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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN ANTONIO ABAD DEL

CUSCO

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES

ESCUELA PROFESIONAL DE ANTROPOLOGÍA

IDEOLOGÍA
CURSO:

IDEOLOGIA

DOCENTE:

Rossano Calvo Calvo

ALUMNA:

 Lopez Fuentes Sandra Fabiola


192130

CUSCO – 2021
IDEOLOGIA

Alfaro Vargas, R. (2004) El concepto de ideología en Paul Ricoeur,

La ideología es el tratado o estudio de las ideas. Empero, desde el punto de vista


político, es el conjunto de ideas propias de un grupo político. Así, una doctrina o
ideología política representa tres elementos fundamentales: Primero, representa el
diagnóstico o análisis crítico del presente y del pasado de una sociedad determinada. Es
la preocupación por la situación que enfrenta una sociedad o país, desde una perspectiva
histórica. Es la capacidad del hombre o la mujer para analizar y criticar su situación
actual, partiendo de las causas originales. Segundo, representa el programa para un
futuro mejor, o sea, los remedios para corregir los problemas que aquejan a una
sociedad. Es el proyecto para transformar la situación actual en una ideal o mejor.
Tercero, representa el método de acción mediante el cual se efectúa el proceso entre la
situación actual y el futuro deseado.

Es la estrategia, la táctica y la acción a través de las cuales se ha de alcanzar la situación


ideal o mejor. En ese sentido, hemos de asumir que todo partido político o movimiento
de acción social tienen una ideología que los orienta y que los diferencia de otros
partidos o de otros movimientos. De ahí que, si todos tuviéramos la misma ideología, es
decir, la misma conciencia de la realidad, no existirían los partidos políticos ni los
movimientos sociales, porque todos tendríamos la misma cosmovisión. Pero, como no
es así, por esa razón existen los partidos políticos y los movimientos de acción social,
como expresión específica para la defensa de grupos o sectores sociales concretos

La ideología alemana, el concepto de ideología se define en relación con el proceso de


inversión realizada por el idealismo de su época, es decir, lo ideal, es para ese
idealismo, la fuente de lo material. En cambio, para Marx, lo material es lo que está en
la base de lo ideal. Por tanto, Marx no opone la ideología a lo real, en tanto que
oposición entre lo ideal y lo real (material), ya que, en Marx subyace como fundamento
la unidad dialéctica de lo material y lo idea.

La ideología funciona para agregar cierta plusvalía a nuestra creencia a fin de que
nuestra creencia pueda satisfacer los requerimientos de la autoridad. La idea marxista de
la deformación tiene más sentido si decimos que la función de la ideología es siempre
legitimar una pretensión de legitimidad, agregando un suplemento a nuestra espontánea
creencia. La función de la ideología en esta fase consiste en llenar la brecha de
credibilidad que existe en todos los sistemas de autoridad (Ricoeur, 1994: 213)

Delgado Súmar,Hugo(2016) Sistemas ideológicos

Ideología: definición y origen : Sistema de concepciones e ideas: políticas, jurídicas,


morales, estéticas, religiosas y filosóficas.

Rosental y ludin. Diccionario de Filosofía. Madrid, Akal, 1975. La ideología forma


parte de la Superestructura1 y como tal refleja, en última instancia, las relaciones
económicas.

La ideología puede constituir un reflejo verdadero o falso de la realidad, puede ser


científica o no científica. En un sentido estrictamente literal, ideología es un término
que designa la ciencia de las ideas, del mismo modo que el de biología se refiere al
estudio de la vida o el de criminología a la ciencia de la desviación social. Por tanto, con
dicha palabra se acota un campo particular del saber, el de los productos mentales de la
conciencia humana.

UTOPIA Y POLITICA

Banderas Martínez ,C.(2013) Utopía y política: Relaciones cognitivas y prácticas.

Las utopías consisten, básicamente, en la descripción de una sociedad imaginaria y


perfecta. Y, aunque para muchos pensadores la realización completa de este sistema sea
imposible, algunos de los procedimientos que se describen pueden aplicarse a posibles
reformas y orientar la tarea organizadora de los políticos.

La política es concebida generalmente como un arte: el arte de gobernar; el arte de


conducir los asuntos de un estado, y por extensión, el arte o técnica para conducir un
asunto de manera adecuada y conveniente para alcanzar su fin; pero, también, es
considerada como una doctrina, y en este sentido, como una teoría, usualmente
identificada con una teoría del estado o del buen gobierno.

El hecho de que en la política se encuentren estrechamente unidas la teoría y la práctica


nos lleva a plantearnos el problema de la acción política, puesto que no creemos que, al
menos en este contexto, conocer una determinada realidad pueda tener importancia
alguna si se le desliga de la utilidad que tiene ese conocimiento como fundamento o
medio para actuar sobre ella. La ciencia de la política es capaz de proyectarse a la
acción solo a condición de desembarazarse de la objeción de que la política es un arte y
que por tanto no hay un saber que la pueda preceder y orientar (Sartori (1998: 131 y
132). Cuando se habla de que la política es un arte se debe entender que se refiere a la
política como acción política. Si se consiente en esto, no se debe creer que la praxis
viene a ser la reproducción exacta en el hacer de lo que se ha proyectado en el pensar,
por el contrario, es necesario adaptar los programas de acción a las circunstancias
específicas, de esta manera, la praxis política no es únicamente la parte aplicada de un
conocimiento, es también creatividad, intuición, olfato: arte, en una palabra; pero si la
acción política es arte, no es sólo creación.

