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Ahora bien, la sentencia explica varios preceptos procesales, entre estos, hace un análisis
sobre la introducción de nuevos hechos en el recurso de casación que no fueron ventilados
en las instancias anteriores, con la excusa de que su contestación fue con la negativa pura y
simple de los fundamentos de hecho y de derecho y por ende supuestamente le faculta para
esgrimir cualquier excepción o el planteamiento de cualquier hecho nuevo en el momento
procesal que la parte considere oportuno. Al respecto de este tema es clara la sentencia en
determinar que, la negativa pura y simple solo se considera una defensa judicial mas no una
excepción propiamente, que los Tribunales solo podrán pronunciarse respecto de los hechos
y excepciones planteadas en las anteriores instancias y al no haber expuesto las excepciones
o pretensiones, ni hayan estado en el debate litigioso, estas no podrán ser consideradas en
las sentencias. El principio iura novit curia no podría asistir al juzgador para conocer
nuevos hechos.
Dentro del caso, se puede evidenciar que los linderos no pudieron ser determinados con
exactitud, al no tener un documento publico que evidencie esto y además por que el bien
estaba contenido dentro de un terreno principal, al respecto de esto, el Tribunal ad quem
procedió a realizar una constatación del sitio, siendo este quien definió los linderos,
demostrándonos de esta manera de la oficiosidad con la que puede actuar el juez para tener
pruebas y hechos suficientes para dictaminar sus decisiones, es así que, también se puede
observar dentro de la sentencia, el uso del principio de verdad material, ya que al existir una
divergencia entre los linderos proporcionados por las partes, el Tribunal fue quien agrego al
proceso, por decirlo de algún manera, la materialidad de la prueba, al establecer los linderos
a razón la inspección realizada.
Esta sentencia hace alusión a la interposición de un recurso de casación que se funda en las
causales primera y quinta del artículo de la ley de casación, a razón de una errónea
interpretación sobre normas civiles, en especifico a la servidumbre de luz y de vista. El juez
ad quem analiza de manera errónea dicha norma frente a los hechos que se argumentaron,
por ende, procede a determinar de manera errada las razones y la resolución de su fallo.
También, es interesante como la sentencia cubre ciertas lagunas de la norma con doctrina,
específicamente en lo relativo en que en la ley de casación en su causal quinta del articulo
tres, solo se determinaba que la contradicción de la que puede adolecer una decisión
judicial se diera solamente en la parte dispositiva de la sentencia, pero al utilizar doctrina
como fuente del derecho, sobre todo el criterio de Sergi Guash, el Tribunal concluye que la
correcta interpretación de la causal quinta, impone analizar también la motivación de la
parte dispositiva.
Además, dentro de la sentencia también se aborda el principio de publicidad, sobre todo,
enfocado a la exposición de la motivación de la sentencia ante la sociedad, esto con el fin
de que esta ejerza un control popular de las actuaciones del juez y que pueda constatar su
racionalidad, de esta manera el ciudadano se configura en controlador de las resoluciones
judiciales.
En conclusión, la sentencia hace un análisis de la motivación de los fallos, dando a entender
que este derecho es la garantía más preciosa para el justiciable, protegiéndolo de la
arbitrariedad, le da certeza de que su acción ha sido examinada de manera coherente y
racional y de igual manera sirve para que la decisión del juzgador sea controlada tanto por
la sociedad, como por un Tribunal de Casación.
Claramente, la sentencia aborda el principio de buena fe, dejando en claro que el actuar
desapegado de la rectitud y honestidad por cualquiera de las partes procesales, degenera en
implicaciones graves como los son la condena en el pago de costas o como se lo explica en
este caso, hasta el mismo levantamiento del velo societario. Además, podemos darnos
cuenta como el Tribunal advierte de varias posiciones morales, las cuales van apegadas al
fin de la moralización del proceso para que exista un recto actuar de las partes en el
proceso.
Al respecto de esta sentencia, los hechos se constriñen a que, el Banco Agrario del Perú en
liquidación, interpuso el recurso de casación, a razón de la declaratoria judicial de
abandono en un proceso de cobro de dinero contra el señor Héctor Silva, pese a que existía
una norma expresa que señalaba la no procedencia del abandono contra el estado (art. 23
del D. Ley número diecisiete mil quinientos treintisiete)
La sentencia explica, primero que nada, la superposición respecto de la norma procesal
sobre otras normas diferentes, ya que el código procesal peruano, determina con claridad
que el abandono también es aplicable al Estado, con el fin de favorecer la seguridad
jurídica. Además, se explica que, (art. 23 del D. Ley número diecisiete mil quinientos
trentisiete), significa un privilegio del estado sin que en efecto sea justo, ya que las partes
dentro del proceso, con el fin de tutelar de manera correcta sus derechos, deben de
comparecer en igualdad de armas, mismas posibilidades, sin que, por el ser el estado, este
posea mayores prerrogativas legales ni sustanciales y menos aún de índole procesal.
Es importante enfatizar que, dentro del proceso siempre debe existir un trato igualitario por
parte del juez y además siempre en la normativa procesal, deben existir medios de ataque y
defensa jurídicamente equiparables.