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BLOQUE 6.

LA CONFLICTIVA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL


(1833-1874)
6.1. El reinado de Isabel II(1833-1868): la primera guerra carlista. Evolución política, partidos y conflictos. El Estatuto Real de 1834
y las constituciones de 1837 y 1845.
6.2. El reinado de Isabel II(1833-1868): las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz. De la sociedad estamental a la sociedad de
clases.
6.3. El Sexenio Democrático (1868-1874): la constitución de 1869. Evolución política: gobierno provisional, reinado de Amadeo de
Saboya y Primera República.

6.1. El reinado de Isabel II(1833-1868): la primera guerra carlista. Evolución política, partidos y
conflictos. El Estatuto Real de 1834 y las constituciones de 1837 y 1845.
Durante el reinado de Isabel II (1833-1868) se adoptaron medidas legislativas y políticas destinadas a asentar
definitivamente en España el Estado Liberal
6.1.1. La guerra carlista.
La intervención de los militares en los asuntos políticos y la persistencia del movimiento armado carlista
antiliberal fueron los dos factores durante el periodo 1833-1868, que más marcaron la historia de España.
a) El conflicto por la sucesión al trono.
Tras la publicación de la Pragmática Sanción que anulaba la Ley Sálica (aprobada por Felipe V en 1713),
Isabel pasaba a ser la heredera del trono, perdiendo todas las opciones el infante Carlos María Isidro. Así, a
finales de 1832, Fernando VII había adoptado tres importantes medidas: obligó al infante Carlos a marchar a
Portugal por negarse a reconocer a su sobrina Isabel como heredera del trono; destituyó del ejército a los
partidarios del infante; y ordenó una amnistía política para todos liberales presos o exiliados. Sin embargo,
tras la muerte de Fernando VII en septiembre de 1833, el infante Carlos reclamó sus derechos al trono contra
la pequeña princesa Isabel que sólo tenía 3 años de edad. Así, se produjeron en distintos lugares de la
península, numerosos levantamientos armados a favor de don Carlos dando comienzo la guerra civil entre
carlistas e isabelinos.
Este conflicto sucesorio era, en realidad, un enfrentamiento entre dos sectores de la sociedad española
con intereses ideológicos, políticos y económicos completamente opuestos.
-El bando isabelino recibió el apoyo mayoritario de las clases medias urbanas, empleados públicos e
individuos de grupos sociales dirigentes como la alta burocracia estatal, mandos del Ejército, altas jerarquías
eclesiásticas, alta nobleza, grandes burgueses, hombres de negocios y liberales (los cuales pensaban que una
victoria en la guerra podía favorecer su acceso al poder y el triunfo de sus ideas). Dicho bando isabelino
apoyó, durante la minoría de edad de Isabel II, a la reina viuda María Cristina de Nápoles quien asumió la
regencia.
-El carlismo socialmente, fue un movimiento heterogéneo de sectores que temían por sus intereses. Sus
grupos dirigentes procedían de la iglesia (bajo clero rural, sobre todo, que temía nuevas desamortización y la
abolición de los diezmos, aunque con numerosas excepciones) y de la pequeña nobleza local, propietarios
ennoblecidos, pequeños nobles rurales y oficiales reaccionarios. El carlismo contó con el apoyo de sectores
amplios de artesanado (temían la desaparición de los gremios) y del campesinado de los territorios
forales vasco-navarros, norte de Cataluña que se beneficiaban de exenciones fiscales y militares.
Tuvo una gran implantación en: Navarra, las tres provincias vascas y la región castellonense del
Maestrazgo y el norte del Ebro (Pero nunca pudieron controlar las ciudades Bilbao, Pamplona o Vitoria).
Sus antecedentes ideológicos, se encontraban en sectores absolutistas y su programa político en su
lema “Dios, patria, fueros y rey”, sus principios ideológicos eran los siguientes: La defensa del absolutismo
regio de origen divino y la negación del principio de soberanía nacional; El integrismo religioso y la defensa
de todos los intereses de la iglesia; el mantenimiento de los fueros vasco y navarro frente a la centralización y
uniformización recogidas en el liberalismo; el rechazo al mundo moderno (industrialización y capitalismo) y la
defensa de una idea de “patria” entendida como un conjunto de tradiciones, normas y costumbres del pasado.
Desde el punto de vista militar, hubo tres etapas:
1. Primera etapa (1833-1835): El general Tomás Zumalacárregui al mando de 35.000 hombres del ejército
carlista del norte y con tácticas guerrilleras logró controlar grandes espacios rurales en las provincias vascas y
navarras aunque no ocupó ninguna capital. Precisamente Zumalacárregui murió cuando intentaba tomar
Bilbao. Por otra parte, el general carlista Ramón Cabrera se encargó de dirigir a 5000 mil hombres en la
región del Maestrazgo. Hubo brutales métodos represivos, fusilamientos.
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2. Segunda etapa (1836-1837): Tras su éxito en Bilbao (en el puente de Luchana en 1836), el general liberal
Baldomero Espartero accedió al mando supremo del ejército isabelino. En esta etapa, las operaciones
carlistas penetraron en Castilla, Andalucía (el general Miguel Gómez llegó a Cádiz), Santander, Asturias y
Galicia e incluso hasta Aravaca en Madrid (La Expedición Real 1837), pero todas fracasaron por no
encontrar apoyo entre la población de estas zonas.
3. Tercera etapa (1838-1840):El bando carlista, desmoralizado y debilitado por divisiones internas sufrió
continuas derrotas. Surgieron dos facciones opuestas entre los ultras más duros opuestos a una solución
pacífica y los carlistas más moderados con el general Rafael Maroto al frente partidarios de un pacto con los
isabelinos a cambio de un respeto a los fueros que inició las conversaciones de paz con Espartero sin contar
con don Carlos. La victoria de las tropas isabelinas, la huida de don Carlos a Francia y con la firma del
convenio de Vergara en 1839 sellada simbólicamente por el abrazo entre Espartero y Maroto permitieron
poner fin a la guerra en Navarra y el País Vasco.
El general Cabrera y sus tropas se negaron a acatar el Convenio de Vergara y siguieron luchando hasta
la toma por Espartero de Morella (Castellón) capital del Maestrazgo. En julio de 1840 los últimos
combatientes se vieron obligados a cruzar los Pirineos con destino a Cataluña.
Las grandes potencias europeas también se implicaron y tomaron posiciones en el conflicto civil
español. Los países gobernados por monarcas absolutistas (Rusia, Austria, Prusia y Nápoles) negaron su
reconocimiento a la princesa Isabel, pero sólo apoyaron moral e ideológicamente al bando de don Carlos.
Los gobiernos liberales de Francia, Gran Bretaña y Portugal ayudaron al bando isabelino diplomáticamente,
financiera y materialmente. Así Gran Bretaña envió La Legión Inglesa formada por 11.000 voluntarios
ingleses y Portugal la legión auxiliar. Además el apoyo diplomático se concretó con la firma en 1834 del
Tratado de la Cuádruple Alianza entre Gran Bretaña, Francia, Portugal y la España Isabelina. El Vaticano se
declaró neutral
La guerra concluyó con la firma del Convenio de Vergara en 1839. Su contenido era abiertamente
conciliatorio. Los isabelinos reconocieron los grados de los oficiales y mandos del ejército carlista para
facilitar su reinserción en el Ejército regular español (el general Zaratiegui llegó a ser director de la Guardia
Civil).
Consecuencias: Al mismo tiempo, el convenio de Vergara incluía una ambigua promesa de mantener
los privilegios forales de vascos y navarros. Sin embargo, poco después, en 1841, se aprobaron varias leyes
según las cuales Navarra perdía sus aduanas, privilegios fiscales, exenciones militares e instituciones propias
de autogobierno, pero a cambio, los navarros consiguieron un sistema fiscal muy beneficioso consistente en el
pago de un cupo contributivo único anual de reducida cuantía a la Hacienda estatal.
Por otra parte, las tres provincias vascas también perdieron algunos de sus viejos privilegios
forales como aduanas y juntas y fue derogado el denominado “pase foral” consistente en retrasar (no
suspender) las disposiciones y ordenes del gobierno central (“obedecer pero no cumplir”). Asimismo, en
1846, se produjo un nuevo recorte de los fueros vascos con la introducción de los denominados “conciertos
económicos” por medio de los cuales se calculaba la contribución anual de los ciudadanos vascos a los gastos
generales del Estado pactándose entre las diputaciones forales de las tres provincias vascas y el gobierno
estatal. No obstante, este modelo fiscal fue ventajoso para la población vasca y, además, ésta conservó su
exclusión privilegiada y excepcional del servicio militar obligatorio.
Segunda Guerra Carlista (1846-1849)
Entre 1846 y 1849 se produjeron nuevos levantamientos. llamada la “Guerra dels Matiners” que tuvo sus
principales escenarios en Cataluña y el Levante. El pretendiente al trono era Carlos VI (hijo de Carlos María
Isidro) que intentó una vía pacífica de llegar al poder a través del matrimonio con Isabel II. Al no producirse
el matrimonio se inició una nueva guerra. A lo largo del siglo, el carlismo fue un movimiento de protesta
contra las corrientes dominantes de la época: liberalismo, capitalismo, industrialización, el socialismo y el
laicismo
6.1.2. EL REINADO DE ISABEL II (1843-1868): Evolución política, partidos y conflictos. El
Estatuto Real de 1834 y las constituciones de 1837 y 1845.Las Regencias.
1) La regencia de María Cristina de Nápoles (1833-1840)
La reina regente María Cristina ante la guerra carlista y para mantener las opciones al trono de su hija Isabel,
se vio obligada a un acuerdo de conveniencia con los liberales y a realizar una apertura política puesto que
estos parecían la única fuerza capaz de enfrentarse a los carlistas.

