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DP: ¿En qué medida te enriqueció o te marcó tu experiencia en Tabasco en los años 80?
LS: La primera vez que usé temáticas indígenas fue en Cienfuegos en 1976 recién
graduado de la Escuela Nacional de Arte. Allí tomé a Maroya, -la diosa de Luna, en
lengua taína-, como tema de una exposición e integré los mitos locales en mis haceres
artísticos interdisciplinarios. Había grupos de intelectuales y artistas, entre ellos el del
etnólogo Samuel Feijoó, que investigaban estás áreas y escribían e ilustraban artículos
para su revista “Islas”. Eran todos autodidactas y aunque asistía a sus reuniones desde
ya adolescente, no me permitían ser “miembro oficial” por haber estado ya contaminado
con la formación europea.
A Tabasco llegué para ser asesor cultural del DIF, invitado por gobierno del Estado de
Tabasco de esos años. Fue un fuerte choque cultural muy interesante, pues tuve que
romper con muchos parámetros educativos que traía conmigo. Pasé voluntariamente de
ser educador a ser educado, por las culturas locales con sus mitologías, y en este flujo y
reflujo de una condición a otra, se construyeron nuevos espacios culturales, obras de
arte, talleres de creación, y finalmente un nuevo sistema educativo que tenía todo el
apoyo de la doctora Irena Majchrzak, que era la directora del proyecto educativo del
DIF para los albergues de las comunidades indígenas. En mi libro “El Tesoro de
Tamulté: Arte desde el Trópico”, que se publicó en Arizona, Estados Unidos, en el 2003
por la editorial Orbis Press, se hace documentación crónica de este proceso.
LS: Esta exposición responde al ser invitado a participar en el Festival CEIBA por la
nueva secretaría de cultura de Tabasco, de lo cual estoy muy agradecido por ser un
estado mexicano tiene mucho significado y valor. En los nuevos paradigmas culturales
del siglo XXI, acelerados por el uso de la tecnología, “el espacio” como concepto se ha
convertido en algo más trascendente que “el tiempo”. “El aroma” en el título de la
muestra alude a las culturas que habitan permanente y mantienen sus valores
ancestrales; “los espacios” se refieren a las relaciones internas creadas en ellas mismas
para expandirse o permanecer más allá del tiempo límite que les toca existir, y con otras
creando puentes dinámicos de intercambio en similitudes y diferencias. Puede que haya
un aroma, pero para que este pueda ser percibido se necesita un espacio donde pueda
extenderse. ¿Se entiende?
LS: La curadora, la académica Dra. Grisel Pujalá, se enfocó en el uso de los materiales
en mi trabajo como mensaje y contenido en sí mismo de la obra. Ella hace énfasis en
que, al usar un objeto o un material particular dado, hay un mensaje de integración del
lugar en donde se ha producido el trabajo artístico. Por ejemplo: en la India obras
hechas sobre saris de seda, en Miami sobre los tapetes impresos de los restaurantes
cubanos, el papiro en Egipto, en Taiwan con tinta china sobre papeles de arroz, en la
ciudad de Panamá sobre tela de yute, en Arizona con madera de saguaro, en Yucatán
con cerámica de barro y en Tabasco sobre petates, por poner algunos ejemplos entre
muchos otros.
DP: Pero también utilizas materiales de origen industrial para narrar asuntos locales y
autóctonos, ¿es esto un acto de subversión, un acto de resistencia cultural de diferentes
comunidades ante el poder hegemónico?
También hay una instalación “Del sur al norte: el manto de Babalú Ayé”, en la cual
sobre una rústica capa protectora hecha con tela de yute, se cuelgan milagritos para
curaciones, pequeños objetos simbólicos de situaciones difíciles, monedas, oraciones,
peticiones, etc. Es San Lázaro también, un santo católico que simboliza y protege al
emigrante sin casa, quien se traslada de un lugar a otro.
DP: En algunas obras de la muestra se percibe una intención lúdica y también resaltan
ciertos elementos que el público puede tocar y hojear.
LS: Si, este es otro aspecto del trabajo presentado, pues lo lúdico está presente y el
humor es otra de las formas de despertar a la consciencia dormida, ahora muy usado en
museos interactivos de cualquier disciplina. El público tabasqueño respeta mucho el
trabajo de los artistas en las exposiciones, al menos esta ha sido siempre mi experiencia
en Villahermosa. El que puedan tocar y hojear los arte-libros es parte de la relación
propuesta entre el visitante con el trabajo artístico. Quizás más que demitificador de la
función de la obra de arte, es una nueva relación de las artes plásticas con el público en
el siglo XXI, en una época donde las relaciones obra-observador tienen toman un nuevo
giro. La Media tecnológica crea hoy espacios virtuales de interacción, y entonces las
galerías de arte pueden atraer más al público si se ponen en esta corriente actual. La
exposición en general tiene el aspecto de un gran libro de notas, donde el artista como
alguien que observa al mundo expone no solamente el resultado, pero también el
proceso.
LS: Los ciclos creativos están siempre vivos: son los canales por donde la creatividad se
manifiesta, sea en las artes plásticas, la música, la literatura, la danza y el teatro. Tengo
que decir que soy escenógrafo de cine y de teatro, además de ser profesor de las artes de
forma interdisciplinaria. Los conceptos se integran una y otra vez de diversas maneras,
de acuerdo con aquello que los motiva. Hay varios proyectos en camino, otros en
ciernes, otros sucediéndose en varios niveles a la vez de manera simultánea. El mapa de
actividades no es lineal, ni el orden tampoco. “De aromas y de espacios” es el título de
la muestra, al ver el nombre y relacionarlo con las piezas expuestas se crea un debate de
ideas y de formas, de materiales y técnicas, de medios y mensajes.