El término Utopía, como sabemos, fue creado por Tomás Moro para titular su obra
publicada en el año de 1576. El uso de esta palabra se ha generalizado para designar un
tipo de discurso cuyo asunto central versa, generalmente, alrededor de la organización
socio-política de una sociedad imaginaria. “Tomás Moro forjó la palabra para designar
un país que no existe (U-topía) y para indicar un país que mereciera una total
aprobación (Eu-topía)” (Jouvenel, 1982: 268); Eutopía la será si se realiza y cuando se
realice, pero hasta que no llegue ese momento será Utopía: un sueño, un deseo, un no-
lugar. La utopía es, pues, la descripción y el relato imaginario de una sociedad que no
existe ni en el tiempo ni en el espacio. Los escritos utópicos de la época moderna no son
otra cosa que sueños humanos de un mundo mejor; esto es, “relatos ficticios
imaginativos de gente ideal que vive en sociedades mejores y que sólo existen en el
espíritu del escritor, al menos en el momento de registrarlos” (Davis, 1985: 22).

Este tipo de escritos se caracterizan primordialmente por ser la narración de una visita a
una tierra de felicidad. Los recursos utilizados permiten pintar un cuadro nítido y
detallado de la vida de los habitantes de Utopía. Dentro de esta categoría encontramos,
además de la Utopía de Moro, La ciudad del sol de Tomaso Campanela, La nueva
Atlántida de Francis Bacon, Viaje a Icaria de Cabet, entre otros

SEMIÓTICA POLÍTICA

La socio-semiótica de Greimas y su concepto de cultura es un primer acercamiento


teórico que contribuye a la comprensión de los modelos sociales e ideológicos que se
propongan. En este sentido, hablaríamos de la acción de sistemas semióticos que
forman un conjunto de axiologías, de principios ideológicos y de prácticas sociales
significantes que recibirán el rechazo o la aceptación de los sujetos que constituyen una
sociedad determinada, de acuerdo con su juicio o su interpretación personal. Es esta una
tarea exorbitante, por lo que la socio-semiótica se limita a proponer la descripción, en
ningún caso absoluta, de varios de esos sistemas semióticos, organizados
jerárquicamente, así como de la llamada metasemiótica de la cultura, que se ocuparía de
las connotaciones que surgen de la actitud que una comunidad sociocultural adopta en
relación con sus signos (Greimas y Courtés 1979: 99-100 y 148-149)

Este planteamiento semiótico inicial nos va a servir para reflexionar sobre el alcance
de los conceptos formulados, en su concreción ideológica, en su sentido y en su
trascendencia sígnica. Por ejemplo, cuando hablamos de los discursos del poder, no nos
cuestionamos la razón de su existencia; el poder es conocido, practicado y sufrido por el
hombre desde sus orígenes como especie y en todas las culturas y civilizaciones.
Greimas se detiene en la confusión perversa que vincula la existencia con el valor:

El pensamiento greimasiano servirá para la validación epistemológica de los


conceptos, operaciones y procedimientos metodológicos usados en esta investigación.

Pero si queremos ir más allá de la mera descripción de los procesos semióticos,


necesitamos una teoría que avance en el análisis en el sentido que apuntaba Greimas al
introducir las connotaciones en su propuesta.

Se trataría de profundizar en la forma de entender el proceso de creación del


significado, en la semiosis, tal y como la concebía Peirce, es decir, un proceso dinámico
que implica elementos que deben ser tenidos en cuenta, como el emisor-productor del
signo cultural y el receptor-consumidor de este, entre otros. Ese segundo modelo de
trabajo lo representa la vía que ha desarrollado la Escuela de Tartu-Moscú. Estamos
hablando de la Semiótica de la cultura de Iuri Lotman.

Una primera consideración es la que apunta a la heterogeneidad y la multiplicidad de


los sistemas semióticos que integran el espacio de la cultura o semiosfera. La cultura es
un sistema poliestructural:

“La conciencia del hombre es heterogénea. El dispositivo pensante mínimo


debe incluir por lo menos dos sistemas diversamente estructurados que
intercambien información elaborada dentro de ellos. Las investigaciones de lo
específico del funcionamiento de los grandes hemisferios del cerebro humano
revelan una profunda analogía con el dispositivo de la cultura como
inteligencia colectiva: en ambos casos descubrimos la presencia de, como
mínimo, dos modos esencialmente distintos de reflejar el mundo y de elaborar
nueva información con los posteriores complejos mecanismos de intercambio de
textos entre esos sistemas” (Lotman 1996: 84).

Se trata, en definitiva, de una semiosis compleja en la que está presente, de manera


simultánea, un sistema primario, conformado por el lenguaje natural y, al menos, un
sistema secundario en el que aparecen otros lenguajes codificados de distinta naturaleza,
aunque tengan también una expresión lingüística. “La cultura es en principio políglota,
y sus textos siempre se realizan en el espacio de por lo menos dos sistemas semióticos”
(Lotman 1996: 85)

La lengua natural del sistema primario contiene una imagen del mundo que puede ser
rechazada por grupos sociales que plantearán su sustitución, su reforma y, en los casos
más extremos, su eliminación absoluta, aunque la consecuencia inmediata sea la
incomunicación total entre los sujetos que defienden una u otra semiosfera

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