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BLOQUE 6. La conflictiva construcción del Estado Liberal (1833-1874)

a) Gobiernos reformistas y el Estatuto Real de 1834. La transición entre el estado absolutista de Fernando
VII y el liberal de Isabel II estuvo protagonizada por monárquicos reformistas que ya tuvieron influencia en el
reinado anterior Cea Bermúdez (1832-1834) que llevó a cabo distintas reformas económicas (liberalización del
comercio, industria, etc.) y la división territorial de España en provincias que llevó a cabo Javier de Burgos..
En enero de 1834 como consecuencia de la presión de los mandos militares liberales, la reina regente
situó al frente del gobierno al liberal moderado Martínez de la Rosa, el cual se encargó de proyectar y de
aprobar el Estatuto Real con la intención de preparar el tránsito político desde el absolutismo monárquico
hacia un sistema representativo liberal. Dicho Estatuto vigente hasta agosto de 1836, contribuyó a estrechar la
adhesión de los liberales a la causa isabelina.
Características del Estatuto: No era una Constitución puesto que no procedió de la deliberación de los
representantes de la nación. Era una concesión de la Corona a sus súbditos. Su contenido sólo incluía un
reglamento de reforma de las Cortes, que pasaban a convertirse en una asamblea para asesorar a la Corona.
Por primera vez, se estableció un novedoso sistema bicameral por el que las Cortes quedaban formadas por
dos estamentos o cámaras: Estamento de Próceres, estaba formado por los grandes de España, los
arzobispos y por otros individuos que eran designados por la corona con carácter vitalicio, ricos propietarios,
fabricantes e industriales y altas personalidades de la administración. Para estar en este Estamento se requería
acreditar un elevado nivel de renta anual (entre 60.000 y 120.000 reales).Estamento de Procuradores, tenía
carácter electivo y sus miembros debían garantizar la posesión de una renta anual de 12.000 reales. El
sistema de elección era indirecto y estrictamente censitario: concedía el derecho al voto a poco más de 16.000
personas( 0, 15% de la población).
La finalidad del régimen del Estatuto, era congregar en torno a la defensa de Isabel II a los sectores
socioeconómicos más pudientes y dinámicos del país (gran nobleza, industriales ricos, cargos de la
administración y el ejército y clases medias populares y urbanas). A cambio, la Corona prometía reformas
graduales. Era un ensayo de compromiso entre los sectores más reformistas del absolutismo y los más
moderados del liberalismo, bajo la hegemonía de los primeros. De ahí que el Estatuto no lograse satisfacer las
expectativas de los liberales más exaltados como Argüelles, Alcalá Galiano… que pidieron reformas más
profundas.
b) La división del liberalismo entre moderados y progresistas: Durante los años de la guerra civil se
produjo la división del liberalismo español en dos tendencias distintas: los moderados y los progresistas.
Aunque ambos grupos colaboraban juntos contra los carlistas, tenían importantes diferencias ideológicas y
competían electoralmente teniendo enfrentamientos por el poder
Los moderados eran partidarios de combinar el antiguo Estado y los principios liberales,
suprimiendo las normas económicas del Antiguo Régimen y realizando reformas políticas imprescindibles.
Formaban parte de este grupo los grandes terratenientes y hombres de negocios más adinerados, militares,
abogados…Narváez, Javier de Burgos, Alejandro Mon y Ramón de Santillán, entre otros. Las características
eran las siguientes:
- Necesidad de hacer compatibles las libertades con el mantenimiento del orden público y de la propiedad.
- El rechazo de la subversión revolucionaria.
- El propósito conservador de conjugar la tradición y el progreso moderno.
- La defensa de una autoridad fuerte con un monarca que mantuviese importantes poderes y funciones.
Se oponían a la democracia y al sufragio universal por el temor a que los grupos sociales más bajos pudieran
votar y participar en las decisiones políticas. Por tanto, intentaron limitar los derechos individuales; se
opusieron a cualquier intervención estatal dirigida a reducir las desigualdades socioeconómicas; suprimieron la
Milicia Nacional; mejoraron las relaciones con la iglesia católica.
Los progresistas: Recibían el nombre de “avanzados” liderados por Baldomero Espartero, Juan
Prim, Juan Álvarez Mendizábal, Pascual Madoz. Sus apoyos sociales eran bastante heterogéneos, pero
predominaban los hombres pertenecientes a las clases medias urbanas: pequeños comerciantes y artesanos,
médicos, tenderos, militares, profesores y empleados administrativos. Rasgos básicos de su proyecto
ideológico son:
- Sufragio censitarios pero una base social más amplia que permitía la participación a las clases medias en las
decisiones políticas y evitar así insurrecciones.
- Soberanía nacional y las Cortes como institución representativa y limitación de los poderes y atribuciones
del monarca.
- Aversión a la democracia, a las revoluciones violentas y al radicalismo, rechazando la participación de las
clases bajas trabajadoras en la vida política.

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BLOQUE 6. La conflictiva construcción del Estado Liberal (1833-1874)

- Separación entre Iglesia y Estado.


