobre la relación entre el derecho y el
capitalismo (ver Trubek, 1972a). Weber vio la conexión causal procedente en la dirección opuesta; pero para
mí esto simplemente indica que las contradicciones entre la estructura social y el proceso de disputa genera
presiones para el cambios en ambos fenómenos.
377
Este desarrollo general ha sido observado frecuentemente durante el último siglo desde una gran variedad
de perspectivas (ver, por ejemplo, Dahrendorf, 1959: Cap. 7; A. Douglas, 1957).
378
La estratificación es parte tanto en los sistemas legales occidentales contemporáneos como en los
participantes en aquellos sistemas que no son capaces de reconocer el hecho de que la diferenciación existe y
es creciente. El profesor Maurice Rosenberg de la Facultad de Derecho de Columbia, actual presidente de la
Asociación de Facultades de Derecho Americanas (Association of American Law Schools), recientemente
escribió una carta al New York Times condenando la ‘paupérrima’ compensación pagada a los jueces
federales, argumentando que a menos de que se les pague una ‘justa’ compensación, los buenos abogados, “en
bien de su familia y de sí mismos”, no pueden permitirse ser jueces. El presente salario ‘paupérrimo’ es de
$40,000-$42,000 al año (New York Times, octubre 10, 1973: p. 46). Como muestra este ejemplo, no hay
presión de reducir la estratificación económica. En cambio, los reclamos son hechos para lograr una mayor
(2) El impacto diferencial de la estructura social y la cultura en las instituciones de
disputa produce contradicciones dentro de ellas que dan inicio a presiones para ajustes
institucionales a baja escala.
representación de grupos definidos por etnicidad, religión o sexo – mediante el nombramiento de individuos
que son inmediatamente colocados en el estrato económico más alto.
379
Un ejemplo clarificador puede ser traído de otra institución legal, la legislatura. A lo largo del siglo
pasado, las legislaturas estatales han sido transformadas gradualmente de una colección de amateurs con
salarios bajos, con otros trabajos de tiempo completo, y con reuniones infrecuentes, a profesionales actuando
casi tiempo completo, que son exigentes y que cada vez más obtienen un pago adecuado. No obstante, los
cambios estructurales requeridos para conocer las demandas de los procesos legislativos contemporáneos
pueden no detenerse allí, como el siguiente articulo indica:
El Congreso, atrapado entre cada vez más problemas y una eficiencia cada vez menos, puede haber alcanzado
un impasse absoluto – una ley impasable.
Intentando rescribir el código penal federal en un paquete, los legisladores ahora enfrentan la posibilidad de
que la ley sea tan larga, tan compleja y tan controversial que no puede ser procesada en los dos años a los que
está limitada la existencia del Congreso.
Algunos cambios estructurales quizá sean requeridos por el tamaño de la ley (538 paginas), su naturaleza
controversial (asuntos tales como la pena de muerte, el aborto, la defensa por locura, la obscenidad) y su
sensibilidad política. Pero, irónicamente, un cambio estructural de tal índole – mayor profesionalización –
puede ser un obstáculo para pasar la ley debido a que, como el artículo señala, “Abogados componen el 54
por ciento del Congreso actual y el cien por ciento de los dos Comités Judiciales que tienen jurisdicción sobre
el código penal, y tienen un interés particular en escudriñar los cambios en las reglas de su profesión” (New
York Times, julio 16, 1973: p. 15).
380
La sugerencia de que legos, especialmente científicos sociales, sean incluidos en los tribunales
matrimoniales católicos es un ejemplo (ver la nota 354 superior); tal es la demanda de que jueces
profesionales presidan los procesos de disputa transformado por la introducción del código escrito, o por la
participación de un consejo profesional.
la diferenciación y burocratización del interventor 381. Quizá de manera más dramática, si la
disputa misma es eliminada, como sucede en divorcios incontestados, las instituciones de
disputa pueden ser transformadas en agencias administrativas 382. De manera alterna, aquello
que ha sido una agencia administrativa – las cortes para pequeños reclamos, o la corte
crimina más baja – puede ser transformado en una institución de disputa cuando los
acusados son representados por abogados que promueven sus intereses agresivamente383.
