El artista como sus obras están influenciadas por su entorno.
Nuestra propia vida, así como nuestra propia personalidad única, es el
resultado de un proceso también único de crecimiento y de haber aprendido de nuestro entorno familiar y social muchos elementos que van componiendo nuestra peculiar forma de ser. Puede parecernos algo abrumador el saber que nuestra personalidad aunque única, es influenciada por los demás, y el artista siempre tiene esa lucha de ser autentico, creativo y original. Pero ello no significa que de alguna manera todas las personas con las que convivimos no agreguen algo a nuestra esencia; por lo mismo, muestra persona es única ya que es el resultado de todo un aprender, aprehender y discernir sobre nuestra manera de proceder, pensar y hacer.
El entorno geográfico, como el clina y la topografía del lugar, pueden
influenciar en la forma de ser de un pueblo, incluso la manera de pensar y procederé de las gentes; por ejemplo, los habitantes del norte del país suelen ser más fríos a diferencia de las personas del sur que suelen ser más cálidas; las personas del desierto tienden a ser más conformistas que las personas del medio tropical donde los recursos suelen ser más abundantes todo ello se llama cosmovisión o cosmogonía., cada pueblo tiene la propia y por ende cada persona comparte la misma visión del mundo. Cuando hay movilidad las personas de otras regiones comparten su cosmovisión con las otras y eso enriquece aún más a la personalidad de los individuos.
Ahora bien, los elementos que hasta aquí he analizado, se pueden
plasmar en las obras de un artista, “Porque hasta el más fino cedazo deja pasar la más pequeña coladura” es decir, que los elementos que hemos aprendido de nuestro entorno inconscientemente los plasmaos en lo que decimos,
Javier Delgado Macías
escribimos, hacemos o construimos, evidentemente las obras de arte no son ajenas a este proceso. Es como “la huella que deja el alfarero inconscientemente en el jarrón, o la puntada única de un sastre o el simple sazón inigualable de un cocinero. Resulta imposible no imprimir en nuestras obras algún rasgo de nuestra personalidad. Es lo que nos separa de las maquinas, los mínimos detalles.
Hasta ahora solo he abordado cuestiones materiales en el arte, pero
también es posible reconocer ciertos elementos del espíritu humano en las obras. Por ejemplo el célebre compositor checo Antoni Dvorak quiso componer una sinfonía que sonara a música americana, su obra más conocida “Sinfonía del nuevo mundo” que pese a su esfuerzo sigue sonando a música europea; en cambio, George Gershwin un compositor de Nueva York con su tan conocida obra titulada “Un americano en parís” si suena a música típica americana. Otro ejemplo lo podemos observar en la obras del pintor Takeda Shinzaburō de origen Japonés quien lleva muchos años en México, su pinturas a pesar de plasmar la cultura mexicana, su forma compositiva en la orientalidad sigue siendo japonesa, los elementos de sus composiciones nos pareciesen estar al revés, porque en occidente las obras se leen de izquierda a derecha y en oriente se lee de derecha izquierda. De la misma forma mirando a Kazimir Malévich aunque suprematista, no puedo dejar de reconocer algunos elementos de los iconos de los ortodoxos rusos, sobre todo por los colores planos, la centralidad de algunas de sus obras y el uso constante de la cruz griega que usan los obispos ortodoxos.
De alguna u otra manera, algunos elementos tomados del entorno de
artista, también se plasman en sus obras, ello es inevitable porque sencillamente es parte de la personalidad inseparable del ser humano.