- El mantenimiento y reforzamiento de la Milicia Nacional como garantía de libertades.
Dentro de las filas del progresismo se produjo hacia 1849, una escisión del ala izquierda cuando los
demócratas decidieron separarse para crear un partido diferente el partido demócrata cuya señas ideológicas
eran la defensa del sufragio universal ampliando el derecho a voto a las clases populares, la ampliación de
libertades en general, la enseñanza gratuita, la reforma del sistema fiscal, la ampliación de la asistencia social
estatal y la supresión de los fueros vascos.
Conclusión: hay que decir que estas agrupaciones políticas de moderados y progresistas eran “partidos de
notables”, es decir organizaciones poco numerosas formadas y dirigidas por personas de prestigio y dinero
para atraer votos y cubrir gastos. Estos partidos, que intentaban difundir sus ideas en periódicos y folletos, no
pretendían conseguir apoyos sociales masivos y multitudinarios porque solo unos pocos millares de hombres
tenían derecho al voto.
c) La desamortización de Mendizábal y la Constitución de 1837.
El proceso de reforma moderada y controlada por la Corona no tuvo éxito debido a la incapacidad para
evitar la extensión de la guerra carlista y a la frustración de las esperanzas liberales de lograr cambios
significativos a través de la actuación parlamentaria. La crispación social y política produjo una serie de
hechos violentos, como el asesinato de casi un centenar de frailes en Madrid acusados de envenenar las
fuentes debido a un brote de cólera, o en Barcelona la quema de la fábrica de Bonaplata.
Así, el detonante final de la crisis del gobierno de Martínez de la Rosa fue una serie de revueltas
ciudadanas en 1835 y 1836 con la formación de Juntas locales y provinciales y que forzaron a la corona a
iniciar un proceso de cambio político más liberal. Así en septiembre de 1835, la regente llamó al gobierno a
Juan Álvarez Mendizábal, liberal progresista que inició la recuperación de las leyes de desamortización
del clero regular e inicio la reforma del Estatuto Real, especialmente la ampliación de la ley electoral. Sin
embargo, a lo largo de los meses siguientes, los altercados callejeros no disminuyeron, ni tampoco las
agitaciones políticas. Así, en 1836 un se produjo el motín de La Granja de San Ildefonso por liberales
progresistas e irrumpió en el palacio real forzando a la reina a suspender el Estatuto Real y a restablecer la
Constitución de 1812. El resultado de este motín fue la elaboración de un nuevo texto constitucional y el
desmantelamiento definitivo de la estructura socioeconómica del Antiguo Régimen (desamortización).
La desamortización de los bienes del clero regular (1836-1837), y la supresión de numerosas
órdenes religiosas. El objetivo de esta medida era conseguir financiación para sufragar la deuda pública y los
gastos de la Primera Guerra Carlista. Y además los terratenientes, que adquirieron bienes desamortizados
apoyaron al régimen isabelino. Además se suprimieron los señoríos y mayorazgos (1836-1837). Se pretendía
convertir en propiedad libre las vinculadas del Antiguo Régimen para que pudiera circular libremente en el
mercado.
La Constitución de 1837 rompía tanto con el absolutismo como con el liberalismo de 1812 aunque
se presentaba como una revisión de la Constitución de Cádiz. Así, se configuró un sistema político
monárquico constitucional de clara inspiración progresista, pero que incorporaba buena parte de las ideas
propuestas por los moderados. Varios eran los aspectos más relevantes de su contenido:
 Se inaugura el principio de la soberanía compartida, la potestad legislativa pertenecía a las Cortes y
al Rey. Quedaba por lo tanto muy matizada la soberanía nacional.
 Se mantenían importantes atribuciones en manos del rey, como iniciativa legislativa, derecho de
veto ilimitado (la posibilidad de no sancionar una ley), la designación de senadores y el derecho de disolución
de las Cortes.
 La introducción del bicameralismo parlamentario con dos cámaras: el Senado y el Congreso de
los Diputados.
 El reconocimiento de los derechos individuales y la libertad de imprenta, libertad de comercio e
industria, desvinculación, abolición de los señoríos y del diezmo.
 La afirmación de la libertad religiosa pero con el compromiso del Estado de mantener
económicamente al clero católico.
 Se cambió la ley electoral. El sistema de sufragio indirecto casi universal masculino de 1812 fue
sustituido por un sistema directo censitario que reservaba el derecho al voto a los mayores contribuyentes
de cada localidad quedando por tanto a una minoría de hombres que poseían propiedades agrarias e
industriales. Así sólo se concedió derecho de voto al 2% de la población, unos 240.000 hombres mayores de
25 años.

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2) La regencia del general Espartero (1841-1843)


En 1840, María Cristina fue obligada a renunciar a la regencia tras un nuevo enfrentamiento con los
progresistas a causa de tres motivos fundamentales:
a) La modificación en la ley de Ayuntamientos. En contra de los deseos de los progresistas, la reina se
oponía a que los alcaldes fuesen elegidos por los vecinos de cada municipio, y, por el contrario, propugnaba
su designación regia con el objetivo de los convertir a los alcaldes en una especie de delegados bajo el
completo control del gobierno central.
b) María Cristina siempre se identificó con los moderados y era bastante impopular entre los
progresistas, a quienes sólo había facilitado el acceso al gobierno durante unos pocos meses a lo
largo de los siete años que duró la guerra civil carlista.
c) Después de la derrota carlista, los progresistas estaban convencidos de que ya no necesitaban a la reina
regente y podían prescindir de ella. Así, después de violentos disturbios en ciudades María Cristina fue
incapaz de soportar la presión progresista y marchó al destierro. Como consecuencia, el general Baldomero
Espartero, que contaba con el respaldo de los progresistas, resultó elegido por las Cortes para asumir la
regencia.
Este militar disfrutaba de una enorme popularidad y era un ídolo para los progresistas tanto por su
humilde origen social como por su participación en la guerra de la Independencia, en contra de los
independentistas hispanoamericanos (los ayacuchos) y, sobre todo, contra los carlistas. Se impuso un
régimen de liberalismo autoritario apoyado en el ejército. Pero suscitó la aparición de rivales dentro del
ejército: Juan Prim, Francisco Serano, Narváez y O’Donnell.
Varias fueron las medidas llevadas a cabo durante la regencia: como el recorte de los fueros vasco-navarros y
se aceleraron las ventas de bienes desamortizados con la orden de subastar todas las propiedades del clero
secular a excepción de iglesias, edificios escolares y viviendas de sacerdotes. Incluso, en un intento de someter
al clero se elaboró un proyecto que no entró en vigor en el que se obligaba a los sacerdotes a obtener un
certificado de lealtad al régimen liberal como condición para continuar con el ejercicio de su labor pastoral.
Esto provocó la oposición de la Iglesia y el Papado. En política comercial, intentó firmar un acuerdo de libre-
cambio con el Reino Unido, lo que le granjeó la oposición de Francia que se sentía perjudicada y la industria
catalana, que reivindicaba un mayor proteccionismo de sus productos.
La regencia de Espartero Problemáticas tuvo que enfrentarse a diversos problemas:
 Intentos de sublevación por parte de generales moderados(Narváez, Diego de León fue fusilado).
 El estallido de una violenta revuelta popular en Barcelona en diciembre de 1842 que precipitó la
caída de Espartero. Esta insurrección en la que estuvieron unidos burgueses y obreros se originó por la
disminución de salarios y las subidas de impuestos, la actividad propagandística de los republicanos
demócratas y la protesta de comerciantes y fabricantes ante la difusión de la noticia de un proyecto de
acuerdo comercial librecambista con el gobierno británico. Espartero mandó bombardear la ciudad dejando
cientos de muertos liquidando su prestigio personal.