381
Los jueces usualmente se ven involucrados personalmente en contestar las acciones matrimoniales,
especialmente en las disputas sobre la custodia; la evidencia de esto puede ser encontrada en el grado de
afecto que exhibe desde el estrado en la frecuencia de sus referencias a experiencias personales en casos
previos. Ver, por ejemplo, el material extenso concerniente al caso “Lesser” en Goldstein y Katz (1965: 19-
58, y especialmente 113-22). Más recientemente, los jueces confrontados con los argumentos del acusado en
juicios criminales parecen perder su autocontrol y, por lo tanto, disminuyen la distancia entre el juez y el
acusado – lo cual, claramente, era el interés del acusado desde un primer momento.
382
La Oficina de Conciliación de la Corte Suprema de Nueva York, cuyo propósito era una exploración
completa de los problemas subyacentes a la acción de divorcio, fue abolida recientemente debido a que pocas
parejas divorciándose querían tal exploración (Laws of New York 1973, Cap. 1034); sobre las razones de este
rechazo, ver el Subcommittee on Legal Representation of Indigents and Limited Income Groups (1973: 10-
12); y el New York Times, junio 2, 1973: p. 1.
383
El ejemplo más notable recientemente ha sido el de abogados de servicio que se niegan a las propuestas de
negociación, o que presentan defensas afirmativas a procesos de evicción, y por lo tano generando cargas
intolerables en instituciones acostumbradas a procesos burocráticos de rutina.
384
Los campeones del imperio de la ley son casi exclusivamente los profesionales legales (jueces o abogados,
usualmente aquellos que operan en niveles altos de las instituciones legales (cortes de apelación, la legislatura
nacional, las firmas de abogados más grandes, las asociaciones de profesionales). La ideología puede ser vista
como una idealización del proceso ocurrente dentro de estas instituciones, que es generalizado como un valor
para una gran variedad de otras instituciones que manejan disputas, como las prisiones, los colegios, las
(h) Estructura de la disputa/ cultura. Por ejemplo, las cualidades de los roles dentro
de una institución de disputa, como la especialización, diferenciación y burocratización,
resultan elevadas como un valor de profesionalismo385.
(k) Estructura social/ cultura. Por ejemplo, como las relaciones sociales son
transformadas de aquellas múltiples, duraderas y afectivas a aquellas de un solo propósito,
transitorias e instrumentales, hay presión para generar una mayor valoración cultural del
individualismo y la auto-eficiencia388.
universidades, etc.
385
De las cuatro tradiciones profesionales, la clerecía y los militares han resultado de poca relevancia como
modelos de roles contemporáneos; el derecho y la medicina han incrementado su importancia de manera
conmensurada.
386
Una información rica de la manera en que el proceso de disputa preserva relaciones íntimas puede ser
encontrado en el género que conocemos como la novela americana judía, como, por ejemplo, Roth, Malamud,
Bellow; este fenómeno puede ser general: ciertos tipos de disputa pueden ser un modelo principal para la
integración de todas las familias. Ver Einstein (1956).
387
Galanter hizo este argumento para los Estados Unidos (1972b); Duncan Kennedy, siguiendo a Furnivall
(1956), ha analizado la situación colonial en términos similares.
388
Aquí, otra vez, estoy volteando de cabeza a Weber (1958).
acercan al modelo del profesional-lego; toda autoridad tiende a reclamar la legitimación en
términos de reglas generales389.
CONCLUSIÓN
VII. Casos
Durham v. United States, 214 F.2d 862 (D.C. Cir. 1954) In re Gault, 387 U.S. 1 (1967).
Hawkins v. United States, 358 U.S. 74 (1958).
Leonhard v. Mitchell, 473 F.2d 709 (2d Cir. 1973), cert. denied sub nom.
M'Naghten's Case, 10 Cl. & F. 200, 8 Eng Rep. 718 (H.L. 1843). Pashko v. Pashko, 101
N.E.2d 804 (Ohio 1951).
389
Esta es la noción de Weber de que, en los tiempos modernos, la autoridad tiende a reclamar su legitimación
en las bases de la racionalidad, y no en la invocación de la tradición o del carisma (1947).
Pokora v. Wabash Ry., 292 U.S. 98 (1934).
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