Así, Espartero perdió la regencia en julio de 1843 tras una sublevación impulsada por mandos
militares del partido moderado como Ramón María Narváez y con la participación también de algún militar
progresista como Francisco Serrano o Juan Prim. Aunque mantuvo su prestigio durante toda su vida.
6.2.3. ISABEL II (1843-1868): EL REINADO EFECTIVO.
Isabel II comenzó su reinado con sólo 13 años en 1843. Poco después contrajo matrimonio con su primo
carnal Francisco de Asís de Borbón.
a) La década moderada (1844-1854). Durante la mayor parte del reinado de Isabel II, los liberales
moderados lograron hacerse con el control de los gobiernos dominando la escena política entre 1844 y 1854
conocida como la década moderada. La reina jamás confió la formación de gobierno a los progresistas y
optaron en su actuación por dos vías: el retraimiento en el juego político (negar su participación en las
elecciones al considerarlas amañadas por los moderados); el pronunciamiento militar. En este periodo de
aparente estabilidad la figura más destacada fue Ramón María Narváez que desempeñó la presidencia del
gobierno en varias ocasiones y estableció un sistema político estable pero oligárquico, que primaba el orden
sobre la libertad. Destacaron como ideólogos Donoso Cortés y Cánovas del Castillo. Las actuaciones políticas
más relevantes de los moderados fueron las siguientes:

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BLOQUE 6. La conflictiva construcción del Estado Liberal (1833-1874)

a) La creación de la Guardia Civil en 1844 dirigido por el duque de Ahumada para mantener el
orden público, la lucha contra el bandolerismo y la represión de las revueltas sociales. Y la disolución de la
Milicia Nacional en 1845 por considerarla un cuerpo armado bajo el control de los progresistas.
b) La aprobación de una nueva ley de Ayuntamientos en 1845, para introducir el nombramiento
gubernativo de todos los alcaldes entre los concejales que habían sido previamente elegidos por los vecinos.
c) La reforma del sistema fiscal elaborada en 1845 por el ministro Alejandro Mon y por un experto
económico Ramón Santillán. Esta reforma pretendía mejorar la eficacia del sistema de impuestos para
aumentar los ingresos estatales, reducir el déficit y realizar modernas infraestructuras. Los impuestos
quedaron clasificados en: Impuestos directos (la contribución por actividades industriales y comerciales, y la
contribución territorial sobre las propiedades inmobiliarias urbanas y sobre los rendimientos de las fincas
rústicas cultivadas); Impuestos directos (las tarifas aduaneras, el impuesto sobre la transmisión de bienes
(herencia, compraventa) y el impuesto de “consumos” (una importante e impopular tasa en artículos de
primera necesidad como jabón, carnes, aceite, harina, bebidas, etc..). También se produjo en 1851 la
reducción del déficit estatal mediante la conversión de la deuda efectuada por Bravo Murillo.
d) La elaboración y aprobación de una Constitución en 1845 para sustituir el texto de 1837. En su
redacción intervinieron los políticos Juan Donoso Cortés y Juan Bravo Murillo. Varios fueron los aspectos
más destacados de esta constitución:
 Soberanía compartida entre el rey y las Cortes.
 División de poderes: El robustecimiento de la autoridad del monarca por encima de las Cortes.
Ejecutivo: ministros y Legislativo: Cortes y rey. Las Cortes eran bicamerales: el Senado, cuyos miembros
pasaron a ser designados exclusivamente por el rey. La modificación de la legislación electoral, en 1846, por
la cual se duplicó la cantidad de dinero exigida para adquirir derecho al voto con la intención de reducir el
número de electores (sólo un 0’8% de la población total).
 La afirmación de la confesionalidad del Estado con la declaración del catolicismo como única religión.
Se neutralizó un intento de revolución llevado a cabo por los demócratas y los republicanos más
exaltados en marzo de 1848.
e) La firma del Concordato en 1851, lo cual supuso la paralización de las ventas de bienes
desamortizados, permitió el regreso de varias órdenes religiosas, se fijó una cantidad de dinero que el Estado
debía entregar al clero por las desamortizaciones y cedió por completo al clero el control sobre la enseñanza
conforme a valores religiosos. Por su parte, la Santa Sede aceptó como un hecho consumado las ventas de
tierras desamortizadas realizadas años antes y que la corona interviniese en la elección de obispos. Como
consecuencia la Iglesia se distanció del carlismo, logró recuperar buena parte de su influencia social y los
moderados obtuvieron el apoyo del clero.
f) El establecimiento de la enseñanza primaria pública y obligatoria en 1857 por Claudio
Moyano para todos los niños de 6 a 9 años. Sin embargo, en la práctica, la ley no se aplicó porque el Estado
carecía de recursos y el 60% de la población infantil se mantuvo sin escolarizar.
g) La actividad exterior estuvo marcada por los intereses de Gran Bretaña y Francia y por la
prioridad de conservar las colonias: Cubas, Puerto Ricos, archipiélagos de las Marianas, Carolinas y Palaos y
en África Rio Muni, Fernando Poo. Pequeños territorios difíciles de defender por su dispersión y alejamiento
de la península
El autoritarismo de los gobiernos moderados se fue incrementado y fue habitual la suspensión de las
cortes. Se opusieron al gobierno:
-los carlistas, iniciándose la segunda Guerra Carlista (1846-1849), Guerra dels matiners (madrugadores). Se
desarrolló en Cataluña y tuvo como pretexto el fracaso de la boda planeada entre Isabel II y el pretendiente
carlista que habría resuelto el pleito dinástico. Participó el general Cabrera (el Tigre del Maestrazgo) y fueron
apoyados por partidas de guerrilleros republicanos.
-El sector izquierdista de los moderados (los puritanos)
-El partido Demócrata que reivindicaba un liberalismo democrático basado en el sufragio universal
masculino, Cortes unicamerales, libertad religiosa, instrucción primaria gratuita e intervención del estado en
las relaciones laborales
b) El bienio progresista (1854-1856) : A principios de 1854, la tensión política por escándalos de
corrupción y el descontento social por el alza de precios y el desempleo provocaron un pronunciamiento
popular que contó con la colaboración de algunos liberales centristas encabezados por el general Leopoldo
O’Donnell, apoyado por los demócratas radicales (Manifiesto de Manzanares). La reina se vio obligada a
entregar el gobierno nuevamente al general Espartero

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BLOQUE 6. La conflictiva construcción del Estado Liberal (1833-1874)

La política económica del bienio Progresista elaboró una serie de leyes con la triple finalidad de
atraer capitales extranjeros, fomentar la actividad bancaria, desarrollar el ferrocarril.
- Se promulgó la ley de ferrocarriles (1855). La primera línea que se creó fue la de Barcelona-Mataró
(1848) pero hasta 1855 apenas se construyó más. El objetivo era ofrecer un medio barato de transporte que
estimula se la creación de industrias ante la facilidad de los intercambios La ley dejaba a la iniciativa privada la
construcción y explotación de la red y ofrecía facilidades a la entrada de materiales y capital extranjeros.
Además se promulgó la Ley Bancaria (1856) y se creó el Banco España (1856).
La medida más importante durante este bienio fue la desamortización municipal del ministro
Pascual Madoz en 1855. Dicha desamortización afectó a las tierras de propiedad municipal y significó la
desaparición definitiva de los bienes de manos muertas. El alcance de esta desamortización junto con la de
Mendizábal fue extraordinario ya que afectaron al 20% del suelo español. Sin embargo, esta venta de las
tierras municipales arruinó a mucho ayuntamientos, a los vecinos más pobres (lo cual provocó la emigración a
las ciudades) y no solucionó el crónico problema de la deuda estatal.
La elaboración de un proyecto de Constitución 1856 (non nata). No llegó a promulgarse. Mantenía
el bicameralismo, electivo y la potestad compartida entre las Cortes y el Rey, afirmaba la soberanía nacional y
ampliaba los derechos individuales.
Hay que añadir que las dificultades de los progresistas durante este bienio fueron constantes y los
gobernantes tuvieron enormes dificultades para contener la inflación. Estallaron conflictos y huelgas en
Barcelona y su entorno. Todas ellas culminaron en la huelga general de 1855, la más importante hasta el
momento. A lo que se unió los motines de subsistencia debido a la carestía del grano en Castilla. Así,
O’Donnell rompió su colaboración con Espartero provocando la caída de los progresistas dando fin al
bienio progresista.
c) Los años del gobierno de la Unión Liberal (1856-1866) :El general O’Donnell presidió el gobierno
entre 1858 y 1863 (tras un periodo de gobierno de Narváez con la facción más reaccionaria del
moderantismo) al frente de un nuevo grupo político llamado Unión Liberal y que fue creado con la
pretensión de ocupar el espacio del centro ideológico y recoger tanto de moderados como de progresistas
(militó Antonio Cánovas del Castillo). Se repuso la Constitución de 1845, se suprimió la Milicia Nacional se
reorganizaron los Ayuntamientos.
En Política interior, aprovechando un periodo de expansión económica, se impulsó el desarrollo
industrial, favoreciendo la entrada de empresas e inversores de capital extranjero. Además se potenció la
expansión del ferrocarril (1856-66) y se concluyó el Canal de Isabel II (1858) que abastecería a Madrid de
agua.
En Política exterior, se emprendieron una serie de intervenciones militares en puntos de África,
América y Asia con la intención de ampliar la expansión territorial colonial de nuestro país y el prestigio
internacional pero que en su conjunto no reportaron ganancias y resultaron inútiles y costosas. Dichas
intervenciones fueron:
Cochinchina (Vietnam) se envió una expedición de castigo por el asesinato de varios misioneros españoles, se
tomó Saigón y el delta del río Mekong, y se obtuvo una indemnización de unos 2 millones de dólares
Marruecos, tras unos ataques marroquíes contra Ceuta se envío un ejército de 40.000 soldados destacando el
general Prim que tomó Tetuán. Murieron más de 6.000 soldados y no se consiguieron ventajas territoriales
por la intervención de Inglaterra que obligó a España afirmar la paz con el Sultán de Marruecos por sus
intereses en Gibraltar (leones del Congreso de bronce del metal fundido de los cañones enemigos, oleada
patriota). Se anexionó Sidi Ifni.
 México, expedición militar en 1861 de 6.000 hombres al mando del general Prim para que el gobierno
revolucionario de Benito Juárez pagase las deudas contraídas con varios países europeos.
 Intervención en la isla de Santo Domingo tras la petición inaudita por parte de sus gobernantes y grandes
terratenientes blancos de reincorporación a España renunciando a su independencia. Sin embargo, tras
insurrecciones guerrilleras antiespañolas y numerosas bajas (30.000 hombres), las tropas regresaron.
Conclusión: esta agresiva política exterior tuvo también la misión de excitar los sentimientos patrióticos y el
amor a España de la población.
d) Los últimos años de Isabel II (1866-1868): La crisis final del reinado de Isabel II tuvo como factores
determinantes la imposibilidad del moderantismo de responder a las demandas sociales y de participación
política de los ciudadanos, al descrédito personal de Isabel II y su “corte de los milagros” (monja de las
Llagas…) y a la crisis industrial, financiera y de subsistencia de 1866.

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BLOQUE 6. La conflictiva construcción del Estado Liberal (1833-1874)

A partir de 1865, los gobiernos moderados dirigidos por el general Serrano, entre otros, desarrollaron
una actuación extremadamente represiva y autoritaria y fueron perdiendo apoyos sociales y políticos. Dos
hechos acabaron agravando la situación:
- La expulsión de profesores universitarios, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar, entre otros, que acarrearon
protestas estudiantiles y los sucesos de la noche de San Daniel (10 de abril de 1865).
- La sublevación de los sargentos del cuartel de San Gil que terminó con el fusilamiento de 68 de los
participantes.
Así, los progresistas liderados por el general Juan Prim y demócratas reaccionaron preparando nuevos
pronunciamientos y concertando el pacto de Ostende (Bélgica) en el verano de 1866 para reunir fuerzas.
Poco después, miembros de la Unión Liberal en cuyo frente se encontraba el general Francisco Serrano
también se incorporaron a esta alianza. Tras la muerte de O’Donnell (1867) y Narváez (1868), que eran los
principales apoyos de la reina se adhirieron al pacto. Además la recesión económica de 1866-1868 aumentó el
descontento general. Todos estos factores desencadenaron la revolución.

e) Funcionamiento del Sistema Político en la Época Isabelina: Corona, Partidos, intervencionismo


militar y fraude electoral.
Varios hechos caracterizaron el funcionamiento político en la época isabelina:
a. La permanente intervención personal de Isabel II en las cuestiones de gobierno y en las
decisiones políticas a través de sus poderosos recursos (veto, derecho de disolución de Cortes,
nombramiento de ministros y senadores) y por las personas que formaban su “camarilla”.
b. Asimismo, esta intervención se manifestó en la preferencia de la reina de los moderados al
considerar a los progresistas hostiles al clero católico. Hubo por lo tanto una monopolización del
poder por parte del partido moderado y la marginación política de los progresistas que recurrieron a
pronunciamientos militares e insurrecciones populares para intentar tomar el poder.
c. El fraude y las manipulaciones electorales para falsear los resultados de las votaciones fue una
práctica constante y el resultado fue que ningún gobierno que convocó las elecciones las perdió. Métodos:
coacciones, compra de votos, alteración de actas, manipulación de listados de electores, apertura anticipada de
urnas, etc.
d. La preponderancia y el protagonismo de los altos mandos del Ejército en la vida política fue
continua. (Esto en el siglo XVIII no se daba). Así, los mandos militares desviaron sus actividades de las
funciones castrenses para intervenir en los asuntos de gobierno y en cuestiones políticas. Los medios que
utilizaron iban desde el ejercicio de presiones y amenazas, hasta el recurso a la violencia saltándose la legalidad
por medio de pronunciamientos y golpes de Estado. Así, entre 1833 y 1874 hubo decenas de
pronunciamientos exitosos o fallidos por parte de militares alta graduación que entonces recibían el nombre
de “espadones”). Los motivos de esta preeminencia militar fueron: el prestigio ganado en campos de batalla;
la debilidad de los gobernantes y políticos civiles que carecían de apoyos sociales populares amplios
consecuencia de las limitaciones de los derechos al voto y del fraude electoral; la ambición de los militares de
alta graduación y el excesivo número de oficiales cuya participación en sublevaciones les podía reportar
rápidos ascensos. (En la España isabelina, el servicio militar era obligatorio y por sorteo, pero en 1837 se
introdujo la posibilidad de evitar el servicio mediante el pago en metálico al Estado de una determinada
cantidad de dinero).

BLOQUE 6. 2. EL REINADO DE ISABEL II (1833-1868): LAS DESAMORTIZACIONES DE


MENDIZÁBAL Y MADOZ. DE LA SOCIEDAD ESTAMENTAL A LA SOCIEDAD DE CLASES
6.2.1. LOS PROCESOS DE DESAMORTIZACIÓN.
Los liberales desde principios de siglo XIX impulsaron diversas iniciativas para reformar la agricultura (
eliminación el mayorazgo y de la Mesta (1836), supresión de los derechos señoriales (1837), etc.). Esta
liberalización no pretendía una transformación social que permitiera el acceso a los campesinos de la
propiedad sino que sólo tenían objetivos de carácter económico: eliminar los obstáculos al desarrollo del
capitalismo en la agricultura facilitando el traspaso de la propiedad de todas las tierras a manos individuales.
También se elaboró un conjunto de leyes desamortizadoras iniciadas a finales del siglo XVIII
suponían la nacionalización por parte del Estado de los bienes de la Iglesia Católica (bienes eclesiásticos), de
los municipios (bienes municipales) y hasta algunos de la Corona, para luego ser vendidos en pública subasta.

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BLOQUE 6. La conflictiva construcción del Estado Liberal (1833-1874)

El objetivo era hacer que los ingresos de estas ventas fuesen dirigidos al saneamiento de la Hacienda para
amortizar deuda pública y hacer más rentable el cultivo de tierras.
La primeras desamortizaciones como la llevada a cabo por Godoy en 1798, afectó a escasos
bienes de la Iglesia y tuvo como objetivo obtener fondos debido a la deuda que tenía Hacienda por las guerras
(Guerra de la Convención contra Francia, Guerra contra Portugal y Gran Bretaña)..
- Una segunda desamortización se realizó con José Bonaparte en 1809 que afectó a propiedades del clero
regular y de la aristocracia que se resistió a la invasión francesa. Posteriormente las tierras fueron devueltas.
- Y una tercera desamortización se produjo en las Cortes de Cádiz que aprobaron un decreto general de
desamortización en septiembre de 1813 que apenas pudo ponerse en marche por la coyuntura bélica. Hubo
que esperar a 1820 para su aplicación, pero siempre entendida como una reforma fiscal, no como una reforma
agraria. Tras el fin del Trienio la mayoría de las tierras fueran devueltas a sus dueños originarios.
Segunda etapa (1836-1844): Desamortización de Mendizábal. Afectó principalmente al clero regular
(conventos y monasterios) y, desde 1841, también al clero secular, exceptuando los edificios destinados a la
beneficencia y a la educación. El objetivo de Mendizábal esta triple: Obtener ingresos extraordinarios para
pagar las deudas contraídas por el Estado que saneara la Hacienda Pública, y permitiera obtener nuevos
fondos para costear la primera guerra carlista; Un objetivo político que consistía en ampliar el número de
simpatizantes con el liberalismo y la monarquía isabelina; la creación de una clase media agraria de
campesinos propietarios. Así, entre 1836 y 1844, se vendieron tierras y casas por valor de 3447 millones de
reales, que representaban el 60% de los bienes de la Iglesia en España en 1836.
La desamortización sólo pudo disminuir parcialmente la deuda pública, dinamizar el mercado de la
tierra, afrontar gastos extraordinarios (guerra carlista) y consolidar un grupo de propietarios partidarios del
liberalismo, pero no bastó para sanear las finanzas públicas. Además, desde una perspectiva social, la
admisión como pago de vales reales o títulos de deuda, otra vez, favoreció a la gran burguesía frente a los
campesinos. Se produjo el fenómeno de la concentración territorial en manos de una nueva clase de
propietarios absentistas.
En 1844, su aplicación, en lo referente al clero secular, quedó paralizada por el gobierno moderado de
Narváez; y en el Concordato de 1851, la Iglesia aceptó la situación creada por la desamortización a cambio de
una financiación del Estado.
Tercera etapa: Desamortización civil o “Ley Madoz” de 1855. Durante el bienio progresista liderado por
el general Espartero se puso en marcha la desamortización municipal dirigida por el ministro de Hacienda
Pascual Madoz. Afectó no solo a los bienes de la Iglesia que quedaban (cofradías, instituciones benéficas u
órdenes militares) sino también a los bienes municipales y comunales. La venta de estos bienes nacionalizados
se prolongó hasta la etapa de la Restauración, pero la mayor parte se vendieron entre 1855 y 1867. El
volumen de lo que se puso a la venta en pública subasta, superaba ampliamente el de 1836 y pretendía
también conseguir recursos para la Hacienda e inversiones públicas, sobre todo, la construcción del
Ferrocarril.
La venta de tierras municipales arruinó a muchos ayuntamientos y perjudicó a los vecinos más pobres
que perdieron el acceso a recursos comunales como pastos y leña. Y forzó a una parte de la población rural a
emigrar a las ciudades. De nuevo, los mayores beneficiados fueron los que ya eran medianos y grandes
propietarios.
Consecuencias de las desamortizaciones:
a) Incrementó el número de grandes terratenientes, nuevos propietarios o burguesía terrateniente
que invirtió su dinero en tierras y casas. Se trataba de sectores de la alta burguesía urbana que invirtió su
dinero o sus títulos de deuda pública en la compre de tierras. Sin embargo, no fueron empresarios capitalistas
ya que no transformaron sus propiedades con el fin de obtener una rentabilidad agraria. Fueron más bien
terratenientes absentistas que vivían de las rentas de las tierras.
b) Los compradores fueron gente adinerada procedente de la vieja aristocracia y burgueses
enriquecidos por los negocios (comercio, banca, ferrocarril, concesiones del Estado, etc.) o que ocupaban
los altos cargos de la administración, el ejército o la Iglesia (aristócratas, militares, comerciantes, financieros,
alto clero). La nobleza consolidó su patrimonio y permutó los abolidos derechos señoriales por la plena
propiedad y las rentas derivadas de ella. Reconvirtió sus posesiones de tipo feudal en propiedades privadas,
no perdiendo su base económica, la gran propiedad, ni por tanto su influencia social.

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BLOQUE 6. La conflictiva construcción del Estado Liberal (1833-1874)

c) La venta de los bienes desamortizados no se hizo con un criterio distributivo que hiciese viable una
reforma agraria, sino que el fin principal era obtener ingresos para la Hacienda. De ahí que la
desamortización apenas afectase a la estructura de la propiedad de la tierra: la tierra cambio de manos, pero
no se modificó el tamaño de la propiedad ni se modernizaron las formas de explotación. No hubo como
objetivo, conseguir una distribución más igualitaria de la propiedad de la tierra y, por ello, la historiografía
coincide en que la desamortización fue una “falsa reforma agraria”.
d) Permitió poner en cultivo gran cantidad de tierras abandonadas. La presión demográfica exigía el
aumento de tierras cultivadas y de la producción, y la desamortización resolvió en parte el problema
endémico de la carestía de alimentos, sobre todo de cereales.
e) Los grandes perjudicados fueron los campesinos, la Iglesia y los municipios:
 Los campesinos pasaron de ser usuarios de bienes comunales o tierras de baja renta a pagar rentas más
elevadas para su cultivo, dentro de una relación económica propia de la mentalidad capitalista (propietario-
arrendatario-jornalero).
 La Iglesia perdió gran parte de su patrimonio inmobiliario, artístico y documental. La desamortización
supuso la destrucción y deterioro de edificios históricos y obras de arte de la Iglesia.
 Los municipios perdieron su principal fuente de ingresos, al privatizar los bienes de propios, baldíos y
comunales.
Todo ello explica el apoyo que la causa carlista recibió del mundo rural y campesino (ya que prometía
la vuelta al Antiguo Régimen agrícola y la anulación de las desamortizaciones), mientras las desamortizaciones
eran vistas como el instrumento de los liberales, identificados como los ricos y poderosos que gobernaban la
España de aquel siglo.
6.2.2. DE LA SOCIEDAD ESTAMENTAL A LA SOCIEDAD DE CLASES.
A lo largo del XIX, la sociedad estamental desapareció surgiendo la “sociedad de clases”. Características de
esas “sociedad de clases”:
La nueva división en clases sociales se basaba en diferencias de riqueza que distinguían a
unos grupos de otros. En principio, la sociedad de clases era abierta y dinámica puesto que aumentaban las
posibilidades de movilidad y de ascenso social para quienes lograsen incrementar sus recursos económicos y
prestigio por su trabajo. Sin embargo, aumentaron las desigualdades entre los diferentes grupos sociales
abriéndose una enorme distancia entre un número reducido de ricos que acumulaban propiedades y rentas y
una enorme masa de pobres que trabajaban por un reducido salario. A pesar de todo, en la España del XIX
aparecieron ejemplos de “hombres hechos a sí mismos”, que partiendo de modestos orígenes familiares
fueron capaces de superar dificultades y sobresalir (Espartero, Mendizábal, Cánovas, Sagasta, etc)
Aparecieron nuevas categorías sociales (proletariado industrial) por el progresivo
empequeñecimiento de la baja nobleza rural, clero, artesanado y por el cambio de los grupos que ocupaban
las posiciones sociales superiores (ascenso de la burguesía). Durante el reinado isabelino, las minorías sociales
más dominantes y poderosas por su riqueza e influencia política estaban formadas por la fusión de varios
grupos entre los que se encontraba la antigua aristocracia latifundista, la nueva burguesía, los mandos del
Ejército y miembros de altas jerarquías eclesiásticas. En general, los grandes terratenientes y la vieja
aristocracia, se adaptaron bien a la desaparición del A. Régimen. Reorientaron sus intereses en actividades
bancarias e industriales y se sintieron cómodos en el sistema político al comprobar que no estaba amenazada
su influencia social y poder económico.
Los burgueses, que habían logrado enriquecerse con inversiones financieras, comerciales e
industriales, consiguieron establecer relaciones políticas e intentaron obtener títulos nobiliarios y adquirir
grandes posesiones territoriales como mejor signo de preeminencia social. De ahí que se lanzasen a la compra
masiva de tierras desamortizadas. Se mantuvieron prácticas que demostraban la práctica de los viejos valores
aristocráticos como fueron los duelos.
Hay que destacar que hubo una confluencia de intereses entre nobleza terrateniente y burguesía: los
primeros buscaban acercarse a los poderosos a través de matrimonios o la participación en el consejo de las
empresas, y los segundos trataban de acercarse a las formas aristocráticas (mansiones, títulos, lujo, pertenencia
o sociedades o clubes exclusivos). Burgueses y aristócratas se diferenciaban radicalmente de los obreros
urbanos y jornaleros, por sus distintos modos de vida, intereses económicos, formación educativa y
aspiraciones )ópera, balnearios…
Clases medias rurales y urbanas, era un grupo heterogéneo compuesto por labradores propietarios
medianos no terratenientes, empleados públicos, suboficiales y oficiales del ejército, abogados, médicos,
profesores, tenderos, veterinarios y pequeños fabricantes: Los funcionarios públicos recibían un escaso sueldo

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BLOQUE 6. La conflictiva construcción del Estado Liberal (1833-1874)

(14 h. sin vacaciones ni días festivos) y sufrían una situación de enorme inseguridad en sus puestos de trabajo
debido a los cambios de gobiernos que provocaba la pérdida de su empleo (los cesantes). La clase media
urbana fue un grupo cada vez más influyente y con un gran compromiso político ya que su papel fue esencial
en la construcción del Estado liberal y en la evolución política y socioeconómica.
Los obreros industriales (150.000 en 1860), jornaleros agrarios, empleados del servicio
doméstico y una multitud de grupos marginados como mendigos y vagabundos completaban el
panorama en los medios urbanos. El gobierno en 1849 tipificó la mendicidad con un delito.
El campesinado continuó siendo el mayor grupo de la población ya que agricultura y la cría de
ganado lanar y vacuno constituían las actividades económicas predominantes. Pero había diferencias dentro
de este grupo: mientras en el norte abundaban pequeños y medianos propietarios, en el sur y centro de
España (donde predominaban el secano y el gran latifundio) abundaban los jornaleros.
Las mujeres, ocupaban una posición subordinada y permanecían excluidas de derechos políticos y
jurídicos, con escasas posibilidades de acceder a la educación y totalmente sujetas a la autoridad de los padres,
esposos o hermanos. Normalmente, las mujeres burguesas permanecían recluidas en sus hogares y, por el
contrario, entre los sectores humildes era frecuente su trabajo en talleres o en el servicio doméstico. En 1860
la tasa de analfabetismo se situaba en el 87%.
El clero católico, disminuyó su poder con la llegada de los liberales al poder y las desamortizaciones,
aunque la Iglesia continuó siendo una importante fuerza puesto que influía en sociedad a través de sermones,
confesiones, etc.
6.3. EL SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-1874): INTENTOS DEMOCRATIZADORES. LA
REVOLUCIÓN, EL REINADO DE AMADEO I Y LA PRIMERA REPÚBLICA
a) La “Gloriosa Revolución” de septiembre de 1868
El resultado de los acuerdos entre demócratas, progresistas y miembros de la Unión Liberal, en el pacto de
Ostende (1866), tuvo como resultado en septiembre de 1868 el estallido de la denominada “Gloriosa
Revolución”, que se inició con una sublevación militar en Cádiz iniciada por el almirante Topete, jefe de la
Armada, secundado por Prim y Serrano, y que contó con el apoyo popular de muchas ciudades, cuyas calles
se llenaron de barricadas. El resultado de esta revolución fue el derrocamiento de la reina Isabel II y su
inmediata huida a Francia. Los factores que explican el triunfo de esta revolución fueron:
1) La crisis del sistema político que fue tachado por los revolucionarios de corrupto, viciado e inmoral.
2) La depresión económica iniciada en 1866 y que también afectó a otros países y que provocó el incremento
de precios y desempleo, la paralización de obras ferroviarias, el hundimiento de la bolsa y el aumento de la
presión fiscal.
3) La impopularidad de la reina Isabel y su obstinación por sostener a los moderados en el poder.
Esta revolución careció de contenido social y económico y tuvo un carácter exclusivamente político
puesto que los objetivos principales de progresistas, demócratas y miembros de la Unión Liberal fueron el
derrocamiento de Isabel II y la implantación del Sufragio Universal. Asimismo, el cerebro de la revolución
fue Juan Prim, un militar liberal progresista, catalán, masón que había obtenido reputación durante la Guerra
de Marruecos.
Tras la revolución se constituyó el Gobierno provisional bajo la presidencia de Serrano (Unión
Liberal) y progresistas en distintos ministerios, Ruiz Zorrilla, Prim, Sagasta. Se convocaron elecciones a cortes
constituyentes por sufragio universal masculino, en el que votó un 70% del electorado. Dicho proceso
electoral fue relativamente limpio y vencieron los progresistas que dominaron los debates y las votaciones de
las Cortes donde se elaboró la nueva Constitución, pero obtuvieron representación los los republicanos y los
carlistas.
La Constitución de 1869
Este texto constitucional fue el más liberal de todos los promulgados en España a lo largo del XIX. Recogía
la soberanía nacional, el sufragio universal directo para los mayores de 25, se reconocía los derechos y libertades de
reunión y asociación y la libertad de cultos religiosos (el estado mantiene el culto y el clero católico).
La forma de estado era una monarquía democrática –el rey reina pero no gobierna-; se establecen
cortes bicamerales y el gobierno ejerce el poder ejecutivo y tiene responsabilidad política.
Entre las actuaciones más significativas de los distintos gobiernos entre 1869-1872 destacaron la
creación de la peseta como nueva unidad monetaria, el establecimiento de un arancel librecambista, la nueva
ley de minas (que permitía su venta) y medidas de carácter anticlerical como la obligación de jurar la
Constitución de 1869 (pocos eclesiásticos obedecieron).

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BLOQUE 6. La conflictiva construcción del Estado Liberal (1833-1874)

b) El reinado de Amadeo I (1871-1873)


Una vez aprobada la Constitución y teniendo en cuenta que se mantenía la monarquía, el general Prim pasó a
desempeñar la jefatura del gobierno, siendo la principal tarea de su gobierno controlado por los progresistas la
búsqueda de un nuevo monarca para España. Entre los candidatos había varios candidatos de diferentes
casas reales:
1) El portugués Fernando de Coburgo
2) El duque Antonio de Montpensier hijo de Luis Felipe de Orleáns (Rey de los franceses, último rey francés)
3) El alemán Leopoldo de Hohenzollern que contó con el rechazo del emperador francés Napoleón III (Su
candidatura se convirtió en un motivo que desencadenó la guerra franco-prusiana de 1870).
4) Amadeo de Saboya, (Duque de Aosta) hijo del rey de la Italia recién unificada Víctor Manuel II, el cual,
finalmente fue elegido como rey.

El reinado de Amadeo que llegó a Cartagena el 30 de diciembre de 1870 pronto fracasó. Nada más
desembarcar se enteró de la muerte de Prim tiroteado tres días antes. Dicha muerte le quitó apoyos sociales al
monarca. Y además se produjo la ruptura de la coalición entre progresistas, demócratas y unionistas por
diferencias ideológicas y políticas. Así, miembros de la Unión Liberal como Cánovas se sumaron al grupo
opositor que defendía los derechos al trono del príncipe Alfonso de Borbón. Por otra parte, en las filas
progresismo tras la muerte de Prim, se produjo una ruptura con el surgimiento de dos agrupaciones políticas,
el Partido Constitucional dirigido por Sagasta y el Partido Radical de Manuel Ruiz Zorrilla. La presencia de
grupos opositores al monarca como carlistas (que volvieron a levantarse en armas dirigidos Carlos VII),
republicanos (partidarios de mayores reformas políticas, sociales y económicas y de un mayor
anticlericalismo), el movimiento obrero internacionalista (desórdenes y conflictos sociales por el incremento
del paro), del clero católico y del Vaticano.
A esta situación hay que añadir el malestar de los mandos militares y el recrudecimiento de la
resistencia de los guerrilleros independentistas en Cuba (Céspedes lanzó el Grito de Yara “Viva Cuba Libre”
Guerra Larga 1868-78) y Puerto Rico.

Tras repetidas elecciones y cambios de gobierno que no solucionaron nada Amadeo I tomó la
decisión de abdicar el 11 de febrero de 1873 y regresar a Italia. Ante el vacío de poder, los diputados y
senados reunidos en una asamblea extraordinaria proclamaron la República.
LA I REPÚBLICA (1873-1874)
El 11 de febrero de 1873 se proclamó la I República española tras siglos de existencia de la institución
monárquica. Dicho régimen careció de amplios apoyos sociales y fracasó con rapidez. En tan sólo 10 meses
pasaron por la presidencia del gobierno cuatro presidentes distintos: Estanislao Figueras, Francisco Pi y
Margall, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar. Su actuación se caracterizó por la provisionalidad y
debilidad para controlar una difícil situación. Asimismo, esta inestabilidad se incrementó por el escaso apoyo
social con que contaba la República y por la fortísima división dentro de los sectores republicanos con dos
concepciones distintas de la República:
 Republica Unitaria (Castelar) que querían un paso de monarquía a República centralista sin hacer
cambios.
 República Federal (Pi y Margall), querían cambiar la forma organizativa del Estado formando una
república con una Constitución federal con estados federales o federaciones.
El primer presidente fue Estanislao Figueras cuya misión era convocar Cortes Constituyentes pero
se encontró con graves problema: una Hacienda arruinada, el inicio de una nueva guerra carlista en el norte, el
problema de Cuba y tensión en la calle en un proceso revolucionario. A pesar de todo, pudo poner en marcha
algunas medidas como la supresión del impuesto de consumos, a pesar de que fue desastroso para las arcas
del Estado, y la eliminación de las quintas para crear un nuevo ejército formado por voluntarios, pero fracasó
porque el gobierno republicano sostenía dos guerras contra los carlistas y los cantonalistas, y la abolición de la
esclavitud en la colonia española de Puerto Rico, aunque no en la isla de Cuba.
Las elecciones dieron el triunfo a los republicanos federales y éstas proclamaron la República
Democrática Federal dirigida por Pi i Margall. Se elaboró un proyecto constitucional de 1873, que
establecía una república federal de 17 regiones federadas con amplia autonomía política, administrativa,
legislativa y económica; soberanía popular. Separación Iglesia y Estado sin subvenciones a ningún culto
religioso. Se instituía el Senado como cámara de representación territorial de 17 estados federados (incluido
Cuba y Puerto Rico). Su mayor aportación se produjo en el ámbito de la legislación social y de protección de
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BLOQUE 6. La conflictiva construcción del Estado Liberal (1833-1874)

los obreros: Prohibía el trabajo de los menores de 16 años (aunque no se aplicó); proyecto de jurados mixtos
de patronos y obreros para dirimir los conflictos laborales y la reducción de la jornada de trabajo a 9 horas.
Pero dentro del federalismo había otra división: los que querían que ese Estado federal se crease desde
arriba, desde las Cortes (transigentes); y los que querían que ese Estado federal llegase desde abajo, desde las
bases y desde los municipios (intransigentes). La retirada de los intransigentes y la revolución cantonal,
iniciada en Cartagena, en la que confluyeron tres revoluciones distintas: la regionalista, la política y la
social, provocó que no se aprobara el proyecto de Constitución, dimitiendo Pi i Margall al que le sucedió
Salmerón.
Apenas estuvo mes y medio Salmerón como presidente, limitándose a restablecer militarmente el
orden y a reprimir los movimientos obreros internacionalista como en Alcoy. Salmerón dimitó por problemas
de conciencia, al no firmar unas penas de muerte de los revolucionarios.
El 6 de septiembre fue nombrado presidente Emilio Castelar. Su programa se limitó a restablecer el
orden, tras finalizar el movimiento cantonalista, quedaba los carlistas en el norte y la guerra de Cuba. Los
diputados de izquierda viendo el giro conservador de Castelar buscaron su dimisión. Sin embargo, el golpe de
Estado del General Pavía (2-3 enero de 1874) puso fin a la I República.
La República vino en un momento de fuerte crisis política, bélica y económica con la crisis
hacendística que dio lugar a las siguientes dificultades:
a. Aumentaron los disturbios sociales, la bancarrota estatal se acentuó, los jornaleros andaluces se
lanzaron a ocupar fincas por la fuerza y los obreros anarquistas internacionalistas realizaron una huelga
revolucionaria en Alcoy
b. El descontento militar con intentos de sublevación militar.
c. La guerra contra los carlistas. Los carlistas con Carlos VII tuvieron éxitos militares ocupando zonas
rurales vasco-navarras y estableciendo un gobierno formal con capital en Estella (editó sellos y acuñó
monedas).
d. Las insurrecciones cantonalistas o creación de “cantones” o estados regionales independientes
(se iniciaron en Cartagena siendo el que más tiempo resistió, hasta 1874) en más de 30 ciudades de Levante y
Andalucía resultado de la fuerte tensión social que aspira a llevar a cabo una revolución social. Los ideales de
los líderes cantonalistas era una confusa mezcla de federalismo utópico, igualitarismo revolucionario y
reivindicaciones obreras
Bibliografía
MAROTO FERNÁNDEZ, J. historia de España, Barcelona, 2016
VV. AA. Historia de España, Ed. Anaya, Madrid, 2010.
VV.AA. Historia de España, Ed. Laberinto, Madrid, 2009.

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